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Opinión | El ritual escolar: Frente a la pandemia, reconstruirnos

Por: Andrés García Barrios

En esta entrega del “Ritual escolar”, Andrés García Barrios propone no olvidar lo que aprendimos en los últimos dos años y realizar un acto comunitario de reconstrucción tras la pandemia.

Escribo estas notas para tratar de comprender (y si es posible ayudar a otros a comprender) en qué consiste este extraño estado de ánimo en que, después de dos años de vicisitudes, nos ha dejado la pandemia de COVID-19 (ciertamente, no podemos dar ésta por terminada, pero sí es posible afirmar que “empieza a vislumbrarse su final”, como hace el Dr. Julio Frenk, rector de la Universidad de Miami y ex-secretario de salud de México, en su libro de divulgación para niños “Lisina, Triptofanito y la Pandemia”, de próxima publicación).

Hablo de “estado de ánimo” en su acepción amplia de “estado del alma”, para incluir además de los aspectos físico, emocional y mental, ese algo que podemos llamar “espiritual” y que también se ha visto afectado en este par de años. Empezaré por hablar de un tipo de experiencia que muchos vivimos en algún momento de la pandemia, al menos de forma pasajera; experiencia que ―por su intensidad― algunos nos apresuramos a arrojar al rincón de los trebejos en cuanto pudimos: me refiero a la sensación de que con el COVID-19 llegaba “el fin del mundo” (la expresión es dramática pero nombra con exactitud lo que quiero describir).

Alguien podría preguntarnos: “¿En algún momento pensaste que se acabaría el mundo?”, y tal vez responderíamos que “no tanto” pero que “sí tuvimos mucho miedo”. Sin embargo, quiero afirmar que en realidad sí es algo que todos vivimos (aunque sólo fuera por un momento, insisto) ya sea de forma consciente o más o menos inconsciente. Si me interesa hablar de ello aquí es porque pienso que esa sensación ―aunque algunos nos hayamos apresurado a echarla de inmediato al olvido―  no se fue del todo de nuestras vidas sino que continúa habitando no sólo dentro de cada uno de nosotros sino entre todos nosotros, motivando una actitud personal y una atmósfera social que nos siguen desafiando.

Intentaré explicarme. La sensación de fin del mundo no sólo tiene que ver con una súbita convicción de que la propia muerte es inminente sino con la de que pronto todos los seres humanos a nuestro alrededor morirán también. En el tiempo que dura esa sensación (su duración puede alargarse o ser fugaz) no existe ningún atenuante que venga a tranquilizarnos: surge de pronto ante nuestras narices la evidencia de que estamos existencialmente solos, no nada más como individuos sino también como colectivo. La historia se detiene: el futuro naufraga: nadie hay que venga a decirnos adiós, no existe nadie a quien legar nada. Vemos cómo los demás se hunden en un destino que pronto será también nuestro. Todos esperamos turno.

Esther García tenía seis años de edad en 1972, cuando un terremoto sacudió su ciudad, Managua, Nicaragua. Ella estaba con su nana cuando la habitación empezó a moverse. Las dos salieron a toda prisa y se encontraron con que, en la calle, comenzaba la devastación: las casas cercanas se mecían hacia un lado, luego hacia otro y finalmente se desplomaban, entre gritos provenientes de adentro. Una tras otra iban cayendo. Esther miraba al fondo un cielo teñido de un rojo infernal. Parada en la acera junto a su nana, sólo pudo decir “Y yo no crecí”, convencida de que moriría pronto. La nana abrazó a la niña con la esperanza de que su destino sería distinto, de que ellas no tenían por qué correr la misma suerte que quienes estaban muriendo. “Y yo no crecí”, sensación de fin del mundo en que el destino de todos también se cumple en nosotros. Sensación de fin del mundo que Esther evoca ahora mientras conversamos, ya convertida en jefa de enfermeras del South Miami Hospital, en donde, durante la pandemia, se vio muchas veces rodeada de seres humanos que morían, sin poder hacer nada más para ayudarlos.

Pienso en la angustia que el filósofo alemán Martin Heidegger describe como la presencia de la Nada en nuestras vidas; angustia que no se desprende de un miedo concreto hacia algo específico sino que llega así, “por nada”, como si de pronto todo lo existente se arrojara sobre nosotros, atravesándonos como lo haría un ente fantasmal y dejándonos vacíos, sin realidad enfrente, sin mundo, de pie ante la nada que nos acosa. En la sensación de fin del mundo, donde la experiencia incluye a lo humano entero, a esa nada se le añade la certeza de que no sólo yo, sino todos, desapareceremos.

En la pandemia, la experiencia de fin del mundo no se cumplió, gracias a Dios. Vivimos la angustia pero no el hecho (trágicamente, muchas personas tuvieron que añadir a esa angustia el dolor por la muerte de seres amados). Pero el que no se haya cumplido no significa que la hayamos superado: se quedó con nosotros y en uno de nuestros rincones internos seguimos como desasidos de la realidad, buscando ésta como a una especie de fantasma. Algunos han empezado a acercársele tímida pero decididamente, con la intención de regresarla a su sitio. Pero creo que la mayoría de nosotros estamos optando por aceptar la inercia y acostumbrarnos a su ser espectral. Es peligroso que esto ocurra y que nos quedemos como flotando en el aire, con esa angustia anquilosada dentro.

El filósofo alemán Karl Jaspers, que tras la segunda Guerra mundial participó en la reconstrucción de Alemania, prevenía a su pueblo contra la tentación de dejar los hechos simplemente atrás, como si no hubieran ocurrido, e insistía en la necesidad de sanar a la sociedad a fondo para seguir adelante, en busca de un crecimiento sin el lastre de la culpa. En el caso de la pandemia ―donde el culpable más evidente es un virus que ni siquiera llega a estar vivo― el lastre puede radicar en culpar a los científicos, a los gobiernos, a esos otros seres humanos que con sus acciones anti-ecológicas favorecieron la proliferación de virus y bacterias, e incluso a la naturaleza o a la vida misma… y tapiar la angustia dentro, sin posibilidad de expresarse y sanar.

Pero la amnesia no es, de ninguna manera, sano olvido: es cero superación. No es mi interés meterme a médico o neurólogo, pero me parece que no voy demasiado lejos al suponer que, como en todo tipo de amnesia y estrés post-traumáticos, las consecuencias de olvidar sin sanar se expanden por toda nuestra psique, afectando al conjunto de nuestras sensaciones e ideas: entramos en confusión y perplejidad, tenemos problemas de concentración, sufrimos extrema laxitud o tensión corporal, llegamos a sentirnos como ajenos a nuestros propios procesos mentales y corporales, nos embargan sentimientos de desapego o extrañamiento hacia los demás, e incluso experimentamos cambios en nuestra percepción del tiempo, del espacio y de los objetos del mundo.

A lo anterior se añade el temor de que aparezca un nuevo brote, el miedo a nuestros semejantes, la desconfianza y el deseo irracional y continuamente frustrado de culpar a otros, y en casos extremos a todo el mundo. Y sin embargo, simultáneamente, dado que se trata de una súbita sensación de muerte colectiva (en la que peligra no sólo nuestro “yo” sino también nuestro “nosotros”), llega acompañada de esa soledad en la que de pronto vimos sumida a la humanidad entera: así pues, nos vemos embargados de compasión hacia nuestros semejantes y sentimos una identificación profunda, una nostalgia de hermandad: nos inunda el deseo de acercarnos y confiar, de romper barreras y superar todos los obstáculos que nos separan…

Angustia, miedo, compasión. Ante esa extrañeza que nos ha quedado, a todos nos anima la idea de revitalizarnos y revitalizar la comunidad en la que vivimos. Para mí, este texto es una oportunidad de hablar del tema con un lector que imagino ahí, oyéndome. Sí, escribir y hablar son poderosas opciones: comunicarnos. Todos podemos hacerlo, charlar sobre lo que nos pasa con alguien que quiera y pueda oírnos.

En el ámbito escolar ¿también podemos alentar ese diálogo? ¿Es posible, a través de grupos guiados de manera informada y cuidadosa, platicar sobre nuestras experiencias, hablarnos y escucharnos, estremecernos juntos para recuperar un modo de vibrar común? ¿Será conveniente alentar la comunicación de ideas de recuperación y reconstrucción personal y colectiva, y realizar actos comunitarios, especie de rituales que nos permitan compartir con los demás nuestro compromiso y esperanza, confiando en que no sólo la enfermedad se propaga sino también la salud?

Ciertamente ―como me ha hecho ver la directora de primaria de la escuela de mi hijo― planear un acto comunitario de memoria y reconstrucción tras la pandemia, exige sumo cuidado para no invadir la intimidad y la susceptibilidad de las personas y las familias: cualquier tinte religioso puede malinterpretarse; asimismo, una acción que contenga un simbolismo demasiado confrontador puede hacer surgir sentimientos desbordados, y resultar contraproducente. Sin embargo, estoy seguro de que todos los miembros de la comunidad educativa podemos pensar juntos cuál o cuáles actividades pueden resultar adecuadas para nuestras aulas o nuestra escuela.

Advertencia

Como parte de mis reflexiones anteriores, recurrí a la lectura del I Ching, libro oracular de la antigua china. Mi consulta me llevó primero a un texto conmovedor, el que corresponde al símbolo Tai, La Paz. En su imagen, El Cielo y La Tierra (seres originarios de todo lo existente) se colocan uno sobre otro y “unen sus virtudes en una armonía íntima”. De esa concordia surgen las condiciones para que la naturaleza brote y prospere, siempre y cuando ―el I Ching lo subraya― reciba la ayuda humana. “Esta actividad humana sobre la naturaleza, devuelve lo bueno al ser humano.”

Lo anterior concluye con una cruda advertencia (yo la interpreto no tanto como una alerta ante la pandemia de COVID-19 sino frente a eventos futuros). Todos sabemos que la naturaleza a nuestro alrededor ha sido afectada de formas atroces y que la aparición de pandemias y otras catástrofes sólo se puede frenar con nuestra acción decidida. Tal vez pensemos que no es momento de recordar cosas como ésta, y sin embargo tal conciencia no tiene por qué abatir nuestra esperanza actual ni la voluntad de hacer memoria y reconstruirnos; al contrario, puede ser el elemento crucial para no perder nuestra paz naciente.

Así es como lo dice el I Ching:

Todo lo terrenal está sometido al cambio. El ascenso es seguido por el descenso. Tal es la ley eterna sobre la Tierra. Esta convicción permite no ilusionarnos cuando llegan las épocas favorables, ni quedar deslumbrados por la buena fortuna pensando que es duradera. Si seguimos atentos al peligro, evitaremos los errores. Mientras que el ser humano se mantenga interiormente superior al destino, permaneciendo más fuerte y rico que la felicidad exterior, la fortuna no lo abandonará.

Estas palabras se reiteran en el otro símbolo que el I Ching añadió a mi consulta: Lin, El Acercamiento: “Si uno se enfrenta con el peligro antes de que se manifieste como fenómeno, más aún, antes de que haya comenzado a dar señales, llegará a dominarlo”. Lin ―cuya composición contiene el ícono de El Lago― concluye dando un papel primordial en todo esto a los maestros: “El noble no tiene límite en su intención de enseñar”, dice, y explica: “Así como aparece inagotable la profundidad del lago, así también es inagotable la disposición del sabio para instruir a los demás seres humanos”. Convertido en soporte, el maestro es también protector de la humanidad, “sin excluir parte alguna de ésta”.

En una situación como la actual, describir al maestro como protector de los seres humanos no me parece mera exaltación poética. Quieran o no admitir el papel que les asigna el I Ching, los maestros tienen quizás la mayor responsabilidad en ese “trabajo” sobre la naturaleza que ya todos reconocemos como necesario; más responsabilidad incluso que los gobiernos y las industrias, quienes, al parecer, también necesitan ser educados. Y aunque la verdadera y más profunda educación está en manos de todos los ciudadanos, la comunidad escolar es uno de sus principales ámbitos: reconstruirse como maestro puede muy bien apuntar hacia ocupar ese papel de Protector.


Andrés García Barrios es escritor y comunicador. Su obra reúne la experiencia en numerosas disciplinas, casi siempre con un enfoque educativo: teatro, novela, cuento, ensayo, series de televisión y exposiciones museográficas. Es colaborador de las revistas Ciencias de la Facultad de Ciencias de la UNAM; Casa del Tiempo, de la Universidad Autónoma Metropolitana, y Tierra Adentro, de la Secretaría de Cultura.

Fuente de la información e imagen: https://observatorio.tec.mx

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Infancias y subjetividad

Por: Alfredo Grande

El desamparo subjetivo se verifica en las clases más humildes, donde los empobrecidos de la tierra no tienen dónde caerse muertos, pero tampoco dónde caerse vivos. La cultura represora lo sabe. Por eso empieza desde lo más temprano posible.

(APe).- Hace unos días vi un video de una conferencia de Enrique Dusel y Ramón Grosfoguel. En especial este último hizo mucho hincapié en la importancia de la subjetividad y en que consideraba que el tema no había sido desarrollado suficientemente por la izquierda. Crítica que comparto, pero en la cual no me siento totalmente incluido.

En mis libros editados por la  Agencia de Noticias Pelota de Trapo y en otros espacios, he tratado de señalar reiteradamente que la dimensión “macro” no tiene correspondencia directa con la dimensión “micro”. Freud en uno de sus textos escribió que “Cayo es un mísero plebeyo romano, agobiado por los impuestos, pero que se siente partícipe de la gloria de Roma”.

En otras palabras: Cayo es un mísero, pero es romano. Siente la gloria de ser la cola del león, aunque en realidad apenas es la cabeza del ratón. Lenin, del cual no leí toda su obra, pero algo transité, advertía sobre el retraso del factor subjetivo. Me permito advertir sobre el adelanto del factor subjetivo. La comadreja de los llanos, como en lejanos tiempos Pino Solanas bautizó a Menem, formateó la subjetividad con el delirio denominado “convertibilidad”, que nos permitió, al igual que Cayo, sentirnos partícipes de las glorias del Primer Mundo.

Las infancias son los territorios en los cuales se cultiva y se cosecha la subjetividad. Es la modelación del ser que deviene en diferentes formas de existencia. De la familia patriarcal, la escolaridad primaria, las catequesis religiosas y laicas, en su momento el servicio militar obligatorio, los rituales de iniciación, incluso sexuales, saturados de sadismo, la letra empieza a entrar con sangre. No es una transfusión, es una crucifixión.

Los castigos físicos que ahora han sido nuevamente permitidos, los castigos psíquicos que nunca fueron suprimidos, hacen de muchas infancias, demasiadas, el anticipo del infierno en la tierra. La versión corregida y aumentada de este desamparo subjetivo se verifica en las clases mas humildes, donde los empobrecidos de la tierra no tienen donde caerse muertos, pero tampoco donde caerse vivos. La cultura represora lo sabe. Por eso empieza desde lo más temprano posible.

En épocas recientes, y en muchos lugares donde dios nunca atiende, pero tiene delegados que abren transitorias oficinas, desde el parto comienza la estrategia de la mortificación.

Un psicoanalista al que siempre respeté, al cual muchos alababan, pero pocos seguían en sus ideas, Arnaldo Rascovsky, acuñó el concepto de filicidio. La matanza sistemática de niños y niñas. La cultura represora como un Cronos permanente que se come a sus hijos.

En el ejército, la infantería eran niños que cumplían la misión de ser “carne de cañón”.   O esa infantería, muchas veces en la calle, o durmiendo en el recoveco de algún edificio, o limosneando en el subte, son la carne de los cañones de un capitalismo con rostro  humano, aunque el rostro sea monstruoso.

Hay tres pilares en los cuales la construcción de la subjetividad se organiza: la necesidad, el deseo y el derecho.  Necesidad que es la expresión de nuestra herencia filogenética. La necesidad se satisface en una matriz vincular. A esa matriz vincular el psicoanálisis la denomina “pecho”, tempranísima relación entre el bebé y la función materna.

Esta función de amparo la puede ejercer una mujer, un hombre, y no admite distinción de género. La necesidad de alimento, de afecto, de temperatura adecuada, de amparo debe ser satisfecha a plenitud. Es el o la bebé la que marca los tiempos de satisfacción y reposo. Las necesidades básicas insatisfechas son la primera marca del hierro candente de la cultura de la carencia. Cuando las necesidades básicas no se satisfacen la dimensión del deseo estará ausente. Porque el deseo en sus inicios es la cualidad placentera que germina cuando las necesidades son satisfechas. Segunda marca de la cultura represora, heraldo siniestro de la carencia programada. Niñas y niños sin deseo. Futuros autómatas que solo seguirán los mandatos que vienen de afuera porque carecen de los deseos que vienen de adentro.

Es esta matriz de necesidades básicas nunca satisfechas, de deseos nunca construidos, la que habilita a reclutar a los soldaditos del narco. Y de los sicarios. Y de los muertos vivos que matan porque no tienen marca de vida. Sin necesidades satisfechas, sin deseos construidos, los derechos de niñas y niños son apenas una declaración abstracta. Hipócrita. Redactada por los “Cayos” de la actualidad.

Pero las infancias pueden tener destinos diferentes en la construcción de las subjetividades. Y para ese desafío, estamos convocados y convocadas. Intentaré desarrollarlo en la segunda parte de este texto.

Fuente de la información:    https://pelotadetrapo.org.ar

ImagenRenato Costa

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Colombia: Formular una política pública de educación superior, imperativo común

Formular una política pública de educación superior, imperativo común

Es momento para cambiar, para devolver el carácter público y universal a la educación superior.

Las universidades públicas en el gobierno popular tienen la inmejorable posibilidad de recuperar su profundo significado como formadoras de conciencia crítica de la nación y de aprovechar su acumulado de experiencias, diagnósticos y proyecciones y juntar los esfuerzos de múltiples actores para formular con celeridad una política pública de educación superior, que incorpore la reestructuración del sistema universitario (SUE, CNA, CONACES, OTROS), establezca la financiación total de las universidades como ocurre con la educación básica y media, restaure el trabajo decente y formalizado para docentes y funcionarios, oriente las articulaciones entre nación y territorio y actualice las instituciones, a veces anquilosadas entre formalismos y tiranías, e impulse la entrada a las nuevas realidades y demandas sociales de ciencia, tecnología y humanismo para la vida con dignidad. Matrícula cero, ser pilo paga, préstamos bancarios de icetex, subsidios focalizados a la demanda y los artículos 86 y 87 de la ley 30 de 1993 como propósitos de modificación y la misma ley 30 en su integridad, suman a la lista de herramientas obsoletas, que requieren ser sustituidas. Es momento para cambiar, para devolver el carácter público y universal a la educación superior.

El direccionamiento vendrá desde el gobierno popular y a las universidades en su autonomía corresponde ratificar sus compromisos con la transformación social y aportes de alta calidad a la formación de unas culturas de paz y de ciudadanía para la democracia, con valores, actitudes y prácticas de tolerancia cero a toda violencia y respeto por los derechos y la dignidad humana. La política pública será reparadora del daño infligido por el conflicto armado, la barbarie y la seguridad democrática, que estigmatizaron, degradaron y metieron a las universidades en el juego sucio de los clientelismos. Será también un mecanismo para recuperar el prestigio, la reputación, las convicciones éticas de cada integrante de la comunidad universitaria y eliminar el riesgo de egos y vanguardias, oportunismos y fracasos, soberbias y mezquindades, que han alentado cierto empobrecimiento moral de las instituciones, sumidas en el temor a bloqueos y parálisis guiadas por intereses particulares de sectores que afectan sin reparo el bien común, pisotean con arrogancia al colectivo.

No es propicio ni legítimo para las universidades, que sus estamentos u organizaciones, pretendan que todos los faltantes históricos deban ser resueltos de inmediato, y amenazantes induzcan fracturas y recurran a presiones, a la manera de las que ocurrieron contra las políticas de menosprecio y muerte, que están en retirada como la doctrina de seguridad y la eliminación de discriminaciones. El contexto cambió, a las universidades corresponde adelantarse a los acontecimientos, usar su ciencia, su cultura, su potencia creadora y prepararse para defender las conquistas populares, que quedan a salvaguarda del gobierno. El gobierno recibió un país quebrado económicamente, debilitado socialmente, maltratado políticamente, con un déficit insuperable y una deuda impagable, inflación galopante, corrupción en impunidad, devaluación en la cima y miseria al máximo, que impiden suplir de inmediato las carencias como algunos esperan. Formular la política es la puerta de salida.

Las universidades públicas ya asumieron responsabilidades con el legado de la verdad y sus verdades propias podrán destituir el miedo, las humillaciones, las violencias, los chantajes de todo tipo y enseñara a tomar distancia de alianzas entre clanes de poder y universitarios, que produjeron daño, afectaron la gobernabilidad, chantajearon decisiones, impusieron orientaciones y provocaron dolorosas consecuencias como las ocurridas con la toma de los consejos superiores por grupos en alianza de empresarios, funcionarios, políticos y paramilitares que impusieron rectores y autoridades académicas o entregaron listas de estudiantes y profesores para ser asesinados o desaparecidos.

La autonomía universitaria, que hizo tránsito de las movilizaciones por derechos y libertades de 1968 en Francia y México promoviendo libertades políticas y civiles, reducción de desigualdades y cambios democráticos, fue incorporada en la ley 30 de 1993, pero quedo aprisionada por las “buenas intenciones” del crecimiento de cobertura con estáticas garantías y luego dramáticos procesos de aseguramiento de la calidad, y competencia por recompensas a instituciones de manera desigual que anularon la cooperación y la solidaridad propias del mundo del derecho a la educación. El ejercicio de la autonomía fue despojado de su carácter de derecho y convertido en libertad asociada a la gestión empresarial, con resultados de multiplicación del número de programas de pregrado que se elevó de cientos a miles y posgrados de decenas a centenas y la venta de servicios por consultoría socavando la esencia de la extensión originalmente orientada por transformaciones y vínculos sociales de compromiso y solidaridad. Las universidades públicas deslumbradas por el éxito y fácil obtención de recursos y con empujones del gobierno para ampliar coberturas hicieron ofertas sin límite y trataron de conquistar “nichos de mercado” momentáneo, sin medir consecuencias de largo plazo, que dejan un 70% del profesorado por fuera de las plantas docentes, más del 30% funcionarios con contratos precarizados y la mitad del presupuesto necesario para funcionar incluidos salarios a cargo de la autofinanciación, más el acumulado de desfinanciación global que supera 18 billones de pesos.

Es momento para que el proyecto político cultural de las universidades se afiance con la formulación de una política integral para la educación superior que supere la idea de que la ley 30 es la política. Es momento de juntar esfuerzos hoy para diseñar el futuro y sacar a la universidad del debate envenenado de emociones, falsificaciones y distorsiones provocadas por grupos de poder hegemónico en espera, y en su lugar acercarla al proyecto democrático en construcción. Las formas de organización, modos de acción, ideas que circulan, métodos de enseñanza, autores de referencia, modelos curriculares, formas de decisión, fórmulas de designar autoridades, vínculos con la sociedad, actores representativos, actuación de los actores, organización y agendas de movilización e inclusive los imaginarios de la sociedad sobre las universidades públicas están cambiando y es imperativo que las universidades acaben con su resistencia a hacerlo, es inevitable ponerse en modo cambio.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Fuente de la Información: https://rebelion.org/formular-una-politica-publica-de-educacion-superior-imperativo-comun/

 

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La independencia inconclusa de Brasil, pero promesa de un futuro para toda la humanidad

La independencia inconclusa de Brasil, pero promesa de un futuro para toda la humanidad

Leonardo Boff

El día 7 de septiembre de cada año celebramos el día de la Independencia de Brasil. Pero se trata de una independencia inconclusa. Fue proclamada por Don Pedro I montado encima de un burro, no como épica y falsamente lo pinta Meireles montado en un hermoso caballo.

Al independizarse se mantuvieron en Brasil las mismas relaciones de la época colonial, de los señores de la Casa Grande y de los esclavizados de la senzala. No olvidemos el hecho de que la Independencia se hizo todavía en el marco de la esclavitud, que fue brutal y cruel para millones de personas traidas de África y esclavizadas aquí. Incluso después de la Ley Áurea de 1888, los esclavizados no tuvieron ninguna compensación en tierras, trabajos u oportunidades. Fueron lanzados al dios-dará sin absolutamente nada.

Hoy los afrodescendientes son el 54% de nuestra población; nunca saldaremos nuestra deuda por todo lo que sufrieron y ayudaron a construir esta nación.

Como país, siempre fuimos dependientes. Primero de Portugal, después de Inglaterra, luego de USA y actualmente de los países opulentos con sus megacorporaciones que explotan nuestras riquezas.

Nunca hubo un proyecto de nación. Predominó siempre, como ha sido demostrado ampliamente por los historiadores, una política de conciliación de las clases adineradas entre sí y de espaldas al pueblo, excluido y cobardemente despreciado y odiado. Ellas ocuparon el Estado y sus aparatos para garantizar sus privilegios, usufructuar los beneficios de los grandes proyectos, los sobornos y la corrupción simplemente naturalizada. Por eso tenemos un país profundamente dividido entre un pequeño número de millonarios y multimillonarios, una porción de clase media y grandes mayorías marginalizadas y excluidas de los bienes de la civilización.

En la época colonial hubo resistencias y revueltas de gente del pueblo, de negros e indígenas, todas violentamente aplastadas con ahorcamientos, fusilamientos o, en el mejor de los casos, con el exilio, y con golpes y dictaduras en la época republicana.

A decir verdad, aquí la democracia fue y sigue siendo de baja y hasta de bajísima intensidad, con una libertad puramente formal y jurídica pero sin su insustituible complemento, la igualdad. Por eso existe una desigualdad vergonzosa, de las mayores de mundo, que es una injusticia social tan grave que clama al cielo por las víctimas que produce.

Mirando hacia atrás, nuestra historia patria está marcada por las oscuras sombras del genocidio indígena, de la colonización, de la esclavitud y de la dominación de las élites del atraso, como las califica el sociólogo Jessé Souza. Cuando alguien venido del piso de abajo, sobreviviente de la gran tribulación brasilera, llegó al poder, Luis Inácio Lula da Silva, con su sucesora Dilma Rousseff introdujeron políticas sociales de inserción de millones de personas pobres y hambrientas, pronto se armó contra ellos un golpe jurídico-parlamentario-judicial. De esta forma se salvó el viejo orden (del desorden social) que halló continuad en una figura insana e psicópata que sacó del armario de una parte importante de la población todo el odio y perversión que había reprimidos, fruto tardío del tiempo de la esclavitud.

Los esclavizados eran simplemente “piezas” a ser vendidas y compradas en el mercado y tratadas con las famosas tres pes: palo, pan y paño; palo como latigazos inhumanos, pan para que no muriesen de hambre y paño para esconder sus vergüenzas. La práctica era la violencia que continúa todavía hoy con la población negra y pobre.

Fine finaliter: aquí nuestra independencia fue manca e inacabada, lo que nos quita cualquier sentido de celebración. Como nunca hubo una revolución que, como en los grandes países que dieron su salto de calidad, apease del poder-dominación a la clase del privilegio y del enriquecimiento fácil, nunca tuvimos la oportunidad de fundar una nación con un proyecto para todos, altivo y activo. Solo hemos prolongado el régimen de dependencia de varios otros poderes foráneos hasta el día de hoy.

¿Cuál sería nuestra oportunidad y nuestro destino? Mirar hacia delante y al futuro. Somos una nación continental, con la mayor riqueza ecológica del planeta en términos de agua dulce, selvas tropicales, suelos fértiles, inmensa biodiversidad y un pueblo abierto, hábil e inteligente que ha conseguido sobrevivir a todo tipo de opresión.

Sabemos que la Tierra ha llegado a su límite. El día 28 de julio de 2022 ocurrió el Día de la Sobrecarga de la Tierra (The Earth Overshoot Day) o sea, que ya hemos gastado todos los bienes y servicios naturales indispensables para la vida en este año. Estamos en números rojos. En los siete meses pasados hemos usado todas las aguas, minerales, vegetales y energía que el planeta puede producir y regenerar en el período de 365 días.

Para poder seguir viviendo sería necesaria la biocapacidad de 1,75 Tierras, que no tenemos.

Con el aumento inesperado del calentamiento global y con el CO2  y el metanoque ya existen acumulados en la atmósfera, los eventos extremos serán inevitables. Hemos llegado con retraso. Con ciencia y técnica podemos solo mitigar los efectos extremos que vendrán con destrucción de ecosistemas y miles de vidas humanas. Según los datos de este año del IPCC esto podrá suceder en los próximos 3-4 años. Hay muchas naciones que no consiguen producir lo que su población necesita, situación agravada por la irrupción de la Covid-19.

Esta realidad sombría puede llegar a ser una catástrofe global. Y en este punto es donde entra la independencia posible y real de Brasil. Él puede ser la mesa puesta para las hambres y las sedes de toda la humanidad. Esta dependerá en gran parte de Brasil, de la humedad de nuestra Amazonia, de la proteína de nuestro ganado y aves, y de la producción de alimentos de nuestros suelos. Gran parte de los países, hoy independientes, serán dependientes de nosotros. Finalmente habremos alcanzado nuestra real independencia, no para nuestro orgullo y beneficio, sino como servicio para la vida en la Tierra y la supervivencia de la humanidad.

Finalmente podremos entonar la canción carnavalesca: “¡Libertad, Libertad! Abre tus alas sobre nosotros Y que la voz de la igualdad sea siempre nuestra voz” y de toda la humanidad.

*Leonardo Boff, teólogo, filósofo y escritor, ha escrito El doloroso parto de la Madre Tierra, Vozes 2021; Habitar la Tierra, Vozes 2022.

Traducción de MªJosé Gavito Milano

 

Fuente de la Información: https://leonardoboff.org/2022/09/09/la-independencia-inconclusa-de-brasilpero-promesa-de-un-futuro-para-toda-la-humanidad/

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UNICEF: La educación bajo ataque

La educación bajo ataque

Los ataques a escuelas, estudiantes y educadores son ataques al derecho de los niños a la educación ya su futuro.

El problema

En todo el mundo, los ataques contra los niños continúan sin cesar, ya que las partes en conflicto se burlan de una de las reglas más básicas de la guerra: la protección de los niños. La naturaleza prolongada de los conflictos actuales está afectando el futuro de generaciones enteras de niños. Sin acceso a la educación, una generación de niños que viven en conflictos crecerá sin las habilidades que necesitan para contribuir a sus países y economías, lo que exacerbará la situación ya desesperada de millones de niños y sus familias.

La solución

El derecho de un niño a la educación no se puede salvaguardar en zonas de conflicto sin que se proteja la educación misma. La educación puede ser un salvavidas. Fuera de la escuela, los niños son blancos fáciles de abuso, explotación y reclutamiento por parte de las fuerzas y los grupos armados. La escuela debe proporcionar un espacio seguro donde los niños puedan estar protegidos de amenazas y crisis. También es un paso crítico para romper el ciclo de crisis y reduce la probabilidad de futuros conflictos.

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ONU: Las aulas deben ser lugares de ‘paz y aprendizaje’, dice el jefe de la ONU en el día de la protección de la educación

Las aulas deben ser lugares de ‘paz y aprendizaje’, dice el jefe de la ONU en el día de la protección de la educación

La educación es un derecho humano fundamental y “un motor esencial para lograr la paz y el desarrollo sostenible”, subrayó el Secretario General António Guterres el viernes, Día Internacional para Proteger la Educación de los ataques.

“Desafortunadamente, este derecho sigue siendo objeto de ataques, especialmente en las zonas afectadas por conflictos”,  dijo en un comunicado  conmemorativo del día.

“ Las aulas deben seguir siendo lugares de paz y aprendizaje ”.

Los ataques deben detenerse ‘inmediatamente’

En 2020 y 2021, la Coalición Global para Proteger la Educación de Ataques reportó más de 5000 asaltos y casos de uso militar de escuelas y universidades.

Y más de 9.000 estudiantes y educadores fueron asesinados, secuestrados, arrestados arbitrariamente o heridos, la mayoría de los cuales eran mujeres y niñas.

“Estos ataques privan a millones de estudiantes vulnerables del acceso a la educación y aumentan el riesgo de violencia sexual y reclutamiento de niños por parte de grupos armados. Deben detenerse de inmediato”, continuó el jefe de la ONU.

Unidos por una educación segura

El Sr. Guterres acogió con satisfacción las medidas adoptadas por muchos países para proteger las instituciones educativas e instó a “todos los Estados miembros a respaldar e implementar la  Declaración de Escuelas Seguras ”.

“Se deben respetar las obligaciones del Derecho Internacional y el Derecho Internacional Humanitario. Debemos seguir monitoreando, investigar todos los ataques y hacer que los perpetradores rindan cuentas”, explicó el alto funcionario de la ONU.

Al conmemorar el día internacional y en el período previo a la  Cumbre de Educación Transformadora , que se convocará en la sede de la ONU en Nueva York del 16 al 19 de septiembre, animó a todos a “actuar juntos para garantizar una educación segura para todos”.

Hechos sorprendentes

  • Los ataques a la educación y el uso militar de las escuelas aumentaron en un tercio en 2020 en comparación con 2019 y mantuvieron la misma tasa en 2021.
  • Seis ataques a la educación o incidentes de uso militar ocurrieron cada día.
  • Se utilizaron armas explosivas en alrededor de una quinta parte de todos los ataques denunciados contra la educación durante el período del informe.

Sensibilización

La Asamblea General estableció por unanimidad el día, llamando a la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura ( UNESCO ) y al Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia ( UNICEF ) a crear conciencia sobre la difícil situación de millones de niños que viven en países afectados por conflictos.

En su  resolución , la Asamblea afirmó que los gobiernos tienen la responsabilidad principal de brindar protección y garantizar una educación inclusiva y equitativa de calidad en todos los niveles para todos los educandos, especialmente aquellos en situaciones vulnerables.

También enfatizaron la necesidad de intensificar los esfuerzos y aumentar la financiación para promover entornos escolares seguros y protectores en emergencias humanitarias tomando todas las medidas posibles para proteger a las escuelas, los alumnos y el personal educativo de ataques, abstenerse de acciones que impidan el acceso de los niños a la educación y facilitar el acceso. a la educación en situaciones de conflicto armado.

 

Fuente de la Información: https://news.un.org/en/story/2022/09/1126301

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UNESCO: 3 habilidades socioemocionales en las que destacan los estudiantes latinoamericanos

3 habilidades socioemocionales en las que destacan los estudiantes latinoamericanos

Apertura a la diversidad, autorregulación escolar y empatía fueron las habilidades que se midieron en estudiantes de América Latina y el Caribe en un estudio realizado por UNESCO.

El Estudio Regional Comparativo y Explicativo 2019 (ERCE 2019), iniciativa del Laboratorio Latinoamericano de la Calidad de la Educación (LLECE), se realiza desde 1995 y en su cuarta versión aparte de medir competencias en Lenguaje, Ciencias y Matemáticas, se encargó también de medir por primera vez a gran escala las habilidades socioemocionales de los estudiantes de la región.

El apartado de las habilidades socioemocionales del estudio estuvo a cargo del Centro de Medición MIDE UC de la Pontificia Universidad Católica de Chile, centro universitario de investigación que proporciona información para guiar la creación e implementación de políticas públicas relacionadas a la educación.

Apertura a la diversidad

En el estudio se definió la apertura a la diversidad como la disposición para aceptar a alumnos de distintos grupos sociales, países, etnias, colores de piel o con alguna discapacidad.

A nivel regional, el 85% de las respuestas se concentraron en las dos categorías más positivas, “me gustaría un poco” o “me gustaría mucho” que llegue un estudiante de otras etnias, religiones, etc.

Gráfico de líneas de la UNESCO sobre Apertura a la diversidad en estudiantes de sexto grado

 

En tanto, Cuba y Costa Rica fueron los países con mayor porcentaje de respuestas positivas, con 93% y 92% respectivamente.

Autorregulación escolar

Definida como la capacidad de seguimiento de las normas de la clase, la de pedir ayuda cuando se necesita y la de perseverar. En esa área, el 74% de las respuestas estuvieron entre las dos categorías más positivas, “varias veces” o “casi siempre”, los estudiantes realizaron acciones en las que se autorregulan, como salir a jugar solo después de haber terminado una tarea o revisar un examen antes de entregarlo.

Gráfico de líneas de la UNESCO sobre Autorregulación escolar en estudiantes de sexto grado

Por otro lado, sólo el 5% de las respuestas estuvieron en las dos categorías negativas. Cuba fue el país que presentó más autorregulación y Brasil el que menos.

Empatía

Se refiere a la habilidad de comprender los puntos de vista de otras personas y a experimentar emociones congruentemente con la situación que pasa el otro. Considerando el total de respuestas, el 55% de ellas se concentra en las dos categorías más positivas, “varias veces” o “casi siempre”, mientras que un 45% en las dos más negativas, “a veces” con un 30% y “nunca o casi nunca” con un 15%.

Gráfico de líneas de la UNESCO sobre la empatía en estudiantes de sexto grado

Como dato interesante, los estudiantes cubanos reportaron una media de niveles de empatía más altos que la media regional.

Otros puntos a considerar:

El estudio también identificó algunos factores que influyen en la obtención de estas habilidades:

  1. La educación preescolar: este factor se asoció positivamente con todas las respuestas. Socializar a temprana edad permite a los niños participar en ambientes seguros con sus pares, por lo que son más abiertos a la diversidad.
  2. Interés demostrado por el docente: se relaciona a lo que hace el profesor en la sala de clases. Acciones como animar a los estudiantes, estar atento a sus preocupaciones y reconocer sus avances con comentarios positivos, están muy relacionados a la obtención de mejores resultados.
  3. Clima del aula: los alumnos que van a escuelas donde el profesor tiene dificultades para iniciar la clase y mantener el silencio, o donde en general prevalece el desorden, reportan niveles más bajos de obtención de estas habilidades.

El estudio llegó a la conclusión de que es es necesario mejorar la instrucción de los docentes en relación a las habilidades socioemocionales, necesarias para convertir a los niños y niñas en ciudadanos activos y con la capacidad de llevar adelante sus propios proyectos de vida.

 

Fuente de la Información: https://eligeeducar.cl/acerca-del-aprendizaje/3-habilidades-socioemocionales-en-las-que-destacan-los-estudiantes-latinoamericanos/

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