Por: Internacional de la Educación El presidente Donald Trump hizo promesas durante su campaña que aterrorizaron a las comunidades de inmigrantes y amenazaron con deportar millones. Ahora, el último memorándum del Departamento de Seguridad Nacional deja claro que la administración está comprometida en cumplir su promesa de separar a las familias y hacer que nuestro país sea menos seguro. (Randi Weingarten y Maria Teresa Kumar)En las últimas dos semanas, Daniel Ramírez-Medina, un beneficiario de DACA (Acción Diferida para los Llegados en la Infancia) sin antecedentes penales, lo sacaron de su casa en Seattle y permanece detenido. Lupita García de Rayos que ha vivido en Arizona por más de dos décadas y es la madre de dos hijos que son ciudadanos estadounidenses, fue deportada después de registrarse con el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de los Estados Unidos. Y Ervin González, una mujer transgénero de El Paso, fue aprehendida en el tribunal por ICE mientras presentaba una demanda por abuso doméstico, al parecer revelada por su abusador. Estas acciones son inaceptables e inmorales.De acuerdo con la Seguridad Nacional, más de 700 inmigrantes fueron arrasados en las llamadas operaciones selectivas de coerción a principios de este mes por ICE. Estas políticas están teniendo un impacto profundo en nuestras aulas, lugares de trabajo y comunidades. La administración afirma que estos son todos delincuentes endurecidos, pero está claro que están dirigidas a los más vulnerables — madres, estudiantes y víctimas de delitos. Estas familias aspiran a hacer exactamente lo que nuestros padres y abuelos hicieron cuando vinieron a los Estados Unidos – ayudan a construir este gran país en un faro de libertad, esperanza y oportunidad en el mundo. Están aquí buscando una mejor vida y una oportunidad para contribuir a nuestra economía y cultura. Los inmigrantes indocumentados contribuyen alrededor de $11.6 mil millones a la economía anualmente, incluyendo casi $7 mil millones en ventas e impuestos especiales y $3.6 mil millones en impuestos a la propiedad. En pocas palabras, la inmigración es vital para nuestra salud económica.Ahora, cuando se les deja a los niños en la escuela, ellos no están seguros si sus padres vendrán a recogerlos al final del día. Los trabajadores que se reportan a trabajar para llegar a fin de mes están temerosos de que una redada de ICE pueda sacarlos de sus lugares de trabajo. Millones de personas que están aquí para perseguir el sueño estadounidense son ahora objetivos de una operación masiva de deportación a gran escala sin precedentes. Como nieta de inmigrantes que abandonaron Ucrania y Rusia por la represión y la opresión, y ahora como líder del segundo sindicato de maestros más grande de los Estados Unidos, debo hablar en contra de estas redadas injustas. Como judía que perdió familia en el Holocausto porque ningún país, incluyendo los Estados Unidos, abrazaría a los refugiados, quiero dar la bienvenida a los inmigrantes, al igual que mi familia fue acogida hace generaciones. “Nunca más” debe significar nunca más para todos. Nacida en Colombia, pero creciendo en un hogar totalmente bilingüe y bicultural en los Estados Unidos, mi experiencia es tan similar a muchos de los millones de personas que ahora son vulnerables y amenazadas. Crecí en una comunidad de agricultores inmigrantes en California, y mientras debatimos la política de inmigración, debemos recordar que los inmigrantes son la columna vertebral económica y social de nuestro país. Estas políticas afectarán a generaciones de estadounidenses que no quieren nada más que contribuir al país que llaman su hogar.En momentos de gran injusticia, no podemos permitirnos estar en silencio. Esa es una razón por la cual un educador y un activista están de pie juntos. Somos una nación de inmigrantes, y como nosotros dos, la familia del presidente Trump vino a Estados Unidos a buscar un modo de vida mejor y más seguro. Los miembros de la AFT están trabajando duro en todo el país para proteger a los niños y las familias. En Houston, Lone Star College está patrocinando seis talleres de inmigración, uno en cada uno de sus principales campus. Los abogados de inmigración pro bono ayudarán a los estudiantes y sus familias a entender mejor cómo las órdenes ejecutivas del presidente los podrían afectar. En Austin, Pittsburgh y otras ciudades, los educadores están proporcionando recursos y capacitación para conocer sus derechos a fin de instruir a los estudiantes y sus padres sobre qué hacer si son los objetivos de ICE. En Milwaukee, cuando el sheriff anunció su disposición de convertir a sus agentes en oficiales de ICE, los educadores se unieron a miles en un “Día Sin Latinos”, cuando más de 150 negocios cerraron en solidaridad. La AFT está suministrando recursos en línea a través de Share My Lesson, Colorín Colorado y AFT.org – todos con guías bilingües sobre cómo manejar las redadas de ICE, lo que los educadores pueden hacer para ayudar a los estudiantes y familias y dónde encontrar asesoría legal.Voto Latino está trabajando sin descanso para asegurar que los latinos y los inmigrantes tengan todos los recursos e información que necesitan para mantenerse seguros en sus comunidades. Nuestras 10 secciones del campus universitario en toda la nación han recibido capacitación para asegurar que todos los estudiantes, independientemente de su estatus migratorio, se sientan bienvenidos y seguros. Estamos recibiendo llamadas de educadores sobre las mejores prácticas para apoyar a sus estudiantes indocumentados y sus estudiantes que vienen de familias indocumentadas y cómo responder a las redadas de ICE y la aplicación de la ley. Juntos, estamos trabajando para reforzar y expandir las leyes de la ciudad santuario. Los alcaldes, los funcionarios de la ciudad, gobernadores y aquellos en posiciones de poder, necesitan aprobar las ordenanzas santuario para proteger a los residentes de las injustas leyes federales de inmigración y el fanatismo. Las ciudades santuario no tratan de albergar o proteger a los delincuentes. Si alguien comete un delito, esa persona debe ser deportada. Pero no vamos a equiparar a alguien con una luz trasera rota con un delincuente peligroso. Las ciudades y los estados deben ser capaces de proteger a los inmigrantes respetuosos de la ley que viven en sus comunidades de las injustas y dañinas políticas federales de inmigración. Y si el presidente Trump activa la Guardia Nacional para conspirar en estas redadas, podemos hacer un llamado a los gobernadores para rechazar sus órdenes y decirle a la Guardia que se retire.No podemos permitir que Donald Trump aterrorice a las comunidades y divida a los estadounidenses. Depende de todos nosotros defender los valores que han inspirado generación tras generación a venir a nuestra nación en busca de una vida mejor.Randi Weingarten es presidente de 1.6 millones de miembros de la American Federation of Teachers. Maria Teresa Kumar es la presidente fundadora y directora ejecutiva de Voto Latino.Fuente: http://www.ei-ie-al.org/index.php/1413-aft-todavia-somos-un-pais-de-inmigrantes
Vivimos un cambio de época. Muchos lo han señalado. Parece cada vez más claro: dejamos atrás un momento histórico y nos encontramos al inicio de otro distinto. La llegada de Trump a la presidencia de Estados Unidos es el signo más visible de este quiebre entre un “algo” que se cierra y otro “algo” que comienza.
Hay, con todo, muchos otros signos de lo mismo.
Pero, ¿qué significa exactamente eso de “cambio de época”, en qué consiste, por qué importa y qué implica?
Un cambio de época supone una transformación en la estructura real del mundo, pero también y sobre todo, una experiencia compartida de que la partitura básica que, hasta antes del quiebre, nos permitía organizar significados y sentidos inteligibles, resulta cada vez más inútil para entender el mundo e intentar predecirlo. Una situación análoga a como si, de pronto, las notas musicales asociadas a las teclas de un piano dejaran de emitir los sonidos previsibles desde la pauta vivida como cierta. Fa cuando pulsamos la tecla Do y Sol cuando pulsamos la negrita del Fa menor. Y eso, a veces, a ratos, y a ratos otra cosa; todo desordenado, todo patas para arriba.
Así es este cambio de época que estamos viviendo. A eso sabe, así se siente. Patrones, asumidos como inmutables, evaporándose. Dificultad in crescendo para construir narrativas, explicaciones, mediciones y predicciones que nos permitan entendernos y sentir que entendemos y controlamos el mundo que nos rodea.
El presidente del país (todavía) más poderoso del mundo insultando en público a las mujeres, a los musulmanes, a los chinos y a los discapacitados, con un lenguaje aparatosamente hostil y soez, sin que le cueste nada. Ese mismo señor asumiendo el poder, exudando (desde el cuerpo) furia y deseo de venganza, en lugar de como solía ser común y esperable, felicidad generosa por tener el honor de representar, al más alto nivel, a todos los suyos. El mismo sujeto diciendo, también en público y al día siguiente, que había habido sol en su toma de posesión, cuando, en la realidad vista y experimentada por todos, sólo había habido lluvia.
Mentiras flagrantes y grotescas emitidas por una figura dotada de enorme poder y, por su cargo, autoridad, sin consecuencias. Película de terror transcurriendo en la vida real y los habitantes de Estados Unidos desayunando más o menos como si nada la mañana del domingo.
Reitero, partitura básica rota; el sentido y significado, asumido como cierto y natural, de los actos, los gestos y los eventos volando por los aires.
Dos ejemplos, adicionales y especialmente elocuentes y concretos, de este cambio de época, entendido como quiebre de la partitura básica de regularidades y significados, son: la creciente inutilidad de las encuestas y la transformación de las líneas divisorias (cleavages) en el electorado de Estados Unidos y otros tantos países.
Durante muchas décadas, las encuestas proveyeron a gobiernos, políticos, empresas y ciudadanos instrumentos de medición centrales para conocer las preferencias de las personas y para estimar las decisiones probables de votantes y consumidores en el futuro. Ese poder de las encuestas ha venido a la baja y está haciendo agua, fundamentalmente, porque los supuestos (la partitura básica) en los que se fincaban se corresponden cada vez menos con la realidad. Los ejemplos de ello abundan, entre otros: Brexit, Colombia, elecciones presidenciales en Estados Unidos. Las empresas grandes hace tiempo tomaron nota y han venido desarrollando nuevas formas (fundamentalmente, cualitativas) para conocer los hábitos de sus consumidores. Gobiernos, políticos y público en general estamos rezagados y crecientemente desnudos de guías y referencias.
Ha venido ocurriendo algo similar en relación a los perfiles de los votantes y los clivajes electorales. Hasta hace poco en Estados Unidos, por ejemplo, la probabilidad de que una persona con altos ingresos votara republicano tendía a ser alta. En la elección presidencial de 2016, sin embargo, un número creciente de ricos votaron demócrata.
En sentido similar y siguiendo con Estados Unidos, solía ocurrir –en particular, desde Reagan y hasta antes de Trump– que una persona contraria al aborto tendiese a estar a favor del libre comercio y a votar republicano.
En la última elección presidencial de ese país, sin embargo, una proporción muy importante del voto por el candidato presidencial republicano provino de votantes que estaban, al mismo tiempo, en contra del aborto y en contra del libre comercio.
Otra vez: la vieja partitura que nos hacía comprensible el mundo, rota.
En un momento histórico marcado por la inoperancia de las viejas certezas y por el aumento exponencial de la imprevisibilidad y la incertidumbre, encuentro que tenemos como individuos y como país tres sopas posibles. Primero, aferrarnos a la partitura rota y seguir haciendo encuestas y/o construyendo escenarios “probables” a partir de ella. Segundo, dejarnos avasallar por la incertidumbre y el miedo, y quedarnos pasmados. Tercero, asumir de lleno, que, frente al quiebre de las regularidades, significados y certezas conocidas, como dijera Abraham Lincoln (en su propio cambio de época); “La mejor manera de predecir el futuro es creándolo”. Es decir y a pesar de sus muy incómodos riesgos, jugárnosla y construirnos futuro. ¿Por cuál votan?
Fuente del articulo: http://www.educacionfutura.org/cambio-de-epoca-que-significa/
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Este viernes Donald Trump se convertirá en el 45ª presidente de Estados Unidos. El consenso entre los analistas, salvo pocas excepciones, es que durante su gestión “veremos cosas terribles”, como asegura Immanuel Wallerstein refiriéndose al primer año de su gestión. También dice, y lo subraya con razón el especialista panameño en asuntos estadounidenses, Marco Gandásegui, que el magnate neoyorquino es un personaje “totalmente impredecible”. De ningún presidente estadounidense podemos esperar nada bueno. No porque sean malvados sino porque su condición de jefes del imperio les impone ciertas decisiones que en la soledad de su escritorio probablemente no tomarían. Jimmy Carter es un ejemplo de ello; un buen hombre, como tantas veces lo recordara Fidel. Y Raúl más de una vez se encargó de decir que el bloqueo contra Cuba y la invasión de Bahía Cochinos comenzaron cuando Obama ni había nacido, y apenas contaba un año cuando se produjo la crisis de los misiles en Octubre de 1962.
¿Adónde voy con esta reflexión? A señalar que no sería para nada extraño que bien pronto la inflamada retórica de DT deje de tener un correlato concreto en el plano más proteico de los hechos políticos, económicos y militares. Trump es lo que en la jerga popular norteamericana se llama “un bocón”. Por eso habrá que ver qué es lo que logra concretar de sus flamígeras amenazas una vez que deje de vociferar desde el llano y se inserte en los gigantescos y complicadísimos engranajes administrativos del imperio. No cabe la menor duda de que el personaje es un hábil demagogo, que agita con maestría un discurso reaccionario, racista, homófobo, belicista, transgresor y “políticamente incorrecto” por designio propio. Pero su irresistible ascenso no sólo es un efecto de su habilidad como publicista y la eficacia de su interpelación demagógica. Es síntoma de dos procesos de fondo que están socavando la primacía de Estados Unidos en el sistema internacional: uno, la ruptura en la unidad política-programática de la “burguesía imperial” norteamericana, dividida por primera vez en más de medio siglo en torno a cuál debería ser la estrategia más apropiada para salvaguardar la primacía norteamericana. Dos, los devastadores efectos de las políticas neoliberales con sus secuelas de exclusión social, explotación económica y analfabetismo político inducido por las elites dominantes y que arrojó a grandes sectores de la población en brazos de un outsider político como Trump que en épocas más felices para el imperio hubiera sido barrido de la escena pública en las primarias de New Hampshire.
Trump dijo, e hizo, antes de entrar a la Casa Blanca, cosas terribles: desde acusar a los mexicanos (y por extensión a todos los “latinos”) de ser violadores seriales, narcotraficantes y asesinos hasta declarar públicamente, para horror de los alemanes, que era “germanofóbico”. O de provocar al dragón chino llamando por teléfono a la presidenta de Taiwán, lo que motivó una inusualmente dura protesta de Beijing; decirles a los europeos que la OTAN es una organización obsoleta y que lo del Brexit fue una buena decisión. Pero como aseguran los más incisivos analistas de la vida política norteamericana, por debajo de la figura presidencial (o, según se lo mire, por encima de ella) está aquello que Peter Dale Scott denominó como “estado profundo”: el entramado de agencias federales, comisiones del Congreso, lobbies multimillonarios que por años y años han financiado a políticos, jueces y periodistas, el complejo militar-industrial-financiero, las dieciséis agencias que conforman la “comunidad de inteligencia” , tanques de pensamiento del establishment y las distintas ramas de las fuerzas armadas, todas las cuales son las que tendrán que llevar a la práctica –o “vender” política o diplomáticamente- las bravuconadas de Trump. Pero esos actores, a quienes nadie elige y que ante nadie deben rendir cuentas, tienen una agenda de largo plazo que sólo en parte coincide con la de los presidentes. Ocurrió con Kennedy, después con Carter y Obama, y seguramente volverá a pasar ahora. Dos ejemplos: el jefe del Pentágono James “Perro Rabioso” Mattis puede hacer honor a su apodo pero difícilmente sea un idiota y por buenas razones -desde el punto de vista de la seguridad del imperio- no quiere saber nada con debilitar a la OTAN. Y va a ser difícil que Stephen Mnuchin, el Secretario del Tesoro designado, un hombre surgido de las entrañas de Goldman Sachs, vaya a presidir una cruzada proteccionista y auspiciar el “populismo económico” contra el cual combatió sin resuello durante décadas desde Wall Street.
¿Significa esto que deben tenernos sin cuidado los exabruptos verbales de Trump? De ninguna manera. Será preciso, más que nunca, estar alertas ante cualquier tropelía que pretenda hacer en Nuestra América. Sin duda continuará con la agenda de Obama: desestabilizar a Venezuela, promover el “cambio de régimen” (vulgo: contrarrevolución) en Cuba, acabar con los gobiernos de Bolivia y Ecuador y encuadrar, una vez más, a los países del área como obedientes satélites de Washington. Para lograr este objetivo, ¿irá a escalar esta agresión, que Obama no quiso, o no pudo, detener? Es muy poco probable. Ronald Reagan, con quienes a veces torpemente se lo compara, intervino abiertamente en Nicaragua, El Salvador, Guatemala, Granada y en la Guerra de las Malvinas. Pero era otro contexto internacional: había un fenomenal tridente reaccionario formado por el propio Reagan con Margaret Thatcher y Juan Pablo II empeñado en demoler los restos del Estado de Bienestar y los proyectos socialistas; el Muro de Berlín estaba agrietado y la URSS venía cayendo en picada, sepultando a Rusia; y China no era ni remotamente lo que es hoy. Estados Unidos estaba llegando al apogeo de su poderío internacional. Hoy, en cambio, ya comenzó su irreversible declinación y el equilibrio geopolítico mundial es mucho menos favorable para Washington. Difícil, por no decir imposible, que el descarado intervencionismo reaganiano pueda ser replicado por DT en esta parte del mundo. Y si lo hiciera tropezaría con una generalizada repulsa popular que, como lo advirtiera Rafael Correa, movilizaría en contra de Washington a grandes masas en toda la región. Conclusión: el personaje es voluble, caprichoso e impredecible, pero el “estado profundo” que administra los negocios del imperio a largo plazo lo es mucho menos. Y en estos pasados quince años los pueblos de Nuestra América aprendieron varias lecciones.
El 9 de noviembre en un foro de discusión sobre la post-elección en la Brookings Institution, el moderador de la mesa abrió diciendo, algo así como: “hay que empezar por reconocer abiertamente que no sabemos qué nos espera con Donald Trump como presidente.” Afirmación entendible, sin duda, si tomamos en cuenta que se trataba del día siguiente de la elección. Comprensible, sobre todo, considerando que la victoria de alguien como Trump resultó muy sorpresiva y colocó a Estados Unidos, incluyendo a sus analistas políticos más avezados, frente a una situación inédita en muchos sentidos.
Un empresario de bienes raíces obsesionado con las letras de su nombre en doradito, un conductor de un reality show con un ego descomunal y cero experiencia política a punto de convertirse en presidente. Ningún precedente.
Hombre sagaz, amante del riesgo, sin principios distintos al de su propio engrandecimiento, que había ofendido brutalmente a minorías étnicas, mujeres y discapacitados durante su campaña a cargo del gobierno del país más poderoso del mundo. Inédito. Manipulador consumado, mentiroso descarado, sujeto dispuesto y capaz de saltarse todas las trancas (incluyendo las de la decencia más básica), bully completo a unas semanas de convertirse en el jefe del ejecutivo de Estados Unidos de América. Nunca visto.
El perfil de Trump ayuda a explicar el comentario inicial del moderador de aquella mesa de discusión en la Brookings al día siguiente de la elección. También echa luz sobre ese “no sabemos que nos espera” reiterado una y otra vez en los medios, en los análisis y en las charlas de café desde aquel 8 de noviembre.
A la percepción generalizada de incertidumbre generada por la realidad Trump-presidente-electo han contribuido elementos adicionales. Entre otros: sus retracciones a medias, expresadas en lenguaje profundamente ambiguo, en relación a algunas de sus promesas de campaña (cambio climático, por citar uno); la forma en que dio su única retracción clara hasta el momento, es decir su decisión de no procesar judicialmente a Hillary (en partes, como en una novela de suspenso); su manejo, primero aparentemente caótico y, más tarde, directamente, teatral o, mejor dicho, televisivo de la conformación de su equipo de gobierno; y su personalísimo estilo en materia de comunicación (ninguna conferencia de prensa, acceso limitado de la fuente noticiosa a su entorno, y, de vez en vez, ráfagas de comunicación directa a través de su cuenta de Twitter).
¿Es esta incertidumbre viscosa resultado simplemente de la llegada al poder de un personaje rocambolesco y temperamentalmente inestable?
¿Es tan sólo el producto previsible de esa su personalidad inflada y atípica en combinación con su falta completa de experiencia en el gobierno? Pudiera ser.
La impredecibilidad que produce Donald Trump pudiera ser, sin embargo, otra cosa. No un efecto colateral de su personalidad descontrolada y de su inexperiencia en las artes del gobierno, sino un resultado intencional y deliberado.
En suma, no una consecuencia natural y no intencionada de las peculiaridades del personaje, sino una estrategia explícitamente pensada para mantener a todos en ascuas y para mandar, con ello, el mensaje, una y otra vez, de que el único en control de las cosas es Trump-el-dueño-del-circo.
Como bien señala Pete Wehner, quien escribía discursos para George W. Bush, citado en un artículo de opinión reciente en el Financial Times: “El Sr. Trump vive y goza de crear suspenso e impredecibilidad. Ve al mundo como su escenario y a sí mismo como la estrella principal”.
Producir suspenso, sorprender y mantener a su público en la incertidumbre con respecto a lo siguiente que va a hacer o decir es lo suyo. Es parte central de lo que explica su éxito en televisión, su notable capacidad para comunicar y entretener, así como su enorme habilidad para vender y venderse.
Donald Trump es un tejedor de historias, en particular, de historias de suspenso. Además de captar la atención del público, ese suspenso le ha servido y le sirve, también, para hacerse del control del tablero.
Básicamente, pues le permite vulnerabilizar a los otros manteniéndolos en la duda y en la expectativa, al tiempo que le ofrece la ocasión para presentarse como el que controla los hilos de los que el resto penden.
Si, en efecto, Trump está utilizando las estrategias que tan buenos resultados le dieron en el mundo del entrenamiento y en la propia campaña presidencial como arma en el ejercicio del poder presidencial, las certezas que muchos esperan después de que asuma su cargo, serán mucho menos ciertas de lo esperado. Más bien, si su manera de operar como presidente es la de provocar impredecibilidad deliberadamente, es posible que lo que tengamos enfrente sean años interminables de incertidumbre y más incertidumbre.
Fuente del articulo: http://www.educacionfutura.org/trump-o-la-impredecibilidad-como-estrategia/
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Los últimos dos años han resultado muy movidos en el corporativo de universidades privadas Laureate Education. La firma, como se sabe, es el principal proveedor transnacional de servicios de educación superior privada. En la actualidad concentra más de ochenta universidades en una treintena de países, con más de doscientos campus en total, y una matrícula superior al millón de estudiantes. Según la empresa, en la última década el promedio de crecimiento anual de matrícula ha superado el diez por ciento, y el correlativo incremento de las ganancias ha sido superior a doce por ciento anual. En el último ejercicio contable se reportaron ingresos de aproximadamente mil millones de dólares, y un activo total de más de 7.7 miles de millones de dólares. Esta última cifra significa que Laureate Education Inc. ha superado a cualquier otra institución o consorcio dedicado al negocio de la educación superior con fines lucrativos.
Laureate controla en México dos bloques de universidades privadas: la Universidad del Valle de México, adquirida en el año 2000, una de las primeras incursiones del corporativo en el mercado internacional, que cuenta con más de cien mil estudiantes en programas de bachillerato, licenciatura y posgrado, y la Universidad Tecnológica de México (UNITEC) comprada en 2008. La matrícula de UNITEC, en programas de bachillerato, licenciatura y posgrado, supera la cifra de cincuenta mil estudiantes, lo que aunado al alumnado de la UVM hacen del grupo la oferta de educación superior privada de mayor tamaño en el país.
Antes de la operación UNITEC, Laureate había comprado en 2007, por intermedio de la UVM, la Universidad del Desarrollo Profesional (UNIDEP), con sede en Hermosillo e instalaciones en varias ciudades del Norte. Pero a principios de 2013, por razones no declaradas, la firma decidió vender esa universidad al grupo mexicano Nacer Global, comandado por Jorge Nacer Gobera, propietario a su vez de, entre otras empresas, las universidades ICEL, Univer, Lucerna, Lamar, de Ecatepec, así como del Colegio Morelos. Según el informe rendido en 2015 por Laureate a la Comisión Nacional del Mercado de Valores de Estados Unidos (SAC por sus siglas en inglés), disponible en la página web de la Comisión, la venta fue equivalente a 40.6 millones de dólares, lo que reportó, aclara el informe, una ganancia de más de cuatro millones de dólares sobre el precio de compra, impuestos descontados.
En 2007, a la vista de resultados inferiores a los esperados en la cotización de sus acciones en el mercado de valores (índice NASDAQ), Laureate optó por salir del mercado público mediante una compra masiva de acciones, que fue apoyada por un consorcio en que participaron grupos financieros especializados en administración de fondos de inversión y capital de riesgo: Kohlberg Kravis Roberts & Co. (KKR); Citi Private Equity; S.A.C. Capital Management, LLC; SPG Partners; Bregal Investments; Caisse de depot et placement du Quebec; Sterling Capital; Makena Capital; Torreal S.A.; y Brenthurst Funds. El consorcio fue integrado y presidido por el fundador y principal ejecutivo de Laureate, Douglas Becker. La operación ascendió a 3.8 miles de millones de dólares.
Una vez saneadas sus finanzas básicas, Laureate se planteó, en 2015, la alternativa de retornar al mercado accionario, para lo cual registró ante la SAC una oferta pública de colocación inicial de acciones (IPO, por sus siglas en inglés) de cien millones de dólares. La autorización está en proceso, pero se espera un resultado favorable a corto plazo. También en 2015 Laureate solicitó y obtuvo, previa evaluación a cargo de la agencia B-Lab, la certificación como “Public Benefit Corporation”. Este registro, aunque no tiene implicaciones legales ni fiscales directas, valida la postura del corporativo de fungir como una empresa orientada por un propósito social: contribuir al desarrollo de la educación superior en el mundo.
Tras casi una década de relativa opacidad, la publicación de los estados financieros de Laureate (ante la SEC y el B-Lab) tuvo consecuencias quizás subestimadas. En primer lugar en Chile, en donde aún se debate con intensidad la regulación a la oferta de educación superior con fines de lucro. La información difundida fue aprovechada por los críticos a la presencia de Laureate en ese país, en donde controlan las universidades Andrés Bello (UNAB), la de mayor tamaño en Chile por el número de estudiantes matriculados, Universidad de las Américas (UDLA) y Universidad Viña del Mar (UVM), así como el Instituto Profesional AIEP y la Escuela Moderna de Música (EMM). La polémica ha sido avivada por el propio Consejo de Rectores de las Universidades Chilenas (CRUCH) al anunciar que se consideraría la permanencia de la UNAB en el órgano al confirmarse que esta institución corresponde a la figura de universidad con fines de lucro. (La Tercera, 26 de agosto 2016).
También causó alguna polémica la venta en 2016 de las instituciones europeas Glion Institute of Higher Education y Les Roches International School of Hotel Management. El grupo financiero Eurazeo compró a Laureate estas escuelas en aproximadamente 380 millones de francos suizos. El debate en torno al tema apunta a la confirmación de Laureate como una empresa lucrativa que, por estrictas razones de negocio, puede optar entre comprar o vender instituciones educativas.
Pero la polémica de mayor relieve y visibilidad se habría desarrollar en el marco de la contienda presidencial entre Donald Trump y Hillary Clinton. La próxima semana nos internaremos en el tema y sus posibles implicaciones.
Fuente del articulo: http://www.educacionfutura.org/laureate-education-en-la-era-trump-nubes-en-el-horizonte/
Fuente de la imagen: http://www.educacionfutura.org/wp-content/uploads/2016/11/laureate-education-inc.jpg
EEUU / www.univision.com / 30 de Noviembre de 2016
No está claro qué tan lejos pueden ir las universidades para frenar las deportaciones de sus estudiantes.
Los estudiantes en universidades en todos los EEUU les están pidiendo a los líderes de sus escuelas que establezcan los llamados ‘campus santuario’ después de la victoria del presidente electo Trump. La idea detrás de estas peticiones es proteger a los jóvenes que se sienten amenazados por su victoria. Pero no está exactamente claro lo que significa el término ‘campus santuario’ ni qué tan lejos irán las universidades en cumplir con este pedido.
Sin embargo, algunas universidades ya se están moviendo para definir y adoptar el término. Hace dos semanas —después de consultar a los abogados de la universidad y el consejo de administración—, el presidente de la Universidad Wesleyan dijo que ésta se convertiría en un campus santuario, según dijo el periódico estudiantil. La escuela es una de las primeras en adoptar esta identidad y presuntamente ha creado dos cláusulas que explican que parte que no ayudaría con su propia voluntad con los esfuerzos del gobierno de deportar a estudiantes, profesores ni personal indocumentados. Así lo explica el periodico Wesleyan Argus:
“La intención de estas cláusulas es darle respaldo legal a la universidad con motivos constitucionales en una variedad de casos. El más inmediato sería prevenir a cualquier personal de la universidad en ayudar a las autoridades en esfuerzos de deportación. Las declaraciones de la universidad también la cubren contra una demanda federal potencial o una confiscación de fondos, de los cuales el gobierno provee aproximadamente 200 millones de dólares a la universidad cada año.
No está clara hasta cuál punto se aplicaría la cláusula sobre ‘asistencia voluntaria’ si las autoridades federales fueran al campus [de la universidad], pero sí aparentemente asegura que no se hará que recursos como Seguridad Pública y la oficina del secretario de admisiones ayuden a una fuerza de deportación potencial”.
Entre otras cosas, Trump ha prometido deportar a millones de inmigrantes indocumentados que son delincuentes y ponerle fin a un programa de la administración de Obama que otorga alivio temporal de la amenaza de remoción obligatoria a algunos jóvenes que están en EEUU sin papeles. Además, en otro momento Trump propuso prohibirles la entrada al país a todos los musulmanes, aunque desde entonces esa promesa cambió y otra se tratará de “verificación extrema” de inmigrantes de ciertas partes del mundo. En respuesta, los estudiantes en EEUU están pidiendo a sus universidades que apoyen a los estudiantes indocumentados y a otras personas que pudieran ser vulnerables bajo una administración Trump al convertirse en ‘campus santuario’. Sin embargo, ese término no tiene una definición estándar. Y si bien Wesleyan ha tomado pasos para adoptarlo, otras escuelas están cuestionando qué tan viable sea convertirse en un campus santuario.
El término se deriva del concepto de una ‘ciudad santuario’, la cual también varía en cuanto a su sentido. En general, ciudades grandes como Chicago y Nueva York han dicho que servirán de ‘santuarios’ para inmigrantes, normalmente al decir que no entregarán a los inmigrantes indocumentados a las autoridades federales de inmigración. Por ejemplo, hace dos décadas San Francisco prohibió a la policía local detener inmigrantes indocumentados si no tienen cargos en su contra o si no tienen antecedentes de crímenes severos de violencia.
Los estudiantes les han pedido a docenas de universidades a lo largo del país que aseguren que emplearán procedimientos parecidos. Quieren que las universidades se nieguen a entregar los nombres de estudiantes indocumentados, por ejemplo, y muchos le han pedido a sus universidades a proveer consejería confidencial y servicios legales para tales estudiantes.
Durante su campaña Trump prometió que las ciudades que optasen por no cooperar con las autoridades migratorias “ no recibirán dólares de los contribuyentes”. Trump no puede llevar esta represalia a cabo por sí solo; requeriría aprobación del Congreso y la razón por la retención de fondos federales de las ciudades probablemente tendría que vincularse con su uso propuesto. En años anteriores los demócratas han frenado esfuerzos por los republicanos de cortar fondos federales. Pero como los republicanos ya controlan la Cámara, el Senado y la Casa Blanca, hay una posibilidad de que sean exitosos los intentos futuros de limitar financiamiento para esas ciudades.
¿Podría una administración Trump —con el respaldo del Congreso— también amenazar con retenerles los fondos federales a las universidades al rehusar la emisión de préstamos estudiantiles a los estudiantes en campus santuarios? ¿Podrían retener subvenciones federales destinadas para financiar la investigación académica? Actualmente es difícil determinar si se podrá hacer esto.
Por ejemplo, el sistema estatal universitario de California recientemente reiteró que seguirá siendo un espacio donde se recibirán a los estudiantes indocumentados. Pero en una reunión reciente con el consejo de administración, parece que el canciller Timothy White reconoció que legalmente se le podría obligar al sistema a entregar información. Según el Los Angeles Times, “a no ser que la ley se lo obligue, la Universidad Estatal de California no ‘entrará en acuerdos con agencias policiales estatales o locales, con Homeland Security ni ningún otro departamento federal para la aplicación de la ley migratoria federal’”.
El cuerpo docente en Trinity College en Hartford, Connecticut —el cual quisiera ver la universidad convertirse en un campus santuario— se reunió hace poco con administradores para “entender mejor lo que son sus expectativas para un campus santuario”, dijo Joanne Berger-Sweeney, presidente de la universidad. Los académicos expresaron interés en la opción de que la universidad rehusara pasar información migratoria a las autoridades federales y en establecer una red de ex-alumnos que estarían dispuestos a ofrecer ayuda legal gratis a los estudiantes indocumentados.
Si bien Berger-Sweeney dice que quisiera apoyar a los estudiantes —entre ellos los indocumentados— en una conferencia reciente que los presidentes universitarios discutieron el concepto del campus santuario y, de acuerdo a la autoridad, “reconocieron que todavía no estamos seguros de lo que se nos está pidiendo”. La represalia financiera es “por supuesto, una preocupación”, dijo. Muchos de los presidentes de universidades que asistieron también reconocieron su obligación de consultar a consejos de administración cuando una decisión —como la de convertirse en campus santuario— conlleva “implicaciones fiduciarias”. Berger-Sweeney indicó que estaría hablando con el consejo de administración de su universidad sobre lo que significaría volverse un campus santuario.
Berger-Sweeney dijo que se sentía razonablemente cómoda en negar la entrega de información sobre estudiantes indocumentados a las autoridades federales de inmigración. Facilitar información entraría en conflicto con los derechos de privacidad de los estudiantes. Pero si una administración Trump propusiera alguna acción que afectaría a muchos más estudiantes —la universidad calcula que menos de un 1% de sus estudiantes son indocumentados— “creo que tendríamos todos tendríamos que pensar en dónde pondremos los límites”, dice Berger-Sweeney.
Y los que están a favor de políticas que limitan inmigración les han advertido a las universidades que tengan en cuenta la seguridad de todos los estudiantes al responder a peticiones que se establezcan como campus santuarios. “Si existiera alguien que presentara un problema en el campus, digamos potencialmente un individuo que la FBI y la ICE saben que está involucrado en el terrorismo y que posiblemente esté planeando un ataque terrorista, y si a lo largo de sus investigación [estas agencias] quieran saber a cuál tipo de cosas este estudiante tiene acceso o cuál es su horario de clases o algo así que formara parte del avance de una investigación que podría salvar vidas, esperaría que las autoridades universitarias verían esto claramente y verían la necesidad de tener una prohibición general en dar información a las autoridades migratorias”, le dijo Jessica Vaughan —directora sénior de estudios de políticas en el Centro para los Estudios de Inmigración— a la publicación académica Inside Higher Ed al describir el peor de los panoramas a nivel hipotético. “Creo que es importante que los administradores universitarios no tomen decisiones arbitrarias en este momento que sean inspiradas por consideraciones políticas o bien por simpatía por estudiantes indocumentados”.
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Sin embargo, muchos autoridades citaron preocupaciones particulares sobre lo que las políticas potenciales significan para estudiantes indocumentados. Si bien Trump ha dicho en días recientes que priorizaría la deportación de inmigrantes que son delincuentes, por lo general la aplicación de leyes migratorias ha sido un tema popular entre su base de votantes y dirigir los esfuerzos hacia estudiantes universitarios que han recibido aplazamientos temporales de deportación sería una manera fácil de identificar a los inmigrantes indocumentados, porque existe una base federal de datos con todos sus datos. “Esto es lo inquietante”, dijo Tim Cresswell, el presidente del cuerpo docente de Trinity y vicepresidente de asuntos académicos.
Varios legisladores demócratas le han pedido al presidente Obama a que utilice un indulto presidencial (que no podría ser anulado por el Congreso ni un nuevo presidente) para proteger a los jóvenes que han recibido alivio de deportación bajo su administración. Pero la Casa Blanca se negó a hacer esto y notó que el indulto no les daría estatus legal a estos jóvenes. Sólo el Congreso podría hacer eso.
Cresswell también señaló una diferencia importante entre escuelas y ciudades. Si bien las ciudades santuario tienen cuerpos policiales que teóricamente podrían enfrentarse con autoridades migratorias, las universidades no tienen esa gran cantidad de policías. En ese sentido, entonces, identificarse como un campus santuario “realmente no significa mucho”, reconoció.
Otras universidades han dicho más o menos lo mismo en respuesta a las peticiones de los estudiantes para espacios santuario. En una declaración a Inside Higher Ed, la Universidad de Wisconsin dijo que “los policías del departamento policíaco de la Universidad de Wisconsin y del departamento policíaco de Madison tienen autoridad completa de la legislatura estatal de hacer cumplir leyes y regalas aplicables en el campus sin pedirle permiso a la universidad”.
Según el Washington Post, como respuesta a una petición por estudiantes en la Universidad Brown, la portavoz universitaria Cass Cliatt escribió lo siguiente en un correo electrónico: “Basado en una consulta de los abogados de la universidad, entendemos que universidades privadas no tienen protección legal de la incursión por parte de los miembros de agencias policíacas o de la agencia de Cumplimiento de Leyes sobre Inmigración y Aduana”.
Pero Cresswell y Berger-Sweeney también sugirieron que a lo mejor haya fuerza en la unión. Si muchos campus abiertamente se identifican como campus santuario, ¿qué tan realista será la expectativa de que la administración de Trump intentará imponerles sanciones a todas?
Ramona Hernández —directora del Instituto de Estudios Dominicanos en la City University de Nueva York (CUNY) y profesora de Sociología en su campus de City College— dice que apoyar abiertamente a los estudiantes que están buscando un espacio seguro es importante no sólo para universidades sino también para los miembros de la comunidad. (Vincent Boudreau —presidente interino de la universidad— mandó una nota por el campus el día después de las elecciones que hizo eco a la expresión de Hernández).
Hernández —quien reconoció que le preocupa la posibilidad de estudiantes temerosos abandonando sus estudios universitarios— dijo que más allá de centrarse en la legalidad de convertirse en un campus santuario, en los próximos meses será importante que la gente en puestos de liderazgos reafirme que el campus es un lugar receptivo. Según dijo Hernández, en sus vidas diarias los estudiantes quizás experimenten agresión de personas comunes y la preocupación fundamental de los defensores es que los estudiantes “no sientan miedo sobre desplazarse a lugares dentro del campus para recibir servicios”. Actualmente esos servicios incluyen ayudar a los estudiantes indocumentados con preguntas sobre la inmigración, entre otras cosas. Hernández quiere asegurar que esos programas sigan siendo financiados.
En la Universidad Comunitaria de Naugatuck Valley en Waterbury, Connecticut —la cual recientemente se convirtió en una Hispanic-Serving Institution o institución que atiende a los hispanos— la profesora adjunta Julia Petitfrere dijo que el cuerpo docente ha discutido la posibilidad de declararse “educadores sin miedo”. “En mi caso particular, si puedo servir de consuelo o proveer algún recurso, sin duda ven donde estoy yo”, dijo Petitfrere. Reconoce que es probable que la universidad no tendría la autoridad de negarles la entrada a los agentes de inmigración que lleguen al campus.
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En la Universidad Harvard los estudiantes se reunieron con autoridades de la universidad hace poco. Han instado a los líderes universitarios a designar y proteger a un edificio particular como un espacio santuario adonde pudieran ir los estudiantes enfrentando preguntas sobre su estatus migratorio o la deportación.
No es una nueva idea. En algunos casos, las iglesias han servido de espacios santuarios y han recibido a la gente enfrentando la deportación. Hace poco un hombre cuya deportación a México ya estaba programada tomó refugio en una iglesia en Filadelfia en lugar de entregarse a las autoridades de inmigración. Hace unos años una inmigrante indocumentada de Honduras buscó refugio en otra iglesia de la ciudad, la cual también se identifica como una ciudad santuario. Al final las autoridades acordaron en frenar la deportación de esa mujer por al menos unos cuantos años.
El año pasado la Universidad de California en Davis abrió un espacio santuario en su campus que provee asesoramiento legal y otros tipos de apoyo a los estudiantes indocumentados.
Sin embargo, aún no está claro qué tan lejos pueden llegar —o estén dispuestas a llegar— las ciudades, iglesias y escuelas para mantenerse con santuario o hasta dónde llegará la administración Trump para prevenir eso. Hay más preguntas que respuestas en cuanto a la idea de campus santuario en este momento. Pero Berger-Sweeney —presidente de la Universidad Trinity— dijo que ella y otros líderes universitarios seguirán explorando lo que pueden hacer para apoyar a los estudiantes indocumentados, lo cual incluye instarle a Trump a que apoye el alivio continuo de la deportación para estudiantes. “Creo que todos estamos en el proceso de avanzar en lo que se siente como un área desconocido”, dijo. “Ese es nuestro trabajo y seguiremos atentos y le prestaremos atención a ese asunto y más que nada les daremos todo el apoyo posible a nuestros estudiantes”.
Este artículo fue publicado originalmente en inglés en The Atlantic, como parte del proyecto Next America: Higher Education, el cual es respaldado por subvenciones de la Fundación Bill & Melinda Gates y la Fundación Lumina.
Enterrar la cabeza en el suelo cuando la realidad no nos gusta tiene, sin duda, ventajas. Te permite desentenderte de la realidad y seguir con tu vida como si nada. Frente a una amenaza como la que representa Trump para México, la “estrategia avestruz” del gobierno de México constituye, sin embargo, una irresponsabilidad mayúscula.
Pero, más que lamentarnos, conviene tomar nota y actuar en consecuencia. Como me decía una amiga muy sabia el otro día: “para hacernos cargo de lo que significa Trump para los mexicanos, el modelo a seguir es el terremoto de 1985”. Tiene razón.
Esperar que el gobierno nos proteja frente al tsunami que se nos viene encima resulta, sobre la base de la experiencia acumulada, ingenuo.
Ojalá el gobierno reaccione. Lo más sensato sería asumir, con todo, que el gobierno seguirá pasmado y que nos toca a los ciudadanos actuar y organizarnos. Si los responsables del poder político se avispan tanto mejor; si no, al menos, habremos construido algunas líneas de defensa.
A los convencidos de que Trump se moderará, de que las instituciones de la democracia norteamericana le impedirán cumplir sus promesas de campaña, o de que los propios republicanos lo frenarán les recomiendo leer el discurso que pronunció Trump en Gettysburg en septiembre pasado sobre sus prioridades para sus primeros 100 días en caso de ser presidente y contrastar este, en particular en lo relativo a México, con su entrevista en el programa 60 minutos el domingo 13 de noviembre ya como presidente electo. Les sugiero también tomar en cuenta que, de acuerdo a los muchos estudios académicos al respecto, los presidentes de Estados Unidos, de 1968 a la fecha, han cumplido con cerca del 70 por ciento de sus promesas de campaña.
A continuación algunas primeras ideas sobre qué hacer frente a la muy seria amenaza que Trump representa para México.
En el plano interno:
1.- Exigirle al gobierno federal una respuesta inteligente, digna, templada y oportuna, pero evitar confiarnos en que logrará articularla.
2.- Construir coaliciones amplias y diversas en términos sociales, ideológicos y partidistas para identificar riesgos y vulnerabilidades críticas, así como para construir propuestas y estrategias operables. En concreto: hacer a un lado –por el momento– nuestras profundas diferencias, olvidar (aunque sea un rato) la obsesión con respecto a quién ganará el 2018, tender puentes, escucharnos recíprocamente y trabajar juntos para cuidar el país de todos.
3.- Desarrollar estrategias para recibir y aprovechar los activos de los que disponen los migrantes de retorno, tanto los que deportó Obama y que no hemos sido capaces de integrar al país como los que pudiese deportar Trump. Entre otros, exentar, de entrada, de requisitos tales como actas de nacimiento, CURP, certificados de estudio y demás a los migrantes de retorno en edad escolar para ingresar a las escuelas y las universidades mexicanas; ampliar los programas de repatriación para académicos mexicanos que residen actualmente en Estados Unidos; generar o fortalecer programas para recibir a científicos y académicos estadounidenses de alto nivel. En el ámbito laboral: simplificar al máximo los trámites y requisitos para que los migrantes de retorno puedan incorporarse al mercado laboral formal e impulsar iniciativas para que las empresas los recluten proactivamente; generar programas intensivos de capacitación para la enseñanza del inglés a fin de permitir que los migrantes de retorno que dominen esa lengua puedan convertirse en maestros de inglés; y diseñar mecanismos para identificar los perfiles y habilidades profesionales de los migrantes de retorno adultos y empatarlos con programas de desarrollo productivo a nivel regional.
4.- De cara a la caída de la inversión y a la posible abrogación del TLCAN: mirar al mercado interno y darle prioridad máxima a la generación de empleo.
En relación al vecino del Norte:
5.- Entorpecer y retardar lo más posible, (a través de acciones legales, por ejemplo), la concreción de aquellas decisiones y medidas del gobierno de Trump con mayores costos para México (migración, comercio e inversión, principalmente).
6.- Identificar aliados en distintos sectores y regiones de Estados Unidos, y generar alianzas con ellos en relación a temas migratorios, comerciales, medioambientales y culturales, entre otros.
7.- Emplear la amenaza de suspender la guerra contra las drogas por parte del gobierno en México como carta de negociación con el gobierno de Trump en temas distintos al de la seguridad.
8.- Desarrollar un sistema de monitoreo que permita a la autoridades mexicanas alertar a los viajeros y estudiantes mexicanos sobre incidentes de discriminación, acoso y violencia contra los mexicanos en Estados Unidos.
9.- Impulsar acciones que faciliten la emigración de los baby-boomers estadounidenses a México.
En relación al resto del mundo:
10.- Promover acercamientos y alianzas con el gobierno, el sector privado, las OSCs y la academia de Canadá.
11.- Identificar países y organizaciones aliados a nivel internacional para enfrentar los riesgos que implica Trump, y fortalecer vínculos y acciones con ellos tanto a nivel bilateral como multilateral.
Fuente del articulo: http://www.elfinanciero.com.mx/opinion/que-hacer-frente-a-trump-mas-alla-de-la-estrategia-avestruz.html
Fuente de la imagen: http://www.elfinanciero.com.mx/files/article_main/uploads/2016/11/21/583386cfab03d.jpg
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