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Patria y desmemoria

Por: Daniel Seixo

«Es el tributo que se paga para vivir con tranquilidad en el país de los callados.”

Fernando Aramburu

«Hacer la paz, he encontrado, es mucho más difícil que hacer la guerra.»

Gerry Adams

José Pardines Arcay, Jorge Juan García Carneiro, José Lasa Arostigui, José Ignacio Zabala, Javier Pérez Arenaza, Miriam Barrera Alcaraz, José Ramón Domínguez Burillo, María Doleres González Catarain, Luis Isasa Lasa, Jesús María Basáñez, Miguel Ángel Blanco Garrido, Silvia Martínez Santiago, Xabier Galdeano, Lucía Urigoitia, José Ramón Goikoetxea Galparsoro, Josu Muguruza, Miguel Isaías Carrasco… Arnaldo Otegi Mondragon. Jean-Serge Nérin, Carlos Sáenz de Tejada y Diego Salvá.

2472 atentados, 849 víctimas mortales y numerosos casos de tortura, víctimas colaterales entre la población civil y asesinatos extrajudiciales fruto del terrorismo de estado. Hablar del conflicto vasco sigue significando a día de hoy reabrir una profunda herida en el corazón y la razón de nuestra sociedad, una presente llaga difícilmente superable pese al proceso iniciado el 8 abril de 2017 por el movimiento terrorista vasco Euskadi Ta Askatasuna (País Vasco y Libertad) para encarar su total disolución, poniendo fin de ese modo a décadas de dolor, miedo y el uso desmedido de la fuerza y las armas como único «diálogo» político posible.

Todavía a día de hoy, la sinrazón y la barbarie retruenan en muchas de nuestras calles si uno logra afinar lo suficiente el oído, nombres como Fernando Múgica, Enrique Casas, Ernest Lluch o Miguel Ángel Blanco nos recuerdan el sinsentido de unos tiempos en los que la voz del «diferente», el sonido de la verdad y el rumor de la democracia eran acallados ante el aturdidor ruido de las bombas y el silencio impuesto por el tiro en la nuca. Tiempos de extremos, complicidades silenciosas con la muerte y dedos cobardes siempre agazapados en el gatillo de aquellos a los que les sobraba rencor y les faltaba razón. No nos equivoquemos, ni la sangre derramada durante los peores años de plomo valió la pena, ni tampoco ninguna de las vidas perdidas tuvo tras su muerte una causa justa. Aquellos años carecieron de todo sentido, no puede encontrarse en aquellos que riegan de sangre de inocentes una tierra que dicen amar, ni entre quienes usan esa misma moneda desde las instituciones de un estado opresor y profundamente fascista pese a su fino barniz democrático.

Flaco favor le hace Fernando Aramburu a la adaptación de su novela y a la sociedad española y vasca cediendo a la amenaza de la cultura de la cancelación y al burdo chantaje de personajes como Iñaki Oyarzábal

Costó demasiadas décadas erradicar de la política y la sociedad vasca el germen de la venganza y el rencor, ese parasito silencioso que se deposita en las entrañas de una sociedad y la va carcomiendo lentamente sin que nadie parezca dispuesto a hacer nada por poner fin a ese agónico proceso. A cada atentado terrorista le siguieron realidades sociales como Bateragune o judiciales como el caso Txapartegi, todo ello mientras que políticas como la dispersión de presos profundizaron en amplios castigos sociales ajenos a cualquier lógica legal o democrática. Mentiríamos si negásemos el continuo uso de artificios legales para lograr privar a los presos etarras de los principios tendentes a la unificación del derecho en la Unión Europea o si pese a las continuas sentencias que lo avalan, fuésemos incapaces de asumir como un profundo error las continuas trabas a la participación política de los representantes de la izquierda abertzale en los procesos democráticos de nuestro estado. Nadie en nuestros días pretende –o debería pretender– entrar en una estúpida e innecesaria competición acerca del dolor causado con la intención de retorcer la memoria de un relato todavía lacerante. No, no se trata de eso, pero para lograr conocer la verdad, debemos abrir los ojos a toda nuestra historia de cara a poder enterrar definitivamente el dolor, el miedo y la sin razón.

Es por ello que carece de todo sentido sumarse a incultas y absurdas campañas de boicot contra la serie española «Patria», como carece también de todo sentido escandalizarse cuando un cartel en nuestras calles nos obliga a abrir los ojos y reconocer que la realidad tras ETA y el dolor causado por el conflicto vasco, no solo tuvo un bando. Ni resulta aceptable o comprensible justificar el terrorismo etarra, ni del mismo modo resulta lógico o asumible silenciar y pretender soterrar los crímenes de estado, las torturas y las continuas violaciones de los DDHH cometidas por el estado español en su combate contra el terrorismo, y en más ocasiones de las recordadas, contra todo aquello que pudiese suponer una amenaza política en Euskadi.

Flaco favor le hace Fernando Aramburu a la adaptación de su novela y a la sociedad española y vasca cediendo a la amenaza de la cultura de la cancelación y al burdo chantaje de personajes como Iñaki Oyarzábal, arietes mediáticos de un cínico partido que sin embargo no dudó a la hora de hablar del Movimiento de Liberación Nacional Vasco, modular sus discursos o tomar asiento en primitivas negociaciones ante los asesinos prometiendo «generosidad, mano tendida y espíritu abierto». Es esta misma casta política la que estirando lo máximo posible el rédito electoral del miedo y negándole al estado español y a la sociedad vasca la posibilidad de cerrar un proceso de paz, que desde Madrid hace tiempo vienen ignorando sin que nadie a día de hoy se pueda explicar las razones ocultas en tal disparate, pretende perpetuar el oscurantismo acerca de aquellos años. Vivimos incomprensiblemente secuestrados por un estado de derecho que se niega abiertamente a constatar el fin de una de las etapas más oscuras de su historia reciente.

Todavía a día de hoy, la sinrazón y la barbarie retruenan en muchas de nuestras calles si uno logra afinar lo suficiente el oído

Solo a través de esta demencia compartida socialmente y sostenida por las instituciones, se puede explicar el caso de siete jóvenes de la localidad Navarra de Alasasua encarcelados largo tiempo bajo la acusación de terrorismo por una pelea de bar, las recurrentes algaradas políticas con fantasmas del pasado utilizados como arma arrojadiza en la sede parlamentaria o el escándalo y la sordidez intelectual como respuesta ante un cartel promocional, que ante todo muestra la realidad de un conflicto y de parte de nuestra historia. Asegura la experiencia que las sociedades que pretenden ocultar su pasado suelen estar condenadas a repetirlo, un vaticinio que en el caso del estado español se torna sentencia ante lo abultado de una alfombra con demasiado dolor, muerte y silencio. Por ello, y no por otro motivo, deberían ustedes dejar de lado sus finas pieles y comenzar a mirar a la cara a nuestra historia. Tras eso, afortunadamente, podrán opinar en libertad y sin miedo al sonido ensordecedor del gatillo. Al menos por ahora. Al menos, mientras no olvidemos a lo que nos puede llevar la sin razón.


Fuente e imagen: https://nuevarevolucion.es/patria-y-desmemoria/

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Graciela Vizcay Gomez: Los niños de Hiroshima

Mi esperado viaje a Tokio, desde Buenos Aires, tuvo una duración de un día completo. Luego, para llegar a Hiroshima, el tren bala o Japan Railways Shinkansen, son unas cuatro horas más, por tal motivo dejé este viaje para los últimos días de mi estadía.

Desde la terminal de Hiroshima llegué en un tranvía que es toda una reliquia al Parque de la Paz, ubicado cerca de la zona cero de la explosión. Había viajado para eso y no pude evitar las lágrimas al estar frente al único edificio que quedó en pie, la Cúpula Genbaku.

El número de personas asesinadas por la bomba atómica no se sabe con precisión incluso hoy. Sin embargo, se estima que alrededor de 140.000 personas murieron a fines de diciembre de 1945 aun cuando el daño agudo causado por la radiación disminuyó.

A 1,2 km del hipocentro, donde estalló la bomba, casi el 50% murió ese día. Se estima que 80 a 100% murió en áreas más cercanas al hipocentro. Hasta marzo de 2014 Japón contó 192.719 personas como sobrevivientes registrados, según la cadena de noticias Asahi.

Al menos 70.000 personas murieron en la explosión inicial, mientras que aproximadamente 70.000 más murieron a causa de la exposición a la radiación. «El total de muertos en cinco años puede haber alcanzado o incluso superado los 200.000, debido al cáncer y a otros efectos a largo plazo», según la historia del Departamento de Energía sobre el Proyecto Manhattan.

¿Era necesario tal crimen contra la humanidad?

«Los japoneses empezaron la guerra desde el aire en Pearl Harbor. Ahora les hemos devuelto ese golpe multiplicado», fue una de las primeras cosas que dijo el presidente Harry Truman en el mensaje en el que informó al mundo del ataque contra Hiroshima.

La bomba llamada Little Boy fue lanzada, a las 8.15 de la mañana del 6 de agosto de 1945.Tenía 3 metros de largo y pesaba cuatro toneladas. Era de uranio 235.

«La usamos para acortar la agonía de la guerra, para salvar las vidas de miles y miles de jóvenes estadounidenses»,  dijo el presidente tres días después, en un mensaje transmitido el día del lanzamiento de una segunda bomba sobre la ciudad de Nagasaki.

La bomba, llamada Fat Man fue lanzada a las 11.02 a.m. del 9 de agosto de 1945 Tenía 3,2 metros de largo y pesaba 4,5 toneladas. Era de plutonio 239. Alrededor de 74-000 personas murieron en Nagasaki a fines de 1945.

Semejante genocidio no era necesario, EEUU solo quería demostrar su hegemonía ante el mundo y hacerle ver a la Unión Soviética sobre su poderío. Esa es la realidad, y por más que Hollywood lo quiera maquillar con películas donde siempre son las víctimas, lo cierto es que las víctimas no son los estadounidenses, quienes aprobaron tal decisión y la aplaudieron.

Los niños de Hiroshima

Fue el nombre de la primera película japonesa que trató la tragedia de la bomba atómica, producida siete años más tarde del bombardeo. Kaneto Shindo escribió el guión basándose en una colección de cuentos y poemas escritos por los jóvenes supervivientes de la bomba, y reúne testimonios compilados por el profesor Arata Osada. Se estrenó en 1952, y es evidente el claro espíritu antibelicista en la historia y la necesidad del director de acabar con la proliferación de armas nucleares; para ello, educaba a los jóvenes mostrándolos la devastación que producían las armas atómicas.

El triciclo de Shing

Su autor, el sobreviviente Tatsuharu Kodama escribió un libro para niños, publicado en japonés en 1992 y en agosto de 1995 en inglés, cuenta lo que le sucedió a un niño de 3 años llamado Shinichi Tetsutani.

La historia es narrada por el padre de Shin, Nobuo Tetsunani, quien describe la mañana poco antes del ataque como un día tranquilo y soleado. Shin y su mejor amiga, una niña llamada Kimi, se encontraban afuera de la casa, jugando con su juguete favorito, un triciclo con manubrio rojo.

La explosión arrasó todo, su padre lo encontró bajo los escombros, “Le sangraba el rostro y estaba hinchado”, dice el libro. “Estaba demasiado débil como para hablar, pero su mano aún sostenía el manubrio de su triciclo. Kimi ya no estaba, había desaparecido en algún lugar debajo de la casa”. El padre de Shin no soportó la idea de dejar el cuerpo del niño en un cementerio solitario. Por lo tanto la familia enterró a Shin en su jardín trasero, junto con su amiga Kimi y su querido triciclo. En 1985, 40 años después, el padre de Shin decidió trasladar los restos de su hijo al cementerio de la familia. Él y la madre de Kimi ayudaron a desenterrar la tumba del jardín. Ahí, según el libro, vieron “los pequeños huesos blancos de Kimi y Shin, de la mano como los habíamos colocado”.

“Esto nunca debería suceder a los niños. El mundo debería ser un lugar tranquilo donde los niños pueden jugar y reír” manifestó Nobuo. Al día siguiente el padre de Shin donó el triciclo al museo de Hiroshima. Ahí, el legado de un niño de 3 años sigue recordando a las generaciones futuras los horrores de la destrucción nuclear. El relato fue publicado por la CNN el seis de agosto de 2015, por Thom Patterson de la CNN.

 Las grullas de origami

La niña Sadako Sasaki tenía dos años cuando cayó la bomba en Hiroshima. Diez años más tarde, a la edad de doce años, por consecuencia a la exposición de la irradiación, los médicos le diagnosticaron leucemia.  “Es una enfermedad de la bomba atómica”, dijo su madre. Estando internada, no se sabe aún si fue una niña o una adulta llamada Chizuco, le contó una historia: “¿Conoces la historia de las mil grullas? Sadako nunca había escuchado esa leyenda.

Esta amiga le comentó de una antigua leyenda japonesa que promete que quien pliegue mil grullas de origami recibirá un deseo por parte de los dioses. “Pide el deseo de sanarte” le dijo Chizuco. Pero Sadako solo pudo armar 644, murió en octubre de 1955.

Esta ave habita la isla de Hokkaido Cuando alguien ve una grulla lo considera un buen augurio. Se la llama ‘el ave de la paz’ o ‘de la felicidad’.

El origami es un arte que consiste en el plegado de papel o papel de arroz, sin usar tijeras ni pegamento para obtener figuras de formas variadas son muy conocidas en Japón y su símbolo más característico es para dar suerte y traer paz a tu vida.

Según el libro que Eleanor Coerr, la escritora canadiense fallecida en 2010, para el día de su funeral, Sasaki Sadako fue enterrada con las mil grullas que doblaron los otros enfermos, quienes poco a poco murieron en los siguientes meses.

En el Parque de la Paz de Hiroshima se construyó una Estatua de los Niños de la Bomba Atómica, con forma de grulla dedicada a Sadako, pero también a todos los niños que fallecieron a causa de la bomba. Semanalmente, muchos visitantes llegan a dejar grullas como un símbolo de paz universal. En la base de la estatua se lee una leyenda: “este es nuestro grito, esta es nuestra plegaria: que haya paz en el mundo”.

Los niños por nacer también sufrieron la bomba en el útero de su madre

La creciente incidencia de microcefalia y discapacidad intelectual asociada con la exposición ya era evidente a fines de la década de 1950. Entre los sobrevivientes en el útero con una dosis estimada en menos de 0.005 Gy, (grados),  se encontró discapacidad intelectual severa en 9 de 1,068 (0.8%), mientras que los sobrevivientes en el útero con una dosis estimada en 0.005 Gy o más. 21 de 476 (4.4%) fueron diagnosticados con discapacidad intelectual severa. La probabilidad de desarrollar esta discapacidad intelectual severa está fuertemente relacionada con la dosis y la edad fetal en el momento de la exposición (especialmente en una etapa significativa de desarrollo). La aparición excesiva de discapacidad intelectual fue particularmente pronunciada en los expuestos entre las 8 y 15 semanas posteriores a la concepción, y menos en los expuestos entre las 16 y 25 semanas posteriores a la concepción. Por otro lado, no se observó en aquellos que estuvieron expuestos de 0 a 7 semanas o de 26 a 40 semanas después de la concepción Incluso si no se logró una discapacidad intelectual grave, los que estuvieron expuestos entre 8 y 25 semanas después de la concepción mostraron una disminución en el rendimiento escolar y el índice de CI con el aumento de la dosis, y la aparición de enfermedad paroxística, que produce episodios que imitan a una crisis epiléptica.

La resonancia magnética del cerebro fue realizado en seis personas con discapacidad intelectual grave, lo que sugiere que la exposición a los 3-4 meses después de la concepción causa anormalidades aparentes en la estructura del cerebro. Al igual que los sobrevivientes de la bomba atómica infantil, las mediciones corporales anuales de los sobrevivientes del útero también mostraron una reducción general de la altura y el peso en la edad adulta (18 años) en el grupo de dosis alta. En este caso, el sexo y la edad del feto en el momento de la exposición son irrelevantes. Todos estos datos pueden chequearse en el  Radiation Effects Research Institute (RERF),  una organización conjunta de investigación entre Estados Unidos y Japón que investiga los efectos de la radiación de la bomba atómica en la salud con fines pacíficos.

Docenas de bebés que habían estado en el útero de sus madres cuando explotó la bomba nacieron con microcefalia, cabezas anormalmente pequeñas. Desde alrededor de 1950, los casos de leucemia en Hiroshima se dispararon, y desde alrededor de 1955 aumentaron los cánceres de tiroides, seno, pulmón y otros. Persisten los temores de que el problema pasará generaciones.

Los huérfanos

Unos 23.500 niños (alumnos de escuela primaria de tercer grado y superior) habían sido evacuados con sus clases a pueblos y aldeas fuera de la ciudad. De estos, entre 2.000 y 6.500 perdieron a sus padres por  la bomba y quedaron huérfanos. Muchos otros niños de poblaciones vecinas,  que habían estado en Hiroshima en ese momento también perdieron a sus padres . Ambos grupos se conocían comúnmente como «huérfanos de la bomba atómica». Pero algunos de los ni;os, por diversas razones, no pudieron vivir en estas instalaciones. Vivían solos, sosteniéndose a sí mismos limpiando zapatos y haciendo trabajos pequeños.

Había un campamento para alojar a esos huérfanos, y se instalaron cinco más alrededor de la ciudad de Hiroshima a fines de 1955. Sin suministros ni fondos, asegurar la comida era la mayor preocupación. Como resultado, los huérfanos hicieron todo lo que podían hacer, como agricultura, redes de pesca, la excavación de mariscos y todo lo que podían comer.

El periodista Norman Cousins (1915-1990), visitó Hiroshima como uno de los principales autores de la famosa revista literaria «Revisión de literatura del sábado» de Nueva York,  en agosto de 1955, vio la devastación de la bomba atómica y se sorprendió al ver tantos huérfanos’

Después de regresar a los Estados Unidos, el Sr. Cousins anunció un informe titulado «Hiroshima en 4 años» en la misma revista, llamando a fomentar a los huérfanos como niños estadounidenses adoptados mentalmente. La respuesta fue enorme, con muchos estadounidenses esperando «padres espirituales» de huérfanos.

Para cuidar a los huérfanos de la bomba atómica y nutrirlos emocionalmente, Norman Cousins promovió un programa, alentando a los «padres espirituales» a enviar 20 dólares al año para el cuidado de sus huérfanos. El programa fue popular, y muchos estadounidenses se unieron al programa. Durante los diez años transcurridos entre 1950 y 1959, aproximadamente 500 personas enviaron un total acumulado de aproximadamente 20 millones de yenes para ayudar a mantener a los niños. recibió el título de Ciudadano Honorario de Hiroshima en 1964.

Él también tiene su monumento en el Parque Memorial de la Paz, para honrar los grandes logros de Norman Cousins, incluida la promoción del proyecto de adopción moral para la bomba atómica y los huérfanos de guerra, sus esfuerzos para ayudar a las mujeres sobrevivientes de la bomba atómica a recibir tratamiento queloide en los EE.UU. Y su continuo llamado al mundo para la eliminación de tratamiento de armas nucleares.

El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) informo hace horas, de que sigue habiendo en el mundo más de 14.000 bombas atómicas y que muchas de ellas son decenas de veces más potentes que las arrojadas el 6 y el 9 de agosto de 1945 en Hiroshima y Nagasaki.

Japón fue un viaje muy turbador, como todos los que he realizado a zonas de desastre, ignorando la pandemia por coronavirus que se avecinaba a los pocos meses de mi regreso a Argentina.

Quiero dejarles la experiencia de este viaje resumida en una frase del sabio Noam Chomsky :

“Si algunas especies extraterrestres fueran recopilando la historia del homo sapiens, ellos podrían dividir el calendario: en Antes de las armas nucleares y en La era de las armas nucleares. Esta última era, por supuesto, se abrió el 6 de agosto de 1945, el primer día de la cuenta regresiva para lo que puede ser el final poco glorioso de esta extraña especie, que alcanzó la inteligencia suficiente para descubrir los medios eficaces para destruirse a sí misma”.

Fuente: https://rebelion.org/los-ninos-de-hiroshima/

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La guerra en Afganistán deja más de 100.000 afganos desplazados en los primeros siete meses de 2020

Más de 100.000 afganos han tenido que abandonar sus hogares y convertirse en desplazados dentro de su país como consecuencia de la guerra en el país centroasiático en los primeros siete meses de 2020, según la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas (UNOCHA).

Cerca de 10.000 personas se han desplazado de sus localidades por los intensos combates de la semana pasada entre los milicianos talibán y las fuerzas gubernamentales en las provincias del noreste del país. Otras 600 personas han dejado sus hogares en el sur por los mismos motivos.

A pesar del acuerdo de paz firmado por los talibán con Estados Unidos en Doha el 29 de febrero, la violencia se mantiene en niveles altos en el país centroasiático. Los milicianos han decidido mantener su campaña de ataques contra las fuerzas gubernamentales afganas a pesar de que el proceso de diálogo entre afganos está a punto de comenzar.

El martes, el presidente de Afganistán, Ashraf Ghani, denunció que más de 10.000 soldados afganos han muerto o han resultado heridos desde que los talibán firmaron el acuerdo de paz con Estados Unidos en la capital de Qatar. Naciones Unidas ha documentado más de 1.200 muertes de civiles durante el primer semestre de 2020.

En este contexto, los talibán han anunciado un alto el fuego de tres días de duración con motivo de la fiesta del Eid al Adha (la celebración del sacrificio), que comenzará este viernes. El Ejecutivo de Kabul ha anunciado cumplirá el cese de hostilidades.

Fuente: https://www.notimerica.com/politica/noticia-afganistan-guerra-afganistan-deja-mas-100000-afganos-desplazados-primeros-siete-meses-2020-20200730093648.html

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Causas y consecuencias de las dos guerras mundiales del Siglo XX

Por: Víctor Arrogante

Fue un mes de mayo florido hace 75 años, cuando finalizó la Segunda Guerra Mundial. Múltiples fueron las causas y graves sus consecuencias. Las condiciones creadas tras la Primera Guerra Mundial sentaron las bases para el inicio del nuevo conflicto mundial. Más destrucción, sufrimiento y muerte. La humanidad no había dado de si toda la crueldad de la que era y es capaz.

España también jugó su papel antes y durante la guerra, por lo que sufrimos las consecuencias de la posguerra durante años. El 8 de mayo de 1945, se firmaba el acta de rendición incondicional, que ponía fin al predominio del nazismo en Europa. Quedaba odio y rencor. Hoy, aquella ideología criminal vuelve a tomar auge en la Europa unida y tenemos que evitarlo.

La guerra en España (1936-1939), llamada civil, pero que fue militar, por supuesto, sirvió de campo de pruebas para Alemania e Italia. Hitler, tras denunciar las cláusulas sobre desarme impuestas a Alemania por el Tratado de Versalles, organizó un nuevo ejército y puso a prueba el nuevo armamento y las nuevas tácticas guerreras. Hitler y Mussolini, entregaron material de guerra a Franco y enviaron tropas especializadas a combatir en suelo español contra el gobierno republicano. Las otras potencias, encabezadas por Francia y apoyada por Reino Unido, se abstuvieron de intervenir, desarrollando su política de No intervención, porque la guerra de España venía a complicar el juego estratégico que se desencadenaba en Europa. Todo fueron ventajas para el nazismo y el fascismo español. La República quedaba abandonada a su suerte.

El 29 de abril de 1945, Hitler se suicidó. Berlín fue tomada por las fuerzas soviéticas y el 7 de mayo se produjo la rendición alemana. La guerra en el Pacifico terminó en agosto, poco después de que los Estados Unidos lanzaran las bombas atómicas en las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki. Murieron en el acto ciento veinte mil personas. Como consecuencia de todo, EEUU y la Unión Soviética surgieron como las superpotencias que iban a dominar el mundo. La guerra fría; el inicio de la era atómica; la descolonización; y la creación de organismos internacionales como la ONU o las Comisiones Europeas, fueron otras de sus consecuencias. Para España representó el aislamiento internacional, la represión política y la depresión económica.

Las principales causas de la SGM, provienen de las consecuencias de la Primera Guerra Mundial (1914-1918). El tratado de Versalles (1919) estipulaba que las Potencias Centrales (Alemania y sus aliados) aceptasen las responsabilidades morales y materiales por haber causado la guerra; además debían desarmarse. Tuvieron que realizar concesiones territoriales a los vencedores y pagar exorbitantes indemnizaciones económicas a los Estados victoriosos.

De otra parte el Plan Dawes (1924), auspiciado por EEUU, pretendía que los aliados vencedores de la Primera Guerra, consiguieran sus reparaciones, buscando la estabilidad de la economía alemana y evitar mayores perjuicios. Alemania en el 20º aniversario de su reunificación (1990), realizó el último pago de las indemnizaciones de la Gran Guerra estipuladas en el Tratado de Versalles. Con el pago terminaron 92 años de un tratado, que algunos de los más reputados historiadores alemanes consideran una chapuza en sus términos económicos.

La Gran Depresión de 1929, se prolongó durante la década de 1930. Fue otra de las causas de la PGM y sus efectos fueron devastadores en casi todos los países, ricos y pobres, donde la inseguridad y la miseria se transmitieron como una epidemia. Cayeron la renta nacional, los ingresos fiscales, los beneficios empresariales y los precios. Ciudades de todo el mundo se vieron gravemente afectadas, especialmente las que dependían de la industria pesada. La agricultura y las zonas rurales sufrieron la caída de los precios y de las cosechas, La política del New Deal en 1932, establecida por el presidente Roosevelt, marcó el inicio del final de la Gran Depresión en Estados Unidos, pero no en Alemania. La desaparición de la financiación exterior y el aumento de las dificultades económicas, propiciaron la aparición del nacional-socialismo y la llegada al poder del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP).

Hitler al llegar al poder, procedió al rearme de la nación; firmó tratados estratégicos con Italia y Japón para proyectar aún más lejos sus ambiciones de dominación planetaria. Los Aliados, temerosos de una nueva guerra mundial, trataron de contener la situación mediante una política de apaciguamiento –y ciertas muestras de simpatía hacia el nuevo régimen–, que resultó ser ineficaz y contraproducente. La invasión de Polonia por el ejército nazi en septiembre de 1939, lo desbarató todo. Gran Bretaña y Francia declararon la guerra al Tercer Reich y con ello comenzaba la Segunda Guerra Mundial, que Hitler valoraba como imprescindible necesaria para sus planes, después de asegurar la neutralidad de la URSS, con el pacto de no-agresión.

No es objetivo de este artículo entrar en el desarrollo de la larga guerra, sino el de ofrecer algunos apuntes sobre sus causas y consecuencia. Las humanitarias, son las más trágicas. El número de muertos llegó a cincuenta y cinco millones de personas (imaginemos la dimensión, si tenemos en cuenta que España tiene una población de cuarenta y siete millones). A esta pavorosa cifra hay que sumar el sufrimiento de la población en general, de los prisioneros, las secuelas físicas y psíquicas de los campos de concentración. Desaparecieron ciudades, vías férreas, carreteras, puentes y plantas industriales, así como quedaron afectados los campos más fértiles. Todo quedó desecho.

La SGM fue el conflicto armado de mayores dimensiones de la historia. Se enfrentaron los países que conformaban las Potencias Aliadas y las Potencias del Eje. Tras seis años de lucha, el 14 de agosto de 1945, se declara el final de la guerra y la caída de los regímenes de Adolf Hitler en Alemania y Hideki Tojo en el Imperio del Japón. El mundo quedó divido en dos bloques irreconciliables.

Al finalizar la guerra, los vencedores dividieron el territorio alemán en cuatro zonas de ocupación (norteamericana, inglesa, francesa, y soviética). La ciudad de Berlín, situada en la zona rusa, también fue dividida en cuatro zonas. Más tarde, en 1961 quedaría separada del resto del mundo por el muro de la vergüenza, que cayó en 1989.

Austria recuperó su autonomía. Alemania perdió la Prusia Oriental y los territorios ubicados al este la línea del Order-Neisse. Rumania, Hungría y Bulgaria fueron ocupadas por la URSS, Italia por EEUU y el Reino Unido. Finlandia tras firmar el armisticio con la URSS en 1944 no fue ocupada militarmente. Los EEUU ocuparon posiciones estratégicas en el Pacífico y Corea quedó ocupada por fuerzas norteamericanas y soviéticas. El diseño del nuevo orden mundial, plasmado en los tratados de paz, sigue influyendo en la política mundial.

Europa perdió el poder global que había mantenido. Nació la bipolaridad del poder encarnado por las dos superpotencias. Las monarquías en Italia, Yugoslavia, Albania, Rumania y Bulgaria, perdieron el poder y se convirtieron en republicas. El mundo comunista extendió su influencia sobre Europa Oriental y los Balcanes, planteándose un nuevo conflicto ideológico entre comunistas y democracias occidentales. Nacieron las Naciones Unidas, como instrumento para servir la paz internacional.

Durante seis años, la SGM se cobró más vidas y destruyó más tierras y propiedades en todo el mundo que cualquier otra guerra antes conocida. De los cincuenta y cinco millones de personas muertas, seis millones eran judíos, exterminados en los campos de concentración nazis, como parte de la Solución Final planeada por Hitler y figuras como Himmler o Reinhard Heydrich. Gitanos, homosexuales y personas de ideología opuesta fueron víctimas que aumentaron la barbarie.

Han pasado setenta y cinco años y algunas de sus consecuencias todavía se dejan sentir o están presentes en el desarrollo de las relaciones internacionales. La Segunda Guerra Mundial ha quedado marcada como uno de los conflictos más destructivos en la historia del mundo, aunque parece que se olvidan sus consecuencias. Desde entonces el mundo no ha dejado de guerrear.

Contra las guerras y ante tanta destrucción, sufrimiento y muertes, pasadas, presentes, maldigo a los gobiernos canallas que ordenan y provocan a quienes se benefician del dolor inocente. Maldigo a los que trafican con armas, particulares y gobiernos indecentes que miran hacia otro lado, mientras se comercializa o se trafica en su territorio.

Fuente e imagen: https://nuevarevolucion.es/causas-y-consecuencias-de-las-dos-guerras-mundiales-del-siglo-xx-2/

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Contra los vientos de guerra, propuesta de paz

Por: Franklin González

Hay como un viento de palabras confusas. Una que habla de muerte y de ausencia. Otra que habla del peligro del hambre y la desesperación. Otra que habla de grandes e increíbles derrumbamientos. Otra que hace soplar vientos de guerra. Y otra, la más poderosa de todas, que parece anunciar un tiempo nuevo” (“La voz de Dios”,  de William Ospina).

Difícilmente hoy se encuentre algún incrédulo que siga repitiendo que no hay amenaza de agresión militar contra nuestro país.

El gobierno de Trump está desplegando sus fuerzas navales para producir un bloqueo de las costas venezolanas, y eso es una declaración de guerra. La excusa está basado en un conjunto de acusaciones sin fundamento alguno contra el presidente Maduro

¿Qué buscar la administración Trump con esta decisión?

Primero, desviar la atención sobre la tragedia que vive internamente su país por el Covid-19 y sacar rédito político a pocos meses de las elecciones de Estados Unidos. Vieja y consuetudinaria estrategia política ya desgastada, por su uso infinidades de veces.

Segundo, buscan la rendición incondicional de la revolución bolivariana y de su gobierno. Para eso, acude a todos los medios a su alcance, intentando poner a prueba los sentimientos de sus ciudadanos. Han organizado el mensaje de acuerdo a los factores personales de los destinatarios para confundir, persuadir e influenciar, a sabiendas del poder que tienen hoy los medios de comunicación y las redes sociales sobre su sociedad, donde la mayoría de la gente se queda con la primera “imagen”, esto es, con la primera impresión que se presenta ante ellos, dándoles a esos medios una relevancia y un nivel de confiabilidad, más allá del que realmente tienen.

Y como ciertamente soplan “vientos de guerra” por el Caribe, el presidente Nicolás Maduro Moros, el 05/04/2020, le ha dirigido, acertada y oportunamente, una comunicación al pueblo de Estados Unidos.

Ha dicho el presidente Maduro.

Primero, ha manifestado solidaridad con ese pueblo, el estadounidense, y le ha hecho llegar una denuncia en los siguientes términos:

“Al expresarles mi solidaridad ante este importante desafío histórico y nuestra consternación y dolor por las consecuencias de la pandemia en EEUU, me veo obligado a también alertarles que, mientras el mundo se enfoca en atender la emergencia del Covid-19, el gobierno de Trump, instrumentalizando una vez más las instituciones para alcanzar sus objetivos electorales y basándose en infamias bajo pretexto de la lucha contra las drogas, ha ordenado el despliegue militar más grande de Estados Unidos hacia nuestra región en 30 años, con el fin de amenazar a Venezuela y de llevar a nuestra región a un conflicto bélico costoso, sangriento y de duración indefinida”.

Segundo, le hizo un llamado a ese pueblo “para que ponga freno a esta locura, para que responsabilice a sus gobernantes y los obligue a enfocar su atención y sus recursos en la atención urgente de la pandemia”.

Tercero, ha solicitado el “cese de las amenazas militares, el fin de las sanciones ilegales y el bloqueo que restringe el acceso a insumos humanitarios, tan necesarios hoy en el país”

Cuarto, ha pedido “con el corazón en la mano que no permitan que su país se vea arrastrado, una vez más, a otro conflicto interminable, otro Vietnam u otro Irak, pero esta vez más cerca de casa”.

Quinto, ha reiterado su política de diálogo y de compromiso con la paz: “Nosotros, como dijo una vez nuestro líder Hugo Chávez, compartimos el mismo sueño. El sueño de Martin Luther King es también el sueño de Venezuela y de su gobierno revolucionario. Los invito a luchar juntos por hacer realidad ese sueño. No a la guerra de Estados Unidos contra Venezuela. No más sanciones criminales. Queremos paz”.

Esas palabras del presidente Maduro hacen recordar que no es tiempo de seguir la enseñanzas de Maquiavelo cuando aconsejaba al Príncipe que no adoptara la ética de los ciudadanos, sino más bien momentos para que el ciudadano de EEUU no adopte la “ética” de su Príncipe (Trump), en una decisión que podría generar consecuencias impredecibles.

En ese sentido, debe recordarse una fábula, que según el historiador estadounidense Howard Zinn, en su texto Sobre la Guerra, había sido escrita por el dramaturgo alemán Bertolt Brecht, y que palabras más, palabras menos, dice: “un hombre que vive solo recibe una llamada en la puerta, cuando la abre, encuentra en el umbral el cuerpo poderoso, el rostro cruel del Tirano. El Tirano le pregunta. ¿Aceptas someterte a mí? El hombre no responde. Se hace a su lado. El Tirano entra y se instala en casa del hombre. El hombre le sirve durante años. Un día el Tirano enferma por contaminación de la comida. Muere. El hombre envuelve el cuerpo, abre la puerta, se deshace de él, vuelve a entrar en su casa, cierra la puerta detrás de él, y dice con firmeza. No”.

Recuerde, señor, Trump que la violencia NO es la única forma de poder. Muchas veces es la menos eficiente, aunque realmente es la más cruel, tanto para las víctimas como para los verdugos, como dijo Albert Camus. Vietnam quedó estampado en la historia como evidencia de ello.

La mejor recomendación sería entonces: dejar quieto lo que está quieto.

Fuente: El autor escribe para el Portal Otras Voces en Educación

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Coronavirus. ¿Enemigo? ¿Guerra?

Por: Miguel Andrés Brenner

En estos días me pregunto: ¿por qué al coronavirus-pandemia se lo denomina “enemigo”? Enemigos son los humanos destruidos por otros seres humanos, en cualquier aspecto de la vida.

Así, Caín es enemigo de Abel.

Así, los EE.UU. entablan una GUERRA comercial contra China, enemiga.

Entonces, podríamos preguntarnos si en la milenaria China es una costumbre comer, por ejemplo, murciélagos: ¿por qué se originó el COVID-19 justo ahora, en el plexo de esta “guerra”? No tengo información fehaciente como para dar respuesta al interrogante planteado.

Recordemos que los EE.UU. desarrollaron armas biológicas contra Vietnam durante la década del sesenta del siglo veinte, que mataba flora, fauna y vidas humanas.

Elisabeth Badinter, en su libro “¿Existe el amor maternal?”, nos mostraba que en ciertas ciudades de la Europa occidental durante los siglos XVII y XVIII, cuando no se conocía el aborto, se descuidaban a los niños pequeños hasta matarlos o desfigurarlos. También, Jean Fourastié, en su libro “La moral prospectiva”, nos mostraba que en esos siglos habían ciudades en Francia donde de cada cien niños nacidos no llegaban al año de vida la mitad de ellos. Matar no significa producir vida como tampoco reproducirla. Cuando se mata, ¿hay enemigo? ¿Habían demasiados niños? ¿Eran como enemigos?

En Europa Occidental hay demasiados viejos. La natalidad es escasa porque perjudica tiempo para el placer del consumo al cuidar a tantos críos. Y por el avance de la medicina, la población vieja crece. Y los Estados o privatizan la salud y la paga quien puede, o gastan más en salud, con lo que se genera déficit fiscal. ¿No es acaso funcional matar a los viejos?

¿Puede ser un virus un enemigo o bien se está proyectando un modo de ser humano sobre un objeto no humano?

Emilio Durkheim, con quien no comparto su concepción de sociedad, en su libro “Formas elementales de la vida religiosa”, nos muestra algo muy interesante: el totemismo en las sociedades arcaicas tiene valor y valor sagrado, pues es la comunidad la que se proyecta sobre el tótem. O sea, en última instancia, lo sagrado en el tótem es la propia comunidad.

¿Qué se proyecta sobre el coronavirus-pandemia? ¿No será, acaso, aquello de lo humano que excluye, que oprime? ¿No será, acaso, la misma condición humana calificada como execrable?

Carlos Marx, en el primer capítulo de los llamados “Manuscritos económico-filosóficos de 1844”, ofrece la explicación más hermosa de lo que el ser humano significa: “vida que crea vida”.

¿No será que el capitalismo actual de base financiero/especulativo/parasitario, neoliberal y globalizado, colonizador y depredador, racista y patriarcal es quien mata y los excluidos/oprimidos serían sus enemigos, material de descarte?

https://elpais.com/ideas/2020-03-21/la-emergencia-viral-y-el-mundo-de-manana-byung-chul-han-el-filosofo-surcoreano-que-piensa-desde-berlin.html?rel=lom&fbclid=IwAR2evwQ1f2DtDjk3BGXQ7uMGi3Ma-FQQGmCvRzVupFNxLM01lYszrgsxCM8

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La guerra alcanza la literatura ucraniana

Redacción: El País

Los conflictos con Rusia fortalecen el ucraniano y potencian la creación literaria en ese idioma. Los autores marcados por la experiencia de la guerra proliferan en Ucrania.

El presidente de Rusia, Vladímir Putin, sin querer, puede haber sido el gran promotor de la literatura en lengua ucraniana desde 2014. Aquel año es un punto de referencia para las relaciones internacionales en el continente europeo y también para los hábitos de lectura en Ucrania, pues la anexión de Crimea y el apoyo bélico del Kremlin a los secesionistas enfrentados a Kiev en el Donbás «ha hecho muy difícil la defensa de la cultura rusa y eso ha dado una oportunidad suplementaria a la cultura ucraniana», opina Inna Búlkina, especialista en filología rusa.

En compañía de esa estudiosa, curioseamos en una librería del centro de Kiev (perteneciente a la cadena E, una de las principales del país), donde las obras de autores noveles coexisten con las de los ya clásicos de la literatura actual de Ucrania. En esta última categoría destaca Internat de Serhiy Zhadán (nacido en 1974).

Traducible por “El Internado” o “El Orfanato”, esa novela de 2017 relata el viaje (físico y mental) de un maestro provinciano que atraviesa el frente para recoger a su sobrino de un internado. Con su prosa directa y poética, Zhadán transforma la guerra en la región minera e industrial de Donbás en un entorno fantasmagórico con valor global. Zhadán, junto con Yuri Andrujóvich (nacido en 1960) y Andríy Kurkov (que nació en 1961 y escribe en ruso) forma el trío de autores ucranianos más traducidos en el extranjero, afirma Oleksandra Koval, la directora del Instituto Ucraniano del Libro (IUL), una entidad fundada en 2016 bajo la égida del ministerio de Cultura para apoyar la literatura nacional. En 2019, Kurkov publicó Abejas Grises, cuyo protagonista es un colmenero que deambula por la tierra de nadie en torno al frente bélico oriental.

Librería en Kiev (3335) con libro del año
Librería en Kiev (3335) con libro del año «Hija» de Tamara Horija-Zernya (izquierda) y un libro de novelas policiacas de los años veinte (derecha). OLEXANDR KLYMENKO

Conocer las tiradas reales de las publicaciones no parece tarea fácil por motivos comerciales, financieros y fiscales y Koval se queja de la negativa de las editoriales a compartir información. “Como bestseller pueden considerarse las obras que sobrepasan los 15.000 ejemplares”, afirma, y explica que se trata de “tiradas reducidas, que se van repitiendo según la dinámica de ventas”. En 2019, tres títulos alcanzaron esa categoría, explica la funcionaria: el primero fue la novela Jaraktérnik (traducible por “El Brujo”), ambientada entre cosacos del siglo XVII por Vasili Skliar (nacido en 1951) un especialista en novelas históricas conocido como “el abuelo de los bestseller”. Netflix con su serie The Witcher parece haber contribuido al éxito del brujo cosaco.

Las otras dos obras de gran tirada citadas por Koval son Hasta que la luz se apague para siempre del autor de techno-thrilers Max Kidruk (nacido en 1984) y Ramillete de las flores favoritas de Svetlana Talán (1960), que escribe novela social con protagonistas femeninas animosas y positivas. De estos tres autores apreciados por sus compatriotas, ninguno figura en el catálogo de “nuevos libros”, editado en inglés por el ILU. Sobre esta circunstancia, Iryna Baturévych, jefa del departamento analítico del ILU, explica que la selección de autores corrió a cargo de expertos literarios, académicos, críticos y representantes de los principales festivales literarios nacionales, los cuales decidieron en función de sus propias ideas de lo que interesa a un público internacional.

La contienda en el Este de Ucrania es abordada frecuencia por en los últimos años y tiene una influencia negativa sobre la literatura al servir de promoción de malos poetas, afirma Búlkina. Según el crítico Evguene Stasinevych, el conflicto bélico marca la obra La Tierra de lo Perdido (2017) de Kateryna Kalytko (1982) y es el telón de fondo de la prosa de A sus espaldas de Haska Shyyan (sobre las vicisitudes de la pareja de Marta y Max después de que éste se enrole en el frente y ella escape la depresión con un viaje que culmina con un atentado en la Costa Azul). Como “un agujero negro que se siente pero no se ve”, la guerra está también en Caídas Felices (2019), de Evgeniya Belorusets, donde se recogen historias de mujeres testigos de su propia vida y de la “gran historia”. La contienda es el núcleo de Hija, una obra de Tamara Horija- Zernya (Tamara Duda), una periodista premiada por la BBC en 2019, que destila en ella sus dos años de voluntaria y recaudadora de fondos para los combatientes ucranianos.

Estantes dedicados a la literatura de Ucrania en una librería de Kiev.
Estantes dedicados a la literatura de Ucrania en una librería de Kiev. OLEXANDR KLYMENKO

La guerra influye además en los dilemas que se plantean a lectores y escritores. El 33% de los lectores elige la lengua en que ha sido escrito el libro, el 12% son indiferentes al idioma en que haya sido escrito, el 28% elige libros en ruso y el 24%, lo hace en ucraniano, siendo este último porcentaje mayor entre los lectores más jóvenes, afirma Baturévych, citando datos recientes. Como comparación, en 2013 el 53% de los lectores preferían el ruso, el 26% el ucraniano y el 21% se decantaba por el idioma en el que hubiera sido escrito el libro o no daba importancia al tema, señala.

Entre las obras más populares de 2019, en la librería que visitamos en el centro de Kiev mencionan Barrio D, un conjunto de historias de Artiom Chej (nacido en 1985) y la colección de ensayos Si, pero, de Tarás Prochasko (nacido en 1968), un botánico miembro del “grupo Stanislav” de Ivano Frankivsk. Además, citan a Irena Karpa (1980) y su novela Buenas noticias del mar de Aral, a André Liaba (1987) con la obra de ensayo En búsqueda de los bárbaros. Viaje por los territorios donde los Balcanes comienzan y no se acaban. Algo anteriores son la colección de ensayos Y de nuevo me meto en un tanque (2016) de Osuna Zabuzhko (1960), y Huellas en el Camino (2019) de Valeri Anániev (1993), veterano de la contienda, blogger y peregrino a Santiago.

La sombra de Chernóbyl

En opinión de Koval, un futuro brillante espera a Markiyán Kamysh, autor fascinado por el mundo de la central nuclear de Chernóbyl, que ha escrito Scrap (2017) y antes Un Paseo por la Zona (2015) sobre el saqueo del territorio contaminado. Kamysh nació en 1988 en la familia de un físico nuclear que trabajó en liquidar las secuelas del accidente.

“A Vladímir Putin alguna vez le agradecerán lo que ha hecho por la literatura en ucraniano”, dice una experta en filología rusa

”E” es una de las principales redes de distribución de libros de Ucrania, y la lista de las obras más vendidas en el comercio visitado a fines de febrero en Kiev coincide solo en parte con la lista estatal de ventas de la cadena, donde figuran obras de autoayuda, de psicología, sobre cómo prosperar en los negocios y también sobre cómo escribir correctamente en ucraniano. En esta lista global, en quinta posición estaba Feliks Avstria (editado en 2014) de Sofia Andrujóvich, (la hija de Yuri Andrujóvich), que reconstruyó la vida provinciana de 1900 en una ciudad oriental del imperio austrohúngaro (la actual Ivano Frankiv, hoy en Ucrania).

A Vladímir Putin alguna vez le agradecerán lo que ha hecho por la literatura en ucraniano”, opina Búlkina. «Los que antes leían en ruso ahora leen en ucraniano y además, técnica y económicamente, es cada vez más difícil comprar los libros editados en Rusia, puesto que hay que encargarlos, cumplir los trámites de aduanas y someterlos a una comisión especial que determina si contienen o no propaganda anti ucraniana”, explica. Prohibida en Ucrania está la producción de nueve editoriales de la Federación Rusa, que han difundido obras de autores consideradas hostiles por las autoridades en Kiev. Por la misma razón, Ucrania ha vetado varias compañías rusas de venta por Internet.

La guerra altera la identidad lingüística y reestructura los mercados. Volodymir Rafeenko, un escritor de Donetsk (1969) se ha trasladado a Kiev y ha sustituido el ruso por el ucraniano como lengua literaria (Mondegreen, publicado en 2019). La zona de Donbás es rica en autores de ciencia ficción, que escriben en ruso. Dadas las nuevas trabas y dificultades para el comercio editorial entre Rusia y Ucrania, estos escritores, en algunos casos implicados activamente en la causa secesionista, han quedado excluidos del mercado ucraniano.

La guerra alcanza la literatura ucraniana

Importante para la historia de la literatura en Ucrania es una serie dedicada a rescatar del olvido la producción editorial en idioma ucraniano de los años veinte del pasado siglo. En la selecta colección confeccionada a partir de 2016 por Yarina Tsimbal, del Instituto de Literatura de la Academia de Ciencias de Ucrania, destacan las novelas policiacas y de amor.”Se trata de un periodo único caracterizado por la libertad temática y de expresión”, afirma Tsimbal, que en Caminos bajo el Sol reunió reportajes periodísticos de seis autores, tres de los cuales perecieron en los años treinta represaliados por el régimen estalinista.

En el apartado de otros idiomas de Ucrania, como el húngaro, el rumano y el tártaro de Crimea, el ILU no parece tener nada que mostrar, pues “las lenguas de las minorías, excepto el ruso, no son aún un segmento comercial del mercado ucraniano”, afirma Baturevych. Escasean los traductores y el mercado literario en húngaro y rumano de las provincias de Transcarpatia y Chernivtsi (la antigua Bucovina) es abastecido desde Budapest y Bucarest respectivamente.

Entre las traducciones al ucraniano, llaman la atención las de la Nobel Svetlana Alexiévich (en ruso en el original). Búlkina califica de “todo un gesto” estas traducciones, que son posteriores a 2014 y corresponden a obras publicada en el siglo pasado o la primera década de este siglo. Muchos recuerdan que las versiones ucranianas de los libros de Gary Potter, al adelantarse a las versiones rusas de las mismas obras, contribuyeron en gran manera al arraigo del ucraniano en la literatura infantil. “Antes, nuestro sistema político era indiferente ante los libros en ucraniano y mucha gente pensaba que nuestra lengua no era interesante, pero ahora tenemos muchos libros en nuestro idioma y eso es estupendo”, afirma la dependienta de la librería que visitamos en Kiev, una joven de 25 años, que atiende en ucraniano y en inglés, pero no en ruso.

Fuente: https://elpais.com/cultura/2020/03/12/babelia/1584010941_473686.html

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