El gobierno haitiano destinó mil millones de gourdes (unos 10 millones de dólares) para apoyar a docentes y personal de las escuelas privadas que se mantienen en pausa debido a la pandemia de Covid-19 que azota hoy al país.
Los fondos se transferirán a las cuentas de los centros privados, profesionales y universidades, y representan un subsidio gubernamental para maestros y personal de estos establecimientos con el fin de hacer frente al nuevo coronavirus SARS-CoV-2, confirmó Garry Lapierre, presidente del sindicato del ministerio de Educación. El funcionario aseguró a la plataforma digital Van Bef Info que la cartera ya cuenta con el presupuesto, aunque señaló dificultades en algunas instituciones para acceder al subsidio.
Tras detectarse los primeros casos de Covid-19 en Haití, se dispuso un estado de emergencia sanitaria, cierre de escuelas, universidades, aeropuertos, fábricas y fronteras.
El gobierno anunció en ese momento que otorgaría fondos a esas entidades, sin embargo, en las últimas semanas recibió numerosas críticas por incumplir dicha promesa.
Más del 80 por ciento de la educación en Haití está en manos de privados, y muchos acudieron a la red de redes para continuar el año educativo, que en 2019 también se detuvo por las masivas protestas antigubernamentales.
Sin embargo, para muchos educandos de la nación caribeña, puede dificultarse el acceso a estos programas, en un país donde solo el 30 por ciento de la población cuenta con servicios de electricidad, mientras otros son incapaces de solventar los costos de la conectividad.
La cartera de Educación, reconoció que la brecha digital de Haití puede limitar el impacto de esta iniciativa, aunque insistió que el entorno digital es una fuente de oportunidades, y las clases virtuales pueden suplir la falta de recursos de países en vías de desarrollo.
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La avanzada de la pandemia del COVID-19 ocultó hasta cierto punto y retrasó una serie de procesos sociales que venían pujando con fuerza por transformaciones sociales urgentes, pero también, dejó a la vista de todos, la razón de muchas de las demandas exigidas en el contexto justo de esos procesos sociales referidos. Para el caso de Chile, la violencia del régimen neofascista de Sebastián Piñera y el proceso constituyente abierto por la fuerza popular prosigue, aunque como es natural, las condiciones del cuidado de la salud han modificado formas de protesta o la magnitud de ellas, pero el pueblo chileno no ha renunciado a la lucha, sigue la demanda por la instauración de una constituyente real que garantice las reformas sociales del pliego petitorio popular. Piñera a su vez, a quedado en evidencia por su incapacidad y desinterés por ejercer medidas reales para combatir la pandemia, siendo precisamente Chile, el país experimental de origen de las políticas neoliberales que desmantelaron en América Latina y el mundo los sistemas de salud pública y los derechos laborales hoy tan abatidos en el marco la de crisis sanitaria que vivimos.
En Brasil, Jair Bolsonaro ha demostrado inutilidad absoluta, burlándose de la magnitud de la pandemia, distorsionando información y quedando relegado de última hora del poder por sectores militares que mediante un golpe blando lo desplazan para entre otras cosas evitar mayores manifestaciones de inconformidad al menos por el momento, aunque se sabe que esos desplazamientos suelen ser antesala de mayores imposiciones y limitaciones en términos democráticos y de las garantías individuales de los pobladores, pues desde los primeros días de la llegada del COVID-19 a Brasil, la sociedad adoptó medidas de cuarentena sin la dirección gubernamental y organizó la resistencia efectuando cacerolazos diarios por la noche, Bolsonaro, más ocupado en servir a los grupos ultraconservadores evangélicos ha declarado sin pena, que es posible equiparar las muertes por el coronavirus con accidentes de autos, a decir del neofascista, son hechos inevitables lavándose las manos del asunto, siendo el primer gran resultado de esa actitud su alejamiento del poder.
En Ecuador, al parecer la situación ha alcanzado niveles realmente trágicos, denuncias por las redes sociales muestran videos de personas muertas en las calles, sumando según algunas fuentes miles de pérdidas humanas, ante lo cual y si bien mediante un video, el presidente Lenin Moreno, pretendió dar la imagen de estar actuando y preocuparse por los hechos sin que nada mejore, ahora, su figura pasa desapercibida en medio de la catástrofe, además, al igual que Bolsonaro, se muestra más preocupado por satisfacer las demandas de la oligarquía ecuatoriana, al procurar que Rafael Correa, sea sentenciado a ocho años de cárcel por presunta vinculación delictiva, queriendo con ello, dejarlo fuera de los comicios que deben celebrarse en el 2021 para la presidencia ecuatoriana.
En Colombia, la situación no es diferente, mientras la pandemia avanza, Iván Duque se presta al juego del imperialismo estadounidense y se convierte en agente abiertamente participe de las agresiones contra la República Bolivariana de Venezuela, apoyando la llegada de buques militares postrados frente a Venezuela, simulando desconocimiento de que es Colombia el país con mayor tráfico de drogas a los Estados Unidos y no Venezuela como se quiere hacer creer. Duque ha permitido la violación de la soberanía colombiana al dejar sus fronteras como campo estratégico de batalla para la preparación de la agresión militar que están fraguando, ya semanas atrás, Juan Guaidó y otros sátrapas del imperialismo, fuero descubiertos y denunciados por el tráficos de armas con fines golpistas, siendo Colombia su protector y proveedor paramilitar, Duque sometido a Donald Trump, se ocupa más de ser el fiel lacayo imperialista que en salvaguardar la salud de sus pobladores.
En el Salvador una serie de protestas han desnudado el carácter del régimen de Nayib Bukele, quien en un principio, quiso jugar al héroe anunciando la suspensión de pagos de impuestos y otros cobros por tres meses, pero en realidad, buscaba lavar su imagen sobre sus actos en la asamblea salvadoreña a la cual asaltó para lograr sus objetivos económicos y políticos semanas antes de la llegada del coronavirus y, después, en medio de sus anuncios simulados, endeudó a el Salvador con un millonario préstamo al Fondo Monetario Internacional (FMI), organismo que como sabemos, pasada la cuarentena, se encargará de comenzar a saquear al país centroamericano ante lo que el gobierno actuará como se han hecho otros a lo largo de la historia latinoamericana, permitiendo el robo a su nación y cargando sobre la espalda del pueblo salvadoreño la deuda que no les venefició y por la que tampoco fueron consultados a la hora de ser adquirida, al igual que como pensó Bukele que la entrega de subsidios familiares sería una medida popular y resultó ser la causa desencadénate del malestar social, de la misma forma ocurrirá cuando los efectos del préstamo comiencen a caer sobre los salvadoreños.
En países como Haití que han entrado a la fase de transmisión comunitaria, las medidas tratan de ser reforzadas, enfrentándose a la cruda realidad de que el desmantelamiento continuo de los servicios de salud pública, junto a la grave crisis social y económica que vive desde hace muchos años, y que de manera particular en el último año y medio ha mantenido protestas regulares contra el gobierno, crean un panorama un difícil por vencer. En Bolivia, las imágenes hablan del incremento de la represión militar golpista para tratar de calmar los reclamos socuelas de apoyo económico por la aguda situación de pobreza que ha regresado justamente desde que aconteció el golpe neofascista contra Evo Morales, además, hay que recordar que estaban programadas para mayo las elecciones presidenciales cuya tendencia electoral encabeza el Movimientos al Socialismo (MAS). Por su parte en México, el gobierno federal, encabezado por Andrés Manuel López Obrador, ha ido implementando las medidas conforme los resultados van avanzando, apunto de entrar a la tercera etapa de la pandémica según los lineamientos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), parece es posible evitar una catástrofe como ha ocurrido en países europeos, pero, lamentablemente, sabiendo la difícil situación por la que se pasa, grupos ultraconservadores con rasgos neofascistas, se lanzan con ataques y descalificaciones, generando desinformación con el fin de manipular la opinión pública y así buscar mermar la imagen gubernamental. Estos grupos herederos de las formas del viejo régimen, desearían que el gobierno federal endeudase a la nación con un nuevo préstamo al FMI como lo hicieron los anteriores gobiernos, y frente a la negativa de endeudar al país, se muestran hambrientos de tragedia sin importarles realmente el bienestar colectivo y social, quieren a todas luces utilizar los acontecimientos de la pandemia para desestabilizar y dar un golpe neofascista.
Es de notarse que en los países cuyos gobiernos se han mostrado tendientes al neofascismo la pandemia de COVI-19 causa mayor daño a la población y sus regímenes son repudiados por la sociedad, ese es el caso de Brasil, Ecuador, Bolivia, Chile y Colombia, tendiendo estos gobiernos a la militarización, la represión, el endeudamiento y el apoyo a las agresiones imperialistas sobre países como Cuba y Venezuela, quienes por su parte, ponen el ejemplo de humanismo en la región y el mundo controlando la pandemia al interior de sus naciones, brindando apoyo a otros países con brigadas médicas, recursos económicos y resistiendo la continua agresión imperialista a través de los bloqueos económicos que les han impuesto, la guerra mediática incesante y las amenazas y agresiones militares con cercos e invasiones perpetradas con la ayuda de las oligarquías neofascistas de la región.
Los neofascistas fieles al imperialismo estadounidense, quieren aprovechar el contexto de la pandemia del coronavirus para avanzar estratégicamente e imponer con mayor fuerza su brutalidad, pero los pueblos latinoamericanos reconocen en el ejemplo de Cuba y Venezuela el verdadero rostro del humanismo, de la solidaridad internacionalista, la defensa de la soberanía y autodeterminación, la resistencia popular y proletaria sigue su curso, aunque por ahora no sea posible ocupar las calles en su totalidad, la conciencia no disminuye, muy al contrario, la cara neofascista y proimperialista de los regímenes mencionados queda desnuda y será combatida con la organización y la fuerza popular de Nuestra América.
América Central/Haití/22-03-2020/Autor(a) y Fuente: acento.com.do
Por si no hubiera tenido suficiente con el terremoto de 2010, el cólera, el dengue, los huracanes, la falta de agua, la pobreza, la insalubridad, la desnutrición, la violencia, la inestabilidad política, la corrupción o la inseguridad, Haití se enfrenta ahora a un peligro desconocido: el nuevo coronavirus.
La nación más pobre del hemisferio occidental reportó en la noche del jueves 19 de marzo los dos primeros casos de covid-19 y decretó desde entonces el estado de emergencia para intentar frenar la expansión de una pandemia que en el mundo había dejado más de 11.000 muertos, según el Instituto Johns Hopkins de EE.UU.
«Las escuelas, centros de formación profesional, universidades estarán cerradas desde este viernes. El gobierno declara un toque de queda en todo el territorio nacional entre las 8 p.m. y las 5 a.m. a partir de este viernes», anunció el presidente, Jovenel Moïse.
El país caribeño, que todavía intenta levantarse de un sismo que acabó con lo poco que tenía en pie en 2010, había cerrado sus fronteras y cancelado casi todos los vuelos desde la pasada semana para intentar contener la llegada del virus.
Y mientras nuevos casos aparecían y se multiplicaban por casi todo el planeta, Haití aparecía sobre el papel como uno de los pocos lugares libre de covid-19. Era solo cuestión de tiempo.
«Sospecho que en realidad estaba allí desde antes y me temo que lo que viene es muy preocupante«, asegura a BBC Mundo Conor Shapiro, director general de Health Equity International, una ONG que lleva ayuda médica al país.
«Si para todos los países será muy difícil, creo que ya deberíamos estar alarmados por lo que pasará en Haití», agrega.
El país más pobre
Antes de la llegada del coronavirus e incluso antes del terremoto -que hizo de Puerto Príncipe una pila de escombros, mató a más de 316.000 personas y dejó a más de 1,5 millones sin hogar- Haití llevaba tiempo haciendo trágico honor a su fama de nación más pobre del hemisferio.
Antes del terremoto de 2010, unos dos tercios de sus 10 millones de habitantes ya vivían en la pobreza extrema y sin acceso a agua potable. Y tras el sismo, un brote de cólera que ya se ha vuelto endémico ha dejado unos 10.000 muertos.
Ahora, una década después y tras meses de inestabilidad social que han llevado incluso a la policía a enfrentarse a balazos con el ejército, la nación caribeña se enfrenta quizás a un problema mayor.
«Tanta gente viviendo hacinada, sin agua potable o jabón, sin poder abastecerse de comida y sin poder comer si no trabajan… creo que la epidemia de cólera fue predictiva (de lo que puede pasar ahora): Haití tuvo la peor que se ha dado en la historia. La pesadilla será peor que la de Italia», afirma Brian Concannon, fundador del Instituto para la Justicia y la Democracia en Haití (IJDH).
Haití ha vivido meses de inestabilidad social.
Franciscka Lucien, directora general de IJDH y quien trabajó en Haití durante la epidemia de cólera, asegura por su parte que el panorama podría ser incluso peor que en otras naciones, dado los altos niveles de pobreza y de insalubridad.
«Estamos hablando de un país donde la mayor parte de la población vive muy por debajo de todos los estándares de pobreza, en una infraestructura prácticamente destruida», le cuenta a BBC Mundo.
«Otras epidemias han demostrado que las partes más afectadas son aquellas donde viven la gente que es más vulnerable y es por eso que el coronavirus es algo muy preocupante, porque la mayor cantidad de la población de Haití vive en la pobreza«, señala.
Shapiro, por su parte, indica que los altos índices de desnutrición o la elevada cantidad de personas inmunodeprimidas, con VIH o, incluso, tuberculosis, hace que la población de riesgo sea comparativamente más vulnerable que en gran parte de las naciones del mundo.
Haití es el país con mayor casos de sida en el Caribe y sus tasas de prevalencia del VIH se encuentran entre los más altos de la región, mientras tiene la mayor prevalencia de tubercolsis de todo el continente y el 22% de sus niños menores de 6 años sufre desnutrición severa.
Pero según Lucien, más allá de las estadísticas que lo potencian como un candidato perfecto para un desastre sanitario terrible con la llegada del nuevo coronavirus, uno de los mayores peligros es que la enfermedad se vuelva incontrolable en un país donde el sistema de salud no da abasto en circunstancias normales.
«Una de las cosas que más me preocupa es que la covid-19 acabe de hacer colapsar un sistema de salud que no alcanza para el día a día», señala.
Un sistema al límite
Shapiro, que ha coordinado esfuerzos humanitarios en Haití por casi dos décadas, coincide que para tener una idea del impacto que el coronavirus puede tener allí basta con recordar cómo eran los servicios sanitarios incluso antes de la llegada de la pandemia.
«Hasta ahora, recibir servicios médicos ha sido muy difícil para la mayoría de la población en general. Muchas personas tienen que viajar de un lado a otro del país por horas a los pocos hospitales que existen para recibir atención. Hay embarazadas que en los momentos del parto tienen que viajar de una ciudad a otra para poder tener una cesárea», señala.
No existen datos oficiales sobre el número de hospitales que funcionan actualmente en Haití ni de la cantidad de su personal médico, aunque reportes en medios locales aseguran que el número de ambos cayó considerablemente los últimos años.
Un informe realizado en 2018 por la Fundación St Luke y el Centro Médico de Maryland señalaban que para aquel entonces, en todo el país, con una población superior a los 10 millones, solo había 90 camas disponibles para cuidados intensivos.
De ellas solo 45 contaban con asistencia respiratoria, uno de los elementos esenciales para los casos más críticos de coronavirus.
El sistema de salud de Haití está entre los peores del continente.
«La atención médica no era una facilidad accesible. Si ahora le sumamos la covid-19 y si pensamos que se teme que los sistemas de salud de países desarrollados no den abasto, podemos imaginar que para Haití se trata de una situación extrema», afirma Shapiro.
Según un estudio del Banco Mundial de 2010 (última fecha disponible), el gobierno haitiano apenas cuenta con fondos para para operar la red de hospitales públicos de la isla y el presupuesto destinado a la salud bajó de 16,6% en 2004 a 4,4 en poco más de una década.
Y de ese total, según el informe, casi el 90% está destinado a pagar los salarios del personal médico.
Desde el Ministerio de Salud Pública de Haití afirman que el país está haciendo todo lo que está en sus manos para contener la epidemia.
«Ningún país estaba preparado para esto y nosotros tampoco lo estamos. Pero hemos tomado medidas y tenemos activado un plan de contingencia para intentar contener el virus», asegura un vocero a BBC Mundo.
«Cerramos las fronteras, estamos haciendo campañas de concientización para que la gente se lave las manos, para que conozcan sobre el virus, para que tomen medidas para su protección», agrega.
El gobierno haitiano anunció a inicios de semana el cierre de los pasos fronterizos con República Dominicana, canceló la mayor parte de los vuelos internacionales (con excepción de EE.UU.) y suspendió la mayor parte de eventos sociales.
Sin embargo, Etant Dupain, un periodista local, le cuenta a BBC Mundo que pese a que el gobierno decretó el estado de emergencia el jueves, los mercados y el comercio callejero, bases de la economía informal haitiana y fuente de subsistencia de miles de personas, continuaban funcionando como de costumbre este viernes.
La gran incertidumbre
Para Shapiro, la gran preocupación por la llegada del coronavirus a Haití trasciende la pobreza que hará multiplicarse los contagios como polvorín en llamas o la falta de infraestructura sanitaria que augura un número terrible de muertes.
«He trabajado en Haití desde 2003 y esta es la primera vez que el país corre el riesgo de quedarse solo en medio de una epidemia que está mermando a su población«, asegura.
Haití canceló la mayor parte de sus vuelos a inicios de semana y comenzó a realizar controles de salud en sus aeropuertos.
«Todos los países que se han acordado de Haití en los momentos críticos están ahora tratando de combatir la pandemia en sus territorios, por lo que me temo que Haití tendrá que hacerle frente al covid-19 por sí solo», señala.
Sus temores no terminan con lo que pueda pasar con los enfermos por el coronavirus.
El experto, quien dirige en el hospital St Boniface en el sur de Haití, cuenta que por años las instalaciones médicas en el país se han mantenido a flote a duras penas gracias a la colaboración internacional.
«Ahora estamos preocupados de que podamos continuar recibiendo el apoyo exterior y los suministros médicos que necesitamos, ya no solo para la covid-19 sino para seguir manteniendo los servicios que hasta ahora hemos podido ofrecer», agrega.
«No podemos minimizar las circunstancias. Haití se enfrenta a un desafío nunca antes visto», afirma.
Fuente e Imagen: https://acento.com.do/2020/bbcnewsmundo/8796733-coronavirus-en-haiti-los-peligros-por-la-llegada-del-covid-19-a-la-nacion-mas-pobre-de-america/
América/Haití/26/02/2020/Autor y fuente: https://www.tercerainformacion.es
Reporte del militante haitiano Henry Boisrolin: «La grave situación que vive Haití hace más de un año se desbordó nuevamente. Hubo fuertes enfrentamientos entre los policías que apoyan la formación de un sindicato (Sindicato de la policía nacional de Haití), que ni el gobierno ni la dirección de la policía aceptan. Hubo fuertes incidentes el lunes y el miércoles donde fueron incendiados varios stands, preparados para el carnaval, en el Campo de Marte, y tambien cerca del estadio , el equipo de sonido y carros.
El gobierno respondió diciendo que eran terroristas y revocó a cinco miembros de la cúpula del sindicato que se quiere formar, entre los cuales la figura más visible es la agente en actividad, Yanick Joseph. La policía rechazó la revocación y ahora están exigiendo la renuncia del jefe de policía, la del presidente y del primer ministro. Entonces el gobierno se atrincheró en señalar «que va a haber carnaval lo mismo», pero la policia organizó una marcha hacia el Campo de Marte donde se suele desarrollar tal desfile. Hubo fuertes enfrentamientos y barricadas.
Los tiroteos se intensificaron y los policías atacaron un cuartel del Ejército dejando 2 muertos y una decena de personas heridas. El Ministerio de Defensa dijo que para evitar un baño de sangre cancelaba el carnaval del martes.
Mientras esto ocurría, se sumaron a la rebelión numerosos militantes de movimientos sociales y organizaciones populares, apoyaban así, en las calles, al movimiento de la policía contra el gobierno y la policía nacional. Jovenel Moise, el odiado presidente haitiano, había formado hace un tiempo un grupo especial represivo al que denomina como «el nucleo de las nuevas fuerzas armadas de Haití». Algunos de esa uniformados habían tomado en estos días de crisis, posición en una torre, y dispararon desde allí hacia la gente, que tuvo que desalojar la zona. Muchos empezaron a huir, y se hicieron con el dominio de los tanques, los carros blindados que son de una unidad especial que asegura la seguridad del presidente. Hay un vídeo en que se ve que rodean un carro, y hacen bajar a los ocupantes que son miembros de esa fuerza especial. Se reportan en la tarde del domingo enfrentamientos y se sienten disparos en distintas partes de la capital, hay barricadas de fuego y muchos manifestantes gritando por la caída del gobierno de Moise.
Eso se repite tambien en otras ciudades populosas del país. La situación cada hora se agrava cada vez más. El pueblo se está agrupando frente a las unidades de policía disidente para reforzar su apoyo a las mismas y exigir juntos la caída definitiva del gobierno. Moise estudia con sus allegados la alternativa de llamar a un toque de queda. No se sabe donde está el presidente, ni el primer ministro».
Reporte de Prensa Latina
Los policías, que desde octubre pasado piden aumentos salariales, sindicatos y mejores condiciones laborales, salieron este domingo a las calles, a los que se sumaron cientos de simpatizantes, para reiterar sus demandas y expresar su desaprobación a la celebración de los festejos populares en medio de la creciente inseguridad. Los enfrentamientos estallaron frente a la sede del ejército, cuyos efectivos intervinieron para asegurar, sin éxito, las gradas que debían alojar a los altos funcionarios del gobierno durante las festividades previstas a iniciarse esta noche. Al menos dos militares e igual número de policías resultaron heridos, indicaron varios medios de prensa. Los agentes fueron atendidos en el Hospital Estatal Universitario de Haití, principal institución de su tipo en el país. Aunque las exigencias de los oficiales no son nuevas, sus protestas se radicalizaron esta semana cuando efectivos y partidarios prendieron fuego a los stands de los carnavales en el Champs de Mars y a las carrozas resguardadas en el estadio Sylvio Cator.
También intercambiaron disparos frente a la sede de la Dirección General de la Policía, en Petion Ville, y prendieron fuego a las oficinas del abogado y presidente de la Fundación Je Klere, Samuel Madistin. Por su parte, las autoridades despidieron a cinco agentes implicados en las movilizaciones, entre ellos Yanick Joseph, coordinadora del sindicato policial, aún no autorizado. En las protestas de este domingo, policías exigieron la reintegración de los oficiales, y la autorización para la formación sindical. La víspera, el presidente, Jovenel Moïse, prometió mejorar las condiciones de vida de los agentes y anunció un aumento de cinco mil gourdes (poco más de 50 dólares) a las tarjetas de débito de los oficiales a partir de marzo. Instruyó asimismo, otorgar urgencia al proyecto de construcción de unas 600 viviendas y pidió calma al gremio. Sin embargo, no mencionó la sindicalización, uno de los puntos más álgidos de las demandas policiales.
Fuente e imagen: https://www.tercerainformacion.es/articulo/internacional/2020/02/24/rebelion-policial-con-apoyo-popular-contra-el-gobierno-de-moise-en-haiti
Haití está en ruinas. Su sistema educativo se encuentra entre las instituciones más afectadas del país como consecuencia del reciente terremoto que dejó doscientos mil muertos y un vendaval de calamidad. La información que suministraron el gobierno local y las agencias internacionales da cuenta de la destrucción física de más de la mitad de los establecimientos educativos nacionales, la muerte de cientos de docentes y personal escolar, además de varios miles de alumnos y alumnas en todos los niveles del sistema. El Ministerio de Educación ha sufrido también severos daños y la pérdida de técnicos y administrativos que se desempeñaban en la gestión educativa.
Después del terremoto, la educación haitiana se encuentra, como el país, en el más absoluto caos. Antes, estaba simplemente abandonada
Fuente e Imagen: http://biblioteca.clacso.edu.ar/colecciones/saladelectura/index.php?a=q&r=1&hs=1&t=1&q=Pedagog%EDa&j=dl&c=general&fqf=TX&Submit=buscar+en+CLACSO
América Central/Haití/01-12-2019/Autor(a) y Fuente: www.prensa-latina.cu
El Gobierno de Haití reiteró hoy su apoyo a las iniciativas para reanudar el año académico, en pausa desde el debut de las protestas que protagonizaron cientos de miles de personas.
Eddy Jackson Alexis, secretario de Estado para la Comunicación, señaló que los profesionales del sector educativo desempeñan un papel fundamental en la lucha contra las desigualdades sociales.
Renovó el compromiso de las autoridades de trabajar para fortalecer la calidad de la enseñanza en el país, y anunció que se trabaja para permitir que los estudiantes recuperen los más de dos meses perdidos de clases.
Desde que iniciaron las protestas a mediados de septiembre, la educación es uno de los sectores más afectados, y se estima que unos dos millones de estudiantes, cerca de la mitad de los alumnos del país, no han podido asistir a clases.
Las manifestaciones que paralizaron a Haití piden un nuevo gobierno, que se centre en las necesidades de la población, así como critican la corrupción, impunidad y el poco acceso a los servicios universales.
Datos oficiales aseguran que el 60 por ciento de los ciudadanos haitianos viven por debajo de la línea de la pobreza y el 70 por ciento de la población activa está desempleada.
Las movilizaciones populares, a las que se unieron un amplio número de gremios y sindicatos, paralizaron las principales actividades económicas, comerciales y servicios, sin embargo el presidente Jovenel Moïse insiste en mantener su puesto.
Desde inicios de noviembre, el país experimenta una tensa calma, no obstante, muchas escuelas aún mantienen sus puertas cerradas.
La semana pasada, el Ministerio de Educación de Haití confirmó que aún no existe fecha para la reanudación de clases, y negó los rumores de un nuevo calendario escolar previsto a iniciarse el 2 de diciembre próximo, fuera presentado a la comunidad educativa.
‘Hay una reflexión en curso sobre los proyectos de ajuste del calendario escolar: uno que podría comenzar en diciembre y el otro en enero, pero ninguno de estos proyectos ha sido validado todavía’, expresaron las autoridades en un comunicado.
Haití; bello país, lleno de buena gente, obligado a permanecer en estado de emergencia constante. Ahora vuelve a estar sumido en una gravísima crisis económica, política y social.
Vamos al contexto. En Haití la inflación mensual es de casi un 20% y pareciera no haber consenso político para crear gobierno (prueba de ellos es que van siete meses sin ratificar a un primer ministro). Como consecuencia, según la auditoría del Tribunal de Cuentas, 15 exministros y actuales funcionarios; así como la empresa AgriTrans, dirigida por Jovenel Moïse antes de ser presidente, estuvieron involucrados en la malversación de casi cuatro mil millones de dólares estadounidenses, originados de un préstamo del programa de PetroCaribe.
A ello se suma la devaluación de la moneda con respecto al dólar estadounidense, la mala gestión en el aprovisionamiento de combustible y el aumento de la actividad vandálica de grupos armados. Todo esto ha provocado que, desde hace más de un año, los episodios de manifestaciones violentas, cortes de carreteras y periodos de encierro en los domicilios sean recurrentes cada dos o tres meses, y últimamente casi a diario.
Se viven días complicados y difíciles, que están pasando factura al país. A la fecha las consecuencias inmediatas son 17 personas muertas, 189 personas heridas, la mayoría por bala. Además, se ha registrado un aumento exponencial de actos violentos e inseguridad ciudadana; la imposibilidad de acceso a los productos y servicios básicos (agua potable, gas, sanidad, educación), por no hablar de las pérdidas materiales por el pillaje de bienes tanto de instituciones privadas, como públicas.
La inseguridad y la escacez de servicios básicos son algunas de las consecuencias a la actual crisis.AMÉRICA SOLIDARIA
La capital, Puerto Príncipe, se convirtió ya hace tiempo en una ciudad difícil, dura y contaminada, pero en la que siempre será más fácil encontrar lo necesario respecto de otras localidades. En las zonas rurales, así como en el resto de ciudades, además de manifestaciones iguales o más violentas, están sufriendo un desabastecimiento general provocado por el estado de inseguridad en el que estamos inmersos, que impide el transporte y distribución de mercancías por los constantes cortes de carreteras (frutas, verduras, combustible, agua potable, papel del baño).
Estos cortes a veces son para todos. Otras para los que no quieren o pueden pagar el laissez-passer (cuota obligada determinada por las personas que cortan la carretera, la mayoría de las veces fuertemente armadas) para poder atravesar la barricada en cuestión. En ocasiones son capaces de hacer parar un camión, quedarse con la mercancía y atravesarlo en la vía para impedir el paso del resto de vehículos.
En las manos de los agricultores se están pudriendo las frutas y verduras preparadas para vender y que no pueden ya comer, esperando que en algún momento del día puedan ser distribuidas para así, cubrir necesidades básicas como el colegio de sus hijos e hijas, que llevan casi dos meses cerrados y amenazados por grupos armados. La mayor parte del profesorado cobra por horas lectivas, sus manos están vacías. Mientras, al resto de la población se les agrandan los huecos que ya tenían en el vientre y el corazón.
El desabastecimiento aumenta y los agricultores no logran conseguir dinero suficiente para mantener a sus familiasAMÉRICA SOLIDARIA
Los famosos daños colaterales existentes en todos los conflictos van a hacer que Haití vuelva a romper las reventadas listas de los más pobres, indefensos y vulnerados. Los más graves efectos caerán de nuevo sobre los niños y niñas de este país que se quedan sin comer, sin aprender, sin sistema sanitario y con una dolorosa desesperanza en el futuro.
Citando una de las conclusiones de un breve informe presentado por OCHA (Office for the Coordination of Humanitarian Affairs) el 2 de octubre, podemos constatar lo siguiente: “La protección infantil, es una preocupación importante. Los servicios sociales básicos, como salud y educación, están interrumpidos en todo el país, dejando además a todos los niños, niñas y adolescentes, en riesgo de ser abusados o reclutados por pandillas. Miles de niños y niñas están seriamente afectados por la escasez de productos básicos”. Esta preocupación es compartida por otras muchas organizaciones de la sociedad civil, como América Solidaria, que trabajan apoyando la lucha por una sociedad más justa en Haití. El riesgo de crisis humanitaria del que algunas instituciones hablan, para nosotros ha dejado de ser «riesgo».
Diversas instituciones han manifestado la preocupación ante la vulnerabilidad de los niños y niñas debido a la violencia que los rodea.AMÉRICA SOLIDARIA
Pero Haití; bello país, lleno de buena gente, sigue luchando para encontrar el país que quiere, el país que desea. Durante estos días decenas de miles de personas, pacíficamente, reivindican, claman y reclaman justicia. Haití lo conforma quienes creen que en la educación está el poder de la transformación y quienes buscan una vida digna. Son ellos y ellas, cientos de miles, quienes hacen de Haití un pueblo fuerte y valiente. Que se cura las heridas a base de humor, amor y solidaridad mutua.
Fuente del artículo: https://elpais.com/elpais/2019/11/07/3500_millones/1573140937_827908.html
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