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La escuela ante la barbarie

Por: Rosa Cañadel

Hay que informar de las protestas que se están haciendo en nuestro país y en muchos más países de todo el mundo, en defensa del pueblo palestino, que es lo que en estos momentos está sufriendo una masacre sin precedentes. Pero, sobre todo, hay que transmitir la idea de que matar a niños y personas inocentes es una barbaridad, las haga quien las haga, y no debería permitirse, que las guerras nunca solucionan nada.

Siempre habíamos pensado que era importante estudiar la historia para no caer en los mismos errores, y así se lo explicábamos a nuestros alumnos. Por eso, siempre explicábamos las atrocidades de los nazis contra el pueblo judío y reclamábamos (y reclamamos) la importancia de que nuestros jóvenes conocieran lo que significó el golpe de estado de Franco, la guerra civil y las barbaridades del franquismo.

También teníamos la idea de que era muy importante hablar de los derechos humanos como cuestión esencial para la humanidad, educar por la paz y enseñar a resolver los conflictos sin violencia.

Ahora, me pregunto cómo transmitir estas ideas, fundamentales para el futuro de nuestra sociedad, si nuestros niños y jóvenes ven en la TV, en las redes, en el TikTok, en YouTube… cómo los conflictos se están resolviendo con guerras y más guerras y, sobre todo, con un ataque a personas inocentes, criaturas incluidas, en Israel y, de forma ostensiblemente desproporcionada y cruel contra el pueblo palestino.

Teníamos la idea de que era muy importante hablar de los derechos humanos como una cuestión esencial para la humanidad, educar por la paz y enseñar a resolver los conflictos sin violencia

Sabemos también que, además, los chicos y chicas reciben todo tipo de información completamente contradictoria y engañosa sobre lo que está pasando. Como en toda guerra (aunque ahora creo que lo que está ocurriendo en Gaza no es una guerra sino un genocidio) la verdad es una de las primeras víctimas.
Las redes sociales y muchas de las cosas que miran nuestros jóvenes, están llenas de análisis realizados por personajes con miles de seguidores que, sin tener información ni capacidad crítica, pontifican sobre el tema.

Y ante todo, ¿qué debería hacerse en las escuelas? Si se toma partido por uno u otro bando, nos acusarán de adoctrinar, de ser islamofóbicos o de ser antisemitas. ¿Debemos no decir nada, por miedo o por pudor? ¿Debemos dejar que todo lo que habíamos deseado que fuera la educación, como herramienta de concienciar a nuestro alumnado y prepararlo para poder mejorar la sociedad, quede aparcado?

Yo creo que la situación es terrible en sí misma, pero además, ahora, es una barbarie totalmente televisada, en uno u otro medio. Los niños y jóvenes pueden ver a criaturas masacradas, mujeres desesperadas, hospitales sin electricidad, viviendas totalmente destrozadas y declaraciones que esto continuará porque una de las partes “tiene el derecho a defenderse”. O sea, les estamos transmitiendo la ideas de que todo es lícito y que se pueden hacer barbaridades de forma totalmente impune. Y, a mí, esto me parece muy terrible.

Quizás no es necesario tomar partido, pero sí es necesario, y yo creo que es imprescindible, dar toda la información, dar información veraz, contar toda la historia de este conflicto, como nace el Estado de Israel, qué pasó con la gente que ya vivía en Palestina, cómo se ha ido agrandando el territorio ocupado por Israel, cómo quedaron asediados los habitantes de Gaza, cómo nació Hamás y qué ha hecho para desencadenar una respuesta tan desorbitada, qué intereses están detrás, quién apoya en Israel y quien apoya a los palestinos, qué dice la ONU, qué dicen las organizaciones humanitarias que están trabajando en Gaza, qué ocurre en los hospitales según Médicos Sin Fronteras… Y a partir de ahí, poder debatir y discutir. Es necesario que les ayudemos a reflexionar, a entender las razones, a buscar argumentos ya intentar imaginar soluciones. Las aulas son un sitio privilegiado.

Cuando yo daba clase en el instituto estalló la guerra de Irak y, junto con otros profesores/as, elaboramos un pequeño dossier sobre el país, historia y la invasión. Con todo esto, los alumnos y alumnas pudieron entender qué estaba pasando, de que estaban hablando en la tele y en la calle y porque tanta gente salía a la calle a protestar con el lema “Paremos la guerra”. Y quienes quisieron (muchos lo hicieron) podían sumarse a las protestas y/u organizar sus propios debates.

Es necesario que les ayudemos a reflexionar, a entender las razones, a buscar argumentos ya intentar imaginar soluciones. Las aulas son un lugar privilegiado

Ahora también hay que informar de las protestas que se están haciendo en nuestro país y en muchos más países de todo el mundo, en defensa del pueblo palestino, que es lo que en estos momentos está sufriendo una masacre sin precedentes. Pero, sobre todo, hay que transmitir la idea de que matar a niños y personas inocentes es una barbaridad, las haga quien las haga, y no debería permitirse, que las guerras nunca solucionan nada y que quien las paga nunca son los dirigentes que las organizan , sino los soldados obligados a matar y destrozar, y la población por lo general que sólo quiere vivir en paz. Es necesario que puedan distinguir entre los dirigentes y los pueblos. En este caso, deben saber que los palestinos no son Hamás ni los israelíes son Netanyahu y su camarilla.

Estamos en un momento muy complicado de la historia, con crisis de todo tipo, y ahora, con una situación humanitaria terrible, y la escuela, el instituto y la Universidad no debería quedarse al margen. No podemos dejar que las futuras generaciones crezcan insensibles a lo que ocurre en nuestro país y en el resto del mundo. Estamos educando a los futuros ciudadanos y ciudadanas y hay que poder inculcarles valores positivos, de empatía, de solidaridad, de justicia, de paz. Hay que darles herramientas para entender el mundo y animarles a participar en aquellos ámbitos, de debate y/o de protesta, en los que se busca la forma de mejorarlo. Que sean conscientes de que todas y cada una de nosotros formamos parte de esta humanidad y si queremos un futuro justo y en paz, será necesario trabajar para conseguirlo.

Es importante que los chicos y chicas salgan del Instituto y la Universidad con la convicción de que es necesario luchar contra todo tipo de violencias y que hay que defender los derechos humanos, que no se acostumbren a que las guerras y las masacres son normales, que no terminen insensibles ante el dolor ajeno y que sean capaces de indignarse ante las injusticias y ante la violencia. Que se sientan solidarios con las personas que sufren y tengan ganas de implicarse en detener todo tipo de agresiones, guerras y violencias.

La escuela ante la barbarie

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Venezuela: FVM Mérida apoya protesta de estudiantes del Claudio Corredor Müller por falta de profesores

El presidente de la Federación Venezolana de Maestros (FVM) en Mérida indicó que la organización apoya la protesta que organizaron los estudiantes del Liceo Estadal Arquitecto Claudio Corredor Müller, el 6 de noviembre, debido a la falta de profesores y las condiciones de la institución.

El centro educativo queda ubicado en el municipio merideño Alberto Adriani y, al igual que miles de escuelas en todo el territorio nacional, sufre las consecuencias de la deserción docente y la desidia del gobierno de Nicolás Maduro.

Los jóvenes denunciaron que alumnos de segundo año ven menos de cinco materias y los de cuarto y quinto año les faltan más de tres educadores. Exigieron educación de calidad y una respuesta rápida de la gobernación de Mérida y del Ministerio de Educación.

El lunes los estudiantes se negaron a entrar a clases y aseguraron que protestarán hasta que sus reclamos sean atendidos.

“Es una lucha pacífica de un grupo de muchachos que se atrevieron a hablar. Eso hay que aplaudirlo: tomaron el megáfono y les exigieron a las autoridades. Esas son situaciones muy interesantes. Los maestros tienen que apoyarlos, porque fuimos nosotros quienes les enseñamos a luchar por sus derechos”, indicó Ramón Contreras, presidente de la FVM de la entidad a Efecto Cocuyo.

En Mérida casi no quedan docentes

Contreras explicó que cientos de docentes en el estado Mérida han abandonado sus puestos de trabajo debido a las pésimas condiciones laborales, la falta de beneficios y los bajos salarios. Por ello, instituciones como el Claudio Corredor Müller se han quedado con pocos especialistas para las materias de Química, Matemática, Física o Biología.

“Yo no veo ni Matemática, ni Física, ni Química desde cuarto año”, se quejó una estudiante del liceo en un vídeo difundido en la red social X.

Reportó la decadencia en la calidad de los contenidos que le impartieron los últimos años y recordó que la Constitución de la república garantiza la educación a todos los venezolanos. Específicamente esta establece en su artículo 102:

“La educación es un derecho humano y un deber social fundamental, es democrática, gratuita y obligatoria. El Estado la asumirá como función indeclinable y de máximo interés en todos sus niveles y modalidades, y como instrumento del conocimiento científico, humanístico y tecnológico al servicio de la sociedad”.

La Federación Nacional de Estudiantes de Educación Media (Feneem) aseguró que la manifestación será indefinida. El presidente de la FVM en Mérida llamó a padres y representantes a apoyar a los jóvenes. Advirtió que, según estimaciones de la organización, un 40 % de los docentes se ha ido del país.

Es la misma cifra que ofreció el padre Manuel Aristorena, exdirector nacional Fe y Alegría, en enero de 2023 cuando reportó que por lo menos 166.338 docentes desertaron entre 2015 y 2021 en Venezuela.

Contreras aseguró que los estudiantes no son ajenos a la crisis, sino que son directamente afectados por ella, puesto que en los últimos años no han obtenido los conocimientos necesarios para pasar de nivel.

“Ellos se dieron cuenta que van a fracasar en la universidad a menos que se inscriban en una de las universidades piratas del gobierno, donde sin saber nada les dan un título que van a guindar en la pared. Hoy debemos entender que esta es una lucha de todos”, dijo el docente.

Profesores seguirán movilizándose

En Mérida la FVM continúa realizando actividades de protesta. Desde que iniciaron las clases, organizan asambleas jueves y viernes para oír las denuncias de los docentes.

Contreras afirmó que la situación en la entidad, al occidente del país, es grave y que el 60 % de las escuelas trabaja con el esquema del horario mosaico. Los docentes laboran en las aulas tres días y el resto de las jornadas se dedican a otros oficios.

“Las edificaciones se están cayendo, no hay programa de alimentación escolar, las autoridades abandonaron todo, empezando por el capital más importante: el docente y el niño”, dijo Contreras.

Puntualizó que el 9 de noviembre los delegados merideños se reunirán para planificar las próximas acciones. Hasta las 5:30 p.m. de este 7 de noviembre se desconoce las respuestas del gobierno a las exigencias de los estudiantes del liceo Claudio Corredor Müller.

FVM Mérida apoya protesta de estudiantes del Claudio Corredor Müller por falta de profesores

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Colombia: La reforma a la educación y el acuerdo nacional

Por: Julián de Zubiría Samper

Algo muy grave viene pasando con las facultades de educación en el país. Desde 2012, las licenciaturas ocupan sistemáticamente el último lugar en Saber Pro, el examen que evalúa a los egresados de todas las carreras. ¿Estamos condenados a tener una educación de baja calidad?

Las pruebas Saber Pro evalúan el nivel de consolidación de las competencias transversales y disciplinares de los egresados de las diversas universidades en el país. Son pruebas consistentes elaboradas a partir del concepto de competencia y tienen la gran ventaja de incluir una sección genérica, lo que permite la comparación entre carreras. Además, como están diseñadas bajo el mismo marco teórico con el que se evalúa la educación básica y media, podríamos determinar el valor agregado en cada uno de los ciclos del desarrollo educativo. Sin dudarlo, Colombia tiene el mejor sistema de evaluación de la educación en América Latina, el problema es que no se utiliza para monitorear la política pública ni para jalonar el desarrollo integral de los estudiantes en las instituciones educativas, los municipios y las regiones. Tenemos el mejor sistema, pero sirve para muy poco.

Es importante destacar que en educación los resultados de 2021 son inferiores a los de 2016 en el promedio global y en todas las competencias, con una sola excepción: inglés. De resto, en lectura, escritura, competencias ciudadanas y razonamiento numérico, son peores los resultados de 2021. También lo son en las tres competencias disciplinarias: formar, evaluar y enseñar. Venimos marchando como el cangrejo y, contrario a lo que han dicho los últimos gobernantes, cada vez estamos alcanzando menores niveles de calidad educativa en el país.

Tan solo el 2,5 % de los egresados de las facultades de educación tiene un buen nivel de lectura crítica y el 80 % tiene bajos niveles de comprensión lectora. Esto quiere decir que la gran mayoría de los futuros docentes tiene serias debilidades para encontrar ideas principales, inferir proposiciones en textos y armar macroestructuras a partir de ellas. Es todavía mayor la dificultad para relacionar la obra con el contexto social y cultural en el que se escribió. Así mismo, casi ninguno de ellos puede leer un texto desde múltiples perspectivas, distanciarse de lo escrito y emitir un juicio de valor a partir de allí. Si solamente el 2,5 % de los futuros docentes puede hacer lecturas críticas, es bastante comprensible que en las pruebas PISA (2018) menos del 1 % de los estudiantes de grado noveno alcance este nivel de lectura. Dicho coloquialmente: “nadie da de lo que no tiene”.

El Informe McKinsey (2007) demostró que “si dos alumnos promedio de 8 años fueran asignados a distintos docentes –uno con alto desempeño y el otro con bajo desempeño–, sus resultados diferirían en más de 50 puntos porcentuales en un lapso de tres años”. De allí que quien quiera mejorar la calidad de la educación, debe poner el foco en la selección, evaluación y formación de docentes.

El problema en Colombia es que desde 2016 los futuros docentes pelean el último lugar en lectura crítica con los egresados de recreación y deportes. La pelea es pareja y se rotan el último lugar entre las dos profesiones. Para comprender el problema debemos también tener presente que quienes eligen la profesión docente tienen uno de los menores puntajes de ingreso según las pruebas Saber 11 y que el gobierno invierte menos en educación que en otras carreras.

Lo anterior quiere decir que la sociedad colombiana le ha encargado la enseñanza de la lectura a los profesionales que tienen el menor nivel de consolidación de las competencias comunicativas.

¿Qué tan bien piensan matemáticamente?

Los resultados son todavía más bajos en razonamiento cuantitativo. Es así como en 2021 la mitad de los futuros docentes del país se queda en el nivel 1 y al nivel 4 llega menos del 1 %.

Lo más grave de todo es que sin excepción, en todos los años entre 2016 y 2021, ocuparon el último lugar entre los profesionales del país. Incluso están bastante atrás de lo obtenido en carreras como enfermería, recreación y deportes. Si ellos son quienes enseñan matemáticas en los colegios, también es fácil comprender por qué, según la prueba PISA (2018), el 66 % de los estudiantes prácticamente no han entendido nada de la matemática que han estudiado hasta el grado noveno.

¿Cómo están en competencias ciudadanas?

El ICFES introdujo las competencias ciudadanas con el fin de aportar a la convivencia, la participación democrática, la pluralidad y la valoración de las diferencias humanas. Como puede verse, sería un área clave para formar a cualquier docente como mediador en la resolución de conflictos y para que favoreciera la participación ciudadana, la empatía y la resiliencia. Hay que aplaudir el esfuerzo, pero obviamente es un área muy compleja de evaluar. No hay duda de que actualmente hay un sesgo cognitivo, pues es claro que en la evaluación se privilegia el conocimiento, la comprensión y la aplicación de la Constitución Nacional en diversos contextos. Desde 2016, en la mayoría de los años los estudiantes de educación obtienen los peores puntajes entre todos los egresados del sistema universitario.

Como pude verse, el panorama de las facultades de educación no podría ser peor. ¿Y qué hicieron los gobiernos de Álvaro Uribe, Juan Manuel Santos e Iván Duque? Absolutamente nada. ¿Y qué está haciendo el actual gobierno? Hasta el momento, está comenzando a discutir el tema.

El Centro Democrático insistentemente ha dicho que el problema de la bajísima calidad de la educación en Colombia es responsabilidad de FECODE. Lo repite semanalmente. Esa es una afirmación bastante cínica porque es obvio que FECODE no decide la formación de los docentes, los programas de maestrías, los lineamientos curriculares, el liderazgo pedagógico, la estructura de las instituciones, la educación inicial o la inversión de los recursos. Hoy solo analizamos una de estas variables: la formación de los docentes. Pero debe quedar muy claro que la principal responsabilidad es de los gobiernos anteriores y de los ministerios de Educación, que han sido totalmente incapaces de analizar el problema y de encontrar estrategias que nos ayuden a superarlo. En términos coloquiales: “los pájaros le están tirando a las escopetas”.

Hace diez años la Fundación Compartir hizo una muy completa propuesta para mejorar los criterios de selección, formación y evaluación de docentes. La analicé en diversas columnas para la Revista Semana de la época. No hemos avanzado en sus propuestas. Los gobiernos anteriores están en deuda con la calidad de la educación, la equidad, la movilidad social y el desarrollo nacional. ¡Mal hacen culpando a otros de los males que ellos causaron! Todos sabemos que vamos muy mal. Lo que tal vez pocos sabían es que el futuro de la educación es peor que lo que hemos vivido.

La propuesta es que la reforma a la educación sea la que sirva para unir al país. Ese papel no lo cumplirá la Ley Estatutaria porque el país no necesita nuevas leyes que digan lo que otras ya han dicho. La reforma a la salud tampoco lo cumplió. Por el contrario, explotó en mil pedazos la pertinente coalición con la que inició el gobierno Petro. La propuesta es discutir una reforma que invite al país a pensar las preguntas fundamentales de la educación: ¿qué tipo de individuo y qué tipo de sociedad queremos formar?

Creo que esta reforma debe empezar por transformar las caducas y anquilosadas facultades de educación. En 1994 logramos un gran acuerdo nacional en torno a la Ley General de Educación. Allí participaron FECODE, el Congreso, los partidos políticos, los académicos, la sociedad civil y el Ministerio de Educación, entre otros. La invitación es a que lo renovemos. Señor presidente Gustavo Petro, esta reforma puede ser la base del acuerdo nacional. Al fin y al cabo, es con educación que mejoraremos la productividad, las competencias para pensar y comunicarnos, el trabajo en equipo, el tejido social, la democracia y la formación de futuros ciudadanos. Pero no es posible con cualquier educación, sino con una que garantice, en profesores y estudiantes, el desarrollo de las competencias para comunicarnos, convivir y pensar. Señor presidente y señora ministra de Educación, ¿ustedes qué opinan?

* Director del Instituto Alberto Merani (@juliandezubiria)

https://www.elespectador.com/opinion/columnistas/julian-de-zubiria-samper/la-reforma-a-la-educacion-y-el-acuerdo-nacional/

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Entre ser tecnófila y tecnófoba prefiero quedarme con los pies en la tierra.

Por: Luz Palomino/Docente/Periodista 

El capitalismo industrial significó la construcción de un modelo de sociedad que tiene a la tecnología y la innovación tecnológica en el centro de su hacer, desarrollo y consolidación.  En ese sentido, el primer debate semántico debería estar planteado alrededor del concepto de tecnología conforme la epistemología capitalista y los metarelatos que se auto postularon como alternativos. En sus formulaciones iniciales, encontramos más coincidencias que diferencias entre ellos, dado el determinismo tecnológico marxista y el humanocentrismo del socialismo soviético, lo cual llevó a algunos teóricos posmodernos como Alain Touraine a plantear que el problema central era la modernidad y la ilustración. Sin embargo, la crítica totalizante de los posmodernos, incluyendo su crítica a la ciencia y el método científico, fue deslizando peligrosamente el debate a un “no lugar propositivo”, en el contexto del desarrollo científico y tecnológico del siglo XXI.  Como lo plantea Bonilla (2021) esto pareciera ocurrir por los precarios análisis que se suelen hacer sobre la relación de los paradigmas de cada una de las cuatro revoluciones industriales con el modo de producción y la construcción de argumentos de los llamados metarelatos y algunas narrativas, tanto posmodernas como descoloniales. En consecuencia, una primera dimensión del problema estaría en su precisión ontológica y epistemológica.

Un segundo problema es la escrupulosidad, respecto a desde donde se enuncia el debate. Si ya la burguesía ha abandonado su pretensión de argumentación teórica, convirtiendo la teoría en instrumentalización y justificación de su hacer, mientras la clase obrera industrial, sumida en una terrible derrota en el periodo neoliberal y el ocaso del fordismo, no atina a construir teoría actual, apelando de manera nostálgica a las certezas del pasado, tendríamos que preguntarnos, respecto al lugar de enunciación del actual debate sobre la tecnología, en sus variantes de tecnofilia y tecnofobia. Desde mi punto de vista, en la perspectiva de Bifo Berardi, el debate al respecto lo está planteando el cognitariado universitario y editorial y, eso implica una valoración desigual de la relación teoría, praxis y transformación social.  En mi caso, planteo el debate desde la dimensión comunicacional pedagógica, es decir, desde la preocupación de docente universitario sobre el impacto de la transformación digital en los procesos comunicativos propios de las dinámicas de enseñanza-aprendizaje.

A finales del siglo XX, en el emerger de la tercera revolución industrial que traería consigo años después lo digital y virtual con pretensión hegemónica, McLuhan nos invitaba a comprender los medios de comunicación como extensiones del ser humano . Es decir, la comprensión del ser humano más allá de consumidor, para entenderlo no solo como productor de contenido, sino como el propio mensaje. Si el medio es el mensaje y el ser humano se convierte en su representación, el capitalismo estaría alcanzando el cometido que denunciaban Deleuze y Guattari, de convertir a la sociedad y la vida en máquinas, que se auto percibieran como tales. Si estas premisas ontológicas es imposible comprender elementos de la virtualidad como la realidad aumentada, visión inmersiva, el metaverso. Es decir, resulta limitada la comprensión de la comunicación y la educación en la era digital, sin valorar adecuadamente al capitalismo como un sistema que se consolida a partir de la deshumanización de la vida. En consecuencia, lo tecnológico digital contiene una pretensión de simplificación y superficialidad de la vida, como elemento para adaptar de manera incesante el consumo y consolidar la lógica del mercado. Por ello, los problemas que está teniendo la juventud escolar para leer un libro en profundidad, para analizar el cine crítico más allá del mundo marvel, para escribir con pretensión de sentido; el éxito de tik tok es proporcional a la merma en la audiencia potencial en la televisión, pues la brevedad dota de lo necesario desechable, donde la profundidad se convierte en sobrecarga cognitiva.

Esto se evidencia de manera desigual en la cotidianidad de las familias e individuos conforme a su origen social de clase, capital cultural y acceso para la compra de tecnología, razón por la cual considero que mucho de lo que se analiza al respecto está referido a la clase media o sectores populares con alguna capacidad de compra, obviando que aún más de una séptima parte de la población no tiene acceso siquiera a electricidad., es decir, viven una realidad paralela, para quienes este debate puede convertirse en significantes vacíos.

 Conforme a lo que plantean Silverstone, Hirsch y Morley en tecnologías de la información y de la comunicación y la economía moral de la familia, encontramos que la mayoría de estudiantes de sexto grado de primaria e incluso de secundaria, en muchos de los países de Latinoamérica, que disponen en sus casas de “cachivaches tecnológicos” como consola de video juegos, televisor Smartphone, Apps de música interconectada con bocina mediante bluetooth, microondas, celulares inteligentes, cuentas en redes sociales, no tienen ni la más mínima idea de cómo funcionan. Es decir, usan “la cosa” sin preocuparse por conocer “cómo funciona la cosa”, en una muestra de idiotización del pensamiento, que muestra el triunfo de la ideología capitalista de la cuarta revolución industrial. Pero lo más grave es que muchos docentes de esos estudiantes tampoco lo saben explicar, mostrando a las instituciones escolares presenciales como obsoletas, abriendo paso a narrativas como las de Sugata Mitra sobre la escuela en la nube.

Como lo plantea Rincón en narrativas mediáticas O como se cuenta la sociedad del entretenimiento, lejos del optimismo injustificado que instauró Stalín en buena parte de la izquierda mundial, el capitalismo está hoy más fuerte que hace unas décadas, independientemente de sus crisis cíclicas de mercado, ya que ha logrado convertirnos a todos en mercancías vivas, dioses que administramos el éxito si tenemos capacidad de vendernos como mercancías entrenadas a través del entretenimiento vacío. En consecuencia, se suele desvalorar la comunicación como modo de producción de sentido social, de homogenización cultural y sin postura crítica ante la interpelación mediática, el posicionamiento estético de una razón colectiva de la integración, la empatía desprovista de distancia crítica y la subjetividad mercantil como meta.

El trabajo de Williams en tecnología y sociedad posibilita estudiar el impacto de la televisión en la comunicación y realizar análisis comparado (similitudes y diferencias) con el auge de lo digital-virtual. Mi perspectiva es que la televisión está viviendo su ocaso y estamos en una transición que pareciera apuntar por el streaming o trasmisión en vivo como sepulturero de los enlatados televisivos, en una lógica de eterno presente.

En el caso de la educación, la comunicación está soportada en taxonomías como las de Bloom, Kendal o Manzano, propias del conocimiento reproductor y la cultura evaluativa instaurada en la década de los setenta del siglo XX y estamos aún muy lejos de construir taxonomías de comunicación y trabajo pedagógico que posibiliten el desarrollo de pensamiento crítico y creativo. Sin embargo, como lo plantea Berardi, es hora de comenzar a pensar si es posible construir alternativas emancipadoras en medio de una sociedad capitalista, en proceso de construcción de hegemonía digital y virtual. Algo que solo será posible desde el movimiento social.

Bibliografías consultadas:

Alain Touraine y la historia https://www.redalyc.org/journal/673/67360464003/html/

El Metaverso: mecanismo de reproducción del sistema capitalista https://luisbonillamolina.com/2022/01/09/el-metaverso-mecanismo-de-reproduccion-del-sistema-capitalista%EF%BF%BC/

Marshall McLuhan Comprender los medios de comunicación Las extensiones del ser humano

Silverstone, Hirsch y Morley en tecnologías de la información y de la comunicación y la economía moral de la familia

Omar Rincón narrativas mediáticas o cómo se cuenta la sociedad del entretenimiento

Williams, Raymond  “La tecnología y la sociedad”

Imagen tomada de la web

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Opinión | Salud mental: Locos productivos en el aula

Por: Andrés García Barrios

 

Ser calificado de productivo se ha convertido en el máximo galardón que la sociedad otorga a sus miembros pero, este «boom» de productividad ha sido uno de los detonantes de la epidemia de opioides.

Los millones de seguidores del filósofo esloveno Slavoj Žižek lo han visto más de una vez portando una camiseta en donde se lee la frase: I would prefer not to (Preferiría no hacerlo). No todos saben que esas palabras aluden a la frase que repite una y otra vez el protagonista de la brevísima novela Bartleby, el escribiente, del escritor norteamericano Herman Melville (universalmente conocido por otra de sus novelas, Moby Dick). Bartleby está traducida al español por Jorge Luis Borges, cuyo sólo nombre la recomienda.

Usted, estimada lectora, estimado lector, no se la puede perder (pensando en ello, le remito a una versión gratuita que está disponible en internet). Es una novela terrible. Trata sobre dos hombres: el narrador ─un jefe de oficina siempre apurado por lograr la máxima productividad de los empleados─ y Bartleby, uno de esos empleados, hombre taciturno que cumple su trabajo con eficiencia pero que, como él mismo dice, prefiere no hacer más de aquello para lo que fue contratado. “Preferiría no hacerlo”, repite una y otra vez.

Se ha querido ver en él un anarquista, alguien que se niega a hacer el juego al sistema; o un resistente pacífico, que desobedece sin agredir a nadie. Estas visiones, que lo idealizan, olvidan el deterioro que sufre el personaje a lo largo del texto. No es de ninguna manera un héroe; es un hombre que se encuentra en el límite de su capacidad de relacionarse con el mundo, y lucha por permanecer ahí pues más allá de ese límite todo se vuelve confuso para él. “Preferiría” no dar el mínimo paso hacia una zona de peligro a la que el jefe/narrador, hombre responsable, se ve orillado a jalarlo una y otra vez, no sin remordimientos: siendo también una persona sensible, el jefe no puede dejar de reconocer que él mismo es arrastrado a colaborar en algo que no quiere hacer: dañar a un semejante. Por eso, acaba lamentándose de lo que él y la sociedad entera le ha hecho a Bartleby: “Oh humanidad”, son las palabras con que acaba su narración.

Empecemos por reconocer que ser calificado de productivo se ha convertido en el máximo galardón que la sociedad otorga a sus miembros. Recuerdo la sorpresa que me llevé ya hace 15 años cuando por primera vez recibí, yo también de un jefe, la felicitación del 31 de diciembre con la frase: “Te deseo un feliz y productivo Año Nuevo”. Me quedé helado. Desafortunadamente, nunca he entendido (y me temo que empiezo así a manifestar rasgos bartlebyanos) el valor de la productividad como parte de los buenos deseos para otros y de los propósitos personales. Si yo fuera una máquina de tejer calcetines, lo entendería. Pero como humano que soy, siento que la frase ser productivo ni siquiera me describe como alguien que fabrica bienes útiles sino sólo como una especie de objeto que expide resultados. Se supone que yo entienda que “productividad” significa que esos resultados son al menos útiles y buenos, y que me sienta orgulloso de ello; pero la verdad es que la bienintencionada palabra no me dice que se espera de mi otra cosa que cantidad: cantidad de productos, resultados cuantitativos.

El lector, la lectora, se sorprenderán de a qué grado llega actualmente este boom de productividad: ¿han oído hablar de la epidemia de opioides (sustancias capaces de relajar a alguien prácticamente hasta el delirio, como la heroína y el fentanilo) que en Estados Unidos ha cobrado cientos de miles de muertos por sobredosis? Pues bien, según conocedores en materia de expansión del mercado de drogas, ese uso exagerado responde a la demanda social de detener la frenética carrera productiva actual, la cual arrancó hacia los ochentas y noventas del siglo pasado, por supuesto con su correspondiente droga asociada, la estimulante cocaína, tan acorde con aquella época como los tranquilizantes con la nuestra.

Por supuesto, la exigencia de productividad existe en todos los órdenes humanos, incluido el del pensamiento. Sobre éste habría mucho que decir. Está claro que a unos cuantos se les asigna el deber de pensar ideas que permitan que la sociedad opere de manera organizada para que la productividad llegue al máximo, y por supuesto que el circulo se cierre con el consumo de productos. Pero si bien las expectativas sobre la producción de este tipo de pensamientos son altas, de todos los seres humanos se espera que produzcamos al menos un tipo de pensamiento, ese que nos permite sopesar y elegir los beneficios de la obediencia. Pues bien, Bartleby apenas alcanza este mínimo nivel general, fuera del cual podemos pensar que no logra ningún otro pensamiento productivo. Más bien da toda la impresión de que, falto de otro asidero, gracias a su labor de “escribiente” (es decir, de encargado de copiar textos jurídicos), encuentra en las palabras que transcribe una especie de pensamiento artificial, una prótesis para sostenerse en el mundo del pensamiento productivo mientras el suyo propio se sumerge en quién sabe qué profundidades. Por eso, cuando el jefe le quita esa opción, Bartleby se hunde por completo (y lo hace de una de las maneras más tristes que reporta la literatura universal).

Ahora bien: si de maneras menos tristes volteamos hacia un pensamiento improductivo que sea mero vagabundeo, un soltar las riendas y dejar que las ideas nos lleven por donde ellas quieran, nos topamos con otro personaje de ficción, cuya vida completamente improductiva deviene en locura poderosamente rebelde.  Estoy hablando de Don Quijote de la Mancha, precursor del pobre Bartleby (este último, siendo un moderno y no un barroco como aquél, no tiene otra que ser mediatizado por la productividad y por el tipo de salud mental que la sociedad moderna sugiere). Hayamos leído o no la novela de Cervantes, todos sabemos que una de las técnicas preferidas del ingenioso hidalgo para su modo de vida, consiste en depositar una total confianza en el extravío, cosa que a veces aplica soltando las riendas para que su heroico y famélico corcel Rocinante tome el rumbo que desee. Pero hoy ─ese hoy que es el mismo que el del siglo XIX de Bartleby─, ¿cómo puede alguien soltar las riendas si no es un caballero andante que imita a caballeros andantes de un tiempo pasado, no sólo ya inexistentes sino que son, casi en total medida, personajes de ficción? Si Bartleby gastara sus horas de oficina imitando a antiguos amanuenses y en vez de copias jurídicas se pusiera a escribir textos sacros o poemas de amor cortés al más puro estilo medieval, quizás se salvaría. Aún si lo despidieran, podría salir a la calle a escribir en muros y a cantar sus versos… Pero no puede: como a todo ser humano moderno, se le impone un último rastro de responsabilidad productiva.

Bartleby está en el borde de la esquizofrenia. Mientras es tolerado por el jefe y mantiene su puesto en la oficina, se nos presenta como el último eslabón que sostiene al ser social que somos sobre el abismo infinito de la locura. Pero un pequeño empujón lo hará caer. Todos escuchamos el silencio que deja al despeñarse, y decimos: “Bien, se ha ido”, intentando cerrar el libro sin darle importancia… ¡Pero resulta que ese abismo es parte de todos nosotros, de cada uno de nosotros! Es entonces cuando escuchamos una voz que pregunta “¿Quién sigue?” y aterrorizados, nos alejamos de ese pozo sin fondo. Tomando las riendas de la productividad y su aliada la responsabilidad, volamos al galope con miedo infernal, y cuanto más lejos llegamos, más celebramos nuestro triunfo. ¡Pobre Bartleby!, seguimos diciendo, mientras el éxito y los premios nos deslumbran, y nos aferramos a ellos con el aplauso de todos, ponderando esa victoria como el verdadero fin de la vida humana y olvidando que en realidad venimos huyendo de algo que está en el centro mismo del pensamiento humano.

Olvidando a medias, porque ─siempre quijotescos─ inevitablemente regresamos a ese punto en que triunfar no nos es suficiente, y añoramos algo en lo que presentimos que está nuestro verdadero ser, nuestra profundidad auténtica. “La derrota tiene una dignidad que la ruidosa victoria no merece”, nos dice el mismo Jorge Luis Borges, sin alejarse del tema que también tradujo en Bartleby.

*

Un grupo de psiquiatras de la Universidad de Granada, España, nos dan información reveladora, y espeluznante para quienes habitamos grandes centros urbanos, en los cuales se enaltece al “individuo y sus realizaciones materiales”. Tras afirmar que estas realizaciones “son ideales que los esquizofrénicos en general no consiguen alcanzar” pues carecen de “los medios internos para desempeñar los roles que la sociedad les exige”, dichos expertos citan un estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que explica que la esquizofrenia tiene una evolución mucho más favorable en “contextos socioculturales menos favorecidos”; es decir, en contextos en los cuales “hay más énfasis en la colectividad y menos en los individuos”. Estos entornos podrían resultar “en menos sufrimiento existencial, pues en ellos disminuye la presión social por tener éxito y ser normal”.

Creo que esto no se aplica sólo a los esquizofrénicos. Me atrevería a decir que todas las denominadas “enfermedades mentales” tienen que ver con lo que la sociedad exige de nosotros. Ya he hablado un poco de esto en un artículo anterior sobre las supuestas “discapacidades” y diferencias. Tocando ahora una de las condiciones más comunes en nuestros tiempos ─la depresión─, está claro que ésta se asocia con inutilidad para el trabajo y las labores cotidianas, con falta de concentración y dificultad para tomar decisiones, con metas no alcanzadas y con culpabilidad por aquello en lo que uno ha fallado. En la depresión, el sujeto mismo continuamente se mira como desde afuera, juzgándose.

Tendríamos que preguntarnos si al describir la condición llamada trastorno mental no nos estamos sólo refiriendo a la escasa capacidad que tienen los enfermos para actuar como los sanos mentales esperamos que lo hagan, sin tomar en cuenta lo que ellos mismos consideran sus capacidades. ¿De verdad no tiene nada que aportar al mundo alguien que suelta la rienda? (“Para ir a donde no sabes tienes que ir por donde no sabes”, decía acerca de su propia experiencia el místico San Juan de la Cruz, creador de una de las obras poéticas más sublimes de todos los tiempos). ¿No somos los actores productivos quienes, con nuestras exigencias, acabamos empujando a los esquizofrénicos, depresivos, bipolares, obsesivos/compulsivos y otros diagnosticados por el estilo, a un sitio en que dejan de aportar por completo y se sumergen en esa “sintomatología” tan bien descrita en todos los estudios psiquiátricos: ausencia de autoestima, aislamiento, soledad, angustia, sensación de vacío? ¿Son estos realmente síntomas de locura o son más bien las reacciones de algunas personas ante el trato que reciben por su forma de ser y sus preferencias?

El sentido de la vida ¿de verdad está adelante y no al fondo? ¿Estará de verdad en producir y no en sólo en escuchar y contemplar? Kant decía que es más inteligente quien más tolera la incertidumbre. ¿No serán los locos seres singularmente inteligentes a los que sin embargo queremos obligar a que nos reporten sus hallazgos de forma productiva y responsable?

Mi pregunta de fondo es: en esta sociedad en que tantos nuevos problemas parecen irresolubles, donde el escepticismo cae sobre la población como nunca antes, ¿no será momento de cuidar de las locuras de los locos ─lo mismo que de la genialidad de las personas autistas─, en las cuales quizás se resguardan soluciones insospechadas que un día ellos estarán listos para compartirnos?

Pensando en nosotros como maestros y líderes educativos, ¿no sería nuestra primera responsabilidad reducir la presión sobre la productividad de nuestros alumnos, sobre la responsabilidad y los valores basados en el desarrollo individual y la competencia, no sólo para prevenir el desbordamiento de quienes están justamente en el borde, sino para poder aprovechar todas esas llamadas locuraspensamientos sin sentidofantasías improductivas y miradas disruptivas que surgen del ocio y que quizás profetizan soluciones a problemas que ni siquiera las ciencias de la complejidad pueden resolver?

Nunca olvidemos que, así como un buen líder hace avanzar a su grupo a la velocidad del más lento, el buen maestro cuida el paso del que parece el más rezagado, respetuoso del infinito valor que lleva dentro.Y siempre recordemos que,mientras intentamos inútilmente menospreciar el modo de vida de los extraviados, grandes sabios sueñan con una vida de vagabundeo, como si en ella se guardaran secretos que ningún conocimiento puede darnos. Diógenes, el antiguo griego que habitaba entre la basura y vivía en un barril, era considerado la persona más sabia de su tiempo, y el notable físico cuántico Carlo Rovelli ─del que se ha dicho que es el nuevo Stephen Hawking─ expresa que si de verdad pudiera vivir la vida que desea, sería vagabundo. Admitamos que es algo que todos de alguna forma soñamos, intuyendo que la pérdida de toda responsabilidad y toda productividad no implica la pérdida de sentido, y que quizás incluso sea algo más acorde con la demanda de nuestros tiempos, hartos de una productividad desenfrenada, la cual por ahora parece tener como única solución esos verdaderos sueños de opio que también en nuestro país corren el riesgo de convertirse en crisis de opioides.

Fuente de la información e imagen:  https://observatorio.tec.mx

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Miles de personas exigimos que la Ley de Educación priorice la Escuela Pública Vasca

Miles de personas nos hemos manifestado este domingo por las calles de Donostia en apoyo a la Escuela Pública Vasca y contra la nueva Ley de Educación. La manifestación, convocada por la plataforma Euskal Eskola Publikoaz Harro, ha partido a las 12:30 horas del Boulevard donostiarra bajo el lema ‘Euskal eskola publikoaren alde, hezkuntza lege honi ez’. A las 10:00 el ambiente festivo y reivindicativo ya era palpable y los niños y las niñas han disfrutado de actividades lúdicas antes de iniciar la marcha: pintacaras, manualidades, exposición de cabezudos y el teatro musical Gora bihotzak!

El objetivo de la marcha ha sido exigir a los partidos políticos que den marcha atrás con un proyecto de ley que ahonda en la privatización de la educación arrinconando a la escuela pública y que no garantiza la euskaldunización de todo el alumnado. Es, además, un proyecto que responde exclusivamente a los intereses de los centros concertados y desvía a la privada los recursos que necesita la escuela pública para ofrecer una educación de calidad a todo el alumnado.

Hemos denunciado que se trata de una ley que no ha contado con la comunidad educativa y que no da respuesta a los retos del sistema.  Hemos exigido que se priorice la escuela pública y se le dote de todos los recursos necesarios para convertirla en eje del sistema.

Como ha recordado la plataforma Euskal Eskola Publikoaz Harro, “desde la firma del Acuerdo Educativo en abril de 2022, el Departamento de Educación, en lugar de adoptar medidas para consolidar una Escuela Pública Vasca de toda la ciudadanía y un auténtico servicio público, ha apostado una y otra vez por favorecer a la red privada-concertada”.

Además, la plataforma ha lamentado que las aportaciones presentadas en junio en la Comisión de Educación del Parlamento no hayan sido tenidas en cuenta y que “el Gobierno Vasco ha hecho oídos sordos a todo lo que se ha hecho y dicho a favor de la Escuela Pública Vasca”.

En el acto de clausura se ha leído el comunicado de la plataforma y ha tomado la palabra la jueza Garbiñe Biurrun, con un discurso en defensa de una Escuela Pública Vasca, universal, inclusiva, cohesionada, plural, euskaldun, laica, de calidad, cercana y gratuita. “La escuela pública es de todas y para todos, porque tiene las puertas abiertas a todo el mundo. Queremos una educación que ponga en el centro a la escuela pública, una educación euskaldun de calidad que favorezca la cohesión social y la igualdad”. Como colofón, niños y niñas de Orio, Errenteria, Ordizia y Zaldibia han subido al escenario para ofrecernos un recital de versos y baile.

Desde Euskal Eskola Publikoaz Harro se ha hecho un llamamiento a todos los partidos del Parlamento vasco para que, en el marco de las enmiendas que debatirán en las próximas semanas, repiensen el fondo de la Ley y la rechacen, ya que mantiene los intereses particulares de los centros de la red privada, dejando abandonada la red pública que es la de todas y todos.

Además de los agentes a favor de la Escuela Pública Vasca que formamos la plataforma Euskal Eskola Publikoaz Harro (Plataformas de Donostialdea, Oarsoaldea, Ordizia, Urola-Kosta, Andoain, Aiztondo, Debagoiena, Bilbo, Santurtzi, Gasteiz, Oion y Aiaraldea; EHIGE gurasoen konfederazioa; los sindicatos STEILAS, CCOO y ESK; la federación de direcciones HEIZE; Ikasle Sindikatua; Ikasle Abertzaleak; Ikasle Ekintza; Gazte Komunistak) también nos han mostrado todo su apoyo: el sindicato ELA; los partidos políticos Elkarrekin Ahal dugu y Alternatiba; Eskola Laikoa; Ikas-bi (asociación de familias bilingues de Iparralde); Zubiak Eraikiz grupo motor de ILP Eskola Inklusiboa; Adarra Pedagogia Kolektiboa; Mugarik gabe; Komite Internazionalistak; Feministalde y otras asociaciones de padres y madres, escuelas públicas, ikastolas de la red pública, haurreskolas, Gonzalo Larruzea y algunas y algunos profesores de la UPV.

Descarga el manifiesto final de Euskal Eskola Publikoaz Harro!

Descarga el tríptico ¿Por qué rechazamos el proyecto de ley de educación del país vasco? en formato PDF.

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Carta de una lectora: «¿Cuál es el miedo al cambio del sistema educativo?»

En una época caracterizada por avances científicos y tecnológicos vertiginosos, las neurociencias emergen como un componente esencial en el ámbito educativo. Sin embargo, a pesar de la evidencia que respalda la efectividad de estrategias educativas propuestas por la neurociencia, las cuales comparten similitudes con enfoques tradicionales basados en la empatía y la paciencia, se observa una resistencia notoria por parte de un número de profesionales. Varias razones confluyen en esta negativa.

Por un lado, la educación y la política están interconectadas, y las ideologías gubernamentales pueden influir en el sistema educativo, como así también las creencias particulares de cada profesional. Otro motivo puede ser el hecho de que esta reforma no genera beneficios económicos para grandes lobbies y requiere una inversión estatal significativa. A pesar de ello, existen numerosas pruebas y estudios científicos que avalan la necesidad de reformar ciertos métodos pedagógicos, desde la relación profesorado-alumnado, hasta las prácticas disciplinarias.

No obstante, persisten en las aulas prácticas obsoletas como la ridiculización, el castigo colectivo y el exceso de deberes, y la resistencia a cambiar esto se justifica acusando de sobreprotección y exceso de sensibilidad a quienes se oponen, aunque esté demostrado que estas acciones provocan o potencian efectos emocionales negativos, desde agresividad hasta depresión, lo cual en ocasiones, conduce a la prescripción innecesaria de medicamentos, beneficiando a la industria farmacéutica.

Imponer la autoridad con hostilidad no se debe a la «sensibilidad» de las nuevas generaciones, sino a la incapacidad de abordar las propias carencias emocionales de las generaciones anteriores. Esto demuestra una falta de flexibilidad y humildad para adoptar metodologías innovadoras, lo cual es lamentable en adultos responsables de la educación de las generaciones futuras. En lugar de hostigar, hay que educar.

https://www.elperiodico.com/es/entre-todos/participacion/sistema-educativo-cambio-educacion-carta-lectora-barbara-balbo-figueroa-93792336

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