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Bibliotecas escolares, por favor

Por: Guadalupe Jover

Urge hacer ver la necesidad de una pieza -pilar y nudo- que no aparece hoy por hoy en el imaginario pedagógico ni de gran parte de la comunidad educativa ni de los responsables políticos.

No. La biblioteca escolar no puede ser sin más ese espacio luminoso y cálido en que se recibe a las familias a principio de curso. (Antes o después habrán de saber, además, que el espacio que habitan sus hijos e hijas de lunes a viernes y de septiembre a junio se parece más una celda -desnudas las paredes, arracimados los cuerpos-, que esa estancia al menos amplia y confortable. Urge también un cambio en la arquitectura de los centros).

No. La biblioteca escolar no puede ser sin más ese expositor, ese mural, ese panel en que se visibilizan las nuevas adquisiciones, las mujeres escritoras o las lenguas del instituto. (O esos libros se leen y se comentan y se discuten; o esa visibilización femenina se hace extensiva a todas las áreas del currículo en el marco de una decidida apuesta coeducativa que impregne cada rincón y cada gesto; o ese panel se traduce en una incorporación al proyecto lingüístico del centro de las lenguas de nuestro alumnado… o todo será tan solo humo y merchandising).

No. La biblioteca escolar no puede ser sin más la celebración del Día del Libro -o el 30 de enero o el 8 de marzo- o la visita de tal o cual escritor. (Porque el proyecto educativo de centro no está en las fotos que se suben a las redes sociales ni en las chapas que se pegan a la fachada del instituto, sino en la cara oculta del iceberg).

No soy bibliotecaria. Sé, sin embargo, lo que les debo a las bibliotecas (como estudiante antaño, como lectora hoy, como madre siempre). Y sé, como docente, que las bibliotecas escolares resultan imprescindibles para la equidad educativa y para llevar adelante un proyecto educativo que no sea un patchwork de iniciativas aisladas. Otra gente podría explicarlo mucho mejor que yo. Pero urge que multipliquemos nuestras voces para hacer ver la necesidad de una pieza -pilar y nudo- que no aparece hoy por hoy en el imaginario pedagógico ni de gran parte de la comunidad educativa ni de los responsables políticos.

Empezaré desde el principio. Durante muchos años, algunos de los cometidos tradicionalmente encomendados a la escuela parecían exclusivamente asignados al profesorado de lenguas: la enseñanza de la lectura -que en nuestra ingenuidad, nuestra ignorancia más bien, creíamos que era cosa de los primeros años de primaria, cuando lo cierto es que a leer nunca terminamos de aprender y nunca deberíamos terminar de enseñar-; la educación literaria -entendida no solo como transmisión de un patrimonio, sino también como fomento del hábito lector y desarrollo de las habilidades de interpretación- ; y la alfabetización informacional y mediática -proporcionar estrategias de búsqueda, selección y evaluación de información procedente de diferentes fuentes para integrarla de manera ética en un proyecto propio, o de lectura crítica de los mensajes de los medios de comunicación e hipertextos de internet, entre otras cosas-.

Pronto nos dimos cuenta de que solos no íbamos a ningún lado. ¿De qué servía que, en el mejor de los casos, el Departamento de Lengua y Literatura hiciera un esfuerzo por coordinar sus lecturas y buscara el diseño de itinerarios de progreso, si paralelamente el profesorado de otras áreas “mandaba leer” otros textos al margen de cualquier plan consensuado, gradual y complementario en sus propuestas? ¿De qué servían las “listas de libros” si muchos estudiantes no podían hacerse con un ejemplar del título prescrito? ¿De qué servía limitarse a un número de lecturas obligatorias por curso y área, si todo ello se revelaba inútil en el afán de fomentar los hábitos lectores, especialmente de aquellos que no nacieron en hogares rodeados de libros? Eran los años 90 del siglo pasado: muchos centros -algunos centros- se afanaron en recuperar unos espacios reducidos a su condición de almacén para hacerlos hospitalarios y fértiles.

Llegó luego PISA y, a su abrigo, multitud de investigaciones en torno a los procesos lectores: aprendimos entonces que leer no es acceder al significado encerrado en un texto, sino construir su sentido en un diálogo entre textos y lectores en los que el contexto -el propósito de la lectura, por ejemplo- tiene también un papel fundamental.

Aprendimos que saber leer significa saber leer textos diferentes (en sus temas, estructuras, soportes, intenciones, etc.), de ámbitos diversos, y hacerlo además con espíritu crítico desde una perspectiva sociocultural. Y aprendimos también a precisar qué tipo de obstáculos se interponen en nuestra comprensión cabal de un texto, y cómo es ya posible afinar en el diagnóstico e intervenir de manera adecuada entre textos y aprendices. Comprendimos que el desarrollo de estrategias de lectura reclamaba la concurrencia del profesorado de todas las áreas, y que necesitábamos una sólida formación compartida de la que hasta el momento carecíamos.

Llegó luego, en fin, todo lo demás. Fue primero el énfasis en cuanto tiene que ver con la alfabetización informacional y mediática. El aprendizaje por proyectos -al fin legitimado socialmente y espoleado como señuelo en el mercado educativo- reclamaba un cuidadoso acompañamiento en las tareas de investigación. La irrupción del ecosistema digital nos obligaba a ir más allá del entorno audiovisual para llegar a las nuevas formas de comunicar y (des)informar a través de la red… y todo ello requería aprendizajes específicos. Si no queríamos que quienes pudieran volar fueran solo quienes ya venían con las alas de casa, tendríamos que arremangarnos.

Se produjo entonces una enorme fractura: a un lado, aquellos centros -aquellos territorios- en que hubo una decidida voluntad política y pedagógica de transformar las viejas bibliotecas escolares en centros de recursos para la enseñanza y aprendizaje, de ampliar sus fronteras desde el puro espacio físico a espacio medular en el proyecto educativo de centro, y de proporcionar formación y recursos. De otro, aquellos centros -aquellos territorios- en que la administración educativa se desentendió de las bibliotecas escolares y las dejó, literalmente, morir.

Pongamos nombres propios. Probablemente no haya un proyecto de innovación educativa más sólido, más inclusivo, más extendido en el espacio y más sostenido en el tiempo que el impulsado por las bibliotecas escolares de Galicia. Son centenares los colegios e institutos con equipos responsables de biblioteca que trabajan en red, se forman conjuntamente y cuentan con magníficos foros en que intercambiar experiencias. Hora de lectura, leer en común, radio en la biblio, taller de podcasts, clubes de lectura, proyectos de investigación, maletas viajeras… Algo tendrá que ver sin duda toda esta labor con el hecho de que sea Galicia la comunidad autónoma en la que menos impacto tiene el origen socioeconómico del alumnado a la hora de predecir su resultado educativo.

En el otro polo, aquellas comunidades que se han desentendido secularmente de las bibliotecas escolares. Son, algunas de ellas, las regiones con mayor segregación escolar de toda Europa, y en las que más pesa el contexto socioeconómico del alumnado en el rendimiento escolar. Son, también, aquellas que alientan los fuegos de artificio: envoltorios y reclamos que tratan de hacerse con el favor del cliente -“libertad de elección” lo llaman- y una nueva placa en la fachada del centro. Lejos del funcionamiento colegiado y democrático, lo que se impone es el mandato vertical… o el individualismo absoluto.

Cuando decimos que la biblioteca escolar debiera ser el centro neurálgico de la escuela es porque no se nos ocurre otra instancia que pueda hacer frente, de manera colectiva y rigurosa, a los múltiples desafíos a los que hoy en día a de dar respuesta la escuela: desde la compensación de desigualdades a la cohesión de la comunidad educativa, desde el llamado “éxito escolar” a la conformación de una sociedad culta, comprometida y democrática.

“No necesitamos planes, necesitamos leyes”. Las palabras son de Clara Budnick, una de las mayores expertas mundiales en bibliotecas. Las pronunció en el marco del encuentro Leer Iberoamérica Lee celebrado hace unos días en Madrid y me llegaron -me golpearon- a través del twitter de Cristina Novoa, responsable y artífice, junto a un sólido equipo, de la red de bibliotecas escolares de Galicia. “No queremos ya más `experiencias´: necesitamos protocolos de actuación”. La exigencia es ahora de Pepe García Guerrero, impulsor de la red de bibliotecas escolares de Málaga entre los años 2000 y 2015, y fueron pronunciadas hace ya más de una década. Ojalá el próximo equipo ministerial tome buena nota.

Si de verdad queremos conseguir todos aquellos objetivos que adornan los preámbulos legislativos necesitamos bibliotecas escolares. Y si queremos bibliotecas escolares necesitamos formación y recursos. Una formación que llegue adonde no llegó nuestra formación inicial y que sea compartida por equipos directivos y claustros docentes. Y necesitamos también unos recursos que se traduzcan en presupuestos y en tiempos. Sin tiempos compartidos para la biblioteca escolar los centros escolares seguirán siendo racimos de burbujas en permanente agitación pero incapaces de fundirse en un proyecto común.

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/blog/2019/07/11/bibliotecas-escolares-por-favor/

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Premio UNESCO en utilización de Inteligencia Artificial en la educación

Redacción: Milenio

El tema es la utilización de la Inteligencia Artificial con el objetivo de innovar en la educación, la enseñanza y el aprendizaje.

El Premio UNESCO- Rey Hamad Bin Isa Al-Khalifa en su edición 2019 tiene por tema la utilización de la Inteligencia Artificial (IA) con miras a innovar en la educación, la enseñanza y el aprendizaje.

Los participantes podrán generar proyectos para la utilización de las TIC en la educación.

Pueden participar todos aquellos interesados en mostrar soluciones sobre IA así como las aplicaciones de la neurociencia en el ámbito de la Inteligencia Artificial.

El objetivo del premio es mejorar los rendimientos del aprendizaje, el empoderamiento de los docentes y la optimización de la prestación de los servicios educativos.

A la vez que estimulan la utilización inclusiva y equitativa de estas tecnologías en la educación. La convocatoria se cierra el 31 de octubre de 2019.

La Inteligencia Artificial y los progresos de la neurociencia tienen gran potencial en la mejora de los métodos de enseñanza, el apoyo al aprendizaje a lo largo de toda la vida y el aprendizaje personalizado.

De conformidad con el Objetivo de Desarrollo Sostenible 4 relativo a la educación, la UNESCO colabora con los diferentes asociados para promover la utilización eficaz y ética de las aplicaciones de IA con el objetivo de superar los obstáculos que dificultan el acceso a la educación y optimizar los procesos de aprendizaje en aras de mejorar los rendimientos en el aprendizaje.

La directora general de la UNESCO seleccionará a los dos galardonados a partir de las recomendaciones de un jurado internacional, y cada uno de los premiados recibirán una recompensa de 25.000 dólares estadounidenses y un diploma durante una ceremonia que tendrá lugar en París.

¿Quién puede presentar su candidatura?

Toda persona, institución u organización no gubernamental (ONG) que actualmente lleve a cabo un proyecto vinculado con el tema de la edición 2019, es decir un proyecto que saque provecho de las soluciones que utilizan la IA para reforzar la educación, mejorar los resultados o empoderar a los docentes.

¿Cómo presentar una candidatura?

Los candidatos deben crear primero una cuenta(link is external) y rellenar luego un formulario electrónico en la plataforma en línea.

Consulte la guía detallada y las instrucciones para los usuarios.

Para que una candidatura sea válida, debe ser presentada por la Comisión Nacional de un Estado Miembro de la UNESCO, o por una ONG que colabore oficialmente con la Organización.

Se insta a todos los candidatos a contactar la ONG o la Comisión Nacional en la fase previa al proceso de presentación de su candidatura. No se aceptarán candidaturas espontáneas.

Los gobiernos de los Estados Miembros, así como las ONG que colaboran oficialmente con la UNESCO quedan invitados a escoger y proponer hasta tres candidaturas de proyectos que estén vinculados con el tema de la edición 2019 del Premio y que cumplan con los criterios de selección.

El plazo para presentar las candidaturas cerrará el 31 de octubre de 2019 (a medianoche, hora de París)

Si deseas obtener más información ingresa a  la página web de UNESCO o  contacte: ictprize@unesco.org

Fuente: https://www.milenio.com/aula/premio-unesco-utilizacion-inteligencia-artificial-educacion

 

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Actualicemos el concepto de Educación y reiniciemos la escuela | Gustavo de Elorza | TEDxMarDelPlata

Gustavo de Elorza se desempeña como director del nivel secundario en el Colegio Modelo Isaac Newton, asimismo trabaja como asesor en diferentes instituciones de la ciudad, en el área de educación virtual. Es especialista en el área de Educación y Nuevas Tecnologías de la Dirección Provincial de Educación Secundaria, para la Provincia de Buenos Aires. Es Miembro del equipo de Diseño Curricular de dicha dirección.

Aqui la charla realizada en TEDxMarDelPlata

Fuente: https://www.youtube.com/watch?v=Iv3HaTkzAmk

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Entrevista a Fernando Reimers, director del Programa Internacional de Políticas de Educación de la Universidad de Harvard: “Las escuelas públicas confunden alfabetizar en religión con adoctrinar”

Entrevista/04 Julio 2019/Autor y Fuente: El país

El experto de Harvard ha diseñado un currículum de ciudadanía internacional

El mundo se enfrenta a desafíos globales. Por eso el venezolano Fernando Reimers, director del Programa Internacional de Políticas de Educación de la Universidad de Harvard, aboga por diseñar “un currículum de ciudadanía internacional de gran calidad”. Reimers ha coescrito un libro, Empoderar alumnos para la mejora del mundo en 60 lecciones, que proporciona claves a los profesores para formar cosmopolitas. El experto impartió recientemente una clase magistral en la Universidad Camilo José Cela de Madrid y visitó la Organización de Estados Iberoamericanos.

Pregunta. ¿Por qué echa en falta una alfabetización cultural en religión?

Respuesta. La mayoría de los 7.500 millones de habitantes de la Tierra interpretan el mundo desde la óptica religiosa —cristiana, musulmana, budista…— y hay problemas que solo podremos resolver desde esa visión. Es necesario que las personas conozcan que hay distintas tradiciones religiosas, y en la mayor parte de las escuelas públicas hay un tabú a enseñar la religión como una construcción cultural.

P. ¿Por qué existe ese tabú?

R. Se confunde la alfabetización en religión —una construcción cultural de la mayor parte de la historia— con el adoctrinamiento religioso. Una persona puede ir a misa y no tener capacidad de entender críticamente esa fe.

P. ¿Se sabe explicar el cambio climático en las escuelas?

R. Los niños no saben que todo conocimiento científico tiene un margen de error, por eso es muy fácil para un demagogo decir: “¿Cómo un científico no puede predecir exactamente cuándo la capa de ozono va a tener tal espesor?” Es una ignorancia decir eso, por eso creo que el currículum no está bien alineado.

P. Usted plantea una formación global, pero sin descuidar lo local.

R. El objetivo de la escuela debe ser empoderar para mejorar el mundo y para eso se necesitan unos códigos comunes universales. Y lo más parecido que tenemos son la Declaración Universal de Derechos Humanos y marcos como los Objetivos y Metas de Desarrollo Sostenibles, que han sido suscritos por todos los gobiernos democráticos. Y luego cada país tiene que enseñar su marco legal, su historia y su lengua. Pero no puede acomodarse el currículum a la realidad cercana del niño porque le condena a que el origen sea el destino, cuando vivimos un momento de enorme movilidad.

P. ¿Cómo puede un profesor innovar en sus clases?

R. Podría mejorar mucho su potencial si aprendiese de otros, hay que insertar en redes no solo las escuelas, sino las universidades, las empresas o asociaciones científicas. No es realista pensar que haya profesores con todas las capacidades para enseñar solos a los niños. Yo invito a mis clases a gente que sabe más que yo.

P. Evita comparar la innovación educativa entre países.

R. No conozco ningún país que haya realizado un cambio significativo partiendo de decirle lo malo que era. Hay que enseñarle las cosas buenas que está haciendo y ejemplos de buenas prácticas que no vean demasiado lejanas.

P. Pero Internet nos acerca a otros mundos.

R. Hay una segregación residencial que nos mete en una comunidad, la de nuestros amigos en Facebook, en Twitter… En Massachusetts, desde hace tres años observamos grupos neonazis en las universidades que utilizan todos estos medios para actuar de forma invisible. La escuela pública tiene que hacer que el estudiante pueda interactuar con alumnos de situaciones culturales y socioeconómicas distintas sin sentirs0e amenazado.

Imagen tomada de: https://ep01.epimg.net/sociedad/imagenes/2019/06/29/actualidad/1561840331_100654_1561840523_noticia_normal_recorte1.jpg

Fuente: https://elpais.com/sociedad/2019/06/29/actualidad/1561840331_100654.html

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Innovar, banalizar

Por: Xavier Besalú

Identificar la innovación con el uso de móviles y tabletas resulta a día de hoy más bien triste. Si lo innovador no sirve para aprender más y mejor, maldita la gracia.

Hace unos días se presentó el estudio Ser estudiante universitario hoy. La Vanguardia tituló así: ‘Los universitarios quieren profesores más innovadores’. ¿La razón? Mientras que los jóvenes usarían las tabletas y los móviles para aprender, para comunicarse, para hacer trabajos… resultaría que la revolución digital no ha llegado a las aulas donde predominan las llamadas clases magistrales, los apuntes y el examen final. ¿Cuáles serían, por el contrario, las metodologías innovadoras? La gamificación, los cursos en línea (los famosos MOOC) o la clase invertida. Curiosamente, se diferencia entre metodologías innovadoras y metodologías activas (trabajos en grupo, actividades prácticas, evaluación continua, diálogo y debate en clase, aprendizaje basado en problemas…) que, se supone, no merecerían ser catalogadas de innovadoras. Hasta aquí la noticia…

En primer lugar, quiero dejar claro que la enseñanza y el aprendizaje en la universidad, desde mi punto de vista, deben plantearse sobre bases distintas a las de la educación básica. Por dos razones como mínimo: porque las etapas obligatorias afectan a toda la población de los 6 a los 16 años, independientemente de su voluntad y de sus aspiraciones; se trata de garantizar que todos tengan un bagaje de conocimientos y competencias que les habiliten para seguir aprendiendo, si lo desean, y para desenvolverse en la vida con autonomía y libertad. Y, por eso, nadie debería salir suspenso de ella; por eso, la no consecución del graduado en educación secundaria o el abandono escolar prematuro son una lacra social que erradicar.

La segunda razón: sabiendo como sabemos que los resultados escolares tienen mucho que ver con el capital económico, cultural, instructivo y social de los padres, la escuela y el instituto deben contar, en principio, con sus solas fuerzas para lograr aquellos aprendizajes considerados básicos e imprescindibles. Sería deseable que el tiempo educativo se extendiera más allá de los centros escolares pero, mientras eso no sea así para la mayoría del alumnado, no podemos trasladar al mundo extraescolar lo que corresponde en primera instancia a la escuela. Quiero decir con ello que el tiempo escolar debería ser un tiempo de aprendizaje intensivo, sedimentado y sólido; que no diera nada por supuesto, ni demandara deberes y trabajos complementarios; que compensara de verdad las lagunas y las ausencias de la población más vulnerable; que otorgara toda la importancia del mundo a la práctica y a la aplicación de los conocimientos, a su conexión con la realidad y con la actualidad, al uso competente de todas las tecnologías disponibles…

La universidad es otra cosa. Nadie tiene obligación de cursar un grado universitario y, si decide hacerlo, debería ser el resultado de una decisión explícita y razonada, en busca de una especialización en el mundo del saber y de una profesionalización en el mundo laboral. Desde luego todo el mundo tiene derecho a equivocarse o a comprobar si sus intuiciones y previsiones se corresponden con lo que ofrece la universidad, pero nunca fue tan fácil cambiar de carrera, si es el caso.

Por otra parte, los estudiantes universitarios son mayores de edad, relativamente independientes (aquí los dineros mandan) y, en general, sumamente competentes. Quiero decir con ello que, en la universidad, ellos deben tomar las riendas de su formación y de sus aprendizajes. Ciertamente, la universidad les impone algunas obligaciones no deseadas (en este caso, yo les diría con toda claridad que se limiten a aprobar lo que no les interesa, que lo asuman como un trámite que hay que salvar), pero sobre todo les ofrece oportunidades, ventanas abiertas, caminos hasta entonces desconocidos o no transitados, que ellos deben hacer suyos si les interesa, más allá de las calificaciones, de los exámenes y de las mismas clases.

Dicho de otra forma, las clases deberían ser solo una parte del tiempo universitario. En realidad, la inenarrable y controvertida Bolonia así lo entendía e, incluso, pretendía medir y delimitar esos tiempos. Lo más importante para la formación del universitario debería ocurrir fuera de las aulas, en el estudio o la práctica personal o compartida. No me parece extraño, ni malo, que ese mismo estudio al que hacíamos referencia constate que las calificaciones de los estudiantes presenciales y no presenciales sean prácticamente equivalentes…

Vayamos por fin a las metodologías innovadoras. Identificar la innovación con el uso de móviles y tabletas resulta a día de hoy más bien triste. Si lo innovador no sirve para aprender más y mejor, maldita la gracia. O la clase invertida: sin atribuirle este ingenioso nombre, esa es una práctica más que conocida. La practican los que trabajan a partir de problemas (sea en medicina, sea en trabajo social); o a partir de artículos o libros que hay que leer para poder dialogar, debatir y aprender de ellos (sea en filosofía, sea en economía). La única pega es que tanto una fórmula como otra exigen un extenso e intenso trabajo previo, fuera de las aulas, a menudo individual y reposado, en el que las tecnologías digitales pueden ayudar pero no sustituir…

Terminaremos con la denostada clase magistral. Como decía un compañero: “Me daría con un canto en los dientes, si cada día tuviera, por lo menos, una sola clase auténticamente magistral”. La perversión de las palabras llama magistral a todo lo expositivo (aunque sea a través de diapositivas o de prezis), a todo lo rutinario…; en cambio, cuando se habla de master class, que quiere decir lo mismo, la cosa ya cambia. Pero más allá de las palabras, sí deberíamos interrogarnos sobre el valor añadido de las clases universitarias, que no pueden ser ya estrictamente transmisivas, cuando la información –aunque sea revuelta e informe– está disponible en cualquier tiempo y lugar.

Joan Carles Mèlich, un profesor universitario admirable y admirado, explica que una clase universitaria debería ser un acontecimiento único, una experiencia irrepetible solo al alcance de los que han asistido a ella. Como un concierto o una final del deporte que sea: también los conciertos pueden escucharse en casa, en la cama o en el coche, pero la gente sigue acudiendo a ellos en masa. ¡Algo deberán tener! En palabras suyas: «Asistir a una lección de verdad es asistir a la creación de una obra de arte. Aquella lección en concreto no se repetirá nunca más… Un profesor en la era de Internet no debe dar información, sino dar y transmitir una selección de información muy subjetiva; las clases deben llevar firma… Una clase, para que sea buena, debe estar muy bien preparada, pero debe dar la impresión de que no lo está; debe salir con naturalidad…».

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/blog/2019/06/27/innovar-banalizar/

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Estudiantes mexicanos crean plantilla para calzado antisecuestro

América del norte/México/27 Junio 2019/Fuente: News Cultura Colectiva

Con un rascar un sensor con los dedos del pie, una plantilla manda la ubicación en tiempo real de una presunta víctima de secuestro.

Alumnos del Tecnológico Nacional de México (TecNM) campus Gustavo A. Madero desarrollaron una plantilla para calzado que podría salvar a cualquier persona durante un secuestro.

La plantilla antisecuestro se activa con el roce de los dedos de los pies, y determinado movimiento en la plantilla envía un mensaje vía GSM que alerta sobre el plagio, y al mismo tiempo, manda a los familiares la ubicación en tiempo real de las víctimas.

De acuerdo con Excélsior, el proyecto de nombre “SafeFoot” es desarrollado por estudiantes de octavo semestre de Ingeniería en Tecnologías de la Información y Comunicaciones, así como Ingeniería en Industrial del TecNM GAM I.

Según cifras de la organización Alto al Secuestro, de diciembre de 2018 al mes de mayo del presente año, se registraron 971 secuestros en el país. A nivel estatal, Veracruz ocupa el primer lugar con 258 plagios en el primer semestre del año, seguido del Estado de México con 172 y en tercer lugar se encuentra la Ciudad de México.

Al igual que estas estadísticas, los alumnos del TecNM coincidieron en clases que familiares y amigos han sido víctimas de secuestro, y por lo tanto, necesitaban crear un cambio ante ese flagelo.

Fue así que nació la plantilla SafeFoot, la cual cuenta con un sensor de fuerza en la parte delantera, donde van los dedos de los pies, en esa zona los estudiantes colocaron un botón que activa el sistema para alertar sobre el plagio.

En la parte del talón se encuentra una tarjeta GSM y el GPS, la cual envía la señal a familiares en tiempo real a través de un aplicación móvil. La plantilla se recarga mediante un batería con un dispositivo de entrada 3.0 micro USB, la cual es muy común en celulares.

Imagen tomada de: https://img.culturacolectiva.com/featured/2019/06/19/1560979708056/64654516_2130798680350738_6917884869976522752_n-high.jpg

Fuente: https://news.culturacolectiva.com/mexico/estudiantes-mexicanos-crean-plantilla-para-calzado-antisecuestro/

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Colombia entre los países más innovadores en educación

América del Sur/ Colombia/ 18.06.2019/ Fuente: caracol.com.co.

Sin embargo, el Secretario de la Organización de los Estados Iberoamericanos dice que se debe seguir trabajando en superar la desigualdad.

En el marco del Seminario Internacional: Educación en Primera Infancia en la Era Digital, Mariano Jabonero, Secretario General de la Organización de los Estados Iberoamericanos para la educación, la ciencia y la cultura señaló que la situación de la niñez en la región tiene una calidad baja y cobertura insuficiente y afirmó que, aunque Colombia está por encima de la media, mantiene unos problemas de desigualdades internos.

Jabonero también señala que Colombia debe avanzar en disminuir las enormes brechas que existen entre las zonas rurales y urbanas y entre los que tienen mejores condiciones económicas y los que no.

Sin embargo, destaca que el país en cuanto a primera infancia es “profundamente innovador”, que ha puesto en marcha proyectos de bienestar social que incluso tienen cierta referencia en la región, ubicándose en la misma línea de otros países como Chile, Argentina y Uruguay.

El Secretario también dice que se debe incentivar la lectura en los menores y así despertar las mentes curiosas; añade que los niños a los que sus padres le inculquen el hábito de leer tendrán una aptitud pre-científica, algo que no desarrollará un niño que dura muchas horas en frente de una pantalla digital.

Fuente de la noticia: https://caracol.com.co/radio/2019/06/12/nacional/1560362795_346918.html

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