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Hijos no deseados y calidad de la educación

Por: Ángel Pérez Martínez

Uno de los problemas que tiene las conceptualizaciones sobre calidad de la educación basadas en los resultados de las pruebas estándar, tipo SABER, es que obligan a la política educativa a concentrar su esfuerzo y recursos en cómo mejorar los puntajes de los colegios y de sus estudiantes, por esta razón olvidan, o hacen a un lado, la necesidad de elaborar e implementar reformas o planes que intervengan de manera estructural las causas de la mala calidad de la educación, tal y como ocurre con el embarazo juvenil y sus efectos negativos en la educación y el desarrollo social.

Sin embargo, a pesar de conocer y de tener suficiente evidencia sobre la importancia que tiene para la calidad de la educación alcanzar para los niños un adecuado desarrollo en las primeras etapas de la vida, en Colombia vamos en contravía por los efectos que tienen las altas tasas de embarazo juvenil, en las mujeres y en sus hijos, además del hecho comprobado que el embarazo no planeado reproduce o profundización las condiciones de pobreza de miles de familias y de los municipios y regiones más pobres del país.

El Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) sobre el estado de la población mundial en el año 2013 sostiene que “cuando una niña queda embarazada, su presente y futuro cambian radicalmente, y rara vez para bien. Puede terminar su educación, se desvanecen sus perspectivas de trabajo y se multiplica su vulnerabilidad frente a la pobreza, la exclusión y la dependencia”.

Luego por el impacto que tiene la pobreza y las condiciones socioeconómicas y de riqueza cultural de los hogares, en el momento de nacer un niño, la evidencia señala que un factor de mayor calidad de la educación empieza con la decisión de una mujer o de una pareja de tener hijos deseados o planeados. La investigadora Raquel Bernal y otros demostraron, a partir de la encuesta ELCA, que la mayoría de los embarazos en Colombia no son planeados y los más grave que a medida que el estrato es menor los embarazos planeados también decrecen, 47,6% de los embarazos en el estrato cuatro son planeados frente al 31% de los embarazos del estrato 1, igual pasa con los embarazos en la zona rural (31 %)

Según la directora del ICBF, presentación Semana Andina para la Prevención del Embarazo Adolescente, entre los años 2008 y 2013 nacieron en promedio cada año 159.656 niñas y niños de madres entre 10 y 19 años, lo cual significa que hoy existen cerca de 800.000 niños y niñas entre 0 y hasta 4 años que nacieron de mujeres menos de 19 años, de acuerdo con las proyecciones de población del DANE estos niños representan el 19% del total de los niños y niñas de Colombia de estas edades. Más grave, según la misma fuente, el 4% del total (32.000 niños y niñas) son de madres entre 10 y 14 años de edad.

Diez años atrás la Organización Mundial de la Salud publicó el Informe de una reunión consultiva técnica sobre Promoción del Desarrollo Fetal Óptimo, como un “concepto  que abarca un amplio conjunto de consideraciones, como la salud de la madre antes y durante el embarazo, la duración de éste, el tamaño del neonato para la edad gestacional y la posibilidad de que se haya perturbado el desarrollo fetal o de que existan factores nutricionales, físicos y emocionales del entorno del neonato que potencien al máximo su capacidad de crecer, desarrollarse y tener una vida sana”.

Luego una preocupación fundamental del Estado y de la sociedad en Colombia debería ser disminuir el embarazo juvenil en el sector rural, en la región de la costa pacífica, en los municipios más pobres y en los barrios marginales de las ciudades, lugares donde existen las mayores tasas de embarazo juvenil y donde los estudiantes a la vez obtienen los peores resultados en las pruebas SABER. Además, es necesario garantizar el cuidado prenatal y las mejores condiciones posibles (físicas, emocionales y de ingresos básicos) para la madre y el niño en las primeras etapas de la vida que son fundamentales, más allá de la supervivencia, porque es en este momento de la vida humana que se desarrolla el cerebro y se construye la base cognitiva de los niños. La calidad de la educación empieza desde el feto.

Fuente: http://www.dinero.com/opinion/columnistas/articulo/hijos-no-deseados-y-calidad-de-la-educacion-por-angel-perez/222516

Imagen: http://www.masquesalud.com/lat/embarazo-en-la-adolescencia-y-educacion-sexual/

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Libro: Familia y diversidad en América Latina Estudios de casos

David Robichaux. [Compilador]

David Robichaux. Raquel Gil Montero. Santiago Bastos Amigo. Mareelén Díaz Tenorio. Yohanka Valdés Jiménez. Alberta Durán Gondar. Luis Guillermo Davinson Pacheco. Dubravka Mindek. Roger Magazine. Antonio Sandoval Ávila. Fernando Maureira Estrada. Sérgio Odilon Nadalin. María Luiza Andreazza. Melesio Peter Espinoza. María Dolores Alvarez Arzate. Guillermo Carrasco Rivas. [Autores de Capítulo]
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Colección Grupos de Trabajo.
ISBN 978-987-1183-74-6
CLACSO.
Buenos Aires.
Septiembre de 2007

La diversidad cultural de América Latina y el Caribe no se debe sólo a las variantes portuguesas y españolas, sino a las que –tomando en cuenta la capacidad de resistencia de las poblaciones aborígenes y de la población esclava– se han producido como consecuencia de los variopintos procesos de conquista y colonización. Tampoco hay que olvidar las corrientes migratorias europeas y asiáticas, importantes en algunos países. Esta diversidad ha sido frecuentemente ocultada o disfrazada en aras de la unidad nacional o la modernización, sobre todo en los discursos hegemónicos de los países que han luchado por el establecimiento de un Estado capaz de lograr un principio de unidad entre los pueblos autóctonos y los descendientes de los criollos, mestizos, esclavos y de las migraciones poscoloniales. Pretendidos como universales, en realidad, muchos de los enfoques y conceptos usuales en las ciencias sociales se han construido a partir de la observación y/o inspiración de los contextos y procesos socioculturales específicos de los países industrializados, donde se desarrollaron dichas disciplinas. Esta situación ha impedido entender la diversidad sociocultural puesto que, al recurrir a modelos universales ajenos a los fenómenos sociales que se pretenden estudiar, se producen distorsiones en los análisis. Es también así en el terreno de los estudios de la familia y el grupo doméstico, en donde la presente obra pretende incidir precisamente al proponer un correctivo a dichas tendencias. Desde la antropología, la historia y la psicología –y con el empleo de diversos enfoques–, los autores proporcionan estudios empíricos sobre familias y hogares de diferentes estratos y grupos sociales de Argentina, Brasil, Cuba, Chile, Guatemala, Nicaragua y México; en muchos casos, de aquellos que no representan el estereotipo de dichos países. Lejos de cubrir toda la gama de diferencias del continente, se espera que los aportes de las investigaciones presentadas en este libro –resultado, en su mayor parte, de la primera reunión del Grupo de Trabajo Familia e Infancia que tuvo lugar en Managua en julio de 2001– estimulen la discusión, la investigación y un mayor conocimiento de la familia y la infancia en todas sus variantes latinoamericanas y caribeñas.
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Familias y docentes.

La cooperación entre las familias y los centros escolares influye de forma positiva en los resultados académicos de los estudiantes.

Por: Nuria Dieguez.

La relación de las familias de los estudiantes y los docentes se convierte, hoy en día, en un pilar muy fuerte para la eficacia en el desarrollo educativo y personal del alumno/a. Podríamos argumentar, que educar requiere un trabajo coordinado y paciente para sacar lo mejor de los estudiantes. Las familias y docentes quieren una educación de calidad, pero ello requiere de la participación y compromiso de todos. Debemos mirar en la misma dirección, se necesita de ambas partes para conseguir fomentar la cooperación entre las familias y los centros escolares.

La casa y el colegio son dos espacios diferentes pero aportan mutuamente, suman no restan. El papel de los docentes y las familias en la educación de los niños/as deben ser complementarios.

La mejora de los procesos de cooperación entre familia y profesorado es una de las mayores necesidades que tiene nuestro sistema educativo, aunque tanto las leyes educativas como los documentos de los centros establecen directrices de participación de la familia estos no son suficiente. También hay que destacar el buen trabajo realizado por las Ampas de los centros educativos, pero para formar parte de la vida de los centros escolares además de estos canales es importante destacar la necesidad de establecer pautas concretas que potencian la interación entre la familia y los docentes:

PASOS CONCRETOS
1) Caminar en la misma dirección para reforzar de forma mutua lo aprendido en los dos ámbitos (educativo y familiar).

2) Implicarse en el refuerzo del aprendizaje adaptado a las necesidades individuales de cada estudiante.

3) Mantener una actitud abierta y de participación para lograr una comunicación eficaz y fluida.

4) Trabajar en conjunto, establecer un vínculo y construir buenas relaciones para lo que se debe ser muy pacientes y constantes.

5) La coordinación, respeto y apoyo mutuo es imprescindible por el bien del estudiante.

6) Se debe respetar la figura del docente y valorar su trabajo, sus opiniones y recomendaciones respecto al desarrollo académico o social del alumno/a y no despreciar las actividades escolares o emitir críticas negativas sobre los docentes en presencia del estudiante ni poner en duda su autoridad, ambos deben mostrar confianza.

7) Aplicar los acuerdos tomados e intentar traspasar los conocimientos escolares a la vida diaria para conseguir la interrelación y unión entre la educación formal y no formal.

8) Participar en la medida de sus posibilidades en las actividades extraescolares que proponga el centro.

9) Interesarse por la situación familiar para obtener la información necesaria que le ayude a atender las necesidades individuales de sus alumnos/as, escuchar las inquietudes de los padres/madres y proponerles soluciones e ideas educativas.

10) No llamar siempre a las familias para formular quejas, no se debe limitar la comunicación a situaciones problemáticas o negativas, sino también para mostrar su satisfacción por el buen comportamiento o los resultados positivos del estudiante para establecer acuerdos conjuntos sobre las estrategias académicas más adecuadas para mejorar o mantener el rendimiento académico.

Para ello todos los profesores/as podemos promover desde la tutoría, los departamentos de orientación y desde la propia dirección del centro estrategias como la escucha activa, la comprensión de las conductas defensivas y la resolución de conflictos.

No debemos interpretar los conflictos comunicativos como un problema sino como un punto de partida. Los docentes y los padres/madres se necesitan mutuamente para mejorar el diálogo que lleva a promover una educación integral que beneficia al estudiante.

BENEFICIOS
La cooperación entre las familias y docentes es una herramienta efectiva para frenar el fracaso educativo y alcanzar el éxito académico. Son múltiples los efectos positivos que conlleva tanto para los estudiantes como para las familias y el centro escolar.

La participación de las familias en la vida escolar repercute directamente en una mayor autoestima, actitud más favorable ante las tareas escolares, mejor desarrollo del autoconcepto, del rendimiento escolar, de la creatividad y de las relaciones familiares y mejores habilidades sociales y cognoscitivas como la resolución de conflictos. Si ponemos los medios necesarios y nos dejamos ayudar mutuamente la laboriosa tarea de educar será fascinante. Educar es cosa de todos.

Fuente: 

http://www.laregion.es/articulo/xornal-escolar/familias-y-docentes/20161005125853653970.html

Imagen: http://www.laregion.es/media/laregion/images/2016/10/05/2016100512583061830.jpg

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Cartilla no convencional para educar a un niño

Ignacio Mantilla

Hace unos días, en una reunión social, uno de los asistentes, orgulloso padre de un niño de 8 años, me comentaba sobre la alta inversión que él y su esposa realizan para dar la mejor educación posible a su hijo. Esa conversación me motivó a hacer una reflexión personal sobre el tema, sin pretender de ninguna manera posar de experto pedagogo.

El niño estudia en un colegio privado del norte de Bogotá, al que asiste diariamente haciendo uso de la ruta escolar que demora aproximadamente una hora y media desde su casa; otro tanto, a veces un poco más, toma el recorrido de regreso en la tarde. Así las cosas, el niño pasa tres horas diarias bajo el cuidado del conductor del bus escolar y de la monitora que acompaña la ruta, que vale decirlo, no es profesora del colegio.

A su retorno a casa, lo recibe la empleada doméstica que lo cuida durante unas tres horas adicionales mientras su madre vuelve del trabajo, que es  quien tiene un horario más cómodo. Los padres son felices si a su regreso  el pequeño ya ha cenado y, preferiblemente, ya duerme, pues también ellos están exhaustos. Una labor adicional de la empleada doméstica es dejar preparada la lonchera del niño para el día siguiente.

Con la situación descrita, durante seis horas diarias de cada jornada, el niño está a cargo de personas que seguramente no se han formado como educadores. Esta cantidad de tiempo no es despreciable: son 30 horas semanales.

Adicionalmente, algunos fines de semana, gracias a los abuelos que se encargan del chico, los padres pueden disfrutar de su vida en pareja.

Mi interlocutor me hizo las cuentas de todo lo que paga por la matrícula, la alimentación en el colegio, la ruta escolar, más el salario de la empleada (reconociéndole las horas extras y algunos sábados) y, por supuesto, supera la más alta matrícula que pueda pagarse en una universidad privada. Pero su sorpresa fue mayúscula cuando le dije que, a mi juicio, su inversión en la educación del niño era casi nula. Y pasé a explicarle por qué pienso eso.

Mi argumento es sencillo: lo más valioso que un padre puede dar a un hijo se llama TIEMPO. Por muy extenuante, dispendioso, absorbente y difícil que sea el trabajo de los padres, siempre deben buscarse espacios y momentos, aunque sean breves, para dedicar a los hijos. Hay que aprovechar cualquier situación o lugar para estimular el aprendizaje y compartir problemas y soluciones. No se trata de estar frente a un cuaderno, un libro o un tablero permanentemente, pero la corta lectura de un cuento en algún momento de la semana es más valiosa que la música de la ruta escolar que elige el conductor o que escuchar la conversación que la empleada doméstica sostiene telefónicamente.

La cocina, por ejemplo, es un extraordinario laboratorio para las matemáticas y las ciencias naturales. Veamos este ejemplo: prácticamente en todos los hogares colombianos consumimos arepas de diversos tipos, pero casi todas son redondas. ¿Qué tal si mientras asamos una arepa en un tiesto intentamos que el niño sugiera su diámetro? ¿Y si ahora con ese dato calculamos el área de la arepa? Pero, si observamos que del borde de la arepa al borde del tiesto hay dos centímetros: ¿qué tanto mayor es el área del tiesto? ¿Y si al partir la arepa para comerla, pedimos al niño que lo haga de tal manera que cada pedazo tenga un ángulo recto? o si la partimos en tres pedazos iguales, cortados desde el centro ¿cuánto deben medir los ángulos centrales? Pero, si el niño no quiere morder sino ángulos agudos, ¿qué solución da el chico? La arepa nos puede conducir a una larga cadena de preguntas como ¿cuál es el área de cada sector circular consumido? (Nota: las arepas, aunque tridimensionales, pueden tratarse como objetos matemáticos ideales de la geometría plana).

Ahora, qué decir de las grandes posibilidades con la receta: para 10 arepas uso 21 gramos de sal, pero vamos a preparar sólo 7 ¿cuánta sal necesitamos? Un error puede echar a perder las arepas.

Cocinar también ofrece posibilidades de enseñar leyes y sentencias: ¡si coges el tiesto caliente, te quemas! “No depende de mi voluntad, ni de la tuya, los tiestos son caprichosos”. Y si el niño es mayorcito, podremos hasta preguntarle por la ecuación del calor: ¿por qué el tiesto se calentó uniformemente? ¿Y si el tiesto es de barro como los que se usan en Santander? Ahí ya tenemos un problema de química de materiales. ¿Por qué los ladrillos, como los tiestos de barro, se cocinan también?, ¿a qué temperatura?, ¿y por qué no se construyen casas con tiestos, entonces?

Al niño se le puede decir: “si sueltas la manzana, cae al piso, y si le ayudas con una velocidad inicial suficiente se va a estallar al caer. La ley de la gravedad es muy represiva”.

Y mientras vamos en el carro ¿qué tal si intentamos aprender sobre velocidad o aceleración o si usamos los dos últimos dígitos de la placa del carro que está delante para repasar las tablas de multiplicar?

En fin, hay cientos de posibilidades para hablar con los hijos y aportar a su educación. No basta con invertir grandes cantidades de dinero solamente, si todo está a cargo de terceros.

Finalmente comparto una anécdota: el profesor Yu Takeuchi, con quien yo hablaba frecuentemente sobre estos temas, se interesó mucho por el aprendizaje de los niños cuando nació su primera nieta. Un día en la sala de profesores de matemáticas de la Universidad Nacional, me dijo: “estoy sorprendido, mi pequeña nieta apenas está aprendiendo a hablar, pero ya maneja conceptos matemáticos”. No le creo profesor, dije. Y pasó a explicarme que la niña sólo sabía decir tres palabras: MÍO, NO y MÁS; es decir: pertenencia, negación y adición.

Fuente del articulo: http://www.elespectador.com/opinion/cartilla-no-convencional-educar-un-nino

Fuente de la imagen: http://www.eluniversal.com.co/sites/default/files/201201/imagen/sicologia_02f73328.jpg

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La importancia de la educación infantil.

Favorecer la educación infantil en el primer ciclo de 0 a 3 años tendría que ser una de las prioridades para las autoridades educativas.

Por: Miguel Ángel Presno Linera.

A Isabel Oliveros

La educación infantil es, al menos según el Real Decreto que regula las enseñanzas mínimas de su segundo ciclo, la etapa que atiende a niñas y niños desde el nacimiento hasta los seis años con la finalidad de contribuir a su desarrollo físico, afectivo, social e intelectual. Como es sabido, se ordena en dos ciclos: el primero llega hasta los tres años; el segundo, que es gratuito, va desde los tres a los seis años de edad. En ambos ciclos se atenderá progresivamente al desarrollo afectivo, al movimiento y los hábitos de control corporal, a las manifestaciones de la comunicación y del lenguaje, a las pautas elementales de convivencia y relación social, así como al descubrimiento de las características físicas y sociales del medio. Además se facilitará que niñas y niños elaboren una imagen de sí mismos positiva y equilibrada y adquieran autonomía personal. Ambos ciclos tienen carácter voluntario pero el segundo se ha generalizado en toda España, de modo que en la actualidad, según el Ministerio de Educación, prácticamente el 100% de los niños y niñas de 3 a 6 años acuden al colegio de manera gratuita.

Pero si tenemos en cuenta que, como recuerda Unicef, en los primeros meses y años de vida cada contacto, cada movimiento y cada emoción redundan en una explosiva actividad eléctrica y química en el cerebro, pues miles de millones de células se están organizando en redes que establecen entre ellas billones de sinapsis, parece que una escolarización temprana y adecuada entre los primeros meses y los tres años incidirá de manera muy positiva en la mejora del rendimiento escolar futuro pero, sobre todo, en la vida de esos niños y niñas, que, en ese período, empiezan a conocer su propio cuerpo y el de los otros; aprenden a respetar las diferencias observando y explorando su entorno familiar, natural y social; adquieren progresivamente autonomía en sus actividades habituales; desarrollan sus capacidades afectivas; se relacionan con los demás y adquieren poco a poco pautas elementales de convivencia y relación social; desarrollan habilidades comunicativas en diferentes lenguajes y formas de expresión…, y es que, en palabras de John Dewey, la educación no es preparación para la vida; la educación es la vida en sí misma.

Por todo ello parece que favorecer la educación infantil en el primer ciclo de 0 a 3 años tendría que ser uno de los objetivos prioritarios para las autoridades educativas, de manera que no hubiera niños ni niñas que se quedaran fuera de las escuelas infantiles por falta de plazas suficientes, lo que está ocurriendo en la actualidad; otra cosa es que haya familias, que por las razones que sean, consideren prematura la escolarización a esas edades y decidan que son mejores otras opciones. Como es obvio, no se trata únicamente de que haya plazas bastantes para atender las demandas familiares, sino de que los medios materiales sean adecuados y que las personas que van a asumir la enorme responsabilidad de acoger, cuidar, estimular, enseñar, arropar, limpiar, alimentar… a estos niñas y niñas tengan una estabilidad laboral razonable y sean retribuidas como merecen. Es éste uno de los ámbitos en los que las autoridades locales y autonómicas tienen la ocasión de singularizarse y de llevar a cabo políticas públicas de fomento de la educación, quizá, como dijo el Tribunal Supremo de Estados Unidos en su famosa sentencia Brown v. Board of Education of Topeka, la función más importante de las administraciones, pues es el fundamento básico de una auténtica ciudadanía al representar el principal instrumento para despertar los valores culturales en los niños, para prepararles para el aprendizaje y para ayudarles a adaptarse con normalidad a su medio.

Es conocido que, poco después de recibir el premio Nobel, Albert Camus escribió una carta al señor Germain, su maestro de la infancia, en la que le decía: «sin usted, sin la mano afectuosa que tendió al niño pobre que era yo, sin su enseñanza no hubiese sucedido nada de esto. No es que dé demasiada importancia a un honor de este tipo. Pero ofrece por lo menos la oportunidad de decirle lo que usted ha sido y sigue siendo para mí, y de corroborarle que sus esfuerzos, su trabajo y el corazón generoso que usted puso en ello continúan siempre vivos en uno de sus pequeños escolares, que, pese a los años, no ha dejado de ser un alumno agradecido». Todos tenemos en nuestra memoria a un señor o señora Germain; yo he tenido muy buenos profesores pero ahora quiero recordar a mi primera maestra, Isabel Oliveros, que a lo largo de su carrera acogió, cuidó y enseñó a centenares de niños y niñas entre 4 y 6 años. En mi caso, además, tranquilizó y orientó a mi madre, preocupada por mis importantes dificultades con la lectura. Por todo ello, y junto con nuestro recuerdo agradecido como escolares que fuimos, es necesario que todas esas personas que acogen, cuidan y enseñan a los niños y niñas de hoy, sean tratadas con la dignidad social, laboral y económica que sin duda se merecen.

Fuente: http://www.laopiniondemalaga.es/opinion/2016/10/01/importancia-educacion-infantil/879866.html

Imagen: https://encrypted-tbn1.gstatic.com/images?q=tbn:ANd9GcQCgQ8nzcX4_gR8DFi6Lu2qV7xWhpGFzMaLPINd7wyNzojkHtcH

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La educación que necesitamos.

Por: Rafael Diaz Salazar.

El debate sobre la enseñanza en España no se adentra en la cuestión fundamental: ¿para qué educar? Los informes PISA no ayudan para responder a esta cuestión. La educación es mucho más que instrucción y aprendizaje de destrezas para el ejercicio de una profesión. La obsesión por reorientar la enseñanza desde los requerimientos del mercado laboral y el dominio de las nuevas tecnologías conlleva una amputación fortísima del derecho de aprender a cultivar todas las dimensiones del ser humano desde la infancia. Desgraciadamente se ha consolidado un modelo de enseñanza sin educación.

Seguimos sin aprender la crítica de Herbert Marcuse al hombre unidimensional. El modelo dominante de enseñanza está contribuyendo a reproducirlo. La tecnología desvinculada de la sabiduría es una nueva forma de alienación.

Los empleos del futuro requerirán escuelas que desarrollen la creatividad humana y no servicios educativos para el mercado laboral que, en plena revolución de la robótica, necesitará algo más que cualificaciones profesionales.

El instruccionismo escolar, que da más relevancia a las nuevas didácticas que a la transformación del modelo basado en asignaturas y currículos desgajados de la realidad personal de los alumnos y de los cambios sociales y ecológicos que se requieren en el siglo XXI. es un obstáculo que debemos superar.

La formación de la personalidad de niños, adolescentes y jóvenes es el gran fin de la educación. En El laberinto de la soledad, Octavio Paz afirmó que “toda educación entraña una imagen del mundo y reclama un programa de vida”. Necesitamos un proyecto educativo basado en una imagen ecológica del mundo y un programa de cultivo de la vida interior y de iniciación al activismo ecosocial para la construcción de sociedades más justas y sostenibles. Los contenidos curriculares pueden estar conectados con estas finalidades educativas, como nos lo demuestran las escuelas creativas que existen en España y otros países. ¿Cuándo crearemos un centro estatal que recoja las prácticas educativas innovadoras para contagiar a toda la red escolar con ellas? ¿Qué hacemos para incorporar al profesorado innovador al diseño de una nueva política educativa?

Sin una gran transformación ecosocial, el siglo XXI seguirá cavando su tumba

La personalidad bien desarrollada no se posee, se conquista. Necesitamos brújulas educativas para conseguirlo. ¿Dónde podemos encontrarlas? Dirijamos nuestra mirada a las sabidurías ecológicas presentes en culturas morales, en filosofías, en religiones y en antropologías. Sin una gran transformación ecosocial, el siglo XXI seguirá cavando su tumba y ningún capitalismo verde lo salvará. La tecnología y la ciencia operan en el terreno de los medios, no en el de los fines. No bastan para enseñarnos a vivir. Podemos crecer en I+D+i y tener una vida poco sabia, un inmenso raquitismo espiritual, una anemia existencial por falta de nutrientes de sabidurías.

Lo que más necesitamos es encontrar un fin compartido que dé sentido a nuestra actividad en la Tierra. Las sabidurías ecológicas son fundamentales para aprender lo que otorga más humanidad: adquirir una conciencia moral, pensar sobre el sentido de la vida, conocerse a sí mismo, desarrollar el gusto estético, saber utilizar el tiempo para la realización personal y comunitaria, comprometerse en el cambio ecosocial, luchar para acabar con opresiones laborales que precarizan la vida. En definitiva, lograr el buen vivir frente al bien estar y realizar la transición del tener al ser propuesta por Erich Fromm.

Las escuelas y las familias, ¿no tienen nada que decir y hacer sobre estas cuestiones? Afortunadamente existen centros escolares que saben relacionar los grandes temas existenciales con la enseñanza de las matemáticas, la historia, la física, la lengua, etcétera. El arte de educar consiste en saber vincular la transmisión y aprendizaje de conocimientos con la realidad psicológica de cada edad y con el descubrimiento de la implicación personal en la transformación social y ecológica de los países.

La educación del yo interior enraizado en una visión ecológica de la realidad y en la práctica de la autocontención y la solidaridad predispone para la constitución de un yo político implicado en el activismo social. La buena educación es la que aspira a formar personas que vivan la existencia con armonía entre la dimensión interior y la dimensión sociopolítica de su ser, entre el cultivo del arte y la lucha contra el sufrimiento social.

Nos encontramos, como afirma Zygmunt Bauman, en un momento de ceguera moral ante las catástrofes sociales y ecológicas. Necesitamos proyectos educativos que abran los ojos y vinculen el conocimiento con el cese del dolor que asola al mundo.

Fuente: http://elpais.com/elpais/2016/09/19/opinion/1474289776_151620.html

Imgen: http://ep01.epimg.net/elpais/imagenes/2016/09/19/opinion/1474289776_151620_1474301615_noticia_normal_recorte1.jpg

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Entrevista a José Antonio Marina: La educación puede cambiar la estructura del cerebro

La educación sigue siendo uno de los principales temas de debate en la sociedad española.

Sí, afortunadamente.

¿Vamos por buen camino?

Lo más sabio que he oído sobre educación es un proverbio africano que dice que «para educar a un niño hace falta una tribu entera»; es decir, hace falta toda la sociedad. Tienen responsabilidades educativas los padres, los maestros, los políticos… Y tendrían que involucrarse más los municipios, que son el agente más eficaz para resolver los problemas educativos. En cuatro años un municipio puede solucionar el fracaso escolar, y pasar del 30 y pico por ciento actual -ésta es la media española- al 10 por ciento, que es el porcentaje que la Unión Europea da como aceptable. El municipio puede actuar para paliar la violencia, el abuso de alcohol, etc. y puede movilizar, además de los padres y los docentes, a muchísima  gente para que colabore en las tareas educativas. Las amas de casa, los abuelos, los jardineros del Ayuntamiento, etc. pueden ser también eficaces agentes educativos. Para llevar a cabo esta «movilización educativa» no son necesarios unos presupuestos extraordinarios. Basta con contar con personas que la dinamicen.

Escoger los estudios que nos permitirán acceder al mundo profesional es una de las decisiones importantes de nuestra vida. ¿Cree que en la actualidad existe suficiente información sobre formación académica?

Efectivamente, ésta es una decisión crucial, que no puede ser fruto de la improvisación. Hay dos momentos clave: el último curso de la ESO y al terminar el bachillerato. Debe mejorar la información sobre formación académica en estos dos momentos. Y hay que ayudar a los estudiantes a reflexionar sobre sus capacidades. Desgraciadamente, los centros educativos hacen poca cosa. Además, sería interesante prolongar la orientación académica en el primer curso de carrera, en el que hay alumnos decepcionados. Es importante que el alumno pueda hablar con alguien sobre si vale la pena estar aguantando una carrera que no le gusta. Por otra parte, hay que insistirles en que tengan presente el mundo que nos viene, un mundo con muchas oportunidades, pero muy competitivo y globalizado. Europa no se da cuenta de que hay gente en China muy bien formada, que busca la excelencia, con la que nosotros no tendremos posibilidad de competir si no nos ponemos manos a la obra. Los chinos se van a quedar con muchos de los trabajos más cualificados. Esto hay que explicárselo bien a los alumnos y a los padres. Y claro, darles los medios. Sin embargo, casi todos los problemas educativos tienen solución.

¿Cuál es la solución?

Destinar un porcentaje más alto del PIB a la educación, y gestionar bien el dinero, claro.

¿Y cuánto destina de PIB España?

Pues aproximadamente el 5%. Convendría destinar un poco más a la universidad. Uno de los problemas que tienen las universidades es que hay demasiados alumnos. Muchos van a la universidad para luego decir que han hecho una carrera. Habría que limitar el número de años que se puede repetir. No hay ninguna justificación para que haya seis convocatorias por asignatura. Ello devalúa la universidad. Una plaza en la universidad cuesta entre 8.000 y 16.000 euros por año. ¡Todos los alumnos deberían saber que cada año están recibiendo una beca sustanciosa! Por otra parte, la universidad es una institución docente, que tiene que tener un proyecto docente; me parece escandaloso que no se exija a los catedráticos y a los profesores universitarios ninguna acreditación de capacidad pedagógica.

¿Hemos mejorado en formación permanente?

La formación permanente debe formar parte de la propia trayectoria profesional, y tenemos que tener en cuenta que cada cuatro o cinco años vamos a cambiar de trabajo. La empresa tiene que ayudar a la formación permanente. Lo están haciendo algunas empresas, como Repsol, a través de su Fundación, intentando despertar en los jóvenes el interés por la ciencia y la tecnología como fundamento del progreso técnico y mostrándoles que la técnica resulta también imprescindible para resolver los problemas sociales. Mientras, las universidades da la impresión de que son autistas.

En su último libro, «El cerebro infantil: la gran oportunidad», subraya que la idea muy arraigada de que todo lo que le pasa a una persona depende de su historia infantil no se sostiene científicamente.

Efectivamente. Nuestra capacidad de aprender la tenemos durante toda la existencia. Es verdad que en los dos primeros años es fundamental el establecimiento de las relaciones de apego con los padres, que configuran una base de seguridad. Y que en esta etapa aparece algo tan importante como el lenguaje. Pero la plasticidad del cerebro para aprender se prolonga a lo largo de los años. La educación también es muy importante durante la adolescencia. Se ha descubierto que de los 13 a los 16 ó 17 años el cerebro vuelve a pasar por una segunda etapa de gran aprendizaje, hay una nueva época dorada en cuanto al aprendizaje. Yo les digo a mis alumnos adolescentes: disponéis de un cerebro en plena ebullición, es vuestra gran oportunidad. Para mí, lo más importante de estos hallazgos de la neurociencia –disciplina que ha progresado enormemente en los últimos años, pero sus conocimientos se han aplicado en la clínica y no en la escuela- es que supone la fundamentación científica del optimismo, ya que la educación puede cambiar la propia estructura del cerebro.

A menudo usted recuerda un elemento que no se aprende, el talento, que es fundamental para el éxito profesional.

Sí, la persona que tiene talento es la que elige bien sus metas, que tiene la capacidad, los recursos intelectuales emocionales, para llegar a la meta que se ha propuesto. Por eso digo que el talento es la inteligencia triunfante.

¿Qué es la Universidad de los Padres, que usted creó?

Es una fundación sin ánimo de lucro que tiene por objetivo ayudar a los padres en sus tareas educativas. Proporciona información rigurosa sobre la educación de los hijos, asesora a los padres para que desempeñen bien sus responsabilidades educativas (los padres tienen que encontrar su propia manera de educar), informa a sus hijos sobre los recursos educativos que tienen a su disposición y crea una comunidad de padres interesados por mejorar la educación familiar, en la que pueden compartir sus inquietudes y experiencias. No pretendemos dar recetas de consultorio sino poner a disposición de los padres los conocimientos que la experiencia pedagógica y las ciencias del niño nos proporcionan. Aspiramos a recuperar un discurso educativo optimista y alegre, que en la actualidad se ha olvidado. Cada curso tiene una duración de nueve meses y cuenta con tutores personales, foros de aula, banco bibliográfico, etc. El alumno, en este caso el padre, la madre o ambos, deben matricularse en el curso correspondiente a la edad del niño.

¿Cómo valora la experiencia?

El éxito de la iniciativa me ha convencido del interés que la mayor parte de los padres tienen en las tareas educativas. Hubiera sido tal vez mejor intentar introducir mejoras en el sistema educativo, pero la administración es un terreno demasiado lento y pantanoso como para poder hacer nada a título particular. En cambio, puedo ponerme en contacto con los padres y conseguir que tomen en serio su tarea, que presionen socialmente en favor de la educación, y que colaboren con la escuela.

¿Cree que el papel de los padres ha perdido fuerza en la educación?

Sí, los padres -y también los docentes- creen que educan contra la sociedad y se sienten desbordados. Los padres están desbordados porque sus hijos van más rápido que ellos. La educación autoritaria funcionaba de cine… pero olvidaba la educación para la libertad y los derechos. Estamos con unos niños y niñas muy vulnerables, que soportan muy poco la frustración, tienen poca entereza para enfrentarse a los problemas. Están tan acostumbrados a ser el centro de todo que cuando llegan al mundo real, que implica esfuerzo, retrasar la recompensa y soportar la frustración, se revuelven contra sus padres -y a veces con razón- porque no les han preparado para la vida.

La educación no ha quedado al margen de los grandes cambios que se han producido en la sociedad en relativamente pocos años.

Sí. El problema irresoluble que se le plantea a la educación es que hasta hace muy poco ha sido el mecanismo de transmisión de la cultura de una sociedad. Ha sido una transmisora eficaz. Esto valía para sociedades estáticas y homogéneas, pero no para las nuestras, que son veloces y heterogéneas.

El sistema educativo actual es muy diferente del que usted conoció de pequeño, ¿verdad?
Sí, yo fui a la escuela justo después de la guerra y tuve una experiencia interesante en un pequeño colegio de una disciplina militar de arriba abajo. Había un sistema parecido al actual sistema de puntos del carné de conducir: ibas perdiendo puntos en caso de mala conducta pero también podías recuperarlos, no sólo sacando buenas notas sino también haciendo actividades como por ejemplo murales (daban mucha importancia al dibujo).

José Antonio Marina (Toledo, 1939), catedrático de Filosofía, Doctor Honoris Causa por la Universidad Politécnica de Valencia, Premio Nacional de Ensayo, Premio Giner de los Ríos de Innovación Educativa, ha dedicado su vida profesional a la investigación sobre la inteligencia y a la educación. El año 2005 puso en marcha la iniciativa «Movilización Educativa de la Sociedad» cuyo objetivo es fomentar la participación de toda la sociedad en la mejora de la educación. En el año 2010 fundó la Fundación Educativa Universidad de Padres. Uno de los proyectos de esta Fundación es la Universidad de Padres UP on-line, cuyo objetivo final es ayudar a los padres en el proceso educativo de sus hijos para que los niños adquieran los recursos intelectuales, afectivos y morales necesarios para que se conviertan en adultos felices y responsables. Ha expuesto su proyecto educativo en libros como «Aprender a vivir» (Ariel), «Aprender a convivir» (Ariel), «La magia de leer» (Plaza y Janés), «La magia de escribir» (Plaza y  Janés), «Teoría de la inteligencia creadora» (Anagrama), «Ética para náufragos» (Anagrama), y los libros de texto de «Educación para la ciudadanía», «Educación cívica y Filosofía» para la editorial SM, «La educación del talento», «El cerebro infantil: la gran oportunidad»  (Ariel)  y «Las culturas fracasadas» (Anagrama).

Entrevista realizada por Daniel Romaní. Periodista y escritor. Colaborador de Educaweb

Fuente: http://www.educaweb.com/noticia/2011/07/18/educacion-puede-cambiar-estructura-cerebro-jose-antonio-marina-4899/

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