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La visión sexista de la educación en las familias condiciona la elección del futuro académico

Por: ABC

Las chicas afrontan más activamente el sexismo en los centros educativos, según un estudio de la UOC.

El confinamiento para frenar la propagación del coronavirus ha provocado la suspensión de las clases presenciales y los estudiantes han pasado prácticamente todo el tiempo en casa con sus familias. En determinados hogares, esto podría haber repercutido en que las situaciones de sexismo —discriminación por razón de sexo— influyeran más en los menores. Esta situación cobraría más importancia en los estudiantes que este año y en pleno confinamiento tienen que elegir entre qué opción de bachillerato, qué módulo de formación profesional o qué carrera universitaria elegir. Una investigación de la Universidad Abierta de Cataluña (UOC) ha analizado el sexismo académico en bachillerato en España.

«En los casos en que las familias tienen una visión muy sexista de la educación y de la vida pueden tener todavía más peso las opiniones de las familias sobre las competencias académicas y de otra índole que se supone que sería ideal que los chicos y las chicas tuvieran», señala Milagros Sáinz, investigadora principal del grupo Género y TIC (GenTIC) del Internet Interdisciplinary Institute (IN3) de UOC.

Aunque el confinamiento sea temporal, la investigadora sugiere que estas situaciones pueden condicionar las decisiones de los jóvenes respecto a qué itinerario educativo de educación secundaria posobligatoria o carrera universitaria elegirán.

«En esta situación existe el riesgo de que los jóvenes, especialmente de algunos entornos socioeconómicos y culturales, estén más expuestos a la influencia de la opinión y las experiencias de los progenitores que en la situación previa a la crisis sanitaria», apunta Sáinz. «No se socializan en las mismas condiciones que antes del confinamiento con otras personas como el profesorado o grupos de iguales», añade.

En una investigación publicada en la Revista de Psicología Social, la investigadora junto con José Luis Martínez y Julio Meneses, también de la UOC, han analizado las diferencias en función del género en las respuestas de los estudiantes de secundaria ante una situación de sexismo académico. Los investigadores apuntan que estos casos se dan «sobre todo en las chicas, que se enfrentan a más actitudes sexistas que los chicos sobre su competencia en ciencias, tecnología y matemáticas (conocidas como disciplinas STEM por sus siglas en inglés)».

Según el estudio, las estudiantes cuyos padres tenían un nivel académico intermedio o alto mostraban mayor predisposición a enfrentarse a las situaciones sexistas. «Es curioso observar cómo los chicos reaccionan a las situaciones de sexismo académico evitándolas, y no como las chicas, que las afrontan o buscan ayuda de personas con mayor autoridad como profesores o familias cuando piensan en este tipo de situaciones», compara la experta.

Los chicos también sufren sexismo

La investigación se llevó a cabo en 954 estudiantes que cursaban el primer año de bachillerato en diez centros escolares de las áreas metropolitanas de Madrid y Barcelona. El 60 % de los estudiantes indicó que sus progenitores tenían un nivel académico intermedio, mientras que el 30 % señaló que tenían un nivel de estudios alto, seguido de un 10 % con nivel de estudios bajo. En cuanto a procedencia, el 80 % de los padres y madres habían nacido en España.

A los estudiantes se les pidió que completaran un cuestionario en el que se les planteaban diferentes situaciones de sexismo en relación con sus capacidades académicas y tenían que responder cómo reaccionarían: enfrentándose a ellas, pidiendo ayuda o evitándolas.

Además, los estudiantes también tenían que indicar en qué medida estaban de acuerdo con cinco afirmaciones sexistas sobre las competencias académicas de los chicos y las chicas. Sobre su propia experiencia, también tenían que responder a si alguien de su entorno había hecho comentarios desalentadores sobre sus habilidades en ámbitos STEM, como matemáticas, tecnología y física (en el caso de ser chicas), o en lengua y biología (en el caso de ser chicos).

«Nuestra sociedad tiende a minusvalorar las competencias de las mujeres en las asignaturas y los ámbitos muy prestigiosos y valorados socialmente como son la ciencia y la tecnología», afirma la autora. «Los chicos, sin embargo, están acostumbrados a que se valoren sus competencias por encima de las de las chicas, lo cual es también sexismo pero positivo hacia ellos», puntualiza.

Según Milagros Sáinz, este tipo de sexismo no significa que todos los chicos tengan altas competencias en estos ámbitos, también ellos se frustran y sufren sus consecuencias negativas porque muchos «no cumplen con este ideal de masculinidad».

Nivel educativo de los padres

Aparte de la influencia del género a la hora de enfrentarse de una manera u otra a las situaciones de discriminación académica, el estudio muestra que también influye en ello el nivel de estudios de los progenitores.

«El género per se explica las distintas maneras de afrontar el sexismo académico, pero el nivel educativo de padres y madres nos ayuda a entender en qué grupos de estudiantes se observa mayor predisposición a responder de manera más o menos activa a dichas situaciones», destaca la autora.

Si las chicas cuyos progenitores tenían estudios universitarios o de secundaria posobligatoria tendían a responder a situaciones de sexismo enfrentándose a la persona que las provocaba, en el caso de los chicos con una historia familiar similar su respuesta solía ser la evitación.

El estudio también revela que, a veces, los propios estudiantes no son conscientes de estar presenciando o viviendo en primera persona esta situación discriminatoria. «Las chicas, en muchas ocasiones, son objeto de sexismo académico que pone en tela de juicio sus competencias tecnológicas y perciben que esto se debe a que no tienen ese potencial individualmente y que, por tanto, no pueden desarrollarlo», subraya Sáinz.

«No son conscientes de que se trata de una creencia estereotipada que se atribuye, por lo general, a todas las mujeres por el hecho de ser mujeres», resalta. En el caso de los chicos ocurre a la inversa: sus decisiones y conductas están también fuertemente condicionadas a expectativas sociales y culturales relacionadas con la masculinidad.

Para evitar estos desequilibrios, la experta destaca la importancia de formar a chicos y chicas en temas de igualdad y en cómo afrontar las distintas situaciones de sexismo académico o de otra índole, una formación que tendría que llegar también al profesorado y a las familias.

Fuente e Imagen: https://www.abc.es/familia/educacion/abci-vision-sexista-educacion-familias-condiciona-eleccion-futuro-academico-202006260206_noticia.html

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SUMMA lanza un concurso de innovaciones para la justicia educativa en América Latina

Las experiencias que se presenten deberán estar orientadas a ofrecer soluciones para cerrar brechas educativas en alguna de estas temáticas prioritarias. Podrán presentarse innovaciones promisorias y consolidadas. Cierre de la convocatoria: 21 de septiembre del 2020.

El Laboratorio de Investigación e Innovación en Educación para América Latina y el Caribe (SUMMA), en alianza con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), lanzó el Concurso de Innovación para la Justicia Educacional en América Latina. La iniciativa busca innovaciones en educación para apoyarlas en el mejoramiento de sus modelos de intervención y también en la evaluación de su nivel de efectividad, con el fin de promover el escalamiento de aquellas ideas, modelos e iniciativas que cuenten con un alto impacto en la calidad, equidad e inclusión educativa. La convocatoria cierra el 21 de septiembre del 2020.

Las experiencias que se presenten deberán estar orientadas a ofrecer soluciones para cerrar brechas educativas en alguna de estas temáticas prioritarias: educación en contexto de privación de libertad, migrantes, pueblos originarios (educación intercultural bilingüe), necesidades educativas especiales, brechas de género, LGTBI+ (diversidad sexual e identidades de género), pobreza y exclusión socio-económica, ruralidad.

Podrán postular innovaciones que actúen en el nivel intermedio del sistema escolar (municipios, servicios locales, secretarías locales, etc.), así como también intervenciones que ofrezcan soluciones a nivel de los centros educacionales, sus equipos directivos o prácticas de aula. Las innovaciones pueden abordar problemáticas de nivel escolar, es decir, que tengan como foco de trabajo desde el nivel de educación inicial hasta la educación secundaria. Asimismo, pueden ser metodologías de gestión, prácticas de aula, sistemas de aprendizaje a distancia, nuevas tecnologías, entre otras.

La convocatoria está dirigida a redes de escuelas, ONGs, gobiernos locales, gobiernos municipales, secretarías estatales de educación, centros relacionados a educación, organizaciones de la sociedad civil, instituciones privadas con y sin fines de lucro, corporaciones, organizaciones comunitarias, organizaciones gremiales, entre otros. No podrán postular escuelas individuales o redes de menos de tres escuelas.


Podrán presentarse experiencias en dos categorías:

  • Innovaciones promisorias dentro de la región que requieran apoyo técnico y monetario para mejorar su modelo de intervención.

  • Innovaciones consolidadas dentro o fuera de la región que requieran apoyo técnico y monetario para su contextualización (en caso de ser necesario) y medición de la efectividad a través de una evaluación de impacto.

Las innovaciones postuladas serán evaluadas por un panel de evaluación externo y un panel de adjudicación compuesto por reconocidos expertos, académicos y autoridades del mundo educativo de distintos países de la región.

¿Cómo postularse?

  1. Descarga las bases en la web del Concurso de Innovación para la Justicia Educacional en América Latina

  2. Selecciona el botón de abajo según el tipo de innovación que quieres postular: Innovaciones Promisorias o Innovaciones Consolidadas

  3. El botón te dirigirá al sitio web de postulación

  4. Una vez en el sitio web, ingresa la información de tu postulación en el botón Participar/Join In


Premios

  • Innovaciones Promisorias: 3 premios de $10.000 USD para implementación + Apoyo técnico por parte de SUMMA (valorado en $5.000 USD).

  • Innovaciones Consolidadas: 2 innovaciones serán pre-seleccionadas para ser presentadas por SUMMA al Global Trials Fund que lidera el Education Endowment Foundation (EEF).

Concurso de Innovación para la Justicia Educacional2.png

Acerca de SUMMA

SUMMA es un Laboratorio de Investigación e Innovación en Educación para América Latina y el Caribe. Fue creado en 2016 por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), con el apoyo de los Ministerios de Educación de Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, México, Perú y Uruguay. Desde 2018 también son miembros los Ministerios de Guatemala, Honduras y Panamá.

Su misión es promover el derecho a la educación, aumentando la calidad, equidad e inclusión de los sistemas educativos de América Latina y el Caribe, mediante la mejora de los procesos de toma de decisiones, tanto a nivel de las políticas estructurales, como de las prácticas pedagógicas en las escuelas.

Para esto, su objetivo es mejorar la toma de decisiones en educación, mediante la generación, síntesis, adaptación, difusión y transferencia de innovación, conocimiento y evidencia de calidad, por medio de redes colaborativas, asesoramiento y el trabajo conjunto con los ministerios de educación, comunidades escolares, innovadores, investigadores, sociedad civil y otros actores clave de la región.

Fuente: https://observatorio.tec.mx/edu-news/summa-concurso-innovacion-educativa

 

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Educación y confinamiento

Por: Dinorah García Romero

La gestión gubernamental ha sido bastante traumática. A estos rasgos hemos de agregar la pobreza que afecta a muchos dominicanos, por lo cual no pueden permanecer confinados.Viven de la informalidad y necesariamente han de salir de la casa para buscar cómo sobrevivir. En un contexto de pobreza, la discrepancia es mucho más acentuada.

La educación es un proceso que influye en todas las dimensiones que configuran al ser humano y a la sociedad. Es una ciencia con un potencial elevado para transformar a las personas y a las estructuras sociales y político-económicas. De igual manera, la carencia de educación agiliza la muerte intelectual, social y física, tanto de las personas como de la sociedad.  Con estas afirmaciones no busco deificar la educación. No. Las ciencias tienen sus límites, pero esto no impide que reconozcamos el despliegue de fuerzas que esparcen para enriquecer a los seres vivos, especialmente a los humanos. En el caso de la educación, los indicadores de transformación, cuando puede intervenir con efectividad una situación determinada, son múltiples las evidencias que se pueden registrar. Empecemos valorando el peso que tiene la educación en los países de mayor desarrollo en el mundo; y el desastre que opera en aquellos en el que la educación es un bien que no llega a todos y que, además, posee calidad escasa.

Las personas y la sociedad que se ven afectadas por la carencia de una educación de calidad, ponen en riesgo su desarrollo, su inserción orgánica en la construcción de un mundo sostenible. También ponen en alto riesgo su vida y la de las demás personas e instancias con las que interactúan. Por esto, la acción para que la educación sea un derecho para todos no puede ni debe bajar la intensidad ni la frecuencia. Si la educación es un cauce de vida personal y social, ya es insostenible pretender organizar, cambiar y desarrollar una nación al margen de ella. Los avances de Vietnam, Korea del Sur y Costa Rica han de animarnos a un cuidado más sistémico y cualificado de la educación de la población dominicana.

En la nueva época que vivimos, constatamos que en varios países de América Latina y el Caribe se observa discrepancia entre la respuesta educativa que debe dar la población ante el avance de la pandemia y los requerimientos que esta exige para superar el incremento de los contagios y la letalidad incontrolable que afecta a varios países. En la República Dominicana, un país tropical marcado por la alegría, el sentido de fiesta y el encuentro cercano entre las personas, la gestión personal y familiar de la pandemia se ha convertido en un trabajo difícil. La gestión gubernamental ha sido bastante traumática. A estos rasgos hemos de agregar la pobreza que afecta a muchos dominicanos, por lo cual no pueden permanecer confinados.Viven de la informalidad y necesariamente han de salir de la casa para buscar cómo sobrevivir. En un contexto de pobreza, la discrepancia es mucho más acentuada. El problema se vuelve más agudo por los errores de las políticas del Ministerio de Salud Pública y de la campaña electoral en tiempos de COVI-19. Todos estos aspectos son factores causales del desorden con el que se ha manejado la política global vinculada a la pandemia que nos vuelven a colocar a la puerta de un nuevo confinamiento más prolongado y más complejo. El confinamiento que nos espera nuevamente es necesario, pero nos interpela a todos, particularmente a los que trabajamos en los procesos de formación y aprendizaje de las personas y de las instituciones. Es necesario que busquemos formas alternativas que le ayude a comprender a la población que el autocuidado y el cuidado de los otros son aspectos prioritarios. Hemos de reimaginar las metodologías y los procedimientos para ayudar a las personas a que retomen la importancia de la responsabilidad y, de forma especial, a que inicien, aunque sea tarde, la educación de la razón y de la voluntad.

Educación y confinamiento son dos ejes que vertebran nuestra existencia en este período y hemos de hacer todo lo posible para que la interrelación sea equilibrante y potenciadora de las personas y de la colectividad. La educación crítica es una necesidad en todos los sectores y en todas las zonas del país. Trabajemos con más empeño para que la población del país avance hacia una actuación razonada, hacia una voluntad educada y hacia un compromiso serio consigo y con la nación

Fuente: https://acento.com.do/opinion/educacion-y-confinamiento-8840790.html

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Las niñas africanas se enfrentan a la prohibición de ir a la escuela por estar embarazadas

Un millón de niñas del África subsahariana en edad escolar podría no ser admitida en la escuela tras quedarse embarazadas durante la pandemia de la COVID-19, según denuncia el informe ‘Aftershocks – Access Denied’ publicado por la ONG World Vision.

No pueden ir a la escuela por estar embarazadas

Una de cada cuatro mujeres (27%) de entre 20 y 24 años se convierte en madre antes de cumplir los 18 en los países menos desarrollados. Aunque se trate de una tendencia a la baja a escala mundial (se ha pasado de 65 casos cada 1.000 mujeres en 1990 a 47 cada 1.000 en 2015, según los últimos datos del Fondo de Población de las Naciones Unidas), el crecimiento de la población del planeta indica que el número de madres adolescentes también se incrementará en 2030, debido sobre todo a la explosión demográfica en África.

La ONG World Vision advierte de que muchas de las niñas que se quedaron embarazadas, debido a la violencia sexual, el matrimonio infantil y la falta de acceso a servicios de salud sexual y reproductiva, perderán oportunidades en el futuro porque las políticas y prácticas de algunos países del África subsahariana no permiten que las niñas embarazadas o las madres jóvenes continúen su educación.

200 niñas de cada 1.000 son madres en África subsahariana

Las probabilidades de que una adolescente se quede embarazada son más elevadas en comunidades marginalizadas a consecuencia de la pobreza y la falta de educación y de oportunidades de trabajo.

En África occidental, por ejemplo, el índice se sitúa en 115 nacimientos cada 1.000 mujeres, frente a los 65 de América Latina y el Caribe, 45 del sureste asiático y los siete de Asia oriental. En África subsahariana, esta tasa es de 200 cada 1.000 mujeres, la más elevada del mundo.

Es la región del mundo en la que más niños y niñas no asisten a la escuela

Además de tener las tasas de embarazo en la adolescencia más altas del mundo, África subsahariana es la región del mundo en la que más niños y niñas no asisten a la escuela. En este contexto, las políticas frente a esta situación varían en toda la región y van desde la expulsión total de las niñas embarazadas hasta las estrategias que apoyan la educación continua de las madres adolescentes.

“Negar a las niñas su derecho a asistir a la escuela significa que nos enfrentamos a una nueva crisis en la educación de las niñas, a menos que los gobiernos actúen ahora”, asegura Isabel Gomes, directora global de Operaciones Humanitarias de World Vision para Servimedia, quien recuerda que la decisión de prohibir a las niñas embarazadas regresar a la escuela después del ébola en Sierra Leona tuvo graves consecuencias.

Nueva crisis en la educación de las niñas

“Estas niñas y sus hijos tuvieron menos oportunidades, mayores riesgos en la salud y bienestar, y mayor pobreza e inseguridad”, mantiene Gomes. Varias organizaciones están trabajando sobre el terreno para ayudar a este colectivo, pero aseguran que “no podemos hacerlo solos”.

Como apunta Isabel Gomes, en citas textuales de Servimedia, los países deben prepararse para el inminente aumento de estudiantes embarazadas y establecer políticas que faciliten su reingreso y educación continua. “Tenemos la oportunidad de prevenir nuevos impactos sociales y económicos como resultado de la COVID-19 y los gobiernos “deben actuar ahora antes de que sea demasiado tarde”.

Fuente: https://www.gndiario.com/africa-ninas-embarazadas-escuela

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Libro La complejidad: Un paradigma para la educación. (PDF)

Autora: Taeli Gómez Francisco

Esta obra es un llamado de alerta; un anhelo a que la educación recupere su arte perdido, que deje de ser un instrumento de control social, dominio cultural y mecanismo de reproducción de dogmas, y se transforme en una plataforma social que permita reconocer al otro desde una perspectiva de igualdad, respeto y dignidad. La autora realiza una fundada crítica a la praxis simplista que mueve la enseñanza actual, sustentada en modelos anquilosados, promotores de una linealidad excesiva, negadora de las complejidades, incertidumbres y recursividades, que caracterizan la realidad de hoy.

Link para descargar el libro:  La complejidad un paradigma para la educacion

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Diez libros sobre educación, cosecha 2020

Por: Jaume Carbonell

A las puertas de las vacaciones de verano, del curso más raro que nadie recuerda, os ofrecemos algunas posibilidades para pensar y repensar la educación durante las próximas semanas.

Un aprendizaje muy poderoso

Abelleira, A; Abelleira, I. (2020), El latido de un aula infantil, Barcelona: Octaedro.

Al poco de empezar a leer este libro me entraron ganas de viajar a Galicia para conocer la escuela pública de O Milladoiro. En pocos libros he descubierto un cosido tan sólido entre la teoría y la práctica, y entre la ciencia, el arte, el compromiso profesional y la imaginación. El texto está trufado de jugosas metáforas y hay una en particular que les va a las autoras como anillo al dedo: la de lutiers, esos artesanos que tienen en la cabeza todo el proceso de creación, que eligen los mejores materiales y ensamblan las piezas sin prisa y con mucho oficio. Esto es lo que hacen estas dos hermanas maestras, tras muchas lecturas pedagógicas y de otros ámbitos bien digeridas, escuchas y observaciones atentas y propuestas muy bien reflexionadas. No hay actividad sin un sentido y una finalidad.

En esta obra que, en cierta medida, es una continuidad de Los hilos de Infantil con la que obtuvieron el Premio Marta Mata de Pedagogía -tienen unos cuantos más- resuenan los diarios de Mario Lodi, la experiencia de Escuelas Infantiles de Reggio Emilia y de Loris Malaguzzi, los cuatro pilares básicos de la educación del Informe Delors o los escritos de Mari Carmen Díez, quien firma uno de los prólogos -el otro es de Beatriz Trueba-. Como indica el subtítulo “Elogio de la cotidianidad”, se parte de la experiencia del alumnado y de las múltiples oportunidades que ofrece la realidad para proyectarla hacia otros mundos y saberes, en un continuo vaivén de dentro a fuera, mediante un aprendizaje donde se movilizan emociones para la realización de actividades dotadas de musculatura cultural. En este centro bullen las ideas y las propuestas que traen los niños y niñas pero se evita caer en el activismo acelerado sin ton ni son. Estas maestras son muy críticas al respecto y tienen muy claro que la escuela no es una ludoteca ni un parque temático.

Pero tampoco se quedan en lo que sugieren y aportan sus alumnos. Todo ello se trabaja a fondo, y huyen de planteamientos no directivos. Así, cuando se trabajan las aficiones, hay una intervención docente para tratar de cuestionar contravalores como el consumismo, el machismo o el egocentrismo, para enriquecerlas o buscar entretenimientos alternativos con otros valores.

Este rico compendio de didáctica de la proximidad, pegado a la vida y no al corsé de la programación, se estructura en dos partes. La primera contiene los fundamentos: la sístole y diástole de lo cotidiano, el corazón de un grupo con veinticinco corazones diversos, el bombeo hacia la comunidad,… Y la segunda contiene estos diez latidos: ¿Quién soy?, ¿Cómo soy?, ¿Qué me gusta?; ¿Qué hago (en familia)?; ¿Qué cuido?; ¿Qué me pasa?; ¿Qué como?; ¿A quién quiero?; ¿Qué pasa a mi alrededor?, ¿Qué celebro?; ¿Qué me mueve?; ¿Qué aporto?; ¿De dónde vengo? ¿Adónde voy? Siempre con profusión de ilustraciones para visualizar las fases del proceso de trabajo.

En todos estos latidos circulan las diversas identidades infantiles: personal, familiar, consumista, de ciudadanía, de activista cultural, medioambiental y social. Sorprende, por ejemplo, el jugo que se le saca a los nombres de cada alumna y alumno o a las primeras palabras que recuerdan haber pronunciado, jugando con elementos naturales, con números y un sinfín de figuras geométricas y gramaticales, o buceando en los acontecimientos del día de su nacimiento. ¡Y cuánto conocimiento cartográfico adquieren a partir de sus andanzas y viajes! Y en el trabajo medioambiental la actitud respetuosa se combina con el desarrollo del pensamiento: plantar sin gastar, plantar y ahorrar agua, plantar para corroborar o refutar hipótesis, plantar para sanar,…Todo ello lo convierte en un regalo educativo precioso.

La actividad estudiantil en el centro del aprendizaje

Alba-Fernández, Nicolás de; Porlán, R. (Coors.), (2020), Docentes universitarios. Una formación centrada en la práctica, Madrid: Morata.

El impacto de la renovación pedagógica que genera conocimiento relevante y cambios en la manera de pensar y estar en la educación, más allá de las modas, constituye un largo viaje plagado de dificultades, porque las inercias de la enseñanza tradicional están muy arraigadas. Esto sucede en los tramos inferiores del sistema educativo y mucho más en los superiores, como es el caso de la universidad. A ello contribuye el hecho que en la valoración de la carrera docente las formas de enseñar y aprender no figuran como uno de los focos de atención prioritarios. No obstante, desde hace algunos años, hay personas como las que coordinan o colaboran en esta obra coral, que se han puesto las pilas para tratar de revertir esta situación desde la Universidad de Sevilla en la que trabajan. Esta preocupación ya quedó reflejada en otro libro con estos y otros autores [Porlán, R (Coord), (2017), Enseñanza universitaria. Cómo mejorarla, Madrid, Octaedro]. La base del libro objeto de la reseña la constituye el Programa de Formación en Innovación Docente del Profesorado de la Universidad de Sevilla (FIDOP) del que tanto Alba-Fernández como Porlán forman parte de su núcleo impulsor. El enfoque metodológico que promueven rompe con el paradigma hegemónico que gira alrededor de la materia y el profesorado para centrarse en el aprendizaje y en la actividad del estudiante En los primeros capítulos se exponen estudios y evidencias internacionales y nacionales que muestran la mayor efectividad de este último enfoque, sobre todo el uso de metodologías activas frente a las clases magistrales, combinando en algunos casos enseñanza presencial y online.

Entre estas modalidades alternativas cabe mencionar la que firman Encarnación Soto, Ángel Pérez Gómez y Cristina Rodríguez Robles: “Aprender a enseñar en la universidad; de la Investigación Acción (IA) a la Lesson Study (LS)”. Se trata de estrategias muy adecuadas para la formación inicial del profesorado en las que se funden la tradición centenaria de la LS japonesa con la más reciente de la IA anglosajona teorizada por John Elliot. En ambas están presentes la integración del pensamiento y la acción, las relaciones horizontales cooperativas y de apoyo mutuo y la incorporación del profesor como investigador de su propia práctica. Ah, y todo empieza con una pregunta. Otra de las colaboraciones versa sobre los cinco principios para una formación del profesorado basada en la idea de Scholarsship of Teaching and Learning.

La segunda parte incluye una detallada y sustanciosa explicación del FIDOB, que se materializa en los llamados ciclos de mejora en el aula con módulos de este estilo: ¿Cómo es mi enseñanza? ¿Qué metodología quiero seguir en el ciclo de mejora? ¿Qué contenidos quiero que aprendan mis estudiantes? o ¿Cómo seguir mejorando? Y, sobre todo, se relatan los resultados obtenidos tras un primer estudio para detectar cómo han progresado los diversos modelos docentes: el modelo transmisivo, el transmisivo abierto a los estudiantes, el de resolución de problemas cerrados y el modelo constructivista e investigativo, el más decididamente centrado en el aprendizaje y las actividades del alumnado. Se pone de relieve cómo las dificultades se agudizan para ir transitando del primero al último. La obra se cierra con un par de estudios de caso de un ciclo de mejora en Ciencias de la Educación y en Ciencias y Tecnología.

Es de agradecer el encomiable esfuerzo de estos autores por tratar de transformar la educación en todos los tramos educativos -ahora toca la docencia universitaria pero no se olvidan de los otros tramos inferiores- a partir de una premisa que nunca debería olvidarse: enseñar la asignatura no basta.

Los caminos de la lectura son infinitos

Centelles, J. (2020), El abrazo de la literatura, Barcelona, Graó.

El autor lleva toda la vida metido de lleno en eso de la literatura infantil: como maestro, formador, asesor, escritor de cuentos, articulista y ensayista. Cabe destacar que con La biblioteca, el corazón de la escuela obtuvo el Premio Rosa Sensat de Pedagogía 2004. Mantiene un blog de gran interés y actualidad, La invitación a la lectura. Su pasión por la lectura la muestra tanto en el seno de la institución escolar como fuera de ella, dinamizando proyectos y experimentando un montón de itinerarios lectores para infantil y primaria que, en buena medida, constituyen la materia de este libro. En él se destila la cultura lectora de Centelles -amplia y diversificada- así como el dominio de un gran compendio de estrategias metodológicas para impulsar la lectura. No parte de un posicionamiento pedagógico o didáctico específico, sino que sus propuestas viajan por lugares muy plurales. Aunque, eso sí, dentro de un paradigma netamente renovador.

En la primera parte, a modo de marco teórico, se sientan algunos principios: “La lectura nos ayuda a ordenar el pensamiento, nos hace más libres y nos permite vivir mejor”. La lectura, en efecto, impulsa la curiosidad, provoca preguntas, nos ayuda a conocernos mejor y a comprender los entornos más próximos y lejanos, y es también una apuesta contra el silencio y el olvido. De ahí surge la necesidad de construir sólidos y continuos andamiajes para que toda la infancia pueda acceder a los libros, sacándoles el máximo provecho. Con lecturas compartidas, guiadas e independientes, con planes lectores y bibliotecas bien dotadas y animadas, con el acompañamiento de las sabias teorías de Vygotski, Piaget o Chomsky, aprovechando todos los recursos analógicos y digitales, y aprendiendo críticamente de las diversas prácticas. El autor insiste en no desaprovechar ninguna oportunidad o registro que enganche a la lectura.

La segunda parte, más extensa y muy bien sistematizada, se estructura en cinco bloques, que van de lo personal o lo general y que incluyen diversos temas con lecturas destinadas a estas franjas de edad: 3 a 6 años, 6 a 9 años y 9 a 12 años. En total, hay 45 libros con sus correspondientes propuestas didácticas. La adquisición y progresivo dominio del lenguaje -la madre de las competencias básicas- ayuda a la infancia a comprender lo que vive y a educarse en unos valores. Por tanto, se trata de articular algo tan esencial como competencias, contenidos y valores en el proceso de enseñanza y aprendizaje. Algo quizás obvio, pero que con frecuencia se olvida.

Los libros elegidos hablan del crecimiento interior, de filosofía cotidiana, de sentimientos que están muy presentes como los miedos o la muerte, de la familia, de los amigos que siempre están ahí, de la escuela, de la guerra y la paz o de la ecología. Y las propuestas didácticas, de lo más variopintas, entran en relación con las diversas áreas de conocimiento. Así, se les propone hacer una película de animación, colorear piedras, escribir pensamientos filosóficos sobre cintas que se anudan en las ramas de un árbol, reflexionar sobre la función de los números, jugar a las cartas o al bingo, imaginar otros finales, confeccionar carteles con distintas tipografías, escribir cartas a amigos imaginarios, proyectar las sobras de sus siluetas, organizar paseos en busca de pájaros, etc.

Lecturas que se proyectan y enriquecen las vidas del alumnado y que les ayudan a ampliar su mirada hacia lo que ocurre a su alrededor. “Para que sean mejores personas y puedan escribir algún día una buena historia colectiva”.

Contra la ofensiva neoliberal de la privatización

Díez Gutiérrez, E. (2020), La educación en venta, Barcelona: Octaedro.

Este autor combina la actividad académica como profesor titular en la Facultad de Educación de la Universidad de León con el activismo social muy intenso. Participa en el Foro por la memoria histórica de León, en el grupo de hombres por la igualdad, en el Foro de Sevilla por otra política educativa y es coordinador del Área Federal de Educación de Izquierda Unida. Ha publicado unos cuentos libros de ensayo político y educativo. Su último título, Neoliberalismo y educación La construcción educativa del sujeto neoliberal (2018) es, en cierta medida un precedente del presente libro.

El autor parte de dos premisas que iluminan el conjunto de la obra. La apuesta inequívoca por una escuela pública, inclusiva, ecológica, integral, democrática… al servicio del desarrollo integral de las personas y no del mercado. Y el foco no dirigido a las cuestiones técnicas y metodológicas del “cómo lo hacemos” sino en las finalidades: en el “para qué educamos”.

La primera parte: “Del derecho social a la inversión individual”, disecciona cómo el neoliberalismo penetra en el mercado educativo mediante mecanismos como la consideración de lo privado como servicio público, la consolidación de un supermercado educativo, el mito del libre elección de centro o la financiación pública de intereses privados. En este sentido, denuncia la existencia de la doble red pública-privada concertada que se fue tejiendo durante los gobiernos del PSOE y del PP. A partir de ahí, señala las consecuencias derivadas de estas políticas: segregación educativa y social, exclusión de inmigrantes y minorías y la expulsión de la diversidad. Una de las causas que explican esta situación, sostiene Díez, es el rechazo a la mezcla social y a la necesidad de diferenciarse por parte de las clases altas y medias para mantener su estatus y privilegios de clase.

En la segunda parte entra de lleno en la educación en venta, mostrando de manera incisiva y documentada cómo la ofensiva neoliberal en algunos países -Estados Unidos y Chile son dos casos harto emblemáticos- ha supuesto el desmantelamiento de la escuela pública y su sustitución por una escuela privada cada vez más favorecida (recortes, conciertos, cheques escolares, donación de suelo público, desgravaciones fiscales,..). Se entiende que el neoliberalismo supone una combinación de la renuncia del Estado hacia la escuela pública y el derecho a la educación de todas y todas en clave inclusiva y con la emergencia de grandes multinacionales, plataformas digitales, patrocinios empresariales y fundaciones -la nueva filantropía- en la gestión de los centros y otros servicios educativos, así como en el control de los contenidos y materiales curriculares.

El libro de cierra con el apartado “La universidad en ventas”, donde se pone de relieve el crecimiento de la universidad privada, con altos índices de rentabilidad en contraste con las restricciones a la pública, así como la acentuación de la carrera darwinista y competitiva y lo que califica de deudocracia universitaria, la deuda acumulada por los estudiantes desde hace algunos años. Para Enrique Díez la “Universidad Empresarial S.A” ha dejado en la cuneta a miles de estudiantes en los últimos tiempos. “Lo prioritario no es compartir libremente el saber y el conocimiento”. A esta degradación de la enseñanza superior añade la precarización docente -la inseguridad y condiciones de trabajo del profesorado asociado- y la investigación infrafinanciada. Un panorama que no invita al optimismo, a no ser que se revierta radicalmente el modelo mediante el impulso de lo común y lo público, como se apunta en el epílogo.

Una mirada seductora y esperanzada

Funes, J. (2020), Quiéreme… pero necesito que me cuentes más, Barcelona: Destino.

No conozco a nadie que haya escuchado, investigado y hablado tanto con y sobre los adolescentes como Funes. Que consiga ponerse tan pegado a su piel. Y, además, que haya sabido explicarlo tan bien: los títulos y subtítulos son un ejemplo del mejor periodismo de divulgación. Por eso no es extraño -aunque no deja de ser insólito en este mundo de la educación- que haya vendido más de 25.000 ejemplares su libro anterior, o que llene espacios hablando con madres y padres desconcertados con sus hijos adolescentes en tiempos tan complejos y mutantes, y que una persona le suelte: “Soy madre de un adolescente, me ha encantado hablar contigo, las familias echamos mucho de menos que nos orientes sin estridencias, con calma, ayudándonos a mirar, a entender”. Vaya, que Jaume Funes es un auténtico influencer.

Esto es lo que hace este psicólogo que viaja continuamente por todos los espacios adolescentes de socialización, virtuales y presenciales. en busca de su identidad : orientarles y seducirles pero sin imponer normas y recetas, ayudándoles a gestionar sus vidas con más preguntas que respuestas, recabando presencias adultas y redes de apoyo dentro y fuera de la institución escolar, ayudándoles a gestionar sus malestares y bienestares para que la felicidad sea posible. A lo largo del libro siempre planea esta pregunta: ¿quién, dónde y cómo ocuparse de ellos? También en todos los casos le acompaña este principio de actuación: “Comprender no quiere decir justificar, mirar no quiere decir contemplar impasibles, descubrir sus argumentos no quiere decir que no tengamos que aportar los nuestros”.

Antes de entrar en materia nos advierte de algunos apriorismos y peligros que convendría desterrar como el hecho de mirar realidades nuevas con ojos envejecidos, de recrearse en miradas culpabilizadoras y asustadizas sin atender al contexto y a las raíces, de las clasificaciones y comparaciones o de estar más pendientes de la observancia de los protocolos que de sus vidas.

Las nuevas cuestiones que aborda se condensan en cinco apartados. El primero, “Aprender el placer de querer, dar besos y abrazos”, versa sobre cómo educar para el logro de una sexualidad sana, humanizadora y feliz, de cómo se construye socialmente y se vive, sobre un cuerpo con deseos y deseado, de amores y desamores, de cómo influyen las series y el porno y cómo pueden gestionarse. Se incluyen propuestas educativas para afrontar los saberes y experiencias de las diversas sexualidades. Nunca faltan algunos consejos a título de conclusión: “No dejes que te impongan las prisas”; “No dejes que te lo simplifiquen”; o “No te muestres egoísta”. Le sigue el capítulo “Aprender a descubrir qué lugar han de ocupar las drogas en la vida”, donde insiste en la necesidad de pasar del discurso alarmista al de la preocupación útil, siempre con una mirada analítica -que entra en los efectos de las diversas drogas sobre sus comportamientos- pero esperanzadora. Su propósito es que los adolescentes aprendan a convivir con el alcohol y con otras drogas.

En “Educar a personas en línea, que viven en red”, el autor hace una inmersión a fondo en los nuevos artefactos y códigos comunicativos de la adolescencia y, dejando siempre de hablar del mundo digital como un problema, les lanza un reto: que no olvide que fuera de la pantalla hay vida y que sea ella la protagonista de gestionar la vida conectada. En los dos últimos apartados se adentra en el qué hacer al término de la ESO en la educación de adolescentes con infancias en las que todo se rompió.

Al final de todo dice Funes. “Esta es la última página del último libro que escribiré sobre ellos (los adolescentes)”. No me lo creo, porque ahora tiene una magnífica oportunidad de completar esta trilogía con un nuevo título: “¡Lo que hemos aprendido de la adolescencia confinada!” Espero que la editora le convenza de nuevo.

Mejorar las escuelas con una sólida cooperación

Hargreaves, A; O´Connor, T. (2020), Profesionalismo colaborativo, Madrid: Morata.

“Los grupos sólidos fomentan las decisiones compartidas, pero también apuntalan, informan y mejoran los juicios profesionales individuales”. E impactan sobre la mejora del aprendizaje estudiantil. Esta son dos de las tesis nucleares de esta obra que en su subtítulo recoge la misma idea: Cuando enseñar juntos supone el aprendizaje de todos. En efecto, el profesionalismo colaborativo que los autores presentan, investigan y someten a discusión, supone una continua retroalimentación individual y colectiva que va más allá de la mera colaboración profesional. Supone una modalidad más profunda, rigurosa y sostenida de colaboración profesional a la hora de compartir sueños, retos y proyectos. Así, se enriquecen la autonomía, eficacia, investigación, responsabilidad e iniciativa colectivas, al tiempo que se fortalece el diálogo mutuo, el trabajo conjunto, los propósitos comunes y la colaboración con los estudiantes.

Para explicar en qué consiste esta colaboración docente enriquecida se seleccionan cinco casos que llevan unos años funcionando. El primero es el estudio de una clase abierta en un centro de educación secundaria de Hong Kong. Se trata de una variante de la lesson study, una tradición muy asentada en Japón donde maestros y maestras observan las lecciones de los demás. En este centro cada profesor imparte al menos una clase abierta una vez al año. La observación de los visitantes y la posterior reflexión compartida sirven para perfeccionar el proceso de enseñanza y aprendizaje. La segunda experiencia parte de una red de planificación curricular de escuelas rurales en el Noroeste del Pacífico de Estados Unidos. Se preparan lecciones, unidades de trabajo y proyectos con el fin de promover el compromiso del alumnado con su aprendizaje académico y comunitario. Entre los proyectos se citan un par de enorme interés: cómo escribir y defender alegatos para desarrollar el razonamiento y cómo utilizar los teléfonos inteligentes para narrar la vida en sus comunidades rurales con el objeto de potenciar el orgullo de pertenencia. El tercer relato discurre en una escuela noruega donde está muy consolidado el trabajo cooperativo entre docentes y estudiantes, y se conjugan estos verbos: comunicarse, colaborar, participar, explorar, investigar y crear. Sorprende gratamente la relevancia que le otorgan a la naturaleza y a la conversación, pues las asambleas de toda la escuela se celebran siempre fuera, incluso en pleno invierno.

Otra experiencia de transformación pedagógica colaborativa es la Red Escuela Nueva formada por 25000 escuelas para comprometidas con la paz, el bienestar y la democracia. Esta pedagogía colaborativa convierte la vida del bosque en un aula multigrado con observatorios de aves, huertos y diversos espacios de investigación, donde se combina juego y trabajo. El último caso expuesto es el de las comunidades de profesionales de aprendizaje, en uno de los distritos más remotos de Ontario con un alto porcentaje de alumnado aborigen. Andy Hargreaves como asesor del ministro de Ontario ha contribuido a impulsar esta investigación colaborativa que se fundamenta la excelencia, la equidad y el bienestar, y que conecta la naturaleza o un deporte tan popular en este país como el hockey para involucrar al alumnado.

Esta obra, tan oportuna para hacer realidad una colaboración intensa que supere el aislamiento docente, las mediaciones burocráticas de las administraciones educativas y los mecanismos de participación artificiosos, se cierra con tres preguntas clave respecto a la transformación educativa: ¿Qué debemos dejar de hacer?; ¿Qué debemos seguir haciendo? ¿Qué debemos comenzar a hacer?

Una seductora defensa de la ortodoxia pedagógica tradicional

Luri, G. (2020), La escuela no es un parque de atracciones, Barcelona: Ariel.

Este profesor de filosofía de secundaria, ahora ya jubilado, desde que publicó La escuela contra el mundo, se ha convertido en uno de los referentes mediáticos más reconocidos. Ha seguido escribiendo ensayos y columnas de opinión tanto en el ámbito filosófico como educativo, y actualmente colabora en el proyecto Aprendemos juntos. De entrada cabe decir que se trata de un libro trabajado, donde el autor pone a flote su vasta cultura, que tiene diversas capas de lectura y, sobre todo, sirve para promover el tan necesario como ausente debate pedagógico.

Existe una tendencia actual a relativizar los conceptos, categorías y modelos por aquello de la evolución, la complejidad y el no caer en maniqueísmos. La comparto, pero no por ello hay que renunciar a decir las cosas por su nombre para no desorientar al público lector y contribuir aún más a la ceremonia de la confusión. ¿Por qué sostengo que Luri es un gurú de la pedagogía tradicional? Porque en todas las definiciones consultadas en torno a este modelo aparecen estos atributos que desarrolla a lo largo del libro: defensa del código disciplinar frente a los ensayos globalizadores, de los contenidos frente a las competencias, de la transmisión de la herencia de una cultura común frente a otras narrativas culturales y procedentes de diversos “ismos”, de la teoría y la materia de estudio frente a experiencia cotidiana del alumnado adquirida en su entorno, del predominio de la racionalidad frente a la emotividad, de la memoria y la disciplina frente al aprender haciendo y jugando. El autor apuesta por una defensa del conocimiento poderoso -como reza el subtítulo del libro- porque entiende que hay evidencias científicas que demuestran su superioridad absoluta frente a las propuestas innovadoras, a lo que llama la ortodoxia pedagógica que considera hegemónica. Sostiene que es la única manera de sacar a la escuela de la ignorancia, al descender la exigencia cognitiva y, por tanto, el nivel educativo, pese a aumentar los años de escolarización

Un par de aclaraciones: el modelo pedagógico tradicional adquiere diversas variantes, en muchos casos se ha modernizado y perfeccionado, y la conservación de sus esencias originarias se plasma en contextos y posicionamientos políticos variopintos: desde los más progresistas y hasta los más reaccionarios. Lo mismo podríamos decir de las pedagogías innovadoras que hace ya un siglo aparecieron con otras denominaciones, que han adquirido múltiples expresiones con diverso grado de estancamiento o renovación. También en ellas cabe de todo: desde discursos y prácticas promovidas por el neoliberalismo y el capitalismo cognitivo para asentar su poder, hasta las prácticas renovadoras que apuntan a una trasformación social, en clave de equidad y justicia social. Y por supuesto, las innovaciones están afectadas por las modas y, con frecuencia, se convierten en malas fotocopias o desarrollan un activismo sin ton ni son. En esto Luri lleva toda la razón: la bondad de un método depende del grado de rigor con que se aplica. Hablamos, por supuesto, de modelos porque, en la práctica, sabido es que el profesorado en su aula hace lo que quiere o lo que puede siguiendo escrupulosamente un modelo o la mezcla de varios, y su aplicación depende de su competencia profesional, de su grado de compromiso y de las condiciones de educabilidad.

Se trata de una obra que recoge numerosos argumentos y datos para corroborar la tesis de la superioridad del modelo tradicional, que confronta continuamente con la innovación, pero se olvida por completo de mostrar las evidencias científicas –que también son numerosas- que revelan todo lo contrario. Una de las claves para ahondar en el debate es preguntarse qué se entiende en ambos casos sobre conocimiento poderoso: sobre qué ingredientes educativos se sustenta, a qué se le presta más atención y qué se entiende por calidad de la enseñanza. Porque no hay duda que los aprendizajes sólidos y los conocimientos poderosos llevan también el sello de la innovación o de la renovación pedagógica y no son espejismos (en una de las críticas de este dossier tenemos un caso elocuente de ello: El latido de un aula infantil, de las hermanas Abelleira) .

Hay apartados muy sugerentes y bien cosidos, siguiendo la estela de la psicología cognitiva, como el que analiza el boom de la neurocencia donde , entre otras lecturas, se cuestiona que derive en neurodidáctica y tenga recorrido en la práctica educativa, el uso y abuso de la inteligencia emocional y de las inteligencias múltiples que atribuye al antiintelectualismo, la manera cómo se configuran las diversas memorias –de trabajo o a largo plazo-, la visión de Dewey en torno a la experiencia -uno de los autores que se presta a más interpretaciones-, el aprendizaje a partir del error o la centralidad que concede al lenguaje. “Todo profesor es profesor de lengua”.

Mención aparte merece el tratamiento del excelente capítulo sobre el capitalismo cognitivo. “Este no es un producto de Google, sino que Google es un subproducto del capitalismo cognitivo. Y no, desde luego, el más fiable”. Tras analizar críticamente la colonización tecnológica de la educación por parte del poder -más consumo no equivale a más innovación- señala uno de los temas más preocupantes de futuro si no mejora sustancialmente la formación científica: la previsible y profunda brecha entre los trabajadores altamente cualificados y los poco cualificados, cuestión que está polarizando el interés de pensadores tan renombrados como Harari (21 lecciones para el siglo XXI, 2018).

En contraposición, hay cuestiones sobre las que Luri pasa de puntillas, simplificando a veces hasta la caricatura como es el caso del pensamiento crítico y de Pablo Freire, el análisis sobre el cambio climático, el trabajo por proyectos o el trabajo en equipo y colaborativo, del que, por cierto, existen sólidas evidencias respecto a cómo facilitan la adquisición del aprendizaje.

Lo decía al principio: este libro da para abrir debates de enorme interés y calado, algunos ya sugeridos. Ahí van otros: ¿Hasta qué punto el conocimiento y el currículo no se enriquecen con la nuevas narrativas culturales, locales y universales? ¿Tiene algún sentido seguir contraponiendo contenidos, competencias o habilidades, emociones y valores? ¿Cómo provocar la motivación -forma parte de la emotivad- para enganchar al alumnado al proceso de aprendizaje? ¿Qué criterios se eligen -y quién los fija- para evaluar tanto los procesos -hay quien dice que forma parte del aprendizaje- y los resultados? ¿PISA, visto lo visto, debe ser el único referente de medición de la salud de los sistemas educativos? ¿Hasta qué punto el soporte empírico de las diferentes metodologías no está connotado ideológicamente? ¿Qué hacer para qué la investigación educativa esté más atenta a las prácticas pedagógicas para sortear tantas y tantas ignorancias? Podríamos continuar con muchas otras preguntas.

Ya para terminar. Al final del libro se incluye una cronología de las ideas pedagógicas. Sorprende no encontrar ninguna referencia a la reforma educativa de la II República y al plan profesional del Magisterio -reconocido en su momento por media Europa y aún hoy no superado en nuestro país – ni al Informe Delors sobre los cuatro pilares de la educación, uno de los documentos más citados. ¿Olvido involuntario o intencionado?

Promover y rescatar proyectos de vida

Menéndez, P. (2020), Escuelas que valgan la pena, Buenos Aires: Paidós.

En la tradición jesuítica conviven en España y en Latinoamérica la educación destinada a las élites y la que se ocupa de las clases populares y de sectores socialmente vulnerables. Pepe Menéndez, con quien hemos mantenido apasionadas discusiones, siempre ha trabajado en la trinchera de estos últimos centros. Lo hizo primero como director del Colegio Joan XIII del barrio de Bellvitge (Hospitalet del Llobregat) y lo hace ahora acompañando procesos e instituciones educativas, sobre todo latinas. Entremedio participó activamente -fue uno de sus impulsores e ideólogos- en el proyecto de transformación educativa Horizonte 2020 para la red de Colegios de Jesuitas, un referente pedagógico que convocó en su momento –ahora su impacto mediático ha menguado- todas las miradas: desde las más entusiastas a las más críticas.

El autor, sea en su calidad de docente de aula o de directivo, nunca ha dejado de acompañar al alumnado, sobre todo de secundaria. Calcula que ha sido tutor de un millar de adolescentes. Se dice pronto. Siguiéndolos dentro y fuera de la institución escolar, acercándose a las raíces donde se conforman las identidades personales. Siempre le ha concedido una importancia central a este espacio, tratando de que la visión personal y global del alumno prime por encima de la meramente académica: “pongamos las luces largas en acompañar proyectos vitales más allá de la responsabilidad de certificar expedientes académicos”. Algo que le ha producido largas discusiones con sus colegas y unos cuantos quebraderos de cabeza. Para él la mejor escuela es la que dedica esfuerzos para crear un ambiente de altas expectativas relacionales y de aprendizaje.

La obra la conforman un conjunto de relatos a modo de breves fragmentos de vida donde emergen vivencias, secuencias que evolucionan desde la presentación del conflicto hasta su resolución, preguntas, dudas, reflexiones y principios que dibujan el sueño de la transformación educativa a la que se llega dándole muchas vueltas, compartiendo saberes, colocando siempre al alumnado en el centro del proceso educativo y con un sólido compromiso profesional y social. Son historias que cuenta desde su experiencia docente, desde su gestión como director adjunto del proyecto Horizonte 2020 o de las conversaciones que mantiene con educadores chilenos, colombianos o argentinos en contextos vulnerables de pobreza y violencia. En espacios de dolor y miseria donde siempre anida la esperanza, siguiendo el lema freiriano de convertir las dificultades en posibilidades”.

Estos episodios de historias de vida están presentes en estos cinco grandes bloques: la mirada del profesor, el proyecto vital del alumno, la pedagogía, el liderazgo en la escuela y la dimensión comunitaria. En cada uno de ellos se desarrollan preguntas como estas: ¿En qué nos fijamos cuando miramos a nuestros alumnos? ¿Somos conscientes de que la consideración que tenemos de los alumnos determina la suya propia? ¿Aprendemos desde lo que somos o desde lo que deberíamos ser? ¿Cómo podemos crear condiciones para el aprendizaje en entornos vulnerables? ¿Tenemos en cuenta la cultura y el lenguaje de las familias al relacionarse con ellas?

La transformación educativa sea asocia a la predisposición para la escucha y la comprensión de las ideas previas del alumnado, la creación de espacios de relación y contextos de aprendizaje seguros y motivadores, a las metodologías que parten de las rompen con la rigidez del sistema y que suponen un cambio cultural profundo o a la creación de puentes entre la escuela y la comunidad.

El libro se lee muy bien y gana en intensidad y autenticidad a medida que avanza, cerrándose con un relato precioso del propio Menéndez de cuando era estudiante y el padre Ignacio Vila le abrió los ojos a la educación que ahora con tanta pasión defiende.

Investigación y práctica educativa

Ruiz Martín, H. (2020), ¿Cómo aprendemos?, Barcelona: Graó.

Este docente e investigador, director de la International Teaching Foundation, lleva veinte años desarrollando proyectos de mejora de la educación desde una perspectiva cognitiva de la educación y a partir de metodologías basadas en evidencias científicas. Su propósito es construir puentes entre cómo las personas aprenden, la intervención docente y la práctica educativa. Porque “enseñar es ayudar a aprender”. El foco de estudio son los procesos de enseñanza y aprendizaje, lo que realmente ocurre dentro del aula, analizando el impacto de los diversos factores y variables que intervienen. Apuesta por el método científico como antídoto a los sesgos cognitivos de nuestras visiones de la realidad.

En los primeros compases -“Los procesos cognitivos del aprendizaje”- se procede a una descripción pormenorizada de los componentes, organización, procesos y reorganización de la memoria, que conducen a tres cuestiones clave: la transferencia del aprendizaje, la memoria de trabajo y el aprendizaje profundo. De entre las diversas memorias, destaca la que se asienta en el largo plazo, activando las ideas y conocimientos previos -en clave constructivista- y las diversas conexiones. Sostiene que la superioridad de los métodos activos está bien documentada en la investigación educativa, y se obtienen los mejores resultados cuando es el docente quien guía las experiencias. También cuando se promueve en aprendizaje significativo o con comprensión. En este sentido propone sustituir el conocido lema de John Dewey del learning by doing (aprender haciendo) por el learning buy thinking (aprender pensando), en una clara alusión al mero activismo pedagógico.

En “Los factores socioemocionales del aprendizaje” se detiene a estudiar minuciosamente cómo se modulan las emociones y la importancia de la motivación, la gran olvidada de la educación tradicional, sobre todo en la enseñanza media y superior, siendo “un factor clave para promover el aprendizaje de nuestros alumnos”. Porque a cuanta más motivación, más esfuerzo; de ahí la importancia de impulsar las condiciones y estrategias necesarias para provocarla. Igualmente relevantes son las aportaciones en torno a las creencias, estas estimaciones subjetivas sobre la realidad, que influyen en las expectativas, en la motivación y en el rendimiento y resultados académicos. Todo ello promueve una mentalidad de crecimiento y un aprendizaje profundo. Por ello propone actividades de aprendizaje secuenciadas y objetivos de aprendizaje progresivos, con diversas oportunidades para que el alumno compruebe que avanza (a eso se llama andamiaje cognitivo y motivacional). Ruiz Martín piensa que esto no supone reducir el nivel de exigencia. “No podemos reducirlo todo al esfuerzo. El esfuerzo por sí solo muchas veces no es suficiente y, sin embargo, esforzarse mucho y fracasar resulta muy frustrante”. Otro dardo contra la escuela tradicional

Tras destacar la dimensión social del aprendizaje y, más en concreto, los beneficios del aprendizaje cooperativo, se centra en la autorregulación cognitiva y emocional y a la resiliencia. El último bloque se dedica a tres procesos clave de la enseñanza: la instrucción -directa y por descubrimiento- el feedback -que promueve mentalidades fijas y de crecimiento- y la evaluación, apostando por la modalidad formativa, más proclive a la evaluación para el aprendizaje que a la mera evaluación del aprendizaje.

Se trata de un texto muy sólido y valioso, que ordena cuestiones conocidas y otras novedosas, combinando el necesario rigor científico con el carácter divulgativo, apoyado por una ingente cantidad de artículos de referencia, ejemplos, ejercicios y experimentos.

Una profesión tan cuestionada como desconocida

Santos Guerra, M.A. (2020), ¿Para qué sirven los pedagogos?, Madrid: Catarata.

Es uno de los promotores más activos de la renovación y la transformación educativa, primero ejerciendo la docencia en colegios e institutos y, posteriormente, en la Universidad de Málaga, de la que es catedrático emérito. Ha escrito más de cuarenta libros y otros tantos como como coordinador y coautor, prodigándose como conferencista en diversos países, sobre todo en Argentina, donde es padrino pedagógico de varias escuelas. Desde 2004 escribe una columna semanal en La Opinión de Málaga.

Uno de los rasgos más singulares de Santos Guerra es su escritura amena y personal, alejada de los cánones del academicismo habitual -es capaz de hacer fáciles los conceptos más difíciles y complejos-, siempre acompañada de un sugerente e irónico anecdotario. Tampoco falta en esta ocasión

La lectura de esta obra tiene dos planos. El primero se ocupa de los conceptos procesos básicos que fundamentan la pedagogía, a caballo entre la ciencia y el arte: educación, instrucción, calidad de la enseñanza, la escuela como escenario de la educación, las señas de identidad de la escuela pública, las distinciones entre cambio y mejora, etc. Sostiene este sabio profesor que el camino de la mejora y de la dignificación educativa no transita por las sendas del neoliberalismo de la individualidad y la competencia, del autoritarismo y la tecnocracia que restan autonomía al profesorado o de la burocracia que paraliza la creatividad. Por el contrario. sostiene que educación es una tarea demasiado importante, apasionante y hermosa para que quede atrapada en estas redes y no busque el desarrollo de sus valores éticos de libertad, solidaridad y justicia social, porque quien educa “tiene la autoridad de quien ayuda a crecer, no el poder de quien aplasta, silencia, atemoriza, ridiculiza o castiga”. Un crecimiento que moviliza todas las dimensiones del humano en un espacio compartido lleno de oportunidades de aprendizaje ligados a la vida.

El autor diferencia con nitidez diversos modelos pedagógicos y por eso no entiende que a los pedagogos -sin discriminar sus posicionamientos y actuaciones- se los ponga todos en el mismo saco y se les acuse injustificadamente de perpetrar todos los males del sistema educativo actual. La literatura sobre el cuestionamiento de la función del pedagogo no para de crecer en los últimos tiempos. Y aquí viene la segunda lectura de la obra: definir la tarea del pedagogo, que es la de investigar, asesorar, planificar, orientar, desarrollar y evaluar los procesos diversos de educación que tienen lugar en todas las etapas y situaciones de la vida, en espacios diversos, dentro y fuera de la escuela. Le siguen una serie de anotaciones sobre sus estudios, desarrollo profesional y salidas profesionales, un amplio abanico de actividades relacionadas con la orientación educativa, las necesidades educativas especiales -pedagogía terapeútica, delincuencia, drogodependencias, cárceles,…-, la docencia en diferentes áreas, la educación a lo largo de la vida, la formación para el empleo, la consultoría pedagógica o la educación no formal. La descripción es amplia pero se echa en falta un trabajo de campo sobre la opinión de los pedagogos en ejercicio en estas diversas áreas, así como un análisis de los puestos compartidos con otras figuras profesionales.

El cierre del libro recoge las respuestas breves de estudiantes de 3º de Pedagogía a la pegunta: “¿Por qué quiero ser pedagoga o pedagogo?” Hay un par de deseos recurrentes: cambiar el mundo y la educación, y ayudar a otras personas a que aprendan y crezcan. “Porque quiero ser feliz haciendo felices a los demás”.

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/pedagogiasxxi/2020/07/08/diez-libros-sobre-educacion-cosecha-2020/

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Congreso Mundial en defensa de la educación pública y contra el neoliberalismo educativo

 

Congreso Mundial en defensa de la educación pública y contra el neoliberalismo educativo

26 y 27 Septiembre 2020

Documento propositivo

 

La pandemia del COVID-19 generó una situación inédita de parálisis global programada, que desnudó las profundas desigualdades del sistema, pero que también se convirtió en una oportunidad para el gran capital en su propósito de avanzar en una redefinición de sus procesos y dinámicas, con elementos de mayor exclusión y dominación.  La ola de privatizaciones de los servicios básicos y de interés social ocurridas en las últimas décadas, hizo que los sectores sociales más empobrecidos y la clase trabajadora fueran los más afectados por la crisis de la pandemia.

La parálisis en todos los planos generada por la pandemia se imbricó con la crisis económica del capital que venía eclosionando en una nueva recesión económica mundial. En ese contexto vimos surgir gobiernos neo- conservadores con políticas de corte fascista como el de Trump o Bolsonaro, que con sus políticas negacionistas de los riesgos para la salud del COVID-19 llevaron a miles de seres humanos a los hospitales y a la muerte. Muchos gobiernos, siguiendo el ejemplo de Trump y Bolsonaro, privilegiaron las ganancias por encima de la vida humana.  Esto debe ser enfrentando por los pueblos y sus organizaciones sociales y sindicales en el plano de las ideas, la movilización y la organización.

La actual coyuntura mundial es de crisis profunda del sistema capitalista que lo lleva a intentar colocar sobre las espaldas de los y las trabajadores los costes de esta situación. La pandemia del COVID-19 ha servido de pretexto para avanzar en la agenda neoliberal de sociedad educadora, la cual se concreta con novedosas formas de privatización educativa, asociadas al acceso a la conexión a internet y la posesión de equipos para participar en las clases virtuales.

El experimento de la virtualidad en casa está siendo usado para colocar una disputa que no existía en febrero de 2020, entre educación presencial en la escuela versus educación virtual en casa. El capitalismo sabe que no puede suprimir de manera impune y rápida las escuelas, pero está creando el imaginario social sobre la obsolescencia de lo escolar. Ello procura dar entrada a las corporaciones tecnológicas y de contenidos educativos digitales al “mercado educativo”, lo cual va acompañado de una desinversión sostenida en la actualización y formación docente para contextos digitales como el actual.

A pesar de ello el magisterio internacional ha asumido por cuenta propia y con el acompañamiento de sus gremios y sindicatos la tarea de actualizarse para enfrentar los actuales desafíos pedagógicos. Los educadores del mundo somos un digno ejemplo del compromiso con la continuidad del derecho a la educación, en condiciones cada vez más adversas, quienes hemos garantizado de manera real el sostenimiento del vínculo pedagógico con los y las estudiantes.

Ello no oculta la emergencia de nuevas formas de privatización, al transferir a las familias, docentes y estudiantes las responsabilidades de los Estados nacionales de garantizar las condiciones mínimas para ejercer el derecho a la educación. Son ahora las familias, docentes y estudiantes quienes deben comprar o repotenciar computadoras, pagar planes de datos para el acceso a internet e incluso adquirir plataformas privadas para poder dar clases virtuales. Esta privatización está siendo ocultada con una estruendosa cortina de humo comunicacional de los gobiernos que habla del supuesto éxito educativo en la pandemia, con frases oportunistas sobre la mística docente.

Los docentes han sido sometidos a sobre carga en sus horarios y tareas, encerrados en sus casas, resolviendo por su cuenta la continuidad de la actividad educativa. Esto lo ha hecho el magisterio mundial con el mínimo o ningún reconocimiento de los gobiernos.

En solo meses millones de estudiantes en el mundo han sido expulsados de los sistemas educativos. La propuesta de educación virtual, híbrida y multimodal ha encontrado a millones de niños, niñas y jóvenes sin posibilidades reales de continuar sus estudios. No son ellos, los y las jóvenes y los más chicos(as) quienes están dejando los estudios, es el sistema capitalista quien los está dejando fuera, al romperse el papel igualador de condiciones de aprendizaje asignado a la escuela.

Algunos gobiernos de manera irresponsable han convocado a una vuelta a clases en medio del ascenso de los contagios, sin que aún se cuente con una vacuna y sin las adecuadas condiciones de bio seguridad, cuestión que expresa con claridad que sus mayores preocupaciones están en reactivar la economía capitalista en crisis, a costa de la seguridad y vida de les niñes y les trabajadores de la educación.

Mientras el capital hoy defiende la escuela como guardería y sitio para transmitir conocimientos funcionales al modo de producción, nosotros defendemos la escuela del pensamiento crítico, de la solidaridad, del encuentro humano, del vínculo con la transformación social.

La actual crisis ratifica viejas certezas al tiempo de instalar nuevos desafíos. La certeza según la cual la experiencia educativa ineludiblemente se sostiene en una actividad presencial ha recuperado nuevamente valor para el ejercicio docente, tan denostado por la mercantilización educativa neoliberal. Con todo ello, el retorno a la escuela y la presencialidad no puede ser a aquella realidad naturalizada de desigualdades expresadas antes de marzo 2020 y con dramatismo durante la pandemia.

 

El desafío que enfrenta la generación de trabajadores y trabajadoras de la educación en el presente es aún mayor: se trata de pensar y construir respuestas, no solo para la coyuntura, sino que desde el presente de resistencias se pueda trazar un horizonte estratégico, que pasa ineludiblemente por la construcción de alternativas pedagógicas que sustenten una nueva escuela.

Asumir de la manera más consistente y responsable este desafío, supone ir más allá de las fronteras nacionales puesto que lo que está en juego es precisamente la superación de la crisis de un modelo globalizado de educación neoliberal.

Con este propósito y el reconocimiento, solidaridad y confianza de quienes luchamos en defensa de la educación pública, hemos venido construyendo un espacio internacional de encuentro, de carácter abierto, horizontal, plural e inclusivo que denominamos “Grupo de Contacto Internacional” (GCI), para desde ahí continuar pensando juntes estos y otros desafíos educativos.

Desde el “Grupo de Contacto Internacional” propiciamos durante estos cinco meses de pandemia debates, reflexiones, análisis, respecto a las características de la actual ofensiva del capital contra la educación y concluimos sobre la urgencia de convocar al “I Congreso Mundial en Defensa de la Educación Pública y en contra el neoliberalismo educativo”.

Este I Congreso Mundial de Educación 2020 que se efectuará por medios virtuales, se plantea el desafío de enfrentar al neoliberalismo en todas sus formas y expresiones y para ello, avanzaremos en el establecimiento de una Coordinadora Internacional de los y las Trabajadores de la Educación (CITE), como espacio permanente de diálogo, encuentro y organizaciones de quienes luchamos en defensa de la educación pública y contra el neoliberalismo educativo. Invitamos a todas las organizaciones, gremios, sindicatos, movimientos sociales y personalidades que converjan en estas ideas a sumarse a los debates y deliberaciones que estaremos desarrollando el 26 y 27 de septiembre 2020.

 

Firman la convocatoria

 

Mercedes Martínez (Federación de Maestros y Maestras de Puerto Rico, FMPR), Pedro Hernández (CNTE, México), Luis Bonilla-Molina (Centro Internacional de Investigaciones Otras Voces en Educación), Alfredo Velásquez (SUTEP, Perú), Laura Isabel Vargas (UNE, Ecuador), Fernando Abrego (ASOPROF, Panamá), David Lobâo (SINASEFE, Brasil), Eduardo González (MUD, Chile), Luis Tiscornia (CONADU-H, Argentina), Denis Solís (APSE, Costa Rica), Eblin Farage (ANDES, Brasil), Marc Casanova (USTEC, España), Vladimir Laura (CONMERB, Bolivia), Fernando Lázaro (CEIP-H, Argentina), Julieta Kusnir (EEUU), Nelva Reyes (CGTP, Panamá), Luis Bueno (CNSUESIC, México), Eliana Laport (FeNaPes, Uruguay), Sebastián Henriquez (SUTE, Mendoza, Argentina), Yesid González (La Roja, Colombia), Claudia Baigorria (CONADU-H, Argentina), José Cambra (ASOPROF, Panamá), Richard Araujo (APEOESP, Brasil), Luz Palomino (CII-OVE), Ángel Rodríguez (APPU, Puerto Rico), Carolina Jiménez (UN, Colombia), Cássio Sindserv Santos (Rede Pública Municipal, Brasil), Daniel Libreros  (CADTM, Colombia), Diógenes Sánchez (Coalición Panameña por la Defensa del derecho a la Educación), Edgar Isch (Académico, Ecuador), Fernando Gómez (Rosario, Argentina), Hugo Aboites (Académico, México), Laura García Tuñón (ENDYEP, Argentina), Luis Sánchez (AEVE, Panama), Marco Raúl Mejía (Planeta Paz, Colombia), Mauro Jarquín (Investigador, México), Rosa Cañadel (Cataluña, España), Sandra Lario (Colectivos de Educadores populares del Sur, Argentina), Rosemary Hernández (FOVEDE, Venezuela), Toninho Alves (FASUBRA, Brasil), Verónica del Cid (Red Mesoamericana Alforja), Zuleika Matamoros (Movimiento Pedagógico de Base, Venezuela), Estela Gramajo (Intergremial de Formación Docente),    … siguen firmas

 

Para mayor información pueden escribir a congresomundialdeeducacion2020@gmail.com

 

 

 

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