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¡Viva la escuela democrática!

Por: Jaume Carbonell

Henry Giroux, autor y conferenciante prolífico, pasó por Barcelona y Girona y dejó constancia de por qué sigue siendo uno de los referentes de la pedagogía crítica, siguiendo la estela de su maestro Paulo Freire.

El nuevo analfabetismo del siglo XXI

Sostine Giroux que este nuevo analfabetismo cívico, o lo que también denomina dictadura de la ignorancia, proviene actualmente de la confluencia de dos movimientos que se complementan mutuamente como puede verse en los Estados Unidos de Trump y en el Brasil de Bolnonaro: el neoliberalismo y el fascismo. Ambos operan y penetran en todos los ámbitos: ecónomico, social y cultural, conformando los nuevos valores educativos. El primero se basa en un fundamentalismo del mercado donde la competitividad individual ahoga cualquier atisbo de responsabilidad y acción colectiva, con la progresiva penetración de la cultura empresarial en las aulas y la privatización del sistema educativo. El segundo es una readaptación del fascismo histórico que abandera el supremacismo blanco para combatir la inmigración, el ultranacionalismo populista, y la restricción o represión de la libertad de expresión y del pensamiento divergente. Ambos discursos contribuyen a minar el Estado del Bienestar, con el consiguiente aumento de la pobreza y la desigualdad social. Por otro lado, la crisis económica ha conllevado una crisis de ideas que favorece el desarrollo e implantación cada vez en más países del fascismo neoliberal.

¿Cuáles son, más en concreto, los rostros de este analfabetismo que encuentra en la ignorancia el instrumento de poder? Los recortes sociales andan paralelos a los recortes en la libertad de expresión, se ponen trabas al pensamiento crítico y los exámenes refuerzan el carácter selectivo, disciplinario y de control ideológico y social, al tiempo que matan la imaginación del alumnado. Por otro lado, asistimos a una espectacularización de la emoción en detrimento de la razón y a una normalización de las fake news, de las mentiras más burdas, así como a la manipulación y a la pérdida de significado del lenguaje. Son tiempos, también, que propician la desmemoria, la estupidez como virtud, la cultura más tecnocrática e instrumental, las visiones hiperpresentistas –sin aprendizaje del pasado ni horizonte de futuro–. Y son tiempos líquidos y acelerados con una sobreexposición de la información, convertida en flashes veloces y desconectados que no permiten el cultivo de un pensamiento profundo, y aún menos una comprensión de la realidad.

Todo ello se asienta en las dos grandes estrategias propias de los sistemas autoritarios: el fomento del odio hacia las personas consideradas extrañas y diferentes y el miedo, los diversos miedos personales y colectivos. Porque en todas las dictaduras pensar es peligroso.

La alfabetización crítica y democrática

Para Giroux la escuela pública es uno de las instituciones clave donde se dirime la lucha por la democracia, por la defensa de la educación como bien común y por la defensa de los Derechos Humanos, con todo lo que ello conlleva de dignificación de las personas y de justicia social. Es el lugar donde pueden generarse espacios de debate para la libre confrontación de ideas, para que el alumnado pueda formarse su propio juicio crítico y donde pueden darse oportunidades para desentrañar las relaciones de poder actualmente existentes y para establecer nuevas relaciones contrahegemónicas para fortalecer la democracia participativa en el seno del aula y del centro.

Este activista cultural apuesta por las escuelas como esferas públicas democráticas con la tarea de educar a los estudiantes en el lenguaje de la crítica, la posibilidad y la democracia: “Debemos empezar a definirnos como ciudadanos críticos cuyos saberes y acciones colectivas supongan unas visiones específicas de la vida pública, la comunidad y la responsabilidad moral”.

La educación crítica articula la crítica a los contenidos del currículo con las consiguientes prácticas pedagógicas alternativas: para relacionar el conocimiento con la vida cotidiana; para tener conciencia y capacidades para entender las fuerzas que modelan la vida de las personas y poder intervenir en ellas; para saber leer el mundo ecónomica y socialmente. Para Giroux la educación es profundamente política; y aunque rehúye manifiestamente el dogmatismo y el adoctrinamiento, tan arraigado en el fascismo neoliberal, señala que el poder trata de darle la vuelta y denuncia al profesorado: “Cuando se acusa a unos profesores de adoctrinamiento es porque se considera que hablan de cosas que son importantes”.

En la actitud de este teórico de la educación crítica hay algunos vocablos que forman parte de su ADN: responsabilidad social, compromiso ético y político, resistencia y esperanza. Y hasta el día de hoy ha tratado de ser sumamente coherente con ellos. Por eso cierra sus conferencias con consejos metafóricos como estos: “Que el fuego continúe quemando y que la luz nos siga iluminando. Lo imposible es lo mínimo que podemos pedir”.

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/pedagogiasxxi/2019/06/12/viva-la-escuela-democratica/

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Revista «Para Juanito». Revista de Educación Popular y Pedagogías Críticas. No. 18. Junio 2019 (PDF)

Argentina / 9 de junio de 2019 / Autor: Fundación La Salle / Fuente: fls.org.ar

Número 18 (Junio de 2019) – Educación y trabajo. Esther Levy: Discutiendo el Vínculo entre Educación y Trabajo desde una mirada crítica / Mariana Melgarejo: Aportes para pensar lo “educativo” en las prácticas en lugares de trabajo / Sebastián Urquiza: “Con la cabeza lo hacemos”. Acerca de la compleja relación entre la educación especial y el trabajo / Entrevista a Oorlando “Nano” Balbo: Educación y trabajo en tiempos de crisis y precarización / Emilio Pauselli: Mercado y mundo del trabajo / Esteban Rodríguez Alzueta: Rabia y divertimento: mucho más que falta de trabajo y falta de educación / Violeta Serra: Cartografías situadas, huellas corporales, pasillos como laberintos diseñados / Valeria Mutuberria, Javier Calderón, Gabriel Fajn, Erika Loritz, Juan Pablo Rabal, Daiana Páez y Mariela Molina: La formación en las cooperativas como proceso de inclusión. El caso de las cooperativas de la Red Textil Cooperativa / Hebe Roux: Enrique Samar, Maestro de Juanito

Link para la descarga:

http://fls.org.ar/online/wp-content/uploads/2019/05/para-juanito-18-web_.pdf

Fuente de la Reseña:

Revista «Para Juanito»

ove/mahv

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Programación del Portal Otras Voces en Educación del Domingo 9 de junio de 2019: hora tras hora (24×24)

9 de junio de 2019 / Autor: Editores OVE

Recomendamos la lectura del portal Otras Voces en Educación en su edición del día domingo 9 de junio de 2019. Esta selección y programación la realizan investigador@s del GT CLACSO «Reformas y Contrarreformas Educativas», la Red Global/Glocal por la Calidad Educativa, organización miembro de la CLADE y el Observatorio Internacional de Reformas Educativas y Políticas Docentes (OIREPOD) registrado en el IESALC UNESCO.

00:00:00 – Chile: Piñera deja caer la educación pública

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/311810

01:00:00 – ¿Un escape room con Gustavo Adolfo Bécquer? ¡Sí! ¡Es posible!

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/311806

02:00:00 – México: Pollera o pantalón para ir a la escuela

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/311895

03:00:00 – La autoridad docente no es horizontal

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/311815

04:00:00 – Honduras: fracasan proyectos privatizadores de la Educación y la salud

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/312001

05:00:00 – Cartas a quien pretende enseñar (Paulo Freire) / Infografía

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/311826

06:00:00 – CEPAL: Educación técnico-profesional y autonomía económica de las mujeres jóvenes en América Latina y el Caribe (PDF)

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/311989

07:00:00 – Tres tiempos de la educación mexicana (II)

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/311025

08:00:00 – Libro: Panorama de la investigación-intervención educativa dentro del contexto instituciónal actual (PDF)

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/312028

09:00:00 – 13 herramientas de gamificación para tus alumnos #infografia #infographic #education

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/311818

10:00:00 – Revista «Para Juanito». Revista de Educación Popular y Pedagogías Críticas. No. 18. Junio 2019 (PDF)

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/312065

11:00:00 – ¿Son los cursos en línea una solución real para una costosa educación tradicional? Un meta-análisis dice que no

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/311992

12:00:00 – Ecuador: La calidad educativa prima en el Acuerdo Nacional por la Educación

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/312017

13:00:00 – Adriana Puiggrós: “El deterioro del derecho a la educación se ve físicamente, pues tampoco se garantiza la salud”

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/312007

14:00:00 – La gestión del aula: es necesario cambiar de enfoque

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/311998

15:00:00 – Educación: la silenciosa revolución de YouTube en la sala de clases

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/311995

16:00:00 – 15M en Brasil: un tsunami en la educación

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/312010

17:00:00 – EduGame Day: descubriendo la herramienta educativa del futuro

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/311986

18:00:00 – Plantar 10 árboles: el requisito de grado de los estudiantes en Filipinas

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/312004

19:00:00 – Plagio e incumplimiento de requisitos en candidatos para integrar Organismo para la Mejora Continua de la Educación

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/311901

20:00:00 – Brasil: preocupación por el recorte del 42% en ciencia y tecnología

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/311907

21:00:00 – La pedagogía Freinet celebra su 50 aniversario en Bañuelos

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/311910

22:00:00 – Chile: Profesores de todo el país continúan las marchas y el paro indefinido

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/311904

23:00:00 – Colombia: Explicación Pedagógica Acuerdos Fecode – MEN 1 – Reforma Constitucional al SGP

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/311898

En nuestro portal Otras Voces en Educación (OVE) encontrará noticias, artículos, libros, videos, entrevistas y más sobre el acontecer educativo mundial cada hora.

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Entrevista a Luis Bonilla-Molina: “No hemos desarrollado aún una pedagogía socialista, ni siquiera en la experiencia soviética”

Por: Luz Palomino

Exclusivo para el portal “Otras Voces en Educación”

En esta oportunidad entrevistaremos a Luis Bonilla-Molina, una de las figuras más importantes de la pedagogía crítica latinoamericana, para conocer sus impresiones y análisis respecto a los retos y desafíos de la educación en la región. Esta entrevista forma parte de un libro que contendrá un diálogo amplio con este importante educador, respecto a los retos y desafíos de la educación alternativa en la región. Iremos publicando fragmentos de este trabajo en las próximas semanas

LP: Luis ¿Es usted un pedagogo de izquierda?

Desde los doce años soy un militante de las izquierdas. Fíjate que lo digo en plural, porque lo que para muchos es una muestra de inconsistencia, para mí ha sido una maravillosa experiencia, la de conocer desde adentro, los paradigmas de los distintos enfoques de lucha del campo revolucionario. Eso me ha permitido tener un enorme respeto por cada uno de ellos y una aproximación a sus aspectos convergentes.

Soy un marxista crítico, quien considera importante, en esta etapa de las luchas sociales, rescatar aspectos de todo el espectro teórico y práctico de los socialismos.

A riesgo de herir susceptibilidades, considero que aún no hemos desarrollado una pedagogía socialista, ni siquiera en la experiencia soviética. Construir una propuesta pedagógica socialista es una tarea colectiva pendiente, que tenemos que asumir en el presente los educadores, estudiantes, padres y militantes revolucionarios.

Por ello, prefiero decir que soy un pedagogo crítico en el marco de las resistencias anticapitalistas. Y por supuesto, ello implica el desafío de revisar, analizar y discutir todo lo actuado en materia educativa en el campo socialista, sin llegar a considerar que hay un lugar “sagrado” que no se deba tocar, discutir, examinar.

El pensamiento socialista “oficial” del siglo XX construyó la noción de “revisionista” como una etiqueta negativa, cuando ser pedagogo crítico es en realidad atreverse a construir una mentalidad, una perspectiva analítica, que revisa todo de manera permanente, que piensa cada aspecto de la teoría y la praxis realizada y en marcha.

Soy un hombre de izquierdas, reivindico el marxismo libertario y formo parte de lo que genéricamente se denomina como izquierda pedagógica. Trabajo de manera incansable tratando de aportar a la construcción de nuestra identidad como sector educativo, más allá de enunciados que complazcan a muchos. Tengo una posición crítica respecto al estancamiento de buena parte de la teoría marxista, pero eso es tema para otra entrevista.

Ser pedagogo crítico no es un ejercicio de auto afirmación, al estilo de las escuelas dogmáticas. Ser pedagogo crítico implica estudiar el pensamiento y las políticas públicas de las derechas, de las llamadas Bancas de Desarrollo, del FMI, de la UNESCO, del G8. No se pueden desarrollar alternativas si no estudiamos a fondo la dominación.

Por ello, la dificultad de algunos pedagogos de izquierdas para reconocer, por ejemplo, la marcada influencia que tuvo en insignes pedagogos soviéticos como Makarenko, el pensamiento liberal burgués de John Dewey y la mirada religiosa conservadora de Pestalozzi,.

Subrayo la necesidad de evitar caer en la actitud panfletaria, propagandista que ilusiona a los incautos pero que no contribuye a la construcción de un proyecto emancipador serio académicamente hablando, comprometido políticamente y comunicacionalmente sencillo, que pueda ser comprendido por todos y todas.

Ser pedagogo crítico es un compromiso continuo con el análisis de la dialéctica dominación-resistencias en cada momento histórico. No basta llamarse pedagogo crítico, para serlo.

Menciono esto porque de vez en cuando me encuentro con sectores académicos o grupos gremiales ultra radicales, que asumen que ser pedagogo crítico consiste en citar a McLaren, el Che, Marx, Giroux o Bonilla, al estilo de letanías religiosas.

Los pedagogos críticos analizamos la lógica del capital en cada etapa del desarrollo de la sociedad y somos cuestionadores de nuestra propia producción teórica y praxis, que las entendemos en el marco del cambio incesante. Usamos las referencias como eso, nunca como recetas.

Ser pedagogo crítico es también, la más hermosa experiencia al formar parte de la corriente histórica por el cambio educativo radical. Ello nos coloca al frente del torbellino de rebeldías y nos sumerge en experiencias creativas de resistencia, de insubordinación contra cualquier forma de dominación, que son en realidad nuestra fuente de aprendizaje.  Un pedagogo crítico es un aprendiz permanente del oficio de la subversión, del arte liberador de la revolución humana.

LP:¿Es la pedagogía crítica un campo teórico unificado?

Para nada. Existen por lo menos tres o cuatro corrientes dentro de las pedagogías críticas que son complementarias, algunas de ellas con ontologías diferenciadas. Ello no significa que una sea mejor o menos válida que la otra, por el contrario, muestra la riqueza de las resistencias a la lógica del capital desde lo educativo.

No existe una pedagogía crítica de derechas ni neutra, la pedagogía crítica es de izquierdas o no es.

Una de las corrientes de las pedagogías críticas se fundamenta en toda la narrativa oficial de la experiencia educativa soviética, el marxismo ortodoxo y algunos referentes de la llamada Escuela de Frankfurt, hibridando su accionar con los aportes de la Teología de la Liberación. Allí podemos encontrar a los colegas Peter McLaren y a latinoamericanos como Pablo Imen de Argentina, Herman Van de Velde en Nicaragua y Sergio Quiroz en México.

También están las corrientes más ubicadas en las educaciones populares representadas por el colombiano Marco Raúl Mejía, el peruano Oscar Jara y la experiencia colectiva del Movimiento Sin Tierra en Brasil, la Red Alforja en Centroamérica, Marcel Arvea en México, Laura García Tuñón y Fernando Lázaro en Argentina, entre otros. Estas expresiones no son lo mismo, pero comparten un horizonte epistemológico.

Están todos los grupos de crítica a la cultura capitalista y que trabajan temas como ciudadanía, democracia, subjetividades, escuela o reformas educativas desde una lógica anticapitalista, como Henry Giroux, Michel Apple, Bill Ayers, Rubén Reinoso Ratjes, Marianicer Figueroa, Daniel Libreros, Roberto González Villareal, Marcelino Guerra, entre otros.

Otra de las corrientes de este campo tienen sus raíces en las pedagogías nuestro americanas (especialmente Simón Rodríguez), la revisión crítica de los planteamientos educativos soviéticos (Makarenko, Kruskaya, Pistrack, Vitgotski), las disputas marxistas y su correlato en lo educativo a partir de los planteamientos de los “renegados” (Luxemburgo, Marcuse, Lukács, Trotsky y otros), la escuela de Frankfurt, los debates sobre tecnología, cultura y dominación (escuela latinoamericana de la comunicación impulsada por Mattelart, Kaplún y otros), la polémica sobre cultura digital y complejo industrial cultural, así como los aportes de la teología de la liberación (especialmente Freire).  Allí están ubicados Lev Moujahid Velásquez, César Valdovinos, Mauro Jarquín, Luis Miguel Cisneros, Lupita Luquin, Miguel Saldivar, Faustino Martínez y los colegas del CINPECER (Rius) de Michoacán, Zamora, México, y por supuesto yo, entre otros.

Considero que hay que trabajar una hibridación subversiva de estas corrientes; esa es mi apuesta de construcción. Solo si se cruzan estas miradas y experiencias tendremos unas pedagogías críticas potentes y disparadoras de la transformación radical.

Esto es solo una muestra de la diversidad de miradas de un campo de abordaje educativo que crece de manera muy acelerada en la región: las pedagogías críticas.  No es un campo unificado, si por ello entendemos una sola manera de entender lo que se hace, pero todas estas vertientes promueven otro mundo posible, libertario y anticapitalista.

Considero que buena parte de lo que en la academia circula como pedagogías críticas, alejada de la militancia anticapitalista, es solo estética crítica, muy distante de lo que son en realidad las pedagogías críticas. Resultan útiles para el esnobismo de las tesis de grado y trabajos de ascenso, pero tienen un precario impacto en el cambio radical de la sociedad. O como diría mi amigo César Valdovinos “muchas están solo en el mapa, pero no en el terreno real de la disputa educativa” por lo que no inciden realmente en el cambio.

LP: ¿Para usted cuál es el mejor marco para entender lo que está pasando en educación?

La dinámica educativa es posible entenderla con claridad, si la relacionamos a las correlaciones de fuerzas existentes en la lucha de clases en cada coyuntura histórica y territorio, y si, además, vinculamos lo educativo con las tareas que le impone a la escuela, el liceo y la universidad el formato del modo de producción dominante en cada etapa del capitalismo y, por supuesto, si valoramos el impacto de las revoluciones industriales en los procesos económicos, políticos, culturales, sociales y educativos.

La visión romántica y seudo liberal de una escuela neutra, donde se va solo a aprender la cultura universal no existe, es solo un eufemismo para adornar los salones donde se hacen las ruedas de negocio de lo educativo.

La escuela es un espacio de disputa, donde se expresan con fuerza la dominación, pero también las resistencias anticapitalistas. Cada contenido, cada metodología, cada propuesta pedagógica expresan esta tensión.

Por ello, reivindico lo que hacen los compañeros de los sindicatos docentes combativos de la Rioja y los colectivos insumisos en la CTERA de Argentina, la Asociación de Educadores (ADE) de Bogotá y el magisterio agrupado en FECODE, la ASOPROF en Panamá, la CNTE en México, el SUTEP en Perú, el SNTE de Chile y los nuevos colectivos de profesores en Venezuela, al vincular reflexión teórica con militancia activa contra la lógica del capital en la enseñanza.

Son lucecitas que luchan las reivindicaciones propias de su condición de trabajadores de la educación, a la par que intentan construir alternativas pedagógicas. Es un comienzo positivo y me gusta verlas (a estas lucecitas) como posibilidades de convergencia en una plataforma mínima que pueda permitir abrir un debate colectivo regional, para entender de manera compartida, lo que está pasando en educación; no como una preocupación teoricista, sino para guiar la acción, las luchas del magisterio que resiste, estudia y plantea elementos para otra educación posible.

LP: ¿Cuál es el formato de la privatización neoliberal de los sistemas educativos en la segunda década del siglo XXI?

El capitalismo del siglo XXI, en los albores de la cuarta revolución industrial, coloca en un segundo plano la privatización, tal y como la conocimos en las décadas de los ochenta y noventa de la centuria pasada; aunque no por ello abandonan su ofensiva al respecto.

Para el capitalismo cognitivo del siglo XXI, la prioridad no está en cobrarle a las familias por ingresar y mantener a los estudiantes en las escuelas.

Los capitales en materia educativa se están concentrando en privatizar el saber y el conocimiento científico de punta, el cual se sube encriptado a la nube digital.

El conocimiento que circula libremente como “sociedad de la información”, son las ideas que ya están en la periferia de uso de las grandes corporaciones, aunque tengamos la ilusión de tener acceso a las novedades.

El capitalismo trabaja para que al conocimiento de punta solo acceda un limitado grupo de individuos. Para las mayorías ciudadanas impulsa el modelo educativo en casa o de escuelas científica y culturalmente atrasadas, de aprendizajes virtuales sin ninguna interacción social o de repeticiones de saberes inherentes a la primera y segunda revolución industrial, prácticamente inútiles en el presente. Y que, en cualquier caso, se pague por obtener la información necesaria para construir nuevos aprendizajes, no importa si se hace desde las aulas o la casa.

Estructuran lógicas de éxito y calidad educativa, que borran cualquier identidad de clase social.

El capitalismo actual reestructura las profesiones, al estilo de lo que está planteando “Singularity University”, que busca convertir a los aspirantes a profesionales en eternos aprendices de los requerimientos de la relación entre la aceleración tecnológica y el modo de producción.

Los nuevos profesionales en los cuales está pensado el capital, parecieran ser piezas holísticas del engranaje digital, transdisciplinarios instrumentales, pero sin pensamiento crítico, incapaces de cuestionar el orden existente.

La tendencia del sistema capitalista dominante es a orientar los aprendizajes hacia áreas altamente tecnologizadas, con el desarrollo de habilidades que permitan producir abundantes mercancías inmateriales, que sostengan ideológicamente al sistema, mientras una élite trabaja en las nuevas armas de la dominación: biología molecular, big data, inteligencia artificial, robótica, ingeniería genética, entre otras.

En este diseño que opaca a las proyecciones de “Black Mirrow”, los servicios públicos serían atendidos por los profesionales del pasado, aquellos que no logran reestructurar sus carreras para sumarse a la competencia por recomponer permanentemente las habilidades y destrezas laborales, como si se tratara de juntar de manera indefinida piezas de un “lego”. Ya no serán solo abogados y médicos convertidos en taxistas, sino una pléyade de viejos profesionales cumpliendo el trabajo que otrora ocupaban quienes no habían pasado por las escuelas.

Para el capitalismo digital la escuela que no acceda a información “de punta”, pareciera ser un simple espacio de contención social, para entretener y mitigar las posibilidades de conflicto, mientras el mundo de la democracia digital y el show mediático permanente, terminan de ocupar el espacio de los sistemas escolares. Es la expansión del modelo netflix.

El capitalismo del siglo XXI aspira a robotizar e imponer la inteligencia artificial en la producción de las mercancías materiales. Piensan que diluyendo al proletariado conjurarán el riesgo de una revolución social. Confían demasiado en el poderío de mezclar desarrollo tecnológico con armas, e industria cultural con colonización biológica del cerebro.

Los señores del dinero en el siglo XXI aspiran mantener la apropiación del excedente de mercancías, reconfigurando el consumo, el trabajo y los tipos de mercancías. El mundo digital se está reconfigurando para ser otra “realidad” socialmente aceptada, que permita a los ricos ser cada vez más ricos.

Se están diseñando y construyendo puestos de trabajo que no había conocido la humanidad, generando nuevas formas de plusvalía y, una circulación y apropiación del dinero de nuevo tipo.

Si la neo privatización educativa llegara a imponerse, el acceso público o privado a las escuelas, liceos y universidades, solo sería otra forma de estratificación social para novedosas y terribles formas de expresión de la expulsión de millones de trabajadores y sus familias, al ejercito de “reserva industrial”, en un mundo que aspiran sean de fábricas 4.0 con un mínimo de personal humano en su funcionamiento.

Cuando hablo de estos temas me dicen que, si estoy intentando hacer de “futurólogo” y, les respondo, que todo de aquello que estoy hablando ya fue o está pasando, lo que ocurre es que la aceleración de la innovación dificulta seguirle el paso.

Pero una cosa quiere el capitalismo y otra los pueblos. Estoy convencido que este modelo no pasará si organizamos y entrelazamos las resistencias. Solo si resistimos juntos y juntas, en todos los rincones del continente podremos derrotar la iniciativa orwelliana que lideran nuevos teóricos de la actual “razón” capitalista como Ray Kurzweil.

Soy optimista, porque veo en todos los lugares que visito, formas crecientes de resistencia y toma de conciencia de los docentes. Y sobre todo veo una juventud y padres que entienden que la tarea de socialización de la escuela es insustituible. La tecnología y la innovación pueden ser usadas para mejorar la calidad de vida de las mayorías, pero ello demanda una revolución.

Los pedagogos críticos tenemos que tener un pie en los territorios y sus realidades, luchando por romper la injusticia y la desigualdad; mientras colocamos el otro pie, en la vanguardia del desarrollo científico y la innovación, para encontrar formas y mecanismos para usarlos a favor de los proyectos de emancipación y liberación.

Estoy convencido de la potencialidad de la alianza estratégica para resistir que conforman maestros, estudiantes y padres. Para ello, el magisterio debe romper con el adultocentrismo y la separación de la actividad que realizamos respecto a las labores que hacen los padres de los chicos y chicas.

LP: ¿Es posible tejer resistencias continentales ante esta nueva ofensiva del neoliberalismo educativo?

Por supuesto. En ello estamos comprometidos los pedagogos críticos. Cada colectivo de educadores y maestras de las pedagogías críticas aporta una pequeña ventisca para la formación del huracán que disolverá la agenda neo privatizadora del neoliberalismo del siglo XXI. Pero ello no es un tema de deseos ni de simple voluntad. Debemos trabajar para conformar la coordinadora continental de docentes que luchamos contra el neoliberalismo educativo, la escuela latinoamericana y caribeña de pedagogos rebeldes y una potente red de comunicación alternativa que incluya toda la batería de páginas web que se han venido conformando, televisoras digitales y radios por internet, periódicos impresos y digitales, así como la conformación de una potente editorial pedagógica auto gestionada para toda la región. La otra escuela y educación posible no nos caerá del cielo, tenemos que construirla juntos y juntas.

Luz Palomino: Comunicadora social, Profesora universitaria e Investigadora. Directora Editorial del portal “Otras Voces en educación”.

 

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«La importancia de leer» por Paulo Freire

 

En Freire, Paulo (1991), La importancia de leer y el proceso de liberación, México.

Rara ha sido la vez, a lo largo de tantos años de práctica pedagógica, y por lo tanto política, en que me he permitido la tarea de abrir, de inaugurar o de clausurar encuentros o congresos.

Acepté hacerlo ahora, pero de la manera menos formal posible. Acepté venir aquí para hablar un poco de la importancia del acto de leer.

Me parece indispensable, al tratar de hablar de esa importancia, decir algo del momento mismo en que me preparaba para estar aquí hoy; decir algo del proceso en que me inserté mientras iba escribiendo este texto que ahora leo, proceso que implicaba una comprensión crítica del acto de leer, que no se agota en la descodificación pura de la palabra escrita o del lenguaje escrito, sino que se anticipa y se prolonga en la inteligencia del mundo. La lectura del mundo precede a la lectura de la palabra, de ahí que la posterior lectura de ésta no pueda prescindir de la continuidad de la lectura de aquél. Lenguaje y realidad se vinculan dinámicamente. La comprensión del texto a ser alcanzada por su lectura crítica implica la percepción de relaciones entre el texto y el contexto. Al intentar escribir sobre la importancia del acto de leer, me sentí llevado –y hasta con gusto– a “releer” momentos de mi práctica, guardados en la memoria, desde las experiencias más remotas de mi infancia, de mi adolescencia, de mi juventud, en que la importancia del acto de leer se vino constituyendo en mí.

Al ir escribiendo este texto, iba yo “tomando distancia” de los diferentes momentos en que el acto de leer se fue dando en mi experiencia existencial. Primero, la “lectura” del mundo, del pequeño mundo en que me movía; después la lectura de la palabra que no siempre, a lo largo de mi escolarización, fue la lectura de la “palabramundo”.

¿Te interesa leer las Obras de Paulo Freire? Aquí puedes consultar 11 Libros  de él:

La vuelta a la infancia distante, buscando la comprensión de mi acto de “leer” el mundo particular en que me movía –y hasta donde no me está traicionando la memoria– me es absolutamente significativa. En este esfuerzo al que me voy entregando, re-creo y re-vivo, en el texto que escribo, la experiencia en el momento en que aún no leía la palabra. Me veo entonces en la casa mediana en que nací en Recife, rodeada de árboles, algunos de ellos como si fueran gente, tal era la intimidad entre nosotros; a su sombra jugaba y en sus ramas más dóciles a mi altura me experimentaba en riesgos menores que me preparaban para riesgos y aventuras mayores. La vieja casa, sus cuartos, su corredor, su sótano, su terraza –el lugar de las flores de mi madre–, la amplia quinta donde se hallaba, todo eso fue mi primer mundo. En él gateé, balbuceé, me erguí, caminé, hablé. En verdad, aquel mundo especial se me daba como el mundo de mi actividad perceptiva, y por eso mismo como el mundo de mis primeras lecturas. Los “textos”, las “palabras”, las “letras” de aquel contexto –en cuya percepción me probaba, y cuanto más lo hacía, más aumentaba la capacidad de percibir– encarnaban una serie de cosas, de objetos, de señales, cuya comprensión yo iba aprendiendo en mi trato con ellos, en mis relaciones mis hermanos mayores y con mis padres.

Los “textos”, las “palabras”, las “letras” de aquel contexto se encarnaban en el canto de los pájaros: el del sanbaçu, el del olka-pro-caminho-quemvem, del bem-te-vi,  el del sabiá; en la danza de las copas de los árboles sopladas por fuertes vientos que anunciaban tempestades, truenos, relámpagos; las aguas de la lluvia jugando a la geografía, inventando lagos, islas, ríos, arroyos. Los “textos”, las “palabras”, las “letras” de aquel contexto se encarnaban también en el silbo del viento, en las nubes del cielo, en sus colores, en sus movimientos; en el color del follaje, en la forma de las hojas, en el aroma de las hojas –de las rosas, de los jazmines–, en la densidad de los árboles, en la cáscara de las frutas. En la tonalidad diferente de colores de una misma fruta en distintos momentos: el verde del mago-espada hinchado, el amarillo verduzco del mismo mango madurando, las pintas negras del mago ya más que maduro. La relación entre esos colores, el desarrollo del fruto, su resistencia a nuestra manipulación y su sabor. Fue en esa época, posiblemente, que yo, haciendo y viendo hacer, aprendí la significación del acto de palpar.

De aquel contexto formaban parte además los animales: los gatos de la familia, su manera mañosa de enroscarse en nuestras piernas, su maullido de súplica o de rabia; Joli, el viejo perro negro de mi padre, su mal humor cada vez que uno de los gatos incautamente se aproximaba demasiado al lugar donde estaba comiendo y que era suyo; “estado de espíritu”, el de Joli en tales momentos, completamente diferente del de cuando casi deportivamente perseguía, acorralaba y mataba a uno de los zorros responsables de la desaparición de las gordas gallinas de mi abuela.

De aquel contexto –el del mi mundo inmediato– formaba parte, por otro lado, el universo del lenguaje de los mayores, expresando sus creencias, sus gustos, sus recelos, sus valores. Todo eso ligado a contextos más amplios que el del mi mundo inmediato y cuya existencia yo no podía ni siquiera sospechar.

En el esfuerzo por retomar la infancia distante, a que ya he hecho referencia, buscando la comprensión de mi acto de leer el mundo particular en que me movía, permítanme repetirlo, re-creo, re-vivo, la experiencia vivida en el momento en que todavía no leía la palabra. Y algo que me parece importante, en el contexto general de que vengo hablando, emerge ahora insinuando su presencia en el cuerpo general de estas reflexiones. Me refiero a mi miedo de las almas en pena cuya presencia entre nosotros era permanente objeto de las conversaciones de los mayores, en el tiempo de mi infancia. Las almas en pena necesitaban de la oscuridad o la semioscuridad para aparecer, con las formas más diversas: gimiendo el dolor de sus culpas, lanzando carcajadas burlonas, pidiendo oraciones o indicando el escondite de ollas. Con todo, posiblemente hasta mis siete años en el barrio de Recife en que nací iluminado por faroles que se perfilaban con cierta dignidad por las calles. Faroles elegantes que, al caer la noche, se “daban” a la vara mágica de quienes los encendían. Yo acostumbraba acompañar, desde el portón de mi casa, de lejos, la figura flaca del “farolero” de mi calle, que venía viniendo, andar cadencioso, vara iluminadora al hombro, de farol en farol, dando luz a la calle. Una luz precaria, más precaria que la que teníamos dentro de la casa. Una luz mucho más tomada por las sombras que iluminadora de ellas. No había mejor clima para travesuras de las almas que aquél. Me acuerdo de las noches en que, envuelto en mi propio miedo, esperaba que el tiempo pasara, que la noche se fuera, que la madrugada semiclareada fuera llegando, trayendo con ella el canto de los pajarillos “amanecedores”.

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Mis temores nocturnos terminaron por aguzarme, en las mañanas abiertas, la percepción de un sinnúmero de ruidos que se perdía en la claridad y en la algaraza de los días y resultaban misteriosamente subrayados en el silencio profundo de las noches.

Pero en la medida en que fui penetrando en la intimidad de mi mundo, en que lo percibía mejor y lo “entendía” en la lectura que de él iba haciendo, mis temores iban disminuyendo.
Pero, es importante decirlo, la “lectura” de mi mundo, que siempre fundamental para mí, no hizo de mí sino un niño anticipado en hombre, un racionalista de pantalón corto. La curiosidad del niño no se iba a distorsionar por el simple hecho de ser ejercida, en lo cual fui más ayudado que estorbado por mis padres. Y fue con ellos, precisamente, en cierto momento de esa rica experiencia de comprensión de mi mundo inmediato, sin que esa comprensión significara animadversión por lo que tenía encantadoramente misterioso, que comencé a ser introducido en la lectura de la palabra. El desciframiento de la palabra fluía naturalmente de la “lectura” del mundo particular. No era algo que se estuviera dando supuesto a él. Fui alfabetizado en el suelo de la quinta de mi casa, a la sombra de los mangos, con palabras de mi mundo y no del mundo mayor de mis padres. El suelo mi pizarrón y las ramitas fueron mi gis.

Es por eso por lo que, al llegar a la escuelita particular de Eunice Vasconcelos, cuya desaparición reciente me hirió y me dolió, y a quien rindo ahora un homenaje sentido, ya estaba alfabetizado. Eunice continúo y profundizó el trabajo de mis padres. Con ella, la lectura de la palabra, de la frase, de la oración,  jamás significó una ruptura con la “lectura” del mundo. Con ella, la lectura de la palabra fue la lectura de la “palabra-mundo”. Hace poco tiempo, con profundo emoción, visité la casa donde nací. Pisé el mismo suelo en que me erguí, anduve, corrí, hablé y aprendí a leer. El mismo mundo, el primer mundo que se dio a mi comprensión por la “lectura” que de él fui haciendo. Allí reecontré algunos de los árboles de mi infancia. Los reconocí sin dificultad. Casi abracé los gruesos troncos –aquellos jóvenes troncos de mi infancia. Entonces, una nostalgia que suelo llamar mansa o bien educada, saliendo del suelo, de los árboles, de la casa, me envolvió cuidadosamente. Dejé la casa contento, con la alegría de quien reencuentra personas queridas.

Continuando en ese esfuerzo de “releer” momentos fundamentales de experiencias de ni infancia, de mi adolescencia, de mi juventud, en que la comprensión crítica de la importancia del acto de leer se fue constituyendo en mí a través de su práctica, retomo el tiempo en que, como alumno del llamado curso secundario, me ejercité en la percepción crítica de los textos que leía en clase, con la colaboración, que hasta hoy recuerdo, de mi entonces profesor delengua portuguesa.

No eran, sin embargo, aquellos momentos puros ejercicios de los que resultase un simple darnos cuenta de la existencia de una página escrita delante de nosotros que debía ser cadenciada, mecánica y fastidiosamente “deletrada” en lugar de realmente leída. No eran aquellos momentos “lecciones de lectura” en el sentido tradicional esa expresión. Eran momentos en que los textos se ofrecían a nuestra búsqueda inquieta,
incluyendo la del entonces joven profesor José Pessoa. Algún tiempo después, como profesor también de portugués, en mis veinte años, viví intensamente la importancia del acto de leer y de escribir, en el fondo imposibles de dicotomizar, con alumnos de los  primeros años del entonces llamado curso secundario. La conjugación, la sintaxis de concordancia, el problema de la contradicción, la  enciclisis pronominal, yo no reducía nada de eso a tabletas de conocimientos que los estudiantes debían engullir. Todo eso, por el contrario, se proponía a la curiosidad de los alumnos de manera dinámica y viva, en el cuerpo mismo de textos, ya de autores que estudiábamos, ya de ellos mismos, como objetos a desvelar y no como algo parado cuyo perfil yo describiese. Los alumnos no tenían que memorizar mecánicamente la descripción del objeto, sino aprender su significación profunda. Sólo aprendiéndola serían capaces de saber, por eso, de memorizarla, de fijarla. La memorización mecánica de la descripción del objeto no se constituye en conocimiento del objeto. Por eso es que la lectura de un texto, tomado como pura descripción de un objeto y hecha en el sentido de memorizarla, ni es real lectura ni resulta de ella, por lo tanto, el conocimiento de que habla el texto. Creo que mucho de nuestra insistencia, en cuanto a profesores y profesoras, en que los estudiantes “lean”, en un semestre, un sinnúmero de capítulos de libros, reside en la comprensión errónea que a veces tenemos del acto de leer. En mis andanzas por el mundo, no fueron pocas las veces en que los jóvenes estudiantes me hablaron de su lucha con extensas bibliografías que eran mucho más para ser “devoradas” que para ser leídas o estudiadas. Verdaderas “lecciones de lectura” en el sentido más tradicional de esta expresión, a que se hallaban sometidos en nombre de su formación científica y de las que debían rendir cuenta a través del famoso control de lectura. En algunas ocasiones llegué incluso a ver, en relaciones bibliográficas, indicaciones sobre las¡ bpáginas de este o aquel capítulo de tal o cual libro que debían leer: “De la página 15 a la 37”.

La insistencia en la cantidad de lecturas sin el adentramiento debido en los textos a ser comprendidos, y no mecánicamente memorizados, revela una visión mágica de la palabra escrita. Visión que es urgente superar. La misma, aunque encarnada desde otro ángulo, que se encuentra, por ejemplo, en quien escribe, cuando identifica la posible calidad o falta de calidad de su trabajo con la cantidad páginas escritas. Sin embargo, uno de los documentos filosóficos más importantes que disponemos, las Tesis sobre Feuerbach de Marx, ocupan apenas dos páginas y media…

Parece importante, sin embargo, para evitar una comprensión errónea de lo que estoy afirmando, subrayar que mi crítica al hacer mágica la palabra no significa, de manera alguna, una posición poco responsable de mi parte con relación a la necesidad que tenemos educadores y educandos de leer, siempre y seriamente, de leer los clásicos en tal o cual campo del saber, de adentrarnos en los textos, de crear una disciplina intelectual, sin la cual es posible nuestra práctica en cuanto profesores o estudiantes.

Todavía dentro del momento bastante rico de mi experiencia como profesor dlengua portuguesa, recuerdo, tan vivamente como si fuese de ahora y no de un ayer ya remoto, las veces en que me demoraba en el análisis de un texto de Gilberto Freyre, de Lins do Rego, de Graciliano Ramos, de Jorge Amado. Textos que yo llevaba de mi casa y que iba leyendo con los estudiantes, subrayando aspectos de su sintaxis estrechamiento ligados, con el buen gusto de su lenguaje. A aquellos análisis añadía comentarios sobre las necesarias diferencias entre el portugués de Portugal y el portugués de Brasil.

Vengo tratando de dejar claro, en este trabajo en torno a la importancia del acto de leer –y no es demasiado repetirlo ahora–, que mi esfuerzo fundamental viene siendo el de explicar cómo, en mí, se ha venido destacando esa importancia. Es como si estuviera haciendo la “arqueología” de mi comprensión del complejo acto de leer, a lo largo de mi experiencia existencial. De ahí que haya hablado de momentos de mi infancia, de mi adolescencia, de los comienzos de mi juventud, y termine ahora reviendo, en rasgos generales, algunos de los aspectos centrales de la proposición que hice, hace algunos años en el campo de la alfabetización de adultos.

Inicialmente me parece interesante reafirmar que siempre vi la alfabetización de adultos como un acto político y como un acto de conocimiento, y por eso mismo un acto creador. Para mí sería imposible de comprometerme en un trabajo de memorización mecánica de ba-be-bi-bo-bu, de la-le-li lo-lu. De ahí que tampoco pudiera reducir la alfabetización a la pura enseñanza de la palabra, las sílabas o de las letras. Enseñanza en cuyo proceso el alfabetizador iría “llenando” con sus palabras las cabezas supuestamente “vacías” de los alfabetizandos. Por el contrario, en cuanto acto de conocimiento y acto creador, el proceso de la alfabetización tiene, en el alfabetizando, su sujeto. El hecho de que éste necesite de la ayuda del educador, como ocurre en cualquier acción pedagógica, no significa que la ayuda del educador deba anular su creatividad y su responsabilidad en la creación de su lenguaje escrito y en la lectura de su lenguaje. En realidad, tanto el alfabetizador como el alfabetizando, al tomar, por ejemplo, un objeto, como lo hago ahora con el que tengo entre los dedos, sienten el objeto, perciben el objeto sentido y son capaces de expresar verbalmente el objeto sentido y percibido. Como yo, el analfabeto es capaz de sentir la pluma, de percibir la pluma, de decir la pluma. Yo, sin embargo, soy capaz de no sólo sentir la pluma, sino además de escribir pluma y, en consecuencia, leer pluma. La alfabetización es la creación o el montaje de la expresión escrita de la expresión oral. Ese montaje no lo puede hacer el educador para los educandos, o sobre ellos. Ahí tiene él un momento de su tarea creadora.

Me parece innecesario extenderme más, aquí y ahora, sobre lo que he desarrollado, en diferentes momentos, a propósito de la complejidad de este proceso. A un punto, sin embargo, aludido varias veces en este texto, me gustaría volver, por la significación que tiene para la comprensión crítica del acto de leer y, por consiguiente, para la propuesta de alfabetización a que me he consagrado. Me refiero a que la lectura     del mundo precede siempre a la lectura de la palabra y la lectura de ésta implica la continuidad de la lectura de aquél. En la propuesta a que hacía referencia hace poco, este movimiento del mundo a la palabra y de la palabra al mundo está siempre presente. Movimiento en que la palabra dicha fluye del mundo mismo a través de la lectura que de él hacemos. De alguna manera, sin embargo, podemos ir más lejos y decir que la lectura de la palabra no es sólo precedida por la lectura del mundo sino por cierta forma de “escribirlo” o de “rescribirlo”, es decir de transformarlo a través de nuestra práctica consciente.

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Este movimiento dinámico es uno de los aspectos centrales, para mí, del proceso de alfabetización. De ahí que siempre haya insistido en que las palabras con que organizar el programa de alfabetización debían provenir del universo vocabular de los grupos populares, expresando su verdadero lenguaje, sus anhelos, sus inquietudes, sus reivindicaciones, sus sueños. Debían venir cargadas de la significación de su
experiencia existencial y no de la experiencia del educador. La investigación de lo que llamaba el universo vocabular nos daba así las palabras del Pueblo, grávidas de mundo. Nos llegaban a través de la lectura del mundo que hacían los grupos populares. Después volvían a ellos, insertas en lo que llamaba y llamo codificaciones, que son representaciones de la realidad.

La palabra ladrillo, por ejemplo, se insertaría en una representación pictórica, la de un grupo de albañiles, por ejemplo, construyendo una casa. Pero, antes de la devolución, en forma escrita, de la palabra oral de los grupos populares, a ellos, para el proceso de su aprehensión y no de su memorización mecánica, solíamos desafiar a los alfabetizandos con un conjunto de situaciones codificadas de cuya descodificación o “lectura” resultaba la percepción crítica de lo que es la cultura, por la comprensión de la práctica o del trabajo humano, transformador del mundo, En el fondo, ese conjunto de representaciones de situaciones concretas posibilitaba a los grupos populares una “lectura” de la “lectura” anterior del mundo, antes de la lectura de la palabra.  Esta “lectura” más crítica de la “lectura” anterior menos crítica del mundo permitía a los grupos populares, a veces en posición fatalista frente a las injusticias, una comprensión diferente de su indigencia.

Es en este sentido que la lectura crítica de la realidad, dándose en un proceso de alfabetización o no, y asociada sobre todo a ciertas prácticas claramente políticas de movilización y de organización, puede constituirse en un instrumento para lo que Gramsci llamaría acción contrahegemónica.

Concluyendo estas reflexiones en torno a la importancia del acto de leer, que implica siempre percepción crítica, interpretación y “reescritura” de lo leído, quisiera decir que, después de vacilar un poco, resolví adoptar el procedimiento que he utilizado en el tratamiento del tema, en consonancia con mi forma de ser y con lo que puedo hacer.

Finalmente, quiero felicitar a quienes idearon y organizaron este congreso. Nunca, posiblemente, hemos necesitado tanto de encuentros como éste, como ahora.

Fuente de la reseña: https://www.bloghemia.com/2019/04/la-importancia-de-leer-por-paulo-freire.html?fbclid=IwAR1RAtMqzBOlYMVeXHXE9MnhvHiSU6hxJudLBfyrHMGiEHYii4rnBtuTVH0
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Libro: Educaciones y pedagogías Críticas desde el Sur (Cartografía de la Educación Popular). PDF.

Colombia / 19 de mayo de 2019 / Autor: Marco Raúl Mejía / Fuente: Centro RIUS

La cita con la cual encabezo este texto me sirve de entrada, no sólo como un reconocimiento a este aborigen norteamericano, de quien he leído en el último tiempo las búsquedas más interesantes en las pedagogías críticas en el mundo del Norte con su planteamiento de las lógicas post formales, sino también por el reconocimiento que desde allí se hace al aporte de la pedagogía latinoamericana en el origen y configuración de las pedagogías críticas en el mundo actual, el cual desde mi punto de vista es en cierta medida una sobrevaloración que deberá ser discutida.

De todas maneras, ese reconocimiento desde el mundo del Norte y desde las pedagogías críticas es una buena entrada para un reconocimiento que ha sido tardío o todavía no se ha realizado en muchos ámbitos de la educación y la pedagogía en nuestro medio, con toda la apertura hacia el pensamiento euro-americano pero negando o desconociendo las búsquedas en el pensamiento educativo y pedagógico que se ha realizado en estas latitudes, curiosamente más reconocido en el mundo del Norte que en nuestra realidad. Preguntaría, ¿en cuántas facultades de educación de nuestro país se trabaja eso que en algunos países del Norte llaman “el cuarto paradigma educativo”, el latinoamericano?

En este sentido, este texto expone unas palabras iniciales de un gran tema que se ha venido constituyendo en nuestra realidad, y en esa perspectiva traza unas primeras líneas tenues para darle una primera organización a infinidad de expresiones teórico- prácticas de eso que hemos denominado Pensamiento educativo y pedagógico latinoamericano que es múltiple y todavía disperso, el cual organizo desde mi perspectiva y pertenencia a esa tradición.

Para ello realizaré un recorrido histórico en el cual intentaré buscar una conformación histórica que se inscribe desde las nacientes repúblicas hasta el auge –en los 50 y 60 del siglo anterior— de la constitución de un pensamiento propio que, bebiendo en las fuentes euroamericanas, trata de trazar y delimitar las particularidades de un pensamiento propio.

Link para la descarga:

https://centrodeinvestigacionclacsoriusmex.files.wordpress.com/2019/05/educaciones-pedagogiascriticasdesdeelsur.pdf

Fuente de la Reseña:

Libro: Educaciones y pedagogías Críticas desde el Sur (Cartografía de la Educación Popular). PDF.

ove/mahv

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