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Jaume Funes: “Un adolescente no puede dejar de estar conectado”

28 de junio de 2017 / Fuente: http://blog.tiching.com/

Jaume Funes

En resumidas cuentas, ¿qué es la adolescencia?
La adolescencia es un invento moderno. Es un tiempo de la vida que va desde el primer curso de la Educación Secundaria Obligatoria hasta los 17 o 18 años. Aunque también hay mucha gente que dice que no se acaba, porque en la práctica hay una parte de la adolescencia que es la parte que tiene que ver con las responsabilidades sociales, y que todo depende de las posibilidades que los chicos y chicas deban asumir en su vida.

¿Un invento moderno?
Sí. Es un lujo de las sociedades que tienen recursos. Lo que pasa es que se convierte en universal cuando con la crisis económica no necesitamos mano de obra barata joven y cuando las ideas se globalizan.

¿Cómo podemos conseguir que los adolescentes quieran aprender?
Hay un par de problemas que se tienen que resolver primero. Para empezar, que la escuela tenga algo que ver con su vida. La distancia entre lo que el adolescente vive y la escuela es tan enorme que es muy difícil justificarle que tiene que estudiar. Esto lleva a otra pregunta: ¿para qué le sirve al adolescente ir a la escuela? Más allá de los argumentos clásicos, como el ascensor social, que han quedado atrás, el gran reto es cómo conseguir que los adolescentes mantengan el deseo de saber y se hagan preguntas. Y además, el mercado acaba dominándolo todo e intenta que el grupo formado por los adolescentes simplemente consuma y no piense nada.

¿Se está convirtiendo la adolescencia en un nicho de mercado?
Sí. Acaba siéndolo. De hecho, las grandes multinacionales del consumo tienen la tesis de que si hacen de un adolescente un buen consumidor, lo mantendrán como tal a lo largo de toda la vida.

Los jóvenes actuales ya se han criado en un mundo digital. ¿Cómo debe la comunidad educativa actuar ante ese hecho?
Hoy, la forma en que piensa cualquier niño o niña medianamente inmerso en ese mundo, sus formas de razonar, no representan los patrones clásicos del pensamiento. Piensan virtualmente, con categorías que no son ni el tiempo ni el espacio. Es decir, las formas de razonar y comprender el mundo han cambiado sustancialmente. Hay que descubrir el proceso de razonamiento con el que llegan a asumir todo ese conocimiento.

¿Hay más grandes cambios debidos a esta inmersión en lo digital?
Otro de los grandes cambios es en el campo de la identidad. Nos preocupa que tengan amigos virtuales. Pero los buenos adolescentes tienen multiplicidad de amigos virtuales y presenciales, se mueven en redes diversas y alternan una cosa con la otra.

¿Debemos educar en la diferencia entre el mundo presencial y el virtual?
Sí. Más que nada hay que educar en que su identidad sea múltiple y que sus interacciones sean en lugares múltiples, como hacemos al decir que deben tener amigos con gustos diversos. Las dificultades aparecen cuando alguien solo es virtualmente, aunque a veces es una solución para algunos chavales que no eran ni virtualmente. Pero ser solo virtualmente es incompleto.

Usted diferencia entre estar conectado y estar disponible. ¿Puede explicar esa diferencia?
En la actualidad un adolescente no puede dejar de estar conectado. De hecho, cualquier programa para adolescentes y jóvenes debe tener wifi potente gratis. Estar conectado significa simplemente “yo sé que mis amigos saben que estoy y mis amigos saben que si quieren están”. Pero yo decido cómo gestiono esa conectividad.

¿Y hasta qué punto es eso importante para ellos?
Los adolescentes han interiorizado que su estado es estar conectado. Lo han interiorizado como un estado vital. Entonces tú no le puedes decir “ven aquí y desconecta”. Debes decir “ahora aparcas la conexión y experimentas otro tipo de experiencias y vivencias”. Porque lo que ha de aprender es que aunque estés conectado no siempre estás disponible. Deben aprender que su vida propia tiene valor, pero no sobre la base del concepto de conectar y desconectar.

¿Deberíamos dar una educación que les impulse en mayor medida a dejar a un lado las tecnologías?
Podríamos educarlos de otra manera. Pero creo que es mejor invertir los esfuerzos en que sea mejor ciudadano que no en otra cosa.

¿Cree que el fácil acceso a la pornografía hace necesaria una mejor y más temprana educación sexual?
Lo que no tiene sentido es darles educación sexual sin tener en cuenta que todos han visto vídeos porno. El riesgo de ver pornografía a estas edades es que crean e imaginen que la realidad de la sexualidad sea la que ven en el vídeo porno. El problema lo tiene quien no tenga otros estímulos que los del vídeo porno.

¿Estamos los adultos cada vez más lejos de los adolescentes?
Ese es un dilema eterno. El adolescente debe descubrir en los adultos dos cosas: primero que nos interesa su mundo y después han de vivir que verdaderamente nos preocupamos por su persona, no por los problemas que puedan tener en su historia. Los padres no se preocupan de la felicidad, solo se preocupan de las drogas, del sexo y de alguna otra cosa parecida. Entonces ellos piensan que los adultos no les pueden entender.

¿Y cómo hacemos eso?
Tan solo hay que hacer el ejercicio de escucharles, ver de qué hablan, utilizar parte de su lenguaje, hablarles de cosas que les preocupan a ellos y no de los temas que a ti te preocupan. Si no haces eso, construyen mundos paralelos a nosotros de los que no tenemos ni idea.

¿Cree que los adolescentes deben participar en más decisiones a nivel social y comunitario?
Sí. Pero los adultos tenemos primero que aceptar un principio: que tienen derecho a equivocarse. Si dejas decidir, has de asumir que no siempre decidirá como tú quieras. El problema no está en equivocarse, sino en llevarle a descubrir dónde está el error o qué costes ha tenido una experiencia o la otra.

Fuente entrevista: http://blog.tiching.com/jaume-funes-adolescente-no-puede-dejar-estar-conectado/

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España: Los colegios se rebelan

Europa/España. 24/06/2017.  Fuente: El Pais. Autor: Nacho Carretero.

El barrio de la Ventilla, en Madrid, está escondido. El Paseo de la Castellana, la avenida de Asturias y el parque de La Ventilla lo encajonan y aíslan del resto de la ciudad. En ambas calles, en los años 60, levantaron grandes edificios de viviendas para que, cuando uno entrase en Madrid por el norte, no viese desde la ventanilla la pobreza de La Ventilla.

Hoy sigue siendo un barrio popular y humilde. Y, desde hace unos años, está custodiado por las cuatro torres; cuatro rascacielos que se yerguen sobre las casitas de ropa tendida en la ventana y teja gastada. En el corazón del barrio, con el recreo a los pies de los rascacielos, existe un colegio llamado Centro de Formación Padre Piquer. Parece un cole de barrio más. No lo es.

De Madrid a Vilanova de Arousa, en Pontevedra, solo hay un salto. El necesario para girar en un cruce improbable desde una carretera comarcal en pleno corazón de las Rías Baixas. Tras dos curvas y un par de baches, se llega al CEIP Viñagrande-Deiro. Otra vez, desde fuera, nada especial.

Ambos, Padre Piquer y Viñagrande, son dos de los -cada vez más numerosos- centros y colegios que imparten una educación alternativa en España. ¿Aulas fijas, asignaturas y libros de textos? Eso es pasado en estos lugares.

Estos colegios no tienen asignaturas ni libros de texto. Los profesores y los alumnos se mueven entre aulas y se mezclan por edades

“Aquí trabajamos con ámbitos, no con asignaturas”. Lo explica en el laboratorio del colegio Ángel Serrano, director general del Padre Piquer, un centro que es concertado y propiedad de la Fundación Montemadrid. A él acuden alumnos a partir de 12 años, un desafío añadido en lo que a pedagogía alternativa se refiere. “Tenemos el ámbito socio-lingüístico y el matemático-científico. No tenemos asignaturas ni libros de texto, trabajamos con material digital, en grandes grupos de unos 60 alumnos y con tres o cuatro profesores. Llevamos a cabo proyectos y trabajos en los que el alumno tiene la iniciativa y el profesor le va guiando. Tienen un margen de libertad muy amplio, ellos deciden por dónde avanzan. Y encima con adolescentes, cuando lo habitual es que este tipo de metodología se implemente en educación infantil”.

Y así funciona la educación infantil en el Viñagrande, colegio público. Su director es Javier García, un joven que, hace tres años, a punto estuvo de abandonar su carrera docente. “Entré en este colegio y me encontré a profesores desmotivados y alumnos sin energía. Tenía dos opciones: o me iba o cambiábamos esto de arriba a abajo”. Y lo cambiaron.

Javier y su equipo empezaron a tirar muros y tabiques para proporcionar espacios abiertos. “Y más que tiraríamos su pudiésemos”, dice. Abandonaron los libros de texto y las asignaturas. Y mezclaron a los alumnos por edades. Los de primero y segundo trabajan juntos, igual que los de tercero y cuarto y los de quinto y sexto. En su caso, la materia de enseñanza se clasifica por contextos. Tienen cuatro: el humanístico, el literario, el matemático y el científico. “Los niños van participando en proyectos, no seguimos las lecciones de un libro. En el proyecto, además de aprender la materia, la trabajan en distintos ámbitos, hacen reportajes, la tuitean, intercambian ideas… La diferencia con lo que hacíamos hace años es abismal”.

En ambos centros la atmósfera está lejos de la que un niño de los años 80 (ni hablar si nos retrotraemos más) sentía al entrar en su colegio. Mientras cruzamos el patio del colegio Padre Piquer, podemos ver a dos niñas pintando sobre sendos caballetes mientras otros chicos juegan al tenis y, de fondo, un tercer grupo completa un mural en una pared. Un ambiente renacentista en pleno barrio popular de Madrid.

En el Viñagrande nada parece un colegio. Las aulas son amplias, luminosas y están llenas de estímulos: libros, ordenadores, murales, pizarras, juguetes, un supermercado de plástico, fotografías, cámaras de vídeo, tablets, trípodes… Los niños se mueven de un espacio a otro, sin aparente orden ni concierto. Una profesora pasa descalza por el pasillo. “Y, sin embargo, están trabajando”, dice Javier. “Están trabajando muchísimo. Cada chaval está en un proyecto y el profesor les va orientando y ayudando. Tienen que completar los proyectos de la misma forma que antes tenían que aprenderse la lección. Solo que la forma es muy distinta”.

Echando un ojo en los alumnos se perciben niños y niñas llenos de energía, ansiosos por completar proyectos. “Sentar a un niño a las 9 de la mañana y pretender que te esté escuchando cinco horas es absurdo”. Por eso, en Viñagrande, lo primero que hacen los alumnos al llegar es una hora y media de ritmo, movimiento y gimnasia. María Castro, profesora de Educación Física, lo explica. Y en su discurso emplea términos como “sinapsis, corteza cerebral, hemisferios, reflejos primitivos, psicomotricidad…”. Y lo que María cuenta es que “un niño de 6 años es puro movimiento. O los estimulamos o los medicamos en nombre de la hiperactividad para que estén seis horas sentados en silencio”.

Las nuevas corrientes

Padre Piquer y Viñagrande aplican metodologías alternativas a las habituales en el sistema educativo español. Cumplen la ley y son sometidos a inspecciones continuas. El resultado es el mismo, los alumnos salen formados. Lo que cambia es la forma.

Carmen Pellicer, presidenta de la Fundación Trilema, define este genérico y amplio concepto de pedagogía alternativa como “hacer las cosas de manera muy flexible. Encontrar lo que motiva a los alumnos y trabajar con eso”.

Eulàlia Torras, doctora y profesora de la Universidad Internacional de Valencia, añade que “las propuestas de la educación actual no son contrarias a la educación tradicional, al contrario, las bases se encuentran en modelos de ciencias de la educación que venimos utilizando desde hace muchos años. La innovación pone énfasis en las potencialidades de las tecnologías de la información y la comunicación”.

Los centros con métodos alternativos presentan las tasas de absentismo y fracaso escolar más bajas

Existen distintas escuelas o métodos, la mayoría de ellos creados a principios del siglo pasado. Uno de los que más éxito está teniendo es el de la escuela de Waldorf, en el que la autorrealización el alumno es el objetivo prioritario. No existen asignaturas ni libros y los niños no aprenden a leer ni escribir antes de los 7 años, ya que emplean ese tiempo en jugar y desarrollarse.

La pedagogía Montessori, de origen italiano, deja libertad al niño y el profesor se convierte en observador. El método Regio Emilia, también italiano, se basa en experiencias reales y el Changemaker busca la transformación social mediante la creatividad. Hay muchos más métodos: Doman, Kumon, Amara Berri… Todos se caracterizan por diferenciarse de los métodos tradicionales y por dar mayor autonomía y libertad al alumno y al sistema de enseñanza.

Aula de enlace del Padre Piquer, donde los alumnos recién llegados a España aprenden castellano.
Aula de enlace del Padre Piquer, donde los alumnos recién llegados a España aprenden castellano. LUIS SEVILLANO ARRIBAS

Explica Eulàlia Torras que, básicamente, todos los métodos responden a tres tendencias: “el conductismo, el cognitivismo y el constructivismo. El constructivismo es actualmente el que cuenta con un mayor número de modelos educativos”.

«No somos hippies»

“Hay padres que creen que aquí somos hippies. Y de hippy ya me dirás tú que tengo”, dice Javier riendo, a la entrada del Viñagrande. “Una cosa es que el alumno sea más libre aquí y otra que haga lo que quiera. No. Aquí estamos constantemente vigilando, atendiendo y supervisando a los alumnos para que rindan al máximo”.

«Algunos padres se creen que somos hippies. Es normal que desconfíen, pero los resultados están ahí».

De hecho, los métodos de evaluación del Viñagrande son más rigurosos que los de colegios tradicionales. “Les calificamos a diario. Valoramos cómo desarrollan sus proyectos y tienen notas cada día. Lo que pasa es que ponemos el foco en lo positivo, en lo que se les da bien, e intentamos potenciarlo. Realizamos informes para los padres y siempre empezamos por lo bueno, por lo que se le da bien al alumno. Para que los padres se estimulen”.

En el Padre Piquer también se han encontrado con la desconfianza de algunas familias cuando, en el año 2003, instauraron su nueva metodología de trabajo. Mónica Díaz-Masa es la coordinadora del Aula Cooperativa Multitarea del colegio. “Desde que implementamos este método, solo dos familias han sacado a sus alumnos del centro. Normalmente, las familias que desconfían de este sistema, son familias con niños de muy buenas notas, que temen que si viene a un centro así empeore su rendimiento”. Sin embargo, los datos del Padre Piquer son claros: 85% de éxito escolar (graduados) y un absentismo de solo el 0,7%, uno de los más bajos de España.

Y eso en un centro con 1.100 alumnos en el que el 77% de ellos están becados. Es decir, la mayoría procede de familias de clase media y baja y con riesgo alto de abandono escolar. Por si fuera poco, en el Padre Piquer hay niños y niñas de 34 nacionalidades distintas y ocho religiones. Todo un mosaico que, para sorpresa de muchos, funciona. “A los tres meses ya notamos un cambio bestial”, dice Ángel. “A los padres que nos muestran dudas, además de explicarles en qué consiste esto, les mostramos los datos. Y son incontestables”.

Más allá de desconfianzas u opiniones, está la ley. Todas las escuelas del territorio español deben adaptarse al sistema educativo, dependiente tanto de la administración central como de las autonómicas. Este sistema obliga a incorporar competencias básicas, tales como comunicación lingüística, matemáticas, ciencia, iniciativa, civismo, etcétera. Mientras se logren estas competencias, la ley es flexible en el cómo.

Tanto el Padre Piquer como el Viñagrande, al igual que el resto de colegios de España, reciben inspecciones períodicas y deben responder ante sus respectivas Consejerías. “Ven que nuestros sistemas están funcionando y no tienen motivos para ponernos obstáculos. La administración es favorable a ir evolucionando”, explica Javier García.

«De la misma forma que no queremos el sistema médico de hace 40 años para nuestros hijos, los padres no deberían querer su modelo de educación para sus hijos»

Una evolución que parece inevitable. El sistema de hace solo dos décadas ya no sirve para los niños del siglo XXI. “Muchos padres imaginan la educación de sus hijos tal y como fue la suya, pero al igual que no es lo mismo ir al médico hoy que hace 40 años, tampoco la educación es igual. Los sistemas de nuestros padres no responden a las necesidades de los niños de hoy”, explica Carmen Pellicer. “Los centros con metodologías innovadoras son los que están mostrando menor tasa de absentismo escolar y menor fracaso. Eso significa que están funcionando”.

Fuente noticia: http://epv.elpais.com/epv/2017/06/21/seccion_espana/1498052109_118662.html

 

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Honduras: De cada 100 niños que trabajan, 61 están fuera del sistema educativo

Honduras / 21 de junio de 2017 / Fuente: http://www.radiohrn.hn/

Del total de menores que trabajan, unos 244 mil no estudian y 156 mil lo hacen a medio tiempo, en la medida en que sus ocupaciones laborales lo permiten.

En Honduras alrededor de 400 mil menores desarrollan quehaceres en distintos renglones productivos, lo que representa el 15 por ciento de la población en edades entre 5 y 17 años.

Y, de ese total, el 61 por ciento de los menores están totalmente fuera del proceso de enseñanza aprendizaje, de acuerdo con los informes recientes elaborados sobre dicho fenómeno.

Sólo el 39 por ciento de los niños desempeñan un trabajo específico y, al mismo tiempo, asisten a sus deberes escolares, pero se encuentran en una situación de desventaja en relación con sus pares que están dedicados por entero a la educación.

Los porcentajes referidos se traducirían así: Del total de menores que trabajan, unos 244 mil no estudian y 156 mil lo hacen a medio tiempo, en la medida en que sus ocupaciones laborales lo permiten.

El drama de los niños que se ven obligados a trabajar y abandonar su formación académica se presenta con más énfasis en las comunidades rurales que, casualmente, son las que presentan el mayor nivel de pobreza.

Se estima que de los 400 mil infantes que realizan actividades económicas, casi el 70 por ciento; es decir, alrededor de 280 mil menores viven en la zona rural.

Un elemento que se destaca cuando se revisa la situación de los niños y de los adolescentes hondureños es que más del 40 por ciento lo hace por debajo de la edad mínima permitida por las leyes vigentes; es decir, entre 5 y 13 años.

En su casi totalidad, son niños excluidos de las oportunidades que corresponden a su grupo poblacional y que están en alta fragilidad social y económica, objeto de las peores formas de explotación laboral.

Los rubros que presentan un mayor peso de mano de obra infantil son la agricultura, silvicultura, caza y pesca con un 50 por ciento; igual que el comercio, junto con hoteles y restaurantes, con un 24 por ciento.

Luego aparecen los servicios comunales, sociales y personales, la industria manufacturera, la construcción, el transporte y el almacenamiento y comunicaciones que tienen contratado un significativo porcentaje de la fuerza laboral infantil.

A estos renglones se suman la explotación de minas y canteras, los establecimientos financieros, seguros, bienes inmuebles, electricidad, gas y agua.

El trabajo infantil es un fenómeno que va en aumento, lo que quiere decir que es más elevado el número de menores que tienen obstaculizado su acceso y permanencia en la educación, a la vez que se desenvuelven en ambientes peligrosos que afectan su desarrollo moral, social, físico y psicológico.

Fuente noticia: http://www.radiohrn.hn/l/noticias/de-cada-100-ni%C3%B1os-que-trabajan-61-est%C3%A1n-fuera-del-sistema-educativo

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Neus Sanmartí: “Sólo aprende quien se autoevalúa”

14 de junio de 2017 / Fuente: http://blog.tiching.com

Neus Sanmartí

Antes que nada, ¿qué entendemos por didáctica?
Es el arte, la ciencia y la tecnología de enseñar, organizar el aprendizaje y las maneras de ayudar al alumnado a adquirir las formas culturales que la sociedad ha desarrollado a lo largo de la historia. Y como dice J. Gimeno Sacristán, los distintos enfoques también responden a una ideología.

¿Cuál cree que es el objetivo de la educación?
El objetivo fundamental es ayudar a formar personas competentes para vivir en el mundo de una manera productiva, no para ganar más dinero, sino culturalmente y para el bien de la sociedad en su conjunto. Se trata de promover el desarrollo de diferentes componentes o dimensiones de las competencias.

¿Cómo definiría de manera sencilla lo que son las competencias básicas?
Son todas aquellas capacidades complejas que comportan movilizar muchos tipos de saberes, actitudes, procedimientos, emociones y conocimientos para llevar a cabo una acción de manera válida y relevante socialmente.

¿Cuáles son las competencias básicas que se deberían enseñar en la escuela?
La más básica es la de saber actuar en grupo, de ser capaz de trabajar en equipo y con personas heterogéneas. Luego destacaría la competencia comunicativa, que también hace referencia a la capacidad de relacionarse.

Capacidades esenciales para la convivencia…
También destacaría la capacidad de autoevaluarse, es decir, que el alumno sepa reconocer lo que está aprendiendo y lo que debe mejorar. Por último, la competencia que va ligada al conocimiento y de saber activarlo siempre que sea necesario. De nada serviría ser un buen comunicador si lo que se dice no es coherente, por ejemplo, con el conocimiento científico consensuado por la humanidad en el momento actual.

A nivel práctico, ¿cuál es el método más eficaz para enseñar estas competencias dentro del aula?
Va muy ligado a la competencia que se quiere ayudar a desarrollar. Es fundamental partir de los conocimientos previos y, a partir de aquí, promover la práctica que conlleva su evolución así como la reflexión sobre su razón de ser, sus fundamentos. Así, si queremos potenciar el trabajo en equipo en la escuela se tendría que trabajar en grupos cooperativos y hablar sobre por qué es ello necesario en una sociedad plural, en la que para hacer algo relevante se ha de saber trabajar con otros. Y si se trata de la competencia científica tenemos que promover que en la escuela se haga ciencia. Es esencial fomentar las competencias a través de su práctica y no solo mediante teoría.

¿Qué importancia tiene que un alumno sepa evaluarse?
Es básico para tener autonomía o para lo que denominamos aprender a aprender. Es fundamental darse cuenta de si estás haciendo las cosas bien y de apoyarte en los soportes necesarios para mejorar. Las personas que se autoevalúan son las que aprenden, y las que no, solo repiten. Aprendemos a partir de nuestros errores y solo los pueden corregir quienes los han cometido.

¿Cómo enseñar a un estudiante a ser autónomo en el aprendizaje?
Una persona autónoma puede reconocer si realmente está aprendiendo y si está haciendo una tarea o actividad de una manera más o menos adecuada. Pero para ello es necesario tener claros sus objetivos, ser capaz de anticipar y planificar cómo realizarla, y apropiarse de los criterios de evaluación más idóneos en función del objetivo. Por tanto, habremos de ayudar a los estudiantes a ser capaces de construir lo que llamamos “Base de Orientación de la acción” y evaluarla-regularla bien.

Usted es crítica con los criterios de evaluación actuales, ¿qué problemáticas presentan?
Se confunde y asimila la evaluación únicamente a poner notas. Personalmente creo que la puntuación no es un problema si es para certificar o acreditar que se ha aprendido, pero que en cambio no tiene sentido en el contexto escolar diario, solo para comunicar que no se ha aprendido. Debemos tener en cuenta que lo importante de la evaluación es que nos ayude a aprender y, por tanto, los criterios de evaluación han de posibilitar comprender las razones de las dificultades y orientar sobre cómo superarlas. En este sentido, una buena rúbrica es un instrumento idóneo para compartir criterios de evaluación.

¿Qué criterios de evaluación se tendrían que utilizar en la escuela?
En clase los profesores estamos siempre evaluando y los estudiantes se autoevalúan también constantemente, comparándose con los demás. Muchos de los aprendices que decimos que “no se esfuerzan”, es porque al autoevaluarse y comprobar que no hacen bien las tareas (o no tan bien como otros compañeros) toman la decisión de dejar de esforzarse. Por ejemplo, saber que cometemos 7 faltas de ortografía y que esto es un “3” en la nota, no nos ayuda a mejorar. Pero en cambio, sí que es útil saber qué tipo de faltas son y qué se puede hacer para mejorar en relación a a cada uno de ellos. Lo importante es promover que el propio alumno, al autoevaluarse, pueda tomar decisiones que le ayuden a mejorar y tenga al alcance las herramientas necesarias para ello. Pero este cambio de perspectiva es complejo, ya que comporta cambios en todo el sistema de enseñanza y aprendizaje.

¿Están los docentes preparados para afrontarlo?
Los docentes somos capaces de aprender, pero no tengo claro que todos tengan la intención de hacerlo. El contexto educativo, como el de cualquier institución, cambia mucho y rápidamente, y el profesorado tiene que estar dispuesto a reciclarse constantemente para poder transformar algunas de sus prácticas y ser capaz de poner en práctica lo que se pretende enseñar. Por ejemplo, enseñar a trabajar cooperativamente a los estudiantes requiere ser experto en cooperar con otros profesores en el marco de un centro educativo. Pero a pesar de que la profesión docente es una de las más conservadoras y en la que los cambios necesitan años, todo se puede aprender. Yo misma, hace 30 años consideraba que el tema de la evaluación era el menos interesante para cambiar y profundizar en el escuela (era un mal necesario), y en cambio ahora lo considero básico. Si no cambia la evaluación, no cambia nada.

En diferentes ocasiones ha afirmado que la comunicación es el eje de todo aprendizaje. ¿Por qué?
Sostengo que los criterios de evaluación acostumbran a ser un misterio para los alumnos y, en general, todo lo que se relaciona con la evaluación es algo que solo forma parte de la esfera del profesorado. Pero si no se da mucha importancia a la comunicación, a ser transparentes y compartir con los que aprenden las razones de las decisiones que van tomando, se hace muy difícil ayudar a los alumnos a mejorar.

¿Cree que las TIC han cambiado las reglas del juego en el sector educativo?
La educación es uno de los campos en los que hasta ahora menos han cambiado. Si nos fijamos en la estructura de una clase, nos daremos cuenta que es prácticamente igual que hace 150 años: pupitres alineados frente a la mesa del profesor y la pizarra, libros de texto y ejercicios que son aplicaciones mecanicistas de lo que indica en el libro, etc. Las TIC, en gran parte, se continúan utilizando desde la misma perspectiva metodológica, pero es cierto que tienen un potencial de cambio muy grande y ya se están viendo prácticas que sí que transforman el aula y las formas de aprender.

En este sentido, ¿qué retos afronta la educación a corto plazo?
Las clases deberían ser más flexibles, en horarios, formación de los grupos, currículos…, y los alumnos más autónomos, es decir, con más iniciativa y posibilidad de tomar decisiones sobre cómo avanzar en todo tipo de conocimiento. Y todo ello sin olvidar que las personas son animales sociales, que aprendemos interactuando con otros que saben más y que nos ayudan a comprender saberes que la humanidad ha ido construyendo a lo largo de la historia. Por tanto, el profesorado continúa teniendo una función muy importante, aunque diferente de ser puramente transmisores de dicho conocimiento.
Y todo ello implica, entre otras muchas cosas, que es necesario también cambiar la estructura y la arquitectura de los edificios. Son cambios que deben interiorizar los familiares, ya que a menudo hay maestros que quieren hacer cosas diferentes y se enfrentan con su oposición porque sus hijos no están aprendiendo lo mismo que ellos aprendieron en la escuela ni de la misma forma. Pero es cierto que el mundo de la escuela está transformándose desde abajo, y no por las “reformas” que vienen de arriba.

Fuente entrevista: http://blog.tiching.com/neus-sanmarti-solo-aprende-quien-se-autoevalua/

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Si alguien te dice que tú no puedes, se equivoca

Por: Rodrígo J. García

Tenían las manos atadas… y sin embargo sus dedos danzaban, volaban, dibujaban palabras (Eduardo Galeano).

“¡Disculpe! ¿Por qué en los equipos de gente que diseña los coles no hay niños y niñas, si somos nosotros los que vamos a pasar aquí más tiempo?” —preguntaba un poco soliviantada Paola, alumna de 6º B, a una profesional que les visitaba.

“¿Por qué no empezamos por cambios pequeños y rápidos para que, los que estamos en 6º, podamos ver hechas nuestras propuestas, antes de marcharnos al insti?” —manifestaba Lidia.

En el ‘post’ anterior describimos una experiencia colectiva de aprendizaje de toda una localidad… protagonizada por más de 250 alumnos y alumnas de entre 5 a 11 años, del Colegio Público de Educación Infantil y Primaria ‘Atalaya’ de Atarfe, en Granada. Nos ocupamos de un proyecto de colaboración de 9 docentes, con más de 500 madres, padres, abuelas o abuelos y con otros agentes socioeducativos de la localidad.

Esta labor de aprendizaje y sensibilización consiguió dar sentido a las actuaciones de cuidado y de normalización de la diversidad funcional en el colegio y en la localidad. Una iniciativa pedagógica que, recordaremos, adoptó el nombre de CapaCiTados y con el que, el Colegio ‘Atalaya’ consiguió el premio ‘Acción Magistral, 2016’.


 

Esther Diánez (profesora y tutora de 4º B) y José Alberto Martín (profesor especialista en el desarrollo de las competencias digitales en el alumnado) fueron los coordinadores. En la actualidad siguen liderando el impulso de nuevos proyectos pedagógicos en el Colegio ‘Atalaya’.

En esta segunda entrega, nos ocupamos de mostrar las concepciones pedagógicas de base, las claves profesionales de la práctica docente de Esther y José Alberto. Se trata de sacar a la luz pública, de compartir y someter a escrutinio y diálogo, las razones que han otorgado sentido a su diaria tarea de enseñanza.

Al darle la voz a los alumnos y a las alumnas en la gestión de los proyectos conseguimos que nuestros retos ‘se vengan arriba’ y que nuestras pretensiones iniciales se disparen hacia metas más altas, en relación con la mejora social. Favorecemos que las tareas se hagan con mayor motivación, implicación y creatividad y, sin duda, alcanzando un mayor y mejor desarrollo competencial ¿No es eso, en definitiva, de lo que trata la escuela?” — afirman Esther y José Alberto.


Ambos docentes consideran necesario que los estudiantes dispongan de referencias valiosas que motiven e inspiren su tarea de aprendizaje. Cuando no las encuentran cerca, las buscan en la aldea global.

Un ejemplo lo encontramos en otro de los proyectos pedagógicos, desplegado a lo largo del curso 2014/15, `Un espejo en que mirarte´. Coordinado, en este caso, por Esther y que contó con la colaboración de José Manuel Escobero, por entonces profesor del Colegio ‘Atalaya’.

68 científicas, incluida una Premio Nobel, redactaron una carta de motivación, poniéndole rostro al significado de una verdadera innovación: despertar en el alumnado las ganas de crear, investigar, soñar con metas grandes, gracias a la lectura de las cartas y al diálogo presencial con algunas de estas mujeres de referencia.

Esther, se rebela frente a la tradicional adscripción de intereses y aspiraciones por razones de género y frente la distancia, demasiado habitual, de las niñas hacia las profesiones más científicas. Por eso, asumió que un proyecto de aprendizaje debía acercar, de manera personal, a cada estudiante con las reflexiones y vivencias de una profesional investigadora, para despertar la motivación e interés por el estudio de las ciencias, especialmente en el caso de las chicas, promoviendo el análisis crítico de una asunción pasiva de determinados roles asociados tradicionalmente a su género.


El proyecto se nutrió de las aportaciones de científicas de un total de 12 países. Incorporó, además, una propuesta didáctica sustentada en la lectura de las cartas y ajustada a los posibles intereses de distintos niveles educativos.

Proyecto ‘Cree en ti’. Plan de igualdad ‘Atalaya’. 2016. ESTHER DIÁNEZProyecto ‘Cree en ti’. Plan de igualdad ‘Atalaya’. 2016. Esther Diánez

Entre otros objetivos, había que suscitar la reflexión individual y colectiva, en profundidad, sobre las experiencias y aspiraciones que mostraban las cartas y las presentes en el entorno de cada grupo, en el lenguaje y en las relaciones cotidianas de los alumnos y las alumnas.

La invitación:

“Querida ___________:

Te escribimos desde el Colegio ‘Atalaya ‘de Atarfe, en Granada. Somos un grupo de maestros y maestras que no nos resignamos a asomarnos a las cifras de fracaso escolar, de desmotivación, de abandono. Queremos torcer el brazo a ese conformismo que nos puede costar el futuro de este país y queremos hacerlo con más implicación, más compromiso, más trabajo y, —aquí necesitamos tu ayuda— más ciencia (…)
Te proponemos participar en nuestro proyecto “Un espejo en que mirarte”, enviándoles un texto breve a nuestras alumnos y alumnas, invitándolas, retándolas a abrazar la ciencia, abriéndoles las puertas a lo mejor que han dado hombres y mujeres en miles de años de desarrollo, de investigación científica (…)

Atentamente,
Esther Diánez Muñoz. Coordinadora del Plan de Igualdad”
(extracto de la carta invitación a participar en el proyecto)

Proyecto ‘Cree en ti’. Plan de igualdad ‘Atalaya’. 2016. ESTHER DIÁNEZProyecto ‘Cree en ti’. Plan de igualdad ‘Atalaya’. 2016. Esther Diánez

Y, una de las 67 respuestas:

“Qué pena que no te conozca porque me gustaría decirte esto mirándote a los ojos.
Me llamo Luz. Si cuando tenía tu edad me hubieran dicho que acabaría siendo investigadora, me lo hubiera tomado como una broma de mal gusto. Me habría dolido porque hubiera pensado que estaban jugando con mis esperanzas y con cosas que parecen imposibles. Me habría enfadado, no se me daban bien los estudios y además lo último que me apetecía por las mañanas era enfrentarme al colegio otra vez.
Quizás no me creas lo que voy a decir, y no hace falta que me creas, yo tampoco me lo habría creído, pero al menos recuérdalo.
Si alguien te dice que tú no puedes, se equivoca. A mí también me lo dijeron. En serio. No está escrito quién puede y quién no puede. Por muy importante que parezca la persona que te lo dice, no lo sabe. Nadie sabe eso.
Si alguien te da un consejo, piensa si esa persona es como tú quieres ser o no, antes de seguirlo. Piensa si ese consejo es válido para lo que tú quieres ser.
Si te gusta algo, sigue con ello adelante. Nadie tiene la clave y nadie sabe lo que va a pasar (…). Tú sigue adelante. A un compañero mío del cole lo castigaban por cantar en clase y ahora está componiendo música de bandas sonoras, a otro también lo castigaban por mal comportamiento y ahora es guionista de cine. A mí me suspendían por faltas de ortografía y acabo de desarrollar un juego que hace que los niños y niñas mejoren su escritura (…). En serio. La ciencia no sólo trata de teorías grandes para dar explicación a las cosas grandes que pasan en el mundo. La ciencia también trata de ayudar a personas y puede impactar día a día. La manera de descubrir las cosas no está marcada por nadie, tú puedes descubrir lo que tú quieras (…). No hace falta que tengas claro tu sueño. Solo haz y trabaja por lo que te haga feliz, por lo que consideres justo y eso te llevará a tu pasión. Busca lo que realmente te gusta y piensa que, si quieres, puedes ser muy buena en ello. Porque puedes llegar a ser lo que quieras ser. Con determinación y esperanza,
Luz Rello. Investigadora Predoctoral. Premio a la Mejor Investigadora Europea Joven 2013. Departamento de Tecnologías de la Información y Comunicación. Universitat Pompeu Fabra.”

El resto de las respuestas y la propuesta didáctica se encuentran para consulta en el documento ‘on-line’ del proyecto.

Proyecto ‘Cree en ti’. Plan de igualdad ‘Atalaya’. 2016. ESTHER DIÁNEZProyecto ‘Cree en ti’. Plan de igualdad ‘Atalaya’. 2016. Esther Diánez

Por lo que hemos podido comprobar, plantearse retos sociales en la clase de 4ºB es algo indispensable. Siempre están ideando propuestas, analizando realidades y dialogando en busca de soluciones. En este trimestre —comenta Esther— nos traen de cabeza los proyectos de centro “Cree en ti” y “Crea tu cole”. El alumnado está transformando el centro, partiendo de sus ideas y propuestas.

El reto principal del proyecto ‘Crea tu cole’, como en el resto de proyectos, es la inclusión. Los niños son los que van a realizar un diseño del centro con espacios para la creación, el aprendizaje, las relaciones sociales … “Los alumnos y las alumnas sueñan con poder pintar y aprender a pintar como grandes artistas, con crear espacios para cantar o diseñar ropa, con quitar las mesas y trabajar en un puf… son muy bonitos y hay que escucharlos porque la escuela es suya. Estamos volviéndonos locos para hacer realidad esos sueños”- afirma Esther Diánez, en una reciente entrevista.

Hace una semana les visitaba una diseñadora de interiores y una especialista en neuroarquitectura. Era verdaderamente sorprendente observar a los estudiantes opinando sobre los espacios:

“¡Disculpe! ¿Por qué en los equipos de gente que diseña los coles no hay niños y niñas…”

“Una batería de inquietudes asalta a los estudiantes cada vez que alguien les visita y posibilita abrir las mentes a nuevas ideas y propuestas. Periodistas, científicos (y sobre todo científicas), diseñadoras de trenes, fisioterapeutas, arqueólogos, astrónomos, y una lista interminable de profesionales han pasado por la clase; han generado nuevas inquietudes y mejores expectativas. Así que, aquí seguiremos… soñando y creando juntos el colegio Atalaya con la creencia firme de que la escuela es el verdadero motor de transformación social” (Esther Diánez y José Alberto).

En la Universidad de Granada. ESTHER DIÁNEZ Y JOSÉ ALBERTO MARTÍNEn la Universidad de Granada. Esther Diánez y José Alberto Martín

En diálogo con estos docentes y después de estudiar y analizar sus proyectos, hemos podido constatar que su preocupación no es la de preparar a las nuevas generaciones para el futuro, sino para el presente. Acometer problemas cotidianos es una magnífica oportunidad para aprender a aprender y sentirse con el poder de enfrentarse a otros muchos que se les irán presentando a lo largo de toda su vida. El secreto está en centrar el esfuerzo en lo que les interesa, lo que les rodea y unirlo a lo que, con su esfuerzo, pueden aportar, en ese momento, no en el futuro, a la sociedad. Éste es el sentido de su trabajo.

“Es importante que nuestros peques aprendan a gestionar su propio aprendizaje y sean conscientes de sus componentes, en muchas ocasiones, invisibles para ellos: ¿Qué queremos aprender? ¿Cómo se elabora y se planifica un proyecto?¿Cómo se evalúa? ¿Qué tipo de tareas hay que incluir? ¿Qué recursos vamos a necesitar? ¿Cuál será la distribución de los tiempos? ¿Qué competencias vamos a desarrollar? ¿Cómo vamos a difundirlo?… y un largo etcétera que parece custodiar el profe, a buen recaudo, en su programación, y que, en raras ocasiones, se pone sobre la mesa para que nuestro alumnado tome las riendas de lo que va a aprender y de cómo aprenderlo. En nuestra clase esa parte es vital para el trabajo.”

Son siete, ya, los años que lleva trabajando por proyectos el alumnado del grupo de 4º B: “desde los 3 años”, como afirman ellos mismos. Tienen interiorizado el lenguaje propio de la gestión de proyectos de aprendizaje. Tanto es así que, en el curso 2016-17, les surgió la idea de elaborar su propio tutorial de ABP (aprendizaje basado en proyectos), para ayudar al profesorado que se inicia en esta concepción de la enseñanza y del aprendizaje. Lo consiguieron y con un formato fresco y divertido, sin más pretensiones que apropiarse de conocimiento y disfrutar haciendo algo, que se les da muy bien, comunicar lo que saben.

Tutorial sobre aprendizaje por proyectos. Esther Diánez y José Alberto Martín

En este tutorial participó también alumnado de 6º B, que siempre aporta un estilo desenfadado y cercano en todas sus exposiciones. Tener su propio canal de YouTube les ayuda mucho a comunicar con éxito.

Planificar y gestionar sus propias metas ayuda a desarrollar las funciones ejecutivas, a fijar una ruta propia, a corregirse cuando hierran, a disfrutar cuando han dado con la solución a la primera o a perseverar cuando el objetivo es ambicioso, a gestionar el carrusel de emociones que van aflorando hasta llegar a la meta. Una meta donde la satisfacción nos espera impaciente. Todos esos elementos son clave en el día a día de un aula o, al menos, lo son en las nuestras” (afirman Esther y José Alberto).


Cuando el alumnado participa activamente en su aprendizaje se produce la magia. Una magia que, en contrapartida, nos lleva a poner sobre la mesa más recursos, más energía, más y mejor de nosotros mismos porque, ¿sabéis qué? ellos y ellas no se conforman con metas pequeñas, con objetivos que son fáciles de alcanzar. Mis pequeños monstruitos siempre están cargados de ideas y metas que superan cualquier expectativa que previamente pudiéramos tener. Y la verdad es que, pensándolo bien, es lo normal, porque a esas edades su creatividad es desbordante y su ingenio no tiene límites”.

Esta visión del aprendizaje ha llevado a Esther y José Alberto a desarrollar proyectos que han sido toda una aventura y verdaderos retos que, como insisten, han superado siempre juntos. “Y ese ‘juntos’ engloba cada vez a más gente, a más agentes, que tienen mucho que aportar. Por eso no sorprende ver en el aula a familiares que vienen a contribuir, expertos que vienen a asesorar, profes de otros coles para compartir experiencia, etc.”

José Alberto y Esther Diánez en la Final del Programa’ Watter Explorer’. Esther DiánezJosé Alberto y Esther Diánez en la Final del Programa’ Watter Explorer’. Esther Diánez

En octubre de 2016, el Colegio Atalaya consiguió el título de representantes nacionales del programa de Naciones Unidas ‘Water Explorer (Exploradores de agua). Una iniciativa educativa… “dirigida a niños y niñas de 8 a 14 años que, como estudiantes, emprenden diversas misiones para rescatar y preservar las reservas de agua de nuestro maravilloso mundo” (Acerca de Water Explorer. RED GAP).

Este logro les permitió continuar avanzando en los objetivos que se habían planteado como centro, hace ya tres años, en su iniciativa ‘Proyectando Futuro’ y concretar la tarea de participar, con el alumnado, en proyectos internacionales.

“Nuestro objetivo primordial de centro se asienta en la necesidad de enriquecer el entorno de nuestro alumnado, ya que, si la educación no lo remedia, éste se encuentra más cerca del abandono y el fracaso escolar y social, que del éxito y la excelencia” (Cecilio Martín, Director del Colegio ‘Atalaya’, en: Innovación STEM con conciencia y en comunidad: CEIP Atalaya).

Desde la organización de ‘Water Explorer’ establecieron que, al encuentro internacional de Londres, sólo podían asistir dos alumnos y un profesor. “¿Dos alumnos y un profe? Esos pobres organizadores no podían imaginar que, después de horas de negociaciones y más de 40 emails, se presentaría en Londres una delegación de Atarfeños (más conocida como la tribu de Atarfe) formada por 56 personas entre alumnos, profes, padres y madres.” (Atarfeños por el mundo. Esther Diánez)

Atarfeños por el mundo. Esther DiánezAtarfeños por el mundo. Esther Diánez

Las comunidades activas que trabajan juntas…¡¡¡son imparables!!! afirman Esther y José Alberto.

(*) Agradecemos a Esther Diánez Muñoz y José Alberto Martín Sánchez su colaboración, sus explicaciones y la información, documentación y material facilitados para la confección de este ‘post’. Quisiéramos hacer mención, agradecer y reconocer la labor del profesorado, de la comunidad educativa del Colegio ‘Atalaya’ y del resto de agentes sociales de Atarfe por su magnífica contribución a la dignificación de la tarea educativa.
Damos, las gracias a la profesora @LuzBeloso por cedernos la ilustración utilizada como imagen inicial de este ‘post’.

Fuente: http://elpais.com/elpais/2017/06/02/escuelas_en_red/1496396446_195935.html

 

 

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Sudáfrica: Enseñanza de calidad low-cost en un barrio desfavorecido

Sudáfrica/12 de Junio de 2017/ABC.es

La escuela Jeppe Park Primary abrió en enero de 2016 en una de comunidades más desatendidas de Johannesburgo.

“El otro día me contaron una anécdota: esta es una comunidad conflictiva y hay un traficante de drogas en la esquina. Uno de los nuestros se acerca a él y le comenta que esto es una escuela, que quizá no debería trapichear aquí. El hombre se excusa diciendo que tiene que vender drogas para poder mandar a su hijo al colegio”, lo cuenta Melanie Smuts, CEO y fundadora de Streetlight Schools, al diario ABC. En esta dura realidad de una de las comunidades más desatendidas de Johannesburgo (Jeppestown), dos emprendedoras -un tanto soñadoras- han creado una escuela puntera, sin ánimo de lucro, low-cost y con enseñanza de calidad basada en dos de los mejores sistemas educativos del mundo (el neozelandés y el finlandés). El modelo se centra en la investigación, la colaboración, la exploración, la relevancia y el uso de la tecnología para enseñar y aprender.

Un rayo de esperanza para los más necesitados

Streetlight Schools nace en 2013 con el objetivo de ofrecer educación de calidad a aquellos que más lo necesitan. Por eso su primera escuela, Jeppe Park Primary, se encuentra en este barrio marginal. Su directora de estudios, Heidi L. Augestad, nos cuenta cómo se gestó la idea: “Me di cuenta que tanto aquí como en Noruega (su país natal), rebajamos las expectativas cuando se trata de personas pobres. No hay inversión porque la gente pobre ‘no lo necesita’ y eso mismo se extrapola a la educación”. Esta experimentada profesora opina que, precisamente estos, son los que más necesitan una educación de calidad, con una buena metodología y con muy buenos profesores. Poco le importa que sus alumnos vengan sin ningún tipo de experiencia académica ni de entrenamiento social. “Algunos no habían cogido nunca un lápiz (literalmente), ni habían hecho nunca un dibujo, ni hablaban inglés” añade Smuts mientras muestra, orgullosa, las redacciones de sus alumnos colgadas en la pared.

“En áreas pobres se construyen escuelas en contenedores, y no se invierte en patios de recreo. En este barrio viven tantos niños como en el centro de la ciudad y aquí no hay ningún patio para ellos”, se queja Augestad. Esta escuela, que sí dispone de una zona de recreo, está ubicada en una antigua fábrica de zapatos abandonada, como tantos otros edificios, tras el fin del Apairtheid. Un grupo de arquitectos e interioristas han convertido un espacio totalmente diáfano en un lugar único e innovador, low-cost y sostenible usando materiales reciclados y reutilizando elementos que han ido rescatando del mismo barrio. De hecho, se trata de la primera escuela del país eco-friendly en conseguir la distinción Green Star SA.

Los alumnos de la escuela Jeppe Park Primary en su recreo, tras la valla otros niños jugando al fútbol en el parque.
Los alumnos de la escuela Jeppe Park Primary en su recreo, tras la valla otros niños jugando al fútbol en el parque.– Alba Amorós

Según Smuts, una escuela tiene que ser parte de la comunidad a la que sirve: tiene que saber qué preocupa a las familias, tiene que conocer sus limitaciones y sus posibilidades. Estas instalaciones escolares, los uniformes, la alimentación, los servicios sociales y el multilingüismo están diseñados para trabajar dentro del marco de Jeppestown.

Un cambio radical en el aprendizaje

En Jeppe Park Primary, reconocida como escuela desde enero de 2016 y que ya cuenta con 130 alumnos, se desvinculan del sistema educativo clásico y precario de Sudáfrica, con maestros desbordados y poco formados que dependen del aprendizaje mecánico y de estilos de enseñanza tradicionales. Un sistema que favorece que muchos estudiantes no estén cumpliendo con los estándares globales de alfabetización. “Entre el 60-70% de los alumnos de la escuela pública no son capaces de leer ni de contar”, dice Smuts. Y continúa: “los sistemas de educación tradicionales son muy jerárquicos, incluso autoritarios y matan, en muchos casos, la curiosidad y la creatividad del alumno.”

Para Smuts la educación debe ser flexible, responsable, sensible, debe ser creativa y crítica. “Es mucho más que un trabajo académico, se trata de cómo eres como persona, tiene que basarse en tus valores y habilidades, en cómo ves el mundo y como te involucras. Tiene que ser relevante”. Por eso su sistema no se basa en un profesor diciendo a los chicos qué hacer y cómo hacerlo si no que se trata de un profesor guiando al alumno para que se abra al mundo y entienda su rol en él.

Entre el 60-70% de los estudiantes que están en la escuela pública no son capaces de leer ni de contarMelanie Smuts

“El objetivo de este proyecto es demostrar que se puede diseñar un sistema moderno, exitoso e innovador usando los mismos recursos que el resto de escuelas y pretende demostrar también las grandes cosas que se pueden hacer en este país”, cuenta la abogada.

¿Qué es el método Workshop?

La metodología Workshop (taller) pone el foco en el contexto y al alumno, en el centro. Es un modelo estandarizado con una estructura básica de lecciones que facilita el aprendizaje minimizando el tiempo de instrucción del profesor y maximizando el tiempo dedicado al aprendizaje activo por parte del alumno. “Este método se basa en desarrollar habilidades sociales y motivar al alumno a que quiera aprender,” apunta la directora.

Una clase de 45 minutos de este modelo de trabajo tiene la siguiente estructura: hay una apertura con una duración de unos 2 minutos en la que se introduce el tema del día, después hay una pequeña lección por parte del profesor de unos 10-12 minutos donde éste debe asegurarse de que todo el mundo haya entendido los conceptos presentados. Para estas dos fases los alumnos se sientan en círculo. A continuación, los estudiantes tienen unos 20-25 minutos para trabajar individualmente o en grupo con los materiales aportados y los conceptos aprendidos. Cuando terminan, vuelven al círculo para presentar las conclusiones (5 minutos).

La relación, por tanto, entre el profesorado y el alumnado es de cooperación. “Facilitar este tipo de aprendizajes en los que el alumno trabaja la mayor parte del tiempo de manera independiente es un reto. Por eso una parte importante de mi trabajo es la gestión del profesorado y el dotarles de mecanismos y herramientas para que puedan llevar a cabo su trabajo de manera satisfactoria”, explica Augestad.

Actualmente la escuela cuenta con 130 alumnos (y una larga lista de espera) y nueve profesores de los cuales cuatro de ellos están altamente cualificados y los otros cinco son tutores a los que están formando para que puedan dar la misma educación de calidad que los primeros. Todos ellos igual de comprometidos según la jefa de estudios.

“Una buena escuela debe encontrar el equilibrio entre el aprendizaje de las habilidades básicas (leer, escribir y contar) y desarrollar la curiosidad a través del aprendizaje colaborativo, basado en proyectos y la instrucción”, explica la docente. La tecnología y el arte tiene mucho peso en este sistema.

Otra herramienta básica de trabajo es el uso del lenguaje positivo. Esto es evitar palabras como “no”, “fracaso” u órdenes como “siéntate” para corregir comportamientos inadecuados. “Debemos ser muy conscientes de cómo hablamos y como les miramos, tenemos que ser modelos a seguir, tenemos que ser amables, inclusivos y seguros”, explica Augestad. Un ejemplo de ello es cómo se saludan. “No basta con un simple ‘hola’, se trata de mirar a los ojos, de escuchar lo que el otro tiene que decir, es sonreír y dar un abrazo”. Se trata de cómo lidian con el comportamiento conflictivo, como celebran los buenos intentos, como afrontan el fracaso para convertirlo en algo constructivo. Todo esto forma parte del desarrollo de habilidades sociales y personales que es la base para un programa académico.

Balance exitoso

Melanie y Heidi creen haber encontrado una receta para desarrollar una buena educación basándose en la práctica. “Creo que en un país donde hay tan poca esperanza y en el que tan pocas cosas funcionan…conseguir lo que hemos logrado en solo un año y medio es esperanzador, demuestra que solo con un poco de visión y compromiso hay suficiente talento y recursos para cambiar una comunidad tan complicada como esta”, declara la fundadora de Streetlight Schools.

“Muchos alumnos llegan perdidos y, en tan solo un semestre, se han desbloqueado para convertirse en seres totalmente capaces, receptivos y comprometidos. Nosotros solo hemos dejado salir su potencial”, declara la directora de estudios a ABC. Y es que para que haya un progreso académico deben gestionar también las dificultades y retos que los alumnos traen a clase cada día: familias rotas, problemas sociales, violencia, crimen, desempleo. Los niños de Jeppestown están totalmente expuestos. «Parte de nuestro trabajo es intentar que se diviertan, que aprendan y que sean niños en definitiva,” concluye Augestad.

Fuente: http://www.abc.es/sociedad/abci-ensenanza-calidad-low-cost-barrio-desfavorecido-201706080311_noticia.html

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¿Qué son las analíticas de aprendizaje y por qué pueden revolucionar el mundo educativo?

Liliana Arroyo

Los datos en educación cada vez ganan más terreno, pero hay que deficir el uso y el análisis que haremos con ellos

Una parte de la innovación educativa va muy ligada a la adopción tecnológica. Las pizarras digitales, los dispositivos móviles o los entornos virtuales de aprendizaje, son testigos y facilitadores de la revolución del aula en cuanto a fondo y forma. A la vez que vamos tomando conciencia de los retos del mundo virtual, la punta de un nuevo iceberg aproxima. Esta vez ya no es por el uso de una herramienta digital u otra, sino que es por la conjunción de todas ellas que se alimenta un nuevo paradigma: las analíticas del aprendizaje. El término nace en 2011 de la mano de George Siemens y tiene que ver con la recopilación y el análisis de datos de los estudiantes en el mismo entorno de estudio. Han venido para quedarse y no las podemos obviar en un futuro.

Este nuevo estadio abre paso con una visión cuantitativa y medible de la educación, con la primera semilla ligada a los MOOC, los cursos masivos y en abierto de aprendizaje a distancia. Aulas virtuales con miles de alumnos que ofrecen oportunidades de oro para explotar este nuevo petróleo que son los datos personales. No es nada sorprendente que desde hace unos años lluevan inversiones multimillonarias en tecnologías educativas (las llamadas EdTech). La promesa es mejorar la experiencia de los alumnos, avanzando hacia un aprendizaje personalizado y a medida. El fundamento son los rastros, los datos, la huella digital que alumnos (¡y también docentes!) dejan en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Estos entornos y tecnologías digitales destacan por la ubicuidad y la capacidad de capturar múltiples parámetros en tiempo real. Toda esta información llena enormes y golosas bases de datos sobre comportamiento en línea, rendimiento, avances y dificultades de los alumnos, por citar solo algunos ejemplos.

Pero vayamos por partes: a nadie le parecerá revolucionario eso de tener un registro con informaciones de todos y cada uno de los alumnos: ¿qué son sino las evaluaciones, los informes y las reuniones de claustro? Una serie de indicadores que se recogen sobre cada estudiante que al final del período permiten decidir la nota, la progresión y las necesidades. ¿Dónde está la diferencia? En la escala y el alcance: hasta ahora la fuente de información son los ojos de los maestros, profesores y educadores en horario lectivo (en el aula, el patio o el comedor). En la era del Big Data se añaden los campus virtuales, los libros electrónicos y las apps del móvil. Pasamos del modelo analógico de la libreta de notas en espacios ubicuos de registro automático, detallado y permanente. Se abre un abanico de oportunidades interesante y sin precedentes, pero la moneda siempre tiene dos caras, y en las cuestiones de datos personales e identidad digital apenas empezamos a ver la importancia de entender las normas del nuevo juego.

Las nuevas tecnologías son prácticas, sencillas y con infinitas posibilidades: complementando el trabajo presencial como repositorio de recursos, de ágora de discusión o de sala de examen. Y casi sin querer, a golpe de clic, queda anotado cuántas veces entran en el campus y durante cuánto tiempo se están, qué páginas visitan, qué documentos descargan, qué actividades entregan, cada cuánto participan y cuánto tiempo tardan en responder cada pregunta del test. Así, cada docente puede tener automáticamente y en cualquier momento informes completos con el histórico de un alumno (o de la clase entera), con el nivel de detalle que necesite para valorar si hay demasiados suspendidos, demasiado excelentes y si la nota media es la que esperaba.

Suponiendo que se dispone de capacidad para almacenar y procesar esta información (lo que requiere infraestructura y conocimiento específicos), las analíticas del aprendizaje permiten crear valor en la medida en que facilitan la detección de situaciones anómalas, que se alejan del patrón “normal “. Imaginemos que nos interesa activar una alerta para aquellos alumnos que tengan pocas probabilidades de superar el curso. Justamente el fracaso escolar y el absentismo son una prioridad para el David Pinyol y Miguel Ángel Carreras, miembros del grupo de Learning Analytics del Institut Obert de Cataluña. Les interesa detectarlo a tiempo para intervenir antes de que el alumno abandone. La respuesta se puede adaptar, en cada caso, de acuerdo con el histórico de informaciones que se tiene para ese alumno, pero también aprendiendo de los registros de experiencias anteriores. Parece de cajón, pues, que cuantos más datos se recojan, mejores predicciones se podrán hacer. Pero esto siempre dependerá de la calidad de los datos, la fiabilidad y la precisión de los indicadores.

Los expertos coinciden en que marca una nueva mirada “más allá de ideologías. Permite tomar decisiones con la información en tiempo real”, afirma Teresa Sancho, responsable de LAIKA, el grupo que se encarga de aplicar y hacer investigación sobre analíticas del aprendizaje a la UOC. Y es que todos estos registros también se espera que sean la base de la toma de decisiones tanto para la clase, el ciclo, el centro o la administración territorial. En esta línea la UPC y la Generalitat impulsaron el proyecto Ágora, que combina varios recursos para los centros de Cataluña. Hasta ahora hay poca experiencia, pero los resultados no siempre confirman las proyecciones.

Si esta nueva mirada se basa en las huellas digitales y algoritmos que detectan patrones, la expansión parece no tener límites. Cada vez más aplicaciones y más dispositivos nutrirán el ecosistema educativo, generarán más entradas de datos y permitirán registrar, medir y analizar más aspectos. Esta primavera se dio a conocer un juego que permite identificar alumnos con dislexia. Tan solo 15 minutos de interacción con un programa de inteligencia artificial y diagnóstico hecho. Detectar este y otros trastornos del aprendizaje de forma rápida y simple es prioritario, ya que a menudo son causa y origen del fracaso escolar. La próxima parada podría ser el análisis de sentimientos a partir de las opiniones en foros y otros textos espontáneos.

Ante este tsunami transformador podemos reaccionar de muchas maneras. Las menos aconsejables son dejar que el vértigo nos paralice o que la novedad nos embruje. Como con cualquier innovación, es necesario abrir el debate, hacer preguntas, pensar qué esperamos, qué queremos y qué no de esta nueva forma de entender el aprendizaje y la experiencia educativa. Pensando en la sociedad que queremos compartir mañana ¿nos interesa monitorizar de forma constante y automática? ¿Qué implica convertir las comunidades educativas en escaparates, donde alumnos, docentes e incluso padres conviven bajo la atenta mirada de ojos que todo lo ven y nada olvidan? ¿Qué valor le daremos a la valentía de probar y equivocarse, de encontrar el límite o salirse de la norma? Y, en consecuencia, ¿cómo transmitiremos la importancia de disfrutar y reclamar ese espacio íntimo y personal que todo ser humano necesita para encontrarse y definirse?

¿Cómo podemos condicionar el futuro de unos ciudadanos clasificados, etiquetados según su probabilidad de éxito o fracaso? Y en cuanto a la polític, ¿conviene que sea un modelo algorítmico el que rija las próximas políticas? ¿Cómo procuraremos que los datos se utilicen de forma adecuada y justificada, sin comprometer la reputación ni la confidencialidad de quienes constan en ellos?

Y siguiendo con los algoritmos, si queremos optar por la personalización del currículo, convendría plantearnos las múltiples “normalidades” que existen. Las tallas únicas suelen funcionar solo para unos cuantos, mientras muchos otros caen por los lados. ¿Cómo lo trabajamos para no agravar la brecha digital? Y por último ¿cómo podemos capacitar a los profesionales para que puedan aprovechar todos los beneficios de las analíticas del aprendizaje? ¿Cómo garantizamos que nos centraremos en los alumnos y no en las caricaturas basadas en los datos de los alumnos, como quien mira el dedo en lugar de la luna?

La respuesta a estas y muchas otras preguntas no las encontraremos ahora ni aquí. Tampoco tienen la razón unos u otros. Las respuestas, los límites y las cláusulas del nuevo contrato social las tendremos entre todos a medida que lo conozcamos, lo discutamos y reclamemos nuestro derecho a participar de los procesos de diseño. Porque una cosa sí podemos asegurar: nos irá mucho mejor entendiendo el Big Data como medio, complemento, recurso o, incluso, un aliado, en lugar de convertirse en pizarra, libro, maestro y director.

Fuente del articulo: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2016/11/07/las-analiticas-aprendizaje-pueden-revolucionar-mundo-educativo/

Fuente de la imagen: http://ticenfid.org/wp-content/uploads/2016/08/students-sharing-data-using-mobile-devices.jpg

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