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“No se enseña a la gente a resolver problemas, se les enseñan rutinas de ejercicios y si te apartas de ellas es un desastre”. Entrevista a Francisco Marcellán. Presidente de la Real Sociedad Matemática Española.

Entrevista/08 Noviembre 2018/Autor: Daniel Sánchez Caballero/Fuente: El diario la educación

Francisco Marcellán asegura que se ha devaluado el nivel de conocimientos de quienes llegan a la docencia tras su paso por la universidad. Aboga por más y mejor matemática, pero no repetitiva.

Se acaba la entrevista y Francisco Marcellán, catedrático de Matemática Aplicada en la Universidad Carlos III de Madrid y presidente de la Real Sociedad Matemática Española, le hace el trabajo al periodista. “Básicamente, tenemos cuatro preocupaciones”, resume. “La forma en que se enseñan las matemáticas, el objetivo que tiene esa formación, la formación del profesorado y que los poderes públicos sean conscientes de que las ciencias necesitan unos procesos de aprendizaje no memorísticos, no rutinarios”, resume. De estos temas —y otros, como las oposiciones o la escasa presencia femenina en los estudios de ciencias en general y matemáticas en particular— charlamos con este profesor universitario y formador de ingenieros con varias décadas de experiencia a sus espaldas.

Empecemos por lo más básico. ¿Por qué es importante la educación en matemáticas?

Para despertar la curiosidad de los estudiantes ante problemas de la vida real y saber formalizar situaciones que pongan en contexto las respuestas matemáticas a sus problemas. Algo tan abstracto como decir qué tienen en común cinco bolsas de peras con cinco bolsas de manzanas ya en sí es un proceso de abstracción que va más allá de lo concreto para fijarse que hay elementos comunes, modelos, que rigen comportamientos en la vida cotidiana. En segundo lugar, las matemáticas son importantes en la medida que permiten buscar alternativas frente a respuestas unívocas. Una de las tareas matemáticas más importantes es la creatividad de respuestas, buscando no solo la originalidad sino la rapidez y la proyección a futuro en esas respuestas. El tercer elemento es que las matemáticas configuran un ámbito cultural en el sentido de que tienen conexiones con no solo las ciencias, sino también con humanidades, artes o ciencias sociales, en la medida, por ejemplo, en que las matemáticas están detrás de procesos de seguridad de datos, cuestiones relacionadas con riesgos financieros, etc. Están detrás de modelos que tienen que ver con la propagación de enfermedades, el control de la evolución de tumores, por ejemplo. Es relevante también que las matemáticas están vinculadas a la modelización de fenómenos naturales, que es un hecho que me parece que le da un valor especial.

¿Le preocupa la escasa presencia femenina en los estudios de ciencias en general y de matemáticas dentro de ellas?

En las matemáticas es un problema comprobado: el número de catedráticas es infinitamente menor que el de otras áreas. Catedráticas de universidad en matemáticas hay como un 20%, mientras el promedio en general es de un 40%. Ese problema real viene motivado por tres hechos: primero, las pocas vocaciones matemáticas que se despiertan en los estudios no universitarios. Un dato objetivo: en las Olimpiadas Matemáticas el número de mujeres es mínimo. No solo el número de las que se presentan, sino que en la última olimpiada española no había mujeres entre las medallistas. Segundo, puede haber un incremento de mujeres que estudian matemáticas en la universidad, se calcula que es un 40% ahora. Tenemos que fomentar que las mujeres estudien matemáticas. Tenemos la palabra simbólica STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas, por sus siglas en inglés), que constituye uno de los objetivos importantes que se han fijado las comunidades científicas y los responsables educativos de los países: atraer mujeres a este ámbito. Pero también hombres, es importante que haya una base social estudiando esas carreras. El tercer problema son las dificultades que tiene el desarrollo científico para matemáticas porque es una investigación compleja. Una persona cuando acaba la tesis tiene que hacer un periodo postdoctoral, casi siempre en el extranjero. Y las limitaciones que hay para las mujeres por problemas de conciliación familiar son mucho mayores que para los hombres. En síntesis: estudios no universitarios en los que habría que fomentar para las ciencias, no solo las mujeres. A nivel universitario, incrementar el número de mujeres que estudia matemáticas pensando en una orientación no solo de servicio (con dedicación a la docencia) sino también a la investigación y el trabajo en empresas. Conciliar la vida familiar con la actividad científica, que es realmente muy exigente.

Pero esto último se da en un estadio avanzado. Antes de eso, ¿cómo se puede atraer a las mujeres a estas áreas?

Pienso que atraer a mujeres a áreas científicas y tecnológicas tiene dos componentes. Por un lado, los profesores juegan un papel central para estimular que vengan estudiantes para realizar aprendizajes en aspectos científicos. Eso se traduce a su vez en que quieren estimular el aprendizaje, no se tienen que limitar a aprender rutinas, hay que hacer más cosas: fomentar la curiosidad, las actividades creativas, etc., que implican una acción mucho más dinámica por parte de los profesores que sencillamente enseñar. Tienen que enseñar a pensar. Las ciencias implican algo más que el aprendizaje de rutinas. Implican despertar curiosidad, la búsqueda de alternativas y, sobre todo, el contraste de hipótesis y opiniones.

Entiendo por lo que dice que esto no se hace ahora.

En absoluto. Hay un documento que debería tener una publicidad absoluta, que es el discurso que pronunció el presidente de la Real Academia de Ciencias Físicas y Naturales, que lleva por título Un pequeño elogio de la ciencia pequeña. La ciencia pequeña, aplicada a las matemáticas, son esas matemáticas que detrás de ellas llevan unas reglas, pero que si no se saben explotar se convierten en rutinas. Ponía un ejemplo muy sencillo: un grifo llena el depósito en dos horas, otro lo hace en tres. Si se abren a la vez, ¿cuánto tiempo tardarán en llenar el depósito? Es un ejercicio matemáticamente elemental, pero que exige pensar, no solo dar la regla para resolverlo. Hay que saber qué hay detrás del problema. Esto es uno de los inconvenientes fundamentales. En mi opinión los profesores forman a los alumnos para aprobar exámenes, y en el caso de las matemáticas es especialmente preocupante. Buena parte de la educación secundaria en matemáticas está orientada a que los alumnos realicen ejercicios que les permitan pasar las pruebas de acceso a la universidad. Me parece un error gravísimo. El hecho fundamental es que la gente aprenda y, como consecuencia de ello, pueda superar las pruebas de acceso a la universidad, no fijarse como objetivo introducir unas rutinas mecánicas para aprender los ejercicios que van a ser propuestos en las pruebas de acceso. Esto es un error completo.

¿Cuánta culpa de esta situación los currículos? Sé que es un tema que les preocupa.

Nos preocupa de una manera fundamental. A la hora de plantear estadios y objetivos de aprendizaje hay que contar con la gente que sabe de matemáticas, va más allá de criterios pedagógicos. Hay que combinar de manera razonable criterios pedagógicos con criterios de contenidos, y en mi opinión se han primado los primeros sobre los segundos. Quienes tienen que enseñar matemáticas son personas que deben reflejar lo que han experimentado aprendiendo matemáticas. Las dudas no solo en las respuestas sino en las preguntas. No solo rutinas que están tabuladas en forma de contenidos. Un ejemplo significativo: la RSME organiza las olimpiadas matemáticas. Están orientadas no desde la perspectiva de un aprendizaje para todos sino para detectar talento matemático. Esos aprendizajes se hacen fuera de los horarios académicos porque somos conscientes de que el contenido académico regular no facilita esa detección del talento y el desarrollo posterior. Creemos que se tiene que combinar un fenómeno de equidad con otro de saber quién tiene predisposición especial para las matemáticas. Todo ciudadano tiene derecho a conocer las matemáticas, pero hay que desarrollar el talento de aquellos que están predispuestos para atender las matemáticas de otra manera, para formularse problemas e ideas que no sean comunes.

Una de sus preocupaciones son las ratios alumno/clase. ¿Es imposible enseñar matemáticas bien con 30 alumnos en una clase?

El problema es que 30 alumnos en clase pueden tener diferentes predisposiciones a aprender y lo que se obtiene a consecuencia de ello es un programa de mínimos. Pero en modo alguno da significado a aquellos que tienen especial predisposición. En el momento en el que la clase se acaba, el profesor, la única posibilidad que tiene es estimular a aquellos que destacan y lo tiene que hacer al margen de la estructura académica. Esto es un problema realmente importante. Enseñar en la diversidad significa que no todo el mundo está en condiciones de avanzar en las matemáticas. Esto significa que cada uno pueda dar de sí según sus capacidades. El clásico ejemplo: una persona puede ser un buen corredor de fondo, pero difícilmente podrá ser buen corredor de velocidad. La tarea importante es distinguir unos y otros para estimular que en su capacidad sea el mejor posible. Ese es el problema que creo que hay en el sistema escolar: por intentar igualar estamos haciendo perder oportunidades para aquellos que creen que pueden mejorar y creen en ellos una sensación de frustración que puede ser importante.

Le he leído criticar la formación de los profesores. Ya ha comentado que le disgusta que se prime lo pedagógico sobre el conocimiento. ¿Qué más le preocupa?

La primera cuestión es que la apuesta por una mejora de la formación de los profesores de secundaria es un hecho fundamental de un sistema educativo. Aquí hablamos mucho de Finlandia, pero creo que en nuestro caso tenemos unos procesos en los que tenemos unos grados de educación primaria y luego unos másteres. Es fundamental que los másteres formen matemáticamente a los profesores que van a impartir la materia en Secundaria. Formar en matemáticas, no en dinámicas concretas. Esto significa conocer la base matemática, conocer cómo se generan problemas, cómo se pueden dar alternativas a los problemas, porque a medida que el profesor se forma en esas cuestiones las transmitirá a los estudiantes. Un profesor enseña lo que sabe, un profesor debe transmitir las dudas que experimentó él ante un conocimiento. Si se limita a reproducir métodos e ideas sin ningún tipo de posicionamiento, el alumno va a reproducir ese tipo. El tercer elemento que me parece fundamental es que el profesor no nace, se hace. Esto significa que la formación que tiene en el máster de Secundaria la tiene que contrastar, de manera que cuando se incorpore a un sistema educativo haya experimentado las dificultades que se vaya a encontrar a la realidad. Podríamos tener unos másteres de Secundaria maravillosos, pero si el profesor no ha practicado con los alumnos y se ha enfrentado a las dificultades que presenta el aprendizaje, me parece un suicidio que el profesor que ha sacado una brillante oposición cuando llegue a la realidad se enfrente con ella, con un coste durísimo para él, los alumnos y el sistema educativo. De ahí que el MIR educativo del que se habla, bien planteado, puede ser una buena herramienta. El médico se ha formado en una facultad de medicina, pero no es suficiente, tiene que tener un periodo práctico y durante ese periodo experimenta con las realidades que se va a enfrentar profesionalmente. Lo hace con unas garantías, un salario digno y sobre todo con una vocación de trabajo colectivo que va más allá del problema personal que puede significar enfrentarse a los alumnos.

Hemos mencionado las oposiciones. En Matemáticas es habitual que haya muchos suspensos. ¿Ve una explicación? ¿Qué solución tendría?

Tiene una explicación bastante lógica. Yo acabé la carrera en el año 73. Buena parte de mis colegas que querían dedicarse a la Secundaria estaban un año dando clase, preparaban las oposiciones y las aprobaban al año siguiente. Muchos eran catedráticos de instituto al año siguiente de licenciarse. Había un modelo de oposiciones que reflejaba muy bien los contenidos de lo que se enseñaba en la universidad. La situación actual es que buena parte de los matemáticos optan por la Secundaria en un 20%, aproximadamente, porque hay un nicho de trabajo. Eso no cubre la demanda de profesores. Está ocurriendo entonces que determinados sectores profesionales con altas cotas de paro (arquitectos, físicos, químicos, determinadas ingenierías) están optando a estas plazas. El problema es que la formación matemática de esa gente se ha reducido tras Bolonia [el espacio educativo superior europeo] en un 50%. No tienen la formación matemática necesaria para afrontar los contenidos matemáticos que hay en muchas oposiciones. De ahí que en algunas comunidades autónomas la tasa de fracaso sea preocupante, por ejemplo, en Madrid. En otras comunidades autónomas no se ha dado porque había un alto número de gente con formación matemática que se presentaba. Por tanto, dos opciones: una es destacar que ha disminuido de manera importante la formación matemática. Otra, que los matemáticos encuentran nichos de trabajo fuera del ámbito educativo.

No basta entonces con el nivel de una ingeniería para dar clase en Secundaria.

En mi opinión, en absoluto. Yo soy profesor de ingeniería industrial. Las matemáticas que dábamos en ingeniería industrial hace 40 años no tienen nada que ver con las de ahora. No solo en intensidad, se ha reducido. Esas personas que quieren optar a dar clase de matemáticas, ante unos exámenes que se plantean en las oposiciones, igual hace 30-40 años las podían afrontar tranquilamente; ahora no los pueden afrontar. No se enseña a la gente por ejemplo a resolver problemas. Se les enseñan rutinas de ejercicios y en el momento en el que te apartas de la rutina es un desastre.

Una duda tonta que leí el otro día en algún sitio. ¿Las matemáticas se inventaron o se descubrieron?

Surgieron de la realidad. Surgieron de problemas tan elementales como la astronomía, conocer la posición de los astros. Surgieron con problemas relacionados con el reparto de tierras, en relación con la herencia, surgieron por entender el mundo, en el fondo como la Filosofía. La idea era tratar de dar una explicación racional a efectos que se veían de manera natural en el ámbito cotidiano. En un momento determinado esas experiencias que surgen de lo natural necesitan una abstracción. Ahí surge la matemática, como la Filosofía, como un intento de superar lo concreto para intentar entender la realidad. Ver si esos modelos, ante nuevas situaciones, pueden dar respuestas. Si el modelo no da respuestas, automáticamente hay que revisarlo. Esa es la esencia de las matemáticas.

Fuente e imagen: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2018/11/08/no-se-ensena-a-la-gente-a-resolver-problemas-se-les-ensenan-rutinas-de-ejercicios-y-si-te-apartas-de-ellas-es-un-desastre/

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¿Cómo modificar radicalmente la relación teoría-práctica? Mejora de la formación inicial (y 3)

Por: Jaume Carbonell

La creación de un cuerpo único docente, con una rama común inicial y especializaciones posteriores, además de importantes cambios y mejoras en la formación (inicial y permanente) así como en el sistema de acceso deberían ser estudiadas.

Como implementación de las reflexiones contenidas en el MIF: Programa de Mejora e Innovación en la Formación de Maestros (véase artículos anteriores) se ha abierto un debate con agentes sociales y educativos para proponer algunas acciones estratégicas. Con el propósito de mejorar la competencia docente del futuro se plantean dos objetivos: conseguir un máster universitario como nivel mínimo de formación inicial para el profesorado de la etapa obligatoria, y disponer de una estructura de estudios flexible que se adapte a los perfiles que necesita el sistema educativo, para hacer posible un cuerpo único de docentes de educación básica con la capacidad de cambiar de perfil en el marco de una carrera profesional. Así, se plantea que profesores y profesoras de secundaria puedan compartir actividades en primaria y en la ESO, así como diversificar los requisitos de titulación para impartir la docencia en las dos etapas. Todo esto será posible en la medida que se vayan creando Institutos-Escuela que unifican la enseñanza primaria y secundaria en un único centro público.

Se apuesta por un modelo que prioriza un tronco común formativo en los primeros cursos en contraste con la especialización prematura para facilitar la adquisición de visiones educativas globales compartidas entre el profesorado que ejerce en diferentes niveles y áreas, así como las pasarelas entre ambos. Se trata de un paso importante en el avance del cuerpo único de enseñantes, una reivindicación que en un plano más pedagógico planteó ya la Institución Libre de Enseñanza (ILE) hace siglo y medio, y que diferentes sindicatos y grupos políticos han recogido a partir de la premisa “a igual trabajo, igual salario”. Esta unificación docente evita la jerarquización profesional: “¿Por qué un catedrático de universidad debe tener más ciencia y reconocimiento que un maestro de párvulos?”, se preguntaba Giner de los Ríos, el alma de la ILE. Esta apuesta por la dignificación incluía procesos formativos similares, diálogo y colaboración entre docentes de cualquier tipo y unificación en las condiciones salariales y de trabajo.

Más en concreto, las mejoras afectan, al menos, estos cuatro ámbitos:

1 – El prácticum. La clave de las prácticas reside en la estrecha colaboración entre la tutoría universitaria y la escuela, a partir de un plan formativo compartido que se traduce en un acompañamiento intensivo tanto durante el grado como en el transcurso de un postgrado profesionalizador mediante un modelo de docente residente. Por ello se fijan una serie de criterios: selección de centros educativos como centros formadores de prácticas; la existencia de un responsable del plan de formación en cada lugar para garantizar la coordinación pedagógica entre todas las tutorías, así como el seguimiento de estudiantes. Para esta figura se contempla una dedicación especial con un complemento retributivo. Este tipo de medidas conllevan un cambio sustantivo en la cultura y organización del centro no universitario, así como una ampliación mínima de las plantillas, ya que sin una disponibilidad de tiempo suficiente puede quedarse en mera retórica.

2 – El profesorado universitario. La mejora del prácticum está asociado a la mejora de la calidad docente universitaria y del aprendizaje del alumnado, fomentando el trabajo colaborativo, la investigación y las competencias en los diferentes ámbitos. ¿Cómo establecer las necesarias sinergias para conseguir el acercamiento universidad-escuela? Para ello se piensa en tres tipos de docentes para impartir los grados de educación infantil y primaria:

  • Los perfiles académicos típicamente universitarios, actualmente el más habitual si no el único, para ocuparse de las materias teóricas. Se trata de un profesorado con escasa o nula experiencia y relación con el mundo escolar no universitario y que ha hegemonizado una oferta formativa mayoritariamente al margen de las necesidades reales.
  • Docentes que combinan una formación académica con una experiencia docente en la escolarización obligatoria y que, por tanto, pueden estar en disposición de conectar la teoría con la práctica.
  • Docentes que ejercen en la enseñanza infantil, primaria y secundaria pero que dedican un tiempo a la formación inicial, sobre todo en el ámbito del prácticum, didácticas y otras cuestiones más pegadas a la práctica escolar. A este perfil se le llama profesor vinculado, y formaría parte del claustro de la Facultad de Educación.

Asimismo se contempla la posibilidad de que el profesorado universitario pueda impartir docencia en etapas obligatorias. Esta deseada trilogía docente exige una revisión radical de los procesos formativos -¿cómo y quién forma el profesorado universitario, inicialmente y a lo largo de su carrera profesional? – y de los procesos de selección. Y conlleva también la superación de los departamentos actuales, concebidos como compartimentos estancos, y su sustitución por equipos docentes que impulsan un proyecto educativo global que marque la agenda formativa del futuro profesorado.

3 – Acceso a la profesiónYa lo decíamos en el artículo anterior: hay que romper con el modelo tradicional de las oposiciones memorísticas y de otro tipo de pruebas que se limitan a cuantificar la cantidad de conocimientos de los aspirantes, arbitrando otro tipo de medidas que valoren la competencia profesional, la experiencia y otro tipo de variables más ligadas al ejercicio de la profesión.

4 – Formación permanente. Esta no se concibe desligada de la formación inicial: sea para seguir un posgrado, participar en una investigación o experimentar una innovación. Todo es un continuo. Sin embargo, surgen varios interrogantes. ¿Cuáles son sus fines? ¿De qué contenidos se dota? ¿Cómo se lleva a cabo? ¿Quién la imparte y la dinamiza? ¿Cómo se combina la autoformación con la formación externa? ¿En qué tiempos y espacios se realiza? ¿Puede valorarse la eficiencia de las diversas modalidades y estrategias formativas? ¿Qué aportaciones nos han proporcionado el intercambio de experiencias, los seminarios y grupos de trabajo, la formación en el mismo centro, la visita comentada a otros centros, las redes virtuales y presenciales, la observación compartida de nuestra propia aula y de otros, el viaje, el diario de clase y otros recursos narrativos, la simple charla informal?

Hay mucha, muchísima experiencia acumulada que circula en varias direcciones. Pero ya va siendo hora de que se proceda a un diagnóstico para averiguar qué hay que priorizar y rechazar: desde la libertad de elección pero también desde el conocimiento sólido y fundamentado.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/pedagogiasxxi/2018/11/07/como-modificar-radicalmente-la-relacion-teoria-practica-mejora-de-la-formacion-inicial-y-3/

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La transformación de la profesión docente: una oportunidad para el consenso

Por: Saray Marqués

El Ministerio de Educación convoca hoy un foro de debate en torno a los desafíos y propuestas sobre la profesión docente. El grado de acuerdo sobre la necesidad de reformularla roza la unanimidad.

El sistema debe reformularse si realmente quiere “educar para el siglo XXI” y no puede hacerlo sin la ayuda de los docentes. Precisamente por eso, y con ese título, el Ministerio ha organizado un debate hoy en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, en el que un plantel de 15 expertos analizará aspectos como la formación inicial, la inducción, la formación permanente y la evaluación como aspectos clave de la profesión docente.

Una reciente encuesta impulsada por Proyecto Atlántida y Fundación Cotec ha mostrado un consenso casi absoluto entre los 772 docentes encuestados. Un 93% considera adecuado actualizar su profesión, definir un nuevo modelo. El Ministerio acepta el reto de comenzar a analizar la cuestión, en las voces de José Antonio Marina (padre del Libro blanco de la profesión docente y su entorno escolar encargado por el ministro José Ignacio Wert) o Álvaro Marchesi (padre de la LOGSE), pasando por Carmen Fernández, presidenta de la Conferencia de Decanos de Educación, y representantes del Foro de Sevilla, el Colectivo Lorenzo Luzuriaga y del Proyecto Atlántida. “Que no falte nadie”, parece haber sido la premisa del Ministerio al celebrar un acto en el que compartirán mesa el que fuera presidente del Consejo Escolar del Estado, Francisco López Rupérez, hoy director de la Cátedra de Políticas Educativas de la Universidad Camilo José Cela, y Miguel Soler, director de FP con Ángel Gabilondo como ministro y hoy secretario de Educación e Investigación en la Generalitat Valenciana. Ambos hablarán sobre inducción a la profesión docente, con la que tres de cada cuatro encuestados por Cotec se muestran de acuerdo.

Consensos y disensos

A ambos les hemos preguntado por sus expectativas respecto a las futuras políticas en torno al profesorado. Si para Soler la redefinición de la profesión docente es “una de las cuestiones más relevantes” dentro de las actualizaciones que requiere el sistema educativo, López Rupérez es más tajante, y asegura que es “la prioritaria”: “Lo es por la evidencia empírica disponible, dado que el factor de calidad del profesorado explica el 30% de la varianza de los resultados de los alumnos dentro del 50% de factores sobre los que se puede intervenir [el 50% restante se relaciona con capacidades innatas]. Y lo es porque buena parte de los países que están obteniendo buenos resultados en las evaluaciones internacionales se pusieron en su día a la tarea de mejorar las políticas centradas en el profesorado”.

Fracasado el pacto -un fracaso que un 84% de los encuestados atribuye a los intereses de los partidos políticos-, a ambos les parece buena idea centrarse en cuestiones que generan consenso entre los distintos grupos, como esta. “El hecho de que se necesite un pacto global, social y político, no sustituye al hecho de que haya acuerdos parciales. Por los diferentes documentos y declaraciones públicas, hay un alto grado de coincidencia en que en la formación de los futuros profesores debe ganar mucho más peso el periodo de formación en el centro de trabajo, esto es, en el centro educativo, emulando a la FP. Se debe poder responder mejor a las demandas de los centros educativos, definir el perfil del profesor del siglo XXI, lo que conlleva repercusiones tanto en la formación inicial como en el acceso a la función docente. El acuerdo es unánime en que hay una serie de competencias profesionales que el futuro profesor solo adquirirá en un centro junto a un tutor experimentado”, expone Soler.

López Rupérez, por su parte, siempre se ha mostrado partidario de “empezar por lo que nos une”. De hecho, reconoce que tras comparecer en la subcomisión para el pacto educativo del Congreso para hablar precisamente de políticas centradas en el profesorado tuvo la sensación de que el acuerdo era posible. Tras el fiasco, no pierde la esperanza. Acuña una máxima de Julián Marías -“Que por mí no quede”-, y agradece el detalle del Ministerio al invitarle. Eso sí, apunta que “para que la inducción se beneficie de toda su virtualidad es imprescindible que se inserte en un modelo robusto de profesión docente (formación, acceso, desarrollo profesional, evaluación, incentivos, promoción), que le dote de significado y de potencia transformadora”.

Mientras, Soler es partidario de rescatar una propuesta del Ministerio que se quedó en un cajón a finales de 2011. Abordada en varias reuniones con los sindicatos, consistía en modificar el acceso a la función pública docente de forma que, aprobada la fase inicial, en que se valoran los conocimientos científicos y didácticos, se introdujera un año de prácticas, “de verdad, no meramente formal”, en que un aspirante a profesor de secundaria tendría 10 horas lectivas semanales y otras 10 para estar en el aula con el tutor, aprendiendo sobre la práctica, asistiendo a reuniones de departamento, tutorías… Todo ello en centros de prácticas seleccionados que, además, incorporarían al candidato a funcionario de carrera a su proyecto de mejora. El aspirante defendería finalmente su memoria didáctica ante un tribunal, así como su contribución. Para Soler, se trataría de “una forma mejor que la actual de completar la formación inicial y de demostrar que se sabe ser profesor”.

“Creo que es un buen comienzo. No evita que haya otros cambios, que se introduzcan numerus clausus para evitar que se estudie el máster profesionalizante de secundaria ‘por si acaso’, que se planifique cuántas plazas se van a necesitar los próximos 20 años en educación, igual que en sanidad… pero si se hubiera materializado en 2011 todas las oposiciones que se han celebrado en estos siete años podrían haber aplicado este modelo y no habría venido mal para mejorar la formación del profesorado”, plantea Soler. “¿Que el ideal es un modelo global? Sí, pero las medidas parciales suman siempre que no entren en contradicción con un futuro modelo global. Merece la pena empezar a hacer cosas ya”, proclama Soler, que considera un lastre, además, que en esta cuestión se mezclen debates: “Hasta que se logre el modelo más adecuado habrá que implantar medidas transitorias, por ejemplo, para el profesorado interino. Pero no se puede condicionar el modelo a un colectivo u otro. Si no, tendremos parches permanentes”.

Para López Rupérez existe un riesgo: “No soy partidario de subordinarlo todo, incluso la calidad del modelo, a un amplio consenso. Podríamos caer en el espejismo de que avanzamos cuando realmente permanecemos más o menos en el mismo sitio”. Para él, cualquier inducción que se precie debería entenderse en el marco de un modelo MIR, esto es, la trasposición del actual esquema sanitario al ámbito educativo. “Si decimos: vamos a empezar con una cosita por aquí y otra por allá, iremos rápido, pero el resultado no se parecerá en nada a la inducción característica del sistema sanitario, que es una de las claves del éxito de nuestro Sistema Nacional de Salud”. Un modelo habilitante de postgrado, en el que la selección precede a la formación (según su cálculo, solo un tercio de quienes obtienen el grado como maestros tiene cabida real en el sistema, contando con una tasa de reposición del 100%), de ámbito nacional y de carácter universal, que afecte igualmente a quienes se vayan a dedicar a la docencia en la pública, en la privada o en la concertada: “Solo así el Estado garantizará a la sociedad que esos profesionales cuentan con la cualificación y la competencia profesionales adecuadas para satisfacer el derecho fundamental a la educación en condiciones de calidad, y de igual calidad”, subraya. “Es un modelo que se podrá matizar en función de quién esté en el poder cuando toque legislarlo e implementarlo, de sus compromisos con las comunidades autónomas y los distintos grupos de interés, pero si no se dan esas cuatro características no se puede llamar MIR”, concluye.

¿Qué cambiarías tú?

A Miguel Soler le gusta recordar que cuando aterrizó para dar clases de Matemáticas por primera vez, la bienvenida fue: “Buenas, segunda aula a la derecha”. En la encuesta de Cotec y Atlántida, la formación práctica insuficiente para la llegada al aula, la brecha entre los centros educativos y la universidad, junto con la ausencia de una carrera profesional clara y atractiva y la escasa experiencia en proyectos colaborativos, destacan como debilidades del modelo actual para los docentes encuestados.

Estefanía Pastor (36) fue una de las participantes en el sondeo. Es maestra, con experiencia en puestos de dirección, en la universidad y en formación para preparar a opositores. Para ella, revisar la formación inicial es clave: “Los centros educativos deberían transformarse en entornos formativos para la gente que empieza, a imagen de los hospitales universitarios. Hoy es todo muy observacional. Ves qué hacen los otros, y se te permite poco margen, hay poca implicación en el día a día del centro. Además, los periodos de prácticas son muy cortos”.

Pastor es partidaria de definir mejor las capacidades necesarias para ser profesor y de establecer diferentes itinerarios formativos para especializarse en distintos ámbitos, nuevamente imitando las especialidades en medicina. “Parece que en docencia tengamos que saber de todo, y en formación permanente muchas veces te formas en muchas cosas y acabas sabiendo un poquito de cada una pero sin llegar a ser especialista en grandes temas, con lo que se pierde eficacia en determinados ámbitos”, señala.

De los hospitales universitarios envidia el trabajo en equipo, la cultura de centro: “Medicina y educación no son campos idénticos, pero echo en falta esa forma de cuidar a los profesionales por vocación, ese rigor en la formación Si te vas a dedicar a la educación, el valor más preciado es la formación. Ejercerás ante alumnos que no dejarán de evolucionar, con lo que hacen falta personas dinámicas, con capacidad de trabajar en equipo, de ofrecer soluciones a alumnos, familias…”. Algo que el actual sistema de oposiciones, para ella, no mide: “Genera injusticias. No es un sistema de selección del profesorado de calidad. Está concebido como un mero filtro”.

Otro de los participantes en la encuesta es el director de instituto Carlos Arrieta (58). Cree que debe haber una inserción en el aula previa al inicio de la vida laboral, y ve atractivo el formato MIR. “Es positivo que se comprometa a profesores con cierta experiencia como tutores reales, no meramente documentales, encargados al final de firmar una lista de cotejo, como ahora: ‘¿Buen clima de aula? Sí ¿Programa sus actividades? Sí…’. Este periodo debería ser de, al menos, dos años para garantizar una experiencia directa y amplia, con un alto grado de interacción y empatía con el tutor”, apunta. “A mí me resulta aterrador que una persona sin ninguna experiencia, sin necesidad de haber aprobado siquiera las oposiciones, se haga cargo de un 2º de bachillerato sin cotejo previo. Las cosas suelen salir bien, por un principio de profesionalidad, pero no deberíamos estar en manos de la casualidad o la buena suerte”, reflexiona. A su vez, aspira a superar la concepción de la formación permanente como mero trámite -“Cada 100 horas, un sexenio”-. Y considera que debería introducirse la evaluación docente desde el punto de vista constructivo, con la Inspección implicada no solo en la supervisión procedimental y documental, también en visitas de aula y puesta en común de experiencias: “Debería haber algún modo de acreditar el trabajo en las aulas, sin reducir la escala al número de años, de forma que se generen expectativas, que no sientas que vas a entrar y a salir con la misma categoría”.

Anna Solans (25) lleva mes y medio como maestra. Antes estudió el Grado de Educación Primaria dual de la Universitat de Lleida. Antes había estudiado Empresariales, pero entonces no había descubierto su verdadera vocación. Considera que su formación inicial ha sido bastante buena, pues ha realizado muchas prácticas: “Sé que no siempre es así. A veces hay mucha distancia con la universidad, lo veo por otros compañeros. Para mí está claro que existe un vínculo entre la teoría y la práctica, pero es necesario que te ayuden a establecer ese vínculo”. En los tres primeros años de carrera, Solans pasó cada curso por una escuela, dentro del modelo dual. El primero, por una escuela estándar. El segundo, por una zona escolar rural. El tercero, por un centro de máxima dificultad. Así, dos días a la semana. “A mí me reafirmó en que esa era mi vocación, del mismo modo que hay personas que cuando se enfrentan a las prácticas descubren que no es lo suyo”, explica.

Josep Borràs tiene 63 años y no quiere oír hablar de jubilación. Es coordinador y director de la Zona Escolar Rural L’Eral (Lleida), director de la escola d’Alfés, tutor de los alumnos que aterrizan en su centro para ser docentes… “y portero”, añade: “Cuando estás en una escuela pequeña se te acumulan los cargos. Te da una visión global, la escuela es poco menos que tu casa”.

Valora del proyecto de formación inicial de la Universitat de Lleida la interacción escuela-universidad “más real”: “Es una reivindicación perpetua. Echo la vista 40 años atrás, cuando estudiaba Magisterio, y ya se criticaba la excesiva separación entre teoría y práctica. Los profesionales en activo desmontaban buena parte de las teorías de la universidad. Es un problema de comunicación que siempre ha estado ahí. Y creo que por ahí habría que empezar, por cambiar el esquema de formación inicial de los maestros, renovando, al tiempo, los contenidos de docencia”.

Otro paso, a su juicio, es introducir la variedad de escuelas que existen en esa formación inicial. Es otro aspecto que valora de la modalidad dual de la universidad de Lleida, de la que se declara fan, que saque a los alumnos de esas escuelas “normalitas” que a priori elegirían para sus prácticas, que se enfrenten al “fantasma del multicurso” en la escuela rural, que se enamoren al conocerla, en muchos casos… -“Casi, casi debería ser obligatorio para todos los maestros pasar por una escuela rural para pensar en la globalidad de la escuela, no solo en lo que pasa en su clase y poco más”, apostilla-, que descubran el reto de la diversidad en escuelas de gran dificultad… “Se trata, eso sí, de un modelo más pesado que el normal, pues requiere una gran coordinación, un plan de trabajo que involucre realmente a la escuela y al alumno”, reconoce. “En parte, por eso no cambian las formaciones iniciales, por comodidad. En una profesión, al funcionarizarte, es fácil caer en esa comodidad, ir suprimiendo las cosas que más te cuestan”, asevera.

Para él, las oposiciones constituyen un gran problema: “Tenemos oposiciones porque no somos capaces de encontrar un método mejor, no porque de por sí sean buenas. Al opositar demuestras que cuentas con una base suficiente para evolucionar a partir de ahí… pero superada esta evaluación en la escuela pública no tienes que demostrar nada más. Yo creo que es necesario que haya fases posteriores a las oposiciones, o anteriores, de interinaje, para filtrar a quienes no tienen el carácter apropiado para la profesión, por más que sean capaces de desarrollar trabajos teóricos. Si una persona no es empática con los niños, no debería trabajar en esto. Debería ser un condicionante de entrada, pues va a ser infeliz ella y a hacer infelices a los niños. La selección debería ser mucho más rigurosa. También nosotros, al relacionarnos, muchas veces tenemos miedo de valorar mal a los compañeros, cuando deberíamos estar siempre a favor de los niños; deberían ser lo primero”.

El balance, con todo, es positivo. Borràs ha coincidido con muchísimos compañeros y compañeras “fantásticas, ilusionadas, con muchísimas cualidades, con enorme prestigio”, pero “en medio, ha habido algunos elementos que no sabes cómo han logrado colarse dentro del sistema, que no deberían estar”. “Yo no culpo a la universidad, sino a los filtros posteriores que se deberían crear para que no ocurran estas cosas”, zanja.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2018/11/06/la-transformacion-de-la-profesion-docente-oportunidad-para-el-consenso/

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Chile: Formando profesores con sellos innovadores

Chile / 4 de noviembre de 2018 / Autor: Redacción / Fuente: Universidad Autónoma de Chile

La Facultad de Educación de la Universidad Autónoma de Chile lleva a cabo un proceso de reforzamiento de los elementos que distinguen a los pedagogos que se forman bajo el alero de esta unidad educativa que ofrece 7 carreras en la sede Talca, que incluye a   Pedagogía en Educación Parvularia, en Educación Básica, en Inglés, en Historia, Geografía y Ciencias Sociales, en Lengua Castellana y Comunicación, en Educación Física, y partir de 2019 se incorpora la carrera de Licenciatura en Artes Visuales, con la posibilidad de obtención de la pedagogía, que se suma para el proceso de admisión 2019.

La Decana de la Facultad, Dra. Cecilia Assael, planteó que el principal sello diferenciador de la unidad académica es la formación de un pedagogo que tenga competencias para trabajar en ambientes de alta complejidad. “Son profesores que tienen muy presente la importancia de trabajar en ambientes inclusivos y diversos, con herramientas para manejar la tensión que se produce entre la igualdad y la diferencia en la sala de clases. Son profesores que le dan mucha relevancia a la igualdad de oportunidades, pero que dentro de ese sello no pierden de vista la importancia del respeto y del enriquecimiento que conlleva la diversidad”, sostuvo Assael.

En ese contexto, la Vicedecana de la facultad en Talca, Dra. Marta Ríos, agregó que este sello permite que los futuros docentes conozcan y se inserten en distintos contextos educativos, ya sea por el ámbito geográfico -urbano o rural- o por dependencia -municipal, particular subvencionado o particular-. “Muchos de ellos vuelven a sus comunas de origen porque ahí es donde hay falencias de docentes, por lo tanto, la inserción laboral de los egresados de la facultad es bastante buena”, indicó Ríos.

A eso se suma un proceso de prácticas progresivas que realizan los estudiantes de pedagogía desde el primer año. Se trata de dos instancias de aproximación, cuatro de inserción y dos prácticas profesionales. “Los alumnos tienen ocho prácticas en pedagogía en las cuales tienen la oportunidad de insertarse en el contexto escolar para poder fortalecer, en primer lugar, la vocación profesional, y luego transitar por distintos contextos para que vean modos diferentes en que los profesores trabajan en distintas realidades”, precisó Ríos.

En ese sentido, la Decana de la Facultad de Educación adelantó que se trabaja un proyecto de fortalecimiento de la línea práctica en la unidad, entendiendo que los futuros profesores se forman desde el primer momento en la acción y en la reflexión. “La formación de un pedagogo no se hace solo desde la teoría, sino que se levanta y se genera desde el conocimiento de los contextos de los seres humanos que van a ser nuestro objetivo cuando seamos profesores, por lo tanto, las prácticas tempranas son absolutamente necesarias”, subrayó Assael.

Un tercer punto que se destacó fue el hecho de que casi la totalidad de los directores de las carreras de la Facultad de Educación tienen grado de doctor. “Me parece que esto es un elemento bien potente porque habla de agentes educativos que han tenido durante su trayectoria académica la inquietud no solamente recibir conocimiento, sino que han decidido estar en el lado de la producción de éste”, dijo Assael.

Al respecto, Ríos precisó que esa mirada permite potenciar tanto el área académica como la investigación, hecho que queda de manifiesto con la implementación de grupos científicos por áreas de interés en las carreras.

Finalmente, ambas autoridades destacaron los procedimientos de mejora continua de la unidad que permiten no solo enfrentar adecuadamente los procesos de acreditación sino también estar a la vanguardia respecto de los perfiles de egreso, las mallas curriculares y las competencias genéricas, disciplinares y profesionales.

Fuente de la Noticia:

https://www.uautonoma.cl/formando-profesores-con-sellos-innovadores/

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INEEcesario

México / 4 de noviembre de 2018 / Autor: Manuel Gil Antón / Fuente: Educación Futura

Doce días quedan de octubre y noviembre trae treinta. Al iniciar diciembre, asumirá el poder ejecutivo el licenciado López Obrador. En seis semanas. A partir de ese momento (o antes si los legisladores deciden no esperar a la toma de posesión) las modificaciones al artículo 3º que dieron lugar a la reforma educativa actual tendrán sus días contados. Esa cuenta, pues, no será larga.

Los cambios fueron varios, pero no aislados: al relacionarse producen, en conjunto y por su imbricación, lo que se llamó reforma educativa. En otras palabras, la resultante de sus vínculos es la reforma. De esto se sigue que, si ha de abrogarse, será necesario desatar lo que anudaron, tanto en el texto constitucional como las leyes reglamentarias.

Se ha generado un debate en torno a si el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, el INEE, debe o no continuar; si es necesario o no y, en su caso, con qué modificaciones. A mi juicio, la discusión yerra en su enfoque si no se considera que el INEE es parte integral de la reforma: una cosa es proponer que el INEE concebido e integrado a la reforma se mantenga, y otra si el país requiere una institución autónoma que genere información, válida y confiable, sobre el estado que guarda el sistema educativo con el fin de fincar, en ese conocimiento, tanto políticas y programas, como propuestas y críticas a las autoridades responsables que no pueden, ni deben, ser juez y parte.

En el apartado IX del tercero constitucional, se ubica al INEE como el coordinador del Sistema Nacional de Evaluación, mismo que se crea “para garantizar la prestación de servicios educativos de calidad”. Entre las tareas que se le asignan, hay una que es crucial para la reforma: “expedir los lineamientos a los que se sujetarán las autoridades educativas federal y locales para llevar a cabo las funciones de evaluación que les corresponden”. Si el INEE evalúa los componentes, procesos o resultados del sistema (otra de sus funciones), ¿cuáles son las evaluaciones que le tocan a las autoridades? Las que tienen que ver con el ingreso, promoción y permanencia de los docentes. He ahí, creo, el quid del asunto: al Instituto se le dio la tarea de decirle al patrón cómo hacer su trabajo y, de ese modo, se incluyó al INEE en el terreno laboral y a fondo: determina lo que debe hacer la autoridad, por medio de la Coordinación del Servicio Profesional Docente, para evaluar y decidir quién ingresa al, o se promueve o permanece en, el trabajo. Los lineamientos no son sugerencias, son mandato. Entonces, como entidad autónoma y máxima autoridad en materia de evaluación, ha legitimado los procedimientos contractuales. Por ello, mantener el INEE de la reforma actual no es conveniente.

Sostener esta posición no implica que se considere innecesaria otra institución, autónoma, que produzca información certera, la analice y difunda. Al contrario, es crucial. Es imprescindible un Sistema Nacional de Información Educativa confiable, ajeno a las relaciones laborales, cuya coordinación resida en un organismo autónomo, conocedor del sistema. Valga la comparación: un INEGI educativo. Hay en el actual INEE personas muy calificadas para hacer esta labor. Lo han hecho: deberían ser parte de la nueva entidad que, por cierto, ha de tener tamaño razonable y una forma de gobierno inteligente.

Aunque parezca paradójico, creo que es preciso que se elimine al INEE actual, por ser parte fundamental del engranaje de la reforma laboral del gobierno que termina, para dar lugar a la institución que, sin duda, se requiere. Ha de ser distinta, fuera de la “arquitectura” legal de la reforma vigente, dentro de otro proyecto de transformación educativa que, ojalá, sí esté guiado por mejorar el aprendizaje y la formación de los docentes. Un instituto autónomo sí, pero no así.

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INEEcesario

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Mi orgullo, soy profesor

 Argentina / 4 de noviembre de 2018 / Autor: Daniela Leiva Seisdedos / Fuente: Revista El Arcón de Clío

La vida del buen docente es un ejercicio permanente de generosidad. Primero como profesores activos, en el día a día en nuestras aulas, en los pasillos del colegio con una mano extendida ante las dudas de nuestros alumnos y luego, al llegar la madurez,  cuando decimos que nos llega la hora de jubilarnos. En el tiempo que estamos en una escuela o fuera de ella se acrecentarán las huellas de nuestro paso por los caminos infinitos de la enseñanza, pero…siempre seguiremos siendo profesores, siempre docentes.

Hoy, más que entregar conocimiento, el profesor debe ser efectivamente un conductor de la búsqueda de las preguntas de los jóvenes, preguntar, preguntar porque si nosotros los profesores no somos formados y formamos vocación con profesionalismo no enseñaremos a preguntar y en la pregunta va haciendo camino hacia la libertad. En la vocación de hacernos preguntas, la educación se convierte en un sano ejercicio contra la ignorancia.  Ningún profesor quiere formar analfabetos funcionales, o sea las personas que saben leer y escribir pero no pensar.

Mi trabajo como profesora va más allá de un simple trabajo de forma mecanizada, de un título que poseo o de un cargo y tampoco se agota en la vocación. Mi pasión por mi profesión se da en la elección de una forma de vida que asumo desde mi labor diaria, con las exigencias, las luchas no solo por un salario digno, o el agotamiento del stress o presiones laborales. Siempre llevo en mi mascaron de proa el manteniendo vivo de la esperanza y la alegría de hacer lo que elegí ser, eso es lo más reconfortante; trabajar de lo que nos gusta y elegimos.

Educar siempre es un acto de amor, de generosidad, por eso no entiendo la miopía educativa que han poseído algunas autoridades educativas en este bendito país, han hecho políticas de gobiernos impuestas y no políticas de estado; gobernando para elecciones y no generaciones. Los docentes  debemos  imaginar nuestro futuro para cambiar nuestro presente. En definitiva los profesores son servidores sociales de sus estudiantes y de la sociedad en general. Esa vocación de servicio y de entrega es imprescindible para construir una carrera exitosa dentro del campo de la enseñanza pensando siempre en nuestro porvenir.

Cuando hacemos nuestra tarea no solo damos conocimiento. Los conocimientos no serán suficientes si no están acompañados de valores como la honestidad, la responsabilidad, la solidaridad, el respeto a las personas, el trabajo en equipo. Creemos firmemente que, más que la cantidad de conocimiento o datos entregados, es mucho más valioso, la capacidad de saber cómo adquirir nuevos conocimientos y poder aplicarlos cuando sea necesario. El docente si es honesto y responsable con su tarea debe procurar que sus alumnos sean mejores que él. No debe ser egoísta.

Digo estas palabras cargadas de sinceridad en honor a la justicia.

La Educación la veo como una plataforma apoyada en cuatro pilares: El Estudiante, docente; Las políticas educativas y los Padres de Familia. Aquí son importantes los compromisos políticos y un compromiso político es fundamental para este país: la educación para los niños de Argentina.

Todos los niños y jóvenes de mi país, sobre todo los niños y jóvenes pobres, merecen una educación de calidad con inclusión y, por lo tanto, se requiere un compromiso distinto con los profesores, con la formación del sistema a todos los niveles, incluyendo naturalmente a las universidades que siempre están alejadas de los estratos de educación anteriores a ella. Están muchas veces en una sintonía distinta o trabajando en compartimento estanco.

Actualmente muchas escuelas viven una crisis institucional que afecta a sus funciones, a su relación con el entorno y a su estructura interna y externa.

La educación y su instrumentación es un fusible ante lo que no se consigue. Se vive una crisis porque no se valoriza el diseño de las políticas educativas, el problema de estas crisis es que no se toman a las crisis como oportunidades de cambio y sí como oportunidad de ver a quien le echamos las culpas de nuestras desgracias.

La libertad de pensamiento no es un estado de gracia, sino un proceso y en ese proceso madurativo lleva el gen fundacional de una educación plena. La ignorancia que trae la falta de educación es la raíz de todos los males, de toda vida servil.

La educación tal como lo dicen las leyes en nuestro país y el mundo no debe ser una utopía a causa de los descensos en la valoración social del docente que se registran actualmente.

Las propuestas educativas tienen que tener valor en la palabra, éxitos en la implementación de los programas educativos, compromiso desde las autoridades en querer que todos tengamos una educación con calidad y profesionalización en los docentes y alumnos así se logra un compromiso de toda la sociedad.

Ha sido para mí la enseñanza un altísimo ministerio social, a cuyo desempeño he sacrificado el brillo de la vida y las solicitudes de la fortuna: el tiempo, el reposo, la salud, y en momentos amargos, mi paz y la alegría de mi familia”

José Estrada, educador argentino

Fuente del Artículo:

Mi orgullo, soy profesor

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Revista Iberoamericana de Educación: Vol. 77 Núm. 2 (2018): Número especial (PDF)

Organización de los Estados Iberoamericanos / 4 de noviembre de 2018 / Fuente: RIEOEI

Este número complementa al monográfico 77 «Calidad de la formación docente: propuestas evaluativas innovadoras«, en él se tratan otros temas como la docencia universitaria, la educación social, la educación superior, la evaluación, la didáctica de la Lengua, investigaciones educativas, recensiones…

Link para la descarga:

https://rieoei.org/RIE/issue/view/280/vol.%2072%2C%20n%C3%BAm.%202

Fuente de la Reseña:

https://rieoei.org/RIE/issue/view/280

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