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NI UNA VÍCTIMA MÁS!! ACUERDO YA!! FIRMATÓN MUNDIAL POR LA PAZ DE COLOMBIA

América del Sur/Colombia/5 Noviembre 2016/Angela maria Giraldo Cadavid/Change.org

Yo soy víctima del conflicto armado de Colombia, lo que yo viví no se lo deseo a nadie, por eso les pido a todos que firmen aquí para agilizar un acuerdo de paz definitivo, mantener el cese de hostilidades y poner fin a todo tipo de guerra en Colombia.

Colombia está más cerca que nunca de poner fin al conflicto armado más largo del continente americano con la guerrilla de las Farc. Esta guerra ha dejado casi 6 millones de desplazados, 220.000 muertos, más de 25.000 desaparecidos, cerca de 30.000 secuestrados, desastres ecológicos, pobreza extrema e injusticia social.

Después de más de 52 años de buscar un Acuerdo de Paz entre el Estado de Colombia y las Farc, el pasado 26 de septiembre finalmente este se firmó. No obstante, al someter el acuerdo a consulta con los ciudadanos colombianos, para sorpresa de muchos ganó el NO con 6.431.376 votos frente al SÍ que obtuvo 6.377.482, hubo una abstención del 62%, las campañas que fueron muy apasionadas terminaron dividiendo al país.

La paz no da espera, de no llegar rápidamente a un Acuerdo Definitivo, se reactivará la guerra y los colombianos perderemos la oportunidad de avanzar hacia la paz y los ríos de este país volverán a nutrirse de sangre.

Desde el 2 octubre que se hizo la consulta, millones de colombianos han salido a la calle suplicando que se agilicen estos diálogos y se firme el Acuerdo de Paz Definitivo.  Nos gustaría contar con las personas que quieren la paz para Colombia a fin de pedir a los negociadores no dilaten más esta decisión.

Queremos el fin de la guerra YA! No queremos más muertos, ni secuestrados, ni una víctima más por la guerra! Queremos el Acuerdo Definitivo de Paz entre el Gobierno de Colombia y las Farc YA!

Con la Firmatón Mundial: FIRME POR LA PAZ DE COLOMBIA recogeremos 10 millones de firmas convirtiendo esta petición en un MANDATO CIUDADANO para avalar y garantizar la implementación del NUEVO Y DEFINITIVO ACUERDO DE PAZ entre el Gobierno de Colombia y las Farc. Acuerdo que recoge las observaciones de los diferentes sectores de la sociedad colombiana.

Esta iniciativa nace de un grupo de colombianos que actúa de manera libre e independiente: víctimas de secuestro, víctimas de la guerra, jóvenes, mujeres, hombres sensibles, desplazadas, entre otros.

Únete a la firmatón por La Paz y por un Acuerdo Ya!

 Firma acá:  bit.ly/2eWeFeK

Esta petición será entregada a:

  • Delegados del Gobierno de Colombia y de las Farc
    MESA DE CONVERSACIONES
  • Presidente de la Republica de Colombia
    JUAN MANUEL SANTOS CALDERO
  • Presidente Congreso de la Republica de Colombia
    MAURICIO LIZCANO ARANGO
 
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Jóvenes: el futuro y la paz de Colombia les pertenece

Por: Ángel Pérez Martínez

En los últimos 13 días en Colombia la famosa frase del Entrenador de Fútbol Francisco Maturana “perder es ganar un poco” se convirtió en “Ganar es perder un poco”.

Quién se hubiera imaginado el 3 de octubre la capacidad de movilización de los jóvenes por todo el país, de manera especial de los universitarios, pidiendo paz ya en reacción a la victoria del No en el plebiscito. Y mucho menos nos íbamos a imaginar que los rectores de universidades como la Nacional, los Andes y el Externado invitaran y asistieran con sus comunidades educativas a participar en la movilización del pasado miércoles 12 en Bogotá. En una semana los estudiantes convocaron y llenaron dos veces la Plaza de Bolívar en la Capital.

Además, cientos de profesores universitarios de diferentes disciplinas, universidades y regiones pedían esta semana, mediante una carta pública, celeridad en los acuerdos a las FARC, a los representantes del No y a los del Sí: “nos unimos a las voces que subrayan lo imperioso de llegar con prontitud a un Acuerdo final para cerrar el conflicto con las FARC. Dilatar el proceso presenta enormes riesgos. Es fundamental definir con toda celeridad una agenda limitada de puntos a abrir para discusión, y un conjunto de propuestas concretas y viables para modificar el texto existente”.

Es evidente, la comunidad educativa, y los jóvenes en particular, le están demostrando a la sociedad colombiana, aquella que se crio y desarrolló con la guerra, que la violencia que ha permeado a este país no es normal, aunque a veces lo parezca. Somos de lejos el país de América latina con más muertos por violencia política en los últimos 52 años (220.000 según el Ministerio del Interior) y más de 6 millones de desplazados. Según la Revista Semana Colombia conserva el deshonroso título del segundo país del mundo con más desplazado. Además, Colombia es el tercer país en presupuesto militar de América Latina, después de Brasil y México, países que tienen más de 130 millones de habitantes, duplicamos el gasto militar de Argentina y Venezuela y más de 4 veces el de Chile y Perú (ver Infodefensa.Com). En contravía, no tenemos la mejor educación de América latina y según la OCDE gastamos mucho menos por estudiante que países como Chile, Argentina, México y Brasil.

La guerra y su posterior vinculación, a partir de los años 90s, con los cultivos ilícitos, con el narcotráfico, con la corrupción y con unas formas de hacer política es parte inherente de la cultura violenta y de poca valoración a la educación de los niños y los jóvenes en esta sociedad. El horror de la muerte, los heridos, los bombazos, las voladuras de oleoductos, los secuestros y extorsiones, en muchas ocasiones, sirvieron para que esta generación aprendiera a leer, a escuchar la radio, a ver televisión y a debat.

Es duro escribirlo, pero es nuestra generación –la de los “viejitos”- la que hoy transmite como parte de la cultura a los niños y jóvenes, en algunos casos de manera irresponsable y en otros de manera inconsciente, sus pasiones, amores y odios hacia una guerra que durante 52 años no fuimos capaces de parar.

Lo reconfortante es que conozco cientos de proyectos de escuelas y maestros que luchan contra esta cultura a través de proyectos pedagógicos como la enseñanza de las ciencias sociales a través de la didáctica viva y la educación para una cultura de paz en San Juan de Nepomuceno, Bolívar, o la propuesta del Sistema Institucional de Convivencia para el ejercicio de los Derechos Humanos, en Florencia Caquetá.

También, motiva la respuesta de los miles de jóvenes que han decidido que la lucha por la vida y la paz de su país es un bien superior que debe estar por encima de ideologías, partidos, personalidades buenas o malas, gestiones de gobierno y religiones. Y aquí un paréntesis: nadie puede justificar la presencia de un Dios guerrero y vengador, que no perdona y que excluye seres humanos por cualquier condición.

Los jóvenes con sus cantos y mensajes han entendido que luchar por alcanzar los acuerdos con las FARC ya, así como con el ELN, es empezar a recorrer un camino que ningún colombiano conoce: el de vivir en paz, sin miedo. Según las proyecciones del DANE hoy existen en Colombia 22. 3 millones de niños y jóvenes entre 0 y 25 años, el 46% del total de la población. Ellos serán en últimas quienes disfrutarán o padecerán a futuro lo que hagamos en el presente con respecto a la paz, no los personajes del Sí y del No, y menos la cúpula de las FARC.

Los niños, los jóvenes y quienes nazcan a futuro en esta maravillosa tierra son quienes merecen a mediano plazo una sociedad que les brinde mejor educación, buenos colegios, nuevas universidades y oportunidades de bienestar y realización personal, ese es el mejor camino a la equidad, a la inclusión, a la convivencia y a la paz estable y duradera. La evidencia ha demostrado que la guerra y la cultura de la violencia son un obstáculo para una educación de calidad para todos.

La generación que no logró parar la guerra debe respetar y apoyar a los jóvenes. Debemos ser conscientes de que su lucha y la nuestra será para ellos. Comparto el mensaje de uno de los carteles que portaban algunos jóvenes el miércoles en la Plaza de Bolívar: “Nosotros los jóvenes hijos de la guerra seremos los padres del futuro de nuestra tierra: La paz florece.”

Fuente: http://www.dinero.com/opinion/columnistas/articulo/jovenes-el-futuro-y-la-paz-de-colombia-les-pertenece-por-angel-perez/234966

Imagen: http://www.elespectador.com/noticias/paz/paz-colombia-resta-negociar-articulo-639511

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Todos queremos vivir en paz, proclaman jóvenes colombianos en multitudinaria marcha

América del Sur/Colombia/8 Octubre 2016/Fuente: Telesurtv

A través de redes sociales, un grupo de jóvenes de universidades y activistas sociales convocaron la marcha de este miércoles en respaldo a la paz.

Miles de jóvenes colombianos participaron este miércoles en una «marcha del silencio» en Bogotá para respaldar la paz, y reiterar su apoyo al acuerdo rubricado en La Habana por el Gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo (FARC-EP).

La concentración, a la que también se sumaron miles de personas ajenas a las universidades, comenzó con movilizaciones de pequeños grupos hacia el Planetario, el punto de encuentro, mientras gritaban arengas como «quiero paz, quiero amor, quiero acuerdos por favor».

Cuando los manifestantes se congregaron en el Planetario, comenzaron una marcha de 1,7 kilómetros hasta la céntrica Plaza de Bolívar enarbolando banderas blancas, así como con el puño en alto y velas o antorchas encendidas por la paz mientras guardaban silencio.

“Ni una víctima más para esta guerra. Cese bilateral definitivo”, se leía en las pancartas que los manifestantes cargaban en su ruta del silencio. La convocatoria fue hecha a través de redes sociales por un grupo de jóvenes de universidades y activistas sociales que la denominaron #PazAlaCalle y aconteció luego de que los colombianos rechazaran en el plebiscito del pasado domingo el acuerdo firmado en La Habana por el Gobierno y las FARC-EP.

La exsenadora Piedad Córdoba, quien medió con las FARC-EP para la liberación de varios políticos, soldados y policías secuestrados, expresó que estaba «hasta contenta» con el resultado del plebiscito porque permitió que hubiera una marcha como la de este miércoles convocada por los universitarios. «Maravillosa la convocatoria de los jóvenes, es muy esperanzador y es sobre todo una convocatoria llena de alegría, de felicidad y una propuesta de rechazo total a esos pactos de élites que creen que la paz la negocian ellos», dijo.

También hubo espacio para que manifestantes levantaran pancartas de apoyo a las víctimas, especialmente a las de Bojayá, un municipio del Chocó (noroeste), donde el 2 de mayo de 2002 murieron entre 74 y 119 personas al caer sobre la iglesia una bomba lanzada por las FARC en un combate con paramilitares y el «sí» obtuvo una arrolladora victoria con el 95,76 % de los sufragios el pasado domingo.

Las voces de los protagonistas

María Herrera, una estudiante de 25 años. “El pacto nacional no es que los políticos del Sí y del No acuerden en un salón de la Casa de Nariño, el verdadero pacto nacional es el que hicimos los ciudadanos hoy en las calles de Bogotá y otras ciudades”.

José Burgos, estudiante de ingeniería de la Universidad Javeriana y promotor del grupo “Javerianos por la paz”: “Nosotros teníamos la idea de que si ganaba el Sí íbamos a invitar a los del No a que se unieran a Javerianos por la paz. Ahora que el No ganó, tenemos la misma idea: unirnos todos a trabajar por el país y debatir sobre qué hay que hacer para que el país salga adelante”.

Julián Carrero, estudiante de la Universidad de los Andes y uno de los promotores de la marcha: «Los jóvenes queremos que el conflicto se termine con una salida negociada (no sabemos si con estos acuerdos o renegociando otros), y que el cese bilateral se mantenga.Todos queremos vivir en paz”.

Fuente: http://www.telesurtv.net/news/Todos-queremos-vivir-en-paz-proclaman-jovenes-colombianos-en-multitudinaria-marcha-20161006-0008.html

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El no se impuso, ¿Qué sigue?

05 de octubre de 2016 / Fuente: http://insurgenciamagisterial.com/

Por: José Antonio Gutiérrez

Con una participación de apenas el 37% del electorado, el NO se impuso, con un 50% de los votos, por un breve margen de menos de un 1%. En circunstancias normales, este resultado se vería como un empate técnico[1]. Sin embargo, la derrota política sufrida por los sectores políticos que han respaldado el acuerdo de paz entre el gobierno de Santos y las FARC-EP no puede ser minimizada. La campaña del NO, en estricto rigor, no tenía que ganar para ganar: le hubiera bastado tener un margen de votos lo suficiente amplio como para poner un signo de interrogación y quitar piso de legitimidad a lo acordado en La Habana. En cambio, lograron mucho más que eso, imponiéndose en el conteo final en una jornada electoral cuyos altos niveles de abstención tampoco pueden atribuirse exclusivamente a la lluvia. La falta de entusiasmo en torno a este acuerdo de paz ha sido más que evidente, pese a que todos los medios de comunicación, la llamada “comunidad internacional” y las principales personalidades de la política y la cultura se posicionaron a favor del SI. No es de sorprenderse que el SI haya tendido a imponerse en las zonas de presencia guerrillera o de fuerte intensidad del conflicto, mientras que el NO se tendió a imponer en las zonas alejadas del conflicto[2]. Pero estas son tendencias, no realidades absolutas: en zonas del Caribe, claramente ajenas al conflicto, se impuso el SI y el NO se impuso en municipios fundacionales de las FARC-EP, como ser Chaparral, Rioblanco y Planadas en Tolima.

Ya habíamos dicho, a contravía del triunfalismo reinante entre los partidarios del SI, que resultaba insensato despreciar la fuerza que el NO podía tener entre los votantes[3]. Pese a que en un principio el espectro del NO era feudo exclusivo de los uribistas, sería un error asumir que pertenecen al expresidente todos los votos en contra al acuerdo, o que todos estos votos representen al “guerrerismo”: aunque esos sean los sectores más visibles, hubo sectores que con argumentos jurídicos también se posicionaron en el campo del NO[4]. No creo que muchos de los votantes contra el acuerdo quieran, genuinamente, volver a la guerra o quieran más derramamiento de sangre. Esto es algo que no debe ser obviado. Acá no se debatió la paz y la guerra, aunque así lo quiera ver obstinadamente un determinado sector –se sabía que, fuera cual fuera el resultado del plebiscito, la decisión de las FARC-EP de abandonar la lucha armada no tiene reversa y en ese sentido se habían ya expresado algunos comandantes de esa guerrilla[5]. Quienes rechazaron el acuerdo tal cual fue negociado en La Habana esperan una renegociación.

Desde luego, no ayudó la pobre pedagogía de paz durante el proceso de negociación, en el cual hubo más interés en aislar y desacreditar a la insurgencia que en dar capital político a lo que se venía negociando. Ni tampoco ayudó la campaña de Santos, que invitó al pueblo a tragarse sapos. Al pueblo no le gusta tragarse sapos , aunque a veces tenga que hacerlo contra su voluntad. Pero si se le da la opción, dirá que no. Así de sencillo. Podrá decirse que el mensaje de Santos fue tibio o confuso, pero no podía ser de otra manera: en realidad, tanto él como Uribe son representantes de la oligarquía y sus contradicciones, magnificadas por la prensa, son más de forma que de fondo[6]. En la narrativa post-conflicto que están construyendo –antes de que estemos en el post-conflicto-, el Estado aparece como un padre benevolente que perdona a su hijo rebelde sus desafueros pasados. La cuestión es cuanto están dispuestos a ceder o a perdonar. Un acuerdo que no tocaba el modelo y que no tenía, de manera evidente, capacidad transformadora para la mayoría, no tuvo mayor eco y el debate terminó limitándose a la supuesta impunidad para las FARC-EP.

Pero más allá de las limitaciones obvias de la campaña oficialista, el triunfo del NO refleja la debilidad de las partes negociadoras de cara a la población . Santos es uno de los presidentes más impopulares de la historia colombiana[7], y dudo mucho que la colección de politiqueros, vividores y oportunistas encabezando el SI –entre ellos personajes como Samper o Gaviria- hayan contribuido a generar confianza en torno al proceso. Esto, sin considerar la profunda crisis institucional que vive el país. Por otra parte, aunque las FARC-EP cuentan con un respaldo profundo y arraigado en ciertas zonas rurales donde han tenido presencia, el rechazo a ellas por parte de las mayorías urbanas es indiscutible. El repudio a las FARC-EP tiende a aumentar mientras más lejos se esté de ellas –resulta curioso, por decir lo menos, que algunas de las personas más viscerales en contra de la guerrilla sea gente que jamás en su vida han conocido a un guerrillero, lo cual demuestra la fuerza de la construcción que mediante la propaganda oficial se ha hecho. Pero sea cual sea el origen de esta percepción, ella es una realidad que no puede ser ignorada. Resultaba clave, para ganar apoyos al proceso de paz, conectar con la población que vive fuera de las zonas rurales de influencia tradicional y llegar una población mayoritariamente urbana o incluso no urbana pero que está inmersa en otras problemáticas y otros procesos , que son afectados indirectamente por la guerra de maneras diferenciadas. ¿Qué significaba el proceso de paz para ellos, en concreto? La izquierda que rodeó al proceso, dividida como está, débil, marginal, desconectada del sentir y pensar de las mayorías populares, más hábil para alienar y señalar a los que piensan diferente que para generar procesos incluyentes, sin suficiente imaginación, con prácticas añejas, acostumbrada a consignas que han tapado su falta de proyecto para ofrecer al conjunto del pueblo, fue incapaz de hacer esta tarea.

El triunfo del NO vuelve a demostrar que el proceso fue visto como un asunto distante para la mayoría de la población, como algo ajeno. De hecho, el proceso de paz fue “vendido” mucho mejor a la comunidad internacional que al propio pueblo colombiano. Santos parecía más interesado en una agenda externa (buscar fondos internacionales para “Paz Colombia”, su anhelado premio Nobel de la paz) que en los resultados de la misma negociación. La alta abstención indica esa falta de conexión con el acuerdo de La Habana, pero es difícil creer que una mayor participación hubiera revertido la tendencia. Tal vez, en este sentido, no resulta tan descabellado, como se ha querido hacer creer, la posición del ELN de convocar un amplio diálogo nacional para superar el conflicto social y armado –recordemos que las negociaciones con esta otra insurgencia están empantanadas, entre otras cosas, por los mecanismos de participación popular, que demandan sean mucho más fuertes que los que existieron en el proceso de La Habana.

Si bien el triunfo del SI no significaba el triunfo del “castro-chavismo”, tampoco el triunfo del NO significa el retorno a la guerra total. Quedan dos caminos por delante frente a este impase: una renegociación de los acuerdos, que implicaría a las dos partes tragarse sus palabras previas de que nada era re-negociable e incluir una participación más amplia incluyendo, entre muchos otros, a sectores del uribismo[8], o la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente, propuesta inicial tanto de las FARC-EP como del uribismo, propuesta que en el actual contexto político podría resultar desastrosa para las fuerzas progresistas . Nada asegura que la nueva Constitución sea más progresista que la del ’91, y todo pareciera indicar que se impondrían fuerzas reaccionarias que dejarían su impronta en la Carta Magna por décadas. Así las cosas, lo más probable es que termine renegociándose condiciones más draconianas para los insurgentes, mientras el ELN toma nota de los acontecimientos.

Después de esta dura derrota, volvemos entonces a la pregunta del millón ¿qué hacer? Responder esta pregunta requiere de un ejercicio de autocrítica profunda por parte de la izquierda: no es suficiente criticar a terceros, sea la lluvia, sea la oligarquía, sean los medios, sea el imperio. Como para variar, los principales medios, sectores oligárquicos y las principales potencias del mundo (incluido EEUU) estuvieron de acuerdo con el SI al plebiscito. Hay también que abandonar la arrogancia de esa izquierda que presupone que cuando los sectores populares no están de acuerdo con ella, es porque son brutos, tienen la cabeza lavada, son irracionales, son guerreristas, pasionales, etc. En vez de vociferar “caverna” o “guerrerismo” hay que aceptar con humildad estos resultados y tratar de entender el mensaje de fondo que se entrega a quienes creen en la posibilidad de construir una sociedad más libre, más justa y más igualitaria.

Hay que dar un paso atrás y tratar de pensar nuevamente el proyecto de sociedad que se ofrece al conjunto del pueblo, pero también hay que entender que ese proyecto no puede ser sencillamente ofrecido a las masas con la benevolencia paternalista del despotismo ilustrado: todo para el pueblo, pero sin el pueblo. Se requiere que el pueblo, sus mil luchas, organizaciones, expresiones, deseos, ocupen el centro del quehacer político. No se trata solamente de ofrecer una alternativa al pueblo o “venderle” un acuerdo, se trata de construir esa alternativa junto a él. La paz, por sí sola, ya no es el máximo convocante para la sociedad colombiana, así haya quienes la hayan utilizado para re-elegirse o para candidatearse en las próximas elecciones[9]. Toca enfatizar ese componente de “justicia social” que siempre se insistió que era un aspecto crucial de la paz, el cual estuvo apenas tímidamente representado en la paz ofrecida por los acuerdos de La Habana. Es necesario conectar la paz con las condiciones de vida de la mayoría de la población, mayorías que tienen interés en una Colombia mejor, en una Colombia más humana, más participativa, más igualitaria, pero que no se ve reflejada en lo acordado en La Habana o que lo desconocen porque es un proceso distante. Para lograr ser relevantes, toca abandonar la arrogancia y los vicios autoritarios de cierta izquierda, y encontrar la manera de contribuir a que las masas se conviertan en protagonistas de su propia historia y no verlas solamente como un rebaño que se acarrea para implementar decisiones tomadas por las “mentes superiores”. Una tarea formidable pero que requiere un cambio de mentalidad en quienes apuestan por una nueva sociedad. Más allá del plebiscito, el sol volverá a salir, el mundo seguirá girando y los problemas sociales de las mayorías seguirán ahí –mientras esto sea así, hay esperanza para un proyecto transformador que realmente convoque al conjunto del pueblo.

Notas:

[1] Puede consultarse el resultado electoral pormenorizado en la página de la Registraduría http://plebiscito.registraduria.gov.co/99PL/DPLZZZZZZZZ…1.htm

[2] Se pueden revisar los datos en la página de la Registraduría ya mencionada. Mientras el NO se impuso en Caquetá, municipios como Solano, Cartagena de Chairá y San Vicente del Caguán, votaron mayoritariamente por el SI (aunque con un margen estrecho). Lo mismo ocurre en Norte de Santander (donde el NO se impuso en prácticamente todas partes menos el Catatumbo) o en Arauca.

[3] http://anarkismo.net/article/29580

[4] Ver, por ejemplo, el artículo de José Gregorio Hernández Galindo http://www.razonpublica.com/index.php/conflicto-drogas-….html

[5] Ver las declaraciones del comandante fariano Carlos Antonio Lozada http://www.elespectador.com/noticias/paz/farc-sostienen…40303

[6] Sobre este asunto, recomiendo la lectura de Jaime Jiménez entre las similitudes de la campaña oficialista del SI y la del uribismo por el NO http://www.rebelion.org/noticia.php?id=217480&titular=a…-del-

[7] Curiosamente, la falta de legitimidad y popularidad de Samper fue una de las razones por la cual la insurgencia no negoció con él. Hoy se negocia con el igualmente impopular Santos, mientras Samper ha utilizado el proceso de paz y sus contactos con sectores de la izquierda liberal para intentar rehabilitarse.

[8] Como anécdota, el nunca bien ponderado pero casi siempre lúcido William Ospina decía en una polémica columna en las pasadas elecciones presidenciales que, en su infinita capacidad de equivocarse, la izquierda creía que el mal menor era Santos debido a la negociación de paz. En cambio, de manera preclara, Ospina afirmaba: “Yo he abogado 20 años por la paz negociada, pero, con el perdón de las Farc, nada me parece más inverosímil que la paz de Santos. La paz, para que sea verdadera, tiene que ser otra cosa, y ya muchos han advertido que si la paz sólo puede hacerse con el enemigo, una paz sin Uribe es como una mesa de dos patas”. Creo que el resultado del plebiscito y la perspectiva de renegociar con el uribismo, de alguna manera, reivindica la posición de Ospina que en ese momento provocó un voladero de plumas e hizo que se le descalificara con toda clase de epítetos abusivos. Ver su columna http://www.elespectador.com/opinion/de-dos-males-column…95794

[9] Humberto de la Calle ha recibido una dura paliza en sus intentos de ser el candidato de la paz.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=217516

Fotografía: news.vice

Fuente artículo: http://insurgenciamagisterial.com/el-no-se-impuso-que-sigue/

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Reseña de Libro: Paz en Colombia.

Perspectivas, desafíos, opciones

Pablo Gentili. Sara Victoria Alvarado. Eduardo A. Rueda Barrera. [Editores]

Martha Nussbaum. Francisco de Roux. Francisco Cortés Rodas. Diego Herrera Duque. Manuel Humberto Restrepo Domínguez. Susana Villavicencio. María Luisa Rodríguez Peñaranda. Medófilo Medina. Javier Darío Restrepo. María Paula Saffon. Jairo Estrada Álvarez. Carlos Caballero Argáez. Alfredo Molano Bravo. Alejo Vargas Velásquez. Alejandro Castillejo Cuéllar. Álvaro Oviedo Hernández. Carolina Botero Cabrera. José Fernando Flórez. Miguel Galvis. Jaime Pineda Muñoz. Brigitte Baptiste. Olga María Bermúdez Guerrero. Ana Patricia Noguera de Echeverri. Catalina Toro Pérez. Raúl Zibechi. Cristian Camilo Barrera Silva. Antonio Caballero. Victor Manuel Moncayo C.. Óscar Almario García. Héctor León Hernández. Yeison Camilo García. José María Vera. Asociación Jorge Adolfo Freytter Romero. Sara Victoria Alvarado. Eduardo A. Rueda Barrera. [Autores de Capítulo]

Secretaría Ejecutiva.
ISBN 978-987-722-209-8
CLACSO.
Buenos Aires.
Septiembre de 2016

Este libro pretende ser un aporte para analizar las diversas dimensiones sociales, políticas, económicas, culturales, educativas y éticas de los retos que precedieron al acuerdo de paz y que se desplegarán a partir de ahora. Se publica a pocos días del plebiscito del 2 de octubre de 2016, en el que la sociedad colombiana tendrá en sus manos la posibilidad de refrendar este importantísimo acuerdo, abriendo y multiplicando los desafíos y oportunidades que nos permitieron llegar hasta aquí. La lectura de cada una de las contribuciones de este volumen permite no sólo entender que es urgente y necesario votar por el SÍ a los acuerdos de paz, sino también asumir la inmensa complejidad de una coyuntura que necesitará de muchísima imaginación, compromiso y participación democrática.

Fuente: http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/se/20160930124934/Paz_en_Colombia.pdf

Imagen: http://www.clacso.org.ar/clacso/novedades_editoriales/img_tapas/1181_Tapa.jpg

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Colombia: Los datos que hay que saber sobre el plebiscito por la paz

América del Sur / Colombia / 2 de octubre de 2016 / Por: Izquierda Diario

El domingo los colombianos acudirán a las urnas para pronunciarse en un plebiscito sobre el acuerdo de paz entre el gobierno y las FARC ¿Qué se necesita para apoyar o rechazar el acuerdo?

El próximo domingo los colombianos acudirán a las urnas para decidir en un plebiscito si apoyan o rechazan los acuerdos de paz que firmó el Gobierno del presidente Juan Manuel Santos con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) que pone fin a un conflicto de más de cinco décadas.

Alguno de los datos más importantes a tener en cuenta sobre la consulta:

* Los habilitados para votar en la consulta son 34.899.945 ciudadanos, de acuerdo con la autoridad electoral.

* La ley establece que para aprobar o rechazar los acuerdos de paz se requiere una votación de un 13 por ciento del censo electoral a favor del «Sí» o del «No». Es decir, se necesita un mínimo de 4,54 millones de votos por una de las dos opciones y ganará la más votada.

* El presidente no tenía la obligación de someter a un plebiscito los acuerdos de paz y legalmente podía firmarlos e implementarlos.

* Para poder implementar los acuerdos de paz con las FARC se necesita que gane el «Sí».

* Las recientes encuestas muestran que la mayoría de los colombianos dispuestos a participar en el plebiscito votaría a favor de avalar el acuerdo de paz.

* En caso de ganar el «No» o no alcanzar el mínimo del 13 por ciento de los votantes según el censo electoral, el presidente podría mantener la firma de los acuerdos, aunque significaría un duro revés para la gestión de Santos.

Fuente: http://www.laizquierdadiario.com.ve/Los-datos-que-hay-que-saber-sobre-el-plebiscito-por-la-paz

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Entrevista a Ilse Schimpf-Herken y Kathy Bickmore:¿Es posible construir la paz desde las aulas?

02 Octubre 2016/Fuente y Autor: Semana Educación

Semana Educación entrevistó a dos expertas sobre la memoria en tiempos de guerra para la reconciliación y los currículos para la paz.

El próximo domingo 2 de octubre los colombianos decidirán si apoyan lo acordado en La Habana o no. Este domingo termina una campaña electoral cargada de insultos y marcada por la polarización que vive el país. Lo cierto es que Colombia necesita más que nunca un proceso de reconciliación, independientemente de las posturas políticas. Es necesario entonces seguir trabajando y reflexionando sobre cómo construir un país en paz.

En ese contexto, la Fundación Compartir y Espiral Asociados organizaron “La construcción de paz: retos de la educación”, un foro en el que convocaron del 22 al 24 de septiembre a expertos nacionales e internacionales, para hablar sobre cómo desde las aulas es posible pensar en un país diferente. Semana Educación entrevistó a Ilse Schimpf-Herken, directora del Instituto Paulo Freire de Berlín y a Kathy Bickmore, profesora de estudios curriculares y desarrollo docente internacional y comparado de la Universidad de Toronto.

Semana Educación (S.E.): ¿Cómo es posible hacer memoria durante la guerra sin que los recuerdos se conviertan en una carga que impida la reconciliación?
Ilse Schimpf-Herken (I.S.H.): Para nosotros, memoria no es contar los hechos, sino darles sentido. Sabemos que hay muchas percepciones desde cada experiencia. La memoria no es fija, la memoria es el vínculo que conecta a la narración con lo que pasó, para transformar la experiencia vivida en algo que tenga sentido, con el objetivo de no sufrir en el futuro. La memoria no es nada triste, es recordar para el futuro en común. Por eso es necesario hacer memoria en medio de la guerra, porque una guerra destruye el tejido social, hace que las víctimas se sientan impotentes e incapaces. Nuestro trabajo entonces es crear un espacio para que las víctimas puedan narrar, para entenderse y relacionarse con el otro. La víctima no necesita venganza, la víctima necesita narración.

S.E.: ¿Qué tanto contacto tiene con el Centro de Memoria Histórica? ¿Cuál es su opinión sobre su trabajo de memoria?
I.S.H.: Varios de mis estudiantes trabajan allá. Estamos muy felices de trabajar desde la educación popular, desde lo vivido y la biografía; así podemos trabajar en la reconciliación. Estamos convencidos que no hay una forma de enseñar la paz y es que no se puede otorgar la paz. La paz ya está, tenemos que hacer un ejercicio para que las personas en este proceso de posguerra se reubiquen y entiendan por qué durante la guerra actuaron como actuaron; o que simplemente por qué no actuaron y dejaron a las víctimas solas. Entonces, es importante superar la vergüenza, causada por la falta de diálogo entre las víctimas y la sociedad, para crear una cultura de paz.

S.E.: ¿Cómo hacer para que no se construyan memorias hegemónicas, marcadas por la tendencia política de quien hace memoria? Por ejemplo, hay numerosas investigaciones sobre las víctimas del paramilitarismo, pero no tantas sobre ganaderos asesinados y secuestrados.
I.S.H.: Pienso que lo que en este momentos sentimos es que en Colombia hay un gran silencio, porque hay desconfianza entre las personas. Pero en este momento tienen que posicionarse, sin embargo, les cuesta mucho encontrar una u otra posición. Por eso, la memoria puede ayudar a crear una aceptación de diferentes memorias paralelas del mismo acontecimiento. Por esta razón, en la Alemania de la posguerra empezamos con memoria histórica local, preguntamos en todas las calles qué había pasado y quién podía contar. Tratamos de organizar talleres locales para recrear la vivencia a partir de los recuerdos de las personas.

S.E.: ¿Qué hacer con estas situaciones en las que la sociedad no quiere recordar?
I.S.H.: Hay que tener paciencia, porque la vergüenza es algo que te hace callar y tú no puedes exigirle que hable. Entonces, tú tienes que crear primero muchos tejidos para que la persona ya no se sienta tan avergonzada. No es raro que no quiera contar lo que ha vivido. Por ejemplo, nuestros padres no querían hablar con nosotros, pero los abuelos ahora quieren hablar con los nietos, para no morir sin haber contado lo que les pasó. En todo nuestro trabajo tenemos que saber que a unos les hace más falta que a otros. Pero cada uno tiene la responsabilidad de sacar a la víctima del olvido.

S.E.: ¿Cuál es el papel de las instituciones gubernamentales en este proceso?
I.S.H.: En Alemania sin el gobierno no hubiéramos logrado nunca lo que alcanzamos. Cuando tú como sociedad civil estás tratando de entender lo que pasó, siempre hay una opinión pública que dice ‘ustedes siempre son los mismos; tienen una posición política y no quieren entender‘. Pero cuando el gobierno en 1975 hizo la reforma educativa, el tema de la memoria histórica hacía parte del currículo. No era el profesor que era un politiquero, sino un maestro que trataba de transmitirles a los estudiantes las diferentes memorias y el concepto que trae desde el libro de historia, para trabajar la memoria reciente o las memorias recientes.

S.E.: ¿Cómo incluir la paz dentro del currículo?
Kathy Bickmore (K.B.): Hay un currículo explícito y unas lecciones oficiales en cada asignatura. En cada materia existen unos conflictos centrales, entonces, durante las clases se puede practicar con estos problemas, con su resolución y transformación. Por ejemplo, en Ciencia se pueden abordar las discusiones científicas, las investigaciones están llenas de desacuerdos; también, es posible discutir cómo se aplican las ciencias a la vida con tecnología, políticas de salud, ambientales, ofrecer respuestas y miradas. Entonces, se puede aprender mucho de los conflictos para capacitarse y entrenarse en su resolución.  Por otra parte, también hay un currículo implícito, en el que ocurren los modelos y las prácticas diarias. Ahí es importante cómo los maestros se relacionan con los alumnos, cómo los alumnos se relacionan entre ellos. Es importante reflexionar en cómo se tratan los conflictos, no sólo la violencia sino los desacuerdos. Hay varios momentos en la escuela, en los que se puede practicar la ciudadanía democrática para la paz, para participar en las soluciones, y también para criticar. Hay muchas oportunidades para cambiar el currículo explícito, pero también para que la cotidianidad sirva como un ejercicio de civilidad.

S.E.: ¿En Colombia no hay un currículo único, pero ahora que se habla de enseñar la reconciliación en el colegio, pero deberíamos ponernos de acuerdo en un currículo para la paz?
K.B.: Los conflictos son oportunidades para aprender. Si hay desacuerdos sobre el currículos, sobre el significado de las palabras como currículo, paz, justicia, podemos usarlos como modelos de diálogo. Pero necesitamos apoyar a los docentes y tenemos que reflexionar juntos, dialogar, no para tener consenso, sino para tener un tipo de relación. Podemos tener menos desacuerdo si tenemos diálogo. Eso es lo más importante. No debe ocurrir, por ejemplo, que haya en Colombia leyes de convivencia basados en el control, e inclusive, en el castigo. Porque su enfoque no es incorporar, escuchar sus preocupaciones, sino silenciar. Y eso no funciona. Necesitamos generar relaciones. Necesitamos el diálogo para que sea posible crear una paz democrática y duradera. No solamente una paz de control, porque el control con jóvenes funciona solo temporalmente.

S.E.: Muchas veces en los colegios se habla de paz, pero se queda en el discurso. Los estudiantes saben qué responder una prueba de ciudadanía y democracia. ¿Realmente es posible hacer un currículo que cree una cultura de paz?
K.B.: No creo que la escuela pueda hacerlo todo. Pero la escuela que frecuentemente contribuye a la competición y a la violencia, que enseña que la explotación de género, y de las personas diferentes, no contribuye a la paz. Y si no contribuye tenemos un gran problema, porque la escuela toca a cada familia en el país. Entonces las escuelas tienen una responsabilidad de transformar. Tenemos que usar las oportunidades dentro de nuestras materias, para interrumpir patrones de violencia, sólo así podremos contribuir a una escuela de paz. Pero es una cuestión de democratización y no de imposición. Tenemos que crear relaciones y oportunidades de participación, porque la paz no es un momento, sino un proceso para enfrentar y solucionar problemas día tras día.

Fuente del articulo: http://www.semana.com/educacion/articulo/educacion-para-la-paz/495962

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