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Exclusión incluyente: Mientras la educación sea una mercancía, los avances en escolaridad no nos harán mejores personas.

Colombia / 1 de octubre de 2017 / Autor: Óscar Sánchez / Fuente: El Tiempo

Pablo Gentili introdujo este concepto, que parece un oxímoron, para describir el proceso de escolarización en América Latina en los últimos cincuenta años, en el que se ha expandido notablemente el acceso de las masas recién urbanizadas (y por lo tanto, del grueso de la población) a la matrícula del ciclo básico en instituciones educativas precarias.

Es un proceso incluyente, pues sería necio negar el valor de esa presencia de los chicos en la escuela. Para entender la importancia del acceso y la permanencia que se han logrado en las ciudades de Colombia, solo hay que compararlas con el mundo rural disperso, donde la mitad de la población se queda por fuera de la secundaria y solo una cuarta parte llega a ser bachiller. Las condiciones de la población en ambos mundos son muy diferentes.

Pero en las ciudades, aun con el aumento de la cobertura, hay exclusión. No se puede llamar de otra forma a la desigualdad aberrante con la cual se ha hecho la expansión: mientras las clases medias pagan una educación con buenas condiciones, los pobres, con excepciones que confirman la regla, se quedan con el bagazo. Frente a ese hecho hay tres enfoques.

Uno que podemos llamar cínico, niega la exclusión y afirma que simplemente estamos haciendo lo que se puede. Que la desigualdad educativa es una condición temporal y que por el camino que llevamos llegaremos a la educación buena para todos, cada quien en su propia realidad. Y que cualquier esfuerzo adicional atentaría contra la sostenibilidad fiscal y la iniciativa privada. Es común escucharlo, expresado con crudeza, en boca de funcionarios a cargo de las finanzas públicas, y camuflado con eufemismos, en boca de buena parte de quienes manejan la educación.

Un segundo enfoque, que es el que venimos poniendo en práctica algunos convencidos del poder de la razón emancipadora y el empoderamiento popular, es el del desarrollo de las capacidades humanas. Este consiste en buscar gobernantes dispuestos a alimentar altas expectativas y apoyar con ingentes recursos públicos a los educadores y comunidades ejemplares en escuelas pobres, para cerrar brechas dando más al que tiene menos, sin forzar a los poderosos a una igualdad impuesta. Hemos apostado por formar a una nueva generación que entienda que la inclusión tiene que ser plena y que la buena educación, como el empleo decente, la salud preventiva y la seguridad ciudadana son derechos y no pueden ser desiguales, o dejan de serlo.

¿Seremos ingenuos quienes atribuimos a la educación en sí misma la capacidad de transformar el sistema ofreciendo a los débiles un lugar en el mundo?

Gentili, que ha sido dirigente del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, de Flacso y del Foro Mundial de Educación, propone un tercer enfoque que profundiza el anterior. Afirma que la inserción institucional, si bien es un avance, está muy lejos de marcar el camino del goce efectivo de los derechos y las relaciones humanas igualitarias que constituyen las bases de una sociedad democrática sustantiva. Lo que este autor llama ‘universalización sin derechos’ va más allá de la idea hoy aceptada en el mundo de que no basta con el acceso y hay que apostar a la calidad.

Gentili introduce tres reflexiones: i) existen la pobreza y la desigualdad educativas, aunque haya mayor acceso a la escuela, porque la universalización de la matrícula no cambia las estructuras sociales; ii) una educación con igualdad formal ante la ley y brutal desigualdad frente al mercado da como resultado un sistema segregado, en el que la educación no es un bien común, sino uno excluyente y, por lo tanto, no es pública, aunque se haya aumentado la oferta oficial, y iii) se ha impuesto recientemente una tendencia economicista que hace ver la educación predominantemente como un factor de producción, y se ha perdido su sentido como base de la humanización planetaria, planteado en las declaraciones de derechos humanos de hace 70 años.

En algo estamos de acuerdo con Gentili: mientras la educación sea una mercancía más, la formación integral de calidad sea un privilegio y prime el fin de educarse para ganarse la vida, antes que para construirse una vida, los avances en escolaridad no nos harán mejores personas ni nos llevarán a la justicia social.

Me queda la inquietud: ¿seremos ingenuos quienes atribuimos a la educación en sí misma la capacidad de transformar el sistema ofreciendo a los débiles un lugar en el mundo? ¿El cambio de las estructuras políticas, económicas y culturales es una condición para tener un derecho efectivo a la buena educación, o cambiando las mentes con un mayor esfuerzo político y pedagógico dentro del sistema actual podemos hacer que cambien esas estructuras?

Fuente del Artículo:

http://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/oscar-sanchez/exclusion-incluyente-discriminacion-educativa-135392

Fuente de la Imagen:

http://www.reproduccionsocial.edusanluis.com.ar/2012/11/exclusion-educativa-en-america-latina.html

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El conocimiento, fundamento de la educación

España / 1 de octubre de 2017 / Autor: Pablo García de Vicuña / Fuente: El Diario

Esta era de la globalización y de acceso inmediato a la información está llevando, sin tapujos, a un descrédito de todo aquello anterior a la época exclusivamente digital.

Recientemente, a través de un buen amigo que me procura lecturas interesantes, he tenido conocimiento de un artículo que mezclaba de forma inteligente política y educación. Concretamente, a lo largo de varias páginas, y desde el portal electrónico Sin Permiso, pretendía contestarse a la pregunta que enmarcaba su trabajo: ¿Ayuda a la extrema derecha la displicente actitud de la izquierda hacia la enseñanza de conocimientos? ( Russell, Richard).

No es la primera vez que hemos escrito sobre ambos conceptos, política y educación;  en junio, sin ir más lejos, hablamos de ello por cuestiones relacionadas con unas declaraciones de la Consejera Uriarte [Despolitizar la educación. eldiarionorte.es 6 junio 2017), adjetivando la educación vasca de politizada ante las reivindicaciones sociolaborales que hacíamos los sindicatos. Ahora, sin embargo, es otro el matiz del artículo del maestro británico: potenciar el valor del conocimiento como herramienta educativa fundamental en la tarea formativa y reivindicarlo  desde posiciones políticas de izquierda. Para ello –y siempre desde su punto de vista- se vale de la crítica a actuaciones presentes que relegan el aprendizaje a cuestiones de habilidades hechas a espaldas de la creatividad y de la crítica. “Sin conocimiento, el pensamiento crítico resulta inútil”, afirma con rotundidad.  Y no se puede dejar esa defensa solo a la ideología conservadora.

Cuenta Paulo Freire, en ‘A la sombra del árbol’, que en cierta ocasión le narraron cómo militantes de izquierda rechazaban sus enseñanzas bajo el argumento de que carecían de sentido; que la educación que se necesitaba nada tenía que ver con sueños, utopías y concienciación, sino con formación técnica y profesional del educando. A lo cual el admirado pedagogo contestó: “Por formación en­tendían entrenamiento. Eso es exactamente lo que siempre interesó a las clases dominantes: la despoliti­zación de la educación. La educación, en verdad, necesita tanto de formación técnica, científica y profesio­nal como de sueños y de utopía.”

Y tal afirmación me trasladó a los estimulantes debates sobre el pensamiento único, tan en boga en la década final del siglo pasado. Aquellos encendidos alegatos de  divulgadores -José Luis Sampedro, Noham Chomsky, Ignacio Ramonet, Joaquín Estefanía, o Josep Fontana, entre  tantos otros- formando un frente intelectual ante la dictadura neoliberal que disfrazada de investigación pseudohistórica avanzó Francis  Fukuyama y su célebre tesis sobre el fin de la historia. La caída del bloque socialista y, por ende, de la Guerra Fría que había condicionado totalmente la política internacional durante la segunda mitad del siglo XX, demostraba para la corriente conservadora el triunfo de la democracia liberal, la genuina, la representada en esencia por los EE.UU y el Reino Unido de Reagan y Thatcher. La diferencia estriba en que aquella izquierda era combativa y oteó un verdadero peligro en la posición ultraliberal de los neoconservadores, reaccionando adecuadamente. La actual, en opinión del articulista, no.

Enseñar a conocer también es aprender a admirar, cuestión difícil hoy en día para una parte de la juventud anestesiada si no recibe imágenes flaseadas a ritmos vertiginosos

Volviendo a Russell y a su impulso motivador, se muestra desesperado cuando relata la incomprensión de ciertas familias hacia ese profesorado que continúa formando en el conocimiento en vez de hacerlo  a través de Google. Y no le falta razón en su enfado si pensamos que esta era de la globalización y de acceso inmediato a la información está llevando, sin tapujos, a un descrédito de todo aquello anterior a la época exclusivamente digital.

Lo que algunos/as no perciben, sin embargo, es que también está arrastrando a situaciones peligrosas de desinformación y bulos y  a formar personas cada vez más iletradas. Así, demagogos y manipuladores de todo tipo brillan con luz propia en esta época de la posverdad. Son cada vez más quienes explican los éxitos inesperados de la campaña del Brexit o del propio D. Trump en  clave de dominio de esta posverdad o mentira emotiva que crea o modela la opinión pública hasta el extremo de desechar las fuentes de información contrastadas. (Por cierto, hasta la propia RAE ha considerado necesario incluir este mismo año tal neologismo en su nuevo diccionario. Que no se tache luego a la institución de no estar al día en la actualización del castellano).

Obtener conocimiento significa desterrar teorías acientíficas, como el creacionismo, por ejemplo, que, asombrosamente es defendido por el 42% de los y las estadounidenses en la actualidad. Desde que comenzó el año 2017 y al calor del impulso que tal teoría está viviendo en la nueva era Trump, cuatro estados estudian leyes dirigidas a autorizar su enseñanza en las clases de ciencias de los institutos, a igual nivel que la teoría de la evolución.

Una persona formada en el conocimiento será capaz de aumentar su libertad de elección, porque discernirá, de modo más correcto y entre variadas opciones,  lo mejor para ella misma.  Enseñar a conocer también es aprender a admirar, cuestión difícil hoy en día para una parte de la juventud anestesiada si no recibe imágenes flaseadas a ritmos vertiginosos. Luis García Montero afina con delicadeza sobre el valor de la admiración, cuando defiende que el derecho a admirar merece ser cultivado en estos tiempos “Forma parte de la ética de la resistencia dentro de una sociedad dominada por el descrédito (…)Reclamar el derecho a la admiración supone afirmar que (…) hay cosas que merecen un aplauso, esfuerzos que dieron resultado, acciones que llegaron a buen puerto, bellezas que forman parte del mundo con el mismo derecho que la basura y los desperdicios.” (“Un velero bergantín. Defensa de la Literatura”. Visor libros, 2014).

En el artículo aludido, Russell finaliza ofreciendo reividicar desde posiciones progresistas el valor del conocimiento; eso hará retroceder la marea del extremismo conservador, apunta.  Añadiría  -volviendo a  Paulo Freire (citado por Chomsky en “La (des) educación”) – que aunque  la educación no puede lograrlo todo, los educadores ( y las educadoras) deben descubrir qué resulta factible para contribuir a la transformacion del mundo para hacerlo más redondeado, menos anguloso, más humano. Y en ello, la formación basada en el conocimiento tiene mucho que aportar. El propio lema de la Universidad Pública Vasca,“Eman ta zabal zazu”, cierra cualquier duda al respecto: Dalo y difúndelo; conoce y extiende tu conocimiento. De tal estímulo, todas, todos saldremos beneficiadas/os.

Fuente del Artículo:

http://www.eldiario.es/norte/vientodelnorte/conocimiento-fundamento-educacion_6_690540960.html

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La política es el alma de la educación: Paulo Freire

Colombia / 24 de septiembre de 2017 / Autor: Horacio Garnica Díaz / Fuente: Río Noticias

Nació el 19 de septiembre de 1921 en Recife, Pernambuco Brasil, y murió el 2 de mayo de 1997 en Sao Paulo; hoy cumple año de vida inmortal, en la historia de la educación y de la pedagogía, un insigne maestro, autor de: La Pedagogía del Oprimido y de La Educación para la Libertad, e impulsor de la pedagogía critica. Me refiero al gran PAULO REGLUS NEVES FREIRE.

En efecto, la política es el alma de la educación, y lo explícita FREIRE cuando afirma que las prácticas educativas siempre son políticas, porque involucran valores, proyectos, utopías que reproducen, legitiman, cuestionan o transforman las relaciones de poder prevalentes en la sociedad, y porque además la educación nunca es neutral, está a favor de la dominación o de la emancipación. De ahí que existan prácticas educativas conservadoras y prácticas educativas progresistas.

Sostiene Paulo Freire, que las prácticas educativas conservadoras, buscan al enseñar los contenidos, ocultar la razón de ser de un sinnúmero de problemas sociales y adaptar a los educandos al mundo dado.

Las prácticas educativas progresistas a criterio de Freire, procuran al enseñar los contenidos, develar la razón de ser de los problemas sociales, busca inquietar a los educandos , desafiándolos para que perciban que el mundo puede ser cambiado, transformado o reinventado..

Colombia, su educación requiere de educadores progresistas (espero no me confundan), con el compromiso ético y político, por un mundo más justo, que repulse las injusticias, la opresión, la discriminación y la explotación.

La mejor forma de homenajear a Paulo Freire es seguir por el camino de la educación como práctica de la libertad con la pedagogía critica y dejar atrás las prácticas educativas conservadoras, que siguen teniendo un gran peso en la educación y en las prácticas de muchos educadores .

Es mucho lo que pudiéramos decir de Paulo Freire, pero me conformo con lo dicho, sino cae en el desierto del olvido.

Les recuerdo: ” LA EDUCACIÓN POR SI MISMA NO CAMBIA EL
MUNDO, PERO SIN ELLA
ES IMPOSIBLE HACERLO”

Fuente del Artículo:

La política es el alma de la educación: Paulo Freire.

Fuente de la Imagen:

https://librepenicmoncjose.blogspot.mx/2016/05/paulo-freire-19-anos-de-su-partida.html

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Chile: Debate sobre Educación: ¿Y la calidad, cuándo?

Chile / 24 de septiembre de 2017 / Autor: Nicolás Vergara y Matías del Río / Fuente: Radio Duna

Nicolás Vergara y Matías del Río en la sección “Temas País”, conversaron con Harald Beyer, Director del Centro de Estudios Públicos; Ricardo Paredes, rector del Duoc UC; y Cristián Bellei, investigador del Centro de Investigación Avanzada en Educación de la U. de Chile; sobre la necesidad de ampliar el debate en temas educacionales más allá del lucro y la gratuidad.

 

 

La educación es uno de los temas que más controversia ha generado, no solo a nivel de colegios, sino que también a nivel político.

Si bien existen universidades como la Católica y la Chile que encabezan los rankings a nivel internacional, como el de la revista Times Higher Education (THE)a nivel escolar el país tienen uno de lo peores niveles de los 35 miembros de la Organización para la Cooperación del Desarrollo Económico (OCDE) .

Frente a esto, en Hablemos en Off , el rector del Douc UC, Ricardo Paredes, aseguró que “hemos perdido mucho tiempo y dinero, y no hemos discutido los temas importantes en educación”.

Por su parte, el director del Centro de Estudios Públicos y ex ministro de Educación, Harald Beyer, se refirió a los proyecto que no han logrado avanzar en el Congreso y aseveró que “el país en los temas educacionales se ha demorado mucho”.

Según el miembro del Centro de Investigación Avanzada en Educación de la Universidad de Chile, Cristián Bellei , “el país ha perdido la convicción sobre la necesidad de tener el sistema público como la columna vertebral de la educación”.

Los tres expertos concordaron que no solo el lucro y la gratuidad son los temas que hay que discutir en educación, sino que hay que ampliar el debate sobre calidad, tecnología y la forma en la que se está enseñando.

Fuente: 

Debate sobre Educación: ¿Y la calidad, cuándo?

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Venezuela: Recordamos el natalicio del teórico de la educación Paulo Freire

Venezuela / 24 de septiembre de 2017 / Autor: Noticia al Día / Fuente: Noticia Final

El educador y pedagogo Paulo Freire nació el 19 de septiembre de 1921 en Pernambuco, Brasil y es uno de los más influyentes teóricos de la educación del siglo XX.

Freire se matriculó en la Universidad de Recife en 1943, en la Facultad de Derecho, donde estudió filosofía y psicología del lenguaje al mismo tiempo. Se incorporó en la burocracia legal, pero nunca practicó la abogacía, sino que prefirió dar clases de portugués en secundaria. En 1944, se casó con Elza Maia Costa de Oliveira, que era profesora de primaria. Tuvieron cinco hijos y colaboraron por el resto de su vida.

Freire plantea que la educación en cada país debe de convertirse en un proceso político, cada sujeto hace política desde cualquier espacio donde se encuentre y el aula de clase no puede ser indiferente frente a este proceso; para este crítico de la educación, se debe construir el conocimiento, desde las diferentes realidades que afectan a los dos sujetos políticos en acción, aprendiz y maestro.

El maestro debe de ser el ente que lleve a los aprendices a pensarse la sociedad en la cual están desarrollando su proceso de aprendizaje, deben de construir desde los conocimientos previos que estos llevan al aula de clase, ya que son ellos un reflejo visible y fiable de las realidades sociales. Por su parte el aprendiz debe construir el conocimiento como un acto político, desde la relación con el maestro y los demás aprendices dentro del aula, para pasar de ser seres sociales pasivos a seres sociales activos, críticos y pensantes de la sociedad en la que están sumergidos. El pensamiento crítico dentro del aula no puede llevar a sus entes a ser seres negativos, por el contrario el negativismo debe de estar totalmente alejado del pensamiento crítico para no sesgar la mirada a lo positivo que se está viviendo y poder seguir construyendo desde la realidad.

El 2 de mayo de 1997 murió a sus 75 años; días antes de su muerte, él mismo aún debatía sobre las nuevas perspectivas de la educación en el mundo.

Fuente de la Noticia:

Recordamos el natalicio del teórico de la educación Paulo Freire

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Contra la pedagogía del mal

Claudia Romero

Por estos días formas clásicas de adoctrinamiento y propaganda acechan a las escuelas. Los panfletos didácticos sobre la situación del joven Santiago Maldonado, el catecismo obligatorio en las escuelas públicas de la provincia de Salta y los candidatos políticos haciendo campaña en las aulas, son tres hechos que sacuden, por su simultaneidad y grosería, los cimientos de la educación pública.

Los cuadernillos diseñados por la central sindical docente formatearon el discurso a introducir en jardines de infantes, primarias y secundarias del país para convencer que Santiago Maldonado, presentado como adalid de los pueblos originarios, es víctima de una “desaparición forzada”; o sea que el Estado (y el Gobierno) no sólo sería responsable directo de su desaparición sino que además niega y obstruye la investigación de la Justicia.

El material escandaliza por la estética básica del lenguaje y por enarbolar la ética de la posverdad, aquella que con el fin de modelar la opinión pública apela a las emociones, las creencias personales y descarta los hechos. “Pedofilia intelectual” lo llamó el filósofo Tomás Abraham, abuso de menores que en las aulas son víctimas de adoctrinamiento.

¿Dónde está Santiago Maldonado? es una pregunta legítima, tan legítima como ¿Por qué está muerto Alberto Nisman? Estas y otras preguntas pueden y deben resonar en escuelas, plazas y en la mesa de cada casa. Son preguntas que vuelven desde el fondo de la historia; “el pueblo quiere saber de qué se trata”. El camino, en honor a la tremenda historia argentina y los aprendizajes que ofrece, no es silenciar las preguntas sino estimular la búsqueda de respuestas válidas, fundadas en evidencias. El segundo hecho es el debate en la Corte Suprema de la Nación sobre la educación religiosa obligatoria en escuelas primarias públicas de Salta. El juicio contra el gobierno de la provincia fue iniciado por la Asociación por los Derechos Civiles en representación de madres de alumnos no católicos y llegó a la Corte.

En esa provincia los niños son expuestos, en horas de clase, a rezar, bendecir la comida y escribir en sus cuadernos oraciones de alabanzas a Jesucristo y a su madre virgen. Presenciar estas semanas el Amicus Curiae, las exposiciones de terceros ajenos al litigio a favor y en contra de sostener la enseñanza dogmática en escuelas públicas, fue por momentos un viaje a la Edad Media en la solemnidad del palacio de tribunales. Frente a los cruzados que argumentaron el derecho a imponer la fe católica en las escuelas por ser mayoritaria en la provincia y por estar avalado por la Constitución Provincial, juristas como Marcelo Alegre y Roberto Gargarella, que ya habían reclamado sobre los riesgos de discriminación cuando en 2014 se derogó el principio de educación laica que sostenía la Ley 1420, recordaron la inconstitucionalidad de tales prácticas por violar los derechos de los niños y adolescentes a la libertad de conciencia. Ahora la Corte deberá decidir si la educación pública ha de continuar siendo pública.

El tercer hecho, no por habitual, deja de ser grave. En una escuela primaria de Berisso, provincia de Buenos Aires, un candidato político que, como agravante, acaba de dejar su cargo de Ministro de Educación de la Nación, se mete en un aula en horas de clase para hacer campaña y documenta el hecho con desparpajo con la foto obscena, sonriente entre los alumnos.

La escuela debe enseñar conocimientos fundamentados garantizando un clima democrático y pluralista. Su función es socializar mediantes saberes legitimados públicamente, sin discriminación de los sujetos, sin dogmatismos en la elección de los objetos, sin autoritarismos en los métodos. Eso es lo que la distingue de una secta, de una iglesia o de un partido político.

La legitimación política, epistemológica y profesional del currículum escolar, es decir aquello que es legítimo enseñar en la escuela, depende al menos de tres criterios.

Primero de la coherencia normativa, es decir el respeto a la Constitución Nacional y a las leyes, segundo de la consistencia racional, es decir su apego al conocimiento basado en evidencias y los procedimientos de su construcción y argumentaciones para justificarlos y tercero de su especificación pedagógica, es decir la adecuación a las necesidades y posibilidades de aprendizaje. Lo que no es legítimo y más aún, lo que destruye el carácter público de los saberes que circulan en la escuela es distribuir información falsa, imponer dogmas o hacer propaganda de cualquier tipo y color, o sea practicar la “pedagogía del mal”.

La buena noticia es que para cada uno de estos hechos hubo alguna reacción social de protección a la escuela contra la “pedagogía del mal”. Habrá que fortalecer los reflejos ciudadanos para sostener el cuidado de las escuelas, porque cada una de ellas es un tesoro de la democracia.

Claudia Romero es Directora del Area de Educación de la Universidad Torcuato Di Tella

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