Saltar al contenido principal
Page 2644 of 2673
1 2.642 2.643 2.644 2.645 2.646 2.673

Evaluación, control y reproducción social

lev-velazquez-479

Contralinea/Por: Lev Moujahid/ 25-03-2016

El debate científico que durante largos siglos se ha hecho sobre la objetividad de la ciencia alcanza las concepciones que se tienen acerca del tema de la evaluación, quizás porque este sea un tópico de relevancia en la sociedad contemporánea, pero también porque efectivamente los fines y usos que de ella se han hecho obligan a adoptar una posición ética y política frente a lo que está sucediendo en nuestro país.

Desde principios del siglo XX, la Escuela Crítica puso de manifiesto que la racionalidad instrumental es heredera de la visión positivista de la ciencia, la cual navega con bandera de imparcialidad ante un mundo que es consecuencia de la dinámica del capitalismo, hoy en franca crisis de viabilidad porque su mecanismo de “desarrollo” desigual se sustenta en el progreso material y económico, selectivo de muy pocos; su crecimiento se hace sobre la base de la explotación humana y el deterioro de la naturaleza.

Según esta perspectiva, se niega cualquier posibilidad de intervención subjetiva; es decir, de interpretación y comprensión de la realidad desde una visión histórica. El sujeto social que se educa y conoce, no puede ser protagonista de su propia realidad, está incapacitado para revertir, reorientar y transformar el devenir de la sociedad capitalista, que se presenta como la única opción posible.

Pretender que la ideología, la intención política y el sentido orientador de las acciones humanas sean parte de los procesos educativos, atentaría contra los principios de la objetividad científica. La lógica matemática es para la ciencia positivista la forma más sublime de representación del mundo: sólo aquello cuantificable es susceptible de alcanzar la cientificidad, lo válido y rescatable para considerarse conocimiento verdadero.

Al adentrarse al campo de la evaluación permea la misma idea, de tal modo que la medición sustituye incluso a la evaluación; para tal razonamiento se requiere un estándar comparable, un instrumento matemáticamente medible, que arroje números y no propuestas, estadísticas y no soluciones, panoramas y no acciones transformadoras.

La evaluación objetiva hace del instrumento evaluador su mayor carta para alcanzar la verdad casi absoluta, ella debe prescindir del sujeto, de sus intenciones y pasiones, porque contaminan y enturbian lo imparcial, lo vuelven subjetivo, entonces la evaluación positivista, convierte a los actores educativos en entes ajenos a su propio hacer pedagógico.

Los intereses, percepciones, vivencias, intenciones, opiniones y condiciones humanas de los actores educativos, son abruptamente soslayadas por la dictadura de la supuesta imparcialidad de los instrumentos de medición evaluativa a los que se les rinde culto, como si no fuesen creaciones humanas; se trata del imaginario instituyente que ha instalado la única verdad aceptada, la que viene de arriba, verticalmente impuesta por las instituciones que hasta han adoptado su carácter “autónomo” frente a las comunidades educativas y ese sólo adjetivo las purifica de cualquier humanidad corrompida.

De vez en cuando la sumisa academia desliza alguna crítica conservadora, al considerar la evaluación como un acto centrado en el currículo, como si el objetivo superior de la educación fuera aprender contenidos seleccionados a priori por un grupo hegemónico; se olvidan que se educa para la vida, para la democracia, la libertad o la justicia, para hacer de este mundo algo mejor para todos. Es ahí donde radica el carácter estratégico de lo educativo, cada paso en ese sendero constitutivo de un nuevo mundo es el que debe ser valorado, evaluado y visto en prospectiva.

La miopía de la evaluación se ha enclaustrado en las mentes herméticas de los funcionarios de la Secretaría de Educación Pública (SEP) y el Instituto Nacional para la Evaluación Educativa (INEE), por tal motivo les parece fundamental que la fuerza creativa y vital de los maestros se suicide para ser capaces de resolver exámenes o, bien, de seguir instrucciones digitalizadas que individualizan la burocratización, controlan y entorpecen el tiempo pedagógico que debe ser socializado con todos los sujetos partícipes de lo educativo.

La evaluación instrumental, de fines puramente pragmáticos y de control social se presenta como un proceso exógeno, que se hace desde fuera de los contextos y de los protagonistas de la educación: cuanto más alejada esté de ellos, será mejor, porque de otro modo empodera, informa, concientiza, organiza y moviliza a estos actores, que no son sólo maestros, también son alumnos y padres de familia; entonces debilitará los mecanismos de sujeción de los grupos hegemónicos.

Esta evaluación está diseñada para fortalecer la gobernanza de una oligarquía a través del miedo constante. La promesa de una educación de fuertes pilares, garante de la movilidad social e impartida por maestros arraigados en añejos imaginarios como el nacionalismo, ahora se fundamenta en la constante incertidumbre. Mientras menos solidez se condense sobre la figura docente, su estabilidad laboral y preparación profesional a través de los procesos evaluativos, mayor es el grado de manipulación que se ejerce sobre la educación y sus principales actores.

La evaluación para el control social la hacen los investigadores del poder, la avalan los hombres de bien, los que entienden que la cultura y la educación son parte de la gran industria del siglo XXI que debe ser privatizada; la aplican y califican técnicos que nada saben de pedagogía, ni de planeación curricular o didáctica y mucho menos conocen el entramado de relaciones que se tejen en la comunidad escolar y su contexto social; pero la padecen, ajenamente a su vida cotidiana, los educadores, los alumnos y los padres de familia, quienes miran danzar cifras y números, como simples espectadores detrás del teatro escolar.

La evaluación crítica no niega el contexto histórico social, por el contrario es parte fundamental para emprender tan compleja tarea educativa, tampoco deslinda al sujeto de la necesidad y su capacidad para pensarse así mismo en la formación de sí como ser humano y su proyecto de vida. La evaluación técnica, instrumental, estandarizada y cuantitativa, de ningún modo puede abstraerse del contexto histórico, la acción y los instrumentos para evaluar son una construcción social cuyos fines pretenden ser ocultados por un sector hegemónico que quiere legitimar su visión dominante, tornándola supuestamente objetiva.

La evaluación, así como el acto educativo y la construcción científica implican una definición frente a la realidad concreta, aun cuando se representen matemáticamente, los fines son construidos predeterminada y deliberadamente por ciertos sujetos que, para nuestro sistema de relaciones de dominación y explotación, no son más que la reproducción del propio orden, es decir, la conservación del estado de cosas.

Una evaluación crítica se pregunta desde los sujetos que somos, desde nuestra geografía y condición social, no puede ser externa, necesariamente es parte de la reflexión sobre lo que consciente y colectivamente se quiere alcanzar a través del acto educativo; la comunidad escolar se autoevalúa por medios horizontales y dialógicos, desde la crítica y la autocrítica. Es por supuesto investigación que propone, transforma y construye nuevas realidades y conocimientos.

La evaluación no puede ser individualista, selectiva, excluyente, clasificadora, punitiva y mucho menos competitiva. Es lectura analítica del pasado, comprensión de la realidad presente que deriva en la toma de conciencia sobre las prospectivas para la proyección utopística de un futuro emancipatorio.

Despedir, intimidar, estresar, denostar, exhibir y clasificar no es evaluar, pero sí son componentes, procesos y resultados de formas de control social, como las que caracterizan a la propuesta regresiva que la SEP se ha empeñado en presentar como evaluación, pero que sólo se ha exhibido como mecanismo de terror educativo.

Lev Moujahid Velázquez Barriga*

*Doctor en Pedagogía Crítica y Educación Popular, miembro de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación en Michoacán

Fuente: http://www.contralinea.com.mx/archivo-revista/index.php/2016/03/13/evaluacion-control-y-reproduccion-social/

Fotografía: contralinea

Comparte este contenido:

Inscripciones feministas. Notas críticas sobre la reproducción del conocimiento

Natalia Fischetti. Doctora en Filosofía. Investigadora Asistente en INCIHUSACCT-CONICET Mendoza, Argentina. E-mail: natalia.santarelli@hotmail.com

Mariana Alvarado. Doctora en Filosofía, Investigadora Adjunta CONICET, INCIHUSA-CONICET (CCT-Mendoza). Integrante del IDEGEM (Instituto de Estudios de Género y Mujeres) Universidad Nacional de Cuy. E-mail: elotro4to@gmail.com

CONICET –Mendoza

INCIHUSA–Grupo de Filosofía Práctica e Historia de las Ideas

Resumen:

El escrito propone abrir la pregunta por un feminismo de cuño latinoamericano que interrogue al modelo de ciencia que atravesamos y que nos atraviesan; por la producción y la reproducción del conocimiento en la ciencia y en la educación desde la perspectiva de un feminismo crítico; por las posibilidades de que una perspectiva desde las voces de las mujeres vacíe y desborde los campos del saber, de producción y reproducción del conocimiento. Quizás sea este un comienzo posible: el de señalar las faltas, las ausencias, los silencios, las exclusiones de las perspectivas femeninas en las academias de nuestra región.

Palabras claves: Feminismo latinoamericano, producción y reproducción del conocimiento, feminismo crítico, perspectivas femeninas en la academia.

SPIVAK, 1998, 181

Nos cuesta hablar, conectar nuestro lenguaje público con el lenguaje privado. Nos cuesta decir lo que pensamos y hacemos conscientes de este trasfondo pulsional, de conflictos y vergüenzas inconscientes.

Rivera, 2010, 20.

La mujer escritora debe interpretar el lenguaje para, a partir de allí, crear su propia retórica, capaz de explorar las zonas del discurso intimista. Este es el desafío en el que se embarca la literatura feminista latinoamericana.

De autobiografías y cuartos propios

Me considero una privilegiada: me dedico profesionalmente a leer y escribir. No he dejado de estar en el sistema educativo formal: un profesorado en filosofía, una maestría en metodología de la investigación científica, un doctorado en filosofía, proyectos de investigación, aulas secundarias, universitarias y de posgrado, congresos, cursos. Sin embargo, hasta este año, luego de 20 años de educación superior, no había leído textos de mi disciplina desde una perspectiva feminista.

Me tomó tiempo de construir mi carrera universitaria que sigue presentando a la filosofía de manera deshistorizada, como si el pensamiento Filosófico para ser propiamente filosófico tuviera que asumir un carácter neutro, universal, desapasionado, ciego a intereses sociales, circunscrito a un universo específico, el del hombre blanco, europeo, inteligente, heterosexual. Hicieron falta muchos años de lecturas, sobre todo en grupos de investigación críticos al modelo de la universidad, para adquirir una posición que reivindicara, en principio, perspectivas latinoamericanas con una impronta histórico-política. Una filosofía crítica, histórica y política de las ciencias y de la educación. Leo ahora a mujeres que reescriben la historia de la filosofía y de las ciencias desde una mirada femenina, crítica del patriarcado anudado al capitalismo, y siento que mi carrera recién comienza. Siento que estoy en pañales con todas las discusiones y debates feministas acerca de mis temas de interés, de los temas epistemológicos sobre los que vengo leyendo, pensando y escribiendo algo desde hace al menos diez años.

Les consulto a algunas de mis colegas mujeres sobre la perspectiva de género en sus carreras, de las carreras probablemente más políticas y politizadas de mi provincia: trabajo social, comunicación social… y no, tampoco han estudiado en su trayecto universitario o posteriormente de modo sistemático a mujeres que escriban sobre las problemáticas de las mujeres aquí y allá.

Leo, en esta clave, un artículo de Alejandra Ciriza (2010) que me remite a un texto que conozco de nombre pero que no he leído: Una habitación propia de Virginia Woolf. Lo busco y comienzo a disfrutarlo. Ella dice que:

La libertad intelectual depende de cosas materiales. La poesía depende de la libertad intelectual. Y las mujeres siempre han sido pobres, no sólo durante doscientos años, sino desde el principio de los tiempos. Las mujeres han gozado de menos libertad intelectual que los hijos de los esclavos atenienses. Las mujeres no han tenido, pues, la menor oportunidad de escribir poesía. Por eso he insistido tanto sobre el dinero y sobre el tener una habitación propia. (Woolf, 1984, 77).

Sentí vergüenza de que a casi un siglo de distancia de su brillante discurso, yo, que soy una mujer privilegiada, que tengo un cuarto propio, una oficina, un sueldo que recibo para dedicarme a esto que estoy haciendo ahora, me sintiera, sin embargo, tan identificada con lo que allí leía. Me siento representada por su denuncia desde dos perspectivas complementarias: desde una mirada retrospectiva acerca de mi propia formación y desde una mirada que anuda mi trabajo con mi vida cotidiana, mi trabajo intelectual con mi trabajo en el hogar. Mi doble jornada que no tiene una clara línea divisoria sino que gira como un molinete de dos colores, esos hechos de papel para alegría de los niños, o de las niñas, o de mis niñxs.

Decidí dejar la lectura de la Woolf para mi casa y constaté que tardé casi tres días en terminar un texto de 80 páginas. Decenas de tareas cotidianas me impedían apenas encender la computadora y cuando al fin encontraba el momento, que esperaba ansiosamente porque el texto me parece maravilloso, interrupciones varias me hicieron entre cortar la lectura. Una mujer-jefa de hogar, como dicen los sociólogos-recibe demandas permanentemente, tiene más obligaciones de las que puede contar. Sentí vergüenza: cómo escribir, si apenas puedo leer. La oficina, en cambio, parece ser un lugar más propicio. Sin embargo, las demandas burocráticas, administrativas y de gestión hacen difícil también la tarea de sólo leer y escribir. Dediqué buena parte de mi tesis doctoral (2013) a mostrar, de la mano de la teoría crítica de cuño marcuseano, cómo la investigación en ciencias y en humanidades está atravesada por la misma lógica productiva, de eficiencia, de competitividad, que cualquier otra área del mercado. Por lo que sólo pensar, dar tiempo a las ideas para que logren tener un carácter personal y crítico, parece tener que escapar a la vorágine de cursos, congresos, evaluaciones y publicaciones.

Pero aquí estoy, avergonzada de mis pocas líneas, con todos mis privilegios de mujer blanca, de clase acomodada, trabajadora intelectual, con dificultades para leer y escribir, intentando balbucear algo que me dé ánimos a mí y a otras para seguir por este camino. Estoy escribiendo, deliberada y explícitamente, desde mi experiencia vital, desde mi historia personal, desde mi voz, porque al menos ya he comprendido que ésta es la mejor manera que tengo de decir algo que me comprometa como mujer de un modo más general, que aporte alguna frase genuina, que pueda conmover aunque sea un poco tantas ideas grabadas a fuego por un modelo capitalista, patriarcal y excluyente. Esto implica quizá dejar de sentir vergüenza y dejar a un lado las imposturas académicas impuestas por estándares masculinos que reproducimos las mujeres para formar parte como “iguales” de un mundo agónico (¿hace falta aquí decir que siguen predominando la violencia, la exclusión, la guerra y el hambre?).

Se me ocurre ahora que escribo desde la falta, esa falta que el psicoanálisis ha revelado como profundamente femenina y maravillosamente creativa y bella. No tengo ya que demostrar todo lo que tengo sé, sólo quisiera ejercer con mis palabras esa tarea del pensamiento filosófico crítico que se ocupa de preguntar, de problematizar, de cuestionar el status quo, de rasgarlos velos con las uñas para mostrar que hay otras miradas, otras historias que pueden inspirarnos a parir algo nuevo. Romper con los dientes tantas hojas escritas por los conservadores y reaccionarios para intentar escuchar el silencio, lo no dicho, lo no preguntado, lo ahogado. Mirar de nuevo con una perspectiva personal para demostrarnos que podemos vivir de modo diferente a como nos enseñaron y nos contaron, ser quizá un poco fieles al pedido de Woolf: Por tanto, os pediré que escribáis toda clase de libros, que no titubéis ante ningún tema, por trivial o vasto que parezca. Espero que encontréis, a tuertas o a derechas, bastante dinero para viajar y holgar, para contemplar el futuro o el pasado del mundo, soñarle yendo libros y rezagaros en las esquinas, y hundir hondo la caña del pensamiento en la corriente. Porque de ninguna manera os quiero limitar a la novela. Me complaceríais mucho y hay miles como yo si escribierais libros de viajes y aventuras, de investigación y alta erudición, libros históricos y biografías, libros de crítica, filosofía y ciencias (Woolf, 1984,78).

Con estas premisas es que me atrevo a escribir en diálogo explícito con otra mujer y en diálogo implícito con otras mujeres remotas en el espacio y el tiempo.

Nos preguntamos por un feminismo de cuño latinoamericano que interrogue al modelo de ciencia que atravesamos y que nos atraviesa. Nos preguntamos por la producción y la reproducción del conocimiento en la ciencia y en la educación desde la perspectiva de un feminismo crítico que hemos escuchado poco, casi nada, en una academia que parece reproducirse una y otra vez con caracteres estrictamente andrógenos, propios del capitalismo y el colonialismo. Nos preguntamos por un feminismo del que no encontramos libros en circulación ni en librerías ni en bibliotecas. Nos preguntamos por las posibilidades de que una perspectiva desde las voces de las mujeres vacíe y desborde los campos del saber, de producción y de reproducción del conocimiento. Quizá sea este un comienzo posible: el de señalar las faltas, las ausencias, los silencios, las exclusiones de las perspectivas femeninas en las academias de nuestra región (Cfr. Fischetti, 2013).

En el marco de una epistemología crítica de largo alcance y profundidad en términos teóricos pero de escasa presencia en las prácticas de la investigación científica en los espacios de la academia, en muchos casos, regidos por los cánones de la ciencia moderna atada al capitalismo, se vuelve imprescindible ya enunciar la perspectiva feminista en su aporte a la crítica epistemológica de raigambre latinoamericana. Dado que los saberes instituidos e instituyentes han sido producto de una empresa androcéntrica, la construcción cultural de la ciencia y la construcción social de los géneros han hecho de la ciencia una empresa masculina que dificulta la participación de mujeres y demás culinidades subalternas en la comunidad epistémica. Si bien es posible dimensionar en la ciencia un doble aspecto señalado por Maffía: como proceso y como producto, es indispensable visibilizar que también es productividad (de sujetxs). Las transformaciones que se procuran tanto para el proceso como para el producto condicionan que la ciencia sea más o menos sesgada y en esa producción se construye “la” sujeto de la ciencia como objeto y como  sujeto que se tiene a sí misma como valiosa. Instalamos entonces la pregunta sobre las estrategias metodológicas que permitan una perspectiva feminista sobre la ciencia no sólo respecto de las mujeres como productoras de conocimiento sino además de los sesgos que el género imprime en el producto para sí visibilizara «la sujeto».

Una perspectiva feminista de la ciencia (y de la tecnología) busca evidenciar la ideología sexista que la ha constituido históricamente, con el objetivo explícito de producir transformaciones en la praxis científica y política. Se impone entonces la pregunta en la tensión entre la imposición de la ciencia de una adaptación de las mujeres a sus normas y la demanda de las mujeres de una transformación profunda de la ciencia en todas sus instancias. Esto supondría una ampliación de la racionalidad concebida en términos modernos a partir del trabajo explícito con la subjetividad, la sensibilidad, las pasiones, la singularidad, el cuerpo y la narratividad. Esta introducción de nuevos modos de conocer en el proceso de producción de saberes científicos modificaría un modelo de ciencia y tecnología que ha sido muy cuestionado desde hace más de medio siglo, a la vez que prácticamente intocado. Una ciencia nueva rompería con las dicotomías modernas, incluso con la de lo masculino y lo femenino, hacia una apertura a la multiplicidad.

Señala Diana Maffia, que: La historia (y la filosofía) de mujeres en ciencia es una disciplina relativamente reciente, pero podemos ya distinguir diversos abordajes conceptuales: el primero procura echar luz sobre aquellas mujeres cuyas contribuciones científicas han sido negadas por las corrientes dominantes de historia de la ciencia. El segundo complementa el anterior, analizando la historia de la participación de las mujeres en las instituciones de la ciencia, especialmente enfocando el limitado acceso de las mujeres a los medios de producción científica y el status dentro de las profesiones. El tercero se interesa por el modo en que las ciencias (sobre todo médicas y biológicas) han definido la naturaleza de las mujeres. El cuarto analiza la naturaleza masculina de la ciencia misma, y procura develar las distorsiones en las mismas normas y métodos de la ciencia que han producido la ausencia histórica de mujeres de cualquier rol significativo en la construcción de la ciencia moderna. (Maffia, 2007, 2).

En  la ciencia, como en la educación, el modelo moderno androcéntrico y patriarcal ha naturalizado un sujeto cognitivo signado por el individualismo, la competencia, la eficiencia y la productividad. Un sujeto  cognitivo, que se presenta ideológicamente como «objetivo», ha obturado históricamente la posibilidad de que otros modos de conocer, otros estilos alternativos, otras capacidades humanas tengan valorización epistémica.

Ante un modo de desarrollo de la epistemología afincado en el presupuesto de cierta superioridad de Occidente, de sus lógicas y modus operandi, Boaventura de Sousa Santos propone una epistemología del Sur, término que mantiene la palabra epistemología pero que busca revertir su significado en forma contra-hegemónica.

Entiendo por epistemología del Sur el reclamo de nuevos procesos de producción y de valoración de conocimientos válidos, científicos y no científicos, y de nuevas relaciones entre diferentes tipos de conocimiento, a partir de las prácticas de las clases y grupos sociales que han sufrido de manera sistemática las injustas desigualdades y las discriminaciones causadas por el capitalismo y por el colonialismo. (De sousa, 2011, 35).

El Sur en tanto concepto que engloba el sufrimiento humano causado por, y las luchas contra, el capitalismo, el colonialismo y el imperialismo, en cualquier lugar geográfico del mundo en el que se encuentren, incluso en el Norte. Para De Sousa Santos, los saberes del pensamiento crítico de una tal epistemología requieren, a diferencia de las construcciones teóricas críticas eurocéntricas, ir acompañando por detrás a los movimientos de transformación social, pensando lo impensado, dejándose sorprender. Sin embargo, de cara a los desarrollos del pensamiento crítico latinoamericano, Breny Mendoza, cuestiona:

Mi reflexión sobre estos nuevos conocimientos inspirados geopolíticamente en América Latina está guiada por tres preguntas: ¿Cuán lejos llega el nuevo «conocimiento otro» latinoamericano en su inclusión del pensamiento feminista y la cuestión del género? ¿Cómo se puede articular el feminismo y el género en esta nueva epistemología del sur (como le llama De Souza Santos a las nuevas teorías), de manera que el sufrimiento y los sueños de las mujeres se tomen en cuenta y sus conocimientos no queden soterrados como de costumbre? ¿Qué lugar ocupan las feministas latinoamericanas en el surgimiento y constitución de la epistemología del sur y cuál puede ser su aporte? (Mendoza, 2010, 20). Sus respuestas demuestran la ausencia de las referencias a escritos feministas en la región al mismo tiempo que una falta de articulación de las ideas feministas latinoamericanas. Una tarea doble que se abre para quienes nos ocupamos de las ciencias y de las humanidades en Latinoamérica. Con ello (Bartra, 2002) también plantea que nos encontramos, en América latina, en una etapa preliminar en los estudios teóricos feministas. Ella plantea los principales nudos del entramado de feminismo e investigación social partiendo de la experiencia mexicana, donde, si bien hace más de 30 años que este tipo de investigaciones dieron comienzo, y la tendencia es a una mayor institucionalización del movimiento feminista en la región, aún se encuentran en los márgenes de la academia. Algo que parece replicarse en la Argentina. La denominación «estudios de género» ha suplantado, quizá higiénicamente, sugiere la autora, a los «estudios de la mujer» y más aún a los «estudios feministas». También para Teresita de Barbieri (Bartra, 2002) los debates del feminismo han sido más laterales en los espacios académicos latinoamericanos. Si bien Conelly advierte acerca de los debates y controversias en las corrientes feministas acerca de las problemáticas científicas, De Barbieri postula que las propuestas feministas son en general críticas de la forma de producción del conocimiento dominante. Entre las feministas académicas existen ciertos acuerdos tales como: terminar con la «ceguera de género» en la investigación social, producir conocimientos que den cuenta de las condiciones de vida específicas de las mujeres y producir teoría para acabar con la desigualdad, es decir, con referencia para la acción política.

Conelly plantea un panorama de los principales debates entorno a la investigación feminista y a sus aportes a las ciencias sociales. Señala en primer lugar el desarrollo de investigaciones críticas en todas las áreas de las ciencias y las humanidades en contra del sexismo propio e histórico de cada disciplina. Cada una de nosotras puede hacer una revisión de su formación profesional desde el silenciamiento, ocultamiento e invisibilización de la perspectiva de las mujeres en su disciplina. Incluso podríamos hacer un rastreo de todas las posturas misóginas canonizadas en la academia, o del sesgo masculino que toma a los hombres como la norma. Esta denuncia conlleva la pregunta acerca de si la ausencia de las mujeres en la ciencia es inherente a la misma lógica del conocimiento científico y su lenguaje, en su afán demostrarse como neutral. Es por ello que se cuestiona  a la institución científica y académica por la dominación masculina de la organización, la selección de problemas y la división del trabajo desde un estereotipo de lo masculino que pretende dejar fuera de la ciencia a la intuición, la sensibilidad y la creatividad. Para las feministas, en línea con toda epistemología crítica, el contexto de producción del conocimiento (histórico, social, cultural y político) cobra relevancia central para los desarrollos científicos. Del mismo modo que adhieren a que la ciencia tiene connotaciones políticas en su búsqueda del cambio social, aún cuando la academia sigue descalificando las investigaciones que no se presentan como objetivas y neutrales.

Conelly señala los distintos debates que son hoy centrales a la producción del conocimiento en las ciencias sociales críticas porque: Si bien los estudios de género y de la mujer tienen una historia relativamente breve, se insertan, y reflejan, los debates actuales que se están dando en las ciencias y las humanidades entorno a la objetividad, los criterios de verificación y la disciplinariedad. Estos estudios han hecho un aporte muy importante a la epistemología al convertir a las mujeres en sujetos y objetos de conocimiento. Y en este proceso se han constituido como una de las fuerzas más cuestionadoras de los postulados teóricos y prácticas metodológicas de la comunidad científica. Han contribuido, en particular, a la discusión entorno a la reflexividad, la subjetividad y la otredad. (Bartra, 2012:53-54).

También para Sandra Harding, referente en estas reflexiones, las investigaciones feministas han planteado retos a las ciencias sociales. Es por ello que más allá de la pregunta por un método de investigación propiamente feminista,  cobra relevancia la pregunta por las transformaciones que algunas de estas investigaciones puedan haber producido en las ciencias sociales (y también en las naturales). Si bien las técnicas, los métodos, la metodología y la epistemología están vinculados, para Harding las investigaciones feministas socavan los cimientos de las ciencias a nivel epistemológico, al colocar a las mujeres como agentes, sujetos del conocimiento. Aunque esto no significa la mera agregación de mujeres a la ciencia, o la mera recuperación de mujeres a través de los estudios de y sobre mujeres científicas, mujeres públicas o políticas o mujeres víctimas de la dominación masculina, o mujeres subalternas, sugerimos nosotras. Las investigaciones feministas son, para Harding, revolucionarias para la ciencia si adoptan el enfoque histórico, un enfoque que supone una transformación de las ciencias sociales a nivel epistemológico y no meramente de técnicas de investigación social.

La especificidad de las investigaciones feministas implica para esta autora:

  1. Nuevos enfoques empíricos y teóricos: plantear los problemas científicos desde la perspectiva de las experiencias sociales de las mujeres. Si consideramos que los problemas de investigación son siempre problemas para alguien y que las ciencias sociales han planteado tradicionalmente problemas desde la mirada masculina, veremos cómo la reformulación de los problemas lleva a una modificación de la empresa científica. «…los desafíos del feminismo revelan que las preguntas que se formulan–y, sobretodo, las que nunca se formulan-determinan a tal punto la pertinencia y precisión de nuestra imagen global de los hechos como cualquiera de las respuestas que podamos encontrar.» (Bartra, 2012: 21) Esto contrasta con la filosofía tradicional de la ciencia que pondera el contexto de justificación, donde se prueban las hipótesis, por sobre el de descubrimiento, allí donde se formulan las preguntas. Los problemas de las mujeres tienen las voces de las mujeres y, nótese el plural, esas voces varían según la clase, la raza y la cultura y, mucho más si atendemos a la intersección entre raza, clase y género que va más allá de las categorías dicotómicas de la modernidad centrales para el capitalismo colonial moderno. Al mismo tiempo las preguntas, los problemas pueden y suelen entrar en contradicción en la misma persona. Es por ello que las investigaciones feministas trabajan con identidades fragmentadas, frente a las nociones tradicionales del sujeto occidental. Finalmente, aunque no menos importante, para Harding, las preguntas surgen de necesidades y las investigaciones feministas responden a las experiencias de las mujeres en la lucha política, tanto en el ámbito público como en el espacio privado.
  2. Nuevos propósitos para la ciencia social: estar a favor de las mujeres. Los objetivos de las investigaciones feministas buscan respuestas a las inquietudes de las mujeres en lugar de responder a las demandas de instituciones públicas o privadas.
  3. Nuevo objeto de investigación: situar a la investigadora en el mismo plano crítico que el objeto explícito de estudio. Esto supone la explicitación de «el género, la raza, la clase y los rasgos culturales del investigador y, si es posible, la manera cómo ella o él sospechan que todo eso haya influido en el proyecto de investigación…» (Bartra, 2012, 25) Esto se opone a todo objetivismo y neutralidad del sujeto que investiga y se orienta hacia una reflexividad de la investigación

Los elementos señalados por Harding dan cuenta de una metodología de investigación feminista escindida de una epistemología que modifica los grandes fundamentos de la investigación social tradicional. Por otro lado, frente a la postura que indica que sólo las mujeres pueden hacer estudios sobre mujeres se advierte que ésta conlleva una «visión ahistórica y esencialista de la categoría mujer» (Bartra, 2012, 47) Incluso entre mujeres se cuestiona la naturalización de las visiones de autoridad de las mujeres blancas del norte. Frente a la pregunta acerca de si los hombres pueden realizar investigaciones feministas, Harding, por su parte, es contundente: «Es evidente que ni la habilidad ni la disposición para contribuir con el pensamiento feminista son rasgos asociados al sexo» (Bartra, 2012: 29) y agrega, «Queda claro sin embargo que, trátese de mujeres u hombres, quienes no luchen activamente contra la explotación de las mujeres en la vida cotidiana, difícilmente producirán investigaciones sociales acerca de ningún tema que no esté distorsionado por el sexismo y el androcentrismo.» (Bartra, 2012: 32)

Sin contradecir del todo el argumento de Mendoza señalado más arriba, queremos sugerir que quizás las mujeres no necesitemos que senos legitime desde la voz de los hombres en la academia; ese «quizás» guarda la sospecha respecto de la necesidad de algunas mujeres de legitimación o reconocimiento del varón e incluso advierte sobre otras formas de autorización frente a voces, métodos, y objetos que den acogida a criterios no androcéntricos. En términos de Riettiy Maffía (2005,542) se trataría de una «autoridad perceptiva». En cualquier caso, vale la denuncia del silenciamiento tan presente como histórico en tiempos coloniales. Por otro lado, aunque claro está, no se presenta de modo visible en los círculos canónicos y tradicionales de producción y reproducción de los saberes, existe mucha investigación acerca de las ideas feministas en Latinoamérica, basta referirnos como ejemplos a la producción de la mexicana Francesca Gargallo (2006), la argentina María Luisa Femenías (2002, 2005), la panameña Urania Atenea Ungo Montenegro (2000, 2002), la peruana Sara Beatriz Guardia (2005). Porque, aun dentro de la academia, los saberes de y sobre las mujeres circulan, en su producción y reproducción, de otros modos, al margen en muchos casos, de las lógicas tradicionales que venimos denunciando. El reconocimiento de la presencia de estas mujeres en la historia acoge la posibilidad de integrar las a una historiografía que ha silenciado su creativa participación en la construcción colectiva y en la legitimación de herramientas propias y particulares para la producción del conocimiento, esto es, de la habilitación como sujetas capaces de intervenir en la producción, aplicación y circulación del conocimiento y, por tanto, en autonombrarse en pequeñas narrativas que resisten la sistematización de los grandes relatos y que escapan a la institucionalización de la ciencia. Inscribir ciertos discursos de mujeres en el mundo reglado que organiza la producción científica patriarcal (hombre blanco, heterosexual, inteligente, soltero, sin hijos y con alta posición en su campo científico) confiere la posibilidad de disputar un espacio de saber respecto de la problemática de género situada.

Si la ciencia, como la educación, son ámbitos de producción y de reproducción del conocimiento, tejemos posibilidades nuevas de subjetivación en las que se inscriban los decires y quehaceres desde una mirada femenina, capaz de escuchar el silencio.

TERAPÉUTICA PEDAGÓGICA PARA UNA CIENCIA SESGADA

Hace algunos años pude pensar posibilidades para una pedagogía del silencio y el goce (Alvarado, 2008, 91-97). De las tres dimensiones que allí presenté – escuela – laberinto; el currículum – rizoma; lógica de la invención – quiero remitir a la tercera. Decía entonces:

Así es como podría pensarse un contexto epistemológico y metodológico, el de descubrimiento, desde la categoría de rizoma como posibilidades de una escuela otra, de un laberinto – escuela. Las condiciones en las que se instalan los discursos y las prácticas educativas pueden ser entendidas  como un contexto de descubrimiento en el que se  producen saberes comunitariamente. Más que la repetición de lo mismo y la necesidad de justificarla «verdad» que se posee o la corrección de las hipótesis dadas de antemano, estalla la emergencia del hallazgo y la producción de un conocimiento que no se tiene, de modo que este tipo de prácticas requiere de un nuevo posicionamiento respecto de lo que sea enseñar y aprender. Ya que aquí no se enseña lo que se sabe sino lo que no se sabe. En esta línea es posible no quitar ojo a las condiciones que posibilitan el acontecer de lo nuevo como ejército de metáforas animadas por una lógica de la invención y creadas en comunidades de descubrimiento situadas histórica, axiológica y políticamente (Alvarado, 2008, 94).

La referencia al contexto educativo es clave si lo que buscamos no sólo se conforma con enunciar la perspectiva feminista en su aporte a la crítica epistemológica de raigambre latinoamericana sino transformar el paradigma científico patriarcal. En este sentido, aquel trabajo que remite a lógicas de la invención propone «educar» – o en los términos que allí lo decíamos (des) aprender – en comunidades de descubrimiento capaces de gestares situados, de saberes comunitarios, de conocimientos en contexto. Descolonizar la educación de la matriz escolar implicaría una radical resignificación de lo que sea enseñar – aprender y de lo «que» se puede evaluar en términos de eficiencia, tiempos, contenidos e individualidades – ¿cánones similares con los que evalúan las agencias y los consejos? Todo lo cual emerge como un ataque directo a los mecanismos implícitos que contribuyen a mantener  y legitimar la exclusión de las mujeres en el acceso, permanencia y contexto de formación, elección de carreras y promoción académicas. A lo que contribuirían modos alternativos de legitimar y autorizar – lo que se dice, lo que se cree, lo que se sabe y lo que se vive y padece – capaces de renunciar al papel, la función, los modelos, los imaginarios y los valores asignados al sexo femenino ante opciones no tradicionales, no convencionales, no naturalizadas, no sesgadas.

No basta con garantizar el acceso de las mujeres a la educación (en todos los niveles) puesto que la enseñanza sigue perpetuando los estereotipos sexuales, exaltando los modelos masculinos y silenciando los femeninos. No sólo el problema radica en que aún se sostiene que la racionalidad, la dominación, independencia, el poder, la frialdad y la objetividad se vinculan a lo masculino y la irracionalidad, pasividad, amorosidad, dependencia, emotividad, subjetividad a lo femenino, sino en que se naturalizan tales construcciones y se jerarquizan infra valorando el himen a un obstáculo epistemológico (Cfr. DÍAZ, 2005) y subsumiendo lo que podría tratarse de una «contribución femenina» a los cánones andrógenos de hacer ciencia. El problema es triple: se cristaliza una construcción social, se jerarquiza axiológicamente y se anula la alteridad de lo femenino para subsumirla en lo masculino. Así, la educación y, luego, la ciencia, le quitan el cuerpo a la producción invisibilizando al a sujeto que lo produce. Señala Evelyn F. Keller (1985) que esta mitología popular – que en los primeros años de socialización la escuela se encarga de impartir – reproduce la división del trabajo intelectual / emocional en el que la ciencia queda reservada exclusivamente a los varones y de la que las mujeres son literalmente excluidas.

El currículo oficial que nombra lo «por saber» en las instituciones educativas y que ofrece los descriptores desde donde se crean los programas por materias, contienen sesgos sexistas que se traducen en el currículo oculto con diferencias de trato y de expectativas que las y los maestros proyectan en sus alumnas / os. El currículo, el programa, la maestra, el ejercicio docente suele presentar contenidos desde un contexto abstracto sin conexión con la vida ni con las necesidades o deseos de las personas y, cuando aparece el sujeto de enunciación, tiene el rostro de un hombre. Así predominan libros de textos con contenidos, imágenes e ilustraciones masculinos y masculinizantes, temas conectados a intereses y experiencias de niños (a los que se asocian la mecánica, electricidad, construcción, la física y tareas vinculadas a la producción) con una escasa presencia y casi inexistencia de intereses de niñas (vinculados a medio ambiente, medicina, arte, estética, diseño y tareas relacionadas con el cuidado y la reproducción) y, en los casos en los que aparecen intereses como comunes (nutrición, salud, animales, ocio) el hombre es la norma o el patrón.

La imagen de la ciencia sesgada que la educación reproduce es contada por modelos ejemplares que inhiben la referencia a producciones colectivas, situadas, en contexto y visibiliza el mérito del genio, del inventor, enfatizando la ausencia de mujeres científicas reforzando la dicotomía mujeres-ciencia.

La pedagogía del silencio y del goce, a la que nos referíamos inicialmente – a la que Ariadna, Ulises y el laberinto hicieron de metáforas que cancelan la repetibilidad del acto educativo en los términos escolares y a conocidos – promete:

Espacios móviles y mudables en una arquitectura laberíntica que da lugar a configuraciones de existencia que renuncien a determinar hábitos y usos de la función del habitad y se dispongan a dar comarca a la  reapropiación de lo territorializado. Una arquitectura laberíntica capaz de dejar vivir en la diferencia hacia dimensiones otras en las que la multiplicidad se territorializa pero toda vez que el territorio se torna opresor, codificador, confinador o fenicida puede generar su propia línea de fuga sin restringir la vida a la función. Una arquitectura de ideas capaz de vérselas con la diferencia (Alvarado,  2008:96)

Es justamente en el sistema educativo donde se gesta la ceguera que respalda la creencia convencional de que lo verdaderamente científico es lo que pueden controlar los métodos y que se produce en el contexto de justificación. Sin embargo, entendemos que es en el contexto de educación donde puede hacerse lugar a otros modos de producir conocimiento a los que la sujeto de enunciación les ponga el cuerpo gestando esa dimensión en la que se descubre, se identifican los problemas, se formulan las hipótesis y se definen las nociones, conceptos y categorías – esa dimensión excluida de lo «propiamente científico». Enfatizar la pasión, los afectos, la intuición, las analogías y las metáforas es afirmar un modo femenino de producir que amplía la racionalidad andrógena, neutral, objetiva. Visibilizar la / el sujeto de enunciación en el contexto de educación es una transformación pedagógica para la ciencia sesgada que se restringe a aquellos procesos controlables, medibles, validables, contrastables que dejan intactos los valores, los deseos y los intereses que impregnan la producción de un conocimiento finito, situado, en contexto.

UN CUARTO PROPIO-COMÚN

«¿Sería que realmente la amaba (a la tranquilidad) o era que la noción de independencia, de mujer sola contrabajo y cuarto propio, eran opciones incompletas, rebeliones a medias, formas sin contenido?» (Belli, 2006, 90).

El cuarto propio no alcanza Virginia Woolf, dice Gioconda Bellien La mujer habitada, porque la lucha por la liberación de las mujeres es una lucha colectiva que supone una transformación radical de las sociedades injustas, signadas por el anudamiento del capitalismo, el patriarcado, el colonialismo, el imperialismo, el militarismo y los regímenes autoritarios.

Es por ello que hacemos referencia a un pensar con otras, que sería un desde dónde, el locus de la enunciación comunitario, pero también un pensar para qué, hacia un compromiso político de transformación social y reversión de las injusticias. La propuesta quizá suponga la búsqueda de una inscripción en la tensión entre lo privado y lo público, lo personal y lo político, en tanto un tercer espacio que despolarice y que abra las posibilidades de emergencia de nuevas praxis.

Asumirá la ciencia y la educación como «cuentos» (Roig, 1995) en los que entran en tensión la producción y la reproducción de los saberes instituidos e instituyentes, cobija la posibilidad de establecer nuevos vínculos capaces de recrear cuartos propios-comunes activos, conflictivos, problemáticos, críticos, de traducción, de resistencia, de subversión del status quo en el marco de los cuales se correrá el riesgo de modificarlos propios pre – supuestos y las relaciones de saber – poder.

Hemos querido afectarnos a los modos en los que nuestras propias narrativas se inscriben en los cuentos de y sobre la ciencia y la educación. En esas narrativas en las que resuenan muchas voces es posible inscribir otros relatos que involucren las propias historias y los propios cuerpos en tramas comunes y colectivas.

La matriz escolar en la educación y la ciencia es sostenida por escenarios, sujetos y prácticas discursivas, para poder gestar lo que experienciamos como conocimiento. Pensar desde y para las mujeres, cómo y con otras y otros desde una perspectiva feminista permitiría nuevos espacios transformadores y desvergonzados para (re)escribir cuentos puesto que la visibilización del lugar de enunciación de los discursos requiere mirar los modelos de sujeto implícito se invisibilizados sobre los que se hace «neutra y objetivamente» ciencia desapegada de los sujetos que la producen y se ejerce una educación de explicadores explicados (Cfr. Ranciere, 2003) para (de) colonizar nuestra propia interpretación de los cuentos sobre ciencia y educación.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Alvarado, M. (2014) «Ensayos y narrativas para pensar lo nuestroamericano» en: Voces y silencios. Revista Latinoamericana de Educación. Bogotá, Colombia.Vol5, nro1. online: http://vocesysilencios.uniandes. edu.co/index.php/vys/article/viewArticle/174

Alvarado, M. (2010) «Contrabandistas entre testigos sospechosos y autómatas parlantes.» Revista Sul Americana de Filosofía y Educaçâo. Brasilia D F, Nº 14, mayo/octubrede2010. See  more onlíne: http:// filoesco.unb.br/resafe/numero014/

Alvarado, M. (2008) Hacia una pedagogía del silencio y el goce. En: Perspectivas

Metodológicas.BuenosAires.EdicionesUNLa.año8, nro 8. pp. 91-97.

Barta, E. (2002) (comp.) Debates entorno a una metodología feminista. Universidad Nacional Autónoma de México, México D.F. Belli, G. (2006) La mujer habitada. Seix Barral, Buenos Aires.

Ciriza, A. (2010). «A propósito de una controversia feminista: sobre ambivalencias conceptuales y asuntos de disputa. La relación entre cuerpo y política», en: Revista Herramienta, n°45, Dossier Mujer y Géneros.

Ciriza, A. (1997) «Desafíos y perspectivas. Qué feminismo hoy» en Cuyo. Anuario de Filosofía Argentina y Americana. nro14.Mendoza, IFAA.153-168.

De Sousa, B. «Epistemologías del Sur», en Revista Utopía y Praxis Latinoamericana, 2011./Año16.Nº54,pp.17- 39

De Sousa, B. (2009).Una epistemología del sur. México, siglo XXI, Clacso. Díaz, E .(2007). Entre la tecnociencia y el deseo. Argentina, Biblos.

Díaz, E .(2005) El hímen como obstáculo epistemológico. Argentina, Biblos.

Díaz, E .(2000) La posciencia. El conocimiento científico en las postrimerías de la modernidad. Buenos Aires, Biblos.

Espinosa, Y.; Gómez, D.; Lugones, M. y Ochoa, K. (2013).«Reflexiones pedagógicas entorno al feminismo de colonial. Una conversa en cuatro voces» en: Walsh, Catherine (ed.) Pedagogías Decoloniales. Prácticas insurgentes de resistir,(re)existir y(re)vivir. (Formato Word,) 368-441.

Femenías,M.(2002/2005).(comp.)Perfilesdelfeminismoiberoamericano.Buenos Aires, Catálogo.

Fischetti,N.(2013).«La teoría crítica de la primera Escuela de Frankfurt en el debate epistemológico de su época: Herbert Marcuse», tesis presentada y defendida en Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad Nacional de Córdoba, 26 de marzo de 2013 (inédito).

Fischetti,N.(2013).«Cienciaeideología.Entrecruzamientoscríticosenlaobra de Herbert Marcuse». En: Contrastes, Revista Internacional de Filosofía, Vol. XIX, Málaga.

Fischetti,N.;yAlvarado,M.(2013).«Decartografíasydesfondamientos.Una mirada de prácticas académicas y científicas en el sur.» En: Paralaje, Revista electrónica de filosofía. N° 10 Dossier, Valparaíso. Chile.

Fischetti,N.;yCuervo,M.(2011). «Experiencia, subjetividad y política. Preguntas sobre La cuestión humana en los contextos del nazismo y el neoliberalismo.» En: Revista Agoraphilosophica. Revista marplatense defilosofía.ISSN1853-3612(versión digital) Número24,vol. XII,2011.pp.26-35.

Gargallo,F. (2004). Ideas feministas latinoamericanas, Universidad de la Ciudad de México, México.

Guardia,S.(2005).(comp.).EscriturafemeninaehistoriaenAméricaLatina.El retorno de las diosas. Lima, CEMHAL, Facultad de Comunicación del a universidad de San Martín de Porres; Universidad Fernando Pessoa, Porto, Portugal, 2005.

Haraway,D.(1995).«Conocimientos situados: la cuestión científica en el feminismo y el privilegio de la perspectiva parcial» En: Ciencia, Simios y mujeres .La reinvención de la naturaleza, Madrid, Cátedra.

Hernández,G.(2007).«La traducción de voces hegemónicas. A propósito de Arráncamela vida». En: Hintze, Gloria y María Antonia Zandam el (edit.) Género y memoria en América latina, Mendoza, pp.135-146.

Hungo,U.(2006)«Las mujeres y la educación en América Latina: una aproximación a los dilemas y desafíos». En: Educación de mujeres y Niñas en Iberoamérica. Antigua Guatemala, Ministerio de educación y ciencia.

Lander,E.(2000).(comp.) La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales.

Perspectivas latinoamericanas. Buenos Aires, Clacso.

Maffia,D.(2007).«Epistemología feminista: la subversión semiótica de las mujeres en ciencia», en: Revista Venezolana de Estudios de la Mujer, Caracas, enero-junio,vol.12,n°28

Maffia,D.(2015).«Feminismo, igualdad, diferencia y postcolonialismo».online: http://dianamaffia.com.ar/archivos/Feminismo-Diferencia-Igualdad-y-postcolonialismo.pdfúltimaconsulta:13/04/2015

Mendoza, B.(2010).«La epistemología del sur, la colonialidad del género y el feminismo latinoamericano», en Espinosa Miñoso, Yuderkys Aproximaciones críticas a las prácticas teórico-políticas del feminismo latinoamericano,Enlafrontera,BuenosAires.pp.19-36.

Ranciere,J.(2003) El maestro ignorante. Cinco lecciones sobre emancipación intelectual.Barcelona,Laertes,2003.

Rietti,S.; y Maffía, D.(2005).«Género, ciencia y ciudadanía» en: ARBOR. Ciencia, pensamiento y cultura. Online: http://arbor.revistas.csic.es/index.php/arbor/article/ viewFile/411/412últimaconsulta:13/04/2015

Rivera, S.(2010).Chíxinakaxutxiwa: una reflexión sobre prácticas y discursos descolonizadores, Buenos Aires, Tinta Limón.Roig, A. (1995). El cuento del cuento. Mendoza, Cricyt.

Spivak, G. (1998). «¿Puede hablar el sujeto subalterno?», en: Orbis Tertius, año 3, n°6,p.175-235.

Woolf, V. (1984).Una habitación propia, trad.: Laura Pujol, Seix Barral, Barcelona, [1929]. (Aroomofonesown, Londres, The Hogarth Press).

Fotografía tomada del facebook de la artista Yvis Carolina S. Obregón.

Comparte este contenido:

En el Ecuador el modelo pedagógico no ha cambiado

Entrevista con Rosa María Torres por Desirée Yépez de Revista Plan V

En el primer trimestre del año pasado, desde el Ministerio de Educación se anunció el inicio de un convenio de cooperación entre Ecuador y Finlandia con el fin de mejorar la calidad educativa en el país. Para muchos, la educación básica en el país nórdico es un modelo a seguir. Rosa María Torres es pedagoga, investigadora, y en octubre de 2015 viajó hacia el país europeo a analizar el funcionamiento del sistema finlandés que se quiere replicar a escala mundial. ¿Es posible que funcione en Ecuador? Ella responde.
 
En marzo de 2015 se anunció que Finlandia asesoraría a Ecuador en temas de educación inicial y práctica docente ¿Por qué se toma a Finlandia como referente educativo?

Finlandia se convirtió en estrella mundial de la educación a raíz de las pruebas del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (PISA), en el año 2000. Finlandia sorprendió, y se sorprendió a sí misma, en las tres áreas que mide esa prueba: lectura, matemáticas y ciencias. Ahora los finlandeses están creando algo que llaman ‘educación para exportación’. Programas, instituciones, proyectos, para ayudar a otros países. Finlandia viene colaborando en la mayoría de países de América Latina. El Ecuador es uno de ellos.
 
Desde su experiencia como pedagoga, ¿qué cree que es importante replicar del modelo finlandés en Ecuador?

No se puede separar lo pedagógico de lo curricular, la formación docente, la sociedad, los medios de comunicación… todo es un paquete. Un modelo educativo responde a una determinada sociedad, a un momento específico, y tiene componentes culturales que no son fácilmente transferibles.

Lo de Finlandia es un proceso, son cinco décadas que los finlandeses están dedicados de manera sistemática a reformar su educación. Vienen de una situación de gran precariedad. A mediados del siglo pasado, los pobres iban por un lado, los ricos por otro … En este lapso lograron desarrollar una sociedad profundamente igualitaria, una educación democrática que valora el juego, que pone en el centro el aprendizaje. No hay el concepto de escuela de excelencia; todos los profesores son buenos. No es solo la pedagogía; hay una cultura de confianza, que es un valor de la sociedad. Por el contrario, en América Latina los niveles de desconfianza son altísimos; En ese contexto, es difícil instalar la confianza en la cultura escolar.

¿Cómo trasladar ese modelo a Ecuador?

Se trata de un cambio cultural, tomaría décadas. Finlandia tiene los índices más altos en todas las cosas buenas a las que uno aspira. Es el segundo país menos corrupto del mundo. A nivel económico, político y social tiene indicadores positivos. Eso no se traslada fácilmente, está en la cultura, en la historia, en la gente.

El cambio fundamental en educación está en la pedagogía. Se puede tener la mejor infraestructura, la mayor inversión, pero si no cambian las relaciones de enseñanza-aprendizaje en las aulas, entre profesores y alumnos, todo lo demás es decorativo.

En el Ecuador no ha habido un cambio pedagógico. Las Unidades Educativas del Milenio tienen gran infraestructura, computadoras, pero adentro de esa estructura  se reproduce la educación tradicional, el modelo pedagógico frontal, transmisivo, pasivo.

Lo pedagógico es la gran fortaleza de Finlandia. No se ven cosas espectaculares en infraestructura. Vi cosas extraordinarias en escuelas modestas, modestas desde el punto de vista arquitectónico y de recursos tecnológicos, pero de enormes riquezas en términos pedagógicos. Profesores haciendo maravillas con recursos mínimos.
 
El modelo finlandés parecería contradictorio con el ecuatoriano, pues parte de los logros que recalca la ‘Revolución Ciudadana’ es el despliegue de infraestructura y tecnología en espacios como las Unidades Educativas del Milenio…

Vivimos momentos distintos. Cuando empiezas antes, antes te das cuenta de los errores, investigas, afinas cosas… En Finlandia se eliminaron los laboratorios informáticos en las escuelas. En Ecuador se inauguran las Unidades Educativas del Milenio, con despliegue tecnológico, laboratorios informáticos que se presentan como una innovación… En otros contextos las TIC ya están incorporadas en las aulas.

Foto: Gabriela Yépez

En América Latina seguimos en la etapa en que primero compras las computadoras, las pizarras electrónicas, y luego se piensa qué hacer con eso. En Finlandia muchos profesores usan la pizarra verde o la blanca con marcadores. Vi pocas pizarras electrónicas.

Finlandia ha hecho el recorrido que seguramente vamos a hacer, en 10, 20 años: desechar aquello que no sirve, aquello que distrae, y confiar en los profesores como lo fundamental.

Parte del convenio entre Ecuador y Finlandia es la formación de profesores en centros zonales de práctica y desarrollar programas de actualización. ¿Se sabe algo de los resultados en este primer año?

Hay poca información. Es difícil hacer investigación educativa en el Ecuador. La información que da el Ministerio de Educación es escueta. Me fui a enterar en Finlandia acerca de qué están haciendo aquí los finlandeses, allá me reuní con alguna de la gente que está trabajando en el Ecuador.

¿Y qué están haciendo aquí los finlandeses?

Entre otros están ayudando en capacitación docente. Cómo lo están haciendo y si hay resultados, lo desconozco.

La formación docente es un proceso complejo. De hecho, en Finlandia me comentaban que cuando hacen capacitación en otros países les obligan a replicar cosas que ellos ya dejaron de lado, como las capacitaciones masivas. Procesos estandarizados, donde se replica la pedagogía que no se quiere.

La idea es formar a los docentes del mismo modo que se les pide a ellos que se relacionen con los alumnos. De hecho, en Finlandia el criterio principal de selección de los maestros no radica en la cantidad de títulos que posea, ni en sus calificaciones. Se realiza una entrevista personal, donde se valora su compromiso con la comunidad, si fue o es voluntario en alguna causa, habilidades artísticas, sus sensibilidades como persona… Solo el 10% de quienes se presentan obtienen una plaza.

En Finlandia no hay rankings y se evita las pruebas estandarizadas. No  se rankea a las escuelas, menos a los alumnos, no hay ‘tú eres el mejor’ o ‘tú eres el peor’. El sistema educativo finlandés fomenta la colaboración, no la competencia. El principal objetivo es la equidad, no la excelencia. El Ecuador se enrumba en un sentido contrario, basado en la competencia y la excelencia. En Finlandia el lema es ¨toda escuela, una buena escuela¨.

¿Cuáles son los defectos de ese sistema?

Encontré pocas situaciones que me sorprendieron negativamente… Por ejemplo, entré a una clase de secundaria y la profesora les pidió a los alumnos pararse y saludar a la visitante, como en los planteles más tradicionales. Luego la exhibición era que yo viera cómo hacían, en parejas, un Powerpoint sobre Finlandia, usando Wikipedia: ¡la cosa más convencional del mundo hoy en día! Tal vez la profesora pensaba que yo, visitante de país del tercer mundo, me sorprendería con eso. Al salir me di cuenta que no era el aula, sino que toda esa escuela es así. Eso es lo más «terrible» que vi en mi visita en Finlandia…

Los finlandeses me decían que vaya al norte del país para analizar lo que pasa en la zona rural, pues Helsinki, la capital, es una cosa, la zona rural – como en todo lado – es otra … Las peores cosas las vi en situaciones de ‘show-off’, donde los profesores están pensando en el visitante y no en los alumnos.

¿Cómo trasladar los aspectos positivos a un contexto escolar como el ecuatoriano?

Hay muchas cosas que pueden hacerse sin necesidad de trasladar o copiar de nadie. Ver a los chicos finlandeses en el comedor escolar es un poema. Los chiquitos aprenden a servirse, comer tranquilos, compartir, desechar, poner las cosas en su sitio y reciclar.

Quisiera ver qué pasa en el Ecuador en el comedor de una Escuela del Milenio… Todo eso pueden aprender a hacer nuestros niños, si tienen el ejemplo y la guía adecuada. Se trata de ejercicios ciudadanos que tienen un impacto sobre la vida para siempre.

¿De qué depende que esos aspectos se puedan replicar en Ecuador?

De los sistemas escolares que he visto, el finlandés es el más atento a las necesidades del alumno. Hay un valor subyacente que es la empatía y otro que es el respeto. Hay que pensar en los chicos, son personas y cada uno es distinto. Basta con comprender eso, son valores universales.

En el Ecuador, el Ministro de Educación dice que aspira a que nuestro país tenga «el mejor mejor sistema escolar del mundo». No sé qué entiende él por eso… Hay muchos criterios para definir qué es un buen sistema educativo. Los puntajes en pruebas no son lo único ni lo más importante. Eso revela apenas un aspecto de una escuela. Falta saber cómo se sienten los alumnos en una escuela, si tienen miedo o si aprenden motivados, con alegría. No estoy de acuerdo con rankear escuelas con base en pruebas. Finlandia no lo hace. Y otros países están dejando de hacerlo. Es una lástima que el Ecuador empiece a hacerlo cuando otros lo abandonan.

Mientras se habla del ‘boom’ de la educación finlandesa, en Ecuador se destaca un supuesto ‘milagro ecuatoriano’ en educación, que se refiere básicamente a la inversión que el gobierno de Rafael Correa ha destinado a ese rubro. ¿En términos educativos, existe realmente un milagro ecuatoriano?

El ‘milagro ecuatoriano’ destinó la inversión principalmente a tres rubros: carreteras, hospitales y escuelas.

En educación, la prioridad en estos nueve años se ha puesto en la infraestructura. Recuperar la gratuidad ha sido una conquista importante pero la calidad sigue siendo un desafío grande y pendiente. La infraestructura es un aspecto secundario de la calidad educativa; el factor más importante para el cambio educativo siguen siendo los docentes, y ese es tema complejo y proceso largo.

Publicado originalmente en http://otra-educacion.blogspot.com/2016/03/en-el-ecuador-el-modelo-pedagogico-no-ha-cambiado.html

 

Comparte este contenido:

Why Are Liberal Commentators Acting as Apologists for Trump’s Racism?

The lynch-mob mentality that permeates Donald Trump’s campaign rallies was made visible once again this month at a rally in Fayetteville, North Carolina, when Rakeem Jones, a 26-year-old Black protester, was sucker punched by a white Trump supporter. A video of the incident documents how, after Jones was punched, the audience cheered and the police threw Jones to the ground and handcuffed him. John McGraw, the man who admitted on camera that he had punched Jones, was later arrested. When asked why he did it, McGraw, 78, not only admitted to having committed the assault, but said he «liked it, clocking the hell out of that big mouth,» whom he said he thought might be a member of ISIS. He then added, «Yes, he deserved it. We don’t know who he is, but we know he’s not acting like an American … the next time we see him, we might have to kill him.»

For more original Truthout election coverage, check out our election section, «Beyond the Sound Bites: Election 2016.»

Of course, this incident was not out of the ordinary. Trump supporters have a consistent history of attacking those protesting Trump’s policies. When an activist named Mercutio Southall Jr. started shouting «Black Lives Matter!» at a Trump rally in Birmingham, Alabama, on November 21, 2015, some Trump supporters punched and choked him. Dara Lind observes that the Southall Jr. attack «isn’t an isolated incident. Trump supporters have gotten physical with protesters at several other events throughout his candidacy. A protester was dragged out of a Trump rally in Miami. A Trump supporter ripped up a protester’s sign. A Trump bodyguard was filmed sucker-punching a protester outside Trump Tower in early September. And at a rally in DC, photographers captured a Trump supporter pulling a protester’s hair.» Meanwhile, last week, after a March 11 rally was cancelled in Chicago, a number of skirmishes and fistfights broke out between Trump supporters and protesters. Many commentators noted that the rally offered a signpost of the escalating violence that has taken place at Trump’s rallies.

At their core, Trump’s politics and appeal are built around violence.

Trump has repeatedly indicated his support for such actions by saying he «would like to punch a protester in the face» and labeling protesters as «bad Americans.» He also incited this violence through his response to the November incident that occurred in Alabama, when Trump supporters punched and choked Southall Jr., who started shouting «Black Lives Matter!» as Trump started to speak. When asked about the incident, Trump responded in a Fox News interview with the remark: «Maybe he should have been roughed up.»

Such comments make clear that at their core, Trump’s politics and appeal are built around violence. Trump’s encouragement of violence can be seen very starkly in his decision to look into paying for McGraw’s legal fees. In defense of such actions,Trump told «Meet the Press» that McGraw «obviously loves his country,» and that he might «have gotten carried away.» Meanwhile, some Trump supporters havereportedly expressed interest in forming a makeshift militia called the Lion’s Guard to oppose «far-left agitators.»

To read more articles by Henry A. Giroux and other authors in the Public Intellectual Project, click here.

One would think that these incidents would be enough to convince liberals that Trump’s popularity is deeply tied to his open advocacy of racist violence, but a disconcerting number of liberal commentators have sought to downplay Trump’s racist and fascist tendencies.

Liberal Apologists for Trump

Some conservatives, such as Wall Street Journal columnist Peggy Noonan, predictably downplay the racist and fascist undertones of Trump’s candidacy, arguing that Trump is simply a symptom of massive disillusionment among Americans who are exhibiting a profound disdain, if not hatred, for the political and economic mainstream elites. Disappointingly, however, this argument is also often bolstered by liberals who go too far in their efforts to prove that criticism of Trump’s bigotry and racism cannot fully account for Trump’s political appeal.

For instance, historian Thomas Frank (also a former Wall Street Journal columnist)observes that Trump actually embraces a number of left-leaning liberal positionsthat make him popular with working-class white people with lower education levels. He cites Trump’s criticism of free trade agreements, his call for competitive bidding with the drug industry, his critique of the military-industrial complex and its wasteful spending, and his condemnation of companies that displace American workers by closing factories in the United States and opening them in much poorer countries such as Mexico in order to save on labor costs.

Trump’s appeal to fear, aggression and violence makes people more vulnerable to authoritarianism.

Purveyors of this view present the working class as a noble representative of a legitimate populist backlash against neoliberalism and appear to deem irrelevant the question of whether or not this backlash embraces an American form of fascism. Frank, however, has a long history of ignoring cultural issues, ideologies and values that do not simply mimic the economic system. As Ellen Willis has pointed out in her brilliant critique of Frank’s work, Frank makes the mistake of imagining popular and media culture, or what I call the educative nature of culture and politics, as simply «a pure reflection of the corporate class that produces it.» Hence, the racism, ultra-nationalism, bigotry, religious fundamentalism and other anti-democratic factors get downplayed in Frank’s analysis of Trump’s rise to power.

Journalist John Judis, a senior writer at The National Journal, extends this argument by comparing Trump with Bernie Sanders, claiming that they are both populists and outsiders while suggesting that Trump occupies a legitimate outsider status. Judis argues that Trump raises a number of criticisms regarding domestic policies for which he should be taken seriously by the American people and not simply dismissed as a racist, clown or pompous showman. In a piece for Vox, he writes:

Sanders and Trump differ dramatically on many issues — from immigration to climate change — but both are critical of how wealthy donors and lobbyists dominate the political process, and both favor some form of campaign finance reform. Both decry corporations moving overseas for cheap wages and to avoid American taxes. Both reject trade treaties that favor multinational corporations over workers. And both want government more, rather than less, involved in the economy…. Both men are foes of what they describe as their party’s establishment. And both campaigns are also fundamentally about rejecting the way economic policy has been talked about in American presidential politics for decades.

Some liberals such as scholar and blogger Arthur Goldhammer go so far as to suggest that Trump’s appeal is largely an extension of the «cult of celebrity» and his attentiveness to «a very rational and reasonable set of business practices» and to the anger of a disregarded element of the working class. Goldhammer asserts without irony that Trump «is not an authoritarian but a celebrity,» as if one cancels out the other. While celebrity culture confers authority in a society utterly devoted to consumerism, it also represents less a mode of false identification than a manufactured spectacle that cheapens serious and thoughtful discourse, and puts into play a focus on lifestyles and personalities. This has given rise to mainstream media that devalue politics, treat politicians as celebrities, refuse to give politicians a serious hearing and are unwilling to raise tough questions. This occurs because the media assume that celebrities are incapable of answering difficult questions and that the public is more concerned about their personalities than anything else.

Celebrity culture is not simply a mode of entertainment; it is a form of public pedagogy central to creating a formative culture that views thinking as a nuisance at best or dangerous at worse. Treated seriously, celebrity culture provides the architectural framing for an authoritarian culture by celebrating a deadening form of self-interest, narcissism and civic illiteracy. As the historian of Germany Fritz Sternhas argued, the dark side of celebrity culture can be understood by the fact that it gave rise to Trump and represents the merger of financial power and a culture of thoughtlessness.

Roger Berkowitz, the director of the Hannah Arendt Center, takes Goldhammer’s argument further and claims that Trump is a celebrity who knows how to work the «art of the deal» (a reference to the title of Trump’s well-known neoliberal manifesto). That is, he suggests that Trump’s appeal rests on his role as a celebrity with real business acumen and substance. In particular, Berkowitz argues that Trump’s appeal is due, in part, to his image as a smart and successful businessman who gets things done. Berkowitz goes into overdrive in his claim that Trump is not Hitler, as if that means he is not a demagogue unique to the American context.

The authoritarian tendencies of Trump’s followers cannot be explained through economic analyses alone.

Without irony, Berkowitz goes so far as to write that «it is important to recognize that Trump’s focus on illegal immigrants, protectionism, the wall on the Mexican border, and the terrorist danger posed by Muslims transcends race.» I am assuming Berkowitz means that Trump’s racist ideology, policies and rhetoric can be separated from the hateful policies for which he argues (such as torture, which is a war crime) and the violence he legitimates at his rallies. Indeed, Berkowitz implies that these policies and practices derive not from a fundamentally racist and xenophobic orientation but rather are rooted in Trump’s sound understanding of economic issues related to his business practices.

The sound business practices that Berkowitz finds admirable have a name: neoliberal capitalism. This neoliberal capitalist system has produced an untold degree of human misery, political corruption and inequality throughout the world. It has given us a social and political formation that promotes militarization, attacks the welfare state, aligns itself slavishly with corporate power and corrupts politics. Moreover this system seeks to justify the disproportionate police violence directed toward Black communities by referring to Black people as «criminals» and «thugs.» Proponents of this political and economic system may not constitute a fascist party in the strict sense of the word, but they certainly embrace toxic elements of a new style of American authoritarianism.

In declaring that Trump isn’t being racist and in claiming that the difference between Trump and Sanders is one of attitude and not policy, Berkowitz reveals the extent to which his eagerness to defend neoliberal capitalism requires him to overlook Trump’s racism. Berkowitz even goes so far as to downplay the differences between Trump and Sanders on racism by arguing that they have both «pushed the limits of racial propriety.» This statement whitewashes Trump’s overt racism and appears to suggest that both candidates share similar ideological positions toward people of color and inhabit the same racist landscape, truly a claim that borders on the absurd and represents an intellectual deceit in its claims to legitimate a false equivalency. Of course, if Berkowitz had used the word «racism» instead of «racial propriety,» the latter claim would not make sense given Sanders’ long history of fighting racial injustices.

I strongly doubt that Trump’s call to ban Muslims from entering the United States, his call to expel 11 million undocumented immigrants, his appeal to white nationalism, his intention to kill terrorists and their families as well, or his support for state-sponsored torture, among other egregious policy practices, constitute simply different attitudes between him and Bernie Sanders.

Trump attempts to generate intolerance out of misfortune while Sanders goes to the political, economic and social roots of the problems that cause it. Trump promotes an intense culture of fear that cannot be excused by appealing to his alleged good business practices or for that matter to his criticism of some of the Republican Party’s more regressive domestic and foreign policy endeavors. On the contrary, Trump’s appeal to fear, aggression and violence makes people, especially those who have been politically victimized, more vulnerable to authoritarianism.

The Downplaying of Trump’s Racism

Berkowitz’s argument is more than apologetic; it is a species of postracial discourse that became commonplace during the Obama years. It is also disingenuous and nonsensical. It is hard to make up such apologetic reasoning at a time in which racist invective and actions are more visible than ever: Police brutality against Black people is widespread; racist comments against Obama proliferate without apology; Black congregants are killed while praying in their church; white supremacists target immigrants, Muslims and Planned Parenthood with repeated acts of violence; and all the while the racially coded prison system is bursting at its seams. We also live at a time when a dangerous resurgence of racism, Islamophobia and anti-immigrant sentiment is on the rise. Against the reality of a society immersed if not saturated in racial violence, Berkowitz’s postracial and market-drenched discourse mimics a naive form of liberalism, if not a species of right-wing ideology too afraid to name itself, and too unwilling to address Trump’s authoritarian and myopic drive for power.

Trump echoes a fascist script that has been updated to address the fears and anxieties of people who feel betrayed by mainstream politics.

Critical race theorist David Theo Goldberg is right in arguing that this line of argument is a form of «postraciality [that] heightens the mode of racial dismissal» and «renders opaque the structures making possible and silently perpetuating racially ordered power and privilege» (see Goldberg’s book Are We All Postracial Yet?). Trump’s followers cannot be defined simply by an anger that is associated with oppressive economic institutions, policies and structures. They are also defined by an anti-democratic politics that embraces the long legacy of racialized human trafficking and enslavement, a hatred of immigrants and an embrace of the ethos of privatization.

The positions that many liberals such as Thomas Frank, Arthur Goldhammer and Roger Berkowitz have taken on Trump often sound like apologies for Trump’s reactionary utterances. Moreover, they tend to downplay his toxic racism, nativism, class bullying, demagogic policies and chilling embrace of violence. In focusing on Trump’s populism alone, these analyses ignore David Neiwert’s insight that Trump’s updated neo-fascist rhetoric is «designed to demonize an entire class of people by reducing them to objects fit only for elimination.»

What is disturbing about accounts that celebrate, however cautiously, Trump’s more liberal tendencies is that, in the words of sociologist Pierre Bourdieu, «they give racist contempt the impeccable alibi of ethical and secular legitimacy.» This type of restricted discourse runs the risk of absolving the Republican Party and Trump and his followers of some of their most vile, right-wing, nativist legacies. These liberal cover-ups do more than underplay Trump’s fascist tendencies; they also overlook a moment in which political authoritarianism is on the rise and in which the very fate of humanity and the planet are at risk. As Los Angeles Times reporters Don Lee and Kurtis Lee observe:

If Donald Trump were president, [he would end abortion rights, repeal Obamacare,] put U.S. ground troops in Iraq to fight Islamic extremists, rescind President Obama’s executive orders that protect millions of immigrants from deportation, eliminate American citizenship for U.S.-born children whose parents are in the country illegally and «police» but not necessarily revoke the nuclear pact with Iran. Trump wants to deport all immigrants in the U.S. illegally — an estimated 11 million people — but says he wouldn’t break up families because their families would be deported too. «We’re going to keep the families together … but they have to go,» he said in a wide-ranging interview on NBC’s «Meet the Press.» «We have to make a whole new set of standards. And when people come in, they have to come in legally.» Deportees who qualify could return, he said. Trump would end Obama’s Deferred Action for Childhood Arrivals program, which allows young people brought to the country illegally as children to work and attend college without facing deportation.

Trump’s toxic racism and discourse has been leading to violence for some time. According to an August 2015 article in Rolling Stone by Matt Taibbi, when two brothers from South Boston urinated on and severely beat with a metallic pipe a Latino man, «one of the brothers reportedly told police that ‘Donald Trump was right, all of these illegals need to be deported.'»

Taibbi adds:

When reporters confronted Trump, he hadn’t yet heard about the incident. At first, he said, «That would be a shame.» But right after, he went on: «I will say, the people that are following me are very passionate. They love this country. They want this country to be great again. But they are very passionate. I will say that.»

Trump later modified his response, one that both appeared to condone and legitimate the violence done in his name, but the fact remains that he is disseminating hate and creating the conditions for dangerous ideas to mobilize real-life violence in a society seething with a toxic disdain for immigrants. In what can only be interpreted as an openly racist justification for such violence — reminiscent of similar attacks against Jews in Nazi Germany — Trump’s initial response truly reflects the degree to which right-wing extremism has become an acceptable register of US politics.

The authoritarian tendencies of Trump’s followers cannot be explained through economic analyses alone. Denying the importance of racism, xenophobia, corporate-driven public pedagogies and a culture shaped by the financial elite greatly ignores modes of domination that go far beyond economic discontents and are produced and legitimated daily in mainstream cultural apparatuses. As Ellen Willis has pointed out, domination is not simply structural — it takes shape through beliefs, persuasion, rhetoric and the pedagogical dimensions of politics. What Trump has tapped into is not simply economic resentment but also decades of a formative culture that is as divisive as it is anti-democratic. Violence is ubiquitous in US society and has become normalized, furthering a politics of anxiety, uncertainty and bigotry.

Trump has taken advantage of a proliferating culture of fear to create what Susan Sontag has described as a mimicry of fascinating fascism that trades in a carnival of violence and hatred. This spectacle furthers a politics of nihilism and brings many Americans closer to the abyss of proto-fascism. Under such circumstances, it is fair to argue that many of Trump’s supporters have embraced the core elements of totalitarian politics. In this instance, politics has become a staged event, a spectacle that both normalizes violence and makes it a source of pleasure.

Trump echoes a fascist script that has been updated to address the fears and anxieties of people who feel betrayed by mainstream politics and channel their anger toward immigrants, Black people and anyone they deem un-American. Given the way in which racism mixes with the growing fear and anger over economic precariousness of working-class white people in this country, is it any wonder, that Trump presents himself as the strong leader, the mythic strongman offering redemption, revenge and a revitalized white Christian United States? Trump is not only the new face of proto-fascism, but also the logical end result of neoliberal capitalism’s numerous assaults on democracy itself.

May not be reprinted without permission .

Publicado originalmente en http://www.truth-out.org/news/item/35240-why-are-liberal-commentators-acting-as-apologists-for-trump-s-racism

Comparte este contenido:

¿Qué nos enseña la crisis brasileña?

 

29 de marzo de 2016/ Una crisis política enorme se cierne sobre ese gigante que es Brasil. Una investigación judicial, denominada operación «Lava Jato», ha puesto en evidencia un esquema de corrupción que compromete a altos funcionarios de Petrobras, a grandes empresas constructoras, entre ellas la conocida Odebrecht, y a políticos brasileños de una multiplicidad de partidos.

 

Todos los grandes partidos están salpicados por la corrupción

Las denuncias de corrupción involucran no solo del Partido de los Trabajadores (PT), como quieren hacer ver los medios de comunicación, sino que incluyen al Partido Progresista (PP) y al Partido Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), ambos de ideología de derecha. Otras investigaciones anticorrupción ya habían señalado a gobernadores del partido socialdemócrata PSDB («tucano»), como Geraldo Alckim en el estado de San Pablo. Con lo cual, todos los grandes partidos del sistema electoral brasileño están manchados por la corrupción.

Pero la derecha, que no ha ganado las elecciones federales durante tres períodos consecutivos, maniobra con ayuda de los medios de comunicación burgueses, encabezados por la red Globo, y el guiño cómplice de la embajada de Estados Unidos, para enfilar las acusaciones únicamente contra la presidenta Dilma Rousseff, contra el ex presidente Ignacio Lula Da Silva y el PT. El objetivo es evidente, sacar a Dilma antes de finalizar su mandato e impedir la nueva postulación de Lula a la presidencia en las próximas elecciones, porque Lula tendría posibilidades reales de ganar según diversas encuestas.

 

La maniobra golpista de la derecha y los medios de comunicación de masas

El objetivo es imponer un golpe de estado parlamentario, como el que se hizo contra Lugo en Paraguay, forzando el juzgamiento («impeachment») de la presidenta por el Congreso, a cuya cabeza está el evangélico de extrema derecha, Eduardo Cunha, acusado de recibir más de 5 millones de dólares de sobornos («propinas») de Petrobras.

La maniobra golpista consistiría en sacar a Dilma, mediante un juicio amañado del Congreso corrupto, para hacerse con el poder imponiendo al vicepresidente, Michel Temer, del derechista PMDB, aliado al gobierno del PT,  sin convocar nuevas elecciones, ni un referéndum revocatorio, ni mucho menos una Asamblea Constituyente, ni ningún tipo de consulta popular.

Este golpe parlamentario contra Dilma embona con la ofensiva de la derecha latinoamericana, teledirigida desde Washington, para sacar del poder o debilitar todo lo posible a gobiernos «progresistas» que ganaron el voto popular durante los últimos 15 años.

La maniobra parlamentaria brasileña hace parte del esquema que se ejecuta simultáneamente en todo el continente:  tratar de sacar a Nicolás Maduro de la presidencia de Venezuela antes de cumplir su mandato;  hacer fracasar el plebiscito por la reelección de Evo Morales en Bolivia; debilitar el gobierno de Rafael Correa en Ecuador; incluso acusar de corrupción a la moderada socialdemócrata Michelle Bachelet en Chile.

 

¿Cómo operaba la corrupción en el caso brasileño?

La crisis tiene como actores centrales a directivos de la empresa petrolera estatal, Petrobras, nombrados por el gobierno del P.T., Renato Duque (ex tesorero del partido) y Pedro Barusco, y un ex senador de ese partido, Delcidio Amaral,  ex director de Petrobras con el gobierno de Fernando Herique Cardoso, pero captado para el P.T. en esos juegos de «alianzas» con la derecha, que tanto gustan a los socialdemócratas y estalinistas.

El esquema corrupto consistía en que la petrolera estatal brasileña, Petrobras, vendía a precios inferiores a los de mercado internacional, principalmente gasolina, a la subsidiaria de Odebrecht, llamada Braskem.  Las ganancias millonarias de Braskem y, por contra, la lesión contra el patrimonio de Petrobras, se estima en 6 mil millones de reales, o 1600 millones de dólares, entre 2009 y 2014.

Luego Odebrecht, a través de sus oficinas y empresas de maletín, en paraísos fiscales, como Suiza y Panamá, pagaba «propinas» a los funcionarios que le habían facilitado estos lucrativos negocios a costa de la empresa estatal. Estas «propinas» servían tanto para enriquecimiento personal de los corruptos, como para financiar a los partidos políticos.

La página 147 de la denuncia del Ministerio Público Federal, muestra el organigrama que seguía el dinero saqueado a Petrobras para beneficio de Odebrecht. A través de varias  subsidiarias y luego a «empresas de maletín» en Suiza y Panamá. Con la banderita panameña, aparecen mencionadas, en los niveles de lavado del dinero 2 y 3: «Del Sur», «SAGAR», «QUINUS», «PEXO», «MILZART» y «SYGNUS».  Por ayudar a facilitar ese esquema aparece mencionado en Brasil el bufete del abogado Ramón Fonseca Mora, dirigente del Partido Panameñista y hasta hace poco consejero del presidente Varela.

La investigación estima que la «propina» de Duque y Barusco era aproximadamente del 2% del valor de cada contrato. Al ser Duque tesorero del PT, se estima que parte del dinero se usó para financiar al partido. Pero como se ha dicho, la corrupción también salpica al jefe de la oposición derechista del Senado, Eduardo Cunha, acusado por el Supremo Tribunal Federal de recibir coimas por 5 millones de dólares.

También se acusa a los directivos de Odebrecht y al «operador» del PMDB, Fernando Falcón Soares o Fernando Baiano. Al igual que al directivo de Petrobras, relacionado con el Partido Progresista, Paulo Roberto Costa (Hora Do Povo, No. 3.366, 29 a 30 de julio de 2015). Como ya se sabe, Marcelo Odebrecht, cabeza de la empresa, ya ha sido condenado a 20 años de prisión por estos delitos.

 

Lo que los medios callan: el sistema político es la madre de la corrupción

La descripción de cómo operaba la corrupción en torno a Petrobras es interesante porque podemos suponer que el mismo esquema se utiliza en otros países de Latinoamérica, incluyendo el nuestro. Aquí siempre se ha rumorado acerca del pago de «propinas» a funcionarios por contratos de parte de empresas privadas o pagos a la deuda pública a bancos. Supuestamente, en Panamá eso no es ilegal.

Lo que no dicen los medios de comunicación, es que los sistemas políticos supuestamente «democráticos» requieren millonadas crecientes de dinero para poder participar en los procesos electorales con alguna opción de «ser elegido». Como la médula del sistema «democrático» es la capacidad de gastar millones en publicidad, los partidos y políticos buscan la manera de obtener el financiamiento de sus campañas. Ahí es donde aparecen empresas dispuestas a financiar a cambio de jugosos contratos con el estado.

Dónde más claramente la intromisión del poder económico determina los resultados electorales es en Estados Unidos, donde los políticos son financiados directamente por poderosas empresas y multimillonarios, tanto en las campañas, como en sus funciones mediante el llamado «lobby». Para los medios de comunicación afiliados a la SIP, eso no es corrupción, sino una virtud democrática norteamericana.

En el caso panameño, aunque los partidos y candidatos están obligados a informar de sus fuentes de financiamiento privado, estas se convierten el secreto mejor guardado por los magistrados del Tribunal Electoral, con lo cual se hacen cómplices de este tipo de manejos corruptos. Aquí también entran fuentes de financiamiento que rayan en el delito, como el uso arbitrario y sin control de fondos públicos como el del Programa de Ayuda Nacional (PAN), que regaló 400 millones de dólares entre los diputados de todas las bancadas en las últimas elecciones.

Los medios de comunicación de masas, especialmente los afiliados a la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), también esconden que ellos y sus dueños, teniendo el monopolio absoluto sobre los medios de comunicación, e imponiendo los precios sobre las pautas publicitarias, son los principales beneficiaros de los costos millonarios de las campañas electorales y, por esa vía, son cómplices directos de la corrupción.

Lo dicho no pretende justificar los manejos corruptos de funcionarios de ningún partido, los cuales, comprobados los cargos deben ser sancionados, pero sí pretende explicar las dimensiones extraordinarias del fenómeno de la corrupción, que atraviesa todos nuestros países y partidos políticos. En el caso de Odebrecht, se rumora la posibilidad de que pronto salgan a relucir nombres de políticos financiados con esquemas semejantes en otros países del continente, incluyendo Panamá.

 

Lula y Odebrecht

Ha trascendido recientemente, la relación estrecha entre el ex presidente Lula Da Silva y las empresas constructoras brasileñas Odebrecht, Camargo Correa y OAS. Las investigaciones han sacado a la luz que, entre 2011 y 2013, Lula recibió «patrocinios» de esas empresas y donaciones de hasta 20,7 millones de reales (unos US$ 5 millones) al «Instituto Lula» (fundación) y 10 millones de reales (US$ 3 millones) le fueron pagados en regalías por sus conferencias en el extranjero.

Lula aduce que esos pagos son legales, y que otros ex presidentes también viajan por el mundo promoviendo empresas de sus países y cobran fuertes emolumentos por dictar conferencias. Esto lo hacen desde Clinton hasta Álvaro Uribe. Pero los medios de comunicación también callan sobre este asunto y solo atacan a Lula.

No sólo es creíble la versión de Lula de la legalidad de esos emolumentos, sino que es público que él no se ha negado nunca a declarar ante los jueces sobre el tema. Por eso es repudiable el manejo político del juez que lo mandó a conducir detenido para escarnecerlo ante la jauría derechista y para beneplácito de sus enemigos políticos.

Sin embargo, desde el punto de vista de clase obrera, a la que Lula ha representado por décadas, la relación tan estrecha con una empresa transnacional como Odebrecht, sí presenta dilemas ético – políticos que pueden y son debatidos en Brasil.

Desde el primer gobierno encabezado por Lula, hacia 2003-2004, se produjeron en el Partido de los Trabajadores varias rupturas de los sectores más consecuentes y revolucionarios, que acusaban a la dirección del partido y a Lula de traicionar sus compromisos con la clase trabajadora y gobernar para beneficio de los grandes bancos, empresas constructoras y el agronegocio.

De esa manera surgieron partidos ubicados a la izquierda del PT, como el Partido del Socialismo y la Libertad (PSOL), y otras rupturas posteriores, como por ejemplo la de Marina Silva, antes Partido Verde y ahora Partido Socialista Brasileño (PSB).

 

La política económica de Dilma le enajena la base social obrera de su electorado

 Aplastada entre una creciente crisis capitalista, la caída de los precios de las materias primas, las crecientes luchas sociales, en especial de los jóvenes y estudiantes, que salieron a las calles con fuerza previo al Mundial de Fútbol de 2014, así como la campaña mediática en su contra, la presidenta Dilma Rousseff y el PT, en vez de ir hacia la izquierda, ceden a las políticas neoliberales, con lo cual debilitan su base social. Ese mirar a la derecha en busca de respaldo lo demuestra su alianza con el PMDB.

Si bien el gobierno del PT inauguró en América Latina las llamadas políticas sociales de «transferencias» con el «Plan de Hambre Cero», de Lula, como una forma de atenuar los males sociales de 20 años de neoliberalismo, lo cierto es que no ha habido cambios de fondo en ninguno de los aspectos que se esperaban de un gobierno que decía ser de los trabajadores. Por el contrario, el gobierno de Dilma se inclina cada vez más hacia medidas de carácter neoliberal.

La situación social se deteriora: en 2015, se perdieron millón y medio de puestos de trabajo. En 2016, la tasa de desempleo nacional es del 7,6% y creciendo. El desempleo juvenil en la zona metropolitana de San Pablo supera el 28%. La inflación el año pasado bordeó el 11%.

Este año, la presidenta Dilma Rousseff, adoptó dos acuerdos que le han ganado repudio sindical: por un lado, en acuerdo PT, PSDB y PMDB decidió entregar al sector privado reservas petroleras de PETROBRAS; por otro, decidió el congelamiento del salario mínimo y de los sueldos de los empleados públicos, si primero no se superaba el mínimo para garantizar el pago de la deuda a la banca.

 

Por una salida democrática y popular a la crisis

Para hacer frente a la crisis social, algunas corrientes de izquierda han propuesto la necesidad de un Plan de Emergencia, de grandes inversiones públicas para recuperar el empleo, así como un ajuste salarial acorde con el costo de la vida, y la ruptura del PT con las medidas neoliberales.

 Frente a la crisis política de envergadura que se cierne sobre Brasil y frente a la maniobra de la derecha que pretende un golpe parlamentario para sacar a Dilma y sustituirla por su vicepresidente, importantes sectores de la oposición de izquierda denuncian la jugada contra la democracia y contra el pueblo, proponiendo que no puede haber ninguna salida que no contemple la participación popular.

Por eso algunos han empezado a denunciar que el Congreso no tiene moral para juzgar a la presidenta y que en todo caso habría que convocar a nuevas elecciones generales (Partido Patria Livre). Incluso se habla de la convocatoria a una Asamblea Constituyente Popular (MES-PSOL), a la que el PT se había comprometido, y que junto con otras cosas olvidó por el camino.

 

Algunas lecciones de la crisis brasileña

1. La «democracia» burguesa es profundamente corrupta ya que su base es el poder económico. La corrupción es el alma de los sistemas electorales basados en campañas multimillonarias.

2. Los medios de comunicación de masas hipócritamente se disfrazan de adalides morales de la sociedad, pero son los principales beneficiarios del sistema político corrupto por la vía de las pautas millonarias en publicidad política.

3. La izquierda que aspiramos a ejercer nuestros derechos democráticos de participación política y electoral, debemos ser especialmente cuidadosos con la manera en que financian los proyectos electorales, so pena de ser escarnecidos en público al menor error, incluso los que los medios y las autoridades perdonan en partidos de derecha.

4. Como principio, nadie que se defina como progresista, de izquierda o revolucionario puede justificar ninguna forma de corrupción y robo al estado, por ende, debemos exigir investigación y esclarecimiento total, junto con la debida sanción penal a los responsables, sin importar la procedencia política de los involucrados.

5. Pero lo anterior no significa que avalemos ningún intento de golpe de estado parlamentario en Brasil, menos para beneficio de un Congreso y unos partidos de derecha demostradamente corruptos y al servicio de los intereses del imperialismo yanqui.

6. Con diferencias o sin ellas, hay que partir por reconocer que Dilma Rousseff es la presidenta legítima de Brasil, electa por el pueblo. Si la investigación y las circunstancias forzaran su dimisión, es inaceptable que sea sustituida por una jugarreta de políticos venales, encabezados por su vicepresidente, Michel Temer.

7. Si la presidenta Dilma debe o no renunciar debiera salir de una consulta democrática al pueblo brasileño, mediante un referéndum revocatorio, como únicamente se hace en la Venezuela bolivariana, y al que en su momento se sometió Hugo Chávez, saliendo victorioso en unas circunstancias golpistas semejantes. Y, en caso de caer el gobierno de Dilma Rousseff, la única alternativa legítima sería la participación del pueblo brasileño mediante la convocatoria de nuevas elecciones o una Asamblea Constituyente Popular.

8. La experiencia latinoamericana en general, y la brasileña en particular, demuestran que la única manera de salvar procesos políticos progresistas de los embates de la derecha y el imperialismo, no es tratando de pactar y ceder a sus requerimientos, sino convocando la movilización popular y radicalizando las medidas de carácter socialista.

 

Comparte este contenido:

Determinando la calidad para que la escuela sea mejor

(Texto para “Otras Voces en Educación”. Caracas, 27/03/2016)

 

Aurora Lacueva

 

Tratar de determinar, aun de manera aproximada, la calidad del trabajo que se realiza en las escuelas puede ayudarlas a avanzar y es así un esfuerzo valioso. Sin embargo, hay procedimientos e instrumentos que resultan poco útiles, poco incisivos e incluso perjudiciales; por ejemplo, el uso de pruebas estandarizadas para medir conocimientos estudiantiles o las clasificaciones jerarquizadas (rankings) entre países, zonas o escuelas. De ellos hablamos en anterior artículo para este portal web. Hace falta desarrollar procedimientos más integrales y profundos, y también más participativos,capaces de iluminar verdaderamente logros e insuficiencias del quehacer escolar con miras al mejoramiento/transformación de la escuela.

Por nuestra parte, proponemos cuatro estrategias que se complementan(las presentamos más extensamente en Lacueva, 2015b, ver también Lacueva, 2015a): autoevaluación de cada plantel con apoyo experto externo, estudios de caso por parte del ente rector en educación, estudios muestrales grandes para problemas específicos, a cargo del mismo organismo y, finalmente, recolección de información estadística pertinente, veraz y completa.

El núcleo de la determinación de calidad debe estar en la autoevaluación desarrollada en cada escuela, con orientación y apoyo externos,que suponemos normalmente ofrecidospor el ente nacional rector en educación o -según países- el local.Así se abre la “caja negra” de la acción escolar, gracias a la colaboración protagónica de los propios involucrados –única manera de lograrlo a cabalidad. Nos interesa conocer a la escuela, a cada escuela, por dentro, para poder luego tomar e implementar decisiones que les permitan ser mejores. ¿Qué considerar en esta evaluación? Sería algo a discutir en cada país, llegando a consensos. Creemos que los aspectos a tener en cuenta no deben conformar una larga lista, sino que conviene centrarse en asuntos clave y proponer mecanismos de evaluación factibles, evitando exigirde las y los participantes un exceso de tiempo y esfuerzo. Entre esos asuntos clave deben estar el local, la dotación (tanto la dirigida al centro como la que llega directamente a cada estudiante), las actividades pedagógicas que se desarrollan, los logros estudiantiles, el cogobierno y la gestión escolar, el clima institucional, las interrelaciones con la comunidad, y los programas sociales (como los de alimentación, salud o vestuario, entre otros).

En la autoevaluación de cada escuela es importante utilizar procedimientos variados, naturalísticos y flexibles, que estudien la vida de la institución sin alterarla demasiado y que permitan adentrarse en la complejidad de sus situaciones y devenir. Ejemplos de procedimientos adecuados seríanobservaciones (de clases, reuniones, patio…); análisis de documentos (cuadernos y trabajos de estudiantes, planificaciones docentes, evaluaciones, minutas de reuniones de cogobierno…); estudio de portafolios (de estudiantes, docentes, directivos…); entrevistas; grupos focales; cuestionarios sobre opiniones y experiencias; y recopilación y análisis de datos estadísticos del plantel y de cada estudiante.

El ente rector en educación debe colaborar con las escuelas ofreciéndoles pautas e instrumentos para su autoevaluación, pues resultaría demasiado arduo generarlos en cada centro y, además, ello haría imposible la consolidación de información, necesaria para visiones de conjunto del sistema educativo.También debe enviar a cada plantel a un pequeño grupo de asesores que acompañen el proceso. No proponemos estudiar necesariamente a cada docente ni, mucho menos, a cada estudiante: en la mayoría de los casos basta con una selección sistemática entre ellos, que permita caracterizar la situación de cada institución educativa, sus logros y sus necesidades. Y es que la evaluación de la calidad educativa no es sinónimo de supervisión o de evaluación del rendimiento, se trata de tres procesos distintos que deben mantenerse diferenciados.Además, una autoevaluación a fondo anual representa una carga fuerte, difícil de asumir tanto para el gobierno como para cada centro educativo, es suficiente  con cumplirla cada tres o cuatro años, en turnos anuales por grupos.

La autoevaluación de cada plantel necesita complementarse con estudios de caso desarrollados de modo, si se quiere, más metódico: en el sentido de uniformidad en la aplicación de procedimientos, atención a los detalles, sistematicidad, reducido involucramiento de las y los evaluadores con la realidad evaluada, etcétera. Se trata de estudios a profundidad realizados “desde afuera” de las escuelas, conformando de manera científica un grupo pequeño de casos, que exprese la variedad de planteles existentes en el país. Estos estudios permiten controlar, contrastar y ampliar los resultados de las autoevaluaciones de centros. En su implementaciónpor parte del ente rector educativo pueden ser importantes colaboradoras las universidades del país.

También el ente rector en educación puede realizar por sí mismo o encargar a universidades o a expertos ad hoc grandes estudios muestrales. Así, mientras los estudios de caso ofrecen profundidad y abordaje de la complejidad, los grandes estudios muestrales permiten amplia cobertura: los dos tipos de investigación se apoyan uno a otro. Desde luego, no es posible ni tampoco necesario atender a muchos factores a la vez con esta modalidad de evaluación, ni aplicarla de forma permanente para cada asunto considerado. La misma puede utilizarse cuando se quieran calibrar mejor las características e incidencia de un determinado problema o situación, que puede incluso haber sido detectado por las autoevaluaciones y los estudios de caso. No sólo lo negativo puede estudiarse, también es útil conocer más sobre lo que parece funcionar de manera positiva.

Por su parte, una pertinente y efectiva consolidación de datos estadísticos ofrece a gobierno y ciudadanía información valiosa para las decisiones de política educativa: tasa de escolaridad, repitencia, nivel de formación del profesorado… así como otros datos hoy menos destacados y que conviene relievar, por ejemplo, días de inasistencia docente o número de estudiantes por espacios laboratorio y taller. La propia autoevaluación de escuelas puede generar nueva información capaz de expresarse numéricamente en las tablas estadísticas, sería el caso de los tipos de actividades pedagógicas predominantes o las modalidades de participación del estudiantado en la vida escolar.

Progresivamente, las autoevaluaciones y los estudios de caso y muestrales pueden complejizarse y conducir de lo descriptivo y evaluativo a locorrelacional, lo interpretativo crítico, y lo explicativo, ramificándose así hacia investigaciones de punta dentro del ámbito educativo, generadoras de nuevas visiones pedagógicas, nuevas elaboraciones teóricas y estimulantes propuestas teórico-prácticas. Así mismo, de ellas pueden derivar poderosas investigaciones en la acción e innovadoras producciones de materiales educativos, como libros, simulaciones, videos, manuales de actividades, etcétera.

Estas cuatro vías de determinación de la calidad educativa escolar se complementan y refuerzan mutuamente, ofreciendo una alternativa a los toscos procedimientos predominantes en el presente. Al iluminar los procesos que se viven al interior de los centros educativos y al incorporar masivamente, junto al ente rector en educación, a profesorado, alumnado, familias y personal de apoyo en la evaluación y en la reflexión sobre resultados, sientan las bases para productivos procesos de diseño y aplicación de cambios. Cambios que podrán ser tanto realistas como ambiciosos, apuntando a superar dificultades y alcanzar una escuela cada día mejor.

(Incluimos en este artículo algunos planteamientos que estamos desarrollando para un trabajo en la revista Temas de Educación de la Universidad de La Serena, Chile).

Referencias

Lacueva, A. (2015a). Evaluación de la calidad educativa: democrática y para avanzar. Revista de Pedagogía. 36(99): 51-67. Disponible: http://saber.ucv.ve/ojs/index.php/rev_ped/issue/view/1246.

Lacueva, A. (2015b). La Determinación de la Calidad de la Educación Escolar: ¿Tecnocrática o Democrática? ¿Parcial o Integral? Informe preparado para el Ministerio del Poder Popular para la Educación de la República Bolivariana de Venezuela, en el marco de la Consulta Nacional por la Calidad Educativa. (Versión revisada y actualizada). Recuperado dehttp://saber.ucv.ve/jspui/handle/123456789/10853.

Comparte este contenido:

«Europa sigue siendo un continente colonialista»

A continuación publicamos la entrevista que a Boaventura de Sousa Santos le hiciera Sergio León y la cuál publicó el periódico publico.es

El sociólogo portugués defiende la necesidad de cambiar la forma de hacer política para poder rescatar a la Unión Europea de su «contexto totalitario». «Las ideas de izquierda tienen que ser defendidas en las calles, aunque eso suponga asumir riesgos», sostiene.

MADRID. – Se define así mismo como un «optimista trágico». Y ya es bastante con la que está cayendo. Llama a dejar el pesimismo y la apatía a un lado, a ser combativos, revolucionarios. Su mensaje cala, por su forma de expresarse, por la pausa que da a sus frases, y, sobre todo, por sus propuestas. El sociólogo Boaventura de Sousa Santos(Coimbra, 1940), uno de los académicos e investigadores más reconocidos en todo el mundo, se ha convertido también en una de las voces de la izquierda europea más importantes.

De Sousa es especialmente crítico con lo que se ha convertido la Unión Europea. Para él, el proyecto europeo no sólo ha fracasado, sino que ha servido para, a través del euro, imponer el modelo neoliberal en Europa. Además, la crisis de refugiados ha acabado por desenmascarar a una UE con, todavía, un gran «prejuicio colonial».

P – ¿Qué piensa del acuerdo de la UE con Turquía?

R – La crisis de refugiados es un espejo cruel de lo que es Europa como potencia colonial. Europa, cuando no puede resolver sus problemas, siempre encuentra países satélites que le puedan ayudar. Tenemos el ejemplo del caso saharaui. Un pueblo que no logró su independencia porque España lo abandonó a la suerte de Marruecos, que fue el intermediario para continuar el colonialismo europeo. Con Turquía es lo mismo. De repente ya no parece importante la cuestión de los kurdos, el control de la prensa que hace el Gobierno turco, etc. Todo se resuelve con dinero.

«Si quisiéramos asumir nuestra responsabilidad histórica, tendríamos que abrir las fronteras»

La gente que trata de llegar a Europa es gente cuya tierra fue invadida, destruida en nombre del imperialismo del Norte. Europa decidió aliarse de pleno con EEUU. En base a eso surge la crisis de refugiados. Es un retrato muy cruel de un fin no resuelto. Europa nunca ha querido enfrentarse a su pasado colonial. Europa sigue siendo un continente muy colonialista. Si quisiéramos asumir nuestra responsabilidad histórica, tendríamos que abrir las fronteras.

P – ¿Se puede considerar que la postura de la UE es una postura racista?

R – Sí, sin duda. En el contexto europeo siempre ha existido la idea de que hay grupos sociales que tienen una minusvalía natural, que son considerados subhumanos, por decirlo de alguna manera. Antes eran los obreros y las mujeres. Eran grupos que debían tener más deberes que derechos. Ahora es así con los refugiados. Esta situación configura una situación de racismo, por supuesto.

P – Desde Bruselas se están buscando todas las fórmulas posibles para que la expulsión de refugiados sea legal. ¿La UE se ha desenmascarado del todo?

R – El proyecto europeo murió con Grecia, cuando se comprobó la imposibilidad de una solidaridad en Europa a través de un proyecto común. Lo que está pasando es, de alguna manera, una venganza. La crisis de la deuda ha afectado a países como Grecia, Portugal y también España, y ha sido muy buena para Alemania. Ahora, con la crisis de los refugiados, cuando ve que los migrantes tratan de llegar hasta allí, Alemania pide el apoyo de todos, cuando no tuvo ninguna solidaridad con los griegos, los portugueses o los españoles. Todo este refleja que el proyecto europeo es una simple geoestrategia de intereses que dominan Francia y, obviamente, Alemania y que sólo sirve para que las élites dominantes de los países del Norte sigan sacando beneficio sin sufrir ningún coste.​

¿Los refugiados son considerados ciudadanos de segunda?

El currículum del sociólogo portugués habla por sí solo. Es doctor en Sociología del Derecho por la Universidad de Yale y catedrático de Sociología en la Universidad de Coímbra. Es además profesor distinguido de la Facultad de Derecho de la Universidad de Wisconsin-Madison y actualmente es director del Centro de Estudios Sociales de la Universidad de Coímbra. También es poeta y aficionado al rap.

De Sousa Santos está convencido de que si hay alguna solución a la crisis económica, debe llegar por la izquierda. Durante la conversación, de cerca de una hora, explica su idea de un proceso constituyente transnacional y la necesidad de ofrecer alternativas que sean capaces de plantar cara al «autoritarismo difuso», como lo llama él, implantado en Europa.

El profesor Boaventura, autor del blog ‘Espejos extraños’ en este diario, atiende a ‘Público’ en un hotel del centro de Madrid. Desde ahí se ha desplazado para participar en el seminario ‘Máquinas constituyentes: poder constituyente, biopolítica, democracia’ celebrado en el Museo Reina Sofía. Sus dos ponencias estaban abarrotadas. 

P – ¿El sistema del euro está condenado al fracaso?

R – Yo creo que sí, pienso que no va a durar mucho tiempo. Sólo hace falta saber de qué manera, bajo qué términos acabará y quién pagará los costes del proceso. Ahora sabemos que es una moneda que ha servido para imponer el modelo neoliberal en Europa. Introducir con cuenta gotas una especie de autoritarismo difuso, no por ello menos intenso, mediante las directivas e informes del Eurogrupo o de la Comisión Europea. Para eso se creó el euro sin una política fiscal común, sin una misma política monetaria. Puede haber una UE sin euro, pueden existir varias monedas dentro de la UE.

P – Usted sostuvo que la crisis económica podría ser una oportunidad para proyectar una Europa socialista que abandonara sus expresiones neoliberales. ¿Qué ha pasado?

«Lo que quiere la prensa controlada por los grandes intereses económicos es que los españoles se convenzan de que si no hay una solución de izquierda, si se vuelven a repetir las elecciones, la culpa es de Podemos»

R – Lo que pasó en Grecia fue devastador, de una violencia total. Los griegos llegaron a la conclusión de que la austeridad era una fatalidad y quisieron que fuera Syriza y no los corruptos anteriores quien condujera una nueva política. En Europa es muy importante que Syriza se mantenga, no por Grecia o por la propia Syriza, sino por proponer una alternativa a la crisis. Ahora tenemos el caso de Portugal, donde los comunistas han apoyado por primera vez al Partido Socialista para sacar a la derecha del Gobierno. La izquierda española no ha hecho eso. Hay diferencias entre ambos países, sí, pero que una coalición de izquierdas haya echado a la derecha del poder es un cambio muy significativo en el contexto europeo.

La solución como la veo hoy, y que pienso que es lo que puede pasar en España, si no ahora, más adelante, es una unión de las izquierdas para tener Gobiernos que desde el Consejo Europeo puedan alterar las políticas europeas y que Alemania ya no pueda actuar con tanta arrogancia. Vamos a pasar por un periodo muy difícil, por eso pienso que las fuerzas de izquierda tienen que prepararse para atravesar este periodo de una manera que realmente garantice su superviviencia y su florecimiento. Si hay alguna solución para esta crisis, viene de la izquierda. Son los únicos que hablan de la necesidad de regular los mercados financieros.

P – ¿Ve posible, entonces, un Gobierno de izquierdas en España?

R- Lo que quiere la prensa controlada por los grandes intereses económicos es que los españoles se convenzan de que si no hay una solución de izquierda, si se vuelven a repetir las elecciones, la culpa es de Podemos. Los lobbystas de Bruselas están actuando secretamente, y a veces de forma no tan secreta, para decir a los españoles, a las instituciones, a la prensa, a los grupos conservadores: izquierda en España nunca. Hay una gran presión porque tienen miedo de España, que no es sólo un país más grande económicamente que Grecia o Portugal, es el país del 15-M.

«Hay una gran presión porque tienen miedo de España, que no es sólo un país más grande económicamente que
Grecia o Portugal, es el país del 15-M»

La izquierda española no lo va a tener fácil. Ya no es sólo que los barones del PSOE, que están a otros negocios, ni la UE quieran un Gobierno de izquierdas. Hay otros dos motivos. Uno de ellos es el temor de la gente que ha luchado por llevar a la izquierda al poder en algunas ciudades a ver amenazada la posibilidad de lograr un cambio tan novedoso e interesante. El segundo motivo es Catalunya. La gente quiere un referéndum porque Madrid lo rehúsa. Si llegara a celebrarse, estoy seguro de que ganaría el no y eso daría paso a una reforma constitucional. El proceso constituyente en España tiene que ser nacional, tiene que resolver lo que no se permitió en el 78. Dentro de un Estado federal plurinacional, Catalunya debería tener su propia Justicia. ¿Por qué no la tiene? Obviamente porque solamente se concibe la unidad con uniformidad y no con diversidad.

P – Usted defiende la importancia de unos movimientos sociales fuertes para controlar la calidad de la democracia. ¿La solución está en articular estos movimientos en partidos políticos como Podemos?

R – Los movimientos sociales tienen una dinámica propia. El problema es que no tienen recursos ni tiempo para dedicarse a las tareas de unir a los movimientos de España, Portugal, Italia y Grecia a través de un proceso constituyente transnacional. Existe la idea de que los movimientos no tienen escrito un guión muy definido. Es cierto que sus luchas están muy divididas, pero también tienen convergencias, a mi juicio, interesantísimas. Hay un problema y es que existe una cierta aversión hacia los políticos, incluso hacia aquellos que salieron de movimientos sociales, a los que se les critica que se comporten como los viejos políticos. Hay una gran desconfianza y eso es algo que los políticos de izquierda de nueva generación tienen que entender.

¿Es necesario cambiar la forma de hacer política?

Creo que la única manera de rescatar la política en este contexto totalitario es cambiar la manera de hacer política, que combine la democracia representativa con la participativa. Podemos nunca se perdonará a sí mismo si pierde la dinámica de democracia participativa y para eso hay que cambiar promesas. Veo a mucha gente que está con Podemos, pero, ¿qué hacen para defenderlo, darle su voto? Eso no es suficiente. Las ideas de izquierda tienen que ser defendidas en las calles, aunque eso suponga asumir riesgos. Creo que en España hay condiciones. Como sabes, soy un optimista trágico, como digo siempre.

El último plan del profesor se llama ALICE, un proyecto de investigación financiado por elEuropean Research Council (ERC). Comenzó en 2011 y se basa en las experiencias e innovaciones que se han dado y tienen lugar en países del Sur global para renovar los desafíos en el Norte relacionados con la justicia social, ambiental, intergeneracional, cultural e histórica. Un proceso ambicioso, desde luego, pero no imposible para un revolucionario como Boaventura de Sousa Santos.

P – ¿Es posible cambiar el sistema? ¿Es necesaria una revolución?

R – Mucha gente piensa que no es posible y eso genera, sobre todo entre los más jóvenes con una vida cómoda, mucho pesimismo. Pero la gran mayoría de la gente vive sin saber si seguirá viva mañana. Tiene que haber una solución, ¿pero cuál? En estos momentos no se puede hablar ni de revolución ni de socialismo. Los 70 años del socialismo soviético no fueron suficientes para que vuelva a la imaginación popular una idea socialista, que además es una idea eurocéntrica.

«Lo más importante es sacar ideas de donde normalmente no las vemos, de nuestros barrios, de nuestras comunidades, de lo que yo llamo las zonas liberadas del capitalismo»

Tenemos que aprender de los indígenas y no centrarnos en una economía de crecimiento ilimitado, pero sí de crecimiento, de ecología política. El socialismo algún día podrá ser una palabra que de nuevo integre todo eso. Quizás se llame de otra forma, el nombre no importa, pero estamos en un periodo de transición donde realmente las condiciones para una sociedad de este tipo se están reuniendo, sin embargo, el pasado pesa demasiado.

P – Y el capitalismo se aprovecha de ello…

R – Claro. El capitalismo lo sabe porque fue justo a partir de la caída del Muro Berlín cuando la socialdemocracia también se vino abajo, no sólo fue el mundo soviético. El capitalismo se encuentra ahora en un momento de acumulación infinita, sin límites, sin ninguna regulación y espera que los Estados sean los que solucionen las crisis.

P – ¿Cómo se puede responder a eso?

R – Yo soy pacifista, pero el otro día en Barcelona un joven me preguntó: “Profesor, ¿estamos a punto de volver a la lucha armada?”. Me quedé impactado. Tras la revolución cubana era un horizonte legítimo. Hoy no lo tenemos. Estamos en un momento en el que necesitamos pensar alternativas y para mí lo más importante es sacar ideas de donde normalmente no las vemos, de nuestros barrios, de nuestras comunidades, de lo que yo llamo las zonas liberadas del capitalismo.

¿Hay que volver a la lucha armada?

En la izquierda siempre pensamos en grandes alternativas porque creíamos que había unas leyes históricas que nos llevarían a grandes soluciones para toda la gente. No. Quizás hay que ir despacio, con radicalidad localizada y que al mismo tiempo pueda crear raíces, pueda crear articulaciones y, sobre todo, no nos olvidemos, puedan ser centros de educación revolucionaria.

P – ¿Nos falta mayor movilización social en Europa?

R – Sí. Deberíamos habernos solidarizado con los miles de refugiados que fueron desalojados en Francia. Son nuestros compañeros. Son más europeos que nosotros. Siempre estamos hablando de que necesitamos internacionalismo, un proceso constituyente transnacional. ¿Cuáles son los pueblos con más experiencia internacional en Europa? Los refugiados, los gitanos, los inmigrantes. Han estado en otras sociedades y tienen una mayor experiencia internacional, pero debido al prejuicio colonial de Europa no aprovechamos lo que pueden aportar. Cuando lo hacemos, los resultados son buenos.

P – ¿Cómo lo ve la situación en América Latina? ¿Se acaba el ciclo progresista?

«Estoy absolutamente convencido de que hay una intervención muy fuerte para desestabilizar al Gobierno de Dilma Rousseff»

R – Es muy difícil de decir. Lo que sí se puede decir es que estos países están pasando por una crisis y veremos si consiguen reinventar sus procesos. Hay un aspecto importante que hay que destacar. Cuando estos Gobiernos lograron sus éxitos, EEUU estaba distraído en Oriente Medio con las guerras de Irak y Afganistán. Ahora EEUU está de regreso en su continente, en su patio trasero. Empezaron por Honduras, después Paraguay, neutralizaron a Cuba y ahora están con muchas otras intervenciones.

P – ¿En Brasil, por ejemplo?

R- Sí. Estoy absolutamente convencido de que hay una intervención muy fuerte para desestabilizar al Gobierno de Dilma Rousseff. Obviamente, las razones de las crisis en los Gobiernos progresistas no son sólo por factores externos, también hay internos, por supuesto, se han cometido muchos errores. Uno de ellos fue creer que como las izquierdas ganaron las elecciones, la respuesta de la derecha ya no sería tan reaccionaria como antes porque iba a partir de un centro político que se había desplazado a la izquierda. Error. Macri ha entrado en Argentina con una violencia oligárquica enorme. En Brasil, lo mismo, como está pasando en Venezuela.

Publicado en publico.es

http://www.publico.es/internacional/boaventura-sousa-europa-continente-colonialista.html

 

Comparte este contenido:
Page 2644 of 2673
1 2.642 2.643 2.644 2.645 2.646 2.673
OtrasVocesenEducacion.org