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Las escuelas y la violencia

Por: Elisabeth De Puig 

Los juegos sexuales, masturbaciones, exhibicionismo, posible mangueos, embarazos adolescentes, consumo de pornografía y violencia cibernética ya eran realidades entre los entrevistados y entrevistadas en 2019.

Las escuelas no son burbujas independientes de la sociedad y a medida que los problemas sociales cambian y evolucionan, cambian y evolucionan los problemas dentro de las mismas escuelas. Sobre todo, los casos se hacen más mediáticos por la irrupción desenfrenada de las redes sociales en la vida de escolares y maestros.

Durante los tres primeros meses del año, el Listín Diario señala que se han reseñado diversos hechos escandalosos que tienen que ver con planteles escolares en toda la geografía nacional. Para mí estos visibilizarían lo que está pasando desde hace mucho tiempo en algunas escuelas del país. No son siempre fenómenos nuevos y su control depende en gran medida del tamaño del plantel, de la calidad de su dirección y de la implementación o no de una política de prevención de la violencia.

Todos los hechos mencionados en la prensa giran alrededor de una forma u otra de violencia que atañe a escolares. Nuestros muchachos y muchachas de sectores desfavorecidos se enfrentan a todo tipo de violencia en su vida cotidiana: verbal, intrafamiliar, barrial, policial, escolar, cibernética, sónica o sencillamente violencia de la pobreza, para citar algunos ejemplos.

La investigación Estar, ser y convivir en la Escuela. Una mirada profunda a la violencia escolar en la República Dominicana, de Berenice Pacheco-Salazar, publicado en el 2019, nos orienta sobre el componente escolar de la violencia a la cual están sometidos los NNA, sus formas de reaccionar frente a la violencia en función de su cosmovisión, la violencia del cuerpo docente y del mismo plantel.

Sin embargo, es bueno señalar que, a pesar de la violencia que puede existir en las escuelas, los estudiantes la consideran muchas veces como un lugar de menos riesgos que la calle o la misma familia.

Tanto docentes como alumnado provienen en muchas ocasiones de los mismos sectores regidos por la violencia, están inmersos en una cultura popular del presente, forman parte de un mundo y de una ciudad poco conocido pero real. El libro habla de esta dinámica de la violencia, de la violencia sexual y del acoso a dentro de los planteles.

Para la investigadora los estudiantes han interiorizado un modo de relacionarse violento como parte de la identidad masculina que ejercen hacia sus compañeras; el cuerpo femenino construido como objeto sexual, las redes sociales como escenario para las ciber violencias. Para los estudiantes el no quedarse dao,o la intolerancia, es la principal estratégica de afrontamiento.

Los juegos sexuales, masturbaciones, exhibicionismo, posible mangueos, embarazos adolescentes, consumo de pornografía y violencia cibernética ya eran realidades entre los entrevistados y entrevistadas en 2019.

No hay nada nuevo bajo el sol, sino remangarse las mangas y trabajar en el diseño impostergable de planes integrales para la convivencia escolar y por el abordaje y prevención de la violencia escolar. Estos planes deben girar alrededor de la prevención, el diálogo, la confianza, la participación, la coeducación y la empatía.

Fuente: https://acento.com.do/opinion/las-escuelas-y-la-violencia-9177706.html

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La juventud española se muestra más permisiva con el cannabis que hace unos años

Por:

El Centro Reina Sofía sobre adolescencia y juventud acaba de publicar su último estudio sobre la percepción que tiene la juventud en relación al cannabis: peligros, legislación, consecuencias de su consumo. A pesar de que parte de los datos aseguran que chicas y chicos son más conscientes de estas últimas, el porcentaje que cree que habría que suavizar o eliminar la legislación que persigue el consumo aumenta.

El debate sobre el consumo de cannabis, no solo en la juventud, no es nuevo. Desde hace años la FAD y el Centro Reina Sofía sobre adolescencia y juventud, estudian las percepciones que chicas y chicos tienen alrededor del consumo de esta sustancia. Los datos, aunque no varían enormemente entre la última oleada (2016), si señalan un relajamiento en las opiniones que tienen en relación al consumo y venta de cannabis.

En los últimos años, aunque ha aumentado el porcentaje de jóvenes que tienen una opinión negativa del cannabis (han pasado del 15,5 % al 17,7 %), ha bajado el de chicas y chicos a quienes no les ha cambiado (de 61 a 46 %, aproximadamente), mientras que el porcentaje de aquellos para quienes ha mejorado ha pasado del 17,5 % al 28,4 %.

De hecho, el porcentaje de quienes creen que hay que prohibir su consumo está en constante caída desde 2014 (ahora son el 21,5 %), mientras que el porcentaje de quienes creen que el consumo debería permitirse ha subido hasta casi el 70 %.

Algo parecido ocurre cuando los expertos han preguntado por la venta. Si en 2014 casi el 35 % de las personas encuestadas creía que debía prohibirse, en 2016 ya eran el 32,5 y en 2022 la cifra había caído hasta el 23 %. En paralelo, iba subiendo el porcentaje de personas que creen en la posibilidad de permitir la venta. en 2022 la cifra estaba en el 69,6 %.

Uno de los retos más importantes, seguramente, que tienen las autoridades, así como las y los expertos, es conseguir que chicas y chicos consigan la mejor información posible en relación al consumo de drogas, cannabis incluido.

Como suele pasar en cualquier tema relacionado con jóvenes e información o formación, las fuentes de los datos de los que disponen seguramente no sean las más fiables. Aunque ha habido algunos cambios con respecto a la última encuesta, Internet es, con muchísima diferencia, la fuente principal de su información. Los amigos en general y aquellos que consumen cannabis le siguen a la zaga. Médicos y especialistas serían la cuarta fuente de información. Docentes, familias, instituciones especializadas están, prácticamente, al final de la lista.

Tal ves las fuentes de información elegidas por chicos y chicas para informarse sobre el cannabis tenga cierta relación con la polarización de sus opiniones en relación a los riesgos que tiene este consumo.

Es una de las características más marcadas en relación a la encuesta de 2016. Si entonces el 15 % pensaba que solo con probarlo ya habría problemas, ahora lo creen el 34,5 %. En el otro extremo de la gráfica, quienes creen que no hace daño a quien está sano, aunque se consuma mucho ha pasado de 9,8 al 26,3 %.

De manera parecida, quienes creen que no genera problemas aunque se consuma con frecuencia ha pasado del 27,7 al 42,2, %, en oposición de quienes opinan que si se consume los fines de semana, lo más probables es que genere problemas, que han pasado de ser el 27,5 al 34,6 %.

A esto hay que sumar que casi la mita de los encuestados cree que tiene más y mejor información que en la oleada de 2016. Una cifra que ha subido casi 20 puntos porcentuales.

Para qué

La mayor parte de las y los jóvenes utilizan habitualmente el cannabis, principalmente, para relajarse (38,6 %), para evadirse (33,5 %), para divertirse y pasarlo bien (25,6 %), pero también por motivos terapéuticos (19,5 %).

Cuando hacen un consumo esporádico, el orden de los motivos varía ligeramente. La diversión y el pasarlo bien se colocan en el primer lugar (40 %). Después estaría relajarse (33 %), evadirse y por curiosidad (27%) o porque lo consume el grupo de amigos.

Seguramente estos datos podrían explicar los porcentajes cuando se les pregunta por la legalización del cannabis para diferentes usos. Aunque la mayoría de las y los jóvenes opinan que no debería legalizarse para uso lúdico, (45,4 %), no es pequeña la cantidad de quienes creen que sería conveniente y necesario.

Unos porcentajes que cambian enormemente cuando el uso no es lúdico sino terapéutico. El 55,9 % de las personas encuestadas creen que es necesario y conveniente la legalización de este uso, frente al 30 % que no lo ven así.

Como admiten desde el propio informe, es necesario que se abra un debate en relación a un posible proceso de regulación del consumo legal de cannabis. Entre otras cosas, porque todo el continente está en esa misma situación. El problema de un debate regulatorio, aseguran desde el Centro Reina Sofía puede suponer un cierto mensaje de permisividad que podría ocasionar un aumento del consumo de esta sustancia, así como de los problemas asociados.

Desde el instituto de investigación, en cualquier caso, tienen claro que ante estas situaciones, el trabajo de prevención es imprescindible.

Fuente e Imagen: https://eldiariodelaeducacion.com/2023/03/22/la-juventud-espanola-se-muestra-mas-permisiva-con-el-cannabis-que-hace-unos-anos/

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Educación Básica y Tesla

Por: Claudia Santizo*

Parece que la inversión económica y la educación básica son áreas de política distantes o que no se relacionan directamente; sin embargo, conviene reflexionar sobre la forma en que se han estado elaborando las políticas públicas en los últimos 30 años.

La idea dominante es que la inversión crea empleo, nuevos negocios y con ello una mayor recaudación de impuestos. Con la inversión hay una derrama económica hacia la población y con la recaudación el gobierno financia educación, salud y otros programas sociales. Este conjunto de efectos es el paradigma de la derrama del bienestar. Esta perspectiva justificó la reforma del estado en el gobierno de Salinas de Gortari en la década de 1990 y aún mantiene su vigencia.

La inversión de Tesla, que se ubicará en el  municipio de Santa Catarina, causa gran regocijo y altas expectativas. Se debe cuestionar, sin embargo, si esos beneficios  inlcuyen a la población asentada en la zona donde se ubicará Tesla. Son múltiples los casos en zonas del país en donde se genera riqueza pero es escasa o nula la derrama de beneficios para sus comunidades. Las hidroeléctricas en Chiapas están rodeadas de comunidades con carencias en educación y salud, lo mismo ocurre con campos petroleros y refinerías en Veracruz y Tabasco, en las zonas turísticas de Guerrero, Quintano Roo y otros estados, así como en las zonas industriales del Bajío y del Norte del país.

Me gustaría señalar el significado de las inversiones económicas en el contexto de la educación básica en las zonas donde se ubican esas inversiones. El motivo no es el repetido argumento de contar con mano de obra calificada. La generación actual de niños que entran a la escuela a los 6 años y los que salen de secundaria a los 15 años, marcan un horizonte de tiempo de 3 a 12 años para que esos niños tengan su mayoría de edad. Hay que pensar en el futuro a partir de los problemas presentes de esos niños y adolescentes.

Educación básica en Santa Catarina

En el ciclo escolar 2020-2021[i] en el municipio de Santa Catarina hay un total de 180 escuelas, 65 de preescolar general, 83 primarias generales y 32 secundarias generales y técnicas. Es una población estudiantil de 40,546 alumnos.

NIVEL Alumnos escuelas
Preescolar general         6,979            65
Primaria general       22,909            83
Secundaria general y técnica       10,658            32
Total       40,546          180

El estado de los aprendizajes en Santa Catarina está valorado con la última prueba PLANEA en centros escolares aplicada en 2018[ii] a estudiantes de 6º de primaria y en 2017[iii] a estudiantes de 3º de secundaria. El resultado de estas pruebas no difiere de las deficiencias mostradas de manera generalizada en el sistema educativo del país.

La prueba PLANEA revela que en Santa Catarina, en promedio, 42.5% de los alumnos de 6º grado de escuelas públicas tuvieron un nivel insuficiente de aprendizaje en lenguaje y 55.4% un nivel insuficiente en matemáticas. Cabe anotar que las diferencias por escuela son amplias, pero ahora sólo interesa señalar su promedio.

Turno Número de escuelas primarias Porcentaje promedio de alumnos en el nivel insuficiente
en Lenguaje en Matemáticas
JORNADA AMPLIADA 6 40.4 56.1
MATUTINO 28 36.0 48.6
TIEMPO COMPLETO 20 39.3 51.6
VESPERTINO 28 51.8 64.8
Total 82 42.5 55.4

En 3º de secundaria los resultados de PLANEA mostraron que, en promedio, 41.9% de los estudiantes tuvieron aprendizajes insuficientes en lenguaje y 65.9% en matemáticas.

Turno Número de Escuelas Secundarias Porcentaje promedio de alumnos en el nivel insuficiente
en Lenguaje en Matemáticas
JORNADA AMPLIADA 1 48.5 71.4
MATUTINO 13 33.6 63.1
NOCTURNO 4 59.4 80.1
TIEMPO COMPLETO 3 26.7 45.6
VESPERTINO 11 48.8 69.2
Total general 32 41.9 65.9

Inversión social en educación

El término inversión puede sesgar su significado hacia una interpretación meramente económica, por ello utilizo el término inversión social hasta no encontrar otro más apropiado.

El programa de Escuelas de Tiempo Completo y el de Jornada Ampliada constituyen experiencias educativas que están en mejor posición para considerar una inversión social de carácter local en Santa Catarina. La experiencia de estos programas muestra su relevancia. Su propósito no sólo es aumentar el número de horas de clase sino ocupar tiempo en otras actividades escolares donde diversos beneficios se extienden a las madres y padres de familia.

Un estudio realizado por el Instituto Mexicano para la Competitividad, IMCO[iv], estimó que el gasto público en el ciclo escolar 2019-2020 en las Escuelas de Tiempo Completo fue de $2,596 pesos por alumno. Sin pretender hacer un cálculo financiero preciso, una inversión social para ampliar la jornada escolar en las escuelas de Santa Catarina representaría un gasto anual de un poco más de 100 millones de pesos, o bien en 10 años un gasto cercano a 1,000 millones de pesos. Este gasto de 10 años representaría apenas 1% del monto anunciado de la inversión de Tesla que será de al menos 5 mil millones de dólares, unos 100 mil millones de pesos.

Gasto por alumno en escuelas con extensión de horario 2,596 pesos
alumnos de educación básica en Santa Catarina, ciclo 2020-2021 40,546 alumnos
Gasto anual estimado por ampliar jornada escolar 105’257,416 pesos
Años de  gasto para ampliar la jornada escolar 10 años
Gasto de 10 años en ampliar la jornada 1,052’574,160 pesos
Inversión Tesla, 5 mil millones dólares, $20 pesos por dólar 100,000’000,000 pesos
Porcentaje de la inversión de Tesla que representa el gasto de 10 años para ampliar la jornada en escuelas de Santa Catarina 1.1%

Desarrollismo y desarrollo

La idea predominante en los últimos 30 años es que el papel del gobierno es crear las condiciones para fomentar las inversiones que impulsen el crecimiento económico y el bienestar social. Es indudable que algunos grupos sociales se han beneficiado del crecimiento económico pero otros no. Esta situación genera y reproduce la desigualdad social. Como se anotó, la derrama de bienestar no permea a la población con mayores necesidades y no beneficia siquiera a la población de las zonas donde se ubican las inversiones.

Para vincular una inversión económica con la inversión social hay obstáculos aparentemente infranqueables, principalmente por la forma en la que  se piensa a las políticas públicas. Considerar impuestos a las inversiones privadas resultaría una herejía en la perspectiva dominante de la derrama de bienestar. Sin embargo, hay que tomar en cuenta que algunas empresas privadas desarrollan una estrategia de relaciones públicas mediante la cual otorgan a algunas escuelas apoyos como la entrega de materiales o equipos, o pintan las escuelas. Estas acciones visten de responsabilidad social a la inversión. Es decir, las empresas privadas están conscientes, o preocupadas, de que no sólo deben ser vistas como máquinas de dinero para sus inversionistas.

El festejo por el monto de la inversión de Tesla sirve para delimitar grosso modo una zona, el municipio de Santa Catarina, donde se debe considerar una política pública que víncule los objetivos de inversión, pública o privada, con los objetivos, o mejor dicho con el compromiso bien definido del bienestar social local.

Un compromiso específico para sostener la inversión social en programas como Escuelas de Tiempo Completo y el de Jornada Ampliada en una zona delimitada como Santa Catarina es un caso viable para elaborar una política de inversión económica que al mismo tiempo incluya inversión social. Cómo hacerlo es un tema de diseño. Seguramente habrá incentivos fiscales para Tesla. Dentro de éstos se pueden considerar compromisos bien definidos de inversión social en el municipio. Lo que aquí sugiero es establecer compromisos concretos entre la empresa y el gobierno estatal con la educación pública básica.

Sería inesperado que en un estado como Nuevo León, cuna de grandes capitales y y empresas, se introdujera un nuevo enfoque de política pública para la inversión económica y social diferente a la perspectiva dominante desde hace 30 años. Sin embargo, la mejor situación de Nuevo León, en comparación con otros estados, hacen posible pensar en compromisos específicos para la educación relacionados con proyectos de inversión como el de Tesla.

Un proyecto social en las zonas donde se ubican las inversiones obliga a establecer compromisos específicos, y no promesas ambiguas de un bienestar que nunca llega a la población. Las carencias sociales son amplias, y hay múltiples factores a considerar, pero en un primer acercamiento la educación y la salud son las dos áreas de política cuyas acciones específicas locales pueden tener un mayor efecto para mejorar la calidad de vida de la población.


[i] SEP. Datos abiertos alumnos, docentes y escuelas (Formato 911). Fin de cursos 2020-2021. En https://siged.sep.gob.mx/SIGED/

[ii] SEP. (2018). Base de datos completa 2018 PLANEA Distribuidor. http://planea.sep.gob.mx/ba/base_de_datos_2018/

[iii] http://planea.sep.gob.mx/ba/base_de_datos_2017/

[iv] IMCO. Escuelas de Tiempo Completo: Un programa para combatir la desigualdad educativa, en https://imco.org.mx/wp-content/uploads/2022/07/Escuelas-de-Tiempo-Completo_Final-1.pdf

*Profesora-investigadora en la UAM Unidad Cuajimalpa

Fuente de la información:  https://www.educacionfutura.org

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Ideología y educación: la reproducción

Por: Manuel Fernández Navas

El camino de la objetividad (siempre controvertida) pasa no por pretender desprendernos de la ideología (esto es imposible) sino por explicitarla de la forma más transparente posible para que cualquiera pueda examinarla, contrastarla y criticar o comprender los motivos que originan nuestras propuestas. Discutir sobre ella, ponerla en crisis, criticarla, elaborarla, re-elaborarla,… y, en última instancia, decidir si esa es la ideología que queremos que rija nuestras decisiones o si el sentido, razón, o finalidad que queremos alcanzar es el más adecuado o el que creemos que está más justificado para la decisión que estamos tomando.

Empieza la película “lugares comunes” de Federico Luppi (una película que recomienda todo el mundo, te dejo link a un hilo de Twitter con las mejores escenas) con una escena en la que él, que es profesor de universidad aparece discutiendo con su rector.

Parece ser que hay unos recortes en la universidad y lo van a obligar a acogerse a la jubilación forzosa y el rector le insinúa que uno de los motivos por los que lo van a despedir es por su ideología porque, a veces, “no es objetivo”.

Es entonces cuando se vuelve al rector y le dice:

«Mi opinión sólo puede ser subjetiva. Objetivos son los objetos… y los rectores».

Me encanta este ejemplo porque creo que ilustra muy bien uno de los problemas de la política, en general, y la educación, en particular, de nuestro país. Esta asociación interesada, y por parte de algunos colectivos muy concretos, entre la ideología, la legislación, la política o la toma de decisiones sobre cuestiones que pueden ser de todo tipo, pero que se dan más frecuentemente en sanidad y educación, como un asunto peyorativo.

La idea nuclear que nos venden del asunto (el relato) es que lo adecuado es separar la ideología de cualquier toma de decisiones.

Sin embargo, lo real, lo obvio, es que ideología es todo lo que nos rodea: que tengamos gobiernos democráticos es ideología; votar cada cuatro años es ideología; tener educación pública y obligatoria o cargarse esta educación pública y obligatoria, ambas, son ideología; decidir tener una sanidad pública y gratuita para todos los ciudadanos y ciudadanas es ideología; decidir cargarse esta sanidad para beneficiar negocios privados de amiguetes es ideología,…

En definitiva, todo lo que nos rodea es ideología porque la ideología es intrínseca, impregna, toda la toma de decisiones del ser humano.

Pero este fenómeno, como decíamos, se da mucho más en el binomio política-educación cuya relación es mucho más estrecha.

De hecho, simplificando los conceptos y haciendo un reduccionismo sobre qué es la política y la educación, podríamos decir que si la primera es una idea de qué sociedad queremos construir, la segunda sería uno de los principales mecanismos para conseguirla. Es decir, sería uno de los principales “cómos” para alcanzar la sociedad que queremos según una idea política.

Es por este motivo que me he manifestado públicamente en multitud de ocasiones diciendo que hay que huir de aquellas personas que nos digan que se debe buscar la objetividad, la asepsia, la neutralidad para la toma de decisiones.

En esta idea existe un gran peligro, ya que si recordamos esto de que la ideología es inherente al ser humano lo que pretenden estas propuestas es «ocultarnos la ideología que hay detrás de ellas» y esto hace que debamos plantearnos la pregunta de ¿Por qué alguien querría ocultarnos la ideología que subyace a sus propuestas?

Aquí, aunque sea un ad hominem de manual, conviene hacer una pausa y pararse a pensar en quiénes son, normalmente, aquellas personas o grupos que usan de forma recurrente este relato: reprochar a las propuestas ajenas que “sean ideológicas” en búsqueda de la legitimización de las suyas propias, estableciendo el marco mental que presenta un ficticio valor añadido a sus propuestas; las mías son neutrales, objetivas.

Mi opinión, sin pelos en la lengua, es que cuando ocultamos, no explicitamos, la ideología que hay detrás de nuestras propuestas, y las planteamos desde una pátina de objetividad o de neutralidad, lo que hacemos es tratar de manipular a nuestro interlocutor, privándolo de examinar de forma explícita a qué fines y desde qué presupuestos parten mis propuestas y que, como decíamos con anterioridad, si son sensatos y bienintencionados, no deberíamos tener problemas en plantearlos abiertamente.

A mí me parece que el camino de la objetividad (siempre controvertida) pasa no por pretender desprendernos de la ideología (esto es imposible) sino por explicitarla de la forma más transparente posible para que cualquiera pueda examinarla, contrastarla y criticar o comprender los motivos que originan nuestras propuestas. Discutir sobre ella, ponerla en crisis, criticarla, elaborarla, re-elaborarla,… y, en última instancia, decidir si esa es la ideología que queremos que rija nuestras decisiones o si el sentido, razón, o finalidad que queremos alcanzar es el más adecuado o el que creemos que está más justificado para la decisión que estamos tomando. Este, entiendo, sería el escenario más sano.

Porque existe además una cuestión fundamental en los temas políticos y especialmente en los vinculados con sanidad y educación, que tiene que ver con consensuar: que estos fines que queremos alcanzar sean fruto de un pacto social. Y esto es ideología y pasa por hablar de ideología: ¿Qué sociedad queremos? ¿Qué escuela queremos? Y si las propuestas que hacemos nos acercan a estos ideales o nos alejan de ellos.

No hablar explícitamente de ideología nos aleja de la relación medios-fines y ahí es donde anidan los relatos interesados y ocurren las cosas peligrosas.

¿Queremos una educación pública y obligatoria para todos los ciudadanos y ciudadanas o queremos que aquellos que más beneficios tienen puedan permitirse una educación y los que no lo tienen tengan que buscarse la vida?

En cualquiera de los dos casos hay ideología y, en función de cuál entendemos que es más acorde a nuestras ideas, las propuestas que implantemos deben acercarnos a unas u otras. Esto, como decimos, pasa por ponerla a la vista, discutir sobre ella, acordar sobre ella,… y, ahora sí, tomar decisiones coherentes con los fines propuestos.

En este escenario terriblemente complejo, además se suma que el campo de la educación es quizás “de los más ideológicos” porque la educación tiene finalidades muy relacionadas con la emancipación de los sujetos: que los ciudadanos y ciudadanas sean más críticos, que sepan desenvolverse en la sociedad que les rodea, que cuestionen las decisiones de las instituciones y empresas que ostenta el poder, que cuestiones sus propias normas sociales para construir las suyas propias sobre el conocimiento que se trabaja en la escuela. Esto es, el paso de la socialización a la educación de la que habla Pérez Gómez (2002).

Todo esto ya lo decía Freire (Marín, 1978) educar es hacer política. No hay un acto más político que educar a alguien:

Jamás pude admitir la mistificación de que la educación es un quehacer neutral. Yo pienso lo contrario, que la educación es siempre un quehacer político. No hay, pues, una dimensión política de la educación, sino que ésta es un acto político en sí misma. El educador es un político y un artista; lo que no puede ser es un técnico frío.

Y aquí, merece la pena hacer un alto y adoptar una postura crítica. Y es que, si hay un debe histórico entre los partidos de izquierdas de este país es el de la elaboración de un proyecto educativo de izquierdas y alejado de la tradicional permeabilidad de los conceptos educativos de la derecha: la cultura del esfuerzo, meritocracia, el nivel,…
Un proyecto educativo bien explicado, con una ideología transparente, planteada de forma abierta y en la que pueda verse la relación medios-fines para discutirla públicamente en la búsqueda de un pacto social educativo que cale en la ciudadanía.

La batalla por este relato ideología-educación es esencial si queremos un proyecto educativo estable, que se traduzca en prácticas de aula y que convenza al grueso de la sociedad.

Si no somos capaces de hacer entender a la ciudadanía la ideología y los fines que están por encima del proyecto educativo político que tenemos, este, al final, rara vez calará, y generará el efecto contrario: rechazo hacia una idea de educación que se sentirá impuesta y que, por lo tanto, permite un campo de abono para los mantras y mitos que vemos reproducidos constantemente por los estratos más conservadores.

Todos estos mantras que se reproducen generación tras generación crean opinión, porque no se ha sido capaz de crear un proyecto educativo y explicitar la ideología y los fines que hay detrás de una manera transparente y sensata y que así sea percibido por los ciudadanos y ciudadanas. Mientras esto no ocurra, el cambio educativo real -no en documentos legales que son papel mojado- en este país va a ser complicado y lo que tendremos serán semillas para que florezcan y campen a sus anchas estos mantras eternos vinculados al pensamiento conservador y que se corresponden con las claves que maneja la sociedad porque estos sí permean hacia ella.

A mi juicio, esto tiene que ver (es una idea que me ronda a menudo la cabeza) con una cuestión de cortoplacismo, con que cualquier cambio real en educación que no modifique sólo cuestiones meramente estéticas, requiere de mucho tiempo. Necesita de un proceso dilatado en el tiempo para abordar estas transformaciones profundas mediante consenso. Esto se daría, necesariamente, más allá de cuatro años y, por tanto, representa un problema para nuestros políticos cuyos objetivos se plantean en torno a qué pueden hacer-vender en cuatro años para justificar el voto de cara a la ciudadanía, para la legislatura siguiente.

Esto implica que la educación, que requiere de más tiempo para poder llevar a cabo cambios reales, se va quedando legislatura tras legislatura huérfana de este proyecto de izquierda que realmente podría calar en la ciudadanía y que podría suponer un cambio real en las prácticas educativas. Y esto, a su vez, retroalimenta que los ciudadanos y ciudadanas sean menos educados, menos expertos en cuestiones como analizar y contrastar la información, con lo cual, calan más fácilmente ideologías que, ahora sí, se presentan de forma subversiva, neutral como, por ejemplo, los discursos de ultraderecha que vemos florecer.

La paradoja es no querer invertir tiempo y recursos en un proyecto educativo de izquierdas sensato y fruto de un consenso social porque los resultados serían a medio-largo plazo. A medio-largo plazo, las ideas de izquierdas cada día se encuentran más en “extinción” fruto de que la ciudadanía tiene pocas o ningunas herramientas para “digerir de forma crítica” los discursos que se nos venden como objetivos, pero que provienen y tienen una ideología muy concreta.

Tenemos un problema de una pescadilla que se muerde la cola al que rara vez queremos prestarle atención, pero al que, si no lo hacemos con urgencia, va a condenarnos a medio-largo plazo a una sociedad y unas políticas nada democráticas.

Es un problema urgente que enfrentar, al que nuestros políticos y nuestras políticas no atienden nunca con urgencia.


Referencias

Marín, K. (1978). Paulo Freire: “La educación es siempre un quehacer político”. El Paíshttps://elpais.com/diario/1978/05/20/sociedad/264463223_850215.html

Pérez Gómez, Á. I. (2002). Las funciones sociales de la escuela: de la reproducción a la reconstrucción crítica del conocimiento y la experiencia. En J. Gimeno Sacristán y Á. Pérez Gómez. Comprender y transformar la enseñanza (pp. 17-33). Morata

Fuente de la información e imagen:    https://eldiariodelaeducacion.com

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La brecha digital en la educación superior

Por: Luis Armando González

Con atención y con preocupación he visto y escuchado –a la vez que meditado sobre—un audiovisual de ONU Mujeres en el que se toca el tema de la “brecha digital de género”, que se explica como “la diferencia entre hombres y mujeres en el acceso a Internet y las nuevas tecnologías”.  Se aporta la información siguiente: “hay más dispositivos en manos de hombres que de mujeres; por lo tanto, ellas tienen menos opciones para trabajar o estudiar en línea, y desarrollar otras habilidades digitales. A causa de los estereotipos y la discriminación son pocas las mujeres que estudian y se emplean en tecnologías de la información y la comunicación”[1]. Se trata de un asunto de la mayor gravedad, y que merece la atención no sólo de quienes toman decisiones en los ámbitos estatales, empresariales y educativos, sino de la sociedad en general.

Asimismo, es importante realizar estudios nacionales en los que, sistemáticamente, con rigor y detalle, se expongan los datos relativos, por ejemplo, a la distribución de, y acceso a, dispositivos tecnológicos entre hombres y mujeres, o la inscripción de mujeres y hombres en cursos o carreras académicas digitales o en línea. Una anotación interesante me le ha sugerido mi colega Alejandra Cañas, para quien “es cierto que existen estereotipos que provocan que, desde bien pequeñas, algunas niñas pierdan interés en asuntos relacionados con la tecnología por ser ‘varoniles’. Sin embargo, la brecha digital de género no se limita únicamente al sexo, ya que existen otros factores que influyen directamente, como la zona geográfica (mujeres y niñas en zonas rurales y/o zonas de poca cobertura de internet), recursos económicos limitados, entre otros”[2].

Como quiera que sea, en el rubro educativo, estos estudios deberían ser lo más actualizados posible, y ello debido a que desde 2020 –en el marco de la pandemia por coronavirus— las actividades digitales o en línea (laborales y educativas, principalmente) alcanzaron su nivel más alto de preponderancia; y, en el ámbito educativo, se han instalado con programas formativos de nivel universitario (desde diplomados hasta licenciaturas, maestrías y doctorados) que ya se han institucionalizado como programas formativos de modalidad virtual.

En el caso de países como El Salvador –sin duda hay otras experiencias nacionales semejantes— la modalidad educativa virtual en el nivel superior ha cobrado presencia firme desde 2020[3], con cohortes de las que, incluso, ya hubo actos de graduación. Se cuenta con varias carreras de maestría, en distintas universidades, que son totalmente virtuales (en línea o no presenciales), y con otras carreras que son semi presenciales (o sea, parcialmente en línea) [4].

En ese escenario, ¿hay, en el caso de El Salvador, datos que permitan indagar sobre la brecha digital de género en el acceso a la educación superior en el momento actual? Sí los hay, en los registros que tienen las instituciones universitarias sobre las matrículas en sus carreras en modalidad virtual, en línea o semi presencial. También hay datos en los registros de matrícula para diplomados o procesos formativos virtuales o en línea. Lo que se tiene que hacer es realizar proyectos de investigación que recojan, sistematicen e interpreten de la mejor manera esa ingente cantidad de información que se encuentra en las distintas instituciones que ofrecen procesos formativos de nivel superior. Asimismo, Alejandra Cañas me indica que “sería interesante conocer si, a nivel de bachillerato técnico y educación superior, se esconden patrones desiguales de género por disciplinas, revisando las brechas en las áreas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas”.

Por mi parte, con una poca información que tengo a la mano –algunos registros de calificaciones finales que corresponden a distintas asignaturas del nivel de maestría que he impartido entre 2021 y 2023—, he elaborado un cuadro que puede servir de pista de cómo se está moviendo el país en el tema de la brecha digital de género en la educación superior. Estos son los datos que, de manera rápida, he sistematizado para este texto:

Composición de algunos cursos virtuales de nivel de maestría durante 2021-2023

Mujeres Hombres Total
31 26 57
26 15 41
20 18 38
22 18 40
12 6 18
10 16 36
7 7 14
7 4 12
Total 135 110 256

                   Fuente: elaboración propia a partir del registro de notas finales de tres asignaturas

               No puedo concluir nada de ese cuadro, pues la intención que me mueve es la de motivar investigar mucho más sobre el tema, trabajando con un volumen mayor de datos. Cuidando de no dar información sobre las carreras y universidades de las que tomé los datos de hombres y mujeres –dado que no he pedido autorización para poder hacerlo—, sí puedo decir que el registro que presento es de 8 grupos distintos de estudiantes, correspondientes a tres carreras de maestría entre 2021 y lo que va de 2023.  He tomado los datos de asignaturas porque, como dije, es lo que tengo a mano, pero lo mejor sería partir de los datos de matrícula inicial y egreso que tienen las universidades para sus respectivas carreras de maestría en modalidad virtual; estas carreras suelen tener dos años de duración en su fase formativa, a lo que se suma el periodo dedicado a la tesis de grado.

               Por lo dicho, de 2020 hasta acá, ya hay datos completos de egreso e incluso de graduación para quienes ha realizado estudios de maestría en ese periodo. El estudio de todas las carreras de maestría en modalidad virtual –lo semipresencial se puede dejar de lado, en un primer momento—, en todas las universidades que han impartido desde 2020 carreras en esa modalidad, sería de rigor si se quiere tener un conocimiento fundamentado sobre la brecha digital entre hombres y mujeres, en la educación superior universitaria de El Salvador (en el presente, no hace 10 o 20 años). He aquí un tema relevante para quienes, en sus trabajos de tesis de maestría o doctorado, quieran explorar un campo problemático importante para la sociedad y desafiante para el intelecto. Quizás ya vaya siendo hora de dejar a un lado las recetas de manual, y encarar investigaciones de problemas interesantes siguiendo, con creatividad, la lógica de la investigación científica.

San Salvador, 15 de marzo de 2023


[1] ONU Mujeres América Latina y El Caribe. “¿Sabes qué es la brecha digital de género?”. YouTube.

[2] Conversación privada con Alejandra Cañas, experta en investigación en materia de derechos humanos.

[3] Hubo experiencias previas a 2020 en educación en línea o virtual, pero lo dominante era la educación presencial. Es a partir de 2020, y sobre todo en ese año, que la educación no presencial se instala como una opción que, para muchos, es la alternativa a la educación presencial.

[4] El autor se disculpa con los expertos en la terminología que se aplica en el terreno de la modalidad virtual en educación. He escuchado a algunos de ellos explicando que virtual no es lo mismo que en línea, pero para efectos de mi argumentación omito estas distinciones técnicas.

Fuente de la información e imagen:  https://insurgenciamagisterial.com

Fotografía: https://www.tp-link.com/es/blog/1001/brecha-digital-factor-de-desigualdad-social-cultural-y-economica/

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Suicidio en las aulas

Por: Antonia Martí

Desgraciadamente oír que un/a menor ha intentado suicidarse o lo ha consumado, es cada vez más frecuente y empieza a formar parte de nuestra vida diaria. Cuando oímos estas noticias, muchas son las preguntas que se nos vienen a la cabeza, pero sin duda la más frecuente es ¿por qué?, ¿qué puede haber que haga que un menor, que debería estar jugando, aprendiendo, negociando con sus padres y, al fin y al cabo, viviendo, decide poner fin a su vida?

La respuesta, por desgracia, no es única. Según datos del Observatorio de Salud Mental de la OMS, en el año 2019 se registraron en el mundo un total de 167.917 suicidios en población menor de 29 años, 10.196 en menores de 15 años y 157.721 en jóvenes entre 15 y 29 años. Según el último informe de la Asociación ANAR, con datos extraídos del Instituto Nacional de Estadística (2020), en el año 2020 se produjeron en España un total de 314 suicidios, 300 de jóvenes entre 15 y 29 años y 14 de niños/as menores de 15 años lo que supuso una tasa de variación respecto al año 2015 del +3,3%. Sin duda estamos ante datos realmente alarmantes sobre los que hay que actuar.

Aún no disponemos de un plan nacional escolar con pautas precisas y protocolos ante una situación de suicidio, tentativa de suicidio o autolesiones que los docentes puedan adoptar en el aula y en sus planes de acción tutorial. Los centros no disponen, en su mayor parte, de indicaciones de cómo deben actuar ante una situación de muerte o suicidio lo que provoca en muchas ocasiones desasosiego en el profesorado y respuestas erráticas para los alumnos y sus familias.

Los suicidios y tentativas de suicidio en los niños y adolescentes son multicuasales, es decir, no hay un único factor que provoca que un menor decida quitarse la vida y por tanto debe trabajarse con un equipo multidisciplinar, algo de lo que a día de hoy carecen los centros educativos. Aunque solo se habla del acoso escolar como la principal causa que detrás de los últimos suicidios, lo cierto es que el acoso escolar es un factor de riesgo entre muchos.

Existen factores de riesgo personales como la existencia de trastornos mentales incipientes, historias vividas traumáticas , consumo de tóxicos, enfermedades crónicas; factores de riesgo familiares, como puede ser la existencia de violencia intrafamiliar, consumo, carencias afectivas

También existen factores de riesgo sociales, como estar sufriendo algún tipo de violencia como acoso o ciberacoso, desarraigo socicultural, soledad o sentimientos de rechazo.

Los centros educativos deben estar preparados para trabajar de forma efectiva los factores de protección que puedan ayudar a los menores a pedir ayuda en caso de estar vivenciando alguna de estas situaciones, no estigmatizar el suicidio o la salud mental, trabajar con las familias, entrenar en resiliencia, en bienestar emocional y flexibilidad cognitiva y para ello se necesita mayor formación docente en estos aspectos y mayor presencia de psicólogos y trabajadores sociales en los centros.

Una evidencia clara que tenemos a día de hoy es que los menores que sufren acoso o ciberacoso padecen en mayor medida trastornos depresivos y ansiosos y trastornos por estrés postraumático. Estos trastornos emocionales conllevan mayor riesgo de terminar en una conducta suicida ya que las y los jóvenes no quieren seguir sufriendo, y solo ven en ello una salida. Recordemos que no desean morir, desean dejar de sufrir.

Para ello, es sumamente importante que los centros escolares cuenten con espacios seguros y privados donde estudiantes sepan que pueden acudir y se les va a tratar de forma confidencial, y poder pedir ayuda.

Fuente de la información e imagen: https://eldiariodelaeducacion.com

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