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Causas y consecuencias de las dos guerras mundiales del Siglo XX

Por: Víctor Arrogante

Fue un mes de mayo florido hace 75 años, cuando finalizó la Segunda Guerra Mundial. Múltiples fueron las causas y graves sus consecuencias. Las condiciones creadas tras la Primera Guerra Mundial sentaron las bases para el inicio del nuevo conflicto mundial. Más destrucción, sufrimiento y muerte. La humanidad no había dado de si toda la crueldad de la que era y es capaz.

España también jugó su papel antes y durante la guerra, por lo que sufrimos las consecuencias de la posguerra durante años. El 8 de mayo de 1945, se firmaba el acta de rendición incondicional, que ponía fin al predominio del nazismo en Europa. Quedaba odio y rencor. Hoy, aquella ideología criminal vuelve a tomar auge en la Europa unida y tenemos que evitarlo.

La guerra en España (1936-1939), llamada civil, pero que fue militar, por supuesto, sirvió de campo de pruebas para Alemania e Italia. Hitler, tras denunciar las cláusulas sobre desarme impuestas a Alemania por el Tratado de Versalles, organizó un nuevo ejército y puso a prueba el nuevo armamento y las nuevas tácticas guerreras. Hitler y Mussolini, entregaron material de guerra a Franco y enviaron tropas especializadas a combatir en suelo español contra el gobierno republicano. Las otras potencias, encabezadas por Francia y apoyada por Reino Unido, se abstuvieron de intervenir, desarrollando su política de No intervención, porque la guerra de España venía a complicar el juego estratégico que se desencadenaba en Europa. Todo fueron ventajas para el nazismo y el fascismo español. La República quedaba abandonada a su suerte.

El 29 de abril de 1945, Hitler se suicidó. Berlín fue tomada por las fuerzas soviéticas y el 7 de mayo se produjo la rendición alemana. La guerra en el Pacifico terminó en agosto, poco después de que los Estados Unidos lanzaran las bombas atómicas en las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki. Murieron en el acto ciento veinte mil personas. Como consecuencia de todo, EEUU y la Unión Soviética surgieron como las superpotencias que iban a dominar el mundo. La guerra fría; el inicio de la era atómica; la descolonización; y la creación de organismos internacionales como la ONU o las Comisiones Europeas, fueron otras de sus consecuencias. Para España representó el aislamiento internacional, la represión política y la depresión económica.

Las principales causas de la SGM, provienen de las consecuencias de la Primera Guerra Mundial (1914-1918). El tratado de Versalles (1919) estipulaba que las Potencias Centrales (Alemania y sus aliados) aceptasen las responsabilidades morales y materiales por haber causado la guerra; además debían desarmarse. Tuvieron que realizar concesiones territoriales a los vencedores y pagar exorbitantes indemnizaciones económicas a los Estados victoriosos.

De otra parte el Plan Dawes (1924), auspiciado por EEUU, pretendía que los aliados vencedores de la Primera Guerra, consiguieran sus reparaciones, buscando la estabilidad de la economía alemana y evitar mayores perjuicios. Alemania en el 20º aniversario de su reunificación (1990), realizó el último pago de las indemnizaciones de la Gran Guerra estipuladas en el Tratado de Versalles. Con el pago terminaron 92 años de un tratado, que algunos de los más reputados historiadores alemanes consideran una chapuza en sus términos económicos.

La Gran Depresión de 1929, se prolongó durante la década de 1930. Fue otra de las causas de la PGM y sus efectos fueron devastadores en casi todos los países, ricos y pobres, donde la inseguridad y la miseria se transmitieron como una epidemia. Cayeron la renta nacional, los ingresos fiscales, los beneficios empresariales y los precios. Ciudades de todo el mundo se vieron gravemente afectadas, especialmente las que dependían de la industria pesada. La agricultura y las zonas rurales sufrieron la caída de los precios y de las cosechas, La política del New Deal en 1932, establecida por el presidente Roosevelt, marcó el inicio del final de la Gran Depresión en Estados Unidos, pero no en Alemania. La desaparición de la financiación exterior y el aumento de las dificultades económicas, propiciaron la aparición del nacional-socialismo y la llegada al poder del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP).

Hitler al llegar al poder, procedió al rearme de la nación; firmó tratados estratégicos con Italia y Japón para proyectar aún más lejos sus ambiciones de dominación planetaria. Los Aliados, temerosos de una nueva guerra mundial, trataron de contener la situación mediante una política de apaciguamiento –y ciertas muestras de simpatía hacia el nuevo régimen–, que resultó ser ineficaz y contraproducente. La invasión de Polonia por el ejército nazi en septiembre de 1939, lo desbarató todo. Gran Bretaña y Francia declararon la guerra al Tercer Reich y con ello comenzaba la Segunda Guerra Mundial, que Hitler valoraba como imprescindible necesaria para sus planes, después de asegurar la neutralidad de la URSS, con el pacto de no-agresión.

No es objetivo de este artículo entrar en el desarrollo de la larga guerra, sino el de ofrecer algunos apuntes sobre sus causas y consecuencia. Las humanitarias, son las más trágicas. El número de muertos llegó a cincuenta y cinco millones de personas (imaginemos la dimensión, si tenemos en cuenta que España tiene una población de cuarenta y siete millones). A esta pavorosa cifra hay que sumar el sufrimiento de la población en general, de los prisioneros, las secuelas físicas y psíquicas de los campos de concentración. Desaparecieron ciudades, vías férreas, carreteras, puentes y plantas industriales, así como quedaron afectados los campos más fértiles. Todo quedó desecho.

La SGM fue el conflicto armado de mayores dimensiones de la historia. Se enfrentaron los países que conformaban las Potencias Aliadas y las Potencias del Eje. Tras seis años de lucha, el 14 de agosto de 1945, se declara el final de la guerra y la caída de los regímenes de Adolf Hitler en Alemania y Hideki Tojo en el Imperio del Japón. El mundo quedó divido en dos bloques irreconciliables.

Al finalizar la guerra, los vencedores dividieron el territorio alemán en cuatro zonas de ocupación (norteamericana, inglesa, francesa, y soviética). La ciudad de Berlín, situada en la zona rusa, también fue dividida en cuatro zonas. Más tarde, en 1961 quedaría separada del resto del mundo por el muro de la vergüenza, que cayó en 1989.

Austria recuperó su autonomía. Alemania perdió la Prusia Oriental y los territorios ubicados al este la línea del Order-Neisse. Rumania, Hungría y Bulgaria fueron ocupadas por la URSS, Italia por EEUU y el Reino Unido. Finlandia tras firmar el armisticio con la URSS en 1944 no fue ocupada militarmente. Los EEUU ocuparon posiciones estratégicas en el Pacífico y Corea quedó ocupada por fuerzas norteamericanas y soviéticas. El diseño del nuevo orden mundial, plasmado en los tratados de paz, sigue influyendo en la política mundial.

Europa perdió el poder global que había mantenido. Nació la bipolaridad del poder encarnado por las dos superpotencias. Las monarquías en Italia, Yugoslavia, Albania, Rumania y Bulgaria, perdieron el poder y se convirtieron en republicas. El mundo comunista extendió su influencia sobre Europa Oriental y los Balcanes, planteándose un nuevo conflicto ideológico entre comunistas y democracias occidentales. Nacieron las Naciones Unidas, como instrumento para servir la paz internacional.

Durante seis años, la SGM se cobró más vidas y destruyó más tierras y propiedades en todo el mundo que cualquier otra guerra antes conocida. De los cincuenta y cinco millones de personas muertas, seis millones eran judíos, exterminados en los campos de concentración nazis, como parte de la Solución Final planeada por Hitler y figuras como Himmler o Reinhard Heydrich. Gitanos, homosexuales y personas de ideología opuesta fueron víctimas que aumentaron la barbarie.

Han pasado setenta y cinco años y algunas de sus consecuencias todavía se dejan sentir o están presentes en el desarrollo de las relaciones internacionales. La Segunda Guerra Mundial ha quedado marcada como uno de los conflictos más destructivos en la historia del mundo, aunque parece que se olvidan sus consecuencias. Desde entonces el mundo no ha dejado de guerrear.

Contra las guerras y ante tanta destrucción, sufrimiento y muertes, pasadas, presentes, maldigo a los gobiernos canallas que ordenan y provocan a quienes se benefician del dolor inocente. Maldigo a los que trafican con armas, particulares y gobiernos indecentes que miran hacia otro lado, mientras se comercializa o se trafica en su territorio.

Fuente e imagen: https://nuevarevolucion.es/causas-y-consecuencias-de-las-dos-guerras-mundiales-del-siglo-xx-2/

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Contra los vientos de guerra, propuesta de paz

Por: Franklin González

Hay como un viento de palabras confusas. Una que habla de muerte y de ausencia. Otra que habla del peligro del hambre y la desesperación. Otra que habla de grandes e increíbles derrumbamientos. Otra que hace soplar vientos de guerra. Y otra, la más poderosa de todas, que parece anunciar un tiempo nuevo” (“La voz de Dios”,  de William Ospina).

Difícilmente hoy se encuentre algún incrédulo que siga repitiendo que no hay amenaza de agresión militar contra nuestro país.

El gobierno de Trump está desplegando sus fuerzas navales para producir un bloqueo de las costas venezolanas, y eso es una declaración de guerra. La excusa está basado en un conjunto de acusaciones sin fundamento alguno contra el presidente Maduro

¿Qué buscar la administración Trump con esta decisión?

Primero, desviar la atención sobre la tragedia que vive internamente su país por el Covid-19 y sacar rédito político a pocos meses de las elecciones de Estados Unidos. Vieja y consuetudinaria estrategia política ya desgastada, por su uso infinidades de veces.

Segundo, buscan la rendición incondicional de la revolución bolivariana y de su gobierno. Para eso, acude a todos los medios a su alcance, intentando poner a prueba los sentimientos de sus ciudadanos. Han organizado el mensaje de acuerdo a los factores personales de los destinatarios para confundir, persuadir e influenciar, a sabiendas del poder que tienen hoy los medios de comunicación y las redes sociales sobre su sociedad, donde la mayoría de la gente se queda con la primera “imagen”, esto es, con la primera impresión que se presenta ante ellos, dándoles a esos medios una relevancia y un nivel de confiabilidad, más allá del que realmente tienen.

Y como ciertamente soplan “vientos de guerra” por el Caribe, el presidente Nicolás Maduro Moros, el 05/04/2020, le ha dirigido, acertada y oportunamente, una comunicación al pueblo de Estados Unidos.

Ha dicho el presidente Maduro.

Primero, ha manifestado solidaridad con ese pueblo, el estadounidense, y le ha hecho llegar una denuncia en los siguientes términos:

“Al expresarles mi solidaridad ante este importante desafío histórico y nuestra consternación y dolor por las consecuencias de la pandemia en EEUU, me veo obligado a también alertarles que, mientras el mundo se enfoca en atender la emergencia del Covid-19, el gobierno de Trump, instrumentalizando una vez más las instituciones para alcanzar sus objetivos electorales y basándose en infamias bajo pretexto de la lucha contra las drogas, ha ordenado el despliegue militar más grande de Estados Unidos hacia nuestra región en 30 años, con el fin de amenazar a Venezuela y de llevar a nuestra región a un conflicto bélico costoso, sangriento y de duración indefinida”.

Segundo, le hizo un llamado a ese pueblo “para que ponga freno a esta locura, para que responsabilice a sus gobernantes y los obligue a enfocar su atención y sus recursos en la atención urgente de la pandemia”.

Tercero, ha solicitado el “cese de las amenazas militares, el fin de las sanciones ilegales y el bloqueo que restringe el acceso a insumos humanitarios, tan necesarios hoy en el país”

Cuarto, ha pedido “con el corazón en la mano que no permitan que su país se vea arrastrado, una vez más, a otro conflicto interminable, otro Vietnam u otro Irak, pero esta vez más cerca de casa”.

Quinto, ha reiterado su política de diálogo y de compromiso con la paz: “Nosotros, como dijo una vez nuestro líder Hugo Chávez, compartimos el mismo sueño. El sueño de Martin Luther King es también el sueño de Venezuela y de su gobierno revolucionario. Los invito a luchar juntos por hacer realidad ese sueño. No a la guerra de Estados Unidos contra Venezuela. No más sanciones criminales. Queremos paz”.

Esas palabras del presidente Maduro hacen recordar que no es tiempo de seguir la enseñanzas de Maquiavelo cuando aconsejaba al Príncipe que no adoptara la ética de los ciudadanos, sino más bien momentos para que el ciudadano de EEUU no adopte la “ética” de su Príncipe (Trump), en una decisión que podría generar consecuencias impredecibles.

En ese sentido, debe recordarse una fábula, que según el historiador estadounidense Howard Zinn, en su texto Sobre la Guerra, había sido escrita por el dramaturgo alemán Bertolt Brecht, y que palabras más, palabras menos, dice: “un hombre que vive solo recibe una llamada en la puerta, cuando la abre, encuentra en el umbral el cuerpo poderoso, el rostro cruel del Tirano. El Tirano le pregunta. ¿Aceptas someterte a mí? El hombre no responde. Se hace a su lado. El Tirano entra y se instala en casa del hombre. El hombre le sirve durante años. Un día el Tirano enferma por contaminación de la comida. Muere. El hombre envuelve el cuerpo, abre la puerta, se deshace de él, vuelve a entrar en su casa, cierra la puerta detrás de él, y dice con firmeza. No”.

Recuerde, señor, Trump que la violencia NO es la única forma de poder. Muchas veces es la menos eficiente, aunque realmente es la más cruel, tanto para las víctimas como para los verdugos, como dijo Albert Camus. Vietnam quedó estampado en la historia como evidencia de ello.

La mejor recomendación sería entonces: dejar quieto lo que está quieto.

Fuente: El autor escribe para el Portal Otras Voces en Educación

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Coronavirus. ¿Enemigo? ¿Guerra?

Por: Miguel Andrés Brenner

En estos días me pregunto: ¿por qué al coronavirus-pandemia se lo denomina “enemigo”? Enemigos son los humanos destruidos por otros seres humanos, en cualquier aspecto de la vida.

Así, Caín es enemigo de Abel.

Así, los EE.UU. entablan una GUERRA comercial contra China, enemiga.

Entonces, podríamos preguntarnos si en la milenaria China es una costumbre comer, por ejemplo, murciélagos: ¿por qué se originó el COVID-19 justo ahora, en el plexo de esta “guerra”? No tengo información fehaciente como para dar respuesta al interrogante planteado.

Recordemos que los EE.UU. desarrollaron armas biológicas contra Vietnam durante la década del sesenta del siglo veinte, que mataba flora, fauna y vidas humanas.

Elisabeth Badinter, en su libro “¿Existe el amor maternal?”, nos mostraba que en ciertas ciudades de la Europa occidental durante los siglos XVII y XVIII, cuando no se conocía el aborto, se descuidaban a los niños pequeños hasta matarlos o desfigurarlos. También, Jean Fourastié, en su libro “La moral prospectiva”, nos mostraba que en esos siglos habían ciudades en Francia donde de cada cien niños nacidos no llegaban al año de vida la mitad de ellos. Matar no significa producir vida como tampoco reproducirla. Cuando se mata, ¿hay enemigo? ¿Habían demasiados niños? ¿Eran como enemigos?

En Europa Occidental hay demasiados viejos. La natalidad es escasa porque perjudica tiempo para el placer del consumo al cuidar a tantos críos. Y por el avance de la medicina, la población vieja crece. Y los Estados o privatizan la salud y la paga quien puede, o gastan más en salud, con lo que se genera déficit fiscal. ¿No es acaso funcional matar a los viejos?

¿Puede ser un virus un enemigo o bien se está proyectando un modo de ser humano sobre un objeto no humano?

Emilio Durkheim, con quien no comparto su concepción de sociedad, en su libro “Formas elementales de la vida religiosa”, nos muestra algo muy interesante: el totemismo en las sociedades arcaicas tiene valor y valor sagrado, pues es la comunidad la que se proyecta sobre el tótem. O sea, en última instancia, lo sagrado en el tótem es la propia comunidad.

¿Qué se proyecta sobre el coronavirus-pandemia? ¿No será, acaso, aquello de lo humano que excluye, que oprime? ¿No será, acaso, la misma condición humana calificada como execrable?

Carlos Marx, en el primer capítulo de los llamados “Manuscritos económico-filosóficos de 1844”, ofrece la explicación más hermosa de lo que el ser humano significa: “vida que crea vida”.

¿No será que el capitalismo actual de base financiero/especulativo/parasitario, neoliberal y globalizado, colonizador y depredador, racista y patriarcal es quien mata y los excluidos/oprimidos serían sus enemigos, material de descarte?

https://elpais.com/ideas/2020-03-21/la-emergencia-viral-y-el-mundo-de-manana-byung-chul-han-el-filosofo-surcoreano-que-piensa-desde-berlin.html?rel=lom&fbclid=IwAR2evwQ1f2DtDjk3BGXQ7uMGi3Ma-FQQGmCvRzVupFNxLM01lYszrgsxCM8

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La guerra alcanza la literatura ucraniana

Redacción: El País

Los conflictos con Rusia fortalecen el ucraniano y potencian la creación literaria en ese idioma. Los autores marcados por la experiencia de la guerra proliferan en Ucrania.

El presidente de Rusia, Vladímir Putin, sin querer, puede haber sido el gran promotor de la literatura en lengua ucraniana desde 2014. Aquel año es un punto de referencia para las relaciones internacionales en el continente europeo y también para los hábitos de lectura en Ucrania, pues la anexión de Crimea y el apoyo bélico del Kremlin a los secesionistas enfrentados a Kiev en el Donbás «ha hecho muy difícil la defensa de la cultura rusa y eso ha dado una oportunidad suplementaria a la cultura ucraniana», opina Inna Búlkina, especialista en filología rusa.

En compañía de esa estudiosa, curioseamos en una librería del centro de Kiev (perteneciente a la cadena E, una de las principales del país), donde las obras de autores noveles coexisten con las de los ya clásicos de la literatura actual de Ucrania. En esta última categoría destaca Internat de Serhiy Zhadán (nacido en 1974).

Traducible por “El Internado” o “El Orfanato”, esa novela de 2017 relata el viaje (físico y mental) de un maestro provinciano que atraviesa el frente para recoger a su sobrino de un internado. Con su prosa directa y poética, Zhadán transforma la guerra en la región minera e industrial de Donbás en un entorno fantasmagórico con valor global. Zhadán, junto con Yuri Andrujóvich (nacido en 1960) y Andríy Kurkov (que nació en 1961 y escribe en ruso) forma el trío de autores ucranianos más traducidos en el extranjero, afirma Oleksandra Koval, la directora del Instituto Ucraniano del Libro (IUL), una entidad fundada en 2016 bajo la égida del ministerio de Cultura para apoyar la literatura nacional. En 2019, Kurkov publicó Abejas Grises, cuyo protagonista es un colmenero que deambula por la tierra de nadie en torno al frente bélico oriental.

Librería en Kiev (3335) con libro del año
Librería en Kiev (3335) con libro del año «Hija» de Tamara Horija-Zernya (izquierda) y un libro de novelas policiacas de los años veinte (derecha). OLEXANDR KLYMENKO

Conocer las tiradas reales de las publicaciones no parece tarea fácil por motivos comerciales, financieros y fiscales y Koval se queja de la negativa de las editoriales a compartir información. “Como bestseller pueden considerarse las obras que sobrepasan los 15.000 ejemplares”, afirma, y explica que se trata de “tiradas reducidas, que se van repitiendo según la dinámica de ventas”. En 2019, tres títulos alcanzaron esa categoría, explica la funcionaria: el primero fue la novela Jaraktérnik (traducible por “El Brujo”), ambientada entre cosacos del siglo XVII por Vasili Skliar (nacido en 1951) un especialista en novelas históricas conocido como “el abuelo de los bestseller”. Netflix con su serie The Witcher parece haber contribuido al éxito del brujo cosaco.

Las otras dos obras de gran tirada citadas por Koval son Hasta que la luz se apague para siempre del autor de techno-thrilers Max Kidruk (nacido en 1984) y Ramillete de las flores favoritas de Svetlana Talán (1960), que escribe novela social con protagonistas femeninas animosas y positivas. De estos tres autores apreciados por sus compatriotas, ninguno figura en el catálogo de “nuevos libros”, editado en inglés por el ILU. Sobre esta circunstancia, Iryna Baturévych, jefa del departamento analítico del ILU, explica que la selección de autores corrió a cargo de expertos literarios, académicos, críticos y representantes de los principales festivales literarios nacionales, los cuales decidieron en función de sus propias ideas de lo que interesa a un público internacional.

La contienda en el Este de Ucrania es abordada frecuencia por en los últimos años y tiene una influencia negativa sobre la literatura al servir de promoción de malos poetas, afirma Búlkina. Según el crítico Evguene Stasinevych, el conflicto bélico marca la obra La Tierra de lo Perdido (2017) de Kateryna Kalytko (1982) y es el telón de fondo de la prosa de A sus espaldas de Haska Shyyan (sobre las vicisitudes de la pareja de Marta y Max después de que éste se enrole en el frente y ella escape la depresión con un viaje que culmina con un atentado en la Costa Azul). Como “un agujero negro que se siente pero no se ve”, la guerra está también en Caídas Felices (2019), de Evgeniya Belorusets, donde se recogen historias de mujeres testigos de su propia vida y de la “gran historia”. La contienda es el núcleo de Hija, una obra de Tamara Horija- Zernya (Tamara Duda), una periodista premiada por la BBC en 2019, que destila en ella sus dos años de voluntaria y recaudadora de fondos para los combatientes ucranianos.

Estantes dedicados a la literatura de Ucrania en una librería de Kiev.
Estantes dedicados a la literatura de Ucrania en una librería de Kiev. OLEXANDR KLYMENKO

La guerra influye además en los dilemas que se plantean a lectores y escritores. El 33% de los lectores elige la lengua en que ha sido escrito el libro, el 12% son indiferentes al idioma en que haya sido escrito, el 28% elige libros en ruso y el 24%, lo hace en ucraniano, siendo este último porcentaje mayor entre los lectores más jóvenes, afirma Baturévych, citando datos recientes. Como comparación, en 2013 el 53% de los lectores preferían el ruso, el 26% el ucraniano y el 21% se decantaba por el idioma en el que hubiera sido escrito el libro o no daba importancia al tema, señala.

Entre las obras más populares de 2019, en la librería que visitamos en el centro de Kiev mencionan Barrio D, un conjunto de historias de Artiom Chej (nacido en 1985) y la colección de ensayos Si, pero, de Tarás Prochasko (nacido en 1968), un botánico miembro del “grupo Stanislav” de Ivano Frankivsk. Además, citan a Irena Karpa (1980) y su novela Buenas noticias del mar de Aral, a André Liaba (1987) con la obra de ensayo En búsqueda de los bárbaros. Viaje por los territorios donde los Balcanes comienzan y no se acaban. Algo anteriores son la colección de ensayos Y de nuevo me meto en un tanque (2016) de Osuna Zabuzhko (1960), y Huellas en el Camino (2019) de Valeri Anániev (1993), veterano de la contienda, blogger y peregrino a Santiago.

La sombra de Chernóbyl

En opinión de Koval, un futuro brillante espera a Markiyán Kamysh, autor fascinado por el mundo de la central nuclear de Chernóbyl, que ha escrito Scrap (2017) y antes Un Paseo por la Zona (2015) sobre el saqueo del territorio contaminado. Kamysh nació en 1988 en la familia de un físico nuclear que trabajó en liquidar las secuelas del accidente.

“A Vladímir Putin alguna vez le agradecerán lo que ha hecho por la literatura en ucraniano”, dice una experta en filología rusa

”E” es una de las principales redes de distribución de libros de Ucrania, y la lista de las obras más vendidas en el comercio visitado a fines de febrero en Kiev coincide solo en parte con la lista estatal de ventas de la cadena, donde figuran obras de autoayuda, de psicología, sobre cómo prosperar en los negocios y también sobre cómo escribir correctamente en ucraniano. En esta lista global, en quinta posición estaba Feliks Avstria (editado en 2014) de Sofia Andrujóvich, (la hija de Yuri Andrujóvich), que reconstruyó la vida provinciana de 1900 en una ciudad oriental del imperio austrohúngaro (la actual Ivano Frankiv, hoy en Ucrania).

A Vladímir Putin alguna vez le agradecerán lo que ha hecho por la literatura en ucraniano”, opina Búlkina. «Los que antes leían en ruso ahora leen en ucraniano y además, técnica y económicamente, es cada vez más difícil comprar los libros editados en Rusia, puesto que hay que encargarlos, cumplir los trámites de aduanas y someterlos a una comisión especial que determina si contienen o no propaganda anti ucraniana”, explica. Prohibida en Ucrania está la producción de nueve editoriales de la Federación Rusa, que han difundido obras de autores consideradas hostiles por las autoridades en Kiev. Por la misma razón, Ucrania ha vetado varias compañías rusas de venta por Internet.

La guerra altera la identidad lingüística y reestructura los mercados. Volodymir Rafeenko, un escritor de Donetsk (1969) se ha trasladado a Kiev y ha sustituido el ruso por el ucraniano como lengua literaria (Mondegreen, publicado en 2019). La zona de Donbás es rica en autores de ciencia ficción, que escriben en ruso. Dadas las nuevas trabas y dificultades para el comercio editorial entre Rusia y Ucrania, estos escritores, en algunos casos implicados activamente en la causa secesionista, han quedado excluidos del mercado ucraniano.

La guerra alcanza la literatura ucraniana

Importante para la historia de la literatura en Ucrania es una serie dedicada a rescatar del olvido la producción editorial en idioma ucraniano de los años veinte del pasado siglo. En la selecta colección confeccionada a partir de 2016 por Yarina Tsimbal, del Instituto de Literatura de la Academia de Ciencias de Ucrania, destacan las novelas policiacas y de amor.”Se trata de un periodo único caracterizado por la libertad temática y de expresión”, afirma Tsimbal, que en Caminos bajo el Sol reunió reportajes periodísticos de seis autores, tres de los cuales perecieron en los años treinta represaliados por el régimen estalinista.

En el apartado de otros idiomas de Ucrania, como el húngaro, el rumano y el tártaro de Crimea, el ILU no parece tener nada que mostrar, pues “las lenguas de las minorías, excepto el ruso, no son aún un segmento comercial del mercado ucraniano”, afirma Baturevych. Escasean los traductores y el mercado literario en húngaro y rumano de las provincias de Transcarpatia y Chernivtsi (la antigua Bucovina) es abastecido desde Budapest y Bucarest respectivamente.

Entre las traducciones al ucraniano, llaman la atención las de la Nobel Svetlana Alexiévich (en ruso en el original). Búlkina califica de “todo un gesto” estas traducciones, que son posteriores a 2014 y corresponden a obras publicada en el siglo pasado o la primera década de este siglo. Muchos recuerdan que las versiones ucranianas de los libros de Gary Potter, al adelantarse a las versiones rusas de las mismas obras, contribuyeron en gran manera al arraigo del ucraniano en la literatura infantil. “Antes, nuestro sistema político era indiferente ante los libros en ucraniano y mucha gente pensaba que nuestra lengua no era interesante, pero ahora tenemos muchos libros en nuestro idioma y eso es estupendo”, afirma la dependienta de la librería que visitamos en Kiev, una joven de 25 años, que atiende en ucraniano y en inglés, pero no en ruso.

Fuente: https://elpais.com/cultura/2020/03/12/babelia/1584010941_473686.html

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Tragedia Siria

Por: El PAIS

Cuando están a punto de cumplirse nueve años de guerra civil en Siria, el conflicto sigue sumando cifras de devastación cada vez peores en las que, de lejos, la parte más perjudicada es la población civil. La última alerta lanzada por la ONU sobre la existencia del mayor éxodo de refugiados desde 2011 es un buen ejemplo de la preocupante degradación de una confrontación que más allá de sus implicaciones políticas y estratégicas está teniendo un intolerable coste en vidas humanas.

En medio del invierno y con temperaturas que han llegado a alcanzar los 10 grados bajo cero, unos 900.000 sirios de la provincia de Idlib, en la frontera con Turquía, han tenido que abandonar el lugar donde se encontraban prácticamente con lo puesto. De ellos unos 290.000 son niños y el 80% de los adultos son mujeres viudas. En numerosos casos se trata de refugiados que no han abandonado sus hogares, sino campos de acogida en los que se habían instalado huyendo de la guerra de otras zonas de Siria. En esos campos, las condiciones de vida han sido calificadas de “horribles” por las agencias de ayuda internacional, pero al menos allí estaban a salvo de la guerra. Ya no. Emprender la huida se ha convertido en una desesperada rutina para cientos de miles de personas.

Es urgente que, tal y como demanda Naciones Unidas, se establezcan corredores humanitarios que sean respetados por todos los grupos combatientes: el Ejército sirio apoyado por la fuerza aérea rusa, el Ejército turco, las milicias kurdas, los grupos rebeldes que combaten al presidente Bachar el Asad y las milicias yihadistas. También es preciso que se respeten mínimamente las reglas de la guerra y el derecho internacional para que hospitales, instalaciones médicas y colegios civiles dejen de ser bombardeados sistemáticamente como reflejan las denuncias de la ONU, que atribuyen la mayor parte de los ataques (y muertes) a la aviación rusa y a las fuerzas leales a El Asad.

Incluso en un escenario de enfrentamiento directo entre dos países de Oriente Próximo como Siria y Turquía, que tendrá importantes consecuencias regionales y en el que ya se han vivido episodios de choques directos entre los Ejércitos de ambos países, deberían respetarse unas mínimas reglas. La diplomacia debe servir en primer lugar para que la situación humanitaria no empeore y después para que la situación en su conjunto no se siga degradando.

Lamentablemente la guerra en Siria se ha sumergido en una espiral de destrucción que hace poco probable una solución a corto plazo, pero lo que no pueden esperar más son medidas concretas y factibles para evitar una nueva sangría de vidas civiles.

Fuente e Imagen: https://elpais.com/elpais/2020/02/21/opinion/1582304963_497794.html

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En la guerra en Siria, un padre enseña a su hija a reírse de los bombardeos

Redacción: News Week Español

En la provincia siria de Idlib es imposible escapar a la guerra, entonces la única manera que Abdulá Al Mohamed encontró para consolar a su hija, de tres años, es vivir los bombardeos diarios como un juego. Un vídeo que mostraba a Salwa riéndose cuando escuchaba el ruido de las explosiones se volvió viral en las redes sociales, lo que atestigua la rutina diaria surrealista y amarga que viven los habitantes de la región de Idlib, objetivo de una ofensiva del régimen en el noroeste. “¿Es un avión o un proyectil?”, pregunta el padre, mientras que un zumbido cada vez más fuerte se hace oír. “Un proyectil”, responde sonriendo a la niña. “Cuando llega, nos reiremos”, prosigue. Lee más: Los civiles en Idlib, Siria, se están quedando sin opciones para escapar de la violencia En otro vídeo, Salwa está de pie en el regazo de su padre en el salón. Su risa sincera es provocada por el estruendo siniestro de una bomba lanzada por un avión. “Dime Salwa, ¿qué hizo el avión?”, pregunta el padre. “El avión vino y me reí mucho. El avión nos hizo reír, nos dijo: ríanse de mí, ríanse de mí”, contesta. Foto: Abdulaziz KETAZ / AFP Huir de los ataques  Un corresponsal de la AFP se reunió con el padre, de 32 años, en Sarmada, una localidad de la provincia de Idlib, el último gran bastión yihadista y rebelde que se enfrenta a una ofensiva del poder sirio y de su aliado ruso. Abdalá Al Mohamed se refugió allí después de haber huido con su familia de Saraqeb, otra ciudad de Idlib reconquistada por las fuerzas del régimen. Sin embargo, los ataques continúan diariamente en Sarmada y en otras partes de la provincia. Mohamed explica que, cuando tenía un año, Salwa lloraba al oír el estruendo de los fuegos artificiales. Le explicó que eran sólo niños celebrando el Id al Fitr, la fiesta musulmana que marca el fin del Ramadán. “Después de eso, cada vez que había aviones en el aire le decía: “Ven riamos juntos, son niños que juegan y es Id al Fitr”, cuenta el padre. “Intento hacerle creer que lo que está pasando es algo divertido”, prosigue Mohamed. Foto: Abdulaziz KETAZ / AFP) Una vida decente “Más tarde se dará cuenta de qué es la muerte. Pero cuando llegue ese día, también habrá comprendido quiénes somos y cuál es nuestra historia”, confía Mohamed. La provincia de Idlib, dominada por yihadistas, también acoge a rebeldes que se alzaron en armas contra el gobierno de Damasco tras la represión de las manifestaciones que exigían reformas en 2011. La mitad de los 3 millones de habitantes de la provincia son desplazados internos. Entérate: Mueren al menos siete niños por las condiciones en los campamentos de desplazados del noroeste de Siria Según el Observatorio Sirio de los Derechos Humanos (OSDH), más de 400 civiles han muerto desde mediados de diciembre, entre ellos varios niños, en los bombardeos que también afectaron hospitales y escuelas. Según  Naciones Unidas, cerca de 900,000 personas fueron desplazadas por la violencia. Después de nueve años de una guerra en la que murieron más de 380,000 personas, el padre de Salwa no tiene esperanzas. “Estamos cansados de enviar llamadas (de ayuda), no tenemos ninguna aspiración. Sólo queremos una vida decente para nuestros hijos”, asegura.

https://youtu.be/JEFnWVzeBSo

Fuente: https://newsweekespanol.com/2020/02/siria-padre-ensena-hija-reirse-bombardeos/

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La literatura colombiana tras medio siglo de guerrilla

Redacción: El País

Los escritores colombianos siempre han dado cuenta del conflicto armado del país. Pero el acuerdo de paz representa nuevos retos para su narrativa.

“Al caer el sol, las tropas guerrilleras bailan: siempre chico y chica juntos, muy jóvenes, apretados, él con una mano en la cadera de ella, los pies moviéndose con destreza, entrelazándose sin llegar a pisarse. Cada canción les aleja un poquito más de la única vida que han conocido: la guerra. En su mirada, un combate: el de un horizonte sin armas contra un pasado en el que la violencia se llegó a normalizar”.

Si la literatura responde al espíritu del momento en una sociedad, el relato de X: el francotirador rebelde, del periodista José Fajardo, refleja el que vive Colombia: un periodo de transición después de una guerra de medio siglo tras la firma de un acuerdo de paz, el reacomodo, la incertidumbre o, como los personajes de este libro, un combate por dejar el pasado violento atrás. «Colombia ha sido el país de los nadie, del que mata y no quiere que su nombre se sepa, del que muere y nadie se acuerda’, dice Fajardo en el libro en el que se ocupa de un excombatiente al que la guerra le borró la identidad.

La literatura sobre posconflicto o, si se quiere de paz, una palabra aún polémica porque es esquiva en amplias regiones del territorio nacional, no es nueva en Colombia. Más bien, como ha dicho el escritor Sergio Álvarez (La Lectora35 muertos) el conflicto hace parte del ADN de la narrativa del país. No hay escritor que haya escapado a esta realidad. Se encuentra en Cien Años de Soledad, de Gabriel García Márquez; en Los Ejércitos, de Evelio Rosero; o en Delirio, de Laura Restrepo, por mencionar unos pocos. Álvarez, por ejemplo, ha contado la historia de los campesinos desplazados, pero también ha navegado en el mundo de delincuentes, narcotraficantes y guerrilleros. Sin embargo, como dijo en el Festival Internacional de Literatura de Berlín en 2017, espera que el proceso de paz fructifique y que “podamos empezar a contar lo que viene después, la construcción de un país distinto y la secuela de todos esos enfrentamientos violentos, pero vistos de una forma más constructiva”.

La literatura sobre paz en Colombia se entiende también como memoria. La novela- dice el escritor Santiago Gamboa (Será larga la noche)- es un espejo. “Nosotros hemos tenido tres grandes catarsis como sociedad en los últimos 15 años, ¿y de donde han provenido? Del arte. La primera, El olvido que seremos, libro de Héctor Abad Faciolince, que refleja la muerte del padre, la orfandad. Es el padre de Héctor Abad, pero lo leemos como un espejo, entonces lloramos con ese libro y nos conmueve profundamente. Es el más leído en Colombia después de García Márquez porque produjo una gran catarsis nacional”, dice Gamboa, cuyo último libro da voz a un excombatiente. “La segunda, la obra de Doris Salcedo: la paz, la reconciliación, la dureza de las armas, las víctimas. Y la tercera, las fotos de Jesús Abad Colorado. Es el arte el que nos permite comprender la realidad y conmovernos con ella. Eso produce mejores ciudadanos”, agrega.

Pero encarar esta nueva etapa de Colombia no es un desafío sencillo para los escritores y cada uno se acerca desde distintos ángulos. Se trata de una narrativa de la fragilidad porque da cuenta de una paz endeble, quebradiza. Pablo Montoya (Tríptico de la infamia, Los derrotados), afirma que tras los acuerdos de paz abunda la narrativa testimonial y que se viene una avalancha de literatura sobre desaparecidos porque “necesitamos nombrarlos y rescatarlos desde la literatura misma”.

Para Montoya, quien lanza este año su novela sobre la escombrera, una gran fosa común en las laderas de Medellín, en un país con tantas víctimas -cerca de 83.000 desparecidos-, la literatura tiene el papel de darles voz a quienes han estado silenciados y de “aguar la fiesta” a aquellos que buscan pasar la página como si Colombia no estuviera fracturado. “Nuestra obligación es más recordar que olvidar, más remover los escombros del ayer que ocultarlos o ignorarlos”, dice el ganador del premio Rómulo Gallegos.

“La pregunta que, por lo tanto, me concierne como escritor es: ¿cómo la literatura podría participar en esta confluencia de múltiples inquietudes desprendidas por los acuerdos de paz firmados en La Habana? Debe sustentarse en un credo que ha movido la escritura literaria más arrojadiza: ha de hundirse en zonas turbias”, agrega en su ensayo Paz y literatura.

El relato oficial sobre lo que ha pasado en Colombia es un terreno en disputa. Y las grandes editoriales han apostado por novedades de no ficción, por el relato de algunos de sus participantes. La más conocida es La Batalla por la Paz (Planeta), escrita por el expresidente Juan Manuel Santos, que aborda la filosofía y detalles sobre cómo llegó al proceso de paz. El título del libro que alude, tal como el de los personajes de X: el francotirador rebelde, a la paz como una batalla por dar, a un combate.

En esa misma línea y desde adentro, también está Revelaciones al final de una guerra, el testimonio del negociador del gobierno, Humberto de la Calle. Y Disparos a la paz (Penguin Random House), de los exministros Juan Fernando Cristo y Guillermo Rivera. Ambos libros revelan episodios desconocidos sobre el proceso de paz, las dificultades durante el plebiscito y lo que viene para los actores del acuerdo.

Pero no son las únicas voces que se están levantando. Los excombatientes también quieren narrar cómo han vivido la guerra y ahora, la paz. Martín Cruz Vega, que estuvo en la guerrilla de las FARC durante 43 años, es un prolífico escritor y desde que se selló el acuerdo de paz ha publicado varios libros: Diario de la guerra y la pazEl último fusilDe las trochas a la pazCrónicas clandestinas y Orbitar en mis versos, este último por salir. “Publiqué el primer libro en 2017 cuando todavía estábamos con las armas en las manos. Pero el proceso de paz fue un estímulo. Mi vida en la selva fue muy larga y siempre escribí. Ese era mi bálsamo e iba recopilando todo esperando para publicar. Es importante la literatura sobre lo que pasó en la guerra para que no vuelva a pasar en ninguna parte del mundo”, dice. “La posibilidad para escribir es ahora en la paz”, concluye Cruz Vega.

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