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Jordi Riera: Tenemos que hacer todos los esfuerzos necesarios para cubrir la brecha digital que la pandemia está suponiendo

Por: educaweb

Jordi Riera (Barcelona, 1962) es Catedrático de Educación en la Facultad de Psicología, Ciencias de la Educación y del Deporte Blanquerna de la Universitat Ramon Llull. Ha sido decano de la misma facultad y vicerrector de la URL, presidente de la Asociación Catalana de Pedagogos de Catalunya y del Colegio de Pedagogos de Catalunya, miembro del Consejo Superior de Evaluación del Sistema Educativo de Catalunya y del Consell de Expertos de Bienestar Social de la Generalitat de Catalunya. Ha publicado numerosos libros y artículos científicos en prensa, así como en revistas especializadas sobre temas educativos. Es el investigador principal del Grupo de Investigación Consolidado de Pedagogía, Sociedad e Innovación con el apoyo de las TIC (PSITIC). Ha dirigido el Anuario: Retos de la educación en Catalunya 2018, de la Fundación Jaume Bofill.

¿Cuál cree que ha sido el impacto del COVID-19 en la educación?

En términos generales, la pandemia ha impactado en el ámbito educativo de una manera determinante, convulsa y disruptiva, tanto en un sentido negativo como positivo.

Negativamente, y más allá del grave problema sociosanitario que estamos viviendo, porque a nivel educativo ha supuesto una ruptura repentina, no prevista, con la presencialidad justo en medio de un curso escolar, con todo el que esto supone de improvisación y emergencia de actuación. Esta emergencia también ha puesto en evidencia la necesidad de mejorar en competencias digitales docentes en general y también la clara brecha digital que existe en la sociedad, donde en torno a un 10-15% de chicos y chicas de Primaria y Secundaria han desconectado de la escuela, por falta de recursos tecnológicos o infraestructurales necesarios para seguir «conectados» de forma no presencial.

Pero positivamente también por lo que está suponiendo de provocación de cambios y movilización de energías individuales y colectivas en torno a la innovación en el uso de recursos sociotecnológicos – digitales centrados en la comunicación y el aprendizaje en línea, como apoyo o sustitución provisional de la presencialidad. Después de la pandemia, todos habremos avanzado unas cuantas pantallas en esta dimensión transformativa, que quizás se nos resistían años atrás y que ahora las circunstancias nos han forzado, por pura necesidad, a mejorar y a profundizar.

¿En qué medida siguen vigentes los ejes de la nueva relación educativa y de las nuevas dinámicas de la innovación educativa que expuso al inicio de la publicación?

No solo siguen vigentes, sino que todavía se ha puesto más en evidencia en el momento actual de la pandemia. Sostengo que, mientras queramos seguir arraigados a los viejos parámetros de esta relación, superar momentos y retos como los que supone la pandemia, es más difícil encontrar soluciones. Aquí radica, a mi parecer, la enorme dificultad que estamos sufriendo para ligar normativas sociosanitarias con los objetivos, metodologías y espacios de aprendizaje. En la introducción del Anuario, ciertamente, defendí que los tres esos clavos de la relación educativa tenían que evolucionar para avanzar hacia la sociedad y la educación que aspiramos. Tanto en lo que se refiere al tiempo, al contenido como a la forma de esta relación. Y mire usted como esto se ha puesto todavía más de manifiesto en tiempo de pandemia.

En primer lugar, defendíamos allá que había que revisar la coordenada tiempo de esta relación. Nos preguntábamos si podíamos conseguir una escuela donde el horario, los tiempos y los espacios de aprendizaje permitan el emprendimiento en el acto de aprender, la libre relación educativa, intergeneracional y cargada de momentos únicos y significativos en los que en ningún caso nunca más interrumpiera el timbre. Imaginábamos pues una nueva concepción del tiempo de la relación menos sujeto a horarios encapsulados y más abierto e integrador de las experiencias educativas, que priorice la calidad de las mismas (enfoque Kairos del tiempo de educar) a la cantidad (enfoque de Cronos actual). Si ya tuviéramos esta nueva escuela, la pandemia no habría sido tanto problema en la reimaginación de lo que toca hacer ahora.

En segundo lugar, hablábamos de los cambios necesarios en la revisión del contenido de la relación. Hace poco el Departament d’Educació de la Generalitat de Catalunya enunciaba que, dada la situación que vivimos, quizás nos teníamos que plantear una revisión del currículum competencial que vaya al core de lo que es objeto de aprendizaje y de manera interdisciplinar, es decir, no tanto dividida por asignaturas y materias, dado que habrá que trabajar con grupos más reducidos y estables, con menos diversidad de profesores itinerantes por los grupos. Esto, si lo sabemos aprovechar, querría decir una revisión transformadora de todo el currículum, desde esta perspectiva más holística e integradora del saber. Aquí pues tenemos también una nueva y gran oportunidad, en la línea que defendíamos en la introducción del Anuario en cuanto a la revisión del contenido de la relación educativa.

Y, finalmente, planteábamos una revisión del eje formal de la relación. Defendíamos allá que el momento prepandemia ya hace tiempo que pone en entredicho el propio concepto de una relación sostenida esencialmente por la díada histórica educadoreducando. Hemos de avanzar hacia nuevas formas de relación que amplían el concepto de la clásica díada y también de concepción del aula hacia un sistema multiagente de interacciones en el marco de un gran ecosistema de aprendizaje, en el que las aportaciones diversas, complementarias y significativas de la misma familia, de la comunidad, del territorio, en contextos de aprendizaje formal, no formal e informal, tanto de apoyo presencial como sociodigital, son el nuevo marco formal donde acontece la relación educativa, y donde el maestro se convierte en el principal líder-referente de continuidad de las varias experiencias, pero no el agente único. Si esto lo tuviéramos del todo asumido e integrado en la escuela actual, bien es verdad que la pandemia tampoco supondría una crisis tan decisiva en el momento de afrontar la problemática a la que nos abocan todas las medidas de seguridad sociosanitarias que tenemos que implementar. Entre todos, y desde una visión comunitaria-territorial del reto educativo, se encuentran más recursos y estrategias de superación del reto actual.

 «Desde una visión comunitaria-territorial del reto educativo se encuentran más recursos y estrategias de superación del reto actual».

 ¿Qué temas tratados en el Anuari 2018 requieren un replanteamiento tras la irrupción del COVID-19? ¿Por qué?

Lo que necesitamos no es un replanteamiento, sino que ¡todos ellos ganen en actualidad máxima de toma de conciencia de los mismos! Tanto desde la concepción de la evaluación que defendíamos en el primer capítulo, como desde la necesidad de avanzar en la aportación sociodigital en la educación, como una mejora de la orientación y, específicamente, en los contextos más vulnerables. Allá defendíamos justamente esta visión en red de corresponsabilidades e imaginábamos un sistema educativo más descentralizado y más empoderador de los centros y de los territorios. Y también, por eso, ¡teníamos que imaginar los mejores profesionales de la docencia y la mejor investigación! Ninguno de los temas tratados pues en el Anuari2018 queda en un segundo plano, más bien al contrario: habría que recuperarlos todos para avanzar.

Diversas entidades y organismos han constatado que la educación presencial no puede sustituirse por la virtual sin merma de la calidad educativa, sobre todo en las primeras etapas educativas. ¿Cómo se podría mejorar esta formación de manera ágil, teniendo en cuenta que todavía no existe vacuna para el COVID-19?

Mejorando la formación de los propios formadores. La calidad educativa tiene que ver con el máximo aprovechamiento de la relación educativa tanto en el sentido de aprendizaje como de la misma relación que se establece en ella.

Es evidente que la relación presencial es insustituible al 100%, con todo lo que aporta el contacto directo y próximo, por una relación virtual. Pero esto no quita que esta última no se pueda desarrollar con el máximo de calidad posible más allá de las limitaciones obvias que supone trabajar a distancia. Y, por eso, hay que seguir ofreciendo a nuestros profesores un plan de formación continua, justamente de carácter virtual, de forma que, implícita y explícitamente, la misma formación continuada sea fuente de aprendizaje sostenido por parte del maestro.

Al mismo tiempo que son necesarios los foros y debates virtuales en torno a esta praxis, ayudando a los maestros y las maestras a hacer su propia tira de recursos y estrategias según la edad y contexto de sus alumnos. Y también hay que seguir ampliando y mejorando todos los repositorios de recursos virtuales de acceso libre de los que disponemos actualmente, alimentándolos con todas las experiencias innovadoras que los mismos educadores y educadoras están desplegando a lo largo de estos tiempos de pandemia.

También se ha denunciado el crecimiento de las desigualdades educativas a raíz del coronavirus. ¿Qué medidas extra cree que deberían tomarse, además de las propuestas en la publicación?

En el Anuario proponemos muchas medidas proactivas y no reactivas como tenemos que tomar ahora. Pero, sin dejar de defender que las actuaciones a medio y largo plazo son las que nos tienen que permitir afrontar esta crisis con las mejores garantías, ahora mismo tenemos que hacer todos los esfuerzos necesarios para dar cobertura a la brecha digital que la pandemia está suponiendo.

Tenemos que diagnosticar dónde faltan aparatos, conexión o las dos cosas, y hacer llegar las dos cosas con los recursos que haga falta y con packs de comunicación. No nos podemos permitir lo que hasta ahora, en muchos contextos vulnerables, ha supuesto la brecha digital.

En estos entornos, la comunicación digital de la escuela con las familias ha cogido forma -en el mejor de los casos- como máximo de un móvil y un whatsapp, o incluso sin whatsapps, haciendo uso de los SMS’s. Y poca cosa más. Y esto está generando una brecha dentro de la brecha, lo cual es muy preocupante. Por lo tanto, es necesaria la máxima atención a estas bolsas de necesidades tecnológicas, si no queremos salir de la pandemia con una agudización grave de la desigualdad.

La orientación académica y profesional también ha sufrido el impacto del COVID-19. ¿Cómo podría ofrecerse un acompañamiento adecuado, sobre todo en periodos de transición?

Tal y como proponemos en el Anuario, incrementando los nodos de orientación y asumiendo que el paradigma de la orientación acontece cada vez más multiagente y multiprofesional. No hacemos bastante con los orientadores profesionales, que en todo caso nos tienen que liderar. Tenemos que asumir el rol orientador toda la tribu, para atender en diferentes momentos y lugares las necesidades y dudas de nuestros jóvenes.

Y, por tanto, tenemos que diseñar e implementar un modelo de orientación en red de conexiones con diferentes recursos y espacios de orientación. La escuela se queda corta en este reto. Muchos retos de la orientación pueden ser asumidos desde un enfoque comunitario en red con la escuela, y desplegarla en código de proximidad con los jóvenes. Sus transiciones y dudas más relevantes encuentran más cobertura en la red de capital social de la comunidad que en una atención particular. Hace falta que fomentemos pues un nuevo modelo de orientación a lo largo de toda la vida, que se base en la capacidad orientadora que puede desplegar una comunidad madura y rica en capital social, donde la escuela puede hacer un papel dinamizador, pero no solitario, de la orientación.

«Tenemos que diseñar e implementar un modelo de orientación en red de conexiones con diferentes recursos y espacios».

Si hoy le pidieran dirigir el anuario 2020 y seleccionar los retos a tratar, ¿cuáles calificaría de imprescindibles?

Desgraciadamente hemos avanzado poco en el marco de los retos que planteamos a lo largo de los 10 capítulos del Anuario del 2018, pero probablemente todavía enfatizaría más el reto de reconceptualizar la escuela como parte de una red de corresponsabilidades, con clara vocación de escuela comunitaria.

La pandemia lo está poniendo de manifiesto: las escuelas abiertas y muy integradas en el contexto comunitario al que pertenecen están encontrando mejor soluciones y más seguras (puesto que de seguridad sociosanitaria se trata también) que las que están endocentrades en ellas mismas.

Los retos de futuro, como estamos defendido e investigando hace muchos años desde mi grupo de investigación PSITIC de Blanquerna de la Universitat Ramon Llull, pasa por un cambio de modelo de la escuela y de la concepción de la educación que toca al currículum, la evaluación, la organización escolar, el rol del maestro y, en general a nivel macro, la reconceptualitzación del conjunto del sistema educativo en formato de red educativa descentralizada y de gran componente comunitaria, tal y como se recoge en el Anuario del 2018. Y si a alguno le quedaba alguna duda, el contexto en que vivimos, por suerte o por desgracia, todavía lo ha puesto más en evidencia.

Fuente e Imagen: https://www.educaweb.com/noticia/2020/10/28/tenemos-hacer-todos-esfuerzos-necesarios-cubrir-brecha-digital-pandemia-esta-suponiendo-19347/

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¿Educación Inclusiva? Crisis, pandemia y exclusión

Por: Luis Miguel Alvarado Dorry

“[…] La más grande crisis de la humanidad no es ni política, ni económica, ni ideológica, religiosa; es una crisis de humanidad. No tratamos humanamente a los seres humanos, los maltratamos […]” (Boff, 2020) (minuto 58 con 25 segundos).

Para comenzar, quisiera que reflexionemos acerca de ¿Cómo consideramos a la normalidad en estos tiempos tan anormales? En las expresiones como “cuando regresemos a la normalidad” ¿quiere decir que nos hace anormales? Por otro lado, “la nueva normalidad” tuvo que llevarse a cabo un proceso de transición de anormalidad a esa otra nueva normalidad, por tanto, ¿fuimos anormales y ahora somos nuevos normales?

En este sentido, los lenguajes sobre normalidad-anormalidad no solo son una construcción social sino que, también, “política y económica” (Yarza, Sosa, & Pérez, 2019, pág. 22). Y son una construcción social, política y económica porque son establecidas desde el mismo sistema hegemónico que impone sus propias “reglas”, “normas” y “lenguajes”, las cuales, todas las sociedades bajo su dominio tienen que alinearse y alienarse.

Las tensiones y contradicciones sobre normalidad-anormalidad se observan en la historia, para ello, me remitiré a uno de los eventos trascendentales que marcaron la historia en Nuestra América, la conquista de nuestros territorios y nuestros cuerpos; de nuestros territorios porque desde 1492 han venido extrayendo recursos de nuestra madre tierra con el fin de mercantilizarla y acumular capital, asimismo, de nuestros cuerpos, nuestros cuerpo sin fragmentación cartesiana (mente-cuerpo) basadas en una explotación con el mismo fin, la acumulación de recursos, precarizando las condiciones de les oprimides-explotades.

Por lo anterior, Eduardo Galeano señala lo siguiente:

“[…] el descubrimiento hasta nuestros días, todo se ha trasmutado siempre en capital europeo o, más tarde, norteamericano, y como tal se ha acumulado y se acumula en los lejanos centros de poder. Todo: la tierra, sus frutos y sus profundidades ricas en minerales, los hombres y su capacidad de trabajo y de consumo, los recursos naturales y los recursos humanos” (Galeano, 2004, pág. 16).

En esa época de conquistas y, desde la mirada eurocéntrica, empezamos a ser vistas como anormales, anormales porque, en nuestras diferencias, no encontraban parecidos a la imagen y semejanza europea, por tanto, esa “anormalidad” debiera ser exterminada, por ello y por otras razones, los españoles mataron a diestra y siniestra a les originaries natives de Nuestra América. Este genocidio fue legitimado y justificado por el discurso de Ginés de Sepúlveda en (Fernández, 1992) sobre “la justicia de la guerra contra las poblaciones indígenas  es causada por […] 2) la inferioridad natural de los indígenas […]” (pág. 323), esa inferioridad era establecida a partir de las diferencias físicas, culturales, sociales, políticas, económicas y religiosas que tenían los pueblos originarios del Abya Yala de las europeas.

Bajo este marco y estereotipos eurocéntricos, se viene estableciendo clasificaciones al respecto, negras y negros, amarillas y amarillos, originaries o indígenas y, lo que dista de estos estereotipos que, más adelante se instauran en los imaginarios colectivos por medio del complejo industrial cultural, se considera anormal e inferior.

Los “casi humanos”, forma despectiva que los españoles estigmatizaban a les originaries, eran asesinades, en tanto animal salvaje, debido a sus condiciones antes mencionadas que, distaban, del estereotipo europeo (hombre blanco ojos claros), estos estereotipos normalizados a posteriory y, como una meta a la que hay que llegar, fueron instaurados en los imaginarios de las sociedades dominadas, en este sentido ¿cómo llegar a ser normales? O bien, ¿Cómo llegar a ser humano?

Acá me quiero detener un poco para reflexionar que, la discapacidad, no dista mucho de las condiciones que tenían (y siguen teniendo) les originaries desde las miradas eurocéntricas y, ahora, norteamericana, es decir, llegar a la meta de la “normalidad”, o bien, ser lo más humano posible, humano en el sentido biológico-físico como mencionan (Yarza, Sosa, & Pérez, 2019) “[…] instaurar la normalidad como modo de reconquista de la humanidad perdida” (pág. 35), no en el sentido de la complejidad de ser humano biológico-social-político-económico-ético-crítico-tecnológico-espiritual-afectual.

De manera que, la discapacidad, se encuentra inmersa en esas tensiones y contradicciones de la normalidad-anormalidad fincada en estereotipos de la lógica de mercado, es decir, de producción y reproducción social, política y económica. En este marco y en esta perspectiva mercantilista estereotipada, la discapacidad es situada en la anormalidad, por tanto, esa anormalidad, debe ser normalizada lo más o totalmente posible.

En el aspecto económico, las personas con discapacidades eran vistas, en principio, como improductivas que, únicamente, generaban gastos a las sociedades y a los estados (aunque todavía estos imaginarios persisten en la actualidad), improductivas, en el sentido de no poder realizar los trabajos de una persona “normal”, por tanto, fueron aisladas de estos menesteres, ante esto Paula Mara Danel en (Yarza, Sosa, & Pérez, 2019) se interroga sobre “¿podríamos inferir que la idea de discapacidad esté asociada a la invalidez laboral?” (pág. 83), al parecer así viene sucediendo. Posteriormente, como entes mercantilizades con el ideal de “normalizarles” con base en “[…] la atención socio-sanitaria-educativa y de rehabilitación […]” (pág. 91) en palabras de la misma autora. En este sentido, señalo a los programas televisivos como por ejemplo, TELETÓN, originadas desde empresas privadas que, cerca de apoyar a todas comunidades con discapacidades, anteponen sus intereses financieros para evadir impuestos y así “donar” caritativamente dineros para la construcción de centros de rehabilitaciones, estos programas terminan siendo similares, en palabras de Sonia Marcela Rojas Campos en (Yarza, Sosa, & Pérez, 2019), a  “los circos […] escenarios de exhibición de las rarezas humanas” (pág. 123) muy populares en el siglo antepasado.

En lo político, al enmarcar la discapacidad desde su génesis y más allá de ella en un contexto de opresión, dominación, control, exclusión, discriminación y explotación, estas subjetividades se han venido resistiendo, formando alianzas y organizándose para luchar contra toda injusticia; estas luchas y resistencias, se han legitimado en los derechos humanos con altos costos de muertes, persecuciones, torturas y demás, sin embargo, falta mucho para que esos derechos se vivencien, para ello, es necesario fracturar nuestros paradigmas desde nuestros propios lenguajes. A lo largo de la historia, estos lenguajes, han sido modificados con respecto a la filosofía de la época y por las subjetividades que se resisten, en este marco, en la evolución o involución, en lo despectivo o loable, de las concepciones de les “impedidos, discapacitados, minusválidos, deficientes, inadaptados, hasta otros de corte más coloquial como tullidos, idiotas, lentos, torpes retrasados” Rojas Campos en (Yarza, Sosa, & Pérez, 2019, pág. 108). Todo palabrerío quedan en lo abstracto pues carecen de praxis, es decir, no se vivencian en la cotidianidad, por un lado, en las empresas transnacionales que ven a las personas con discapacidades como mercancías consumidoras y, por otro, el estado que las ven como cargas, toda esta verborrea (Yarza, Sosa, & Pérez, 2019) argumentan que “[…] más formas políticamente correctas de nombrar que contenidos reales y sustantivos en pro de la población directamente implicada” (pág. 30), y no se vivencian, porque los lenguajes y legitimaciones políticas y jurídicas son realizadas, en su mayoría, desde lo externo y no desde las propias comunidades de personas con discapacidades que son y están con sus especificidades.

En lo sociocultural, por la instauración de estos lenguajes en los imaginarios sociales, sus concepciones y sus prácticas han provocado, en la mayoría de les “normales” emociones y sentimientos hacia las personas con discapacidades, de lástima, compasión, tristeza, miedo, entre otras, transformando las subjetividades de las segundas en “objetos de caridad” Mara Danel en (Yarza, Sosa, & Pérez, 2019, pág. 93), y, ser un objeto de caridad, según Rojas Campos en (Yarza, Sosa, & Pérez, 2019), “hasta del nombre desaparece y con él todos sus rasgos de humanidad” (pág. 113), entonces, aparece la estigma, es decir, expresiones como “no te juntes con ese rarito”, “el hiperactivo del salón”, “la distraída esa”, “la de sillas de rueda”, entre otras no menos peyorativas.

En lo tecnológico, solo aquellas personas con discapacidades que tienen una estabilidad económica suficiente, pueden adquirir dispositivos electrónicos, prótesis, sillas de rueda, o cualquier innovación científico-tecnológica que se requiera, mientras que muchas quedan excluidas de estas. Estas innovaciones son muy frecuentes y bajo la lógica de obsolescencia programada para captar la mayor cantidad de capital.

Por lo anterior, el modelo neoliberal lleva una cosificación de la cosificación, es decir, dentro de las cosas “normales” hay unas otras “anormales” en tanto mercancías consumidoras, las cuales, hay que dominarlas y controlarlas, estigmatizarlas, señalarlas, clasificarlas e inferiorizarlas para obtener las más jugosas ganancias posibles.

Pero ¿qué es la discapacidad? En principio, las religiones las vinculaban como un “castigo divino” o “pecado” cometido por generaciones familiares anteriores, o bien, actuales, las familias de estas procuraban no mostrarles o sacarles de casa por vergüenza a que le vieran y les señalaran como pecadoras. Posterior a ello, en los avances de las ciencias y las tecnologías en medicina, las relacionaban como fenómenos de la naturaleza humana, los cuales, tenían que examinarlas para poder curarlas o “normalizarlas”. Desde el sistema capitalista les conceptualizaban (y siguen) como les “improductivos” o poco productivos en comparación con les “normales”.

En la actualidad, según el diccionario de Google lo define como “Falta o limitación de alguna facultad física o mental que imposibilita o dificulta el desarrollo normal de la actividad de una persona” (google.com, 2020). Mientras que la Organización Mundial de la Salud dicta como “Discapacidad en un término general que abarca las deficiencias, las limitaciones de la actividad y las restricciones de la participación” (OMS, 2020). Por otro lado, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) en México en su texto titulado “La Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad y su Protocolo Facultativo” en el inciso e) del Preámbulo, emanados de la misma ONU dicta lo siguiente:

“la discapacidad es un concepto que evoluciona y que resulta de la interacción entre las personas con deficiencias y las barreras debidas a la actitud y al entorno que evitan su participación plena y efectiva en la sociedad, en igualdad de condiciones con las demás […]” (2018, pág. 10).

Contraria a estas concepciones Yarza, Sosa, & Pérez (2019) refieren a una deconstrucción de la conceptualización emanada por los grupos de poder que clasifican y estigmatizan a cada une, en este sentido, mencionan que “entendemos a la discapacidad como una producción social e histórica moderna y colonial, inscrita en los modos de producción y reproducción de una sociedad” añadiendo que, está “enmarcada en un sistema de clasificación de sujetos inventado y reproductor de un orden hegemónico basado en relaciones de asimetría y desigualdad” (pág. 22).

De las significaciones anteriores, observamos que las tres primeras manejan lenguajes desde los modos de producción y reproducción económico-político-social, lenguajes despectivos como “deficiencias”, “normal”, “limitaciones”, “restricciones”, entre otras, los cuales, las pondremos en tensiones con sus contradicciones con el fin de comprender mejor el contexto: deficiencias-perfección, normal-anormal, limitaciones-libertad. Podemos decir entonces que, la discapacidad, es una esclavitud de la imperfección anormal.

La última significación nos da cuenta que, la discapacidad, es gestada y reproducida desde el propio sistema hegemónico clasificatorio, el cual, es inherente su resignificación como acto ético-político para la emancipación de las diversas subjetividades.

De lo anterior, quisiera irme desde su génesis etimológica de la palabra en un tanto superficial, pero desde otros frentes, para ello, me es necesario fragmentar la palabra discapacidad en el prefijo “dis” y “capacidad”, esta fragmentación me permite ver desde otra perspectiva con el fin de desaprenderla para comprenderla y, por tanto, reaprenderla al momento de unirlas y, más aún, vivenciarla en mi cotidianeidad.

En este contexto, el prefijo “dis” significa según un diccionario etimológico en internet encontré en una de sus definiciones lo siguiente: «el prefijo latino dis- significa “divergencia o separación múltiple”» (dechile.net, 2020), por otro lado, “capacidad” significa “[…] es la cualidad de lo que es […]” (Diccionario Actual, 2017). Entonces, al unir los dos significados el prefijo “dis” y la palabra “capacidad”, tenemos “divergente cualidad”.

De la misma manera, me es necesario fragmentar y, por tanto, me acercaré a una aproximada re-significación de cada una de las palabras anteriores, en primer lugar, tenemos la palabra “divergente”, la cual, en uno de sus significados la mencionan como “diferencia” (significados.com, 2017), este se le asocia con el pensamiento divergente que, en el mismo diccionario, nos remite a la creación de “ideas creativas y diferentes”, mientras que “cualidad” la significan como “[…] la esencia de una persona […]” (Google, 2020), por tanto, la dis-capacidad podríamos re-conceptualizarla como una “diferente y creativa esencia”, entonces, en este marco, todes somos seres diferentes y creativas, en tanto con dis-capacidades, bajo esta reconstrucción paradigmática me referiré a las personas con discapacidades.

Esta re-significación debe ser un acto ético-político evitando caer en el romanticismo y en la caridad, por el contrario, posicionarnos, todes, en la rabia y rebeldía misma que provoca la discriminación, exclusión y estigmatización originada desde el sistema asimétrico neoliberal, el cual, establece la “normalidad-anormalidad” en los imaginarios sociales impregnados de una violencia simbólica (Bourdieu & Passeron, 1995, pág. 44). Esta re-significación debe fincarse en el diálogo con les otres, con los que viven esas discriminaciones, exclusiones y estigmatizaciones, es decir, con las personas con discapacidades, convirtiéndose en “observador(a), auto-observador(a) y observado(a)” (Yarza, Sosa, & Pérez, 2019, pág. 64) en el proceso investigativo.

Dentro de las clases sociales se clasifican antagónicamente bajo las perspectivas Darwinianas imponiendo verdades absolutas y universales entre ricos-pobres, inteligentes-ignorantes, burgueses-proletarias,  blancos-negras, normales-anormales, entre otras, unas superpuestas a las otras, ante esto Yarza, Sosa, & Pérez (2019) aseveran que “no nos cabe duda alguna de las clasificaciones y calificaciones del Norte Global son tales en virtud de una “verdad” hegemónica autoimpuesta y desplegada hacia el Sur Global” (pág. 41). En esta perspectiva clasista y clasificatoria del modelo neoliberal dueño de las élites de las sociedades del conocimiento, encasillan todo lo que esté a su alcance como meras materias primas en un almacén, es decir, lo bueno, lo regular y lo malo, asimismo se clasifican las discapacidades, esta clasificación legitima social, política y económicamente las inferioridades de las personas.

Estas clasificaciones han originado nuevos lenguajes del cómo llamar a los espacios escolares en donde se ha pretendido más que educar, a rehabilitar o “normalizar” a las personas con discapacidades que han, en el supuesto, evolucionado para hacerlas menos despectivas, tenemos a los centros para enfermos mentales, educación especial, escuelas con necesidades educativas especiales, ahora educación inclusiva.

Yo te integro o te incluyo porque tienes alguna discapacidad o porque eres mujer, o porque eres originaria, o porque eres negra y eso satisface mi conciencia (más bien mi ego), es decir, se ve a la inclusión como medio para un fin, el fin sería satisfacer mi conciencia o mi ego, por el contrario, la inclusión debe ser un fin en sí misma y no un medio con características excluyentes y clasificatoria, en otros términos, la inclusión como forma de vida en el conocimiento y reconocimiento de les otres, ante esto Freire (1997) menciona que «La asunción de nosotros mismo no significa la exclusión de los otros. Es la “otredad” del “no yo” o del tú, la que me hace asumir el radicalismo de mi yo» (pág. 42), de manera que, te incluyo porque tú eres yo y, yo eres tú, y juntes construimos un nosotres.

De modo similar, la educación no debe adjetivarse como inclusiva, o sea, educación inclusiva, las dos debieran ser verbos (educar e incluir) y, debieran ser verbos, en tanto acción y existencia, y, a la vez, dialécticas, porque al momento de incluir educo y, al momento de educar, incluyo.

En este marco, Yarza, Sosa, & Pérez (2019) reflexionan acerca de la construcción de nuevos paradigmas para pensar la educación y las discapacidades desde otras aristas y, con base en el diálogo directo con las comunidades de les seres diferentes y creativas, principalmente, más desde el sur en contrapuesta a la mirada euronorteamericanocentrista, ante esto, aseveran que  se “pongan en supuesto las narrativas anglocéntricas y visibilicen otras génesis, tensiones, trayectorias intelectuales, categorías, entramados, constelaciones conceptuales y luchas ético-políticas” (pág. 36), esto nos dirige a una praxis verdadera y no a una reproducción social excluyente y a una repetición teórica construida desde lo exógeno.

En efecto, para la construcción de esos otros paradigmas es inherente tomar en cuenta, a mi perspectiva, los siguientes aspectos –cabe aclarar que no son un imperativo categórico, ya que pueden ser más u otros- 1. Dejar de repetir teorías establecidas y empezar a cuestionarlas; 2. Ver, sentir y pensar a les seres diferentes y creativas, no como objetos para las investigaciones, sino como lo que son, sujetas y sujetos, ciudadanas y ciudadanos, seres humanes que sienten, piensan y son, desde las diversidades; 3. Romper paradigmas establecidos desde y a partir de nuestros propios lenguajes; 4. El diálogo como principal aspecto en las investigaciones y 5.  Sistematización de experiencias para la construcción de saberes emergidos desde el contexto y desde les sujetos.

Por lo anterior, Yarza, Sosa, & Pérez (2019) mencionan que “Ser sujeto en la investigación, estar en el proceso investigativo y actuar desde su lugar de enunciación implica sentir una constante relación con lo investigado” (pág. 52), por tanto, desde las universidades, organizaciones sociales y, desde les estudiantes en materia, insisto, es un compromiso ético-político la deconstrucción, reconstrucción y resignificación de las investigaciones.

Ahora bien, ¿cómo se ve la discapacidad en la actual coyuntura? Ese es el problema, no se ve, no les vemos, para Fanón (1963) los condenados de la tierra eran les pobres campesinos africanos, las personas con discapacidades son ubicadas por las sociedades y, por el mismo sistema hegemónico, como las condenadas de las condenades de las condenadas de la tierra, o bien, les invisibilizades de les invisibilizades de les invisibilizades.

Estas crisis y exclusiones ya existían antes de la pandemia, ésta, vino a desnudarlas y a exponenciarlas; en este contexto de sobrevivencia, ser pobre es riesgoso para sobrevivir, más  aún, ser pobre y ser desempleada, peor si se es pobre, desempleada y migrante, se agrava más si se es pobre, desempleada, migrante y mujer, y se sobrevive en una constante inseguridad social, política, económica y de salud, si se es es pobre, desempleada, migrante, mujer y etiquetada con alguna discapacidad, en este sentido, existen constantes “violaciones a mujeres con discapacidad que se quedan en el silencio…” Rojas Campos en  (Yarza, Sosa, & Pérez, 2019, pág. 106), debido a la lógica de violencia originada por el sistema hegemónico que cosifica a las personas y las deshumaniza, las deshumaniza en tanto “animal: sin alma, sin pensamientos y sin razón” (pág. 117).

Esta deshumanización, o bien, “crisis de humanidad” en palabras de Leonardo Boff, es originada, a mi perspectiva, por diversos aspectos, en primer lugar por la “lobotomía” en donde, el mismo Boff, la conceptualiza como “una persona que perdió la capacidad de sentir, no siente el dolor del otro” (Boff, 2020). En segundo, por la racionalidad instrumental formada, es decir, vivir con base a “medios y fines” (Horkheimer, 1973, pág. 09), uso a las personas (medios) con base a mis intereses personales (fines) y, cuando estas ya no me sirven, las desecho como meros objetos. En este marco, la mayoría de las empresas han usado a las comunidades con discapacidades para crear ONG’s y así, captar el mayor capital posible en las donaciones para luego, evadir impuestos; los gobiernos, para captar y destinar recursos para estas comunidades que, cerca de apoyarles, distan por la corrupción establecida en el desvío de estos recursos, o bien, en las reducciones presupuestales. En tercer lugar, ver como enemigos a les otres, en donde cada persona “vive obcecado con la búsqueda del interés propio y en constante competencia y comparación con otros” (Torres, 2017, pág. 71), entre otros aspectos no menos importantes. De manera que, la deshumanización, se va gestando a través de la formación y desarrollo de subjetividades neoliberales educadas de manera formal, no formal e informal, bajo los intereses del mismo modelo neoliberal asimétrico.

Hemos venido develando e insistiendo a lo largo del confinamiento pandémico que, gran parte de les estudiantes, de todos los niveles, han quedado fuera de las estrategias y modalidades que han tomado los gobiernos en américa latina y en el mundo para llevar a cabo el proceso educativo. En este contexto, de los 137 millones de estudiantes en América Latina, según el informe de la UNICEF (2020) denominada “educación en pausa” publicada el pasado 09 de noviembre, que fueron desterritorializados de sus escuelas y territorializados en sus hogares, creemos que solo la mitad, es decir, 68.5 millones de elles cuentan con las posibilidades de una educación a distancia (llámese virtualizada, televisada, radiodifundida), aunque esta, se haya convertido en una neoeducación bancaria.

De lo anterior, el otro 68.5 millones de estudiantes quedaron excluides, y quedaron excluides por ser y estar precarizadas por un sistema desigual e injusto y, en donde las sociedades, hemos sido cómplices, y hemos sido cómplices por la formación de la “lobotomía” antes mencionada construida desde las cosmovisiones y bajo los intereses del modelo neoliberal. Dentro de estas sociedades vulneradas y precarizadas, “incluidos las niñas, los indígenas, niños y niñas con discapacidad, refugiados y migrantes que viven en zonas rurales” (UNICEF, 2020, pág. 9), encontramos hogares (en la mayoría de los casos, porque muches no cuentan ni con un hogar) sin electricidad, sin acceso a internet o señal telefónica, sin dineros para pagar los servicios de datos, desempleadas y, con hambre. Hogares que prefieren salir ante la peligrosidad del contagio, y prefieren salir porque aseveran que es mejor morir por causas del COVID-19, que morir o ver morir a les suyos lentamente de hambre.

Las del primer grupo, tienen la fortuna de poder solventar los gastos que requiere la educación a distancia, sea la modalidad que sea, ya que tienen dineros para pagar esos servicios, los cuales, se toma como indicios de una nueva modalidad de privatización de los sistemas educativos, privatización porque tanto familias y docentes tienen que pagarlos de su propio salario (mientras que este se mantiene inmóvil), es decir, los gobiernos se desentiende de estos gastos, pero si exigen autoritariamente que se rindan cuentas de lo que se hace y que vean, tanto familias como docentes, como le hacen para ello, esta rendición de cuentas, las acomodan en los discursos en donde dictan que “todo marcha bien”, que “el aprendizaje a distancia va marchando bien”, aunque esta solo sea una captación de grandes cantidades de información que distan de ser aprendizajes.

El segundo grupo, ha quedado completamente excluide de estas modalidades y, cerca de que los gobiernos garanticen una educación gratuita y para todes, solo se preocupan en convertirles en estadísticas (aunque muches hasta ni a eso llegan) para sus intereses deshumanizados. Estos grupos vulnerados y precarizados quedan expuestos con mayor facilidad a la violencia intrafamiliar (física y psicológica), de género, abusos sexuales, entre otros no menos importantes, y se han acrecentado durante el confinamiento. Lo anterior, según el informe de la UNICEF (2020) es debido a ”mayores niveles de estrés entre los padres y cuidadores” (pág. 11).

En el mismo informe, la UNICEF, tiene mayor preocupación en que les estudianttes de secundaria “caerán por debajo del nivel mínimo de competencia en lectura” (UNICEF, 2020, pág. 9) . En este sentido, se le pide leer a les niñes, en tanto repetir palabras, oraciones y frases en el menor tiempo posible, no se preocupa para que estes lean su realidad y las condiciones de injusticias en las que viven muchas sociedades, más las personas con discapacidad.

Por otro lado y, estas circunstancias, las personas con discapacidades siguen presentado mayores dificultades, las cuales, han venido en aumento; y han venido en aumento porque la mayoría no hemos hablado de ellas, por decirlo de otro modo, las hemos invisibilizados. Hemos hablado de los grupos de personas excluidas en condiciones de pobrezas, sin conectividad, sin paquetes de datos, sin dispositivos, de una neoprivatización de los sistemas educativos, de una explotación de les cuerpos por el teletrabajo o por la teleeducación con respecto al exceso de tareas que les dejan a les estudiantes, del extractivismo de la madre tierra, entre otras, las cuales, sabemos que son muy importantes develarlas, sin embargo, en lo personal, no les había pensado, por ello, creo inherente que, las pedagogías críticas y educaciones populares, no solo las visibilicen sino que también tengan el compromiso ético-político-revolucionario para la construcción de propuestas educativas no segregadas o paralelas a estas, sino que pensadas desde las propias diversidades.

La educación a distancia sea esta virtualizada, televisada, radiodifundida, no fueron creadas para las personas con discapacidad, por ejemplo, en México, en la estrategia “Aprende en Casa I”, bajo el manejo virtual de la plataforma de Google Meet, solo eran dirigidas a personas con conectividad a internet, con dispositivos inteligentes y sin discapacidades, excluyendo totalmente a las personas con discapacidad.

En la estrategia “Aprende en casa II” en este ciclo escolar que transcurre, esta se basa en la transmisión de contenidos educativos a  través de la televisión, por decirlo de otro modo, televisada, las autoridades educativas (Secretaría de Educación Pública) volvieron a excluir a las personas con discapacidades, sin embargo, por presiones sindicales, al menos pudieron integrar a una persona que interpreta en lenguaje de señas pero ¿qué sucede con las demás? Vuelven a quedar excluidas, pero dichas autoridades se jactan de ser inclusivos.

En otras latitudes que, aproximadamente queda entre en medio de Costa Rica y México, en Honduras, Cristian Murillo del Centro de Atención Progreseño a la Discapacidad aseveró fuertemente contra el gobierno de Juan Orlando Hernández diciendo que “las personas con discapacidad no son prioridad en esta crisis humanitaria, y nunca han sido para el gobierno de Juan Orlando Hernández” añadiendo “porque miserablemente solo se destinan menos de 0.25 centavos de dólar al año para cada persona con discapacidad” (kaosenlared.net, 2020).

La pandemia vino entonces a ser visible lo invisibilizado y a acrecentar lo que ya existía, lo que ya estaba, y lo que estaba eran esos olvidos, esas invisibilizaciones, exclusiones, discriminaciones, injusticias, violencias y demás. En este sentido, muchas familias sacrificaron las atenciones y educaciones de sus hijes por quedarse sin trabajo y, por tanto, sin ingresos, lo poco que ganan o se tiene les ha servido para malalimentarse no por culpa del COVID-19, sino por culpa de un sistema de explotación que genera grandes asimetrías.

Ahora bien, antes de finalizar quisiera regresarles la palabra a dos voces que, por cuestiones personales, no quisieron estar presentes, pero que nos mandaron algunas vivencias desde sus especificidades. En una entrevista informal a modo de charla:

Julio Cesar (20 años), diagnosticado con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) nos comenta lo siguiente: “a menudo me sentía discriminado y excluido en la escuela por ser diferente a los demás, los que más me discriminaban y excluían eran mis compañeros dentro y fuera del salón de clases, algunos profesores entendían lo que tenia, pero si llegó a ver en una ocasión que fuese un maestro que lo hiciera, ante esto me sentía triste porque no querían platicar conmigo o no me integraban en sus pláticas, para estar concentrado y menos hiperactivo en clases, me recetaron los médicos tomar una pastilla llamada Ritalin, si no la tomaba, era seguro que me ponía a hacer un alboroto en el salón de clases y me distraía de la tarea; cuando dejé de tomar esa pastilla, al mismo tiempo, dejé de sentirme dependiente, ya que era una rutina que tenía que llevar obligadamente. Mi vida ha sido un poco complicada, pues aún me distraigo mucho y me cuesta recatar información en el salón de clases”.

Jonathan de Jesús Gamboa Flores (27 años). El neurólogo lo diagnosticó con Parálisis Cerebral Infantil (PCI) nos comenta que “me sentí muchas veces excluido y discriminado en la escuela porque, en los distintos niveles, siempre había algún compañero estudiante o un docente que no me aceptaba. Me sentía muy mal porque, a la hora de formar equipos, no me tomaban en cuenta; ahora ya hemos sido tomados en cuenta en diferentes actividades escolares, deportivas y laborales. En este tiempo de confinamiento nos cuidamos quedándonos en casa, pero me he sentido un poco desesperado por no poder salir a dar una vuelta a la casa de mi abuelita. Y sobre las clases virtuales que recibo, no pongo mucha atención por eso me gusta más la presencial. Mi vida ha sido muy complicada porque dependo de mis papás y familiares, mi parálisis me atrofia tres extremidades de mi cuerpo (mis dos piernas y mi brazo izquierdo).

Bajo estas perspectivas y vivencias podemos observar por un lado que, la medicación de los trastornos creados y clasificados por la ciencia hegemónica, sirven a determinadas empresas farmacéuticas transnacionales que se enriquecen con base a las ventas de fármacos que son clasificados por su toxicidad y adicción similares a la cocaína, anfetaminas y morfinas como el Ritalin, el cual, ha servido para adormecer las subjetividades rebeldes de nuestra niñez y juventud, dejando grandes secuelas en su salud.

Por otro, se crea y “normaliza” en los imaginarios sociales una violencia por parte de familiares tras el telón de la “sobreprotección” que inutiliza a muches niñes y jóvenes, los cuales, estas toman decisiones por elles sin consulta alguna con el fin de protegerles de cualquier discriminación, exclusión y violencia, sin embargo, a esta “sobreprotección” podríamos afirmar que también es considerada como tal por no permitirles ser con sus especificidades.

Reflexiones finales

  • Es inherente que, desde nuestra propia praxis, resignifiquemos los lenguajes no para romantizarlos, o bien, por compasión o misericordia, sino con base a un autentico compromiso ético-político con el fin de darles existencia a les inexistentes.
  • Las discapacidades al ser ubicadas dentro del grupo oprimido, es necesaria una formación permanente que devele toda clase de dominación y que den cuenta de su propia emancipación.
  • Es necesario el conocimiento y reconocimiento de mi subjetividad diversa y creativa en tanto ciudadanía, con el hito de legitimar nuestros derechos como seres humanos.
  • Es importante romper nuestros propios paradigmas para la reconstrucción de otros y, así, dejar de repetir teorías establecidas y empezar a cuestionarlas.
  • Ver, sentir y pensar a les seres diferentes y creativas, no como objetos para las investigaciones, sino como lo que son, sujetas y sujetos, ciudadanas y ciudadanos, seres humanes que sienten, piensan y son, desde las diversidades.
  • Empoderar a las personas con discapacidades a partir del compromiso ético-político para investigar sus condiciones y, así, construir saberes a partir de la dialéctica endógena-exógena, sujeto-objeto.
  • Denunciar y proponer alternativas que atiendan a las diversidades.
  • Las personas con discapacidades deben tomar sus vidas bajo sus propias manos y luchar en favor de la construcción de políticas públicas y de sus propios procesos educativos (dejar por un lado el adultocentrísmo y, por el otro, el infantilismo).
  • Regresémosles sus voces y que elles luchen por ello, que elles nos digan cuan excluídes, discriminades, estigmatizades han sido a lo largo de su vida, y más en la actual coyuntura pandémica, como acto ético-político debemos escucharles.
  • Avivar ese espíritu rebelde en vez de adormecerles con fármacos que benefician las finanzas de las empresas transnacionales con base en alternativas educativas que formen subjetividades críticas, luchen por mejores condiciones y construyan un mundo más justo, humano y humanizante.
  • Desde las pedagogías críticas y educaciones populares, en palabras de Freire “con una legítima rabia” comprometernos con las personas con discapacidades para visibilizar lo invisibilizado, construir espacios donde den cuenta de lo que, por mucho tiempo, se han callado. Asimismo construir propuestas surgidas desde los contextos y desde les sujetos.

Referencias

Boff, L. (18 de 08 de 2020). www.youtube.com. Obtenido de Otras Voces en Educación: «Pensando en nuestra Abya Yala en tiempos de pandemia»: https://www.youtube.com/watch?v=kQ5g9kNCnAc

Bourdieu, P., & Passeron, J.-C. (1995). La reproducción. Elementos para una teoría del sistema de enseñanza. México D. F.: Distribuciones Fontamara, S.A.

CNDH México. (2018). La Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad y su Protocolo Facultativo. México: CNDH México.

dechile.net. (13 de 11 de 2020). etimologias.dechile.net. Obtenido de Etimología de DIS: http://etimologias.dechile.net/?dis#:~:text=El%20prefijo%20latino%20dis%2D%20significa%20%22divergencia%20o%20separaci%C3%B3n%20m%C3%BAltiple%22.&text=La%20voz%20%22dis%2D%22%20tambi%C3%A9n,griegos%2C%20disfemismo%20y%20tambi%C3%A9n%20disenter%C3%ADa.

Diccionario Actual. (27 de Noviembre de 2017). diccionarioactual.com. Obtenido de Capacidad: https://diccionarioactual.com/capacidad/

Fanón, F. (1963). Los condenados de la tierra. México, D. F.: Fondo de Cultura Económica.

Fernández, F. (1992). La controversia entre Ginés de Sepúlveda y Bartolomé de las Casas. Dialnet, 301-347.

Freire, P. (1997). Pedagogía de la Autonomía. México D.F.: Siglo XXI.

Galeano, E. (2004). Las venas abiertas de América Latina. Buenos Aires: Siglo XXI.

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Horkheimer, M. (1973). Crítica de la razón instrumental. Buenos Aires: Sur.

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Torres, J. S. (2017). Políticas educativas y construcción de personalidades neoliberales y neocolonialistas. Madrid: Morata.

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Yarza, A. d., Sosa, L. M., & Pérez, B. R. (2019). Estudios críticos en discapacidad. Una polifonía desde América Latina. Buenos Aires: CLACSO.

Fuente: El autor escribe para OVE

Imagen: Gerd Altmann en Pixabay

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Millones de niños africanos en riesgo de desnutrición

Más de 10 millones de niños en varios países de África sufrirán desnutrición aguda durante 2021, en medio de graves crisis humanitarias, advirtió hoy el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).

 

Debido a esa situación, se afectarán profundamente la salud y el bienestar de 10,4 millones de menores de edad en República Democrática del Congo, el noreste de Nigeria, Sudán del Sur, Yemen y la región del Sahel Central, según indica un reporte de esa agencia de ONU.

Esos son países o áreas afectadas por graves crisis humanitarias, conflictos, inseguridad alimentaria, hambruna y también por la pandemia de Covid-19.

Para las naciones que se recuperan de las consecuencias de los conflictos, los desastres y el cambio climático, la pandemia se ha convertido en una crisis nutricional, en una catástrofe inminente, recalcó la directora ejecutiva de Unicef, Henrietta Fore.

‘Las familias que ya normalmente luchan por alimentar a sus hijos están ahora al borde de la hambruna. No podemos dejar que sean las víctimas olvidadas de 2020’, expresó.

Unicef instó a los actores humanitarios sobre el terreno y a la comunidad internacional a ampliar urgentemente el acceso y el apoyo a los servicios de nutrición, salud, agua y saneamiento para esos niños y sus familias.

En el contexto de la pandemia, esa agencia de Naciones Unidas continúa brindando asistencia a los menores más vulnerables y sus familias, en zonas difíciles de alcanzar.

Para ello tuvo que realizar ajustes en los programas existentes, con el fin de mantener y aumentar el acceso.

En ese sentido, Unicef pidió más de mil millones de dólares para apoyar durante el próximo año 2021 sus programas de nutrición en aquellos países afectados por graves crisis humanitarias.

Fuente: https://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=420794&SEO=millones-de-ninos-africanos-en-riesgo-de-desnutricion
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Educación: Adiós al 2020

 Juan Carlos Miranda Arroyo

Este año que concluye, hoy, se llevará el recuerdo de los días difíciles de la Epidemia-Pandemia del Coronavirus que generó la enfermedad Covid-19. El periodo en que la cuarentena se volvió cincuentena. Los días, las semanas y los meses, poco más de nueve, se han vuelto interminables. Los ritmos de la vida social se han alterado a grado tal que se han multiplicado las pérdidas de empleo, los cierres de empresas, de todos los tamaños y trayectorias. Año en que la vida se ha sacudido como producto de una crisis sanitaria prolongada.

Pero quizá lo que más llama la atención de este 2020 que se extingue, es la manera en que nuestras instituciones nacionales y locales fueron rebasadas por dicha crisis. La Pandemia de este 2020, nos dejó aprendizajes, pero también un sentimiento de tristeza por los más de 122 mil muertes que ha traído consigo, hasta el momento. La versión optimista de nuestra realidad tendería a decir que también se han registrado más de 990 mil personas recuperadas, después de cursar la nefasta enfermedad. Unas con el apoyo de las instituciones de salud. Otras con el apoyo solidario y cercano de las familias. Como quiera que sea, más de 122 mil personas fallecidas son muchas y cada una de ellas ha dejado una huella significativa para cada una de las familias que han sufrido su pérdida.

2020 ha sido el año en que las escuelas se detuvieron, en su formato presencial, y cuando han intentado continuar la marcha mediante un formato extraordinario, improvisado, a distancia (con y sin apoyo de las nuevas tecnologías de la información), en México y en el mundo, a causa de la Pandemia.

La relación escuela-familia se ha tensado hasta su máximo nivel o su máxima expresión, ello se ha dado en la medida en que el propio sistema educativo no contaba con dispositivos de emergencia para hacer frente a la crisis, ni tenía los protocolos pertinentes, que le dieran la flexibilidad (o la plasticidad, dirían los tecnicistas), que le permitiera adaptarse rápida y organizadamente a las condiciones impuestas por la crisis sanitaria.

Sin duda, la Pandemia puso al descubierto nuestras limitaciones institucionales. Sobre la marcha, el conjunto de instituciones, programas y proyectos que soportan al sistema educativo, por ejemplo, se tuvo que redefinir a través de un primer eje de conexión y operación: “Aprende en Casa I”, para concluir el último tercio del ciclo escolar 2019-2020. Luego vino el programa “Aprende en Casa II” para iniciar y dar continuidad al actual ciclo escolar 2020-2021. Ambos programas fueron montados sobre medios tecnológicos improvisados y a través de alianzas que terminaron por fortalecer a las corporaciones, nacionales y trasnacionales, de las comunicaciones y la información, pero que no fueron poderosamente atractivas ni efectivas para las y los estudiantes.

Las limitaciones institucionales, constituyen un hecho reconocido por las autoridades responsables de los sistemas de salud y de educación, tanto en el plano del gobierno federal como de los gobiernos de los estados. Sin embargo, aún no se hace un ejercicio profundo, amplio e integrado de autocrítica sobre los efectos de las estrategias puestas en marcha. ¿La sociedad debía ir atada a una cuerda, unida a los programas que sobre la marcha delimitaban las autoridades?

Al no contar con estrategias de participación y de respeto a las reglas mínimas de organización frente a la pandemia, por parte de las autoridades educativas, a la postre el resultado ha sido desastroso. Mientras los gobiernos hacen sus llamados a misa, en términos de procurar el confinamiento para controlar la transmisión de la enfermedad, la población desata las cuerdas que les habían sido impuestas sin su consulta ni su consentimiento. ¿La sociedad optó por romper filas? ¿La sociedad es desobediente y sus actos se deben leer sin ninguna responsabilidad de las autoridades civiles?

La estrategia oficial nuevamente tendió a circular “de arriba hacia abajo”, en forma vertical, sin matices de intermediación. La SEP de EMB, por ejemplo, perdió la oportunidad de convertir a los Consejos Técnicos Escolares (CTE) en Consejos de Emergencia y Atención Escolar, orientados a dar apoyos básicos (de salud, socioemocionales o para tender redes de distribución de materiales didácticos), así como para estrechar los vínculos entre la Escuela y la Familia.

El 2020 nos enseñó también que las autoridades educativas, federales y estatales, fueron incapaces de impulsar una cruzada nacional por la educación en situación de crisis sanitaria. Le apostaron más a la pasividad, pues pusieron a las niñas y los niños, así como a los y las jóvenes, frente a un aparato de televisión, como prioridad; o a sesionar de manera virtual a través de las plataformas electrónicas. ¿Acaso no era factible y más significativo, entregar miles o millones de libros a las familias y a sus integrantes? ¿No fue posible establecer un programa nacional de fomento a la lectura en los hogares, en vez de condicionarlos a usar diariamente un control remoto? ¿Dónde quedó la creatividad de las y los docentes durante el duro confinamiento? ¿Por qué no fueron consultad@s las maestras y los maestros para echar a andar un programa más amigable y de carácter cultural-educativo para apoyar de manera más sustantiva a nuestras jóvenes generaciones?

En fin, el año 2020 se convirtió, así, en el año en que las instituciones educativas nacionales perdieron la oportunidad, lamentablemente, de generar cambios significativos, “desde abajo”, es decir, desde las comunidades educativas, para innovar y para crear opciones pedagógicas propias, singulares, por zonas escolares, por escuelas, por materias o por asignaturas. No, nada de eso. Por el contrario, el lineamiento burocrático y “desde arriba” consistió en colocar a las y los estudiantes a jugar papeles pasivos, y al magisterio a esperar indicaciones centrales y, en el peor de los casos, a reportar las incidencias sobre las actividades a distancia (importan más las formas que los contenidos), y a dar mantenimiento acrítico a los sistemas de controles escolares. Lo administrativo por encima de lo académico. Ese fue el sello de la casa de la Nueva Fundación Escuela Azteca Mexicana.

Adiós al 2020 que nos trajo la mal llamada “nueva normalidad”, como si de lo que se tratara fuera salir de una “normalidad” para entrar a otra, igualmente estandarizada e impersonal. “Nueva normalidad” fue una expresión desafortunada que no pudo evadir la “nueva realidad”.

En un contexto de desnudos institucionales; con una carencia manifiesta y elocuente de creatividad por parte de las autoridades, así como por excesos en las prácticas burocráticas (centralismo y trayectorias verticales en el actuar) durante el ejercicio de las políticas públicas educativas durante la pandemia, le decimos adiós al 2020. Espero que los cambios anunciados, en la cima de la burocracia educativa, para el 2021 venidero, sean propicios para pensar y hacer las cosas de manera diferente.

jcmqro3@yahoo.com

Fuente: https://profelandia.com/educacion-adios-al-2020/

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Perú: Más de 2,000 casos de violencia a menores fueron atendidos en hospital Cayetano Heredia

América del Sur/Perú/06-01-2021/Autor(a) y Fuente: andina.pe

Servicio denominado Mamis brinda soporte emocional y físico, y continuó atendiendo desde inicio de la pandemia.

Un total de 2,094 casos de violencia contra niños, niñas y adolescentes, así como otras formas de agresión física, verbal y psicológica fueron atendidos por el equipo multidisciplinario del Módulo de Atención al Maltrato Infantil y Adolescente en Salud (Mamis) del Hospital Cayetano Heredia, informó el Ministerio de Salud (Minsa).

La directora del establecimiento de salud, Aída Palacios Ramírez, precisó que se ha podido velar por el bienestar de los menores de edad víctimas de maltrato a través del soporte emocional y psicológico.
Palacios explicó que las agresiones más comunes que se atienden en el programa son violencia sexual, psicológica, personal (intento de suicidio), familiar y maltrato por negligencia (abandono).
Existe un alto porcentaje de violencia contra los menores de 0 a 11 años, seguido por la violencia contra la mujer en sus diferentes formas.
Desde el inicio de la pandemia, el equipo de profesionales de Mamis ha continuado atendiendo a los niños, niñas y adolescentes que ingresaban por emergencia y requerían hospitalización a consecuencia de algún tipo de agresión.
La consulta externa en modo presencial se suspendió, pero se reemplazó por la teleconsulta, debido a la emergencia sanitaria, explicó la psicóloga Martha Flores Prado, coordinadora de la unidad.
Indicó que -a la fecha- se han logrado recuperar aproximadamente el 60% de víctimas de maltrato, entre hospitalización y emergencia, que ya fue dada de alta.
El Minsa señaló que, en los casos de violencia sexual, la atención se inicia con la aplicación de un kit de emergencia a la víctima (prevenir un embarazo o infección por transmisión sexual).
“Luego se informa de inmediato a la Fiscalía, se elabora un expediente médico para las acciones legales correspondientes, se continúa con el tratamiento, rehabilitación y seguimiento de la víctima”, aseguró Flores Prado.
Mamis se creó el 16 de diciembre de 1995, hace 25 años, y cuenta con un equipo de profesionales conformado por un médico ginecoobstetra, un pediatra, un psiquiatra; así como una obstetra, una enfermera, una trabajadora social, un abogado y cuatro psicólogos que brindan la atención integral a las víctimas de agresión y su entorno familiar.
Además, trabajan en la prevención de la violencia con una red de instituciones de la jurisdicción de Lima Norte.
Fuente e Imagen: https://andina.pe/agencia/noticia-mas-2000-casos-violencia-a-menores-fueron-atendidos-hospital-cayetano-heredia-828459.aspx
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Apreciable Maestra Delfina

 Manuel Alberto Navarro Weckmann

Llega Usted a la Secretaría de Educación Pública en un momento complicado para el Magisterio Nacional. El cansancio es evidente, solo hace falta ver sus rostros para saber que es necesario hacer algo al respecto.

El estrés causado por la emergencia sanitaria y la eliminación tácita de los límites de los horarios, la carga de buscar incansablemente los medios para localizar a sus estudiantes, pero también el desgaste por las decenas de mensajes para responder a las dudas de estudiantes y familias sobre las actividades a desarrollar, amén de las incontables solicitudes de evidencias por parte de las autoridades para ver “como van” los aprendizajes.

Por ello, no deja de darme gusto sus antecedentes, egresada de una Institución tan respetable como la Universidad Pedagógica Nacional, el haber estado en grupo por más de 16 años, tuve el gusto de cursar al igual que Usted la Maestría en Administración de Instituciones Educativas en el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey y creo que brinda por demás elementos para, acompañada de su experiencia en la Presidencia Municipal de Texcoco, así como tener la experiencia como Diputada y Senadora, desarrollar un trabajo que marque de manera importante la diferencia con sus antecesores.

Por favor no deje que la burocracia le nuble su perspectiva docente, sin duda alguna está Usted en un espacio privilegiado, en donde las políticas públicas entendidas como lo que un gobierno hace, pero sobre todo deja de hacer, pueden marcar la diferencia pensando precisamente en aquello que hace falta para que el magisterio vuelva a creer en el futuro de un país que ha emprendido reformas educativas más allá de lo que cualquier docente del mundo puede asimilar para llevar a su grupo.

Rodéese de personas de las cuales pueda no perder de vista el objetivo principal de una dependencia cuya esencia se encuentra en cada una de las aulas de las más de un cuarto de millón de escuelas en nuestro país, de las cuales casi la mitad no tienen una organización completa y que históricamente no se les ha visibilizado adecuadamente.

Si mi estimada Maestra Delfina, el reto no es menor y me parece que lo sabe. Su paso por este espacio tan privilegiado estará marcado por la manera en que pueda ver la educación desde ese escritorio. Salga, que no le platiquen, llévese ahí junto a Usted su cuaderno de planeaciones que más recuerde con cariño y recuerde con él a los casi dos millones de docentes que hay en nuestro país en todos los niveles, en escuelas públicas y privadas que estaremos atentos a esas decisiones que sin duda habrá de tomar.

Me parece que lo mejor que el magisterio podemos ofrecerle, es una crítica constructiva al trabajo de la Secretaría, porque solamente de esta manera, señalando lo que puede mejorarse, nuestras autoridades, de todos los niveles, tendrán la oportunidad de darse cuenta de muchas cosas que difícilmente, de otra manera podrían conocer. Éxito en su nueva encomienda, porque si le va bien a Usted, nos va bien a todo México.

Para mis amables lectores, que sea este 2021 un año lleno de paz, amor, armonía y mejores tiempos de este año que recién termina.

manuelnavarrow@gmail.com

https://manuelnavarrow.com

Fuente: https://profelandia.com/apreciable-maestra-delfina/

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«No podemos seguir separando juguetes de niños y juguetes de niñas»

Por: Helena Cortés

Toy Planet lleva ya ocho años apostando por la igualdad en sus catálogos, pero aún queda camino por recorrer, subrayan también los expertos.

Niños llevando carritos de bebés y niñas apuntando con una pistola de juguete a una diana imaginaria. Imágenes que son normales en muchas casas, en los anuncios de juguetes aún es una excepción. O al menos en los catálogos impresos que las jugueteras distribuyen estos días para que los niños ultimen sus cartas a los Reyes Magos. Así lo corroboró un estudio publicado hace unos días por la Unión de Consumidores de la Comunitat Valenciana, que ratifica que, aunque ha habido avances, «siguen existiendo diferencias de género vinculadas a los juguetes». Aunque en los juguetes de imitación sí que aparecen fotografías de menores de ambos sexos, apuntan, cuando se anuncian construcciones o vehículos quienes conducen son chicos.

Sin embargo, hace ocho años que la juguetera Toy Planet decidió apostar por la igualdad y hacer una publicidad libre de estereotipos. «Podríamos colgarnos la medalla, pero la idea partió de nuestros seguidores, que empezaron a movilizarse a través de las redes sociales. ¿Por qué las niñas tienen que salir con una muñeca y los niños con los coches?», plantea Ignacio Gaspar, director general de Toy Planet, que cuenta que pronto se percataron de que deberían seguir apostando por estos valores, pues el sector estaba «bastante sesgado».

«Los dos primeros años chocó mucho y a algunos les pareció una campaña sobreactuada. Pero con el déficit que había en el sector preferíamos que nos acusasen de eso a quedarnos cortos», recuerda el directivo. Luego llegó su acuerdo con Down España y comenzaron a dar visibilidad a niños con síndrome de Down. En su catálogo aparecen, madres, padres e incluso abuelos, porque hay juegos, como los de mesa, que no tienen edad

El objetivo, subraya, tampoco es irse al otro extremo y mostrar solo niños con muñecos y chicas albañiles, sino lograr la normalización. «Es curioso, los niños se están incorporando más a juegos que se consideraban de niñas que viceversa. La panacea sería sacar con todos los juguetes a ambos géneros, pero el espacio es finito», admite Gaspar, que reconoce también que su ejemplo igualitario no ha calado en la competencia. «Cuesta ser atrevidos. Aún queda mucho camino por recorrer», puntualiza.

En cualquier caso, plantea, la sociedad va por delante siempre. «Quizás hace 40 años era impensable, pero hoy en las casas cocinan los padres, bañan a los niños… Eso que ya existe, trasladémoslo al mundo infantil. Si seguimos mostrándoles esos sesgos les haremos un flaco favor. Está claro que no depende solo de los juguetes, pero seguro que contribuye», zanja.

Juegos para personas

María Vázquez, pedagoga y portavoz de la asociación Procolped, reconoce que las empresas de juguetes tienen un gran poder sobre los niños. «Influyen mucho y pueden ayudarnos a padres y profesores a educar a los pequeños. Hablamos del techo de cristal, pero no de cómo se sienten muchos niños cuando no les gusta el fútbol», apunta esta experta, que ha analizado con su equipo las publicidades de los últimos años y corrobora las conclusiones de la Unión de Consumidores de Valencia: gran parte de la publicidad anima a los niños a desarrollar el juego simbólico, que fomenta la creatividad y la imaginación, mientras que a ellas se las invita a disfrutar de juegos de roles, asociados al cuidado, por lo que «se reproducen los mismos estereotipos que hace años». Al menos, señalan los usuarios, sí se ha avanzado en el tema de los colores, introduciendo verdes, amarillos y turquesas.

«Las empresas deben enfocar sus catálogos para que jueguen personas. No podemos seguir separando juegos de niños y juegos de niñas o juguetes rosas y azules. Es la única manera de que no crezcan sintiéndose mal», sostiene Vázquez. “Y también de que el marketing avance con la sociedad y no se quede obsoleto».

Fuente e Imagen: https://www.abc.es/familia/educacion/abci-no-podemos-seguir-separando-juguetes-ninos-y-juguetes-ninas-202012310200_noticia.html

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