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¿Qué escuela hace falta para desarrollar el talento?

Javier Tourón

Hace tiempo tuve la oportunidad de participar en las II Jornadas formativas sobre Altas Capacidades en Marbella.

Mi intervención la titulé: «El desarrollo del talento en la escuela del siglo XXI». Nada nuevo y todo nuevo, según como se mire. No voy a reproducir aquí la conferencia, solo daré algunas pinceladas que me parece pueden tener interés para la reflexión personal de profesores, padres y Administración.

En los primeros compases pasé revista rápida a algunas de las posiciones conceptuales sobre las altas capacidades y el desarrollo del talento desde una visión evolutiva, la que hoy impera en la investigación y los estudios en este campo. Renzulli, Sternberg, Gagné, Subotnik fueron algunos de los autores tratados, de los que ya he hablado aquí ampliamente. Desde ópticas diversas, todos coinciden en entender que las capacidades naturales se desarrollan y se aplican a la adquisición de competencias o capacidades sistemáticamente desarrolladas. Evolucionan de ser mero potencial a convertirse en rendimiento, de ser un novato a un experto, de un principiante a -en el mejor de los casos- una persona eminente.

Todos ellos, sin decirlo ni ponerse de acuerdo, están apuntando a una realidad que es antagónica del ser o no ser. No, no es cierto que unos niños o jóvenes son y otros no son por tener una puntuación de 130 o similar en un test de inteligencia. Ya sabemos que tener un CI de 130 no es suficiente. O como dije en otra ocasión,

«nadie es nada, todos estamos en proceso de ser»

Por otra parte, no dejamos de considerar que, junto con las dimensiones cognitivas, es preciso considerar las variables que Subotnik llama, con razón, psicosociales, que son educables y maleables. Lo que Steven Pfeiffer llama, entre otras, fortalezas del corazón, o Carol Dweck growth mindset o Angela Duckworthtenacidad, perseverancia, determinación…

Pues si la capacidad ha de transformarse en talento, la educación es lo que está en medio. Si se quiere, se puede decir de otro modo equivalente: el proceso de desarrollo es el que hace que las capacidades naturales se conviertan en competencias operativas. Ese es el proceso que se tiene que llevar a cabo en la escuela (aunque no solo).

Pero nos encontramos que la escuela no conoce quienes son sus escolares más capaces. O peor aún, no conoce cuál es el potencial para el aprendizaje de sus escolares: DE TODOS. Porque claro, entre ese todos también están los más capaces. Nunca fue más cierto aquello que decía el filósofo Millán Puelles: «somos libres, luego no todo está hecho; pero somos, luego no todo está por hacer».

Los estudiantes son diversos en sus intereses, capacidades y motivaciones, entre otras diferencias que podrían citarse, lo que lleva a que tengan velocidades de aprendizaje y necesidades de reto y estímulo intelectual diversos, muy diversos. Pero resulta que la escuela agrupa a los alumnos por edad sin importar la competencia de los agrupados. O peor aún, haciendo que cree (todo profesor en su fuero interno sabe que no es así) que todos los niños de la misma edad tiene las mismas necesidades educativas y al mismo tiempo.

Nada más lejos de la realidad. Los conocimientos y velocidades de aprendizaje de los alumnos -en particular de los más capaces- son enormes, lo que lleva a que sin una respuesta educativa personalizada no sea posible responder a las necesidades educativas de cada estudiante. O dicho de otra manera: o la escuela personaliza los itinerarios de aprendizaje de los estudiantes o no cumplirá la función que los alumnos y, ulteriormente la sociedad, necesitan.

Es precisa una escuela centrada en el estudiante, no en el profesor. Centrada en el aprendizaje, no en la enseñanza. No preguntes: ¿qué te han enseñado hoy en la escuela? Mejor pregunta: ¿qué has aprendido hoy en la escuela? Esta es la conquista en la que nadie puede sustituir al alumno: su aprendizaje.

Ya hay en este blog bastantes entradas sobre la personalización del aprendizaje y de cómo la tecnología puede ayudar en este proceso. Puedes repasar varias de ellas desde aquí, y si quieres verlo resumidamente en un vídeo…

En conclusión: si la escuela no cambia de paradigma dejará de ser útil para lo que debe serlo, que no es sino el desarrollo de los aprendices del siglo XXI que, entre otras cosas, habrán de ser formados para que puedan manejar tecnologías que aún no se han descubierto, para que puedan resolver problemas que aún no se han planteado y para que puedan ser eficaces en profesiones que todavía no existen. Y, en cualquier caso, para que desarrollen su potencial de modo óptimo, que dicho sea de paso es el único modo de que sean felices. Lo que no es un objetivo, precisamente, menor.

Me temo que esto no se consigue con clases cerradas, agrupados por edad, recibiendo todos el mismo currículo, con el mismo nivel de dificultad y desarrollado a la misma velocidad, con un profesor en la tarima y un libro de texto analógico que todos han de abrir al mismo tiempo y por la misma página (perdona la exageración).

No, esta no es la escuela que necesitan ni los más capaces ni los demás. Tú, ¿cómo lo ves?

Fuente del articulo: http://www.javiertouron.es/2016/05/que-escuela-hace-falta-para-desarrollar.html
Fuente de la imagen: https://1.bp.blogspot.com/-vHgEL9VNuro/VyeN1HEItKI/AAAAAAAAFhc/TxcUDjyU-_MW4BYRIqvLfiQAOhslzXnLQCLcB/s16
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La autoevaluación en la escuela permitirá mejorar la calidad de la educación: Sylvia Schmelkes

Por: Erick Juárez Pineda

Una buena escuela es capaz de mitigar el peso de los factores socioeconómicos y culturales, y de hacer una diferencia. Para lograrlo, debe tener liderazgo académico, trabajo en equipo, cultura de la planeación y la evaluación, atención al clima propicio para el aprendizaje y relación con la comunidad, destacó Sylvia Schmelkes del Valle, consejera de la Junta de Gobierno del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, en su ponencia La autoevaluación en la escuela, ante docentes y alumnos de la Benemérita y Centenaria Escuela Normal Oficial de Guanajuato.

En el marco del primer aniversario de la Red Estatal de Cuerpos Académicos y Grupos de Interés de las Escuelas Normales Públicas del Estado de Guanajuato (Red CAEN), Schmelkes del Valle señaló que la autoevaluación escolar cobra sentido en el marco de la autonomía para planear en función de la realidad de cada escuela, puesto que la evaluación sirve para mejorar.

Indicó que los centros escolares requieren autonomía para planear a partir de un diagnóstico de sus problemas y de las necesidades educativas del contexto, planeación que debe ser colegiada, monitoreada y evaluada; en este marco la autoevaluación es una actividad central.

La escuela al centro, dijo la consejera del INEE, tiene como ventajas la adopción de un enfoque que le da centralidad a lo pedagógico, impulsa la planeación estratégica traducida en una ruta de mejora y promueve prácticas docentes, participación responsable y rendición de cuentas.

Precisó que la autoevaluación de los centros escolares es una estrategia integral para valorar el proceso y los resultados educativos de la comunidad escolar, así como la efectividad con que la escuela gestiona los recursos disponibles en su contexto, en torno a una visión compartida centrada en altas expectativas de aprendizaje para los alumnos. La autoevaluación en la escuela permitirá mejorar la calidad y la equidad de la educación que ofrece, concluyó.

Por otra parte, el INEE realizó el taller Autoevaluación, evaluación formativa y evidencias, impartido a docentes de escuelas normales de la entidad, por la jefa de proyecto del equipo de la Junta de Gobierno de este organismo autónomo, Eva Hamilton Vélez.

Fuente del Artículo:

La autoevaluación en la escuela permitirá mejorar la calidad de la educación: Sylvia Schmelkes

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Canada: Allison Hanes. Rethinking education in Quebec should be our summer project

Canada/ 27 june, 2017/By: Allison Hanes/Souce: http://montrealgazette.com

School is out for the summer, to the joy of students and teachers across Quebec.

But just before classes wrapped up last week, the Liberal government outlined a sweeping vision for revitalizing the education system. The timing is a bit strange, for something so important. But it gives Quebecers a lot to think about as we head off on vacation.

The new policy framework pledges to deal with everything from Quebec’s stubbornly high drop-out rate and the funding formula for helping students with learning difficulties, to renovating crumbling schools and bringing more technology into the classroom. It is chock full of heart-warming sentiments about setting the conditions for success, learning being a lifelong process, inclusiveness and education being at the heart of “our lives, our families, our communities, our society.”

What it is short on, however, is details of how all these major challenges will be tackled. As the document states, this is a departure point for steps that will be taken over the coming years. The other missing element, of course, is financing. Quebec loosened the purse strings in its last budget, with $3.4 billion more for education and a $1.9-billion youth strategy. But if the government is really serious about making education a priority, it will have to put its money where its mouth is.

The goal is to have 85 per cent of students graduating from high school in Quebec by 2030, up from about 74 per cent now. Quebec’s stubbornly high dropout rate is no small matter. According to the 2017 Quebec budget, there are 160,000 young people ages 15 to 29 who were neither attending school nor working last year. They account for 11 per cent of the youth population. It’s a huge loss of potential, with Quebec’s economy firing on all cylinders and our labour pool shrinking because of an aging population.

It’s also a huge drain on resources. The long-term implications of this terrible problem are staggering: a 2012 study from the Ministry of Labour and Social Solidarity estimated poverty, and all its associated difficulties, costs Quebec $15 billion a year, including $5 billion for social supports. (Yes, that’s billion with a B.)

Perhaps it took looking at education as an economic problem to spur this Liberal government to act. They spent the first two years of their mandate squeezing education, from early childhood to post-secondary, to put Quebec on sound financial footing. But Finance Minister Carlos Leitão just announced a $2.5-billion surplus — 10-times greater than the notoriously cautious economist initially projected.

Johnny-come-lately though it may be, the government’s plan to make education a signature issue heading into the 2018 election should give Quebecers licence to dream big. And the latest budgetary windfall should remove any excuses for not going “all in” when it comes to transforming our education into one of the best in the world, the stated goal.

Fortunately, there is no shortage of ideas worthy of consideration, many of them from beyond the pedagogical experts in academia and policymakers at the education ministry.

The Quebec government has recently woken up to the idea that success in school starts long before kids show up there at five years old. It is rolling out pre-kindergarten classes in disadvantaged areas, announcing 100 more will be set up by September. It also wants to make the transition from daycare to school smoother for young children. This is great.

But it could go further. The Association des centres de la petite enfance, the umbrella group representing Quebec’s publicly subsidized daycare network, held its own roving consultations over the last year and recently recommended making high-quality, universally accessible daycare free for all children from birth. This would require an expansion of CPEs, which the Liberals have sorely neglected, and the abolition of their income-based daycare fees they instituted when they took office in 2014.

In an unusual twist, the government has engaged three celebrities, Ricardo Larrivée, the chef, Pierre Lavoie, the sporting guru, and Pierre Thibault, an architect, to come up with a vision for reinventing Quebec schools. Some unions have grumbled that the well-known trio piloting the Lab-école project, as it’s called, are not experts in education. But their outsider status will hopefully mean their input contains fresh thinking and innovative concepts.

Others have also weighed in with radical proposals. Montreal business executive Mitch Garber recently pitched the idea of paying graduates of Quebec’s public high schools $1,000 upon obtaining their diploma as an incentive to stay in class. Education Minister Sébastien Proulx immediately shot down the suggestion. But some Scandinavian countries pay students to stay in school, and we might need to think outside the box to make progress on this intractable problem.

So our homework this summer is to think about the kind of education system we want in Quebec and how we can achieve it. Some of what’s needed is obvious, like more help for students with behavioural and learning difficulties to take the burden off stressed classroom teachers. Other ideas are simple enough: more physical activity would help young brains as well as bodies. Others will require careful consideration, like bringing more technology into the classroom without sacrificing the critical thinking skills today’s youth will need to thrive in age of automation.

There is no more important challenge for Quebecers than reinvigorating our education system. So while sitting on the dock or chilling at the park: think about it.

ahanes@postmedia.com

Source:

http://montrealgazette.com/opinion/columnists/allison-hanes-rethinking-education-in-quebec-should-be-our-summer-project

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Victoria para los niños que fueron a la escuela de falda en Reino Unido

Reino Unido/26 junio 2017/Fuente: BBC

El reglamento de la escuela especificaba que los pantalones cortos estaban prohibidos… pero no las faldas.

Esta semana, unos 30 escolares de la Academia ISCA en Exeter, en el suroeste de Inglaterra, decidieron asistir a clases en falda para mostrar su descontento con el reglamento de la institución que no les permitía ir en short a pesar de las altas temperaturas registradas en el país.

Este viernes quedó demostrado que su inusual método de protesta resultó ser efectivo.

La Academia ISCA informó que «como los veranos se están volviendo más calurosos», los pantalones cortos serán parte del uniforme a partir del año que viene.

Image caption Walking to school, the pupils shouted «Let boys wear shorts»

Según aclaró la escuela, no aprobaron un cambio inmediato en el código del uniforme porque «pondría una presión indebida en algunas de las familias» y los niños que participaron de la protesta no fueron penalizados.

También detallaron que debido a las altas temperaturas recientes, los alumnos tenían ciertas libertades como no usar el saco o desabrochar el primer botón de las camisas «si sentían demasiado calor».

La directora de la Academia ISCA, Aimee Mitchell, ya había dicho a la BBC: «Como el tiempo cálido se está volviendo la norma, estaría dispuesta a considerar un cambio para el futuro».

«En la actualidad, los pantalones cortos no forman parte de nuestro uniforme para niños y no quisiera hacer ningún cambio sin consultar tanto a los estudiantes como a sus familias«, agregó entonces.

El código de uniforme de las escuela permite a los niños usar pantalón largo y a las niñas usar tanto pantalón como falda.

Claire Reeves, cuyo hijo estudia en esa escuela, dijo a la BBC: «Me siento muy orgullosa de que defiendan sus derechos. La gente siempre está hablando de igualdad de derechos para hombres y mujeres, y el uniforme escolar no debería ser una excepción».

Fuente: http://www.bbc.com/mundo/noticias-40390271

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For Some Students, Getting an Education Means Crossing the Border

21 de junio de 2017 / Por: Jonathan Levinson / Fuente: https://ww2.kqed.org

The land border crossing between Tijuana and San Ysidro is one of the busiest in the world. Every day 25,000 people cross the border on foot. Among the crowd are students whose families live in Tijuana. Each morning their families commute many hours to bring the children to school in the U.S.

Juan and his mom, Maria, wake up at 5:30 a.m. each day to make the trek from their home in Tijuana to Juan’s high school in San Ysidro. Some mornings, crossing the border can take up to an hour and half.

“It’s been kind of, it’s been a lot,” Juan says. “Every day crossing it’s like, the time management, it’s finishing homework on time. It’s a lot.”

But Juan’s mom says it’s worth the sacrifice.

“He has more of a future here in the United States,” Maria says. “The school is much better here than in Tijuana. It’s a lot of work. A lot for him and for me. We wake up very early, wait in line, but it’s worth it.”

Juan and Maria asked not to be identified by their last name because families caught living outside the district can be fined the cost of their education.

Teachers in San Ysidro say as many as 1,000 students cross the border every morning to go to school.

Cars wait in line to cross from Mexico into the United States on May 2 in Tijuana. The U.S. government says approximately 50,000 vehicles cross between Tijuana and San Diego every day.
Cars wait in line to cross from Mexico into the United States on May 2 in Tijuana. The U.S. government says approximately 50,000 vehicles cross between Tijuana and San Diego every day. (Jonathan Levinson/NPR)

By 5:30 a.m. on a typical day at the border crossing, a steady stream of cars continues to pull up to the Mexico side of the border and drop off kids. They all make their way through the fence and up the ramp to cross the border into the U.S. to go to school. The kids are of all ages. High school students come in groups of three, four and five, and younger kids walk with their parents.

On the other side of the border, some students get on the bus, and others take off on skateboards and bikes.

Many of the younger children will walk just a few blocks to Willow Elementary School where Nancy Alvarado has taught 5th grade since 2000.

“In many cases, those are the kids who are here every day with their little backpacks on, their hair done, their breakfast eaten, and they get up at the crack of dawn,” Alvarado says. “Any parent who makes that sacrifice obviously wants their children in school.”

Alvarado says there are two primary reasons families move to Tijuana.

One is the cost of living in southern California. The San Ysidro School District has a staggering 33 percent student homelessness rate, the highest in the country.

In other cases, if parents of kids who are U.S. citizens find themselves forcibly removed from the U.S., many parents still want their children to have a U.S. education.

“We have kids arrive mid-year because someone got deported, and that’s every year,” Alvarado says. “We have kids who arrive in, like, April.”

She says they ask the students questions like, ” ‘Where were you before? Bakersfield. And what brings you here? Ah, my dad was deported.’ That’s every year.”

All but one of Alvarado’s 30 students are Hispanic and many commute from Mexico. She says she can see that her students are visibly stressed by having to cross the border every day, especially now with the heightened rhetoric about illegal immigration.

“They hear the rhetoric of ‘build the wall’ and imagine the Berlin Wall,” Alvarado says. “My kids are very aware of it.”

Fuente: https://ww2.kqed.org/news/2017/06/20/for-some-students-getting-an-education-means-crossing-the-border/

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Entrevista a Frei Betto: «No hay política progresista sin un trabajo de educación popular»

Entrevista realizada por Matías Loja. La Capital

El teólogo brasileño Frei Betto estuvo en Rosario. Destacó la vigencia de una pedagogía liberadora.

Cuando era un joven educador popular, Frei Betto trabajó durante cinco años en una favela y en una oportunidad fue convocado para ayudar a los médicos a comunicarse con las mujeres del barrio. «Los médicos hablaban en FM y las mujeres captaban en AM», recuerda con ironía sobre esa distancia. Lo primero que advirtió fue que en el consultorio el material de difusión sobre maternidad estaba alejado de la realidad del lugar: todos los bebés de los carteles eran bien rubios, de ojos azules, como salidos de una publicidad de Johnson. Se hacía difícil lograr una identificación del paciente con el profesional. Pero además notó que el doctor utilizaba un lenguaje abstracto, lejano de lo popular. Una de esas pacientes fue doña María, quien asistió a una charla sobre la importancia de amamantar a sus bebés. Betto le preguntó si había entendido la explicación del médico, de por qué la leche materna era necesaria. Ella le contestó: «No entendí nada, yo no tengo cultura, fui poco a la escuela. Y el doctor tiene mucha cultura». Betto vio en esa respuesta la lejanía y también la oportunidad para saldarla. Sabía de antemano que el médico no se cocinaba ni un huevo y que doña María, por el contrario, era una excelente cocinera. Le pidió que les contara cómo se hacía un pollo con salsa y ella les dio una clase magistral de gastronomía. «¿Se da cuenta doña María? Si usted y el doctor están perdidos en una selva y solo hay un pollo él, con toda su cultura, se muere de hambre. Y usted no». La mujer sonrió de oreja a oreja y ese día comprendió que nadie es más culto que otro. Que ser culto no significa ser escolarizado. Y que en todo caso hay culturas distintas y socialmente complementarias.

La anécdota de doña María y el doctor Raúl está descripta en el libro Esa escuela llamada vida (1985), que condensa una extensa conversación que el periodista Ricardo Kotscho mantuvo con Frei Betto y Paulo Freire. Betto la recordó esta semana, cuando junto a Atilio Borón estuvo el miércoles en Rosario para dialogar sobre la importancia de la realfabetización política en América latina y los desafíos de la educación popular, a la que definió como «un sacacorchos, que cuando sale deja libre lo mejor».

«Soy de Minas Gerais, nací en 1944, me gusta la soledad de las montañas y contemplar el mar que no tiene fronteras. Detesto las aulas, las hamburguesas y la gente que se jacta de engañar a los demás», se presentaba Frei Betto en El día de Angelo P., su primera novela publicada en 1987. Fraile dominico y destacado representante de la teología de la liberación, Betto es uno de los referentes y defensores de la educación popular latinoamericana. Fue asesor de movimientos sociales y comunidades eclesiales de base, y durante los primeros años de la presidencia de Lula en Brasil coordinó la movilización social del programa Hambre Cero. Además es el autor de Fidel y la Religión, un texto icónico de la década del 80 y traducido a varios idiomas.

El itinerario de Betto en Rosario incluyó una charla en el auditorio de Empleados de Comercio ante entidades gremiales, políticas y sociales, sobre «Trabajo y organizaciones sociales en el neoliberalismo», organizada por ATE. Minutos antes de ese encuentro dialogó con La Capital sobre el rol de la educación popular en el siglo XXI, criticó la idea de meritocracia como eje educativo y destacó la actualidad del pensamiento de Paulo Freire, a 20 años de su fallecimiento. De él retoma una y otra vez el concepto de «educación bancaria», cuando el proceso educativo se transforma en un mero acto de «depositar» contenidos para que los alumnos los memoricen mecánicamente.

—¿Qué fuerza o vigencia tiene hoy la educación popular?

—Creo que no hay posibilidad de avanzar en ninguna propuesta política progresista sin un trabajo de educación popular a la luz del método de Paulo Freire. La educación popular, justamente, es la que ha permitido el surgimiento de una persona como Lula. No habría Lula ni protagonismo político de metalúrgicos si no hubiese antes toda una metodología que han construido las organizaciones populares como el PT, como los Trabajadores Sin Tierra, la Central Única de los Trabajadores, el Movimiento de los Sin Techo que ahora es muy expresivo, fuerte y combatiente. Todo eso se debe a la metodología de Paulo Freire y es fundamental esa metodología. Porque muchas veces la izquierda ha cometido el error de imponer las cosas, hacer «educación bancaria». En nombre de consignas de izquierda ha tenido actitudes pedagógicas de derecha. Y la educación popular es el camino indicado para revertir eso.

—¿Y para acompañar ese proceso los movimientos sociales son buenos referentes educativos hoy?

—Depende de los movimientos sociales. Hay movimientos sociales progresistas, que quieren cambios estructurales. Y hay movimientos sociales que son muy asistencialistas, con dirigentes que jamás quieren cambiar su poder y que no tienen mucho contacto con la gente. Son muy paternalistas y no abren muchos espacios para el protagonismo del pueblo.

—Sí, claro. Porque la educación que se adopta en las escuelas es una «educación bancaria», que se impone de arriba para abajo. Pero no es posible adaptar la metodología de Paulo Freire en la educación formal. Habría que cambiar todo el sistema de enseñanza para ello.—¿Seguís siendo crítico del aula como espacio para educar?

—¿Qué es hoy una buena escuela?

—Para mí una buena escuela, por ejemplo, es la que el MST (Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra) mantiene cerca de San Pablo, en Guararema, de formación de militantes. Una escuela que no está en la camisa del currículo oficial de un país. Ahí se puede seguir el ritmo de sus educandos. El ritmo de un campesino es distinto que el de un obrero. El ritmo de un muchacho de clase media es muy distinto del ritmo de una señora que vende en la zona rural. Y eso se puede hacer pero no dentro de la escuela formal o curricular que tiene aprobación oficial del Estado.

—Imagino que allí también el rol del docente es distinto.

—Sí, son docentes que tienen una estrategia pedagógica-política unificada.

En Esa escuela llamada vida, Betto se reconoce como víctima del sistema educativo. Y hasta confiesa que sufrió más en los cuatro años del secundario que en los cuatro años que estuvo en la cárcel como preso político entre 1969 y 1973. «Hay alumnos considerados buenos, mediocres y malos. A mí me situaban en el tercer nivel», admite Betto en ese libro, donde describe su experiencia de alumno como traumática. En su adolescencia fue al colegio Maristas en Belo Horizonte, donde otorgaban un diploma de Honor al Mérito a los que lograban tener un promedio excelente al menos en una materia. Nunca conquistó ese diploma y lo sufrió. «Las cosas no me entraban en la cabeza. Pensaba que siempre iba a ser un ignorante», dice en el libro. Hoy, cuando apenas se le menciona esa anécdota, la recuerda perfectamente y al instante esboza una sonrisaMeritocracia   

—En «Esa escuela llamada vida» recordás tu experiencia negativa con el diploma al mérito que no podías alcanzar. Y hoy se pone el eje en la meritocracia. ¿Cuál es tu mirada?

—Sí, parece que uno como alumno no se puede equivocar. Eso es «deseducativo» desde mi punto de vista, porque un muchacho no puede buscar éxito en las cosas que hace en la vida porque va a haber un premio, una recompensa. Tiene que tener conciencia de la responsabilidad de estudiar y profundizar en los estudios, y no porque va a ganar un premio para eso. Y como estamos en un sistema capitalista cuyo valor principal es la competencia y no la solidaridad, entonces cuando la escuela ofrece un premio a los alumnos está despremiando a la mayoría que no llega a ese logro y los coloca como fracasados. Creando serios problemas psicológicos.

—Lo mismo debe pasar con escuelas y sistemas educativos sometidos a los rankings.

—Exactamente. Como el sistema de pruebas que tenemos hoy. Hay una competición. Eso es «deseducativo», no es educativo.

—Seguimos apostando entonces a la pedagogía de la liberación.

—Sí, hay que dotarnos de la pedagogía liberadora. Y Paulo Freire tiene mucho para enseñarnos todavía hoy a nosotros.

El recuerdo del Che Guevara, el «San Francisco de la política»

El próximo 9 de octubre se cumplen 50 años del asesinato del Che Guevara en Bolivia. Y Frei Betto no dejó pasar la fecha para reflexionar: «La persona más ejemplar que conocí en mi vida nació en esta ciudad: Ernesto Che Guevara, el San Francisco de la política»

«Espero que en octubre conmemoren los 50 años de la desaparición del Che debidamente, no se olviden», pidió el brasileño. Recordó al médico y guerrillero rosarino como un hombre que tras su viaje por Latinoamérica pudo haber abierto un consultorio privado y vivir de ello. Pero que quedó marcado por la «alfabetización política» que adquirió en contacto con los mineros de Chile y los enfermos de Venezuela y Guatemala, hasta que conoció a Raúl Castro en un hospital de México y se unió a la experiencia revolucionaria.

«Hoy podría estar tranquilo en Cuba como ministro. Pero tuvo el coraje del desapego», dijo Betto, y agregó que el rosarino «murió temprano, con 37 años pero feliz, porque el eje de la felicidad es el sentido que le imprimimos a nuestras vidas. Aunque pasemos por los mayores sufrimientos. Y el Che se sintió más feliz en las adversidades de Bolivia que en los salones ministeriales de La Habana, seguramente porque estaba dentro de él dedicarse a los demás, seguir luchando y plantar la semilla de la liberación».

Hacia una universidad pública y popular
La visita de Frei Betto a Rosario —la tercera que hizo a la ciudad— llegó con una cargada agenda de entrevistas y conferencias que dio junto al sociólogo Atilio Borón. Con solidez conceptual, brindaron el miércoles dos charlas abiertas para repensar las alfabetización política, ya sea en las organizaciones gremiales como en la universidad.
El primer encuentro fue en el auditorio de Empleados de Comercio, que estuvo a tope con gente que copó hasta los pasillos laterales. Algunos asientos estaban vacíos; el hábito de «guardar lugar» para alguien. Apenas tomó la palabra, Frei Betto pidió desde el escenario que los que estaban parados ocupen esos sitios. «No podemos venir a una charla contra el neoliberalismo y hacer neoliberalismo, es contradictorio», dijo y se ganó el primer aplauso de la tarde.
Ante un público conformado esencialmente por movimientos sociales, políticos y gremiales, instó a generar espacios para enfrentar la «masacre de domesticación ideológica y lavaje cerebral» que se genera las 24 horas del día a través de los medios de comunicación. No basta —dijo— con que los trabajadores hagan paros y manifestaciones. Si no hay un trabajo complementario «cuando el pueblo se apaga vuelve a su vida burguesa». Y citando a Paulo Freire lamentó que «muchos oprimidos son hoteles de opresores».
Del sacacorchos al destornillador
Para contrarrestar este esquema propuso avanzar en una «estrategia pedagógica» de alfabetización política desde la educación popular, mediante un trabajo metódico que no admite improvisaciones. Y con un equipo que no busque «bajar» a enseñar a los obreros qué es el capitalismo o la plusvalía, porque advierte que ello sería caer en la «educación bancaria» criticada por Freire.
«La educación popular no es escolar, tiene como punto de partida la vida de los educandos», agregó Betto. Y recordó la experiencia realizada con obreros metalúrgicos de Brasil, donde trabajó a través de dos herramientas pedagógicas: «Primero la del sacacorchos, para sacar de la gente su experiencia de vida, lucha, inquietudes, sueños, fracasos y anhelos. Y después la del destornillador, para apretar, porque una vez que se conoce la realidad hay que ajustar los puntos ¿Por qué tu papá, que tenía una tierra en el nordeste, tuvo que migrar para San Pablo para alquilar su mano de obra en una fábrica? ¿Por qué tu hijo de dos meses murió de gastroenteritis y no fue bien atendido en el hospital? ¿Por qué usted hoy, que trabaja tanto, ni siquiera puede comprarse una bicicleta para moverse? Desde su experiencia de vida, la gente llegaba al dibujo de la sociedad de clases en la que vivimos».
Cada concepto Betto lo graficó con un ejemplo concreto o una anécdota. Como cuando miró al techo y señalando los tubos de luz advirtió que si bien todos disfrutamos de la iluminación, solo quien tiene formación de electricista sabe mirar eso con otros ojos, porque comprende cómo llega la luz a la sala. «Eso —dijo Betto— es la conciencia política: ver los hilos, saber lo que pasa por detrás. De los medios de comunicación, del sistema bancario, de las escuelas, de los partidos y del poder, incluso de los vicios de la izquierda, para no cometer los mismos errores». Sobre esto dijo que «entre los tantos aciertos del PT si hubo un error fue el olvidarse de las bases» y desmovilizarlas. Entiende que de lo contrario «una cuadrilla de bandidos» no estaría ahora gobernando su país.
Por una universidad popular   
Por la tarde Betto y Borón disertaron en el SUM de Arquitectura de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), en el marco de un ciclo de conversaciones públicas que la Facultad de Ciencia Política prepara de cara al centenario de la Reforma Universitaria de 1918. La charla fue organizada por Secretaría Extensión Universitaria y Vinculación de Ciencia Política, y ATE, con el auspicio del Sindicato de Prensa Rosario, la Facultad Libre y el Centro de Estudios y Formación Marxista Héctor Agosti.
Un auditorio compuesto en su mayoría por jóvenes escuchó atento la invitación de Frei Betto a repensar «La universidad en la realfabetización política de América latina». Porque en esencia fue eso: una convocatoria a revisar la práctica y los fines de la educación superior a casi cien años de la Reforma. «La universidad no basta con que sea pública, también tiene que ser popular», arrancó el teólogo y educador.
Repasó el surgimiento de las universidades en América latina en Santo Domingo, Lima (San Marcos) y La Habana y cómo los monasterios fueron «los propietarios del saber». Y destacó la figura de Sor Juana Inés de la Cruz como la primera poeta de América latina: «Fue una mujer que tenía ganas de expresarse con la poesía y ser independiente en una época donde si una mujer era laica fuera del monasterio la familia podía decidir con quién debía casarse. Eso era una prisión para su vida. Por eso muchas buscaban ingresar a un monasterio para tener independencia, que hoy suena a paradoja». No en vano Betto la elige como personaje para comenzar el libro El día de Angelo P., su primera novela.
En este marco cuestionó que las universidades hayan creado «la idea monástica de campus, separados de la ciudad», aislándose de los movimientos sociales hasta transformarse en «un depósito de saber inútil, con montones de tesis que no le sirven a nadie». Cargó contra las casas de estudio que ignoran su contexto: «Obreros, desocupados, inmigrantes, prostitutas, drogadictos».
«La universidad no hace de nadie una mejor persona, a menos que adopte una pedagogía de colectividad, participación social y formación política», dijo en otro tramo de la charla, al recordar que «los mayores asesinos de la humanidad fueron eruditos con posdoctorados, como los que tiraron la bombas de Hiroshima y Nagasaki». También cuestionó la lógica del discurso antipolítico que propone para el Estado «menos políticos y más administradores del mercado», que utilizan los recursos públicos para sus intereses privados.
Frei Betto se reconoció como parte de una generación «viciada en utopías» que buscó cambiar el mundo, porque para el ser humano «es insoportable vivir sin sueños». Ante ello, propuso rescatar «el carácter popular de la universidad, que tenga vínculos orgánicos con las organizaciones sociales y gremiales, para aprender con los oprimidos». Y cerró con una invitación: «Ustedes son jóvenes y espero que viciados en utopías encuentren el camino para vincularse con los movimientos sociales; porque ante la crisis que estamos viviendo, hay que guardar el pesimismo para días mejores».

Fuente de la Entrevista:

http://www.lacapital.com.ar/educacion/frei-betto-no-hay-politica-progresista-un-trabajo-educacion-popular-n1408941.html

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New Zealand: Shake-up of teacher training to smooth primary to secondary transition: Education Council

New Zealand/ June 20, 2017/ By: Nicholas Jones/Source: http://www.nzherald.co.nz

New teachers could soon be trained to teach at both primary and secondary levels to help smooth the transition between school levels for students.

Education Minister Nikki Kaye was open to the idea – saying the proposal was part of «an important discussion about flexibility».

In what would be a significant shake-up of how teachers are trained, the Education Council has proposed a number of changes to initial teacher education. Others include requiring would-be teachers to meet higher literacy and numeracy standards from 2020.

Currently most teacher education programmes prepared attendees to teach at a traditional education level such as early childhood, primary or secondary school.

The council proposes developing programmes to train new teachers to teach across different ranges of year levels than happens now. It says programmes could have a focus on particular years. For example, early childhood/primary (0 to 8 years of age), or middle school (9 to 14 years of age).

The latter would see a person trained to teach at year levels currently spanning primary, intermediate and secondary.

The council said this would let teachers take advantage of more diverse career opportunities within schools and «communities of learning» – local schools that work together and share some staff.

It would also let schools and early childhood centres better support children as they moved between traditional year levels, the council said.

Research has found that if a student had difficulty following a transition between school levels they were much more likely to drop out of education, and that poor transitions impacted on students’ wellbeing and future achievement.

Previous Education Minister Hekia Parata sought advice on how the transition between pre-school and school could be strengthened, and there was now a preference for new school builds to be in the campus style – offering ECE, primary and secondary schooling on one site.

Post Primary Teachers’ Association (PPTA) president Jack Boyle said any changes to teacher training needed to be supported by adequate professional development and support for the 60,000 current teachers in schools.

«The focus doesn’t need to be on structural change for the sake of saying, ‘we’re doing something different’. It needs to be on the people in the room. If every teacher in New Zealand had access to guaranteed professional learning and support then I think you’d see a lot more improvement in what is often called the achievement gap.»

Boyle said most new teachers learnt more in the classroom, and many secondary schools already employed teachers who had degrees in primary education.

The PPTA had already expressed concern at another council proposal, to eventually make all would-be teachers complete a degree in their chosen subject as well as a postgraduate qualification in teaching. The union said that could worsen teacher-supply issues.

Currently, secondary teachers generally have a degree in the subject they teach and a graduate diploma in teaching, with more primary teachers having degrees in education.

Any changes floated by the Education Council are significant, given its role as the professional organisation advocating on behalf of teachers. It has outlined the proposal and other possible changes in a discussion document and called for submissions, closing July 7.

Kaye said she had been briefed about the proposals, and it was important to respect the independent consultation process.

«Once the consultation has been completed, the council has confirmed that it will present its final report to the sector and Government. I’m advised that some of the proposals could have potential cost implications, so these would need to be considered by the Government as the process develops.»

Source:

http://www.nzherald.co.nz/politics/news/article.cfm?c_id=280&objectid=11878789&ref=rss

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