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Razones para levantarse en armas

Razones para levantarse en armas
Crítica de la película francesa La espuma de los días, de Michel Gondry, con enfoque antirracista y anticlasista
Diana Carolina Alfonso
Rebelión
“En 1790, solo unos pocos meses antes del comienzo de la insurrección que sacudió Saint Domingue y llevó al nacimiento revolucionario de la independencia de Haití, el colono francés La Barre tranquilizaba a su mujer residente en la metrópoli sobre la vida tranquila en los trópicos. Escribió: “no hay ningún movimiento entre nuestros negros […] Ni siquiera piensan en ello. Son muy tranquilos y obedientes. Entre ellos una revuelta es imposible”. Y le aseguró otra vez: “no tenemos nada que temer de parte de los negros; son tranquilos y obedientes”.

Y otra vez: “los negros son muy obedientes y siempre lo serán. Dormimos siempre con las puertas y ventanas abiertas de par en par. Para los negros la libertad es una quimera” (Dorsinville, 1965)” 

Michel-Rolph Trouillot

La mano viene más o menos así: Una pareja se casa, la chica enferma y arranca un drama de flores, existencialismo y una batería inusitada de nihilismo. Nada fuera de lo normal. La historia no pasaría de ser un típico drama pluvial francés de no ser por los personajes secundarios.

El «empleado doméstico» es un hombre negro que cumple todas las cualidades del buen hombre negro, conciencia blanca mediante: es hacendoso, bailarín, no se queja y además es un pene negro a disposición del deseo de cuanta mujer blanca le requiera, llegando incluso a prostituirse al compás de divertidos guiños propios de la exotización sexual.

Ya la cosa viene mal cuando se presenta al resto del reparto del «sector servicios». El hombre de la grúa que maneja la maravillosa nube voladora es un latino que trabaja en la construcción. ¿Dónde más si no? La mujer de los ticketes del tren es… negra, obvio. Y así sigue la película, nada fuera de lo normal.

La otra mujer negra de la película es todo lo que tiene que ser una buena mujer negra, conciencia blanca mediante: no solamente parafrasea con gran soltura a Partre (Sartre) sino que además es vestida (pese a su negativa, con nula resistencia) como Simone de Beauvoir. En resumen es bella, delgada, letrada, formal, bien vestida y feminista. Todo viene bien, hasta que un día estalla a razón del desamor de su novio blanco. Con total frialdad, del otro lado del muro que la separa de su amiga, la buena negra se acuesta con el doliente protagonista, quien en medio de un delirio que le torna frágil y depresivo, asume con cierto desgano la tarea de cogerse a la amiga de su esposa. Desespera, pero no enferma. La debilidad corporal es privilegio de la pareja blanca. No, ella sufre de histeria, revanchismo y muere.

El relato de su muerte no existe. Se reduce a un dedo silencioso sobre los labios de su tío, el empleado doméstico.

Sobre la envidia y la histeria de la humanidad colonizada, Fanon escribe:

“La mirada que el colonizado lanza sobre la ciudad del colono es una mirada de lujuria, una mirada de deseo. Sueños de posesión. Todos los modos de posesión: sentarse a la mesa del colono, acostarse en la cama del colono, si es posible con su mujer. El colonizado es un envidioso. El colono no lo ignora cuándo, sorprendiendo su mirada a la deriva, comprueba amargamente, pero siempre alerta: “Quieren ocupar nuestro lugar.” Es verdad, no hay un colonizado que no sueñe cuando menos una vez al día en instalarse en el lugar del colono”.

Una última perlita que termina por romperle la mente a cualquiera que no haya sido anestesiadx por el ego mundial de la intelectualidad blanquecina, o por el mundo atrapado entre las tensiones de dulces y colores, nivel anarquismo high class del Gran La Plata:

Avanzada la enfermedad de la protagonista, el esposo «tiene» que buscar trabajo. La crisis económica golpea la armonía del hogar. Justo cuando se cree que la trama no puede ser más cínica en su elitismo, el «empleado doméstico» empieza a envejecer. Al ser un ajuar más de la vivienda, su cuerpo se deteriora con el derrumbe del hogar. El dilema personal de su empleador se revela cuando tiene que echar al “doméstico”. Porque además de ser sacrificado, sexualizado y prostituído, el buen negro es fiel. Y aun cuando la vida se degrade con el paso de los días, el libre albedrío en esas condiciones se reduce a morir en benévola servidumbre.

Fin de la película.

No hay hedonismo sin un previo proceso de individuación, negación o subvaloración de los conflictos que no constituyen la estructura subjetiva de la tranquilidad blanca.

Después de la revolución haitiana (que es una revolución anti-francesa, jamás una consecuencia de la Revolución Francesa) Napoleón prohibió la divulgación de cualquier acontecimiento ligado al país antillano. Aunque cueste creerlo, tuvieron que pasar casi doscientos años y un terremoto para que un gobernante francés volviera a pisar suelo haitiano. Tras su paso por el país, Jacques Chirac comentó a la prensa que «formalmente, Haití nunca había sido una colonia francesa»(Seitenfus, 2016). En el 2015 volvió a venir otro presidente francés, probablemente a organizar el negocio de la lástima que había emprendido su predecesor con laborioso ánimo salvacionista. Aquel año el pueblo haitiano recibió a François Hollande con la poca amabilidad que distingue a los negros que no son buenos. Le exigieron que formalizara el reembolso de la multimillonaria multa que la Francia imperial habría impuesto a Haití tras la revolución antiesclavista y antifrancesa de 1804.

Al día de hoy la revolución haitiana no existe en los cánones de la historia occidental, mutis por el foro en la historiografía francesa. Lxs pocxs eurocentradxs que han abordado el tema, la tratan como una consecuencia de la revolución francesa, otros escriben, y cuentan con total desfachatez, que fue un eco de la revolución yanki. Lo que desde los tiempos de la colonia han querido silenciar es que la Revolución Haitiana no solo fue la primera en abolir la esclavitud -y no estoy hablando de artículos y leyes al pedo- sino que además encumbró la posibilidad de la emancipación de lxs esclavxs a nivel mundial.

Olvidar esta parte de la historia nos lleva al argumento, nada inocente de Gondry: La libertad es un privilegio del hombre blanco que rompe cadenas o de la mujer blanca que lleva su maravillosa libertad a las mujeres periféricas.

A la película le falta lo que le falta a la conciencia occidental: pensar que lxs sometidxs cuentan con su violencia organizada para cambiar la historia. No hay sometimiento sin resistencia.

Capítulo aparte nos merece la reificación sexual del cuerpo del hombre negro. Para los antillanos el turismo sexual de las mujeres blancas ha motivado ríos de tinta, como lo enuncia el martiniques Édouard Glissant en su libro El Discurso Antillano.

Para avanzar con una lectura del feminismo negro sobre la reificación sexual de los hombres negros, recomiendo también la lectura de El mito del violador negro de Angela Davis.

En síntesis, el hedonismo (nihilista siempre) es como un gran pedo de chicle. Y La espuma de los días es eso: la pompa de la maravillada estupidez neocolonial, violenta en sus conflictos mentolados.

*Léase blanco/blanca como una estructura de sentido basada en los principios clasistas/racistas de exclusión colonial. La cuestión blanca poco tiene que ver con cromatologías o disquisiciones fisiológicas.

Texto original https://historiaygeopolitica.wordpress.com/2020/01/13/la-espuma-de-los-dias-razones-para-levantarse-en-armas/

Fuente de la Información: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=264657&titular=razones-para-levantarse-en-armas-

Autor: Diana Carolina Alfonso
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La «guerra justa» contra los indios

Por: Juan J. Paz y Miño Cepeda

En el siglo XVI surgió el primer debate filosófico sobre la conquista española y la subordinación de las poblaciones aborígenes. Enfrentó a los sacerdotes católicos Juan Ginés de Sepúlveda (1490-1573) y Bartolomé de Las Casas (1484-1566).

Ginés consideró como “bárbaros” y “paganos” a los “indios”, además de “justo y conforme al derecho natural” que tales gentes sean sometidas “al imperio de príncipes y naciones más cultas y humanas” así como a la “religión verdadera” (la católica), incluso “por medio de las armas”. Las Casas, en cambio, a pesar de haber sido encomendero, consideró muy humanos a los indios, “infinitas gentes [que] a todo género crió Dios las más simples, sin maldades ni dobleces, sin rencillas ni bollicios [sic] que hay en el mundo”, además de señalar como “injusto y tiránico” todo lo que se cometía contra ellos. El uno defendió la conquista y justificó la guerra incluso con el argumento de salvar la vida de quienes eran sometidos a los sacrificios humanos para los dioses, que fuera un ritual entre los aztecas. El otro condenó el sometimiento brutal y denunció “la más dura, horrible y áspera servidumbre en que jamás hombres ni bestias pudieron ser puestos”; pero, además, sostuvo que ningún gobernante podía mandar sin consentimiento del pueblo; que nadie puede inferir perjuicio alguno a la libertad; y que hay una “justa guerra” al levantarse contra tales opresiones, con lo cual Las Casas se adelantó dos siglos al pensamiento ilustrado.

El reconocido filósofo latinoamericanista Enrique Dussel, profesor de la UNAM en México, ha sido contundente en señalar que el pensamiento de la colonialidad (y de la “modernidad”), nacido desde Ginés, perdura hasta el siglo XXI. Ha atravesado, por tanto, toda la larga historia de América Latina.

El pensamiento de la colonialidad se ha evidenciado, con profunda agudeza y una vez más, a propósito del levantamiento indígena y popular en Ecuador durante los primeros días de octubre (2019) y del golpe de Estado en Bolivia, que derrocó al presidente indígena Evo Morales.

A lo Ginés, elites económicas, sociales y mediáticas, han admitido la “guerra justa” contra los “indios de mierda”. Es el mismo contenido tras las palabras proferidas desde el poder, cuando se dice a los indígenas que “vuelvan a sus páramos”, cuando se los reprime por “irracionales” y se los persigue por “violentos”; o cuando también se les advierte que para seguir sus propuestas económicas “primero ganen las elecciones”, o para masacrarlos por ser seguidores de Evo Morales. Los golpistas que ingresaron al palacio de gobierno en Bolivia no dudaron en exclamar su moderno evangelismo: “Ha vuelto a entrar la Biblia al palacio. Nunca más volverá la Pachamama”.

Ginés de Sepúlveda consideraba: “es justo, conveniente y conforme a la ley natural que los varones probos, inteligentes, virtuosos y humanos, dominen sobre todos los que no tienen estas cualidades”; y añadía, al contemplar la vida de relación comunitaria entre los indígenas: “Todo esto es señal ciertísima del ánimo de siervos y sumisos de estos bárbaros”.

Bartolomé de Las Casas, en esta, Nuestra América Latina actual, revive como peligroso, subversivo y defensor de “indios violentos” que se lanzan contra el poder constituido. Como ocurriera con los conquistadores y colonizadores de hace cinco siglos, hoy se libran de toda culpa quienes imponen el modelo económico neoliberal-empresarial, quienes acuden a los golpes de Estado blandos o tradicionales, además de utilizar el lawfare y la criminalización de la protesta social, así como quienes evaden impuestos, sobre y subfacturan, fugan capitales a paraísos fiscales, sucretizan deudas o las resucretizan, se benefician de feriados bancarios y salvatajes millonarios, se subordinan al imperialismo y a sus instituciones, violan derechos humanos con impunidad o demandan esclavitudes laborales contemporáneas para maximizar ganancias y reproducir la concentración del poder y la riqueza.

A tal punto ha llegado la aberración de quienes se sienten, a lo Ginés, como dueños de lo que es “humano” y “civilizatorio”, que hasta reniegan de sus orígenes. El científico genetista César Paz y Miño verificó, en sus estudios sobre el ADN, que los ecuatorianos mestizos tenemos un 61% de indígenas, un 32% de europeos y 7% de afros. Me comentó que su artículo sobre el tema provocó un océano de ataques y descalificaciones. Es decir, hasta la ciencia es negada por el racismo y el pensamiento colonialista del siglo XXI.
Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=262837
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La educación en los campamentos de refugiados saharauis

África/25 Octubre 2019/ Ecsaharaui-Redacción Lehbib Abdelhay y Mariam Moulud/ ECS

Con la colonización española al Sáhara Occidental, la dinámica de la cultura saharaui cambió al mismo tiempo que cambiaron los roles tradicionales desempeñados por los hombres y mujeres saharauis. Después del descubrimiento de minerales en la tierra, muchos hombres trabajaban para el gobierno español en las minas de fosfato y otros entraban al servicio militar de la colonia. Aunque antes del colonialismo, la cultura literaria era más bien oral, sin embargo eran distinguidos en música y poesía. No obstante, después de un año de dominio español en el que tuvieron que adoptar nueva lengua y nuevas costumbres, los saharauis eran considerados de los más analfabetos de la región del Norte de África.

Siguiendo el ejemplo de sus países vecinos, quienes luchaban en contra del colonialismo, un grupo de jóvenes estudiantes formaron un movimiento de liberación que se ha conocido como el Frente Polisario, cuyo objetivo era conseguir la independencia del Sáhara Occidental y recuperar la cultura e identidad saharauis en los que la mujer era el centro de la sociedad. Y para ello, necesitaban la implicación directa de las mujeres. Entonces empezaron a combatir.

Por entonces, España había prometido al pueblo saharaui su independencia. Sin embargo, Marruecos y Mauritania reclamaban el territorio y tras el Acuerdo Tripartito de Madrid de aquel fatídico 14 de noviembre de 1975, firmado a espaldas del pueblo saharaui, el Sáhara Occidental fue invadida por Marruecos por el norte y Mauritania por el sur.

Ante la crueldad de la guerra, la mayoría de la población civil huyó a la parte suroccidental de Argelia donde se asentaron los campamentos de refugiados saharauis. La otra parte de la población quedó atrapada por la guerra. Mientras tanto, el recién formado Frente Polisario luchaba a doble bando contra Marruecos por un lado y Mauritania por otro. Entonces, las mujeres no dudaron en tomar las armas por primera vez en su historia y unirse a las filas del ejército del Polisario para luchar junto con sus compatriotas masculinos.

Las que se asentaron en los campamentos, tuvieron que construir con sus propias manos escuelas, centros de salud y demás administraciones públicas. A pesar de la poca base educativa, se convirtieron en médicas, enfermeras, estudiantes y profesoras. En fin, su participación fue clave en la construcción de la recién formada nación saharaui:

la República Árabe Saharaui Democrática (RASD). Durante estos tiempos cruciales, las mujeres recuperaron el papel que poseían antes de la invasión española, volviendo a convertirse en el pilar de la sociedad saharaui.

El Frente Polisario ha logrado conseguir una de los tasas de analfabetismo más bajas en toda África y en poco tiempo. El prestigioso británico The Guardian abordó el asunto.

Con el paso del tiempo y el conflicto bélico entre el Frente Polisario y Marruecos, las mujeres saharauis siguieron construyendo los campamentos, dándole prioridad a la educación de las generaciones siguientes. Y hoy en día, gracias a su gran labor, el pueblo saharaui puede sentirse orgulloso de haberse convertido en unos de los pueblos más educados de la región del Norte de África, con prácticamente el 100% de los niños escolarizados.

Después de 40 años en el exilio esperando una solución, las mujeres saharauis continúan siendo las protagonistas de la resistencia a la invasión marroquí en los territorios ocupados del Sáhara Occidental. Organizan manifestaciones, luchan por sus derechos como saharauis y se oponen diariamente a la opresión de las fuerzas de ocupación marroquí.

Mientras, en los campamentos saharauis, las mujeres ocupan cargos de liderazgo y tienen acceso a las mismas oportunidades educativas y profesionales que los hombres. Y la violencia machista es algo que no tiene cabida en la sociedad saharaui.

Las mujeres saharauis, tanto en los campamentos como en los territorios ocupados, luchan constantemente contra la ocupación y las duras condiciones de vida, sin embargo, siguen siendo una voz de esperanza y el símbolo de la liberación y la resistencia contra todo pronóstico.

Los campamentos de refugiados saharauis, albergan a más de 170,000 personas.

Aunque la vida en los campamentos de refugiados saharauis, uno de los más grandes del mundo con 170,000 habitantes, es dura, había una rica cultura de valoración a la educación que ha distinguido el Sáhara Occidental de todos los países de la región.

El Frente Polisario ha logrado conseguir una de los tasas de analfabetismo más bajas en toda África y en poco tiempo. «Estaba integrado en nuestra mente que la educación era la clave de todo», según resaltó la activista saharaui Tecber Ahmed Saleh en una entrevista con un diario australiano.

Durante cuatro décadas, la comunidad internacional no ha otorgado el derecho a la autodeterminación a la última colonia de África. Contra las armas de los militares marroquíes, la causa saharaui parece débil, contra el poder de las superpotencias parece pequeña, pero con su recurso natural más valioso, la educación y el intelecto, están construyendo las bases de un futuro Sáhara Occidental Libre. En el Sahara, añade la activista saharaui: “tratamos de hacer algo con esta vida para nosotros, pero la educación es la clave de nuestra lucha».

La tasa de analfabetismo en los campamentos saharauis baja a 0,9%

El Sáhara Occidental se convierte en el segundo país más alfabetizado del continente africano por detrás de Guinea Ecuatoria. Los expertos que trabajan sobre el terreno de las diferentes organizaciones internacionales admiran la labor de los líderes saharauis por fomentar e impulsar la educación en condiciones tan difíciles.

Los expertos de ACNUR señalan que al inicio de la invasión marroquí del Sáhara Occidental en el 1975, la tasa de alfabetización no superaba el 25% de la población. Por ello admiran la voluntad de los saharauis por aprender a pesar de las adversidades. Aunque reconocen que no es el primer caso de que un pueblo que fue expulsado de su tierra y en plena guerra, logre una proeza de este tamaño, la Autoridad Palestina ya lo logró en 2009.

La tasa de alfabetización del Sáhara Occidental es de un 96%, la cual se encuentra muy por encima de otros países como Marruecos, que cuenta con un 70,1 %, Egipto con un 66,4% o Túnez con un 77,7%.

Esto es en parte gracias a las medidas de educación impuestas por el gobierno del Sáhara Occidental, por sus acuerdos unilaterales con países como Cuba, Argelia, España entre otros (…) y sobre todo por las ayudas que proporciona a los estudiantes saharauis en las escuelas de los campamentos de refugiados (material escolar) y su deseo para seguir progresando y educando a los niños y jóvenes saharauis.

Se estima que en 2020, el analfabetismo será erradicado de la República Saharaui. Organizaciones sociales no gubernamentales elogian y admiran a los saharauis por tal logro, especialmente a los líderes que impulsaron la educación, una herramienta indispensable para crecer como persona. Además reconocen que no es muy usual en países en guerra encontrar altos índices de alfabetización.

El curso escolar comenzó la semana pasada, en concreto el día 15 de septiembre, en todos los campamentos de refugiados saharauis, un total de 40.000 alumnos iniciaron su rutina estudiantil, aquí lo detallamos: Inicia el curso escolar 2019 / 2020 en los campamentos de refugiados.

Fuente: https://www.ecsaharaui.com/2019/10/la-educacion-infantil-en-los.html

Imagen: https://scontent-mad1-1.xx.fbcdn.net/v/t1.0-9/72842469_3221198847906767_3616245013056323584_n.jpg?_nc_cat=111&_nc_oc=AQl-1BbcLvoNYotV

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Las virtudes de la desobediencia

Por: Rita Segato

Elizabeth Costello me salva siempre cuando me veo en una situación como ésta. Ya lo ha hecho otras veces eso de venir en mi auxilio, desde el cielo de la literatura donde seguramente se encuentra. La profesora Costello, de mi misma edad, es el Ángel de la Guarda femenino que protege a quienes, como yo, no se sienten felices con las formalidades y circunstancias a que debe curvarse quien sobrevive a costas de una profesión letrada. Lo que a mi me gusta y donde me amparo en el célebre personaje que circula por las novelas de Coetzee no es el tema del cual habla, sino el hecho de que habla de algo a lo cual no ha sido convidada a hablar, es decir, su indisciplina, su fineza indómita, su distracción con relación al protocolo académico que, al parecer, la habría llevado hasta el podio que hoy ocupa. Puede haber sido invitada a hablar, por ejemplo, de la literatura inglesa del siglo XVII, y discurre, ante el desconcierto y decepción del público y la reprobación de su hijo varón, sobre la Vida de los Animales. Lo de Costello conmigo es prácticamente un estado alternativo de consciencia, una posesión: me baja un santo, como se dice en el lenguaje del Candomblé, y ese santo es Costello, a la hora de tener que hablar en circunstancias como ésta. Su política, a mi ver, no es precisamente lo que dice, sino su permanente acto de desobedecer, su distracción de la norma. Esa es mi lectura del divino personaje. Y esa es mi lectura de lo más humano de lo humano: examinar los chips que nos programan, y elegir cuál apagamos, a cuál le damos baja, qué mandato extirpamos de nuestra matrix. A mis estudiantes de Antropología les he preguntado muchas y muchas veces, a lo largo de muchos años, ¿por qué estudiamos cómo la cultura nos hace ser de determinada manera, nos formatea, en lugar de estudiar cómo, a pesar de la cultura a la cual supuestamente “pertenecemos”, cada uno de nosotros puede ser único, irrepetible, diferente. La estrella guía de la humanidad es, precisamente, su capacidad de desvío, capacidad a la cual le debemos nada menos que la historia.

Primera desobediencia:

Es por eso que ando diciendo, entre otras cosas, que una politicidad femenina, por una serie de razones, no puede ser principista, sino pragmática y capaz de improvisar, dirigida a la vida aquí y ahora, a su continuidad y a su esplendor, a pesar de todo o, como decimos, contra viento y marea. Por lo tanto, y para esto,  siempre alimentada por lo que he llamado una “ética de la insatisfacción”, bastidor de toda buena política, pulsión opuesta a la de una ética de la conformidad. Una ética para la cual es más importante ser bueno que actuar bien. Se torna necesario, en ese camino, ser pluralista antes de ser feminista; tener un mundo radicalmente plural como meta histórica. Meta que no puede ser alcanzada ni por el patriarcado ni por el proyecto histórico de las cosas, que es el de la acumulación capitalista, siempre en tensión con el proyecto histórico de los vínculos, el del arraigo comunal. Tampoco podrán validarse ahí, en la meta de un mundo en plural, los monoteísmos dogmáticos, ninguno de ellos. Porque para el patriarcado, el capital y los monoteísmos fundamentalistas hay una única verdad, una única forma del bien, una único dios, una única forma de futuro, una única justicia. Son, de esta forma, monopólicos, regidos por una lógica exclusiva y excluyente. Nuestra lógica, la lógica que permitió sobrevivir a tantos siglos de masacre en nuestro continente, no es una lógica monológica, monopólica, regida por la neurosis de coherencia  y del control, la neurosis monoteísta y blanca de los europeos. Nuestra lógica es trágica, en el sentido de que puede convivir con la inconsistencia, con verdades incompatibles, con la ecuación a y no-a, opuestos y verdaderos ambos, y al mismo tiempo.  Y por lo tanto, siempre, siempre, dotada de la intensidad vital de la desobediencia. Una lógica para-consistente para conservar la vida y garantizarle continuidad y mayor bienestar para más gentes, para mantener el horizonte abierto de la historia sin destino pre-fijado, para mantener el tiempo en movimiento.

Segunda desobediencia:

Me remite a Europa, el continente de la neurosis monoteísta, como le llamo en mi libro Santos e Dáimones (sin traducción al castellano).  El continente de la neurosis de control y del juicio moral sobre el mundo. Y así llego a la otra evocación inevitable al preparar esta incómoda conferencia es el malestar que me causó, 36 años atrás, el discurso de García Marquez, al recibir el premio nobel  en 1982, llamado La soledad de América Latina. El recuerdo de ese vago e incomprensible malestar me acompaña desde entonces,  y solo ahora encuentro el espacio para hablar del mismo ante una audiencia. En aquel tiempo, la palabra eurocentrismo ni rondaba mi cabeza, inclusive porque en esos años yo vivía en Europa. Veamos: García Márquez me parecía decir que América Latina estaba sola porque Europa no la miraba, no la veía, no registraba su existencia y no la comprendía.  Definitivamente me desagradaba, como me sigue desagradando hasta hoy, que el subtexto de su discurso indicaba claramente la convicción del autor de que solo en el ojo de Europa era posible que nuestro continente alcanzara su existencia plena. ¿Será que un ser para otro es nuestro destino? Sería problemático, porque para ser para el otro eficazmente /con eficiencia es necesario que de ese otro aprendiéramos a ser. Con los años, y con los vocabularios a que fui teniendo acceso, ese malestar se fue transformando en consciencia. Una consciencia que me permite hoy hablarles, como gente del libro que son, de nuestro tema: la circulación de la palabra y la forma de la palabra.

Como afirmé hace unos veinte días en el Museo Pompidou de Paris, en una reunión con directores de museos de Europa en la que se me propuso responder una pregunta importante, inteligente, muy poco habitual: ¿Cómo incide en Europa el eurocentrismo?, es Europa la que esta sola. Se mira en el espejo narcísico de sus museos, pero carece del verdadero espejo, el que puede ejercer resistencia y mostrarle los defectos, pues esos objetos no pueden devolverle la mirada. Europa carece de ese potente utensilio femenino que es el “espejito, espejito” de la Reina Mala de los cuentos: no ve su defecto en el reflejo que podrían brindarle los ojos de los otros, porque al otro lo tiene solamente atesorado en la vitrina de su poder colonial. La visita al Museo Chirac en el Quai  de Branly me confirmó esa impresión, pues no vi otra cosa allí que “belleza encarcelada”, objetos retirados de su destino propio, de su lecho histórico, del paisaje en el que vivían arraigados. Desde allí hubieran podido seguir su camino e irradiar su influencia. Lo mismo pasa con los libros.

Nosotros, según García Márquez, necesitamos vernos en el ojo de Europa, en los libros de Europa, para no estar solos. Sin embargo, no registra que Europa siquiera percibe su soledad, soledad que la ha ido llevando lentamente hacia una decadencia de su imaginación creadora, la que en otro tiempo nos deslumbró, y a un tedio insoportable.

Tercera desobediencia:

Desesperaba a mis maestras, maestras de elite, en el Lenguas Vivas Juán Ramón Fernández de mi infancia, cuando nunca jamás, desde los seis años, en hipótesis alguna, acepté escribir mis redacciones en el modo del tú, y del háces en lugar del  hacés.  Así como continúo hasta hoy con la ardua tarea de modificar el corrector de lengua, todo el tiempo, a cada línea, para poner un acento en la i de decíme,  en la i de veníte,  en la e y en la a de si querés pasá por mi casa. A contracorriente de la conformidad, en desobediencia. Más tarde aparecería mi amado Arguedas, con su lengua quechua en español, con sus inflexiones del quechua en la lengua sobre-impuesta, su verdadero secuestro del castellano para decir lo que deseaba y era necesario decir:  que era el indio quien llevaba la bandera de la historia y de la soberanía en nuestro continente.

Así como Polanyi ha hablado de  la economía arraigada destruida por el capitalismo, necesitamos hablar de un arraigo de la palabra de su camino re-existente a pesar de la instituciones y en los gestos verbales de la gente.

Cuarta desobediencia:

El 7/08/2018, a las 19:12, Juan Pérez (nombre ficticio) de la muy prestigiosa editorial  española La Eterna (nombre ficticio) escribió:

Estimada Sra. Segato, 

Mi nombre es Juan Pérez y soy el editor de Ediciones La Eterna. Solo quería ponerme en contacto con usted para invitarla cordialmente a incorporarse de alguna forma a nuestro fondo editorial.

Su trabajo crítico me parece una joya intelectual que debería ser conocido y leído en todo el mundo. En España, por ejemplo, no llega con facilidad.

Por supuesto, sé que espacios editoriales para publicar no le faltan, muy concretamente Prometeo, con quien trabaja de forma continuada. 

Aun conociendo esta situación, me permito invitarla desde la admiración de su trabajo.

Un cordial saludo,  

Juan Pérez

Editor Senior

Madrid (España)

De: Rita Segato [mailto:ritalsegato@gmail.com] 

Enviado el: viernes, 10 de agosto de 2018 3:13

Para: Juan Pérez

Asunto: Re: Ediciones La Eterna

Estimado Juan, le agradezco mucho los términos de su mensaje. Es estimulante saber que el esfuerzo de uno es apreciado, y sobre todo por un editor de una editorial tan prestigiosa. Pero creo que me va a entender si le digo que, como sabe, escribo desde la perspectiva de la Colonialidad del Poder y también del Saber. Mi perspectiva es crítica con relación al eurocentrismo, que no es otra cosa que un racismo aplicado a los saberes y productos de quienes habitamos y trabajamos en estas costas, en este lado de acá del mar, en un paisaje marcado y demarcado por el proceso colonial, que perdura hasta el presente. Entonces, yo tengo un editor, que es el primero que me tendió la mano en 2003, cuando deseaba retornar a mi país y nadie me conocía en Argentina. Lo estimo y me ha ayudado en una serie de situaciones de vida que fueron difíciles. Publico con él en español, de la misma manera que publicaría con uds. Sin embargo, por el hecho de que La Eterna queda del lado de allá del mar, la distribución es más fácil en todo el universo de los lectores en lengua española, y aunque mucho me alegró su mensaje, no me es posible concordar con eso, curvarme a eso, reconciliarme con eso. Se puede entender, verdad? Soy terca como una mula, lo sé. Pero es que me duele saber que un editor de América Latina no tiene las mismas facilidades para circular que una editorial española. Lo único que se me ocurre, entonces, es sugerirle que establezca una colaboración de algún tipo con mi editorial, Prometeo, para que entre las dos en asociación editen próximamente algo mío…. Qué le parece esa idea? 

Sea cual sea su respuesta, le mando un abrazo y mi sincero agradecimiento por el aprecio hacia mi obra. 

Rita

De: Juan Pérez  

Asunto: RE: Ediciones La Eterna

Enviado el: viernes, 13 de agosto de 2018 12:22:11 GMT-3

Para: Rita Segato

Estimada amiga,

Lo entiendo perfectamente, por supuesto. Debo decir que me reconforta encontrar una intelectual que es consecuente con su discurso (eso no siempre pasa)…..

Juan Pérez

Editor Senior

Madrid (España)

Cito este intercambio con el editor Senior de una muy apreciada y por demás respetable editorial peninsular por su gran elegancia y el respeto mutuo, personal, que se revela entre el corresponsal que representa el interés de la empresa y yo, como su interlocutora. Se trata de una entre diversas invitaciones a publicar en editoriales globales que he recibido, todas declinadas por la razones que le expongo a Juan Pérez. Básicamente, como me decía en estos días mi querida Claudia Schwartz, que se crió entre los anaqueles de Fausto y ahora edita poesía con gran dificultad en Leviatán: ¿Por qué no puedo conseguir un libro de Chile, por qué no puedo conseguir un libro de Uruguay? ¿ Por qué no puedo acceder a autores de esos países desde Argentina, si no a través de España?

La verdad es que la dictadura persiguió a grandes libreros argentinos y destruyó el gran parque editorial que teníamos por medio de la persecución política, y Menem terminó el trabajo por la total desprotección en que dejó a la industria editorial argentina, que gozaba de gran prestigio en el mundo de habla castellana por su incontestable calidad. Honorables empresarios libreros persistieron y o surgieron para intentar resucitar lo perdido…  Otros murieron de tristeza, como el padre de Claudia, con el cierre final de sus librerías Fausto y de su editorial, Siglo XX, en una supuesta “democracia” que, apenas recuperada, sucumbió a la colonialidad del poder y del saber. Las editoriales españolas compraron las editoriales de textos y manuales escolares, beneficiándose con el know-how ya existente en el país, y amenazaron así la belleza y el valor del pluralismo de la lengua y los modos de decir del arraigo argentino. Lloro por eso: era hermosa la Argentina de Fausto. Como es insubstituible la Argentina del Centro Editor de América Latina. El valor y meta histórica de un mundo en plural quedó así en situación muy frágil, en un proceso no muy diferente a lo que se dio con los sellos globales de grabadoras musicales, que compraron la música del mundo y la “ecualizaron” en un “world music” pasteurizado y rápidamente obsolescente. Quiero rendir homenaje aquí a los editores que sobrevivieron aquel tiempo destrucción y a las que comenzaron después de la ruina: Corregidor, Coligue, de la Flor, Biblos, Manantial, Lugar editorial, Espacio Editorial, Homo Sapiens,  Pequeño Editor, Prometeo, Godot, Leviatán. Y discúlpenme si no he conseguido nombrar todas, o si alguna de las que nombré ya ha perecido.

Quiero que se entienda que no se trata del valor del patriotismo; se trata, sí, del valor del pluralismo.

Quinta desobediencia:

Nombremos nosotros. Demos los nombres. No le pasemos el mensaje a los jóvenes, como hacemos generalmente, de que vienen a la escuela, a la universidad, meramente para aprender. Porque ese aprender se refiere automáticamente a un aprender lo ya pensado, y por debajo de ese ya pensado contrabandeamos inevitablemente la idea de lo ya pensado en otro lugar. La faena del intelectual es la producción y donación de nombres. Lo aprendí de mi amado maestro Aníbal Quijano. Autoría viene de autorizar. Son dos términos profundamente emparentados. Pensemos desde acá, no deleguemos a que nos piensen el mundo en que vivimos desde afuera.

Nos pasa a nosotros, y le pasa a España también. Al igual que nuestro continente, se encuentra del lado del consumo y la aplicación de categorías teóricas, no a su formulación. No nos engañemos… Le pasa a ese país tan tristemente colonial y  criollo como nosotros que es España, una nación que se conquistó a sí misma y siguió por el lado de acá, sin solución de continuidad, en el mismo año, 1492. La lengua española es numerosa, pero no es hegemónica. No produce un pensamiento teórico destinado a atravesar la Gran Frontera Global desde el Sur hacia el Norte. Libros editados acá por grandes conglomerados de editoriales destinadas al lucro global no son catapultados a las lenguas en las que las ideas alcanzan circulación e influencia planetaria. La reserva de mercado del Norte sobre lo que bien podríamos llamar “patentes” en el campo de las Humanidades es cerrado, inexpugnable.  Porque, no nos equivoquemos: es el campo de las Humanidades, con su usina de palabras, su poiesis de conceptos, lo que da forma al futuro de la historia.  Es por eso que se encuentra en manos de pocos, pocos que no están por aquí, la llave del camino de las Humanidades que cierra la puerta de esa circulación planetaria a los conceptos teóricos acuñados en nuestra lengua, con soberanía y autonomía, desde acá mismo, desde el suelo en que nuestros pies se asientan.

Sexta desobediencia:

Junto a la valla que se erige para que nuestras palabras no atraviesen, también se levanta un cerco inexpugnable para impedir el atravesamiento del estilo de escribir. La tecnología del libro de la academia del Norte se nos impone en las universidades. No nos curvemos a esa tecnología del texto originaria de una época en que la información, por su escasez, era un problema, y era un problema que las universidades del Norte imperial no tenían. Un texto o un libro eran la forma de exhibir el acceso a la información, el poder que significaba acceder a esa información. Hoy la información es un problema también, pero de signo opuesto. Estamos asfixiados en información, por eso lo que importa es la capacidad de elegir una ruta autoral en el fardo informativo que nos aplasta. Lo importante es desarrollar la habilidad de identificar lo que existe a nuestro alrededor sin ser nombrado y no abdicar del ensayo, que es nuestra forma de argumentar. No abandonemos el ensayo: el “yo digo”. La voz del ensayista es inexorablemente una voz autoral, que no se esconde por detrás de la coartada del fichaje. Tengamos en cuenta que la verdad es un acuerdo entre interlocutores. Los nombres bien encontrados son como pergaminos en botellas arrojadas al mar que llegan a destino. Puedo afirmar que sencillamente me consta.

Séptima desobediencia:

Construyamos nuestra propia desobediencia. No confundamos el Ni una Menos con el Me Too, y no nos enredemos en su tensión con el Manifiesto de las intelectuales francesas. Cada movimiento y cada feminismo solo puede ser construido con los elementos de su propia historia. En la disputa entre el feminismo anglo y el francés, yo leo claves de dos historias de la conyugalidad, dos formas de la sexualidad y el amor instaladas por civilizaciones y líricas diferentes, como lo ha hecho notar hace tiempo ya Peter Gay y también Josefina Pimenta Lobato. Están en juego allí dos modelos del amor, el anglosajón y el francés.

En lo que al Ni una Menos respecta, recordemos que existe sí una colonialidad al interior de los movimientos sociales. Esa colonialidad suele traicionarnos y desorientarnos. El Me Too, con su raíz en el  feminismo pilgrim norteamericano, se dirige y le hace señas a la paternidad del Estado, a un tercero como árbitro indispensable de las relaciones, a un abogado en la almohada, posiblemente como única herramienta en un mundo de individualismo a ultranza. Mientras el Me Too le habla al Estado, el Ni una Menos le habla a un nosotras y nosotros, le habla a una sociedad.

Nuestro feminismo pertenece a un mundo en el que aun en las metrópolis blanqueadas la vincularidad es vital y puede y debe ser conservada por el amparo que nos brinda y la felicidad que nos trae. Un mundo en el que se han preservado jirones de comunidad. Estoy convencida de que no debemos delegar el arbitraje de nuestra vida erótica a un tercero.

Todavía creo que la gestión del deseo debe ser posible en nuestro mundo cuerpo a cuerpo, cara a cara, y que debemos luchar por eso, creando las condiciones para que sea posible. Para eso habrá que trabajar arduamente sobre las relaciones de poder en el campo del trabajo y del estudio, en los cuales la jerarquía es decisiva y el patriarcado se manifiesta con más saña, y regenerar las estructuras comunales capaces de vigilar y cuidar la forma en que llevan la vida las personas. El resto corre por cuenta de desmontar el orden político patriarcal, e inaugurar una nueva era de la historia. Vamos claramente hacia allá.

Epílogo. La Octava

¡Abajo el mandato de masculinidad!

¡Por el derecho de los pueblos a sus territorios y a su estilo de vida en el arraigo comunal!

¡Sí al aborto legal, seguro y gratuito!

¡Ni una menos!

¡Justicia para Sabina Garnica, niña de 11 años habitante del barrio Virgen Desatanudos de La Rioja y entusiasmada militante de La Garganta Poderosa, violada y asesinada el 14 de abril!

¡Ni una trabajadora de prensa menos!

¡Reconocimiento para los bachilleratos populares!

¡Por un mundo radicalmente plural!

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Entrevista a Edouard Matoko: “Aún hay africanos que son tratados como esclavos”

Entrevista/04 Julio 2019/Autor: Ramiro Escobar la Cruz/Fuente: El país

Edouard Matoko, alto cargo de la Unesco, habla sobre la persistente marginación del continente, cómo crecen en él las nuevas tecnologías y sobre la migración

Edouard Matoko lleva toda su vida comprometido con la africanidad, la educación y la cultura. El subdirector general de la Prioridad África y Relaciones Exteriores de la Unesco habla en esta entrevista sobre temas tan urgentes como el destino de África, la migración, la digitalización, la violencia, los destrozos ambientales.

Pregunta. ¿Por qué parte del mundo aún ve con cierto desprecio al África?

Respuesta. El continente africano no ha salido todavía del lazo colonial. Nuestras economías son fuertemente dependientes de las economías occidentales, la mayoría de países africanos, en términos de comercio, de tecnología, no logran independizarse de los países más avanzados.

Estamos en una época poscolonial, pero con rasgos coloniales.

Hay pocos países que tienen economías sólidas en términos de diversificación, de producción industrial. Actualmente este tema se discute mucho, en organizaciones como la Unión Africana, o entre los intelectuales africanos. Lo que buscamos son nuevos modelos de desarrollo.

P: ¿Cómo se establecen si todavía se mantienen estructuras tribales que no coinciden con los Estados modernos?

R: No se avanza porque hay otro problema: tenemos sistemas de gobierno que no se han adaptado al presente. Se requiere hacer una revolución política, económica. Algunos países lo están intentando. Yo veo como ejemplos de ello a Etiopía o Ruanda, donde se quieren hacer cambios.

Después de haber sufrido mucho, además.

Así es. Hay otros países donde no hay líderes que quieran hacer estos cambios. No es fácil revertir esas tendencias. Aquí en América Latina, algunos pensadores como Celso Furtado hicieron estudios sobre el desarrollo autocentrado, que necesitaba de luchas políticas, y a veces de cambios radicales en un país. Lo más importante hoy en el continente africano es que los ciudadanos, los intelectuales, los pueblos, se den cuenta de que debemos transformarnos.

P:¿Qué es lo que el mundo no termina de reconocer de África?

R: Es muy difícil contestar esa pregunta. Pero lo que seguramente queda pendiente es el reconocimiento de lo que el continente africano aportó a la civilización industrial. Creo que en todas partes, sea la música o el arte. Pero su contribución al desarrollo económico, de la civilización postmoderna, es lo que aún no se reconoce.

Esa fuerza de trabajo que en muchos casos fue esclava.

Y que en algunos casos sigue siendo esclava. A causa de las migraciones, hay jóvenes que salen de su país y aún son tratados como esclavos en países de Europa, o en Libia o Rusia. Ese es un tema muy preocupante. El 70% de la población africana de hoy es joven. En el 2050, casi el 80% tendrá menos de 40 años. Por eso en la Unesco trabajamos con programas de educación para la ciudadanía global.

Una ciudadanía global que, por ejemplo, tiene que enfrentar el fenómeno migratorio.

El planeta es uno y nuestro destino es común. Con las nuevas tecnologías, con Internet, nadie puede vivir pensando que su comunidad es lo más importante. Esos jóvenes que ven en las redes sociales lo que hacen otros países tienen deseo de aprender, de conocer otras culturas. Nosotros tenemos la responsabilidad de hacerlos capaces de enfrentar este mundo.

P:¿La interculturalidad cura el desprecio?

Te da la posibilidad de entender otras culturas, de sentir que formamos parte de una sola comunidad. Que las diferencias son riquezas y que comprender al otro es comprenderse a sí mismo. Lo que vemos en algunos países de Europa son ideologías que niegan la existencia de otras culturas: neonazis, grupos de extrema derecha. Todos tenemos que luchar contra el extremismo.

P: ¿Podemos soñar con un África más reconocida por el resto del planeta?

R: Hay cosas positivas. Cuando viajo y hablo del continente, se sabe un poco más sobre él, por ejemplo, que fue allí donde se inició la especie humana. Como dice Eduardo Galeano, en África comenzó el viaje de la humanidad y allí vamos todos a regresar un día.

P: ¿Qué puentes encuentra entre América Latina y África?

R: Además de las artes, el pensamiento. En los años 60 varios pensadores de América Latina fueron a África y compartieron con los pensadores de allá la misma reflexión sobre la independencia económica. Se desarrolló el mismo concepto de desarrollo. Por eso tuvimos el Grupo de los 77, o el Movimiento de los Países No Alineados. Ese es el denominador común.

P: ¿También el sentido de comunidad?

R: También. El sentido de comunidad, el sentido de compartir las riquezas que tenemos. Esa es la posición, la ética, que todos necesitamos para tener un desarrollo que sea más igualitario, que sea para todos.

Y, sin embargo, hay violencia. Contra los africanos, contra los inmigrantes.

Todavía hay mucho por trabajar en la educación, en la cultura de paz que intentamos promover desde la Unesco fomentando programas de interculturalidad, de comprensión de otras culturas. Haciendo educación, promoviendo intercambios culturales, podemos finalmente llegar a ese objetivo.

P: ¿Por qué en el mundo tendemos a ver la cultura como un adorno, y por qué la Unesco tiene tan poco presupuesto?

R: Porque manejamos ideas fuertes, que dan miedo. Se basan en una ética que obviamente la gente que cree en la dominación no puede aceptar. Nosotros tenemos ideales de equidad, creemos en la Declaratoria Universal de los Derechos Humanos, creemos en la libertad de expresión.

P: ¿Volverá el tiempo en que la cultura importe más?

R: Lo que es común a la humanidad el deseo de libertad e independencia. Son valores que nos diferencian de los animales, de los otros seres de este planeta, aunque a veces nos olvidamos de que no estamos solos en este planeta.

Somos una especie perturbadora.

Entre otras cosas. Pero creo que hasta que defendamos estos valores todavía vamos a existir.

«Vamos a encontrar una solución para este planeta»

Matoko representó a la Unesco en Etiopía, Ecuador, Mali y en la Unión Africana. También habla de cambio climático y de cómo la brecha digital, según él, puede terminar creando más inequidad entre los países africanos y los países desarrollados.

P: ¿Vamos a existir aunque estemos destrozando el planeta?

R: Esta especie tiene la capacidad de destruir y crear. Es capaz de hacer una autocrítica y tomar las medidas para no desaparecer. De lo contrario ya hubiéramos desaparecido. Esa capacidad no sé quién nos la ha dado, Dios o el Creador, o como decimos en África algunas fuerzas superiores. Yo creo que vamos a encontrar una solución para este planeta.

Y para hacerle honor a Lucy, el antepasado más remoto que hemos encontrado, quien habitó en lo que hoy es Etiopía.

Yo creo que sí. Si logramos salvar este planeta de la destrucción vamos a hacer honor a Lucy y a todos los que siguieron porque fueron los primeros que se dieron cuenta de que había que salir de la floresta e ir por el mundo.

P: ¿Qué tiene más peso hoy? ¿La inteligencia artificial o la inteligencia humana?

R: Son conceptos sobre los que tenemos que reflexionar. En la Unesco estamos haciendo justamente un trabajo sobre inteligencia artificial. No tan en el sentido de las técnicas, sino en las consecuencias que la inteligencia artificial provoca.

Digamos que la inteligencia artificial puede afectar nuestra cultura, nuestras cabezas, nuestros cerebros…

Afecta a la sociedad, afecta a nuestros derechos. Queremos ayudar a que esas técnicas no promuevan más inequidad, especialmente en los países menos desarrollados. En África o América Latina no tenemos la misma experiencia de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. Una parte de la población es más víctima de esas tecnologías, porque no son actores, no las entienden.

En África y en Asia están los países que tienen menos acceso a la red, ¿qué significa eso?

Significa que se quedan atrás y que no pueden acceder al nivel de progreso económico y social que brindan las nuevas tecnologías. Y significa a la vez más dependencia de los países más avanzados. No podemos crear más empleo, no podemos educar a nuestras poblaciones en estas tecnologías para experimentar, o para producir, que es el desafío mayor.

Significa también que los centros de poder digital siguen estando donde están los grandes centros de poder.

Claro, Google, Microsoft, no tienen centrales en los países africanos, ni siquiera en muchos países de América Latina. China y otros países comienzan a tener más control sobre estas tecnologías, pero nosotros no, solo somos receptores de ellas. Lo que hemos conocido en los años 70 es que la tecnología no es neutra, llega con algo cultural. Te brinda un nuevo modo de pensar, una nueva cultura.

P: ¿Más face y menos book?

Estamos en lo que se llamaba, en los primeros años de lucha por las independencias, aquí o en África, alienación cultural. Perdemos en nuestras culturas y avanzamos en esas tecnologías, que todavía no son compatibles con el nivel de desarrollo que tenemos en nuestros países.

Imagen tomada de: https://ep01.epimg.net/elpais/imagenes/2019/07/02/planeta_futuro/1562079660_797426_1562082191_noticia_normal_recorte1.jpg

Fuente: https://elpais.com/elpais/2019/07/02/planeta_futuro/1562079660_797426.html

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España: El abrazo de los Pueblos, las Personas y los Derechos Humanos

Por: Vientos Sur/Juan Hernández Zubizarreta/22-05-2019

5M Un espacio de denuncia y solidaridad

El pasado cinco de mayo miles de personas nos reunimos en Durango (Bizkaia), con un doble motivo: denunciar la barbarie silenciosa que se va asentando en Europa, por un lado, y expresar un encuentro entre iguales, sin importar la raza, el país de origen, la situación administrativa o si tienen o no “papeles”, por el otro. En todo momento estuvo presente la denuncia radical de las causas que provocan los desplazamientos forzados, así como la solidaridad como expresión de encuentro y reivindicación.

Es pronto para hacer un balance de lo ocurrido el pasado 5 de mayo, dada su dimensión, escala y proyección internacional. No obstante, aquí van algunas reflexiones que confiemos ayuden a fortalecer nuestras estrategias de lucha de cara al futuro.

Un primer elemento a tener en consideración es el carácter novedoso de la movilización. Hemos intentado superar las clásicas maneras de “manifestarnos” en nuestra tierra, y hemos conseguido enlazar la firmeza de la denuncia con la emoción y la construcción de simbología propia. En definitiva, un nuevo punto de encuentro entre formas históricas de hacer y espacios para mostrar nuestros sentimientos y nuestra solidaridad.

Bajo esta premisa, pusimos en marcha 8 columnas que atravesaron el pueblo de Durango acompañadas de dos voces que leían los nombres de las 35.000 personas asesinadas en el Mediterráneo en las últimas décadas. La música, el silencio, la solemnidad, el caminar con las manos entrelazadas, el abrazo inicial entre una mujer vasco-palestina y una superviviente del bombardeo franquista de Durango, etc. conformaron un conjunto de actos y símbolos, un todo, difícil de precisar en palabras, pero lleno de radicalidad y de solidaridad entre iguales.

Las diferentes columnas representaban la conjunción de causas que provocan los desplazamientos forzados, así como los quehaceres cotidianos de los movimientos sociales: feminista; ecologista-baserritarra; pensionista; cultura y euskera; sindicalista; antimilitarista; Euskal Herria tierra de acogida.

Y una última columna sobre la memoria de las personas desaparecidas en el Mediterráneo, en el desierto del Sahara, etc., encabezada por 30 compañeros y compañeras con el rostro tapado, que representaban un grito silencioso por el reconocimiento de las miles de personas desaparecidas. Explicitaban el dolor de quienes han perdido a sus seres queridos -sin registro alguno y sin posibilidad de despedirles con dignidad- y que no encuentran amparo efectivo de ningún tipo. Ni memoria, ni verdad, ni justicia, ni reparación.

De este modo, el mensaje que trasladaron es que no podemos olvidar el dolor emocional y la destrucción en vida de millones de personas cuyo único delito es intentar sobrevivir. ¿Cómo se puede evaluar tanto sufrimiento? Cuando perdemos a un ser querido, a uno solo, sentimos que el tiempo y el espacio alcanzan otra magnitud, por eso no queremos que los datos y los análisis empañen -en ningún caso- la verdadera dimensión de lo que pretendíamos representar en esta columna. Ponerles rostro y voz a esas personas debe ser primordial en todo acto de solidaridad y de denuncia.

Por eso les recordamos en silencio y nos cogimos de las manos gentes de todo lugar y condición, como gesto que refleja lo que nos une y no lo que nos diferencia. También, como forma de construir simbólicamente alianzas desde abajo y por las de abajo, que nos permitan enfrentarnos al crecimiento de las ideas neofascistas.

En segundo término, destacaríamos que quienes hablaron en nombre de las diferentes columnas fueron mayoritariamente mujeres. Sus discursos combinaron la radicalidad de la denuncia con la emoción de sus palabras, y su abrazo fue el preludio del abrazo colectivo posterior. Además, la presencia del euskera fue natural y muy contundente a lo largo del desarrollo de todo el acto. Estos dos hechos fueron fruto de la construcción colectiva del acto de Durango. Ni más, ni menos.

Tercera reflexión: las miles de personas que se acercamos a Durango el 5M demuestran la capacidad de movilización y el músculo activista que sigue vivo en estas tierras. Entre estas cinco mil personas fueron muchas las migrantes llegadas de diferentes pueblos de Euskal Herria, lo que nos permite profundizar en la idea de solidaridad horizontal y en el encuentro entre iguales. Llegaron de Artea, Arrigorriaga, Bermeo, Gernika y de otros pueblos y barrios de Euskal Herria, donde la solidaridad se ha transformado en proyectos concretos de construcción de comunidad y de vida cotidiana contra el racismo y la xenofobia. Como señala Yayo Herrero, se trata de aprovechar el trabajo de los movimientos sociales pueblo a pueblo, barrio a barrio, que cada día pone la base empírica capaz de transformar diferentes experiencias en políticas públicas.

En esta línea, fue muy significativa la variedad y mezcla de edades y generaciones, lo que resulta especialmente llamativo, además de muy esperanzador para quienes pensamos que esta es una carrera de muy largo recorrido. También recordamos la necesidad de transitar de la “tranquilidad de las conciencias” hacia la “toma de conciencia”, desbrozando nuevos caminos para que quien se acerca a la solidaridad por compasión transite hacia la solidad por justicia.

Otra reflexión significativa, la cuarta: el carácter autogestionado y autofinanciado del acto. La gente y las organizaciones sociales han sido las únicas protagonistas de lo ocurrido en Durango. Además, la horizontalidad en la toma de decisiones, el consenso y el carácter deliberativo de todas y cada una de las actividades es una seña de identidad muy reseñable.

En quinto y último lugar, destacamos la lógica de proceso y su escala internacional: la abrazada de los pueblos, las personas y los derechos humanos no es un hecho aislado, forma parte de una red de movilizaciones de carácter internacional y en el seno del Estado Español. Más de 35 ciudades y más de 250 organizaciones forman parte de la articulación de múltiples abrazos a lo largo del continente europeo.

Todo ello en el marco de unos contenidos expresados en el manifiesto que han guiado la campaña y que se centran en dos ideas-fuerza: el combate contra el neofascismo y la defensa de los derechos de las personas migrantes y refugiadas.

¿Por qué movilizarnos contra el neofascismo? Porque creemos que en la coyuntura europea nos encontramos ante un escenario donde el autoritarismo extremo de los gobiernos europeos y de las instituciones comunitarias está dando paso a un nuevo espacio neofascista donde poco a poco se van consolidando hechos que dinamitan los derechos humanos y la vida misma.

Vemos con estupor como se instala la necropolítica, es decir, dejar morir a miles de personas inocentes, racializadas y pobres; las prácticas racistas; las deportaciones en masa; los tratamientos excepcionales a determinados colectivos; la fragmentación de derechos según categorías de personas; la criminalización de la solidaridad y de la pobreza; la persecución de la disidencia; el agravamiento de las prácticas coloniales; las agresiones sexuales y crímenes machistas; las expropiaciones colectivas por medio del pago de la deuda externa; las expulsiones de millones de personas donde el nivel del mar se está, literalmente, “comiendo” la tierra habitada o donde las empresas transnacionales amputan sus recursos naturales etc. Todas estas prácticas se convierten en regla y no en excepción.

Además, no podemos olvidar que el racismo ha formado parte de las políticas coloniales históricamente, y que estas políticas han regulado la distribución de la muerte y han hecho posible lo que Mbembe denomina la larga noche del mundo africano postcolonial. Así, en numerosos países se están apuntalando las bases programáticas de la xenofobia, mediante la construcción de restricciones manifiestas respecto a quien pertenece a la comunidad nacional y quien no, lo que provoca la exclusión legal del “extranjero pobre”.

En el momento de escribir estas líneas aparece una doble noticia: por un lado, mueren más de setenta personas en el naufragio de una patera frente a la costa de Túnez. Por el otro, el barco Mare Jonio de la plataforma humanitaria Mediterráneo Saving Humans ha desembarcado 30 personas rescatadas este jueves en suelo italiano. La Guardia de Finanzas ha incautado el buque humanitario.

¿Cómo tipificamos estos hechos? ¿Cómo calificar el plan del gobierno español de enero 2019, que contempla evitar el patrullaje activo de Salvamento Marítimo en las costas mediterráneas e impedir que zarpen los barcos de ONG dedicados al rescate? A partir de ahí, el gobierno delega su responsabilidad en Marruecos, Libia y en Salvini. Ha decidido quién es fácilmente sustituible y quién no. Las personas migrantes «irregulares» no resultan rentables ni electoral, ni políticamente. Este plan es, sin duda, una práctica neofascista.

Los gobiernos y las instituciones no sólo están eliminando y suspendiendo derechos, también los están reconfigurando y decidiendo quienes son sujetos de derecho y quienes quedan fuera de la categoría de seres humanos. Eso provoca una nueva etapa en la destrucción del sistema internacional de los derechos humanos. Y todo ello tiene una profunda conexión con la lógica colonial y racista de diferentes derechos para diferentes categorías de personas. En esta línea, la frontera expulsa y filtra migrantes dando lugar a la guerra entre pobres, a limbos jurídicos, laberintos burocráticos, mercados clandestinos de visados versus recuperación de la categoría de ser humano y espacios de no derecho.

Parece que los valores de los años 30 han resucitado, y la teoría nazi de Goebbels de proteger a los humanos de los infrahumanos regresa con toda su fuerza, de la mano de regímenes formalmente democráticos y bajo la estela de un nuevo neofascismo.

En Durango hemos construido un nuevo eslabón en la articulación de redes locales, estatales y europeas en la defensa de los derechos de las personas migrantes y contra el neofascismo. Nos esperan nuevas iniciativas, y de entrada, el próximo verano denunciaremos la cumbre del G7 en Euskal Herria. A su vez, la Caravana Abriendo Fronteras volverá a emprender su ruta de denuncia y solidaridad. Durango demuestra que, pese a la asimetría de la lucha, nos estamos preparando para defender la vida de manera radical.

*Fuente: https://vientosur.info/spip.php?article14813

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La escuela para afrancesar a los niños

África/Senegal/04 Abril 2019/Fuente: El país

Cuando el director Assane Ndiaye entra en el aula, los 59 alumnos agolpados en un cuarto de la planta baja se levantan al compás para saludarle, sin esconder su alegría por la inesperada interrupción de la clase de francés. Desde que colapsó hace unos años el balcón que ornamentaba la parte alta del edificio y que obligó a vaciar las dos plantas superiores, los estudiantes de la escuela Khayar Mbengue de Saint Louis (Senegal) tienen que arrimar —literalmente— el hombro. Solo el portal y algunas decoraciones de cerámica francesa quedan como testigos de la elegancia y el prestigio de la antigua École des Otages [Escuela de Rehenes], que desempeñó un papel importante en la colonización de toda África.

El gobernador francés Faidherbe creó la escuela con el objetivo de vigilar a los hijos de los jefes locales para, de paso, mantener a sus padres a raya.

A medida que la relación con el entorno mejora, los franceses deciden librarse de ese nombre siniestro para borrar cualquier mención a los rehenes. Un grupo selecto de alumnos recibía formación para ocuparse de los cargos menos importantes de la maquinaria pública, como los intérpretes. Así, en 1861, la institución pasó a llamarse Escuela para Hijos de los Jefes y Traductores.

“Tenían que reconocer la superioridad del blanco, cuya civilización les ha salvado de la crueldad sanguinaria y profesarle reconocimiento y, sobre todo, obediencia”, escribió en un artículo el profesor Mamadou Moustapha Dieng, del departamento de Historia de la Universidad Cheikh Anta Diop de Dakar.

“No se sabe mucho de la época de la École des Otages”, asegura Ndiaye. “Tenemos constancia de que los primeros enseñantes eran militares y que todos los alumnos eran jóvenes sobre los 15 años que se quedaban unos cuatro años para aprender francés, un poco de derecho, economía, administración… Los lugareños estaban contentos porque sus hijos podían estudiar y los colonos podían contar con una administración autóctona preparada para enviar también a otras regiones bajo su mando”.

En 1872, la escuela cerró por falta de fondos hasta volver a abrir en 1892 y trasladarse, una década después, al edificio que ocupa en la actualidad. “El objetivo de la Escuela de Hijos de los Jefes es impregnar de civilización francesa los cerebros de los jóvenes en un entorno que la tradición local rodea de respeto, para hacer de ellos más adelante unos colaboradores de nuestro comando territorial”, decía el gobernador Lamothe en 1893, según relata el profesor Dieng en sus investigaciones.

En 1909, la institución se convirtió en madrasa [centro de enseñanza superior musulmana] y desde los años treinta se consagró a la enseñanza femenina. En 1965, adoptó el nombre y la función que sigue llevando hoy en día, cuando, en una única clase, reúne a 59 alumnos, el mismo número que sumaba en total en 1903.

Imagen tomada de: https://ep01.epimg.net/elpais/imagenes/2019/02/05/planeta_futuro/1549380506_350599_1549386373_noticia_normal.jpg

Fuente: https://elpais.com/elpais/2019/02/05/planeta_futuro/1549380506_350599.html

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