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Argentina: La pandemia nos enfrenta al desafío de resguardar la inclusión, la equidad y la calidad de nuestro sistema universitario. FEDUN

Redacción: FEDUN

Antes que nada, desde la FEDUN destacamos las medidas tomadas por el presidente de la Nación, Alberto Fernández, frente a la pandemia de Covid-19, mediante las que priorizan el cuidado de la vida y la salud de los argentinos y luego se ocupan de la economía, la educación y otro ámbitos de la vida social de la nación. Hoy, para cuidarnos entre todos, lo más efectivo es que nos quedemos en casa y respetemos las medidas impuestas por las autoridades de la Salud para la cuarentena. Una vez que la amenaza  a la vida pase, será el momento de la reconstrucción.

El sistema universitario argentino tiene la gran virtud de ser masivo y, a la vez, reconocido mundialmente por su calidad. Los indicadores muestran que año tras año acceden a nuestras casas de estudios gran cantidad de estudiantes de diversos grupos etarios, sobre todo jóvenes, y las cifras siguen en un franco ascenso que debemos mantener, para que cada vez sean más los que puedan estudiar y capacitarse en el nivel universitario. Más graduados universitarios significa más profesionales capacitados para el mundo laboral, más ciencia y técnica, y más desarrollo para la Argentina toda.

Otra aspecto que caracteriza a nuestro sistema es el fuerte apoyo orientado a la inclusión que brinda a través de medidas concretas. La más significativa es sin dudas la gratuidad de la universidad pública argentina, libre de aranceles, a la que le sigue el sistema de becas que ayudan a solventar los gastos que implican las cursadas, para que las personas de sectores sociales de menores recursos puedan acceder a la educación superior. Históricamente, desde desde los gobiernos populares se luchó por la inclusión.

Lamentablemente, la crisis generada por la pandemia hizo que se debieran suspender las clases presenciales en todo el país. A raíz de ello, se buscó sostener el ciclo lectivo mediante la implementación de estrategias de virtualización de las cursadas. Hoy la realidad nos muestra que, por diversos motivos, esto se cumple de manera parcial.

Si bien la virtualización fue pensada en el marco de un plan de contingencia para continuar con los calendarios académicos y ofrecer contención y acompañamiento a los estudiantes, creemos que de ninguna manera sustituye -ni podrá hacerlo- la interacción persona a persona del docente con el grupo en la dinámica de las aulas que implica la cursada presencial.

El pasaje de la presencialidad a la virtualidad en tan poco tiempo, sin la infraestructura y los recursos necesarios, tanto a nivel académico e informático como en cuanto a la capacitación técnica y pedagógica adecuada en el cuerpo docente, generó y sigue generando innumerables problemas. Todo esto más allá del enorme e invaluable esfuerzo que estamos haciendo los docentes para sobrellevar la situación lo mejor posible.

Pero el gran problema, quizá el principal, se impone al estudiantado. Encontramos que, en muchísimos casos, el nuevo escenario genera severas desigualdades entre los estudiantes, ya que no todos cuentan con las mismas posibilidades de acceder a las clases virtuales, y de realizar de los trabajos solicitados por no contar la tecnología ni la conectividad adecuadas.

El porcentaje de accesibilidad de los estudiantes a las clases virtuales varía drásticamente según el estrato socioeconómico del que provengan – o sea, que cuenten o no los medios económicos para costear la tecnología y la conectividad necesarias- y el momento de la carrera en que se encuentren. Así, vemos que mientras en los últimos años el número de los que puede acceder a la modalidad virtual es alto, ocurre lo opuesto en los grandes grupos de los ingresos y de los niveles iniciales de las carreras de grado. Y la situación de desigualdad se acentúa en las poblaciones estudiantiles de bajos recursos. Por supuesto que, como defensores de la universidad pública, gratuita, inclusiva y de calidad, se nos hace muy difícil soslayar esta inequidad.

En momentos en que la sociedad toda está haciendo un enorme esfuerzo para enfrentar la pandemia y morigerar su impacto negativo, muchos trabajadores continúan en sus puestos para que los servicios básicos y algunos rubros esenciales sigan funcionando. De entre ellos, queremos destacar el rol de los trabajadores de la salud, en especial a los que también son nuestros colegas docentes, porque les toca poner el cuerpo en los lugares de mayor peligro.

Como docentes universitarios somos conscientes de que desde nuestro rol debemos hacer el mayor esfuerzo en aportar alternativas y soluciones en esta difícil coyuntura. Por eso, debemos darnos el lugar para debatir sobre qué conviene que hagamos hoy para mejorar nuestro aporte a la sociedad.

Pero debe quedar claro que lo dicho hasta aquí no implica que debamos permitir que sean vulnerados nuestros derechos como trabajadores. La virtualización no debe alterar la carga horaria establecida en las normativas laborales, así como tampoco interponerse con las otras ocupaciones que la mayoría de la planta docente tiene, por tratarse de dedicaciones simples o semiexclusivas.

En este sentido, un dato no menor a tener cuenta es que una parte importante de la comunidad docente universitaria se cuenta hoy entre la población de riesgo antes el Covid-19, y que seguramente seguirá en situación de aislamiento luego de la eventual flexibilización de la cuarentena. Además, hay que respetar las licencias dispuestas por el gobierno nacional para todos los trabajadores que tengan a su cargo el cuidado de hijos en edad escolar, personas con discapacidades y ancianos. Todo esto no deberá implicar una sobrecarga en el trabajo del resto de los docentes.

Desde la FEDUN entendemos que cuando la pandemia permita regularizar la situación y volver a las clases presenciales uno de los primeros desafíos que tendremos los sindicatos docentes, junto a las autoridades gubernamentales y universitarias, será recuperar a todos los estudiantes que no pudieron acceder a la virtualidad. El desafío será mantener intacta nuestra población de estudiantes, y seguir garantizando un sistema universitario público gratuito, inclusivo y de calidad.

Fuente: https://fedun.com.ar/la-pandemia-nos-enfrenta-al-desafio-de-resguardar-la-inclusion-la-equidad-y-la-calidad-de-nuestro-sistema-universitario/

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Con hojas de plátano como cubrebrocas, indígenas peruanos claman por ayuda

Redacción: Telemundo

La escasez de alimentos está comenzando a afectar a estas comunidades en el interior del Perú.

Para comprender el alcance mundial de la pandemia de coronavirus, solo se necesita mirar la selva del Perú.

Lejos de los epicentros de la enfermedad, los pueblos indígenas del Perú luchan contra la pandemia de COVID-19 con mascarillas hechas de hoja de plátano y se recluyen en cuarentena voluntaria.

Esas se han convertido en las únicas armas que las comunidades remotas como estas tienen para combatir el virus. El martes una comunidad en la región amazónica se confinó del resto del Perú.

Con la clausura de la entrada de su asentamiento esperaban evitar que el virus entrara en su área. Algunos otros grupos indígenas se pusieron bajo encierro hace varias semanas.

Pero la escasez de alimentos está comenzando a afectar a estas comunidades en el interior del Perú. Muchos de los grupos indígenas están pidiendo ayuda al gobierno.

El presidente de Perú reconoció sus súplicas, pero dijo que enviar apoyo sería un desafío. Martin Vizcarra dijo que «debido a lo remotas que son las comunidades indígenas, es difícil atenderlas y más aún en este período de inmovilización. Pero eso no significa que no las tengamos en mente».

Agregó que «es necesario reconocerlo como un sector que no está siendo atendido como debería ser y tenemos que corregirlo lo más rápido posible».

Fuente: https://www.telemundoutah.com/noticias/mundo/con-hojas-de-platano-como-cubrebrocas-indigenas-peruanos-claman-por-ayuda/1994718/

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Colombia: Estudiantes de la UIS rechazan la decisión de continuar clases de manera virtual

Redacción: Colombia Informa

Luego de conocer la decisión comunicada por el Ministerio de Educación Nacional, en la que participaron rectores de varias universidades del país, incluido el rector Hernán Porras de la Universidad Industrial de Santander -UIS-, el estudiantado manifestó su completo rechazo.

Esta determinación, que se toma en el marco de la pandemia del Covid-19, define que los semestres se desarrollarán por medios virtuales. A raíz de esto, estudiantes de la UIS y organizaciones estudiantiles decidieron hacer una twitteratón con el hashtag #TodosONingunoUIS el martes 31 de marzo desde las 7:00 p.m, para manifestar su rotundo rechazo al semestre virtual.

A esta voz de rechazo se han sumado estudiantes de todas las universidades del país, argumentando que existen muy pocas posibilidades para pagar el semestre, debido al aislamiento y a los despidos injustificados de sus familiares, de quienes en muchos casos depende su sustento económico.

Asimismo, no existen condiciones mínimas para acceso a internet para los estudiantes que viven en las periferias o cinturones de miseria de la ciudad, lo que impide una educación fundamentada en el principio de la universalidad.

También han manifestado que se podría poner en jaque la calidad académica y que existen múltiples crisis en los hogares colombianos a raíz de la pandemia que complejizan el aprendizaje y la disposición para la continuación de las clases.

#TodosONingunoUIS se posicionó como tendencia nacional. A partir de ahí surgieron otras iniciativas para hoy, miércoles 1 de abril, de continuar las jornadas de twitteratón y movilización a través de las redes sociales, extendiendo la invitación a otras Instituciones de Educación Superior -IES- a nivel nacional con el hashtag #TodosONingunoIES.

Fuente: https://www.colombiainforma.info/zona-nororiental-de-medellin-pide-atencion-especial-ante-covid-19/

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Cómo cuidar de sí y de los demás en tiempos del coronavirus

Por: Leonardo Boff

Vivimos tiempos dramáticos bajo el ataque del coronavirus, una especie de guerra contra un enemigo invisible, contra el cual todo el arsenal destructivo de armas nucleares, químicas y biológicas fabricadas por los poderes militaristas son totalmente inútiles e incluso ridículas. El Micro (virus) está derrotando a lo Macro (nosotros).

Tenemos que cuidarnos personalmente y cuidar a los demás, para que podamos salvarnos juntos. Aquí no valen los valores de la cultura del capital, no la competencia, sino la cooperación, no la ganancia sino la vida, no la riqueza de unos pocos y la pobreza de las grandes mayorías, no la devastación de la naturaleza, sino su cuidado. Estamos en el mismo barco y sentimos que somos seres que dependemos unos de otros. Aquí todos somos iguales y con el mismo destino feliz o trágico.

¿Qué somos como humanos?

En estos momentos de aislamiento social forzado, tenemos la oportunidad de pensar sobre nosotros mismos y en lo que realmente somos. ¿Sabemos quiénes somos? ¿Cuál es nuestro lugar en el conjunto de seres? ¿Para qué existimos? ¿Por qué podemos ser infectados por el coronavirus e incluso morir? ¿Hacia dónde vamos? Al reflexionar sobre estas preguntas impostergables, vale la pena recordar a Blaise Pascal (+1662). Nadie mejor que él, matemático, filósofo y místico, para expresar el ser complejo que somos:

“Qué es el ser humano en la naturaleza? Una nada frente al infinito y un todo frente a la nada, un medio entre la nada y el todo, pero incapaz de ver la nada de donde viene y el infinito hacia dónde va” (Pensées § 72). En él se cruzan los cuatro infinitos: lo infinitamente pequeño, lo infinitamente grande, lo infinitamente complejo (Teilhard de Chardin) y lo infinitamente profundo.

En verdad no sabemos bien quien somos. O mejor, desconfiamos de alguna cosa en la medida en que vivimos y acumulamos experiencias. En uno somos muchos. Además de aquello que somos, existe en nosotros aquello que podemos ser: un manojo inagotable de virtualidades escondidas dentro de nosotros. Nuestro potencial es lo más seguro en nosotros. De ahí nuestra dificultad para construir una representación satisfactoria de quienes somos. Pero esto no nos exime de elaborar algunas claves de lectura que, de alguna manera, nos guíen en la búsqueda de lo que queremos y podemos ser.

En esta búsqueda el cuidado de sí mismo juega un papel decisivo. Especialmente en este momento dramático, cuando estamos expuestos a un enemigo invisible que puede matarnos o a través de nosotros causar la enfermedad o la muerte a los otros. En primer término, no es una mirada narcisista sobre el propio yo, lo cual lleva generalmente a no conocerse a sí mismo sino a identificarse con una imagen proyectada de uno mismo y, por lo tanto, alienada y alienante.

Fue el filósofo Michel Foucault quien, con su exhaustiva investigación Hermenéutica del sujeto (1984), trató de rescatar la tradición occidental del cuidado del sujeto, especialmente en los sabios de los siglos II/III, como Séneca, Marco Aurelio, Epicteto y otros. El gran lema era el famoso “gnôti seautón”: “conócete a ti mismo”. Este conocimiento no se entendía de una manera abstracta sino concreta: reconócete en lo que eres, trata de profundizar en ti mismo para descubrir tus potencialidades; trata de realizar lo que realmente eres.

Es importante afirmar en primer lugar que el ser humano es un sujeto y no una cosa. No es una sustancia constituida de una vez por todas (Foucault, Hermenéutica del sujeto, 2004), sino un nudo de relaciones siempre activo que, a través del juego de relaciones, se está construyendo continuamente. Nunca estamos listos, siempre nos estamos formando.

Todos los seres en el universo, según la nueva cosmología, tienen una cierta subjetividad porque siempre están relacionando e intercambiando información. Por eso tienen historia y un cierto nivel de conocimiento inscrito en su ADN. Este es un principio cosmológico universal. Pero el ser humano lleva a cabo su propia modalidad de este principio relacional, que es el hecho de ser un sujeto consciente y reflexivo. Sabe que sabe y sabe que no sabe y, para ser completos, no sabe que no sabe, como decía irónicamente Miguel de Unamuno.

Este nudo de relaciones se articula desde un centro, alrededor del cual organiza los sentimientos, ideas, sueños y proyecciones. Este centro es un yo, único e irrepetible. Representa, en el lenguaje del más sutil de todos los filósofos medievales, el franciscano Duns Scoto (+1203), la ultima solitudo entis, la última soledad del ser.

Esta soledad significa que el yo es insustituible e irrenunciable. Pero recordemos: debe entenderse en el contexto del nudo de relaciones dentro del proceso global de interdependencias, de modo que la soledad no sea la desconexión de los demás. Significa la singularidad y la especificidad inconfundible de cada uno. Por lo tanto, esta soledad es para la comunión, es estar solo en su identidad para poder estar con el otro diferente y ser uno-para-el-otro y con-el-otro. El yo nunca está solo.

Cuidar de sí: acogerse jovialmente

El cuidado de sí mismo implica, en primerísimo lugar, acogerse a sí mismo tal como se es, con las capacidades y las limitaciones que siempre nos acompañan. No con amargura como quien no consigue evitar o modificar su situación existencial, sino con jovialidad. Acoger la estatura, el rostro, el pelo, las piernas, pies, senos, la apariencia y modo de estar en el mundo, en resumen, acoger nuestro cuerpo.

Cuanto más nos aceptemos así como somos, menos clínicas de cirugía plástica necesitaremos. Con las características físicas que tenemos, debemos elaborar nuestra manera de ser y nuestra mise-en-scène en el mundo.

Podemos cuestionar la construcción artificial de una belleza fabricada que no está en consonancia con una belleza interior. Hay el riesgo de perder la luminosidad y sustituirla por una vacía apariencia de brillo.

Más importante es acoger los dones, las habilidades, el poder, el coeficiente de inteligencia intelectual, la capacidad emocional, el tipo de voluntad y de determinación con la que cada uno viene dotado. Y al mismo tiempo, sin resignación negativa, los límites del cuerpo, de la inteligencia, de las habilidades, de la clase social y de la historia familiar y nacional en que está insertado.

Tales realidades configuran la condición humana concreta y se presentan como desafíos a ser afrontados con equilibrio y con la determinación de explotar lo más que podamos las potencialidades positivas y saber llevar, sin amargura, las negativas.

El cuidado de sí mismo exige saber combinar las aptitudes con las motivaciones. Me explico: no basta tener aptitud para la música si no nos sentimos motivados para desarrollar esta capacidad. De la misma manera, no nos ayudan las motivaciones para ser músico si no tenemos aptitudes para eso, sea en el oído sea en el domino del instrumento. De nada sirve querer pintar como van Gogh si solamente se consigue pintar paisajes, flores y pájaros que a duras penas llegan a ser expuestos en la plaza en la feria del domingo. Desperdiciamos energías y recogemos frustraciones. La mediocridad no engrandece a nadie.

Otro componente del cuidado consigo mismo es saber y aprender a convivir con la paradoja que atraviesa nuestra existencia: tenemos impulsos hacia arriba, como la bondad, la solidaridad, la compasión y el amor. Y simultáneamente tenemos en nosotros tendencias hacia abajo, como el egoísmo, la exclusión, la antipatía e incluso al odio. En la historia reciente de nuestro país tales dimensiones contradictorias han aparecido hasta de forma virulenta, envenenando la convivencia social.

Estamos hechos con estas contradicciones, que nos vienen dadas con la existencia. Antropológicamente se dice que somos al mismo tiempo sapiens y demens, gente de inteligencia y lucidez y junto a esto, gente de rudeza y violencia. Somos la convergencia de las oposiciones.

Cuidar de sí mismo impone saber renunciar, ir contra ciertas tendencias en nosotros y hasta ponerse a prueba; pide elaborar un proyecto de vida que dé centralidad a estas dimensiones positivas y mantenga bajo control (sin reprimirlas porque son persistentes y pueden volver de forma incontrolable) las dimensiones sombrías que hacen agónica nuestra existencia, es decir, siempre en combate contra nosotros mismos.

Cuidar de sí mismo es amarse, acogerse, reconocer nuestra vulnerabilidad, saberse perdonar y desarrollar la resiliencia, que es la capacidad de pasar página y aprender de los errores y contradicciones.

Cuidar de sí mismo: preocuparse del modo de ser

Por estar expuestos a fuerzas contradictorias que conviven tensamente en nosotros, necesitamos vivir el cuidado como preocupación por nuestro propio destino. La vida puede conducirnos por caminos que pueden significar felicidad o desgracia: esas fuerzas pueden apoderarse de nosotros y podemos llenarnos de resentimientos y amarguras que nos incitan a la violencia. Tenemos que aprender a autocontrolarnos. Especialmente en estos tiempos de confinamiento social. Puede ser ocasión de desarrollar iniciativas creativas, de ejercitar la fantasía imaginativa que nos alejen de los peligros y nos abran espacio hacia una vida de decencia.

Hoy vivimos bajo la cultura del capital que continuamente nos demanda ser consumidores de bienes materiales, de entretenimientos y de otras estratagemas, más enfocados a quitarnos nuestro dinero que a satisfacer nuestros deseos más profundos. Cuidar de sí es preocuparse de no caer en esa trampa. Es dejar huella de tu pisada en la tierra, no pisar en la huella hecha por otro.

Cuidar de sí mismo como preocupación acerca del sentido de la propia vida significa: ser crítico, poner muchas cosas bajo sospecha para no permitir ser reducido a un número, a un mero consumidor, a un miembro de una masa anónima, a un eco de la voz de otro.

Cuidar de sí mismo es preocuparse del lugar de uno mismo en el mundo, en la familia, en la comunidad, en la sociedad, en el universo y en el designio de Dios. Cuidar de sí mismo es reconocer que, en la culminación de la historia, Dios te dará un nombre que es sólo tuyo, que te define y que solo Dios y tú conoceréis.

En la sociedad que nos masifica, es decisivo que cada uno pueda decir su yo, tener su propia visión de las cosas, no ser solamente un mero repetidor de lo que nos es comunicado por los muchos medios de comunicación de los que disponemos.

El cuidado implica cultivar y velar por nuestros sueños. El valor de una vida se mide por la grandeza de sus sueños y por su empeño, contra viento y marea, en realizarlos. Nada resiste a la esperanza tenaz y perseverante. La vida es siempre generosa; a quienes insisten y persisten acabará dándoles la oportunidad necesaria para concretar su sueño. Entonces irrumpe el sentimiento de realización, que es más que la felicidad momentánea y fugaz. La realización es fruto de una vida, de una perseverancia, de una lucha nunca abandonada de quien vivió la sabiduría predicada por don Quijote: no hay que aceptar las derrotas antes de dar todas las batallas. El modo de ser que resulta de este cuidado con la autorrealización es una existencia de equilibrio que genera serenidad en el ambiente y el sentimiento en los demás de sentirse bien en compañía de tal persona. La vida irradia, pues en eso reside su sentido: no en vivir simplemente porque no se muere, sino en irradiar y disfrutar de la alegría de existir.

Cuidado como precaución con nuestros actos y actitudes

El cuidado como preocupación por nosotros mismos nos abre al cuidado como precaución en estos tiempos del coronavirus. Precavernos de no exponernos a coger el virus avasallador ni de trasmitirlo a los demás. Aquí el cuidado lo es todo, particularmente ante los más vulnerables que son las personas mayores de 65 años, nuestros abuelos y parientes mayores.

Alarguemos la perspectiva. En una perspectiva ecológica, hay actitudes y actos de falta de cuidado que pueden ser gravemente destructores, como la práctica de usar intensivamente pesticidas agrícolas, deforestar una amplia región para dar paso al ganado o al agronegocio, destruir la vegetación ribereña de los ríos. Las consecuencias no van a ser inmediatas, pero a medio y largo plazo pueden ser desastrosas, como la disminución del caudal del río, la contaminación del nivel freático de las aguas, el cambio del clima y de los regímenes de lluvias y de estiaje.

Aquí se impone una cuidadosa precaución para que la salud humana de toda una colectividad no sea afectada, como está ocurriendo en este momento en todo el mundo.

Con la introducción de las nuevas tecnologías, como la biotecnología y la nanotecnología, la robótica, la inteligencia artificial, mediante las cuales se manipulan los elementos últimos de la materia y de la vida, se pueden ocasionar daños irreversibles o producir elementos tóxicos, nuevas bacterias y series de virus, como el actual, el coronavirus, que comprometan el futuro de la vida (cf. T. Goldborn, El futuro robado, LPM 1977).

Como nunca antes en la historia, el futuro de la vida y las condiciones ecológicas de nuestra subsistencia están bajo nuestra responsabilidad. Esta responsabilidad no puede ni debe ser delegada a empresas con sus científicos en sus laboratorios para que decidan sobre el futuro de todos sin consultar con la sociedad. Aquí prevalece la ciudadanía planetaria. Cada ciudadano es convocado a informarse, a seguir y a decidir colectivamente qué caminos nuevos y más prometedores deben abrirse para la humanidad y para el resto de la comunidad de vida y no solo para el mercado y las empresas.

Nuestras relaciones merecen también especial precaución-cuidado. Deben ser siempre abiertas y constructoras de puentes. Tal propósito implica superar las extrañezas y los prejuicios. Aquí es importante ser vigilantes y trabar una fuerte lucha contra nosotros mismos y los hábitos culturales establecidos. Albert Einstein, sabedor de las dificultades inherentes a este esfuerzo, consideraba no sin razón, que es más fácil desintegrar un átomo que remover un prejuicio de la cabeza de una persona.

Cada vez que encontramos a alguien, estamos ante una manifestación nueva, ofrecida por el universo o por Dios, un mensaje que solamente esa persona puede pronunciar y que puede significar una luz en nuestro camino.

Pasamos una única vez por este planeta. Si puedo hacer algún bien a otra persona, no debo postergarlo ni descuidarlo, pues difícilmente la encontraré otra vez en el mismo camino. Esto vale como disposición de fondo de nuestro proyecto de vida.

Es importante que nos preocupemos de nuestro lenguaje. Somos los únicos seres capaces de hablar. Mediante el habla, como nos enseñaron Maturana y Wittgenstein, organizamos nuestras experiencias, ponemos orden en las cosas, y creamos la arquitectura de los saberes. Bien cantan los miembros de las Comunidades Eclesiales de Base de Brasil: La palabra no fue hecha para dividir a nadie/la palabra es un puente por donde va y viene el amor.

Por la palabra construimos o destruimos, consolamos o desolamos, creamos sentidos de vida o de muerte. Las palabras antes de definir un objeto o dirigirse a alguien, nos definen a nosotros mismo. Dicen quienes somos y revelan en qué mundo habitamos.

Cuidado de nuestra relación principal: la amistad y el amor

Hay un cuidado especial que debemos cultivar sobre dos realidades fundamentales en nuestra vida: la amistad y el amor. Mucho se ha escrito sobre ellas. Aquí nos restringiremos a lo mínimo. La amistad es esa relación que nace de una afinidad desconocida, de una simpatía totalmente inexplicable, de una proximidad afectuosa hacia otra persona. Entre los amigos se crea algo así como una comunidad de destino. La amistad vive del desinterés, de la confianza y de la lealtad. La amistad tiene raíces tan profundas que, aunque pasen muchos años, cuando los amigos y amigas vuelven a encontrarse se anulan los tiempos y se reanudan los lazos y hasta el recuerdo de la última conversación mantenida.

Cuidar de las amistades es preocuparse de la vida, penas y alegrías de la amiga o del amigo. Es ofrecerle un hombro cuando la vulnerabilidad le visita y el desconsuelo le roba sus estrellas guía. En el sufrimiento y en el fracaso existencial, profesional o amoroso es donde se comprueban los verdaderos amigos o amigas. Son como una torre fortísima que defiende el castillo de nuestras vidas peregrinas.

La relación más profunda y la que trae las más importantes realizaciones de felicidad o las más dolorosas frustraciones es la experiencia del amor. Nada es más precioso y apreciado que el amor. Nace del encuentro entre dos personas que un día cruzaron sus miradas, sintieron una atracción mutua y respondieron sus corazones. Resolvieron fundir sus vidas, unir sus destinos, compartir las fragilidades y los quereres de la vida.

Todos estos valores, por ser los más preciosos, son los más frágiles porque son los más expuestos a las contradicciones de la existencia humana. Cada cual es portador de luz y de sombras, de historias familiares y personales diferentes, cuyas raíces alcanzan arquetipos ancestrales, marcados ellos también por experiencias felices o trágicas que dejaron marca en la memoria genética de cada uno.

El amor es un ars combinatoria de todos estos factores, hecho con sutileza, que demanda capacidad de comprensión, de renuncia, de paciencia y de perdón, y al mismo tiempo de disfrute común del encuentro amoroso, de la intimidad sexual, de la entrega confiada de uno al otro, experiencia que sirve de base para entender la naturaleza de Dios, pues Él es amor incondicional y esencial.

Cuanto más capaz de una entrega total se es, mayor y más fuerte es el amor. Tal entrega supone un coraje extremo, una experiencia de muerte pues no se retiene nada y uno se zambulle totalmente en el otro.

El hombre posee especial dificultad para este gesto extremo, tal vez por la herencia del machismo, patriarcalismo y racionalismo de siglos que carga dentro de sí y que limita su capacidad para esta confianza extrema.

La mujer es más radical: va hasta el extremo de la entrega en el amor, sin resto y sin reservas. Por eso su amor es más pleno y realizador, y, cuando se frustra, la vida revela contornos de tragedia y de un vacío existencial abismal.

El mayor secreto para cuidar del amor reside en esto: cultivar sencillamente la ternura, La ternura vive de gentileza, de pequeños gestos que revelan el cariño, de signos pequeños, como recoger una concha en la playa y llevarla a la persona amada y decirle que en aquel momento la recordó con mucho cariño.

Tales «banalidades» tienen un peso mayor que la más preciosa joya. Así como una estrella no brilla sin una atmósfera a su alrededor, de la misma manera el amor no vive y sobrevive sin un aura de afecto, de ternura y de cuidado.

El cuidado es un arte. Como pertenece a la esencia de lo humano, siempre está disponible. Y como todo lo que vive necesita sustento, también él necesita ser alimentado. El cuidado se alimenta de una preocupación vigilante por su futuro y por el del otro.

Eso a veces se hace reservando momentos de reflexión sobre sí mismo, haciendo silencio a su alrededor, concentrándose en alguna lectura que alimente el espíritu y, no en último lugar, entregándose a la meditación y a la apertura a Aquel mayor que tiene el sentido de nuestras vidas y conoce todos nuestros secretos.

Conclusión: el cuidado es todo

El cuidado es todo, pues sin él, ninguno de nosotros existiría. Quien cuida ama, quien ama cuida. Cuidémonos los unos a los otros, particularmente en estos momentos dramáticos de nuestras vidas, pues ellas corren peligro y pueden afectar el futuro de la vida y de la humanidad sobre este pequeño planeta que es la única Casa Común que tenemos.

Fuente: https://www.elpais.cr/2020/04/15/como-cuidar-de-si-y-de-los-demas-en-tiempos-del-coronavirus/

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El trabajo infantil en América Latina «tiene rostro de mujer y niña»

Redacción: DW

La Organización Internacional del Trabajo estima que unos seis millones de niños y niñas sufren explotación laboral en América Latina. La pandemia de la COVID-19 empeorará esta situación, advierte experto.

Los países que aprobaron la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, una iniciativa impulsada por Naciones Unidas, se comprometieron, entre otras cosas, a erradicar el trabajo infantil hasta el año 2025.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) define el trabajo infantil como todo tipo de actividad laboral que «priva a los niños de su niñez, su potencial y su dignidad, y que es perjudicial para su desarrollo físico y psicológico». En sus formas más extremas, «los niños son sometidos a situaciones de esclavitud, separados de su familia, expuestos a graves peligros y enfermedades y/o abandonados a su suerte en la calle de grandes ciudades».

Según el último índice de Esclavitud Global, publicado en 2018, al menos 40,3 millones de personas en el mundo viven y trabajan en condiciones de esclavitud. Esta lacra moderna es un gran negocio, solo por detrás del contrabando de armas y el narcotráfico.

La OIT estima que unos 6 millones de menores de edad sufren explotación laboral en América Latina, desempeñándose en trabajos peligrosos. En total, alrededor de 10,5 millones se encuentran en situación de trabajo infantil, es decir, el 7,3 por ciento de la población regional de 5 a 17 años. La esclavitud infantil se da sobre todo en el sector agrícola. Sin embargo, no solo es un problema rural. La minería, los basureros, el trabajo doméstico, la cohetería y la pesca son otros sectores de alto riesgo para los niños y las niñas.

Entre las peores formas de trabajo infantil figuran la explotación sexual comercial, la trata de niños y niñas con fines de explotación laboral y la utilización de niños y niñas en conflictos armados y el tráfico de drogas.

Un fenómeno aceptado

En muchas familias latinoamericanas, el trabajo infantil se acepta como un ingreso adicional. Sobre todo en las comunidades que dependen de la agricultura, muchas veces es visto como una tradición. «Algunas actividades pueden ser consideradas parte de la formación y socialización de sus integrantes, lo que relativiza los riesgos y peligros que pueden entrañar para el desarrollo y la seguridad de niños, niñas y adolescentes», se lee en la página online del Programa Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil (IPEC, por sus siglas en inglés), de la OIT.

Luis Fernando Figueroa, consultor en proyectos de cooperación con temática infantil y juvenil, del Centro San Isidro, en Santa Cruz, Bolivia, pone como ejemplo de explotación laboral forzosa la cosecha de caña de azúcar en América Latina. Muchas familias bolivianas van a la cosecha en Argentina o Chile. Asimismo, en las minas de la región, los menores de edad trabajan más de ocho horas bajo condiciones extremas.

Bolivia: trabajo infantil legal

El consultor también hace hincapié en la creciente migración campo-ciudad. «Cuando migran, los jóvenes venden su fuerza laboral a las peores condiciones».

Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), Brasil, México y Perú son los países latinoamericanos done el trabajo infantil es más frecuente en números absolutos; en términos porcentuales, los países con mayor prevalencia de trabajo infantil son Bolivia (26,4 por ciento), Paraguay (22,4 por ciento) y Perú (21,8 por ciento).

El coronavirus arrastrará América Latina

De cara a la pandemia del nuevo coronavirus, Fernando Figueroa teme que la crisis se vaya a acrecentar. Las economías latinoamericanas están paralizadas para prevenir la propagación de la COVID-19. «Las economías son débiles, hay una debilidad institucional en cuanto a la generación de políticas para promover y fortalecer la capacidad productiva de los países. Como consecuencia, muchas más personas de temprana edad saldrán a trabajar», dice a DW.

«Ese trabajo infantil también tiene un rostro de mujer y de niña, es el 70 por ciento de población que va a estar en peores condiciones de trabajo. Muchos países están solicitando préstamos para hacer frente a las consecuencias económicas de la pandemia, pero la creciente informalidad va a ser otro sector que va a impulsar que los niños salgan a trabajar». Fernando Figueroa advierte que, si los Gobiernos no toman las medidas correctas, la pandemia va a diezmar la «fuerza laboral de jóvenes que pueden aportar de manera digna, instruida, con capacidad y formación a la economía de los países».

Si bien el experto señala que ha habido avances graduales en la  reducción de trabajo infantil en América Latina, teme que, con la pandemia del coronavirus, las metas de Naciones Unidas al respecto se vuelvan una «utopía». (few)

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Ante el eje del mal (viral), repensar el sur ante el mundo muy diferente de la pospandemia

Gobernantes, políticos y líderes nacionales y mundiales de la derecha ultramontana, entre ellos los aún jefes de gobierno Donald Trump (EE.UU.), Boris Johnson (Reino Unido) o el imitador Jair Bolsonaro (Brasil), han sobrepasado todas las fronteras de la ineptitud en su gestión de la pandemia del COVID-19, constituyendo un eje viral en el mundo.

Con su gran capacidad histriónica de mentir continuamente y de desviar la atención de los ciudadanos de un país que ya es líder mundial en contagios y muertes por la pandemia, Trump anunció que EEUU suspendió temporariamente la transferencia de fondos para la Organización Mundial de la Salud.

Acusado de ignorar las advertencias de sus propias agencias de inteligencia sobre la gravedad del virus y de no actuar de manera oportuna, Trump dijo que «los retrasos que experimentó la OMS al declarar que una emergencia de salud pública costó un tiempo valioso, enormes cantidades de tiempo”. Y acusó a la OMS de oponerse a las prohibiciones de viaje y de repetir la propaganda del gobierno chino de que el virus no se podía transferir de persona a persona.

Anunció que su administración revisa lo que él describió como el papel «desastroso» de la organización, a la que acusó de «encubrir» el brote del coronavirus en China«La realidad es que la OMS no pudo obtener, examinar y compartir información de manera oportuna», dijo Trump. «La OMS falló en su deber básico y debe rendir cuentas».

Trump ha acusado a casi todos –desde China, la OMS, el expresidente Barack Obama, los gobernadores, los medios de comunicación– por su propio fracaso al responder a la crisis sanitaria. “Él, básicamente, se declaró rey Trump”, le respondió el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, donde la cifra de muertos superó los diez mil.

En 2002 el entonces presidente George Bush entabló la guerra contra lo que llamó “el eje del mal” (Irak, Irán y Corea del Norte) para insertar esa idea en el imaginario colectivo de los estadounidenses y del mundo y así justificar la invasión a Irak  (y luego muchas otras). Veinte años antes Ronald Reagan había calificado a la Unión Soviética como “el imperio del mal”.

Respaldado por medios como el Wall Street Journal, el 24 de marzo, en  su campaña contra la cuarentena, sacrificó el confinamiento general en el tabernáculo de la “destrucción” económica del país y de la amenaza de una “grave recesión”. El tendal de muertos y contagios se agranda cada día: más de 600 mil casos y 26 mil fallecidos.

Pero Trump, Johnson y Bolsonaro no son los únicos: Alexander Lukashenko, dictador de Belarus (diez millones de habitantes), dice que no hay que cambiar nada en el cotidiano, y por eso determinó que todo siga igual. Combatir el coronavirus es sencillo, explicó: basta con hacer sauna y beber vodka. Y Gurbanguly Berdinuhamedow, en Turkmenistán (seis millones de habitantes), adoptó una decisión bastante más radical: prohibió expresamente que se pronuncie o escriba la palabra coronavirus.

Patoteros opacos, bufones brillantes e irresponsables sin redención, los califica Eduardo Febbro desde París.

Siguiendo el negacionismo del gobierno de Estados Unidos, varios países de América Latina, con gobiernos neoliberales, han demorado la puesta en marcha de medidas de aislamiento, condenando a un eventual genocidio. Es el caso de Brasil, de Ecuador, de Chile, de Colombia, donde la ciudadanía pide urgentes medidas contra el virus -con cacerolazos en las noches- y son los movimientos sindicales y sociales quienes salen en auxilio de la población más necesitada.

La crisis sanitaria producida por la pandemia muestra la debilidad de un sistema mundial regulado para beneficiar a sectores minúsculos de la población y desamparar a las grandes mayorías: carencia de infraestructuras científicas y médicas y la consecuente desprotección de los más vulnerados. ¿Es debilidad o todo está fríamente calculado?.

Los grupos monopólicos de poder globalizado poseen agendas ajenas a los grandes problemas de la humanidad: la salud, los derechos humanos básicos, el trabajo, el medio ambiente, la violencia institucionalizada, la disparidad de género o las guerras no aparecen como problemas acuciantes que deben ocupar el centro de las preocupaciones políticas y/o económicas. Para el neoliberalismo financiarizado, estas temáticas son analizadas sólo como oportunidades de negocios, explica el sociólogo argentino Jorge Elbaum.

Las cifras de contagio y muerte revelan una geografía de clases donde los más pobres  son los más devastados. Son primero víctimas no del virus, sino de la mayor desigualdad económica y social de las últimas nueve décadas. La epidemia es la tapadera perfecta para un golpe a las libertades. Algunas decisiones que están tomando estos días los poderosos,  nos acompañarán por años.

Acaparamiento, compras masivassubidas astronómicas de precios, mientras el desempleo se multiplica y se reducen los salarios de aquellos que aún conservan sus trabajos. La gente reacciona con histeria porque los políticos irresponsables minan la fe en la ciencia y en los medios de comunicación. Será difícil aprender a confiar otra vez.

El Covid 19 puso en descubierto, en todos los países que se basan en la lógica del mercado, la precariedad de la salud pública y la ausencia del Estado y de la planificación, con un “mercado laboral” desregulado, precarizado y mercantilizado en extremo, con niveles de desigualdad y pobreza económica, habitacional y energética que conforma el eslabón más débil de la sociedad.

Mientras un importante número de petroleras, aerolíneas y sectores industriales se enfrentan a posibles bancarrotas (y quizá a una mayor concentración del sector), las economías de plataformas, los servicios de telecomunicaciones, han tenido crecimientos sobresalientes junto con las grandes corporaciones trasnacionales de la biotecnología y de desarrollo farmacéutico.

Quizá esta nueva crisis no indique necesariamente un colapso del sistema capitalista, pero sí, al menos, una nueva  puja por el cambio en las manos que lo conducen.  Principalmente, dos sectores de la economía están transitando un acelerado crecimiento y son los que se alimentan de la vanguardia en ciencia y tecnología: el de las telecomunicaciones y el biotecnológico-farmacéutico.

En Francia, primer destino turístico del mundo con 90 millones de viajeros en 2019, y vecino de Italia y España, el presidente Emmanuel Macron recién empezó a diseñar medidas preventivas fuertes a mediados de marzo cuando dijo en la televisión “estamos en guerra”, dos días después de realizar la primera vuelta de elecciones municipales (la segunda vuelta la suspendió).

Pero la realidad es que los hospitales franceses llevan años de huelgas y movimientos sociales en protesta por mejoras de salarios y contra su desmantelamiento y la privatización encubierta de la salud.

En Gran Bretaña, sordo ante los reclamos de la comunidad científica, el conservador Boris Johnson, recién decretó la cuarentena el 23 de marzo tres días antes que él y su ministro de Sanidad, Matt Hancock, empezaron a sentir los primeros síntomas de la enfermedad, que ya cobró 12 mil víctimas fatales.

En Brasil, Jair Bolsonaro propuso plegarias, misas en los templos en un enfermizo negacionismo de la cuarentena pese a las medidas propuestas por su ministro de Salud (y que por suerte implementaron gobernadores de diferentes estados), lo que le valió que los militares de su gabinete asumieran la conducción de la batalla viral.

Los pálidos triunfos ante la pandemia se han debido a las medidas preventivas tomadas a tiempo, la capacidad de intervención colectiva del Estado, la ciencia y los servicios públicos. El hospital y la salud pública pasaron de ser el presupuesto a eliminar según las recetas de ajuste del Fondo Monetario Internacional, a convertirse en salvadores posible, creíble, el único amparo ante el tsunami del virus.

Cuando ya debiéramos pensar en cómo serán las sociedades pospandémicas, en cómo reconstruir nuestros países, nuestras sociedades, incluso nuestras soberanías, pareciera que -¡al fin!- las miradas ya no se dirigen al norte.

La tarea es la de redescubrir nuestro sur, mirarnos en nuestro propio espejo, vernos con nuestros propios ojos. Hay que repensar todo: quizá todo el conocimiento adquirido sirva para saber que no va a servir para las próximas décadas, cuando sea necesario olvidarse de la inserción en el mercado mundial, para afianzar una política agroalimentaria que garantice la alimentación y supervivencia de nuestros pueblos.

No podemos seguir con los mismos versos, con las mismas consignas. Hay que comprender que aquel mundo del que hablábamos hasta hace una cuarentena ya no existirá más. La tarea es redescubrirnos desde el sur, el de la solidaridad, las culturas plurales, la innovación humana, la defensa de la naturaleza, partiendo de un nuevo pensamiento crítico para un mundo que será muy distinto al que aún soportamos hoy.

No pensar en oportunidad de negocio, como es la lógica capitalista, sino en la oportunidad de salvar vidas.

Fuente: https://rebelion.org/ante-el-eje-del-mal-viral-repensar-el-sur-ante-el-mundo-muy-diferente-de-la-pospandemia/

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Madrid, Murcia y País Vasco se desmarcan del acuerdo educativo

Redacción: El Diario

Los gobiernos de Madrid y Murcia, del PP, rechazan el «aprobado general», aunque no es exactamente lo que pactó el miércoles, y avanzar de curso con asignaturas suspensas; Euskadi no ofrecerá actividades de refuerzo en verano.

Ni un día ha durado el consenso entre Gobiernos y comunidades autónomas anunciado el miércoles para finalizar el curso escolar con la idea de una «promoción general» y la posibilidad de titular en Secundaria y Bachillerato con asignaturas suspensas. La ministra de Educación, Isabel Celaá, explicó que el apoyo a estas medidas era «mayoritario» entre los gobiernos regionales. Hoy se sabe que fuera de esa mayoría están, al menos, Madrid, Murcia, por unas razones, y Euskadi por otras. Mientras Andalucía y Castilla y León han expresado sus discrepancias con el acuerdo.

La Comunidad de Madrid, probablemente la más beligerante con el ministerio en cuestiones educativas, ya venía avisando de que no estaba a favor de un «aprobado general». Y así se lo ha hecho saber al ministerio este mediodía. Lo pactado ayer no es un aprobado general al pie de la letra, aunque se parece: Celaá lo definió como «promoción generalizada». Los alumnos con más problemas de rendimiento, por las razones que sean, no pasarán automáticamente como sí harían en si hubiera un aprobado general.

Los profesores explican que la evaluación de un alumno se hace de manera colegiada en el claustro y que, hecha la ley, hecha la trampa. «Si ponen un máximo de asignaturas suspendidas para pasar de curso y los profesores creen que ese alumno debe pasar, ya se las ingeniarán para que apruebe las materias necesarias», explica una docente.

La ministra de Educación, Isabel Celaá, explicó el miércoles en rueda de prensa virtual que «no se trata de suscribir el acuerdo, lo que se hace es dar paraguas a las Comunidades Autónomas para que ejerzan sus competencias, haciendo las modificaciones que consideren menester».

Madrid no comparte las evaluaciones diagnósticas

Al consejero madrileño, Enrique Ossorio, le parece un matiz menor. «No se puede compartir la propuesta que, refiriéndose a la promoción en el Bachillerato, ESO, FP o las enseñanzas de régimen especial afirma que las administraciones educativas podrán flexibilizar los criterios de obtención de los diferentes títulos (…). Quiere decir, ni más ni menos, que se titule con asignaturas suspensas».

Y cree Ossorio que «no se puede dejar al albur de cada comunidad, porque se trata de una competencia estatal, la cual debe ser ejercida por el Ministerio de Educación», y ha explicado que no sería justo que se pudiera aprobar con diferente número de asignaturas suspendidas porque luego los títulos valen en todo el Estado.

También le parece muy importante a la Comunidad de Madrid que la evaluación del tercer trimestre no sea solo «diagnóstica» tal y como se decidió ayer en la reunión –esto es, sin carácter académico, solo para detectar carencias y necesidades de cara al próximo curso–, si no que debe ser académica «aunque dicho proceso tenga en cuenta la excepcional situación». «Reducir la evaluación a su valor diagnóstico o formativo es devaluar el concepto de evaluación», afirman desde la Consejería.

Murcia: «No la ratificamos»

«No lo ratificamos», ha dicho este jueves tras la reunión del Consejo de Gobierno la consejera del ramo murciana, Esperanza Moreno, escenificando de esta manera su segundo conflicto abierto con Celaá en lo que va de curso, tras la polémica por el veto parental que quiso imponer en las aulas murcianas y con el que Vox presionó al Gobierno regional (PP y Cs) para apoyar sus presupuestos. La Justicia lo suspendió cautelarmente el pasado 12 de marzo.

Esperanza Moreno ha asegurado que su Gobierno solo ratificará la propuesta de la ministra sobre promoción y titulación de los alumnos si legisla en esta materia. «Pero le dirigí dos preguntas directas ayer (por este jueves) que se quedaron sin respuesta y no hemos recibido ni siquiera la propuesta por escrito». La consejera murciana ha afeado al Gobierno central «que tampoco hayan contestado a nuestra petición de acompañar y apoyar con un contexto económico estos próximos meses».

Moreno ha exigido, por tanto, que se legisle para saber cuándo pueden pasar de curso los alumnos: «Necesitamos esa información, si no contamos con unas instrucciones claras del Ministerio se pueden producir desigualdades e injusticias entre Comunidades, y es lo que menos queremos en estos momentos de crisis».

En este sentido, ha pedido «unanimidad» porque «no es justo» que esas decisiones recaigan sobre el profesor «sin un respaldo por parte de la administración».

Por su parte, el gobierno vasco también tiene objeciones, aunque van en otra dirección. La consejera, Cristina Uriarte, ya afirmó el miércoles tras la conferencia sectorial que su comunidad autónoma no ofrecerá las actividades de refuerzo de julio (que serán de carácter voluntario en cualquier caso) y también el aprobado general, aunque este no se vaya a dar al pie de la letra.

«En Euskadi tenemos nuestras competencias, nos debemos a nuestra comunidad educativa y ese es nuestro marco de trabajo», explicó la consejera. «Llevamos tiempo trabajando, definiendo cuáles serán los contenidos esenciales de los currículums de aquí a final de curso y estamos trabajando también en las evaluaciones y cuáles serán los criterios y herramientas para realizarlas. También afirmó que ningún alumno repetirá por el coronavirus.

Por otra parte, Andalucía y Castilla y León han manifestado ciertas discrepancias con las medidas. La Junta de Andalucía ha manifestado que «en tanto no se establezcan en el acuerdo de manera expresa» las condiciones de promoción o titulación de los alumnos, no puede apoyar al Gobierno. Y recuerda que hay una normativa fijada, que en la ESO establece la opción de promocionar con dos asignaturas suspensas y con tres excepcionalmente, mientras que para titular en bachillerato hay que aprobar.

En el último caso, la Consejería de Educación de Castilla y León ha respaldado el acuerdo, salvo por el apartado de la promoción y la titulación, para el que ha pedido más concreción. La consejera de Educación autonómica, Rocío Lucas, ha pedido al Ministerio una nueva reunión para llegar acordar ese punto, puesto que no es tan urgente como el resto de cuestiones en las que sí hubo consenso y que permite a las comunidades avanzar en la gestión de la educación.

El resto de comunidades se ha adherido al acuerdo, lo que implica que aplicarán los criterios establecidos en él. Los gobierno regionales que lo hayan rechazado, podrán adherirse más adelante.

Fuente: https://www.eldiario.es/sociedad/Madrid-Murcia-Pais-Vasco-desmarcan_0_1017348866.html

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