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Entrevista a Ignacio Calderón: “Lo que nos falta (en la educación inclusiva) no es evidencia científica, es voluntad política”

Entrevista/28 Febrero 2019/Autor y Fuente: El diario la Educación

Ignacio Calderón, profesor de la Universidad de Málaga, acudió ayer a la Comisión de Políticas Integrales de la Discapacidad para hablar sobre educación inclusiva.

La legislatura ya se acaba. De hecho, ayer se celebró la última sesión de la Comisión de Políticas Integrales de la Discapacidad. Entre los diferentes temas tratatados, el de la educación fue uno de ellos. Ignacio Calderón, profesor de la Universidad de Málaga y referente en eduación inclusiva acudió para hablar del derecho a la educación inclusiva de calidad de las personas con discapacidad.

“A menudo se piensa, aseguró Calderón, que cuando una niña o un niño señalado por la discapacidad está en una escuela ordinaria, ya hablamos de educación inclusiva y esto, de ninguna manera es así. Hay que mirar la organización escolar, las prácticas habituales, las metodologías, en los libros de texto, en las actividades que hace el alumnado, en los horarios, en los ritmos uniformes… todas esas cuestiones que pasan inadvertidas porque son lo común, lo normal hacen que las escuelas sean lugares inhóspitos para determinadas personas que allí habitan”.

La comparecencia ocurrió pocos días después de que de nuevo surgiera la polémica entre el sector de la educación especial que se manifestó en contra del cierre de los centros de educación especial. El proyecto de ley de educación aprobado por el Gobierno hace unos días ponía sobre la mesa la cuestión de la transición desde el modelo de sistema educativo actual en el que conviven diferentes formas de escolarización, por uno en el que todo el alumnado estuviera matriculado en los mismos centros. El proyecto, dado el adelanto electoral, ni siquiera llegará a ser tramitado en el Congreso.

Durante algo más de una hora, Ignacio Calderón repasó la necesidad de que las administraciones enfrenten la obligación legal que supone la ratificación en 2008 de la Convención de los Derechos de las personas con Discapacidad en la que se habla del derecho a la educación inclusiva de calidad.

“La educación está obligada a afrontar el reto de cuestionar el modelo escolar que está negando sistemáticamente los derechos humanos a toda nuestra infancia. Y he dicho a toda; a quienes son excluidos de la educación común y al resto que aprende a ser excluyente”. El profesor de la UMA se mostró tajante durante su intervención: “Hablamos de derechos humanos con mayúsculas. que siguen siendo vulnerados y han de ser respetados por obligación moral y por imperativo legal. Hablamos de un gran proyecto (que parece simple y no lo es) para educarnos juntos”.

Calderón dio algunas pinceladas sobre lo que está ocurriendo desde hace años en el sistema educativo: “Demasiados niños y niñas son dirigidos a modalidades de escolarización excluyentes ya sea en aulas específicas en centros ordinarios, o en centros de educación especial y esta separación es inadmisible”.

Frente a quienes hablan de que ha de primar el derecho de las familias a la libre elección de centro para sus hijos, Calderón entiende que dicha libertad, en estos casos, tampoco se está dando. “Muchas familias están siendo invitadas a abandonar la escuela común porque no van a ofrecerles lo que sus familiares necesitan. Algunas de estas se ven forzadas al cambio, otras asumen que es lo mejor porque son profesionales quienes lo indican y eligen, entre comillas, la educación segregada; otras han huido del castigo que les ha supuesto la educación ordinaria. Es evidente que en ninguno de los casos es una elección, sino de un condicionamiento férreo”.

Para apoyar este argumento, Calderón habló también de los informes psicopedagógicos que son los que terminan en dictámenes de escolarización que llevan a las familias a los centros especiales o a los ordinarios en los que hay aulas específicas. Y leyó el dictamen de un alumno de educación infantil justo en el momento de paso a la educación primaria: “En estos momentos el centro ordinario no tiene ni cultura, ni política ni prácticas inclusivas para que Álvaro pueda continuar en primero de primeraria”.

De esto, precisamente, es de lo que Calderón habla en sus artículos y entrevistas. De la necesidad de un cambio de cultura escolar, así como de las políticas y las prácticas educativas para que todas las personas puedan estar escolarizadas en los mismos centros. “Un centro escolar, aseguró, puede decir con impunidad a un niño de 5 años que se va a vulnerar su derecho a la educación porque ni hemos cambiado ni pretendemos cambiar la cultura, la política y la práctica del centro para atender al mandato legal de la Carta de los Derechos Humanos, de la Constitución Española y de la Convención de los Derechos de las Personas con Discapacidad. Esto no puede seguir así”.

Calderón no se quedó aquí y dijo a diputadas y diputados que “tienen ustedes la obligación de deterner esta vulneración sistemática de los derechos de la infancia y para ello han de prever una inversión decidida de esfuerzos y recursos humanos, formativos, materiales, para transformar cultura, política y prácticas”.

“Es necesario que la entrada de las personas señaladas por la discapacidad en la escuela ordinaria, así como la de otros colectivos, venga acompañada de una transformación de la cultura escolar de modo que esa ciudadanía previamente excluida de la institución pueda aprender, participar y aprobar”.

Y aquí volvió a insistir en otras claves importantes. La escolarización no es el fin último de la escuela inclusiva. Esta también debe garantizar que el alumnado con discapacidad pueda participar de lavida del centro y, además, pueda aprobar, conseguir un título que certifique sus conocimientos y capacidades, algo que hoy por hoy no ocurre.

Calderón insistió en la obligación de que la legislación no sea contrario al mandato de la Convención de los Derechos de las Personas con discapacidad y, además, se apoyó en la existencia de evidencia científica sobre el mayor aprendizaje, para todo el alumnado, cuando existe heterogeneidad en las aulas. “Aprendemos de la diferencia, y aprenemos a ser inclusivos cuando estamos con las diferencias. Aprendemos a ser abiertos, flexibles… más humanos. A convivir unos con otros”.

Y sobre la preocupación de las familias de la escuela especial en relación al cierrre de sus centros, aseguró: “Cómo no entender a los que han sido expulsados de la (escuela) ordinaria si lo he vivido en mi familia. Cómo no entender que huyan de la escuela que ataca a sus niños”. Pero eso sí, “eso lo pueden decir las familias, pero los representantes de la sociedad (en referencia a los políticos) no pueden escudarse en esto”. “El interior superior del niño, añadió, es el respeto a los derechos humanos” y, aunque comprende que las familias estén preocupadas y defiendan la segregación en centros o aulas específicas, cree que los representantes políticos han de defender la necesidad de una escolarización conjunta.

Calderón cerró su intervención hablando de la necesidad de que las administraciones y los legisladores tengan en cuenta la voz de las familias y del alumnado con discapacidad a la hora de transformar el sistema educativo para que “no preguntemos qué le pasa a tu hijo sino qué podemos hacer para que tu hijo esté en la escuela”.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2019/02/26/lo-que-nos-falta-en-la-educacion-inclusiva-no-es-evidencia-cientifica-es-voluntad-politica/

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Entrevista a Marc Brackett: “Hay que dar al mundo permiso para sentir”

Entrevista/28 Febrero 2019/Autor: Pablo Guimón/Fuente: El país

El hombre que probablemente mejor conoce los sentimientos padeció bullying de niño. Esa fue la semilla de su interés en este ámbito de la psicología. El director y fundador del Centro de Inteligencia Emocional de la Universidad de Yale asesora a colegios y empresas de todo el mundo para introducir ese concepto en sus rutinas

Una pregunta banal para romper el hielo podría dar lugar en esta oficina a un intercambio más largo de lo que el pudor aconseja. Mejor recurrir a la prodigiosa gama de adjetivos distribuidos por las paredes, en torno a originales altares de los sentimientos, que amenizan la espera del voyeur y le ofrecen una inesperada ventana al estado de ánimo de las personas que de cuando en cuando, entre afectuosas sonrisas, suben y bajan las escaleras de madera.

Estamos en la Universidad de Yale. Aquí nació, en un artículo científico de 1990, el concepto de inteligencia emocional. Esa virtud de cuya carencia se acusa tan a menudo a parejas sentimentales, padres, jefes y profesores. Trece años más tarde abría este Centro para la Inteligencia Emocional de Yale, fundado y dirigido por Marc Brackett, doctor en Psicología de 49 años.

La misión del centro, explica Brackett, es “usar el poder de las emociones para crear un mundo más sano, más equitativo, más innovador y más compasivo”. Por un lado, se investiga sobre las emociones y, por otro, se desarrollan “maneras novedosas de enseñar inteligencia emocional a gentes de todas las edades, de preescolares a presidentes de compañías”. Han “infundido la inteligencia emocional en el ADN” de 2.500 colegios por todo Estados Unidos, hasta la fecha, y también de Italia, Reino Unido, China, Australia, México o España, donde han trabajado en 25 centros. El medidor emocional, una de las herramientas del método, ha sido integrado en el curso de inteligencia emocional Hechos de emociones dentro del proyecto BBVA Aprendemos Juntos.

Según el medidor de estados de ánimo (Mood Meter), un gran cuadrado dividido en otros cuatro con diferentes colores, en el que los empleados colocan fichas con sus fotos y etiquetas con sus sentimientos, Brackett se encuentra “motivado”. Su nombre está en el cuadrado amarillo, que indica niveles altos tanto de energía (+4) como de afabilidad (+3). La pregunta, pues, es de rigor.

¿Cómo está? Ahora mismo tengo como 20 sentimientos diferentes. Mi pareja está en el hospital y me siento un poco nervioso por eso. Pero parece que todo está yendo bien. Me siento contento por estar haciendo esta entrevista. También un poco ansioso porque estoy terminando mi libro. Podría darle todas las piezas y decirle con todo detalle cómo me siento, estoy entrenado. Pero mucha gente no ha tenido ese entrenamiento. Si les pregunta, le dirán: “Bien”. Nada más. Pero hay miles de palabras para describir nuestros sentimientos. No necesariamente los tenemos que expresar, a veces es suficiente con saberlos nosotros. Pero mucha gente no tiene las herramientas para ello. No abunda la educación en lenguaje emocional. Y eso es lo que hacemos nosotros: asegurarnos de que la gente tenga las habilidades y las palabras para conocer sus emociones.

Cuando uno pregunta a alguien qué tal está, no siempre espera una respuesta larga. Tiene que haber un equilibrio. Es algo que debatimos mucho aquí. ¿Cuánto tiempo debes pasar hablando de sentimientos? Si te sientes triste, deprimido, ¿se trata de una depresión clínica? ¿Tienes que ir a ver a un psicólogo o a un psiquiatra? ¿O es que te sientes frustrado por un proyecto y necesitas ayuda para acometerlo? Hay que crear normas para las conversaciones sobre emoción. La pregunta es: ¿estás ayudando a la persona y a la organización, o interfiriendo negativamente en el desarrollo del trabajo?

¿Qué es la inteligencia emocional? Lo definimos como una serie de habilidades que nos ayudan a razonar con nuestros sentimientos y sobre nuestros sentimientos. Utilizamos el acrónimo RULER, en inglés, para describir esas habilidades. Se trata de reconocer emociones en otra gente o en uno mismo (recognizing); comprender las causas (understanding) y etiquetar esas emociones (labeling); tener un lenguaje para expresar y describir emociones (expressing), y, por último, regular esos sentimientos (regulating).

Mostrar emociones se ha entendido, tradicionalmente y en determinados ámbitos, como un signo de debilidad. Tener sentimientos no era visto como algo bueno. Nuestro centro tiene una perspectiva muy diferente: creemos que las emociones te hacen más listo. Son información, son datos, condicionan la forma en que piensas. Cuando sabes qué hacer con tus sentimientos, pueden pasar cosas buenas. Sabemos por nuestras investigaciones que la gente que suprime sus sentimientos no es tan sana como la gente que los expresa. Las emociones tienen que ir a algún lado. Así que, si no salen, van a tu corazón, a tu sistema inmunológico, a tu estómago… Sabemos que cuando controlas y suprimes tus sentimientos, eso interfiere con la cognición. Nuestro sistema emocional y el cognitivo están tan conectados que, si trato de no sentir, de suprimir mis sentimientos, será difícil para mí, por ejemplo, ser un buen estudiante.

Hay estudios neurológicos que revelan que en las emociones intervienen partes del cerebro responsables de funciones fisiológicas. Que las emociones son, literalmente, viscerales. Desde la perspectiva de nuestro centro, las emociones se producen por cambios en el ambiente. Puede ser un pensamiento que he tenido, pensar en mi madre, o alguien que ha entrado en mi oficina gritando. Entonces mi cerebro empieza a extraer significado de esa experiencia. ¿Es una amenaza? ¿Cómo reacciona el latido de mi corazón? ¿Tiendo a irritarme o a darle un abrazo? Mi memoria también interviene, con otras experiencias que se parecen a esta. Hay muchos factores en juego. Pero al nivel más simple, una emoción es una respuesta corta, mayormente automática, a un estímulo que causa cambios en nuestro pensamiento, fisiología y comportamiento.

Se habla de lo emocional como opuesto a lo racional, lo salvaje frente a lo civilizado. La investigación demuestra que cómo te sientes afecta a la manera en que evalúas las cosas. Sucede fuera de la conciencia. Si eres un profesor y tienes que corregir un trabajo, tu estado de ánimo guiará la manera en que lo evalúas. En nuestros experimentos manipulamos los estados de ánimo de los profesores y les damos a corregir los mismos trabajos. Por ejemplo, les decimos que pasen cinco minutos escribiendo y recordando un día realmente horrible, o uno muy bueno, y entonces reciben una redacción y la valoran. Lo que vemos es que hay 2 puntos sobre 10 de diferencia en la evaluación. Luego les preguntamos si creen que cómo se sentían pudo haber influido, y casi el 90% dicen que no. Cuando les enseñamos las diferencias, no se lo pueden creer. Es decir, que cómo nos sentimos influye en nuestra manera de pensar y condiciona nuestros juicios, pero no somos conscientes de ello. Ser emocionalmente inteligente es comprender que antes de empezar a evaluar ese trabajo necesitas una pausa, reflexionar sobre dónde estás. Solo la identificación del sentimiento te ayuda a ponerlo en perspectiva.

Una vez identificada la emoción, ¿cómo reaccionar ante ella? Lo primero es reconocerla, comprenderla y etiquetarla. Después, expresarla y regularla. Hay que saber cómo se comunican los sentimientos en una organización para tener el resultado deseado. Si me siento cabreado y le digo a mi jefe que se vaya a la mierda, no funcionará muy bien. Quizá sí en Hollywood, pero aquí en Yale probablemente no. Tienes que saber cómo tu respuesta va a hacer sentir a la otra persona. Si va a hacer que quiera ayudarte o librarse de ti.

Las redes sociales, la mensajería instantánea…, hay hasta un lenguaje nuevo, el de los emoticonos, para expresar estados de ánimo. ¿La nueva comunicación no sobreexpone precisamente las emociones? Hay investigaciones que dicen que las madres de recién nacidos solo comparten fotos de sus bebés cuando están sonriendo, y cuando las ven otras madres piensan que el suyo está llorando todo el día, y eso las hace sentirse peor. Solo publicitamos nuestro mejor ser y cuando el receptor no se siente así, eso le hace sentirse mal. Luego están los grupos privados de adolescentes, por ejemplo, en los que comparten sus peores experiencias. No sienten que puedan hacerlo en el mundo real. Si solo las comparten con otros adolescentes que están en la misma situación, no obtendrán el apoyo que necesitan. Mi pregunta es: ¿por qué hemos creado una sociedad en la que los adolescentes tienen que crear subgrupos para expresar su ansiedad, su tristeza?

Los estudios que han realizado ustedes con estudiantes estadounidenses no son excesivamente alentadores en términos de salud emocional. En 2016 estudiamos a 22.000 alumnos de secundaria y vimos que las tres principales palabras a las que recurrían cuando les pedíamos que expresaran sus sentimientos en clase eran “cansado”, “estresado” y “aburrido”. El 77% de las palabras que decían podrían categorizarse en esas tres. Para mí, como científico emocional, la pregunta es: ¿cómo afectan esos sentimientos a la atención en clase? No puedo imaginar que seas la persona más dispuesta a aprender cuando estás cansado, estresado y aburrido. ¿Qué tipo de decisiones estarás tomando y cómo afectará eso a tus elecciones, por ejemplo, en drogas y alcohol? ¿Qué tipo de relaciones construirás cuando estás cansado, estresado y aburrido? ¿Y qué hay de la creatividad? Es difícil ser innovador cuando estás cansado, estresado y aburrido todo el tiempo. La depresión es la segunda causa de muerte de los adolescentes. El 20% de los estudiantes de secundaria podrían ser diagnosticados con depresión, eso es muy significativo. Lo que sabemos es que los adolescentes con las habilidades emocionales menos desarrolladas, los que no son buenos leyendo a la gente y no entienden sus propias emociones, tienden a tener más depresión, ansiedad y comportamientos agresivos.

¿Cómo contribuye la inteligencia emocional en el desempeño profesional? Las emociones en el lugar de trabajo funcionan como en el colegio. La gente tiene habilidades cognitivas para hacer el trabajo, pero les faltan habilidades emocionales. Saber, por ejemplo, cómo dirigir una reunión de trabajo, cómo inspirar a un equipo, cómo hacer una presentación buena, cómo manejar un conflicto. Desde nuestra perspectiva, las habilidades de inteligencia emocional son de una importancia crítica para el éxito en el puesto de trabajo, y también para la búsqueda de empleo. Las relaciones humanas son cruciales en el trabajo.

¿Cómo sería un lugar de trabajo emocionalmente efectivo? Lo primero es saber cómo se siente la gente. Si no sé que la gente aquí se siente poco respetada, poco valorada o desconectada, pierdo muchísima información. Así que lo primero es preguntar a la gente cómo se siente. Debes dejarles expresar sus sentimientos y no tomártelo de manera personal. Seguro que yo he hecho cosas en el pasado que han provocado a la gente sentirse incómoda. Necesito saberlo, porque lo último que quiero es que alguien que trabaja en mi equipo tenga sentimientos negativos sobre mí. Eso va a sabotear la organización. Una vez sabemos cómo se siente la gente, es importante preguntar cómo quiere sentirse. ¿Qué hace cada día una persona para sentirse más conectada? ¿Cuál es la última vez que le dijiste a alguien que le aprecias, la última vez que ofreciste ayuda? Es importante ayudar a la gente a desarrollar las habilidades de inteligencia emocional, a manejar sus emociones de manera más efectiva. Hay muchas maneras de mejorar emocionalmente un lugar de trabajo, pero todas tienen que ver con interesarse por cómo se siente el individuo, averiguar cómo se quiere sentir el grupo y apoyar a cada persona a desarrollar las habilidades que necesita para gestionar sus sentimientos. Hemos demostrado en nuestras investigaciones que las habilidades emocionales del supervisor tienen un correlato con cómo se siente la gente en el trabajo. Se siente más inspirada cuando trabaja en una organización donde hay un líder con inteligencia emocional. Piénselo: si trabaja para un supervisor con poca inteligencia emocional, ¿va a dirigirse a él cuando tenga un problema?

¿Cómo debe ser la relación del profesor con el alumno? ¿Debe ser su amigo? Hay que tratar a los niños como personas. Eso es lo importante para nosotros. Los niños tienen derechos, debe hablárseles con respeto. Deben ser tratados con dignidad. Son pequeñas personas, y las palabras y las formas de comunicación afectan a su desarrollo.

¿Y la de un jefe con su subordinado? Es lo mismo. Si la gente no me ve como alguien accesible, no sentirá que estamos en el mismo equipo. Aquí, por ejemplo, todo el mundo sabe que soy el jefe. Hace falta claridad. La gente tiene que saber que yo tomaré ciertas decisiones porque soy el jefe. Es importante la transparencia en el liderazgo. Hay quien cree que el hecho de que la gente sepa cómo te sientes te hace más débil. Para mí, ayuda a construir relaciones y, si creo que es bueno que estemos conectados, inspirados y apoyados, es mi responsabilidad como jefe ser parte de eso. Eso determinará cómo hablo a la gente, cómo me implico cuando hay conflictos. Tiene que ver con cómo asignamos las tareas. Si la gente pide mayor equilibrio, debes respetar sus vidas personales y no escribirles mensajes por la noche en fin de semana. Si trabajas en Wall Street, aceptas el hecho de que trabajarás los fines de semana. En la academia, por ejemplo, es diferente. Pero debe haber claridad.

Su propio interés por la inteligencia emocional surgió a raíz de una experiencia de bullying. Así es. Fui un niño muy ansioso y tuve problemas de bullying. Aún hoy me resulta espeluznante que nadie supiera leer mi expresión facial, mi lenguaje corporal, mi tono de voz. Nadie dijo: “Este niño necesita ayuda”. La gente lo ignoraba o se apartaba. O pensaban que tenía que superarlo yo solo, que debía ser un tipo duro. Pero sigo sin ser un tipo duro. Yo no era buen estudiante, pero de alguna manera sabía que era listo. Así que estaba encerrado en esta extraña dinámica por la que no podía hacerlo bien académicamente, pero sabía que tenía algo de poder ahí arriba. Solo más adelante me di cuenta de que todo era por mis sentimientos. La ansiedad, el estrés, la preocupación interferían en mi concentración. Resulté bendecido por el hecho de que tenía un tío que fue mi héroe. Tuvimos conversaciones muy especiales. Mi próximo libro está dedicado a él porque fue el adulto que me dio permiso para sentir.

¿Cómo eran sus padres? Mi madre y mi padre eran cariñosos… la mayoría del tiempo. Pero tenían sus cosas. No eran muy habilidosos en la gestión de sentimientos. Mi madre era tan ansiosa que yo decidía no decirle nada porque se pondría nerviosa. Mi padre solo me decía que tenía que ser duro. Y yo sabía que no iba a ser duro, así que tampoco podía hablar con mi padre. Ahí estaba yo, atrapado en mis emociones. Un niño pequeño aterrado por el bullying, fracasando académicamente. ¿Y adivina qué? La vida era una mierda. Era difícil hacer amigos. Era difícil concentrarse. Entonces empiezas a no saber cómo regularte afectivamente y de repente entras en una espiral.

¿A qué señales deberían estar atentos los padres?Se trata de construir relaciones. Conocerse, tener conversaciones. Pasar tiempo de calidad. Preguntar qué tal. Y cuando el niño responde que bien, decirle: “Venga, qué ha pasado hoy, cuéntame”. Y cuando te lo cuenta, preguntarle cómo se siente por eso. ¿Por qué estás ansioso, por qué tienes miedo? Mi padre, que era un tipo duro, no habría tenido miedo al bullying porque se habría enfrentado. Por eso, que me dijera que lo superara no me ayudaba porque yo no era como él. Es crítico comprender que no se trata del adulto, sino del niño. Se trata de estar conectado y eliminar todo el juicio que rodea a la emoción.

¿Cómo se elimina ese juicio sobre los sentimientos? Hay que dar al mundo permiso para sentir. La buena paternidad es tan importante porque, si la afrontas a través de tus lentes y tus experiencias, entonces careces de empatía. Porque no se trata de ti. Nunca nada se trata de ti cuando eres padre, se trata de tu hijo, de sus experiencias. Si constantemente quieres que tus hijos sean como tú, lo que sucede es que no permites que sean ellos mismos. Si mi hijo me dice que tiene miedo, quiere decir que tiene miedo. No tengo derecho a decirle que no tiene que tener miedo, que debe superarlo, que debe ser duro. Estoy eliminando el derecho de mi hijo a ser un ser humano. No creo que los padres lo hagan conscientemente. Queremos estar rodeados de gente como nosotros, así que tratamos a la gente como si lo fuera. Y cuando los hijos no son como nosotros, es difícil. Ese era parte del problema con mi padre, que no podía enfrentarse al hecho de que yo no era un tipo duro como él. Y como no tenía habilidades, solo castigaba y gritaba.

Imagen tomada de: https://ep01.epimg.net/elpais/imagenes/2019/02/21/eps/1550759747_675256_1550853524_noticia_normal_recorte1.jpg

Fuente: https://elpais.com/elpais/2019/02/21/eps/1550759747_675256.html

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Entrevista a Silvia Rivera Cusicanqui: “Tenemos que producir pensamiento a partir de lo cotidiano”

Cusicanqui es una de las referentes en el pensamiento subalterno en Bolivia. En su último libro, Un mundo ch’ixi es posible. Ensayos desde un presente en crisis, nos habla de lo ch’ixi como práctica descolonizadora.

Socióloga y activista de origen aymara, Silvia Rivera Cusicanqui (La Paz, Bolivia, 1949) es una de las referentes en el pensamiento subalterno en Bolivia. En su último libro Un mundo ch’ixi es posible. Ensayos desde un presente en crisis (Tinta Limón, 2018) nos habla de lo ch’ixi como práctica descolonizadora, una versión de la noción de lo abigarrado que ya conceptualizó el sociólogo René Zavaleta Mercado. Invita a reflexionar desde una mirada ch’ixi las realidades y coyunturas latinoamericanas. Plantea que lo ch’ixi “literalmente se refiere al gris jaspeado, formado a partir de infinidad de puntos negros y blancos que se unifican para la percepción, pero permanecen puros, separados”, y le sirve para “admitir la permanente lucha en nuestra subjetividad entre lo indio y lo europeo”.

Con un pasado muy vinculado a los movimientos kataristas, cocaleros y libertarios de Bolivia, hoy vive la militancia realizando su utopía en El Tambo, un espacio político y cultural en La Paz donde, junto a sus compañeros y compañeras del Colectivo Ch´ixi, organiza cursos y actividades, fiestas y presentaciones, uniendo los saberes teóricos con la labor manual. Ahí mismo realiza todos los años, después de su salida forzada de la Universidad Mayor de San Andrés de Bolivia, el taller de Sociología de la Imagen, un espacio de formación para descolonizar nuestras miradas. Silvia entiende la imagen como “narrativa, como sintaxis entre imagen y texto, y como modo de contar y comunicar lo vivido”.

En tu reciente visita a México señalaste que en América Latina no se está en condiciones de hablar de pensamiento decolonial ni postcolonial. Afirmaste que lo decolonial es una moda, lo postcolonial un deseo y lo anticolonial una lucha. ¿Cómo seguir este camino anticolonial?
Yo creo que es una forma de poner en relieve que este proceso tiene larga data. Desde tiempos coloniales se han dado procesos de lucha anticolonial; en cambio, lo decolonial es una moda muy reciente que, de algún modo, usufructúa y reinterpreta esos procesos de lucha, pero creo que los despolitiza, puesto que lo decolonial es un estado o una situación pero no es una actividad, no implica una agencia, ni una participación consciente. Llevo la lucha anticolonial a la práctica en los hechos, de algún modo, deslegitimizando todas las formas de cosificación y del uso ornamental de lo indígena que hace el Estado. Todo eso son procesos de colonización simbólica.

Has profundizado mucho en la sociología de la imagen, tomando la imagen como teoría y no solo como ilustración. ¿De qué forma te sirve la imagen?
Es una forma de replantear el papel de la visualidad en la dominación y también sirve como forma de resistencia. Se trata de descolonizar la conciencia propia, superar el oculocentrismo occidental y convertir la mirada en parte de una experiencia completa, orgánica, que implique los otros sentidos también, como el olfato o el tacto. Es decir, reintegrar la mirada al cuerpo.

Quisiera profundizar en el concepto ch´ixi. ¿Cómo llegas a él y qué significa para ti?
Surge como una metáfora que me comunica un escultor aymara —Victor Zapana— hablando de animales como la serpiente o el lagarto, que vienen de abajo, pero también son de arriba, son masculinos y también femeninas. Es decir, tienen una dualidad implícita en su constitución. Y eso me parecía a mi una muy buena metáfora para explicar un tipo de mestizaje que reconoce la fuerza de su lado indígena y la potencia para poder equilibrarla con la fuerza de lo europeo. Entonces se propone a lo ch´ixi como una fuerza descolonizadora del mestizaje. Lejos de la fusión o de la hibridez, se trata de convivir y habitar las contradicciones. No negar una parte ni la otra, ni buscar una síntesis, sino admitir la permanente lucha en nuestra subjetividad entre lo indio y lo europeo.

Resulta interesante como varias personas han manifestado alivio y tranquilidad al comprender tu noción de lo ch´ixi, sobre todo, en relación con problemas de identificación.
A mi también me ha llamado la atención que pueda dialogar este concepto con experiencias tan distintas. Lo que pasa es que todos vivimos una contradicción muy fuerte, entre lo occidental y lo que nos da el paisaje, el ámbito local, que nos conecta con la otra cara.

El concepto ch´ixi lo has pensado desde y para Abya Yala [nombre dado a América por sus habitantes antes de la invasión europea] y los procesos que se dan en este territorio pero, ¿es posible llevarlo a otros territorios? ¿Existe una universalidad de lo ch´ixi?
Yo creo que eso depende de cada quien, cada pensamiento lo tiene que desarrollar en su territorio, fuera del ámbito andino. Yo lo he trabajado para aquí, pero sí pienso que tiene una potencia universal porque la contradicción es un hecho de nuestro tiempos. La conciencia de que la identidad es una camisa de fuerza y cada persona vive muy contradictoriamente la identidad. Eso pasa aquí y en todos los lugares.

Aludiendo al título de tu nuevo libro, ¿cómo puede ser posible un mundo ch´ixi?
Es una utopía. Es una utopía el pensar que podemos realmente colectivizar esa visión y convertirla en un recurso de acción política. No se realiza, pero creo que como horizonte es una posibilidad de rebeldía.

¿Qué aportes le puede dar esta mirada ch´ixi a los feminismos latinoamericanos?
La coexistencia entre lo masculino y lo femenino en cada subjetividad. No la separación ni la segregación, sino la yuxtaposición de las dos fuerzas, de los dos principios en cada subjetividad.

¿Cómo ves los feminismos en Latinoamérica hoy en día?
Bastante fuertes. Yo creo que es una marca y un signo de la época. Las mujeres ya están activamente y masivamente saliendo a la esfera pública a reclamar cosas que antes eran vistas como exclusivas del ámbito privado. Sobre todo en Argentina creo que es muy rico el proceso de las mujeres. En Bolivia el discurso está muy mediatizado por las ONGs y el Estado. Hay, obviamente, grupos como el de Mujeres Creando que superan eso pero todavía yo lo encuentro muy débil.

La mujer tejedora está muy presente en tus libros para reflexionar en torno al lugar de la mujer en el mundo andino. ¿Para que te sirve?
Es una gran metáfora de la interculturalidad. Las mujeres siempre tejen relaciones con el otro, con lo otro. Con lo salvaje, con lo silvestre, con el mercado, con el mundo dominante. Siento que hay una capacidad de las mujeres de elaborar relaciones de interculturalidad a través del tejido. Es un reconocer también que el cuerpo tiene sus modos de conocimiento. Aquí, en el colectivo, decimos que “la mano sabe”.

¿La opresión india y la opresión de género son homólogas?
Son equivalentes y sería prácticamente la base de una alianza muy poderosa, indios y mujeres. De algún modo, la identidad de indios y mujeres es definida desde afuera, y por eso la resistencia consiste en autodefinirse.

En este sentido, ¿es para ti necesario retomar el paradigma epistemológico indígena?
Claro que sí. Sobre todo en tiempos de cambio climático es un paradigma verdaderamente alternativo porque supone otra relación con el mundo de los sujetos no humanos. Hablo de la naturaleza, de las formas de sustentabilidad y del cuidado de la tierra. Se debe entender que el ser indio es un paradigma totalmente diferente para enfrentar el mundo y para relacionarse con él.

Sin embargo, dista mucho del indianismo en Bolivia.
El indianismo está atrapado en una vocación totalmente estadocéntrica y estadolátrica. Está abocado en un discurso nacionalista de buscar un estado aymara y una nación aymara, lo cual es una barbaridad a mi parecer. Porque es esencialista, es una propuesta que no condice con la realidad. La realidad boliviana es una realidad abigarrada, con identidades muy confusas y mezcladas. Entonces el indianismo tiene la camisa de fuerza de la vocación estatal.

Estás aprendiendo aymara. ¿Cómo te ha servido para entender la realidad andina?
Es fundamental para mi. Empece hace mucho tiempo y voy a seguir aprendiendo hasta que me muera. Ha sido clave porque es un idioma que tiene una estructura completamente diferente y que te permite crear palabras y darle todo un sentido metafórico al lenguaje, que es muy propio de la cultura aymara. A mi me ha permitido hurgar en muchos aspectos que parecían paradójicos y que, a través del idioma, se me han clarificado. Sobre todo conceptos de temporalidad, de espacialidad, a través del uso de sufijos. Es un idioma muy complejo pero muy rico. Es un idioma aglutinante, porque es capaz de que un mismo término varíe según los sufijos y los contextos de enunciación.

Hablando de temporalidad me viene a la mente el aforismo aymara Quipnayra uñtasis sarnaqapxañani. 
Este aforismo de la cosmovisión aymara se puede traducir como “mirando atrás y adelante podemos caminar en el presente futuro”. Quiere decir que el pasado está por delante de nosotros. Esto es común a muchas lenguas indígenas. Hay varias lenguas indígenas que conciben el pasado como algo que tu ves por delante; el futuro, sin embargo, no lo conoces y por eso está atrás, en la espalda. Además es también una celebración de un gesto anacrónico, de poner el pasado por delante, de que el pasado surge e irrumpe en el presente.

¿Qué valor tienen para ti las lenguas originarias?
Muchísimo. Todos deberíamos aprender alguna.

En tus escritos reivindicas la micropolítica como espacio de resistencia y lucha. ¿Es necesario crear pequeñas comunidades de afinidad y tejer redes?
La macropolítica busca siempre un interlocutor en el Estado, ya sea con o contra el Estado. En cambio, la micropolítica está por debajo del radar de la política y trabaja sobre colectivos pequeños y acciones corporales que permiten que florezcan espacios de libertad. Lo que buscamos es repolitizar la cotidianidad, ya sea desde la cocina, el trabajo o la huerta. Eso es lo que queremos hacer aquí, en nuestro espacio El Tambo. Articular el trabajo manual con el trabajo intelectual, producir pensamiento a partir de lo cotidiano.

¿Romper la barrera entre el trabajo manual e intelectual?
Eso es. Desde que comencé en el taller de Historia Oral Andina, hemos hechos muchas cosas por fuera de la academia. Porque la academia no puede darte todo y te aleja del pulso colectivo, de lo que pasa en realidad, de las cosas que hace la gente. La idea es practicar la descolonización a través del cuerpo y eso no se dice, se hace.

Así nacen espacios emancipatorios como puede ser El Tambo. ¿Cómo has vivido tú este espacio?
Este año cumplimos nueve años. Hemos querido tejer un espacio de encuentro y de creatividad que permita a diferentes personas desarrollar su individualidad pero, a la vez, latir con el pulso colectivo. Crear un espacio de libertad, de realización personal, de camaradería y de compañerismo con propuestas comunes. A día de hoy estamos unas 18 personas en el colectivo. Además, es cierto que he visto muchísimos colectivos en toda América Latina. Lugares muy lindos e iniciativas muy pequeñas pero poderosas, ya sea de huertos, de derechos humanos, procesos de autonomía, o de soberanía alimentaria. De algún modo todos, estos espacios interrumpen en este proceso totalizador del capital y marcan un horizonte emancipatorio.

En octubre se celebran elecciones en Bolivia. Desde la toma de poder de Evo Morales en 2006 has sido muy crítica. ¿Cómo ves la coyuntura actual?
Está muy mal, está terrible. El gobierno está tomando el control de todas las instancias, del Tribunal Electoral, de todo el sistema judicial…. Está muy fea la cosa. Se nos vienen años difíciles. Veremos qué pasa en las elecciones. Por ejemplo, con el conflicto del TIPNIS, están esperando a ganar las elecciones para entrar de una vez. Ahora está habiendo una marcha de Sucre a La Paz, conformada por todas las comunidades afectadas por megaproyectos y por toda la intromisión estatal. Yo estoy apoyando eso también. Tenemos esperanzas, la gente no se deja totalmente

Fuente: https://www.elsaltodiario.com/feminismo-poscolonial/silvia-rivera-cusicanqui-producir-pensamiento-cotidiano-pensamiento-indigena?fbclid=IwAR1p99x4bVgW7hVqMzTZwIb-9p1jxR0QbpK-pVx2yMaZFVQawd1sgGpnQKU

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Entrevista a Mónica Bruckmann:“Con el plan de Bolsonaro, Brasil se reprimariza”

Por: Natalia Aruguete.

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Alfonso Cuarón en la UNAM: la falta de educación de la que me quejé, en realidad fue una virtud

Por: Infobae.

«Me percaté de que sí tuve la formación necesaria, por gente a la que estoy totalmente agradecido, me refiero a los profesores», aseguró el exalumno del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC)

La escena no tiene guión: un hombre de capilaridad plata, con la sonrisa plena de orgullo, sucumbe ante el abrazo de su alumno, tan estrecho que sus brazos parecían serpientes. Él lo enseñó a diseñar y proyectar la actuación; ahora viven una historia real:son Mario Luna, su profesor, y Alfonso Cuarón, tres décadas y media después en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

En su más reciente visita al Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC), ya con Roma envuelta en celofán, un Cuarón nervioso ante el escrutinio de sus maestros y otros alumnos (como lo fue él en 1982) dijo que los vínculos afectivos deben ser el punto de partida de la creación.

La falta de educación de la que en algún momento me quejé, en realidad fue absolutamente una virtud: tuve la formación necesaria, no desprecio mi base académica, aseguró el exalumno CUEC, de la UNAM.

(Foto: Cortesía: UNAM)

(Foto: Cortesía: UNAM)

«Una parte de mi instinto de cineasta ya lo tenía en el CUEC; y aunque teníamos muchas carencias, era un estímulo para encontrar soluciones de otra manera», recordó.

A diferencia de muchas escuelas del mundo, la UNAM brinda la oportunidad de filmar y es ahí donde el conocimiento realmente se asienta, dijo María Carmen de Lara,directora del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos

En «Sólo con tu pareja» (su opera prima, 1991), mostró su «falta de educación», pero esa presunta ausencia de instrucción de la que se quejó en sus inicios, fue absolutamente «una virtud», reconoció.

«Me percaté de que sí tuve la formación necesaria, por gente a la que estoy totalmente agradecido, me refiero a los profesores del CUEC: Mitl Valdez, Mario Luna, Jorge Ayala Blanco, Toño Ruiz y Juan Mora. El CUEC en esa época era una escuela muy desarticulada, pero con muy buenos maestros, y no me sorprende que sigan siendo sus pilares, porque los pilares no son los edificios», resaltó.

(Photo by Joel C Ryan/Invision/AP)

(Photo by Joel C Ryan/Invision/AP)

Mis primeras películas, recordó Cuarón, eran con camaritas de cartón, «después tuve la suerte de tener una Súper 8, filmaba sin rollo, y fue una gran escuela. En el CUEC nos rolábamos, siendo staff de todos los demás, y mi formación nació justo de eso, pero no desprecio la parte académica».

Luego hizo un llamado a no perder la creatividad y el rigor técnico ante un gran apoyo tecnológico; en ese sentido alertó: «a mí me preocupa ver tanta estructura, tantos recursos, porque me parecen una distracción. Es peligroso que los contenidos que se dictan vengan de necesidades comerciales, que a estas generaciones se les olvide la parte sensible, que es el músculo fundamental».

Maestros

Cuando era fotógrafo en el CUEC, el «Chivo» (Emmanuel) Lubezki era mi asistente; teníamos una mancuerna muy telepática, hasta que le vi su primer superochazo y le dije a Mario Luna: «¿yo para qué estoy fotografiando si este güey es mejor yo?».

(Foto: Cortesía: UNAM)

(Foto: Cortesía: UNAM)

Cuarón empezó su formación como cinefotógrafo, y recordó que Mario Luna, su maestro, se enfadó con él por no continuar con esa especialidad. Desde que estaba en la UNAM le confesó que se dedicaría a dirigir, pero después, con su cinta Roma, le dijo:«regresé a la foto sólo por ti Mario».

El autor de «Cuarteto para el fin del tiempo», cortometraje en blanco y negro, realizado en 1982 cuando era alumno del CUEC, recordó que gracias a Jorge Ayala Blanco aprendió la parte conceptual del lenguaje del cine.

«Con Ayala Blanco en el primer año vimos la historia del cine, y en el segundo año análisis de nuevas corrientes del cine; fueron los cursos que abrieron mis ojos, con mucha investigación y marco de referencia».

A quienes se encuentran en etapa escolar y aprendizaje del cine, Cuarón les recomendó explorar su base académica y experimentar.

(The New York Times)

(The New York Times)

«Hay fotógrafos que hacen cosas maravillosas mientras está el sol en la ventana, pero cuando se va, ya no saben qué hacer. No despreció la parte académica, pero hay que saber cuáles son tus herramientas, mientras más controladas las tengas, más libre serás. Por ejemplo, saber iluminar es una de las bases, y no olvidar que los mejores efectos visuales los hace gente que sabe dibujar», expuso.

La UNAM: el origen

María del Carmen de Lara, directora del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos, conoció a Alfonso Cuarón en la sede del CUEC, ubicada en la colonia Del Valle.

«Cuarón y Lubezki se formaron aquí. Alfonso iba más hacia la fotografía y Emmanuel a la dirección, y acabó siendo al revés».

La UNAM, subrayó, tiene un sistema integral, en donde tratamos de abordar la problemática social y una visión integral, no parcial de lo que es el cine». Al ingresar a los campos de trabajo hay una experiencia muy rica que sigue siendo formadora, y por eso los egresados han logrado alcanzar distintos niveles y reconocimientos en la industria nacional o en los Oscares.

La también realizadora señaló que «a diferencia de muchas escuelas del mundo, la UNAM brinda la oportunidad de filmar, y es ahí donde el conocimiento se asienta. Para ser director es necesario conocer todos los campos, ¿cómo vas a pedirle algo a un sonidista, a un director de arte, a un fotógrafo, si tu no conoces de lo que estás hablando?».

(Foto: Instagram @alfonsocuaron)

(Foto: Instagram @alfonsocuaron)

En muchos momentos, explicó De Lara, Alfonso ha sido generoso con la Universidad.Cuando Mitl Valdez era director del CUEC, ofertó unas becas a dos alumnos para que acudieran y estuvieran presentes en la filmación de Harry Potter.

Hace unos meses se concretó un intercambio para que un maestro del CUEC, en este caso Luis Castañeda, acudiera y participara en la mezcla de «Roma», en Londres.

El docente del Centro Universitario estuvo presente en la mezcla Atmos de «Roma», y con ese conocimiento ahora emprende algunos de los ejercicios de cómo se arman las bandas sonoras atmosféricas.

Flashback, flashforward

De Lara recordó que las primeras lecciones de cine se dieron en el auditorio Justo Sierra de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL), y de ahí se emprendió una constante mudanza: fue de la calle de Margaritas, en la colonia Del Valle, al número 721 de Adolfo Prieto. «Tanto Alfonso como yo estudiamos ahí, en una casa adaptada, porque el foro se hizo después. Ahora tenemos 159 alumnos y filmamos alrededor de 13 horas y media al año, el nivel más alto de capacidad fílmica».

Liboria Rodríguez, la mujer que cuidó de Cuarón durante su infancia (Foto: @AnalistaMxx)

Liboria Rodríguez, la mujer que cuidó de Cuarón durante su infancia (Foto: @AnalistaMxx)

Ésta es la escuela de cine más antigua de América Latina; aquí desean venir alumnos de Estados Unidos, de Francia, Japón, Colombia, Ecuador, que reconocen el liderazgo que ha tenido la UNAM en relación a las aportaciones y las historias de la industria cinematográfica.

«Tenemos generaciones de mujeres en la fotografía, como Sheila Altamirano, Nataly Montiel; varias de las egresadas del CUEC, como Melisa Elizondo. Estamos con generaciones fuertes, potentes, contando historias que han sido la gran aportación de la UNAM y del CUEC, porque son historias sin censura, que pueden abordarse desde cualquier ángulo…Cuarón es sólo el principio».

AMOR, al revés

Imantada de transeúntes, autos, paseantes y curiosos, el número 22 de la calle de Tepeji, en la colonia Roma, no ha tenido tregua desde el estreno de «Roma», largometraje de Alfonso Cuarón. Ahí, justo donde se grabó, Marco Monreal, vecino del director, quien en realidad vivió en el número 21, habló también en «blanco y negro».

(Foto: Cortesía: UNAM)

(Foto: Cortesía: UNAM)

«Me acuerdo del niño Alfonso, es como en la película, así lo recuerdo. Había dos niños delgados, güeros, eran hijos de un doctor. Tengo muy presente una imagen, y quizá también por mis padres: tiro por viaje los choferes se llevaban las molduras en la entrada de los accesos, porque todas las casas son semejantes, están construidas por el mismo ingeniero (en 1939), y el tamaño del estacionamiento es idéntico», dijo quien fuera alumno de la Facultad de Arquitectura (FA) de 1977 a 1981.

Gloria Silvia, hermana de Marco Monreal, atiende y convive con quienes, a diario y desde el amanecer, tocan el timbre, colocado a la diestra de una placa que reza «Aquí se filmó Roma».

(Foto: Cortesía: UNAM)

(Foto: Cortesía: UNAM)

«Alfonso es una persona muy sencilla, muy querido para todo México. Aquí vivió hasta los seis o siete años; yo tenía un poco más de edad, me casé y me fui, pero mis padres seguían aquí. Regresé a ser «romana» porque la colonia está llena de nostalgia. Su nombre al revés es «amor».

«La película se filmó en mi casa , y no en la que vivió Cuarón, porque tiene mejor luz. Estamos esperando el Oscar y le entregaremos al director un cuaderno de firmas de quienes han visitado la casa desde el 28 de diciembre de 2018, todo lleno de amor y letras», concluyó.

Fuente de la entrevista: https://www.infobae.com/america/mexico/2019/02/21/alfonso-cuaron-en-la-unam-la-falta-de-educacion-de-la-que-me-queje-en-realidad-fue-una-virtud/

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Colombia en 2019: Siguen las luchas por financiamiento educativo, el derecho a la educación y la paz

Por: RedClade.Org.

En entrevista a la CLADE, representantes de la Coalición Colombiana por el Derecho a la Educación hacen un balance de sus luchas en el 2018 y presentan cuáles serán sus principales desafíos, acciones y focos de incidencia en el 2019
Caracterizado por grandes movilizaciones de docentes y estudiantes a favor de un presupuesto adecuado para la universidad pública y gratuita en Colombia, el año de 2018 culminó con una buena noticia para la comunidad educativa del país: las protestas resultaron en un acuerdo con el gobierno nacional, en el cual se establece el compromiso de aumentar en $4.5 billones de pesos colombianos los recursos para la educación superior, en los próximos cuatro años.

Para saber más sobre el contexto colombiano y conocer las luchas prioritarias de los movimientos y organizaciones que defienden el derecho a la educación en el país, conversamos con María Elena Urbano y Cecilia Gómez, integrantes de la Coalición Colombiana por el Derecho a la Educación (CCDE), red de la sociedad civil que es miembro de la Campaña Latinoamericana por el Derecho a la Educación (CLADE) en Colombia.

Según María y Cecilia, en el 2019, seguirán siendo focos de movilización e incidencia política: la financiación plena de la educación pública y gratuita, la realización del derecho humano a la educación y la paz.

Lea la entrevista completa:

¿Qué balance ustedes hacen de la lucha por el derecho a la educación en el 2018 en Colombia?

María Elena Urbano y Cecilia Gómez – A lo largo del año pasado, el contexto de lucha por el derecho a la educación se caracterizó por las miles de movilizaciones a lo largo y ancho del país, convocadas desde las organizaciones estudiantiles de educación superior y de docentes, los procesos de incidencia en el Congreso de la República y la apertura de espacios de formación en torno al derecho a la educación y su financiación.

Este proceso culminó con la firma de un acuerdo entre el gobierno y las organizaciones estudiantiles universitarias y de docentes, en el que el gobierno se compromete a entregar cerca de $4.5 billones de pesos adicionales para la Educación Superior Pública a lo largo del próximo cuatrienio.

Estos recursos aumentarán la base presupuestal, ligados con el aumento del Índice de Precios al Consumidor (IPC), durante los próximos años. Así, a partir de 2019, se hará un aumento del IPC + 3,5 %; para el 2020, IPC + 4 %; para el 2021, IPC + 4,5 %, y para 2022, IPC + 4,65 %.


¿Cuál es la fuente de los nuevos recursos que se prometen para la educación universitaria y cuáles son las expectativas para el 2019 ante este acuerdo con el gobierno?

María Elena Urbano y Cecilia Gómez – Este aumento a la base presupuestal vendrá de recursos del sistema de regalías, inversión desde el presupuesto nacional y recursos de las cooperativas, provenientes de la renta sobre los excedentes del sector cooperativo destinados a educación superior pública, cuyo monto podrá superar los 300.000 millones de pesos.

A las cifras anteriores también se sumarán 1,5 billones de pesos en recursos procedentes del recaudo de las regalías, que serán destinados a mejorar la infraestructura, planes de bienestar, capacidad investigativa y a fortalecer las Instituciones de Educación Superior públicas.

El presupuesto de la educación superior pública se establece en 41,4 billones de pesos colombianos. De estos, 37,2 serán para funcionamiento y 4,2 para inversión.

Sin embargo, la firma del acuerdo no significó el levantamiento del paro nacional, ya que las y los estudiantes acordaron que el compromiso del gobierno será socializado con las 26 universidades en cese de actividades, quienes están decidiendo de forma autónoma cuando retomar clases.


¿Qué retos se presentan para la realización del derecho a la educación en Colombia este año?

María Elena Urbano y Cecilia Gómez – El último pliego de peticiones de la Federación Colombiana de Trabajadores de la Educación (Fecode), realizado el 14 de febrero, presenta varios de los desafíos de la educación pública colombiana, entre ellos: el gobierno debe definir una propuesta y mecanismo claros para aumentar y garantizar los recursos necesarios para materializar el derecho a la educación pública y gratuita, desde el preescolar de tres grados hasta la educación media, en establecimientos educativos públicos, gratuitos, administrados y financiados por el Estado, incluyendo la formación técnica, escuelas normales, jornadas nocturnas, educación rural, educación de personas jóvenes y adultas, educación especial y etnoeducación; la dignificación de la profesión docente, con salarios y jornadas justas, formación adecuada y permanente, contratación de nuevas maestras y maestros, y condiciones dignas de trabajo, con acceso a la salud y seguridad; y la garantía de los recursos necesarios para el desarrollo de un proyecto pedagógico, social, territorial y comunitario de la Escuela como Territorio de Paz y para la erradicación de todo tipo de violencias, atención al posconflicto y construcción de la paz con justicia social.

Las trabajadoras y trabajadores de educación también claman por la garantía y el respeto de su vida e integridad física, así como de su derecho de asociación, libertad sindical y protesta. Esta es una demanda importante, ya que en promedio, cada año, son asesinadas y asesinados 28 docentes afiliadas/os a Fecode, y cada 12 días asesinan a una profesora o profesor en Colombia.

La violencia, represión y criminalización contra la protesta docente, así como la amenaza de censura al magisterio y riesgos para la libertad pedagógica son retos graves a los que nos enfrentamos hoy día. Recientemente, un proyecto de ley presentado por el congresista Edward Rodríguez del partido Centro Democrático, mismo partido del presidente Iván Duque, propone sancionar a docentes que hablen sobre política en las clases, caso su disciplina no se encuadre en las Ciencias Sociales. Si se aprueba, esta ley violaría el derecho a la libertad de expresión y enseñanza de las y los docentes y contribuiría para formar estudiantes sin sentido crítico o capacidad para comprender su entorno social.

Otra problemática es la falta de acceso y cobertura a la educación de calidad en contextos rurales. La Mesa Nacional de Educación Rural, el 13 de febrero, denunció en comunicado público que 19,237 estudiantes jóvenes se encuentran actualmente excluidas/os del sistema educativo en zonas rurales de Antioquia y Santander. Las y los jóvenes que viven en el campo en Colombia, infelizmente, suelen tener su derecho a la educación tratado como tema residual de la agenda pública, y muchas veces se les ofrecen servicios educativos prestados por empresas privadas contratadas por el gobierno, con menor calidad y la no garantía del inicio de las clases en el plazo previsto en el calendario escolar.

¿Ante el contexto mencionado, cuáles serán las actividades o ejes de acción prioritarios de la Coalición Colombiana este año?

María Elena Urbano y Cecilia Gómez – Continuamos con los dos ejes de trabajo decididos por la CCDE en sus últimas asambleas: la financiación plena del derecho a la educación pública, gratuita y de calidad, desde la primera infancia y a lo largo de toda la vida; y el derecho a la educación y a la paz en Colombia.

Asimismo, durante el 2019, mantendremos las tres estrategias de lucha planteadas durante el año anterior: participación en las movilizaciones convocadas por las organizaciones estudiantiles y de docentes; apoyo a los procesos de incidencia política con el Congreso de la República para el logro pleno de la financiación del derecho a la educación; y el fortalecimiento de los procesos de formación en torno al derecho a la educación desde el nivel preescolar y a lo largo de toda la vida, en línea con los compromisos asumidos por el Estado Colombiano al suscribir la Agenda de Educación 2030.

Fuente de la entrevista: https://redclade.org/noticias/colombia-en-2019-siguen-las-luchas-por-financiamiento-educativo-el-derecho-a-la-educacion-y-la-paz/

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OVE y LA OTRA MIRADA EDUCATIVA (NUEVA TEMPORADA): Presentan una serie de entrevistas asociadas a las agendas de educación. (Video)

Otras Voces en Educación se complace en presentar su nuevo proyecto educativo, esperamos disfruten y nos dejen sus comentarios.

La Otra Mirada Educativa
(Nueva Temporada 2019)

La otra mirada educativa es un espacio de encuentro con los grandes temas asociados a las agendas de educación, reformas educativas, ciencias sociales, filosofía, política y gestión pública. Es una ventana abierta, dirigida por el académico Luis Bonilla-Molina donde todas las semanas nos presenta una edición de sus entrevistas hechas para los canales de “Otras Voces en Educación”, “CLACSO-Venezuela, “La Otra Mirada Educativa” y “Luis Bonilla-Molina” en YouTube. La producción está a cargo de la comunicadora social Luz Palomino y es una producción del equipo de OVE.

En esta oportunidad entrevistamos a Marianicer Figueroa Psicóloga, Dra en Innovación Educativa, investigadora del uso educativo apropiado y crítico de las tecnologías, la educación abierta y a distancia. Activista comprometida por la Difusión Libre del Conocimiento y Ciencia Abierta.

Les dejamos el video completo:

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