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Perú por una educación pública, gratuita y laica

Docentes de todo Perú se reunieron para trabajar en el fortalecimiento de la educación pública, gratuita y laica.

Internacional de la Educación/Marzo de 2016/ Del 17 al 19 de marzo del 2016 el Sindicato Unitario de Trabajadores de la Educación del Perú (SUTEP), afiliado a la Internacional de la Educación realizó su XVII Congreso Nacional Ordinario. En el congreso se elegirá un nuevo Comité Ejecutivo Nacional, además de fortalecer su unidad con la presencia de delegados llegados de todos los puntos del país.

El sindicato reiterará el llamado a los candidatos presidenciales a articular una propuesta coherente y pertinente a favor de la educación pública, el magisterio y los y las estudiantes peruanas.

Hamer Villena, Secretario General del SUTEP, hizo un llamado al magisterio peruano para que emitan un voto inteligente en las próximas elecciones, pues considera que de ello depende el futuro de la patria, la educación y el mismo magisterio peruano.

«Reiteramos el llamado para que el Poder Ejecutivo publique el Decreto Supremo que instale la Comisión de Trato directo entre el MINEDU y el SUTEP, comisión que permitirá debatir puntos pendientes con el magisterio peruano, es decir: piso salarial, nuevo régimen pensionario, evaluación de desempeño en el aula, entre otros», agregó Villena.

El XVII Congreso Nacional Ordinario finalizó el día 19 de marzo con la elección del nuevo Comité Ejecutivo Nacional.

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Izquierdas líquidas, progresismos agotados

La impresión que se tiene es que el progresismo chileno no habla mucho de ciertos tópicos por miedo a revelar su desnudez discursiva; o las contradicciones de su pensamiento; o las rupturas (nunca reconocidas) dentro de ese mismo pensamiento con su propio pasado; o su caminar puramente táctico y adaptativo frente a las circunstancias de opinión pública encuestada o de coyuntura electoral. 

I

Quienes alguna vez pensaron que con el fin de la guerra fría, la caída del muro de Berlín, el desmoronamiento del bloque soviético y la crisis financieras del capitalismo se ponía término a la era de las ideologías, a los conflictos entre visiones de mundo y a la propia historia entendida como lucha por el poder, se equivocaron medio a medio.

Cometieron el error de juzgar la historia larga por la intensidad de un momento histórico pasajero. Creyeron que el repertorio de los “ismos” (nacionalismo, populismo, comunismo, neoliberalismo, socialismo, comunitarismo, etc.) es finito y que había llegado la hora de la administración puramente racional, científico-técnica de las sociedades. Cuantas veces escuchamos decir: “ya no hay más izquierda ni derecha; las ideologías son cosas del pasado; en adelante no habrá política sino que mera administración y mercado, planificación y competencia y, las fallas que se puedan producir serán resueltas con las nuevas y eficientes herramientas de coordinación inteligente y de la gestión orientada a resultados”.

Hoy vemos que la historia –a nivel global, regional, nacional y local– avanza de conflicto en conflicto; que efectivamente hay choques de religiones y de economías; que los Estados se hallan bajo una enorme tensión y algunos fracasan en su misión de mantener un orden mínimo que evite la destrucción de todos contra todos en sus respectivas sociedades; y que los “ismos” del posmodernismo son similares a los de antes aunque lleven nuevos nombres como indignados o neonazis o progresismos o liberalismos sociales.

Sobre todo, a un lado y al otro de la divisoria de las aguas ideológicas reina la confusión, como vemos en nuestro país y en nuestra región y, más allá, en otras partes del mundo. Muchas ideologías que circulan en el mercado de las ideas y las consignas semejan remedos del pasado o balbuceos que apenas comienzan a despertar al nuevo siglo y a las nuevas realidades y fenómenos que nos rodean.

La derecha chilena, ha dicho en una entrevista del día domingo pasado uno de sus intelectuales promisorios, se halla en coma; es un proyecto político escasamente reflexivo, desconectado de la realidad. Sin una visión de mundo y una ideología, por tanto. Otro igualmente promisorio y con visión lúcida de su sector, postula la necesidad de poner en perspectiva histórica al pensamiento de derecha para poder reconocerlo en su diversidad de tradiciones. Debe contar, agrega, con una interpretación de la sociedad actual, redefinir su concepto de justicia, asumir la mayor complejidad de las funciones del Estado y elaborar un concepto más equilibrado entre los ámbitos público y privado. Propone pues, un verdadero aggiornamento de la ideologías liberal y conservadora.

II

Nuestra izquierda, en tanto, contempla estupefacta cambios que no logra entender. ¿Cómo pensar a Cuba, el símbolo de un generación latinoamericana (de la cual formé parte), ahora que los presidentes Obama y Castro señalizan inconfundiblemente el tránsito de la revolución hacia el capitalismo bajo un Estado militar-autoritario que buscará mantener una ideología de orden y progreso, como ocurre en China o Vietnam? ¿Y qué explicación ofrecer para el mal momento de los gobiernos “progresistas” –bajo diversas banderas y lemas– de Argentina (hasta ayer), Venezuela, Bolivia, Ecuador, Perú y Brasil?

¿Y cómo dar cuenta del hecho que de los 28 países que forman parte de la Unión Europea, cuna del Estado de bienestar y de las socialdemocracias más decantadas, solo dos poseían gobiernos que podían llamarse al final de 2015 propiamente de izquierda (Grecia y Portugal) –ambos conmovidos por crisis económicas– mientras otros seis eran de centroizquierda (Eslovaquia, Eslovenia, Francia, Italia, Malta y Suecia), siendo administrados los demás por gobiernos de derecha, centro-derecha, grandes coaliciones o partidos centristas?

¿Qué decir, en tanto, más allá de las cambiantes ideologías y la denominación de las fuerzas gobernantes según su ubicación en la dimensión izquierda-derecha, de las diversas culturas que expresan y vuelven inteligibles a los partidos políticos progresistas y sus coaliciones?

Por ejemplo, ¿qué interpretación del mundo y de sus actuales conflictos tienen los partidos progresistas chilenos? ¿Qué dice el PC, por ejemplo, del paso de Cuba desde su economía de escasez socialista de Estado a una de capitalismo de Estado, cuando hace no mucho, en el lanzamiento del XXV Congreso, el Secretario General del partido chileno volvía a repetir –una vez más– que el modelo de acumulación capitalista “está haciendo crisis, al menos en América Latina?”

En la misma ocasión, el Secretario General llamaba al gobierno chileno a ampliar relaciones con China, otro país capitalista de Estado “a todo dar”, y con Rusia, país que –como explica un intelectual húngaro– se caracteriza actualmente por tener un Estado-Mafioso y no sólo un capitalismo de compadres.

Por otro lado, en el mismo discurso, la autoridad del PC fustiga las “intervenciones guerreristas directas” de los EEUU. Luego, pocas líneas más abajo, declara: “somos entusiastas partidarios del proceso que lleva al restablecimiento pleno de las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos…”. ¿En qué quedamos? ¿Cómo entender este tipo de flagrantes contradicciones y un discurso así de tributario de la vieja retórica internacional comunista de los años 1950 y 1960?

Si esto ocurre con el PC, a fin de cuentas uno de los partidos organizacionalmente más consistentes y robustos del escenario político chileno, ¿qué se podría esperar de las otras corrientes progresistas?

¿Dónde inscribir, por ejemplo, al PPD, un partido que se decía pragmático, moderno, renovado ideológicamente, de impronta social y libertaria, pero cuya ideología hoy se mueve entre retroexcavadoras y caudillos, nacionalismos agresivos y una suerte de liberalismo del free for all, entre algo más de capitalismo de Estado y algo menos de comunitarismo socialcristiano?

¿Y qué hacer ideológicamente con el PR, una especie de fantasma de su propia sombra, con nostalgia del Estado de fomento y del Estado docente y el Estado previsional correspondientes a la etapa inicial de la modernización capitalista en Chile?

¿Y qué decir del PS, cuya ideología partidista solía tener raíces en las luchas obreras y cuyo socialismo era antagónico al estalinismo, pero que hoy –mediante una renovación incompleta– se ha vuelto un “partido de programa”, a la búsqueda de un capitalismo más regulado, unos mercados más controlados, un Estado más social, una política democrática más participativa y una retórica más marcadamente anti-burguesa?

En fin, ¿qué separa –en términos de nuestros partidos progresistas tradicionales– a las diferentes ideologías y culturas a este lado (el izquierdo) de la brecha que divide las ideas y los discursos políticos? ¿Apelan acaso todavía a utopías más o menos radicales? ¿Poseen apoyos de clase social distintos entre sí? ¿Qué valores de libertad, igualdad y fraternidad encarnan para el Chile de hoy? ¿Cómo se plantean frente a la antigua URSS y los regímenes totalitarios del Gulag y los procesos de Moscú? ¿Qué piensan sustantivamente de la democracia como forma de convivencia, de representación, participación y deliberación? ¿Qué piensan del capitalismo y sus reformas, del orden global capitalista, del modo de producción de China y del capitalismo emergente en Cuba? ¿Cuál es su posición frente a las coordinaciones de mercado, a las autorregulaciones organizacionales del capitalismo, a los regímenes mixtos de provisión de bienes públicos?

La impresión que se tiene es que el progresismo chileno no habla mucho de ninguno de estos tópicos por miedo a revelar su desnudez discursiva; o las contradicciones de su pensamiento; o las rupturas (nunca reconocidas) dentro de ese mismo pensamiento con su propio pasado; o su caminar puramente táctico y adaptativo frente a las circunstancias de opinión pública encuestada o de coyuntura electoral. 

Hemos ingresado a un tiempo de izquierdas posmodernas, líquidas, fragmentadas, cuyo pensamiento más parece un collage y a veces una parodia del pasado que el resultado de una sostenida reflexión sobre las contradicciones de las sociedades contemporáneas, sus tensiones y líneas de fuerza, sus dinámicas y fracturas.

Se tiene la sensación de que el progresismo no ha podido reconocer aún la extensa, global, imposición del capitalismo y sus contradicciones culturales. Ni ha podido elaborar una visión de la gobernanza y del Estado requeridos para el presente siglo ni una imagen posible de la recomposición del orden global a partir de las limitadas opciones que ofrecen los Estados-nacionales y la retórica bien pensante de los organismos internacionales.

En este punto nos encontramos: al final de un recorrido conocido pero sin querer tomar el menos transitado que aparece por delante. Me recuerda a los versos del poeta Robert Frost: “Dos caminos se bifurcaban en un bosque y yo,/Yo tomé el menos transitado,/ Y eso hizo toda la diferencia” (Two roads diverged in a wood, and I—/ I took the one less traveled by,/And that has made all the difference).

Publicado inicialmente en el Libero http://www.brunner.cl/?p=13943

 

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CEPAL Adiós al viento de cola: se abre un nuevo ciclo de ajuste estructural

En este documento se analiza la problemática del desarrollo basado en industrias de commodities. Al respecto se postula que los enfoques tradicionales no son suficientes para entender las especificidades de estos procesos y sugiere que un marco conceptual adecuad o debería tomar en cuenta la evolución simultánea de tres esferas distintas de la sociedad: la organización industrial del sector productivo; la estructura y comportamiento del aparato regulatorio y la organización social de las comunidades en las que se lleva a cabo la explotación de los recursos

Los interesados pueden acceder a la publicación e el siguiente enlace:

Adios al viento de cola: se abre un nuevo ciclo de ajuste estructural

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Una democracia sin demasiados demócratas

La definición más elemental de la democracia es el gobierno de la mayoría. Se expresa en chascarrillos como mejor contar cabezas que cortarlas o ballots than bullets. Por supuesto, viene con un rosario de condiciones sobre libertades previas, procesos de elección, etc., pero la idea básica es que, quien gana, gobierna y decide. Es compatible con ideas tan nuestras como dar la vuelta a la tortilla o que ya vendrán los míos, pero sin sangre. Un paso adelante es complementarla con el respeto a las minorías, sea en versión minimalista (no liquidarlas políticamente) o maximalista (gobernar para –no solo sobre– todos), si bien esta suele ser denostada como incumplimiento, traición al electorado y cosas parecidas.

Otra distinción esencial se da entre la democracia como fin y como requisito o como medio e instrumento. La visión instrumental juzga a la democracia por sus resultados, con criterios variopintos: la igualdad, el poder de la nación, la observancia de la fe… Para el instrumentalista la democracia sólo es verdadera si cerca a esos fines; si no, la degrada a formal, una ficción, una cáscara vacía, etc. Entre nosotros, tal visión imperó por tiempo entre la izquierda radical y asoma discretamente con Podemos, y persiste, con menos ideología pero con mayores efectos prácticos, en el PP, desde las invocaciones conspirativas cuando pierden las elecciones (recuérdese la atribución a ETA del 11-M) hasta la manipulación grosera el poder (v.g., la no renovación, en su día, del Tribunal Constitucional o el reciente blindaje de Rita Barberá). La visión demócrata a secas no considera la democracia como un fin en sí, ni mucho menos cree que asegure el bienestar o que sus decisiones sean óptimas, sino simplemente que es la manera mejor y más segura, o la menos mala, de acercarse a ello y de rectificar cuando nos alejamos.

Si democracia es algo más que un medio desechable o un recuento virtual de cadáveres, hay que matizar la idea del gobierno de la mayoría. Primero, en el sentido de que, cuanto más crucial sea una decisión, más amplia o cualificada habrá de ser la mayoría que la tome. Ante decisiones dicotómicas (blanco o negro) esto implica debates prolongados y mayorías amplias; ante decisiones graduables (todos los grises), implica consensos o compromisos. Segundo, en el de que, cuanto más se desea un cambio, más prudente debe ser. Es un inmenso error considerar un exiguo cambio de mayorías como una ocasión para la ruptura, lo que algunos llaman ahora una segunda transición. Latransición lo fue de una dictadura ilegítima a una democracia legítima, no entre dos gobiernos igualmente legítimos en origen. La mínima mayoría o la máxima minoría bastan para gobernar sin problemas de legitimidad cuando las opciones se no se apartan demasiado (cuando son iguales, como suelen decir los iluminados en los sistemas bipartidistas), es decir, cuando cada quien tiene la suya pero ve la otra o las otras como razonables o, al menos, soportables. Por contra, en condiciones depolarización, cuando más se desea un cambio radical, más necesario resulta no tensar la cuerda sino buscar compromisos.

En los años recientes, la política española ha dado cumplida evidencia de que una cosa es una ordenación legal y otra muy distinta una cultura democrática. La experiencia de las fallidas democracias del mundo árabe, la inestabilidad de las africanas o su fácil giro autoritario en Europa del Este se ha expresado a menudo en el concepto de una democracia sin demócratas. No diré que aquí no hay demócratas, pues los hay y muchos, pero sí que no lo(s) suficiente(s). Los demócratas no nacen, sino que se hacen, y todo indica que lleva tiempo, incluso  generaciones.

La mejor muestra de nuestro déficit son los nacionalismos, hoy encabezados por el secesionismo catalán. No hay que sorprenderse, pues cuanto más justo y esencial se crea el frutoperseguido, más incómoda se antoja la cáscara. Aparte del disparate de que, tras cinco siglos de libre circulación, trabajo y residencia, fueran a decidir sobre Cataluña o su territorio, en exclusiva, quienes hoy tienen los pies en él, cada día asistimos a una vuelta de tuerca más: una exigua mayoría parlamentaria autonómica, basada en un voto minoritario aunque amplio, se lanza a iniciar ladesconexión envuelta en elucubraciones sobre un derecho a decidir que sólo ellos suscriben.

Le sigue en el palmarés de los despropósitos el PP, con su teoría de la fuerza más votada. Como la derecha estaba agrupada en un único partido, el PP, y la izquierda dividida en dos o más, llevamos tiempo oyendo que, por minoritaria que sea, debe gobernar la lista más votada. En un parlamento con cuatro grandes fuerzas políticas, como el actual, lo es con apenas un tercio de los votos y, en uno más fraccionado lo podría ser con menos, por lo que la pretensión es ridícula sin más. Para gobernar no solo cuentan los que están a favor sino los que están en contra, que en el caso del PP son muchos más y no lo están menos.

El bronce es para los colofones a precio de oro que, con poco peso por sí mismos, convierten el valor marginal que les otorga poseer lo que falta para obtener una mayoría en un precio desmesurado por su apoyo. Lo han hecho siempre los nacionalistas periféricos, particularmente catalanes y vascos (lo ha imitado el localismo canario y lo están aprendiendo ahora sus émulos en Galicia o la Comunidad Valenciana) cada vez que los grandes partidos nacionales no han contado con mayoría absoluta, y lo intentan repetir ahora.

El PP, convencido de que su tercio de diputados le otorga derecho de pernada, propone ungran pacto, que ahora se va abriendo a una gran coalición. Les gusta compararlo con las experiencias británica de posguerra y alemana de los sesenta o actual, pero obviando que estas agrupaban en torno al noventa por ciento del voto y del parlamento, sin dejar fuera a ninguna fuerza política relevante en los extremos (aquí excluiría a Podemos, por lo que sería más bien un frente), nunca encabezadas por el premier saliente más impopular.

En el otro extremo del arco, Podemos quiere un gobierno sin PP ni C’s pero para ello habría que aceptar las demandas de sus propios nacionalistas y las de los ajenos porque así lo propugna la confluencia En Comú Podem, a su vez porque así lo quiere su mitad En Comú, y eso para no dejárselo a CiU y ERC. Una especie de pirámide accionarial, una rumasa política en la que un pequeño grupo condiciona a otro más amplio, este a otro y así hasta un eventual gobierno de España que debería aceptarlo como precio marginal de su investidura. Y así, «si asume pagar», segura Homs, tendrían también la abstención de CiU… y España por los aires.

Pero si se abandona la óptica de gobernar como sea y se adopta la de un hipotético marciano que mirase las cosas con distancia, puede haber otros criterios. En condiciones normales procedería la alternancia: tras una legislatura dominada por la derecha, esta paga el desgaste agudizado por la crisis, como antes lo hizo la izquierda, y deja paso a un gobierno de PSOE, Podemos y las izquierdas nacionalistas, que aparcarían su faceta nacionalista para hacer efectiva su faceta de izquierda. El problema es que, en España, la izquierda ha vivido permanentemente enfangada con el nacionalismo, llegando ahora al extremo con la asunción por Podemos del derecho a decidir, seguramente tan importante para los activistas de sus confluencias como ajena a buena parte de sus propios votantes, sobre todo en el resto de España; y las izquierdas nacionalistas, no se dude, son más nacionalistas que de izquierda.

La segunda fórmula sería una coalición entre PSOE, Podemos y C’s, encabezada por el primero. Supondría un giro moderado hacia la izquierda, contrapesados los segundos por los terceros pero en consonancia con los resultados electorales, y exigiría combinar con finezza reformas económicas liberales y políticas sociales solidarias, ofreciendo una entrada con paso firme a los emergentes y una mayoría lo bastante sólida. Un problema, como es sabido, reside en las hipotecas de Podemos con el nacionalismo, tan inaceptables para C’s como deberían serlo para el PSOE; otro, en su alergia sobredimensionada a C’s por los motivos recíprocos, por su concepción frentista y por su estrategia de desgaste hacia el PSOE.

La tercera, quizá la más viable en la polarización actual, es una coalición PSOE-C’s que, para poder constituirse en gobierno, se bastaría con la abstención del PP o de Podemos, si bien debería contar con la de ambos. PSOE y C’s pueden fácilmente entenderse en torno a una plataforma de centro izquierda y quedaría al escenario del Congreso la formación de distintas mayorías para legislar ante cada tema. El PP, sin lugar a dudas, necesita un paso por la oposición para limpiar su casa, ya que no ha sabido hacerlo en el poder; a Podemos, a pesar de que aprenden mucho y rápido, no le vendrían mal unos años como internos y residentes en las instituciones.

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African Union Heads Of State And Government Adopts The Continental Education Strategy For Africa (Cesa 2016-2025) As The Framework For Transformative Education And Training System

Marzo 2016/ OVE:/ Fuentehttp://www.teachersforefa.unesco.org/The African Union Heads of State and Government during their Twenty-Sixth Ordinary Session on 31 January 2016 in Addis Ababa adopted the Continental Education Strategy for Africa (CESA 2016-2025) as the framework for transformative education and training system in Africa; in relation with objective 4 of the sustainable development goals. They immediately called upon the Member States, RECs, Partners, Private Sector, and NEPAD to popularize and raise awareness on CESA 2016-2025 and develop implementation plans, and mobilize domestic resources for its implementation; and to collaborate with the Commission towards the implementation of the CESA.  Get more information from here.

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Aprendizajes desiguales en América Latina, una aproximación desde las diferencias de rendimiento por género en base al estudio TERCE

Fuente OREALC/UNESCO/

La Oficina Regional de Educación para América Latina y el Caribe (OREALC/UNESCO Santiago) ahonda en  la Educación Mundial sobre los aprendizajes desiguales en la región, de acuerdo a los datos desagregados por género provenientes de los resultados del Tercer Estudio Regional Comparativo y Explicativo (TERCE).

Las informaciones de este estudio, una evaluación a gran escala que cubre gran parte de los países de América Latina, permite develar estas diferencias, en línea con uno de los objetivos de desarrollo sostenible (lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las niñas) y como parte de la discusión a nivel regional sobre la equidad e igualdad de género en la Educación 2030.

Lea el Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo:

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México: País imaginario

Escenografía. Desde muy temprano en la vida, quien esto escribe supo de tal oficio en el teatro. Uno de nuestros mayores – en todos los sentidos de la palabra – lo ha ejercido a lo largo de sus años. Cuando ya tuvimos hijos, le pidieron a David que los llevara a una función para saber cómo era su trabajo. El puñado de niños y nosotros ocupamos casi toda la cuarta fila. Al terminar la obra, nos llevó al escenario para que vieran de cerca su quehacer. El más pequeño, desconcertado, dijo: oigan, no son libros de verdad. Tocaba los lomos de los aparentes volúmenes en la también falsa estantería del salón en el que transcurrió la última escena. Son de cartón duro, nada más están pintados. Parecían tan ciertos, remató. Con paciencia, le explicó al pequeño, y a todos, cómo se hacían esas piezas y los llevó a la parte posterior del proscenio donde estaban otros artilugios empleados esa noche. El caso es que parezcan ser lo que tus ojos miran, decía sonriendo, y veas una biblioteca, o una calle, según se necesite para que ocurra la historia. A eso me dedico.

Lo que en el teatro es un arte, parte sustancial de su existencia, suele imitarse para pésimas artes en la política: simular, fingir y engañar. Es muy claro con la visita de Francisco. Valga, como ejemplo sublime, la foto del gobernador Duarte, de Chihuahua, en el penal de Ciudad Juárez. Su abultada presencia en primer plano no oculta lo que quiere mostrar como realidad sin serlo: instalaciones que poco piden a un hotel con muros altos, recién pintados. Hay, al fondo, una torre de vigilancia, es cierto, pero sobresale en la imagen un campanario moderno pues, afirma, la cárcel tiene una capilla donde los reclusos oran a diario, luego de haber pasado su jornada en los talleres impecables de la prisión. Esperamos al Papa con gran esperanza, declara. ¿De veras son así las prisiones del país? ¿Permanecerá así cuando el visitante se retire? La ficción pretensiosa es aberrante, y no el escenógrafo, sino el demagogo, celebra su mentira. Sonríe. El mismo que inició su gobierno de un modo, y lo terminará como próspero banquero.

Durante décadas, en el siglo pasado, cada informe de gobierno en Chiapas daba cuenta de haber asfaltado la carretera que une a San Cristóbal con Palenque, vía Ocosingo. Y claro, de su costo. Al llegar a la desviación para tomar esa vía, los letreros eran nuevos y, hasta donde alcanzaba a verse el camino,  la obra relucía. En realidad, pasada la curva, se terminaba el simulacro: bienvenido a la terracería con más baches y socavones que metros planos. En esos ayeres, llegaba en helicóptero a una comunidad un grupo que montaba la pequeña clínica, prefabricada. Se amueblaba y luego de la inauguración por parte de alguna autoridad, con la misma celeridad la desmontaban para emplearla en otro sitio.

Hace unas semanas, las profesoras de un prescolar en el norte del país escribieron: fíjense que iba a venir el Secretario de Educación a nuestra escuela. No nos avisaron con tiempo, pero alcanzó para organizarnos y protestar por la evaluación tan mala, y a la mala, que están imponiendo. Seguro se habrá enterado porque siempre no vino. ¿Y saben qué? Luego de más de 10 años pide y pide que pavimentaran la calle de la escuela, en la mañana del día que iba a venir estaba reluciente, con chapopote fresco, y árboles en la banqueta. Les alcanzó con el fin de semana. ¿Cómo la ven?

El Papa verá un penal de relumbrón. Hay carreteras concluidas en el papel y clínicas abandonadas. La tele retrata al secretario de educación en escuelas atildadas con premura, o lucidoras: propaganda.

Millones vivimos en otro país que el de la simulación y el oportunismo. Desde ese lugar, sin maquillaje y además laico, sabemos bien que su México no es tal: es una vil mascarada, remedo del tamaño de su cinismo.

Publicado originalmente en  http://www.eluniversal.com.mx/

Se reproduce con autorización del autor y el periódico

 

 

 

 

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