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Universidad y mercantilización

Por: Saúl Rolando Cortez Chifundo

Las posturas neoliberales propias del capitalismo existente, constituyen, sin duda, un devorador endemoniado de todo lo existente. Todo tiene un precio, hasta lo abstracto. Lúgubre escenario muestra, al notarse cómo se monetiza y mercantiliza la docencia y educación superior en nuestro país.

Al acaparar el escenario universitario estatal, la lógica neoliberal cosifica y aliena la sustancia humana. Esta metamorfosis que sufre la educación universitaria panameña, por una parte convierte al sujeto educativo en mercancía educativa. Quien busca el servicio universitario parece sufrir la indolencia institucional de ser entendido como sujeto y objeto de matrícula, producto de una mezquina perspectiva administrativa neoliberal.

En este sentido, la aspiración a una formación de calidad se reduce a comistrajo. De hecho, cualquier intento estudiantil por exigir la anhelada calidad académica, docente y administrativa, constituye un gesto subversivo flagrante que encuentra represión institucional ipso facto. El pensamiento lógico, crítico y creativo claudica ante el memorístico y repetitivo. Aflora la injusticia, el control, la sumisión y obediencia la empoderan.

Por otra parte, la docencia –respetando las diferencias– solo es coleccionismo óseo (títulos), refleja un triste episodio del breve devenir histórico de las novicias universitarias estatales. Ello, pareciese tener un efecto esterilizante sobre la investigación y producción intelectual; muchos títulos con efecto esterilizante sobre el alumnado.

Algunas veces, esforzarse por enseñar para nutrir el pensamiento crítico y garantizar el bien común es demasiada entrega que al final nadie agradecerá; mejor resulta valerse de la docencia para catapultar la cosificación, entendida como el afán desmedido por tener cosas (bienes materiales). En consecuencia, el accionar docente resulta zafio: ausencias reiteradas, incumplimiento de horarios de clases, pruebas mal elaboradas, represalias indiscriminadas, programaciones analíticas que resultan en bodrio con subsecuente improvisación, en fin violaciones a los estatutos orgánicos y estamento profesoral. El cerrado, estéril y simulado sistema de evaluación de la docencia universitaria, poco dignifica la calidad, al menos desde la perspectiva estudiantil.

Voces y pensamientos en la clandestinidad abrazan –cual utopía– la esperanza de que se institucionalicen tribunales de justicia educativa, fiscalías especializadas en crímenes pedagógicos y hasta sanciones penales contra todos aquellos que desde las aulas superiores vigorizan el genocidio intelectual de las masas populares.

Deteriorar la educación a través de su mercantilización o politización es un crimen masivo, pues mientras el peor de los criminales acribilla a una persona, una educación baladí es como una explosión cuyas ondas expansivas aniquilan a toda una sociedad. Este desacoplado y alarmante escenario institucional neoliberal impregna nuestras universidades de un amarillismo tétrico, entendido desde nuestra perspectiva como forma sin fondo.

En suma, hemos olvidado que la educación hoy constituye una problemática nacional y la universidad debe volcarse a devolverle su sitial. En tanto, la docencia debe ofrendar su dinámica vital para ello, pues solo se es un verdadero docente cuando se tiene vocación. La vocación determina las personas más adecuadas para una profesión. Lamentablemente, la docencia es elegida por algunas personas como la profesión más conveniente política y económicamente, la cual difunden con infamia.

Fuente: http://laestrella.com.pa/opinion/columnistas/universidad-mercantilizacion/23986354

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Todo bien

Por: Graziella Pogolotti

Según dicen, no soy fácil. Tengo malas pulgas que se alteran ocasionalmente en el curso de las modestísimas tareas de dirección asumidas por sentido del deber. En verdad, nunca me han resultado gratas. Un análisis autocrítico me induce a reconocer, entre los factores que desencadenan una cólera similar al erizamiento del lomo de Electra, mi mascota, está la complacencia acomodaticia de quienes, a la hora de despachar asuntos de trabajo afirman, con amplia sonrisa a lo Pangloss, el célebre personaje de Voltaire: «Todo bien». Mientras tanto, como en una canción francesa muy conocida décadas atrás, el incendio ha devorado los graneros, los ladrones se hicieron de las joyas de la familia y las lluvias produjeron el derrumbe del techo de la vivienda.

Sin llegar a tan dramáticos extremos, el Feliciano «todo bien» es expresión de conformismo autocomplaciente y, lo más grave desde el punto de vista ético, consiste en mantener al dirigente satisfecho, marginado de los problemas reales, ignorante de las graves fisuras enmascaradas tras el maquillaje de la pintura fresca. Es conducta que revela uno de los aspectos más corrosivos de una mentalidad burocrática atrincherada en la rutina y la preservación de algún privilegio mezquino. Las consecuencias de tales comportamientos, agravadas por la tendencia a multiplicarse como un marabú infecundo, siquiera para producir carbón vegetal, son económicas y políticas. Favorecen el despilfarro y bordean la frontera del delito. Contribuyen también a la pérdida de confianza en la capacidad de las instituciones públicas para ofrecer respuestas adecuadas a las demandas del momento. Factor de primera importancia  en una etapa histórica requerida de poder de convocatoria para aunar esfuerzos en la superación de deficiencias, comprometer a la participación ciudadana en la búsqueda efectiva de soluciones concretas en la acción y en el ejercicio de la crítica oportuna y certera.

La acomodaticia visión del «todo bien», asumida como actitud natural en nuestra cotidianidad en cada una de las células que conforman el edificio social tiene consecuencias nefastas en la práctica de la vida familiar, de la escuela, la comunidad y del ámbito laboral. Oculta malignos gérmenes, fáciles de destruir en el instante de su nacimiento. De no atajarse entonces, invadirá todo el organismo, socavado por la desidia y peligrosamente vulnerable a la corrupción y al soborno. Por la puerta trasera de las pequeñas concesiones penetra el aire inficionado por la pérdida de valores, que permiten la contaminación de las ideas matrices de nuestra historia y de nuestra Revolución.

Creo firmemente que, ante la proliferación de estas tendencias, mi percepción no es desmesurada. Los riachuelos proveen agua a los grandes ríos, porque lo grande se va haciendo con la contribución de pequeños esfuerzos articulados en un propósito común. Cada uno de nosotros, desde la tarea modesta que le concierne (maestro, médico, campesino, albañil, camarero) constituye uno de los tantos riachuelos que, a través del tiempo, han alimentado y fertilizado una isla, entorno físico de la patria hasta alcanzar el destacado desempeño de una cultura y de una presencia singular en el concierto de las naciones.

El «todo bien» es refugio seguro para la chapucería y «el mata y sala». En la batalla de ideas de nuestros días, subestimar el peso y el sentido de las palabras favorece actitudes suicidas. El «todo bien» trasluce un modo de pensar y una filosofía de la vida incompatibles con el proyecto emancipador latente en el proceso histórico cubano. El ser humano y la sociedad, así lo pensaron Martí y Fidel, son perfectibles.

La confianza en el mejoramiento humano animó la lucha por la independencia y forma parte del pensamiento de los intelectuales que contribuyeron, soñando en grande, a diseñar los paradigmas fundamentales que han alentado a nuestros mejores esfuerzos.

Modelar el alma, el espíritu y los valores éticos subyace en la apuesta en favor de una educación a la que hemos dedicado tantos desvelos. Enfrentar la explotación inicua del ser humano y rescatar la infancia campesina de tanta muerte prematura inspiró a quienes entregaron sus vidas en un combate ininterrumpido. Por eso, en Santa Ifigenia reverenciamos la síntesis de tan hermosa tradición. Ahí están Mariana y Martí, los caídos en el Moncada y Fidel. Los constructores de las altísimas naves de las catedrales góticas desafiaron las leyes de la física. Para contrarrestar la fuerza expansiva de los muros y evitar el derrumbe, crearon un sistema de arbotantes, arcos que sugieren una hermosa osamenta pétrea situada al exterior de la nave. Las razones de la necesidad promovieron soluciones prácticas que, con el andar de los siglos, se asocian a la cristalización integral de una imagen de indiscutible valor estético. Para nosotros, en el campo del obrar concreto de cada día, el ejercicio de la crítica cumple función similar a la de aquellos arbotantes inventados por los artesanos del Medioevo.

El abordaje del tema ha tropezado con obstáculos de orden subjetivo y objetivo. Heredera de un batallar contra el poder colonial y neocolonial, nuestra cultura ha generado mecanismos que inducen a colocarnos a la defensiva ante el comentario crítico. Paradójicamente, no somos reacios a la imitación de modelos. Los años de implacable confrontación ideológica han llevado el debate en torno al ejercicio del criterio a formulaciones abstractas y a una manifiesta politización. Para eludir trampas paralizantes, se impone establecer normas básicas en términos de rigor y de necesarios deslindes. El ámbito del arte y la literatura tiene sus propias normas y tiene sus propios referentes teóricos. Así sucede también  cuando nos situamos en el campo de las ciencias políticas y sociales. No quiere decir con ello que debamos soslayar asuntos que conciernen en algún grado a nuestro modo de vivir y de entender la realidad. En esta ocasión, quisiera llamar la atención acerca de la urgencia de rescatar y salvaguardar la crítica social. Su debilidad lleva a la reiteración de errores y lacera el compromiso ciudadano con prácticas que favorezcan, desde las células primordiales de la sociedad, al logro de la indispensable eficiencia económica, de recuperación de la disciplina social, de la conquista de un bienestar no solo material, que procure un amable vivir cotidiano, al rescate del actuar colectivo contra lo mal hecho. Podría decir mucho más. El espacio no me alcanza. Prometo volver pronto. (Tomado de Juventud Rebelde)

Fuente: http://www.granma.cu/opinion/2017-02-12/todo-bien-12-02-2017-23-02-59

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‘Fake journals’: dentro del mercado negro de las investigaciones científicas falsas

Por: Hector G. Barnés

No, no es lo mismo la revista ‘Nature’ o la revista ‘Science’ que ‘Science and Nature’, aunque parezcan cosas muy semejantes. Las dos primeras son dos de las publicaciones científicas de más alto impacto, con una credibilidad, en principio, a prueba de bombas; la otra aparece listada como un ‘fake journal’. Es decir, una de esas publicaciones que, a pesar de su apariencia, no funcionan como una revista académica normal. Son más bien un turbio negocio que permite engordar currículos de investigadores a cambio de un puñado de euros (entre 100 y 1.000).

¿Por qué nacen los ‘fake journals’? Estos son la consecuencia de un nuevo estado de las cosas en el mundo académico, en el que lo importante es que, si eres investigador, en tu currículo figure una larga lista de publicaciones que, a poder ser, empiecen por ‘Journal of…’, tengan ‘England’ en algún lugar de su nombre y se parezcan sospechosamente a los nombres de otras revistas científicas reputadas. En otras palabras, es como comprar un polo de Lacoste en el mercadillo para intentar ser admitido en un club de campo elitista.

Muchas de estas revistas ‘falsas’ nacen en el entorno de las publicaciones de libre acceso promovidas desde principios de este siglo, que no tienen las mismas restricciones que las tradicionales (como los derechos de autor), pero no todas estas son ‘fake journals’. Como recuerda un artículo recientemente publicado en ‘The Conversation’, hace apenas tres años se contaban 28.100 revistas científicas en todo el mundo, de las cuales, una proporción creciente son ‘fake’ o, como también se las conoce, ‘predatory’ (“depredadoras”). Su principal cualidad es que, al contrario de las fiables, no están sujetas a la revisión por pares, de forma que prácticamente cualquiera puede publicar por ellas… pasando antes por caja, claro.

“Había 18 publicaciones depredadoras en 2011, 477 a finales de 2014, 923 en 2016 y la mayoría de ellas cobran por editar tu investigación”, explica el profesor de la Universidad de Adelaida Roger W. Byard en un artículo llamado ‘The forensic implications of predatory publising’, que se hacía eco del grave peligro que puede tener el auge de esta clase de fórmulas. Por ejemplo, que una publicación llamada ‘Experimental and Clinical Cardiology’ (suena fiable, ¿no?) editase un estudio plagiado sobre el sida… solo que cambiando el nombre de dicha enfermedad por “cardíaco”.

Cómo distinguir una publicación falsa

El gran problema de este mercado negro académico es que resulta tremendamente difícil distinguir entre una publicación legítima y otra falsa. Hasta hace apenas un mes, la mayor guía para moverse en este oscuro mundo era la lista del blog de Jeffrey Beall, un profesor asociado de la Universidad de Colorado que desde el año 2008 se ha dedicado a listar aquellas publicaciones de autenticidad más bien dudosa.

Aunque aún pueden consultarse en páginas como ‘Archive’, ha sido el propio Beall quien ha decidido dar de baja la página. Es posible, especulan en ‘Retraction Watch’, que se deba a posibles amenazas legales de algunas de estas publicaciones, no muy felices de aparecer en una lista negra, lo que para muchas de ellas puede significar el final de un jugoso negocio.

‘Academia Research’, ‘International Journal of Research & Development Organisation’ o ‘Novel Science’ eran algunos de los nombres de revistas (escogidos al azar) que aparecían en el listado como parte de “una lista de publicaciones académicas de acceso libre cuestionables”. Aunque no todas ellas tienen por qué ser ‘fake’, el autor recomienda “leer las reseñas disponibles, evaluaciones y descripciones, para decidir si se les quiere enviar artículos”. En la lista figuran, además, otras revistas de acceso no libre (por suscripción) que también se comportan como estas publicaciones falsas.

El problema, como hemos dicho, es que no resulta tan fácil saber dónde estás publicando, debido a que estas editoriales tienden a comportarse de manera muy semejante a las que funcionan por suscripción. Una interesante discusión en ‘Researchgate’ devela cómo incluso investigadores con una gran experiencia tienen problemas a la hora de distinguir entre una publicación legal y otra falsa. En primer lugar, porque es difícil averiguar el verdadero factor de impacto de muchas editoriales académicas; a veces es difícil de calcular, en otras ocasiones puede ser directamente inventado. Como recuerda el artículo de ‘The Conversation’, hay más publicaciones llamadas ‘British Journal of…’ en Pakistán que en Reino Unido.

De ahí que la mayoría de ellos recomienden la lista de Beall como la mejor guía para saber dónde vamos a publicar. Otros autores recuerdan que bases de datos como ISI (International Scientific Index) o Scopus son muy útiles a la hora de conocer la calidad de una publicación, mientras que si lo que queremos es publicar en acceso libre, Sherpa/Romeo puede ser una herramienta útil. Pero, en general, el mejor consejo es revisar a conciencia el nombre, junta directiva o publicaciones pasadas de determinada revista (si su logo es parecido al de alguna revista estrella, algo huele mal) y decidir por nosotros mismos. Si pide dinero y responde en muy poco tiempo, sospecha

Tanto es así que incluso algunas de las editoras más importantes han tenido que reconocer que llegaron a indexar publicaciones falsas. Es lo que ocurrió con Elsevier, la mayor editorial médica del mundo, que en 2009 reconoció que entre 2000 y 2005 había editado seis revistas falsas esponsorizadas por supuestas compañías farmacéuticas, entre las que se encontraban ‘The Australasian Journal of Bone and Joint Medicine’ o ‘The Australasian Journal of Cardiovascular Medicine’. Otro ejemplo: hace unos años, el ‘International Journal of Advanced Computer Technology’ publicó una investigación que repetía una y otra vez la frase ‘get me off your fucking mailing list’ (“sacadme de vuestra puta lista de distribución”). Al que le interese, lo puede leer aquí.

El experimento Bohannon

Para entender mejor cómo funciona este mercado negro, no hay nada como recurrir al conocido como experimento de John Bohannon, un biólogo de la Universidad de Harvard que fue expuesto en un artículo de la revista ‘Science’ llamado ‘Who’s Afraid of Peer Review?’. Su prueba consistió en lo siguiente: Bohannon envió una investigación con “errores tan graves y obvios que deberían ser rechazados automáticamente por editores y revisores” a 304 publicaciones de acceso abierto, para comprobar cuáles lo aceptaban sin rechistar y cuáles ponían pegas; es decir, cuáles funcionaban como una publicación rigurosa y cuáles podían ser consideradas ‘fake’.

La respuesta no le sorprendió: alrededor de un 60% aceptaron su texto (siempre y cuando los autores pagasen, claro está), y el 40% restante (en el que se encontraba ‘PLOS ONE’ lo rechazaron). Entre aquellas editoriales que aceptaron el texto se encuentran Elsevier (una vez más), Sage o Wolters Kluwer. Ironías del destino, muchos acusaron de Bohannon de que su experimento no era más que una curiosidad sin validez científica, puesto que no estaba revisado por pares y no había seguido una metodología apropiada.

No era la única crítica al trabajo de Bohannan, ya que muchos de los defensores de las revistas de libre acceso señalaron que su experimento intentaba atacar a todo el sistema de publicación libre, cuando, al igual que ocurre con otras revistas científicas, en ese ámbito hay tanto productos de calidad como falsos. Como señalaba en un artículo de ‘The Verge’ a propósito de este experimento Lars Bjornhaugue, director de Open Access Journals, una base de datos semejante a la de Beall, desde 2010 el número de “publicaciones poco éticas” se ha disparado. Pero este recordaba que muchas de las publicaciones por suscripción también dan luz verde a estudios dudosos.

¡¿Qué ocurre cuando un científico publica una investigación en uno de estos ‘fake journals’? En primer lugar, que dado que no tienen ningún sistema de revisión, es posible que cuente en su currículo con un estudio defectuoso que conduzca a una retractación pública. No solo eso, sino que publicar en un ‘fake journal’ puede dañar muy seriamente la credibilidad del investigador. En última instancia, todos pagamos los pecados de estas empresas fraudulentas: debido a que el mundo académico es cada vez más opaco y la red provoca que las ideas se difundan rápidamente, es posible que una hipótesis equivocada comience a extenderse de un ‘paper’ a otro en forma de cita hasta que llegue a legitimarse.

¿Quién se encuentra detrás de estas empresas?

En muchos casos, es difícil trazar el origen de las falsas editoriales que dan luz verde a estos estudios. Uno de los casos más sonoros es el que enfrentó el pasado verano a la Federal Trade Commission (FTC) estadounidense contra OMICS Groups y su CEO, el doctor indio Shrinaubabu Gedela. Según la demanda, OMICS había “engañado a los académicos e investigadores sobre la naturaleza de sus publicaciones al ocultar los costes que iban desde cientos hasta miles de dólares”. En su caso, la editorial solo comunicaba a los investigadores que debían pagar la publicación una vez esta había sido aceptada, lo que impedía que pudiesen editarla en otra revista.

En su página web, OMICS Internacional señala que es “una de las grandes editoriales de publicaciones de acceso libre y una de las grandes organizadoras de conferencias sobre ciencia de todo el mundo”. Más de 700 revistas salen a la luz bajo su paraguas, un total de 50.000 artículos anuales. Sin embargo, la demanda señalaba que aunque OMICS defiende que muchas de sus publicaciones son de alto impacto, la manera de calcularlo no se rige por el estándar de Thomson Reuters, sino por su propio método, que además, “no comunica a sus clientes”.

Fuente: http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2017-02-13/fake-journals-mercado-negro-investigaciones-cientificas_1329506/

 

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La joven Universidad Nacional celebra su sesquicentenario

Por: Ignacio Mantilla

La importancia e influencia que, desde sus orígenes, la Universidad Nacional de Colombia ha ejercido en la construcción de la nación y su actual impacto social en el país como la principal institución de educación superior pública, hacen que la celebración del sesquicentenario de su fundación se convierta en la mejor oportunidad para expresarle a todo el país nuestro agradecimiento por su continuo apoyo. También es la ocasión adecuada para mostrar nuestro potencial como la Universidad del Estado que se ha constituido en patrimonio de todos los colombianos.

En los actos de celebración del cumpleaños 150 de la institución, que comenzaron esta semana y que se extenderán durante todo el año 2017, están programados eventos académicos de diversa índole y de todas las áreas del conocimiento. Será también un año para compartir con los lectores muchos de los logros de la Universidad en los diferentes campos del saber, así como para informar sobre algunas de sus proyecciones futuras.

El primer acto conmemorativo se realizó esta semana en la Sede Medellín con la sesión inaugural de la Cátedra Sesquicentenario, actividad con la cual se mostrará cómo a través de la formación, la investigación y la extensión la Universidad se vincula con las regiones y hace importantes aportes a nuestra sociedad.

Con todo el entusiasmo que produce esta celebración, quiero detenerme para compartir algunos datos sobre la antigüedad y el concepto de universidad en el mundo occidental.

Hay una visión de universidad, propuesta por el médico y profesor José Félix Patiño Restrepo, exrector de la Universidad Nacional. Esta visión considera a la universidad el principal motor del progreso de la sociedad y, más importante que eso, en el crisol de las culturas que han marcado nuestra civilización.

Se ha dicho que los orígenes de la universidad moderna se encuentran en la fundación de la Universidad de Bolonia, en 1088, a la que posteriormente se sumaron las fundaciones de universidades como la de París en 1090, la Universidad de Oxford en 1096 o la de Salamanca en 1218. Sin embargo, el doctor Patiño Restrepo rastrea el origen de la universidad mucho más atrás, en la Alejandría helenística, a comienzos del siglo III a.C. Esto tiene que ver con que si aceptamos que la universidad es la comunidad de maestros y alumnos dedicados a adquirir, crear y difundir el conocimiento, entonces tendríamos que remontarnos más allá de la Edad Media europea, en donde comúnmente se establece el nacimiento de la institución universitaria.

Así, podemos encontrar una institución con los mismos fines, formalmente organizada en esa época. En el año 290 a.C. se fundó el legendario Museion o Templo de las Musas y comenzó el desarrollo de la Biblioteca de Alejandría. Tolomeo I y Tolomeo II convocaron a una gran cantidad de científicos y artistas del mundo conocido para convertir a Alejandría en la capital de la cultura y la ciencia. El Museo de Alejandría, que incluía la Biblioteca, se constituyó en una comunidad de maestros e investigadores y una gran cantidad de alumnos, conformando de esta manera una verdadera escuela. Los maestros eran los principales intelectuales del mundo occidental de aquella época: artistas, matemáticos, astrónomos, médicos, filólogos y filósofos que vivían en las propias edificaciones del Museo y de la Biblioteca.

Como lo resalta el doctor Patiño, en la escuela médica del Museo de Alejandría se llevaron a cabo disecciones anatómicas que desarrollaron el conocimiento de la morfología y la fisiología humanas. En el Museo enseñó Euclides, uno de los más grandes geómetras y matemáticos de la antigüedad, fue allí en donde escribió «Los Elementos», el gran compendio de geometría; se dice que este trabajo es hoy el segundo en número de ediciones publicadas después de la Biblia.

El Museo de Alejandría es, en este sentido, la primera universidad que tuvo la humanidad, universidad entendida como comunidad de maestros y estudiantes con el respaldo de una gran biblioteca. Esta fue una academia que tal vez tuvo mayores recursos y más actividad que las propias universidades europeas del siglo XI. Así pues, la historia de la universidad se remonta a más de 1000 años atrás, a aquel Museo de Alejandría y su gran Biblioteca de la era helenística que se extendió entre el siglo IV y el siglo I a.C.

Ahora bien, ya en nuestro país podemos decir que la universidad colombiana encuentra sus orígenes en la Colonia con una incuestionable influencia de las universidades españolas de la época. Su origen eclesiástico con claro dominio de los agustinos, dominicos y jesuitas se concentró en los estudios teológicos – tomistas, las artes y las humanidades. El acceso a dichas instituciones era más que limitado, pues solo acogían clérigos y en muy contadas excepciones seculares benefactores de la iglesia.

Bajo esta visión se creó en 1580 la Universidad Tomística (origen de la actual Universidad de Santo Tomás), dirigida por la Comunidad de los Dominicos. Sin embargo, se tiene noticia de que años antes de la fundación de la Universidad Tomística se organizó en el Claustro de San Agustín (hoy parte de nuestra Universidad) la Universidad San Nicolás de Bari, que  pronto desapareció. Posteriormente, avivados en conflictos entre comunidades religiosas se fundó en 1622 la Universidad Javeriana que en sus inicios tuvo el carácter de institución pública. Las otras dos universidades clericales de la época fueron el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, fundada en 1653, y la Universidad de San Buenaventura, Cali, en 1715.

Como puede verse, la Universidad Nacional es entonces una institución muy joven en el mundo de las universidades. Esto lo reafirmé la semana pasada cuando recibí la honrosa visita de mi colega Daniel Hernández Ruipérez, rector de la Universidad de Salamanca (y matemático de formación), quien me informó sobre los preparativos que lleva a cabo para celebrar, el próximo año, el cumpleaños 800 de su Universidad.

Fuente: http://www.elespectador.com/opinion/la-joven-universidad-nacional-celebra-su-sesquicentenario-columna-679354

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En la escuela, el celular se convirtió en un nuevo útil

Por: Alfredo Dillon

Los docentes cada vez más apoyan su uso en el aula y la Provincia ahora evalúa derogar una resolución de 2006 que lo prohíbe.

¿Aliados o enemigos del aprendizaje? El debate sobre el celular en la escuela acaba de resurgir, mientras la provincia de Buenos Aires evalúa derogar la Resolución Nº 1728 de 2006, que prohibía su uso en el aula. A 10 años de aquella norma –aprobada cuando los teléfonos no eran smart y las netbooks aún no habían entrado a las escuelas–, la presencia del celular en la clase suma cada vez más apoyos.

Hacia el futuro educativo

“El teléfono forma parte de la vida de los jóvenes y ya es su vía principal de conexión a Internet”, plantea Fabio Tarasow, coordinador del Proyecto Educación y Nuevas Tecnologías (PENT) de Flacso. “El problema es pensar una propuesta pedagógica que involucre el uso productivo e inteligente del teléfono, algo que aún no está resuelto con las netbooks”, agrega Tarasow. Y analiza: “Construir espacios de aprendizaje enriquecidos con tecnología lleva tiempo. Al principio seguro habrá más ‘ruido’ y molestias, y después se podrá avanzar mejor, siempre que las escuelas tengan apoyo para proponer actividades innovadoras”.

Según CEPAL, en la Argentina la Internet móvil tiene el triple de usuarios que la banda ancha fija. Un informe de 2016 de la Unión Internacional de Telecomunicaciones marca que esta tendencia es global: la mayoría de la población ya accede a la Web por el celular. “En este panorama, la escuela debería aprovechar los celulares como lo que son: minicomputadoras con gran potencial”, sostiene María Teresa Lugo, coordinadora de TIC y Educación en IIPE-Unesco.

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El celular en la escuela: testimonios de docentes

Para Lugo, “conviene aprovechar la amigabilidad del dispositivo, tanto para los alumnos como para los docentes: todos tenemos un celular en el bolsillo”. La experta menciona que “existen muchas apps de uso educativo, gratuitas, que podrían utilizarse para enseñar mejor”. Y argumenta que “el sistema educativo debería avanzar hacia una ecología de dispositivos, que permita utilizar distintas herramientas –teléfono, netbook, pizarra digital– para diversos fines”. La condición para ese avance –insiste Lugo– es “garantizar apoyo y formación específica para los docentes”.

En la escuela, el celular se convirtió en un nuevo útil

En el Colegio María Auxiliadora de Mendoza, los alumnos utilizan sus celulares en el aula (Delfo Rodríguez)

Mientras en la provincia de Buenos Aires evalúan derogar la prohibición que rige desde 2006, en la Ciudad no existe una normativa sobre la cuestión. “Apostamos a que la tecnología se aproveche como una herramienta mediadora del aprendizaje”, explica la ministra de Educación, Soledad Acuña. Y anticipa que el nuevo Plan Integral de Educación Digital “no estará enfocado en un dispositivo específico, sino en promover estrategias innovadoras de educación digital”.

La guía del docente es crucial

En la Escuela Técnica N° 34, de Chacarita, los celulares ingresaron a las clases con el impulso de la directora, Haydée Noceti, quien además es profesora de Matemática. “Utilizamos la app Geogebra, que les permite a los alumnos visualizar funciones y ‘traducir’ la matemática en imágenes”, cuenta Haydée. Y aclara: “Igual seguimos usando el libro –impreso y digital– y la carpeta”. Sus alumnos están muy motivados con el proyecto que presentarán esta semana en la Feria de Ciencias porteña, en el que también utilizaron sus celulares.

Los directivos de la Escuela Primaria N° 17 de Villa Urquiza encontraron una solución diferente. “Veíamos que los chicos sacaban el teléfono en clase y se distraían, se mandaban mensajes, etc. Convocamos una reunión para discutir el tema, y ellos mismos propusieron dejar el teléfono en cajas en la dirección durante las clases”, cuenta la directora, Stella Maris Africano. “Los padres estuvieron de acuerdo: ante cualquier emergencia, ellos saben que el teléfono de la escuela está disponible”, añade Stella Maris. Y aclara que en el aula sí se utilizan con frecuencia las netbooks.

En la escuela, el celular se convirtió en un nuevo útil

En la escuela 17 de Villa Urquiza los alumnos deben dejar el celular en una caja al entrar (Juan José Traverso)

El informe Políticas TIC en los sistemas educativos de América Latina, elaborado por la OEI, IIPE-Unesco y SITEAL, defiende el “aprendizaje móvil” y lamenta la “ausencia de la temática en la mayoría de las agendas educativas de los países de la región”. Otro estudio de Unesco advierte que el aprendizaje móvil es “una alternativa viable para atender a poblaciones vulnerables”. Y ejemplifica: “La distribución de contenidos educativos por teléfonos celulares resulta especialmente adecuada para las zonas rurales, donde los recursos educativos son escasos y donde la conectividad por banda ancha terrestre no está disponible”.

Es el caso de la Escuela N° 5212, una secundaria rural “mediada por TIC” cuya sede central está en Salta capital, mientras que sus 10 subsedes (donde asisten los alumnos) funcionan en distintos parajes rurales alejados. “El uso del teléfono es un recurso pedagógico importante porque permite la interacción en tiempo real entre docentes y estudiantes”, cuenta María Cristina Gijón, la directora. “Se armaron grupos de WhatsApp de las 10 sedes con los profesores que están en Salta capital; los profes se comunican con los alumnos por mensajes o audios. Eso les permite explicar y evacuar las dudas, y mantener un contacto más directo con los estudiantes. Así, con el celular se acortan las distancias”.

Fuente: http://www.clarin.com/sociedad/escuela-celular-convirtio-nuevo-util_0_rkovf8NT.html

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El dibujo como medio de expresión y fuente de salud

Por: Observatorio FAROS Sant Joan de Déu. Observatorio de Salud, Infancia y Adolescencia

Dibujar es una actividad que favorece la comunicación interpersonal, ayuda a la exteriorización de emociones y fomenta la creatividad.

Ya desde una edad muy temprana las personas comienzan a realizar primitivos garabatos como forma de expresión, antes incluso de la aparición del lenguaje.

Más adelante, en las diferentes etapas del crecimiento, se produce un desarrollo progresivo de las habilidades psicomotrices que premiten la creación de líneas rectas, círculos, cuadrados, rombos y, finalmente, dibujos complejos y escenas concretas.

El dibujo es un medio a través del que expresamos nuestros sentimientos, una herramienta que utilizamos en muchos casos de manera inconsciente para que aflore nuestro mundo más personal, emocional y afectivo. Por supuesto, ha de ser un especialista el encargado de anailizar e interpretar el dibujo y sacar las conclusiones pertinentes en función de su profesionalidad y conocimientos. En el caso de los más pequeños, la psicóloga Claudia López de Huhn asegura que los niños «proyectan en el dibujo emociones a las que no pueden poner palabras».

Por su parte el enfermero y psicólogo infantil Daniel Toro añade que «no es tan importante el contenido de los dibujos como la manera de realizarlos (tipo de trazo, colores escogidos, líneas rectas o curvas, presión aplicada sobre el papel…), ya que ello ayuda enormemente a observar los diferentes rasgos de la personalidad y los distintos estados de ánimo del niño«.

En una línea similar se expresa la también psicóloga Cristina Gómez García cuando dice que «lo importante no es qué expresan los niños a través de sus dibujos. Es en el mero hecho de plasmar sus estados internos donde radica la importancia de los dibujos”, y añade que a través del dibujo “el niño aprende a conocer y a manejar sus gestos, el espacio, las formas y los colores, agudiza el sentido de la observación y la aptitud para esquematizar”.

Como ejemplo, López de Huhn habla de posibles alertas «si siempre escoge el color rojo o el negro para dibujar o pintar, pues el primero está relacionado con la agresividad y el segundo con la tristeza». Del mismo modo, el tamaño de los dibujos respecto al folio también puede llegar a ser un indicador de timidez o inhibición en el caso de ser extremadamente pequeños, o de falta de límites si son enormes y desmesurados.

El dibujo de la figura humana también nos aporta datos importantes sobre el concepto que la persona tiene de sí misma. De esta forma, alguien que rápidamente borra su autorretrato puede denotar baja autoestima, o quién no acaba nunca de colocar detalles una vez finalizada la obra manifiesta un cierto grado de obsesión. De la misma manera, aquellos que se sienten acomplejados por determinados aspectos de su físico tienden a minimizarlos o sombrearlos en el dibujo (nariz u orejas grandes, baja estatura, exceso de peso…).

El dibujo cómo herramienta para promocionar la salud

Pero además, el dibujo es utilizado por diferentes profesionales sanitarios como medio de educación y promoción de la salud. Es el caso de Daniel Gonzalo Eslava Albarracín, enfermero colombiano especializado en desarrollo rural, que asegura en su articulo «El dibujo como herramienta para la educación en salud» que en muchos casos la forma a través de la que se intenta llegar a las poblaciones rurales de su país con el objetivo de promocionar la salud son de todo erróneas. El gran problema, según este enfermero, se encuentra en que habitualmente el profesional de la salud intenta comunicarse con el campesino mediante un lenguaje excesivamente técnico alejado de la realidad rural y producto de una actitud paternalista y poco empática.

Por ello, Eslava Albarracín asegura que «el dibujo como eventual fuente de conocimiento e información puede evidenciar los saberes y la conciencia que tienen los individuos sobre la realidad social. A través de su interpretación, los que aun piensan en la educación en salud como una ‘misión salvadora’ no verán nunca la importancia que pueden tener para el futuro de una población los simples trazos hechos por un campesino intentando explicar lo que para él significa estar sano o tener salud».

Dibujo infantil

En este abismo social y cultural que existe entre el urbanita profesional de la salud y el campesino colombiano, Eslava Albarracín dice que «el dibujo es para nosotros una excelente herramienta para la comunicación, un espacio de iguales, un lugar donde la creatividad y la imaginación surgen como verdaderas estrategias para el cambio y la mejora de realidades diversas y semejantes en la población«.

Por todo ello, y con el importante añadido de que dibujar al aire libre aumenta sus beneficios saludables, Ester Corrales Baz, enfermera y directora de Rural Salut, apuesta por la promoción de la salud a través de una de sus actividades lúdicas y creativas: el taller de cómic en plena naturaleza.

De esta manera, una enfermera y un especialista en cómic enseñan a grandes y pequeños las técnicas y trucos necesarios para crear una historia con viñetas. Un paso más en la comunicación emocional a través del dibujo, ya que las nociones de narrativa básica con viñetas ayudan no sólo a expresar sentimientos y sensaciones sino a explicar una historia concreta que englobe todos los elementos característicos de un cómic (bocetos, tipos de plano, encuadres, líneas cinéticas, bocadillos, onomatopeyas, guión, rotulación…).

Y si además, el contexto en el que se desarrolla la actividad es un entorno natural alejado de cualquier núcleo urbano, y acompañado siempre de los consejos de salud de una experta enfermera, la jornada se convierte en una experiencia inolvidable y absolutamente sana.

Fuente: http://faros.hsjdbcn.org/es/articulo/dibujo-como-medio-expresion-fuente-salud

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¿Más horas para religión?

Por: s

«El deseo irracional y soberbio de multiplicar las horas durante las que se adoctrina en catolicismo a los alumnos, y el hecho de denunciar, con datos ambiguos y argumentos sofísticos, a la administración que no se les hinca de rodillas, debería avergonzar a los prebostes de la Iglesia que apadrinan esta campaña (que no esconde, en el fondo, más que un problema laboral, como hicieron saber desde el principio los profesores de Religión). Y es la propia Iglesia (y no el Gobierno extremeño) la que se pone aquí a sí misma, innecesariamente, en el ojo del huracán».

No se puede negar que, en cuanto a la lucha contra la LOMCE, el Gobierno extremeño y, en particular, la Consejería de Educación, están demostrando una considerable valentía. Para empezar, en un tiempo récord, y pese a la resistencia y el derrotismo de muchos, el gobierno elaboró y aprobó un nuevo decreto curricular de secundaria con el que sustituir al impuesto por el gobierno en funciones de Monago. Y no se cortó un pelo.

En este decreto se recuperaba una materia que debería ser troncal en toda sociedad democrática que se precie (y que está presente en la mayoría de los países de nuestro entorno): la Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos (aun cuando solo durante una hora a la semana). Se introdujo, también, una hora de Ética optativa en bachillerato (ya saben que la LOMCE eliminaba la Ética, esa reflexión en torno a los valores morales que, por lo visto, resulta inútil a los españoles – que deben de estar, por lo que parece, sobrados de ella –).

El decreto sirvió igualmente para salvar del desastre a la Filosofía, esto es, a esa insignificante materia empeñada en que los alumnos construyan crítica y racionalmente sus propias ideas en torno a cosas tan “irrelevantes” como el fundamento y el sentido de lo real, la naturaleza humana, la identidad personal, la verdad, la bondad o la justicia. La mayor dotación horaria de la Filosofía pudo molestar a quienes pensaron que se hacía a costa de materias como la Religión. Pero la Filosofía (que, por cierto, no tiene más que ver con la Religión que con cualquier otro saber o ciencia) solo incrementó sus horas a costa de las muchas que perdió con la LOMCE.

Pero aquello en lo que la Consejería más parece haber pecado (nunca mejor dicho) de valentía es en tratar de poner a la Religión en el sitio que le corresponde en el currículo educativo. Y digo “parece” porque lo único que ha hecho es ceñirse a lo que dicta la LOMCE al respecto. De hecho, las horas de Religión en Extremadura no son muy diferentes a las que tiene en aquellas comunidades gobernadas por el PP en las que se aplicó, sin cambio alguno, la LOMCE. Es por esto que provoca sorpresa la furibunda reacción de los interesados en que las horas de Religión se multipliquen en Extremadura. ¿Es que quieren aquí aún más de las que les concede la – ya de por sí conservadora y protocatólica – ley educativa del PP?

Por lo demás, la reciente sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Extremadura que obliga a la Junta a rectificar el currículo es notablemente defectuosa. De entrada (y esto sonroja decirlo) en la argumentación de la sentencia se dan por buenos datos cuya falsedad es palmaria. Se acepta en ella que la religión ha perdido el 50% de sus horas en Educación Secundaria Obligatoria (ESO) en relación al decreto curricular anterior, cuando la verdad es que no ha perdido más que el 20%. Cinco horas semanales tenía (dos en primero y una en el resto de los cursos de ESO) y cuatro horas semanales tiene ahora. ¿Es que no han tenido tiempo de leer los decretos educativos los magistrados de la sala?

En cuanto a la presencia de la Religión en segundo de bachillerato, no hay ni que recordar que en ese curso (equivalente al extinto COU) no la ha habido casi nunca (solo recuerdo un caso). Tampoco la disponía allí el decreto LOMCE anterior (el del PP de Monago). Es cierto – esto sí – que en el primer curso de bachillerato la Religión ha pasado de dos a una sola hora semanal.

Pero esto no es ilegal, dado que las comunidades autónomas poseen la competencia de regular la carga horaria de las materias específicas (tales como la Religión). Además, esta medida tiene una justificación muy razonable. La Religión pasa de dos a una hora en primero de bachillerato para así introducir una hora de Ética especialmente diseñada para aquellos alumnos que – justo por haber cursado Religión durante toda la ESO – no han recibido ni una sola clase en la que reflexionar libre, crítica y racionalmente sobre los valores que todos los ciudadanos compartimos (y no solo los creyentes en esta o aquella doctrina religiosa).

Me parece que la necesidad de este cambio está, por tanto, meridianamente clara. Por contra, y a este respecto, la sentencia del TSJEx esboza unos razonamientos imprecisos, confusos y repletos de información irrelevante, en los que se mezclan datos no contrastados con comparaciones entre la Religión y otras materias específicas que, de considerarse válidas, provocarían la anulación, no ya solo del decreto curricular extremeño, sino de la propia LOMCE y de la práctica totalidad de las leyes educativas de los últimos cincuenta años.

El que firma este artículo ha exhibido pública y reiteradamente las razones que, a su entender, sostienen la obligatoriedad de ofertar la materia de Religión en la escuela. Ahora bien, una cosa es que el sistema educativo atienda la demanda de buena parte de las familias españolas, y ofrezca la posibilidad de recibir formación religiosa a sus hijos.

Y otra cosa es cómo deba hacerlo: si en una hora o en diez, si dentro, fuera o en los márgenes del horario lectivo, si en todos los cursos o solo en algunos, si con evaluaciones y calificaciones decisivas para optar a becas o sin relevancia académica, si impartida por profesores seleccionados de modo poco transparente por el obispado o sujetos a criterios más rigurosos, etc.

Si la Iglesia católica practicara la misma prudencia y humildad que exige a sus fieles debería darse con un canto en los dientes con la presencia, más que suficiente, que tiene en todos los colegios e institutos del país desde primaria hasta el bachillerato.

Presencia que no debería reclamar en nombre de la rara avis de un Tratado político – tan cuestionablemente constitucional y denunciable en cualquier momento – como es el firmado con el Estado Vaticano en 1979, sino por la simplicísima razón de que muchos ciudadanos entienden que la formación religiosa de sus hijos es parte fundamental de su educación, y tienen derecho a poder elegirla. Y punto.

El deseo irracional y soberbio de multiplicar las horas durante las que se adoctrina en catolicismo a los alumnos, y el hecho de denunciar, con datos ambiguos y argumentos sofísticos, a la administración que no se les hinca de rodillas, debería avergonzar a los prebostes de la Iglesia que apadrinan esta campaña (que no esconde, en el fondo, más que un problema laboral, como hicieron saber desde el principio los profesores de Religión). Y es la propia Iglesia (y no el Gobierno extremeño) la que se pone aquí a sí misma, innecesariamente, en el ojo del huracán. Su reiterativa imprudencia acabará por tener efectos. Tarde o temprano vendrá un gobierno, tan valiente o más que el extremeño, a acabar con sus privilegios heredados. Un gobierno que, al fin, ponga a la Iglesia católica en el lugar que le corresponde.

Fuente: http://www.eldiario.es/eldiarioex/educacion/horas-religion_0_611039808.html

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