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¿Podemos hablar de los mejores 10 libros africanos de 2016?

Por: Sonia Fernández Quincoces

Presentamos un listado de publicaciones que conmueven y sumergen en otros mundos.

El final de año tiene mucho de hacer balance. Echar la vista atrás puede ser un ejercicio difícil. Con un pie dentro y el otro ya casi fuera, nos esforzamos en desterrar los malos momentos y tratamos de dejar que afloren aquellos otros que nos emocionaron. Tal fue el caso de la traducción del relato de Ngugi wa Thiong´o por el, siempre original y lleno de ideas, colectivo Jalada a más de 30 lenguas africanas (también el castellano) o la participación de Alain Mabanckou en el Collège de France.

Y, a falta de traernos el Nobel de Literatura a casa (próxima campaña ya preparada: #NgugiwaThiongoNobel2017), tuvimos la nominación para “The Man Booker International Prize 2016” de Fiston Mwanza Mujilla y José Eduardo Agualusa (con su Teoría general del olvido, publicado en Argentina), y las del egipcio Mohamed Rabie y el marroquí Tareq Bakari para el IPAF. Sin olvidar una finalización de año vertiginosa con la aparición de nuevas editoriales (como Baphala, que acaba de publicar El peluquero de Harare de Tendai Huchu), la noticia del aumento de Clubs de lecturas africanas, la concesión del Gouncourt a Leila Slimani por Chanson Douce, que la editorial Cabaret Voltaire ha anunciado traducirá para febrero de 2017, o el premio Cinq continents de la Francophonie a la tunecina Fawzia Zouari

Con rapidez acuden a nuestra mente algunos títulos que nos deslumbraron, tras ellos otros bien escritos pero que, por una u otra razón, no nos llegaron a enganchar, o los que nos desilusionaron después de haber depositado en ellos todas nuestras ilusiones… y nos ponemos a confeccionar “la lista” que todo final de año que se precie tiene que lucir. Sin embargo, las listas suelen englobar una gran cantidad de imprecisiones. Finaliza un nuevo año, se nos va el 2016, y seguimos cuestionándonos lo mismo en relación a la literatura que nos llega del continente africano, ¿podemos hablar de los mejores libros africanos de 2016?. La respuesta, para todos los que consideramos que hablar de literatura africana es hablar en términos de generalización, cosificación y reducción de lo múltiple y diverso, es no.

Esta es una lista más, tan incompleta y parcial como muchas otras que aparecen estos días. Sin embargo, no lista los “mejores 10 libros africanos de 2016”, pecaríamos de un exceso de soberbia. Resalta los 10 mejores libros (traducidos de manera inédita o reeditados este año pero muchos de ellos escritos con anterioridad a 2016) a los que hemos podido tener acceso (fuera queda un inmenso mar lleno de lecturas inalcanzables), y a través de los cuales diferentes escritores, originarios de otras tantas culturas y diversos países africanos nos han conmovido, nos han interpelado, nos han hecho profundizar en nuestros conocimientos, nos han abierto puertas, nos han brindado la oportunidad de tratar de entender (lo primero a nosotros mismos) y nos han sumergido en otros mundos, cada cual en el suyo propio.

Sabemos que otras listas no son solo posibles sino también necesarias y completan a la actual (las de expresión inglesa de Africa is a country, Writivism, Brittle Paper o Bookshy, o, los repasos a lo que ha surgido en expresión francesa que ofrecen Jeune Afrique o Le Monde Afrique, por ejemplo). Bienvenidas sean todas. Ésta es la nuestra:

1.- La confesión de la leona de Mia Couto (Alfaguara) / La confessió de la lleona (Edicions del Periscopi). Traducción: Rosa Martínez Alfaro (cast.) y Pere Comellas (cat.)

'La confesión de la leona', de Mia Couto.
‘La confesión de la leona’, de Mia Couto.
El mozambiqueño Couto es un mago del lenguaje y también un ensoñador de historias. En ésta, Mariamar, una de las narradoras, vive bajo la tiranía de un padre que la somete a una situación asfixiante y sabe que cuando el sol despunta es igual ser gacela o león; tienes que empezar a correr. El terror y el miedo se han adueñado de la aldea de Kulumani que continúa en guerra para las mujeres y en donde todos son infelices, sobre todo ellas, siempre excluidas, apartadas y borradas. Mientras leemos, iremos comprobando que en esta aldea hay leones de la sabana, leones fabricados por el hombre y hombres leones. Y que todos ellos, para nuestra sorpresa, son de verdad.

2.- Los pescadores de Chigozie Obioma(Siruela) / Els pescadors (Quaderns Crema). Traducción: Dora Sales Salvador

Portada de 'Los pescadores', de Chigozie Obioma.
Portada de ‘Los pescadores’, de Chigozie Obioma.
Con esta su primera novela, Obioma ha sorprendido al mundo literario. Con ella nos engancha a través de una narración trágica, que trae ecos de Chinua Achebe y que indaga en las relaciones familiares y fraternas dentro de una sociedad que respira modernidad pero que aún cree en supersticiones y creencias. De factura clásica, provista de un lenguaje evocador repleto de metáforas y descripciones prolijas y abundantes y traspasada por la nostalgia, nos engancha a través de una trama original con varias capas de lecturas. Novela sobre pérdidas, ya sean las de los sueños, las de un futuro luminoso o las del amor incondicional entre hermanos

3.- Sueños en tiempos de guerra de Ngugi wa Thiong´o (Rayo Verde). Traducción: Rita da Costa

Primer volumen de sus memorias traducido al castellano (el segundo es In the House of the Interpreter y el tercero, publicado este mismo año y seleccionado por The Guardian como uno de los libros de 2016, Birth of a Dream Weaver). En esta ocasión Ngugi nos descubre con ojos de niño la Kenia de su infancia y nos narra “el sueño de cambiar el destino de un país colonizado inmerso en una guerra genocida”. La evocación de su madre, junto con los esfuerzos por construir un modelo educativo propio que distara del impuesto, nos van dando la medida de la visión del escritor en ciernes que disciplinado acude a la escuela día tras día mientras va surgiendo en él la necesidad de contar a través de la ficción. Simplemente añadimos: queremos más.

4.- Crítica de la razón negra de Achille Mbembe (Nedediciones). Traduccción: Enrique Schmukler

El camerunés en este libro nos coloca delante de un reverso. Si para Kant la crítica fue de la razón pura, para Mbembe lo es de la razón negra. Y como armazón la raza. O el racismo, “del que solo se puede hablar a través de un lenguaje fatalmente imperfecto, gris inadecuado”. Ya que todo lo pervierte y lo quebranta. Algo que no existe, pero al que hemos dotado de presencia encarnada. El pensador parte de tres momentos que han ido dotando a la imagen del negro de un conglomerado de ficciones: esclavitud, colonialismo y neoliberalismo. De ficciones, sí, porque la denominada “razón negra” surge de ella.

5.- Civilización y barbarie de Cheikh Anta Diop (Bellaterra). Traducción: Albert Roca

6.- Vivir en la frontera de Leónora Miano (La Catarata). Traducción: Lola Bermudez

Se trata de un volumen de breves pero muy jugosos ensayos en los que la escritora nos habla sobre identidades y nos muestra algunas de las claves para tratar de entender su obra. “Afropea”, “la frontera” o “fondo humano universal” son algunos de los originales conceptos que analiza. Destacan los escritos dedicados a la música, ya que ésta ha actuado como “bálsamo y terapia” y las formas del jazz o del blues se encuentran en la composición de cada una de sus obras, en mayor o menor medida. Abundan sus reflexiones en torno a la literatura, la propia y las ajenas. No en vano, tal y como recoge Josefina Bueno en el prólogo, en una entrevista afirmó: “Escribo para intentar comprender al ser humano”.

7.- El bebedor de vino de palma de Amos Tutuola (Navona Editorial). Traducción: Jose Rodríguez-Feo

Recuperar un clásico como éste es traer a un escritor que nació en Abeokuta (Nigeria) en 1920, de familia perteneciente a los yoruba, su padre fue un agricultor. Sus comienzos no fueron fáciles, para poder ayudar a sus padres tuvo que dejar de ir a la escuela. De joven practicó diversos oficios: desde cartero hasta vigilante nocturno en un almacén para sobrevivir. Con el tiempo fue ganándose el respeto, incluso entre sus colegas, y está considerada un clásico, llegando a encontrar su propio lugar, el que le corresponde a una obra original, bella, nueva y única, narrada desde la honestidad de querer transmitir un mundo propio, con su propio lenguaje, con toda su complejidad y riqueza.

8.- La bastarda de Trifonia Melibea Obono (Flores raras)

'La bastarda', de Trifonia Melibea Obono.
‘La bastarda’, de Trifonia Melibea Obono.
 Melibea Obono era una desconocida hasta hace poco cuando en la última recta de este año que termina ha visto publicadas dos de sus obras: Herencia de bindendee y la que se ha seleccionado para esta lista. La ecuatoguineana habla sin tapujos, a través de la narración de una joven de la etnia fang, de lesbianismo y homosexualidad. Frente a un ambiente tradicional, rígido y nada permisivo, esta mujer va encontrando su propio camino. La búsqueda de un mayor espacio de libertad se realiza a través de una ruta hacia los orígenes (¿quién es su padre?) y por la reafirmación de una sexualidad prohibida frente a una sociedad que vela por la tradición y sus valores.

9.- El Millonario de Venance Konan (2709 books). Traducción: Alejandra Guarinos. Formato: ePub

La editorial 2709books ha ido publicando año tras año los relatos de este autor marfileño: Robert y los Catapila, El entierro de mi tío, La gata de MaryseLa guerra de las religiones y En nombre del partido. Konan afirma que lo que le lleva a sentarse delante del papel en blanco “son las ganas de contar cosas. A veces, son ganas de gritar” y que “los asuntos serios llegan mejor cuando se narran desde el humor.” El cuento o relato corto es un género difícil, y los de Venance Konan nos dejan un buen sabor de boca al acabar de leerlos tras haber soltado alguna carcajada, mientras nos inducen a la reflexión. En El Millonario nos promete: “Una fábula sobre el dinero y su capacidad de transformar los principios”. Dice la editorial que habrá más Konan en 2017 también.

10.- Trilogía de Argel de Yasmina Khadra (Alizanza). (Reedición)

'Trilogía de Argel', de Yasmina Khadra.
‘Trilogía de Argel’, de Yasmina Khadra.

El loco del bisturí (Editorial Esdrújula) es la primera cronológicamente en introducirnos al Comisario Llob. En esta Trilogía de Árgel se reúnen Morituri, Doble blanco y El Otoño de las quimeras que tuvo también su quinta entrega en La parte del muerto. A estas alturas, quien más quien menos, sabe que detrás del nombre femenino de Yasmina Khadra se encuentra un escritor que apenas necesita presentación. De su imaginación surgió un día el Comisario Llob, un hombre honrado y felizmente casado, pero también directo, violento y dueño de un lenguaje brutal, que además escribe novelas policíacas. Le suele acompañar el tembloroso y despistado Teniente Lino. Duras y descarnadas, las novelas que protagonizan muestran las lacras profundas de un país cosido por el integrismo y sometido a una auténtica “mafia política”.

Fuente: http://elpais.com/elpais/2016/12/27/africa_no_es_un_pais/1482865501_900087.html

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Entrevista: Elena Poniatowska, escritora, activista y periodista mexicana: “Las mujeres estamos mucho más dispuestas a protestar”.

América del Norte/México/20.12.2016/Autor y Fuente: http://www.nodal.am/

Las pupilas de Elena Poniatowska sonríen, como sonríe su boca, sus pómulos y hasta sus pestañas, cuando recuerda a la persona que la hizo sentirse mexicana, Josefina Bórquez, una sencilla lavandera que le permite crear uno de los personajes más entrañables de la literatura mexicana y latinoamericana: Jesusa Palancares, una mujer que más que vivir sobrevive, como millones de pobres y marginales del mundo, esos que si no trabajan, no comen. Elena Poniatowska visitaba a Jesusa los miércoles de cuatro a seis de la tarde para que le contara cómo era su vida. Muchas veces andaba de mal humor. Si se enojaba, la regañaba o le pedía que se fuera porque “usted tiene dos años de venir y estar chingue y chingue y no entiende nada”. En una de esas ocasiones en que la echó, la periodista y escritora se fue con su libreta contra el pecho a modo de escudo y pensó: “¡Qué padre vieja, Dios mío! No tiene a nadie en la vida, la única persona que la visita soy yo, y es capaz de mandarme al carajo”. En los ensayos de Las indómitas (Seix Barral), que presentó en la 30° Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL), Poniatowska rescata a un puñado de mujeres olvidadas, pero nunca silenciadas, como la propia Josefina, las soldaderas de la Revolución, Nellie Campobello, narradora y precursora del ballet en México; escritoras como Rosario Castellanos y Josefina Vicens; militantes políticas como Rosario Ibarra de Piedra, que visibiliza la lucha de las madres de desaparecidos en las décadas del 60 y 70; Alaíde Foppa, poeta que desapareció en Guatemala, y la feminista Marta Lamas.

“Elenita, ¿me permite una foto?”, le pregunta un lector cincuentón grandote que pronto se abraza a la escritora y sonríe para la cámara de su teléfono celular. En una sala al fondo del stand de Paidós, Poniatowska, descendiente de la realeza polaca que nació en París el 19 de mayo de 1932, recibe a los periodistas mexicanos y latinoamericanos con una sonrisa y una calidez excepcionales. “Cómete una almendra; dicen que da la energía que no da la carne”, sugiere Poniatowska a PáginaI12. A los 84 años, cuenta que está escribiendo una novela en la que explorará la vida de sus ancestros polacos. “Yo vine cuando tenía 10 años y no volví a saber nada de los Poniatowski que quedaron en París. El año pasado me empecé a preguntar cómo era Estanislao Poniatowski, que fue el último rey de Polonia. Y comencé a leer sobre él, pero tengo una enorme desventaja: no sé polaco y además no sé historia”, confiesa la autora de Hasta no verte Jesús mío, La noche de Tlatelolco, Querido Diego, te abraza Quiela y Tínisima, entre otros títulos, que recibió el Premio Cervantes de Literatura en 2013. “Quiero contar cómo fue el reinado de Estanislao Poniatowski, qué hizo bien y qué hizo mal, porque en su época los rusos, los alemanes y los austríacos se repartieron Polonia. Quiero escribir esto y ligarlo una niña que 300 años después llega a México, a un país enorme, sin saber nada de su pasado. Los polacos son todos sentimentales y lloran y cantan. Ellos odian a los rusos, pero yo siento que se parecen”.

–¿Por qué en el ensayo sobre Jesusa plantea que ella le permitió descubrirse y sentirse mexicana?

–Piensa que nací en Francia, de origen polaco, así que llegué aquí a los diez años; entonces sentí tanto amor por ella, tanta admiración, tanta sorpresa de que hubiera un ser humano así, que dije: ¡qué bueno pertenecer a México! Cuando finalmente podrías pensar que el pertenecer a Europa es un grado más, quizá es mejor, porque es la vieja cultura. Una vez platiqué con una puertorriqueña que me dijo: “yo tengo la mala suerte de pertenecer a un país chiquitito”. Lo puedes pensar; qué piensan los centroamericanos de su país, qué piensa Puerto Rico poseído por los Estados Unidos. Pertenezco a un gran país como México en que hay mucho por hacer. Yo creo que en Europa no hay tanto por hacer ya, ¿o tú que crees?

–Los países latinoamericanos son más “nuevos” y no tienen el peso de la historia de los europeos, ¿no?

–Sí, somos más nuevos y además somos países hechos de migrantes también, porque no me digas que Poniatowska es súper mexicano. No me llamo López, no me llamo Pérez, mi apellido incluso es hasta difícil retener.

–En el texto sobre Jesusa demuestra que fue una mujer muy dura, incluso hay momentos en que la maltrata bastante a usted.  ¿Cómo explica esta reticencia de Jesusa?

–Yo creo que había con ella una cierta idea del tiempo: el tiempo de ella no era el tiempo de nosotros. Nosotros tenemos el tiempo como un privilegio, hacemos con él lo que queremos. Si tú hoy no quieres trabajar, pues te quedas en tu cama. Si te quieres desvelar hasta las tres de la mañana, tienes tu derecho de hacerlo y toda la posibilidad. Si ella tiene que entrar a trabajar en un taller, tiene que estar a las ocho y  tiene que salir de su casa a las seis de la mañana, su condición de vida es totalmente distinta a la tuya o a la mía. Finalmente, creo que lo que va a suceder con mujeres como Jesusa es que más tarde van a poder escribir ellas sus propias historias, que es lo deseable, que no necesiten un intermediario para darlas a conocer.

–En el ensayo sobre las soldaderas, enumera mujeres que fueron fusiladas, murieron en combate, fueron ahorcadas y apresadas o vejadas. Y propone repensar la frase que gritan cada 15 de septiembre a voz en cuello: “¡Vivan los héroes que nos dieron la patria!”. ¿Cómo reescribiría la frase?

–Parece que los héroes son sólo hombres y hay muchísimas mujeres. ¡Que vivan las heroínas que nos dieron la patria! En América Latina es todo para el hombre, salvo el 10 de mayo en México, que es el día de la madre, es el día que sentimos que cumplimos con llevar a comer a nuestra a madre a un restaurante o al cine, ese tipo de cosas. Si tú piensas cuál ha sido la suerte de las mujeres en México pues ha sido muy menor, muy al lado de los hombres, muy olvidadas.

–¿Por qué han sido olvidadas estas mujeres? ¿Por machismo?

–En parte por machismo y en parte porque las mujeres están ocupadas haciendo todas las tareas para que puedan vivir los hombres. Y las mujeres siempre están como la escopeta: cargada y en un rincón. Los roles femeninos están muy devaluados, son los de las casas. Ahora ha cambiado la situación por una razón económica, si tú te quieres casar, tener hijos y vivir con tu pareja, las tareas y responsabilidades son el sueldo de dos: el sueldo de ella y el sueldo de él. En nuestros países desaparecer a una niña o a una mujer tiene mucho menos consecuencias que desaparecer a un hombre. A una mujer es muy fácil que se la borre. No ves presencias femeninas fuertes; en Estados Unidos Hillary Clinton no logró ser presidenta. Yo creo que en Argentina sí hubo una gran presencia de mujeres en una época con Evita Perón. Ella tenía las agallas para decir: “Aquí estoy, esta soy yo”.

–¿Tuvo las agallas para ganarse un lugar en el periodismo y la literatura?

–Sí, más bien creo que tuve tenacidad. Cuando una mujer joven, más o menos como tú, entraba a un periódico, le ponían MMC (mientras me caso), que quiere decir que solamente iba a durar lo que durara su capacidad de conseguir a un hombre. La tenacidad la he tenido. Pero no basta la tenacidad, también tienes que tener la aceptación. Es mucho más fácil rechazar a una mujer que a un hombre.

–¿Las mujeres que retrata en “Las indómitas” fueron rechazadas en cierto sentido?

–Sí, claro. Rosario Castellanos era una blanca en medio de indígenas, ella tuvo varios intentos de suicidio y su propia muerte en Israel fue un poco misteriosa, sin saber por qué… Yo creo que fue aterradora. Y luego Josefina Vicens hizo sólo dos libros, pero se leen; está como punta de flecha de lo que puede ser el homosexualismo en México, aunque ella jamás hizo proselitismo de ningún tipo.

–Llama la atención que entre las mujeres no esté Elena Garro, cuando usted acaba de participar de un homenaje por el centenario de su nacimiento…

–Yo la hubiera podido meter en el libro, he escrito mucho sobre ella. Sí quisiera hacerlo, si me queda tiempo, toco madera (toca la madera de la mesa con un golpecito). He escrito muchísimo sobre ella, pero quise que fuera un libro más flaco porque la gente no compra libros caros. Es una figura muy polémica la de Elena, pero fue una extraordinaria escritora. Ella creía que la querían perseguir todo el tiempo, tenía delirio de persecución. Quizá no es bonito decir esto, pero es verdad… Ella misma se inventó esa persecución del mundo contra ella, que es medio triste, y lo fomentó en su hija. No puedes vivir así porque te acabas delirando, ¿no? Ya es bastante difícil la vida sin inventar peligros. Y Elena te decía: “fíjate que hay en la esquina unos que me están esperando, asómate por la ventana a ver si ya se fueron”. Y yo le decía: “Elena, no hay nadie”… ¿Cómo luchas contra eso? Finalmente ese es el gran problema de Elena Garro, nada más que no se lo suele decir.

–¿Cómo cree que impactará el triunfo de Donald Trump en la vida de los mexicanos?

–Trump es terrible para los mexicanos y también para los cubanos. Las declaraciones que hizo con la muerte de Fidel Castro son aterradoras. Después de ganar “le echó agua a su vino”, como se dice. Pero la amenaza está ahí. ¿Qué van a hacer todos los migrantes que regresen a México? Se fueron porque no tenían trabajo. ¿Qué trabajo les espera aquí? Es gravísimo…

–¿Qué hay que hacer ante el discurso racista y xenófobo de Trump? ¿Cómo se resiste?

–No sé… yo siento que hay que reinventar una capacidad de defensa que no hemos tenido, una capacidad de decir no somos nosotros los que podemos invadir Estados Unidos, aunque finalmente a través de la migración hemos recuperado muchísimos territorios. Los más pobres al irse a Estados Unidos y al poblar Texas y la frontera recuperaron territorios que fueron de México. Mediante la migración recuperamos cosas que ni siquiera imaginábamos que los menos afortunados podían hacer, ¿verdad? Pero no sé cómo será esa resistencia. Lo que se está generando es una indignación en los jóvenes universitarios. Al final del año pasado, los jóvenes organizaron una enorme marcha al Zócalo por los 43 estudiantes de Ayotzinapa. Si se organizan bien, puede ser muy eficaz la presencia de los jóvenes y de las mujeres. Las mujeres estamos a veces mucho más dispuestas que los hombres a marchar y a protestar. La protesta de los jóvenes puede ser un dique en contra de Trump, mucho más que el gobierno que no hace nada… En México pedimos permiso para todo. Aunque en el fondo seamos unos malditos, el lenguaje tiene un poco de vasallaje.

–Daría la impresión de que aquí, en la Feria, ya no se habla ni se recuerda a los jóvenes de Ayotzinapa, ¿no?

–Pero fíjate que hace dos años, aquí, a cada hora oías: “uno, dos, tres…” hasta llegar a los 43. Eso fue muy impactante… La responsabilidad por la desaparición de los jóvenes de Ayotzinapa es del gobierno.

–¿Qué significa la muerte de Fidel Castro para los países latinoamericanos?

–La muerte de Fidel es el fin de una etapa muy importante de América Latina. Lo que hizo Fidel al enfrentarse como lo hizo a los Estados Unidos a partir de una islita, un caimancito como le dicen, cambió a toda América Latina, que tuvo que tener otra actitud hacia Estados Unidos. Eso fue valiosísimo. Después se quedó en el poder y yo no puedo creer que no haya alguien que lo pueda hacer igual o mejor que él, en el sentido de permitir que otros lleguen a la presidencia. No sé qué va a suceder, pero desde luego con Trump no se puede predecir nada bueno.

Fuente: http://www.nodal.am/2016/12/elena-poniatowska-escritora-activista-y-periodista-mexicana-las-mujeres-estamos-mucho-mas-dispuestas-a-protestar/

Imagen: http://www.nodal.am/wp-content/uploads/2016/12/na31fo01_2-600×350.jpg

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Argentina: Un escritor inventó «la máquina expendedora de literatura»

América del Sur/Argentina/30 Octubre 2016/Fuente y Autor:girabsas

Con la intención de hacer más soportable la espera en bancos, consultorios u otros organismos y de tender un puente entre las personas y los autores de cuentos criollos, el escritor y tecnólogo Roni Bandini creó el «Expendedor de Literatura»

Con la doble intención de hacer más soportables los tiempos de espera en bancos, consultorios u otros organismos y de tender un puente entre las personas y los autores de cuentos argentinos, el escritor y tecnólogo Roni Bandini creó el «Expendedor de Literatura», una pequeña máquina que imprime a demanda del interesado textos cortos de ficción en papel de ticket.

«La idea llegó por un descubrimiento terrible que hace cualquier escritor argentino: en un punto se da cuenta de que sus lectores son otros escritores, y esto presenta alguna problemática. A mí me pareció algo interesante para buscarle alguna solución a esto y así surgió la idea de hacer el expendedor», relató Bandini la génesis de su invento en diálogo con Radio Télam.

La máquina, explicó su creador, tiene una pantalla que permite navegar por una lista de autores y cuentos, un listado que «obviamente, es configurable, incluso lo puedo conectar a Internet y permitir que esos cuentos sean enviados por la gente, llegado el caso».

El dispositivo cuenta con una minicomputadora Raspberry Pi, un monitor LCD y una impresora térmica, como la que utilizan las cajas registradoras o los cajeros bancarios, y está controlado por aplicación para el sistema operativo Linux.

El escritor relató que cuando la idea surgió, lo habló con colegas y «todo eran negativas», porque le decían «que era imposible o que una expendedora es algo que se fabrica en todo país, algo caro que no tiene sentido». «Pero bueno, al final sí se puede hacer y se puede hacer sin demasiada inversión», destacó.

Por el momento ningún organismo, consultorio, banco o línea de subterráneo se contactó con el autor para contar con su invento, básicamente porque «esto no surgió de un requerimiento previo». En el prototipo que Bandini fabricó hay cargados «más o menos 10 textos famosos».

La expendedora de literatura es el último de los inventos de Bandini, que ya cuenta en su haber con «la máquina para leer Rayuela», basada en la novela de Julio Cortázar y en las múltiples formas de lectura que propone.

Fuente de la noticia: http://www.girabsas.com/nota/2016-10-25-un-escritor-argentino-invento-la-maquina-expendedora-de-literatura

Fuente de la imagen: http://us3.cdn.girabsas.com/102016/1477364378033.png

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Alemania: Feria del Libro de Fráncfort, plataforma para ideas independientes

Europa/Alemania/21 de octubre de 2016/www.dw.com

La mayor feria del libro del mundo se presenta como una plataforma para ideas fuertes e independientes. En la ceremonia de inauguración, Turquía fue el centro de críticas por su manejo de la libertad de expresión.

La edición número 68 de la Feria del Libro de Fráncfort fue inaugurada en la noche del martes (18.10.2016). En la ceremonia de apertura, Heinrich Riethmüller, presidente de la Asociación de Libreros Alemanes, leyó una carta de la escritora turca Asli Erdogan, que en 2008 fue invitada especial de la feria del libro y actualmente se encuentra en la cárcel:

«Tras piedras, concreto y alambre de púas alzo mi voz –como si saliera de un pozo–: aquí, en mi país, se está corrompiendo la conciencia con una crudeza inimaginable. Como ciegos, hacen todo lo posible por matar a la verdad. Si bien no sé cómo, hasta ahora, la literatura siempre ha logrado superar a los dictadores.»

La escritora turca Asli Erdogan.

La escritora turca Asli Erdogan envió un mensaje desde la prisión.

En opinión de Riethmüller, a las editoriales y librerías les compete una tarea importante: los autores, editores, libreros y traductores influyen en el proceso de formación de la opinión en la sociedad. «Sobre todo ahora la sociedad necesita mediadores de ideas y contenidos fuertes e independientes, que ordenen, cuestionen y diferencien las informaciones y los hechos», dice.

La situación es especialmente peligrosa en Turquía, donde al menos 140 medios de comunicación han sido cerrados, entre ellos 30 editoriales, incluso de literatura infantil. Más de 130 escritores y periodistas han sido encarcelados.

#FreeWordsTurkey

«Para nosotros, la libertad de la palabra es un derecho humano e innegociable», subrayó Riethmüller en Fráncfort. «Pero los políticos guardan silencio y observan en lugar de actuar”, agrega. En una petición online (#FreeWordsTurkey) se exhorta al gobierno alemán y a la Comisión Europea a defender irrestrictamente la libertad de prensa y de expresión. La iniciativa de la Asociación de Libreros Alemanes, Reporteros Sin Fronteras y el centro PEN de Alemania ha sido firmada por cerca de 80.000 personas.

En la ceremonia de inauguración, el presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, dijo que «es necesario defender nuestro modelo de sociedad europeo en contra de los enemigos de la libertad”. Acto seguido, exigió un «levantamiento de los decentes» contra el creciente populismo en Europa. «Como europeos, nos juramos que lo íbamos a hacer mejor este siglo que a principios del siglo pasado. Esta es nuestra prueba de fuego», dijo Schulz, que también se unió al llamado a liberar a los escritores y periodistas turcos encarcelados.

Cabida para el arte

El artista David Hockney hojea su libro A Bigger Book.El artista David Hockney hojea su libro «A Bigger Book».

Ensaf Haider, la esposa del bloguero saudí Raif Badawi condenado a diez años de prisión y 1.000 latigazos, entregó este miércoles (19.10.2016) un premio de periodismo valiente. Al igual que el año pasado, la Feria del Libro de Fráncfort número 68 aboga por la libertad de expresión: «En todo el mundo afloran los conflictos en viejos y nuevos frentes, la idea europea se está desmoronando, los populismos y nacionalismos se están expandiendo», señalan los organizadores del evento.

Este año, Holanda y la región de Flandes son los invitados de honor de la feria del libro. Comparten una misma lengua, el neerlandés, y un espacio cultural. «Esto es lo que compartimos» es el lema del mega evento literario. La ceremonia de inauguración estuvo presidida por los reyes Guillermo de Holanda y Felipe de Bélgica.

Sin embargo, en esta ocasión, la gran estrella del evento no es ningún escritor, sino el pintor David Hockney, que presentará su libro «A Bigger Book». La Feria del Libro de Fráncfort también da cabida a otros representantes del arte: «The Arts+» ha sido creada como una feria dentro de la feria, en donde se presentan museos famosos, como el MoMa de Nueva York, e instituciones, como el Instituto Cultural de Google.

Hasta el domingo 23 de octubre, más de 7.000 expositores de cerca de 100 países del mundo se darán cita en la Feria del Libro de Fráncfort.

Tomado de: http://www.dw.com/es/feria-del-libro-de-fr%C3%A1ncfort-plataforma-para-ideas-independientes/a-36091009

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El efecto Bob Dylan

Ilka Oliva Corado

Ayer fue un día raro, reí tanto. Reí porque me alegró el Nobel a Bob Dylan. Ustedes dirán, ¿y ésta mica cómo es que sabe de Dylan si ni hablar inglés puede? Pues es que curiosamente escuché sus canciones prácticamente todos los días en mis años de recién emigrada, en casa de una mujer anglosajona cuando trabajaba de empleada doméstica. Y tuve el privilegio de escucharlas en el silencio y la soledad de aquella mansión, acompañada de la aspiradora, el trapeador y el cepillo de lavar baños. ¡Qué panzazo! ¿Verdad? Ya ven pues, suerte tienen los que no se bañan.  Pero este texto no es para contar historias de mis días de mil oficios en este país en donde soy inquilina, es para reflexionar sobre el efecto que ha causado en la jauría de letrados que el Nobel de Literatura se le entregara a un cantante de composiciones populares.

El efecto fue el de una avalancha y el de un tizón encendido en el candelero: los emperifollados que nadan en títulos universitarios y doctorados, sintieron el galardón como una bofetada a su clasismo y a su mundillo de lisonjas y erudiciones apestosas a exclusión. Creen que todo les pertenece, que solo los de adentro del aro son y pueden. Creen que el talento solo pertenece a una clase social y es la de ellos, lo demás es imitación y porquería. Que sino es letrado no existe. Por esa razón menosprecian todo lo que no huela a naftalina y por el contrario tenga esencia y agallas. Rechazan los cisnes negros por su belleza y le temen a la fuerza de la tormenta, precisamente por su personalidad.

Se revolcaban en su propia bilis, se daban golpes de cabeza contra la pared, y ofrecían puñetazos al primero que celebrara frente de ellos el Nobel a Dylan. No solo, también sentían la potestad de dictar cátedra acerca de la Academia. Pues sí, ellos y su Academia, nadie se las está quitando, de verdad, que lo sepan; lo popular no busca absolutamente nada en la Academia, existe por sí mismo. Es algo muy sublime y original como para pretender dejar lo más por lo menos.

Junto con el Nobel a Dylan viene el reconocimiento a la poesía silvestre, a la que brota del humo de un cigarrillo de un niño huela pega, la que escurre sangre en los muslos de una niña recién violada. A la que nace del cantante callejero que toca en los autobuses sus propias composiciones. A la poesía que escribe un drogadicto agonizando en la soledad de sus infiernos. La que camina descalza en los pies de los jornaleros. La que nace de una bala y de una bomba en guerras planificadas para deshumanizar. A la poesía de un árbol arrancado desde la raíz para adorno de Navidad.

Es un reconocimiento a los que con hambre y sed sueñan con cambiar el mundo: esos locos de mierda, que no sirven de ni mierda al capitalismo, porque no anhelan   un título de la Academia para explotar a sus hermanos, sueñan nada más y nada menos que con cambiar el mundo.

Con el Nobel a Dylan se reconoce el talento de tantos poetas que con sus versos hicieron llorar de nostalgia las cuerdas de una guitarra, el corazón de un bandoneón y el alma herida de más de un soñador marginado. El alma de quien siente en carne propia el dolor ajero. A todo poeta que sabe que la poesía es más poderosa que una bomba atómica y que un verso puede hacer del infierno más amargo la oda más hermosa y la quimera más anhelada. Que acompaña la soledad de los inquebrantables y la magia del rocío de un amanecer otoñal en los ojos de quien está duerme en las calles.

El Nobel de Literatura a un poeta popular rompe paradigmas y sacude las telarañas de un galardón que pocas veces es justo. Hoy con Dylan vuelve al origen y estremece a aquellos que dieron todo por visto, dicho y hecho. Y que creen que por letrados la vida se trata solo de soplar y hacer botellas.

Con cierta tristeza, con el efecto Bob Dylan compruebo que la humanidad: egocentrista, mediocre y clasista, sigue a pasos acelerados hacia su autodestrucción. Que no hemos aprendido nada de la vida y de la historia. Que por más que nos muestren el horror no tenemos la capacidad de reacción. Que nos conformamos con vivir en nuestra burbuja para sentirnos a salvo y exentos de responsabilidades colectivas. Compruebo una vez más que somos la peor peste que ha habitado en la tierra. Y que sí, la Academia solo ayuda a que las personas muestren lo que realmente son.

Ya quisiera yo que así como sacudieron las redes sociales con sus pronunciamientos de ilustrados, de conocedores de literatura y de definiciones y conceptos, tuvieran las agallas para pronunciarse por el genocidio en Palestina, Yemen y Siria. Que Aleppo les pesara y les doliera más que Dylan. Que la imagen de los niños multados por los criminales que trafican con los Diamantes de Sangre, les escupiera en la cara, tal vez así la ofensa los hiciera reaccionar.

Que les hiciera tomar las calles la inhumanidad de la ablación de clítoris que viven miles de niñas alrededor del mundo. Que la bilis, que la espuma que les sale de la boca a borbotones, que la furia incontrolable les brotara de lo más profundo del alma por las violaciones sexuales de niñas, adolescentes y mujeres y por los feminicidios. Que la voz de trueno que pregonaron menospreciando el talento de Dylan la gritaran a los cuatro vientos por los miles de niños que mueren de hambruna alrededor del mundo.

Que lo letrado les sirviera para alfabetizar y que esos libros que tanto han leído los compartieran con los niños de las periferias y de los pueblos más remotos. Que los títulos les sirvan para darle la mano a quién lo necesita y que la mirada no sea altiva, de mente colonizada, por el contrario,   sea humilde y sincera: fiel y humana. Transformadora de una sociedad podrida en su codicia e ineptitud.

Ya quisiera yo que tuvieran coherencia por primera vez en sus vidas y dejaran la palabrería y las lisonjas y que esos títulos universitarios les sirvieran para cambiar patrones, para humanizarnos, para abrir caminos, crear oportunidades y cambiar el sistema putrefacto del que se benefician los holgazanes vividores.

Que se pronunciaran por el bloqueo a Cuba, por la invasión militar que prepara Estados Unidos en Venezuela, por esa terrible guerra económica. Por el Golpe en Brasil. Por las migraciones forzadas, por el genocidio de migrantes y refugiados. Por los niños que duermen en la calle, por el tráfico de personas con fines de explotación sexual, laboral y tráfico de órganos. Por las torturas y las desapariciones forzadas. Que exijan cárcel a los perpetradores de dictaduras y guerras.

Que se les encendiera la sangre por los ecocidios y las deforestaciones, por el abuso a los Pueblos Indígenas. Que las agallas las tuvieran para crear revoluciones que erradiquen el patriarcado, la misoginia y la violencia de género. La homofobia y el odio. Que de sus bocas salieran como en verso la palabra: igualdad social.

Que el efecto Bob Dylan no fuera solo para alardear sus perchas de títulos universitarios y sus libreras interminables en sus casas y oficinas. Que respetaran la palabra, con la misma integridad, conciencia y humanidad de la poesía que nace desde el averno más profundo de los locos que desean transformar el mundo.

Pero qué va, mucho inglés pueden saber, muchos libros pudieron haber leído, podrán tener docenas de títulos universitarios y reconocimientos y fotografías con personalidades del mundillo culeco de la Academia, pero les falta lo vital: arrestos, conciencia, dignidad y humanidad.

Es imposible pedirle a mediocres que entiendan una sola canción de Bob Dylan. Qué van a saber de poesía quienes leen por leer. Si las comprendieran estarían celebrando el Nobel y aplaudiendo esa nueva brecha de una posibilidad y el reconocimiento a la expresión más sublima que puede tener el alma de un ser humano.

Si comprendieran las letras de Dylan, este mundo sería otro. Pero ese otro mundo solo habita en las mentes de los locos que sueñan con quimeras, los incomprendidos. Los que nunca calzarán en conceptos retorcidos, y que se descarnan en los versos de un poema que se atreve a nombrar el horror de la insensibilidad y la ternura de la sonrisa de un niño de la calle. Lo demás, lo demás es solo Academia y ahí entre el chucho y el coche. La vida está en otro lugar.

Con amor.

Fuente del articulo:https://cronicasdeunainquilina.com/author/ilkaoliva/

Fuente de la imagen: http://ep02.epimg.net/cultura/imagenes/2016/10/13/actualidad/1476344926_683109_1476362431_noticia_fotograma.jp

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Bernhard Schlink, escritor alemán: “La educación no inmuniza contra el fanatismo y la brutalidad»

El autor de El lector, la novela súper ventas llevada al cine con Kate Winslet, estará en el ciclo La Ciudad y las Palabras de la UC el próximo miércoles.

En uno de los relatos de Amores en fuga, de Bernhard Schlink, un personaje se pregunta: “¿Qué hizo mi padre en la guerra?”. La generación de Schlink (1944) se hizo la misma pregunta y algunos fueron inclementes con sus padres. “Bueno”, dice el autor desde Alemania, “algunos padres habían sido implacables en el pasado. Es cierto que nuestra generación podía ser dura, incluso frente a los padres que no habían participado en los crímenes de los nazis -es la arrogancia y la rebelión de los adolescentes”.

Schlink es un jurista: ha sido juez federal y es profesor universitario. Su trayectoria como escritor comenzó con una trilogía de novelas policíacas protagonizadas por Gerhard Selb, un detective privado que en los años 40 trabajó como fiscal para los nazis. Pero es en 1995, cuando publicó El lector, que a Schlink le llegó su mayor fama. En la novela un adolescente tiene un romance con una mujer mayor: una relación fundamentalmente sexual, acompañada de lecturas, pues la mujer le pide al joven que le lea en voz alta. Pero ella un día desaparece. Años después, la reencuentra él, siendo estudiante de derecho, en un juicio a los criminales de la Segunda Guerra Mundial: ella había servido como guardia para las SS; a algunas prisioneras les pedía que le leyeran en voz alta antes de enviarlas a la cámara de gas (es analfabeta y se avergüenza de reconocerlo).

La turbulenta historia del siglo XX alemán aparece en otros de sus libros. Por ejemplo, El fin de semana, un fin de semana que pasa un grupo de amigos para celebrar que, después de 20 años, uno de ellos ha salido de la cárcel; había sido condenado por terrorismo en grupos de extrema izquierda que operaron en lo años 80. Y algo de eso aparece en el trasfondo de su último libro, Mujer bajando una escalera, aunque la historia central gira en torno a un cuadro. El protagonista es un abogado viudo y acomodado que en un viaje de trabajo, en Australia, descubre en una galería que se exhibe Mujer bajando una escalera, un obra con la que lo une una relación antigua.

Cuando se iniciaba en labor jurídica, él había intervenido en un enfrentamiento entre el pintor del cuadro (ahora muy cotizado) y el riquísimo dueño del mismo, marido de la mujer que había servido de modelo y amante del pintor.

Buena parte de su literatura ha escarbado en la memoria histórica y el autoexamen de la Alemania de posguerra. ¿Por qué?

Una vez que mi generación hubo aprendido lo que nuestros padres habían hecho en la Alemania nazi, tuvimos que reconciliarnos con ello -y con ellos. La literatura es una manera de hacerlo.

Ud. empezó con novelas negras, no ortodoxas, con un personaje de pasado también negro…

No creo en los géneros. Las novelas negras son novelas como otras novelas, y tan aptas para lidiar con el pasado y su herencia como cualquiera otra.

¿Por qué cree El lector fue un libro tan exitoso: se lo esperaba?

No me lo esperaba. Había pensado que mi libro era un libro alemán para un público alemán y había subestimado el interés de otros públicos sobre la forma en que la segunda generación de alemanes se sentía respecto al pasado nazi y se enfrentaba con él. Y el enmarañarse en la culpabilidad de quienes nos son cercanos, de quienes amamos, el problema de mi generación, es también un problema universal.

Algunos críticos señalaron que el libro sugería que la brutalidad nazi nacía de una especie de analfabetismo de clase baja…

El porcentaje de académicos en los mortíferos Einsatzgruppen (los “grupos operativos” de las SS) era mayor que el porcentaje de académicos en la población total; la educación no inmuniza contra el fanatismo y la brutalidad. Esto es tan conocido que me sorprendió que ciertos críticos imaginaran que yo podría pensarlo de otra forma.

“Y, ¿qué habría hecho usted?”, le pregunta la protagonista de El lector a su juez. Es una buena (y difícil) pregunta.

Es la pregunta que tenemos que hacernos a nosotros mismos cuando juzgamos a los demás.

En El fin de semana y una de las novelas de Selb aparece el mundo de los terroristas alemanes de la posguerra. ¿Conoció a algunos de esos revolucionarios?

Sí, y eran un conjunto muy mezclado. Algunos actuaban movidos por un sentimiento de obligación moral; otros cuyos padres no se habían enfrentado a los crímenes de los nazis, querían enfrentarse a los crímenes de los estadounidenses en Vietnam y al capitalismo y el imperialismo en general. Algunos eran aventureros, algunos eran desesperados, algunos eran moralistas aventureros o desesperados morales o se habían enamorado de alguno de ellos.

¿Los hijos heredan los pecados de los padres?

No. Pero cuando los padres cometen crímenes, los hijos no pueden amarlos sin enredarse en su culpa.

Fuente: 

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Bolivia celebrará jornada de poesía a favor de la paz en el mundo

América del Sur/Bolivia/07 de octubre de 2016/www.telesurtv.net

El Movimiento Poético Mundial espera organizar actividades similares en 24 países de América latina.

Bolivia iniciará el próximo 5 de octubre una jornada de poesía por la paz en el mundo. La iniciativa es organizada por el Movimiento Poético Mundial y se llevará a cabo en la localidad de Santa Cruz bajo la dirección del escritor Homero Carvalho Oliva.

La convocatoria para la jornada en Bolivia estuvo dirigida a poetas de todas partes del mundo para realizar lecturas, conciertos, presentaciones de libros, homenajes, exposiciones de artes plásticas, cine o cualquier manifestación a favor de la paz.

Carvalho afirma que hace años en Bolivia se dan jornadas y lecturas poéticas, pero pocas veces se ha organizado una jornada específicamente contra la guerra y en favor de la paz. “Esperemos que la Acción Poética de Santa Cruz, que es coordinada con el centro cultural Simón I. Patiño no sea la única y consolidemos alianzas estratégicas con otras ciudades del país para repetir esta experiencia”, dijo.

El Movimiento Poético Mundial realizará actividades similares en 64 países del mundo con la finalidad de movilizar a las personas que estén convencidas de la necesidad de salvar la vida en la Tierra.

En contexto

El Movimiento Poético Mundial fue fundado en el año 2011 durante el encuentro mundial de directores de 37 festivales internacionales de poesía, celebrado en Medellín, Colombia.

El movimiento ha llevado a cabo la celebración de cerca de 210 acciones poéticas en 64 naciones contra la guerra nuclear y por la paz en el mundo en durante octubre.

Entre los países que integran el movimiento figuran Argentina, Barbados, Brasil, Colombia, Canadá, Chile, Costa Rica, Cuba, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Jamaica, México, Paraguay, Perú, Puerto Rico, Venezuela, India, Irán, Vietnam, Botswana, Camerún, Congo, Egipto, Ghana, Guinea, Marruecos, Sudáfrica, Zimbawe, Alemania, Escocia, España, Francia, Grecia, Italia, Noruega, Suiza, Ucrania, entre otros.

Tomado de: http://www.telesurtv.net/news/Bolivia-celebrara-jornada-de-poesia-a-favor-de-la-paz-en-el-mundo-20161002-0018.html

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