Residencias artísticas: procesos artísticos en entornos educativos es un programa en el que colaboran la Conselleria de Educación y el Consorcio de Museos de la Comunidad Valenciana con el que quiere entrelazar ambas disciplinas. Se acaba de publicar la Resolución con la que se abre la convocatoria para este curso, que empezará en enero de 2022 y durará hasta junio. El objetivo es llegar a 30 centros de la Comunidad.
La Conselleria de Educación y el Consorci de Museos de la Comunidad valenciana van a poner en marcha un proyecto para llevar residencias artísticas a los centros educativos de la región. Lo harán, este año, a 30 repartidos por las tres provincias.
El uso de las disciplinas de arte contemporáneo en las escuelas es cada vez más importante y desde hace años, la Comunidad Valenciana viene apostando por él desde diferentes proyectos e iniciativas. En esta ocasión, el objetivo del proyecto es seleccionar 30 centros públicos (ocho en Castellón, 10 en Alicante y 12 en Valencia) para que puedan desarrollar residencias artísticas.
La idea de trabajar mezclando arte y educación es que se visibilice la situación de los entornos escolares, el fomento de la creación artística contemporánea como insntrumento de análisis de la realidad y la promoción del trabajo en equipo con vistas a la solución de problemas sociales que se detecten desde los centros educativos.
Los proyectos comenzarán en enero de 2022 y tendrán una duración de entre tres y ses meses. Es decir, hasta el final de este curso. Se prevé una estancia mínima de 30 horas en cada centros educativo.
En una primera fase, el Consorcio de Museos de la Comunidad Valenciana ha seleccionado 30 propuetas de artistas que quieran desarrollar un proyecto en un entorno educativo. Estos serán repartidos entre los centros que se selecciones y entre los cuales, es la idea, haya representación de diferentes etapas, desde infantil hasta educación para personas adultas.
Para participar, hay tres requisitos: ser un centro público, no haber participado en el programa de Residencias artísticas: procesos artísticos en entornos escolares durante el pasado curso y contar con el beneplácito de, al menos, el 10% del claustro.
Instructores de Coros Estudiantiles Rubén Darío afianzan conocimientos para fortalecer el aprendizaje del Arte Coral
En el Teatro Nacional Rubén Darío se realizó Taller Virtual de Capacitación con Instructores de Coros Estudiantiles Rubén Darío del país, a fin de dotarlos con estrategias y competencias pedagógicas, para consolidar el aprendizaje del arte coral en los niños y niñas que integran los coros.
Harold Delgado, Responsable de la Oficina de Educación Cultural y Artística, indicó que como parte del taller se realizará conferencia virtual con especialistas de México e Israel, de la Organización Playing for Change, quienes compartirán experiencias y conocimientos sobre coros infantiles de sus países, y técnicas de ensambles musicales.
“Esta organización internacional tiene un bagaje cultural en música en todo el mundo”, manifestó Delgado y agregó que esta actividad es parte de la formación continua que se le brinda a los instructores del Sistema Nacional de Coros, que lleva cinco años, en crecimiento y en el que actualmente cuenta con 100 Coros Rubén Darío integrados por cuatro mil 560 niños y niñas.
Destacó, que paralelo a este Sistema de coros municipales, el MINED, cuenta con 7, 837 Coros Escolares, con la participación de 220 mil niños y niñas, promoviendo la formación integral de los estudiantes.
Elizabeth Duarte, instructora del Coro del distrito IV de Managua, sostuvo que este taller les permite “seguir formándonos en las hermanitas pedagógicas y metodológicas para seguir formando a los niños que son parte de este proyecto”.
Por su parte, Marvin Gutiérrez, instructor del coro de Matagalpa, detalló que semanalmente imparte Taller Coral a 53 niños y niñas del municipio, a quienes les transmite sus conocimientos en el canto y ha logrado desarrollar y potenciar sus talentos en este arte.
Como parte del taller, los instructores también se capacitaron de manera presencial, en temas de técnica vocal, lecturas de partituras, dirección coral, montajes de obras corales, solfeo y enseñanza de flauta dulce, impartidos por Compañero Ramón Rodríguez, Director del Teatro Nacional y Gregorio Fonseca, coordinador de los Coros.
Fuente de la Información: https://www.mined.gob.ni/instructores-de-coros-estudiantiles-ruben-dario-afianzan-conocimientos-para-fortalecer-el-aprendizaje-del-arte-coral/
Inéditos, la convocatoria de comisarios jóvenes que desde 2001 se celebra en la institución de arte contemporáneo La Casa Encendida (Madrid), contaba este curso con un proyecto inusual: La Pista. Propuesto por Lorenzo García Andrade, un agente cultural de la escena madrileña que entiende el comisariado como «hacer puré», acompañado por María Buey, Javi Cruz, Elgatoconmoscas, Jovendelaperla, Taller de Casquería, Andrea González, Carmen García, y Jacobo García, este proyecto ha consistido, de manera resumida, en la construcción de una pista de pádel dentro de una de las salas de la institución y en la organización de varios torneos, poniendo en práctica la idea de un comisariado que deshace la autoría mezclando los ingredientes de su propuesta de manera que las individualidades no se reconozcan.
La transformación de un centro cultural en un centro deportivo pretende, sobre todo, generar una sensación de extrañamiento en los públicos activando la que probablemente sea la potencia más específica que desencadena el arte contemporáneo: la sorpresa ante lo inesperado. La Pista supone una estrategia para «abrirse e imaginar nuevos escenarios que actúan en el espacio de la posibilidad que otorga lo incierto». Dentro de este espacio de posibilidad, el verdadero reto no fue instalar la pista de pádel, sino introducir las dinámicas del contexto del pádel profesional (ligas, torneos, asociaciones, patrocinios, clases…, es decir, todo lo que construye el ecosistema de este deporte) para generar una metáfora espejo que situara las dinámicas inherentes al pádel en un lugar no habitual y nos permitiera reflexionar sobre el para qué de este hecho.
En esta dinámica de extrañamiento amplificado, el elemento más extraño ha sido, quizá, que se invitase a participar a uno de los colectivos más periféricos del mundo profesional del arte contemporáneo: el del arte y la educación. Junto con los torneos de artistas, instituciones culturales y arquitectos, además de un torneo abierto a cualquier tipo de público, García Andrade decidió invitar también a los responsables de los Departamentos de Educación de varias instituciones madrileñas, a algunas extituciones y a profesionales independientes del mundo de la mediación y la pedagogía, de manera que el I Torneo de Arte y Educación de La Pista contó con los siguientes participantes: Álvaro Martín de Ruedas (arteducador independiente), Biblioteca de Bellas Artes de la UCM (institución), Desmusea (colectivo), La Hervidera (colectivo), Medialab-Prado (institución), Museo Reina Sofía (institución), La Neuronera (colectivo), Patricia Raijenstein (arteducadora independiente), Pedagogías Invisibles (colectivo), Programa Sin Créditos, Subtramas (colectivo), Torta (colectivo), Zemos98 (colectivo)
El I Torneo de Arte y Educación de La Pista supone, desde mi punto de vista, otra metáfora dentro de la metáfora general del proyecto: el comienzo del fin de la subalternidad de las prácticas educativas en las instituciones culturales. La relación de rivalidad política que Paul Preciado enuncia en su reciente texto[1] entre lo que comúnmente se denomina mediación y el espacio expositivo quedó desdibujada en La Pista gracias a la invitación explícita de García Andrade.
Precisamente, tal y como nos recuerda Preciado, las relaciones de servidumbre de los Departamentos de Educación y de Programas Públicos con respecto a las colecciones y las exposiciones en los museos se construyen desde la misma perspectiva de la subalternidad racial y de género: en las instituciones culturales nos encontramos con una estructura patriarco-colonial representada por la colección y las exposiciones, mientras que los Departamentos de Educación podríamos reconocernos como el «espacio sometido», el espacio que da servicio, cuida y da voz a los departamentos soberanos.
Al invitarnos a poder jugar en un torneo de estructuras visibles (los artistas, las instituciones, los arquitectos), La Pistaha iniciado un proceso de revisión crítica de la arquitectura institucional y de las relaciones de poder que sitúan lo educativo en la periferia o en la invisibilidad para resituarlo en el centro, deshaciendo la jerarquía de lo duro sobre lo blando, el proceso de borrado al que de forma sistemática nos someten a aquellas que trabajamos en las salas de los museos con los públicos malditos (las niñas y los niños, los mayores, los tullidos), que somos las que hacemos posible, en muchos casos, el encuentro con el arte contemporáneo.
Este desprecio por lo educativo y los programas públicos ha supuesto que tengamos que padecer un proceso histórico de bullying epistémico que nos ha llevado a trabajarcon loscontra-públicos. Por lo tanto, somos uno de los pocos lugares de las instituciones culturales en los que los procesos de crítica institucional cobran verdadero sentido. Los procesos profundos de despatriarcalización y de descolonización que necesitan los museos, los centros culturales, las fundaciones y, en líneas generales, los lugares de trabajo del arte contemporáneo son precisamente los que se abordan desde los programas que diseñamos en los Departamentos de Educación y de Actividades Públicas; en realidad, no solo educamos a los exteriores (los públicos), sino que muchas veces acabamos también educando a los adentros de nuestra propia institución.
Señala Preciado que «trabajar hoy en un museo contemporáneo es resistir». Yo pienso que trabajar hoy en un museo de arte contemporáneo consiste más bien en traicionar, en traicionar la blanquitud, al patriarcado y al elitismo; pero, sobre todo, traicionar a la configuración clásica del museo como lugar donde la exposición y la colección están por encima de.
Si el ejercicio de García Andrade supone una vuelta de tuerca al formato expositivo, el que invitara a este torneo a las distintas organizaciones que formamos parte del contexto del arte y la educación entraña además una traición al eje del museo hegemónico que abre nuevas perspectivas, un futuro en el que lo inesperado irrumpe no solo a través de la metáfora de una pista de pádel, sino de una pista de pádel que pone sobre la mesa la importancia de la educación. Así, de la misma manera que García Andrade ha conseguido «hacer puré» al modelo de comisariado tradicional, también ha hecho puré al ecosistema institucional clásico, que jamás hubiese invitado a las educadoras a jugar en un torneo de pádel.
[1] «Cuando los subalternos entran en el museo: desobediencia epistémica y crítica institucional», en Exponer o exponerse. La educación en museos como producción cultural crítica, Madrid, Los Libros de la Catarata, 2019.
Europa/España/25 Octubre 2019/El Comercio/Por: C. DEL RÍO AVILÉS
María Rodríguez | Bailarina, maestra de pilates y bióloga. Promotora del primer máster universitario sobre esta disciplina, defiende los beneficios de una disciplina integradora
María Rodríguez, titulada en Danza Clásica por el conservatorio profesional de danza de Sevilla, licenciada en Pedagogía de la danza por el conservatorio superior de danza María de Ávila, de Madrid, y licenciada en Ciencias Biológicas por la Universidad Complutense, habla hoy en el Aula de Cultura de LA VOZ DE AVILÉS de la ‘Educación a través de la danza’, un sistema tan antiguo como desconocido que ella trata de impulsar. Estará hoy, a las 19.30 horas, en el Centro de Servicios Universitarios.
-¿Qué es o cómo se educa a través de la danza?
-La danza se convierte en el instrumento para la formación integral de la persona. Es una forma, además, de poner esta disciplina artística al alcance de todos, porque no está condicionada por la edad ni por la condición física.
-¿Entonces?
-Se apoya en la creatividad y en el aporte que cada uno podamos hacer, ya que el aprendizaje se fundamenta en el proceso. Tienen mucho protagonismo otras artes, que se integran en esta educación, como la música, la literatura o las artes plásticas.
-Suena novedoso.
-Pues no lo es. Tiene casi un siglo de existencia, pero está bastante en desuso. Lo suyo sería que estuviera al alcance de todos y que pudiera integrarse desde el colegio.
-Parece difícil siendo, como es, un tipo de educación tan particular.
-Yo estoy tratando de trabajar en eso. Hoy en la charla comentaré, entre otras cosas, el máster que por primera vez se imparte este año en la Universidad Autónoma de Madrid, que yo misma impulsé y que está desarrollándose. Por él pasarán profesionales de disciplinas como la psicología, personas que trabajan en colegios, profesionales de la integración social y otra serie de perfiles cuyos trabajos redundan en la comunidad.
-Entiendo que formaría a los profesionales que impartirán esta educación. ¿Cómo se llamará?
-Ese es, yo creo, uno de los problemas de su asentamiento y expansión, que no hay asignada una etiqueta. Podríamos llamarla ‘danza educativa o creativa’.
-¿Y dónde se impartiría?
-En Asturias tenemos, por ejemplo, escuelas municipales de música y danza que están muy infrautilizadas.
-En esta época en la que cuesta encontrar tiempo para uno, ¿triunfará una enseñanza como esta?
-Muchas personas buscan estos escapes porque te da cierto equilibrio. Se trata del placer de ir creando por ti mismo, porque tú no asistes a una clase magistral, sino que en la misma eres un sujeto activo. Se trabajan todas las formas de inteligencia descritas por Howard Garner.
-Ahora se intenta fomentar la creatividad en la escuela.
-Se habla mucho de ello, pero se siguen los patrones tradicionales. Es difícil porque se trabaja a contrarreloj y con un programa cerrado.
Encontrar literatura sobre cómo mezclar el arte con la escuela y esta con aquel entra en el terreno de las cosas (casi) imposibles. Os dejamos algunas posibilidades para, cuanto menos, pensar ambas disciplinas con otra mirada, el papel de cada una y de quienes actúan en ellas.
Hablar de arte y educación es hablar de romper límites y cambiar miradas y perspectivas. Es atreverse a ser mirado y visto desde lugares que no se conocen (tanto para quien está en el aula habitualmente como para quien aterriza en ella con una propuesta artística).
Por eso esta lista de libros es algo más que una serie de manuales de instrucciones con los que saber qué hacer en cada momento en que se quiera realizar un dispositivo artístico en el aula. Mucho más. De hecho, manuales de instrucciones y paso a paso, no hay. Trata de comprender nuevas maneras de entender el papel que cada cual tiene en el desarrollo tanto del arte como de la educación, siendo ambas “disciplinas” similares, en el sentido de que quieren (o deben) servir para desentrañar el mundo en el que vivimos. Son, parafraseando el título de uno de los libros, más una herramienta que el objeto que se quiere conseguir con ella.
Antes de comenzar la lista, hay que agradecer a María Acaso y a Francisco Mateo Martínez Cabeza de Vaca sus aportaciones e indicaciones a la hora de confeccionar este paseo “libresco”.
Para empezar fuerte; El maestro ignorante, de Jacques Ranciere, una obra que viene a desmontar el rol asignado tanto para el docente como para el alumnado en una relación desigual en la que el primero explica al segundo, con la sana intención de que este vaya adquiriendo conocimientos. Pero que, según el autor francés, lo único que consigue es aumentar la distancia que los separa, precisamente por explicar… “Explicar algo a alguien (…) es demostrarle su incapacidad”, afirma Ranciere. Como nos recomendaba Martínez Cabeza de Vaca, la lectura de este libro, en paralelo con la lectura de El espectador emancipado, ayuda a este reposicionarse en el papel de cada cual. En este segundo libro, con la vista puesta en el proceso teatral.
Para llevar el arte a la escuela, una especie de manual de instrucciones que facilite las cosas, asegura Acaso que no hay nada. Así que habrá que arriesgar y tirarse a la piscina. Aquí tanto ella como Martínez, recomiendan el libro No sabíamos lo que hacíamos. Lecturas para una educación situada, del centro de arte CA2M situado en Móstoles (Madrid).
El libro se sale bastante de los cánones habituales. Empieza con una conversación a cuatro bandas entre el personal del departamento de educación del centro de arte sobre qué quieren del libro, qué temas tratarán, cómo lo harán… A partir de ahí, explicaciones corales o individuales sobre el trabajo hecho, sobre las relaciones con los centros educativos, las y los docentes, el alumnado. No solo hay reflexión, también buenas dosis de acercamiento a la práctica concreta realizada.
Para seguir con esto de repensar lo educativo, lo artístico, un buen volumen podría ser Educación expandida, del colectivo ZEMOS98. Está disponible en internet, con licencia creative commons. Una frase que puede resumir sus objetivos podría ser esta: “El futuro pasa por entender el hecho político que supone educar, aprender y comunicar. Y el futuro pasa por pensar cómo desbordamos continuamente la educación. Cómo poner en jaque continuo al sistema. Incluso si el sistema somos nosotros mismos”.
Para aterrizar algunos conceptos, incluso algunas prácticas, podría ser interesante El rinoceronte en el aula, un libro de mediados de los años 60 escrito por Murray Schaeffer en el que el autor realiza un acercamiento a la educación musical, reflexionando y filosofando, pero también dando algunas normas y planteamientos para el aula. Un libro algo más práctico al que podría complementar otras obras de Schaeffer como El compositor en el aula, Limpieza de oídos, El nuevo paisaje sonoro o Cuando las palabras cantan.
Y para seguir cruzando disciplinas, podría venir bien La educación artística no son manualidades, de María Acaso; un libro que viene, como muchos de los nombrados anteriormente, a revolver un poco más el escenario, intentando cambiar la mirada sobre la educación artística, alejándola de lo manual para acercarla más a la educación visual.
También, en relación con María Acaso, puede resultar interesante El arte es una forma de hacer (no una cosa que se hace), un libro que se escribe a cuatro voces. En él se recoge una charla, conversación entre Acaso y el artista Luis Camnitzer sobre la que reflexionan Andrea de Pascual y David Lanau. Entre voces y palabras, la idea de que la combinación de ambas cosas, arte y educación, puede ser el motivo de la innovación pedagógica, el pensamiento crítico y hasta la transformación social.
Tanto la educación como el arte son dos actividades que entrelazan objetivos e intereses, también pueden entrelazar herramientas o acercamientos al conocimiento. Están cerca, aunque en muchas ocasiones, lejos. Se hablan en idiomas diferentes y esto, en ocasiones, es un problema. La educación formal, sobre todo, tiene unos corsés difíciles de evitar, frente a una disciplina artística que, siéndolo, está obligada a romper límites y expandir las experiencias.
Tal vez esta selección de libros (muchos otros se han quedado fuera, más todavía si se busca en internet otros espacios de reflexión) pueda servir para romper algunas de las fronteras, de los corsés (en este caso más mentales que físicos) que dificultan el acercamiento de la escuela, de la educación como institución, a otras maneras de mirar el mundo.
Entrevista/20 Marzo 2019/Autora: Mónica Bergós/Fuente: El diario la educación
Luz Broto es una artista que lleva algunos años haciendo propuestas y trabajando con centros educativos. Sus últimos proyectos hablan de la idea de vacío de autoridad, de dejar al alumnado sin docentes durante un cierto tiempo. Y sobre qué ocurre en ese tiempo.
Nacida en Barcelona en 1982, Luz Broto ha desarrollado su carrera artística en relación a una idea no canónica del arte basada en la experimentación. Desde 2014, la artista está vinculada a diversos proyectos educativos, entre ellos el programa POSTDATA, que ha sido una de las múltiples experiencias tratadas en el seminario ‘Allez! Prácticas ambulantes y museos dispersos’, como un ejemplo de propuesta artística que se despliega más allá de los muros de la institución. Este encuentro en torno a experiencias artísticas y pedagógicas móviles, vinculadas a la tradición del arte postal, se ha llevado a cabo en la capital catalana, y ha sido organizado por el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (MACBA) y la Fundación Daniel y Nina Carasso.
¿En qué ha consistido su participación en el programa POSTDATA de arte en las escuelas?
El encargo era una pieza de mail art, algo que llegara en un sobre por correo a 60 institutos de Catalunya. Hice unas instrucciones para que lo recibiera un profesor o profesora, que decían: “Cuando haya empezado la clase di: ‘Ahora vuelvo’, sal de la clase, espera 2 minutos, vuelve a entrar y sigue con la clase. Repite esto durante varios días aumentando el tiempo de espera hasta que se haya completado el tiempo de la clase”.
¿Qué perseguía la propuesta?
Buscaba generar un vacío, una situación de excepción en la que los roles de profesor y alumno se alteraran. Dentro de un marco protegido, que es el arte, se puede entender como un juego. Es la idea de perder el control, dejar de ejercer el rol del profesor, por parte de quien controla la clase, y ver también qué pasa con el alumnado cuando se produce una ausencia de autoridad.
¿Cómo respondieron alumnos y profesores?
Una de las condiciones del proyecto era que los artistas no iríamos a las aulas, ya que se decidió que lo que allí ocurriera era algo autónomo, del reino de quien lo vive. No obstante, los profesores sí que han compartido sus experiencias. Hubo quien siguió la propuesta muy a rajatabla, otros decidieron aportar otras cosas, y hubo quien grabó la experiencia con una camarita.
¿Y qué le han contado los docentes?
Me han contactado varios profesores. Uno de ellos la semana pasada para decirme que está planteando al equipo directivo un tipo de ejercicio parecido, inspirado en aquella propuesta, y para ver qué me parecía.
¿Es un ejemplo de que este tipo de experiencias empodera al profesorado?
Vemos que este tipo de dispositivos son algo vivo. Generan algo que sucede a tiempo real. Los participantes son los agentes principales de lo que sucede, lo están haciendo ellos. Es diferente a ver una obra cerrada, que podemos interpretar o mirar, pero no la generamos nosotros.
Las propuestas educativas móviles se diferencian de otras experiencias en las que el artista visita el centro escolar, como Creadors en Residència, un programa impulsado por el Instituto de Cultura de Barcelona (ICUB) y la asociación cultural A Bao A Qu, en colaboración con el MACBA, entre otras entidades. Usted también ha participado en ese proyecto.
En ese caso estuve un curso escolar trabajando con el grupo de 1º de ESO del instituto de secundaria Doctor Puigvert de Barcelona. Ellos decidieron qué querían hacer. La idea era estar un día sin profesorado. Se inspiraron en otra experiencia que proponía un día sin carteles en la universidad. Lo llevaron a cabo. Hicieron todo el trabajo de hablar, exponer la idea, convencer, hacer reuniones en asamblea, y finalmente la dirección del colegio concedió dos horas para la experiencia.
Dani Canto
¿Cómo lo vivieron?
Todo quedó registrado en la película ‘Un día sin profes’. Está colgada en mi página web www.luzbroto.net. Se acaba cuando van a entrar en el instituto ese día. Lo que pasa luego allí ya no es nuestro, porque nos dimos cuenta de que la cámara pasaba a ser un elemento de control. Pero yo estaba por ahí, y fue una fiesta. Unos veían una peli, otros bailaban, otros caminaban por el patio.
¿Cómo dialoga esa experiencia con la propuesta que ha hecho para POSTDATA?
Esa misma idea de vacío. La pregunta era si podían estar sin una figura de control, ellos mismos autogestionándose, y sin actividades programadas, porque también consideraban que éstas significaban un control del tiempo.
¿En qué referentes se inspira su trabajo artístico?
Uno de ellos es el movimiento Fluxus de la década de los 70. Se basaba en cosas efímeras, que sucedían en espacios no artísticos, en grupo. El arte salió de su lugar canónico para expandirse, probar otros formatos, experimentar con cómo se relacionaba con el público, cuál era su valor, qué quería generar. Se abrió un montón el campo. Mi trabajo va mucho de eso. Otro referente podía ser Yoko Ono y su Libro de instrucciones. En este seminario hemos traído el libro y hemos trabajado en torno a él en un taller.
¿Por qué el arte debe estar en la educación?
El arte puede estar en cualquier lado, pero la educación es un campo muy propicio para la experimentación artística, se llevan muy bien. Yo me siento muy cómoda trabajando en ámbitos educativos porque no hay presión de tener que formalizar, de que aquello tenga que tener un producto, un resultado, que luego se pueda vender. Es muy el aquí y el ahora y qué podemos hacer juntos, qué podemos aprender. Y si el arte al final genera preguntas, genera pensamiento, pues la educación también es eso.
¿Vivimos un buen momento para el arte en las escuelas?
Sí, está mejor que estaba. Se están generando espacios para otros formatos, más libres, más abiertos, menos jerárquicos, aunque aún queda mucho por hacer. También depende mucho del contexto económico y cultural.
Ha estudiado el doctorado Arte en la era Digital de la Universitat de Barcelona. ¿Cuál es el sentido del arte en unos tiempos tan marcados por las tecnologías?
Yo creo que el arte da igual en la era que esté. Siempre es contemporáneo a su época, habla de ella, la pone en duda, la cuestiona.
Fuente e imagen: http://eldiariodelaeducacion.com/arteyeducacion/2019/03/18/la-educacion-es-un-campo-muy-propicio-para-la-experimentacion-artistica-se-llevan-muy-bien/
En este reportaje hay centros gueto, otros que no lo son pero casi, y otros que lo fueron y han dejado de serlo. También, centros que lo son por lo contrario de lo que nos suele llevar a emplear esta etiqueta: No son representativos de la sociedad porque toda su población escolar es autóctona blanca. Aparece además un semisótano en un bloque de 13 pisos en la calle Prado, 11, en Bellvitge (L’Hospitalet), donde pasan cosas. Unos y otros nos demuestran cómo el arte y la educación construyen una alianza imbatible para abordar la diversidad cultural (nos toque de cerca o de más lejos).
“Cada cuerpo tiene su armonía y su desarmonía. En algunos casos la suma de armonías puede ser casi empalagosa. En otros, el conjunto de desarmonías produce algo mejor que la belleza”. Este poema de Mario Benedetti, Teoría de Conjuntos, da nombre al proyecto del CEIP Manuel Núñez de Arenas de Vallecas (Madrid) en colaboración con la Fundación Daniel y Nina Carasso (como el resto de los que aquí se recogen), en marcha desde el curso pasado. Que el proyecto, con el arte y la defensa de la diversidad cultural como mascarones de proa, haya recalado en este centro tiene muy poco de casualidad. El colegio, con su apuesta por la educación artística, las metodologías activas y el aprendizaje cooperativo, donde el trabajo es por proyectos, que cuenta con una orquesta de instrumentos reciclados como buque insignia, era terreno propicio. También lo era por sus aulas multiétnicas.
Y se pusieron manos a la obra. Teoría de Conjuntos es un proyecto educativo y musical que, en palabras de Marta Malo, madre del centro, “pretende reivindicar músicas subalternas como el flamenco, la música negra o los ritmos latinos apreciando los cruces entre ellas y respetando el lugar del que viene el otro”.
El proyecto, nos explica, consta de tres patas: Dame tu duende, un taller musical semanal con un artista residente –el año pasado, la cantaora y percusionista Noelia Heredia, La Negri, y este, la directora de coro cubana Aiblín Brito–; un laboratorio mensual con un músico invitado –recientemente les han visitado Foaud Hanniumi y Laura Honrubia, de Dale al aire– con el que hablan no sólo de música, sino de su historia de vida y que, por ejemplo, en este caso les han descubierto las conexiones entre la música árabe y el flamenco, y, por último, un laboratorio de innovación pedagógica, todos los lunes, donde tanto los músicos en residencia como los responsables del taller de teatro –en colaboración con Calatea Teatro– como los educadores del centro ponen en común sus observaciones y analizan el proyecto desde el punto de vista metodológico. El proyecto no se queda dentro del centro y también realizan salidas –el año pasado, con el mundo gitano como eje, al tablao Casa Patas, a la escuela de flamenco Amor de Dios y a un estudio de grabación– y celebran una muestra final para dar a conocer los frutos de su creación.
“El objetivo es abrir mundos”, relata Malo. Y, en este sentido, está todo muy pensado. Que el año pasado fuera Noelia Heredia –mujer y activista LGTB en un mundo de hombres, el del cajón– la artista residente tampoco fue por azar. Como tampoco lo fue el hecho de que se hayan centrado en derribar estereotipos étnicos. El centro llegó a rondar el 85% de alumnado gitano cuando el número de niños por aula estaba en torno a 12 y hoy, con hasta 28, se sitúa en torno al 30% –“el porcentaje que hay en el barrio”, explica Malo–: “No es que se hayan ido los niños y niñas gitanos, es que han llegado más niños y niñas: sobre todo autóctonos payos, pero también subsaharianos y latinos que, en menor proporción, también viven en el barrio”. Así, con una agenda cultural muy rica y una mirada muy centrada en el respeto a la diferencia (cultural, de género, etc.) se ha ido desprendiendo el Núñez de Arenas del efecto gueto, siendo consciente, como decía Benedetti, de que “el conjunto de desarmonías produce algo mejor que la belleza”.
‘Collage’ musical
Dentro del proyecto artístico Antropoloops surgen los talleres Antropoloops, que llegan el curso pasado al CEIP San José Obrero de Sevilla. El primero pretende, desde 2012, tejer “la diversidad musical del mundo”, crear un paisaje sonoro de músicas tradicionales y populares de diferentes épocas y culturas descubriendo las conexiones que existen entre ellas, creando mezclas que encajen a través de las herramientas digitales y el sampleado. Nos lo explica Rubén Alonso (música y diseño), cofundador junto a Esperanza Moreno (visualización de datos), de Antropoloops. Con varios discos en su haber, en los festivales en los que actuaban empezaron a sugerirles la idea de desarrollar talleres con niños y adolescentes.
Así trasladan su collage sonoro con retazos de música de diferentes culturas a las aulas, “como herramienta para trabajar la inclusión cultural y poner en valor la riqueza de la diversidad cultural”. Nuria García, que, junto con Rubén y Esperanza, Fran Torres, Daniel Gómez y Miguel Vázquez-Prada conforma el equipo de Talleres Antropoloops, fue quien dio la pista del San José Obrero, en el Distrito Macarena de Sevilla, con 55% de alumnado de origen cultural diverso, lo que se traduce en 32 nacionalidades distintas. No se trataba ahora de “poner a tocar juntos” a músicos de épocas y lugares diferentes, sino de que los propios alumnos de 5º y 6º de primaria fueran protagonistas de esta creación musical desde la lógica de la remezcla digital, con los rasgos de su identidad cultural saliendo a flote.
“Al principio hubo debates en el equipo. Queríamos ser lo más respetuosos posibles. Estábamos trabajando con sus identidades culturales, pero no queríamos que sintieran que estábamos instrumentalizándolas para nuestros fines”, reconoce Alonso. La acogida del alumnado y del equipo de profesores les refrendaron. Los primeros compusieron emotivas historias de vida musicales en forma de paisaje sonoro –con Camarón mezclándose con El Cóndor Pasa, San Juanito con música tradicional rumana– y collage gracias a entrevistas a sus familias, recopilación de músicas de sus países de origen, pero también fotos, objetos, monedas… que les sirvieron para visibilizar su identidad ante el resto.
Los segundos se han volcado de tal forma que las actividades propuestas en los talleres los están rebasando, contagiando ya otras dinámicas del centro: “Intervenimos con cada curso una hora a la semana en semanas alternas, lo que suman de seis a ocho días de intervención al trimestre. Echamos en falta más tiempo, que este año estamos ganando gracias a un intercambio sonoro con dos colegios, uno de Varsovia y otro de Estambul, en horas de lengua, inglés y música. El equipo docente nos ha facilitado desde el primer momento la introducción de estas experiencias dentro de sus horas lectivas”, explica Alonso, que se propone, como reto, que no solo alumnos y profesores se impliquen este curso, como el pasado, sino también las familias.
Planteles con arte
Los Planters de ConArte Internacional surgen en el curso 2016 por la propuesta de la Hoja de Ruta para la educación artística de la UNESCO (2006) de incentivar la colaboración y el trabajo conjunto entre el mundo profesional del arte y el mundo profesional educativo. El propósito es hacer vivir el arte a gente que normalmente no lo vive, a esos alumnos y alumnas de centros considerados de especial dificultad para quienes es muchas veces un terreno vetado, también por el divorcio cada vez mayor entre la práctica cultural y el aprendizaje en el ámbito escolar, como plantea Gemma Carbó, presidenta de ConArte internacional.
Los Planters, en colaboración, entre otros, con el Ayuntamiento de Figueras, pretenden darle un lugar preeminente a las artes (teatro, danza, música) en las aulas, con los maestros y profesores en tándem con los artistas, y demostrar que, con ello, se está contribuyendo, además, a un mejor equilibrio emocional y clima escolar, fomentando la integración social, el diálogo intercultural y las capacidades de aprendizaje de sus integrantes.
Marcela Otárola, del equipo de ConArte Internacional, explica cómo el proyecto afronta su quinto curso y trabaja en ciclos de dos a tres años con cada centro, aunque hay algunos que llevan en él desde principio. Se desarrolla en horario lectivo y la colaboración puede cobrar diferentes formas (orquesta de cuerda, grupo de ukelele, teatro, danza, audiovisual…). Actualmente, funciona en 10 centros –de infantil y primaria y de secundaria–, todos en Girona. En todos ellos existe una diversidad cultural muy amplia, con algunos que rondan el 100% de la matrícula de niños de familia migrante, otros en que se sitúa en el 60% y la mayoría en torno al 40%. También los hay en que el 60% de la población se autodefine como gitana y el 40% restante, magrebí.
Los alumnos no sólo acaban presentando su producción artística al final de ciclo sino que además, durante él, tienen una participación más activa en la vida cultural, con asistencia a espectáculos, presentaciones culturales y talleres y la visita de artistas invitados al centro. Además, el programa se completa con formación continua en metodologías de trabajo que aúnen arte y educación tanto para los profesores como para los artistas participantes, a través de grupos de trabajo en cinco sesiones al año y con un seminario de formación una vez al año, abierto a todas las personas interesadas.
Las experiencias de los centros son variopintas. Desde un instituto que declinó participar en el tercer año, por falta de motivación para jugársela por el proyecto, o por no querer complicarse más la existencia, a colegios en que la directora asegura que serían capaces de montar una manifestación en la puerta para que volvieran a contar con ellos.
“Sería reducirlo mucho, pero en ocasiones vemos que la implicación de una sola persona, de una sola profesora, puede ser tal que es capaz de contagiar a todo el equipo, del profesor de ciencias sociales al de castellano, del de catalán a los tutores”, señala Otárola.
Los resultados en las dinámicas de centro muchas veces también son palpables: “Se ve cuando de repente todos los alumnos de 4º de ESO, del A, B, C y D, en grupos separados por niveles, colaboran juntos durante dos años y medio, y hacen amigos en los otros grupos, con el grupo de actores, con el equipo técnico con los alumnos mezclados, con lo que se crean alianzas”.
“Pretendemos demostrar que se puede abordar la educación en y desde las artes, que estas tienen un potencial del que muchas veces no nos damos cuenta, y este es aún mayor en determinados contextos”, plantea Otárola. Su objetivo ahora es demostrar mediante evaluaciones cuantitativas que allá donde están interviniendo está mejorando la motivación del alumnado, que está teniendo un efecto en su aprendizaje de forma transversal, más allá de las percepciones de sus profesores, que le achacan a los Planters un incremento de la participación, una mejor cohesión del grupo e, incluso, una mayor atención.
Recrear el crisol de un instituto
Dentro de The Crossborder Project, surgido en 2010 en Nueva York, donde su fundadora, Lucía Miranda, cursaba un máster en teatro y educación, funciona la Escuela de Teatro Aplicado o Escuela Cross. La escuela y la compañía, asentados desde 2012 en España de la mano de un grupo de artistas y educadores, ejercen como dos patas de un mismo proyecto: “En la primera es clave la participación de la gente de fuera del teatro, a través de una obra participativa, de una obra documental a base a testimonios, etc.”, relata Nacho Bilbao, compositor, creador sonoro, artista escénico y educador del proyecto. “La segunda nace porque nos damos cuenta de que estamos interviniendo en contextos que tienen mucho que ver con lo educativo o lo comunitario”.
Desde la Escuela Cross se da formación en teatro aplicado principalmente a profesores y profesionales del tercer sector. De forma presencial -con cursos y una escuela de verano la primera semana de julio en Medina de Rioseco (Valladolid)-, pero también, desde 2018, a través de tutoriales. Y se trabaja con diferentes colectivos para que construyan, a través del teatro aplicado, obras de teatro, piezas, performances… “Queremos que lo usen para plantear cuestiones importantes para ellos, para visibilizar problemas, que sirva de herramienta de expresión y empoderamiento a distintas comunidades”, reflexiona Bilbao.
Entre las temáticas está muy presente la migración, con distintos proyectos comunitarios en que jóvenes migrantes de primera generación reflexionan en obras de teatro acerca de sus inquietudes. En ellos se mentoriza a los jóvenes, se les pone en contacto con el tejido cultural o se les acerca a colectivos de activistas por los derechos de los migrantes.
La migración es protagonista también de la última producción de la compañía, Fiesta, fiesta, fiesta, obra de teatro documental estrenada en noviembre de 2017: “Nace del interés por la enorme diversidad cultural y étnica en las aulas, con personas que vienen con historias de vida muy diferentes pero que, al tiempo, son españolas y, en muchos, casos han nacido aquí… Apenas se escribe de esto, se quiere como borrar, pero la españolidad está cambiando”, repara Bilbao. La obra bebe de los testimonios de chicos y chicas, profesores, personal no docente y familias de un instituto medio de la Comunidad de Madrid. Habla un actor pero lo hace como lo hizo en la entrevista un chico de 14 años. Los chicos y chicas de los proyectos comunitarios de la Escuela Cross han sido a su vez público de Fiesta, fiesta, fiesta. “Yo he sido todos los personajes en algún momento de mi vida”, reconocía una de las chicas tras presenciar la obra.
Desmontar todo lo desmontable
Mariló Fernández llegó a Bellvitge (L’Hospitalet) hace 12 años para dar clases de dibujo a un grupo de vecinos y vecinas del barrio. Hace seis, en ese mismo territorio, surge la cooperativa con formación en arte LaFundició: “Hasta entonces éramos más nómadas, pero empezamos a habitar un espacio de creación comunitaria, Prado 11, en el semisótano de un bloque de 13 plantas que al estar en zona de humedales no es habitable, se inunda”. En este tiempo se ha inundado dos veces, lo que no ha evitado que un buen número de colectivos del barrio lo sientan como su casa: familias realojadas, migración reciente, comunidad gitana, gente mayor, niños…. “Desde aquí nos sentimos parte de la comunidad, estamos en el umbral, muchas capas nos atraviesan. Habitamos este espacio como práctica artística contemporánea, trabajamos en el cruce entre educación, arte y cultura como actividades controversiales y pretendemos desguetizar: que no vengan las mujeres a hablar de cosas de mujeres; los niños, de cosas de niños; los migrantes, de cosas de migrantes… Que se encuentren niños, migrantes, mujeres, gitanos… Que surjan conversaciones que no se dan en otros espacios porque hemos perdido la plaza como espacio de encuentro”, proclama Fernández, que hace años que vio la necesidad de “romper con la lógica de los talleres, de consumo cultural, pero también con la relación niño-adulto vinculada al proceso de aprendizaje reglado o no reglado, siempre con el adulto como figura de referencia”, de, en resumidas cuentas, “desmontar todo todo el rato”.
Llegado este punto casi es más sencillo preguntarle qué colectivo del barrio no tiene las llaves de Prado,11. De vecinas que pintan y que tras el contacto con LaFundició hoy ya se autodefinen como artistas, al Encierro de Migrantes, de un grupo de jóvenes del barrio a la asamblea No más bloques tienen su copia. “Dentro de Prado,11 se dan procesos que tienen que ver con la creación y que a veces pueden leerse más desde el campo artístico que otras. Para nosotros no hay un arte social. Todo lo es”, resume Fernández. A los niños les ofrece “tiempo y espacio para activarse en comunidad”: “Tratamos de derribar la mirada adultocéntrica, propiciar el juego de niños y adultos, que no tiene por qué ser en parques, estamos con Tonucci en que si un espacio no es bueno para los niños no lo es para nadie, y les animamos a reflexionar sobre la escuela como institución, por ejemplo, sobre cómo podría ser de otra manera”.
¿Eje Boadilla-Lavapiés?
El CEIP José Bergamín de Boadilla del Monte (Madrid), el segundo municipio de España con mayor renta media anual per cápita, sería “una suma de armonías”, si volvemos al poema de Benedetti. Pero también allí, en un centro acostumbrado al trabajo cooperativo y por proyectos y con una gran sensibilidad por la educación artística, se ha abordado la diversidad cultural a través del arte.
“Seleccionamos un músico, un artista o una época relevante, con centros de interés para los profesores. Damos forma a una obra de teatro y abordamos al tiempo temas transversales”, explica la artista, creadora y directora del proyecto, Lorena Matsuki. El año pasado la figura de George Gershwin, pionero a la hora de fusionar la música clásica y el jazz, sirvió como eje para abordar el fenómeno del racismo en el pasado y en el presente. En 1º y 2º de primaria, por ejemplo, se centraron en la primera niña negra que fue al colegio en una época en que no había colegios para negros; en 3º y 4º analizaron la distribución de la población en diferentes barrios de una ciudad… pero hubo también salidas a museos, investigaciones sobre lo difícil que lo tuvieron los músicos negros con una música que sólo hacían ellos, reflexiones sobre derechos y marginación. “Cuesta hablar de esa convivencia con otras culturas cuando para ellos es algo muy lejano. No es algo que pase, lo tienen idealizado”, asume Matsuki, que reconoce que sería positivo a este respecto unir la orquesta del centro con otras de barrios muy alejados de esta zona residencial –están en conversaciones con el proyecto Da la Nota, de Lavapiés, con un 99% de los integrantes de origen migrante–, plantear un repertorio común en diferentes centros, “para que los niños salgan de su zona y convivan con otros niños”. “En nuestro centro, a la hora de recrear los cantos de trabajo en los campos de algodón, por ejemplo, nos encontramos con que tenemos que explicarles a los niños, caracterizados con las caras pintadas de negro, lo que significa la apropiación cultural”, concluye.
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