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La crisis de Brasil y del mundo: ¿tragedia o drama?

Leonardo Boff*

En Brasil estamos saliendo finalmente de una profunda crisis que casi destruye los fundamentos no sólo de nuestra democracia sino de nuestra civilización todavía en proceso. Fuimos dominados por una barbarie cuyos actores, en su mayoría, eran verdaderos criminales. Estamos respirando políticamente aires de decencia, de voluntad firme de garantizar la democracia y el Estado de derecho democrático. Que nunca más vuelva a ocurrir la trágica e insólita depredación de los tres palacios sagrados que hacen funcionar a nuestro gobierno.

No mejor y con rasgos de tragedia es la situación general del mundo con la creciente degradación del planeta, el aumento ya incontrolable del calentamiento global, que ha inaugurado un nuevo régimen climático, para peor, hasta el punto de que en la COP sobre el clima celebrada en Egipto en enero de este año el Secretario General de la ONU, António Guterrez, advirtió: “O cerramos un pacto de solidaridad climática o un pacto de suicidio colectivo”. Serias palabras de un hombre serio.

La crisis planetaria. No es solo coyuntural sino estructural, pues destruye nuestro sentido de vivir juntos. Puede ser una tragedia de resultado devastador, como en el teatro griego, o un drama cuyo final sea bienaventurado como en la liturgia cristiana. Depende de nosotros y de nuestra capacidad de decidir si será una cosa o la otra. Pero crece la conciencia de que nos acercamos al momento en que tenemos que decidir, en caso contrario, la crisis dejará de ser drama para volverse tragedia colectiva, como advertía sabiamente el Secretario General de la ONU.

Desde la llegada del existencialismo, especialmente con Sören Kierkegaard, la vida es entendida como un proceso permanente de crisis y de superación de crisis. Ortega y Gasset mostró en un famoso ensayo de 1942 que la historia a causa de sus rupturas y reanudaciones tiene la estructura de crisis. Esta obedece a la lógica siguiente: (1) el orden dominante ya no tiene un sentido evidente; (2) empieza la crítica y la percepción de que se levanta un muro delante de nosotros, por eso reinan la duda y el escepticismo; (3) urge una decisión que crea nuevas certezas en otro sentido; ¿cómo decidir si no se ve claro? Pero sin decisión no habrá salida para la crisis; (4) tomada la decisión, aun con riesgos, se abre un nuevo camino y otro espacio para la libertad. Se superó la crisis. Comienza un nuevo orden.

La crisis representa purificación y oportunidad de crecimiento. No es necesario recurrir a los caracteres chinos de crisis para saber el significado de esta. Basta recordar su origen más ancestral en el sánscrito, matriz de nuestra lengua. En sánscrito, crisis viene de kir o kri que significa purificar y limpiar. De kri viene crisol, elemento con el cual limpiamos el oro de la ganga, y acrisolar que quiere decir depurar. Entonces, la crisis representa un proceso crítico, de depuración de lo esencial: sólo lo verdadero y sustancial queda, lo accidental y añadido desaparece. A partir de lo esencial se construye otro orden.

Pero todo proceso de purificación no se hace sin cortes y rupturas. De ahí la necesidad de una decisión. La de-cisión opera una cisión con lo anterior e inaugura lo nuevo. Aquí nos puede ayudar el sentido griego de crisis. En griego krisis, crisis, significa la decisión tomada por un juez o un médico. El juez pesa y sopesa los pros y los contras y el médico conjuga los distintos síntomas; entonces ambos toman una decisión sobre el tipo de sentencia o sobre el tipo de tratamiento para la enfermedad. Ese proceso decisorio se llama crisis. Tomada la decisión, desaparece la crisis. El evangelio de San Juan usa 30 veces la palabra crisis en el sentido de decisión. Jesús comparece como “la crisis del mundo”, pues obliga a las personas a decidirse.

En Brasil posponemos siempre las crisis que nos obligarían a dar un salto cualitativo frente a las profundas injusticias sociales con los pobres, la población negra, los quilombolas, los indígenas, de los cuales hace días testimoniamos tristemente el verdadero genocidio del pueblo yanomami.

Siempre se hacen conciliaciones con el pretexto de la gobernabilidad y así se preservan los privilegios de las élites. La crisis del capitalismo es conocida. Es un sistema perverso que consiguió tomar todo el planeta con su industrialismo y el sueño ilusorio de un crecimiento ilimitado. Él, no simplemente la humanidad, es el factor principal de la crisis del sistema-vida y del sistema-Tierra. Sus grandes corporaciones con sus CEOs y técnicos están más preocupadas en asegurar sus ganancias que en tomar medidas para equilibrar la emisión de gases de efecto invernadero y librar al planeta de una tragedia anunciada.

Es un sistema tan engrasado que funciona por sí mismo como un robot, poniendo en peligro el equilibrio del planeta que debe garantizar el sostenimiento de nuestras vidas. O superamos este sistema de un industrialismo voraz o él volverá el planeta inhabitable para ellos y para todos.

Bien dijo Platón en medio de las crisis de la cultura griega: “las cosas grandes solo suceden en torbellino”. Con la de-cisión, el torbellino y la crisis desaparecen y nace una nueva esperanza. ¿Podemos esperar eso para nuestra generación sometida a tantas amenazas?

El esperanzar de Paulo Freire nos puede inspirar: no solo esperar que las cosas sucedan para el bien por sí mismas, sino crear las condiciones objetivas para que la esperanza se transforme en un nuevo orden, en el cual, en palabras del Maestro ”la sociedad no sea tan malvada y no sea tan difícil el amor”.

*Leonardo Boff es filósofo y ecoteólogo y ha escrito: En busca de la justa medida: el pescador ambicioso y el pez encantado,Vozes 2022.

Traducción de MªJosé Gavito Milano

Fuente de la Información: https://leonardoboff.org/2023/01/28/la-crisis-de-brasil-y-del-mundo-tragedia-o-drama/

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UNICEF: Los niños se enfrentan a una sequía devastadora en el Cuerno de África

Los niños se enfrentan a una sequía devastadora en el Cuerno de África

¿Qué está pasando en el Cuerno de África?

Cuatro temporadas consecutivas de escasez de lluvias, fuertes aumentos en los precios de los alimentos y conflictos han llevado a los niños y las familias del Cuerno de África al borde de la catástrofe inducida por el cambio climático.  

La sequía excepcional en grandes franjas de Somalia, Etiopía, Kenia, Eritrea y Yibuti ha desatado hambre, sed, desplazamiento y muerte en comunidades ya vulnerables a medida que fallan las cosechas y muere el ganado. A fines de diciembre de 2022, alrededor de 20,2 millones de niños en Etiopía, Kenia y Somalia se enfrentaban a la amenaza del hambre, la sed y las enfermedades graves.

Las comunidades se han visto obligadas a tomar medidas extremas para sobrevivir, con miles de niños y familias que abandonan sus hogares por pura desesperación en busca de agua, alimentos, pastos y tratamiento para los niños enfermos. La situación continúa deteriorándose, exacerbando una crisis inducida por el clima que ya estaba privando a los niños de los elementos esenciales de la infancia: suficiente para comer, agua potable, escuela, servicios de salud.  

UNICEF está ampliando la adquisición y el posicionamiento de suministros esenciales para salvar vidas, aprovechando su presencia de larga data en la región y trabajando con socios para expandir los servicios críticos. Lea más sobre la respuesta de UNICEF  y lo que UNICEF está pidiendo .

Fuente de la Información: https://www.unicef.org/emergencies/catastrophe-looms-horn-africa

 

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Guatemala: El frío en la diáspora

El frío en la diáspora

Ilka Oliva Corado

Campestre siempre ha querido comprarse unas botas de invierno, pero su economía es tan precaria a pesar de sus tres trabajos. Se las imagina, se ve con sus botas puestas cubriendo sus pies de las temperaturas bajo cero. La ropa de invierno es cara y las botas mucho más, tener ropa de invierno es una opulencia para un migrante indocumentado como Campestre, de 76 años, sin derechos laborales.

Quisiera una chumpa[1]  y  unos guantes enguatados, también un pantalón, la ropa que usa para trabajar no lo ayuda con el frío, es la misma ropa de verano. Entonces se pone dos pantalones, dos camisas y dos chumpas, dos pares de calcetines y los zapatos más gruesos que tenga así no le traspasa tanto el frío cuando anda limpiando el estacionamiento del centro comercial en las mañanas.

Le ayudaría mucho también tener ropa adecuada en su segundo trabajo en las tardes, empujando carretas en un supermercado. No es mucho lo que le pagan, apenas para sobrevivir y tiene que hacer ajustes en los gastos de la comida, a veces sólo hace dos tiempos al día para guardar para las remesas que envía a su familia en Ayutla de los Libres, Guerrero, México.

Es en las noches en su tercer trabajo cuando lo ataca la nostalgia por el clima cálido de su tierra natal, Campestre es parte de las cuadrillas de indocumentados que cuando neva van a limpiar con pala y escoba las aceras y estacionamientos de casas y edificios residenciales. Observa a las costaladas de recién llegados, de desempleados y a otros que como él están en su tercer trabajo.  Hombres y mujeres por igual palean la nieve para que pase el que tiene la máquina y la empuje hacia donde van a dejar el volcán blanco en una esquina del estacionamiento.

Admira a quienes saben manejar carro y maniobrar esas enormes palas en la parte frontal de los vehículos de doble tracción, a él le hubiera encantado aprender a manejar tractor en su juventud, hubiera tenido un mejor salario en la finca donde trabajaba cortando tomates, pero era un oficio que no querían compartir los tractoristas para que nadie les quitara el puesto.

En el invierno estadounidense a él le toca echar la sal en una cubeta y regarla con la mano entre gradas y aceras.  Es un trabajo que sólo se realiza cuando neva, entonces cuando no neva, en las noches Campestre trabaja en una fábrica organizando tornillos que coloca en paquetes.

Es el mayor de la cuadrilla que limpia nieve, pero limpiando el estacionamiento del centro comercial hay otros como él, de su misma edad y también indocumentados, que como él no tienen familia en Estados Unidos. Con historias similares, de pobreza extrema, de muchos hijos qué criar, de hijos asesinados y nietos huérfanos.

Mientras limpia nieve piensa que le caería bien tener ropa adecuada de invierno, también para acostarse a dormir para que el frío del piso helado en el sótano que comparte con once migrantes más no traspase y le tulla[2] la espalda. No tiene colchón, duerme con la muda puesta sobre una sábana que dobla y que guarda cuando se va a trabajar.

Notas:

1 Chumpa: chaqueta corta y ajustada a la cadera

[2] Tullir: Hacer que alguien pierda el movimiento de su cuerpo o de alguno de sus miembros.

Con ropa de invierno Campestre no sufriría tanto por el dolor de la artritis en sus articulaciones, con el dolor de la caries en los dientes no puede hacer mucho, aguantarse como se aguantaba el mismo dolor en su juventud sudando en los surcos de tomates en las fincas en su natal Ayutla de los Libres.

Fuente de la Información: https://www.telesurtv.net/bloggers/El-frio-en-la-diaspora-20230125-0001.html

 

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Aprenden primero a disparar y después a leer

Por: Renan Vega Cantor

“‘Acaba de vaciar el segundo cargador y dice que quiere seguir disparando. Hace muchos progresos. Estoy muy orgulloso de ella’, cuenta un padre que está enseñando a manejar una escopeta a su hija de cinco años”.

Ciertos hechos de la vida cotidiana rebelan las características fundamentales sobre una determinada sociedad, mucho más que sofisticados análisis académicos. Hechos aparentemente puntuales y anecdóticos ‒o así es como lo muestra falsimedia mundial‒ tienen un profundo contenido para comprender la violencia que carcome a los Estados Unidos y que los está destruyendo desde dentro, desde las propias entrañas del monstruo, para retomar la famosa frase de José Martí.
La violencia con armas de fuego, los tiroteos, las masacres indiscriminadas en escuelas, centros comerciales, iglesias son el pan de cada día en los Estados Unidos. Eso no es novedad, es tan reiterativo que es casi una banalidad registrar semana tras semana una nueva masacre con armas de fuego en el “país de la libertad” [libertad de matar, incluida].

Esta normalización de la violencia no ayuda a desnudar la militarización consustancial a la vida estadounidense, como lo evidencia lo acontecido el 6 de enero de 2023 en una escuela pública de una pequeña ciudad de los Estados Unidos. Ese día en la Escuela de Primaria Richneck en la ciudad de Newport News, Estado de Virginia, fue abaleada una joven profesora de primaria por uno de sus alumnos, léase bien y frotémonos los ojos de espanto, cuya edad es de seis [6] años. Esto es lo novedoso de la noticia, como cuando un hombre muerde a un perro.

El hecho puntual fue el siguiente: a las 13:35 de la tarde un niño, cuyo nombre no se ha revelado, del primer grado, desenfundó un arma de fuego y disparó directamente a la profesora Abby Zwerner, de 25 años que resultó gravemente herida, hasta el punto de que se encuentra en peligro de muerte. La maestra, tras recibir el disparo, «les gritó a los alumnos que salieran corriendo», suponiendo que su agresor iba a seguir disparando. En el resto de los salones de la escuela, sus 550 estudiantes se escondieron asustados debajo de sus pupitres. Al cabo de unos diez minutos llegó la policía y detuvo a un “sospechoso” que “ha sido identificado como un estudiante varón de seis años de edad en la Escuela Primaria Richneck”.
Lo que siguió es lo de siempre: ruido mediático instantáneo y desechable, las autoridades civiles y policiales declaran que el hecho es inaudito, que no puede volver a pasar, que no se explican cómo sucedió. Se cerró la escuela durante una semana, supuestamente para que la comunidad se recupere del trauma creado por la agresión armada, textualmente para que los niños y sus familias tuvieran “tiempo para sanar”.

Otros datos sorprenden: el niño hizo un solo disparo que fue certero, lo cual indica o que es un tirador adiestrado o estaba muy cerca de la profesora; y el disparo se produjo, según la información del jefe de Policía local, luego de un “altercado” entre la maestra y el estudiante.
Hasta acá la información somera y superficial que se ha dado sobre este acontecimiento. Vale la pena profundizar en la cuestión, por sus implicaciones pedagógicas, sociales y culturales.

Varias preguntas de fondo se derivan del asunto: ¿Por qué razones un niño de escasos seis años lleva un arma de fuego, de verdad y no de juguete, consigo a clase? ¿Quién le suministró el arma o cómo la consiguió? ¿Qué tipo de controles se ejercen en las escuelas de los Estados Unidos con respecto al ingreso de armas? ¿Qué lleva a que un niño, que apenas está aprendiendo a leer y a escribir ‒que, de pronto, ni garrapatear su nombre puede‒ le dispare intencionalmente a su profesora en plena clase y en presencia de todos los alumnos de su curso? ¿Por qué un niño tiene el deseo de matar a su profesora? ¿Quién o quiénes y cómo le inculcan ese odio asesino a una mente infantil, cuyos intereses deberían estar centrados en el juego, el aprendizaje y el goce de la vida? ¿Qué puede considerarse como un “altercado” entre una profesora y un niño pequeño? ¿Una simple reconvención, un regaño, una orden pueden concebirse como un “altercado” que lleva a una de las “partes” (un estudiante) a dispararle a la otra (a la profesora)?

Aunque no se cuente con información exacta para responder con detalle y precisión a estas preguntas si se pueden realizar inferencias a partir de algunos elementos que cuando se difunden este tipo de noticias nunca se mencionan y atañen al conjunto de la sociedad estadounidense, y a la situación particular de la localidad a donde se llevó a cabo el criminal atentado. Empecemos por esto último.

Contexto de militarización institucional

En la pequeña ciudad de Newport News y en sus inmediaciones se encuentra la sede de empresas militares o ligadas a las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos. Entre ellas están la Vertex Aerospace Flight International Aviation, una entidad que opera vuelos chárter para el Departamento de Defensa desde hace más de 35 años.  Allí se encuentra la base de Fort Eustis, fundada desde la Primera Guerra Mundial, que alberga el Comando de Entrenamiento y Doctrina del Ejército de los Estados Unidos. En localidades adyacentes se encuentran otras instalaciones militares: la Base de la Fuerza Aérea de Langley , la Estación de Armas Navales de Yorktown , Camp Peary, el Centro de Entrenamiento de la USCG Yorktown.  En sus inmediaciones se encuentra la Estación Naval de Norfolk, el cuartel general y el puerto de base del Comando de Fuerzas de la Flota de la Armada de Estados Unidos. Esta es la estación naval más grande de Estados Unidos y del mundo, donde se concentra la mayor cantidad de fuerzas de la Marina, con 75 barcos, 14 muelles. 134 aviones y 11 hangares de aviones.
Como es obvio por estos datos, gran parte de los habitantes de esta pequeña ciudad trabajan directa o indirectamente con empresas militares o que abastecen a las fuerzas armadas o laboran en la Newport News Shipbuiding, una instalación conjunta de la Fuerza Aérea y el Ejército de los Estados Unidos. Allí se construyen los portaaviones y submarinos con los que Estados Unidos amenaza y agrede al resto del mundo.

La Newport News Shipbuilding reabastece de combustibles y supervisa la revisión de los portaaviones de la llamada clase Nimitz [portaaviones de propulsión nuclear]. También se ubica en la región el Camp Peary, centro de Entrenamiento Experimental de las Fuerzas Armadas, directamente dependiente del Departamento de Defensa (sic) y donde se alberga una instalación encubierta de la CIA, conocida como La Granja. En este lugar se entrena a los oficiales de la Dirección de Operaciones de la CIA y a los del Servicio Clandestino de defensa de la DIA. [Agencia de Inteligencia de la Defensa]
Todos estos datos nos indican que la pequeña ciudad de Newport News es un lugar profundamente militarizado porque se encuentra, literalmente, rodeado de instalaciones y bases militares. De ahí se deriva que gran parte de sus habitantes deben transpirar “disciplina militar” hasta por el último poro de su cuerpo.

Contexto de inseguridad y criminalidad

En esta dirección, y este es un segundo tipo de datos para tener en cuenta, en esta pequeña ciudad se muestren indicadores de violencia que superan con creces la media nacional de los Estados Unidos. En efecto, un cuadro de hace quince años es indicativo al respecto:

Una simple mirada nos indica que con respecto a Estados Unidos ‒un país profundamente violento‒ esta pequeña ciudad de 185 mil habitantes es mucho más violenta. Y por supuesto, esa criminalidad debe estar ligada a la militarización institucional de la vida cotidiana de Newport News. No debe ser raro que esos delitos sean efectuados por miembros activos o en retiro de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos que habitan en la región o por personas con algún tipo de vínculo con esas instancias. Esta no es ninguna especulación, porque como está bien establecido muchos de los tiroteos y actos delictivos en los Estados Unidos son protagonizados por veteranos de guerra.
Al respecto, sería bueno saber si el niño de seis años que le disparó a sangre fría a su profesora es hijo o familiar de militares o de personas que han trabajado en algunas de las empresas bélicas de la zona. No sabemos con precisión si el arma que uso el niño-agresor pertenecía a un militar, o si es un arma privada, que se adquiere fácilmente en el mercado bélico de ese país, es decir, en un centro comercial de la esquina.

Militarización mental

El asunto no se reduce a la militarización fáctica de la vida en una pequeña ciudad como la de Newport News. A eso debe agregársele la militarización mental, es decir, la construcción de un imaginario en el cual las armas y la violencia forman parte esencial del American Way of Life [en verdad, American Way of Death]. Como parte de ese imaginario bélico y asesino se genera una cultura de guerra, de violencia y de muerte. No es raro que, desde la más tierna edad, los niños convivan con las armas de fuego, que sus padres o familiares cercanos manipulan a diario y exhiben en forma cotidiana a sus hijos. Tampoco sorprende que, como parte de esa cultura de la muerte, se inculque a los niños a usar las armas y se les adiestre en ese propósito. De ahí que jóvenes, adolescentes y, más recientemente, niños sean responsables de la muerte de numerosas personas, en algunas casos de sus propios progenitores que les suministran las armas o las dejan al descubierto en algún lugar de la casa. Al respecto, vale recordar lo sucedido en Orlando (Florida) el 26 de mayo de 2022, cuando un niño de dos años mató a su progenitor con una pistola de 9 mm, que encontró en casa abandonada.

Pero además se está consolidando la pedagogía de la muerte, porque los padres enseñan conscientemente a sus hijos cómo usar las armas, cargarlas y disparar. En un video puede observarse a un niño de cuatro años manejar con propiedad un rifle, cargar y descargar el cartucho, siendo felicitado por una mujer. E incluso en redes sociales una mujer llamada Kendal sostuvo que “Este video es increíble”, muestra lo que es “una buena educación”. Muchos padres en los Estados Unidos les profesan un culto abierto a las armas y sostienen que no ven ningún problema en enseñarles a matar a sus hijos, porque tienen derecho a defenderse.
En el fondo, en los Estados Unidos es más importante aprender a disparar que a leer y eso se lo inculcan una gran parte de los padres a los hijos. En lugar de libros en las casas se tienen verdaderos arsenales de guerra. Esto no es raro en un país con elevadas tasas de analfabetismo funcional y a donde a sus niños y jóvenes se les forma en la cultura de la muerte, algo que se aprende en casa y se práctica adentro [en las escuelas, por ejemplo] y afuera, como lo evidencian las miles de agresiones que ha sufrido el mundo por parte de los Estados Unidos en los últimos doscientos años.

La corrección política en la escuela

Un último hecho que no puede pasar desapercibido, por sus implicaciones pedagógicas, es el del lenguaje políticamente correcto que se usa para referirse a este caso de violencia con armas de fuego en una escuela de los Estados Unidos. Resulta revelador que se diga que un “altercado” entre la profesora y el niño fue el que produjo el ataque a bala contra la maestra. ¿De cuando acá se puede considerar como una disputa, pelea, discusión, riña, choque, discordia, reyerta, trifulca, para usar algunos de los sinónimos de altercado, la relación entre una profesora y un niño de seis años? ¿En qué habrá radicado el tal altercado? ¿Es que acaso la profesora le dijo al niño que hiciera silencio, que no molestara, que se sentara? ¿Le solicitó alguna tarea o le pidió que respondiera a una pregunta? O el altercado radicó, como sucede en un video célebre sobre la corrección política en la educación de los Estados Unidos, en que la maestra enseñó que 2+2=4 y el niño y sus padres sostienen que 2+2=22, porque como no hay verdades ni conocimientos universales, cualquier opinión es válida y debe ser admitida por los profesores, so pena de ser calificados de intolerantes y querer imponer verdades cuando la verdad no existe y cualquier opinión es válida y debe ser aceptada. A la profesora del video se le acusó de querer implantar su verdad matemática, esto es que 2+2=4, algo que, para el relativismo posmoderno es solo una opinión entre muchas y todas son igualmente validas, como la de decir que 2+2=22. Y la profesora del video fue matoneada por alumnos, padres de familia, rectores de escuelas y jueces, hasta expulsarla de la escuela en la que trabajaba. En la vida real, la profesora de Escuela de Primaria Richneck, fue abaleada por uno de sus pequeños alumnos.

Vale preguntarse, y la cuestión es totalmente válida y legitima en las actuales circunstancias de la dictadura de lo políticamente correcto en la educación, sí se atacó a una profesora, ya no discursivamente sino a punta de plomo, porque el pequeño estudiante-monstruo, de pronto azuzado por sus padres, supuso que la profesora no tenía el menor derecho a corregirlo ni hacerle ningún tipo de sugerencia. Es posible, entonces, suponer que solo porque la maestra procedió a hacerle una reconvención o le dijo algo el niño armado decidió dispararle. Puede ser, también es posible, que en días o en clases anteriores el niño se haya molestado por alguna sugerencia o recomendación de la profesora y haya decidido “vengarse” mediante el uso de una arma de fuego. A tal nivel de intolerancia se ha llegado en la educación de diversos lugares del mundo y esto, además, se trata de justificar en la lógica de lo políticamente correcto, presentando un brutal ataque como producto de un supuesto “altercado”. Como la corrección política ha llegado a las escuelas de los Estados Unidos no sorprende el lenguaje que se utiliza para tratar de explicar una agresión con un arma de fuego por parte de un pequeño niño: fue resultado de un altercado. Así las cosas, con la corrección política de índole pedagógica se pueden justificar hasta los asesinatos de profesores por parte de sus alumnos. Y andando el tiempo entonces llegaremos a admitir que está bien que a los profesores les peguen un tiro y los maten simplemente porque no pueden tener altercados con sus estudiantes al decirles que están equivocados, que hagan caso, que hagan las tareas y cosas elementales como esas, que son propias de la educación en esta y en cualquier época, pero que ahora se pretende cobijar diciendo que los profesores no pueden generar una “angustia emocional” en los niños cuando los corrigen o les hacen alguna observación.

A ese paso, en los Estados Unidos la suma de violencia homicida y corrección política puede llevar a que en un momento determinado se justifique que los profesores se armen, no de valor, sino de artefactos de fuego, para protegerse y responde a ataques con armas de fuego. Así, en Estados Unidos la educación deviene en una especie de Lejano Oeste [Far West] en la que se proclama el sálvese quien pueda y cómo pueda. Si se aplica en esta lógica aquello de ojo por ojo, entonces en Estados Unidos las escuelas van a ser un nido universal de ciegos y tuertos, frente a la cual el Ensayo sobre la Ceguera de José Saramago termina siendo un juego inocente de niños, por supuesto no propio de los niños-gánsteres que se están formando en el país que debería llamarse Esclavos Unidos por el odio y la muerte.
Fuente: https://contrahegemoniaweb.com.ar

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Perú, movimiento popular destituyente

Por: Luis Hernández

El sur de Perú arde. Coléricos por la usurpación de la voluntad popular y la represión gubernamental, manifestantes incendiaron bancos en Yunguyo, departamento de Puno. Lo mismo hicieron en la comisaría de policía de Triunfo, Arequipa. En el campamento de la empresa Antapaccay, en Cuzco, la población saqueó bienes de la empresa e incendió instalaciones. También la lumbre ha quemado canales de televisión y residencias de políticos en otras ciudades.

La lista de las protestas documentadas es interminable. La mayoría son pacíficas, lo que no evita que la violencia policiaca se cebe en su contra. De acuerdo con la Defensoría del Pueblo, el 22 de enero fueron bloqueados 78 puntos, en 23 provincias. (http://shorturl.at/nACDR). Entre otras acciones, se han llevado a cabo tomas de aeropuertos, piquetes carreteros, de puentes y de redes ferroviarias; intentos por ocupar el cuartel en el distrito de Llave. Según las autoridades, se han producido 14 ataques contra sedes judiciales y siete incendios de sus edificios, así como, 34 protestas contra comisarías, cuatro de las cuales fueron convertidas en hogueras. Y, por supuesto, la multitudinaria ocupación de Lima.

La ira popular se desborda en múltiples regiones. Congresistas, como la fujimorista Tania Tajamarca, son expulsados a pedradas al regresar a sus demarcaciones. Pero el enojo ciudadano no distingue partidos políticos. ¿Está contenta con los resultados, señora Susel? ¿Qué se siente irse todos los días a dormir con 52 muertos?, reclamó una mujer a la parlamentaria Susel Paredes, activista LGTB.

Las piras no han sido prendidas por pequeños grupos radicales. Son, junto con los bloqueos de las vías de comunicación, los choques con la policía y la toma de oficinas públicas, obra de la sublevación popular en curso. Se trata de una moderna Fuente Ovejuna que crece más allá de partidos, alimentada por rondas campesinas, grupos populares que tienen el territorio como identidad, pequeños comerciantes, maestros, comunidades indígenas, transportistas, gremios y grupos estudiantiles. Es el retorno de Las Cuatro Regiones Juntas (el Tawantinsuyo, en quechua).

El heterogéneo y diverso movimiento popular que se desplaza por el país como el magma de un volcán no reivindica demandas particulares. Los protagonistas han hecho a un lado sus planteamientos específicos. Son, de entrada, un poder destituyente del viejo régimen político, que exige la renuncia del gobierno usurpador de facto, de su presidenta Dina Boluarte y del Congreso. Sin formularlo así, sostiene una especie de ¡que se vayan todos! Reclama nuevas elecciones y un refrendo sobre una Constituyente, además de la liberación de Pedro Castillo. El más reciente sondeo del Instituto de Estudios Peruanos indica que 69 por ciento de los consultados está de acuerdo en convocar a una Asamblea Constituyente para cambiar la Constitución.

En un país estructuralmente racista y clasista, como Perú, con la oligarquía limeña enseñoreada con las provincias, un enorme ejército de trabajadores precarios, la subrogación sistemática de obras y servicios y la persecución política endémica de los luchadores sociales, la revuelta popular en curso se alimenta también de viejos agravios, que hoy emergen a flor de piel. Alimentada por la ira y el resentimiento social, es un movimiento por la dignidad, formulado en clave política.

El Estado peruano, ha escrito Héctor Béjar, una de las grandes referencias intelectuales ético-políticas de esa nación, es un barco lleno de agujeros, que navega sin brújula y sin capitán. Los capitanes son fugaces. Llegan pensando qué se van a llevar. Es un Estado en situación de discapacidad, en el que no puede hacer nada, porque todo tiene que ser contratado con empresas privadas (https://rb.gy/bzkmer). Un Estado, que es una potencia en la producción de cobre y que, sin embargo, no ha podido evitar que 41 grandes contratos mineros estén paralizados por la resistencia de las comunidades, ni tiene la fuerza para comenzar a renegociar los pactos firmados por Fujimori que terminan este 2023.

El movimiento tiene fecha de arranque (7 de diciembre), pero no se avizora su final. Sorprende su permanencia, a pesar de la salvaje represión del gobierno de facto cívico-militar, que ha declarado la suspensión de las garantías constitucionales y asesinado a más de 60 personas; su avance por oleadas; su inteligencia para replegarse en las fiestas navideñas y rebrotar con más vigor y capacidad de convocatoria al terminar éstas; su potencia para reditar una nueva Marcha de los Cuatro Suyos, similar a la que en 2000 marcó el inicio del fin de la dictadura de Fujimori, mientras controla el sur del país; las redes de solidaridad que lo alimentan, hospedan, abastecen de agua, transportan, curan y protegen.

Con sus propias especificidades, la sublevación destituyente peruana se suma al ciclo de movilizaciones populares desde abajo que se han sacudido en los últimos años a Ecuador, Chile, Colombia y Bolivia. Como lo muestran estas experiencias sudamericanas, su desenlace es incierto. La historia no avanza en línea recta.

El gran capital minero trasnacional demanda estabilidad y garantías para sus inversiones y hará valer todos sus recursos e influencias para mantenerlos. Aunque la decisión de reprimir la insubordinación popular tiene amplio consenso en la derecha peruana, el gobierno usurpador de Boluarte es inviable a mediano plazo. Sin embargo, la magnitud de la magnitud de la violencia contra los sublevados puede ahogar a sangre y fuego, en el corto plazo, este empuje destituyente del Perú de abajo.

El pueblo peruano se ha convertido en sujeto de su propio destino. ¡Toda la solidaridad a su epopeya!

Fuente de la información: https://www.jornada.com

Fuente de la Imagen: https://www.revistadefrente.cl/

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ChatGPT y la educación del futuro: cómo la inteligencia artificial está transformando la enseñanza

Por: Karina Fuerte

 

Todo el mundo está hablando de las repercusiones del uso de ChatGPT en el aula pero, la realidad es que esta tecnología tiene el potencial de obligarnos a replantear completamente cómo aprendemos y evaluamos el aprendizaje.

 

Los recientes avances en el procesamiento del lenguaje natural (NLP por sus siglas en inglés), el aprendizaje automático y la inteligencia artificial (IA) han llevado al desarrollo de ChatGPT, un modelo de procesamiento de lenguaje natural desarrollado por OpenAI. Esta herramienta, de la que tanto se está hablando actualmente, es una red neuronal entrenada con grandes cantidades de texto para generar respuestas coherentes y naturales a preguntas y comandos de texto. Puede ser utilizado para diversas tareas, como la creación de diálogos automatizados, la generación de contenido automático y la mejora de la comprensión del lenguaje natural.

Si bien esta tecnología tiene el potencial de revolucionar la forma en que nos comunicamos e interactuamos con las máquinas, también plantea algunas amenazas y oportunidades para el futuro de la educación, el papel de los docentes y la evaluación del aprendizaje.

Una de las oportunidades más significativas que ChatGPT brinda a la educación es el potencial de revolucionar la forma en que enseñamos y aprendemos idiomas. Con su capacidad para comprender y responder a entradas de lenguaje natural, ChatGPT se puede utilizar para crear herramientas interactivas de aprendizaje de idiomas que pueden ayudar a los estudiantes a mejorar sus habilidades lingüísticas de una manera más atractiva y personalizada. Por ejemplo, ChatGPT se puede usar para crear tutores de idiomas virtuales que pueden proporcionar a los estudiantes comentarios en tiempo real y lecciones personalizadas en función de su nivel de dominio del idioma y estilo de aprendizaje. Esto podría ser especialmente beneficioso para aquellos estudiantes a quienes se les dificultan los métodos tradicionales de aprendizaje de idiomas o para aquellas personas que por falta de ingresos no pueden acceder a tutores de idiomas.

Otra oportunidad que ChatGPT brinda a la educación es el potencial para mejorar la forma en que evaluamos el aprendizaje de los estudiantes. Con su capacidad para comprender y responder preguntas, ChatGPT se puede utilizar para crear herramientas de evaluación automatizadas más precisas y confiables. Por ejemplo, se puede usar para crear evaluaciones de redacción automatizadas que pueden proporcionar a los estudiantes comentarios en tiempo real sobre sus habilidades de escritura y ayudarlos a identificar áreas en las que necesitan mejorar.

Sin embargo, también existen varias amenazas potenciales que deben tenerse en cuenta al pensar en el futuro de la educación y la evaluación del aprendizaje con herramientas de IA como ChatGPT. Una de las mayores preocupaciones es que los estudiantes hagan trampa en sus tareas y exámenes. Con la capacidad de generar respuestas similares a las humanas, los estudiantes pueden usar ChatGPT para completar evaluaciones y tareas sin comprender realmente el material. Otra de las grandes amenazas más importantes es la posibilidad de que esta tecnología reemplace a los docentes y los vuelva obsoletos. Con su capacidad para comprender y responder a entradas de lenguaje natural, ChatGPT se puede usar para crear “maestros virtuales” que pueden brindar a los estudiantes instrucción y asistencia personalizada. Esto podría socavar en gran medida la integridad del sistema educativo y conducir a una devaluación de los títulos y certificaciones.

Otra preocupación de la comunidad educativa es el potencial de sesgo y discriminación. Dado que ChatGPT se entrena con grandes cantidades de datos, es posible que sin darse cuenta recoja y reproduzca sesgos y estereotipos sociales. Esto podría conducir a evaluaciones y comentarios injustos y discriminatorios para ciertos grupos de estudiantes. Es crucial que se tomen medidas para garantizar que ChatGPT esté capacitado en conjuntos de datos diversos e inclusivos para minimizar estos posibles sesgos.

Además, existe el riesgo de que ChatGPT pueda conducir a una pérdida de interacción humana y personalización en el proceso de aprendizaje. Con la capacidad de automatizar evaluaciones, retroalimentación y comentarios, existe el riesgo de que tanto educadores como estudiantes dependan demasiado de la tecnología y pierdan las conexiones e interacciones personales que son cruciales para un aprendizaje efectivo. Por ello, es importante que el uso de herramientas como ChatGPT se utilicen únicamente como soporte en ciertas actividades de aprendizaje, no como reemplazo de la labor docente.

En conclusión, ChatGPT tiene el potencial de mejorar en gran medida la forma en que pensamos sobre la educación y la evaluación del aprendizaje, pero es importante que consideremos las posibles amenazas y oportunidades que presenta. Tomando las medidas pertinentes para garantizar que este tipo de herramientas se usen de manera responsable e inclusiva, podemos aprovechar el poder de esta tecnología para crear experiencias de aprendizaje personalizadas y efectivas para estudiantes y docentes, al tiempo que minimizamos el potencial de plagio, prejuicios y discriminación. Es importante que abordemos la implementación de ChatGPT con cautela y mirada crítica, para minimizar cualquier impacto negativo que pueda tener en el futuro de la educación.

¿Cómo ves el uso de ChatGPT en el aula? ¿Has utilizado esta herramienta? ¿Crees que la IA cambiará la forma en que evaluamos el aprendizaje y el progreso de los estudiantes? ¿Cómo cree que estas tecnologías afectarán el papel del docente en el futuro? ¿Qué consideraciones éticas deben tenerse en cuenta al utilizar inteligencia artificial en la educación?

 

Hasta la próxima semana

Karina Fuerte
Editora en jefe, Observatorio del Instituto para el Futuro de la Educación

 

***

¿Este texto fue creado utilizando ChatGPT?

 

La próxima semana les comparto los resultados de la encuesta.

Fuente de la información e imagen: https://observatorio.tec.mx

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La necesaria solidaridad intergeneracional

Por: Luis Armando González

En algunos ambientes de El Salvador –y quizás esto sucede en otras naciones— ha cobrado presencia una retórica que contrapone, en polos opuestos y en una batalla recíproca, a quienes tienen 60 años (o más) con quienes tienen una edad menor que esa. Arriba he puesto “jóvenes” entre comillas, pues esta expresión, como tantas otras, ha ampliado su alcance y significado, con lo cual, obviamente, ha perdido su capacidad para orientar el análisis y la comprensión de la realidad social.

Así, hay quienes, rondando los 40 años, no dudan en considerarse “jóvenes” y exigir los derechos y el trato correspondientes a esa condición. En El Salvador, esta “juvenilización” de la cultura y de las prácticas sociales comenzó a abrirse camino, en los años noventa del siglo XX, en los medios de comunicación y la publicidad comercial, y en el presente lo impregna todo (costumbres, prácticas y estilos empresariales e institucionales, y lenguaje). Pero no todas las personas pueden ser “jóvenes”, pues se trata de una noción relacional, es decir, se es joven respecto de quien no lo es.

En relación con los jóvenes están, por un lado, los niños, es decir, los preadolescentes; por otro, las personas adultas que, hasta hace relativamente poco tiempo (los años ochenta del siglo XX), eran las que tenían la mayoría de edad, es decir, 21 años. Después, esta mayoría se redujo a 18, pero, justo cuando eso sucedía, la juvenilización alzaba vuelo. Lo “adulto” comenzó a desplazarse hacia unos tramos de edad (30-35 años) que colindaban con los llamados “adultos mayores”, que en otros tiempos se calificaban como viejos y/o ancianos.

En la actualidad, una vez que se impuso la juvenilización cultural, sobran los que con cuarenta años e incluso un poco más se consideran, y son considerados, jóvenes, quedando ante ellos (hacia arriba en la pirámide de edades) quienes tienen o casi llegan a los cincuenta años y quienes siguen a estos (los adultos mayores). La edad de jubilación (55 años para las mujeres y 60 años para los hombres) se ha abierto paso como un criterio para demarcar a un grupo de otro.

Una cierta retórica ha convertido esa demarcación en un “conflicto generacional” (la “nueva generación” versus la “vieja generación”) en el cual la vieja generación –quienes deben jubilarse y no lo hacen, y quienes ya jubilados siguen trabajando) arrebata recursos y oportunidades a la nueva generación. En esa retórica no se habla y cuestiona la estructura laboral, que impide que haya empleos para jóvenes y adultos, ni el sistema de pensiones que no asegura un retiro digno de quienes han entregado lo mejor de sus energías y capacidades a empresas o instituciones. Al contrario, se les acusa de ser unos egoístas que impiden el bienestar de los más jóvenes.

Una autoridad pública –no interesa aquí su identidad, sino su argumento— insinuó en algún momento que las personas jubiladas que trabajan cierran la posibilidad de crear nuevos empleos. Obviamente que no, pues si a una persona jubilada se le despide y se contrata en su lugar a una más joven no se crea un nuevo empleo:  se tiene el mismo empleo, con una persona distinta. Para decirlo con peras y manzanas: si hay 10 puestos de trabajo y se reemplaza a quienes los ocupan, sigue habiendo 10 puestos de trabajo. Si se contrata a 5 personas en lugar de 10, se pierden 5 puestos de trabajo. Y si, además de los 10 que existen, se crean 5 puestos de trabajo, sólo estos 5 son nuevos (no 15).  Aritmética simple, que de ser simple se olvida.

Pero el problema no son las cuentas que hacen (o no se hacen bien), sino la visión de las relaciones sociales que se promueve cuando se habla (e insiste) en el “conflicto generacional”, conflicto en el cual los “agresores” son los adultos y los adultos mayores que quieren seguir “acaparando” ingresos y empleos en detrimento de los “jóvenes”.  Quienes se creen esto no dudan en despreciar a las personas mayores, considerando indignos e inmerecidos –como privilegios injustos— sus ingresos y empleos. Asumen que, por adultas, son incapaces.

Asimismo, borran de un tirón las trayectorias de vida –de trabajo tesonero y de compromisos cumplidos consigo mismos, con sus familias y con la sociedad— para centrarse en lo que consideran que las personas viejas –eufemísticamente llamadas adultos mayores— les arrebatan.

No se les cruza por la cabeza que su problema no son las personas mayores; que estas no les están arrebatando nada; que lo que puedan estar recibiendo (que suele ser poco) lo tienen bien merecido; y que incluso merecen más atención, cuido y bienestar. Su problema –si reflexionaran lo sabrían— es la estructura de dominación social, económica, política y cultural vigente en el país. Su problema –otro— es creerse la retórica de un conflicto inevitable entre la generación joven y la generación vieja, ya que ese conflicto es un invento que, cual profecía autocumplida, está dando lugar a actitudes, entre jóvenes reales o presuntos, no sólo de desprecio y recelo hacia sus mayores, sino de un no reconocimiento de lo que esos mayores han hecho para que El Salvador no sea peor de lo que es. La retórica del “todo lo que hicieron los que ahora son mayores no sirve” es perversa e ingrata. Dejarse atrapar por ella es el mejor camino para torpedear la necesaria solidaridad intergeneracional que tan buenos frutos ha dado en la historia reciente de nuestra patria.

No puedo evitar cerrar estas líneas con uno de los cantos más hermosos –“Llegar a viejo”— de Joan Manuel Serrat:

“Si se llevasen el miedo
Y nos dejasen lo bailado
Para enfrentar el presente
Si se llegase entrenado
Y con ánimos suficientes

Y después de darlo todo
En justa correspondencia
Todo estuviese pagado
Y el carné de jubilado
Abriese todas las puertas

Quizá, llegar a viejo
Sería más llevadero
Más confortable
Más duradero

Si el ayer no se olvidase tan aprisa
Si tuviesen más cuidado en dónde pisan

Si se viviese entre amigos
Que, al menos, de vez en cuando
Pasasen una pelota
Si el cansancio y la derrota
No supiesen tan amargo

Si fuesen poniendo luces
En el camino, a medida
Que el corazón se acobarda
Y los ángeles de la guarda
Diesen señales de vida

Quizá, llegar a viejo
Sería más razonable
Más apacible
Más transitable

Ay, si la veteranía fuese un grado
Si no se llegase huérfano a ese trago

Si tuviese más ventajas
Y menos inconvenientes
Si el alma se apasionase
El cuerpo se alborotase
Y las piernas respondiesen

Y del pedazo de cielo
Reservado, para cuando
Toca entregar el equipo
Repartiesen anticipos
A los más necesitados

Quizá, llegar a viejo
Sería todo un progreso
Un buen remate
Un final con beso

En lugar de arrinconarlos en la historia
Convertidos en fantasmas con memoria

Si no estuviese tan oscuro
A la vuelta de la esquina
O simplemente, si todos
Entendiésemos que todos
Llevamos un viejo encima”

San Salvador, 25 de enero de 2023

Fotografía: Luis Armando González

Fuente de la información e imagen:  https://insurgenciamagisterial.com

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