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¿Quién adoctrina en la escuela?

La izquierda no acaba de apostar de manera decidida por la educación pública y por la reducción progresiva de la concertada, empezando por retirar la financiación a aquellos centros que adoctrinan en el nacionalcatolicismo y segregan por sexo.

 

Estas semanas hemos visto cosas que en Europa y en un estado aconfesional no comprenderían. Niños y niñas en horario escolar disfrazados de nazarenos y legionarios (colegio concertado El Divino Pastor, de Málaga). Alumnos desfilando en procesiones, como ha recogido Enrique Díez en Valladolid (colegio Nuestra Señora de Lourdes) y en Ciudad Real (colegio San José); la procesión escolar que me encontré en Getafe paralizando el tráfico. La Junta de Andalucía invitando a celebrar la semana santa en los colegios públicos con una circular que ha sido criticada por sindicatos y familias. La charla de Vox en contra del aborto a alumnos del colegio concertado valenciano Inmaculado Corazón de María. Desgraciadamente, no son casos aislados.

 

Mientras esto sucede, las derechas, que en estos temas son todas ultras, intentan presentarse como adalides en contra de la “ideología en las aulas” o del “adoctrinamiento”. En el colmo del retorcimiento, dan la vuelta a su significado y califican de adoctrinamiento ideas progresistas que se basan en derechos humanos. Para ellos, adoctrinar es hablar de igualdad entre hombres y mujeres, de educación afectivo-sexual, de derechos de las personas LGTBI o del cambio climático.

 

Toda educación tiene una ideología y responde a un modelo de sociedad. Pero es puro adoctrinamiento si no respeta la ciencia y la democracia. Para impedir que se aborden estos temas la ultraderecha se inventó el palabro del “pin parental”, que no es otra cosa que imponer la censura católica para que los progenitores o tutores de los estudiantes impidan la asistencia a actividades escolares complementarias.

 

Pero el adoctrinamiento realmente existente en los centros educativos es otro. Veamos los tres tipos que hay y la función que cumplen.

 

1. Adoctrinamiento religioso, decisivo en la difusión de las ideas conservadoras. La religión debería estar fuera de la escuela, porque una cosa es que las familias puedan elegir la educación religiosa de sus hijos en casa o lugar del culto y otra que tenga que hacerse en centros educativos y financiado con dinero público. Hay que recordar que más del 82% de los colegios privados religiosos tienen concierto con las administraciones.

 

El legítimo derecho a la libertad religiosa, lo utilizan sectores de ultraderecha y sectas ultracatólicas muy financiadas (desde el Opus Dei a Hazte Oír, El Yunque o Abogados Cristianos, etc.) para intentar imponernos por todos los medios sus dogmas sectarios. Con ese interés por imponer su ideología buscan mantener sus privilegios e intereses económicos. Quieren controlar la educación, mantener la influencia en la justicia y grupos empresariales, las subvenciones y privilegios fiscales, el no pago del IBI y las inmatriculaciones para apropiarse de los bienes de las comunidades.

 

Responden airadamente a la resistencia de la sociedad civil al fanatismo católico y a una moral impropia de los tiempos actuales. Si pudieran, con la excusa de que el laicismo atenta contra los sentimientos religiosos, estos grupos sectarios nos impondrían a todos sus dogmas, como pasaba cuando la moral católica se enseñaba en las escuelas durante la dictadura. Por eso han rechazado las leyes del divorcio, el aborto, la eutanasia o los derechos LGTBI. Afortunadamente, la sociedad se ha modernizado y evoluciona desde el reconocimiento de los derechos y el sentido común.

 

2. Adoctrinamiento en valores conservadores como el individualismo, el negacionismo climático, la inmigración como amenaza, el rechazo a la igualdad y al feminismo, etc. El problema es que el adoctrinamiento reaccionario tiene consecuencias. Por ejemplo, cada vez parece más probado que cuando no hay educación afectivo sexual y la pornografía campa entre los jóvenes, la violencia machista se dispara en adolescentes. Nada sucede por casualidad.

 

A veces, pueden inculcarse incluso ideas neofascistas, por activa o por pasiva. Por ejemplo, el reciente caso del karaoke franquista con el “Cara al Sol” en un colegio de León, que al ser público ha sido denunciado por el AMPA. O las leyes de la “discordia” del PP y Vox para ir en contra de la memoria histórica. Con ellas se pretende imponer el revisionismo histórico y los mitos fascistas. Se quiere manipular la verdad y apropiarse de un relato que legitime el golpe de estado y la dictadura. Se pide “libertad de memoria” para ensalzar el franquismo y se rechaza que se enseñe en los centros educativos la represión franquista. No podemos olvidar que los totalitarismos aniquilan la memoria.

 

Hay que llamar la atención sobre el propio modelo educativo, que puede favorecer los valores conservadores si en vez de ser inclusivo como el público, es segregador como el privado y concertado.

 

3. Adoctrinamiento para la hegemonía política. Las derechas entienden la educación como una operación de ingeniería social y electoral para controlar el poder político. Un instrumento para ello es la existencia de una red privada concertada financiada con fondos públicos. Un consejero de Educación del gobierno de la Comunidad de Madrid de Esperanza Aguirre afirmaba que por cada colegio concertado que impulsaban en un barrio o localidad, aumentaba un 3% el voto al Partido Popular. Quizá los resultados electorales en Madrid se expliquen, en parte, por la anomalía de que, en la capital, menos del 40% del alumnado está escolarizado en la educación pública. En España lo está el 67% y en Europa el 90%.

 

La ultraderecha da tanta importancia a la educación para el adoctrinamiento, que he oído decir en la Asamblea de Madrid a una diputada de Vox que “el pin parental más importante era el cheque escolar”; es decir, la financiación de la educación privada y concertada para tener así patente de corso con el adoctrinamiento político-religioso. Y la inspección educativa no interviene, como tampoco actúa frente a las cuotas ilegales que cobran el 90% de centros concertados

 

La educación debe ser laica, es decir, debe respetar el derecho fundamental a la libertad de conciencia del alumnado cada vez más diverso y promover la convivencia entre culturas. Quien mejor puede garantizar que no haya sectarismo confesional e ideológico es la escuela pública por su carácter plural, democrático, inclusivo, por la libertad de cátedra del profesorado y por programas aprobados democráticamente.

 

La campaña reaccionaria cala hasta el punto de que una parte del profesorado se autocensura y la educación se va convirtiendo en algo “neutro” donde los valores democráticos universales se diluyen»

 

Solo desde la desvergüenza se puede afirmar que la escuela pública adoctrina y que no lo hace un colegio del Opus Dei. Pero la campaña reaccionaria cala hasta el punto de que una parte del profesorado se autocensura y la educación se va convirtiendo en algo “neutro” donde los valores democráticos universales se diluyen y se abre la puerta a la ideología más extrema. La escuela pública debe enseñar a pensar y tiene la obligación de educar en la ciencia y los derechos humanos. Algo que es lo contrario de adoctrinar.

 

Pero la izquierda está a por uvas y no acaba de apostar de manera decidida por la educación pública y por la reducción progresiva de la concertada, empezando por retirar la financiación a aquellos centros que adoctrinan en el nacionalcatolicismo y segregan por sexo, por origen o por nivel socioeconómico. Se trata, simplemente, de ser europeos en educación y asegurar la igualdad de oportunidades. Se trata de proteger la democracia de la derecha.

 

Fuente: https://www.eldiario.es/opinion/tribuna-abierta/adoctrina-escuela_129_11294098.html

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Argentina: El derecho a la educación y a la libertad de pensamiento en peligro

Por: Laura Marrone, Hugo Iglesias y Gabriela Ibarzabal

Recientemente el vocero presidencial, Manuel Adorni, anunció la intención del gobierno nacional de enviar un proyecto de ley para sancionar a la docencia por adoctrinamiento.

Lo curioso del anuncio (del cual nada se conoce en relación a su contenido) es que viene de un gobierno cuyo presidente dio una master class de burdo adoctrinamiento durante la apertura del ciclo escolar 2024 en el Instituto privado Monseñor Copello (único ámbito escolar en el cual hizo acto de presencia).

A esta amenaza se suman:

– El desmantelamiento del INFOD, instituto de formación docente que configuraba una de las pocas funciones del extinto ministerio de Educación desde la transferencia de escuelas en la era menemista: la de orientar la formación de todas las jurisdicciones, así como la producción de materiales de aula.

– El freno de la compra de 14 millones de libros que estaban previstos para enviar a las escuelas de todo el país con la excusa de que deberían revisar los contratos. En tanto, las clases comenzaron sin libros.

– La orden de bajar los materiales didácticos de apoyo a los contenidos curriculares que figuraban en la página web del ex ministerio

– El cierre de Paka paka.

Es evidente que estas medidas no responden a la mera argumentación de que “no hay plata”. Están orientadas a lo que tanto el presidente Milei como su ministra de seguridad, Bullrich, y el PRO, hace tiempo vienen denunciando: la supuesta función de adoctrinamiento de la docencia hacia las nuevas generaciones. Por ello quieren hacer borrón y cuenta nueva de todas las elaboraciones curriculares a la fecha y del material didáctico que la sostiene.

En realidad, Milei forma parte de una derecha mundial que, como Bolsonaro en Brasil, Vox en el estado español o Trump en EEUU, ha emprendido una llamada “batalla cultural” contra la izquierda y el proyecto socialista de sociedad como alternativa a la crisis del capitalismo que vivimos. Esta ultra derecha tiene una percepción aguda de que la crisis es tan grande que no basta la precarización laboral de los trabajadores del mundo, el saqueo de los recursos naturales de los países semicoloniales, o las guerras en curso para mantener su dominación. Necesitan más: profundizar el control de todos los medios ideológicos que le permitan justificar un mundo injusto, desigual y en peligro de extinción por la crisis climática. Todo muy lejos de la libertad que pregonan.

La educación ha sido y es una poderosa herramienta en ese propósito de control. ¿Por qué, sin embargo, esta batalla? ¿Qué es adoctrinar? Es justamente lo que la escuela hizo históricamente y en gran parte en la actualidad: naturalizar ante las nuevas generaciones que el orden social, político y económico existente es el único posible y, sin problematizarlo ni contrastarlo con otras posibilidades, asumir su reproducción.

¿Quién adoctrina? ¿La docencia que no niega que en nuestro país se exterminó a los pueblos originarios y se los desposeyó de sus tierras o los manuales que durante generaciones inculcaron que hubo una campaña al desierto que solucionó el problema de las fronteras, borrando la presencia de seres humanos? Milei y su ministra Bullrich, esta última perteneciente a una de las familias beneficiadas de esa práctica, quisieran en cambio que la escuela siguiera reivindicando acríticamente a su ejecutor, Julio Roca, como lo han sostenido en reiteradas ocasiones.

¿Acaso es adoctrinamiento explicar en geografía la diferencia entre extracción de recursos naturales y extractivismo como práctica depredadora del ambiente?

¿Prohibirá el gobierno que la docencia no oculte que las empresas extranjeras se llevan los minerales dejando solo el 3% de su valor y en cambio pasivos ambientales irreversibles? A Caputo y a las empresas amigas de la megaminería, o el litio, en cambio, les gustaría que no se muestre esa realidad, Llegan incluso a financiar cátedras de universidades o realizar donaciones a escuelas escasas de presupuesto en la precordillera para que la silencien.

¿Se podrá en literatura seguir leyendo a María Elena Walsh, a Rodolfo Walsh o se vienen nuevamente los libros prohibidos y habrá que leer solo los clásicos españoles y justificar la colonización española como añoran algunos?

¿Cuál es la sanción prevista, la cárcel, el despido o qué, para quien se atreva en matemáticas a enseñar a calcular el interés financiero que paga nuestro país en concepto de deuda, superior a cualquier renta de una actividad productiva industrial o de servicios, y causal de una de las razones del crecimiento de la pobreza de nuestro pueblo?

¿Quieren prohibir que la docencia explique el derecho de las niñeces y adolescencias a conocer que la sexualidad es parte de su dimensión humana y su derecho a disfrutarla? ¿O prefieren volver a los tiempos de la ignorancia que desampara frente a las opresiones, violencias en las familias y perversiones ocultas en la sociedad?

A ninguno, y menos a Villarruel, les gustó que este 24 de marzo en las escuelas se siguiera denunciando que hubo una dictadura que ejerció terror de estado, asesinó, torturó y robó bebés. Es que muchos de los integrantes del actual gobierno son hijos de quienes ejecutaron esa represión o de empresarios que se beneficiaron económicamente de la estafa de estatizar sus deudas para que las paguemos todes, como Macri.

El caso es que la realidad es tan brutal que se filtra por las ventanas y aparecen docentes, muchas veces sin grandes definiciones ideológicas o políticas, simplemente leyendo con sus propias herramientas los contenidos curriculares dejan entrever la realidad abriendo a un proceso de construcción de conocimiento y pensamiento complejos en sus alumnes, incentivando la creación de instrumentos de lectura e interpretación de la realidad propios y por supuesto, críticos. Es a causa de esa función, intrínseca de la profesión docente, objetivo escrito de los curriculum desde la escuela inicial hasta la universitaria, donde los profesionales docentes faltan al mandato que de ellos esperan los sectores de poder: la reproducción y perpetuación del sistema. Porque abren las puertas de su aula al debate de sus estudiantes, a repensar el pasado, a problematizar el presente, y a asumirse como actores de cambio en el futuro.

La educación privada como garante del adoctrinamiento

Para este gobierno y sus aliados hablar de estos hechos de la realidad es adoctrinar. En realidad, añoran que la docencia realmente adoctrine. Es decir, que diga que todo lo que aconteció y acontece, está bien. Les incomoda la libertad de pensamiento. Censuran el conocimiento de las categorías marxistas en economía y filosofía. Anulan la perspectiva de género o imponen la teoría de los dos demonios. Por eso alientan la educación privada porque allí la ideología está predeterminada según el recorte que cada iglesia, o empresario seleccione como perfil de su institución educativa.

Estigmatizan los planes sociales, pero sostienen la subvención con fondos del estado de la oferta de casi el 70% de las escuelas privadas, lo que en algunas provincias significa uno de cada tres pesos de inversión efectiva en educación por estudiante. Miientras tanto, desfinancian a la educación pública. Ahora agregan algo más: subvencionan la demanda a través de los vouchers que empiezan a entregar a cada familia con ingresos menores a 1.500.000$. El cálculo aproximado es de 27.500$ por 2.000.000 de estudiantes mensualmente, lo que supone 495.000.000.000$ sin indexaciones en un año. Maliciosamente, al mismo tiempo, eliminan el Fondo de Incentivo docente que ya estaba sancionado en el desactualizado presupuesto 2023, lo que supone la rebaja de casi un 10% de salario según las provincias.

El voucher está pensado no sólo para retener la matrícula de las escuelas privadas que, frente a la inflacion y los bajos salarios, amenaza con trasladarse a escuelas públicas sino también para ganar matrícula de la pública. El actual Secretario de Educación, CarlosTorrendell, es miembro del Consejo Superior de Universidad Católica, promotor de la educación religiosa católica, cuyas escuelas parroquiales serían las más beneficiadas por este sistema. Muchas familias aspiran a una escuela privada no porque la educación sea mejor ya que muchas veces los docentes son los mismos pues trabajan en ambos sistemas. Es una triste manera de eludir el contacto con el 60% de la niñez y adolescencia pobre. Así se fue produciendo una fragmentación social de las escuelas que es nociva para la sociedad pues aumenta la discriminación y la incapacidad de generaciones de conocer la humanidad del otro, favoreciendo el crecimiento de la violencia social. Por parte de empresarios y sectores de poder, apoyar que el estado subsidie la educación privada seleccionando a la “gente de bien”, como dolorosamente discrimina el presidente a la población, es otra forma de “adoctrinar”, es decir de garantizar que la currícula de las escuelas privadas acentúe aquellos contenidos que reproduzcan la legitimidad del orden existente.

Para ello cuentan con una herramienta poderosa: el despido de la o el docente que se salga de esos carriles. La docencia privada no tiene derecho a la estabilidad en su trabajo. Cabe dejar aclarado que esto es lo que se busca en el ámbito del estado con el proyecto aún en bandeja de liquidar el estatuto del docente y que figuró tanto en la plataforma de la LLA como de Juntos por el Cambio. El miedo al despido es la forma más eficaz de garantizar el adoctrinamiento que pretenden los sectores de poder, así como, en sentido contrario, la estabilidad en el cargo es garantía de libertad de cátedra y de pensamiento crítico.

El derecho a la educación en cuestión

Por si todo esto fuera poco, desfinancian a la universidad pública al mantener el presupuesto sancionado en 2022 con una miserable recomposición inferior al 286,4% de inflación . No se animan aun a imponer aranceles, que es un proyecto histórico de la derecha para la que los pobres no tienen derecho a ir a la universidad. Al quitarle el sostén del estado favorecen a la privatización del nivel superior por pérdida de matrícula debido al cierre de cursos o carreras.

Pero, además, porque conducen a la búsqueda de fondos propios de las cátedras que terminan con subvenciones de empresas o bancos privados. Este peligroso camino erosiona la producción de conocimiento público, que es un cometido de la universidad pública, es decir, un conocimiento para la mejora de la calidad de vida de la sociedad toda y no para la ganancia de una empresa. El subsidio privado directo disciplina a las exigencias de investigación y producción de conocimiento de las empresas financiadoras.

Lamentablemente, este curso, otrora resistido por el ámbito universitario público, ha ya avanzado en muchas facultades y cátedras del país. Estas mismas empresas son las que claman por rebajar los impuestos, que es la forma que tiene el presupuesto de financiar la educación sin condicionamientos a la producción de conocimiento.

La frutilla de este plan siniestro la dio el ideólogo reconocido por el presidente Milei, el diputado Benegas Lynch, cuando divulgó algo que está en la plataforma política de la Libertad Avanza: “eliminar la obligatoriedad de la escuela. En su caso, fue más explícito en su propósito: “para que los padres tengan la libertad de no mandar a sus hijos a la escuela si necesitan que trabaje en el taller”, lo que es una desembozada defensa del trabajo infantil. La obligatoriedad de la escuela primaria fue un programa del liberalismo en Argentina del siglo XIX sancionada en la Ley 1420 de educación primaria gratuita y obligatorio, durante el gobierno del mismo Roca que ya mencionamos. Para Roca y su generación, en cambio, la escuela era necesaria para adoctrinar en la disciplina al nuevo estado que se estaba formando. Durante el siglo XX las luchas docentes y estudiantiles permitieron conquistar la obligatoriedad de la escuela media y el nivel inicial desde los 4 años, lo que implicaba la obligación del estado de proveer de los establecimientos y la docencia que los atendiera.

Milei tiene razón cuando dice que no es un liberal clásico. Su propuesta retrocede al medioevo. No representa a la burguesía liberal de finales del siglo XIX que dice reivindicar o a la que desarrolló algún proyecto capitalista productivo en los 30 del siglo XX. Sus propuestas son las del sector más parasitario de la burguesía, la que está ligada a la usura financiera, como socios menores de los fondos de inversión imperialistas. Son las de la “casta financiera”.

La escuela que defendemos es lo contrario al adoctrinamiento, que sí quiere este gobierno. Defendemos el derecho de les estudiantes a acceder a un pensamiento crítico, donde pueda confrontar ideologías, en el debate, en el intercambio con otres en un espacio público, es decir abierto, sin discriminaciones sociales, religiosas o ideológicas. Seguiremos defendiendo el derecho a la educación de la niñez y de la adolescencia, así como a la educación permanente de los adultos. Sostenemos el carácter obligatorio de la escuela hasta la secundaria y gratuito en todos sus niveles incluso superior. Porque concebimos a la educación no como un mero componente de capacitación de mano de obra sino porque tiene la potencialidad de una práctica de libertad que nos humanice, nos haga crecer y disfrutar más y mejor de la vida humana en sociedad. Felizmente, estudiantes y docentes de todos los niveles han comenzado la marcha de esta defensa.

Laura Marrone (CaBA-primaria y superior)

Hugo Iglesias (Tierra del Fuego media y superior)

Gabriela Ibarzabal (CaBA-primaria y especial)

El derecho a la educación y a la libertad de pensamiento en peligro

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¿Una pedagogía del adoctrinamiento? La potencia escolar y los intentos por cancelarla

Por: Antonio Pinilla

Las polémicas mediáticas alrededor de las denuncias por adoctrinamiento en colegios colombianos nos invitan a preguntarnos sobre las amenazas y retos de las escuelas hoy.

El estallido social y la emergencia sanitaria que vive Colombia no han sido indiferentes con las escuelas. Entre una pandemia que ha revelado –para quienes no han estado prestando atención– la vulnerabilidad de un sistema desfinanciado, desigual y precarizado y un aparato mediático empeñado en sus ataques a los docentes movilizados por la educación y la justicia social, una serie de polémicas pedagógicas –sobre los contenidos y las formas de los espacios escolares– han llegado a los titulares noticiosos. En efecto, la situación no solo ha obligado a cambiar la arquitectura de salones, corredores y canchas a celulares, tabletas y computadores sino que ha significado una transformación de “lo escolar”. En línea con el análisis de los profesores belgas Maarten Simons y Jan Masschelein en Defensa de la escuela. Una cuestión cuestión pública (2014), esto puede constituirse en un intento por domesticar su potencial revolucionario y comunizante, esto es, la potencia de crear un espacio y un tiempo que se hace libre de las ataduras del mundo para posibilitar la aparición de una nueva generación que pueda renovar (su relación con) el mundo.

Parte de dicha amenaza ha tomado forma bajo las denuncias de “adoctrinamiento” que padres de familia y grupos políticos afines al gobierno han realizado durante los últimos meses. A finales de junio estuvo circulando un video en el que un padre de familia confrontaba a un profesor del Colegio La Merced de Cali en medio de una actividad sobre el paro nacional. El adoctrinamiento, sugería el padre de familia, se daba por el afán de un profesor que traspasaba los límites de lo que debe ser enseñado: “usted tiene toda la libertad de cátedra, pero no con ese tema”, resonó en el salón virtual. Otra reciente polémica sobre el adoctrinamiento en las escuelas ocupó titulares en abril, también en Cali, con un taller escolar de ciencias sociales sobre los crímenes de estado conocidos como “falsos positivos”. Las preguntas que pedían a los estudiantes investigar los hechos, sus responsables y consecuencias, fueron la excusa para que una senadora del partido de gobierno invocara la manipulación y el abuso de la autoridad pedagógica en contra del “deber ser” de la educación. Estos términos fueron, además, retomados por el aparato mediático para la fabricación de una “polémica” entre adoctrinamiento politizado e instrucción propiamente escolar.

FOTOGRAFÍA: @MAZULUR

BOGOTÁ, COLOMBIA

Como punto de partida para contrarrestar la interpretación que surge a partir de la fabricación mediática de estos hechos, es posible hacer uso de los anteriores ejemplos para identificar –y denunciar– un patrón por medio del cual se justifica un supuesto enfrentamiento entre los “defensores desinteresados” del deber-ser de las escuelas y las transgresiones adoctrinadoras de profesores con pretensiones políticas: ¿no atenta acaso este adoctrinamiento contra una institución educativa que simplemente pretende equipar a los estudiantes con lo que deben aprender para encontrar su lugar en la sociedad? ¿Para qué referirse al paro nacional o al conflicto armado si esto no contribuye al aprendizaje de los estudiantes y antes bien es un intento por politizar un espacio y un tiempo que debería estar por fuera de la política? Es una disputa, sugiere la matriz mediática, que pretende salvaguardar los prístinos terrenos escolares del embate de los intereses políticos.

Sin embargo, la relación que las denuncias de adoctrinamiento establecen con la realidad pedagógica que nos ocupa –la de cómo se “hace escuela”– devela una operación que pretende cancelar el acto pedagógico que fundamentalmente da lugar a lo escolar. De manera concreta, la reacción que fabrica estas “polémicas” alrededor del adoctrinamiento, la que se pretenden des-interesada o “neutral” ante el mundo, es precisamente la que se formula desde esferas ajenas a lo pedagógico buscando determinarlo a partir de preconcepciones sobre lo que ello debería ser. Volviendo sobre el trabajo de Simons y Masschelein, dicha reacción se constituye como amenaza al acto que, por un lado, crea un tiempo libre al entablar una relación abierta con el mundo como objeto de estudio y práctica y, por el otro, suspende el orden de la sociedad y de la familia para, de esta manera, democratizar la reivindicación de una generación que pueda revolucionar el actual estado de cosas. Atentar contra dicho acto equivaldría, entonces, a renunciar a la especificidad que separa a la escuela de otros entornos de aprendizaje, socialización o iniciación; significaría, en otras palabras, perder la escuela y lo que ella contribuye al mundo. Para sorpresa de pocos –¿de nadie?– los desinteresados defensores de nuestras escuelas son en realidad sus más acérrimos enemigos.

Tampoco nos debe sorprender que las denuncias provengan específicamente desde sujetos que se presentan como padres de familia o como defensores del status quo mediante sus afiliaciones políticas. Como afirman Simons y Masschelein, la escuela crea un espacio y un tiempo en el que los estudiantes se pueden encontrar como iguales que, escindidos de sus condiciones familiares o sociales, tienen la oportunidad de ocuparse del mundo para hacerlo común. Así, dichos actores se destacan en su reacción ante la escisión escolar para insistir en las condiciones y en las ataduras de los roles que las acompañan. Si tenemos en cuenta que, en el contexto de la pandemia, el “mejor” de los casos se ha presentado como uno que logra sintetizar el espacio-tiempo escolar y el espacio-tiempo familiar (estudiantes conectados desde sus hogares, miembros del ambiente familiar como tutores, etc.), lo que las escuelas se arriesgan a perder no son –solo– las habilidades y competencias que tanto se mencionan en el discurso mediático sobre el aprendizaje, sino la posibilidad de ver surgir una nueva generación.

En otras palabras, las denuncias que se fabrican al calor de los gritos contra el adoctrinamiento y la manipulación –las que precisamente no toman forma desde el espacio-tiempo pedagógico– pretenden domesticar la escuela para determinarla de acuerdo a nociones de un “debe ser” ajeno a lo propiamente escolar, nociones provenientes de otras esferas de la sociedad como la familia, los conglomerados económicos o las instancias del poder político. Con ello, su éxito solo puede llegar si logran cooptar la escuela para sí mismos, es decir, si logran encausar la potencia de libertad que constituye lo escolar, así como a la nueva generación que tiene la oportunidad de surgir gracias a ella, contra sí misma.

FOTOGRAFÍA: @MAZULUR

BOGOTÁ, COLOMBIA

Lo que estas denuncias comparten con otras “cruzadas” pedagógicas como Escola Sem Partido, en Brasil, o las recientes campañas contra la Critical Race Theory en los EEUU, es una profunda animosidad hacia la posibilidad de que las escuelas puedan hacer surgir una renovada relación con el mundo. Como afirman Simons y Masschelein, la forma escolar hace posible una potencia radical: la de “poner en juego” el mundo tal cual es para que, por medio del estudio y la práctica, sea ofrecido a los estudiantes para re-crearlo como interés común. La complejidad del escenario colombiano y latinoamericano hace aún más imperante este llamado por defender la escuela y experimentar con su radical potencial revolucionario. Al decir de los profesores belgas, hoy, más que nunca, debemos insistir, ante las fuerzas que pretenden cancelarla, en la tarea esencial de la escuela y de la educación: la renovación de la sociedad a través de la nueva generación.

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Así se adoctrina a los jóvenes según Noam Chomsky

El filósofo y activista explicó como en momentos de cambio se puede lograr la atención de los jóvenes.

La educación pública está siendo atacada en todo el mundo y, en respuesta, recientemente se han llevado a cabo protestas estudiantiles en Gran Bretaña, Canadá, Chile, Taiwán y otros lugares.

California también es un campo de batalla. Los Angeles Times informa sobre otro capítulo de la campaña para destruir lo que había sido el mejor sistema de educación superior pública del mundo: «Los funcionarios de la Universidad Estatal de California anunciaron planes para congelar las inscripciones en la mayoría de los campus».

Se está llevando a cabo una eliminación de fondos similar en todo el país. «En la mayoría de los estados», informa The New York Times, «ahora son los pagos de matrícula, no las asignaciones estatales, los que cubren la mayor parte del presupuesto», de modo que «la era de las universidades públicas asequibles de cuatro años, fuertemente subvencionadas por el estado, puede haber terminado».

“Ha habido un cambio de la creencia de que nosotros, como nación, nos beneficiamos de la educación superior, a la creencia de que son las personas que reciben la educación las que se benefician principalmente y, por lo tanto, deben pagar la factura”, concluye Ronald G. Ehrenberg, fideicomisario de el sistema de la Universidad Estatal de Nueva York y director del Instituto de Investigación de Educación Superior de Cornell.

La educación pública masiva es uno de los grandes logros de la sociedad estadounidense. Ha tenido muchas dimensiones. Uno de los objetivos era preparar a los agricultores independientes para la vida como trabajadores asalariados que tolerarían lo que consideraban una virtual esclavitud.

ParoNacional
Paro Nacional en Colombia completa 36 días de movilización social. Gremios educativos, sindicales piden garantías al gobierno nacional.

 

El elemento coercitivo no pasó sin previo aviso. Ralph Waldo Emerson observó que los líderes políticos piden educación popular porque temen que «este país se esté llenando de miles y millones de votantes y hay que educarlos para mantenerlos alejados de nuestras gargantas». Pero educados de la manera correcta: limite sus perspectivas y comprensión, desaliente el pensamiento libre e independiente y capacítelos para la obediencia.

La “vil máxima” y su implementación han provocado regularmente resistencia, que a su vez evoca los mismos temores entre la élite. Hace cuarenta años existía una profunda preocupación porque la población se estaba liberando de la apatía y la obediencia.

Desde entonces, se han tomado muchas medidas para restaurar la disciplina. Una es la cruzada por la privatización: poner el control en manos fiables.

Otro son los fuertes aumentos en la matrícula, casi un 600 por ciento desde 1980. Estos producen un sistema de educación superior con «mucha más estratificación económica que en cualquier otro país», según Jane Wellman, exdirectora del Proyecto Delta Cost, que monitorea estos asuntos. Los aumentos de la matrícula hacen que los estudiantes se endeuden a largo plazo y, por lo tanto, se subordinen al poder privado.

Las justificaciones se ofrecen por motivos económicos, pero son singularmente poco convincentes. En países de ricos a pobres, incluido México vecino, la matrícula sigue siendo gratuita o nominal. Eso también fue cierto en los propios Estados Unidos cuando era un país mucho más pobre después de la Segunda Guerra Mundial y un gran número de estudiantes pudieron ingresar a la universidad bajo el proyecto de ley GI, un factor de crecimiento económico excepcionalmente alto, incluso dejando de lado la importancia de mejorar la vida.

Otro dispositivo es la corporativización de las universidades. Eso ha llevado a un aumento dramático en los niveles de administración, a menudo profesionales en lugar de extraídos de la facultad como antes; ya la imposición de una cultura empresarial de «eficiencia», una noción ideológica, no solo económica.

Un ejemplo es la decisión de las universidades estatales de eliminar los programas de enfermería, ingeniería e informática, porque son costosos y resultan ser las profesiones donde hay escasez de mano de obra, como informa The New York Times. La decisión daña a la sociedad pero se ajusta a la ideología empresarial de la ganancia a corto plazo sin tener en cuenta las consecuencias humanas, de acuerdo con la vil máxima.

Algunos de los efectos más insidiosos se encuentran en la enseñanza y el seguimiento. El ideal de educación de la Ilustración fue capturado en la imagen de la educación como un hilo que los estudiantes siguen a su manera, desarrollando su creatividad e independencia mental.

La alternativa, que debe ser rechazada, es la imagen de verter agua en un recipiente, y uno muy goteante, como todos sabemos por experiencia. Este último enfoque incluye la enseñanza para probar y otros mecanismos que destruyen el interés de los estudiantes y buscan encajarlos en un molde, fácilmente controlables.

Fuente: https://www.agenciapi.co/noticia/academia/asi-se-adoctrina-los-jovenes-segun-noam-chomsky

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La educación no consiste tanto en transmitir valores o cultura como en transmitir la duda

Por: Sergio Parra

Hay una serie de clichés que la gente repite sin cesar sin preguntarse en profundidad lo que está diciendo. Uno de ellos es que hay que preservar la cultura (y las lenguas, por extensión).

El otro: que los grandes problemas del mundo se solucionan con mayor educación. Ambos clichés están íntimamente relacionados e inciden en el mismo error básico.

No importa lo sabio que sea un pensador. Si vivió hace más de un siglo, probablemente sostuvo ideas que nos parecen moralmente repugnantes (no digamos ya que arrastró errores científicos propios de un analfabeto).

Si la educación consiste en transmitir valores, pues, por muy elevados que nos resulten tales valores quizá solo estamos adoctrinando. Obligando a los alumnos a que piensen como nosotros. A que perpetúen ideas. A que alejen de ellas la lupa del escrutinio y la duda.

Sin embargo, si algo debe preservar la educación no es la cultura, ni la lengua, ni los valores, sino la duda ante todos esos elementos que parecen intocables, como señala Hans Rosling en su libro Factulness:

Resulta tranquilizador pensar que el conocimiento no tiene fecha de caducidad: que una vez has aprendido algo, sigue siempre fresco y no tienes que aprenderlo de nuevo. Eso suele ser así en el ámbito de las ciencias como las matemáticas y la física y en las artes. En esas materias, lo que aprendimos en el colegio (2 + 2 = 4) probablemente es correcto. Sin embargo, en las ciencias sociales, hasta los conocimientos más básicos caducan muy rápidamente. Como sucede con la leche y las verduras, tienes que mantenerlos siempre frescos. Porque todo cambia.

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Una sociedad con valores es aquélla que evalúa continuamente cuáles son los aspectos de las normas de una cultura a los que merece la pena atenerse y cuáles ya resultan obsoletos, no una sociedad monolítica e intocada.

Cierto es que la gente es más desinhibida que antes, que los alumnos son más descarados con los profesores que antes, que las normas en general no se siguen con tanta inflexibilidad. Pero ello precisamente revela que vivimos en una sociedad con más valores que nunca: antes, dichas normas, no se seguían porque la gente alumbrara más valores sino por miedo (tanto punitivo como social). No cuestionar al profesor porque éste te dará un reglazo en la mano (y al que luego no podrás denunciar por agresión) no es tener más valores.

Lo explica así el psicólogo cognitivo Steven Pinker en su libro Los ángeles que llevamos dentro:

Hace siglos, quizá nuestros antepasados tuvieron que reprimir cualquiera señal de espontaneidad e individualidad con el fin de civilizarse, pero ahora que las normas de la no violencia están consolidadas, podemos ceder un poco ante inhibiciones concretas que acaso parezcan obsoletas. Según esta línea argumental, el hecho de que las mujeres enseñen mucha carne o que los hombres suelten tacos en público no es señal de decadencia cultural. Al revés, es señal de que viven en una sociedad tan civilizada que no han de temer que, en respuesta a ello, vayan a sufrir hostigamiento o agresión.

Por esa razón, hay que dudar de todo, y ese y no otros debería ser el eje rector de la educación: que el educando dude incluso del educador. Y que el educador fomente ese hábito en el educando. Y que se dude incluso de Aristóteles, y de los valores morales que queremos preservar a toda costa, tal y como podéis ver en el siguiente vídeo:

 

https://www.xatakaciencia.com/no-te-lo-creas/educacion-no-consiste-transmitir-valores-cultura-como-transmitir-duda

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Enseñar a especular y erradicar el anticapitalismo: la nueva pedagogía neoliberal extrema

Por: Enrique Díez

El 5 de octubre, el “día de la educación financiera” (un “día” establecido por la Comisión Nacional del Mercado de Valores y el Banco de España), sale a la venta en León la colección Economía Práctica para niños (las niñas parece que no son aptas todavía), de la Fundación Maria Jesús Soto. Los bancos y financieras en todas partes ofrecen múltiples actividades: desde un “Escape Room financiero” de la Fundación Mapfre (y no es irónico), hasta “La salud financiera de los más vulnerables en tiempos de covid” de la Fundación Nantik Lum (esto sí que suena a irónico en estos tiempos).

Mientras, el gobierno británico exige a las escuelas de Inglaterra que no usen material anticapitalista en la enseñanza. El Ministerio de Educación de Gordon Brown califica el anticapitalismo como una «postura política extrema» y lo equipara con la oposición a la libertad de expresión, el antisemitismo y el apoyo a las actividades ilegales. No deben utilizarlo de ninguna forma, advierte la guía del Ministerio, incluso “si el material en sí no es extremo, ya que el uso del mismo podría implicar el respaldo o apoyo de la organización”. Exige que no sea utilizado como material educativo aquel que pretenda “eliminar o derrocar el capitalismo”, en una deriva del actual gobierno calificado como “creciente autoritarismo conservador extremo” que censura y persigue cada vez más la libertad de expresión y no quiere una población con educación crítica. “Es otro paso en la guerra cultural que hará ilegal referirse a grandes partes de la historia y la política británicas, incluyendo la historia del socialismo británico, el Partido Laborista y el sindicalismo, que en diferentes momentos han abogado por la abolición del capitalismo», declaraba recientemente el exportavoz de Economía de la oposición laborista, John McDonnell.

La pedagogía neoliberal no es sólo destructora de derechos, pretende ser también productora de un tipo de subjetividad determinada. Educar en el emprendimiento y la especulación financiera es mucho más que enseñar determinadas técnicas y conocimientos…, es aprender a tener muy claras las reglas del capitalismo para ser ganadores en este juego. La ideología neoliberal se ha convertido en la “razón instrumental” del capitalismo contemporáneo que estructura y organiza, no sólo la acción de los gobernantes, sino que éstos establecen que sea la que dirija también la conducta de los propios gobernados. Esto explica por qué a pesar de las consecuencias catastróficas a las que han llevado las políticas neoliberales, desde hace 30 años éstas estén cada vez más activas.

La Junta de Castilla y León quiere también implantar este modelo neoliberal en la escuela desde hace tiempo promocionando el libro inicial de esta Fundación, Mi primer libro de Economía. Ahorro e inversión (Fundación que tiene el nombre de su autora, Maria Jesús Soto). Soto es directora de una entidad financiera que tiene entre su accionariado a Bankia (entre otros Rodrigo Rato y otros imputados por falsificación de cuentas, administración desleal, maquinación para alterar el precio de las cosas y apropiación indebida, que acaban de ser “absueltos”) o a la multinacional Indra Sistemas (empresa cuyo 27% de beneficios proviene de las ventas de armas). En la presentación del libro en la Bolsa de Madrid, manifestó que la finalidad de este libro era “ir extendiendo una cultura financiera desde edades tempranas”.

Efectivamente, este libro subtitulado ¡ahorro e inversión!, no va a enseñar a los niños y niñas a desentrañar las causas de esta crisis que pagamos el 99% de la ciudadanía para que pueda seguir enriqueciéndose ese 1% que se dedica a las finanzas especulativas. Este manual hecho por quienes han sido responsables del saqueo actual de la economía, de los millones de parados, de los suicidios por desahucios, de la pobreza que inunda nuestros barrios, no va a hablar de los responsables, ni de una economía al servicio del bien común. Parece que ya desde infantil se quiere enseñar a nuestros hijos e hijas a especular e invertir. Y para eso quién mejor que la directora de una entidad financiera especializada en productos de inversión.

Mediante estos libros no sólo explicará la economía desde los intereses de los banqueros y financieros, sino que tendrá ya futuros “clientes cautivos” adiestrados en fondos de inversión, rentas variables y aquellos productos que venden estas entidades de especulación. Aprenderán a conocer a la “prima de riesgo”, el funcionamiento de la bolsa, el ciclo de la inversión. Normalizarán así estos magníficos contenidos, estas extraordinarios destrezas, estas imprescindibles competencias y estos necesarios valores para adentrarse y ser un futuro tiburón financiero en el mundo de la especulación y el pelotazo bursátil. Negocio redondo para esta financiera y una gran inversión de futuro.
Porque, como explica la propia autora: “No existe ningún libro de estas características enfocado para niños, que llegue hasta el final del ciclo de la inversión”. Se expresa sin complejos: el objetivo no es otro que acercar la cultura financiera para que sea accesible a niños de entre cinco y ocho años de edad. Busca formar con una base sólida a los futuros consumidores y ahorradores. El subtítulo del libro es expresivo: Aprende a ser un inversor responsable, descifrando los enigmas de las finanzas. Por eso, el consejero de Educación de la Junta de Castilla y León ha destacado este libro como una “excelente forma de introducir la economía en los más jovencitos”. “Es una gran idea y vengo a apoyarla”.

Esto se está haciendo en muchas comunidades autónomas. De esta forma los bancos, con largos historiales de fraude y denunciadas por malas prácticas, han empezado a impartir lecciones de educación financiera en los centros educativos. Las principales bancas españolas (BBVA, Santander, La Caixa, principalmente) están empeñadas en dar en las escuelas clases de educación financiera gratuitamente y… “por generosidad”. En ayudar a los estudiantes, que sacaron tan mala nota en el examen PISA de educación financiera de la OCDE (que con tanta insistencia el BBVA ayudó a financiar y a realizar). La banca, preocupada por el “analfabetismo financiero” en la educación, pretende que la ciudadanía crezca aprendiendo a conocer el mundo de sus productos financieros, no sea que les entre la tentación de volver a engañarles con acciones preferentes y con productos tóxicos, especialidades a las que se dedicaron durante tantos años. Estas entidades que abusaron de la población, que no les han devuelto el dinero de las cláusulas suelo y les obligan a acudir a la vía judicial para recuperar su dinero, es la que educa a nuestros hijos e hijas.

Está claro: con esta nueva cultura emprendedora con la que gobiernos conservadores y la banca quiere impregnar a las futuras generaciones desde la educación infantil hasta la universidad, llegaremos a la excelencia de la especulación. Los contenidos transversales que deben impregnar todas las asignaturas ya no son educación para la igualdad, o educación para la paz, o educación intercultural, no, ¿para qué? Ahora el contenido educativo estrella, para el que se destinan cientos de miles de euros en programas para desarrollarlo, en las comunidades autónomas gobernadas por gobiernos conservadores, es la introducción del espíritu empresarial y bursátil en nuestro sistema educativo. El consejero de Educación del PP de Murcia presentó con orgullo hace un tiempo un estudio según el cual la mitad del alumnado de la comunidad autónoma de la región de Murcia quisiera ser de mayor “empresario”.

La educación pública, pagada por todos y todas, tiene la obligación de dar una formación integral y promover valores ciudadanos y capacidad crítica. No se puede transmitir a los niños y niñas una visión falsa de cómo funciona la sociedad. ¿Qué sociedad pensamos construir si lo que enseñamos es el individualismo y la competitividad? ¿Quién defenderá los derechos de los trabajadores y trabajadoras si todo el mundo tiene que tener “mentalidad de empresario”? ¿No es esto un “adoctrinamiento” neoliberal en el sentido más literal de la palabra?

La enseñanza tiene que dar una visión global de los conocimientos, de la historia, de la ciencia y también de la economía, pero no un punto de vista sesgado desde una sola perspectiva financiera, individualista y competitiva. Lo más necesario es dar herramientas a nuestro alumnado, para que puedan defenderse como trabajadores y trabajadoras (que es el que serán la gran mayoría) ante los abusos de algunas patronales y ante la precariedad sistemática que está instaurando el capitalismo. La escuela no puede estar “al servicio de los bancos y las empresas” y mucho menos los bancos y las empresas tienen que dictar lo que se tiene que hacer en las escuelas. Es muy peligroso que se implanten objetivos y valores tan descaradamente al servicio de la ideología más neoliberal que es, precisamente, la que nos ha llevado a la actual crisis. Deberíamos volver a enseñar a los niños y niñas la economía real y analizar con ellos y explicarles cómo en esa economía un uno por ciento de la población explota al noventa y nueve por ciento restante. Esto, deberíamos aclarárselo, se llama capitalismo. Y su única solución, les tendríamos que explicar, es salir de él. Incluso podríamos enseñarles, de nuevo, que esto ya lo dijo un filósofo hace muchos años: se llamaba Carlos Marx.

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/2020/10/05/ensenar-a-especular-y-erradicar-el-anticapitalismo-la-nueva-pedagogia-neoliberal-extrema/

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Tatuajes, mitos y estereotipos

Una joven de 16 años, Danna Reyes, ha sido asesinada en Mexicali (Baja California), y el fiscal del caso comenta a modo de justificación que “traía tatuajes por todos lados”, como si los tatuajes y su número supusieran una especie de escala para explicar la violencia contra las mujeres. Lo mismo hasta piensa que un tatuaje es razón para acosar, entre 2 y 5 para abusar, entre 6 y 10 para maltratar… y así hasta justificar el homicidio con su “tenía tatuajes por todos lados”.

Lo que aún sorprende de la mirada del machismo es que sea capaz de ver los tatuajes sobre el cuerpo de una mujer, pero no vea a ese cuerpo sobre el fondo de una sociedad que lo cosifica, lo interpreta, y lo pone a disposición de los hombres y sus mandatos, tanto en la vida pública como en la privada.

El machismo viene a actuar como una especie de “guardián de la moral” para que las mujeres no se salgan del guion escrito por los hombres, bien sea en el lenguaje de la ropa, en el de la conducta, en el de las palabras, o en la forma de maquillar, complementar o reescribir su cuerpo… En definitiva, para que se ajusten al guion de la libertad limitada que ellos imponen. Es el mismo argumento que utilizan sistemáticamente para justificar la violencia sexual; cuando no es la ropa es la hora, cuando no el lugar es el alcohol ingerido o la compañía que llevaban… siempre hay alguna razón para culpabilizar a la mujer que sufre la violencia y liberar al hombre que la ejerce.

Ahora han sido los tatuajes, es decir, la “marca que deja el grabado sobre la piel humana a través de la introducción de materias colorantes bajo la epidermis”, tal y como recoge la primera acepción del Diccionario de la Lengua Española, pero también indica en su segunda acepción que un tatuaje es “marcar, dejar huella en alguien o en algo”. Por eso llama la atención que el fiscal del caso, y la sociedad en general, sean capaces de ver los tatuajes en el cuerpo de las mujeres como razón para juzgarlas hasta el punto de justificar la violencia que las asesina y viola, y, en cambio, no sean capaces de ver la “marca” que deja el machismo en la mente y en la mirada de quienes justifican esa violencia contra las mujeres, sin que utilicen esos mismos argumentos sobre los tatuajes que llevan los hombres para justificar lo que les pasa, ni tampoco sus ropas, ni su peinado, ni el tipo de afeitado, como tampoco dicen nada de la hora o el lugar donde son abordados.

Entre mitos y estereotipos anda el juego, esa es la trampa que hace que siempre gane la banca del machismo. Y están grabados en la mente de quienes forman parte de la cultura para que la inmensa mayoría de los homicidios, agresiones y violaciones por violencia de género queden impunes.

El estereotipo, al asociar determinadas características a las personas y circunstancias, evita que se produzca el conflicto social, pues circunscribe lo ocurrido al contexto definido por los elementos estereotipados. Así, por ejemplo, cuando se produce la violencia de género y su resultado no es especialmente intenso, se recurre a los argumentos que hablan de que son cosas propias de las parejas, que los “trapos sucios se lavan en casa”, que “se le ha ido la mano”, que “quien bien te quiere te hará llorar”… de manera que se ve como algo privado que ha de resolverse en el seno de la relación, no en las instituciones que forman parte de la sociedad. Y cuando la violencia es lo suficientemente intensa como para traspasar los límites establecidos por los estereotipos, se recurre al mito para justificar socialmente algo que, en principio, no es aceptable, como ocurre con la violencia de género de intensidad grave, pues como afirmó Claude Levi-Strauss, el objeto del mito es proporcionar un modelo lógico para resolver una contradicción. De ese modo, el mito viene a resolver el conflicto social que supone encontrarse con una violencia contra las mujeres cuando, en teoría, no debería de producirse, de manera que se recurre a la idea de que esta violencia se debe al alcohol, las drogas o a los problemas mentales de “algunos hombres”, o incluso a la actitud, ropa, tatuajes… de las mujeres, y se evita tener que enfrentarse a la realidad social de la violencia de género en todas sus formas.

Al final, lo que el estereotipo no lograr retener dentro de determinados contextos es resuelto por el mito como algo puntual, excepcional o patológico, de forma que todo sigue bajo las mismas referencias generales.

El problema es que mientras que el tatuaje corporal se puede quitar de forma relativamente rápida con láser, el mental es más difícil de remover y sólo se puede hacer con educación, información y crítica. Esta es la única manera de limpiar y liberar la conciencia de los barrotes grabados por el machismo, y hacer que los ojos, además de mirar, vean la realidad.

Pero el machismo no quiere que se liberen las miradas que ven tatuajes en los cuerpos de las mujeres para justificar la violencia que sufren, porque hacerlo supondría que vieran también los privilegios en las vidas de los hombres que habitan su cultura patriarcal. Por eso el machismo está empeñado en recuperar el terreno perdido y presentar la Igualdad como un ataque, la libertad de las mujeres como una amenaza, y la educación en Igualdad como adoctrinamiento.

El machismo impone la moral y los machistas son sus guardianes. No lo olvidemos.

Fuente: https://rebelion.org/tatuajes-mitos-y-estereotipos/

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