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Libro: Manual de metodología. Construcción del marco teórico, formulación de los objetivos y elección de la metodología

Argentina / 22 de octubre de 2017 / Autor: Pablo Dalle y otros / Fuente: SIUBDU

Autores Principales:Dalle, Pablo – Autor/aElbert, Rodolfo – Autor/aBoniolo, Paula – Autor/aSautu, Ruth – Autor/a

Formato:No definido

Libro Electrónico

Publicado:CLACSO, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales 2010-07-19
Buenos Aires
Argentina

Series:Campus Virtual

Materias:

Acceso en línea:http://biblioteca.clacso.edu.ar/gsdl/collect/clacso/index/assoc/D1532.dir/sautu2.pdf

Fuente:

http://cosechador.siu.edu.ar/bdu3/Record/CLACSO–oai:clacso:clacso:D1532

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Transformaciones sociales

La introducción de transformaciones sociales mediante la inclusión y la innovación social, poniendo especial atención en las personas vulnerables, desfavorecidas y excluidas, es uno de los objetivos fundamentales de las actividades de la UNESCO. El programa Gestión de las Transformaciones Sociales (MOST) de la UNESCO y su Consejo Intergubernamental (CIG) son dos instrumentos únicos que permiten llevar a cabo iniciativas centradas en el aumento de las capacidades relacionadas con las transformaciones sociales, establecen vínculos entre los conocimientos en ciencias sociales, las políticas públicas y la sociedad, y aseguran su implementación.

El propósito principal del Programa MOST es suministrar los resultados de la investigación en ciencias sociales y las informaciones políticamente relevantes a los responsables de la toma de decisiones y otras partes interesadas.

MOST se centra en la producción de lazos eficientes entre la investigación, la política y la práctica, con el fin de generar una cultura de políticas basadas en pruebas empíricas –en los ámbitos nacional, regional e internacional. Como único programa de la UNESCO que realiza y fomenta la investigación en ciencias sociales, MOST tiene una posición central en la promoción general de los objetivos de la Organización.

Fuente: http://es.unesco.org/themes/transformaciones-sociales

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Entrevista a Delphine Grouès: «Las ciencias sociales también deben responder a los cambios digitales»

27 Agosto 2017/Fuente y Autor: Semana Educación

Delphine Grouès, experta en pedagogía, habló con Semana Educación sobre el papel de los maestros de las ciencias sociales en la búsqueda de la innovación. Las clases deben ser interdisciplinarias y activas para adaptarse a las nuevos modelos de enseñanza.

Como a la filosofía, a las ciencias sociales también se les ha cuestionado su relevancia en el mundo actual. Por un lado, se cree que esta ciencia no cuenta con grandes descubrimientos como sucede en las ciencias exactas, y por otro, cada vez es más fuerte la idea de que el concepto de innovación y la articulación con las tecnologías no se aplican en las ciencias sociales y políticas.

Por esta razón, en la Cumbre Líderes por la Educación 2017, el evento más importante del sector educativo,  se abordará a profundidad la relevancia de las ciencias sociales en la actualidad y su papel en la formación innovadora. En el contexto de este evento, varios expertos en esta materia compartirán su conocimiento el 20 y 21 de septiembre en el Cubo de Colsubsidio en Bogotá.

Una de las ponentes de la Cumbre es Delphine Grouès, la actual directora de Estudios e Innovación Pedagógica de Sciences Po (Instituto de Ciencias Políticas, París) una de las instituciones más prestigiosas en Ciencias Sociales y Políticas de Francia, en donde han estudiado presidentes de ese país como François Hollande y Nicolas Sarkozy. En esta institución, Grouès está a cargo de la implementación de políticas académicas y el desarrollo de metodologías y herramientas pedagógicas innovadoras.

Semana Educación la entrevistó para conocer cómo innovan los profesores de Sciences Po y cuál es la relación de las ciencias sociales con las nuevas tecnologías para mejorar la educación.

Semana Educación (S.E): ¿Cómo ha sido su trabajo como directora de Estudios e Innovación Pedagógica de Sciences Po y cuáles han sido sus más grandes retos?

Delphine Gróes (D.G): Sciences Po creció en término de número de estudiantes y de profesores en los últimos 20 años (hay 4.500 profesores). Frente a ese notable aumento, se decidió crear un laboratorio de pedagogía activa que tuviera  tres objetivos principales: valorizar todas las iniciativas pedagógicas innovadoras creadas por los profesores para compartir sus experiencias y así preparar un terreno fértil para nuevas ideas; apoyar esas ideas para que los docentes lancen sus proyectos pedagógicos en clase, y crear un lugar de evaluación de los proyectos realizados y de acompañamiento de la facultad. El reto más claro es cómo acompañar a los profesores que tienen especialidades o profesiones muy diversas, estudiantes de varios niveles, experiencias de enseñanza variadas. Nos propusimos responder a estos retos uniendo las fuerzas innovadoras de nuestra institución y partiendo de las experiencias más exitosas.

S.E.: De acuerdo con esa experiencia, ¿cómo enseñan los  profesores de Sciences Po?

D.G.: Los profesores en Sciences Po suelen proponer formatos de cursos que privilegian la interacción con los estudiantes. Esta pedagogía activa, que reemplaza la tradicional (un maestro que dicta conocimientos a estudiantes que toman apuntes) es el corazón de nuestro proyecto educativo.

S.E.: ¿Cómo pueden innovar las ciencias sociales?

D.G.: Se suele vincular la innovación al campo de las ciencias duras, de la tecnología. Lo que nosotros queríamos poner en tela de juicio, era que las ciencias sociales – a menudo asociadas a campos más tradicionales – no solo saben innovar, sino que es una obligación para preparar a los estudiantes lo mejor posible a los retos del mundo de hoy y mañana.

Por ejemplo, estudiar Historia o Sociología les debe ayudar para entender la sociedad en la que estamos y, sobre todo, cómo las ciencias sociales les pueden entregar una herramienta analítica sólida con la que ellos pueden tomar una distancia, evaluar una situación, llevar a cabo una acción y proponer alternativas.

S.E.: ¿Puede nombrar algunos ejemplos de cuándo las Ciencias Sociales innovan?

D.G.: Por ejemplo, en dos de mis clases, una de Historia y otra de Derecho, usamos formatos como la ilustración y una página web para subrayar el vínculo entre la teoría y la práctica. Se propuso que los estudiantes llevarán a cabo investigaciones profundas en pequeños grupos, con la intención de exponer esa investigación a un público que no conocía el tema. Eso los animó a pensar en el medio más conveniente para transmitir información densa. Al final, se creó una exposición de ilustraciones y una página web titulada Museo de la Justicia.

En término de cambio de currículo, diversos programas crearon clases interdisciplinarias de ciencias sociales y ciencias duras, como las humanidades y la cultura digital, o la política pública y la inteligencia artificial. Es determinante que los estudiantes se acostumbren a cambiar de maneras de proceder, a saber pensar por sí mismos y trabajar en grupo, que no paren de enriquecer sus esquemas de pensamientos para lograr responder a los retos de un mundo en evolución continua.

S.E.: En Colombia los profesores de Ciencias Sociales aseguran que no cuentan con mucho tiempo para hablar de historia, antropología, política, etc. ¿Se puede ser innovador con tan poco tiempo de clase y con tanto por enseñar?

D.G.: Esta pregunta es una pregunta omnipresente a la hora de hablar de currículo. La cuestión de las horas, de elección de temas y asignaturas, de la exhaustividad, está siempre al centro de los intercambios sobre el tema. Frente a las horas, que siempre serán limitadas, el reto es asociar el objetivo pedagógico, la asignatura y el formato para que logren tener la fusión más productiva. Y esto es sin hablar del perfil del profesor, ni a la variedad del público estudiantil a la que se debe adaptar. Por eso, la pedagogía es todo un arte; necesita su estructura, una base sólida, pero también necesita la flexibilidad necesaria a toda acción que involucre la interacción humana.

S.E.: ¿Existe una fórmula secreta para ser innovador en clase?

D.G.: Es difícil establecer una fórmula con un porcentaje. Creo más en la adaptación de los profesores al público suyo, dependiendo de las áreas en las que ellos estén más cómodos. Unos pueden manejar perfectamente un debate, ayudar una reflexión colectiva; otros preferirán pasar por otros métodos, como animar a que sus estudiantes creen, encuentren un análisis propio. Al final, la pedagogía es una alquimia, cuya fórmula puede variar según el contexto y los perfiles de sus actores principales.

 

Fuente de la entrevista:http://www.semana.com/educacion/articulo/las-ciencias-sociales-tambien-deben-responder-a-los-cambios-digitales/537285

Fuente de la imagen:https://static.iris.net.co/semana/upload/images/2016/7/1/480048_1.jpg

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Argentina: Concursos y convocatorias premio Pedro Krotsch de estudios sobre la universidad edición 2017

Argentina/14 de Agosto de 2017/CLACSO

Tema:
 Universidad pública y movimientos populares en América Latina y el Caribe

El Premio Pedro Krotsch es una iniciativa de CLACSO en asociación con el Instituto de Investigaciones Gino Germani de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, que tiene el doble propósito de estimular la producción de estudios rigurosos sobre la universidad y de honrar la trayectoria de quien fuera uno de los más reconocidos y comprometidos investigadores latinoamericanos sobre la educación superior.

Descargar convocatoria

Informes:
premiouniversidad@clacso.edu.ar

FECHA DE CIERRE: 18 DE SEPTIEMBRE DE 2017

Fuente: http://www.clacso.org.ar/concursos_convocatorias/concursos_convocatorias_detalle_principales.php?id_convocatorias=84

 

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¿Para qué sirven las humanidades y las ciencias sociales?

Pablo Gentili

Para qué sirven las humanidades y las ciencias sociales? La pregunta la formuló el pedagogo Pablo Gentili en el lugar indicado y en un buen momento: el martes pasado en la Facultad de Humanidades y Artes (UNR), que este año celebra los 70 años de su creación. Para responderla, Gentili también apeló a un referente histórico y en un momento clave para valorar su legado: Ernesto «Che» Guevara, de quien pronto se cumplirán 50 años de su asesinato. «El Che se subió a una moto y salió a recorrer América latina porque pensaba, con creatividad y con esa enorme fuerza que el optimismo le da a la militancia, que era posible entender el mundo para transformarlo. Ese es el gran desafío de las ciencias sociales y de las humanidades, para hacer un mundo más justo, más democrático y más igualitario», provocó el educador.

Pablo Gentili es doctor en educación (UBA), está radicado desde hace más de 25 años en Brasil, donde es profesor universitario. Actualmente es el director ejecutivo de Clacso (Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales), y es autor de libros y publicaciones, reconocido por su compromiso intelectual y social en todo el mundo, en particular en América latina. Así y todo, al iniciar su conferencia se propuso como «un aspirante a rosarino» para mostrar su reconocimiento por los músicos, futbolistas, académicos y luchadores que ha producido esta ciudad.
«Las humanidades y las ciencias sociales sirven para cuestionar, para interrogar, para hacer preguntas incómodas y meter el dedo en la llaga, para decir lo que falta y lo que sobra, también para reconocer lo que se hace bien, como cuando, por ejemplo, América latina pasó de tener 220 millones de pobres a 126 millones, hay que reconocer esto como una gran conquista democrática», argumentó Gentili sobre las razones de por qué estas disciplinas son clave siempre, pero más en tiempos de neoliberalismo.
Y sumó que se trata de las ciencias que enseñan lo fundamental para hacer cuando se mira la realidad social: «Hacer preguntas, interrogarla, cuestionarla, analizarla, a no creer en absolutamente nada de lo que parece natural y mucho menos a conformarse en lo que parece ser una gran conquista. Ante las grandes conquistas democráticas las humanidades y ciencias sociales nos imponen interrogaciones que nos ayuden a transformar lo que parece natural en un hecho político, lo que parece normal en un hecho social, lo que parece una tendencia en un proceso contradictorio y lo que parece una conquista en un enorme desafío».
Agendas impuestas
Gentili recordó que es esa fuerza de cuestionamiento que tienen estas disciplinas la que molesta a los gobiernos. «El gran problema es cuando nosotros decidimos no molestar más y decidimos no hacerlo asumiendo las agendas que nos ponen».
En los momentos más terribles de la historia, los sectores más conservadores apelaron a las detenciones y hasta las desapariciones y muertes de los cientistas sociales para callarlos. Gentili dice que ahora se han dado otras estrategias más sofisticadas para anular el pensamiento crítico, como por ejemplo los ránkings. Un mecanismo tan perverso como exitoso por el cual las universidades son ranqueadas en función de la producción académica, de indicadores de productividad que califican el nivel. Así, los textos publicados en inglés y en revistas especializadas pensadas en esta lógica miden «los niveles» de las universidades. Son datos bibliométricos que calculan en qué medida la producción académica de un país o de sus intelectuales es citada en otros países o por otros intelectuales.
El investigador se detuvo a desandar el circuito que se genera en esta práctica de citar textos, donde muchos publican en un inglés que ni siquiera hablan, por tanto tampoco pueden leer ni sus propios textos. Un circuito que «va creando comunidades científicas parecidas a los grupos de WhatsApp», ironizó.
Esos criterios que se imponen en las universidades —remarcó— tienen que ver con una lógica de producción de conocimiento cada vez más alejada de los problemas cotidianos de la gente, que nada tienen que ver con la posibilidad de producir conocimientos que interpelen, que se comuniquen, que dialoguen con lo que son los temas propios de investigación de estas ciencias humanas y que son la pobreza, la exclusión, la desigualdad, la violencia, la memoria, el sufrimiento, la discriminación: «Contamos las historias de los que no pueden hablar pero también aprendemos de los que hablan cuando nos cuentan sus historias. Nosotros hablamos de los olvidados, de las mujeres que luchan, de los campesinos que luchan; contamos las historias de las escuelas que nadie cuenta y vamos a buscar las escuelas que nadie vio. Vamos tras las semillas que pueden producir cosas diferentes que no van a contaminar o matar. Vamos a ver con las ciencias sociales conocimientos, saberes, sueños, ideales, utopías, perspectivas, narrativas que relatan e inventan mundos diferentes».
También acusó que esos ránkings que califican el conocimiento académico generan en las universidades competitividad y falta de solidaridad en el desarrollo de proyectos de investigación y producción colectiva de conocimientos. Además de la máquina burocrática a la que se somete a los intelectuales rindiendo cuenta de lo que hacen: «Los académicos de América latina pasan un 40 por ciento del tiempo llenando formularios, rindiendo cuenta de la plata que les dieron y en ningún momento se pregunta para que sirvió lo que investigamos porque no le interesa a nadie».
«Cuando nosotros perdemos de referencia para qué sirve lo que hacemos, en definitiva dejamos de cuestionar, acompañamos las agendas que nos imponen para poder sobrevivir en un lugar cada vez más competitivo. Las ciencias sociales y las humanidades dejan de ser un espacio de diálogo e interrogación para transformarse en un mecanismo burocrático y gerencial, cada vez más despolitizado», llamó a reflexionar.
«Es la investigación social lo que ayuda a pensar —citó como ejemplo— cómo puede ser que hay más y mejores leyes para defender a la mujer pero más violencia de género ¿Qué me muestra esto? Que el patriarcado es una institución difícil de derribar».
«Desconfíen cuando no se nombra la palabra política» en las ciencias sociales, en los discursos de quienes gobiernan, subrayó Gentili una y otra vez desde el arranque y hasta el final de su presentación, marcando el riesgo que significa «despolitizar la política».
El título de la conferencia con el que la Escuela de Ciencias de la Educación (UNR) trajo a Pablo Gentili a Rosario fue «El laberinto de la desigualdad. Educación y justicia social en América latina». Antes de profundizar sobre el reto de las ciencias sociales y de las humanidades, analizó qué pasó en esta región para que luego de tantos años de gobiernos progresistas, que impulsaron políticas públicas y sociales decisivas, indiscutidas, para cambiarles la vida a millones de personas, y volvieron mejores y más inclusivas las democracias, otra vez la derecha y el conservadorismo estén en los gobiernos.
Habló entonces de la no transformación de la matriz productiva primaria, la ausencia de una reforma tributaria de peso que afecte los intereses económicos de los más poderosos y de las corporaciones, además de la concentración de los medios de comunicación en pocas manos que conspiraron (y lo siguen haciendo) sobre las conquistas populares. Razones que siguen haciendo de América latina una región tan desigual como injusta.
Una oportunidad para reflexionar sobre qué pasa en la región
Antes de la disertación del pedagogo Pablo Gentili, el decano de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), José Goity, habló de la oportunidad que representaba esta presencia, en el marco de los 70 años de la creación de esta facultad. También la directora de la Escuela de Ciencias de la Educación, Verónica Zamudio, hizo notar la ocasión de esta visita, sobre todo como una oportunidad valiosa para reflexionar sobre la coyuntura que vive Latinoamérica.
Pablo Gentili expresó su satisfacción por haber sido invitado a Rosario, en los 70 años de Humanidades, en los 50 de Clacso, consejo del cual es el actual secretario ejecutivo, y a poco de cumplirse el 50 aniversario del asesinato en Bolivia del Che Guevara (el 9 de octubre). Una figura que invitó a mirar en tanto ejemplo de compromiso social. El educador valoró además su vínculo profesional con pedagogos locales, en tiempos que se forma en la UBA como académico.

 Fuente: http://www.lacapital.com.ar/educacion/las-ciencias-sociales-sirven-incomodar-y-meter-el-dedo-la-llaga-n1441422.html. Registro realizado por: Marcela Isaías.

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Argentina: «Las ciencias sociales sirven para incomodar y meter el dedo en la llaga»

Argentina/01 de agosto de 2017/por Marcela Isaías/Fuente: http://www.lacapital.com.ar

El pedagogo Pablo Gentili disertó en la Facultad de Humanidades y Artes sobre desigualdad en América latina.

¿Para qué sirven las humanidades y las ciencias sociales? La pregunta la formuló el pedagogo Pablo Gentili en el lugar indicado y en un buen momento: el martes pasado en la Facultad de Humanidades y Artes (UNR), que este año celebra los 70 años de su creación. Para responderla, Gentili también apeló a un referente histórico y en un momento clave para valorar su legado: Ernesto «Che» Guevara, de quien pronto se cumplirán 50 años de su asesinato. «El Che se subió a una moto y salió a recorrer América latina porque pensaba, con creatividad y con esa enorme fuerza que el optimismo le da a la militancia, que era posible entender el mundo para transformarlo. Ese es el gran desafío de las ciencias sociales y de las humanidades, para hacer un mundo más justo, más democrático y más igualitario», provocó el educador.

 Pablo Gentili es doctor en educación (UBA), está radicado desde hace más de 25 años en Brasil, donde es profesor universitario. Actualmente es el director ejecutivo de Clacso (Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales), y es autor de libros y publicaciones, reconocido por su compromiso intelectual y social en todo el mundo, en particular en América latina. Así y todo, al iniciar su conferencia se propuso como «un aspirante a rosarino» para mostrar su reconocimiento por los músicos, futbolistas, académicos y luchadores que ha producido esta ciudad.
«Las humanidades y las ciencias sociales sirven para cuestionar, para interrogar, para hacer preguntas incómodas y meter el dedo en la llaga, para decir lo que falta y lo que sobra, también para reconocer lo que se hace bien, como cuando, por ejemplo, América latina pasó de tener 220 millones de pobres a 126 millones, hay que reconocer esto como una gran conquista democrática», argumentó Gentili sobre las razones de por qué estas disciplinas son clave siempre, pero más en tiempos de neoliberalismo.
Y sumó que se trata de las ciencias que enseñan lo fundamental para hacer cuando se mira la realidad social: «Hacer preguntas, interrogarla, cuestionarla, analizarla, a no creer en absolutamente nada de lo que parece natural y mucho menos a conformarse en lo que parece ser una gran conquista. Ante las grandes conquistas democráticas las humanidades y ciencias sociales nos imponen interrogaciones que nos ayuden a transformar lo que parece natural en un hecho político, lo que parece normal en un hecho social, lo que parece una tendencia en un proceso contradictorio y lo que parece una conquista en un enorme desafío».
Agendas impuestas
Gentili recordó que es esa fuerza de cuestionamiento que tienen estas disciplinas la que molesta a los gobiernos. «El gran problema es cuando nosotros decidimos no molestar más y decidimos no hacerlo asumiendo las agendas que nos ponen».
En los momentos más terribles de la historia, los sectores más conservadores apelaron a las detenciones y hasta las desapariciones y muertes de los cientistas sociales para callarlos. Gentili dice que ahora se han dado otras estrategias más sofisticadas para anular el pensamiento crítico, como por ejemplo los ránkings. Un mecanismo tan perverso como exitoso por el cual las universidades son ranqueadas en función de la producción académica, de indicadores de productividad que califican el nivel. Así, los textos publicados en inglés y en revistas especializadas pensadas en esta lógica miden «los niveles» de las universidades. Son datos bibliométricos que calculan en qué medida la producción académica de un país o de sus intelectuales es citada en otros países o por otros intelectuales.
El investigador se detuvo a desandar el circuito que se genera en esta práctica de citar textos, donde muchos publican en un inglés que ni siquiera hablan, por tanto tampoco pueden leer ni sus propios textos. Un circuito que «va creando comunidades científicas parecidas a los grupos de WhatsApp», ironizó.
Esos criterios que se imponen en las universidades —remarcó— tienen que ver con una lógica de producción de conocimiento cada vez más alejada de los problemas cotidianos de la gente, que nada tienen que ver con la posibilidad de producir conocimientos que interpelen, que se comuniquen, que dialoguen con lo que son los temas propios de investigación de estas ciencias humanas y que son la pobreza, la exclusión, la desigualdad, la violencia, la memoria, el sufrimiento, la discriminación: «Contamos las historias de los que no pueden hablar pero también aprendemos de los que hablan cuando nos cuentan sus historias. Nosotros hablamos de los olvidados, de las mujeres que luchan, de los campesinos que luchan; contamos las historias de las escuelas que nadie cuenta y vamos a buscar las escuelas que nadie vio. Vamos tras las semillas que pueden producir cosas diferentes que no van a contaminar o matar. Vamos a ver con las ciencias sociales conocimientos, saberes, sueños, ideales, utopías, perspectivas, narrativas que relatan e inventan mundos diferentes».
También acusó que esos ránkings que califican el conocimiento académico generan en las universidades competitividad y falta de solidaridad en el desarrollo de proyectos de investigación y producción colectiva de conocimientos. Además de la máquina burocrática a la que se somete a los intelectuales rindiendo cuenta de lo que hacen: «Los académicos de América latina pasan un 40 por ciento del tiempo llenando formularios, rindiendo cuenta de la plata que les dieron y en ningún momento se pregunta para que sirvió lo que investigamos porque no le interesa a nadie».
«Cuando nosotros perdemos de referencia para qué sirve lo que hacemos, en definitiva dejamos de cuestionar, acompañamos las agendas que nos imponen para poder sobrevivir en un lugar cada vez más competitivo. Las ciencias sociales y las humanidades dejan de ser un espacio de diálogo e interrogación para transformarse en un mecanismo burocrático y gerencial, cada vez más despolitizado», llamó a reflexionar.
«Es la investigación social lo que ayuda a pensar —citó como ejemplo— cómo puede ser que hay más y mejores leyes para defender a la mujer pero más violencia de género ¿Qué me muestra esto? Que el patriarcado es una institución difícil de derribar».
«Desconfíen cuando no se nombra la palabra política» en las ciencias sociales, en los discursos de quienes gobiernan, subrayó Gentili una y otra vez desde el arranque y hasta el final de su presentación, marcando el riesgo que significa «despolitizar la política».
El título de la conferencia con el que la Escuela de Ciencias de la Educación (UNR) trajo a Pablo Gentili a Rosario fue «El laberinto de la desigualdad. Educación y justicia social en América latina». Antes de profundizar sobre el reto de las ciencias sociales y de las humanidades, analizó qué pasó en esta región para que luego de tantos años de gobiernos progresistas, que impulsaron políticas públicas y sociales decisivas, indiscutidas, para cambiarles la vida a millones de personas, y volvieron mejores y más inclusivas las democracias, otra vez la derecha y el conservadorismo estén en los gobiernos.
Habló entonces de la no transformación de la matriz productiva primaria, la ausencia de una reforma tributaria de peso que afecte los intereses económicos de los más poderosos y de las corporaciones, además de la concentración de los medios de comunicación en pocas manos que conspiraron (y lo siguen haciendo) sobre las conquistas populares. Razones que siguen haciendo de América latina una región tan desigual como injusta.
Una oportunidad para reflexionar sobre qué pasa en la región
Antes de la disertación del pedagogo Pablo Gentili, el decano de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), José Goity, habló de la oportunidad que representaba esta presencia, en el marco de los 70 años de la creación de esta facultad. También la directora de la Escuela de Ciencias de la Educación, Verónica Zamudio, hizo notar la ocasión de esta visita, sobre todo como una oportunidad valiosa para reflexionar sobre la coyuntura que vive Latinoamerica.
Pablo Gentili expresó su satisfacción por haber sido invitado a Rosario, en los 70 años de Humanidades, en los 50 de Clacso, consejo del cual es el actual secretario ejecutivo, y a poco de cumplirse el 50 aniversario del asesinato en Bolivia del Che Guevara (el 9 de octubre). Una figura que invitó a mirar en tanto ejemplo de compromiso social. El educador valoró además su vínculo profesional con pedagogos locales, en tiempos que se forma en la UBA como académico.
Fuente de la Noticia:
http://www.lacapital.com.ar/educacion/las-ciencias-sociales-sirven-incomodar-y-meter-el-dedo-la-llaga-n1441422.html
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El colegio a la calle: indígnate y actúa

25 de julio de 2017 / Fuente: https://compartirpalabramaestra.org

Por: Miyer Pineda

En términos pedagógicos, la respuesta está en la noción de didáctica.

En varios artículos he hecho referencia al problema de la Escuela como dispositivo retórico; ha dejado de ser un espacio de construcción de sentido de la ciudadanía y de resistencia política desde el conocimiento, para volverse una guardería de niños a merced del discurso populista de turno, y dirigida por capataces más que por Maestros.

Es una discusión que se evita porque toca fibras sensibles envueltas en relaciones de poder, y en un escenario de ese tipo, no se dialoga ni se buscan acuerdos sino que se imponen prejuicios. Esa dicotomía afecta el clima laboral y desestimula el liderazgo; si  por un lado van los que mandan y por otro los que obedecen, se obedece pero no se cumple; o se cumple pero sin convicción.

Pero el problema va aún más allá, porque sin diálogo, los que mandan, envueltos en su ego, se pierden de la posibilidad de reflexionar sobre otras visiones que podrían enriquecer la Escuela. De hecho, lo que se percibe es que incluso esas actitudes pueden ser nocivas porque no tienen idea de las dinámicas que se presentan en las instituciones educativas hoy en día.

Con esto se hace referencia, el primer lugar, a esos funcionarios del MEN y de las Secretarías de Educación, tan expertos en visitas y auditorias, y en emitir circulares y directivas, pero tan alejados de la realidad de un entorno escolar; y  en segundo lugar, a esos directivos expertos en interpretar de manera amañada la normatividad que rige horarios y derechos laborales de docentes, desconociendo las implicaciones de esas interpretaciones subjetivas.

Basta con poner como ejemplos el problema del hambre en una jornada única, o el problema del asistencialismo, pretexto poderoso para que muchos padres de familia consideren la Escuela como ese lugar donde pueden deshacerse de sus hijos.

A ninguno de estos funcionarios les interesa esa parte de la historia porque ellos comen bien, y no entienden lo que pasa en muchas aulas: nadie puede pensar con el estómago vacío.

Sin embargo el mundo continúa girando. Y el país descuadernado en el que vivimos, observó, por ejemplo, el desfile del 20 de julio, sin pensar en la millonada que cuesta sostener ese aparato militar, y en los posibles beneficios que tendría la paz en ese aspecto. Observamos ese desfile militar en la TV, y no creemos que haya corrupción en ese honor, y descreemos de ese dicho popular entre las filas que dice que la plata para la comida del soldado, a veces alcanza hasta para la comida del soldado.

Y en las redes, el humor haciéndole frente con valentía a ese otro país fanático y mentiroso, mientras al otro lado del mundo los deportistas son quienes sacan la cara por nosotros, aliviando los comentarios de senadores que no saben ya qué más inventarse para desprestigiar a quienes fueran sus aliados.

Ahora, ¿es posible hacerle frente a estos malestares desde la Escuela? ¿Cuándo entenderemos que urge una educación que resignifique su función social, en la que se discuta la realidad tal como es, y en la que se plantee y se propongan soluciones?

Pero hasta aquí, esto también es retórica barata: discurso y activismo, porque el problema es entonces cómo sacar el colegio a la calle;  cómo hacer para que el saber se encarne y comience a edificar ciudadanos modernos y comprometidos con una ética pública. He ahí la cuestión… Y por eso nuestra propuesta:

En términos pedagógicos estoy casi convencido de que la respuesta está en la noción de didáctica. Para ilustrar la idea, compartiré, por ahora, un par de anécdotas con la comunidad lectora de Palabra Maestra.

El año 2016, el día de las elecciones de nuestro Gobierno Escolar, también realizamos un Plebiscito sobre el proceso de paz pero con una pregunta diferente, cuyo SÍ –de ganar- fungiría como un mandato dirigido a todo frente político que aspirara al poder en este país; se trataba de un mandato desde la Escuela a los políticos de Colombia tan expertos en el manejo retórico pero tan alejados de la ética pública.

Sobre la experiencia escribí un artículo que publicó Palabra Maestra [1], teniendo en cuenta, además, un proyecto didáctico que compartimos en el blog de nuestro proyecto Mnemósine [2]. Fue sorpresivo cuando meses después, el Gobierno comunicó que los acuerdos de la Habana se refrendarían a través de un Plebiscito, aunque no nos sorprendimos mucho porque alcanzamos a prever que en nuestra ciudad ganaría el NO, como efectivamente sucedió.

Mientras en la Escuela alcanzábamos a comprender la importancia de la negociación con las FARC, los adultos se encontraban a merced de una campaña mentirosa y calculada para echar abajo los acuerdos. Pudo más el odio que el perdón; pudo más la estrategia política mentirosa para conseguir votos, que la posibilidad de construir una nación sin guerra.

Y la historia siguió. Entonces decidimos continuar con el ejercicio didáctico de poner a funcionar un mecanismo de participación ciudadana en el 2017.

Pensamos en el peor de todos los males, el más terrible que tenemos; incluso más atroz que las FARC, el Paramilitarismo o la delincuencia común (ya salvajes de por sí…); se trataba de elegir un mal peor que esos males juntos, así que dimos con ese tumor maligno que se encuentra enquistado en el discurso de los políticos populistas de turno: la Corrupción.

Comprendimos que el político corrupto en Colombia es capaz de distraernos con el discurso de la guerra para poder seguir robando. Discutimos en clase sobre ese problema; sobre lo vergonzoso que resulta para una sociedad desconocer o no entender que se roban al año 50 billones de pesos, mientras nos distraen con telenovelas, músicas baratas y odio al prójimo.

Pero es tan basto el problema que decidimos enfocar nuestra atención sobre las instituciones que son más corruptas y que por esta razón tienen la peor imagen… y adivinen quién ganó: el honorable Congreso de la República. Averiguamos por los salarios de los Congresistas mientras explicábamos sus funciones; buscamos noticias sobre sus escándalos mientras nos indignábamos al comparar su salario con el de un empleado o con el de un pobre.

Decidimos entonces hacer una Consulta Popular que posibilitara bajarle el sueldo a estos funcionarios, mientras conocíamos un intento de revocatoria al Congreso que hizo en alguna oportunidad, Camilo Romero, el actual Gobernador de Nariño, o conocimos el concepto vergonzoso de Parapolítica (que demostró que la democracia se encuentra en nuestro país a merced del asesino), y finalmente, nos acercamos al nombre de una mujer ejemplar, quien se propuso hacer algo para vencer la retórica y combatir la corrupción; se trataba de Claudia López, quién había visto cómo se hundían sus iniciativas para bajar el salario de los honorables congresistas.

Luego de discutir y de conocer muchas preguntas posibles que irían en el tarjetón, entre todos nos decidimos por las seis siguientes porque resguardaban nuestra capacidad de indignación:

1. ¿Está usted de acuerdo con que se disminuya el número de congresistas de 268 a 110, y que el dinero ahorrado en el pago de estos salarios se puede invertir en las necesidades más urgentes de la población infantil? 2. ¿Está usted de acuerdo con que el aumento salarial anual de un congresista no exceda la mitad del porcentaje que se le aumenta a una persona que gana el mínimo y que el dinero que se ahorre en salarios, se destine específicamente a solucionar las causas de las muertes de los niños por hambre y por sed? 3. ¿Está usted de acuerdo con que se le reduzca el 50% del salario a los congresistas? 4. ¿Está usted de acuerdo con que todos los gastos que requiera un congresista, en un 50% sean cubiertos con su propio salario? 5. ¿Está de acuerdo con aplicar la cadena perpetua a los corruptos y sus testaferros, en cárceles de máxima seguridad, ya que sus vergonzosas actuaciones causan la muerte de miles de colombianos? 6. ¿Está usted de acuerdo con que el dinero que se destinaba para la guerra se destine para la educación y la salud de los colombianos?

Y en todas las preguntas ganó el SI. Por supuesto que se trata de un ejercicio didáctico para pensar en la importancia de los mecanismos de participación ciudadana mientras nos indignamos por la falta de Ética de la clase política colombiana; pero el resultado dice mucho de estos futuros electores y ciudadanos.

¿Cuántas veces el proyecto para bajarles el sueldo a los congresistas fue aplastado por esos partidos que dicen luchar contra la corrupción? Nuestra idea nació de la impotencia, y mientras Claudia López comenzaba el proceso de su campaña para vencer al corrupto desde los primeros días de febrero, nosotros una semana después realizábamos nuestra consulta.

Claudia López es de las pocas senadores que ha hecho algo concreto para combatir la corrupción, y por eso es un modelo a seguir. Nos dijo que dejáramos de quejarnos (la forma más elemental de la retórica) y que comenzáramos a actuar…

… Hace unas semanas se me acercó Ariana Alejandra; una estudiante de grado décimo que tiene 16 añitos. Me preguntó si le colaboraba con una firma en uno de los formatos de la consulta anticorrupción que lideraban Claudia López, Angélica Lozano, el senador Antonio Navarro, y muchos Quijotes más. Recogió 239 firmas en esta ciudad de lento amanecer. Salió sola a la calle. A veces salió con la mamá. ¡Qué lección! Llevó el saber del colegio a la calle. Ni siquiera tiene edad para votar Ariana y se indigna ante lo que ocurre: No es ético que estos personajes tengan esos salarios; puede ser legal pero no es ético. Ariana comenzó a actuar, esa fue su lección: indígnate y actúa; esos dos elementos son fundamentales en la enseñanza y en la Escuela del posconflicto. La indignación y la acción van de la mano; la indignación sin acción no sirve de nada porque estamos acostumbrados a cambiar de canal, y la indiferencia se ha vuelto una de las herramientas más poderosas del corrupto.

¿De qué hablar en clase el día de mañana? De la necesidad de recuperar nuestra capacidad de indignación, y de la importancia de volverla productiva, votando bien y actuando guiados por un profundo sentido ético y por el inmenso valor civil que implica soñar un país justo, en el que esos padres de la patria dejen de ser tumores, parásitos y sanguijuelas, y comprendan que podrían marcar la diferencia, en el proceso de lograr un país más justo. Ahí nos vemos, y felicitaciones para las Arianas del reino, y a esos Quijotes quienes recogieron las firmas. Y si pueden, visiten nuestro blog www.quebecmnemosine.blogspot.com.


[1] https://compartirpalabramaestra.org/columnas/ya-hicimos-el-plebiscito-con-una-pregunta-diferente


[2] http://quebecmnemosine.blogspot.com.co/2016/07/mnemosinequebec-plebiscitopor-la-paz-1.html

Fuente artículo: https://compartirpalabramaestra.org/columnas/el-colegio-la-calle-indignate-y-actua

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