Page 2410 of 2677
1 2.408 2.409 2.410 2.411 2.412 2.677

No eres tú, es la estructura: desmontando la poliamoría feminista

Coral Herrera Gómez

A nivel teórico y discursivo estamos haciendo grandes rupturas sobre el modelo de amor romántico monógamo y lo tenemos muy claro; a nivel emocional, son muchos siglos de patriarcado los que tenemos encima.  El poliamor también genera mitos, finales felices, procesos enriquecedores, experiencias fascinantes, decepciones y frustraciones variadas.

La poliamoría feminista es una nueva utopía colectiva para las que soñamos con un mundo igualitario, feminista y diverso. En este mundo ideal, las mujeres no estaríamos divididas en dos grupos: las buenas (fieles y sumisas sin deseo sexual), y las malas (ninfómanas, promiscuas y libres). Todas tendríamos derecho a tener las relaciones que quisiéramos sin sentirnos culpables, sin rendir cuentas a nadie, sin que se desate el escándalo social, sin que nos insulten, nos discriminen, nos castiguen o nos maten por ello.

Además, tendríamos mucho más tiempo para amar, para disfrutar de la vida y los afectos, para investigar y construir relaciones diversas, con o sin sexo, con o sin romanticismo. En el mundo poliamoroso feminista ideal no nos avergonzaríamos de nuestros cuerpos, no existiría el pecado ni la culpa, y podríamos disfrutar de nuestra sexualidad y nuestros multiorgasmos sin ningún tipo de traumas ni complejos.

Construiríamos una especie de ética amorosa para evitar las guerras románticas y las luchas de poder, y aprenderíamos a juntarnos y separarnos con cariño. En este código el objetivo general sería cuidar a los demás y cuidarse a una misma, aprender a resolver los conflictos sin violencia, evitar el sufrimiento innecesario, y aprender a disfrutar del amor y de la vida.

Nuestra cultura está basada en el mito de que “cuando una quiere, una puede”, el mito del sueño norteamericano; podemos adelgazar si nos lo proponemos, podemos despatriarcalizarnos y evitar la monogamia si queremos

En un mundo de poliamoría feminista y queer no seríamos egoístas, celosas, ni posesivas, ni sufriríamos si nuestra pareja se enamora locamente de otra persona y necesita su espacio para disfrutar del colocón del enamoramiento. Podríamos llegar a ser, entonces, gente humilde y generosa que ama su libertad y la de los demás. Seríamos menos egocéntricas, pues no necesitaríamos sentirnos únicas ni especiales para alguien las veinticuatro horas del día. No aspiraríamos, como ahora, a ser el centro del Universo de la persona amada, pues en el mundo poliamoroso no hay centros, todo son redes interconectadas. Todos los afectos estarían en el mismo nivel, sin jerarquías: cada pareja se construiría desde la interacción y el presente, no habría amores clandestinos, y el amor no se encerraría en sí mismo, sino que fluiría libre, multiplicándose y expandiéndose.

En la poliamoría feminista no habría etiquetas que nos distinguiesen y encajonasen como heterosexuales, lesbianas o bisexuales, pues no serían identidades, sino estados temporales, transiciones del ser en el espacio y el tiempo por las que fluiríamos sin mayores problemas. También la masculinidad y la feminidad dejarían de ser estados puros: no tendríamos que dar explicaciones a nadie sobre nuestro estado de género, nuestras orientaciones, gustos o apetencias, porque no tendría importancia.

La poliamoría feminista sería queer, inclusiva y diversa, con múltiples praxis y formas de vivirla. La monogamia no estaría mal vista, ni tampoco se asociaría con el patriarcado. Todo el mundo podría ser monógamo en un sistema poliamoroso feminista sin que ello suponga ningún problema, porque en la poliamoría feminista no hay leyes escritas ni normas que seguir fielmente: cada una se diseña su tejido sexual, afectivo, erótico y romántico a su gusto, sin seguir patrones establecidos, sin etiquetarse ni encajonarse en estructuras externas.

En este mundo ideal, además, seríamos todas estupendas personas, porque no tendríamos que mentir, engañar, traicionar a nadie, ni sentirnos culpables por lo que hacemos o lo que sentimos. No habría arrepentimientos, ni escenas dramáticas, ni tendríamos por qué avergonzarnos de nuestros sentimientos, o pedir perdón por ellos. Seríamos libres para querer a mucha gente de diversas formas, y para construir nuestras relaciones como queramos, sin adaptarnos a ninguna estructura que no sea nuestra, creada por nosotras en la interacción con la gente.

Suena la alarma y me despierto en el siglo XXI, el patriarcado goza de muy buena salud, lo llevamos aún inserto en el ADN, y no existe tal mundo poliamoroso feminista (aún). El patriarcado es la tela envolvente en la que se desarrolla nuestra Realidad, y está muy dentro de cada una de nosotras y nosotros, seamos heteros, lesbianas o bisex, practiquemos la monogamia o el amor libre.

A nivel teórico y discursivo estamos haciendo grandes rupturas y lo tenemos muy claro; a nivel emocional, nos queda mucho camino por recorrer. Yo no tengo muy claro que el cambio emocional sea algo que pueda darse con sólo desearlo y trabajar duro para lograrlo, porque son muchos siglos de patriarcado los que tenemos encima. Siempre animo a la gente a que lleve la teoría a la práctica, pero admito que es sumamente complicado: a mí misma me cuesta ser plenamente coherente, y no puedo dejar de sentir las cosas que siento por mucho que me lo proponga.

Nuestra cultura entera está basada en el mito de que “cuando una quiere, una puede”, o lo que es lo mismo, esa idea absurda que vende el mito del sueño norteamericano (cualquier puede llegar a ser presidente de los Estados Unidos, basta con trabajar duro). Nos hemos creído la idea de que podemos hacer cualquier cosa que nos propongamos con mucho tesón, alegría, esfuerzo, disciplina y un poquito de buena suerte.

El batacazo nos lo llevamos cuando nos damos cuenta de que no tenemos las herramientas. Nuestros conocimientos en torno a la gestión de las emociones son aún limitados, y no hemos entrenado lo suficiente para poder asumir y vivir las emociones

Tanto es así que los gurús nos aseguran que es más fácil que te toque la lotería si lo deseas intensamente y le pones energía al tema. Es el secreto de la posmodernidad: yes, you can. Sí, tú puedes. Bajo esta lógica, se puede admitir que el mercado de trabajo esté fatal y el número de personas desempleadas sea indecente, pero tú podrás conseguir lo que todos ellos no pueden. Porque tú eres especial, porque tú lo vales, porque tú puedes hacer tus sueños realidad (los demás que se busquen la vida como tú lo haces).

Esta es entonces la lógica según la cual podemos adelgazar si nos lo proponemos, podemos despatriarcalizarnos y evitar la monogamia si queremos. Por eso hay tanta gente siguiendo dietas de adelgazamiento o extirpándose las acumulaciones de grasa, por eso hay tanta gente tratando de despojarse de conceptos como la propiedad privada, la exclusividad, la posesividad, y todo aquello que constriñe nuestro deseo y nuestra libertad para amar.

Estando donde estamos (en el patriarcado capitalista posmoderno), queremos probar, aventurarnos, explorar, e intentarlo. Queremos hacer realidad nuestros sueños y convertirnos en personas abiertas y generosas que jamás sienten celos ni coartan la libertad de sus compañeras y compañeros para tener otras parejas. Igual que estamos desmontando la maternidad patriarcal y otras estructuras como el amor romántico o la democracia patriarcal, también queremos desmontar la monogamia construyendo una utopía poliamorosa en la que todas vamos a ser muy maduras, coherentes y felices.

El batacazo nos lo llevamos cuando nos damos cuenta de que no tenemos las herramientas. Tenemos la teoría, pero nos faltan los instrumentos con los que llevar a cabo el cambio. Nuestros conocimientos en torno a la gestión de las emociones son aún limitados, y no hemos entrenado lo suficiente para poder asumir y vivir las emociones con estos conocimientos. Sabemos que el cambio ha de ser individual y colectivo, pero estamos tratando de convertir el discurso en acción un poco a ciegas, pues no tenemos modelos que seguir, nadie tiene la fórmula mágica, y las referencias que tenemos en nuestra cultura son tan antiguas que ya no nos valen.

Nuestros sentimientos no evolucionan tan rápidamente como nuestras teorías, y la sociedad tampoco evoluciona al mismo ritmo que nuestros sueños húmedos y utópicos. Las compañeras heteros comprueban que sus compañeros varones no se lo están trabajando al mismo ritmo que nosotras. Es cierto que hay hombres igualitarios y feministas trabajándoselo, pero son muy pocos aún.

Son muchos siglos de opresión patriarcal, demasiados. A veces (generalmente cuando veo en algún bar la televisión por cable), pierdo la fe en la Humanidad y me pongo pesimista pensando que necesitamos otros cuantos siglos más para poder interiorizar todos esos cambios que queremos hacer. Incluso aunque ahora mismo se produjese el milagro y toda la industria cultural comenzase a lanzarnos otros mensajes, nos contara otros cuentos con otras tramas, otros personajes y otras historias felices, nuestras estructuras emocionales no cambiarían de pronto. Porque las tenemos muy adentro: las heredamos a través de la familia, la escuela, las películas y las canciones, y no resulta nada fácil vaciarse de toda esta carga cultural. Además, creemos devotamente en la magia de la transformación instantánea, por eso usamos amuletos, tótems, talismanes, figuritas y piedras sagradas, del mismo modo que los héroes de nuestros cuentos logran lo que se proponen frotando la lámpara de Aladino, besando a la rana, matando al dragón, poniéndose el anillo…

Pero no, no vamos a levantarnos un día por la mañana y vamos a descubrir que ya no somos celosas. Es probable que ni trabajándote el tema duramente logres siquiera dejar de sentir celos. Quizás en el proceso obtengas herramientas para aprender a gestionarlos y para que no afecten a tus seres queridos, pero las emociones no desaparecen mágicamente de nuestros cuerpos, porque están construidas a base de mitos.

Hemos interiorizado todos y cada uno de estos mitos a través de los cuentos, por eso la labor de desmontar el romanticismo patriarcal y desmontarnos a nosotras mismas no es nada fácil, y puede ser incluso tremendamente dolorosa. Creo que esto explica por qué hay tanta gente atormentada por los miedos y las profundas contradicciones posmodernas (lo que me gustaría que hubiese y lo que hay, lo que pienso y lo que siento, lo que digo y lo que hago, lo que soy y lo que querría ser).

Muchas de nosotras queremos llevar la teoría a la práctica y alcanzar la coherencia total entre nuestros discursos, acciones, y sentimientos. Pero nadie es completamente coherente con sus ideas, y después de haber recibido tanta ideología patriarcal en vena durante toda nuestra infancia y adolescencia (aprendimos a amar monógama y patriarcalmente), desaprender todo esto es sumamente complicado.

Me encanta la diversidad de formas de amar que existen, pero huyo de las religiones del amor que aseguran haber encontrado la fórmula mágica para ser felices

En mi caso, yo me complico la vida cada vez menos, y me adapto a todo lo que venga. A veces estoy hetero, otras lesbiana, a veces monógama y otras veces no, según me apetezca y según sea la interacción con la otra persona. Ahora por ejemplo estoy hetero y monógama, y en otras etapas estoy de otras maneras. En mi práctica amorosa voy construyendo las relaciones según como vengan: con cada persona establezco unos pactos que pueden revisarse o transformarse en cualquier momento. Depende de cómo estoy yo, de mis necesidades y apetencias, y las suyas, de lo que cada una de nosotras queremos…Cada una de ellas diferente a las demás, y yo misma voy cambiando con los años, de modo que con cada una de ellas la experiencia amorosa ha sido diferente. Al no encajonarme en ningún estilo amoroso, me he sentido más libre para explorar y probar cosas nuevas… tengo grandes logros en mi camino (por ejemplo, ahora soy menos celosa que en la adolescencia), y tengo todavía muchas cosas por trabajar. Lo que sí evito es seguir modas, patrones, soluciones totalizantes, o verdades absolutas.

Me encanta la diversidad de formas de amar que existen, pero huyo de las religiones del amor que aseguran haber encontrado la fórmula mágica para ser felices. El poliamor, por ejemplo, está de moda, pero es también una estructura que nos viene de fuera, o sea, que no la hemos creado nosotras. Aunque nos resuelve algunos problemas, nos trae otros: no es la panacea, ni la salvación. A unos les viene estupendo, y otros sufren horrores tratando de adaptarse a la nueva estructura. Porque cada estructura tiene sus problemas.

La utopía poliamorosa es tan romántica como la utopía monógama: el poliamor también genera mitos, finales felices, procesos enriquecedores, experiencias fascinantes, y paraísos hechos a medida. Y por ello, también genera decepciones y frustraciones variadas, como cuando lo estamos intentando y nos damos cuenta de que no podemos por mucho que queramos. Le ponemos todo el amor del mundo, pero nos duele… ¿qué hacemos? Y ahí nos divide de nuevo la dicotomía patriarcal: o volver a la monogamia, o trabajar contra la monogamia. Volver a la monogamia supone traicionar a tu gente y traicionarte a ti, saber que vuelves a lo cómodo, a la doble moral, a la hipocresía, al deseo de exclusividad. Y te sientes patriarcal porque la dinámica general es ir abriéndolo todo…

Romper con la monogamia supone ir contracorriente, pero no sólo a nivel político y social: también es ir a contracorriente de todas las emociones y sentimientos que heredamos y que son nuestras, habitan dentro de nosotras, nos influyen, nos limitan, nos condicionan. La batalla entonces es doble: luchas contra la monogamia capitalista heteropatriarcal, y a la vez luchas contra tus sentimientos monógamos, capitalistas y patriarcales. O sea, contra ti misma.

Y a veces una se pregunta: ¿merece la pena tanta batalla?, o ¿por qué no me estoy divirtiendo?, ¿no será que el ritmo que me impongo es demasiado fuerte, y será que necesito más tiempo para mi proceso individual?, ¿no será que no es esta una batalla personal, sino colectiva, y que sola no puedo hacer frente a un cambio tan descomunal?…

Podríamos amar en libertad si nos organizásemos de otra manera, si la pareja monogámica heterosexual dejase de ser el pilar de nuestro sistema, si dejasen de bombardearnos con su idea de la “normalidad”

Al final se sufre igual en la monogamia que en el poliamor, y eso es porque la estructura amorosa sigue siendo patriarcal. Amar en libertad sería más fácil si la cultura en la que vivimos no estuviese basada en el individualismo, la propiedad privada, las jerarquías, las luchas de poder, las prohibiciones y los tabúes. Amar en libertad sería posible en un mundo sin machismo, sin doble moral, sin la explotación económica de unos pocos sobre la gran mayoría. Amar en libertad sería más fácil si las mujeres gozásemos de autonomía económica, si no dependiéramos económicamente de los hombres, si no sufriésemos discriminación y violencia.

Podríamos amar en libertad si nos organizásemos de otra manera, si la pareja monogámica heterosexual dejase de ser el pilar de nuestro sistema, si dejasen de bombardearnos con su idea de la “normalidad”, si viviésemos en un mundo diverso e igualitario, si tuviéramos las herramientas precisas para disfrutar de todo esto. Pero no las tenemos, por eso nos liberamos de algunas opresiones, y nos imponemos otras; rompemos unos mitos, y construimos otros; sustituimos unas creencias y unos tabúes por otros, y acabamos sintiéndonos tan aprisionadas como en cualquier otra estructura.

Para liberarnos, hay que acabar con las estructuras que vienen de fuera, y construir las nuestras propias. Entre la monogamia absoluta-traicionera, y el poliamor buenrollista-feliciano, hay muchas más alternativas. No tenemos por qué dividirnos en dos bandos, ni tenemos por qué elegir uno u otro modelo: entre el blanco y el negro hay toda una gama de colores y matices diversos, pues tan diversas son las personas como las relaciones que construimos entre nosotras.

Creo que se disfruta más sin esclavizarse a las modas, transitando por el mundo según las apetencias del momento, y sin encasillarse en ninguna etiqueta que nos limite o nos condicione. Yo creo que no hay fórmulas mágicas para sufrir menos y disfrutar más: vivimos en la era de la customización y cada cual tiene que confeccionarse su propia utopía, su propia Realidad y sus estructuras. Lo que le sirve a unos, no les sirve a otros. Y lo que te sirvió en una etapa de tu vida, no te sirve en otra, porque el paso de los años te va cambiando, vas mejorando y creciendo como persona, acumulas experiencias que te llevan a diseñar otro tipo de estrategias, y tienes otro tipo de problemas.

El proceso de cambio ha de ser individual, pero también colectivo: es más fácil si en nuestros procesos podemos juntarnos con la gente para hablarlo, para compartir herramientas, dudas, problemas, teorías y prácticas. Para cuestionar todos los mitos, sean monógamos o poliamorosos, todas las normas, las modas, las prohibiciones y opresiones que pesan sobre nuestra cultura amorosa. Somos cada vez más personas con ganas de investigar y desmontar el patriarcado, reivindicar la diversidad sexual y amorosa, y trabajar personal y colectivamente por una transformación total (sexual, económica, política, social, afectiva, cultural). Sin embargo, la labor de destrozar estructuras no tiene por qué significar asumir estructuras nuevas igual de tiranizantes y dolorosas: cada cual que se construya la suya propia de acuerdo a sus gustos, necesidades y apetencias. En estas rupturas y estos cambios, es fundamental que podamos elegir con libertad nuestra manera de querernos y amarnos.

Lo romántico es político: el proceso de transformación es individual y colectivo, pero tiene que ser divertido.

Fuente del articulo: http://www.pikaramagazine.com/2015/09/no-eres-tu-es-la-estructura-desmontando-la-poliamoria-feminista/#sthash.kzn21mqa.dpuf

Fuente de la imagen: http://djd9pi028g05f.cloudfront.net/wp-content/uploads/2015/09/03130803/poliamor-coral-herrera.jpg

Comparte este contenido:

La larga sombra de la Noche de los Bastones Largos

Daniel Filmus

Se llamó Noche de los Bastones Largos a la represión del 29 de julio de 1966 contra profesores y estudiantes que resistían la intervención de la UBA y el fin de su autonomía

Es difícil tomar conciencia de la dimensión del daño que produjeron a la ciencia, la cultura y el desarrollo argentino los acontecimientos que tuvieron lugar en la Universidad de Buenos Aires hace 50 años. Pero estamos seguros de que las consecuencias de lo ocurrido la noche del 29 de julio de 1966 se extienden hasta hoy.

Un mes después de haber derrocado al gobierno democrático de Arturo Illia, la dictadura encabezada por Juan Carlos Onganía decidió terminar con la autonomía y el cogobierno universitario que habían permitido uno de los períodos más prolíficos de la Universidad Argentina. Unos años antes, el general Onganía como comandante en jefe del Ejército ya había planteado su limitada visión de la democracia: «El deber de obediencia al gobierno surgido de la soberanía popular habrá dejado de tener vigencia absoluta si se produce al amparo de ideologías exóticas».

Desde su perspectiva, en las universidades imperaban este tipo de ideas. Las había explicitado el rector reformista Risieri Frondizi al hacerse cargo de la conducción de la UBA: «…es necesario construir una Universidad para el pueblo, para todo el pueblo argentino, sin renunciar a las exigencias más rigurosas en el orden de la cultura y en el cultivo de la ciencia…». Esta posición se vio reflejada en el estatuto de la UBA, en el que se afirmaba que ésta no debía desentenderse de los problemas sociales, políticos e ideológicos y que era un instrumento de mejoramiento social al servicio de la Nación y de los ideales de la humanidad. Durante este período, entre otros avances,  se concursaron los cargos de profesores, se vinculó estrechamente la docencia con una investigación de alta calidad que tuvo un desarrollo sin precedentes, se crearon institutos científicos y nuevas carreras como Sociología y Psicología. También se fundó Eudeba que, bajo la dirección de Boris Spivakow, editó más de 12 millones de libros.

En este contexto, la acción del 29 de julio fue una decisión premeditada contra una Universidad cuyo Consejo Superior, el mismo día del golpe de Estado, había adherido a una declaración del rector Hilario Fernández Long: «En este día aciago en el que se ha quebrantado en forma total la vigencia de la Constitución, el Rector de la Universidad de Buenos Aires hace un llamado a los claustros universitarios en el sentido de que sigan defendiendo la autonomía universitaria, que no reconozcan otro gobierno universitario que el que ellos libremente han elegido de acuerdo con su propio Estatuto, y que se comprometan a mantener vivo el espíritu que haga posible el restablecimiento de la democracia».

Era mucho más que lo que la dictadura podía permitir. El 29 de julio sancionó la Ley 16.912, que estableció la intervención de las universidades. Al mismo tiempo les dio a los decanos la oportunidad de que continuaran en sus cargos con la condición de que anularan el estatuto universitario. En un ejemplo de dignidad, las autoridades se negaron. Esa misma noche la policía cercó varias facultades. En la Manzana de las Luces, donde funcionaban las de Ciencias Exactas y Arquitectura, se habían concentrado más de 300 alumnos y profesores que fueron conminados a salir por los efectivos policiales. Años después, Manuel Sadosky, vice decano de Exactas en aquel momento, relató la represión: » …tratamos de salir como pudimos, con pañuelos blancos para mostrar que no íbamos a resistir, pero me llamó la atención cómo golpearon a Rolando García y a las mujeres. A mí me golpearon en la cara. A Carlos Varsaskyle abrieron una herida profunda. Rompían puertas y vidrios. Era una situación de enorme violencia…»

Mientras el Presidente Onganía ordenaba la quema de miles de libros de EUDEBA, se prohibieron los Centros de Estudiantes y la actividad política. La respuesta de la comunidad universitaria fue masiva.En agosto de 1966 renunció el 77,4% de los docentes de Ciencias Exactas y muchos otros del resto de las facultades. En total 1.378. Una parte importante de ellos (301) debió emigrar, 215 eran algunos de nuestros mejores científicos. Entre ellos los mencionados Risieri Frondizi, Rolando García y Manuel Sadosky, pero también Sergio Bagú, Gregorio Klimovsky, David Jacovkis, Tulio Halperín Donghi, Telma Reca, Mariana Weissmann y tantos otros.

La Noche de los Bastones Largos significó la puesta en práctica por parte de la dictadura de un modelo oscurantista y ultraconservador que se extendió a otras esferas de la sociedad y también implicó el inicio de la aplicación de la Doctrina de Seguridad Nacional. Pero desde el punto de vista del desarrollo nacional produjo el quiebre de un proceso de producción de conocimiento y de formación de profesionales y científicos destinados a fortalecer un crecimiento autónomo, sólidamente vinculado a las necesidades de las mayorías. Todos los indicadores muestran que fue éste el momento en que se inició el fuerte deterioro que sufrió un sistema educativo y científico-tecnológico del que estábamos orgullosos. Deterioro que luego fue profundizado en el tiempo por la dictadura que se inició en 1976 y posteriormente por los gobiernos neo-liberales que mandaron a «lavar los platos» a los científicos poniendo en evidencia que no jugaban ningún papel en el modelo de desarrollo que proponían. Los avances logrados en el gobierno de Raúl Alfonsín con la conducción del Conicet a cargo de Manuel Sadosky, y en los últimos 12 años de intento de transformación del paradigma de crecimiento hacia un modelo productivo basado en la ciencia y tecnología, muestran que Argentina tiene enormes potencialidades.

En momentos en que la comunidad universitaria y científica vuelve a manifestar su preocupación sobre la prioridad que tiene el financiamiento y el apoyo que reciben sus actividades, y cuestiona el modelo de apertura de mercado, ya que prescinde del aporte de la ciencia y tecnología nacional, es necesario recuperar la convicción de que las políticas educativas y científicas se deben concebir como políticas de Estado. Como hemos visto,todo se puede destruir en un día (o una noche) pero lleva décadas recuperar las capacidades perdidas.

Recordar la Noche de los Bastones Largos, honrar a quienes enfrentaron la violencia de la dictadura y pagaron con la exclusión y el exilio la dignidad de sus acciones, debe significar volver a poner en debate por qué la educación, la universidad, la ciencia y la tecnología deben jugar un papel central en la construcción de un proyecto de país con cada vez mayores niveles de autonomía, crecimiento, integración y justicia social.

 @FilmusDaniel

Parlamentario del Mercosur, profesor titular UBA, investigador Citra Conicet

Fuente del articulo:http://www.infobae.com/opinion/2016/07/29/la-larga-sombra-de-la-noche-de-los-bastones-largos/

Fuente de la imagen: http://2.bp.blogspot.com/-8TM2GrvsLBI/VZMw_4JjQOI/AAAAAAAAH_k/qxYFUfm6uXA/s640/represi%25C3%25B3n%2Bfrente%2Ba%2Bexactas%2Bhoy%2Bmanzanan%2Bde%2Blas%2Bluces%2Bcopia.jpg

Comparte este contenido:

Revoluciones silenciosas: la convivialidad

Leonardo Boff

Con la caída del muro de Berlín en 1989 y el socialismo que hacía el contrapunto (independientemente de sus graves errores internos), el capitalismo terminó ocupando todos los espacios en la economía y en la política. Con la llegada al poder de Margaret Thatcher en Inglaterra y de Ronald Reagan en Estados Unidos, la lógica capitalista adquirió libre curso: liberalización completa de los mercados con ruptura de todos los controles, introducción del estado mínimo, de las privatizaciones y de la competencia sin fronteras.

La llamada “mundialización feliz” no fue tan feliz.

El premio Nobel de economía, Joseph Stigliz, pudo escribir en 2011: «solamente el 1% de los más ricos hacen funcionar la economía y todo el planeta en función de sus intereses» (“Of the 1% by 1%” en Vanity Fair, mayo 2011). En razón de esto, uno de los mayores multimillonarios, el especulador Warren Buffet se vanagloriaba: «sí, la lucha de clases existe, pero mi clase, la de los ricos, es la que dirige la lucha y la estamos ganando» (Entrevista en la CNN de 2005).

Sólo que todos esos adinerados nunca incluyeron en sus cálculos el factor ecológico, considerando los límites de los bienes y servicios naturales como externalidades despreciables. Esto ocurre también en los debates económicos en nuestro país, retrasado en esta cuestión, con excepción de algunos pocos como L. Dowbor.

Al lado de la hegemonía mundial del sistema del capital, crecen por todas partes revoluciones silenciosas. Son grupos de base, científicos y otros con sentido ecológico que están ensayando alternativas a este tipo de habitar el planeta Tierra. De continuar estresando sin piedad a la Tierra, esta podría cambiar y provocar un desequilibrio capaz de destruir gran parte de nuestra civilización.

En un contexto así de dramático surgió un movimiento llamado “Los convivialistas” que reúne por ahora a más de 3200 personas de todo el mundo (véase www.lesconvivialistes.org). Buscan vivir juntos (de ahí convivialidad), cuidando unos de otros y de la naturaleza, no negando los conflictos, sino haciendo de ellos factores de dinamismo y de creatividad. Es la política del gana-gana.

Cuatro principios sustentan el proyecto: el principio de la común humanidad. Con todas nuestras diferencias, formamos una única humanidad, a mantener unida.

El principio de la común socialidad: el ser humano es social y vive en varios tipos de sociedades, que deben ser respetadas en sus diferencias.

El principio de individuación: aunque siendo social, cada cual tiene derecho a afirmar su individualidad y singularidad, sin perjudicar a los demás.

El principio de la oposición ordenada y creadora: los diferentes pueden oponerse legítimamente, pero teniendo siempre cuidado de no hacer de la diferencia una desigualdad.

Estos principios implican consecuencias éticas, políticas, económicas y ecológicas que no cabe detallar aquí.

Lo importante es empezar: a partir de abajo, con el bio-regionalismo, con las pequeñas unidades de producción orgánica, con la generación de energía a partir de los desperdicios, con sentido de autolimitación y de justa medida, viviendo un consumo frugal y compartido entre todos. Las revoluciones silenciosas están acumulando energía para, en un momento determinado de la historia, poder hacer la gran transformación.

Hoy es importante acentuar la convivialidad porque actualmente hay muchos que ya no quieren vivir juntos.

La convivialidad como concepto fue puesta en circulación por Ivan Illich (1926-2002) con su libro La convivialidad (1975). Illich fue uno de los grandes pensadores proféticos del siglo XX. Austriaco, vivió gran parte de su vida en las dos Américas. Para él la convivialidad consiste en la capacidad de hacer convivir las dimensiones de producción y de cuidado; de efectividad y de compasión; de modelado de los productos y de creatividad; de libertad y de fantasía; de equilibrio multidimensional y de complejidad social: todo para reforzar el sentido de pertenencia universal.

La convivialidad pretende ser también una respuesta adecuada a la crisis ecológica. Ella puede evitar un real crushplanetario.

Habrá un nuevo pacto natural con la Tierra y social entre los pueblos. El primer párrafo del nuevo pacto será el sagrado principio de la autolimitación y de la justa medida; después, el cuidado esencial de todo lo que existe y vive, la gentileza con los humanos y el respeto a la Madre Tierra.

Es posible organizar una sociedad buena, una Tierra de la buena-esperanza (Sachs y Dowbor) en la cual las personas prefieren cooperar y compartir en vez de competir y acumular ilimitadamente.

– Leonardo Boff escribió con M.Hathaway, O Tao da libertação: explorando a ecologia de transformação, Vozes 2012.

Traducción de Mª José Gavito Milano

Fuente del articulo: http://www.redescristianas.net/revoluciones-silenciosas-la-convivialidadleonardo-boff/

Fuente de la imagen: https://simplyandcreative.files.wordpress.com/2015/05/people-eiffel-tower-lights-night.jpg

 

 

Comparte este contenido:

Salud: un reto monumental

Carolina Vásquez Araya

Los cambios en el sistema de salud no dependen de una sola persona.

 Sería injusto e irreal esperar mejoras inmediatas en el sistema de salud de Guatemala solo por haberse producido un relevo ministerial. Es de todos conocido el colapso en el cual se encuentra la atención sanitaria a nivel nacional, la manera como se ha administrado esa caja de Pandora de la que muchos han echado mano para llenarse los bolsillos, y los intereses involucrados en el manejo de su presupuesto.

La designación de la doctora Lucrecia Hernández Mack, sin embargo, ha lanzado un soplo de aire fresco en esa nube gris. Muchos esperan que dada su juventud, su integridad, su experiencia profesional y su calidad de médica salubrista -todo lo cual permite suponer una visión holística distinta al enfoque tradicional sobre los retos y posibles soluciones- las decisiones emanadas de esta nueva administración logren resultados en corto tiempo.

Eso es imposible. La restauración de la funcionalidad plena de los puestos y centros de salud, de los hospitales, el abastecimiento básico de instrumental, medicinas y otros suministros indispensables para la atención sanitaria a la población, no dependen de la capacidad de una sola persona al mando ni se verán sus efectos en un abrir y cerrar de ojos. Lo que suceda en los próximos meses dependerá fundamentalmente de la voluntad de los equipos humanos comprometidos con esa misión, siempre y cuando sean capaces de dejar por un lado sus intereses particulares para embarcarse en la aventura de trabajar con el claro propósito de reparar los serios daños ocasionados por la corrupción enquistada en ese importante ministerio.

La fórmula ganadora, de acuerdo con algunas opiniones vertidas en los medios de comunicación y redes sociales, sería un apoyo irrestricto del Ejecutivo, del Congreso, de las organizaciones civiles y de la ciudadanía a este nuevo intento de recuperación del enorme complejo nacional para la atención en salud. El acompañamiento no solo deberá ser constante, sino también consciente e informado sobre el estado real de las instalaciones, las condiciones de trabajo del personal, los detalles del gasto y los planes para poner todo eso en condiciones de supervivencia, dado que actualmente se encuentra en riesgo vital.

La ministra Hernández Mack ha de ser muy valiente para haber aceptado un reto que otros consideran prácticamente imposible de vencer. Hoy será su primer día de trabajo, ya directamente desde el despacho ministerial, y enfrentará los innumerables retos dentro y fuera de la cartera. Desde la distancia resulta difícil imaginar la reestructuración de ese laberinto poblado de amenazas, pero no deja de ser esperanzador pensar en la posibilidad de que, durante esta administración, la población más necesitada encuentre la atención necesaria con sensibilidad humana en el sistema, cuando acuda a él.

La ministra podría echar una mirada a su alrededor y, como sugería algún Presidente anterior, “buscar en las gavetas”, donde quizá encuentre recursos de programas irrealizables por falta de capacidad de ejecución, otra de las grandes deficiencias de un Estado clientelista y poblado de burócratas poco o nada preparados para cumplir sus funciones. La ciudadanía observa con expectación los primeros pasos de esta nueva funcionaria, pero hay que tener la suficiente lucidez para no esperar milagros, sobre todo cuando algunos de los problemas más acuciantes han permanecidos irresueltos por décadas de abandono, malos manejos y presiones malintencionadas de sectores de poder que han usado al sistema de salud como una fuente de enriquecimiento personal.

Fuente del articulo e imagen: http://www.carolinavasquezaraya

 

Comparte este contenido:

Escúchame, soy víctima de trata

Ilka Oliva Corado

Cuando vivía en Guatemala escuché decir a una madre de familia, refiriéndose a una jovencita que trabajaba en un bar (en Guatemala se le llama bares a centros nocturnos parecidos a las cantinas donde también se ofrece el servicio sexual, también llamados prostíbulos)  de mesera y había tenido tres hijos de distinto padre, era mamá soltera: “esa está ahí porque es una puta y le gusta el pico”.

Las mujeres que participaban de la conversación, todas madres de familia, casadas por la iglesia y por todas las leyes, secundaron el comentario y también despotricaron contra la jovencita, a la que cuando miraban saludaban amablemente de beso y abrazo y llamaban sobrina. Yo que no me puedo quedar callada ante injusticias así, pregunté: ¿y ustedes no son putas y no les gusta el pico? Pero es aparte, nosotras estamos casadas, somos mujeres de la casa. ¡Todas somos putas, casadas o no!

 La jovencita había emigrado de su pueblo natal a la capital para trabajar como empleada doméstica,  en su pueblo se había enamorado de un patán que cuando la embarazó huyó cobardemente, cuando ella tenía 15 años. Sus padres la echaron de la casa, con  un hijo qué mantener se fue en busca de trabajo.  En el camino,  sola,  sin conocer a nadie en la capital, deprimida, angustiada,  cayó en una de esas redes de trata que la engañó ofreciéndole techo y comida, aparte de un trabajo; fue a dar a un bar. Conocidos decían que la habían visto trabajando como sexo servidora y no como mesera. “No estaba a la fuerza”, porque ella salía y viajaba a su pueblo a ver a sus hijos.  La suya era una modalidad de esclavitud sexual tan común en el mundo.

Pregunto, ¿qué hacían metidos en un bar, hombres padres de familia, casados? ¿Y encima alardeando con sus esposas, sobrinos e hijos sus andanzas en bares?

Un buen día cuando mi hermano empezó a desarrollar llegó mi papá con sus once ovejas, le dijo que se alistara porque se lo iba  a llevar a un bar para que se hiciera hombre, mi hermanito tendría unos 12 o 13 años. Mi padre lo dijo tan quitado de la pena enfrente de su esposa y sus hijas, como si de comida  hubiese estado hablando. Mi mamá y mi hermana mayor no dijeron nada, la que brincó fui yo, ¡pues entonces también lleváme a mí para que me hagan mujer!, ¡sobre mi cadáver que te llevás a mi hermano a violar niñas! Aquello fue una discusión en la que mis papás terminaron gritándome: ¡loca de mierda! No sé si mi papá llevaría en el transcurso de los años  a mi hermano  “ a que se hiciera hombre”  a un bar, solo ellos lo saben.

Los hombres de mi familia, contando desde mi abuelo hasta mis primos, (imagino que mi hermano también aunque me niegue a aceptarlo) desde que tengo memoria visitan bares, y ha sido aceptado y visto como normal por las mujeres de mi familia que, como salvedad dicen: el hombre es de una de la puerta de la casa para adentro, de la puerta de la casa para afuera es de la calle, con que no nos peguen enfermedades es todo. Es por eso que la mayoría tiene hijos fuera del matrimonio, (a los que no reconocieron, por supuesto) su número galán de amantes y sus visitas habituales a los bares a donde van a dejar buena parte del salario a fin de mes.

Escribo esto no para satanizar a mi familia, lo escribo como ejemplo de una sociedad patriarcal de la que también somos parte. La trata de niñas, niños, adolescentes y mujeres no existiría si los clientes no serían nuestros hombres: padres, amigos, hermanos, compañeros de trabajo, jefes, hijos, abuelos.  Y las mujeres en baños de pulcritud y virginidad no tacháramos a  otras de putas y las dejáramos a su suerte. 

El otro día estaba en una reunión social, conversaba con un grupo de hombres que se llaman así mismo revolucionarios y que se saben la historia política del continente de memoria,  y que muy Fidelistas, Chavistas y Guevaristas, al finalizar se despidieron porque iban todos para un bar y no querían llegar tarde porque sino otros les ganaban a las jovencitas nuevas que llegan cada sábado.  ¿Es de vómito verdad?

Cuando estudiaba en la universidad un buen grupo de compañeros, futuros profesionales (muchos ellos ahora son docentes universitarios) se iban todos los viernes al bar que quedaba al final de la cuadra, decían que con las “putas” del bar podían hacer lo que con sus novias no. ¿Qué puede hacer un hombre con una mujer que está en un lugar para ser maltratada y humillada? Somos nosotros como sociedad de consumo.

Cuando ejercía el arbitraje en Guatemala y nos tocaba dirigir en los departamentos y nos tocaba dormir allá, muchos de mis compañeros la noche anterior al juego se iban al bar del pueblo, a buscar jovencitas, allá se juntaban con los jugadores. El domingo salían en televisión impecables, como jueces imparciales y dignos. Los jugadores como las estrellas inalcanzables. Y eso sucede también a nivel internacional, los árbitros del país anfitrión cuando hay torneos o juegos internacionales, lo primero que hacen como cortesía y bienvenida es llevar a los árbitros a casas de citas de abolengo.  Somos nosotros como sociedad de consumo.

Podría poner mil ejemplos, y sé que ustedes también como lectores tienen miles de ellos, la trata existe porque somos nosotros la sociedad que la consume. En este artículo hablo expresamente de la trata con fines de explotación sexual, pero también existe con fines de explotación laboral y tráfico de órganos.

Y somos insensibles ante esto que debería ser nuestra mayor vergüenza como humanidad, porque con las víctimas no existen los lazos de sangre. Porque no son nuestras hijas, hermanas, amigas, madres. Porque somos egoístas y creemos que solo es importante quien está dentro de nuestra burbuja y zona de confort. Porque no hemos entendido aún que este mundo no va a cambiar sino cambiamos nosotros. Porque la indolencia y la perversidad nos corroe. La mojigatería y la deshumanización se han apoderado de nosotros (cuando nos conviene).

¿Qué sociedad permite la existencia de bares y casas de citas? ¿Qué sociedad permite la existencia de las redes de trata con fines de explotación sexual, laboral y tráfico de órganos?

Somos nosotros quiénes lo permitimos, somos la sociedad de consumo. Unos por hacer y otros por callar. Qué haríamos si un día en cualquier circunstancia nos encontramos con un niño, niña, adolescente o mujer que nos diga: ayúdame, soy víctima de trata?

Es lo que muestra el documental (4.55 minutos de duración) Eschúchame. Creado para la concientización de la sociedad de consumo. O las película Evelyn, Trade, La mosca en la ceniza, La jaula de oro,  La vida precoz y breve de Sabina Rivas. Y tantas otras…

Ilka Oliva Corado.  

@ilkaolivacorado

contacto@cronicasdeunainquilina.com

Audio de la entrevista: https://soundcloud.com/ilka-oliva-corado/escuchame-soy-victima-de-trata

Fuente del articulo: https://cronicasdeunainquilina.com/2016/07/31/escuchame-soy-victima-de-trata/

Comparte este contenido:

Leche materna, la primera vacuna del bebé

Por Pilar Fonseca

En 120 países se celebra hasta el próximo día 7 de Agosto, la Semana Mundial de la Lactancia Materna. Se trata de reivindicar y destacar los beneficios que para los bebés y también para las madres, genera esta práctica.

UNICEF ha querido destacar el valor de la leche materna como una de las posibles y más eficaces vacunas que pueden recibir los bebés nada más nacer.

La lactancia materna puede considerarse como la primera inmunización que recibe un bebé justo tras su nacimiento, contiene nutrientes y también anticuerpos para protegerlos de graves enfermedades que afectan a los bebés.

De hecho, para esta ONG, aplazar la lactancia materna de 2 a 23 horas, aumenta en un 40% el riesgo de que el bebé muera en los primeros 28 días, además hay que tener muy en cuenta que cuando un bebé no es amamantado durante su primera hora de vida, la producción de leche de la madre se limita y esto afecta directamente a la posibilidad de que el niño reciba lactancia materna en exclusiva.

Erradicar costumbres como la que existe en algunos países de alimentar al bebé con leche de fórmula, leche de vaca o agua con azúcar durante sus primeros tres días de vida, es uno de los objetivos de esta y otras ONGs que trabajan promoviendo la lactancia materna como uno de los métodos más efectivos para evitar las enormes cifras de muertes infantiles.

Estamos hablando que en torno a los 77 millones de bebés en todo el mundo, no reciben la leche materna en su primera hora de vida, algo que para UNICEF se traduce en que se pierden 77 millones de vacunas en una población infantil, la de los recién nacidos, que supone la mitad de todas las muertes de menores de cinco años que se producen en el mundo. Una cifra de una dimensión que quizás nos cuesta comprender.

Fomentar la lactancia materna en el mundo

Bebes 2

Fomentar la lactancia materna es uno de los objetivos sobre los que trabajan muchas ONGs. Para UNICEF las cifras son incontestables.

Si se alimentara a todos los recién nacidos con leche materna desde que hacen hasta que cumplen seis meses, calculan que se podrían salvar casi un millón de vidas cada año en todo el mundo.

No, por el momento para promover la lactancia materna las mujeres no están recibiendo toda la ayuda que necesitan tras el nacimiento de su bebé. Sólo el 43% de los bebés de menos de seis meses en todo el mundo, reciben lactancia materna en exclusiva y el 57% de los bebés que no la reciben, tienen 14 veces más probabilidades de morir siendo aún bebés.

Poner el foco sobre esta alimentación, sobre esta vacunación como la define UNICEF, con jornadas como la Semana Mundial de la Lactancia Materna que arranca hoy, hace que veamos lo absurdo de no facilitar algo tan sano, tan asequible y tan sencillo para la población mundial.

Fuente: http://www.bebesymas.com/lactancia/la-leche-materna-una-de-las-vacunas-mas-eficaces

 

 

Comparte este contenido:

Mundos paralelos

06 de agosto de 2016 / Por:  Augusto Costa Zabaleta / Fuente: http://www.cronica.com.ec/

El Cosmos es todo lo que es, lo que alguna vez fue, y lo que alguna vez será; el Cosmos está compuesto de una red de cien billones de galaxias, una verdad que la ciencia no ha descrito, y la vida en la tierra es uno de los fenómenos que aún no está resuelto.

De los universos paralelos o mundos paralelos, se cree que por lo menos existen tres; el uno, en donde la humanidad no puede ver el más allá; el otro, en el Extra Universo y el otro aquí, el que somos nosotros; esta teoría fue anterior e inicialmente segregada a la ciencia ficción, actualmente se experimenta sobre este tópico tan enigmático, para efervescentemente cerciorarnos de la verdad.
Los mundos paralelos, existirían en el mismo espacio y tiempo que habitamos, serian réplicas exactas solo que en diferentes dimensiones; puesto que después de lo ocurrido en el evento más asombroso del Big Bang, una solo burbuja de materia formo la tierra. Entonces cuantas infinitas cantidades de burbujas habrían formado planetas con similitud al nuestro, lo que ocurre es que nuestra limitada capacidad nos hace ver un Universo limitado y no percibimos el resto del espacio infinito, en el cual podrían estar suscitándose muchos Big Bangs y creando una serie inimaginable de planetas.
Habría dos o más mundos, más allá del borde de nuestro universo, que persuasivamente solo sería el conjunto que vemos y nos rodea, y consecuentemente, los Universos paralelos podrían constituirse en la causa de nuestro eminente desastre, pues una colisión con ellos, a la velocidad de la luz que viajan, colapsaríamos fulminantemente.
Con la persistente y profunda compenetración mental de la ciencia, para dilucidar con avidez, el ordenamiento astral, todo lo que un día fue ciencia ficción, se convertirá en ávida realidad. (O).

Fuente artículo: http://www.cronica.com.ec/opinion/columna/columnista/item/14318-mundos-paralelos

Foto: https://universoparalelo14.files.wordpress.com/2015/03/a4bun.jpg?w=1038&h=576&crop=1

Comparte este contenido:
Page 2410 of 2677
1 2.408 2.409 2.410 2.411 2.412 2.677