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México: Lo que deja la educación virtual tras la pandemia

Por: Miguel Lisbona Guillén

Finalizan los cursos o semestres en los diversos niveles de educación después de unos meses donde, con distinta ubicación geográfica y ritmos en la incorporación de la presencia de alumnos y profesores, se ha reanudado la enseñanza en las aulas. Es sabido que la pandemia del Covid-19 rompió las dinámicas educativas en prácticamente todo el planeta, con distintas consecuencias que siguen analizándose desde los estudios sociales, en especial los dedicados a la educación.

Dichas investigaciones no son coincidentes a la hora de interpretar los datos, es decir, los análisis discrepan sobre si la educación virtual de la pandemia retrasó los procesos de enseñanza-aprendizaje. Sin embargo, por mucho que se insista en ello, hay niveles educativos y materias que necesitan, más que otras, la presencia en aulas y laboratorios. Ello no quiere decir que todos los problemas que hoy existen alrededor de la enseñanza deban buscarse y atribuirse a la pandemia porque, previamente, ya eran frecuentes las quejas de profesores, alumnos o padres de familia respecto a las dificultades para transmitir conocimientos. Un hecho al que se une la compleja relación entre los actores que intervienen en el proceso de enseñanza-aprendizaje.

Las  nuevas formas de transmitir y recibir la información, de las que ya me he ocupado en otras ocasiones, son elementos imprescindibles para entender que los medios didácticos necesitan adecuarse a las cambiantes realidades de la sociedad. En muchos casos, ello ya se observa que sucede, pero no puede pensarse que todas las situaciones educativas se solventan de la misma manera o se examinan con los mismos lentes de observación. Una diferenciación que la pandemia expuso con claridad cuando muchos de los estudiantes, y solo hay que tomar el ejemplo de Chiapas, dejaron de recibir educación en línea por falta de los insumos necesarios y los recursos económicos para conseguirlos. La carencia de computadoras y, en consecuencia, de los programas para desarrollar ciertas tareas se hicieron evidentes durante los largos meses de encierro y aislamiento social vividos en México a causa del Covid-19.

Estas realidades visibilizadas por la coyuntura surgida durante la pandemia no deben tapar los anteriores rezagos educativos y desiguales circunstancias vividas a través de la educación. Así, la pandemia solo mostró, a través de la trastocada cotidianidad, la escasez de recursos económicos de los centros de educación pública y de las familias usuarias de dichas instituciones.

Recuperar la supuesta normalidad de los procesos de enseñanza-aprendizaje en las aulas no debe ocultar las situaciones que la pandemia escenificó de manera transparente; hechos que por sabidos no dejan de cuestionar la igualdad educativa. Unas certezas demostradas desde hace décadas en las investigaciones sociales para convertirse en ejemplos fehacientes de cómo construyen o ratifican las iniquidades en las sociedades.

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Educar sin mascarillas

Ya va llegando el tiempo de que las aulas, los patios y las instalaciones escolares se inundan de la alegría, de la pasión, de la energía que esas comunidades de aprendientes que quieren reencontrarse. Llegó la hora de volver a educar sin mascarillas (o tapabocas, o como le llamen).

Pero esto no es tan fácil de asimilar porque me he ido encontrando con que volver a la realidad presencial puede ser más complejo de lo que creímos. Puede que fuera más fácil adaptarnos a la vida educativa a distancia que retomar la vida educativa en la cercanía, después de los miedos, terrores e incertidumbres. Solo es una llamada de atención sobre la necesidad de que no creamos que el regreso solo está marcado por la alegría, el reencuentro, la necesidad el otro. También hay un acomodamiento y una cierta nueva fascinación por la distancia, la intimidad exagerada, el anonimato, la excusa para la falta de afectividad.

Vamos a educar sin mascarillas, pero no me refiero a las que nos ayudan a que el coronavirus no llegara a nuestro cuerpo (o que no lo enviáramos a cuerpos ajenos). Hablo de ciertos ocultamientos que necesitamos ya superar:

  1. La mascarilla que oculta el intercambio emocional. Para mucha gente, ha sido maravilloso poder ocultar emociones, sentimientos ante hechos o circunstancias. La mascarilla ha ocultado la sonrisa, pero también la molestia, el enojo, la incomodidad. Y nos fuimos acostumbrando a ello. Hasta para ocultar el rostro en hechos anómalos ha servido. Quienes vivimos con emoción la tarea de educar, no podemos darnos el lujo de ocultar emociones, de dejar de practicar la sana gestión emocional. Necesitamos reconocer las emociones propias, pero también reconocer, cuidar y respetar las emociones de los demás, sobre todo las de nuestros estudiantes, que merecen y necesitan interactuar en espacios emocional y socialmente sanos.
  2. La mascarilla que impide la interacción conflictiva, cotidiana y cercana. Los intercambios didácticos, mediados por plataformas y pantallas, han ayudado a que no tuviéramos ya la responsabilidad pedagógica de prevenir, mediar o gestionar conflictividades. De lejos parece que todo es más tranquilo, más manejable. De cerca, la interacción humana es compleja y difícil, sobre todo para quienes la educación tiene la naturaleza verticalista e impositiva de quien enseña a quienes no saben. Se trata, entonces, de abandonar esa mascarilla de la distancia física, social y emocional y aprender a vivir la educación como un intercambio físico, sensual, cotidiano.
  3. La mascarilla de una pandemia que nos golpeó sin enseñarnos. Lo peor que nos puede pasar, o que nos puede estar pasando ya, es que la pandemia pasara y que regresemos a la “nueva normalidad” como si aquello hubiera sido solo un gigantesco paréntesis en la vida de la humanidad. La pandemia nos permitió aprender a reconocer, valorar y apreciar mucho que no atendíamos antes de ese 2020. Volver sin tomar en cuenta lo diferente que podemos ser, las nuevas maneras de interactuar con estudiantes, es seguir con la mascarilla de una pandemia que solo nos ha pegado, que solo nos ha obstaculizado, pero no la hemos asumido como una lección poderosa de vida.
  4. La mascarilla de los graves problemas estructurales. La pandemia no causó, solo develó los graves problemas estructurales de regiones enteras del mundo, como la latinoamericana. Los sistemas de salud, educativos, de protección, tan precarios, fueron los que más evidenciaron esa historia previa a la pandemia. Por supuesto, mucho del discurso oficial atribuye ahora a la pandemia todos los males educativos y sanitarios, incluso de desempleo e inseguridad. Como si todo eso, antes del 2020, no fuera ya muy precario y claramente indicador de negaciones estructurales e históricas de derechos humanos. Antes del coronavirus, la mascarilla de la negación histórico-estructural de la negación de derechos humanos era muy fuerte. Hoy parece que seguirá así, pero con doble mascarilla.

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Héctor Ruiz: “Al crear puentes entre la investigación y el aula, surgen oportunistas pseudocientíficos”

Por:

  • Hablamos con el biólogo y experto en psicología cognitiva sobre el boom de la neuroeducación, un término que no le gusta porque, bajo su paraguas, se confunden disciplinas variopintas y se cobija un número creciente de oportunistas e intrusos. Héctor Ruiz Martín admite que la ciencia nunca podrá responder a algunas preguntas educativas fundamentales. Pero sí ha logrado hallazgos sólidos. Por ejemplo, que aprender de verdad implica dar sentido a lo que aprendemos.

Biólogo de carrera, a Héctor Ruiz Martín siempre le picó el gusanillo de la educación. Desde muy joven le asaltaron los grandes interrogantes pedagógicos, con el cómo aprendemos a la cabeza. Buscó respuestas en la docencia, habiendo sido profesor de instituto y universidad. Durante un tiempo intentó diseccionar los misterios del aprendizaje a través de la neurociencia. Y cuando descubrió los encantos de la psicología cognitiva, se produjo algo así como un flechazo intelectual. Autor de varias obras con un enfoque divulgativo, hoy dirige la International Science Teaching Foundation, con sede en Barcelona.

¿Cómo das el salto de la neurociencia a la psicología cognitiva? ¿Fue una transición gradual o una especie de iluminación repentina?

Un poco ambas cosas. Yo descubro, a través de la neurociencia, que se pueda hacer ciencia del aprendizaje. Me meto en este ámbito con mucha fascinación. Pero en el fondo, más allá de mi interés fundamental como biólogo, siempre he buscado poder responder a las preguntas que nos hacemos como docentes y estudiantes, en especial cómo aprender más y mejor. Cuanto más me meto en la neurociencia (su estudio del cerebro a nivel molecular, celular, bioquímico), más me doy cuenta de que esta no puede responder a estas preguntas. Este proceso fue progresivo. Y luego está ese momento en el que descubro, cuando vivía en EEUU, la psicología cognitiva, un ámbito del que en España hay muy poca tradición. Veo que, al dedicarse a estudiar el cerebro como procesador de información pero más desde el comportamiento, resulta mucho más interesante en esa búsqueda de respuestas.

¿Hay desconfianzas, recelos entre ambos ámbitos? Quizá la neurociencia se arroga una especie de legitimidad de pureza empírica. Y la psicología cognitiva, una mayor capacidad de trasladar al aula sus hallazgos.

Nunca he visto neurocientíficos que resten validez a la psicología cognitiva, que en realidad tiene un enfoque más cercano a las ciencias naturales que a las sociales: causa-efecto, herramientas cuantitativas… Lo que sí observo es que, para el público general, todo es neurociencia, todo es neuroeducación, un término que personalmente no me gusta. La neurociencia tiene más sex-appeal, más caché, viene como con un sello de objetividad. Pero, en realidad, la inmensa mayoría de cosas bajo el paraguas de la llamada neuroeducación —digamos, más en rigor, de las ciencias del aprendizaje— vienen de la psicología cognitiva. Al atribuir a lo neuro esa preponderancia, hay psicólogos que se sienten ninguneados. Lo importante, en cualquier caso, es que ambas disciplinas interactúan, se retroalimentan continuamente.

Aprovechando esa fiebre neuro y esa confusión de términos, se cuelan muchos supuestos gurús que lanzan propuestas metodológicas barnizadas de pseudociencia.

Intrusos y oportunistas siempre ha habido. Incluso en ámbitos como la medicina —que tiene algo de arte pero se basa fundamentalmente en el conocimiento científico— sigue habiendo mucha pseudociencia. Con más razón en la práctica educativa, donde no hay una fuerte tradición investigadora. Y ocurre precisamente ahora, cuando se está tratando de crear puentes entre la investigación y el aula. Como en la publicidad, suelen ser propuestas que combinan emoción y razón (supuestamente científica) en un pack listo para vender.

¿Corremos el riesgo de menospreciar, en aras del rigor científico, ese componente artístico de la docencia: la intuición, la experiencia del profesor…?

Los propios científicos somos conscientes de las limitaciones de la ciencia. A destacar, que la ciencia solo puede responder a preguntas científicas. Esto deja fuera, por ejemplo, cuáles deben ser los objetivos de la educación, que siempre será un debate ideológico. Pero sí puede ayudar a informar sobre la manera más probable de alcanzar —en función del contexto, los recursos, etc.— esos objetivos. No hay que olvidar tampoco que la ciencia va avanzando, resolviendo cuestiones, consiguiendo un conocimiento cada vez mejor, pero nunca perfecto, absoluto. Cuando entran en juego variables que la investigación aún no ha tenido en cuenta, poco puede aportar la ciencia. Pero tampoco hemos de olvidar que la experiencia personal también tiene limitaciones. La primera es que está sesgada por nuestras preconcepciones. El famoso sesgo de confirmación, que nos empuja a sacar las conclusiones que ya queríamos sacar. Por ejemplo al llevar a cabo una actividad en el aula, cuyas conclusiones sobre el desarrollo y resultado tratará el docente de encajar en lo que ya pensaba. Ahí la evidencia científica puede complementar la experiencia docente.

La clave para aprender es dar sentido a lo que aprendemos. No hay nada más importante que implicarse cognitivamente en lo que uno está aprendiendo

Si tuvieras que destacar un hallazgo científico sólido sobre el aprendizaje, ¿cuál sería?

Permíteme decir más de uno. El primero es que la clave para aprender es dar sentido a lo que aprendemos. No hay nada más importante que implicarse cognitivamente en lo que uno está aprendiendo, que al final significa interpretar el nuevo conocimiento a la luz de nuestros conocimientos previos. Es uno de los principios básicos de la psicología cognitiva: la memoria se construye conectando lo que sabemos con lo que estamos aprendiendo. Resulta clave para el profesor: si una actividad en el aula no va a hacer que los alumnos piensen sobre lo que están aprendiendo, no lo van a aprender.

El segundo, que aprender es un acto generativo, no meramente receptivo. Que el aprendizaje se consolide depende de lo que hacemos después en nuestra cabeza, de si somos capaces de recuperar, usar, evocar en definitiva —en un proceso de dentro afuera— lo aprendido. El tercero es que, para aprender, necesitamos diversos episodios, mucho mejor si se espacian en el tiempo en lugar de masificarse.

Justo lo contrario de la norma en España: currículos sobrecargados y sesiones de estudio maratonianas con un enfoque evaluativo puramente memorístico.

El aprendizaje no elaborado, sin oportunidades para la generación y la aplicación, resulta siempre efímero. Las estrategias de evaluación que animan al estudio masificado solo consiguen que lo supuestamente aprendido (o así parece en el examen) se olvide en dos días.

Me llama la atención que utilizas con frecuencia, al explicar las dinámicas de la memoria y el aprendizaje, la noción de evocar, que suele tener un matiz poético, en absoluto científico.

Llevar a la consciencia, a tu memoria de trabajo algo que ya sabes (y que permanece en tu memoria a largo plazo, en algún lugar del subconsciente) es técnicamente, según la RAE, evocar. Evocar un recuerdo, un conocimiento. En inglés, la palabra para referirse a este proceso es retrieval, algo así como recuperación, que en educación tiene otras connotaciones. Cuando decidí divulgar la psicología cognitiva en español, tuve que tomar una decisión sobre cómo traducirla. Me llevó tiempo y, tras ver las opciones, me decanté por evocación, que ciertamente se suele utilizar desde una óptica más poética.

Foto cedida

Por una parte, es más fácil aprender sobre un campo concreto cuanto más sabemos. Por otra, a partir de cierta edad, el tiempo juega en nuestra contra. ¿O la idea del niño esponja es un mito?

Son dos procesos independientes. Uno nos lleva a que cada vez seamos, en nuestros ámbitos predilectos, mejores aprendientes (término en desuso que también me gusta utilizar, más correcto que aprendiz, que se refiere al aprendizaje de un oficio). Otro tiene que ver con la mayor capacidad para aprender durante la infancia y la juventud, ya que la neuroplasticidad —que es la base del aprendizaje— es mucho mayor en esas edades. Yo, a mis 40 años, aprenderé más fácilmente cosas nuevas sobre psicología cognitiva que un neófito en la materia de 20 años. No solo a nivel de comprensión. También me será más fácil recordar lo aprendido. Pero en un ámbito completamente nuevo para mí, el joven de 20 años partiría con ventaja. Por otra parte, con la edad solemos ganar en autorregulación: esfuerzo, ser capaces de evitar la tentación de hacer otras cosas, de aplazar las recompensas… Son capacidades muy importantes para el aprendizaje, y aquí la edad suele jugar a nuestro favor.

Esa distracción permanente o saltos de atención continuos entre los jóvenes —la mal llamada multitarea— es campo abonado para la pseudociencia. Se escucha de todo. Que las nuevas generaciones son, cognitivamente, casi como superhombres. O lo contrario: que ese ir de una cosa a la otra les va a descalabrar el cerebro con secuelas irreversibles.

La visión científica es que ni una cosa ni la otra. Los jóvenes de ahora no son diferentes a los de hace 30 años. El cerebro es plástico, sí, pero los mecanismos cognitivos solo pueden cambiar a partir de la evolución biológica, y esto requiere de mucho tiempo. A los jóvenes siempre se les ha dado mejor ese cambio veloz de tarea, tienen una mayor velocidad de procesamiento, aunque está demostrado que, en el cambio continuo, el desempeño de cada tarea se ve afectado. Con la edad, las habilidades cognitivas van, en general, a la baja. De la misma forma, también sabemos que este entorno lleno de tecnología tampoco está cambiando negativamente el cerebro. Los alumnos de hoy en día siguen teniendo la misma capacidad de prestar atención, aunque también tienen más oportunidades para distraerse, más estímulos para elegir y evitar el aburrimiento, que es algo muy humano.

Los alumnos de hoy en día siguen teniendo la misma capacidad de prestar atención, aunque también tienen más oportunidades para distraerse

¿Y ese infinito surtido de estímulos no afecta a la concentración, la paciencia, la tolerancia a la frustración? Quizá a nivel más emocional, pero con efectos cognitivos que influyen en el aprendizaje, aunque estos no sean permanentes.

Más importante resulta la ausencia de momentos para desconectar de nuestra vida social. Antes, cuando volvías a casa, tu vida social se reducía a tu familia, que es mucho más fácil de manejar en cuanto a las preocupaciones por la imagen que proyectamos a los demás, cuál es nuestra posición en el grupo, qué piensan de nosotros. Con las redes sociales, nunca dejas de estar sobre el escenario, y esto es difícil de gestionar. Se genera un estrés que puede afectar no solo a tu capacidad de aprender, sino a tu vida en su conjunto. Podríamos conjeturar que nuestro cerebro no está preparado para, digamos, ponernos continuamente a prueba ante el grupo, y que esto está generando dinámicas negativas.

Fuente e Imagen: https://eldiariodelaeducacion.com/2021/11/11/hector-ruiz-al-crear-puentes-entre-la-investigacion-y-el-aula-surgen-oportunistas-pseudocientificos/

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El reto de responder en el aula los interrogantes sobre educación sexual

Por: El Diario de la Educación

El vínculo, la relación, el trato afectivo, las emociones y la atracción física han sido mayoritariamente esquivados como materia de aprendizaje y reflexión en las aulas cuando, en la vida cotidiana, todos sabemos el peso que tiene y la trascendencia que supone vivirlo con naturalidad y conocimiento, o sin. «En la preadolescencia surgen entre los chicos y chicas muchos interrogantes referentes a cuestiones emocionales de su presente, los cambios en el propio cuerpo, y la relación con las personas del mismo o del otro sexo. También de su futuro muy próximo, como serían gustar y gustarse, el enamoramiento, las relaciones sexuales y el riesgo de agresiones «, expone Mariona Trabal Medios, autora de» Hablemos de sexo en Primaria «, un artículo publicado en la revista Perspectiva escolar, editada por la Asociación de Maestros Rosa Sensat [1].

Trabal ha sido profesora especializada en ciencias naturales en la escuela Orlandai de Barcelona más de 40 años. «Entendimos que la escuela no se podía limitar a hablar en clase sobre la función reproductiva, como lo hacíamos con otros aspectos del conocimiento del propio cuerpo», dice. En su centro creyeron que lo que la escuela tenía que hacer era dar al alumnado el espacio, el tiempo y las herramientas para buscar respuesta a todas aquellas preguntas. «Queríamos crear un clima de confianza en el aula para que se pudiera hablar de todo, entre ellos y ellas y con la maestra», recuerda. Y buscaron, a lo largo de cuarenta años, los mejores libros de sexualidad para nutrir su biblioteca. Invitaron a algún padre o madre que les diera alguna explicación especializada, e hicieron entrar en el aula compresas, tampones, copas menstruales, preservativos o modelos de genitales de felpa, a fin de que todos estos objetos fueran normales y no tabúes. «Por encima de todo, quisimos que la sexualidad se hablara y viviera sin inquietud, con bienestar y tranquilidad, y que la responsabilidad y el respeto que intentábamos promover en las relaciones personales en cualquier situación de la vida se vivieran multiplicadas cuando se trataba de relaciones sexuales», afirma.

Uno de los libros nacidos con la intención de allanar el camino de padres y maestros pero, sobre todo, de los menores que quieren saber lo que a los adultos cuesta tanto aclarar espontáneamente y de manera natural es Cuéntamelo todo, de la editorial Takatuka. Se dirige a niñas y niños a partir de 8 años, fue publicado hace 5 años. Es un libro en forma de bloque, en el que se presentan las preguntas originales planteadas por los niños y niñas que participaron en un taller sobre sexualidad con la autora, Katharina von der Gath. Ella, alemana, estudió educación especial y educación sexual, y ofrece talleres de educación sexual para pequeños y jóvenes en escuelas. Las preguntas de los menores, en su libro, se presentan tal como ellos las escribieron y acompañadas de una ilustración de Anke Kuhl, coautora del libro, también alemana.

«La respuesta a cada una de las cuestiones está el reverso de cada página y está formulada de la manera más clara y precisa posible, sin rehuir ninguna temática y de acuerdo con el grado de desarrollo y los conocimientos de los niños», argumentan desde el editorial Takatuka. Amparándose en diversos estudios, como el de Save the Children sobre el consumo de pornografía en adolescentes y su impacto en el desarrollo y las relaciones entre iguales, hecho público en junio de 2020, los editores de este libro constatan que las páginas de pornografía en Internet de acceso gratuito han convertido en la principal fuente de información sobre sexualidad para hombres y mujeres de edades cada vez más tempranas. Según el informe de Save the Children, «el 53,4% de jóvenes admite que su primer contacto con algún contenido sexual explícito fue entre los 6 y los 12 años».

Al otro lado de este consumo precoz, hay un gran negocio. «La pornografía es un lobby empresarial que mueve mucho dinero, y por mucha información que damos, es imposible que los jóvenes no accedan a algún contenido pornográfico. Les aparecen continuamente ventanas flotantes de contenidos no aptos», declara la psicóloga y psicoterapeuta Elisenda Pascual y Martí, directora del proyecto de acompañamiento familiar Cursos de Crianza respetuosa. Pascual considera que ya no estamos a tiempo de prevenir «se tiene que intervenir para que no tengan acceso a información con contenido machista y abusivo, sexo sin consentimiento y sin cuidado, y para hacerlo, hacen falta políticas que frenen el bombardeo los lobbies «.

Los medios de comunicación son considerados unos aliados de esta ayuda a la prevención de conductas abusivas y/o no saludables en el ámbito sexual. Programas como el informativo InfoK (de la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales), o series como Oh My Gozo!, de Betevé, hecha con la participación de los propios jóvenes como cocreadores de los guiones, son una válida herramienta.

Educar, no reprimir

La labor de esta psicóloga es -desde el 2008- trabajar con familias que la contactan desde las AFA y con las escuelas impartiendo talleres para los maestros. «Es igual si haces mates o inglés, la educación sexual no es una hora a la semana, es uno de los pilares de nuestra vida», expresa. Y tres conceptos son básicos para esta psicóloga, por las confusiones que suelen darse sobre ellos: la sexualidad no entendida como coito y genitales. «Un bebé tiene sexualidad, el pecho de la madre, los olores, los mimos, todo esto es parte de la vivencia de la sexualidad desde el nacimiento, el contacto con la piel de la madre, no con los genitales, es necesario a nivel madurativo», dice. Y añade: «Como sociedad, un país que no cuida la política de cuidado temprano de la vida crea más generaciones con más heridas y carencias emocionales».

Un segundo término importante es el placer. La capacidad de las personas, desde que nacemos, de sentir placer y lo que no lo es. «El llanto, la agitación del bebé ya nos lo indica, cuándo está a gusto y cuándo no. Respetarlos, no desconectarlos de lo que les gusta no es dejarlos hacer lo que quieren. Una cosa es ponerles unos límites y la otra, negarles lo que les da placer, la conexión con el placer debe ser auténtica, natural. Y muchas veces tienen conexión con lo que se supone que deben hacer, pero no con lo que les gusta. Se trata de educar, no de reprimir. La curiosidad es muy positiva, pero es necesario que tengan un conocimiento detrás, cuando das información no estás incentivando, estás generando la promoción de la salud (transmisión de enfermedades, consecuencias de cierto consumos …)», expone la psicóloga. En este conocimiento y conciencia sobre la capacidad verdadera de cada uno de sentir placer radica, en gran parte, la información necesaria para prevenir el abuso sexual. Y como tercer concepto importante, la psicóloga cita el amor no romántico, que no es sino el respeto a mí misma, el diálogo para preguntarme qué me gusta y qué no. «Los tres conceptos, sexualidad, placer y amor propio deben ir siempre juntos», afirma la fundadora de Cursos de Crianza respetuosa.

Es una obligación de las autoridades educativas de nuestro país, y no algo que cada escuela debe resolver como mejor sepa. Nos jugamos la salud mental y física de nuestros adolescentes y jóvenes

El por qué todo esto no llega de manera natural y desde muy pequeños a los niños y niñas, en casa y en el aula, Elisenda Pascual se lo explica por encontrarnos en la sociedad actual -en España- que «venimos de una represión muy grande, en un país en blanco y negro, fruto de la posguerra y tradición judeocristiana. Y ahora nos hemos situado en el otro extremo, con conductas sexoafectivas sin empatía, y hay que devolver a la libertad que da el contacto con el propio placer, el propio deseo, la propia sexualidad auténticos». Además, continúa, «en cuanto a ciertas temáticas, como la sexualidad, cada uno llevamos la propia mochila».

La guía de educación sexual que se centra en la primaria ofrece herramientas pero, según Pascual, muy pocas escuelas lo piden y carecen de apoyo y recursos para poder implantarlo bien. Sólo iniciativas particulares, como la de Orlandai que explica Mariona Trabal, toman esta introducción a conciencia. «Siempre nos había preocupado la necesidad de contrarrestar los inputs sobre sexo que, inevitablemente, llegaban a nuestros chicos y chicas a través del cine, la televisión o de amigos más grandes que ellos. Pero, en los últimos años, la facilidad en el acceso a la pornografía se ha convertido en un problema importantísimo, que nos hace pensar que el abordaje de la educación sexual desde las edades de la educación primaria es imprescindible», declara Trabal.

Por ello, añade, «aplaudiremos cualquier iniciativa que se ponga en marcha desde el Departamento de Educación para ayudar maestros y familias a hablar de sexualidad con los niños sin miedo, sin prejuicios, con todas las implicaciones emocionales inherentes al tema. Es una obligación de las autoridades educativas de nuestro país, y no algo que cada escuela debe resolver como mejor sepa. Nos jugamos la salud mental y física de nuestros adolescentes y jóvenes», concluye.


[1] Perspectiva Escolar núm. 408, 2019. Exemplar dedicado a: Temes controvertits p. 19-24

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Argentina: Se reducirá a un máximo de 90 centímetros el distanciamiento en las aulas

América del Sur/Argentina/27-08-2021/Autor(a) y Fuente: www.diariodecuyo.com.ar

Por iniciativa del Gobierno nacional, mañana se aprobará esa medida en el Consejo Federal de Educación. El objetivo es avanzar a la presencialidad plena.

Tras las consultas con expertos, el Gobierno tiene decidido reducir el distanciamiento en las aulas para lograr que todos los chicos asistan a clases. Lo planteará mañana jueves por la tarde en una reunión del Consejo Federal de Educación, que reúne a todos los ministros provinciales.

El titular de la cartera nacional, Nicolás Trotta, expondrá tres “condiciones” que permitirán, tras más de medio año con presencialidad alternada, que los estudiantes vuelvan a concurrir todos los días a la escuela. Los diferentes escenarios son:

  1. Condición óptima: las escuelas que puedan asegurar la presencialidad completa manteniendo un distanciamiento físico de 1,5 metros entre estudiantes deberán seguir haciéndolo. “Para mantener esta distancia es necesario aprovechar al máximo el mobiliario escolar en toda su extensión”, advierten.
  2. Condición admisible: en caso de que no sea posible asegurar la presencialidad plena, se tomará una distancia física de 90 centímetros entre estudiantes en las aulas, sin dejar de sostener la exigencia de 2 metros en los espacios comunes y con los docentes. “En este caso, aumenta el requisito de ventilación, no solamente manteniendo abiertas ventanas y puertas sino incrementando el tiempo de ventilación entre clases”, recomiendan.
  3. Excepciones: cuando no alcance esa reducción de la distancia, se abre una excepción. En contextos de bajo riesgo epidemiológico y vacunación avanzada se permitirá acortar aún más la distancia para que todos los chicos estén en el aula.

No obstante, la excepción trae aparejada otras medidas obligatorias adicionales: los testeos a la comunidad escolar, el uso de doble y triple barbijo, que la superficie mínima por estudiante en el aula sea de un metro cuadrado, realizar el rastreo de contactos en el caso de aparición de síntomas, la utilización de medidores de CO2, el control de las condiciones sanitarias de la localidad y la obligación de informar los parámetros de los testeos semanalmente en la plataforma Cuidar Escuelas.

Hasta hoy, todo el país trabaja con modalidad alternada. Solo la Ciudad de Buenos Aires y Mendoza avanzaron en forma gradual hacia la presencialidad plena quitando la exigencia del distanciamiento. En el resto de las provincias persiste el sistema de “burbujas”.

Hace solo unas semanas, el propio Trotta había cuestionado la modificación impuesta por el jefe de Gobierno Horacio Rodríguez Larreta. Sin embargo, la mejora en los indicadores sanitarios, los avances en la vacunación y la suba de las temperaturas quebraron esa resistencia.

“A partir de lo que ha sido la mejora de los indicadores sanitarios y epidemiológicos en las últimas 13 semanas y el avance del proceso de vacunación, hemos avanzado con aval de las y los especialistas en esta propuesta que nos permitirá continuar intensificando los niveles de presencialidad”, señaló Trotta.

Entre el lunes y el miércoles, el ministro se había reunido con funcionarios provinciales y con el Consejo Asesor para el Regreso a las Clases Presenciales, que trabaja desde mediados del año pasado cuando se creó el protocolo que rige hasta hoy. En el órgano participan representantes de UNICEF, de la Sociedad Argentina de Pediatría, de la OPS/OMS, epidemiólogos y expertos en infraestructura escolar.

Tras más de un año desde que se delineó aquel protocolo, recién mañana se producirá el primer ajuste a nivel nacional. A partir de las 15, los ministros de Educación de las 24 jurisdicciones aprobarán la revisión y luego serán los propios gobiernos provinciales quienes aplicarán la medida.

Fuente e Imagen: https://www.diariodecuyo.com.ar/argentina/Se-reducira-a-un-maximo-de-90cm-el-distanciamiento-en-las-aulas–20210825-0083.html

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El Salvador: Maestros de escuelas rurales tienen que usar aulas para dormir

América Central/El Salvador/25-06-2021/Autor(a): Jonatan Funes/Fuente: www.elsalvador.com

La Ley de la Carrera Docente establece que los profesores tienen prohibido “usar el local de los centros educativos para vivienda o actividades no propias de la enseñanza, sin la autorización correspondiente”. Sin embargo, la realidad de los docentes rurales es otra.

Ana Mirian Durán Valdez de 44 años, profesora del Centro Escolar Chilin de Argueta siempre en cantón la Joya de Masahuat. Ella, aparte de ser directora y profesora, es madre y le toca dormir con su hijo de tres años en la escuela. Tiene 19 años siendo docente y 17 trabajando en la institución. Foto EDH/ Jonatan Funes

Julia Maribel Rosales Aguilar tiene 46 años, de los que ha entregado 12 a la docencia. Es directora y profesora del Centro Escolar Caserío El Rodeo, cantón La Joya de Masahuat, Santa Ana. Su rutina es levantarse a las 5:30 de la mañana, bañarse con agua de una pila al aire libre y alistarse porque sus alumnos llegan a las siete. En su turno como docente, atiende a niños de parvularia a sexto grado, hasta las 12 del medio día.

Luego pasa atender las labores administrativas en la dirección, la que se convierte de noche en su habitación, ya que por el difícil acceso al lugar le toca quedarse a dormir ahí, de lunes a jueves.

Ana Mirian Durán Valdez de 44 años, profesora del Centro Escolar Chilin de Argueta siempre en cantón la Joya de Masahuat. Ella, aparte de ser directora y profesora, es madre y le toca dormir con su hijo de tres años en la escuela. Tiene 19 años siendo docente y 17 trabajando en la institución. Foto EDH/ Jonatan Funes

Esto pasa a pesar de que la Ley de la Carrera Docente, en el artículo 32 numeral 8, prohíbe a los maestros usar las instalaciones como viviendas. Su cama es una pequeña y desgastada colchoneta que la separa del suelo por apenas cinco centímetros. Se ha acostumbrado a dormir entre la papelería, artículos, estantes, escritorio, y otros objetos que mantiene en la dirección. Aguilar tiene ocho años de trabajar y vivir en esta situación. “Vine aquí a este centro educativo en el 2013, no había ni luz y me sentía bien triste de ver la situación en la que yo vine a dar, pero me fui acostumbrado, me fui adaptando a esta vida. Aquí paso el mayor tiempo, casi toda la ropa la tengo aquí guardada, mi cocina para hacer mis alimentos, mi camita que no es una cama sino una colchoneta, porque ya ni me cabe en la dirección”, expresó la profesora.

El único medio para llegar a esta escuela es en motocicleta, pick up, camión o en la mayoría de los casos, a pie. Al casco urbano de Masahuat llega el transporte público sin ningún problema; pero para llegar al cantón La Joya son 15 kilómetros viajando en pick up y caminando son tres horas, asegura la docente. Aunque ahora ella prefiere pagar el viaje en moto. Su gasto semanal, solo en transporte, ida y vuelta, son 25 dólares.

Blanca Isabel Espinoza Alvira de 64 años. Ha sido maestra por 16 años en el Centro Escolar Cantón Honduritas. Alvira se queda a dormir en un pequeño cuarto por el que paga 10 dólares al mes. Foto EDH/ Jonatan Funes

Algunos cantones están divididos por el río Lempa, tal es el caso del cantón Honduritas: para llegar al lugar hay que cruzar a pie un puente, o ingresar por Texistepeque. Aquí trabaja Blanca Isabel Espinoza Alvira, de 64 años. Ha sido maestra por 16 años en el Centro Escolar Cantón Honduritas. A pesar de que hay varios maestros, Alvira es la única que se queda a dormir en un pequeño cuarto cerca de la escuela, por el que paga 10 dólares al mes. Su habitación es oscura, sus paredes aun no reciben una mano de pintura, pero tiene una cama con un petate, una banca, una silla y un mosquitero.

También una bolsa negra que cuelga de un clavo con su ropa. “en El cuarto donde vivo casi no tengo nada, solo la cama, una silla y los objetos personales. De ahí la ropa como no queda tiempo de lavar y planchar me la llevo otra vez” cuando regresa a su casa, explicó la docente.


En la escuela Chilín de Argueta

El profesor Henry de Jesús Aguilar López de 45 años, compañero de Durán, duerme en el salón de la par. Él tiene solo una pequeña y delgada colchoneta que lo separan de dormir en el suelo. Foto EDH/ Jonatan Funes

En esta misma condición se encuentran los docentes de las escuelas de los caseríos aledaños, tal es el caso de Ana Mirian Durán Valdez, de 44 años, profesora del Centro Escolar Chilín de Argueta, siempre en cantón La Joya de Masahuat. Ella, aparte de ser directora y profesora, es madre y le toca dormir con su hijo de tres años en la escuela. Tiene 19 años siendo docente y 17 trabajando en esta institución.
Su dormitorio es un salón donde no entra mucha luz, tiene dos camas artesanales, mejor conocidas como “cuja”, un televisor viejo, ropa, comida, un escritorio y fotografías de su niño en la pared. Aquí no hay señal de internet, tampoco de teléfono; para poder hacer una llamada con su celular debe salir de la escuela y caminar hasta una ceiba. Aunque Valdez y su hijo no son los únicos que se quedan, también corre con la misma suerte el profesor Henry de Jesús Aguilar López, de 45 años, quien duerme en el salón contiguo. Él tiene solo una pequeña y delgada colchoneta que lo separa de dormir en el suelo.

Ambos hacen de la escuela su casa de domingo a viernes hasta el medio día, luego se retiran a ver a sus familias, y en un parpadeo, el domingo por la mañana, hay que regresar, ya que no pueden arriesgarse a hacerlo hasta el lunes, por la falta de transporte. De igual forma pagan motocicletas para su viaje, de lo contrario les tocaría caminar por veredas para hacer más corto el camino, aunque esto equivale a cinco horas. “Haciendo el presupuesto sin comer, me viene saliendo nueve dólares solo de transporte. La moto me quita 6, y al final ida y vuelta 18 dólares”, explicó el profesor López.

No tienen baño exclusivo, de regadera utilizan unas laminas oxidadas como pared con un trapo sucio que simula la puerta.
Foto EDH/ Jonatan Funes

Lo más difícil de trabajar y vivir en estas condiciones es no encontrar algo de comer en las tiendas, por lo que prefieren traer toda la alimentación desde su casa, sobre todo aquellos alimentos no perecederos. Otro de los problemas es la falta de agua potable, en la escuela solo llega algunos días, por lo que la almacenan en barriles. El baño es de uso general, de regadera utilizan unas láminas oxidadas como pared, con un trapo sucio que simula la puerta.

“Lo que me ata son los años que tengo de estar aquí y ya quizás se volvió una costumbre de estar en estos lugares, de dejar a su familia y venirse para acá. Las condiciones igual, hay que traer la comida, las cositas, porque sino no hay nada por estos lugares. Uno se enamora del lugar donde trabaja y vive”, expresó la maestra, sobre las razones que le llevan a vivir y trabajar en estas condiciones.


Su espacio para cocinar, descansar y dormir lo tiene en la dirección. Foto EDH/ Jonatan Funes

En el cantón La Ruda, siempre en Masahuat, Santa Ana, esta el Centro Escolar Caserío Carrizal, donde se hospeda el profesor Edwin Oswaldo Grijalva Pineda, de 43 años, quien trabaja ahí desde hace 12 años. Es director y profesor con especialidad en lenguaje y literatura, atiende a estudiantes desde preparatoria hasta noveno grado.

Su espacio para cocinar, descansar y dormir lo tiene en la dirección. Tiene una pequeña cama, una diminuta cocina y pequeñísimas imágenes religiosas pegadas en la pared. Como muchos, ya esta acostumbrado a vivir en este lugar y al no tener internet, señal de teléfono, televisión ni radio, trata de utilizar el escaso tiempo que le queda en aprender otro idioma. “En mi tiempo libre lo que hago es leer, ya que aquí no queda mucho por la actividad. Leer y practicar, porque si se fija no hay mucho que hacer. A veces salgo a las casas pero es bien raro porque normalmente paso aquí”, comentó sobre su diario vivir.

Masahuat tiene una población de 3, 393 habitantes, consta de cinco cantones y 38 caseríos, limita al norte con Santa Rosa Guachipilín, al este con Nueva Concepción de Chalatenango, al sur con Texitepeque y al oeste con Metapán.


La tristeza de la maestra Norma en Sensuntepeque

Los profesores interinos del Centro Escolar Cantón San Gregorio de Sensuntepeque, David Castellanos, Patricia García y Norma Hernández, se enfrentarán a la posibilidad de perder su empleo, al acabar el periodo, y tener que abandonar el que durante varios años se había convertido en su hogar. Foto EDH/ Jonatan Funes

Norma Hernández, quien es docente en el Centro Escolar Cantón San Gregorio, Sensuntepeque, lamenta que hacer tantos sacrificios como dejar a su hijo y a su familia por dedicarse a su trabajo no sea recompensando con una plaza estable, debido a que ella cubre un interinato por un año.

“Todos los alumnos de acá son como mis hijos pero realmente es bien difícil no tener a mi propio hijo conmigo”, aseguró. La pequeña escuela del cantón San Gregorio es un claro ejemplo de esta situación. Ninguno de los tres docentes tiene una plaza fija, sin embargo desde hace casi tres años han dedicado días completos a cuidar de la escuela y de sus alumnos. El tema de los interinatos mantiene a los docentes con la zozobra y la incertidumbre de cuánto tiempo van a estar sin estabilidad laboral.

El profesor David Castellanos tuvo que esperar tres años para obtener una plaza como interino siempre en la escuela del cantón San Gregorio. Su especialidad es el idioma inglés pero imparte clases de lenguaje, matemática y ese idioma a los alumnos en aulas fusionadas.
“Hay unos pequeños vacíos de parte del docente porque no está preparado para eso, mientras que si yo estuviese solo en el área de inglés me desenvolviera mucho mejor en esa área”, recalcó.

El profesor David Matías Sánchez de 64 años ha acomodado un colchón encima de unos pupitres. Duerme en una bodega de la escuela Cantón El Rosario de Comasagua. Foto EDH/ Jonatan Funes

La directora interina Patricia García cuenta que desde hace tres años ninguna de las plazas de ese centro educativo ha sido habilitada para aplicar a modalidad fija y que debido a las disminuciones en las matrículas el personal también ha sido recortado. Según la mayoría de maestros entrevistados, la baja matrícula se debe a la migración de la población a la ciudad o incluso a otros países.

Los profesores David Castellanos, Patricia García y Norma Hernández se enfrentarán a la posibilidad de perder su empleo, al acabar el periodo de interinato, y tener que abandonar el que durante varios años se ha convertido en su hogar.

Profesora Dalia Briseyda Dimas se queda a dormir en el aula donde también es profesora de parvularia en el Centro Escolar Cantón El Rosario de Comasagua. Foto EDH/ Jonatan Funes

Fuente e Imagen: https://www.elsalvador.com/eldiariodehoy/dia-del-maestro-precariedades-escuelas-publicas-docentes-santa-ana-sensuntepeque/850724/2021/

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La digitalización en las aulas, una necesidad del presente

Por: Educación 3.0

La formación en competencias digitales es clave para el cambio que necesitan las escuelas tras la pandemia. Esta fue una de las cuestiones abordadas en el ‘VI Encuentro de profesores de Samsung Smart School’. Nos lo cuenta Elena Diaz-Alejo, Manager de Relaciones Institucionales de Samsung.

La llegada del coronavirus obligó a la sociedad a reinventarse y adaptarse a un nuevo escenario para el que solo unos pocos estaban preparados. En la educación, docentes, estudiantes y familias tuvieron que hacer un gran esfuerzo para adaptar y trasladar la actividad educativa a las plataformas digitales. Pese a que esta adaptación supuso un gran reto para todos, el resultado fue extraordinario y tanto alumnado como profesorado estuvieron a la altura de las circunstancias.

Gracias a la tecnología la educación no se detuvo durante los primeros meses de confinamiento. Así lo muestran los datos recogidos en un estudio realizado por IPSOS para Samsung sobre los hábitos de los españoles durante ese periodo y sus perspectivas de futuro. Según el informe, el 82% de los hogares con niños en edad escolar disponían de los medios necesarios para facilitar la formación online escolar. La pregunta que se hace la comunidad educativa un año después es: ¿cuál será el modelo para los próximos años postpandemia?

Un camino hacia la digitalización

En la actualidad la situación es muy cambiante y seguirá marcada por la incertidumbre hasta que podamos vencer al virus, pero lo que es una realidad es que la digitalización en las aulas ha llegado para quedarse. En estos momentos se han podido retomar las clases 100% presenciales, pero los colegios ya están preparados y dotados de los medios necesarios para hacer frente a los confinamientos puntuales de estudiantes y las posibles nuevas olas de contagios gracias, por ejemplo, a las clases en ‘streaming’.

«En definitiva, la tecnología es siempre un medio que te ayuda a mejorar el aprendizaje, pero nunca puede convertirse en un fin «

Seguramente en el futuro habrá que trabajar en un sistema híbrido que alterne la docencia física con la telemática. Y, no cabe duda, de que esto supone un reto: hay que incrementar las competencias digitales tanto de alumnos como de docentes. Aunque es cierto que cada vez más la tecnología se integra en los procesos educativos, hay que formar continuamente en habilidades digitales. Un profesorado formado, será capaz de abordar cualquier tipo de proyecto educativo con sus estudiantes dentro y fuera del aula. De hecho, un 95% de los docentes que ya venían trabajando con tecnología antes de la pandemia, como es el caso de los centros del proyecto Samsung Smart School, afirman que pudieron acometer este cambio de manera sencilla, puesto que siguieron trabajando de la misma forma que lo venían haciendo hasta el momento, pero desde casa.

Sansung Smart School Elena

La tecnología es un factor clave para impulsar el cambio en las aulas, pero hay que poner el foco en la innovación de las técnicas educativas en su conjunto más que únicamente en los dispositivos.

Además, este cambio metodológico debe complementarse con una formación continua en competencias digitales de los docentes que permita una mayor innovación en las técnicas educativas. Durante el ‘VI Encuentro de profesores de Samsung Smart School’, el profesorado señaló que este cambio debe realizarse de manera paulatina e ir acompañado de formación y desarrollo de contenidos multimedia que fomenten una mayor participación e interés entre el alumnado.

«Debe impartirse una formación de calidad y con carácter abierto, para que cada centro pueda acometer el proceso de cambio metodológico adaptado a su propia realidad y circunstancias «

En este sentido, gracias a la integración de esta, los docentes han podido ofrecer contenidos más ricos y temáticas innovadoras con proyectos de Realidad Virtual, robótica o sostenibilidad, así como acercar la cultura a los alumnos, ofreciéndoles la oportunidad de visitar virtualmente museos o exposiciones. Todos los profesores han recibido la misma formación, pero los resultados han sido proyectos totalmente distintos.

La formación continua, clave en el cambio metodológico

Otro de los puntos que señaló el profesorado fue la necesidad de integrar a las familias en este proceso haciéndoles partícipes a través de una comunicación fluida y constante que les permita involucrarse en el aprendizaje de sus hijos. También se hizo hincapié en la importancia de generar un ambiente de trabajo en equipo en el claustro que implique e ilusione a los docentes en el proceso de transformación; Para ello, destacaron la necesidad de contar con espacios de colaboración, como Samsung Smart School, en los que compartir sus propias experiencias, conectar con otros profesores o conocer las realidades de otros centros educativos.

«Este cambio metodológico no es cuestión de un solo profesor, sino que tiene que formar parte de un proyecto de centro «

Dentro de diez años, las tecnologías permitirán una mayor personalización de los contenidos curriculares adaptándose en mayor medida a los ritmos de cada alumno. Además, con la mediación del canal digital, cambiará el concepto de aprendizaje tradicional y los pupilos se convertirán en sujetos activos de su propia educación, aumentando tanto su motivación como su autonomía. Por su parte, el profesorado debe ir más allá de su labor de transmisores de conocimiento y asumir un nuevo rol de coordinadores o facilitadores para ayudar a los estudiantes a adquirir los conocimientos y capacidades necesarias, además de fomentar los ambientes multidisciplinares y el trabajo en equipo. Por ello, y para que puedan afrontar este cambio metodológico con éxito, la formación debe ser continua, al igual que sucede en otros sectores.

Durante la pandemia el sector sanitario ha sido el que más ha sufrido, ellos han tenido que salvar vidas, pero el siguiente colectivo que más se ha sacrificado y que también merece nuestro reconocimiento ha sido el profesorado. Gracias a esos profesores que han trabajado duro con ilusión y perseverancia para salvar la educación y no dejar que sus alumnos se quedaran atrás. Los grandes cambios requieren tiempo y consenso social, pero como ha evidenciado la situación actual, la implementación de la tecnología en la educación es una necesidad del presente y del futuro.

Fuente e Imagen: https://www.educaciontrespuntocero.com/opinion/digitalizacion-en-las-aulas/

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