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Francia: Papa Francisco pide a los gobiernos que actúen contra el «crimen» de la pornografía infantil

Papa Francisco pide a los gobiernos que actúen contra el «crimen» de la pornografía infantil

Según ha precisado el Papa, los grupos responsables de producir pornografía infantil «se comportan como mafias que se esconden y se defienden»

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Condenan a manifestante (profesora) anti pasaporte sanitario en Francia por portar un cartel antisemita

La justicia francesa condenó este miércoles a seis meses de prisión con suspensión de pena a una profesora de alemán por portar una pancarta antisemita durante una manifestación contra el pasaporte sanitario.

Cassandre Fristot, quien fuera miembro de la agrupación ultraderechista Frente Nacional (ahora rebautizada Agrupación Nacional) fue condenada por el tribunal de Metz (noreste) por «provocación al odio racial».

En una imagen de una manifestación el 7 de agosto en esta ciudad, la joven de 34 años, que luce una boina, aparece portando una pancarta con los nombres de varias personalidades, la mayoría judías.

Los nombres rodeaban la pregunta «¿Pero quién?» y la exclamación «¡Traidores!». La difusión de la foto suscitó una oleada de indignación entre la clase política y los grupos de lucha contra el racismo.

«Es una victoria sobre todo lo que constituye una incitación al odio», se felicitó la abogada Annie Levi-Cyferman, que representaba a la Ligue des Droits de l’Hommes (Liga de los Derechos Humanos).

La joven debe abonar además un euro simbólico y 300 euros a ocho de las 13 asociaciones que se constituyeron como partes civiles, entre ellas SOS Racismo, la Licra y el Crif, que reúne a instituciones judías.

Durante el juicio el 8 de septiembre, al que no acudió la acusada al igual que este miércoles, su defensa negó cualquier antisemitismo y, durante su detención, la mujer aseguró que solo quería «denunciar a los poderosos».

Fuente: https://www.elpais.com.co/mundo/condenan-en-francia-a-opositora-a-restricciones-sanitarias-por-portar-una-pancarta-antisemita.html

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Francia: Miles de manifestantes en las calles de varias ciudades francesas contra el pase sanitario

Miles de manifestantes en las calles de varias ciudades francesas contra el pase sanitario

En total, entre 60.000 y 80.000 personas se movilizaron a través de 185 cortejos en toda Francia, lo que supone una disminución neta con respecto al movimiento en sus inicios, a mediados de julio

París.- Miles de personas se manifestaron el sábado en las calles de numerosas ciudades francesas para denunciar el pase sanitario y la obligación de vacunar al personal de salud, en el undécimo sábado consecutivo de movilización.

En París, donde cuatro cortejos debían recorrer las calles, algunos miles de personas, entre ellas numerosos «chalecos amarillos», se manifestaron en un recorrido por el centro de la ciudad, mientras que otros respondieron a la llamada de Florian Philippot, un líder de extrema derecha en la zona oeste de la capital, reseñó AFP.

En total, entre 60.000 y 80.000 personas se movilizaron a través de 185 cortejos en toda Francia, lo que supone una disminución neta con respecto al movimiento en sus inicios, a mediados de julio.


«Manifiesto contra (el presidente Emmanuel) Macron y sus medidas liberticidas. Yo no estoy vacunado, no tengo confianza, pero quizás me vea obligado a hacerlo si las pruebas anticovid no son más gratuitas», explicó a la AFP Tristan, jubilado de 72 años.

En Marsella, unos 800 manifestantes, según la prefectura, marcharon por el centro de la ciudad desde el puerto. Se trata de la menor participación en estas manifestaciones contra el pase sanitario en esta ciudad del sur del país desde el primer episodio de este movimiento, el 17 de julio.

La movilización también disminuyó en Nantes (1.100 personas) y Rennes (650), ambas ciudades del noroeste francés.

En Burdeos (sudoeste), más de mil personas marcharon, según la policía -contra cerca de 3.000 a principios de mes- detrás de una pancarta gigante «Libertad, verdad, soberanía».

Según las cifras comunicadas por las prefecturas, 2.000 personas se manifestaron en Montpellier (sur), 1.200 en Estrasburgo (noreste), un millar en Lyon (centro), 950 en Metz (noreste), 900 en Lille (noreste, contra 2.100 la semana pasada) y 650 en Nancy.

Fuente de la Información: https://www.eluniversal.com/internacional/108013/miles-de-manifestantes-en-las-calles-de-varias-ciudades-francesas-contra-el-pase-sanitario

 

 

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PARÍS – UNESCO: aboga por nuevo contrato social con pueblos indígenas

Fuente: ipsnoticias.net


La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) abogó por que se establezca un nuevo pacto social con los pueblos indígenas, que respete su cultura y derechos al tiempo que aproveche su aporte para la sostenibilidad de la vida en el planeta.

Cada 9 de agosto se conmemora como Día Internacional de los Pueblos Indígenas del Mundo “y el tema de este año gira en torno a la elaboración de un nuevo contrato social” con ellos, “fundado en los derechos humanos, el respeto a la diversidad cultural, y que no deje a nadie atrás”, dijo Audrey Azoulay, directora general de la Unesco.

“Como administradores de la tierra y representantes de una amplia gama de culturas,  tradiciones  y lenguas, los pueblos indígenas poseen una sabiduría impresionante a la cual recurrir, siempre que se les escuche”, expuso Azoulay.

Argumentó que “si bien los pueblos indígenas pueden estar en una posición idónea para guiarnos hacia una mayor sostenibilidad, también son especialmente vulnerables a los desafíos de nuestro mundo cambiante”.

Como ejemplo citó que los grupos minoritarios han sido más vulnerables a las repercusiones de la covid-19 “en particular debido a la desigualdad de acceso a la atención de salud y a la información pública”.

Los pueblos indígenas constituyen 6,2 por ciento de la población mundial, suman más de 476 millones de personas en 90 países y representan 5000 culturas diferentes, según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

Al menos 40 por ciento de los 7000 idiomas del mundo se encuentran en algún nivel de peligro y se estima que una lengua indígena muere cada dos semanas, por lo que la ONU ha declarado el período 2022-2032 como Década de las Lenguas Indígenas.

“En el contexto de los desafíos mundiales, los pueblos indígenas nos ofrecen soluciones únicas para avanzar. Sin embargo, para que el mundo pueda beneficiarse de su sabiduría, se deben escuchar sus voces”: Audrey Azoulay.

La Unesco propone para el nuevo “contrato” favorecer la transmisión de las lenguas indígenas y destacar la importancia de sus conocimientos para abordar los  problemas ambientales “a través de intercambios creativos en el marco del Decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de los Ecosistemas (2021-2030)”.

En ese sentido, los pueblos indígenas deberían tener “una participación efectiva” en foros como la Plataforma Intergubernamental sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas y la Comisión Oceanográfica Intergubernamental de la propia Unesco, según Azoulay.

El PNUD también destacó el liderazgo de los indígenas en la protección del ambiente y en la lucha contra el cambio climático, como herederos y practicantes de formas de vida únicas, y porque 70 millones de ellos dependen de los bosques para su sustento y muchos más son agricultores, pastores o recolectores.

La agencia afirmó que, según investigaciones, “donde los grupos indígenas tienen el control de la tierra, los bosques y la biodiversidad florecen”.

Por contraste, más de 86 por ciento de los indígenas del mundo trabajan en la economía informal, y tienen casi tres veces más probabilidades de sufrir desnutrición y vivir en la pobreza extrema.

A menudo carecen de protección social y recursos económicos adecuados, y la pandemia ha afectado desproporcionadamente sus vidas, provocando que sufran aún más la pobreza, la enfermedad y la discriminación.

El PNUD mostró que de las personas indígenas empleadas, 47 por ciento no tiene educación formal, la cifra es mayor para las mujeres, más de una de cada tres mujeres indígenas ha sido agredida sexualmente, y también tienen tasas más altas de mortalidad materna, embarazo adolescente y enfermedades de transmisión sexual.

Azoulay dijo que “en el contexto de los desafíos mundiales, los pueblos indígenas nos ofrecen soluciones únicas para avanzar. Sin embargo, para que el mundo pueda beneficiarse de su sabiduría, se deben escuchar sus voces”.

A-E/HM

Fuente de la información e imagen: https://ipsnoticias.net

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Desde Francia, Abdelá Taia: “Cuando veo los sueños destruidos de mis hermanas olvido que soy gay”

El autor marroquí, afincado en París, cree que la situación de los jóvenes sin oportunidades en su país es una bomba que estallará antes o después.

Hay libros que parecen escritos para entender el mundo, para entender lo que nos está pasando. Y los de Abdelá Taia aúnan dos de los grandes asuntos que este curso han saltado a las primeras páginas de los periódicos: el racismo que sufren los inmigrantes llegados del otro lado del Estrecho y la homofobia que aún irradia la sociedad occidental a pesar de los derechos sellados en papel. Munir, el protagonista de su último libro, La vida lenta (Cabaret Voltaire), es un magrebí de París sometido a las dificultades, la discriminación y el desdén de los autóctonos cada vez más desatados en esta Francia con una extrema derecha campante. Pero además es gay, vulnerable por tanto a la doble ración de maltrato de un entorno LGTBIfóbico como el que en España ha quedado al descubierto con el asesinato del joven Samuel Luiz.

Hasta ahí, las condiciones compartidas por Abdelá Taia y su personaje Munir. Pero hay, sin embargo, otra protagonista que sufre exclusión en La vida lenta y es una francesa blanca que tiene la desgracia de ser pobre y de ser vieja. Olvidada por Francia. Cada uno de estos dos seres, vecinos de un mismo inmueble, son almas perdidas en un mundo que no acepta a los perdedores. “Ella sufre aún más exclusión que él, porque, al menos, Munir es joven, inteligente y se puede desenvolver, puede ligar, puede relacionarse. Pero ella es vieja”, cuenta el autor, maestro en la pintura de la exclusión.

Taia, nacido en Salé en 1973, residente en París desde 1998, es un novelista de pulso narrativo tan firme como delicado y una persona muy afable, comprometida, deseosa de compartir ideas y lecturas, que desembarcó en julio en Madrid, donde se celebró esta conversación. Miles de chavales han cruzado a Ceuta desde Marruecos rumbo a una incertidumbre, a una vida callejera en muchos casos, sin alimentos, ni protección, ni perspectivas, y sin embargo no quieren volver, porque huyen de una necesidad aún más espectacular y es la falta de esperanzas. Le duele a Taia esa juventud, como le duele Marruecos.

“Hay un abandono real de la juventud marroquí y ese es un gran problema para el futuro. Más de la mitad de la población son jóvenes. Y cuando no se piensa en ellos, cuando no se les da un lugar, una posibilidad de empleo, de educación, es una bomba que va a explotar en Marruecos antes o después”, reflexiona. Taia quiere reventar la imagen que ha encontrado en Occidente de que los árabes son seres sumisos, que acatan la voluntad del poder sin rechistar. Recuerda al líder independentista Ben Barka, asesinado presuntamente por los servicios secretos en París [durante el reinado de Hassan II], que pretendía precisamente construir un Marruecos con educación para todos y reparto de riqueza. Y recuerda montón de movilizaciones que ha habido cada década, la última con la primavera árabe, que sigue dando coletazos en Argelia, Sudán o Irak. “El pueblo árabe regularmente se levanta, pero esta lucha no se queda en la memoria de los occidentales. Predomina la visión colonial de los árabes como si fueran una masa que necesita un dictador”, asegura Taia, apenado de que se haya olvidado una figura como la de Ben Barka. “Querían que tuviéramos libertad, pera encajada en su imperialismo”.

Taia es un novelista de pulso narrativo tan firme como delicado y una persona muy afable, comprometida, deseosa de compartir ideas y lecturas

Más aún. Considera que esta huida del Marruecos sin oportunidades rumbo al salto a la valla, a las heridas, a la fuerza incontrolable del mar y en ocasiones a la muerte es una suerte de rebelión que alberga una bomba espectacular. “Nadie puede llegar a nada sin estructuras ni ayuda social porque las clases se protegen, los ricos se protegen a sí mismos, las clases medias también y todos miran a los pobres y les catalogan: los salvajes. Yo vengo de ese entorno salvaje. Y aunque hagan gestos de desesperanza como lanzarse a la mar, veo en ese gesto algo muy fuerte, muy político, un desafío a la sociedad y al poder marroquí, a las estructuras sociales y políticas que impiden a los pobres crecer”.

Taia lo sufre en carne propia al ver a los hijos de sus hermanas abandonar las escuelas, antes aun de llegar al instituto, para engrosar esa multitud de jóvenes sin esperanzas, ni perspectivas. “Es trágico, me revuelve, es peligroso, y entonces olvido que soy gay. Porque si eres gay no puedes pensar solo en los problemas de los gais. Si estos sufren también debes pensar en otros problemas. No puedo quedarme en mi capillita gay sin relación con mis hermanas, que no ven futuro, que no han podido realizar sus sueños, sumisas a sus maridos y a sus hijos”. Porque aunque su narrativa aborde su realidad como gay, por razones obvias de autobiografía, insiste, está abordando la exclusión en general, también la de los heterosexuales que huyen y tampoco son bienvenidos en Occidente.

El escritor creció con un pie en la calle, sufrió violaciones sin sentir jamás la protección de su madre, que bastante tenía con luchar para abrirse paso y dar de comer a sus 10 hijos. También sus hermanas le rechazaron y hasta dos años después de la muerte de su madre (en 2011) “no comprendieron lo que significa ser homosexual, que no es más que una parte de lo que soy”. “Hoy han vuelto a mí y eso me ha conmovido. Mi madre no podía comprender lo que significaba la identidad gay porque en los sesenta, los setenta, los ochenta no había contexto. Yo perdono a mi madre. No puedo llamarla homófoba. Me ha alimentado, no ha echado a nadie a la calle. Valoro su combate y su sacrificio, es una heroína de tragedia griega”.

“Mi madre, una heroína”

Heroína porque al perder a su primer marido, combatiente marroquí en el Ejército francés en Indochina, su familia política la echó de casa y se quedó con su indemnización. Ella encontró un nuevo marido, con el que tuvo esos 10 hijos, pero la energía se le fue en mudarse del campo a la ciudad de Salé, lograr una casa, sostenerla, alimentar bocas, pagar estudios y convencer al tendero de que les diera siempre más crédito. “Era una mujer analfabeta, capaz de hacer todo eso. Era una guerrera, una heroína, una combatiente y no dejaré a nadie decir que era una mujer árabe sumisa”.

Tal vez por eso a él no le costó tanto llegar a París y afrontar los rechazos, uno tras otro, que iba a encontrar para lograr integrarse, publicar y abrirse paso. “No me sentí pequeño respecto a París, no tenía miedo a los intelectuales, a los editores, a la sociedad. También mi madre se abrió paso con toda la sociedad y las leyes de Marruecos en contra”.

Y ese salto, el de perder el miedo ante el racismo creciente y el auge de la ultraderecha, es el que hoy están dando los franceses de origen árabe que quieren su lugar en una sociedad que les rechaza, aunque hayan contribuido a construirla. “Los que llegaron antes se sometieron, aceptaron convertirse en pequeños respecto a otros franceses, a quedarse en silencio y con los trabajos menores. Pero hoy no tenemos miedo a la sociedad francesa. Hay un reajuste en la nueva generación que busca un lugar en Francia con menos miedo, ha comprendido que merecen un lugar en ese gran país que es Francia. También los inmigrantes han contribuido a la grandeza de esa economía, de la sociología, a la cultura, así que por qué excluirles del resto”.

Fuente: https://elpais.com/babelia/2021-07-27/abdela-taia-cuando-veo-los-suenos-destruidos-de-mis-hermanas-olvido-que-soy-gay.html

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France: Le ministère de l’enseignement supérieur et de la recherche (MESR) ne respecte toujours pas l’ordonnance du Conseil d’État rétablissant la FERC dans ses droits syndicaux fondamentaux !

Europe/France/07-09-2021/ Auteur et Source: www.ferc-cgt.org

Tout commence au début de l’été 2020 en pleine discussion sur la loi de programmation de la recherche (LPR) lorsque le SGEN-CFDT et la ministre Frédérique Vidal s’entendent pour élaborer un protocole d’accord sur les carrières et rémunérations dans le cadre de la LPR.

F. Vidal communique à l’AEF début juillet annonçant la tenue de réunions au plus vite avec le SGEN, l’UNSA et le SNPTES pour travailler à l’élaboration du protocole… Les autres syndicats ont droit à quelques bilatérales et multilatérales fin août et début septembre. Le ministère fixe la signature du protocole pour début septembre. Cette précipitation est justifiée, selon lui, pour inciter les député·es à voter les budgets dédiés aux mesures salariales lors du passage de la loi à l’assemblée ! En septembre, la FERC est purement et simplement sortie des réunions de « concertations » !
In fine, le SGEN, le SNPTES et l’UNSA signeront le protocole d’accord « rémunération et carrières » le 12 octobre en grande pompe à Matignon en présence du 1er ministre.

Le MESR a acheté la signature des syndicats dits réformistes en leur faisant miroiter l’exclusivité de la négociation sur les mesures salariales et ce sur une période allant de 2021 à 2030 ! Depuis le début, l’objectif de cet accord est d’exclure les syndicats dont la combativité ne convient pas à la ministre.

Devant une telle déloyauté dans l’élaboration du protocole ainsi que dans son contenu qui donne carte blanche pendant 10 ans aux 3 syndicats signataires pour mener toutes les négociations avec le MESR, la FERC et l’UFSE ont décidé d’ester en justice. Un 1er mémoire portant sur la déloyauté dans le déroulé des négociations et sur la privation des libertés fondamentales de la CGT a été déposé au tribunal administratif (TA) de Paris le 12 décembre. Cette saisine est toujours en cours instruction. En février, nous avons décidé de déposer un référé-liberté, procédure d’urgence car les réunions du comité de suivi avaient débuté « en cachette ».

Le 9 mars le TA donne raison à la FERC. Il expose que les négociations sur les carrières et les rémunérations sont bien des prérogatives de toutes les organisations syndicales représentatives. Elles ne sont pas réservées aux seuls signataires d’un accord qui leur donne un mandat de négociation salariale au lieu de leur donner un mandat sur le suivi dudit protocole d’accord. Le juge énonce : l’absence de convocation de la FERC-CGT à ces réunions porte une atteinte grave et manifestement illégale à la liberté syndicale, laquelle présente le caractère d’une liberté fondamentale au sens de l’article L. 521-2 du code de justice administrative.

Non, la ministre n’a pas le droit de choisir ses interlocuteur·trices, ce sont les personnels qui les choisissent en les élisant !

Le DRH adjoint se permet lors d’un comité technique de critiquer la décision du juge « qui aurait méconnu le droit » et déclare que la ministre prendra seule la décision d’aller en recours en Conseil d’État : ce qu’elle fit.

Le 16 avril, le Conseil d’État confirme la décision du TA en donnant raison à la CGT contre la ministre de l’ESR. Les petites réunions entre ami·es, c’est fini ! La FERC et l’UFSE viennent d’obtenir le respect des libertés fondamentales dévolues à toute organisation syndicale représentative.
F. Vidal a tenu, avec l’appui de la ministre de la Fonction publique, à remettre en cause le jugement du TA de Paris, le Conseil d’État, la plus haute juridiction en la matière, l’a vertement déboutée !
Depuis, le ministère ne nous a
toujours pas informés de la tenue des réunions du comité de suivi alors même qu’il a fourni au juge le calendrier et les ordres du jour des
réunions d’ici fin juin.

Seul un État totalitaire ne respecte pas les décisions des plus hautes autorités de justice ! Nous continuerons à défendre les droits des agent·es ! Nous n’en resterons pas là !

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Source et Image: https://www.ferc-cgt.org/le-ministere-de-l-enseignement-superieur-et-de-la-recherche-mesr-ne-respecte

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Entrevista a Angela Saini: Raza, biología y poder

Por: ​​Susanna Ligero

Si en su obra previa, Inferior, Saini se centraba en cómo la ciencia ha estudiado las diferencias entre mujeres y hombres, en Superior la autora nos lleva a los orígenes del racismo científico para mostrarnos sus ramificaciones.

En 1907, en París se celebró una gran exposición colonial en el Jardín de Agricultura Tropical del Bosque de Vincennes. Allí se recrearon cinco poblados diferentes donde, además de construcciones y paisajes típicos, había personas de carne y hueso pertenecientes a la cultura representada. Casi dos millones de visitantes pasaron por aquel zoológico humano en seis meses, algunos observando boquiabiertos lo que consideraban un exotismo más, otros tomando notas que asentarían las bases del racismo científico1.

En su libro Superior. El retorno del racismo científico, la periodista científica Angela Saini (Londres, 1980) describe su visita a este lugar (en sus palabras, una especie de «Disneylandia eduardiana»), un parque abierto al público pero sin demasiadas indicaciones, con los monumentos en escombros y ningún cartel que explique por qué están allí. Una buena metáfora de lo que ocurre con el pasado colonial de tantas naciones: una reliquia vergonzosa de la cual se prefiere no hablar.

No es la primera vez que Saini pone el foco en las confusiones y prejuicios que afectan la investigación científica. Si en su obra previa, Inferior2, Saini se centraba en cómo la ciencia ha estudiado las diferencias entre mujeres y hombres, en Superior la autora nos lleva a los orígenes del racismo científico para mostrarnos sus ramificaciones3. La ciencia de la diferencia humana nació en los años del colonialismo y el esclavismo; se dividió el mundo en razas y se situó la raza blanca en un escalafón biológico superior al resto, para justificar la conquista de territorios, el robo de riquezas y la aniquilación de poblaciones. Inevitablemente, estos hechos han dejado poso en la investigación científica hasta la actualidad y Saini aborda este hecho sin titubeos.

Superior, publicado en inglés en 2019, fue considerado «Libro del año» por medios como Financial Times, The Guardian o The Telegraph, además de estar incluido entre los diez mejores libros de 2019 de la revista Nature4. Tal como nos explica la autora, este libro provocó airadas reacciones entre grupos supremacistas blancos, pero también que muchos científicos e instituciones quisieran contar con ella para trabajar hacia un estudio del ser humano alejado del racismo científico. De hecho, la revista Prospect incluyó a Angela Saini en la lista de los 50 pensadores o intelectuales más importantes de 20205. Aprovechando la publicación en castellano de su libro, hablamos con ella en esta entrevista.

Su libro muestra cómo el concepto biológico de raza no funciona ni proporciona nunca datos fiables. ¿Por qué todavía tantos investigadores lo usan en su trabajo?

Creo que tiene que ver con la manera en que empezamos a pensar en las diferencias entre humanos ya desde el principio, de la Ilustración en adelante, en el nacimiento de la ciencia occidental moderna. Se asumieron ciertas suposiciones sobre la especie humana; algunas relacionadas con el género –por ejemplo, que las mujeres no eran iguales a los hombres en términos intelectuales– y otros, con la raza y la etnicidad. La idea de dividir a los humanos en grupos distintos ya es política, porque no es algo que se dé en la biología. La biología no discrimina a los humanos en grupos distintos, resulta que somos muy homogéneos. De hecho, somos una de las especies más homogéneas del planeta. Además, la manera de dividirnos siempre dependerá de las ideas políticas y de la sociedad en que vivamos. Así, cuando los científicos europeos asentaron unas determinadas categorías, estaban influenciados por el mundo en que vivían. Estaban influenciados por el colonialismo, por ideas sobre la superioridad europea, sobre la esclavitud… Todas las jerarquías de aquella sociedad se importaron a la ciencia de la diferencia humana y sentaron las bases de la investigación. Y durante cientos de años, esto es lo que han usado los investigadores en su trabajo. Estas suposiciones raciales, como las de género, se integraron en la investigación científica desde el inicio, y es muy difícil deshacerse de estas ideas una vez que están bien arraigadas dentro de nosotros, dentro del establishment.

Además de estas ideas tan arraigadas y los consiguientes prejuicios, ¿cree que hay un poco de cientificismo en esta cuestión?

Sí, lo creo, y de hecho buena parte de mi trabajo durante los últimos años se ha concentrado en este problema. Hay cierta arrogancia y soberbia en un estamento que se considera a sí mismo completamente objetivo, por encima de la sociedad y de la política, y que nada de esto es un problema para nosotros los científicos porque lidiamos con datos empíricos y estos están al margen de la cotidianidad de las personas. Esto nunca ha sido cierto. Los científicos son humanos como el resto de nosotros, se encuentran dentro de la sociedad y se ven afectados por ella. Las preguntas que plantean siempre se verán influenciadas por la sociedad y si no reconocen este hecho, están cayendo en las mismas trampas en que cayeron los científicos del siglo xix. Por ejemplo, mirando a su alrededor y asumiendo que la desigualdad tiene una causa biológica. Por supuesto, esto no es así, sino que la desigualdad es un producto de diferentes factores y tenemos que considerarlos todos.

En lugar de tratar de descubrir diferencias genéticas entre seres humanos que básicamente tienen un aspecto diferente, ¿qué preguntas podría plantear la ciencia para entender mejor, por ejemplo, la salud de las personas?

Me gustaría ver una ciencia de la diferencia que nos vea como individuos, que entienda que cada persona es única y una confluencia de diferentes factores. No solo la genética, sino la manera en que vivimos, dónde vivimos, nuestra dieta… La mayoría de las cosas que matan a los seres humanos, como mínimo en Occidente, son enfermedades cardiovasculares, accidentes cerebrovasculares… Cosas que dependen mucho de la forma de vivir. Así, me gustaría que la ciencia de la diferencia humana tuviera en cuenta todos estos determinantes sociales además de analizar nuestros cuerpos. Tenemos que recordar que la mayoría de las diferencias humanas las encontramos a escala individual, no grupal. Hay muy pocas enfermedades que muestren diferencias entre grupos de población, e incluso en este caso hablamos en términos estadísticos: no es que haya un gen que solo tienen los miembros de una población que no se encuentre en ninguna otra. No hay genes «negros» ni «blancos» ni «morenos». Tenemos que entender esto si realmente queremos un sistema de salud personalizado.

En el libro, encontramos, por un lado, científicos que usan las estructuras científicas como el sistema de publicación académica para justificar sus creencias racistas (con buena dosis de cherry-picking) y, por otro, investigadores que se consideran antirracistas pero que piensan que habría que explorar mejor el concepto de raza biológica. ¿Piensa que la segunda perspectiva de alguna manera ayuda a mantener la primera dentro de la esfera científica, aunque sea de forma marginal?

Sí, la confusión de términos es lo que realmente hace posible que estas ideas continúen vivas. El relato que las sustenta tiene la presencia suficiente dentro de la ciencia mainstream, todavía se cree lo suficiente en la raza biológica como para que esta continúe dentro de la ecuación, cuando la tendríamos que haber sacado de ahí hace mucho tiempo. Si la mantenemos dentro de la ecuación, tiene que ser como factor social. Por ejemplo, hace 100 años los científicos de Reino Unido solían pensar que las clases sociales eran genéticamente diferentes, que las personas pobres de alguna manera eran más débiles que las ricas. Por norma general, ya no pensamos así y lo mismo tiene que ocurrir con la raza. Hay que estudiarla, pero como fenómeno social, no como uno biológico, de la misma forma que lo hacemos con la clase social. Por ejemplo, las personas norteamericanas negras tienen tasas de mortalidad más altas que las blancas en casi cualquier cosa, pero esto no se debe a su «negritud». Las personas viven vidas muy diferentes de acuerdo con la percepción social de quiénes son y de sus circunstancias y, por lo tanto, de cómo son tratadas en este mundo. Pero veo que esta fina línea a veces se confunde y es fácil que se acabe pensando que también hay diferencias genéticas.

Aunque sea un fenómeno más bien marginal y localizado en ciertos grupos, ¿cómo puede el racismo científico reforzar los estereotipos raciales en la sociedad?

Hay dos maneras de abordar la diferencia humana: una es decir que somos prácticamente iguales por dentro, y que hay algunas diferencias marginales entre individuos y también diferencias todavía más pequeñas entre grupos de población. La otra es concentrarse por completo en estas diferencias marginales. La narrativa que se escoge es la que guiará la manera en que los públicos piensen en la diferencia humana. Me preocupa que los científicos se hayan concentrado mucho en estas diferencias y no hayan enfatizado lo suficiente las similitudes entre nosotros, cuando lo cierto es que somos prácticamente iguales bajo la piel. Por ejemplo, en Reino Unido se han dado ciertas reticencias por parte de grupos étnicos minoritarios hacia la vacuna del covid-19. Hay gente que me ha preguntado: «¿Es segura para mí? Soy negro, y creo que no se ha probado en gente negra». Y la cuestión es que no importa en quién se haya probado la vacuna, mientras la muestra haya sido amplia. No somos tan diferentes por dentro como para que un medicamento que se prueba en personas blancas pueda no funcionar en personas negras. Pero como el relato alrededor de la raza y la salud se ha centrado tanto en las pequeñas diferencias, el imaginario público arrastra la impresión de que estas diferencias son muy destacadas, cuando casi no importan. Por lo tanto, pienso que los científicos tienen que aceptar un poco de responsabilidad por eso, así como los medios. Porque todo es cuestión de narrativas, de la forma en que explicamos historias y, en concreto, la historia de la diferencia humana. Así que no culpo a la gente cuando a veces cae en estos malentendidos.

En uno de los últimos capítulos del libro, de hecho, explica cómo en Estados Unidos un medicamento para la hipertensión fue aprobado para ser vendido solo a personas negras…

Sí, esto tiene que ver con mitos raciales sobre la hipertensión [como enfermedad que afecta más a las personas negras]. Este en particular hace mucho tiempo que circula, sobre todo en eeuu, pero también en Reino Unido. Es cierto que se ven más pacientes negros con hipertensión, pero tenemos que recordar que esta es una enfermedad que depende mucho de la forma de vivir, y de la dieta en particular. Por ejemplo, mi madre tiene hipertensión y sé que se debe a su forma de vida y su dieta. Pero también influye ser una persona inmigrante: hay estudios que muestran que la presión sanguínea es más alta si eres inmigrante por las presiones y los estreses de ese tipo de vida. Por lo tanto, que se hable de diferencias genéticas en esta cuestión dice más del deseo de la comunidad médica de tener una explicación biológica muy simple para lo que en realidad es un fenómeno social complejo.

Incluso en proyectos bien intencionados, usted señala cómo la metodología para estudiar diferencias biológicas entre poblaciones a menudo ha sido problemática, sobre todo en cuanto a la protección de datos y la privacidad.

Ciertamente, esto ha sido muy conflictivo en el pasado. Hemos visto por ejemplo usos abusivos de los datos, sobre todo de los datos de poblaciones indígenas. En los últimos 20 o 30 años, hubo un gran empujón dentro del campo de la genética de poblaciones para estudiar a grupos indígenas aislados porque imaginaban que serían diferentes genéticamente en algunos aspectos. Resultó que no lo eran tanto. Pero, en el proceso, a veces los datos fueron usados de forma inadecuada. El activismo ha trabajado en respuesta a esto, porque hay cuestiones que preocupan a las personas implicadas: si doy mi adn, ¿lo usarán para estudiar cosas que me beneficien, o para tratar de encontrar alguna inferioridad genética, o para tratar de demostrar que soy distinta o extraña de alguna forma? Estos errores se han cometido, y a veces por parte de gente muy bien intencionada. Esto ha perjudicado a la ciencia, y todavía pasa actualmente. Veo todavía a científicos diciendo a grupos minoritarios: «Si no participáis en estos ensayos clínicos, quizás este medicamento no funcione para vosotros», cosa que suena a amenaza y además es falso. Esa no es la manera de llevar a cabo este tipo de investigación. Lo que hay que recordar continuamente es que es bueno tener a todo tipo de personas en los ensayos clínicos, pero no porque seamos diferentes como grupo, sino porque somos diferentes individualmente, y una muestra amplia siempre resultará más fiable que una reducida. Fijémonos en la pandemia de covid-19. La diferencia más grande que estamos encontrando [en cuanto a la gravedad de la enfermedad] es entre grupos de edad. ¿Cuántos ensayos clínicos suelen usar la edad como variable? Muy pocos en realidad, la mayoría se hacen en personas jóvenes y no lo consideramos importante. Así, me pregunto a veces por qué escogemos las variables que escogemos. No toda variable será importante según en qué contexto. Si escogemos ciertas cosas y no otras, hay que explicar por qué lo hacemos así, e involucrar a la población en estos debates, en lugar de dar por hecho que encontraremos las diferencias que ya hemos razonado que encontraremos.

A causa de su historia reciente, ¿podríamos decir que eeuu es el epicentro del racismo científico actualmente?

Esta pregunta es complicada de responder, porque por un lado sí que pienso que hay muchos mitos raciales en ese país, tanto en la comunidad científica como en la sociedad en general. Pero también tengo que decir que es en eeuu donde encontramos ahora debates muy maduros e inteligentes alrededor de la raza y la salud, y de los determinantes sociales de esta. Dentro de las ciencias sociales, la mejor investigación en torno de la raza se está llevando a cabo en eeuu. En este sentido, en Reino Unido vamos un poco atrasados, todavía se piensa primero en términos genéticos y después en términos sociales, mientras que en eeuu la narrativa ya ha cambiado. He dado muchas charlas en universidades estadounidenses e incluso he dado un par en los Institutos Nacionales de Salud. Y realmente me anima mucho ver cuánto se ha avanzado en esta cuestión.

En el libro habla de cómo otros países como China, Rusia y la India usan ahora esta narrativa, tratando de demostrar por ejemplo que sus antepasados son incluso anteriores a la salida del Homo sapiens de África… ¿Por qué caen ahora estos países en esta serie de mitos?

No pienso que sean los países en sí, sino determinadas fuerzas políticas dentro de estos países, y todo responde al auge de nacionalismos étnicos y religiosos. Veo ecos inquietantes con lo que ocurrió en la Alemania nazi, cuando el Partido Nacionalsocialista trató de crear este mito de una raza germánica diferente del resto y vincularla con el discurso de «sangre y tierra». De acuerdo con este discurso, si encontraban pruebas de esta raza germánica en cualquier lugar de Europa, entonces podían reclamar aquel territorio. Esto obviamente asentó las bases del programa eugenésico de higiene racial que llevó al Holocausto. Y veo el mismo trasfondo en nacionalismos étnicos modernos que tratan de vincular la idea de una genética diferente con el derecho a ciertas tierras, o incluso apelan a mitos fundacionales. Todas las naciones, todas las comunidades del mundo, de hecho, tienen mitos fundacionales. Pero estos se tienen que entender como historias fantásticas que tienen un propósito político y que pueden ser muy valiosas para nuestra concepción como humanos de quiénes somos, qué valores tenemos y cómo nos pensamos. El problema es cuando trasladamos estos mitos fundacionales a la biología. Esto es lo que estamos viendo pasar en países como Rusia, la India y China, cuando vemos a científicos o políticos tratando de apelar a la biología para apoyar sus ideologías.

¿Piensa que hay alguna manera práctica de impedir que el racismo activo se valga de las estructuras o metodologías de la ciencia?

Tenemos que entender que la ciencia no existe al margen de la sociedad, forma parte de ella. Tiene que basarse en el mundo real e interactuar con este, y hace falta que lo haga de una manera honesta y verídica que reconozca sus falibilidades. Pienso que hay que involucrar al público de manera que asuma que los científicos no lo saben todo siempre, que se equivocan y que muchas veces están en desacuerdo. Si el público ve esto en lugar de asumir que los científicos lo saben todo porque son muy listos y trabajan todos en la universidad y tienen siempre toda la información [riendo]… Si podemos trabajar en esta línea, la confianza en la ciencia aumentaría, porque entonces la veríamos tal como es, en lugar de imaginarla como algo perfecto. Es imposible que sea perfecta.

En su libro previo, Inferior, reflexionaba sobre cómo la ciencia ha estudiado las diferencias biológicas entre hombres y mujeres, de nuevo en muchas ocasiones dejando fuera aspectos sociales que explican algunas de estas diferencias. Me preguntaba si ha encontrado similitudes entre cómo la ciencia ha estudiado las diferencias entre razas y las diferencias entre hombres y mujeres.

Esta cuestión es compleja porque el sexo no es completamente un constructo social, sabemos que hay ciertas diferencias biológicas entre hombres y mujeres. Pero sí me preocupa que se esté cayendo en las mismas trampas del racismo científico en cuanto a las diferencias entre sexos. Por ejemplo, he escuchado voces dentro del activismo que afirman que los medicamentos que se han probado en hombres no funcionarán en mujeres. Debemos tener cuidado con estas ideas, porque no es necesariamente el caso. La mayoría de los medicamentos no funcionarán en algunas personas, pero a causa de las diferencias individuales de las cuales hablábamos. Por ejemplo, yo soy alérgica a la penicilina y mi padre también. Esto no tiene nada que ver con mi sexo, es solo que somos individuos diferentes. Pero también tengo migrañas hormonales, y eso sí que tiene mucho que ver con mi sexo, porque mis niveles hormonales cambian durante mi ciclo. Así pues, en un caso el sexo importa, y en el otro, probablemente, no. No tenemos que asumir que los cuerpos de los hombres y las mujeres son completamente diferentes y que, en cada grupo, que todos los hombres son completamente iguales al resto, y que las mujeres son iguales a todas las otras. El sexo puede ser importante en algunas cosas, pero esto no significa que lo sea en todas. En la era de las redes sociales, es muy difícil transmitir este mensaje: no es que seamos completamente diferentes o completamente iguales. Es posible que haya algunas áreas en que las diferencias importen, y otras muchas en las cuales no, y las dos cosas son verdad sin tener que caer en ninguna narrativa específica. La salud de las mujeres ha sido un motivo de preocupación, porque sabemos que a veces la medicina les ha fallado… Pero esto es por el machismo en la medicina. Tenemos que entender los matices y concentrarnos en las variables de acuerdo con la enfermedad que nos interesa. Para el covid, no importa tanto el sexo, sino la edad, por ejemplo. Para las migrañas hormonales, sí que importa el sexo. Realmente depende de las cuestiones que se investigan, y me preocupa que se usan estos enfoques tan amplios, haciendo pruebas sobre la raza y el sexo en general, a ver qué diferencias hay. Son enfoques poco refinados y no le hacen justicia a la variación humana.

De hecho, recuperando lo que hablábamos antes, para el covid-19 quizás sí que importa el sexo, pero como factor social. Hace poco en Mètode publicábamos un artículo6 sobre cómo en España, aunque la mortalidad era más alta en hombres, más mujeres se contagiaban porque se encontraban muy expuestas, como trabajadoras esenciales, cuidadoras…

En Reino Unido, de hecho, nos encontramos con que al principio los hombres se vieron muy afectados, sobre todo cuando el virus llegó a Londres, pero porque muchos repartidores y taxistas suelen ser hombres. Es un tema de demografía social, así que por supuesto los datos presentan estos sesgos. Debemos tener cuidado con no biologizar las cosas, sobre todo en una pandemia: un virus no llega a un país y se extiende de manera uniforme y afecta a todo el mundo por igual. Depende de la demografía, de la ocupación, de si eres trabajadora esencial o no, de si trabajas en un hospital… Como he dicho, a veces queremos explicaciones simples para los patrones que vemos, pero raramente encontramos estas respuestas tan sencillas.

¿Qué reacciones ha tenido Superior por parte de gente que participa activamente del racismo científico? Pienso en personas que ha entrevistado para el libro y que forman parte de publicaciones racistas, por ejemplo…

Han pasado casi dos años desde que se publicó Superior y varias organizaciones supremacistas han estado acosándome, a mí, a mi familia, a mi hijo de siete años incluso… Escribieron artículos sobre él, sobre mi marido, mis padres, mis hermanas… El maltrato fue tan terrible que abandoné Twitter y otras redes sociales. Era imposible quedarme, bloqueaba a la gente pero no daba abasto, así que tuve que irme. Fue bastante terrible.

Eso es espantoso. Confieso que pensaba más en reacciones en el mundo académico, no sabía que la cosa se había puesto tan fea…

Bien, al inicio me encontré también con reticencias por parte de genetistas de poblaciones, supongo que recordará que en un par de capítulos critico el trasfondo racista que a veces encontramos en la genética de poblaciones. Pero ahora trabajo con algunas de estas personas y hemos forjado una relación muy buena. Pienso que la narrativa dentro de la comunidad de la genética de poblaciones está cambiando, porque se han reconocido los errores que se han cometido en el pasado, y que tenemos que ser más cuidadosos a la hora de estructurar estos debates. Pero tengo que decir que el cambio más grande vino después del asesinato de George Floyd el pasado verano. A raíz de las protestas del movimiento Black Lives Matter, la comunidad científica cambió por completo su manera de hablar de estas cuestiones. Todas estas cosas sobre las cuales había escrito, que habían sido recibidas con reticencias sobre todo por parte de médicos… de repente, los médicos las aceptaban y me pedían que trabajara con ellos. Así que ahora colaboro con muchos grupos diferentes, formo parte del comité de varias instituciones científicas y museos, y hago lo que puedo para que las universidades desarrollen currículums académicos que nos ayuden a entender estos asuntos mejor.

Eso es una prueba de que este libro era necesario.

No estoy tan segura de eso, se han publicado libros similares antes, pero sí pienso que el mensaje llegó en el momento adecuado, afortunadamente.

  • 1.Círculo de Tiza, Madrid, 2021.
  • 2.Inferior. Cómo la ciencia infravalora a la mujer, Círculo de Tiza, Madrid, 2017.
  • 3.Anna Mateu: «Somos seres biológicos, sociales y culturales», entrevista a Angela Saini en Mètode, 4/9/2019.
  • 4.«Nature’s Top Ten Books of 2019» en Nature, 16/12/2019.
  • 5.«The World’s Top 50 Thinkers 2020» en Prospect, 14/7/2020.
  • 6.Alícia Villar Aguilés: «Las mujeres y la covid-19» en Mètode, 4/12/2020.

Fuente de la información e imagen: https://nuso.org

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