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Informe: Los estudiantes podrían perder 15 billones a lo largo de su vida como consecuencia de la pandemia en el mundo

Banco Mundial, UNESCO y UNICEF piden Programas de Recuperación del Aprendizaje y una mayor inversión en educación en los paquetes de estímulo

Un informe sobre las consecuencias educativas de la pandemia de coronavirus cifra en 17 billones de dólares (unos 15 billones de euros) lo que perderán los actuales estudiantes a lo largo de toda su vida como consecuencia del impacto de la COVID-19. En su punto álgido, la pandemia ha interrumpido la educación de 1.600 millones de estudiantes.

El informe ‘El estado de la crisis mundial de la educación: Un camino hacia la recuperación’ recoge así que se podría perder en torno al 15 por ciento del PIB mundial actual por el cierre de centros educativos por el virus. El texto ha sido elaborado por el Banco Mundial, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).

La nueva proyección revela que el impacto es más grave de lo que se pensaba y supera con creces las estimaciones de 10 billones de dólares publicadas en 2020.

Además, muestra que en los países de ingresos bajos y medios, la proporción de niños que viven en situación de pobreza de aprendizaje –que ya era del 53 por ciento antes de la pandemia– podría llegar al 70 por ciento debido a los largos cierres de las escuelas y a la ineficacia de la enseñanza a distancia para garantizar la plena continuidad del aprendizaje durante los cierres de los colegios.

«La crisis del COVID-19 paralizó los sistemas educativos de todo el mundo», ha explicado el director mundial de Educación del Banco Mundial, Jaime Saavedra. «Ahora, 21 meses después, las escuelas permanecen cerradas para millones de niños y es posible que otros nunca vuelvan a las aulas. La pérdida de aprendizaje que están experimentando muchos niños es moralmente inaceptable», ha remachado.

La consecuencia directa es el impacto «devastador» en la productividad, los ingresos y el bienestar futuros de esta generación de niños y jóvenes, sus familias y las economías del mundo.

Las simulaciones que estiman que los cierres de escuelas provocan importantes pérdidas de aprendizaje están siendo corroboradas por datos reales. Por ejemplo, los datos regionales de Brasil, Pakistán, India, Sudáfrica o México muestran pérdidas sustanciales en matemáticas y lectura.

PÉRDIDAS PROPORCIONALES A LA DURACIÓN DE LOS CIERRES

El análisis muestra que en algunos países las pérdidas de aprendizaje son aproximadamente proporcionales a la duración de los cierres. Sin embargo, existe una gran heterogeneidad entre los países y según la materia, el estatus socioeconómico de los estudiantes, el género y el nivel de grado.

Por ejemplo, los resultados de dos estados de México muestran pérdidas de aprendizaje significativas en lectura y en matemáticas para los estudiantes de 10 a 15 años. Las pérdidas de aprendizaje estimadas fueron mayores en matemáticas que en lectura y afectaron de forma desproporcionada a los alumnos más jóvenes, a los estudiantes de bajos ingresos y a las niñas.

Salvo algunas excepciones, las tendencias generales en todo el mundo se alinean con los hallazgos de México, lo que sugiere que la crisis ha exacerbado las desigualdades en la educación. Los niños de hogares con bajos ingresos, los niños con discapacidades y las niñas tenían menos probabilidades de acceder al aprendizaje a distancia que sus compañeros.

Esto se debe a la falta de tecnologías accesibles y a la disponibilidad de electricidad, conectividad y dispositivos, así como a la discriminación y las normas de género.

Los estudiantes más jóvenes tenían menos acceso a la enseñanza a distancia y se veían más afectados por la pérdida de aprendizaje que los estudiantes de más edad, especialmente entre los niños en edad preescolar en etapas cruciales de aprendizaje y desarrollo.

DESIGUALDAD

El impacto perjudicial en el aprendizaje ha afectado de forma desproporcionada a los más marginados o vulnerables. Las pérdidas de aprendizaje fueron mayores para los alumnos de menor nivel socioeconómico en países como Ghana, México y Pakistán.

Los primeros indicios apuntan a que las pérdidas son mayores entre las niñas, ya que están perdiendo rápidamente la protección que la escuela y el aprendizaje ofrecen a su bienestar y a sus oportunidades en la vida.

«En algunos países, estamos viendo mayores pérdidas de aprendizaje entre las niñas y un aumento del riesgo de que se enfrenten al trabajo infantil, la violencia de género, el matrimonio precoz y el embarazo», ha señalado el director de Educación de UNICEF, Robert Jenkins.

El informe subraya además que, hasta la fecha, menos del 3 por ciento de los paquetes de estímulo de los gobiernos se han destinado a la educación. «Se necesitarán muchos más fondos para la recuperación inmediata del aprendizaje», destacan los autores.

PROGRAMAS DE RECUPERACIÓN DEL APRENDIZAJE

Por ello, piden que la reapertura de las escuelas sea una prioridad «máxima y urgente» a nivel mundial para frenar y revertir las pérdidas de aprendizaje. «Los países deben poner en marcha Programas de Recuperación del Aprendizaje con el objetivo de asegurar que los estudiantes de esta generación alcancen al menos las mismas competencias de la generación anterior», han planteado.

Estos programas deben cubrir tres líneas de acción clave: consolidar el currículo, ampliar el tiempo de instrucción y mejorar la eficiencia del aprendizaje. «Debemos hacer de los niños y los jóvenes una verdadera prioridad en medio de todas las demás exigencias de la respuesta a la pandemia. Su futuro y nuestro futuro colectivo dependen de ello», ha apuntado la subdirectora general de Educación de la UNESCO, Stefania Giannini.

El informe incluye una serie de recomendaciones para construir sistemas educativos más resistentes a largo plazo: Invertir en el entorno propicio para liberar el potencial de las oportunidades de aprendizaje digital para todos los estudiantes; reforzar el papel de los padres, las familias y las comunidades en el aprendizaje de los niños; garantizar que los profesores tengan apoyo y acceso a oportunidades de desarrollo profesional de alta calidad y aumentar la proporción de la educación en la asignación del presupuesto nacional de los paquetes de estímulo.

Fuente: https://www.europapress.es/internacional/noticia-estudiantes-podrian-perder-15-billones-largo-vida-consecuencia-pandemia-20211206144309.html

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La pandemia empuja a escolares de África fuera de las aulas

La educación de calidad, segura, con perspectiva de género e inclusiva para los niños y niñas de África está cada vez más fuera de su alcance de la mayoría de la infancia del continente, dicen los expertos.

Los centros de educación secundaria de Kenia reabrieron sus aulas en octubre, pero el gobierno debió establecer una pausa no programada, antes del planificado cierre del 23 de diciembre, luego de que estudiantes habían incendiado ya 35 escuelas, en protesta por las medidas especiales para completar los currículos en un periodo muy reducido.

Sarah Kitana, profesora de secundaria en Kathiani, en el sureño condado de Machokos, dice a IPS que un hecho notorio es que hay menos estudiantes en las aulas después de un año de interrupciones impulsadas para contener los contagios de covid-19 y el consiguiente período prolongado sin clases.

Esto es aún más evidente en las zonas rurales.

“A los que han vuelto les resulta muy difícil afrontar el nuevo ritmo de aprendizaje para recuperar el tiempo perdido. Los alumnos de secundaria cursan entre ocho y 13 asignaturas. En algunas escuelas los alumnos se levantan a las 3:00 de la mañana para estar en clase a las 4:30 y terminar la jornada a las 10:.45 de la noche”, explica.

El esfuerzo busca, justifica, “ayudar a dar cierta normalidad a un calendario académico alterado, reestructurado y acortado. Habrá que esperar hasta enero de 2023 para que el calendario escolar de Kenia recupere cierta normalidad”, aunque eso provoque tensiones.

Ya antes de la pandemia,  África, y sobre todo  África subsahariana, ya estaba lejos de alcanzar el 4 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que pretende alcanzar de forma universal una educación de calidad, inclusiva y equitativa, a fin de promover oportunidades de aprendizaje para todos y durante toda la vida.

En 2019, el Instituto de Estadística de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) indicó que, de todas las regiones, el África subsahariana tiene las tasas más altas de exclusión educativa, ya que no estaban escolarizados más de una quinta parte de los niños de entre 6 y 11 años, un tercio de los de 12 a 14 años y 60 % de los de 15 a 17 años.

En julio de 2021, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) anunció que al menos 40 % de todos los niños en edad escolar de África oriental y meridional estaban sin escolarizar a consecuencia de las medidas anticovid, además de otros problemas previos a la pandemia a los que se enfrenta el persistentemente frágil sistema educativo.

Los datos de las agencias de las Naciones Unidas muestran que hay al menos 15 países con conflictos armados activos en el África subsahariana.

La guerra civil, los embarazos en edad temprana, los matrimonios infantiles, los problemas de acceso debidos a las discapacidades, los desplazamientos provocados por el cambio climático y las crisis económicas derivadas de la covid no harán sino aumentar el número de niños sin escolarizar, afirma Josephat Kimathi, pedagogo especialista del Ministerio de Educación de Kenia.

La falta de educación puede tener consecuencias para toda la vida. Save the Children, la organización internacional en defensa de los derechos de la infancia, indica que sus previsiones con base en la situación de julio de 2020,  indica que los niños sin escolarizar por el cierre de los centros educativos en aquel momento, podrían traducirse en una pérdida de 10 billones (millones de millones) de dólares.

En 16 de los 47 condados de Kenia, un país del este de África, un estudio de referencia realizado por Unicef reveló que más de 27 500 niños con discapacidades estaban sin escolarizar.

No solo se ha interrumpido la educación de toda una generación en la historia de la humanidad, sino que Kimathi afirma que la educación de calidad, segura, con perspectiva de género e inclusiva para los niños de África está cada vez más fuera de su alcance.

“En comparación, Kenia es un país bastante estable. Sin embargo, 1,8 millones de niños y adolescentes de entre 6 y 17 años no están escolarizados. Otros 700 000 niños pequeños, de entre cuatro y cinco años, no pueden acceder a las oportunidades interactivas de la primera infancia que les preparan para entrar en la escuela primaria”, dijo Kimathi a IPS.

Uno de cada cuatro niños de África vive en zonas de conflicto. Save the Children realizó un nuevo estudio sobre 12 países con riesgo extremo de que se incremente el abandono escolar, donde se mostró que la mayoría de ellos son países africanos: Costa de Marfil, Guinea, Liberia, Malí, Chad, Níger, Mauritania, Nigeria y Senegal. Los otros tres son Afganistán, Pakistán y Yemen.

En toda África, asegura el especialista Kimathi, los niños más pobres de las comunidades rurales, asoladas por la sequía, minoritarias y marginadas serán los que más sufran los efectos devastadores de la pandemia.

Grace Gakii, experta en cuestiones de género con base en Nairobi, afirma que la pandemia ya está expulsando a más niñas del sistema educativo africano. Según un informe de 2021 de la Fundación Mo Ibrahim, es posible que al menos un millón de niñas africanas no vuelvan nunca a la escuela.

Según un análisis de la Unesco previo al estallido de la pandemia,  nueve millones de niñas de entre seis y 11 años que viven en África subsahariana, no irán nunca a la escuela, tres millones más que los niños de la misma edad.

Gakii habla de los crecientes desafíos en las comunidades áridas, semiáridas y pastoriles para matricular y retener a las niñas en la escuela y teme perder los logros alcanzados.

La escuela primaria con internado Elangata Enterit, situada en la comunidad pastoril keniana de Narok Sur, es un ejemplo perfecto de éxito. En 2007, la escuela no tenía ni una sola niña que se presentara al crucial y obligatorio Certificado de Educación Primaria de Kenia (KCPE).

Con la intervención a favor de la escolarización de las niñas, el número de ellas que se presentan al KCPE aumentó a 30 estudiantes en 2016 y sigue creciendo.

Son 42 los países en África que ofrecen educación primaria gratuita y obligatoria y los Estados miembros de la Unión Africana se esfuerzan por invertir al menos 20 % de su presupuesto nacional en educación, pero aun así ya antes del estallido de la pandemia de covid, datos de la Unesco mostraban que 100 millones de niños estaban sin escolarizar en África subsahariana.

En julio de 2020, Save the Children estimó que la recesión provocada por la pandemia dejará un déficit de 77 000 millones de dólares en el gasto en educación en algunos de los países más pobres del mundo durante los siguientes 18 meses.

El pedagogo Kimathi afirma que África necesitará planes de educación específicos para cada contexto, que ayuden a crear una resistencia contra las perturbaciones a un sistema educativo ya débil, para volver a ponerse en marcha.

También necesitará, añade, fondos para aplicar los planes de acción, además de medidas proactivas para mantener la seguridad de los niños y sistemas para seguir y garantizar que el continente mantenga el rumbo.

En Kenia, detalla, hay por acelerar la aplicación del derecho a la educación para todos los niños.

Esto incluye el programa en curso «Operación Venir a la Escuela», dirigido a 16 condados rurales en los que son notorios los niños no escolarizados.

Esto, dice, es fundamental para lograr el ODS 4, especialmente a la luz de las terribles predicciones de la Unesco, que estiman que 50 % de los niños del África subsahariana no completarán la educación secundaria en 2030.

La pandemia empuja a escolares de África fuera de las aulas

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Un mundo que busca la seguridad

Por: Dinorah García Romero

Los pueblos tienen la necesidad de un mundo más seguro. Esta seguridad cada día se siente amenazada por imprevistos como las pandemias; y por hechos calculados y planificados, como las guerras y los distintos tipos de delincuencia.

Formamos parte de un mundo marcado por avances extraordinarios en órdenes diversos. Por ello participamos de escenarios en los que las ciencias y las tecnologías, con bastante frecuencia, sorprenden con cambios e innovaciones. Estos adelantos ponen en evidencia la gran capacidad que tiene el ser humano para la invención y la recreación. Los avances indicados permiten la solución de múltiples problemas que aquejan a la humanidad en muchos ámbitos; especialmente, en materia de salud, educación, comunicación y alimentación. En estos aspectos, el desarrollo es notable y su impacto en la vida de las personas y de los pueblos es evidente y, por tanto, innegable. Pero, los adelantos no llegan con el mismo potencial ni con la rapidez requerida a las diferentes naciones. Las más desarrolladas se benefician de forma directa e intensiva; de forma indirecta y lenta, las naciones más pobres. La distribución de los resultados de los avances es cada vez más desigual en el mundo. Los beneficios de las transformaciones generadas por las ciencias y las tecnologías son exiguos para los países en desarrollo; son exorbitantes para los países ricos. Esta situación acentúa el déficit de solidaridad y de voluntad política para compartir los bienes que  conllevan los progresos científicos y tecnológicos. La gestión y la distribución de los bienes que derivan de estos avances constituyen un obstáculo al desarrollo global de los pueblos. Se percibe una gestión y una distribución centralizada y poco alentadora de la fraternidad universal. Un ejemplo claro es la crisis que supone la desigual adquisición de las vacunas necesarias para contrarrestar la COVID-19. Mientras hay países a los que les sobran vacunas, a otros les falta la primera dosis, como sucede en África. Hay una voluntad clara de retener para sí los bienes científicos y tecnológicos, que deben ser de todos.

En medio de una crisis de la igualdad en el mundo, se produce una búsqueda intensa de la seguridad de las personas y de la sociedad en general. Vivimos la contradicción de un mundo que, por sus progresos científicos y tecnológicos, se ha convertido en una aldea global. Pero esta aldea cada día siente el peso de la inseguridad. Las variantes de la COVID-19 no dan tregua. Esta inseguridad, provocada por diferentes factores, particularmente por las variantes que se producen en este tiempo de pandemia, genera en las personas y en los pueblos una experiencia signada por condiciones de inseguridad y de inestabilidad. Somos parte de un mundo que tiene la necesidad de sentirse seguro; que busca cómo liberarse de todo aquello que limita su acción y sus capacidades. Es una búsqueda de nivel mundial. El poderío que exhibe el mundo a partir del uso inteligente de las innovaciones de las ciencias y de las tecnologías, contrasta con la inseguridad que viven las naciones en estos tiempos. Este fenómeno constituye un desafío para los científicos y para la gente común. En la base de esta inseguridad está la falta de visión del liderazgo mundial sobre la importancia de pensar y de buscar la seguridad colectiva. La superación de la inseguridad ha de ser un compromiso colectivo. Este requiere voluntad política y un ejercicio solidario real dentro de cada país y entre los países. La seguridad no solo se afecta con la aparición de variantes. Se lesiona de forma grave con la delincuencia social, con la corrupción y con la impunidad. Esta tríada está vigente en el mundo que habitamos. Los líderes del mundo han de hacer un esfuerzo conjunto para pensar de forma holística. Los ciudadanos también han de aportar sus conocimientos y experiencias para contribuir a la construcción de un mundo más solidario y seguro. Los pueblos tienen la necesidad de un mundo más seguro. Esta seguridad cada día se siente amenazada por imprevistos como las pandemias; y por hechos calculados y planificados, como las guerras y los distintos tipos de delincuencia. Hemos de apoyar la construcción de una sociedad global más sana, segura y resiliente

Fuente: https://acento.com.do/opinion/un-mundo-que-busca-la-seguridad-9012910.html

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‘Impacto de la pandemia en la educación será más severo de lo previsto’

eltiempo.com

Los prolongados cierres de las escuelas han costado a los estudiantes billones de dólares en los ingresos de toda una vida, dijeron este lunes el Banco Mundial (BM) y agencias de la ONU, advirtiendo que la crisis ha empeorado respecto a lo previsto el año pasado.

El BM, junto a Unicef y la Unesco, dijeron en un informe que la generación actual de estudiantes se arriesga a perder 17 billones de dólares en ingresos durante sus vidas, lo que equivale a cerca del 14 % del PIB mundial, debido a las interrupciones de clases por la pandemia del covid-19.

Esa estimación es mayor a otra hecha el año pasado, que preveía un impacto de 10 billones de dólares para los estudiantes de todo el mundo. «La crisis del covid-19 provocó un parón en los sistemas educativos de todo el mundo. Ahora, 21 meses después, las escuelas permanecen cerradas para millones de niños, y otros es posible que nunca regresen a las aulas», dijo Jaime Saavedra, director de Educación del Banco Mundial.

«La pérdida de aprendizaje que muchos niños están experimentando es moralmente inaceptable», añadió. Pero las interrupciones no han impactado a todos de la misma manera y el informe encontró que los niños más pobres o con discapacidades tienen menos acceso al aprendizaje remoto, mientras que los estudiantes más jóvenes se han visto más afectados en general.

Niños discapacitados

Los niños provenientes de hogares con bajos ingresos, los niños con discapacidades y las niñas tuvieron menos oportunidades de acceder al aprendizaje a distancia que sus compañeros.

Las niñas, en tanto, han tenido menos posibilidades de pasar a sistemas de aprendizaje remoto, al tiempo que han experimentado una mayor pérdida de clases, añadió el informe. Mientras que gobiernos de todo el mundo han revelado medidas de estímulo para impulsar sus economías tras las disrupciones por la pandemia, menos del 3 % de esos fondos han sido destinados a la educación, y más de 200 millones de estudiantes viven en países que no tienen medios para ofrecer todas las clases de manera remota.

Las tendencias generales de los datos emergentes en todo el mundo sugieren que la crisis ha exacerbado las desigualdades en materia de educación:

• Los niños provenientes de hogares con bajos ingresos, los niños con discapacidades y las niñas tuvieron menos oportunidades de acceder al aprendizaje a distancia que sus compañeros. Esto se debió a menudo a la falta de acceso a las tecnologías y la carencia de electricidad, conectividad y dispositivos, así como a la discriminación y las normas de género.

• Los educandos más jóvenes tuvieron menos acceso al aprendizaje a distancia y se vieron más afectados por la pérdida de aprendizaje que los educandos de más edad, especialmente entre los niños en edad preescolar en etapas fundamentales de aprendizaje y desarrollo.

• El impacto negativo en el aprendizaje ha afectado de manera desproporcionada a los más marginados o vulnerables. Las pérdidas de aprendizaje fueron mayores para los estudiantes de un nivel socioeconómico inferior en países como Ghana, México y Pakistán.

• Los primeros datos indican mayores pérdidas entre las niñas, ya que están perdiendo con rapidez la protección que las escuelas y el aprendizaje ofrecen a su bienestar y a sus oportunidades de vida.

“La pandemia de covid-19 cerró centros educativos en todo el mundo, interrumpiendo la educación de 1.600 millones de estudiantes en su momento más álgido, y exacerbó las desigualdades de género. En algunos países, constatamos una pérdida de aprendizaje más significativa entre las niñas y un aumento del riesgo de enfrentarse al trabajo infantil, la violencia de género, el matrimonio precoz y el embarazo. Para cerrar las heridas de esta generación, debemos reabrir las escuelas y mantenerlas abiertas, proponernos como objetivo el regreso de los estudiantes a los centros educativos y acelerar la recuperación del aprendizaje», afirmó Robert Jenkins, Director de Educación del Unicef.

https://www.eltiempo.com/vida/educacion/impacto-de-la-pandemia-en-la-educacion-sera-mas-severo-de-lo-previsto-637331

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La educación se derrumba y quienes nos gobiernan miran para otro lado

Por: Razón y revolución

La pandemia trajo la peor crisis educativa, de eso no hay dudas. El punto es evaluar el cuadro de situación del sistema educativo. De eso depende el futuro de nuestros niños y niñas. Quienes nos gobiernan dicen que se vienen tiempos de reparar los daños. Pero empiezan mal, porque no tenemos un buen diagnóstico de dónde estamos parados.

Recién el 25 de octubre el Ministerio de Educación de la Nación lanzó una encuesta para saber cómo y qué se aprendió en los dos últimos años. En ese cuestionario papel, que será completado por 38 mil alumnos y alumnas de sexto grado, se les preguntará sobre la frecuencia con que se les envió tareas, cómo fue la comunicación con sus docentes, las formas de evaluación, las actividades que realizaron por materias y cómo les gustaría que fuera la escuela finalizada la pandemia. Una encuesta similar se hizo hace casi un año, pero preguntándoles a las mujeres acompañantes del alumnado, docentes y directivos. ¿Los resultados? Parece que para mediados de 2022. No se los nota muy apurados por reparar el daño…

Este último trimestre, a lo largo y ancho del país, llegan a las escuelas planillas y más planillas donde les piden a las escuelas que den cuenta qué hicieron ante situaciones de desvinculación de estudiantes. Y que se debe favorecer el proceso de promoción 2021/2022. En criollo: que el alumno pase y después… y después vemos. No parece que así se corrija el daño.

El resto del mundo debate aumentar paquetes de estímulo (que incluye, claro, el financiamiento) para tomar “medidas para recuperar la pérdida de aprendizaje” y para campañas de (re)matriculación y apoyo específico a los alumnos que corren el riesgo de no volver a la escuela. En Argentina si hablamos de “los que viven en la pobreza” hablamos de la mitad de la población y las mujeres la mitad de la humanidad. Solo con eso tenemos suficiente como para arrancar.

En relación a este punto, la UNESCO está a la izquierda del gobierno de los Fernández porque no solo destina apenas $5000 pesos para cada alumno que dejó la escuela sino también porque mientras el organismo internacional propone “Considerar la introducción de medidas fiscales extraordinarias para aumentar los recursos financieros del sistema educativo a corto plazo” acá presenciamos recortes: ¿hay que recordar que el presupuesto 2021 no tuvo ninguna asignación especial para atender la pandemia?

“Las netbooks son un derecho”, dice Perczyk. ¿Se acuerdan de que hacían falta por lo menos cuatro millones y medio de dispositivos a repartir? Según el anuncio del Volvé a la Escuela, es decir, uno de los programas “reparadores” se repartieron 540 mil netbooks en 2021 y se repartirán 1 millón en 2022 para el nivel secundario. Con su ritmo si tenemos mucha suerte la próxima pandemia nos encuentre conectados y tal vez con algunos datos sobre cómo nos fue en este tiempo.

Un análisis socialista de los problemas de la educación requiere no mirar a otro lado. Hay que reparar, tienen razón. Y eso necesita un diagnóstico que no pueden desarrollar quienes son los culpables de la degradación educativa que la pandemia vino a profundizar. El problema reside en que eso que ese quiere reparar, no tiene arreglo: el capitalismo. Una sociedad degradada produce una educación degradada.

Fuente de la información e imagen:  https://razonyrevolucion.org

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Tenemos que pararnos en nuestro terreno, el mejor lugar para alcanzar las estrellas

Por Vijay Prashad

Casi todos los niños y niñas del planeta (más del 80%) vieron interrumpida su educación por la pandemia, según la agencia de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). Aunque este dato es sorprendente, lo cierto es que fue necesario cerrar las escuelas cuando el virus infeccioso COVID-19 se extendía por toda la sociedad. ¿Cuál ha sido el impacto de esa decisión en la educación? En 2017 —antes de la pandemia— al menos 840 millones de personas no tenían acceso a la electricidad, lo que significaba que, para muchos niños y niñas, la educación en línea era imposible. Un tercio de la población mundial (2.600 millones de personas) no tiene acceso a internet, lo que —aunque tuvieran electricidad— hace imposible la educación en línea. Si profundizamos, descubrimos que los índices de quienes no tienen acceso a los dispositivos necesarios para el aprendizaje en línea —como los computadores y los teléfonos inteligentes— son aún más nefastos, ya que dos mil millones de personas carecen de ambos. El cierre de las escuelas físicas, por lo tanto, ha provocado que cientos de millones de niños y niñas de todo el mundo se queden sin educación escolar durante casi dos años.

Los macrodatos como este son ilustrativos, pero engañosos. El grueso de quienes carecen de electricidad e Internet vive en zonas de África, Asia y América Latina. Por ejemplo, antes de la pandemia, unx de cada cinco niñxs del África subsahariana, Asia occidental y meridional no había entrado nunca en un aula de primaria. Una de cada tres niñas no tenía acceso a la educación en el norte de África y Asia occidental, frente a uno de cada veinticinco niños. Las proyecciones indican que unx de cada cuatro niñxs de Asia meridional (con una población aprox. de 2.000 millones de habitantes) y unx de cada cinco de África (con una población aprox. de 1.200 millones de habitantes) y de Asia occidental (con una población aprox. de 300 millones de habitantes) probablemente no irá a la escuela en absoluto. Los estudios sobre los niveles de comprensión lectora de los niños y niñas menores de diez años nos permiten comprender más profundamente estas desigualdades: en los países de ingresos bajos y medios, el 53% de niños y niñas no pueden leer y comprender una historia sencilla al final de la escuela primaria, mientras que en los países pobres esta cifra se eleva al 80% (solo es del 9% en los países de ingresos altos).

La distribución geográfica de los países con ingresos bajos y altos revela las mismas divisiones de siempre. Este fue el tema principal del dossier nº 43 (El coronashock y la educación brasileña: un año y medio después, agosto de 2021), resumido en nuestras siete tesis sobre el presente y el futuro de la educación en Brasil. Estas desigualdades regionales y de género eran anteriores a la pandemia, pero se han exacerbado a causa de los confinamientos.

Los signos de mejora aún no son visibles. A principios de este año, el Banco Mundial y la UNESCO señalaron que, desde la aparición de esta pandemia, dos tercios de los países en desarrollo han recortado sus presupuestos de educación. Esto es catastrófico para grandes partes del mundo donde los y las estudiantes dependen de la educación pública y no de la privada. Antes de la pandemia, estas brechas ya eran enormes: en los países de ingresos altos, los gobiernos gastaban 8.501 dólares por niño en edad escolar, mientras que en los países más pobres la suma era de solo 48 dólares por niñx. Los efectos económicos negativos de la pandemia en los países en desarrollo significan que las desigualdades aumentarán, con pocas esperanzas de recuperación. Como resultado, habrá menos recursos para salvar las brechas eléctrica, digital y de dispositivos, con casi ningún fondo para construir bibliotecas de préstamo de teléfonos inteligentes, por ejemplo, y muchos menos recursos para formar a lxs profesores sobre cómo manejar el regreso de lxs estudiantes a las aulas después de un paréntesis de dos años. Dado que las tasas de vacunación siguen siendo bajas en los países de bajos ingresos, los cierres continuarán indefinidamente o se corre el riesgo de propagar las infecciones en las escuelas.

Recientemente, el gobierno indio publicó su Informe Anual sobre la Situación de la Educación 2021, que mostró que un gran número de niños y niñas no estaban escolarizados el año pasado y que menos de una cuarta parte pudo acceder a la educación en línea. A medida que la situación económica de las familias de clase media empeoraba durante la pandemia, la matriculación disminuyó en las escuelas privadas y aumentó en las públicas. Este cambio, en un contexto de disminución del gasto gubernamental en la educación pública, hará que se intensifique la presión sobre lxs estudiantes y el personal de las escuelas públicas, especialmente lxs profesores.

Un estudio de la Federación de Estudiantes de la India (SFI) constató que estas desigualdades continúan en la enseñanza superior, y descubrió que existe una brecha de género del 50% entre quienes utilizan Internet a través de sus teléfonos móviles (el 21% de las mujeres frente al 42% de los hombres). En los distritos tribales de atención especial, apenas un 3,47% de las escuelas tienen acceso a las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), según datos del gobierno. Para empeorar las cosas, el cierre de las residencias universitarias ha afectado especialmente a las mujeres jóvenes, ya que vivir fuera del hogar familiar les servía de refugio contra la asfixia del patriarcado en sus múltiples formas, como el matrimonio precoz y las presiones del trabajo reproductivo.

Mientras tanto, una luz intensa brilla en Kerala, un estado del sur de la India gobernado por el Frente Democrático de Izquierda (LDF por su sigla en inglés) donde los índices de educación son del 90%. El gobierno del LDF ha aumentado el financiamiento de la educación en el estado y ha permitido a los gobiernos locales autónomos decidir cómo gastar ese dinero. Antes de la pandemia, el gobierno del LDF de Kerala construyó aulas de alta tecnología; una vez que la pandemia se instaló, creó la infraestructura necesaria para permitir el aprendizaje en línea. Durante la pandemia, más de 4,5 millones de estudiantes asistieron a la escuela no a través de teléfonos inteligentes y computadores, sino a través de First Bell, una emisión de 8:30 a 17:30 en el canal de televisión de propiedad gubernamental Versatile ICT Enabled Resource for Students (VICTERS). Para las familias es mucho más fácil acceder a un televisor que a una tecnología digital más cara. El ejemplo de Kerala muestra el poder de centrar la educación en torno a las capacidades existentes de una comunidad.

La educación no es solo cuestión de dispositivos y aulas. Se trata de cómo se enseña y de lo que se enseña (un punto que vale la pena señalar en el centenario del nacimiento del gran educador Paulo Freire, cuyo legado analizamos en nuestro dossier nº 34, Paulo Freire y las luchas populares en Sudáfrica). 34, Paulo Freire y la lucha popular en Sudáfrica). Muchos de los éxitos de Kerala son consecuencia de una cultura socialista que cree en cada niño y niña, y que cree en la importancia de elevar en lugar de denigrar las culturas de la clase trabajadora y del campesinado.

Desde Brasil nos llega la noticia de que el Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) ha permitido alfabetizar a más de 100.000 personas en los últimos treinta y siete años. El MST utiliza técnicas freireanas y el modelo educativo cubano Yo Sí Puedo, desarrollado por el Instituto Pedagógico Latinoamericano y del Caribe (IPLAC). Este modelo surgió tras la promesa de Fidel Castro, en septiembre de 1960, de elevar la tasa de alfabetización al 100%. En ocho meses, el país logró una alfabetización casi total gracias a la Campaña de Alfabetización de Cuba. Un cuarto de millón de personas, la mitad de ellas menores de dieciocho años, se ofrecieron como voluntarias para ir a las zonas rurales y pasar las noches y los fines de semana mejorando las habilidades del campesinado con tizas y pizarras. Utilizaron los conocimientos que las y los cubanos ya tenían y los reforzaron enseñándoles a leer y a escribir, en lugar de tratarlos como analfabetos a los que hay que decirles lo que tienen que hacer. Leonela Relys Díaz, una de las jóvenes voluntarias originales de la campaña de alfabetización, desarrolló el plan de estudios Yo Sí Puedo en 2000. Ahora, el programa utiliza vídeos pregrabados y culturalmente específicos junto con facilitadores locales altamente motivados y formados para aumentar la confianza y las habilidades de las personas. Este programa también se utiliza en Venezuela desde 2003, donde ayudó a enseñar a leer y escribir a 1,48 millones de adultos, erradicando así el analfabetismo en dos años.

Durante la pandemia, los proyectos socialistas —como los del gobierno del LDF en Kerala, los programas educativos cubanos y la campaña de alfabetización del MST— están floreciendo, mientras que otros gobiernos recortan sus fondos educativos. “Siempre es tiempo de aprender”, dice el programa de alfabetización del MST, pero este lema no se aplica en todas partes.

Durante la pandemia, la Universidad de Nairobi, en Kenia, decidió cerrar su Departamento de Literatura. Este departamento fue pionero en los estudios poscoloniales cuando transformó el colonial Departamento de Inglés, permitiendo a las y los académicos y estudiantes profundizar en las artes y la cultura kenianas absorbiendo el potencial de la imaginación africana. Uno de los artífices del nuevo departamento fue el escritor Ngũgĩ wa Thiong’o, que llevó el arte al barrio obrero de Kibera y trajo la estética de Kibera a la universidad. Por ello, wa Thiong’o fue despedido y encarcelado en 1978. Al conocerse el cierre del departamento, escribió el poema “FMI: Fundación Internacional Mitumba’. Dos breves notas: Mmitumba es una palabra swahili que significa “segunda mano”, utilizada aquí para burlarse del Fondo Monetario Internacional; la palabra MmaTumbo significa “estómago”.

FMI: Fundación Mitumba Internacional

Primero, nos dieron sus lenguas.
Dijimos, está bien, podemos hacerlas nuestras.
Entonces dijeron que primero debíamos destruir las nuestras.
Y dijimos, está bien, porque con las suyas nos convertimos en los primeros.
Los primeros en comprar sus aviones y máquinas de guerra.
Los primeros en comprar sus autos y su ropa.
Los primeros compradores de lo mejor que hacen de nuestro mejor.
Pero cuando dijimos que podíamos superarlos
Haciendo lo mejor de nuestro mejor
Lo nuestro de lo nuestro
Dijeron no, deben comprarnos a nosotros
Aunque hayan hecho lo mejor de su mejor
Ahora nos hacen comprar usado lo mejor que tienen
Y cuando dijimos que podíamos defendernos y fabricar las nuestras
Nos recordaron que conocen todos los secretos de nuestras armas.
Sí, nos hacen comprar lo mejor que ya han usado
De segunda mano, lo llaman.
En swahili se llaman Mitumba.
Armas Mitumba.
Autos Mitumba.
Ropa Mitumba.
Y ahora el FMI dicta universidades mitumba
Para producir intelectuales mitumba.
Exigen que cerremos todos los departamentos
Que digan
Tenemos que pararnos nuestro terreno
El mejor terreno para alcanzar las estrellas.

Pero los políticos Mitumba se arrodillan ante el FMI,
la Fundación Mitumba Internacional,
y gritan
Sí señores
Nosotros, los imitadores neocoloniales, damos el mejor bakshish.
La cultura Mitumba crea MmaTumbo kubwa
Para unos pocos con mentes Mitumba.

Fuente: https://rebelion.org/tenemos-que-pararnos-en-nuestro-terreno-el-mejor-terreno-para-alcanzar-las-estrellas/

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Mundo: En 2020, un niño se infectó con el VIH cada dos minutos

La prolongación de la pandemia de COVID-19 está agravando las desigualdades que durante tanto tiempo ha provocado la epidemia de VIH, advierte UNICEF en vísperas del Día Mundial del Sida.

Al menos 300.000 niños y niñas se infectaron por primera vez con el VIH en 2020, o uno cada dos minutos, según ha declarado UNICEF en un informe publicado hoy. Otros 120.000 niños y niñas murieron por causas relacionadas con el sida durante el mismo periodo, o uno cada cinco minutos.

El último informe de El VIH y el sida: Panorama mundial advierte de que la prolongación de la pandemia de COVID-19 está agravando las desigualdades que durante tanto tiempo ha provocado la epidemia de VIH, y está aumentando el riesgo de que los niños y niñas vulnerables, los adolescentes, las mujeres embarazadas y las madres lactantes no puedan acceder a los servicios de prevención y tratamiento del VIH que les pueden salvar la vida.

“La epidemia de VIH comienza su quinto decenio en mitad de una pandemia mundial que ha sobrecargado los sistemas de salud y ha limitado el acceso a los servicios que pueden salvar vidas. Mientras tanto, el aumento de la pobreza, los problemas de salud mental y el abuso están incrementando el riesgo de infección entre los niños, las niñas y las mujeres”, afirmó Henrietta Fore, Directora Ejecutiva de UNICEF. “Si no intensificamos los esfuerzos encaminados a subsanar las desigualdades que provoca la epidemia de VIH y que ha agravado la COVID-19, es posible que más niños se infecten con el VIH y pierdan la batalla contra el sida”.

Un dato alarmante es que dos de cada cinco niños que padecen VIH no conocen su estado, y solo algo más de la mitad de todos los niños que padecen VIH reciben tratamiento antirretroviral. Algunos de los obstáculos que impiden acceder adecuadamente a los servicios de VIH son conocidos y perduran desde hace tiempo, como es el caso de la discriminación y las desigualdades por razón de género.

Por otro lado, el informe subraya que, a principios de 2020, en muchos países se produjeron interrupciones importantes en los servicios de VIH a causa de la COVID-19. Las pruebas de detección del VIH en los niños de países muy afectados disminuyeron entre un 50% y un 70%, mientras que los nuevos tratamientos para niños menores de 14 años se redujeron entre un 25% y un 50%. Los confinamientos contribuyeron al aumento de las tasas de infección como consecuencia de los picos de violencia por razón de género, la restricción del acceso a una atención continuada y el desabastecimiento de productos básicos. Además, en algunos países se registró una disminución significativa de los partos en centros de salud, las pruebas de VIH entre las madres y los nuevos tratamientos antirretrovirales para el VIH. Un ejemplo extremo es el de la cobertura de los tratamientos antirretrovirales para las mujeres embarazadas de Asia Meridional, que disminuyó drásticamente de un 71% a un 56% en 2020.

Si bien el uso de los servicios se restableció en junio de 2020, los niveles de cobertura siguen siendo muy inferiores a los que se registraban antes de la COVID-19, y aún no se conoce el verdadero alcance de sus repercusiones. Por si esto fuera poco, en regiones muy afectadas por el VIH, una pandemia prolongada podría perturbar aún más los servicios de atención de la salud y acentuar la desigualdad de la respuesta mundial al VIH, según advierte el informe.

En 2020, un 89% de las nuevas infecciones pediátricas por VIH y un 88% de los niños, niñas y adolescentes que padecían VIH en todo el mundo se concentraban en África Subsahariana, y la propensión a infectarse con el VIH era seis veces más alta entre las niñas que entre los niños. Además, un 88% de las muertes infantiles relacionadas con el sida se registraron en África Subsahariana.

Según el informe, a pesar de que se han logrado algunos avances en la lucha contra el VIH y el sida, los niños, las niñas y los adolescentes han seguido quedándose atrás en todas las regiones a lo largo de los últimos 10 años. La cobertura mundial del tratamiento antirretroviral para los niños sigue siendo muy inferior a la de las mujeres embarazadas (85%) y los adultos (74%). El porcentaje más elevado de niños y niñas que reciben tratamiento antirretroviral se registra en Asia Meridional (>95%), seguido de Oriente Medio y África del Norte (77%), Asia Oriental y el Pacífico (59%), África Oriental y Meridional (57%), América Latina y el Caribe (51%) y África Occidental y Central (36%).

Otros datos relativos a 2020 que se incluyeron en el informe son los siguientes:

  • 150.000 niños y niñas de cero a nueve años se infectaron por primera vez con el VIH, con lo que el número total de niños de este grupo de edad que padecen VIH ascendió a 1,03 millones.
  • 150.000 adolescentes de entre 10 y 19 años se infectaron por primera vez con el VIH, con lo que el número total de adolescentes que padecen VIH aumentó a 1,75 millones.
  • 120.000 niñas adolescentes se infectaron por primera vez con el VIH, en comparación con 35.000 niños varones adolescentes.
  • 120.000 niños, niñas y adolescentes murieron por causas relacionadas con el sida; 86.000 tenían entre cero y nueve años y 32.000 tenían entre 10 y 19 años.
  • En África Oriental y Meridional, las infecciones nuevas anuales entre los adolescentes disminuyeron un 41% desde 2010, mientras que, en Oriente Medio y Norte de África, las infecciones aumentaron un 4% a lo largo del mismo periodo.
  • El año pasado, 15,4 millones de niños y niñas perdieron a uno o ambos progenitores por causas relacionadas con el sida. Tres cuartas partes de estos niños, 11,5 millones, viven en África Subsahariana. Los niños que han quedado huérfanos a causa del sida representan el 10% de todos los huérfanos del mundo, pero un 35% de todos los niños huérfanos vive en África Subsahariana.

“Si queremos reconstruir un mundo mejor después de la pandemia, es imprescindible ofrecer respuestas que estén basadas en pruebas y centradas en las personas, que fomenten la capacidad de resiliencia y que sean sostenibles y, por encima de todo, equitativas”, afirmó Fore. “Para subsanar las brechas, esas iniciativas deben llevarse a cabo a través de un sistema de atención de la salud más fuerte y la participación significativa de todas las comunidades afectadas, especialmente las más vulnerables”.

Fuente: https://www.unicef.org/es/comunicados-prensa/en-2020-un-nino-se-infecto-con-vih-cada-dos-minutos

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