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México: Niñas, niños y docentes vuelven a las aulas

Por:  Selene Kareli Zepeda Pioquinto

El pasado 30 de agosto se inauguró el ciclo escolar 2021-2022, miles de niñas y niños volvieron a clases de manera presencial en México. Sin embargo, este regreso ha sido variado dependiendo la entidad. El mandatario Andrés Manuel López Obrador, señaló que, en medio de la pandemia, sería un regreso voluntario donde la decisión final recaería en los tutores de los estudiantes. A una semana de la vuelta a las aulas, varios fenómenos han acontecido; por ejemplo, las y los alumnos no asisten todos los días a clase. Se han dividido por días para no saturar los espacios escolares, dando un promedio de 4 a 8 niños por salón al día. No obstante, las y los docentes sí tienen que acudir toda la semana a cubrir sus grupos, donde ―aunque se dijo que ellos ya no darían clases virtuales ni a distancia― muchos no se han desentendido de su labor docente ni de su compromiso social ante la decisión de aquellos padres y madres de familia quienes optaron por sí inscribir al siguiente ciclo escolar a sus hijos, más no por llevarlos de manera presencial.

Por una parte, un gran número de profesores en responsabilidad con su labor procuran continuar con el cuidado y seguimiento de los estudiantes, pues ha sido evidente la deserción escolar a raíz de la propagación del Covid-19; siendo así, obligación del Estado, garantizar la cobertura y permanencia de todo aquel inscrito en la educación obligatoria. De tal manera, es deber de ese mismo Estado, velar por sus docentes. Por muchos años se ha romantizado la vocación docente, sin embargo, la dignificación magisterial ―promesa del actual gobierno― se vuelve urgente.

Se pide a las y los maestros que resuelvan todo con escasos recursos, son ellos, junto con la comunidad escolar, quienes muchas veces dan mantenimiento a los centros educativos. ¿Dónde queda la asignación presupuestaria para este rubro? Volver a clases presenciales se volvía inminente y sucedió, pero ¿la salud física y mental de los docentes es considerada en este proceso? La planeación de la vuelta a las aulas tuvo que ser concebida como un conjunto de hechos que se intersecan; pues cuando se habla de la escolarización no se refiere únicamente a un hecho aislado. Somos un tejido, que, para funcionar bien en un rubro, se deben procurar aquellos otros con los que se entrelazan, en este caso: trabajo, salud física, salud mental, educación.

Las acciones para atender las necesidades más urgentes en educación han quedado faltas de planeación ante la gran diversidad que se vive en México. Asimismo, pareciera que se pierde de vista que la pandemia no sólo agravó los problemas de salud, sino también las desigualdades sociales, así como las brechas de acceso al sistema educativo, y como se dijo anteriormente, esta problemática debe verse en conjunto y por piezas para poder atender de raíz, y no sólo dar propuestas remediales que atienden la superficie, pero no la profundidad de la problemática.

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Costa Rica: Jiménez: Todas las alarmas de emergencia de nuestro sistema educativo están encendidas

El diputado liberacionista Wagner Jiménez se refirió al octavo informe del Estado de la Educación.

Jiménez recalcó que «todas las alarmas de emergencia de nuestro sistema educativo están encendidas y no hay respuestas efectivas ni de los jerarcas ni de las instituciones».

Además, el legislador hizo «un llamado urgente a la acción».

«No exagero cuando señalo que está en juego el futuro de los niños, de los jóvenes y del país», concluyó

Fuente: https://www.elmundo.cr/costa-rica/jimenez-todas-las-alarmas-de-emergencia-de-nuestro-sistema-educativo-estan-encendidas/

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La educación como peligro

Por: José García Sánchez

Tan criminal es dejar a los ciudadanos sin vacunas como dejarlos sin educación. La derecha ha mostrado una serie de medidas que no solo evidencian que quieren llegar al poder como fin en sí mismo sino que muestran complicidad con los intereses de las poderosas minorías del mundo.

La ola amenazante de una mutación del Covid 19 generó terror por la difusión que los intereses de las empresas farmacéuticas transnacionales impusieron a través de los medios de información, cuyos propietarios suelen tener nexos empresariales con las farmacéuticas.

En México la derecha se convirtió en vocera de las empresas farmacéuticas, primero presionando para que los niños mexicanos sean vacunados cuando en ningún país del mundo se autoriza dicha inmunización para menores de 12 años. Ahora es la crítica por las clases presenciales, a pesar de que fueron los primeros en cuestionar las deficiencias de la educación a distancia.

Históricamente la derecha es enemiga de la educación, su propia preparación pragmática lo comprueba. Basta con recordar que Hitler y Pinochet quemaron libros como si fueran bombones. Bolsonaro está a punto de hacer lo mismo.

Así, la derecha mexicana, y seguramente otras más, matan dos pájaros de un tiro: uno, critican al gobierno con temas sensibles como la salud y la niñez, y, dos, favorecen los intereses de los dueños de la salud y de la enfermedad en el mundo, práctica que no hacen gratuitamente.

Las empresas farmacéuticas salvaron al mundo, pero también su salud financiera que quieren seguir fortaleciendo con pandemias híbridas, donde el temor mueve al consumo masivos de nuevas vacunas ya en preparación.

Para los laboratorios farmacéuticos, transnacionales en su gran mayoría, lo mejor es que la pandemia dure eternamente, de ahí que en América anuncia que en Sudáfrica un médico descubrió una variante del coronavirus, y en Sudáfrica difunden que en América un especialista descubrió una variante del Covid. El caso es que los gobiernos, sigan comprando medicamentos y la gente temiendo contagiarse.

Este panorama es oro molido para la derecha en México y en otros países que requiere que la educación simplemente no exista. Tenemos el claro ejemplo del excandidato presidencial, Ricardo Anaya Cortés, quien dijo estar muy preocupado por el riesgo de contagio de los estudiantes. Y en cuestión de horas Marko Cortés, líder nacional del PAN, subió en Twitter una foto de él, llevando a sus dos hijos a la escuela.

Anaya asegura que las medidas del gobierno mexicano son “chafas” y que no alcanza para justificar el retorno a los salones de clase. Pero en las escuelas particulares el propio líder nacional del PAN lleva personalmente sus hijos a la escuela. Como si fueran distintas ante la pandemia. No podemos entender que sólo las particulares garantizan la protección de los estudiantes, en este caso habría mexicanos de primera y de segunda y esto viniendo de líderes de un partido político resulta antidemocrático racista, segregacionista, discriminador y repulsivo.

Por otra parte, sabemos que la pandemia que afectó la economía de todo el mundo benefició a las grandes empresas fabricantes de la vacuna y los medicamentos para contraatacar al Covid 19.

En México, según los datos de la Secretaría de Hacienda, es el triple de lo que el Gobierno de México gasta en el pago de pensiones anualmente, valorado en 1 billón de pesos mexicanos. Lo recaudado por las empresas es cuatro veces mayor que los 660.000.000.000 de pesos presupuestados para el sector sanitario este 2021.

Por su parte, Johnson & Johnson, tiene un valor bursátil de 436.477.000.000 de dólares, un 10 por ciento más que los 384.272.000.000 registrados hasta antes de comenzar la crisis sanitaria. Esta farmacéutica abrió en 2021 con un nivel de 422.000.000.000 de dólares.

Pfizer, tiene un valor de 217.000.000.000 de dólares previo al brote de la pandemia, que alcanzó un pico a finales del año pasado de 235.000.000.000 y bajó a 206.000.000.000 en enero de 2021.

Este panorama también anuncia el próximo fin de las ganancias exorbitantes, por lo que nada pierden con invertir en los medios el temor a nuevas variantes del Covid 19 y a mutaciones que producen los ya vacunados que vuelven a contagiarse.

La derecha se acomide a ser difusores de los intereses de los laboratorios farmacéuticos y se erigen paladines de la salud cuando detrás de todo esto hay un gran negocio. Aprovechan el temor al contagio de una cepa nueva, que bien podría ser imaginaria, para que la población permanezca ignorante y la escuela sea una opción y no un derecho. Es decir, la educación como una mercancía al alcance para una minoría privilegiada, el resto que asistan, bajo su riego. El derecho a la educación como un peligro para quien lo ejerce.

Fuente: https://rebelion.org/la-educacion-como-peligro/

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Entrevista a José E. Muratti Toro, escritor, docente e investigador puertorriqueño: “He buscado un balance entre escribir sobre nuestro pasado lejano y cercano mediante una narrativa que integre la ficción a los hechos históricos”

José E. Muratti Toro (Mayagüez, Puerto Rico) es historiador, docente e investigador, adscrito a la Universidad Carlos Albizu. Además, es ensayista, poeta, novelista, traductor, documentalista cinematográfico, productor y autor teatral. Muratti Toro ostenta un grado de Bachillerato en Humanidades de la Universidad de Puerto Rico (B.A.), una Maestría en Educación (M.Ed.) de CUNY, realizada en su Centro de Estudios Graduados. Realizó estudios doctorales en Sociología en SUNY-Stony Brook, y en Historia de Puerto Rico y el Caribe (Ph.D., 2017) en el Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe. Muratti Toro fue miembro de la Junta de Directores de la Asociación de Industriales y presidió el P.E.N. de Puerto Rico Internacional. José es autor de, entre otros trabajos creativos: La víbora del desierto de Kavir y otros cuentos (Cuentos, 2012), En la punta de los dedos (Poemario, 2013), Utopías descifradas (Poemario, 2014), La ruta de la seda… de tu piel (Poemario, 2015) y Mensajeros de los Dioses (Novela, 2017).Muratti Toro ha respondido a mis preguntas, y todas sus respuestas son para compartirles con vosotros.

– Wilkins Román Samot (WRS, en adelante) – En el 2020 se publicó El Caribe en la Guerra de Independencia de los Estados Unidos. Es el primer volumen de una obra que contiene un segundo volumen titulado Historiografía, historicismo y rescate de lo invisible: Reflexiones sobre el acercamiento teórico al Caribe en la Guerra de Independencia de los Estados Unidos. ¿De qué trató o tratas en estos dos volúmenes de trabajo investigativo? ¿Cómo surgió la oportunidad de trabajarle?

– José E. Muratti Toro (JEMT, en adelante) – En primer lugar, muchas gracias por la entrevista. El texto de referencia es la adaptación para libro de mi tesis doctoral del mismo título (Volumen I) para el Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe. El segundo tomo recoge mis reflexiones sobre el Historicismo como teoría de acercamiento a dos autores contemporáneos entre sí que escribieron sobre el Caribe en el contexto histórico de la Revolución de las Trece Colonias. El último libro de Barbara Tuchman, ganadora de dos Pulitzers, se titula The First Salute, y trata sobre la primera vez que una nave de guerra, con la nueva bandera de las Trece Colonias, recibió un saludo oficial en el puerto de Sint Eustatius, una colonia holandesa entre Anguila y St. Kitts. Esta servía de puerto de contrabando para los imperios europeos con colonias en el Caribe. El saludo le confirió a las colonias en rebelión, el estatus de nación entre naciones con presencia en el Caribe.

El historiador cubano Herminio Portell Vilá publicó Historia de Cuba en sus relaciones con los Estados Unidos y España, Tomo I en 1938, y Los otros extranjeros en la Revolución Norteamericana, en 1978. En ambos libros, Portell pormenoriza la relación de las Trece Colonias con España y el Caribe previo a la Revolución y relata el rol que jugaron ambas en la Guerra de Independencia. A pesar de que Portell emigró a Florida tras la Revolución Cubana y su biblioteca fue destruida por los milicianos, en los documentos que pudo retener y publicaciones posteriores, el historiador denunció la invisibilización del Caribe y España en dicha guerra por parte de los historiadores y agencias gubernamentales estadounidenses.

Mi acercamiento a estos hechos históricos fue el tema de disertación sugerido por mi director de tesis, el Dr. Jorge Rodríguez Beruff. El mismo pretendió demostrar lo denunciado por Portell mediante un análisis del historicismo como marco teórico que asigna un (o el) significado de los eventos de acuerdo al lugar y momento histórico en que tienen lugar. La historia narrada (o documentada por cada una de las sociedades en conflicto), las corrientes filosóficas que influyen en las ideologías de los protagonistas de dichos eventos, las condiciones económicas, políticas y militares que dan paso a las acciones por dichos protagonistas, y el significado que tienen dichas acciones en el continuo de la historia, permiten entender tanto por qué ocurrieron dichos acontecimientos y no otros, así como el rol que habrían de jugar en el recuento sobre el pasado de cada sociedad o nación. En el contexto de dicho análisis, el historicismo confronta el positivismo de uno de sus principales exponentes, Leopold von Ranke. Su aserción al efecto de que la historia es “lo que realmente ocurrió“ domina la narrativa de Barbara Tuchman para describir los hechos históricos, sin tomar en consideración los aspectos ideológicos, económicos y contextuales que influyeron en los acontecimientos que tuvieron lugar. Portell, por su parte, adoptó una posición que podríamos catalogar de ideológica de confrontar la actitud imperialista de los Estados Unidos al relatar su historia, a pesar de que abrazó el rol histórico de la potencia norteamericana frente a la Revolución Cubana, que él prefirió rechazar y lo llevó a exiliarse precisamente en los Estados Unidos.

El segundo volumen, Reflexiones sobre el acercamiento teórico al Caribe en la Guerra de Independencia de los Estados Unidos, contrasta las corrientes teóricas basadas en los planteamientos filosóficos de Giambattista Vico, Friedrich Hegel, Georges Lefebvre, R.G. Collingwood y Walter Benjamin, y pretenden insertar los roles de la ideología, y el discurso (inevitablemente ideológico) elaborado por Michel Foucault, en la reconstrucción del pasado desde la perspectiva moderna. Este tomo también referencia el rol de la literatura en la narrativa histórica, sin entrar en el determinismo que cataloga la historia como una disciplina de la literatura, según ha planteado el posmodernismo.

– WRS – ¿Qué relación tiene su trabajo creativo-investigativo previo a El Caribe en la Guerra de Independencia de los Estados Unidos y vuestro trabajo creativo-investigativo posterior? ¿Cómo lo hilvana con su experiencia de puertorriqueño y su memoria personal o no de/ con lo caribeño o no dentro de Puerto Rico y Estados Unidos?

– JEMT – Uno de los efectos que ha tenido esta investigación en mi rol como investigador, docente y ensayista, es mi disposición a distanciarme de ciertos cánones ideológicos al momento de mirar hacia el pasado, así como a los acontecimientos presentes, comprensibles en gran medida, por la forma en que han sido influenciados por las ideologías. El uso del materialismo-histórico como herramienta para comprender el pasado resulta ineludible e indispensable para deconstruir el actual sistema-mundo, así bautizado por Immanuel Wallerstein, como normalizador de una ideología más prevalente y determinante que la tradicional dicotomía socialismo/capitalismo y derecha/izquierda.

Las democracias liberales del sistema-mundo occidental se apropiaron de una serie de iniciativas consideradas “socialistas” por sus opositores cuando fueron introducidas y posteriormente establecidas. A la vez que países socialistas como China y Vietnam han adoptado modelos de producción capitalista para complementar su control de los bienes de producción por parte del estado. En este contexto internacional cobra pertinencia el planteamiento de Max Weber sobre el rol del carisma como catalizador y, en algunos casos, detonante de los movimientos que determinan quién llega a ostentar el poder, con sus efectos usualmente nefastos para su sociedad o nación. Algunos ejemplos de la aspiración y obtención del poder por el poder mismo, partiendo y ejerciendo el poder desde la personalidad y el carisma, van desde Julio César, Genghis Khan y Pedro I de Brasil, hasta Mussolini, Hitler y Trump, a pesar de la lascivia por el vil metal de este último.

Desde esta perspectiva mi acercamiento a la realidad puertorriqueña como nación caribeña frente a su relación con los Estados Unidos, es fundamentalmente materialista-histórica pero, a la vez, crítica de la ausencia de una definición operacional de la soberanía y la indispensable auto-sustentabilidad de las fuerzas que combaten la relación colonial de nuestras islas-naciones del Caribe con el imperio estadounidense. La aparente inhabilidad de nuestras sociedades y naciones de defender nuestros propios intereses y los de nuestros ciudadanos, obedecen en gran medida a la dependencia que fomenta el colonialismo y las consecuentes luchas fratricidas que impiden un desafío amplio y coherente ante el poder imperial. De igual forma, resulta ineludible reconocer que aún cuando se tiene plena consciencia del dominio mediante los mercados de la opinión y la política pública, incluso durante una etapa poscolonial, resulta sumamente difícil descolonizar la conceptualización del desarrollo y el crecimiento, para idear y formular procesos conducentes a la autosuficiencia.

Desde el punto de vista de escritor, me provoca escribir ficción que revele o desenmascare las contradicciones de nuestros conceptos de libertad condicionada, sin depender de tratados y ensayos historiográficos reservados para la academia que no le resultan pertinentes a una sociedad incrementalmente subyugada a las comunicaciones mediáticas enfocadas en el mercadeo y el consumo.

– WRS – Si compara vuestro crecimiento y madurez como persona, docente, investigador y escritor con su época actual en Puerto Rico, ¿qué diferencias observas en vuestro trabajo creativo-investigativo? ¿Cómo ha madurado su obra? ¿Cómo has madurado?

– JEMT – Un poco como extensión de mi respuesta a la pregunta anterior, considero que mi madurez como persona, docente, investigador y escritor me ha distanciado bastante de las corrientes de análisis crítico de nuestra realidad política y económica, y de las vertientes ideológicas que delimitaron el discurso anticolonial de mediados de los siglos XIX y XX. He llegado a la conclusión, lo cual me ha ganado enemigos y detractores, de que de la misma forma que el sistema-mundo se ha reinventado para neutralizar, cooptar y deslegitimar muchas de las exigencias de justicia social de nuestra condición colonial y de marginación económica, quienes aspiramos a transformar dicho sistema necesitamos reinventarnos en nuestros planteamientos y alternativas para un futuro alterno. No es posible hablar de desarrollo económico sustentable sin hablar de empresarismo y, por lo tanto, de propiedad privada, en cuyo caso necesitamos reconstituir el estado, paradójicamente, en armonía con políticas tales como “El Nuevo Trato” de Franklin Delano Roosevelt, que establecieron procesos, sistemas y agencias para reducir, aunque si pretender eliminar, la disparidad de recursos y la injusticia social.

Necesitamos pactar con el sector privado qué tipo de desarrollo económico queremos y podemos establecer en un estado soberano que resulte provechoso para ambas partes. Esto implica que ambas partes necesariamente tendrían que ceder parte de sus prerrogativas y expectativas de desarrollo y crecimiento. De igual forma, me parece indispensable realizar un nuevo tipo de educación política que combata el tribalismo entre quienes aspiramos a una sociedad y futuro post neoliberal, de suerte que podamos vencer en primer lugar la lucha fratricida de quienes aspiramos a ese futuro alterno para poder vencer al poder económico y político que ha fomentado y se ha lucrado de la corrupción durante los pasados siglos, para crear una sociedad equitativa y justa.

En cuanto a mi obra, podemos decir que mis artículos y ensayos de fondo, pretenden plantear estas alternativas como punto de partida para un diálogo desamarrado de preconcepciones metodológicas de lucha aunque sin renunciar a sus lecciones. En el contexto literario, he buscado un balance entre escribir sobre nuestro pasado lejano y cercano mediante una narrativa que integre la ficción a los hechos históricos, y escribir sobre experiencias humanas que no pertenecen necesariamente a nuestra realidad inmediata de Puerto Rico o el Caribe, sino a que podrían ocurrir en gran parte del planeta, con sus obvias salvaguardas culturales.

– WRS – José, ¿cómo visualizas vuestro trabajo creativo-investigativo con el de su núcleo generacional de docentes, investigadores y estudiantes con los que comparte o ha compartido en Puerto Rico, Estados Unidos y fuera? ¿Cómo ha integrado vuestro trabajo creativo-investigativo a su quehacer de docente e investigador y vuestro trabajo escrito de interés y cruce entre Puerto Rico, Estados Unidos, América Latina y el Caribe?

– JEMT – Observo dos tendencias entre docentes e investigadores contemporáneos. Hay un renovado entusiasmo por investigar el pasado, inmediato y pre-moderno o antiguo, e incluso revisitar conceptos y preceptos establecidos por la historiografía y las ciencias políticas del siglo XIX y XX. Esta nueva mirada, a mi entender, pretende tanto comenzar a descartar parte de ellos, sobre todo por sus justificaciones posmodernas fuertemente vinculadas al neoliberalismo, como con la inclinación a aflojarse un poco el cuello de la camisa de corte materialista histórico. Vemos nuevos ensayos y artículos sobre los clásicos que, un poco como el acercamiento lúdico de Sartre y Beauvoir, identifican y reconocen sus inconsistencias sin necesariamente descartar sus aciertos.

Esta actitud viene acompañada de un nuevo secularismo que le remueve la aureola y la sotana a los pensadores de los pasados dos siglos que jurábamos habían “dado en el clavo”, definido lo que se debía saber y, sobre todo, acuñado un canon del cual no era posible distanciarse sin correr el peligro de la excomunión académica e ideológica. Sin renunciar al reconocimiento del materialismo como motor de gran parte de la actividad humana, y sin caer en los positivismos y la micro-historiografía que desvirtúa causas y efectos a nivel nacional y transnacional, muchos ensayistas procuran entender hasta qué punto todavía las corrientes de pensamiento actuales siguen siendo influenciadas por credos, religiosos y seculares, y cuestionamientos filosóficos sobre una nueva exploración del ser en la era del materialismo y el consumismo epidémicos. Simultáneamente, se examina de forma crítica la insuficiencia de las herramientas que han promovido diversas corrientes ideológicas para sustentar proyecciones futuras en el plano conceptual, sobre todo si se someten al análisis riguroso de una praxis documentada, cuantificada y privilegiada como indicador fiable del desarrollo humano, económico y político, en lo prospectivo.

En cuanto a los estudiantes, tengo limitado acceso a estudiantes graduados pero a nivel de escuela superior y bachillerato, parecería que el ejercicio de la razón ha sido sustituido por el ejercicio de la medición de resultados, sobre todo los que han sido propiciados por el estado y el sector privado para favorecer el empleo y el empresarismo. No son pocos los colegas que enseñan a nivel subgraduado que batallan cada día no solo la carencia de datos e información que tal vez una generación atrás parecía incomprensible, sino la falta de curiosidad, el desinterés y la pereza por obtener un conocimiento medular incluso para las ocupaciones y profesiones a que aspiran con demasiado frecuencia como futura fuente de ingresos y no como oficio o profesión en los cuales invertir sus talentos.

Hay un tercer elemento que me parece vale la pena contemplar: el estado de anomie, acuñado por el sociólogo francés Emile Durkheim, que sufre la sociedad moderna. Más que una “ausencia de normas” como la definió la sociología tradicional, cada vez más estamos sufriendo como sociedades, como raza humana, un desajuste (dérèglement) colectivo e individual. Cada vez más las reglas que guiaban la conducta de diversos sectores se han ido flexibilizando, descartando por imprácticas o demasiado costosas, o sustituyendo por otras que obedecen a las demandas de los mercados tanto ocupacionales como de producción. Este desajuste nos ha atomizado y continuamente nos desvincula de nuestras raíces y comunidades hasta el punto de no tener un sentido de pertenencia robusto a nada que no sea nuestras individuales insuficiencias y búsqueda de gratificaciones. Esta anomie multiplica la angustia existencial que se asociaba con el cambio de siglo del XIX al XX, solo que en el presente la auto-enajenación mediante licores y drogas, se “complementa” con la dependencia psicológica del consumo y de unas plataformas de comunicación que, paradójicamente, nos distancian aún más de nuestros pares y otros significativos. A esto es necesario añadir la “universalización” y “legitimación” de la corrupción que ha convertido las reglas en escollos, en obstáculos de movilidad social y en trampas que atentan contra la libertad de acción individual que desemboca en una criminalidad sancionada, ignorada o sujeta a las probabilidades del azar y, con frecuencia, exacerba la angustia de la soledad compartida.

– WRS – Ha logrado mantener una línea de creación-investigación enfocada en Estados Unidos y sus relaciones con Puerto Rico, América Latina y el Caribe en y desde Puerto Rico y Estados Unidos. ¿Cómo concibes la recepción a vuestro trabajo creativo-investigativo dentro de Puerto Rico y fuera, y la de sus pares?

– JEMT – En el contexto de la vorágine política que han estado experimentando los Estados Unidos y Puerto Rico, he concentrado mis ensayos, artículos y comentarios en-línea, en los Estados Unidos por dos razones primordiales. Hay mucha gente mucho más conocedora que yo de nuestros procesos políticos que constantemente publican y no me parece sensato invertir tiempo en un terreno que otros ya dominan y reseñan magníficamente.

En el caso de la situación actual de los Estados Unidos, me parece importante estudiarla, analizarla y reseñarla, en parte porque mi tema de tesis me llevó a explorar muchas de las raíces de las desigualdades e injusticias que han desembocado tanto en la elección del anterior presidente, como de las condiciones que prevalecen en la nación. Pero también en parte porque los acontecimientos allá pueden tener mitigantes o catastróficos efectos acá, tanto en momentos de crisis como de cara a la relación futura de la isla con la metrópolis.

Un segundo término de Donald Trump podría haber tenido serias repercusiones dada su abierta hostilidad y prejuicio contra la isla y los puertorriqueños. De igual forma, un primer término de Joe Biden, podría dar paso al planteamiento de que la mejor o única forma de brindar “reparaciones” o compensación a la isla por 122 años de colonia, sería la estadidad que, al menos la mitad de los boricuas y la mitad de los estadounidenses, rechazarían. Por otro lado, las medidas para mitigar los efectos del Covid destinadas a Puerto Rico bajo la actual administración se anticipa no encontrarán los escollos que se confrontaron durante el pasado cuatrienio.

Pero hay una tercera razón. Además del resentimiento que tiene un segmento tal vez minoritario, pero no por eso menos significativo por la invasión y colonización de la isla por los Estados Unidos, a un sector significativo le provoca indignación su intervención directa e indirecta en todos los países de la América Latina y muchos otros por todo el mundo. Dicho esto, resulta innegable reconocer que, para gran parte de los países del planeta, los Estados Unidos representan un ejemplo de un sistema en el que supuestamente imperan las leyes y no los políticos, algo que Trump estuvo a punto de destruir. La “estatura moral” con que los Estados Unidos han combatido las dictaduras que amenazan sus intereses comerciales y militares, le han creado la impresión a gran parte de las poblaciones de dichos países que los Estados Unidos es el paraíso de libertad y democracia de que se ufana. Claro, si uno vive en una choza en Somalia, Honduras o Syria, o bajo un régimen militar o protofascista como el de Filipinas, Turquía o Egipto, la posibilidad de que una mujer somalí pueda ser electa al Congreso de los Estados Unidos o de que una hija de inmigrantes de Jamaica y la India, pueda llegar a la vicepresidencia, convierte en superficiales o irrelevantes todas las desigualdades, prejuicios y marginaciones de las minorías en los Estados Unidos. Millones de inmigrantes, aun los que provienen de los más empobrecidos países latinoamericanos, africanos o asiáticos, obtienen hogar, trabajo o establecen pequeños negocios, envían sus niñas a la escuela y, los más educados, logran acceso a prestigiosas universidades, remunerables profesiones y hasta un megáfono lo suficientemente resonante para denunciar injusticias.

Los Estados Unidos es un experimento de amplias aspiraciones y contradicciones. Las iluminadas palabras (tanto en el sentido de la transformación filosófica y política del medioevo a la modernidad como en las innegablemente justas aspiraciones de equidad y justicia de sus fundadores), que han servido de faro para el mundo dos cientos treinta y siete años después de la ratificación de su Constitución, han sido desvirtuadas, maculadas, traicionadas, tanto por su aferramiento a la esclavitud y la servidumbre como únicas formas de vida para las poblaciones no-blancas, como por su falta de escrúpulos al momento de socavar, sabotear y derrocar gobiernos, democráticos y totalitarios, por todo el mundo, para servir las exigencias de sus corporaciones y sus mercados. Ni Satanás, ni la Madre Teresa.

Ante la posibilidad de que se invalidara el discurso de los Estados Unidos a favor de la democracia liberal que ha librado del fascismo y el totalitarismo a tantos países, pero que ha mantenido a la mayoría de sus ciudadanos sujetos a la voluntad de las clases dominantes y sus intereses económicos, gran parte del mundo contuvo la respiración ante lo que sería la mayor amenaza contra la humanidad en su historia (tal vez con la excepción de la de Genghis Khan y Adolph Hitler): el fascista Donald Trump con el poder del Pentágono para imponer sus caprichos cualquier mañana, cualquier tarde, cualquier noche.

¿Qué sería de Puerto Rico bajo su poder absoluto? Desafortunadamente, y como demostraron los miembros del Partido Nuevo Progresista y tantos hispanos y boricua-descendientes desde Florida hasta la novia de Donald Trump, Jr. en California, demasiados puertorriqueños no se percataron o prefirieron ignorar la amenaza que representó Trump, no solo para los Estados Unidos sino para el resto del mundo. Ante esa apatía o ignorante endoso, me ha parecido pertinente documentar y detallar las formas y procesos en que el expresidente representaba un peligro para todo el planeta.

– WRS – Sé que vos es de Puerto Rico. ¿Se considera un historiador puertorriqueño o no? O, más bien, un historiador caribeño, sea este puertorriqueño o no. ¿Por qué? José Luis González se sentía ser un universitario mexicano. ¿Cómo se siente vos?

– JEMT – Soy historiador puertorriqueño primero y caribeño después. Recientemente, mi tesis fue tema de discusión en la XX Jornada del Libro Caribeño de la Asociación Mexicana de Estudios Caribeños, y anticipo participar en las próximas Conferencias de la Sociedad de Estudios Caribeños y la Conferencia de Historiadores del Caribe. Sin embargo, aspiro a ampliar y profundizar en los temas de investigación sobre el Caribe que, con honradísimas excepciones, no conforman un área de investigación tan amplia como nuestro rol amerita en la trayectoria del Caribe como puente colonial y fuente de financiamiento de las metrópolis europeas y estadounidense.

– WRS – ¿Cómo integra vuestra identidad étnica y de género, y su ideología política con o en vuestro trabajo creativo-investigativo y su formación en Puerto Rico y Estados Unidos?

– JEMT – Esta pregunta resulta sumamente compleja. Comienzo por lo más sencillo. Desde el punto de género, soy un hombre puertorriqueño identificado con el feminismo y militante en favor de los derechos de la mujer así como de la comunidad LBGQI+. El concepto étnico es complicado. Soy lo que la hegemonía blanca llama un “mulato”, lo cual se traduce en una reservada aceptación entre la élite blanca puertorriqueña y una marcada suspicacia entre su versión estadounidense y de gran parte de Europa. Me identifico como negro en el Censo, pero reconozco que a muchos de mis pares, familiares y amistades negras, les parece una parejería de mi parte pues no me consideran como tal. El limbo es de los mestizos. Para mí, obviamente, la mirada a ambas características de mis compatriotas está matizada por mi auto-percepción y experiencia percibiendo y acotando las reacciones y actitudes de quienes han discriminado en contra de quienes lucen como yo, abierta o solapadamente durante 50 años.

El asunto “ideológico-político” es más complejo aún. Soy independentista. Dicho esto, mi análisis “ideológico” de nuestra condición colonial no está exenta de confligir con algunas de las aspiraciones de muchos independentistas y algunos soberanistas para con un Puerto Rico soberano. Creo que las herramientas de análisis tradicionales desde la perspectiva de mi generación y los colectivos que promueven la independencia siguen siendo indispensables para entender nuestra realidad presente pero necesitan evolucionar para idear, concebir y, sobre todo, proponer un futuro alterno que no deberá estar alineado con ninguno de los dos polos representados por la Guerra Fría en su versión del tercer milenio.

La condición colonial puertorriqueña prácticamente imposibilita una transición hacia un sistema exento de la propiedad privada, de la misma forma que carece de las condiciones para abrazar proyectos de gobierno centralizado que provocarían terror a la pobreza y el autoritarismo que la inmensa mayoría de nuestra población asocia con el socialismo. Entonces, si bien la libertad política representa un estado ideal anclado en los conceptos de identidad, dignidad y autosuficiencia, una significativa mayoría de nuestro pueblo está dispuesta a sacrificar dicha libertad a cambio de unos escalonados niveles de seguridad económica sujetos a ingresos y a las posibilidades de obtenerlos o aumentarlos. Este es un tema que me fascina y sobre el cual he comenzado a investigar para compartir reflexiones que inviten al diálogo.

Las libertades asociadas con la democracia y los derechos civiles que esta suele cobijar: libertad de palabra, de asociación, de culto, de prensa, de reclamación por daños incurridos por parte del estado, todas contenidas en la Primera Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos, y compartidas por la mayoría de las democracias liberales, no se ven como aseguradas en algunos de los estados que combaten la hegemonía del sistema-mundo capitalista en el hemisferio y el mundo. La ausencia de garantía de estas libertades en Cuba, Nicaragua y Venezuela, por ejemplo, atestiguadas por millones de detractores de estos sistemas, ejerce una enorme presión sobre el grueso de la población. Incluso, esta ha redundado en el apoyo de grandes sectores de nicaragüenses, venezolanos y cubanos a un proto-fascista como Trump. Y no se trata de que Trump sería capaz o tendría el interés de mejorar las condiciones de vida de estos expatriados, sino porque lo ven como el antídoto a las condiciones de las que huyeron en sus propios países. El análisis de cuánto los Estados Unidos, Trump y el sistema estadounidense han contribuido a crear las condiciones de desigualdad prevalentes en todos ellos, no atraviesa la coraza de temor y rechazo que influye en una opinión pública constantemente avasallada por la seducción y la unidimensionalidad de mercado de producción y consumo.

En este contexto, la respuesta ideológica al colonialismo necesita denunciar y renunciar el neoliberalismo a la vez que abraza el robustecimiento de un empresarismo predominantemente nativo que contrapese el dominio y la dependencia del capital extranjero y los estilos de vida que este alimenta. Ese desafío no forma parte de un diálogo nacional hacia la soberanía como al parecer atestiguan las pasadas elecciones y tantas otras desde mediados del siglo pasado.

– WRS – ¿Cómo se integra vuestro trabajo creativo-investigativo a su experiencia de vida tras su paso por la Universidad de Puerto Rico? ¿Cómo integras esas experiencias de vida en su propio quehacer de docente, investigador y escritor en Puerto Rico hoy?

– JEMT – Haber estudiado en la Universidad de Puerto Rico me formó como ser humano y me proveyó la oportunidad para insertarme en el ejercicio de mirarnos por dentro como sociedad y explorar el resto del planeta desde las perspectivas económicas, políticas, religiosas, literarias y artísticas, sociológicas e históricas. Los principios de la “revolución pacífica” de los 60 del pasado siglo, influenciaron mis posiciones ante el sistema-mundo, ante la hegemonía blanca, masculina y religiosa de occidente, y me familiarizaron con los pensadores y escritores que han influenciado mis perspectivas, dudas y conclusiones sobre el pasado y el futuro. Así que, en cierto modo, resultaría imposible comprender mi visión de mundo sin la “iupi”, sin el 1968, sin el concierto de Joan Manuel Serrat en el teatro del Recinto de Rio Piedras en el 1971, sin el 11 de marzo y la muerte de Antonia Martínez en dicho recinto, sin los macanazos en el cuartel de Rio Piedras, los arrestos, y la migración forzada por la persecución del independentismo posterior a estos eventos.

He incluido parte de estas experiencias en algunos de mis cuentos de mi primer libro de relatos “La víbora del desierto de Kavir y otros cuentos” de 2014, y tengo una novela en ciernes que se nutrirá de muchas de esas memorias.

– WRS – ¿Qué diferencia observas, al transcurrir del tiempo, con la recepción del público a vuestro trabajo creativo-investigativo y a la temática del mismo? ¿Cómo ha variado?

– JEMT – Diría que a medida que he pulido el oficio, y gracias a tantos maestros como Luis López Nieves, Emilio del Carril, Ángela López Borrero, Ana Luisa Sierra, Mario Cancel Sepúlveda, Jaime Rodríguez Cancel, Jorge Rodríguez Beruff, Rubis Marilia Camacho, lo que escribo objetivamente ha mejorado lo suficiente para que editoriales como Isla Negra y las Revistas del ICP, Quadrivium, Medium y L’Espill, rotativos como 80 GradosEl Nuevo Día y El Post Antillano, me hayan honrado con sus publicaciones.

He intentado mantener un balance entre mi trabajo creativo, y mis ensayos y artículos periodísticos sobre temas contemporáneos. Me gustaría alcanzar el nivel de proficiencia en la redacción historiográfica de una Barbara Tuchman o el periodístico de un Chris Hedges que logran fundir contenido con un estilo narrativo que invita al lector a pasar a la próxima página y leer hasta el final, como dijo Tuchman. Por otro lado, la imperiosa necesidad de documentar las fuentes de reflexiones historiográficas y periodísticas sirve en cierta medida de taller para la narrativa creativa. La ambientación de los contextos resulta descriptivamente seductora en el contexto de la narración y, a la vez, una ambientación visual del contexto para el historiador o el analista político.

Estudié historia a nivel graduado para escribir la historia que no aparece en los libros de la disciplina, para intentar reconstruir “lo que verdaderamente ocurrió” como pretendía el historiador positivista Leopold von Hanke, pero con las herramientas de la narrativa creativa. La única diferencia es que me interesa reconstruir mediante la ficción aquello que no podemos documentar de manera confiable. Le tengo que agradecer a mis profesoras Ana Irizarry y Loliannette Emmanuelli que en su curso sobre “Historia y Literatura” (mi preferido de todo el doctorado) me topé con “El imperio eres tú” de Javier Moro, sobre Pedro I, el emperador que ofició la independencia del Brasil. Otro excelente ejemplo de esta incursión en la ficción histórica es “La fiesta del chivo” de Mario Vargas Llosa, “Sara, la historia verdadera” de Rubis Marilia Camacho, y la “Brevísima y verdadera historia del Almirante y su primer viaje” de María Zamparelli. Los cuatro permiten conocer y comprender tres momentos históricos medulares de nuestra formación como cultura latinoamericana, desde una ficción que resulta lo suficientemente confiable como para corroborarla en libros de historia o no tener que hacerlo.

– WRS – ¿Qué otros proyectos creativos tienes recientes y pendientes?

– JEMT – En el 2020, publiqué mi tesis en dos tomos, un libro de cuentos que llevaba varios años conformando titulado “Las regalías de Stephen King y otros cuentos”, y una novela que surgió de un cuento que no sabía cómo terminar, titulada “Retrato de mujer con turbante”. Esta novela se presta para una continuación, al igual que mi primera novela “Mensajeros de los dioses”, sobre cuatro chicos que coinciden en los dos meses anteriores a la llegada de Colón a Boriquén en 1493. Dicha continuación se titulará “Herederos de los dioses” sobre los descendientes de estos en el siglo XVI. También trabajo el poemario “Pétalos de un rojo profundo”, un libro de cuentos a titularse “Sin jonrón no hay paraíso y otros cuentos necios” (el título revela la naturaleza lúdica de los mismos) y una novela sobre la relación de Muñoz Marín y el Almirante William D. Leahy, que antecedió a Rexford G. Tugwell, lo cual me devuelve al contexto de la ficción histórica. Finalmente, en el contexto de la historia, anticipo completar un libro comenzado sobre Muñoz Marín y la periodista Ruby Black.

Muchas gracias Wilkins, por una de las entrevistas más provocadoras que me han hecho y que me ha llevado a reflexionar sobre cuánto me falta por hacer.

Wilkins Román Samot, Doctor de la Universidad de Salamanca, donde realizó estudios avanzados en Antropología Social y Derecho Constitucional.

Fuente: https://rebelion.org/he-buscado-un-balance-entre-escribir-sobre-nuestro-pasado-lejano-y-cercano-mediante-una-narrativa-que-integre-la-ficcion-a-los-hechos-historicos/

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Autonomía escolar: ¿pedir permiso para ser libres?

Por: Rogelio Javier Alonso Ruiz

Si algo dejó claro la pandemia es que la capacidad creativa y de decisión de muchos planteles y docentes les ha permitido sortear con éxito la gran diversidad de retos que se presentan… con, sin o a pesar de la autoridad…

A unos cuantos días de que arrancara el ciclo escolar 2021-2022, el Secretario de Educación de Colima, Jaime Flores Merlo, por fin realizó el anuncio sobre las modalidades del regreso a clases. Afirmó, sin dejar lugar a dudas, que en los contextos urbanos con mayor densidad demográfica sería cada escuela, a través de su Consejo Técnico, la que decidiría la forma de reanudar las actividades académicas (presencial, a distancia o mixta), tal como lo señalaba un documento que llegó a directivos y docentes un día antes del evento. Enfatizó una vez más en la autonomía del máximo órgano colegiado de las escuelas, destacando que las sugerencias expresadas en el evento de ninguna manera deberían ser entendidas como un intento de imposición.

Parecería que las palabras del secretario inaugurarían intensas sesiones de debate y deliberación al interior de los Consejos Técnicos Escolares, pero no fue así necesariamente en todos los casos. El director no perdió tiempo en llamar a su supervisor para preguntarle qué debía hacer. Éste le respondió que esperaría la indicación de su jefe de sector, quien a su vez se comprometió a consultar directamente en la Secretaría la decisión a tomar. Irónicamente, la cadena de llamadas terminó exactamente en la misma oficina desde donde se emitió el documento que apelaba a la autonomía de los Consejos Técnicos Escolares: la decisión que debió haberse tomado por los de abajo, terminó siendo tomada, en algunos casos, por los de arriba.

Si bien lo expresado en el párrafo anterior parece más el argumento de una mala película (¿basada en hechos reales?), lo que sigue no es producto de la imaginación. Funcionarios intermedios empezaron a poner piedritas en el camino de la autonomía de gestión del Consejo Técnico Escolar, sobre todo si se había llegado a una conclusión no tan grata para la autoridad: el trabajo a distancia.  Se dijo, cual inquisidor que se dispone a quemar libros prohibidos, que los oficios en los que los colectivos elegían esta modalidad habían sido turnados al área jurídica de la Secretaría. Algunos funcionarios informaron a las escuelas que serían acreedoras a sanciones administrativas al no presentarse a las aulas, pese a estar contemplado el trabajo remoto en la estrategia de regreso a clases. Otras medidas rayaron, de plano, en lo absurdo: los profesores pueden trabajar a distancia (desde su casa, en la mayoría de los casos, pues en la escuela no hay internet), pero tienen que firmar diariamente su entrada y salida en sus respectivos centros de trabajo.

¿Para qué hablar entonces de autonomía de los Consejos Técnicos Escolares? ¿Sólo para aparentar democracia y pluralidad mientras discretamente se busca la verticalidad en las decisiones? ¿Se aplaude a la soberanía de cada escuela sólo si coincide con las intenciones de la autoridad? ¿Es necesario siempre voltear hacia arriba para esperar una indicación? Para ser justos, se debe decir que las afectaciones a la autonomía escolar no fueron responsabilidad única de las autoridades educativas, sino también de los propios maestros y directivos, quienes optaron por no decidir libremente y sujetarse a las disposiciones de personas que ignoran o minimizan las condiciones particulares de cada contexto escolar hacia los cuales dirigen sus órdenes.

Si algo dejó claro la pandemia es que la capacidad creativa y de decisión de muchos planteles y docentes les ha permitido sortear con éxito la gran diversidad de retos que se presentan… con, sin o a pesar de la autoridad. Sin duda, decidir es más complejo que obedecer. Qué bueno por aquellas escuelas que tomaron una decisión, sea la que sea, fundamentadas en un análisis propio de la realidad de su contexto y con la seguridad plena de estar obrando con rumbo y condiciones. Ojalá, aquellas que dejaron que alguien más decidiera, no sean presa de dudas y temores, pues las exigencias actuales no dan mucho margen de error. Está en los maestros y los directivos defender y ejercer la autonomía del Consejo Técnico Escolar: si no son ellos, ¿entonces quién?


Twitter: @proferoger85

Facebook: El Profe Rogelio

Blog: http://proferogelio.blogspot.com/

Fuente: https://profelandia.com/autonomia-escolar-pedir-permiso-para-ser-libres/

Imagen: Daniel Reche en Pixabay

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[3R TV] “Fuerte y claro: Carlos Díaz Marchant”. Chile

América del Sur/Chile/03-09-2021/Autor(a) y Fuente: www.colegiodeprofesores.cl

3R TV de Chillán entrevistó al Presidente Nacional del Colegio de Profesoras y Profesores de Chile en su paso por la capital del Ñuble a raíz de la movilización nacional contra los Servicios Locales y en favor del fortalecimiento de la Educación Pública.

Fuente e Imagen: https://www.colegiodeprofesores.cl/2021/08/31/3r-tv-fuerte-y-claro-carlos-diaz-marchant/

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Gran ausencia: La omisión del 6 % del PBI para educación. Perú

América del Sur/Perú/03-09-2021/Autor(a) y Fuente: sutep.org

El jueves 26 de agosto el presidente del Consejo de Ministros, Guido Bellido Ugarte, acudió al Palacio Legislativo para exponer, ante la representación nacional, la política general del gobierno y buscar así el voto de confianza que le dé investidura.

La exposición era determinante no solo porque a partir de ella se establecería qué persigue el gobierno del presidente Pedro Castillo Terrones en relación a lo que este anunció en su primer mensaje a la nación del 28 de julio, sino también porque aclararía ciertas dudas sobre el manejo de los recursos y las prioridades de la administración en este segundo año de pandemia.

Sin duda, para el magisterio peruano uno de los temas más importantes y esperados era el anuncio del incremento de la asignación del Producto Bruto Interno – PBI, para el sector Educación, el cual debía materializarse en el presupuesto del año fiscal 2022.

Lucha por el 6 %

En el 2002, cuando el gobierno de Alejandro Toledo Manrique convocó al Acuerdo Nacional, espacio de concertación entre las instituciones del Estado, los partidos y la sociedad civil, para discutir y delinear políticas públicas, una de las principales banderas que enarboló el SUTEP, como legítimo y mayoritario representante de las maestras, maestros y auxiliares, fue el incremento del PBI para Educación.

De ese modo, el Acuerdo Nacional recomendó que el Perú debía destinar no menos del 6 % del PBI al año para el sector, con el objetivo de poner al país dentro del promedio regional, debido a que la inversión estatal en el ámbito educativo es, hasta ahora, la más baja de América del Sur.

El Banco Interamericano de Desarrollo – BID, señala que el país que más invierte en educación es Bolivia, liderando el ranking con el 6.5 % del PBI, seguido de Brasil (6.1 %), Argentina (5.3 %) y Chile (4.6 %). En último lugar se ubica el Perú, con el 3.7 %.

Desde la recomendación del Acuerdo Nacional, nuestro sindicato ha sostenido 18 años de lucha para que los gobiernos cumplan con el incremento del PBI a Educación. Sin embargo, ningún presidente, de los siete que hemos tenido en los últimos 20 años, hizo efectivo el aumento de recursos.

El artículo 16 

El Congreso incluyó el 6 % del PBI para Educación en la Constitución.

Fue así que el SUTEP, junto a los padres de familia y otras organizaciones sociales, agrupados en la Unión Nacional en Defensa de la Educación Pública – UNDEP, emprendió la ardua lucha para que el 6 % del PBI sea incluido dentro de las reformas constitucionales impulsadas en el Congreso 2020-2021.

En histórica sesión, el 1 de julio del año pasado, el Congreso aprobó con 115 votos a favor, cuatro en contra y cinco abstenciones, destinar el 6 % del PBI para el fortalecimiento de la Educación, reformando de esta manera el artículo 16 de la Constitución Política, que ahora establece:

“La educación es un derecho humano fundamental que garantiza el desarrollo de la persona y la sociedad, por lo que el Estado invierte anualmente no menos del 6 % del PBI”.

Ofrecimiento electoral ¡Palabra de maestro!

Pedro Castillo ofreció el 10 % del PBI para Educación.

Durante la campaña electoral 2021, el entonces candidato Pedro Castillo Terrones señaló reiteradas veces que en su gobierno asignaría el 10 % del PBI para educación, ofrecimiento que desde la posición del SUTEP resulta en cierta medida “populista”, pero que considerando que se trata de la palabra empeñada de quien hoy ocupa la primera magistratura de la república, entonces debe cumplirse.

Frente a ello, considerando el impacto de la pandemia sobre la economía nacional, el SUTEP ha propuesto que en el Presupuesto General de la República 2022 se considere la asignación del 6 % del PBI, y en los años siguientes el incremento sea de un punto porcentual anual, llegando al 2026, fin del mandato de Pedro Castillo, a la meta del 10 %.

Por esta razón se esperaba que el jueves, el presidente del Consejo de Ministros anunciara que una de las acciones del gobierno sería incluir el aumento de recursos en el proyecto de ley del presupuesto para el 2022, que ya fue alcanzado al Congreso de la República para su debate, y que deberá ser aprobado en noviembre próximo.

Empero, Bellido Ugarte optó por omitir tal anuncio, limitándose a señalar que para el sector Educación se ha considerado aumentar en 4.4 % el presupuesto destinado a educación en relación a lo asignado en el presente año. Esto está muy lejos de lo que significa destinar el 6% del PBI, como manda la Constitución.

«Incrementaremos el presupuesto para la Educación Pública Básica y Superior. Para el 2022, se cuentan con S/ 1,151 millones ya aprobados por el MEF para impulsar estrategias de la Educación Básica y Superior», dijo.

Lo cuestionable es que el ofrecimiento del presidente del Consejo de Ministros tampoco se está cumpliendo. Del Presupuesto General de la República 2021, el 17.7 % fue asignado a Educación, mientras que en el proyecto de presupuesto para el 2022, enviado por el gobierno al Congreso, lo destinado al sector es del 18.2 %. El aumento es de apenas 0.5 %.

¿Por qué más recursos?

La brecha de infraestructura educativa asciende a más de 100 mil millones de soles.

Incrementar la dotación de recursos para Educación supone atender las severas brechas que existen en el país, principalmente de infraestructura. En la actualidad, el 60 % de escuelas públicas no tiene servicios básicos, el 43 % carece de acceso a agua potable, el 41 % no cuenta con desagües y el 29.8 % no tiene servicio de energía eléctrica. Por si esto fuera poco, el 50 % de los colegios públicos tiene que ser demolido total o parcialmente, para dejar de ser una amenaza a la seguridad de los estudiantes y docentes. Esto según información del Programa Nacional de Infraestructura Educativa – PRONIED, adscrito al Ministerio de Educación.

Cerrar la brecha de infraestructura demanda S/ 100 mil millones (de acuerdo con PRONIED). Actualmente se destinan tan solo S/ 200 millones al año para dicho objetivo, por lo que tener colegios en buenas condiciones nos tomaría al menos 50 años.

Es de considerar que la emergencia sanitaria representa un gran reto para la educación en el país. Sin agua, desagüe o infraestructura adecuada será imposible asegurar el retorno seguro a las clases presenciales o semipresenciales.

Además, como lo ha recomendado el SUTEP, las medidas de protección y distanciamiento demandan de la construcción de nuevas aulas, que permitan reducir el número de alumnos por grupo de estudios; se requiere de la contratación de no menos de 100 mil maestros y auxiliares, mejorar el acceso a las Tecnologías de Información y Comunicación – TIC, y garantizar la prestación de asistencia en salud emocional y alimentación a los estudiantes, severamente afectados por la crisis.

En consecuencia, resulta una gran omisión de parte del gobierno no haber considerado que desde el 2022 se destine el 6 % del PBI para Educación, pese a que la Corte Suprema de la República ha referido que la Constitución “debe ser cumplida acorde con el grado de compromiso constitucional de los ciudadanos y gobernantes, en el sentido de que todos y cada uno de los preceptos constitucionales tienen la condición de norma jurídica”.

Desde el SUTEP reafirmamos nuestro compromiso de luchar por el cumplimiento del artículo 16 de la Constitución, en defensa de la educación pública, gratuita y de calidad.

¡El magisterio unido por el 6 % del PBI para educación!
¡Viva el SUTEP!

Fuente e Imagen: https://sutep.org/articulos/gran-ausencia-la-omision-del-6-del-pbi-para-educacion/

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