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Epistemicidios y Descolonización del saber: Interpelaciones al modelo de Formación de Docentes

Comparto la presentación guía utilizada en la Charla: Epistemicidios y descolonización del saber: interpelaciones al modelo de formación de docentes, desarrollada en la Unidad Regional 303 de la Universidad Pedagógica Nacional ubicada en Poza Rica, en el marco de su 37 Aniversario.

Fuente: http://insurgenciamagisterial.com/epistemicidios-y-descolonizacion-del-saber-interpelaciones-al-modelo-de-formacion-de-docentes/

Imagen: img.scoop.it/fTVDhqclLbVeNaXPZQAUcDl72eJkfbmt4t8yenImKBVvK0kTmF0xjctABnaLJIm9

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Los «hijos» de Mandela luchan por «descolonizar» la universidad sudafricana

África/11 de octubre de 2016/Fuente: swissinfo.ch

«Queremos una educación gratuita y descolonizada». Las protestas que agitan los campus sudafricanos están tomando un cariz cada vez más político para los estudiantes negros, que denuncian la persistencia de las desigualdades raciales, 22 años después del fin del «apartheid».

«Estamos ávidos de restablecer la dignidad de los jóvenes negros (…) No somos iguales en esta universidad», lanza entre un bullicio de aplausos Mcebo Dlamini, uno de los líderes de la revuelta en la universidad de Witwatersrand (Wits), en Johannesburgo.

Dlamini habla ante un millar de estudiantes, entre los cuales los blancos se cuentan con los dedos de una mano.

Desde hace tres semanas, la prestigiosa facultad de Wits, así como las de otras grandes ciudades del país, viven bajo tensión. Los altercados violentos entre los alumnos y las fuerzas de seguridad llevaron a las autoridades a suspender los cursos.

Este lunes se retomaron en algunos centros, como en Wits, donde sin embargo volvieron a producirse enfrentamientos.

La protesta empezó tras la decisión del gobierno de autorizar para 2017 un alza del 8% del costo de las matrículas. Ya el año pasado, la idea de subir los precios no se concretó por la ola de altercados que suscitó.

En Wits, como en otras universidades, «la educación gratuita» se impuso como la principal reivindicación.

«Es una manera de lograr la igualdad, de reparar lo que la gente tuvo que sufrir en el pasado», explica un estudiante en huelga, Tauriq, en alusión a las décadas de dominio de los blancos en el país.

Si eres blanco, «no puedes identificarte con los problemas» de los estudiantes negros, asegura este chico mestizo, alumno de tercer año de Ingeniería.

«Los blancos no saben lo que es levantarse a las 5 de la mañana para llegar a tiempo a clase. No saben lo que un negro puede sentir en un centro comercial: en los ojos de la gente, se ve su temor a ser robados», agrega Tauriq.

El movimiento estudiantil busca «cuestionar lo que a la gente le parece normal», resume.

En 2014, 27,5% de los blancos obtuvo un diploma universitario, frente a únicamente 5,3% de los negros, según el Instituto Sudafricano de Relaciones Raciales.

Pese a la emergencia de una clase media negra desde hace dos décadas, las desigualdades económicas saltan a la vista: 41,9% de los negros viven en la pobreza, frente a 0,8% de los blancos.

La madre de Tauriq gana 400 euros al mes y se encarga sola de la manutención de sus cuatro hijos. Sin su beca del Estado que cubre los 4.000 euros de gastos anuales de universidad, Tauriq no podría haber estudiado nunca en Wits.

Pero no todos tienen la misma suerte.

– «Un largo camino por recorrer» –

El llamamiento a la «descolonización» no es «ninguna sorpresa en una sociedad en la que se ha hecho todo lo posible para legitimar la supremacía blanca» durante décadas, explica Mcebisi Ndletyana, profesor de Ciencias Políticas en la universidad de Johannesburgo.

Aunque ha habido progresos desde el establecimiento de la democracia en 1994 y actualmente «más de la mitad de los estudiantes de Wits son negros», «todavía hay un largo camino por recorrer», constata Noor Nieftagodien, profesor de Historia.

La «descolonización» pasa por la gratuidad de la enseñanza superior, pero no sólo para los huelguistas.

«Wits no refleja la diversidad demográfica del país. No hay un edificio bautizado Winnie Mandela», denuncia el líder estudiantil Vuyani Pambo, en alusión a la exesposa del primer presidente negro sudafricano, Nelson Mandela.

En el campus, las bibliotecas llevan los nombres de Jan Smuts y William Cullen, un político africano de origen ‘afrikáner’ y un médico británico, respectivamente.

«El tipo de enseñanza es muy europea», lamenta también Dumisa, un estudiante que aboga porque se introduzca la medicina tradicional en el programa de medicina.

La paralización de los cursos también ha llevado por otro lado a decenas de jóvenes, principalmente blancos, a lanzar el movimiento «Take Wits Back» (Recuperar Wits). «Lo único que pedimos es que se reanude el año universitario 2016», explica uno de ellos, Stuart Young.

Esta iniciativa es «ridícula», estima Chris, uno de los pocos estudiantes blancos presentes en la asamblea general del viernes. «Mientras hay estudiantes a quienes se les rechaza el acceso a la facultad (por motivos financieros), ellos se indignan porque no tienen clases», explica.

El gobierno del Congreso Nacional Africano (ANC por sus siglas en inglés), el partido de Mandela, estableció en enero una comisión sobre enseñanza superior cuyo informe es esperado para 2017, demasiado tarde para los huelguistas.

Mpho Tutu van Furth, hija del premio Nobel de la Paz y arzobispo emérito Desmond Tutu, advirtió el viernes: «no habrá paz en las universidades sin democracia».

Fuente: http://www.swissinfo.ch/spa/los–hijos–de-mandela-luchan-por–descolonizar–la-universidad-sudafricana/42507064

Imagen: www.swissinfo.ch/image/42507066/3×2/640/426/3ca42d6a97880e9067880a866e55ae26/cq/image-doc-h071y.jpg

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Libro: La descolonización de la política. por Rafael Bautista S.

América del Sur/Bolivia/Agosto 2016/ Reseña/http://www.agruco.org/

 

Introducción a una política comunitaria

El libro que tiene el lector entre sus manos fue escrito el 2008. Su publicación la debemos a la generosa iniciativa de AGR UCO, a quienes, en la persona de Freddy Delgado, deseamos agradecer con todo nuestro ajayu, por el interés y apoyo a nuestro trabajo y, en especial, a este texto que, por fin, sale a la luz pública.

En varias ocasiones se nos ha venido reclamando la fundamentación teórica de la perspectiva que desplegamos en, sobre todo, los trabajos de Pensar Bolivia del Estado colonial al Estado plurinacional, volúmenes I y II1, tarea que, en parte, hemos expuesto en Hacia una Fundamentación del Pensamiento Crítico.2 Pero con la presentación de este libro creemos que aquel reclamo quedará satisfecho, sobre todo en lo que se refiere al momento que llamamos de reconstitución del horizonte propio.

Nuestra aproximación a la problemática de la descolonización proviene precisamente de lo que queda expuesto en toda la Primera Parte: la superación, no sólo como desprejuiciamiento sino como un atravesar y trascender –desde la exterioridad que nace de lo propio y nunca subsumido del todo–, la perspectiva eurocéntrica del conocimiento. Por eso optamos por la exposición misma, para que aquello se muestre en su propio producirse; más que hablar de la descolonización, lo que hacemos es mostrar su efectuación metodológica.

Se trata de un movimiento negativo imprescindible a la hora de producir conocimiento propio; pero, agregando lo siguiente: sin una auto-consciencia descolonizada es ingenua toda pretensión de producir pensamiento crítico por estos lados. La pertinencia des-colonial, en nuestro caso, quiere mostrar que, un conocimiento propio no puede ser sino, en primera instancia, desmontaje crítico del conocimiento que nos ha colonizado.

La Segunda Parte es ya el momento positivo, ese más allá que queremos explicitar como horizonte de sentido de lo que, creemos, propone, con pretensión universal, la irrupción indígena: una política comunitaria como superación de la política moderna.

 © Rafael Bautista S., 2014 © AGRUCO / Plural editores, 2014 Primera edición: enero de 2014 DL: 4-1-1902-13

ISBN: 978-99954-1-546-4

Producción: Plural editores Av. Ecuador 2337 esq. c. Rosendo Gutiérrez Teléfono: 2411018 / Casilla 5097 / La Paz, Bolivia

e-mail: plural@plural.bo / www.plural.bo Impreso en Bolivia

Fuente.: http://www.agruco.org/agruco/publicaciones/libros/567-la-descolonizacion-de-la-politica

Fuente Imagen: : pintor, retratista, paisajista, Arturo Borda

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Aminata Traoré : «Se han globalizado la injusticia, la desesperación y el desprecio»

Rebelion/ Traducido del francés para Rebelión por Caty R.
 

Aminata Traoré es una ensayista maliense que lucha por la autonomía de los países y los pueblos de África, siempre dominados y saqueados por las potencias occidentales. Ministra de Cultura y Turismo de Malí entre 1997 y 2000, la infatigable militante prosigue su lucha contra el liberalismo sobre el terreno y ha promovido numerosos proyectos con las mujeres y los jóvenes en Bamako. Su reciente candidatura al puesto de Secretaria General de la ONU es una buena noticia para todos los partidarios de la paz.

¿Cómo analiza el fenómeno terrorista que asola África y todo el mundo?  

En primer lugar hay que analizar rigurosamente las causas: ¿Por qué ahora? ¿Y por qué por todas partes? Precisamente porque se han globalizado la injusticia, la desesperación y el desprecio. En los años 90, ante las consecuencias de las políticas de ajuste estructural, sonó el timbre de alarma que señalaba que «cada año, en la mayoría de nuestros países hay entre 100.000 y 200.000 jóvenes diplomados que llegan al mercado laboral y el modelo económico no crea empleo». Al contrario, se elimina empleo. ¿Qué se puede hacer? A menudo los jóvenes solo pueden elegir entre el exilio y el fusil. Estos dos fenómenos contemporáneos y concomitantes están vinculados intrínsecamente al lamentable fracaso de un modelo de desarrollo económico que Occidente no quiere cuestionar.

Para muchos medios y analistas el yihadismo emanaría directa y principalmente de la religión. ¿Considera suficiente esa explicación?  

Si fuese así, ¿por qué no surgió mucho antes ese pensamiento del radicalismo religioso? Fue a partir de las décadas de los 80 y 90 cuando numerosas personas abandonadas por culpa de las políticas neoliberales fueron a las mezquitas y al Corán a buscar respuestas al desempleo y a la exclusión. Si no hubiese sido así, en Irak los generales de Sadam Hussein no habrían encontrado islamistas en Abu Ghraib para sentar las bases del Dáesh. ¿Cómo llegaron a introducirse en los suburbios y en los medios pobres? ¿Por qué fascinan también a la «clase media»? Hay un vacío ideológico abismal que se niega a admitirlo.

Si en la actualidad los pueblos dispusieran de más justicia, más empleo y más respeto se podrían garantizar la paz y la seguridad, pero eso supondría que los que dominan deberían renunciar a parte de sus privilegios. No pueden. Eso sería hacerse el harakiri reconociendo que se equivocan. No se crea empleo y el modelo no responde a las demandas sociales. ¿A quién beneficia este crecimiento criminal? A las multinacionales, pero también se pegan un tiro en el pie cuando ya no pueden ir a los lugares donde explotan los recursos naturales. Los yihadistas son conscientes de ese reto y su objetivo son los mismos recursos, en particular el petróleo.

A fuerza de hacer oídos sordos y poner en marcha unos tipos de oposición que no son auténticos contrapoderes capaces y dispuestos a encargarse de las cuestiones importantes, nos encontramos atascados por todas partes en los asuntos institucionales y en unas políticas de sustitución de los protagonistas sin cambio de paradigma. Para disfrutar hoy de la paz, una paz auténtica y estable, y de la seguridad humana –que no hay que confundir con la «segurización»- hay que introducir en el debate los asuntos mineros, petroleros y otros. Garantizar la seguridad humana a los individuos por medio del empleo, la sanidad, la educación y otros servicios sociales básicos considerados gastos improductivos.

¿Cuál es el papel de la Unión Africana y cuáles son sus principales retos?  

África tiene una necesidad absoluta de la Unión Africana (UA), la organización que nació en 2002 del rescoldo de la Organización para la Unidad Africana (OUA) creada hace 53 años. Al igual que la Unión Europea (UE) que le sirve de modelo, la Unión Africana suscita muchos interrogantes en los pueblos, que no la ven donde la esperan, es decir, cerca de ellos. Sus detractores opinan que solo es un club de los jefes de Estado. Es una constatación abrumadora y preocupante porque sabemos que los padres fundadores de la institución quisieron que fuera el instrumento de la descolonización y esta no solo no ha terminado, sino que además el continente está en vías de «recolonización» en el marco de la globalización capitalista. Los desafíos están a la altura de la violencia multiforme de ese sistema.

Para desempeñar plenamente su papel en la defensa de los intereses de los pueblos de África es necesario que la Unión Africana entienda la naturaleza de la globalización y las relaciones de poder. Porque padece las taras originales de la división, la extroversión y la dependencia. A menudo tendemos a olvidar que la Organización de la Unidad Africana (OUA), de la que procede la Unión Africana, nació en el dolor del desgarrón entre dos grupos que tenían una visión y un enfoque opuestos del futuro del continente.

Fueron necesarias muchas reuniones y largas negociaciones para que el 25 de mayo de 1963, 32 estados recién independizados creasen la Organización de la unidad Africana (OUA) en Addis-Abeba, Etiopía, sobre la base de un acuerdo mínimo. La redacción de su carta se confió al presidente maliense Modibo Keita, uno de los líderes del grupo de los progresistas de Casablanca, y al presidente de Togo Sylvius Olympio, del campo de los «antifederacionistas». Fue la visión del grupo de Monrovia la que prevaleció sobre la de los progresistas del grupo de Casablanca.

¿Qué balance podemos hacer de sus actividades?  

Aparte de la gestión de la descolonización, la organización panafricana no emprendió ningún proyecto ni ninguna estrategia de desarrollo autónomo y emancipador. Las décadas de 1980 y 1990 estuvieron marcadas por las orientaciones de Elliot Berg, con las que el Banco Mundial sustituyó las perspectivas africanas de desarrollo del Plan de Acción de Lagos (PAL) elaborado pacientemente por los Estados africanos y adoptado en 1980 en la capital de Nigeria. Dichas orientaciones agravaron las dificultades del continente con la congelación de los salarios y recortes en los presupuestos de los servicios sociales básicos: educación, sanidad, aprovisionamiento de agua potable y saneamiento.

Conscientes del enorme coste social y político de los Programas de Ajuste Estructural (PAS) los dirigentes africanos propusieron diversas orientaciones: el presidente Thabo Mbeki (Sudáfrica) propuso el Plan de Acción del Milenio (PAM), elaborado conjuntamente con Olusegun   Obasanjo (Nigeria) y Abdelaziz Buteflika (Argelia), así como el Plan Omega de Abdoulaye Wade (Senegal). Su fusión dio lugar a la «Nueva Iniciativa Africana» (NIA), que después se transformó en la «Nueva Asociación para el Desarrollo de África» (NEPAD) y el «Mecanismo Africano de Evaluación por los Pares» en 2003. El Parlamento Panafricano (PP) se instituyó el 18 de marzo de 2004 con sede en Midrand (Sudáfrica).

La Unión Africana se felicita de las políticas y estrategias macroeconómicas «saludables» que permitieron a numerosos países miembros de la organización registrar un crecimiento sin precedentes, así como una significativa reducción de los conflictos, el fortalecimiento de la paz y la estabilidad y el progreso en materia de gobernanza democrática. Para el siglo XXI cuenta con la aparición de una clase media creciente y un cambio en la estructura financiera internacional, con el auge de los BRICS y la mejora de los flujos de inversiones directas.

¿Este aumento significativo del crecimiento irá parejo con una mejora de las condiciones de vida de las poblaciones?  

Hay logros materiales palpables, pero muy poca mejora en las condiciones de vida de las poblaciones. Cada vez crece más el desempleo. En este contexto es en el que ha surgido lo que llaman en Europa «crisis migratoria», que no empezó en 2015. La noción de «emigrante económico», a distinguir de la de «refugiado», significa que «en los países de origen hay trabajo y bastaría, según los tecnócratas, con invertir más y luchar contra la corrupción». Pero no hay trabajo y la corrupción es inherente al sistema.

¿Cree que el proceso de democratización se ha quedado en la superficie?  

Me parece difícil encontrarme en un panorama político de entre 150 y 250 partidos. Europa sabe perfectamente que no puede haber democracia con semejante desmenuzamiento del campo electoral sin un auténtico contenido ideológico. ¿Cómo salir de esta «democracia» teledirigida, financiada y supervisada de cerca, según los países y los asuntos, por Bruselas, París y Washington?

Precisamente con respecto a eso China está sustituyendo progresivamente a Occidente en la economía africana, ¿hay que admitir a los chinos como los nuevos «impostores», parafraseando el título de uno de sus últimos libros? 

Históricamente África no tiene los mismos tipos de relaciones con China que con Occidente. China no es arrogante. En el imaginario de los africanos es un mal menor porque sabemos que los chinos están ahí porque tienen una gran necesidad de materias primas. Pero esta relación también puede ser una trampa si nuestros Estados permanecen en la lógica de regiones exportadoras de materias primas en vez de aprovechar para poner las bases de la industrialización del continente. En otras palabras, si los Estados africanos no desarrollan su propio sector privado no estarán en condiciones de emanciparse de las relaciones de dependencia.

La propia noción de emergencia es problemática. Se traduce en un crecimiento que no beneficia a los pueblos. En los países denominados «emergentes» la cesta de la compra no registra ninguna mejora. La China emergente es fuente de inspiración para los países africanos, que saben que un continente desmenuzado y dividido es una presa fácil en el marco actual de «asalvajamiento» del mundo. China no se ha liberalizado sin ton ni son, ha progresado a su ritmo y en función de sus intereses.

¿Cuáles son, desde su punto de vista, los desafíos de la sociedad civil y de los intelectuales africanos del siglo XXI?

Hay que ir más lejos en el trabajo de desmontaje de las ideas recibidas y de descontaminación de las mentes sobre el crecimiento, la emergencia y otras historias absurdas. Si el sistema fuese bien, ¿por qué se encontraría Europa en una crisis existencial que la está conmocionando? Pienso que las soluciones prestadas han revelado sus límites a la luz de nuestras experiencias, de nuestras vivencias, de nuestras aspiraciones. Por desgracia una gran parte de los que se denomina «la sociedad civil» no se atreve a levantar las cuestiones que enfadan a los «donantes». Localmente no pueden hacer nada sin la ayuda de la «comunidad internacional».

Sin embargo África ha tenido grandes intelectuales, pensadores como Julius Nyerere y sus ideas motrices en favor del derecho al desarrollo. ¿No podemos «contar con nuestras propias fuerzas»?  

Por supuesto África no solo ha tenido corruptos y dictadores como quieren hacernos creer sus detractores. A muchas personas que habrían podido y quisieron hacer cosas se lo impidieron. El asesinato de Patrice Lumumba fue el acto fundacional del caos político congoleño. Los asesinatos políticos a lo largo de los años 60 y 70 traumatizaron y disuadieron claramente a los dirigentes que querían fundirse con sus pueblos. Más recientemente está el caso de Laurent Gbagbo, en la actualidad ante la Corte Penal Internacional y cuyo error ha sido tocar cuestiones que molestan. Y lo que es verdad para los dirigentes también lo es en gran medida para la sociedad civil.

En la actualidad cuando hablamos de la sociedad civil, la que se solicita a menudo está formateada, es prudente e incluso timorata. Ahora está surgiendo un sentimiento de revolución interna y de humillación frente a la segunda recolonización del continente que no deja indiferentes a los africanos. Hay que capitalizar esos esfuerzos de cuestionamiento para desarrollar nuestra capacidad de proposición, de anticipación y de acciones transformadoras de nuestras economías y de nuestras sociedades en el sentido del interés común.

Photos: © Elodie Descamps

Fuente: http://www.investigaction.net/aminata-traore-on-a-mondialise-linjustice-le-desespoir-et-le-mepris/

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Entrevista a Boaventura de Sousa Santos:»Las fronteras más visibles son las de alambre, pero también están en nuestras cabezas»

12 Junio 2016/Fuente: oficiodesociologo

Boaventura de Sousa Santos (Coímbra, 1940) es catedrático de Sociología en la Universidad de Coímbra, pero su relevancia la ha ganado viajando por el mundo. Es uno de los referentes del altermundismo y un participante destacado del Foro Social Mundial. Su propuesta de epistemologías del sur nos propone pensar más allá de esta frontera y reconocer otros conocimientos.

¿Piensa Europa desde una frontera?
En la modernidad occidental, desde el siglo XV, Europa se ha imaginado como un centro que tiene sus fronteras y es suficientemente fuerte para definirlas. Ha pasado todo este tiempo definiendo fronteras físicas, simbólicas, culturales, intelectuales, políticas… y algunas de esas son fronteras interiores, entre europeos. Es mucho más fácil movilizar ideas de Francia a España que de España a Francia, por ejemplo. En cuanto a las fronteras externas, con el mundo colonial, son fronteras que marcan que fuera hay una realidad totalmente distinta, salvaje, que no va a disfrutar de ninguna manera de los derechos humanos de la civilización occidental, a menos que se asimile y siga dependiente. Europa es una matriz de centros y periferias, y dentro de la misma Europa se crearon múltiples centros y periferias.

¿En un momento de crisis como el actual las fronteras se hacen más fuertes?
Las fronteras europeas se están moviendo y entrando en el Mediterráneo. Históricamente, Europa estaba tanto al norte como al sur del Mediterráneo, se construyó en toda la orilla –del sur vinieron los árabes a vivir en España durante siete siglos– y la frontera estaría más abajo. En el momento actual el Mediterráneo es una frontera muy violenta, de sangre y muerte, que está cada vez más cerca de Europa, sacrificando a miles de personas y creando obligaciones desiguales para países como Grecia o Italia en relación a otros. Se crea una dinámica de frontera entre por ejemplo Alemania y Grecia en que Alemania puede imponer a Grecia un determinado tratamiento de los refugiados como si fuera un protectorado. Después de la deuda, los refugiados. Y además las fronteras están entrando, y esta línea que divide la parte «civilizada» y la parte «salvaje» de esta civilización occidental está entrando dentro de nuestras sociedades.

¿Cómo entra la frontera en nuestras sociedades?
Con el colonialismo, el racismo, la islamofobia en nuestras ciudades estamos viendo que esa frontera entre lo que es Europa y lo que no lo es se está estrechando cada vez más, porque está fracturando los conceptos homogéneos que Europa creó. El concepto de ciudadanía, por ejemplo. Cuando son ciudadanos belgas o franceses los que cometen actos de violencia terrorista como los recientes en París, es un síntoma. Para que haya ciudadanos que opten por una violencia armada contra su propio país es que algo ha pasado. Pueden decir que es la influencia del Estado Islámico, y esto puede ser una causa próxima, pero la causa más profunda está en como se están organizando nuestras ciudades; como son rechazados en el empleo los que tienen orígenes que se dicen no europeos, porque el color de la piel todavía vale mucho en Europa; las escuelas, los guetos, los suburbios, la violencia policial. En definitiva está en esta idea de las fronteras imaginarias, que son legales, policiales, culturales, educativas, y están en nuestras cabezas y en nuestras calles. Las fronteras de alambre son las más visibles, pero también están en nuestras cabezas, las menos visibles. En las nuestras y en las de los policías o lo gobernantes, que ven siempre dos realidades, una que se trata como nuestra y hay que proteger y otra que hay que rechazar y deportar. Es la herencia colonial, la colonialidad del poder y del saber en Europa.

¿Cómo se ha construido este saber que desarrolla las fronteras?

Nace en el siglo XVII por el mecanismo de transferir a un tipo de conocimiento el monopolio de la validez y del rigor, que es la ciencia moderna. Otros conocimientos eurocéntricos, como la filosofía y la teología, se quedaron fuera, por no hablar de conocimientos de otras culturas, algunas de las cuales han influenciado bastante lo que llamamos cultura occidental. Las universidades más antiguas no son europeas, son la de Fez en Marruecos, las de Alexandría o Al-azar en Egipto, o la de Tombuctú en lo que hoy es Mali. Ese conocimiento científico siempre ha sido bastante monocultural, y se puso al lado de los estados cuando decidieron crear sus propias universidades. Esas universidades, no solo en Europa, van a servir a partir del siglo XIX para crear proyectos de país, pero estos proyectos son altamente excluyentes.

¿Cómo excluye?
Europa ha sido siempre una mezcla, pero todo desaparece a partir de mediados del siglo XIX por la idea que la cultura europea viene de la antigüedad griega, como si los griegos lo hubieran inventado todo, como si no tuvieran muchas influencias de Alexandría o de Persia, por ejemplo. Lo que llegó a las universidades fue el conocimiento de los vencedores. Para mí, que desarrollo el concepto de las epistemologías del sur, también es conocimiento el nacido en la lucha, que puede ser vencido. Siempre hay opresores y oprimidos, y la universidad obviamente refleja esta realidad desigual, pero tenemos que trabajar por decolonizar el conocimiento.

¿Decolonizar el conocimiento?
Todos los conocimientos que tenemos, las visiones de la historia, son coloniales. En España se enseña que hubo una reconquista. Antes estaban los visigodos, luego vinieron durante siglos los árabes, y si habla de reconquistar como si esas tierras fueran nuestras antes, y no lo fueron. Todas nuestras historias son escritas de manera eurocéntrica, siempre contra un enemigo. Todo el conocimiento es no solo capitalista, sino también colonial y muchas veces también patriarcal. Hay que deconstruir eso, hay que despensar.

¿Y cómo se puede abrir la universidad a lo que pasa alrededor?
Siempre me ha molestado un concepto muy presente en nuestras universidades que es el de extensión. Yo entiendo la extensión al revés, no es llevar la universidad hacia fuera sino traer lo que está fuera a dentro. Hoy en varias partes del mundo tenemos ejemplos de conocimientos indígenas, de personas de sabiduría, de carpinteros navales, que dan clases. Por ejemplo la medicina tradicional que es riquísima en la Amazonia y ahora se empieza a enseñar dentro de las universidades, que hasta ahora lo rechazaban. La universidad tiene que hacer lo que llamo una ecología de saberes. No se trata de rechazar la ciencia, que es necesaria e importante. Si quiero ir a la Luna necesito ciencia, pero si quiero conocer las plantas de la Amazonia necesito conocimiento indígena. Conocimientos distintos para distintos objetivos. La ciencia tiene que entrar en conversación con otros saberes, y esto se hace fuera y dentro de la universidad. Por eso en 2013 propuse en Foro Social Mundial crear la universidad popular de los movimientos sociales.

¿En qué consiste esta universidad de los movimientos sociales?
Organizamos talleres por todo el mundo en los que durante dos días nos reunimos en sistema de residencia permanente un tercio de intelectuales progresistas, activistas, y dos tercios de diferentes movimientos. Es importante que sean movimientos diversos, trabajando diferentes saberes de una manera horizontal. Ahora algunas universidades convencionales, sobre todo de América Latina, quieren crear convenios con nosotros.

¿A qué se debe este interés?
La universidad pasa por una crisis de legitimidad enorme, sobre todo porque las élites económicas y políticas han desertado de la universidad pública. Los hijos de las clases altas de Barcelona o de Madrid ya no estudian en las universidades públicas de España, están en Estados Unidos o Inglaterra, algunos desde pequeños. Y como ya no confían en las universidades públicas ha habido una crisis de inversión en la universidad en muchos países. La universidad tiene que rehacer sus alianzas, pero debe hacerlo con las clases populares, y con una sociedad organizada como la hay en Barcelona creo que la universidad debe formar parte de una red de conocimiento. Para eso debe entender que hay otros conocimientos muy valiosos para construir una alternativa. Hay muchas alternativas en la sociedad, pero no las vemos porque estamos acostumbrados al pensamiento eurocéntrico científico.

¿En ocasiones se usa la ciencia como dogma?
La propuesta epistemológica que domina todavía hoy es el llamado positivismo, en qué lo que vale no solamente es la ciencia sino un determinado tipo de ciencia, la ciencia positivista. Eso es un dogma porque afirma una verdad más allá de lo que puede afirmar. Cualquier científico sabe que no tenemos la verdad, lo que es propio de la ciencia es la búsqueda de la verdad.

¿A que se debe la pérdida de confianza de las élites en la universidad pública?
El proyecto de país era un proyecto capitalista, en el sentido de que el capitalismo estaba organizado por países. Eran élites nacionales para un capitalismo nacional. Aunque el capitalismo era globalizado desde el siglo XV, desde los años 80 con el neoliberalismo eso se derrumbó y el capitalismo ya no quiere élites nacionales, sino élites globales con filiales nacionales. Aquí tienes todas las business school y MBAs, que se pueden haber formado aquí, pero son franquicias de cursos que vienen del MIT o de Harvard. El capitalismo financiero quiere una lógica global, y por eso la universidad está en suspenso. Ahora veremos si la universidad quiere mirar arriba –aunque no encontrará nada– o abajo. Va a ser muy difícil porque la gente de abajo está muy resentida. Durante mucho tiempo la universidad ha sido muy arrogante hacia la sociedad, con los no universitarios, los obreros, las clases populares, y todavía lo es hoy. Hablas con algunos catedráticos y, como decía Pasolini, están mirando los horarios de los trenes que pasaban hace diez años.

En este contexto cabe preguntarse cuál es el papel del intelectual. Es crítico con la idea de vanguardia.
La ciencia –y lo digo como científico social– es uno de los conocimientos pero no el único. En coherencia con mi epistemología no puedo reivindicar un conocimiento que me permita decir que yo soy la vanguardia porque tengo más conocimiento. Mi conocimiento tiene valor pero tiene que articularse con los indígenas de América Latina o los campesinos de África. No puedo ser una vanguardia intelectual, sería deshonesto. A lo mejor soy un intelectual de retaguardia, mi papel es trabajar con los movimientos, ayudar a los que están a punto de desistir intentando facilitar las articulaciones entre movimientos. No podemos quedarnos con las diferentes luchas como si cada una sola tuviera la solución para el mundo. Tenemos que estar unidos, con respeto a la diferencia, porque se acabó esa idea de un mando central, pero con liderazgos creados desde abajo y desde la confluencia. Por eso el otro concepto fundamental de mi trabajo es la traducción intercultural entre movimientos.

¿Hay que construir el pensamiento más a partir de las prácticas que de las ideas?
Todas las prácticas sociales producen conocimiento. En tu casa, con tu familia, se produce conocimiento cada día, en la calle con los amigos, en los bares, … Luego hay una teorización, que se hace también en los movimientos sociales. Gramsci hablaba de los intelectuales orgánicos, que usa una cosa mucha más rica, el hecho de que estás con movimientos sociales o con ciudadanos en general y ves como tienen concepciones de la vida, de donde va esta sociedad, cuál sería la solución… Vamos pensando y actuando y siempre será así.

Es portugués, viene de un país con una importante historia colonial. ¿Cómo es moverse por el mundo con esta bagaje?
Hay quien piensa que alguien que viene de Europa es por naturaleza y por esencia eurocéntrico y colonizador. Yo sé que tengo una responsabilidad histórica, pero no una responsabilidad personal, porque he trabajado en el movimiento anticolonial en Portugal. Nuestras ideas no son identitarias. Todas las identidades son identificaciones, procesos sociales. Es cierto que cuando estoy en América Latina o en África cualquier lengua que hablo es una lengua colonial: portugués, español o inglés. Siempre soy consciente que si estoy hablando con indígenas su lengua nacional es otra. Pero por ejemplo hace unas semanas estaba en A Coruña y hablé en portugués. Fue la primera vez en mi vida que hablaba el portugués como una lengua decolonizadora, porque en Galicia, para la gente con la que estaba discutiendo el portugués lo era en relación al español. Por una relación social esa lengua colonizadora resultó decolonizadora en ese momento. El colonialismo y las lenguas a veces son como muñecas rusas.

¿Por qué?
Por ejemplo, el catalán es una lengua que ha sufrido un colonialismo, digamos, de Madrid, pero estás aquí con migrantes senegaleses y de otros que hablan del catalán como reproductor del colonialismo europeo. Si dices a los migrantes que no hablen español, que hablen catalán, es sustituir un colonialismo por otro. Intentas decolonizar pero estás recolonizando sin saberlo. Quizás para los senegaleses lo interesante sería que los catalanes aprendieran un poco de las lenguas de Senegal para poder trabajar con ellos en sus propias lenguas.

Fuente de la entrevista:http://oficiodesociologo.blogspot.com/2016/03/entrevista-boaventura-de-sousa-santos.html
Fuente de la imagen:http://images.eldiario.es/catalunyaplural/Boaventura-Sousa-Santos-Doctor-Sociologia_EDIIMA20160304_0159_4.jpg
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Educar para descolonizar los sentidos

Por Facundo Ferreirós

Descolonizar los sentidos. En un artículo sobre “estudios sensoriales”, el antropólogo David Howes nos cuenta cómo, desde el pensamiento europeo, se utilizaron los diferentes sentidos como un modo de clasificación de los seres humanos en grupos de acuerdo al color de piel y el sentido predominante en cada grupo. Como es de esperar en este tipo de taxonomías absurdas y eurocéntricas, el “hombre-ojo-europeo” se situaba en el escalafón superior de dicha clasificación. Nos dice el autor que “cada orden de los sentidos es al mismo tiempo un orden social”.  Y nos muestra cómo “el modelo tradicional Occidental de ‘los cinco sentidos’ se utilizó para categorizar (y valorar) ‘las cinco razas de Hombre’, a principios del siglo XIX, en la gran taxonomía propuesta por el historiador natural alemán Lorenz Oken”. Este historiador planteó las siguientes equivalencias:

1.-El hombre-piel es el negro, africano
2.-El hombre-lengua es el marrón, australiano malayo
3.-El hombre-nariz es el rojo, americano
4.-El hombre-oído es el hombre amarillo, asiático-mongol
5.-El hombre-ojo es el blanco, europeo

Y sigue el texto de Howes: “La escala ascendente de la ‘perfección sensorial’ en el ‘Hombre’ de Oken (con el hombre-ojo europeo en el extremo superior) no se basó en ninguna propensión intrínseca de las personas a las que se refiere, sino más bien en su rango social dentro de la imaginación imperial europea. Su categorización ostensiblemente biológica de los sentidos y de los pueblos se difundió a través de los valores sociales. ‘Las relaciones sensuales son relaciones sociales’. Esto lo podemos ver en la forma de clasificación de los sentidos que a menudo se encuentra ligada con la clasificación de los grupos sociales, ya sea teniendo como base: la raza (tal cual vimos antes), el género, la clase o la edad. Por ejemplo, la tradicional asociación que en Occidente se hace del sexo masculino con los ‘mejores’ sentidos -la vista y el oído- apoyó la idea de que los hombres están naturalmente mejor equipados para actividades como explorar, juzgar, estudiar o escribir; mientras que la asociación del sexo femenino con los sentidos del olfato, el gusto y el tacto, relegó a las mujeres al hogar, haciéndolas señoras de la cocina, del cuarto de los niños y del dormitorio. Tal fue el poder de esta categorización que aquellas mujeres que desafiaron la división sensorial del trabajo (por ejemplo, mediante la escritura o la pintura, en vez de cocinar y coser) enfrentaron una considerable deshonra social hasta bien entrado el siglo XX. En cuanto a la clase social, la usual asociación de las clases más bajas con el trabajo manual es reveladora. Los trabajadores, de hecho, son referenciados simplemente como ‘mano de obra’, un término que redujo su ser social a un solo sentido”.

La extensa cita nos plantea sendos desafíos: ¿Cómo descolonizar los sentidos? ¿Cómo reaprendemos los sentidos superando a su vez el óculo-centrismo al que fuimos y somos sometidos? ¿Por qué la visión sigue siendo el sentido hegemónico en todos los niveles educativos -excepto, circunstancialmente en el Nivel Inicial-? ¿Qué lugar ocupan los sentidos en las relaciones de conocimiento que establecemos y los modos de conocer el mundo, a nosotros mismos y a los otros?

Conocer no se reduce a acumular información, a juzgar o a explicar; conocer también es sentir: ¿Cómo veo el mundo, cómo me veo a mí mismo y a los otros? ¿Cómo toco? ¿Cómo huelo? ¿Cómo saboreo? ¿Cómo escucho? ¿Cómo siento el mundo en el que vivo y las relaciones que establezco conmigo mismo y con los demás

Fuente: http://descolonizarlapedagogia.blogspot.com/2016/04/educar-para-descolonizar-los-sentidos.html

Imagen tomada de: https://manuelantonioespinosa.files.wordpress.com/2016/05/img_0361.jpg

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La escuela de Bigott

Por: Alí Ramón Rojas Olaya

El viernes 26 de febrero de 2016 estaba solo en el aula 545 del Pedagógico de Caracas. Releí algunas páginas al azar de algunos libros del maestro Luis Antonio Bigott que sustraje de mi biblioteca. Cada lectura resultaba una lección. El prólogo que Goyo Pérez Almeida hace de «El educador neocolonizado» en la edición del Fondo Editorial Ipasme que dirigía José Gregorio Linares es una oda irreverente a la libertad. A las 8 y 20 llegó Daniela, una de las estudiantes de Juegos y Recursos Matemáticos de la mención Educación Integral. Le dije que me sentía muy abatido por la prematura muerte de mi maestro. Le pedí que leyera una página al azar. Escogió la que empieza así: «Venezuela no es ‘un país bellísimo de personas buenas que gracias a su bondad se han dado a conocer en todo el mundo’ (maestra graduada, 36 años, 11 años en la docencia, 4to grado, san Cristóbal, estado Táchira); Venezuela es más que ‘un país humillado, violado, subdesarrollado, superexplotado, escopetado y masoquista’ (grafito, facultad de Ingeniería, Universidad Central de Venezuela, 5 de agosto de 1971)». «Primera vez que oigo hablar de ese profesor», me dijo sincera. ¿En qué semestre estás?, «en el sexto». Me quedé pensativo. «Fíjese profesor, el único que me ha enseñado quién fue Simón Rodríguez es usted. Acá no nos hablan de esos educadores».

Tomé el libro y leí lo siguiente: «En las escuelas de Educación todos son conservadores definidos o conservadores potenciales, reaccionarios activos o reaccionarios latentes que, en política doméstica, suspiran impotentes y nostálgicamente por el viejo orden de cosas. Como bien lo apuntaba José Carlos Mariátegui, o como gritábamos en el ayer cercano, la casi totalidad del profesorado universitario es reaccionaria por pecado original y vaya usted a buscar el agua mágica que lo redima definitivamente y logre transformar al profesorado-amalgama, al profesor-gramófono y al profesor-lector, en sencillamente hombres que estén más al lado del crear que del creer».

Bigott es el más importante pedagogo de su tiempo. La universidad queda huérfana porque se fue un bastión ético que combatió la mediocridad académica, esa que se debate entre la mera consigna fatua y el monólogo eunuco. La misma que prefiere un chisme a un libro. Simón Rodríguez creó la Escuela contra la colonización, y al morir pocos trabajaron en ella. Ya Bigott creó la escuela desneocolonizadora. Hay vacantes. ¿Quiénes desean inscribirse?

Fuente: http://www.aporrea.org/actualidad/a223609.html

Imagen tomada de: http://1.bp.blogspot.com/-cLryxRV2a7g/TqaFLrce2sI/AAAAAAAAAVQ/ck7nVzkbiWE/s1600/P1020561.jpg

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