La educación sigue siendo uno de los principales temas de debate en la sociedad española.
Sí, afortunadamente.
¿Vamos por buen camino?
Lo más sabio que he oído sobre educación es un proverbio africano que dice que «para educar a un niño hace falta una tribu entera»; es decir, hace falta toda la sociedad. Tienen responsabilidades educativas los padres, los maestros, los políticos… Y tendrían que involucrarse más los municipios, que son el agente más eficaz para resolver los problemas educativos. En cuatro años un municipio puede solucionar el fracaso escolar, y pasar del 30 y pico por ciento actual -ésta es la media española- al 10 por ciento, que es el porcentaje que la Unión Europea da como aceptable. El municipio puede actuar para paliar la violencia, el abuso de alcohol, etc. y puede movilizar, además de los padres y los docentes, a muchísima gente para que colabore en las tareas educativas. Las amas de casa, los abuelos, los jardineros del Ayuntamiento, etc. pueden ser también eficaces agentes educativos. Para llevar a cabo esta «movilización educativa» no son necesarios unos presupuestos extraordinarios. Basta con contar con personas que la dinamicen.
Escoger los estudios que nos permitirán acceder al mundo profesional es una de las decisiones importantes de nuestra vida. ¿Cree que en la actualidad existe suficiente información sobre formación académica?
Efectivamente, ésta es una decisión crucial, que no puede ser fruto de la improvisación. Hay dos momentos clave: el último curso de la ESO y al terminar el bachillerato. Debe mejorar la información sobre formación académica en estos dos momentos. Y hay que ayudar a los estudiantes a reflexionar sobre sus capacidades. Desgraciadamente, los centros educativos hacen poca cosa. Además, sería interesante prolongar la orientación académica en el primer curso de carrera, en el que hay alumnos decepcionados. Es importante que el alumno pueda hablar con alguien sobre si vale la pena estar aguantando una carrera que no le gusta. Por otra parte, hay que insistirles en que tengan presente el mundo que nos viene, un mundo con muchas oportunidades, pero muy competitivo y globalizado. Europa no se da cuenta de que hay gente en China muy bien formada, que busca la excelencia, con la que nosotros no tendremos posibilidad de competir si no nos ponemos manos a la obra. Los chinos se van a quedar con muchos de los trabajos más cualificados. Esto hay que explicárselo bien a los alumnos y a los padres. Y claro, darles los medios. Sin embargo, casi todos los problemas educativos tienen solución.
¿Cuál es la solución?
Destinar un porcentaje más alto del PIB a la educación, y gestionar bien el dinero, claro.
¿Y cuánto destina de PIB España?
Pues aproximadamente el 5%. Convendría destinar un poco más a la universidad. Uno de los problemas que tienen las universidades es que hay demasiados alumnos. Muchos van a la universidad para luego decir que han hecho una carrera. Habría que limitar el número de años que se puede repetir. No hay ninguna justificación para que haya seis convocatorias por asignatura. Ello devalúa la universidad. Una plaza en la universidad cuesta entre 8.000 y 16.000 euros por año. ¡Todos los alumnos deberían saber que cada año están recibiendo una beca sustanciosa! Por otra parte, la universidad es una institución docente, que tiene que tener un proyecto docente; me parece escandaloso que no se exija a los catedráticos y a los profesores universitarios ninguna acreditación de capacidad pedagógica.
¿Hemos mejorado en formación permanente?
La formación permanente debe formar parte de la propia trayectoria profesional, y tenemos que tener en cuenta que cada cuatro o cinco años vamos a cambiar de trabajo. La empresa tiene que ayudar a la formación permanente. Lo están haciendo algunas empresas, como Repsol, a través de su Fundación, intentando despertar en los jóvenes el interés por la ciencia y la tecnología como fundamento del progreso técnico y mostrándoles que la técnica resulta también imprescindible para resolver los problemas sociales. Mientras, las universidades da la impresión de que son autistas.
En su último libro, «El cerebro infantil: la gran oportunidad», subraya que la idea muy arraigada de que todo lo que le pasa a una persona depende de su historia infantil no se sostiene científicamente.
Efectivamente. Nuestra capacidad de aprender la tenemos durante toda la existencia. Es verdad que en los dos primeros años es fundamental el establecimiento de las relaciones de apego con los padres, que configuran una base de seguridad. Y que en esta etapa aparece algo tan importante como el lenguaje. Pero la plasticidad del cerebro para aprender se prolonga a lo largo de los años. La educación también es muy importante durante la adolescencia. Se ha descubierto que de los 13 a los 16 ó 17 años el cerebro vuelve a pasar por una segunda etapa de gran aprendizaje, hay una nueva época dorada en cuanto al aprendizaje. Yo les digo a mis alumnos adolescentes: disponéis de un cerebro en plena ebullición, es vuestra gran oportunidad. Para mí, lo más importante de estos hallazgos de la neurociencia –disciplina que ha progresado enormemente en los últimos años, pero sus conocimientos se han aplicado en la clínica y no en la escuela- es que supone la fundamentación científica del optimismo, ya que la educación puede cambiar la propia estructura del cerebro.
A menudo usted recuerda un elemento que no se aprende, el talento, que es fundamental para el éxito profesional.
Sí, la persona que tiene talento es la que elige bien sus metas, que tiene la capacidad, los recursos intelectuales emocionales, para llegar a la meta que se ha propuesto. Por eso digo que el talento es la inteligencia triunfante.
¿Qué es la Universidad de los Padres, que usted creó?
Es una fundación sin ánimo de lucro que tiene por objetivo ayudar a los padres en sus tareas educativas. Proporciona información rigurosa sobre la educación de los hijos, asesora a los padres para que desempeñen bien sus responsabilidades educativas (los padres tienen que encontrar su propia manera de educar), informa a sus hijos sobre los recursos educativos que tienen a su disposición y crea una comunidad de padres interesados por mejorar la educación familiar, en la que pueden compartir sus inquietudes y experiencias. No pretendemos dar recetas de consultorio sino poner a disposición de los padres los conocimientos que la experiencia pedagógica y las ciencias del niño nos proporcionan. Aspiramos a recuperar un discurso educativo optimista y alegre, que en la actualidad se ha olvidado. Cada curso tiene una duración de nueve meses y cuenta con tutores personales, foros de aula, banco bibliográfico, etc. El alumno, en este caso el padre, la madre o ambos, deben matricularse en el curso correspondiente a la edad del niño.
¿Cómo valora la experiencia?
El éxito de la iniciativa me ha convencido del interés que la mayor parte de los padres tienen en las tareas educativas. Hubiera sido tal vez mejor intentar introducir mejoras en el sistema educativo, pero la administración es un terreno demasiado lento y pantanoso como para poder hacer nada a título particular. En cambio, puedo ponerme en contacto con los padres y conseguir que tomen en serio su tarea, que presionen socialmente en favor de la educación, y que colaboren con la escuela.
¿Cree que el papel de los padres ha perdido fuerza en la educación?
Sí, los padres -y también los docentes- creen que educan contra la sociedad y se sienten desbordados. Los padres están desbordados porque sus hijos van más rápido que ellos. La educación autoritaria funcionaba de cine… pero olvidaba la educación para la libertad y los derechos. Estamos con unos niños y niñas muy vulnerables, que soportan muy poco la frustración, tienen poca entereza para enfrentarse a los problemas. Están tan acostumbrados a ser el centro de todo que cuando llegan al mundo real, que implica esfuerzo, retrasar la recompensa y soportar la frustración, se revuelven contra sus padres -y a veces con razón- porque no les han preparado para la vida.
La educación no ha quedado al margen de los grandes cambios que se han producido en la sociedad en relativamente pocos años.
Sí. El problema irresoluble que se le plantea a la educación es que hasta hace muy poco ha sido el mecanismo de transmisión de la cultura de una sociedad. Ha sido una transmisora eficaz. Esto valía para sociedades estáticas y homogéneas, pero no para las nuestras, que son veloces y heterogéneas.
El sistema educativo actual es muy diferente del que usted conoció de pequeño, ¿verdad?
Sí, yo fui a la escuela justo después de la guerra y tuve una experiencia interesante en un pequeño colegio de una disciplina militar de arriba abajo. Había un sistema parecido al actual sistema de puntos del carné de conducir: ibas perdiendo puntos en caso de mala conducta pero también podías recuperarlos, no sólo sacando buenas notas sino también haciendo actividades como por ejemplo murales (daban mucha importancia al dibujo).
José Antonio Marina (Toledo, 1939), catedrático de Filosofía, Doctor Honoris Causa por la Universidad Politécnica de Valencia, Premio Nacional de Ensayo, Premio Giner de los Ríos de Innovación Educativa, ha dedicado su vida profesional a la investigación sobre la inteligencia y a la educación. El año 2005 puso en marcha la iniciativa «Movilización Educativa de la Sociedad» cuyo objetivo es fomentar la participación de toda la sociedad en la mejora de la educación. En el año 2010 fundó la Fundación Educativa Universidad de Padres. Uno de los proyectos de esta Fundación es la Universidad de Padres UP on-line, cuyo objetivo final es ayudar a los padres en el proceso educativo de sus hijos para que los niños adquieran los recursos intelectuales, afectivos y morales necesarios para que se conviertan en adultos felices y responsables. Ha expuesto su proyecto educativo en libros como «Aprender a vivir» (Ariel), «Aprender a convivir» (Ariel), «La magia de leer» (Plaza y Janés), «La magia de escribir» (Plaza y Janés), «Teoría de la inteligencia creadora» (Anagrama), «Ética para náufragos» (Anagrama), y los libros de texto de «Educación para la ciudadanía», «Educación cívica y Filosofía» para la editorial SM, «La educación del talento», «El cerebro infantil: la gran oportunidad» (Ariel) y «Las culturas fracasadas» (Anagrama).
Entrevista realizada por Daniel Romaní. Periodista y escritor. Colaborador de Educaweb
Fuente: http://www.educaweb.com/noticia/2011/07/18/educacion-puede-cambiar-estructura-cerebro-jose-antonio-marina-4899/