En muchos países, las niñas abandonan los estudios para contraer matrimonio demasiado pronto. Y estos las suelen formar solo para su tarea como esposas. Por eso este instituto, el Ameth Fall de Senegal, es una rara avis en un país en el que el 31% de las niñas se casan antes del cumplir 18. Es un centro exclusivamente femenino y les enseñan a tener autoestima e independencia
En todo el edificio y los alrededores pululan de un lado a otro alumnas vestidas con uniforme rosa. En este instituto africano tienen carteles que exigen que se hable de la regla en las aulas y que haya más mujeres en las carreras de ciencias. Algo no muy habitual en un país en el que el 31% de las adolescentes llegan casadas a los 18 y el 9% a los 15, según Unicef. Es el instituto Ameth Fall de Saint Louis de Senegal, una localidad costera al norte del país que fue la capital de África occidental bajo la ocupación francesa. 1.500 alumnas de entre 12 y 20 años acuden aquí cada día.
Solo hay tres institutos exclusivamente femeninos en todo el país. «En contextos de pobreza, las niñas son más vulnerables», justifica la directora del centro, Adiara Sy (poco después fue nombrada inspectora general de educación en Dakar). En Senegal acaban primaria el 44% de las niñas y el 43% de los niños, un porcentaje bastante igualado si lo comparamos con países vecinos en los que sí hay brecha de género como en Mauritania (49% / 57%) y Malí (44% / 52%). Aunque es cierto que las féminas suelen estar por debajo en los porcentajes, los datos muestran que el mayor sesgo es el poder económico de las familias. En este país el 34% de los menores nunca ha ido al colegio.
«Es un colegio público, pero las familias tienen que aportar 8.000 CFA al año (unos 12 euros), si alguna no puede y lo justifica, lo cubre el Estado», explica Sy. El salario mínimo en Senegal es de 46 céntimos de euro la hora. Antes las muchachas venían de toda la región y había internado, pero desde los 70, cuando comenzaron a construirse más colegios en todo el territorio ya no hay dormitorios. La directora presume de que tiene el sello de excelencia por parte del Gobierno por sus resultados académicos. A él se accede por una prueba semejante a la selectividad.
La directora muestra varios carteles que realizaron las alumnas en una actividad reciente. Los lemas que se pueden leer van del No al maltrato, al Dejad a las chicas acabar sus estudios, pasando por Evita el embarazo no deseado y Educación de calidad para todos. «Esto es una comunidad, nos hacemos cargo de cosas que van más allá de las clases. A veces su primera regla les llega aquí, por ejemplo, y nosotros les explicamos qué es y cómo funciona. Tienen talleres extraescolares en los que reforzamos la confianza en sí mismas». Los contrastes son difíciles de entender en un centro escolar en el que se lanzan estos mensajes y el presidente de la asociación de padres es el imán de la mezquita ubicada frente al mismo y se niega a dar la mano a una mujer. Cuando se le interroga por qué le satisface el tipo de educación que se da aquí responde simplemente: «¿Por qué no va a gustarme? Es un colegio muy bueno».
Los porcentajes de alumnos escolarizados descienden conforme avanza la edad. En Senegal, el 20% de las chicas logran graduarse frente al 23% de ellos. En las clases más bajas, este dato se reduce hasta el 3% para ambos sexos. En todo África subsahariana el 13% de los adolescentes pobres acaba secundaria, frente al 66% de los ricos. «Si todos los niños estuvieran igual de formados, se solucionarían los problemas», defiende Sy, que se autodefine como una «activista de la educación».
En este centro aseguran que el 44% de sus alumnas va a la universidad. A las puertas del instituto, a la hora del almuerzo, un grupo de estudiantes charla y se ríe. Cuando se les pregunta a qué se quieren dedicar contestan que les gustaría ser doctoras y profesoras. Una de ellas comenta que quiere marcharse a estudiar la carrera a Dakar. El centro incluso tiene un potente equipo de fútbol.
En Senegal, el 20% de las chicas logran acabar secundaria frente al 23% de alumnos. En las clases más bajas, este dato se reduce hasta el 3% para ambos sexos
El edificio y el lugar que ocupa hunden sus raíces en la historia. Se levanta sobre el antiguo cementerio cristiano y posterior centro sanitario. Después fue heredero del antiguo École des otages, otro colegio de la ciudad creado por los franceses en la época colonial para formar a determinados niños africanos según la educación occidental. Desde 1962 tiene su estructura y función actual como centro femenino.
Uno de los mayores estandartes de lo que representa lo que se hace en estas aulas es la que hasta enero ostentó la dirección. Madame Adiara Sy siempre tuvo claro lo qué quería para sus alumnas: «Yo he sido una buena madre , pero también hemos creado las condiciones en casa para que yo pueda desarrollar mi carrera y para que mi ausencia no haga que la casa deje de funcionar. Mi marido y yo sabemos que ambos somos igual de importantes en la sociedad y quiero que mis alumnas sean como yo. No les digo que no se casen, el matrimonio aquí sigue siendo importante, pero les pido que antes acaben sus estudios».
Un estudio en Reino Unido encontró una estrecha relación entre el gusto por los juegos de video desde una edad y la vocación por la ciencia y la tecnología ¿Será la clave para acabar con la inequidad de género en estas áreas del conocimiento?
Uno de los grandes problemas de equidad en la educación en —prácticamente— todo el mundo, es cómo atraer a más mujeres a las carreras STEM (las relacionadas con la Ciencias, la Tecnología, la Ingeniería o las Matemáticas, por sus siglas en inglés).
Tras siglos de inequidad, el número de mujeres matriculadas en una universidad finalmente igualó al de los hombres (de hecho, en la mayoría de de países, como Colombia, lo supera), pero todavía es muy escasa su participación en las áreas de Ciencia y Tecnología. En todo el mundo, solo el 35% de los matriculados son mujeres, según estimados de la Unesco.
Sin embargo, un estudio de la Universidad de Surrey, en Reino Unido, encontró una gran estrategia para incentivarlas: los videojuegos.
Según hallaron los investigadores, las niñas que entre sus 13 y 14 años jugaron intensivamente juegos de video (en promedio más de nueve horas a la semana) tuvieron luego una probabilidad 3,3 veces mayor de inscribirse, después de varios años, en una carrera STEM.
También encontraron que todas las estudiantes de STEM a las que entrevistaron les gustaban los juegos digitales. La misma relación entre videojuegos y vocación STEM no se encontró en los hombres.
La conclusión del estudio es que las niñas aficionadas a los videojuegos se autoidentifican como ‘geeks’ (término que se usa para referirse a las personas aficionadas a la tecnología y la informática), lo que las acerca a la ciencia, la tecnología y las matemáticas.
“Por esto tiene sentido que los educadores que quieran incentivar la equidad de género en estas áreas de conocimiento se enfoquen en atraer a las jóvenes aficionadas a los videojuegos, que tienen un mayor interés natural en estos temas”, dijo Anesa Hosein, directora de la investigación, en un comunicado de la universidad.
Sin embargo, Ángela María Rojas, doctora en Psicología de la Universidad de los Andes y coordinadora de motivación de niñas en áreas STEM de la Red Colombiana de Mujeres Científicas, invita a tomar este estudio con pinzas: “Los videojuegos no son más que una variable de las muchas que inciden en que una niña se decida por una carrera STEM”.
Es importante señalar que la relación entre videojuegos y estudios STEM depende de las condiciones socioeconómicas de las jóvenes.
”Encontraron una asociacion en niñas que jugaban videojuegos cuando ya eran adolescentes. Eso puede indicar que, no es necesariamente jugar sea lo que influye en su posterior decisión profesional, sino que hay factores familiares previos que favorecen su acceso a la tecnología”, señala.
Además, los efectos positivos de los juegos digitales no aplican necesariamente para todas las edades. “Cada grupo de edad requiere acciones diferentes. Entre los 7 y 10 años, por ejemplo, es fundamental promover experiencias”, indica Rojas.
En todo caso, los videojuegos sí podrían ser uno de los factores que ayuda a motivar a las menores a optar por la ciencia y la tecnología, pues las acerca a la tecnología y permite que desarrollen habilidades motrices muy importantes en las carreras STEM, concluye.
Para Ángela Stella Camacho, directora de la Red Colombiana de Mujeres Científicas, parte del problema de inequidad en las áreas STEM es justamente que los juegos de las niñas pequeñas no estimulan tanto su mentalidad física-matemática como los de los niños.
“Reciben un mensaje de la familia y de la sociedad en los juguetes que reciben (que no estimulan el pensamiento espacial) o en la ropa que les compran. Eso las lleva a pensar que la ciencia es algo solo de hombres”, dice Camacho.
Luego, la escasez de mujeres desempeñándose en áreas STEM (según la Unesco, solo 28 por ciento de los investigadores el mundo son del género femenino), refuerza este prejuicio. «A pesar del trabajo de algunas pioneras en la ciencia, aún no hay casi modelos femeninos a seguir en estas carreras», dice Hosein en el estudio.
Pero, una vez les dan las mismas herramientas para motivarlas que les dan a los niños, tienen la misma disposición natural de aprender de ciencia y tecnología. “Lo que esto demuestra es que lo que les está faltando a las niñas es motivación, que es lo que generan los videojuegos. El tema es que estos siempre han estado más pensados para los niños. Pero cuando las niñas aprenden a usarlos, pueden hacer lo mismo que ellos”, concluye Camacho.
Gifty Nordzi es la responsable de la educación de las niñas en el distrito de Ajumako-Enyan-Essiam, en Ghana, y trabaja para la Unidad de Educación de las Niñas en el seno del Ministerio de Educación, sobre los problemas a los que hacen frente las alumnas, tales como la violencia sexual y los embarazos precoces.
Gifty anhela reducir la cantidad de embarazos precoces de las adolescentes en su distrito y para lograrlo no pierde una sola oportunidad para movilizar los recursos necesarios.
Aprender a marcar la diferencia
En el distrito de Gifty, como en el resto de Ghana, las niñas jóvenes abandonan la escuela en caso de embarazo precoz, de modo que deben hacer frente a las escasas posibilidades de ejercer plenamente sus derechos económicos y sociales.
Como parte de un proyecto relacionado con la Alianza Mundial para la Educación de las Niñas y las Mujeres UNESCO-HNA, la Oficina Regional de la UNESCO en Accra ha colaborado con el Servicio de Educación de Ghana para reforzar las capacidades de la Unidad de Educación de las Niñas para abordar los desafíos a los que deben hacer frente las niñas durante su educación, tales como los embarazos en la etapa de la adolescencia.
Junto con otros 21 responsables del distrito para la educación de las niñas, Gifty asistió recientemente a un taller destinado a reforzar sus propias competencias en materia de concepción de proyectos, redacción de propuestas, movilización de recursos y comunicación eficaz.
Durante el taller, Gifty adquirió valiosos conocimientos que pudo aplicar inmediatamente: “Aprendí que podemos hacer mucho, incluso sin dinero. También reflexioné e identifiqué las muchas veces en que no había sido productiva, algo que me obligó a examinar mi estrategia”. La escasez de medios a su alcance en la Oficina de Educación del distrito la convenció de la necesidad de encontrar otras maneras de financiar sus proyectos por sus propios medios.
Recaudación de fondos para la educación de las niñas
Gracias a las competencias recientemente adquiridas, Gifty se siente capaz de comunicar y de encontrar con mayor regularidad donantes potenciales. Incluso ha elaborado diferentes proposiciones que ha compartido con estos. También ha escrito informes que ilustran las actividades que ha realizado para mentores anteriores.
En una ocasión un banco rural al que había enviado una de sus proposiciones la contactó, ya que se interesaba en financiar su proyecto de sensibilización y prevención de los embarazos de adolescentes.
Gifty organizó un evento de aprendizaje para todos los alumnos del instituto de educación secundaria de segundo ciclo del distrito con motivo de la Semana de Educación de las Niñas y del Día Internacional de la Niña. El evento proporcionó múltiples posibilidades de sensibilización e interacción con los modelos femeninos y fue el evento pedagógico que más visitas recibió en el distrito. Gifty pudo movilizar recursos materiales, autobuses escolares, refrigerios y a personas que tomaron la palabra libremente durante el evento. “Lo que aprendimos durante el taller funciona realmente”, afirmó.
Gifty está decidida a seguir compartiendo con los docentes, los responsables del sector educativo y los miembros de la comunidad lo aprendido durante el taller, e iniciará un seguimiento de sus actividades con miras a elaborar informes basados en datos fehacientes. También prevé formar a más adolescentes para que se conviertan en embajadoras y amplíen su influencia más allá del distrito.
En el marco de la Alianza Mundial para la Educación de las Niñas y las Mujeres UNESCO-HNA, el proyecto “Mejorar la calidad y la pertinencia de la educación de las adolescentes mediante la enseñanza y el aprendizaje sensibles a las cuestiones del género” (2015-2020), es coordinado por la Sede de la UNESCO, con el apoyo técnico del Instituto Internacional de la UNESCO para el reforzamiento de las capacidades en África. En el marco del proyecto que se lleva a cabo en Ghana, las actividades tienen como objetivo reforzar las capacidades del personal de la Unidad de Educación de las Niñas del Servicio de Educación de Ghana, bajo los auspicios del Ministerio de Educación, con miras a facilitar la coordinación eficaz de las intervenciones en el ámbito de la educación de las niñas en todo el país.
Imagen tomada de: https://es.unesco.org/sites/default/files/styles/img_688x358/public/gifty_nordzi_-_girls_education_ghana.jpg?itok=IekKH8V7
El Ministerio de Educación británico ha anunciado que toda niña de educación primaria y secundaria podrá conseguir en su escuela estos productos menstruales de primera necesidad.
Todos los centros escolares de Reino Unido, un total de 20.000, ofrecerán a partir de 2020tamponesy compresasa todas sus alumnas de manera gratuita.
Así lo ha anunciado el Ministerio británico de Educación tras la preocupación de muchos docentes y padres por la cantidad de niñas que no pueden comprar estos productos de primera necesidad debido a la situación económica de sus casas.
Los funcionarios han decidido aplicar este servicio a las escuelas de primaria y secundaria para incluir a toda niña hasta los 18 años.
«Esta es una noticia fantástica. La pobreza de la época nunca debe ser un obstáculo para la educación» ha manifestado en redes Amika George, fundadora de la campaña #FreePeriod para promover productosmenstruales gratuitos para a niñas de familias con bajos ingresos.
Una encuesta para Plan Internacional reveló que 1.000 niñas de entre 14 y 24 años el 12% había tenido que crearse su propio tampón «debido al alto coste en el mercado«.
Aunque aún no se ha dado detalles sobre la financiación de esta acción, se prevé que para final de año Philip Hammod, canciller de Hacienda de Reino Unido, aclare que Educación correrá con todos los gastos.
Imagen tomada de: https://fotografias.lasexta.com/clipping/cmsimages01/2016/05/26/D467A185-A531-411D-82DD-B6210D48D022/58.jpg
Normalmente, en la mayoría de los países del mundo no hay ninguna diferencia entre nacer niño o niña. Sin embargo para los bacchara, una tribu nómada muy pobre que se sitúa en tres distritos del esrado de Madhya Pradesh, en La India, este acto aleatorio es fundamental. Si sale varón, le espera un futuro con muchas menos penalidades que si sale mujer. Y es que desde hace siglos, obligan a las hijas mayores a convertirse en trabajadoras sexuales a partir de los 10 o 12 años y a traer el sustento a casa, tal y como relata BBC Mundo.
Esta tradición hace que los padres o hermanos se conviertan en proxenetas que venden el cuerpo de las mujeres de la familia a cambio de un puñado de monedas. El procedimiento es siempre el mismo: las niñas son obligadas a dejar los estudios y a satisfacer los deseos sexuales de los hombres de la región: desde personas del campo hasta camioneros que pasan por allí.
Ellas tienen que esperar en camastros (en grupo o en solitario) la llegada de potenciales clientes, que pagan entre 1,45 y 2,80 dólares por mantener relaciones sexuales con ellas. En el caso de las vírgenes, son mucho más cotizadas y el precio se puede incrementar hasta los 72 dólares.
Normalmente cada una de ellas (tal y como indican las ONG’s en la región un tercio son menores de edad) recibe a unos cuatro o cinco hombres diarios de los que la gran mayoría no quiere usar protección. Así, tanto las enfermedades de transmisión sexual como los embarazos no deseados son frecuentes.
Además, las jóvenes tienen prohibido casarse con ningún hombre de la comunidad y las que se van haciendo mayores rápidamente son sustituidas por su hermanas pequeñas. Un procedimiento salvaje que de momento no ha sido erradicado. Y eso que ha habido algunos tímidos intentos.
El estado en el que se asienta esta comunidad ha aprobado recientemente una ley que multa con pena capital a cualquiera que abuse de una menor de 12 años o menos. También se han aumentado los años de cárcel para los adultos que mantengan relaciones sexuales con menores de 18 años. Sin embargo, la efectividad de estas medidas ha sido muy reducida en un país en el que las injusticias sociales son frecuentes y donde la igualdad entre géneros está muy lejos de producirse.
Afortunadamente, los esfuerzos de diversas organizaciones están empezando a dar resultado, aunque todavía de manera muy lenta. Las mujeres más jóvenes de la comunidad están empezando a rebelarse contra esta dañina tradición y gracias a los esfuerzos en campos como la sanidad o la educación cada vez se va creando más conciencia de la situación, mostrando que hay un camino distinto que se puede seguir.
Un estudio llevado a cabo en colegios chinos muestra que las jóvenes mosuo muestran menos aversión al riesgo que sus compañeras procedentes de familias patriarcales. A pesar de sus limitaciones, el trabajo sugiere que el contexto sociocultural podría jugar un papel clave en las diferencias sexuales observadas en estos comportamientos.
Dos niñas mosuo. Rod Waddington – Agencia Sinc
Los hombres son más proclives al riesgo que las mujeres, según algunos estudios. Además, las preferencias profesionales varían entre géneros. ¿Están estos dos hechos relacionados? La cuestión no es baladí: el tipo de carrera escogido está, en parte, relacionado con la brecha salarial. Un estudio publicado hoy en la revista PNAS intenta responder la pregunta y arrojar algo de luz sobre el origen de estas conductas.
“Las diferencias de género en lo que respecta al riesgo están influenciadas por la cultura y el ambiente social, y estas actitudes son maleables a una edad temprana”. Así resume a Sinc la investigadora de la Universidad de Houston (EE UU) y coautora del estudio, Elaine Liu, las conclusiones de su trabajo. En otras palabras, “puede que [la aversión al riesgo] no sea un rasgo heredado”.
En la cultura mosuo, las cabezas de familia son las abuelas y las mujeres toman las decisiones económicas, domésticas y agrícolas
Pero determinar si influye más la biología o el contexto sociocultural en la aparente aversión femenina por el riesgo no es fácil, pues es imposible hacer un estudio fuera de ese contexto. Para intentar solucionar este problema, los autores viajaron a los colegios de la provincia china de Yunnan.
En las aulas de esa región encontramos alumnos de dos grupos étnicos, cuyas mujeres viven de formas muy diferentes. Los mosuo son la única minoría china con una cultura matriarcal: el papel de cabeza de familia recae en las abuelas y las mujeres toman las decisiones económicas, domésticas y agrícolas. Por el otro lado, los miembros de la etnia han siguen una estructura patriarcal, en la que ellas quedan subordinadas a los hombres.
¿Serán las mujeres mosuo tan recelosas al riesgo como las han? Para averiguarlo, los investigadores plantearon un sencillo juego de lotería —en el que se puede escoger entre ganar seguro una pequeña cantidad de dinero o tener un 50 % de probabilidades de obtener una suma más grande— a más de 400 estudiantes procedentes de cuatro escuelas primarias y una secundaria, de entre 7 y 14 años. En todas las aulas los mosuo eran minoría, con una presencia media del 40 %.
Efecto contagio
Los resultados mostraron que, al comenzar la escuela, las niñas mosuo corrían más riesgos que los niños de su etnia, mientras que sucedía lo contrario en el caso de los han. Sin embargo, conforme avanzaban los cursos, las jóvenes mosuo se volvieron menos proclives que sus compañeros a arriesgar. Al mismo tiempo, las han parecían algo más atraídas por el riesgo según crecían.
“Los resultados no apoyan la teoría de que la genética fija las diferencias: mientras que las niñas mosuo muestran un mayor recelo al riesgo conforme crecen, a las han les gusta más. Se influyen unas a otras”, considera Liu.
Tampoco parece que el cambio tenga un origen hormonal, relacionado con los cambios experimentados durante el crecimiento: “Si la biología volviera a las chicas más temerosas del riesgo al acercarse a la adolescencia, habríamos visto lo mismo en las alumnas han, pero no es el caso”.
Los cambios observados también afectaron a los chicos, sobre todo en la escuela secundaria —donde los estudiantes están internados y comparten habitación cinco días a la semana—. Así, el comportamiento de los jóvenes mosuo, hasta entonces menos proclives al riesgo, se acercaba al de los han si quedaban aislados de su etnia. “Es posible que las niñas sean más conscientes del entorno o maduren antes”, opina Liu sobre el hecho de que los niños tardaran más en modificar sus preferencias.
Que los resultados no apoyen la teoría genética no implica, según Liu, que la descarten. Los estudiantes analizados eran bastante jóvenes, de entre 7 y 14 años: “Pudiera ser que las diferencias biológicas solo se vuelvan importantes pasada la pubertad, pero no podemos testear eso con nuestra muestra”.
El estudio de Liu también señala que la influencia de los compañeros en el comportamiento es mayor que la de los padres. El siguiente paso, según la investigadora, es observar si los cambios observados son permanentes. “Es posible que los alumnos reviertan a la norma paterna una vez terminen la escuela y vuelvan a su pueblo”. Por ello, Liu pretende buscar financiación para un estudio a largo plazo que siga a estos niños y niñas a la adolescencia y la adultez, lo que también daría más información sobre el papel de la biología en este tipo de diferencias.
Un estudio más en una larga lista
El estudio publicado por Liu no es el primero que sugiere que el ambiente influye en la aversión al riesgo. Trabajos anteriores ya mostraron que las mosuo adultas se arriesgan más que las yi (otra etnia patriarcal), aunque ambas lo hacen menos que los hombres. “Ya no debería sorprender que los hombres no siempre muestren una mayor propensión al riesgo”, explica a Sinc la psicóloga y catedrática de Historia y Filosofía de la Ciencia en la Universidad de Melbourne (Australia) Cordelia Fine, que no ha participado en el estudio.
Fine asegura que muchos estudios muestran cómo el contexto cultural afecta a las diferencias sexuales en estos ejercicios de lotería. Estos han sido repetidos con participantes occidentales, de la población china general y también comparando otras sociedades matriarcales como los Khasi en India y los Maasai en Tanzania. “El año pasado, un análisis de 76 países no encontró diferencias en el 18 % de los lugares”, añade.
La psicóloga considera que el estudio de Liu “hace preguntas importantes” y marca el camino a trabajos futuros que examinen el papel de las normas de género en estos comportamientos. Añade que los resultados preliminares “son consistentes” con la “evidencia” que asegura que los factores sociales juegan un papel importante en estas diferencias sexuales.
Sin embargo, también dice que los resultados “deberían ser vistos como provisionales hasta que se repliquen”, dado el reducido tamaño de la muestra una vez se divide por edad y curso.
¿De qué sirve la lotería?
Los estudios con juegos de lotería son muy utilizados en economía para medir la aversión al riesgo en un contexto financiero, pero autores como Fine se preguntan hasta qué punto sus resultados miden un concepto tan complejo y amplio como el del riesgo. “No está claro qué miden en realidad estas pruebas de lotería”, dice. “Tampoco cómo de útiles son para predecir la toma de riesgos en la vida real”.
El investigador de la Universidad Baruch College de Nueva York (EE UU) Sean Crockett es uno de los economistas que han analizado las limitaciones de estas pruebas. “Que muestres aversión al riesgo en una prueba no implica que lo vayas a mostrar en otra”, explica. Además, “algunos estudios evidencian que la actitud respecto al riesgo financiero no predice la actitud respecto al riesgo en otros dominios”, como por ejemplo el riesgo físico.
Un estudio como el de ‘PNAS’, según Crockett, mide “algo relacionado con las preferencias en el riesgo económico”, pero asegura que los economistas “no tienen todavía una idea clara de cómo ese rasgo se relaciona con unas preferencias generales de riesgo”.
Lo más importante del estudio, según Liu, es que “nos ayuda a pensar sobre el ambiente en el que deberíamos criar a nuestros hijos e hijas”. La investigadora explica que si las niñas crecen en un ambiente que las desanima a correr riesgos, “eso puede afectar a la toma de decisiones en su vida”. La solución: “Crear un entorno que anime a las más jóvenes a arriesgarse más”.
Imagen tomada de: https://www.elespectador.com/sites/default/files/tuberculos_andinos_m_25_0.jpg
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