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Relaciones con las comunidades orientadas al desarrollo territorial sostenible

31 de mayo de 2017 / Fuente: http://pcnpost.com

Por: Rodrigo Arce Rojas

Aunque está generalizado el uso de la expresión “relaciones comunitarias” preferiría hablar de relaciones con las comunidades porque expresa mejor la interacción entre las industrias extractivas y las comunidades.

Se entiende que la empresa también se relaciona con actores sociales como el gobierno nacional, el gobierno local, las ONG, los medios de comunicación, entre otros. Esto va en concordancia con la expresión “relaciones con las comunidades” empleada por la Corporación Financiera Internacional – IFC (Grupo del Banco Mundial). El IFC usa la expresión “relaciones con las comunidades y otros actores sociales” que amplía el espectro de atención respecto a las actividades de la empresa.

La precisión semántica es pertinente porque tiene que ver con la lógica cómo se aborda el tema. Bajo una concepción limitada de relaciones comunitarias el énfasis está en puesto en cómo la empresa puede trabajar en paz sin afectar su rentabilidad, cómo involucra a la comunidad en el proyecto y cómo gana una imagen de responsabilidad social como ventaja competitiva. De esta manera, los procesos de negociación que en teoría se ubican en el enfoque ganar-ganar quedan relativizados porque está claro de antemano hacia dónde se dirigen los resultados.

La discusión de fondo no es de qué lado me pongo y me sesgo a los intereses de las empresas, la comunidad o el Estado. Con demasiada frecuencia este sesgo de partida dificulta los procesos de diálogo y negociación. Un proceso de negociación parte por reconocer que todos los actores tienen intereses. Un genuino proceso de diálogo y concertación no busca ataviar los intereses  (y menos manipularlos) sino más bien expresarlos de manera asertiva para que puedan ser apropiadamente abordados. Esto no quiere decir que los intereses de los actores han de satisfacerse a integridad si no encontrar un punto de equilibrio que a su vez esté en sintonía con el ambiente.

Tampoco se trata de obviar las asimetrías del poder que existen entre los actores. Conscientes de esta situación es obligación de los actores generar condiciones para que las relaciones sean más horizontales. En esta perspectiva la información es clave. Mejor información a los actores, en formatos apropiados y con pertinencia cultural, es un elemento central para favorecer un proceso más democrático de toma de decisiones en escenarios de diálogo o negociación.

Está claro que las empresas quieren obtener rentabilidad y es su derecho. El Estado desea que las empresas tributen para incrementar sus ingresos fiscales. Las comunidades desean beneficiarse con empleos, ingresos pero no quieren que los afecte social, cultural y ambientalmente. Consecuentemente, el hecho no está en qué intereses deben primar o los objetivos de quién deben prevalecer si no cuál es el objetivo fundamental que buscamos con esta relación. Es aquí que el objetivo que debe primar es el de la sostenibilidad. Para hacer esto posible se requiere una visión de desarrollo territorial en el que todos los actores se ven como aliados y contribuyen para hacer sinergias transformativas. 

Un débil compromiso por un desarrollo territorial sostenible (o en su defecto el interés explícito por beneficiarse a costa de la gente y el ambiente) provoca una serie de distorsiones. Por ejemplo empresas que tienen departamentos de relaciones comunitarias que cumplen sus obligaciones sociales y ambientales solo por exigencias legales o administrativas, oficinas estatales que son abiertamente permisivas o sospechosamente lentas en su accionar para remediar situaciones anómalas, o comunidades que piensan que las empresas deben resolver todos sus problemas o son causantes de todos sus problemas.
Para superar este conjunto de barreras que dificultan un proceso concertado, se requiere mucho respeto y consideración entre las partes en un enfoque de corresponsabilidad en la gestión territorial sostenible.

Si para todos está claro que el objetivo fundamental es el desarrollo territorial sostenible entonces habría que revisar algunas ideas preconcebidas que no dejan avanzar. Habría que ponderar apropiadamente qué significa la responsabilidad para cada una de las partes. Es cierto que las empresas no pueden asumir todo el pasivo social histórico que hay en las comunidades, las comunidades no pueden cifrar sus esperanzas de desarrollo solo a factores externos y el Estado tiene que dejar su adicción a ingresos (relativamente) rápidos producto de las actividades empresariales extractivas aunque impliquen sacrificar al ambiente y la gente, generar normas con nombre propio o transgredir sus propias normas.

Las relaciones con las comunidades entonces no solo son un factor de competitividad empresarial producto de la aplicación de una genuina política de responsabilidad social. Tiene también el propósito de construir con el ejercicio activo de la ciudadanía y contribuir a la gobernabilidad asociada al desarrollo territorial.

Es por ello que en este marco no caben las políticas asistencialistas que sólo perpetúan la dependencia y no resuelven el tema de fondo que es generar relaciones de sociedad entre los actores en las que juntos trabajan y apuestan por la sostenibilidad territorial como objetivo supremo. Por ello cada una de los actores involucrados debe cumplir sus roles y funciones apropiadamente: Estados actuando como garante de derechos, empresas cumpliendo cabalmente la normatividad nacional e internacional, sus códigos de conducta, sus procesos de gestión social con genuinos enfoques de calidad (asociados a la sostenibilidad, justicia y equidad), y comunidades empoderadas participando activamente en la gestión del desarrollo, en los procesos de participación en el ciclo del proyecto productivo, y en los procesos de monitoreo ambiental.

Buena fe, confianza y transparencia son palabras clave que deben acompañar el proceso de concertación social para la sostenibilidad de la gestión territorial. Bajo este contexto no se trata de “hacer participar” a las comunidades ni menos realizar procesos de consulta sólo como expresión de cumplimiento de normas.

Una consulta auténtica no es un proceso informativo sino un proceso de encuentro, de interaprendizaje y de transformación con el objetivo de desarrollo territorial sostenible. El objetivo es generar valor para todos los actores involucrados.

También es necesario considerar que en un proceso de concertación tripartita están en juego diferentes culturas, cosmovisiones, lenguajes, significados, símbolos y códigos. No se trata de imponer una perspectiva si no de encontrar juntos la perspectiva de sostenibilidad.

Es claro reconocer que en un proceso de concertación entra en juego el tema del poder. La conciencia de relaciones desequilibradas de poder no es para imponer posiciones si no para estar consciente de la necesidad de buscar mejores equilibrios que hagan más viables y permanentes los acuerdos. Procesos manipulatorios pueden convertirse en triunfos pírricos por lo que existe la necesidad de basar las relaciones en principios de confianza y transparencia.

Esperamos que relaciones equitativas y sostenibles con las comunidades tenga implicancias en el desarrollo de capital social con indicadores claros de relaciones de confianza, transparencia, capacidad dialógica, concertadora y de negociación ganar-ganar, enfoque en el que también se respeta a la naturaleza.

Fuente artículo: http://pcnpost.com/relaciones-las-comunidades-orientadas-al-desarrollo-territorial-sostenible/

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La reforma que no avanza

31 de mayo de 2017 / Fuente: http://www.educacionfutura.org

Por: Manuel Navarro Weckmann

A pesar de que fue la primera en implementarse y “la más importante del sexenio”, la reforma educativa que inició como una mera reforma laboral, que mermó derechos adquiridos (Como es el caso de la Clave “L”, el escalafón horizontal, la forma de Basificación entre otras sólo en el caso de Chihuahua) y que, tras el paso de las dos terceras partes del sexenio se le anexó el apartado educativo, la realidad es que –afortunadamente- la percepción social que se tiene de ella, ha venido a menos conforme pasa el tiempo y la sociedad no observa los resultados prometidos por el actual gobierno federal.

La reforma educativa fue parte de los compromisos generados desde el fenecido Pacto por México en diciembre de 2012 y elevada a rango constitucional en febrero de 2013 y desde entonces ha ganado más adeptos, pero en su contra, fundamentalmente porque, en los hechos, se ha visto su nula visión educativa, así como el perjuicio, desprestigio, y ataques continuos al gremio magisterial.

En este sentido, el pasado mes de marzo la empresa Parametría, que está dedicada a la investigación estratégica de la opinión y análisis de resultados a nivel nacional, dio a conocer los resultados de la encuesta que se aplica desde el 2013 con referencia a la percepción ciudadana de la reforma educativa, la cual nos muestra resultados muy interesantes.

Tres de cada diez encuestados (28%) asegura que a partir de la reforma se ha avanzado en la evaluación de los maestros, sin embargo, el 69% considera que no ha pasado nada o se ha retrocedido en el tema; con respecto a la preparación de los maestros el 26% considera que se ha avanzado, mientras que el 71% opina que no ha pasado nada o se ha retrocedido en la temática.

En cuanto a la calidad de la educación el 25% observa un avance, mientras que el 73% menciona que no ha pasado nada o se ha retrocedido, situación similar con el tema del número de Escuelas de Tiempo Completo (que fue una de las promesas del presidente Peña en campaña) en el que sólo el 23% de los mexicanos opina que se ha avanzado, mientras que el 67% piensa que no ha pasado nada o se ha retrocedido.

Por eso el gobierno federal se encuentra preocupado y podemos observar en este tiempo un intenso “bombardeo” de mensajes publicitarios por muy diferentes medios de comunicación en donde se presumen los supuestos logros de la reforma, no del pasado, sino los que vienen, a falta de evidencias académicas concretas que mostrar desde el año 2013 en que se comenzó a implementar, y además cuando el actual sexenio ya haya terminado.

Con lo invertido en publicidad por parte de la Secretaría de Educación Pública tan sólo en 2016 (2 millones 259 mil pesos diarios) se pudo haber construido una escuela primaria cada tercer día, es decir, 120 escuelas nuevas con todos los servicios y sin tener que endeudar al país como ya se hizo en el presente sexenio con 50,000 millones de pesos para infraestructura y mejorar apenas el 10% de las escuelas en México.

Fuente artículo: http://www.educacionfutura.org/la-reforma-que-no-avanza/

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Evaluación de docentes vs. resultados de los estudiantes

31 de mayo de 2017 / Fuente: https://compartirpalabramaestra.org

Por: Rafael Orduz

Si la calidad del trabajo docente se traduce, finalmente, en los resultados de los estudiantes en los distintos tipos de pruebas, ¿qué tanta responsabilidad recae sobre los maestros? ¿Qué criterios aplicar para establecer qué tan “bueno” es un docente en sus clases? 

Si la calidad del trabajo docente se traduce, finalmente, en los resultados de los estudiantes en los distintos tipos de pruebas, ¿qué tanta responsabilidad recae sobre los maestros? ¿Qué criterios aplicar para establecer qué tan “bueno” es un docente en sus clases? 

En distintas partes del planeta hace carrera el tema de la evaluación del desempeño en función de los resultados que los estudiantes obtengan en pruebas estandarizadas de los órdenes nacional o internacional (tipo PISA) y, por supuesto, en las adelantadas por las propias instituciones educativas.

El razonamiento, de forma simple, se puede expresar de la siguiente maneta: “Se  será buen profesor si los resultados de los alumnos son buenos”. Generalizando, el sistema educativo del país respectivo se suele asociar a un determinado grado de calidad dependiendo de los promedios estadísticos de las diferentes pruebas estandarizadas (del tipo TIMSS o PISA, o en el nivel nacional, Saber).

Aunque el postulado en sí mismo parece consistente, existe el peligro de extraer conclusiones precipitadas en materia de juicio a los profesores sin considerar otros factores que no dependen directamente de ellos.

Diferentes analistas cuestionan la forma unilateral en la que pueden enmarcarse los criterios de evaluación de los docentes. Distintas proposiciones son  debatidas en la actualidad en favor  de un argumento sencillo: la calidad de la educación, particularmente los resultados de las pruebas realizadas por estudiantes, está determinada por múltiples factores, no todos en manos de los docentes.

Algunos de ellos son los siguientes:

  1. La mejor manera a través de la cual una sociedad muestra que la profesión docente ocupa un lugar destacado se relaciona con la alta exigencia de ingreso de estudiantes a las carreras docentes. Adelantar estudios superiores para convertirse en profesor debe ser un derrotero deseable y  factible de lograr para los mejores estudiantes.
  2. Una política de formación de docentes puede dar resultados medibles en términos de una generación. Consistencia, aliento de largo plazo, continuidad en las políticas públicas, compromiso de los actores, son condiciones imprescindibles para el éxito  de una política de mejoramiento de la calidad educativa.
  3. Los docentes se enfrentan, con frecuencia, a una disyuntiva: trabajar concentrándose en  los resultados de los estudiantes en las pruebas o ser mal calificados. Ello puede conducir a prácticas distorsionadas de parte de los maestros.  En lugar de una relación holística entre profesores y estudiantes, dinámica, de largo plazo, se puede caer en el síndrome de auto-preservación de parte del docente en busca de los resultados.1
  4. Sin duda, las condiciones de entorno relacionadas con la dotación de materiales, el ancho de banda de internet, el número de estudiantes por maestro, la buena dirección rectoral, son aspectos cruciales que se salen de las manos de lo maestros.

En vísperas de la aprobación del Plan de Desarrollo en Colombia para el período 2015-2018, vale la pena reflexionar sobre los aspectos mencionados. La calidad de la educación es un complejo entramado que incluye factores que no pueden reducirse a la simple evaluación de desempeño a partir de resultados en pruebas.

Fuente artículo: https://compartirpalabramaestra.org/editorial/evaluacion-de-docentes-vs-resultados-de-los-estudiantes

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La innovación pedagógica requiere de un maestro que se reflexiona su práctica

31 de mayo de 2017 / Fuente: https://compartirpalabramaestra.org

Por: Nancy Palacios Mena

Si bien puede sonar a frase de cajón, nunca está demás reiterar que nuestra sociedad demanda maestros dinámicos, eficientes y comprometidos con su quehacer.

En los últimos días presenciamos nuevamente la publicación de los resultados de las pruebas SABER 11, si bien no nos ha inundado el triunfalismo frente a las mejoras alcanzadas, si hay un ambiente de cauto optimismo frente a mejores resultados en los años venideros, si todo sigue como va, estamos encontrando el camino que nos conducirá en un mediano plazo a una mejor escuela que la que tenemos hoy.

Una lectura rápida de los resultados hasta ahora publicados porque falta todavía el detalle área por área, institución por institución, si nos permite decir que solo maestros e instituciones educativas comprometidos con su quehacer son capaces de hacer cambios significativos en la educación, lo que muestran los datos es que hay instituciones e incluso regiones donde hay una decisión clara de innovar y transformar lo que sucede en las aulas, por ello, el constante ascenso de algunos y la consolidación de otros en puestos que los clasifican como establecimientos educativos de calidad.

Los maestros que innovan son aquellos que están convencidos de la importancia de su aporte a la transformación social. Las estrategias pedagógicas y de organización y gestión institucional que han llevado a unos colegios a los primeros lugares no son actos espontáneos, se trata de apuestas por cambiar y por transformar, se trata sin dudas, de decisiones institucionales que han sido el producto de reflexiones del profesorado en particular y de la comunidad educativa en general, sobre lo que anteriormente venían haciendo y que no les había dado buenos resultados.

Hoy, todos quienes hemos estado cerca de procesos educativos somos conscientes de la importancia de la innovación y de la necesidad imperiosa de dejar atrás la forma tradicional de enseñar, caracterizada esencialmente por el rol pasivo del alumno, que incluye la «repetición» del profesor, la «memorización» y el intento de «transmitir» el conocimiento como si fuera agua que pasa de una botella llena a un vaso vacío.

La incorporación de acciones que conlleven a nuevas formas de construcción de conocimiento escolar incluye el cuestionamiento del papel que como docentes ejercemos en las aulas. Si bien puede sonar a frase de cajón, nunca está demás reiterar que nuestra sociedad demanda maestros dinámicos, eficientes y comprometidos con su quehacer, es una labor que debe generar soluciones a través de proyectos de progreso a escala personal, para de esta forma, pensar objetivamente un bienestar institucional en aras de una educación que se traduzca en una mejor escuela.

Para el maestro y la institución innovadora se vuelve una prioridad la actualización permanente, la investigación en el aula, la transformación de los esquemas tradicionales de enseñanza y aprendizaje, se vuelve un reto exigirse para exigir cada día más al alumnado, la meta es que grado a grado los estudiantes alcancen estructuras de pensamiento y comprensión mucho más complejas, conocimientos más elaborados, pertinentes y con sentido sobre el mundo real, un mundo en el cual abundan problemáticas,  a las cuales les podemos plantear alternativas de solución, precisamente desde el conocimiento escolar.

Fuente artículo: https://compartirpalabramaestra.org/columnas/la-innovacion-pedagogica-requiere-de-un-maestro-que-se-reflexiona-su-practica

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Educación de calidad en la sociedad del Siglo XXI

31 de mayo de 2017 / Fuente: https://compartirpalabramaestra.org

Por: Luz Amparo Martínez

Un gran paso es integrar asignaturas y trabajar por proyectos.

Hoy, como repetidamente lo menciona Andreas Schleicher de la OCDE, el éxito educativo ya no se asocia con la reproducción de contenidos sino con la capacidad de poder hacer algo significativo con lo que sabemos. De ahí que indudablemente se requiere dar un giro fuerte y decidido en el qué y cómo aprendemos.

Las demandas que plantea la sociedad del Siglo XXI son desafiantes: contar con mayor capacidad de enfrentar la complejidad, resolver problemas que aún no conocemos, contar con ciudadanos éticos y sensibles a la diversidad. Si las políticas, objetivos y currículos educativos no se orientan y aplican en las instituciones educativas con miras a fortalecer las capacidades de los maestros para que ayuden a que los estudiantes desarrollen competencias cognitivas sociales y emocionales, difícilmente se estará respondiendo a aquello que la sociedad reclama y que a los jóvenes les sea útil para la vida y para trabajar.

Un gran paso es integrar asignaturas lo que implica establecer estrategias didácticas que pongan en articulación saberes o materias que estén relacionadas entre sí para lograr un nivel máximo de integración del conocimiento.

De ahí que indudablemente se requiere dar un giro fuerte y decidido en el qué y cómo aprendemos.

Otro es, aplicar la metodología del aprendizaje basado en proyectos, ampliamente documentada por su eficacia para hacer del proceso de aprendizaje, un proceso aplicado, con sentido para el estudiante, que exige entender y analizar  el entorno, buscar soluciones creativas a los problemas planteados y paralelamente ir aprendiendo e incorporando contenidos clave.

En Colombia coexisten experiencias de éxito de colegios que están gestionando aprendizajes basados en éste modelo (Colegio Los Alcaparros), que podrían propiciar y animar un amplio debate para su incorporación en la política pública.

Ahora, el camino hacia una educación de calidad en la sociedad del siglo XXI requiere tomar un poco de distancia de las mediciones actuales de calidad educativa y buscar nuevas formas de evaluación más alineadas con los desafíos señalados; igualmente impulsar el trabajo de los colectivos o redes de docentes de distintas asignaturas, para romper con el aislamiento y la compartamentalización del conocimiento  en la cultura escolar de hoy.

Avanzar en esta dirección es clave para nuestros niños y jóvenes.

Fuente artículo: https://compartirpalabramaestra.org/columnas/educacion-de-calidad-en-la-sociedad-del-siglo-xxi

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Deberes: hacia una nueva conceptualización para aprender fuera del aula

31 de mayo de 2017 / Fuente: http://blog.tiching.com/

Por: Ingrid Mosquera Gende

Últimamente, se está debatiendo mucho sobre los deberes, tanto sobre la posibilidad de poner menos, como de cambiar el tipo de deberes o, incluso, de eliminarlos.

En gran medida, los deberes se encuentran, desde mi punto de vista, anticuados, ya que suelen implicar actividades repetitivas del material teórico visto en clase, sin promover demasiado la reflexión o la creatividad. Un problema que se ve agravado según avanzamos en las diferentes etapas, encontrando, paulatinamente, una mayor teorización de las actividades. Así, pienso que un cambio en la concepción y desarrollo de los deberes podría resultar muy positivo y beneficioso para los alumnos. Sin embargo, cabría preguntarse si las actuales tareas van en consonancia con las demandas y objetivos del propio sistema educativo. Es decir, ¿es posible cambiar los deberes sin cambiar otros aspectos de la educación?

En todo caso, la necesidad de un cambio más profundo no puede ser excusa para la inacción, puesto que, en las leyes referentes a las diferentes etapas educativas, vemos reflejadas interesantes competencias, como la digital, comunicativa, de conocimiento e interacción con el mundo físico o la competencia social, entre muchas otras, que ya podrían dar pie a un trabajo más práctico. Sin embargo, en muchos casos, estas competencias no abandonan el aula, no se aprovechan para la propuesta de unos deberes que posibiliten el desarrollo de tales destrezas.

Igual que en muchos aspectos metodológicos, son los profesores los que marcan la diferencia. Con su innovación y dedicación, pueden originar un cambio en esa monótona tendencia. Aunque, muchas veces, no tienen libertad para ello, pues hay una programación, un centro y un sistema que les impide moverse con una libertad total. Por eso, tanto para que se produzca un cambio en los deberes, como para que le acompañe el necesario cambio metodológico, se precisa una transformación de fondo, porque, sino, seguimos remendando una tela ya muy raída.

De todos modos, como decíamos, nunca se puede poner ese cambio de raíz como pretexto, de ahí que todo lo que se haga sea importante, repercutiendo, directamente en el presente y futuro de los estudiantes, que se pueden beneficiar ya de las modificaciones que se lleven a cabo, por pequeñas que sean.

Los deberes deben..

En este sentido, desde mi punto de vista, los deberes son importantes, necesarios e imprescindibles, pero necesitan un giro en su contenido e incluso en su forma, evolucionando hacia unos deberes más creativos e imaginativos. Un ejemplo de ello sería lo que se está haciendo en un pequeño colegio público de Australia, en el que se ha sustituido el término de homework por el de homelearning, un concepto en el que se incluyen las actividades que hace el alumno fuera del aula como parte de su aprendizaje, teniendo que justificar la consecución de las mismas. Es decir, consideran que los deberes no emanan únicamente de la clase y de las asignaturas concretas. Creo que en el fondo de su filosofía  se encuentra el hecho de que el ser humano siempre está aprendiendo, en su vida, independientemente de las actividades que esté realizando. Y, por ello, consideran que muchas tareas llevadas a cabo fuera del aula también deben entenderse como deberes y ser valoradas. Ese es, precisamente, el planteamiento que yo realizo al distinguir y acuñar los términos de macrodeberes y microdeberes, proporcionando ideas para su gestión e implantación en nuestro sistema educativo, adaptando la idea original australiana a nuestro contexto, dejando a un lado los antiguos deberes (microdeberes), para otorgar el papel protagonista a unos macrodeberes (homelearning) que toman en consideración todas las actividades que el alumno realiza fuera del aula, con su familia, amigos, en equipos o en solitario.

Por lo tanto, deberes sí, pero con una evolución, que debería darse también en el sistema y en la metodología, pero, mientras esto no suceda, los profesores nos podemos ir adelantando, como siempre, preparando a los alumnos para el mundo real y dándonos cuenta de que fuera del aula también se aprende.

Fuente artículo: http://blog.tiching.com/deberes-hacia-una-nueva-conceptualizacion-aprender-del-aula/

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Salud escolar e incorrección

31 de mayo de 2017 / Fuente: http://www.excelsior.com.mx

Por: Carlos Ornelas

Debe haber, aunque no la conozco, alguna definición de lo “políticamente correcto”. Pienso que se refiere a manifestaciones públicas libres de malicia, pero también exentas de razonamiento. En otro sentido, es seguir la corriente mayoritaria —hegemónica, dirían algunos de mis estudiantes que conocen a Habermas— en la plaza pública. La incorrección política, por tanto, quizá sea la opinión hereje, la que no se amolda a una tendencia establecida.

En los últimos tres años, digamos a partir de 2014, la corrección política reside en criticar al presidente Peña Nieto, a la política del gobierno —ya porque se ejecuta, ya porque no— y, en el campo que trabajo, al secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño, y la Reforma Educativa. Cierto, la SEP no ha estado lisiada y poco a poco ha propagado los haberes que le supone a la reforma y a la política educativa. La oposición, en consecuencia, ha disminuido, si bien puede resurgir en cualquier momento.

Este lunes, los secretarios de Salud, José Narro, y el citado de Educación Pública, Aurelio Nuño, escribieron un artículo en nuestro Excélsior, “Salud en tu escuela: niños sanos y listos para el siglo XXI”. Mis jóvenes colegas, Laura Toribio y Ximena Mejía, entrevistaron a los altos funcionarios y el panorama del nuevo programa piloto “Salud en tu escuela”, quedó completo (pp.14 y 15, 22/V/17).

Hoy voy a pecar de incorrección política. Me parece bien que la SS y la SEP emprendan dicho programa. Define los problemas de salud pública que padece un buen porcentaje de nuestra niñez, como sobrepeso y obesidad, que afectan a uno de cada tres niños y adolescentes. “Esta situación — escriben Narro y Nuño— aumenta la probabilidad de padecer diabetes, hipertensión, enfermedades cardiovasculares y ciertos tipos de cáncer. Muchos niños, niñas y jóvenes también enfrentan desafíos como las adicciones, el embarazo adolescente, la depresión y el acoso escolar, los cuales afectan su rendimiento escolar e impiden que tengan una vida sana”.

El diagnóstico del problema es nítido. Las dificultades de la pobre calidad de la educación nacen fuera de la escuela —por más que unos quieran echarle la culpa nada más a los maestros— tiene raíces en la familia y en la vida social. El programa que Narro y Nuño anunciaron ataca el asunto de la salud precaria de manera frontal, con énfasis en la prevención y la supervisión. Además, no se echa a andar al parejo. En la primera fase se aplicará en 11 estados, bajo el seguimiento riguroso del Banco Interamericano de Desarrollo que, me imagino, es la organización intergubernamental que se hace cargo del financiamiento.

A juzgar por lo dicho en la entrevista, el enfoque del programa es exhaustivo, incluye salud física, mental y prevenciones. Involucra a otras instituciones del Estado (IMSS e ISSSTE), universidades públicas y privadas y a organizaciones de la sociedad civil, incluso a la Federación Mexicana de Futbol. La participación de las familias me provoca escepticismo, aunque hablan de una estrategia de “padres educadores”.

Narro sintetizó la expectativa de que, pienso, es realizable en el corto plazo: “Queremos tener bien determinadas una serie de actividades para valorar los niveles de salud de nuestra niñez, preocuparnos por ellos, sí, el peso; sí, la talla, pero también en temas básicos que influyen en el aprendizaje, la capacidad visual, la capacidad auditiva, y aprovechar toda la infraestructura que se tiene en la actualidad para prevenir, para detectar tempranamente y para tratar como deban tratarse los problemas que encontremos”.

El programa define los cinco pilares y seis acciones concretas; además, prevé que se orientará a los maestros con acciones de acompañamiento. Este punto me preocupa. No obstante que la mayor parte del trabajo de prevención y diagnóstico estará a cargo de profesionales de la salud y estudiantes de medicina, se incrementará la carga de los maestros. No se trata nada más de ofrecerles entrenamiento específico para detectar problemas, implica más trabajo, desarrollo de nuevas capacidades y la jornada escolar seguirá siendo del mismo tiempo.

El programa se ve promisorio. De seguro que habrá problemas en su ejecución, por eso el pilotaje y la evaluación son cruciales. En lugar de criticar de antemano y asegurar que es una oferta demagógica, pienso que debemos darle seguimiento, vigilar que las secretarías de Salud y de Educación cumplan e informen a tiempo y con veracidad.

Fuente artículo: http://www.excelsior.com.mx/opinion/carlos-ornelas/2017/05/24/1165336

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