Honduras / 21 de junio de 2017 / Fuente: http://www.radiohrn.hn/
Del total de menores que trabajan, unos 244 mil no estudian y 156 mil lo hacen a medio tiempo, en la medida en que sus ocupaciones laborales lo permiten.
En Honduras alrededor de 400 mil menores desarrollan quehaceres en distintos renglones productivos, lo que representa el 15 por ciento de la población en edades entre 5 y 17 años.
Y, de ese total, el 61 por ciento de los menores están totalmente fuera del proceso de enseñanza aprendizaje, de acuerdo con los informes recientes elaborados sobre dicho fenómeno.
Sólo el 39 por ciento de los niños desempeñan un trabajo específico y, al mismo tiempo, asisten a sus deberes escolares, pero se encuentran en una situación de desventaja en relación con sus pares que están dedicados por entero a la educación.
Los porcentajes referidos se traducirían así: Del total de menores que trabajan, unos 244 mil no estudian y 156 mil lo hacen a medio tiempo, en la medida en que sus ocupaciones laborales lo permiten.
El drama de los niños que se ven obligados a trabajar y abandonar su formación académica se presenta con más énfasis en las comunidades rurales que, casualmente, son las que presentan el mayor nivel de pobreza.
Se estima que de los 400 mil infantes que realizan actividades económicas, casi el 70 por ciento; es decir, alrededor de 280 mil menores viven en la zona rural.
Un elemento que se destaca cuando se revisa la situación de los niños y de los adolescentes hondureños es que más del 40 por ciento lo hace por debajo de la edad mínima permitida por las leyes vigentes; es decir, entre 5 y 13 años.
En su casi totalidad, son niños excluidos de las oportunidades que corresponden a su grupo poblacional y que están en alta fragilidad social y económica, objeto de las peores formas de explotación laboral.
Los rubros que presentan un mayor peso de mano de obra infantil son la agricultura, silvicultura, caza y pesca con un 50 por ciento; igual que el comercio, junto con hoteles y restaurantes, con un 24 por ciento.
Luego aparecen los servicios comunales, sociales y personales, la industria manufacturera, la construcción, el transporte y el almacenamiento y comunicaciones que tienen contratado un significativo porcentaje de la fuerza laboral infantil.
A estos renglones se suman la explotación de minas y canteras, los establecimientos financieros, seguros, bienes inmuebles, electricidad, gas y agua.
El trabajo infantil es un fenómeno que va en aumento, lo que quiere decir que es más elevado el número de menores que tienen obstaculizado su acceso y permanencia en la educación, a la vez que se desenvuelven en ambientes peligrosos que afectan su desarrollo moral, social, físico y psicológico.
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