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Brasil y la insoportable desigualdad social

Autor: Thomas Milz

Brasil es uno de los países más desiguales del mundo. Mientras la clase alta vive como en Suiza, la mayoría es pobre. Expertos ven en el sistema impositivo una de las fallas estructurales del sistema.

La inequidad en la distribución de la riqueza es extrema en Brasil. Los seis brasileños más ricos poseen la misma fortuna que 100 millones de brasileños pobres. Y estos últimos casi siempre son de piel oscura, descendientes de los esclavos que fueron llevados a ese país por la fuerza desde África hace 350 años.

«El origen de esa desigualdad está en la época colonial y en la esclavitud”, señala el economista Samuel de Abreu Pessoa, de la consultora Reliance, de Sao Paulo, en entrevista con DW. «Pero ese proceso es continuo y se repite. Por eso no ayuda en nada mirar solo hacia el pasado”, añade.

En primer lugar, falla el sistema educativo, explica el experto. «Nuestra inequidad fue impulsada por la forma en que encaramos el problema de la educación en una época de gran crecimiento poblacional”, dice. Entre 1930 y 1980, la población creció vertiginosamente. «En ese momento hubo una falta de financiación en el área educativa”, dijo de Abreu Pessoa a DW. Las inversiones representaban solo un 1 por ciento del rendimiento económico. Hoy son de un 6 por ciento.

Fallas en sistema educativo

«Brasil no gasta precisamente poco en educación, pero lo hace con extrema ineficiencia”, dijo a DW, por su parte, Bernard Appy, del grupo de expertos CCiF (Centro de Cidadania Fiscal). «La calidad del sistema de educación pública es muy mala”. Según él, eso tiene consecuencias. Debido a la baja productividad de los trabajadores, los salarios son correspondientemente bajos, aclara Pessoa. El Estado no logra equilibrar eso a través de la política fiscal y el gasto social. «Lo que está haciendo aquí el Estado apenas reduce la inequidad”, subraya.

El sistema tributario contribuye masivamente a la inequidad social. Mientras un 10 por ciento de los más pobres debe entregar un 32 por ciento de sus ingresos al fisco, la carga impositiva entre el 10 por ciento de los más ricos está en un 21 por ciento. «Nuestro sistema tributario está regido principalmente por los gravámenes al consumo”, sostiene Tathiane do Santos Piscitelli, de la Fundación Getúlio Vargas, de Sao Paulo, en conversación con DW. Eso lleva indefectiblemente a la injusticia social: las familias más pobres gastan gran parte de sus ingresos en consumir bienes, por lo cual se les aplica más impuestos que a los que más dinero ganan y, proporcionalmente, gastan menos.

Los más pudientes también tienen ventajas en cuanto a impuestos a las ganancias. «El impuesto a los ingresos debería ser progresivo, pero en realidad es regresivo”, explica Piscitelli, «ya que las ganancias y los dividendos están completamente libres de impuestos para personas naturales”. Si bien el impuesto a las corporaciones está en un 34 por ciento, las empresas, a través de trucos fiscales legales, apenas pagan impuestos. «Eso es algo que hay que repensar urgentemente”, agrega la especialista.

En Brasil hay 34 millones de empleos informales, es decir, sin regular.En Brasil hay 34 millones de empleos informales, es decir, sin regular.

Pensiones de empleados públicos, «fuera de la realidad”

También habría que repensar el sistema estatal de pensiones, cuyo déficit está aumentando de manera explosiva. Responsable de eso son las jubilaciones caras en el sector público. «El sector público se atribuye unas jubilaciones que están fuera de la realidad”, afirma Pessoa. Hasta ahora, todos los intentos de reforma han chocado con la negativa de los empleados estatales. «El sector público está en manos de grupos de interés, y los funcionarios utilizan al Estado para sus fines, en lugar de que el Estado esté al servicio de los ciudadanos.”

Actualmente, un 14 por ciento del rendimiento económico va a parar a las jubilaciones. En Japón es un 10 por ciento, a pesar de que, en comparación, allí hay cuatro veces más jubilados que en Brasil. Al Estado le falta dinero para inversiones en la infraestructura, en escuelas y hospitales. «Por eso, la gente rechaza pagar impuestos”, dice. Un círculo vicioso.

La crisis económica que golpea a Brasil desde 2014 amenaza ahora, además, a los éxitos obtenidos en la lucha contra la pobreza. «Desde 2001 hasta 2014 logramos reducir la desigualdad social un poco cada año. Los ingresos del 5 por ciento más pobre crecieron con el doble de la rapidez que el promedio”, dijo el economista Marcelo Negri a DW. Los programas sociales redujeron la pobreza en un 66 por ciento en ese período. «Pero hoy en día, la inequidad está creciendo fuertemente, algo que no sucedía desde 1989. Siete millones de brasileños cayeron en la pobreza desde 2014, según Neri.

El gasto en educación se hace en Brasil de manera poco eficiente, según experto.El gasto en educación se hace en Brasil de «manera poco eficiente», según experto.

El balance de la desigualdad

El balance: 13 millones de desempleados, 34 millones de empleos informales, 27 millones de personas que no tienen ningún tipo de trabajo. Como contraparte, hay 33 millones de empleos con seguro social. «Tenemos que reducir rápidamente el número de empleos informales para que los trabajadores puedan volver a acceder a las prestaciones sociales que garantiza la ley”, dijo a DW Carlos Geraldo Langoni, expresidente del Banco Central de Brasil. «Solo con un crecimiento económico anual de un 3 a un 4 por ciento podremos pensar otra vez en hacer política social”, añadió.

Según Bernard Appy, el problema es el complejo sistema fiscal «disfuncional”, así como los recortes y exenciones fiscales para las empresas. «Eso conduce a un sistema económico totalmente distorsionado, y a problemas políticos”. Según él, así se pierde un 10 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB).

Appy propone un cambio radical en la distribución de la riqueza: «Proponemos que se registre el número de identificación fiscal al hacer una compra, y que ese dato se vincule a los datos de los programas sociales. De ese modo, podríamos devolverles a los pobres una parte de lo que pagaron por el Impuesto al Valor Agregado (IVA) en su compra. Así pondríamos el foco en el grupo correcto”. Cuatro candidatos presidenciales –Ciro Gomes, Marina Silva, Geraldo Alckmin y Fernando Haddad- ya habrían apoyado la propuesta, asegura Bernard Appy.

Fuente: https://www.dw.com/es/brasil-y-la-insoportable-desigualdad-social/a-45258868

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Estudio de académico de UDA detectó estrecha relación entre Obesidad, Educación, Pobreza y Desarrollo Económico

América del Sur/Chile/.uda.cl

El académico del Departamento de Industria y Negocios de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Atacama (UDA), Dr. Planck Barahona Urbina, presentó su investigación en el reciente XXXII Congreso de Economía Aplicada ASEPELT celebrado en la Universidad de Huelva, España.

El Dr. Planck Barahona explicó que la investigación presentada se titula “Factores Asociados a la Obesidad Infantil en Chile» y que el propósito de la investigación fue determinar, a partir de distintas variables macroeconómicas, los factores asociados a la prevalencia de la obesidad infantil en Chile en el periodo 2001-2009 para una muestra de 533.044 niños y niñas”.

La Asociación Internacional de Economía Aplicada (ASEPELT), corresponde a una entidad que agrupa a investigadores, docentes y profesionales, así como a instituciones interesadas en el trabajo científico o en la promoción del mismo.

Para dar contexto, el académico explicó que Chile se halla dentro de los países con mayor sobrepeso infantil.Según un informe de la Junta Nacional de Auxilio Escolar y Becas (JUNAEB) del año 2016, sólo cuatro de cada diez escolares estaban en su peso ideal, esto es; el 50,3% de niños de pre-kinder presentaban sobrepeso u obesidad y en Kinder un 52%. El pre-kinder fue el nivel de mayor aumento de la prevalencia de la obesidad y en 20 años se duplicó la tasa de obesidad en primero básico.

“En el estudio se incluyeron variables tales como; el índice de GINI (como una medida de la desigualdad del ingreso), el Índice de Desarrollo Humano (IDH, como una medida de bienestar de las naciones), la escolaridad promedio de la población (en años), el gasto en educación y salud realizado por el gobierno como porcentaje del PIB”, detalló el profesional.

El Doctor en Economía Aplicada comentó que “el estudio de la obesidad, y sus causas, ha sido objeto de estudio desde la disciplina de la Economía Aplicada. En este sentido, la evidencia científica ha observado que la prevalencia de la obesidad es multifactorial y en muchas ocasiones está ligada a la pobreza y la desigualdad económica de los hogares. Distintos estudios internacionales han puesto de manifiesto que la obesidad se da con mayor fuerza en los estratos sociales de menores ingresos y de menor educación”.

CONCLUSIONES

En cuanto a las conclusiones, Planck Barahona indicó que “el resultado de la investigación econométrica determinó que la obesidad está fuertemente relacionada con el nivel educativo de las personas, es decir a menor escolaridad mayor es la prevalencia de la obesidad. Igualmente se encontró que la desigualdad en la distribución del ingreso socaba el bienestar de las personas e igualmente tiene un efecto negativo sobre la obesidad de los infantes”.

El economista agregó que “todo parece indicar que la obesidad se da con mayor fuerza en los estratos sociales de menores ingresos. Otro hallazgo interesante fue que el aumento del gasto en salud de parte del gobierno tiende a disminuir la prevalencia de la obesidad infantil”.

Cabe señalar que, el artículo de profesor Barahona, ha sido sometido a una revista científica indexada en el área de la Economía aplicada a la salud.

Fuente: http://www.uda.cl/index.php?option=com_content&view=article&id=3817:estudio-de-academico-de-uda-detecto-estrecha-relacion-entre-obesidad-educacion-pobreza-y-desarrollo-economico&catid=15:noticias-uda&Itemid=253

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México: Mujeres, con menor acceso al trabajo y a la educación

Autor: Ramón Verdín

La maternidad es el principal factor que contribuye a que las jóvenes en México interrumpan sus estudios o que dejen de trabajar.

México ostenta el segundo lugar, únicamente detrás de Turquía, respecto al número de jóvenes de entre 19 y 25 años que no estudian ni trabajan. Entre el sector juvenil es mayor la cantidad de mujeres que renuncian a la educación, o que no consigue un trabajo estable y bien remunerado, que la de varones.

En la República Mexicana, el 33.8 por ciento de las adolescentes está «inactiva» (no busca trabajo o no estudia), mientras que un 3 por ciento de las chicas está desempleada.
En el caso de los hombres, el 4.9 por ciento de la medición está «inactivo» y 4.6 puntos porcentuales «no trabaja», de acuerdo con la información del documento «Education at a Glance 2017», emitido por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

El promedio entre las naciones integrantes de la OCDE es de 10.9 por ciento de mujeres «inactivas» y 5.7 por ciento sin trabajar, enfrentadas a un 6.5 por ciento de población juvenil masculina «inactiva» y 8.0 por ciento de muchachos desempleados.

La diferencia entre México y el promedio de la OCDE es de 22.9 puntos de diferencia, lo cual evidencia la inequidad para el acceso de las jóvenes a la educación y la posterior dificultad a empleos remunerados de manera óptima.

En este tenor, la maternidad es el principal factor que impide que la mujer desarrolle una actividad laboral o estudie, mientras que en el caso de los hombres, los motivos de salud (accidentes o crónicos) contribuyen a esta «inactividad». Cabe considerar que el análisis de la OCDE contabiliza a los muchachos que están fuera de trabajo «temporalmente» o que reingresarán a las actividades académicas en un futuro inmediato.

Educación accesible

Estas diferencias marcadas son preocupantes, abundó el abogado y economista Jaffet León Chávez, ya que si se contrasta el acceso que tienen las mujeres a la educación con el que tienes los hombres, es mucho menor.

«La brecha de género está en todos los niveles, incluyendo lo educativo. No se han roto las barreras y se refleja en los topes salariales y otras circunstancias desfavorables para las mujeres, por el simple hecho de serlo».

El analista y colaborador de la plataforma Acceso.mx aclaró que el Estado, principal proveedor de la educación básica en el país, así como la iniciativa privada, deben «garantizar una mayor equidad en el acceso a la educación», ya que mientras no se logre este objetivo «no se superarán la inequidades en los pagos».

«La reforma fue creada para poder avanzar en temas educativos, sin embargo en el corto plazo no podremos observar los resultados tangibles. Es una reforma muy nueva, que apenas nace, y nosotros como mexicanos la tenemos que observar», aceptó. Igualmente, aceptó que la reforma educativa impulsada por el presidente Enrique Peña Nieto «debe ser conservada», a pesar de que los resultados no se verán en el corto plazo.

Fuente: https://www.debate.com.mx/culiacan/desigualdad-mujeres-trabajos-acceso-mexico-20180724-0017.html
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Mejorar la calidad educativa para combatir la desigualdad social

Por Fernanda Viláros

La educación en México ha sido un punto clave analizado por el gobierno actual a partir de la reforma educativa, cuyo objetivo consiste en mejorar la calidad de la enseñanza a partir de políticas educativas integrales que transformen la relación entre autoridades, docentes, alumnos y sociedad.

Las políticas implementadas se enfocan en eliminar los vicios del sistema, con maestros seleccionados con base en sus capacidades, fortalecer la autonomía de las escuelas, exigir la profesionalización de maestros con evaluaciones anuales, actualizar los programas de estudio y promover la inclusión, reduciendo así la desigualdad en el acceso a la educación y ofreciendo financiamientos y becas que permitan a los jóvenes continuar con sus estudios.

En la educación superior, una de las disyuntivas es mejorar la calidad y la expansión del sistema de las universidades públicas, pero para hacerlo tangible es crucial fomentar políticas de transparencia y eficiencia de los recursos. Un análisis de la administración de los recursos para el sistema educativo revela que gran parte de los fondos para la educación son destinados a la nómina de los docentes, disminuyendo la inversión para capacitación, certificaciones, infraestructura y equipo especializado.

Bajo esa premisa, se puede confirmar la relevancia política que tiene el tema educativo en la coyuntura electoral. La reforma educativa que entró en vigor entre 2012-2013 se convirtió en un punto crítico para la población, ya que inició una reestructura del sistema educativo permitiendo que más estudiantes tengan acceso a educación de calidad. El proyecto de esta reforma conlleva un proceso a largo plazo. La complejidad de esta problemática es tan extensa que los resultados serán visibles paulatinamente y no puede esperarse que se modifique por completo en tres años.

Por esto, es crucial que el próximo gobierno retome el proyecto en pro de la educación y no elimine las políticas que han logrado implementarse, ya que la única consecuencia que tendría es un retroceso en el sector educativo. La competitividad y la educación son desafíos que enfrenta el capital humano; una preparación académica integral da como resultado trabajadores profesionalizados con facultades para desempeñarse y competir de manera equitativa a nivel internacional y la única forma de conseguirlo es construyendo un sistema educativo sólido.

Los docentes son parte indispensable en la formación de los jóvenes y la implementación de evaluaciones anuales permitiría una constante capacitación del personal promoviendo la calidad en la enseñanza. Sí, es cierto que los maestros deben formar parte del rediseño de la reforma del sistema educativo, pero ¿por qué los sabios considerados así en la antigüedad se negarían a presentar exámenes que sólo confirmarían sus conocimientos? No es humillar, es enaltecer a los docentes y capacitarlos para promover su sabiduría.

En un mundo globalizado, en el que la competitividad entre profesionistas ha incrementado considerablemente, los docentes tienen la gran tarea de instruir a los estudiantes y darles las herramientas necesarias para competir en un ámbito laboral internacional. Ejemplo de esto es el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, ¿cómo afecta en la educación este acuerdo trilateral?

La apertura comercial entre México, Canadá y EU es la clave del reto en la educación y la competitividad, sus disposiciones no sólo se enfocan en eliminar aranceles, sino en el papel que tienen los gobiernos en relación con la propiedad intelectual y los servicios.

Marcela de la Sota, directora de la Licenciatura en Economía, comentó que “el TLCAN representa un reto importante en la concepción, financiamiento y desarrollo de las instituciones de educación superior; la apertura comercial y la mayor competencia exigen la modernización de la educación superior, replanteando la forma en que la profesión se ejerce en el mercado laboral”.

Como consecuencia, descubrimos que la internacionalización de la educación superior, a través de intercambios académicos o docentes, permite mejorar la calidad de enseñanza e investigación a partir de la globalización y modernización en la formación del capital humano. En México, las oportunidades de hacer posgrados ha crecido y se han logrado alianzas estratégicas con universidades extranjeras para propiciar estos encuentros; las facilidades en el marco migratorio en años anteriores representó una parte crucial de la relación cooperativa entre estos países. Un ejemplo es el intercambio docente, en el que maestros especializados son contratados por universidades extranjeras y solicitan las visas otorgadas a través del marco TLCAN.

Es importante tomar en cuenta que desde 1985 el comercio de servicios ha crecido de forma exuberante, específicamente en educación a distancia. El marco migratorio para los estudiantes no se vería directamente afectado con las visas de estudiante; sin embargo, si algún corporativo extranjero busca contratar estudiantes foráneos, no podría solicitar las visas otorgadas a través del TLCAN y tendría que recurrir a un proceso migratorio complejo, que implicaría una mayor inversión económica y de tiempo.

En relación con el sector económico, si el TLCAN no se renegocia equitativamente tendríamos como consecuencia una depreciación de la moneda nacional, disminuyendo considerablemente el número de jóvenes que tendrían el poder adquisitivo para sostener una educación fuera del país. Retomando el concepto, el capital humano es el principal generador de riqueza y por eso la inversión en la educación podría combatir la desigualdad social.

Debido a la incertidumbre de las campañas electorales y de la renegociación del TLCAN, la elección de nuestro gobernante definirá el curso que tomará no sólo la educación sino las relaciones internaciones de México con el mundo. Es crucial ser un país independiente y soberano, pero sin cerrar los ojos y caer en la soberbia de creer que no necesitamos de nadie para mejorar. Vivimos en un mundo globalizado; por ello, debemos ser críticos y trabajar en conjunto para buscar soluciones y alianzas estratégicas que beneficien y promuevan el reconocimiento y crecimiento económico del país, a partir no sólo de la apertura comercial sino de la integración y restructuración del sector educativo.

*La autora es egresada de la Universidad Anáhuac, Campus Norte. El artículo se realizó con la asesoría de la Dra. Marcela de la Sota, directora de la Facultad de Economía y de la estudiante Almudena Wolff; egresada de la licenciatura en Relaciones Internacionales de la Universidad Anáhuac México, Campus Norte.

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Libro: Pedagogía de la igualdad

Pedagogía de la igualdad
Ensayos contra la educación excluyente

Pablo Gentili. [Autor]

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CLACSO Coediciones.
ISBN 978-987-629-172-9
CLACSO. Siglo XXI Editores.
Buenos Aires.
Junio de 2011

Cuando se habla de la educación en América Latina, predomina una actitud escandalizada ante la situación de los docentes y de la infraestructura escolar o ante los pobres resultados en las pruebas anuales de rendimiento. Queriéndose o no, esta actitud le atribuye a la educación una misión redentora: supone que la raíz de los males sociales reside en la crisis educativa, y que revertir esa crisis permitiría arribar a una sociedad equitativa. En los ensayos que componen este libro, Pablo Gentili acumula razones para cuestionar esa esperanza simplista, con la convicción de que la educación no puede cambiar el mundo si en el mundo no cambian otras cosas: entre ellas, el modelo de producción y acumulación de la riqueza, las condiciones de acceso al mercado laboral, las formas de exclusión ligadas al género, la etnia o el origen social. A partir de estudios recientes, Gentili analiza hasta qué punto el derecho universal a la eduación se verifica en América Latina. Su propósito no es, sin embargo, hacer un diagnóstico de las carencias, sino proponer una caja de herramientas para el pensamiento y la acción. En este marco, explica la incidencia de las reformas neoliberales, el panorama de la enseñanza media y superior, la actualidad de los postulados reformistas de 1918 y la necesidad de profundizar los avances insoslayables que tuvieron lugar en los últimos años, a fin de garantizar no sólo el ingreso al sistema sino, sobre todo, una educación de calidad. Genuinamente comprometido con la realidad de la región, el autor se aboca a una rigurosa crítica de las perspectivas economicistas y tecnocráticas con que suelen abordarse los procesos de reforma educativa, y procura establecer qué valores y sentidos deben fundar hoy una eduación liberadora. Pedagogía de la igualdad es, así, un aporte indispensable para repensar el papel de la educación en la construcción de sociedades más justas y democrática
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Fuente de la Reseña del Libro:
https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/buscar_libro_detalle.php?id_libro=598&campo=autor&texto=gentili
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Entrevista a Gonzalo Pontón sobre La lucha por la desigualdad (I)

Entrevista a Gonzalo Pontón
Por: Salvador LópezArnal
“Había mucha luz en las casas de los ‘ilustrados’, pero las chozas y las viviendas de los pobres seguirían a oscuras durante muchos años”
Presentación: Gonzalo Pontón (Barcelona, 1944) es licenciado en Historia Moderna y Contemporánea por la UB. A los veinte años se incorporó a la editorial Ariel y ha sido fundador de las editoriales Crítica (1976) y Pasado & Presente (2011). Se calcula que a lo largo de 50 años, ha publicado más de dos mil títulos, de los cuales unos mil son libros de historia. En 2016 publicó su primer libro: La lucha por la desigualdad que sido Premio Nacional de Ensayo de 2017 otorgado por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte.

Déjeme darle mi más sincera enhorabuena por su libro, por su grandísimo libro (que incluye una cronología magistral). 776 páginas, casi 40 páginas de bibliografía comentada, innumerables notas… ¿Cuánto tiempo ha dedicado a la investigación y escritura de su libro? ¿Desde cuándo lo tenía en mente?

Entre 2009 (fecha de mi jubilación oficial) y 2011 dispuse de dos años, vamos a llamarlos sabáticos, durante los cuales trabajé intensamente, y obsesivamente, en investigar las fuentes de mi tema -la heurística-. Luego necesité cinco años más, no tan acuciantes, para redactar La lucha por ladesigualdad. Una historia del mundo occidental en el siglo XVIII.

De los más de dos mil libros que ha publicado a lo largo de 50 años de trabajo editorial, la mitad son libros de historia. ¿Por qué ese interés tan acentuado por la historia? ¿No le importan tanto la filosofía, la literatura, la biología o las ciencias formales por ejemplo? ¿No tienen tanta importancia para saber a qué atenernos en el mundo de hoy?

El lema de Crítica –su programa- al iniciar su andadura, en 1976, era: “Esta editorial, que pretende contribuir a la formación de una cultura crítica, quiere poner al alcance de todos, junto a obras clásicas todavía vigentes, lo más vivo y valioso del pensamiento contemporáneo”. Un vistazo al catálogo histórico de Crítica puede dar cuenta de si esos propósitos se han cumplido, o no. En cualquier caso, una buena parte de lo que he publicado ahí son colecciones, dirigidas por los mejores especialistas, sobre el conocimiento filosófico, político, económico, social, literario, científico y artístico. Otro tanto puedo decir de Pasado & Presente, donde he seguido publicando libros de esa misma temática, quizá aún con más intensidad, tratando de ser fiel al lema de esta editorial: “Pasado & Presente quiere ofrecer al lector las reflexiones más rigurosas sobre nuestro pasado (histórico, científico y cultural) y al mismo tiempo intervenir, con espíritu crítico y curioso, en el debate intelectual y moral del presente. Esto es, pensar el futuro”. Es cierto que en ambos textos programáticos sobrevuela la voluntad de un cierto historicismo, y es un hecho que debo haber publicado cerca de mil títulos de historia, seguramente por dos razones: primero, por mi propia formación académica y, después, por mi concepción de la historia como ciencia y como arma: para interpretar el mundo y para tratar de cambiarlo.

La lucha por la desigualdad es el título de su libro. ¿Quiénes lucharon por la desigualdad? ¿Con qué objetivos: más dinero, más riqueza, más poder político, voluntad de poder en estado puro?

Entiendo la lucha por la desigualdad en el contexto de la lucha de clases. Cuando la clase dominante ve peligrar su posición por la amenaza de las clases subalternas, utiliza todo el poder que puede conseguir para preservar sus privilegios y la injusticia de su dominio -su desigualdad-, que defenderá a muerte. Así, la aristocracia feudal contra la burguesía; la burguesía contra el proletariado.

El subtítulo del ensayo: “Una historia del mundo occidental en el siglo XVIII”. ¿Qué límites tiene ese mundo occidental al que hace referencia? ¿Por qué el siglo XVIII? ¿Qué tiene de especial ese siglo que solemos llamar el siglo de la Ilustración? ¿Por qué no los siglos de Bruno o Galileo?

La larga sombra del siglo XVIII se proyecta aún sobre el siglo XXI. En aquella época se produjo un salto cualitativo en los niveles de desigualdad europeos, un “equilibrio puntuado”, en términos evolutivos. Hasta entonces la desigualdad tenía bases esencialmente agrarias, las propias del régimen feudal, lo que la hacía permanente, pero estática. Tras la acumulación primitiva de capital que supuso un comercio cada vez más predatorio, el capitalismo inició un nuevo avatar: el manufacturero basado en el carbón y el algodón, los pilares de la Revolución industrial. A diferencia de lo que había ocurrido con el capitalismo comercial, este paso no requirió grandes inversiones, pero sí una mano de obra numerosa e indigente. La encontró en los campesinos, que los terratenientes habían desahuciado del campo, los artesanos de las ciudades, ahora proletarizados tras la destrucción de sus gremios, y en el saldo demográfico que llenaba las ciudades de miserables. La explotación de esa mano de obra cautiva, sobre todo de mujeres y niños, dentro del continente europeo, y la de los esclavos –negros y blancos— que extraían las materias primas en las colonias, fue inmisericorde, pero determinó el espectacular éxito económico de la burguesía.

Dueña del poder político y económico, la burguesía vio en el consumo de artículos y mercancías, que antes había sido exclusivo de la aristocracia feudal, la satisfacción de su éxito. Se lanzó entonces a un sistema de producción cuya única finalidad, como había establecido Adam Smith, era el consumo. Ese modelo económico desde el lado de la oferta, iniciado a finales del siglo XVIII pero que ha llegado a la exasperación en nuestros días, ha llevado a las clases subalternas a supeditar la vida a la consecución de los recursos económicos necesarios para sobrevivir en el capitalismo, a la abolición del ocio y a la renuncia a la educación y la cultura, pero también a la dilapidación, hasta entonces desconocida, de materias primas semielaboradas y a la extenuación de los recursos naturales del planeta, que es aún el modelo de sociedad en que vivimos hoy.

Con el fin de blindar su poder en el tiempo, la burguesía se dotó de referentes doctrinales que sancionaran su legitimidad sin que se alterara el orden social. Se alió entonces con los miembros más proclives del Antiguo régimen y con la intelligentsia, los “ilustrados”, para formar una elite de nuevo cuño que controlara los medios de comunicación y la opinión pública. Esta nueva elite estableció sus propios ámbitos de socialización en los que tejió una red de vínculos familiares, económicos y políticos que le permitió un acaparamiento de oportunidades y el acceso a una bolsa de valores de información privilegiada y exclusiva que impermeabilizó férreamente ante las clases subalternas. Para ello creó instituciones educativas específicas para sus miembros al tiempo que se oponía ferozmente a la alfabetización y escolarización de las clases subalternas, expulsándolas tanto de la formación no deseada como de la información privilegiada. No solo eso: acuñó un lenguaje específico -una “imagen manifiesta” (Dennett)- en contraposición a la realidad, que establecía en la conciencia colectiva una reverencia acrítica hacia las directrices de las elites que se presentaban no solo como infalibles, sino como las únicas posibles, ya que la sola alternativa era la “anarquía”.

Se consiguió, así, consolidar una desigualdad categórica: desigualdad económica, sí; pero también desigualdad intelectual: las dos mordazas del tambor con las que el capitalismo controla, todavía hoy, a la sociedad global.

El prólogo del libro lo ha escrito Josep Fontana. ¿Ha sido profesor, maestro suyo? ¿Qué papel cree usted que ha jugado el profesor Fontana en la historiografía española de estas últimas décadas?

Josep Fontana es, sin discusión, el mayor historiador español de la segunda mitad del siglo XX y de lo que llevamos del XXI. Su obra como historiador, tanto desde la cátedra como en la investigación, es de una amplitud, de una densidad y de una intensidad admirables. Desde sus trabajos sobre las bases económicas y fiscales de las sociedades del Antiguo régimen hasta sus más recientes y comprometidos libros de historia del siglo XX, pasando por sus abundantes reflexiones sobre el oficio de historiador y el papel de este en sociedades en crisis, el profesor Fontana ha conjugado el análisis histórico de sociedades pasadas con el destino de los hombres y mujeres de hoy para denunciar la explotación del hombre por el hombre y la necesidad de seguir luchando para construir un mundo mucho más justo e igualitario, es decir, más humano.

En el prólogo, el doctor Fontana comenta que usted ha construido una máquina de guerra “que desarrolla poderosamente” con el objetivo de demoler los mitos del siglo de las Luces. ¿Cuáles son los principales mitos que, en su opinión, rodean y envuelven al acaso mal llamado “siglo de las luces”?

Las “luces” es un vocablo usado desde el Renacimiento con la misma intención que en el siglo XVIII. No quiere decir nada más allá de que se opone a la pretendida oscuridad de la Edad Media (cf. Dark Ages). Pero bajo la advocación de “siglo de las Luces” se ampara la pretensión burguesa de haber abierto entonces las ventanas a la educación y al conocimiento. Es cierto, pero no es la verdad. “Para que la sociedad sea feliz, y la gente se sienta cómoda en las peores circunstancias, es necesario que existan muchas personas que, además de pobres, sean ignorantes”, escribía Bernard de Mandeville en los años veinte del siglo XVIII. Para luchar por su desigualdad, la burguesía creó instituciones educativas específicas para sus hijos y desdeñó la enseñanza de las viejas e inútiles universidades. Al mismo tiempo, se opuso ferozmente a la alfabetización y escolarización de las clases subalternas, especialmente las campesinas -un trabajo propio de las bestias de carga, según el ilustrado Forney- para que se mantuvieran en el lugar que les había asignado la divina providencia; es decir para que trabajaran sin descanso y para que no pusieran en cuestión el nuevo orden social burgués: “No hay arma más peligrosa que el conocimiento en manos del pueblo al que hay que engañar para que no rompa sus cadenas” (Philippon de la Madeleine).

Había mucha luz en las casas de los “ilustrados”, pero las chozas y las viviendas de los pobres seguirían a oscuras durante muchos años.

Abre usted su libro con una de Cervantes , Don Quijote de la Mancha, 2ª parte, capítulo XX. La copio: “¡A la barba de las habilidades de Basilio!, que tanto vales cuanto tienes, y tanto tienes cuanto vales. Dos linajes solos hay en el mundo, como decía una agüela mía, que son el tener y el no tener, aunque ella al de tener se atenía”. ¿Es una ley histórica universal? ¿Es la conjetura del Manifiesto formulada siglos antes y acaso con otro lenguaje? ¿No hay otra ni puede haber otra?

¿Qué eufemismo usa la lengua inglesa para no tener que decir ‘pobres’ y ‘ricos’?: Los ‘have’ y los ‘have-not’, los que tienen y los que no tienen. Los ‘have’ cada día tienen más y los ‘have-not’ cada día menos. No es una cuestión específica del siglo XVIII. Si en 2007, al empezar la gran recesión, 500 familias disponían de la misma riqueza que la mitad más pobre de la humanidad (3.500 millones de personas), en 2015 se habían reducido a 62 y en 2018 van a ser, quizás, una decena, cuyos nombres son bien conocidos: Jeff Bezos, Bill Gates, Warren Buffett, Amancio Ortega, Mark Zuckerberg, Bernard Arnault, Carlos Slim, Larry Ellison, Larry Page e Ingvar Kamprad, que han ganado, solo en 2017, 149.000 millones de dólares.

Hoy hay más de 1.000 millones de seres humanos que viven en la pobreza extrema; otros 500 millones ganan 1,5 $ al día; mueren seis millones de niños por falta de alimentos y medicamentos cada año y otros 125 millones están sin escolarizar.

En una entrevista de finales de 2017 usted señaló que cualquier opinión sobre un período político debe situarse en el contexto histórico. De acuerdo, muy de acuerdo. Si aplicamos su razonable observación al período que ha estudiado, ¿no es acaso demasiado crítico con el siglo de la Ilustración? ¿No es demasiado exigente cuando afirma (son sus palabras de cierre) que la Ilustración no fue un movimiento original y unitario, paneuropeo, destructor del cristianismo, padre de la democracia, defensor de la igualdad y redentor de los oprimidos? ¿No hay una parte de la Ilustración que sí que fue eso?

Creo que lo que yo he hecho en mi libro (o, por lo menos, he intentado hacer) ha sido precisamente situar la Ilustración en su contexto histórico, el contexto de las Revoluciones burguesas, y probar que la cultura que prevaleció fue la cultura de las clases hegemónicas. Los burgueses del siglo XVIII obtuvieron la cobertura intelectual que necesitaban de los intelectuales de su clase, no de improbables “intelectuales” plebeyos, que no existían. Los philosophes franceses, los economistas políticos británicos, los pietistas de Prusia, los cameralistas de Austria, los jurisdiccionalistas italianos y hasta algunos de los proyectistas españoles –es decir, los “ilustrados”– defendían sin fisuras una sociedad basada en la libertad, la propiedad, la jerarquía y el orden, dictada por Dios e inmutable en el tiempo. Como escribió Diderot –el más decente de todos los “ilustrados”—: “La sociedad será feliz si la libertad y la propiedad están garantizadas […] En la democracia, incluso en la más perfecta, la igualdad entre sus miembros es una quimera […] El populacho es demasiado estúpido, demasiado miserable y está demasiado ocupado como para ilustrarse”. Y como escribió Voltaire –el más indecente de todos ellos–: “Los hombres están divididos en dos clases, una la de los ricos que mandan y, otra, la de los pobres que sirven. El género humano no puede subsistir sin que haya una infinidad de hombres útiles que no posean absolutamente nada. […] El hombre común ha de ser dirigido, no educado: no merece serlo… Nueve de cada diez ciudadanos deben seguir siendo ignorantes, porque el vulgo no merece ser ilustrado y se le debe tratar como a los monos”.

Por lo demás, permítame insistir, si la Ilustración no fue eso, ¿qué fue entonces en su opinión?

Ya lo explicó Kant en ¿Qué es la Ilustración?, en diciembre de 1783, tan desgraciadamente, y tan parcialmente, traducido al castellano. El texto completo de Kant a la pregunta del pastor Johann Friedrich Zöllner se inscribe en una defensa de la libertad de opinión pública, es decir de la Öffentlichkeit burguesa. Según Kant, los hombres deben abandonar su falta de madurez y utilizar los conocimientos que ya tienen con independencia de lo que digan otros. El famoso Sapere aude! procede de Horacio y se halla en el contexto de una pulsión pragmática y utilitaria, con una apelación a no perder tiempo. Lo que hace Kant es lanzar un reto intelectual a todos aquellos que, disponiendo como disponen de los conocimientos de la Revolución científica, y de las obras filosóficas y económicas de su tiempo, no deben ignorarlas viviendo con la placidez de un rústico, sino que deben ponerse a la tarea sin pérdida de tiempo. ¿Qué tarea? La construcción de la sociedad burguesa, prescindiendo del mundo del Antiguo régimen, porque este no iba a cambiar por sí solo. La Ilustración se erigió, así, en el intelectual orgánico de la burguesía.

Voltaire, Montesquieu, D’Holbach, Locke, incluso Diderot y Rousseau componían una suerte de «gauche divine», según sus palabras, al compartir la misma conciencia de clase hegemónica. Le s horrorizaba, también son sus palabras, “que los niños campesinos fueran a la escuela y dejaran de labrar los campos, no sabían lo que es la solidaridad, apelaban más bien a una vaporosa fraternidad universal”. ¿No podríamos decir que también ellos hicieron o contribuyeron a hacer lo que podía hacerse y que no fue poco, lo mismo que usted ha comentado al hablar de nuestros años de transición en esa entrevista a la que hacía referencia anteriormente?

Empiezo por el final: a diferencia de lo que pasó en la transición (yo prefiero llamarla ‘transacción’), los ilustrados de toda Europa no vivían bajo la amenaza cierta de un golpe militar. Su mayor amenaza era la Iglesia católica (ni siquiera eso en los países protestantes), que no era despreciable, como explico en mi libro, pero que no tenía nada que hacer si el poder burgués del estado decidía intervenir. Sostengo que los que llamamos ilustrados dieron cobertura intelectual a la clase dominante (a la que casi todos pertenecían) y eso me parece totalmente razonable. Pero es radicalmente falso que no pudieran hacer otra cosa. Algunos intelectuales del siglo XVIII como Boulanger, Maréchal o Babeuf, en Francia; John Millar o Mary Wollstonecraft, en Gran Bretaña; Bergk o Erhard, en Alemania; Radicati, en Italia, Ramón Salas, en España, etc. se arriesgaron a perder la cátedra, la libertad e, incluso, la vida para defender una sociedad más justa, más culta, menos desigual. Todos ellos aparecen en mi libro, pero no en el repertorio heredado de la Ilustración que durante más de dos siglos nos ha brindado, sospechosamente, un relato casi sin fisuras sobre sus logros y los pretendidos valores universales que nos legaron sus autores. ¡Qué coincidencia que no aparezca ninguno de los que acabo de citar!. Justamente en línea con mi afirmación de que hay que situarse en el contexto de una época para analizarla, la propaganda burguesa lo ha hecho ignorando las realidades económicas y sociales del contexto en que aquellos intelectuales escribieron sus obras, separándolos de su tiempo en una iconografía exenta e ignorando los textos, los pasajes o los párrafos que no convenían porque desmienten de forma palmaria muchos de los méritos que han atribuido a aquellos intelectuales, hijos, al fin, de su tiempo y comprometidos con él.

Permítame insistir un poco más. ¿No fueron Marx, Engels, Jenny Marx, Bakunin y tantos otros, unos ilustrados heterodoxos? A ellos sí que les importaba que los niños campesinos fueran al colegio. Francisco Fernández Buey tal vez hubiera dicho de ellos que eran “algo más que ilustrados”.

Justamente Marx et alii demuestran lo que acabo de escribir. Todos ellos eran burgueses, como Boulanger, Millar o Erhardt, pero desclasados como ellos. Y no solo no ejercían de tales, sino que se rebelaban contra su clase. El mundo que quería construir Marx no era el de la revolución burguesa, sino el de la revolución proletaria. ¿Quién si no un burgués, con la formación y la educación burguesa, podía escribir El Capital? ¿Acaso hubiera podido hacerlo Helene Demuth, tal vez Friedrich Lessner?

No, no hubieran podido. Descansemos un momento si no le importa.

De acuerdo.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=241077&titular=%93hab%EDa-mucha-luz-en-las-casas-de-los-

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Sociología del poder y de la desigualdad, violencia estructural

Por: Agustín Ortega Cabrera

En la época contemporánea, como es sabido, se han desarrollado las ciencias sociales como la sociología, la psicología o la antropología. Estas ciencias con su base filosófica, crítica y ética nos posibilitan un análisis más estructural, global e integral de la realidad con los problemas sociales y patologías que padecemos en la actualidad. No podemos reducir estos problemas, como son los actuales que sufrimos, a una cuestión meramente individual y puntual. Las ciencias sociales y la sociología nos muestran las causas, raíces y el sentido de estas problemáticas con una explicación y compresión más profunda de la sociedad-mundo en el que vivimos. De tal forma, podemos conocer y valorar como nos dominan, oprimen y empobrecen las relaciones inhumanas, la cultura alienante, la estratificación social de los poderosos y enriquecidos a costa de los empobrecidos. Todas esas estructuras sociales injustas, los sistemas políticos y económicos perversos, la inequidad de los sistemas laborales, comerciales y financieros/bancarios especulativos, usureros y causantes de crisis sistemáticas.

En nuestro mundo, como nos enseñan los estudios sociales, esta desigualdad e injusticia social, global y ecológica cada vez es más acentuada, escandalosa u obscena. En donde el poder, el capital y la riqueza se concentran cada vez más en menos manos de estos poderosos y enriquecidos. Lo que genera toda esta desigualdad, inequidad e injusticia social-global de la creciente, extensa e intensa hambre, miseria, pobreza, esclavitud infantil, desempleo, trabajo basura, exclusión social, guerras y destrucción ecológica. Una auténtica violencia (mal) estructural, una estructura social y global perversa e injusta que insistentemente provoca conflictos, patologías y problemas. Por ejemplo en el Sur empobrecido, en África, buena parte de Asia o América Latina se extiende toda esta desigualdad e injusticia socio-estructural, con la mayor parte de las poblaciones sometidas a condiciones de vidas indignas e inhumanas, cada vez más explotadas, empobrecidas y excluidas.

Tal como estudian las ciencias sociales, no es casualidad que en este Sur empobrecido, que en los pueblos africanos o latinoamericanos a causa de toda esta desigualdad e injusticia del empobrecimiento y marginación: se hayan originado todo tipo de violencias o conflictos bélicos; con la aparición de guerrillas, paramilitares, pandillas o maras, narcotráfico, corrupción y crimen organizado. El poder y dominación que padecen los pueblos, sufriendo toda esta desigualdad e injusticia social-global, es el caldo de cultivo para todas estas violencias, guerras, terror, delincuencia y criminalidad de todo tipo. Tal como, por ejemplo, sigue sucediendo en El Salvador, Colombia o últimamente Ecuador con el caso de los tres periodistas asesinados y, parece, otras personas secuestradas.

Como nos enseñan los estudios sociales, hay una mayor salud integral y desarrollo humano global, con una convivencia más pacífica, en aquellas realidades donde existen unas condiciones sociales e históricas más dignas. Por las que se aseguran los derechos humanos, sociales, económicos y políticos con una democracia más real, participativa y autogestionaria. Un estado social de derechos con libertad, ética, equidad y justicia social. Los conflictos sociales, guerras y violencias de todo tipo, con la corrupción o criminalidad extendida, afloran más en aquellos lugares que padecen la desigualdad e injusticia. Con la apropiación y expolio de las tierras o bienes para disfrute de unos pocos, con un trabajo basura (indecente) y salarios injustos, con el paro, la pobreza y exclusión, con la dominación política que impide una auténtica democracia y la destrucción ecológica. Cuando no se distribuyen de forma justa los recursos o bienes y la propiedad, con una sistema laboral digno y una economía que posibilite la equidad- como es una fiscalidad con justicia social-, entonces, la violencia estructural está servida. La humillación y empobrecimiento de las poblaciones del Sur como las africanas o latinoamericanas, con su desesperación por la negación de la vida-dignidad y un futuro con esperanza, no puede más que traer todo este conflicto, violencia y crimen.

La violencia estructural, en donde el poder con el el capital dominan sobre la vida (humana o ecológica) y el trabajo decente, impide la solidaridad y la justicia provocando las violencias, conflictos y guerras. La civilización del capital con su cultura del individualismo posesivo, relativista e insolidario, del consumismo y de la competitividad: generan las violencias y guerras de todos contra todos; en donde triunfan los más fuertes, poderosos y enriquecidos. Es la ideología del éxito y de ciertos enfoques del emprendimiento. Por el que cada uno va a lo suyo, al interés individual y al mayor beneficio, a costa de aplastar al otro e indiferencia ante todo este sufrimiento y opresión. El poseer y el tener se impone sobre el ser (humano-persona). El placer (hedonismo) y la buena vida burguesa del lujo con la riqueza-ser rico, por encima de todo y de todos, es la máxima ley. Y es que el que no consume ni produce no es, no merece existir. Solo los fuertes-poderosos y enriquecidos con la regla mercantilista de la competitividad, el ídolo del mercado, deben sobrevivir a costa del descarte de los demás.

Por tanto, este mundo idolatra con sus falsos dioses de la riqueza-ser rico y del poder, de lo ídolos del mercado/capital o del estado, nos lleva a esta jungla global violenta, con su ley de la selva competitiva del éxito y del fracaso que merece la muerte. Los “mayores” resuelven sus conflictos a base de guerras y violencias que son el medio para conservar, mantener y acrecentar el poder y la riqueza-ser rico, para dominar a los pueblos con el robo de sus bienes, recursos y capacidades de todo tipo. No es casual que en aquellos territorios geo-estratégicos y que poseen bienes o materias como las energéticas, por ejemplo en Medio Oriente (Siria e Irak como casos dramáticos) o Latinoamérica (Venezuela es otro ejemplo terrible), se produzcan el terror, los conflictos y las guerras.

Y para mantener todo este desorden violento e injusto hace falta controlar las conciencias, por ejemplo, a través de los medios de comunicación, de la cultura y de la educación. Es más que evidente la manipulación de las conciencias por medio de toda esta publicidad o propaganda, cultura y educación mercantilista, competitiva y violenta. El poder y la riqueza/ser rico necesita des-educar para producir animales científicos-técnicos y competitivos al servicio del productivismo mercantilista. Seres individualistas y hedonistas, esclavos del consumismo que es su negocio y que asegura la alienación humana. Impidiendo así que seamos personas, sujetos protagonistas y gestores de la vida pública, social, política y económica con la militancia por la solidaridad, la paz y la justicia con los pobres de la tierra. Toda esta mercantilización y corrupción global que estamos sufriendo, por ejemplo en el mundo universitario y académico español con todos esos casos de fraudes generalizados, responden a toda esta “lógica” del poder y del dominio del capital; con los ídolos de la riqueza-ser rico, del beneficio y del tener.

Como nos muestran las ciencias sociales, los poderes económicos, políticos e ideológicos siempre pretender controlar y dominar la educación para el monopolio de los ricos, potentados y de la vida burguesa. Manipulando y expulsando así a los pobres o a los pueblos más empobrecidos. Como pasa ahora con los títulos de posgrados (“masters” o “expertos” e inclusos doctorados), la educación se convierte en una mercancía o negocio para unos pocos. Una realidad educativa de desigualdad e injusticia, con la exclusión de los más pobres y del acceso al trabajo, por no acceder a esta mercantilización de la educación. En esta línea, la educación como lavado de conciencia para fabricar animales técnicos-competitivos, al servicio del lucro y productivismo, que no se comprometan y luchen por la justicia.

Frente a todo lo anterior, la propuesta y alternativa solo puede ser la vida honrada, asociada y militante con la civilización del trabajo y de la pobreza solidaria, en contra de la del capital y de la riqueza. Esto es, una existencia desde la solidaridad en la comunión de vida, de bienes y de luchas por la justicia con los pobres de la tierra, con los obreros y trabajadores del mundo. Para que haya una economía y política democrática al servicio del bien común, del trabajo decente con salarios justos y del desarrollo humano, ecológico e integral. En oposición a las idolatrías del capital, de la riqueza-ser rico y del poder.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=240469

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