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El rol de las bibliotecas en la pandemia

Por: Sofía García-Bullé

A pesar de un decremento en la inversión pública las bibliotecas siguen creciendo en popularidad como espacios de normalidad frente a la pandemia.

A dos años del inicio de la pandemia, las bibliotecas han experimentado cambios en sus servicios y propósitos. En artículos anteriores hemos hablado acerca de su capacidad para reinventarse, así como su potencial de ser lugares de aprendizaje y facilitadoras para la creación de comunidades estudiantiles. Ante el inminente cierre de muchas y la limitación de actividades para otras, los bibliotecarios han tenido que mantenerse creativos para adaptarse a una normalidad que sigue sin permitir la presencialidad pre-pandemia.

La renta de libros y los eventos en línea, el préstamo de libros sin contacto, las actividades al aire libre con los protocolos y medidas de prevención se han vuelto la base de la supervivencia de las bibliotecas, sino de las comunidades que apoyan. Para quienes realizan el trabajo dentro de estos edificios es claro que la labor ya no solamente se trata de conservar y prestar colecciones de libros, ni siquiera de compartir conocimiento, sino de ofrecer una semblanza de normalidad social y cognitiva que no esté ligada al consumo. Las bibliotecas son uno de los pocos espacios públicos a los que se puede acceder sin la expectativa de de un gasto, por eso es tan importante asegurar su continuidad en un panorama pospandemia. ¿Cómo se está logrado esto?

Los aprendizajes obtenidos desde el inicio de la pandemia le han dado a los bibliotecarios las herramientas para abrir el espectro a más actividades didácticas y sociales. Las mejores bibliotecas hoy en día cuentan con laboratorios computacionales, cuartos de conferencias, estudios para grabar podcast y editar videos, cafeterías, experiencias educacionales para niños, y hasta cocinas para aprender sobre culturas diversas a través del proceso de hacer platillos típicos.

Aún con el cierre o disminución de de las actividades públicas que ha provocado la variante Omicron, la biblioteca mantiene servicios como los préstamos sin contacto. Una persona puede pedir un libro en línea y recoger la copia física en un casillero, dentro de un área segura con poco aforo dentro de las instalaciones.

“Este año ha sido una montaña rusa. Hubo innovación constante y tratamos de encontrar maneras de servir a la gente lo mejor que pudiéramos”, comentó Megan Allen, Directora de Bibliotecas en Quincy, Massachusetts para The Boston Globe. Gracias a la inventiva de los profesionales del rubro las bibliotecas no sólo han permanecido activas, se han vuelto más populares. A pesar de este progreso, el capital invertido para mantener estos desarrollos así como un sueldo digno para los bibliotecarios no ha sido proporcional a los esfuerzos realizados.

En Estados Unidos, el gobierno no ha podido respaldar por completo las bibliotecas públicas en 27 años, el 86 % de los fondos provienen de las arcas locales. En la última década, el presupuesto total de Inglaterra para mantener sus bibliotecas bajó un 25 %, mientras que en Canadá los recortes del estado han sido tan severos que en algunas instancias han alcanzado el 50 % del presupuesto.

La oferta y la demanda para los servicios que ofrecen las bibliotecas existe, el problema que podría poner en riesgo su continuidad no es la digitalización, ni una disminución de las copias físicas de libros, ni siquiera la pandemia; es la falta de disponibilidad de fondos públicos para asegurar que continúe como un recurso gratuito. Este momento, en el que las bibliotecas son un bastión del acceso al conocimiento y de las actividades que cuidan la salud social y mental del público, es tiempo idóneo para evaluar las aportaciones de estas instancias y hacer lo posible por conservarlas en la forma que las conocemos.

¿Has visitado tu biblioteca local este año? ¿Qué programas maneja? ¿Te has beneficiado de alguno? ¿Cuál es tu postura con respecto a las bibliotecas, su rol dentro de la pandemia y a futuro? Cuéntanos en los comentarios.

Fuente de la información e imagen: https://observatorio.tec.mx

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China: Bibliotecas chinas publican copias digitales de libros antiguos

Asia/China/23-04-2021/Autor(a) y Fuente: Spanish.xinhuanet.com

La Biblioteca Nacional de China (BNCh), en colaboración con otras nueve bibliotecas en todo el país, ha puesto a disposición digitalmente más de 1.700 libros antiguos, en un intento por preservar los libros y hacerlos más accesibles al público.

Los recursos recién cargados, que incluyen copias de libros antiguos en idioma tibetano y de medicina tradicional China, han elevado el número total de libros antiguos digitalizados a 74.000, dijo la BNCh en un comunicado emitido este miércoles.

Los recursos bibliográficos, en diversos idiomas y temas y que se remonta a diversas dinastías, incluyen manuscritos, documentos y estudios, entre otros.

La BNCh, con sede en Beijing, ha encabezado la creación de una base de datos dedicada a libros antiguos digitalizados. Desde su lanzamiento en 2016, se han puesto a disposición más de 33.000 libros antiguos, que representan más de dos terceras partes de la colección total de libros antiguos de la biblioteca que se encuentran relativamente en buen estado.

También se ha creado una base de datos de registro para proteger mejor los libros antiguos, con información de cerca de 8 millones de libros antiguos cargados en la plataforma.

Fuente: http://spanish.xinhuanet.com/2021-04/21/c_139896709.htm

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El legado de las bibliotecas de Afganistán en honor a las víctimas está en peligro

Rahila Monji y Najiba Hussaini fueron mujeres que le apostaron a la educación en medio de la guerra. Sus familiares construyeron bibliotecas para mantener vivo su legado. Ahora las mujeres afganas temen que un acuerdo de paz entre el gobierno afgano y y los talibanes signifique un retroceso para garantizar su educación; una lucha que han emprendido por más de 20 años.

El 24 de julio de 2017 un atacante suicida talibán acabó con la vida de 24 personas, entre ellas estaba Najiba Hussaini. Era una mujer asombrosa; completó su maestría en Japón y trabajó en el Ministerio de Minas y Petróleo del gobierno. Al igual que ella, Rahila Monji, de 17 años, creía en la educación como motor de cambio. Pero murió en 2018 luego de un ataque terrorista en un centro educativo. Rahila Monji y Najiba Hussaini fueron mujeres que le apostaron a la educación en medio de la guerra; de ahí que sus familiares lucharon por mantener vivo su legado. “Najiba no está muerta, respira con todos los niños y niñas que vienen a su biblioteca y estudian”, dijo su pareja Hussain Rezai al New York Times.

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La Fundación Rahila y la Biblioteca Conmemorativa de Najiba Hussaini fueron creadas para promover la educación de los afganos. “La sociedad puede superar su crisis actual a través de soluciones que deben extraerse del conocimiento y la educación de sus jóvenes”, se leía en el diario Rahila Monji. Hoy, la fundación creada en su nombre, otorgó más de 100 becas estudiantiles, recibió a más de 12.000 visitantes en un año y cuenta con más de 10.000 libros y publicaciones. “La Fundación le ha enseñado a la comunidad una lección invaluable: que podemos ser resilientes y luchar con medios más emancipadores e impactantes”, se lee en su página web.

A pocos kilómetros, en Nili, la capital de Daikundi, la Biblioteca Conmemorativa de Najiba Hussaini tiene más de 12.500 libros, revistas e informes de investigación. “La biblioteca es popular entre los jóvenes, muchos de ellos estudiantes con escasez crónica de recursos educativos, especialmente libros”, se lee en una publicación del New York Times.

Ellas en medio de la guerra

Sus familiares cuentan que Rahila Monji iluminaba la habitación más oscura con una risa contagiosa; era inteligente y dispuesta. Pero lo que más recuerda su primo Maisam Iltaf eran las ganas de Rahila de cambiar el mundo.

“Estaba emocionada de haber sido admitida en la academia Mawoud para comenzar sus cursos de preparación universitaria; quería estudiar economía. Pero sus sueños perecieron ante mis propios ojos, en las afueras de la ciudad, mientras la gente limpiaba y excavaba franjas de tierra. Enterramos a Rahila con todos sus sueños de educación”, contó Iltaf el 27 de agosto de 2018 al medio Aljazeera. Doce días atrás un terrorista del Estado Islámico se detonó a sí mismo en la academia Mawoud. Rahila Monji, de 17 años, y 48 compañeros murieron en el atentado.

La misma guerra acabó con la vida de Najiba Hussaini, de 28 años. Un atacante talibán detonó un vehículo cargado de explosivos en en el oeste de Kabul matando al menos a 24 personas e hiriendo a otras 42. Hussaini fue una destacada estudiante; se graduó como una de las mejores de su clase en la escuela secundaria y ganó una beca para estudiar aplicaciones informáticas en India. Se fue a Japón para terminar su maestría y regresó a Afganistán para liderar la unidad de base de datos en el Ministerio de Minería de Afganistán.

“Los ataques a las escuelas del país se triplicaron entre 2017 y 2018, pasando de 68 a 192. En el primer semestre de 2019, se informó que 36 escuelas en todo el país cerraron debido a la violencia, lo que privó a 13.894 niños de acceder a educación”, de acuerdo con un informe de Unicef. Y es que es precisamente por la guerra que muchos padres se niegan a enviar a sus hijos al colegio en Afganistán. La organización estima que 3,7 millones de niños de entre 7 y 17 años no van a la escuela en todo el país; el 60 % son niñas. Y de los inscritos, sólo el 54 % completa la escuela primaria.

Desde 2017, Human Rights Watch advirtió que a medida que la seguridad en el país empeora y los donantes internacionales se retiran de Afganistán, el progreso para que las niñas vayan a la escuela se ha estancado. Aquí algunos datos de la organización:

 El gobierno de Afganistán ofrece menos escuelas para niñas que para niños en los niveles primario y secundario.

 En la mitad de las provincias del país, menos del 20 % de los maestros son mujeres, una barrera importante para las niñas cuyas familias no aceptan que un hombre les dicte clases, especialmente en la adolescencia.

Alrededor del 41 % de las escuelas no tienen edificios y muchas carecen de muros fronterizos, agua y baños, lo que afecta de manera desproporcionada a las niñas.

Pero eso no quita el esfuerzo de las mujeres, de las organizaciones de derechos humanos y de algunos gobiernos para garantizar el acceso a la educación en Afganistán. Estos son algunos avances, de acuerdo con The Borgen Project:

→ En 2019, más de 9 millones de niños afganos están escolarizados. Alrededor de 300.000 estudiantes asisten a colegios y universidades. Además, se colocaron 480.000 nuevos maestros en escuelas afganas.

→ Es raro que los niños afganos abandonen la escuela una vez matriculados. Aproximadamente el 85 por ciento de los niños que comienzan la escuela primaria también terminan la escuela primaria. Además, casi el 94 por ciento de los niños y el 90 por ciento de las niñas que comienzan la escuela secundaria también terminan la escuela secundaria.

 La interferencia de Estados Unidos ha mejorado la educación. En 2007, seis años después de la invasión estadounidense de Afganistán, el 60 por ciento de los niños afganos asistían a la escuela en entornos temporales como tiendas de campaña en lugar de en edificios escolares.

Una paz que puede acabar con los derechos de las mujeres

Muchos afganos temen el regreso al poder, parcial o total, de los talibanes, que albergaron a la red yihadista Al Qaida antes del 11 de septiembre de 2001.

Los talibán se encuentran en una posición de fuerza desde la firma del acuerdo con Estados Unidos, que impusieron con su incesante guerrilla; los insurgentes controlan ya la mitad del territorio afgano. La guerra causó decenas de miles de muertos, entre ellos 2.400 soldados estadounidenses, obligó a millones de personas a huir y costó a Washington más de un billón de dólares.

Con unas negociaciones de paz que avanzan lentamente entre el gobierno afgano y y los talibanes, a las mujeres afganas les preocupa que ese acuerdo signifique perder todo el progreso que han logrado en 20 años. “No quiero que la ideología talibán vuelva a gobernar a mi pueblo”, dijo Hamid Omer, hermano de Rahila Monji al New York Times. “Donde nací, mi pueblo tuvo que quemar todos los libros de texto escolares disponibles en nuestra escuela. Me temo que volveremos a enfrentar la misma situación”.

Cuando los talibanes dominaban completamente el país antes del 11 de septiembre, se prohibió la educación formal para las niñas. “La educación es una parte importante de la religión islámica. Los talibanes también lo saben, pero parece que no tienen una postura clara sobre la educación de las niñas“, explicó Habib-ur-Rahman a Foreign Policy, y quien ha dirigido una pequeña escuela para niñas en su propia casa en una remota zona rural de Afganistán, dominada en gran parte por los talibanes.

Fuente: https://www.elespectador.com/noticias/el-mundo/en-afganistan-crearon-bibliotecas-en-honor-a-las-victimas-ahora-temen-que-se-pierda-su-legado/
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Hacer de la necesidad virtud (II): Bibliotecas públicas y equidad educativa

Odian leer -así lo dicen algunos de ellos-, pero hay tres condiciones que, bien combinadas, pueden abrir espacios para la lectura: la prescripción escolar, el aburrimiento y el acierto en la elección. Estamos ante una oportunidad única para impulsar el hábito lector pero, para ello, necesitamos el concurso de las bibliotecas públicas.

¿Por qué, en tiempos de pandemia y coronavirus, se habla tan poco de libros? Vengo dándole vueltas a esta pregunta desde que iniciamos la cuarentena. ¿Por qué, si el principal problema educativo que hemos detectado es la exclusión escolar, las bibliotecas no se consideran un servicio de primera necesidad, como las tiendas de alimentación o las farmacias?

En tiempos de brecha digital -de brecha social y escolar-, los libros son el amortiguador más sencillo y más inmediato contra la inequidad educativa. Hubiera bastado que los profes nos hubiéramos puesto de acuerdo en recomendar un puñado de buenos libros -libros informativos y libros de ficción, libros cuya lectura acompañaríamos y libros de los que no habría que rendir cuentas- para que el tránsito entre la educación en la escuela y la formación en casa no hubiera sido ni tan brusco ni tan injusto. Tendremos que darle una vuelta a nuestra lentitud de reflejos, a por qué los libros han desaparecido, incluso, de nuestro imaginario docente. Del hegemónico, al menos.

Ni siquiera la brecha digital hubiera sido tan abrupta con buenas bibliotecas escolares. Estas, allá donde funcionan, se ocupan también de la alfabetización mediática de estudiantes y docentes y tienen, cuando menos, detectados los problemas: quiénes disponen de dispositivos móviles y quiénes no, quiénes disponen de conexión en casa y quiénes no; qué aplicaciones y plataformas son fiables y cuáles no. Eso, tan solo, como punto de partida. Porque las bibliotecas escolares hace tiempo que dejaron de ser tan solo un espacio físico donde se alojan los libros, y son el verdadero agente dinamizador -que impulsa y coordina- todas aquellas prácticas vinculadas a la alfabetización del siglo XXI: desde cómo distinguir noticias fiables de fake news a cómo seleccionar, elaborar y comunicar información, entre otras muchas cosas. Claro que estos contenidos conciernen al profesorado de todas las áreas, pero mientras las rutinas docentes y las evaluaciones externas miren hacia otro lado pocos parecen darse por aludidos.

Necesitamos responsables en nuestras bibliotecas escolares -con formación y recursos, lo hemos dicho ya muchas veces- que vertebren iniciativas, especialmente aquellas medulares y que, sin embargo, el currículo disciplinar orilla o desdeña.

Pero hoy quisiera centrarme en la lectura de libros: de papel o electrónicos, pero en los libros. Y en por qué creo que, cuando se atenúen las condiciones de nuestro confinamiento, las bibliotecas públicas podrían y aun deberían ocupar un papel central en el tramo final del curso. Hablaré de secundaria, que es lo que conozco de primera mano, pero la tesis de fondo de estas líneas es aún más pertinente si cabe para los tramos de infantil y primaria.

Todos los años, al empezar las clases, dedico una o varias sesiones a hablar con mis alumnas y alumnos acerca de sus hábitos lectores y sus libros favoritos. Y todos los años me encuentro con tres perfiles diferenciados, aunque enormemente porosos entre sí.

En primer lugar, los refractarios a la lectura: «No leo nada. Nunca he leído nada que me guste». «Una vez leí un libro. Y no me gustó». «Yo no leo nada. Y si me mandan leer algo en el instituto o me veo la peli o me leo un resumen». «Antes leía. Ya no». «Me tiene que llamar mucho la atención el libro; si no, no me lo leo. He intentado leer algún libro, pero no». «Profe, yo solo leo el Marca«.

Pero incluso estos nos dejan un resquicio abierto: «No me gusta nada leer, pero una vez me leí un libro por mi cuenta y me gustó. Se llamaba El niño del pijama de rayas«. «No leo mucho, pero me gustan las curiosidades que leo en Instagram. Lo de ¿Sabías que…? Eso sí me lo leo». «No leo nada. Y ya. Pero me gustaría tener disciplina. Dormirme leyendo un libro». «A veces sí que leo, depende de lo que me aburra». «Leo cuando tengo tiempo». «No es que no me guste leer, me gusta algún tipo de libros, como Juego de Tronos». «Leer no es que me emocione, pero los libros que me mandan en el instituto sí que me los leo». «Con los libros del instituto al principio no me gustan, pero luego me voy enganchando». «Me gusta mucho leer, pero no libros. Revistas, moda, cosas de actualidad».

Odian leer -así lo dicen algunos de ellos-, pero hay tres condiciones que, bien combinadas, pueden abrir espacios para la lectura: la prescripción escolar, el aburrimiento, y el acierto en la elección.

Luego están los lectores ocasionales, aquellos que leen a rachas. «No me gusta mucho leer. Mi libro favorito es El señor de los anillos«. «No es que no me guste leer, pero no suelo hacerlo». «Me gusta leer, pero no leo mucho». Añoran los tiempos en que sí eran ávidos lectores. «Cada vez leo menos». «Antes leía un montón». Son quienes sí leen lo prescrito en el instituto, pero poco más. Este grupo aumenta según nos adentramos en la adolescencia. Porque es entre los más pequeños del instituto donde encontramos los lectores más fervientes.

Y ahí están los lectores compulsivos: quienes se han leído todo Roald Dahl, Laura Gallego, Harry PotterPercy Jackson, John Green. Fans de un título, un autor, un género, cuesta sacarlos de ahí. Se nos perderán en cuanto no acertemos a establecer el tránsito entre las tramas fantásticas o adolescentes y otros géneros que los saquen de la espiral en que andan confinados. No podemos pretender que salten sin red de ahí al Poema del CidEl Lazarillo de Tormes o San Manuel Bueno Mártir. Hay literatura juvenil para la segunda adolescencia y hay clásicos universales para los jóvenes lectores. Solo hay que ir a buscarlos.

Pero es que, además, están los refractarios a la narrativa de ficción (aunque a lo mejor sí se atreven con la novela gráfica) pero sí son lectores ocasionales de poesía. Están también quienes no quieren saber nada de literatura pero les entusiasman las biografías; quienes, puestos a leer, prefieren hacerlo con un libro de historia o de ciencia o hasta con un título de economía. Están -y estos son lectores en auge- quienes buscan en los estantes lo que haya de feminismo o ecología, y lo devoran con fruición y no hacen sino recomendarlo.

Todos ellos, lectores y no lectores, lectores de literatura y de libros informativos, necesitan de la escuela para impulsar sus hábitos y ampliar sus itinerarios de lectura. Muchos -si no todos- dependen de las prescripciones de la escuela, tan denostadas -y es verdad que tantas veces hechas con muy poco acierto-. Contamos ahora con un momento excepcional para aprovecharlo. La lectura sostenida y continuada, la lectura por placer, es también factor determinante en la mejora de la competencia lectora, esa que luego tanto echamos en falta.

Pero para que ello sea posible, y para no abrir más brechas en la equidad entre quienes pueden acceder al préstamo electrónico de libros -porque tienen dispositivo, conexión, y carnet de la biblioteca municipal- y quienes no pueden hacerlo, necesitamos que las bibliotecas públicas vuelvan a abrirse cuando el cese el estado de alarma, puesto que los centros escolares seguirán probablemente cerrados mucho más tiempo. Abrirlas siquiera exclusivamente al préstamo; con ventanilla y distancia social, con guantes y mascarillas, pero abrirlas.

Y necesitamos -profes, esto va por nosotros- volver a poner los libros en el centro de nuestro imaginario pedagógico y pensar -¡colectivamente!- qué puñado de libros podrían conformar ese plan lector de urgencia para una cuarentena.

Fuente e Imagen: https://eldiariodelaeducacion.com/2020/04/07/hacer-de-la-necesidad-virtud-ii-bibliotecas-publicas-y-equidad-educativa/

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China lanza campaña de lectura en áreas rurales

Asia/China/24-09-2019/Xinhua/spanish.xinhuanet.com

Una temporada especial de lectura comenzó el lunes en China para promover la lectura digital y tradicional en áreas rurales del país.

Siete importantes actividades, incluyendo la lectura de diferentes temas, lectura compartida y ventas de libros, se llevarán a cabo en bibliotecas de aldeas en todo el país.

Un total de 587.000 de esas bibliotecas se habían establecido hasta finales de 2018, como parte del Proyecto de Bibliotecas Rurales, que inició en 2007.

Más de 1.160 millones de libros han sido entregados a esas bibliotecas.

De las bibliotecas rurales, 125.000 han sido actualizadas para proporcionar servicios de lectura digital.

Fuente: http://spanish.xinhuanet.com/2019-09/24/c_138416056.htm

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Singapur: La región de Asia y el Pacífico llama a la acción internacional en relación con el derecho de autor

Por: Internacional de la Educación 

La movilización internacional es esencial para solucionar los retos a los que se enfrentan los educadores y los investigadores al trabajar con materiales protegidos por el derecho de autor, según las conclusiones de un seminario regional organizado recientemente para tratar las excepciones al derecho de autor para la educación, la investigación, las bibliotecas, los archivos y los museos.

El seminario se celebró en Singapur los días 29 y 30 de abril y fue el primero de una serie de talleres regionales de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI). La Internacional de la Educación (IE) participó junto con sus afiliados STU, MOVE y PGRI. Como preparación para el evento, la IE publico una infografía para explicar cómo afecta la legislación en materia de derecho de autor a diez actividades educativas en diez países de la región.  

Los debates sobre educación e investigación se centraron en los principios de acceso y uso leales del trabajo protegido por el derecho de autor como parte fundamental del derecho a la educación. En la conferencia se recalcó de la forma más clara posible la importancia del acceso al trabajo (en formato analógico, digital o de cualquier otro tipo) protegido por el derecho de autor para la enseñanza, el aprendizaje y la investigación. Quienes participaron hablaron del Objetivo de Desarrollo Sostenible número 4 como un compromiso global para el que se necesitan recursos, compromiso y voluntad política. Asimismo, es necesario apoyar a los y las docentes para que puedan elaborar y utilizar los recursos necesarios para enseñar a sus estudiantes y poder proporcionar una educación de calidad.  

 La IE, junto con representantes de Communia, de la Federación Internacional de Asociaciones de Bibliotecarios, del Consejo Internacional de Archivos y del Consejo Internacional de Museos, hizo hincapié en que a menudo la legislación en materia de derecho de autor no se corresponde con la realidad de los sectores afectados y la situación debe cambiar para poder cumplir con las funciones públicas. 

La necesidad de reformar el derecho de autor 

Las delegaciones gubernamentales reconocieron que debe mejorarse la legislación en materia de derecho de autor para garantizar que los docentes e investigadores puedan proporcionar una educación de calidad y llevar a cabo una investigación de calidad, respectivamente. Se debatieron las leyes restrictivas y los bloqueos digitales como grandes obstáculos para el derecho a la educación y a la investigación. 

Finalmente, tres de los cuatro grupos de trabajo liderados por gobiernos de la región concluyeron que un instrumento jurídico internacional será esencial para superar los retos a los que se enfrenta la educación moderna en relación con el derecho de autor. Las delegaciones pusieron de manifiesto que este instrumento internacional no debería lidiar exclusivamente con retos transfronterizos, sino que también debería apoyar a los gobiernos en los procesos de reforma de sus legislaciones nacionales. La OMPI es el organismo internacional que puede impulsar la legislación internacional en materia de derecho de autor, y, como tal, puede desempeñar un papel importante en este proceso. 

Incidencia 

La IE lleva tiempo defendiendo este enfoque y recientemente apoyó un borrador de tratado sobre excepciones y limitaciones al derecho de autor para las actividades educativas y de investigación que podría servir como base para el debate de la OMPI. 

La IE y una delegación de afiliados asistirá a todas las reuniones regionales de la OMPI: en Kenya, los días 12 y 13 de junio, y en la República Dominicana los días 4 y 5 de julio. Tal y como ha confirmado el secretariado de la OMPI, las recomendaciones de cada seminario regional se debatirán en la conferencia global que se celebrará en octubre en Ginebra (Suiza). Posteriormente, esta conferencia orientará al Comité Permanente de Derecho de Autor y Derechos Conexos de la OMPI sobre los pasos que debe dar en relación con la educación, la investigación, las bibliotecas, los archivos y los museos. 

Fuente de la Información: https://ei-ie.org/spa/detail/16268/la-regi%C3%B3n-de-asia-y-el-pac%C3%ADfico-llama-a-la-acci%C3%B3n-internacional-en-relaci%C3%B3n-con-el-derecho-de-autor

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Esta experta estadounidense cuenta 4 claves para enfocarse en la innovación pedagógica

Estados Unidos / 10 de marzo de 2019 / Autor: Lorena Tasca / Fuente: Elige Educar

Ellen Meier empezó su carrera como docente en colegios estatales de Estados Unidos y ahora suma más de 12 años como miembro del Teachers College de la Universidad de Columbia, donde ha centrado sus trabajos en la importancia de cambiar los paradigmas en las salas de clase y usar la tecnología como aliada.

Ellen Meier es un nombre conocido en el mundo académico ya que es directora y cofundadora del Centro para la Tecnología y el Cambio Escolar y miembro del Departamento de Matemáticas, Ciencia y Tecnología del Teachers College, de la Universidad de Columbia. También es copresidenta del Consejo de Política y Práctica Tecnológica de la Universidad del Estado de Nueva York, un panel que se encarga de examinar el uso de la tecnología en escuelas públicas, bibliotecas, museos y otras agencias estatales similares de Estados Unidos.

Foto de la Facultad de Educación de la UC

Su carrera comenzó como maestra en escuelas estatales, pero durante los últimos 12 años, la experta se ha dedicado a revisar las posibilidades y necesidades que existen entorno a la innovación en las salas de clase. Así, se ha convertido en una voz autorizada para hablar de un tema que es cada vez más prioritario.

En enero de 2019, Ellen visitó Chile para hablar sobre cómo fortalecer capacidades para la innovación pedagógica desde la escuela, en el auditorio de la Facultad de Educación de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Estas fueron algunas de las recomendaciones para docentes y estudiantes que entregó en el marco de esta charla:

1. Acompañar a los profesores

“Es importante entender que a los profesores hay que guiarlos y ayudarlos a pensar fuera de la caja”, es una premisa de Ellen. Por eso, la académica asegura que hay que salirse del esquema tradicional y enfocarse en el aprendizaje profundo, lo que requiere que aquello que se enseñe, se relacione con el conocimiento y con ayudar a los profesores en todas las dudas, organización, ofreciendo siempre un proceso de evaluación y acompañamiento.

2. No imponer conocimiento

“Hay que respetar los ciclos del aprendizaje, que ellos entiendan los patrones. Necesitamos, además, que nuestros estudiantes conozcan los procesos de diálogo, porque se trata de crear conocimiento, no imponerlo. Es un desafío que parece radical, pero es una experiencia de aprendizaje importante”, cuenta Ellen.

3. Enseñar por niveles

Es importante aprender a innovar en los formatos pedagógicos y es muy importante encontrar un sistema de aprendizaje que se adapte al contexto y que ayude a enseñar la materia de manera profunda. Para ello, es importante entender la innovación pedagógica.

“Considero que la innovación pedagógica aborda el cómo integramos distintos conceptos del aprendizaje y se aplica usando andamiajes, por ejemplo, una cosa que es muy fácil de decir, pero difícil de hacer. Hay que crear andamiajes y niveles, aquí es muy útil, por ejemplo, el Aprendizaje Basado en Proyectos (ABP) porque genera muchos niveles para hacer y guiar. Además, nos permite alentar a que los niños a que aprenden y que digan qué ruta pueden seguir; es una forma de transformar y mover los enfoques“.

4. Convertir la tecnología en aliada

“Es cierto, existen algunas metas no cumplidas por la tecnología, se supone que la tecnología había llegado para resolver muchas cosas y aún no lo está haciendo, pero está ayudando a los profesores. Es cuestión de entender cómo y cuándo usarla, qué tipo de herramientas, en qué momentos, qué finalidad tiene la herramienta”, considera la académica. Porque es importante ver que la tecnología siempre puede ser una aliada para compartir,difundir conocimiento, hacerlo más entretenido y más comprensible para algunos.

Fuente de la Noticia:

https://eligeeducar.cl/esta-experta-estadounidense-cuenta-4-claves-enfocarse-la-innovacion-pedagogica

ove/mahv

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