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Libro(PDF): ¿Qué vendrá después del capitalismo?

Reseña: CLACSO

La era en la que vivimos -advierte Varoufakis- será recordada por la marcha triunfal de un autoritarismo gemelo bajo el que la mayor parte de la humanidad experimenta dificultades innecesarias y el ecosistema del planeta sufre un cambio climático evitable. Ante este escenario, cabe preguntarse: ¿por qué es indispensable pensar en un poscapitalismo y cómo podemos superar la opresión a la que nos somete este autoritarismo gemelo?

La biblioteca masa crítica pone a disposición de las lectoras y los lectores un conjunto de textos esenciales para interpretar las nervaduras del presente y desplegar las capacidades colectivas para transformarlo.

Autor (a): Yanis Varoufakis.

Editorial/Edición: CLACSO. TNI – Transnational Institute.

Año de publicación: 2020

País (es): Argentina

ISBN: 978-987-722-761-1

Idioma: Español

Descarga: ¿Qué vendrá después del capitalismo?

Fuente e Imagen: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?orden=&id_libro=2278&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1461

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Libro(PDF): La in-disciplina de Caliban. Filosofía en el Caribe más allá de la academia

Reseña: CLACSO

Muchos siglos debieron pasar para que la normalidad se tornara sospechosa y la indisciplina fuera entendida como sesgo distintivo existencial. Una historia de herejes, cimarrones y malditos ha empedrado el camino hacia la inclusión, aún por concluir. Muchas palabras tuvieron que desoírse, -bárbaros, desafectos, inmorales, subdesarrollados- y muchos significados negativos reconvertirse en valores. El lenguaje, ese don performativo, formó parte de los dispositivos simbólicos utilizados por el poder para legitimarse y su eficacia en estas lides ha resultado incuestionable. En esa facultad suya de crear mundos, las formas de nombrar han ejercido una poderosa influencia en todo el proceso de constitución de lo humano, especialmente como parte del suceso de «violencia irredimible» del que nos habló Martí.

Este libro resulta por ello muy necesario y bienvenido. Se integra, por derecho propio, a ese acto de justicia de renombrarnos, que ya dura más de un siglo. De mansos «arieles» a indomables «calibanes», nuestra fisonomía se perfila en este contundente cuerpo ensayístico, desde una hipótesis trascendental: la necesidad de reconocernos a contrapelo de los límites geopolíticos de una filosofía que se postuló a sí misma como omnipotente, cuya fragilidad se desnuda en manos de Félix Valdés García, cuando nos muestra caudales culturales de inobjetable densidad y holgura.

Autor (a): Félix Valdés García.

Editorial/Edición: CLACSO. Instituto de Filosofía de Cuba.

Año de publicación: 2020

País (es): Argentina

ISBN: 978-987-722-766-6

Idioma: Español

Descarga: La in-disciplina de Caliban. Filosofía en el Caribe más allá de la academia

Fuente e Imagen: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?orden=&id_libro=2283&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1461

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La configuración emocional de la política

Por: Leonardo Díaz

Nuestro miedo a un futuro donde los valores que constituyeron nuestro mundo ya no existan puede traducirse de manera inconsciente en odio hacia las minorías excluidas de ese mundo; nuestro enojo por la pérdida de la estabilidad económica puede interpretarse en términos de ira hacia quienes interpretamos como “culpables” de nuestra precariedad.

En mis últimos artículos he sintetizado el modelo explicativo del psicólogo Manos Tsakiris sobre el rol de las emociones en la conducta política. Desde esta perspectiva, si nuestras acciones están condicionadas por variables fisiológicas y psicológicas dirigidas a buscar nuestra seguridad, muchas de las elecciones que parecen inexplicables, desde una perspectiva intelectualista, se esclarecen.

Así, en un entorno internacional caracterizado por un proceso económico y político de gran inestabilidad, a inicios de un siglo marcado por la transición de antiguas formas de vida a otras nuevas provocadas por la globalización; ante la emergencia de nuevas sensibilidades que socaban prejuicios ancestrales; en un clima donde se ha producido un socavamiento de referentes epistémicos y éticos acentuado por la revolución digital, nuestros estados fisiológico-psicológicos configuran la radicalización emocional de la política actual.

Las emociones configuran la vida política, porque, como recuerda Tsakiris, no constituyen meras reacciones al mundo, sino que lo constituyen a partir de las experiencias emocionales previas y los conceptos emocionales de los agentes políticos.

Nuestras emociones son constantemente interpretadas. Pero pueden ser entendidas de modo erróneo. Nuestro miedo a un futuro donde los valores que constituyeron nuestro mundo ya no existan puede traducirse de manera inconsciente en odio hacia las minorías excluidas de ese mundo; nuestro enojo por la pérdida de la estabilidad económica puede interpretarse en términos de ira hacia quienes interpretamos como “culpables” de nuestra precariedad.

Estas percepciones dan lugar a interpretaciones sesgadas, especialmente, si nuestro estilo de vida es afectado y, posteriormente, estimulan la construcción de narrativas que justifican nuestras emociones para resignificar el mundo en función de nuestros deseos, prejuicios y expectativas.

Dichas interpretaciones son hoy reforzadas por los “efectos burbujas” de las redes sociales y por la cultura de la posverdad alimentada por líderes políticos sectarios e inescrupulosos.

De este modo, las personas pueden operar en el espacio público ofuscadas sobre sus convicciones epistémicas a partir de una confusión sobre sus estados emocionales.

Fuente: https://acento.com.do/opinion/la-configuracion-emocional-de-la-politica-8891339.html

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Nuevas dinámicas migratorias de Centroamérica agudizan riesgos para tutela de derechos humanos de población migrante

Los riesgos asociados al desplazamiento son mayores cuando las víctimas son personas jóvenes: niñas, niños y adolescentes que dejan de asistir al sistema educativo o lo hacen con temor debido a factores asociados a la violencia e inseguridad, como las amenazas de las pandillas.

La integridad física y patrimonial de la población migrante en Centroamérica, así como la tutela de sus derechos humanos, enfrentan riesgos crecientes ante las nuevas dinámicas migratorias, que a partir del año 2000 han estado determinadas por el aumento en los flujos de mujeres y menores no acompañados, el desplazamiento forzado, la movilidad en grupos masivos llamados “caravanas” y el incremento de personas que solicitan el estatus de refugiados.

De acuerdo con los principales hallazgos del proyecto de investigación “Migraciones internacionales, refugiados y desplazamientos internos en Centroamérica” auspiciado por la Panamerican Development Foundation (PADF), estas nuevas dinámicas han hecho que el fenómeno migratorio sea más complejo.

En el 2018, la ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados) registró 315.779 solicitudes de refugio de personas de Centroamérica. Un 38% de estas las hicieron personas de El Salvador, un 27% correspondieron a nicaragüenses y 24% a hondureños.

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Salvo en el caso de los nicaragüenses, de los cuales el 73% se dirige a Costa Rica, los solicitantes de El Salvador, Guatemala y Honduras tienen como primer destino los Estados Unidos, como segundo México y España ocupa el tercer lugar para los salvadoreños y Canadá para el caso de los guatemaltecos.

Las investigaciones señalan que la falta de información sistemática y el reconocimiento de algunos Estados, han limitado la toma de conciencia pública sobre la magnitud y características del desplazamiento forzado en la región.

De acuerdo con el “Centro de Monitoreo Internacional sobre Desplazamiento Interno”, El Salvador encabezaba la lista de países del hemisferio con la mayor cantidad de personas desplazadas: 246.000 nuevas víctimas en 2018. Aunque las cifras son menores para Honduras y no hay reportes para Guatemala, los problemas que origina el desplazamiento son comunes a los tres países: desarraigo, abandono de propiedades y pérdida de empleo e ingresos.

Una de las principales amenazas en contra de la niñez y adolescencia es el reclutamiento forzado por las pandillas, el acoso y las amenazas, con mayor intensidad en El Salvador. Para las niñas y jóvenes el riesgo es mayor, ya que además de ser reclutadas como integrantes, cuando un pandillero está interesado sexualmente en ellas, todo el grupo familiar se ve amenazado para presionar a los padres a entregarlas. Las llamadas “novias de la pandilla” corren el riesgo de convertirse en esclavas sexuales de los pandilleros. Dinámica que también se presenta en Honduras y Guatemala.

Con base en información recopilada por la Fundación Cristosal, en Guatemala, Honduras y El Salvador existe un creciente número de líderes comunitarios, defensores de los derechos humanos y dirigentes de organizaciones que han sido víctimas directas de situaciones de amenazas y atentados, siendo obligados a desplazarse.

Una investigación realizada por la Oficina de Derechos Humanos de la ONU y la Procuraduría de Derechos Humanos de Guatemala, señaló que entre 2017 y 2018 fueron asesinados 39 líderes sociales en ese país, y se ejecutaron unos 884 ataques contra líderes indígenas, mujeres defensoras de derechos humanos, activistas de colectivos LGBTI, periodistas, jueces, abogados, entre otros.

En Nicaragua, a partir de abril del 2018, se comenzó a generar desplazamiento interno y externo como consecuencia de la crisis política que vive ese país. De acuerdo con un estudio realizado en 2019, 75% de las personas nicaragüenses que llegaron a Costa Rica a partir de esa fecha abandonaron Nicaragua por razones políticas, y un 51% señalaron haber recibido amenazas.

Los riesgos y vulnerabilidad asociados al desplazamiento son mayores cuando las víctimas son personas jóvenes o menores de edad.

Un estudio realizado en 2018 por Save the Children en Guatemala, señaló que en 131 centros educativos se encontró que 817 estudiantes (57.5% del total) vivían con temor de ir a la escuela debido a factores externos a la institución, 23% del estudiantes y 28% del cuerpo docente han sido víctimas o conocen a alguien que ha sido acosado por miembros de la pandilla Mara Salvatrucha a la llegada o salida de la escuela.

Además, desde el 2018 las caravanas improvisadas de migrantes que salieron de Honduras, Guatemala y El Salvador marcaron un hecho relevante en las dinámicas migratorias de Centroamérica. Muchas de estas personas dependen de la caridad de los habitantes locales o de la ayuda que prestan organizaciones humanitarias e iglesias para continuar su viaje, y para tener acceso a albergues o campamentos improvisados.

Los testimonios de la investigación de campo realizada por la Fundación Cristosal en El Salvador y Honduras en el año 2019, afirman que las víctimas del desplazamiento forzado no encuentran amparo en las instituciones policiales ni en el sistema judicial para la investigación de los casos, ni tampoco para beneficiarse de asistencia legal y de protección.

Por ejemplo, 7 de cada 10 personas atendidas por Cristosal en el 2018 por desplazamiento no presentaron ningún tipo de denuncia. Para las víctimas, interponer una denuncia supone un alto costo y el riesgo de sufrir represalias, lo que implica para ellas una situación de desamparo.

El relevante y a la vez controversial tema de los desafíos de la población migrante es uno de los tantos que están contemplados en las preguntas de una novedosa herramienta de investigación y análisis llamada Test Identidades.

Quienes respondan este test, pueden comparar su posición sobre diversos temas con otras personas de su país u otros países de Centroamérica. El test es gratuito, corto y sencillo y puede responderlo al ingresar a este enlace: www.testidentidades.com

Fuente: https://www.estrategiaynegocios.net/newsletter/newsletter2015/1426542-330/nuevas-din%C3%A1micas-migratorias-de-centroam%C3%A9rica-agudizan-riesgos-para-tutela-de-derechos-humanos

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Entrevista a José Antonio Marina: «Hacer una ley de educación con la que está cayendo es estar en la luna»

El filósofo y pedagogo se muestra «cabreado» con la ‘Ley Celaá’, diagnostica un «síndrome de inmunodeficiencia social» a nuestra ciudadanía y no cree que vayamos a salir mejores de la pandemia

Filósofo, escritor, pedagogo y humanista son solo cuatro de las palabras que definen a José Antonio Marina. El toledano es una de las voces más acreditadas del pensamiento en nuestro país, dedicando su vida a investigar la inteligencia y el poder de la educación.

 

A sus 81 años, el filósofo sigue más activo que nunca y este jueves participará en el Encuentro de Centros de Enseñanza que organiza ESIC, como conferenciante de Thinking Heads.

 

Marina se muestra “cabreado” con la ‘Ley Celaá’, diagnostica un “síndrome de inmunodeficiencia social” a nuestra ciudadanía y no cree que vayamos a salir mejores de la pandemia. En El Confidencial charlamos con el pedagogo sobre el miedo, las falsas promesas de los políticos, la nueva ley de educación, el futuro de la enseñanza, los efectos negativos del covid-19 en el aprendizaje y el efecto de la pandemia en el desarrollo social de los más pequeños.

 

PREGUNTA. Decían que de esta íbamos a salir mejores y valorando las pequeñas cosas que teníamos, pero varios meses después del comienzo de la pandemia la crispación y el hartazgo se han adueñado de la sociedad. ¿Cómo cree usted que saldremos de ésta?

 

RESPUESTA. Igual que hemos entrado, las sociedades cambian con mucha lentitud. Lo que va a salir es una sociedad económicamente empobrecida y deprimida, algo que espero que dure poco.

 

Siempre he sido muy escéptico sobre la idea de que la pandemia nos iba a hacer mejores personas y valorar más las cosas que antes no nos parecían importantes.

 

P. Mucha gente lleva sintiendo todos estos meses vulnerabilidad y miedo. ¿Puede tener algo bueno este miedo?

 

R. Hay gente que tiene muchísimo miedo, no solo de la enfermedad, también al futuro económico, que está en el aire.

 

Cuando uno se acostumbra demasiado a ciertos miedos se relajan los sistemas de protección

 

El gran problema es que cuando uno se acostumbra demasiado a ciertos miedos se relajan los sistemas de protección, algo que está pasando con conductas como la falta de preocupación respecto al peligro de la pandemia. Mantener una postura equilibrada, ni ser temerario ni hipocondríaco, es clave. Debemos hacer un esfuerzo para darnos cuenta de los peligros reales, ni minusvalorados ni obsesionarnos con ellos.

 

P. La llamada al civismo y la responsabilidad individual ha sido una constante en los últimos meses, pero en algunos casos ha fracasado: botellones, gente sin mascarilla por la calle, sin respetar la distancia social en bares… ¿podríamos decir que ha fallado la educación social que recibimos?

 

R. Sí, ha fallado. El problema es que no tenemos una educación cívica muy arraigada como, por ejemplo, la que hay en los países del norte de europa que tienen una formación ciudadana mucho más estable que la nuestra.

 

Nosotros no hemos cuidado la educación cívica por una razón, durante muchos años hemos insistido en que la moral cívica era una bobada, que la moral o era religiosa o no había moral. Cuando la religión pierde vigencia nos quedamos en una situación de anomia.

Foto de Archivo. (Enrique Villarino)
Foto de Archivo. (Enrique Villarino)

Tenemos que fomentar los hábitos ciudadanos. Se intentó hacer con la asignatura de Educación para la Ciudadanía, pero el debate sobre esta materia fue sumamente torpe, sectario y absurdo. Daba la sensación de que estábamos muy poco maduros para conservar una ética social.

 

Llevo mucho tiempo diagnosticando una enfermedad social al que he llamado ‘síndrome de inmunodeficiencia social’. La inmunodeficiencia fisiología hace que un organismo no produzca anticuerpos para defenderse de las infecciones, pues con la sociedad española sucede igual, tampoco produce anticuerpos sociales para defenderse de las enfermedades sociales como la corrupción de alta o baja intensidad. No algo delictivo como tal, sino de la gente que no cumple bien sus deberes, de una especie de dejadez y descuido; y sobre todo que soportamos a mucho sinvergüenza. Todas estas cosas producen una sociedad que tiene muy pocos sistemas de defensa.

 

P. Aunque en aquel momento el debate sobre Educación para la Ciudadanía fuese “torpe, sectario y absurdo”, ¿considera que ahora estamos suficientemente maduros como sociedad para formular nuevos planteamientos educativos sobre educación cívica?

 

R. Sin duda alguna. Pero no de una manera tan precipitada como se está haciendo con la nueva ley de educación, que no se ha hablado con nadie, por lo tanto va a tener una vigencia muy corta como el resto de leyes educativas.

 

Hemos vuelto otra vez a pensar que todo Gobierno tiene que hacer su ley de educación, y a la vista está que nunca ha servido para nada. Todos los gobiernos han caído en la ingenuidad de pensar de que si se cambia una ley, se cambiaba la educación y eso no es verdad. La educación se cambia cuando cambia lo que sucede dentro de las aulas y una ley muchas veces ni llega a las aulas. Hay que acercarse a las aulas, formar a los docentes, a los equipos directivos, estar en contacto con los padres y formar un ambiente de apoyo a la escuela, cosas que no se hacen por ley.

 

El efecto escuela en el éxito o fracaso no llega al 40%. El éxito viene de la procedencia económica y social de los alumnos. Tenemos que ayudar a las familias, porque las escuelas no lo pueden hacer todo. Y eso no se consigue con una ley, sino con un trabajo mejor organizado de movilización de los profesores y de la sociedad; pero sobre todo no perdernos en debates del siglo XIX y que son los que han estado impidiendo siempre que se pueda hacer un pacto educativo.

 

Otra vez estamos debatiendo si la educación debe ser concertada o no concertada, si la religión debería estar en la escuela, si tenemos que tener un currículo igual en toda la nación. Esto son cosas que las naciones avanzadas lo tienen ya superado y nosotros estamos todavía pataleando en el mismo pantano ideológico.

 

P. ¿Qué otros fallos tiene la ‘Ley Celaá’?

 

R. Principalmente el que ya hemos hablado, como no se ha acordado con nadie, no va a tener recorrido. Cuando cambie el Gobierno, cambiará la ley otra vez.

 

Durante mucho tiempo he trabajado por un pacto educativo, pero ahora no es el momento del pacto educativo. Ahora tenemos que ir mucho más allá, tenemos que hacer un pacto por una sociedad del aprendizaje en la que todos los agentes sociales se den cuenta que, o todos nos ponemos a aprender y no solo en la escuela, o toda España se va a quedar muy atrasada.

Se está poniendo de manifiesto que estamos sometidos a la ley universal del aprendizaje, que dice que toda persona, institución o empresa para sobrevivir necesita aprender, al menos, a la misma velocidad a la que cambia el entorno; y si quiere progresar debe ir a más velocidad. Esto tienen que hacerlo empresas, políticos y las administraciones públicas porque el mundo cambia con mucha rapidez, algo que estamos viviendo especialmente ahora con la pandemia.

 

Ahora, únicamente en el terreno escolar necesitamos organizar los currículos de otra manera, introducir las nuevas tecnologías en los procesos de aprendizaje, saber cómo se puede organizar lo que el alumno tiene que aprender y lo que puede encontrar en un ordenador.

 

Tenemos que hacer un aprendizaje rápido de lo que está funcionando en otros países. Todos los países están en estado de emergencia educativa y tenemos que ver quién lo ha hecho bien, quién lo está haciendo mejor y no quedarnos ahora en enseñanza concertada o pública. Debemos observar las buenas escuelas gestionadas por un sistema público o privado, pero que estén dentro de la enseñanza pública, que sigan las indicaciones de una buena política educativa donde seguimos teniendo mucho fracaso escolar.

 

P. Dicen que los meses de telecolegio y las clases anómalas que se están viviendo ahora mismo en las escuelas están provocando un nivel de asimilación de conocimientos menor. ¿Cómo atacamos esas faltas de conocimiento en el futuro?

 

R. La pandemia ha traído consigo efectos negativos en los conocimientos adquiridos por los chicos, pero se pueden recuperar con mucha facilidad. Lo que me preocupa realmente es que se han perdido los hábitos de estudio, de trabajo, de comunicación y de sociabilidad, que son prácticas difíciles de recuperar.

 

Desde junio venimos alertando a las autoridades de la necesidad de diseñar de manera distinta este curso 2020/2021 porque veníamos de tres meses de confinamientos. Lo primero que teníamos que hacer en este primer trimestre del curso era ver cuál era la situación de nuestros alumnos, porque había muchos que se nos han perdido y no sabemos donde están; por eso el primer trimestre debería haber sido de recuperación para que cada uno pudiera recuperar lo perdido. Esto no se hizo y los alumnos cuya familia no valorarse el aprendizaje, sin hábitos de trabajo en casa, ni los medios tecnológicos necesarios o un espacio en casa donde trabajar telemáticamente, y que además están en colegios que no han trabajado el colegio telemático bien, esos sí que van a tener realmente unos prejuicios muy serios.

 

En estos meses hemos tenido que mandar alimentos a algunas familias de nuestros alumnos

 

Por ejemplo, pertenezco a Trilema, una fundación que gestiona seis colegios. En estos meses no solo nos hemos tenido que encargar de la adaptación, en algunos casos también hemos tenido que mandar alimentos a las familias de nuestros alumnos. Asique imagínate hasta qué punto las dificultades económicas están influyendo en el resultado de nuestros alumnos.

 

En este momento, con la que está cayendo, que el Ministerio se dedique a hacer una ley de educación… es que están en la luna. Ahora tendrían que estar mañana, tarde y noche yendo a las escuelas, viendo lo que se está haciendo en las escuelas, ayudando a los profesores, a los padres, colaborando con el resto de administraciones públicas y haciendo que los servicios de bienestar social estén coordinados con las escuelas. Y en lugar de estar haciendo todo esto lo dejan y se van a lo fácil que es ‘vamos a hacer una ley de educación’, como comprenderás yo estoy muy cabreado con esto.

 

P. La enseñanza se ha adaptado a toda prisa con la escuela telemática, clases semipresenciales… ¿Cuál cree que es el futuro de la educación?

 

R. Acabo de publicar un libro que es el resultado de un programa de investigación que se llama ‘El proyecto centauro’. Los niños que están en las escuelas van a tener la experiencia de un cambio realmente brutal en ciertas cosas, sobre todo, por el desembarco de un sistema potentísimo de inteligencia artificial que nos van a obligar a cambiar una parte importante del desarrollo de la inteligencia de nuestros alumnos. Van a estar trabajando con una tecnología muy sofisticada, donde lo que se va a defender no es lo que se sabe, porque eso va a estar con un acceso muy fácil, sino lo que comprenden.

Fotografía de archivo. (Héctor G. Barnés)
Fotografía de archivo. (Héctor G. Barnés)

Toda la escuela tiene que estar muy centrada en formar a personas que sean capaces de comprender toda la información que tiene alrededor y de tomar decisiones; y ese es un modo distinto de educar la inteligencia. Lo que tenemos que prever es cómo se puede llevar a los currículos educativos.

 

El 60% de los puestos en los que van a trabajar los alumnos que ya están aquí no se han inventados, pues las herramientas que van a utilizar no se han inventado, ni los conceptos, ni cuáles van a ser sus problemas. La educación va a ir por delante y tendremos que enseñar a los alumnos una serie de cosas muy bien diseñadas para que tengan capacidad de aprender con rapidez, capacidad de aprender y que tengan fuerza de carácter para tomar decisiones en un mundo en que mucha gente va a querer tomar decisiones por ellas. Ese es un reto de educación que no se está tomando enserio.

 

En este momento la investigación más puntera sobre educación no la hacen las universidades, ni los sistemas educativos, lo están haciendo las grandes tecnológicas. Están investigando muchísimo porque quieren ser los grandes educadores del universo, pero no porque haya una conspiración, es que es un gran negocio.

 

Por ejemplo Microsoft está trabajando en los asistentes personalizados automáticos, vamos que los alumnos van a tener un profesor que va a ir aprendiendo con ellos. Cuando eso empiece a llegar a las escuelas no vamos a tener más remedio que comprarlo y da la sensación de que nadie se está tomando enserio el asunto.

 

La educación se debería elegir desde el mundo educativo, no el empresarial y eso lo estamos dejando a parte. Y no nos tomamos en serio el asunto, el problema que tenemos es que a nadie le interesa la educación. En las encuestas del CIS no aparece como prioritario para la ciudadanía la educación y a los políticos tampoco les interesa.

 

P. ¿Perjudicará al desarrollo social de los más pequeños esta forma de socializar con menos contacto físico o la relación con menos niños?

 

R. Eso puede depender de lo que dure esto. Si se prolonga es posible que sí, en ese caso, deberíamos pensar cómo enfrentar este problema que se puede presentar; y ahí tiene que entrar la cooperación entre las familias y la escuela.

Fotografía de archivo. (EFE / Marcial Guillén)
Fotografía de archivo. (EFE / Marcial Guillén)

Hace 10 años lancé la Universidad de Padres para llamar la atención de lo importante que es que la comunicación entre escuela y familia sea más intensa, sobre todo en determinadas edades. Las edades de los estudiantes de Infantil, Primaria y el primer curso de Secundaria son fundamentales para resolver los problemas de sociabilidad y los emocionales. En estas edades se están configurando los hábitos del miedo, la timidez, la agresividad, la tenacidad y la relación con los demás, que se van configurando para bien o para mal dentro de los primeros años de la escuela. Haber resuelto algunos problemas antes de pasar a Secundaria como la timidez, la agresividad o los miedos es muy importante.

 

En la pandemia, por esta situación de aislamiento, estos problemas se están agravando y debemos tenerlo previsto e intentar hacer planes en el campo educativo al respecto.

 

P. La generación ‘millennial’ lo ha tenido todo, han viajado cuando han querido, han salido de fiesta como han querido… Pero los niños de la generación actual viven bajo un ‘régimen’ en el que hay que respetar muchas normas, ¿será una generación más disciplinada?

 

R. No lo creo, porque son hábitos muy concretos que solo vivirán en una parte concreta de la vida. El auténtico problema de las generaciones jóvenes no viene por ahí, viene por la relación con las redes sociales, ese es el problema serio que tenemos por varias razones.

 

Primero, el interés por las redes sociales está dando demasiado interés al yo público de los chicos. Ahora lo importante es estar en las redes, tener muchos ‘likes’ y hay mucha influencia de la estructura de la personalidad, que a mi juicio no es buena. Las redes sociales están tomando demasiada preponderancia dentro del comportamiento individual.

 

Estamos creando una especie de servidumbre de la red que limita muchísimo la capacidad de toma de decisiones y de libertad de nuestros chicos

 

En segundo lugar, las formas de contacto, con mensajes muy cortos, están endureciendo y simplificando la comunicación. En mensajes muy cortos puedes decir muy poco, insultos, consignas o chistes, pero no puedes decir argumentos. Asimismo tener como contacto una pantalla, que te puedes salir como quieras, sin tener un punto de cortesía, hace que las relaciones estén muy brutalizadas.

 

En ‘El proyecto centauro’ una de las cosas importantes que hacemos es llamar la atención sobre las redes sociales. Estamos creando una especie de servidumbre de la red que limita muchísimo la capacidad de toma de decisiones y de libertad de nuestros chicos, ahí es donde está el problema. Tenemos que fortalecer la personalidad de nuestros alumnos para que no quede difuminada su influencia por las redes.

 

P. Los españoles estamos acostumbrados a las falsas promesas de los políticos, una de las últimas que hemos escuchado es que la vacuna del covid-19 llegaría en Navidad. ¿Pueden afectar especialmente las mentiras a la sociedad en esta época?

 

R. Un problema muy serio, que no es solo de España, es la absoluta falta de confianza de la ciudadanía en los políticos y eso es gravísimo. Yo creo que los políticos se deberían tomar en serio que tiene que recuperar la credibilidad, porque sino hay un desfase entre los políticos que van por un lado y los ciudadanos que van por otro.

Foto: La bancada socialista y la de UP arropa a José Luis Ábalos durante la sesión de control al Ejecutivo de este 26 de febrero. (EFE)

La sociedad actualmente está completamente desconectada, en parte, afortunadamente. Por ejemplo, la agresividad que hay en el Parlamento es completamente política, los ciudadanos somos más tranquilos, pero si esa gresca continua en el Congreso acabará contagiandonos.

 

Hay que hacer una llamada de responsabilidad a los políticos para que no se comporten así. El Parlamento se hizo para que se puedan pelear los argumentos y no tengan que pelear las personas. Ahora da la impresión de que es continuamente una pelea personal con insultos, descalificaciones y falta de clase.

 

Que entre las tres primeras preocupaciones de los españoles estén los políticos es una cosa detestable, deberían hacérselo mirar

 

El hecho de que entre las tres primeras preocupaciones de los españoles estén los políticos es una cosa detestable, que demuestra que deberían hacérselo mirar. Los políticos están para solucionar problemas, no para convertirse en un problema. La clase política está defraudando a la ciudadanía y la ciudadanía no se fía de ella.

 

Fuente: https://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/educacion/2020-11-16/entrevista-jose-antonio-marina_2833880/

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¿Coca-Cola o Pepsi-Cola?: para Latinoamérica no cambia nada

Por: Marcelo Colussi

 

Estados Unidos es hoy la gran potencia capitalista dominadora del mundo. Con una economía enorme y unas fuerzas armadas sin par, con presencia política y económica en prácticamente todos los países del mundo, su clase dominante se siente intocable, portadora de un presunto “destino manifiesto” que le autoriza a actuar como el gendarme global. Pero la nación, más allá de la ilusión de “paraíso” que nos intenta vender a través de Hollywood y toda su parafernalia propagandística, tiene grandes problemas a lo interno. En definitiva, es un país capitalista, y el capitalismo, en tanto sistema socioeconómico, en tanto un modo de producción histórico, no puede solucionar los problemas de la humanidad, porque no está para eso. El capitalismo está para generar lucro personal, no importando el costo: Estados Unidos de América es el paradigma de ese modelo. Si para mantener esa pretendida “prosperidad” hay que masacrar gente o masacrar la naturaleza, no importa. Esa “masacre” constitutiva y estructural hoy empieza a pasarle factura: la sociedad estadounidense construyó un paraíso insostenible, consumiendo más de lo que produce, manteniendo ese nivel de confort solo a base de violencia. Parece que le está llegando la hora como imperio hegemónico.

En su continua lucha y difusión ideológica propagando las presuntas bondades del american way of life, el imperialismo de Estados Unidos se llena la boca hablando de “democracia”, así como de otras preciosuras como “libertad” y “derechos humanos”. Pero su sistema político es obsoleto, lo más antidemocrático que existe: no hay voto directo de la población. Los mandatarios son elegidos a través de un muy cuestionable mecanismo de colegio electoral, que se presta a innumerables acuerdos secretos donde la población votante no tiene ninguna participación. Si de democracia se trata, la gran potencia del Norte no es, precisamente, el referente más adecuado. El interminable bipartidismo de Demócratas y Republicanos, financiado con astronómicas cifras por parte de las grandes empresas privadas, no augura la real y genuina participación de la población.

La coyuntura interna del país pone hoy a Estados Unidos como una nación en crisis, aunque se quiera presentar una imagen de perfección y prosperidad. Por supuesto que hay prosperidad, pero para un grupo cada vez menor, que maneja monumentales ganancias. Es una realidad incontratable que sus años de oro, luego de la Segunda Guerra Mundial cuando aportaba un tercio del producto bruto global y detentaba el monopolio de la bomba atómica, han pasado (hoy aporta el 18% de esa riqueza, pero consume el 25%). Sin estar en bancarrota, ni mucho menos, ha perdido ese dinamismo de otrora. Si bien terminada la Guerra Fría a inicios de los 90 del siglo pasado, con la desintegración de la Unión Soviética, quedó como potencia absoluta unipolar, con una Unión Europea a la que colocó como su furgón de cola y manso aliado político-militar, el panorama global actual ha cambiado. Estados Unidos ya no es un gigante monolítico a prueba de todo.

El consumir más de lo producido, asegurando ese despilfarro en unas monumentales fuerzas armadas que obligan al resto del mundo a hacer del dólar una moneda intocable, le ha pasado factura. Hoy, la deuda externa de Estados Unidos es técnicamente impagable. Su economía, en forma creciente, vive de otras economías (China y Japón son sus principales financistas). Sus grandes mayorías, de todos modos, pese a esa situación insostenible en el tiempo son llevadas/obligadas a un consumo irracional y desbocado, y sus grandes corporaciones siguen lucrando con eso. El deterioro casi irreparable del planeta a causa de esa depredación parece no importarle a su clase dominante.

Como país sigue siendo hegemónico, sin dudas. El imperialismo norteamericano no está derrotado, en absoluto. Sin embargo, las décadas de políticas neoliberales feroces que su oligarquía obligó a impulsar en el resto del mundo, y que también aplicó a lo interno, aumentaron enormemente las diferencias económico-sociales, y hoy hay alrededor de 40 millones de pobres, así como un millón de homeless (personas sin hogar). Todo ello no es solo consecuencia de la pandemia de COVID-19 sino del modelo de desarrollo ultraliberal que favorece a un pequeño estamento a costa de las grandes mayorías. Ningún presidente ha ido contra ello, simplemente… porque no puede. Quien osara medianamente a enfrentarse al monumental complejo militar-industrial -parte fundamental de la economía estadounidense- para intentar terminar con la guerra de Vietnam, John Kennedy, terminó con un balazo en la cabeza.

La concentración de la riqueza es absolutamente injusta, desigual, similar a la de los “Estados fallidos” que se permite denostar acusándolos de “subdesarrollados”: el 1% de su población (WASP: white anglosaxon protestant – blanco anglosajón protestante) concentra el 38.6% de la renta, mientras el 90% de las familias más pobres apenas posee el 22.8%. Además, el racismo visceral que atraviesa su historia, hace que la pobreza recaiga fundamentalmente en la población negra e hispana, los trabajadores más explotados y excluidos. Las recientes explosiones antirracistas con motivo de la muerte del ciudadano afrodescendiente George Floyd muestran cómo el supremacismo blanco sigue presente. Haber tenido un presidente negro, más allá de lo “políticamente correcto” de la cuestión, no resolvió en nada el racismo histórico. Los grupos neonazis blancos, y más aún con el aval del ahora ex presidente Trump, siguen envalentonados. Y los rangers siguen “cazando” migrantes latinoamericanos en su frontera sur con el silencio cómplice de las autoridades.

Acaban de pasar las elecciones. Como acertadamente lo dijo Carlos de Urabá: “Dos ancianos se disputan la presidencia de los EEUU; son dos viejos marrulleros y fanfarrones, dos oligarcas decrépitos acusados por distintas mujeres de abusos sexuales, dos mafiosos neoliberales profesionales de la mentira y la manipulación de masas”. Si bien pueden significar políticas distintas a lo interno (muy relativamente distintas, porque las líneas maestras de esas políticas no se trazan desde la Casa Blanca sino desde las corporaciones que manejan el país), para el resto del mundo las cosas no cambian. Como alguien dijo mordazmente: “es como elegir entre la Coca-Cola y la Pepsi-Cola”.

Ganó Jon Biden, se va Donald Trump; para algunos, quizá muy ilusoriamente, eso significa un cambio sustantivo en la dinámica política del imperio. Insistamos: demócratas y republicanos no ofrecen cambios sustantivos. En lo interno, quizá matices; en lo externo: nada. El “premio Nobel de la Paz”, el afrodescendiente y miembro del Partido Demócrata Barack Obama, fue el mandatario que más guerras impulsó últimamente y que más migrantes latinoamericanos irregulares deportó en la historia. Después de la administración Trump, manejada por un racista xenófobo y machista de ultra derecha propenso al neonazismo, con salidas extemporáneas y dueño de un narcisismo patológico, Biden puede aparecer como “progresista”. Pero ¡cuidado!, ¡no engañarse! Él es parte del establishment político de una derecha reaccionaria que, disfrazada de cierto progresismo, no varió un milímetro la injerencia imperial en Latinoamérica cuando estuvo sentado en Washington; él fue, junto con el presidente Obama, el artífice de todas las maniobras para llevar al poder a candidatos ultra neoliberales en la región desplazando los gobiernos de centro-izquierda; no olvidar que fue él quien estuvo tras la salida de Dilma Rousseff y el encarcelamiento de Lula en Brasil para proclamar al neonazi Bolsonaro; fue él y la administración demócrata quienes llevaron a la presidencia a ultra conservadores como Mauricio Macri en Argentina y a Sebastián Piñera en Chile; fue él y el equipo de la Casa Blanca quienes continuaron con el bloqueo a Venezuela declarando a ese país “amenaza para la seguridad nacional de Estados Unidos”. Ante un ultraderechista como el multimillonario Trump puesto a dirigir el país a través de twitts, un político de línea tradicional, con una vicepresidenta mujer y mulata, que habla más responsablemente de cómo enfrentar la pandemia de coronavirus, Biden puede parecer una bocanada de aire fresco. Pero observemos con detenimiento: que una vez más los espejitos de colores no nos obnubilen.

La política exterior del imperio, no olvidarlo, no varía según el color partidario del presidente de turno, porque la misma es fijada básicamente por el complejo militar-industrial y la gran banca privada. Nosotros, en Latinoamérica, constituimos su “patio trasero”. Guatemala en particular es poco relevante para esa política. Toda Centroamérica constituye apenas el 1% del comercio exterior del imperio (solo sirvió como “laboratorio” para lanzar en Guatemala la “lucha contra la corrupción”, luego implementada en Brasil y Argentina, maniobra de la que fue principal actor en terreno el ahora presidente electo). Pero les interesa mantenernos bajo su yugo no solo por lo que puedan robar en estas tierras: materias primas, industrias extractivas llevándose lo mejor dejando migajas y desolación, petróleo (¿ataque impiadoso a Venezuela?), litio (¿reciente golpe de Estado en Bolivia?), biodiversidad de las selvas para sus industrias farmacéuticas, agua dulce. Les interesamos para que nada cambie aquí, para que sigamos siendo su reaseguro ahora (subcontinente cautivo), en un mundo donde la República Popular China, junto con Rusia, comienzan a disputarle la hegemonía global. Por eso tienen más de 70 bases militares en la región latinoamericana. Si las mismas están para “combatir el narcotráfico”, algo no cuadra allí. Por ejemplo en Colombia, con 20 mil millones de dólares gastados en el Plan Colombia (cobrados por las compañías estadounidenses fabricantes de armamentos y proveedoras de servicios militares varios) no se detuvo la narcoactividad, y el consumo de narcóticos de ciudadanos estadounidenses no bajó. ¿Realmente se combatía el narcotráfico? ¡Qué ineptitud militar entonces!

Con cualquier presidente: Biden, Trump, Obama, Bush, Reagan, Carter, etc., seguimos siendo quienes le proporcionamos mano de obra casi regalada a través de la población desesperada que huye de los empobrecidos países latinoamericanos en busca de una presunta salvación personal, y continuamos siendo saqueados por su voracidad imperial, pagándole inmorales deudas externas que se nos obliga a contraer (al nacer, un niño de la región ya debe 2,500 dólares al FMI y al BM), prácticamente regalándole nuestros productos no industrializados por centavos. Y últimamente, dando nuestro trabajo en maquilas o call centers (maquilas para quienes hablan bien inglés) por sueldos de hambre, infinitamente más bajos de lo que los capitales estadounidenses deberían pagarles a trabajadores propios en su territorio. Dicho sea de paso: en maquilas y call centers está terminantemente prohibido constituir sindicatos, y ya es ley no escrita dar siempre la “milla extra” (quien no lo hace es un “mal colaborador”).

En síntesis: no importa qué presidente esté temporalmente en la Casa Blanca. Para nosotros, en Latinoamérica, nada cambia en lo sustancial. La Doctrina Monroe sigue presente: “América para los americanos” … ¡del Norte!

Fuente: https://www.alainet.org/es/articulo/209719

Imagen: http://eljustoreclamo.blogspot.com

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Periodismo, profesión de alto riesgo

Micrófono y grabadora bajo mordaza. Mucho peor: comunicadores asesinados en distintas regiones del mundo en ejercicio de su profesión. Nueve de cada diez de estos crímenes quedan impunes.

El lunes 9 de noviembre el periodista Israel Vázquez Rangel fue asesinado a balazos mientras cubría el hallazgo de restos humanos en el municipio de Salamanca, en Guanajuato. Hace apenas una semana, el primer lunes de noviembre, en Sonora, el comunicador Jesús Alfonso Piñuelas había corrido la misma suerte. Arturo Alba Medina, conductor de Telediario, en Multimedios Televisión, en la Ciudad Juárez, Chihuahua, fue asesinado los últimos días de octubre. Las tres víctimas más recientes, todas en México. Las cifras son escalofriantes. En la última década se registró el asesinato de un-a periodista cada cuatro días. Casi 9 de cada 10 de esos casos fatales quedaron sin sanción.

Organizaciones internacionales contabilizan 157 asesinatos en todo el mundo en el periodo 2018-2019. De los cuales 57 se produjeron el año pasado, lo que representa la cifra más baja del último decenio.

Según las Naciones Unidas, América Latina y el Caribe sigue siendo la región más violenta en cuanto a este tipo de agresiones a trabajadoras-es de la prensa. En los primeros 9 meses del año en curso se registraron 39 actos fatales. 16 de ellos en el continente latinoamericano, 11 en Asia y el Pacífico, 7 en la zona de los Estados Árabes en tanto 5 en África.

Dato significativo del reciente informe que acaba de presentar la UNESCO es que una gran parte de estos hechos no se dan en contexto de guerras abiertas. Constata “el considerable descenso de periodistas asesinados en países que viven conflictos armados en comparación con el aumento en las naciones que no los padecen”. La mayoría de estos crímenes se produjeron por cubrir casos de corrupción, violaciones de los derechos humanos, delitos ambientales, tráfico y delitos políticos.

El sector de la profesión más golpeado es la televisión. En ese mismo periodo, padeció 47 de las muertes. Seguido de la radio con 20 víctimas – 5 de las cuales trabajaban en radios comunitarias,

Las mujeres periodistas son objeto de ataques de género, tanto en el ciberespacio como fuera de él, que van desde el acoso al troleo, pasando por las agresiones físicas y sexuales, precisa el estudio que fue divulgado el 2 de noviembre, Día Internacional para poner fin a la Impunidad de los Crímenes contra Periodistas. Diagnóstico que corresponde con un reciente escándalo que ocupa la primera plana en Suiza. La última semana de octubre el cotidiano Le Temps publicó una detallada investigación realizada por tres de sus periodistas, titulada “La ley del silencio”, sobre el acoso sexual, abuso de poder y soberbia en la gestión de varios cuadros de la actual Radio Televisión Pública (RTS). Entre ellos, el presentador “estrella” de los noticieros, Darius Rochebin, quien en agosto se trasladó a Paris con un nuevo contrato con la LCI/ TF1. Las revelaciones movilizan actualmente a los sindicatos del sector, organizaciones feministas y actores políticos y sociales exigiendo una investigación a fondo de los hechos denunciados. Dos de los cuadros de dirección de la RTS fueron ya separados de sus puestos en tanto Rochebin anuló en los últimos días todos sus programas en la cadena francesa.

Contra la impunidad

Fue la Asamblea General de la ONU la que el 18 de diciembre del 2013 aprobó una primera resolución (A/RES/68/163) relativa a la seguridad de los periodistas y la temática de la impunidad. La misma condenaba cualquier tipo de ataque contra los trabajadores de los medios de comunicación y proclamaba el 2 de noviembre como día mundial del combate contra la impunidad en homenaje a la periodista francesa Ghislaine Dupont y su colega Claude Verlon, asesinados en ese mismo año en Malí.

Esta resolución insta a los Estados Miembros a que adopten las medidas necesarias para prevenir las agresiones contra los periodistas, asegurar que los responsables sean llevados ante la justicia y garantizar el derecho de las víctimas a las reparaciones. También exhorta a los Estados a promover un entorno propicio y seguro, para dar garantías a los hombres y mujeres de prensa para que puedan realizar su labor de manera independiente y sin interferencias.

México, peor ejemplo

El país azteca sigue “siendo uno de los países más peligrosos del mundo para ejercer el periodismo”, enfatiza la Federación Internacional de Periodistas (FIP) al lanzar a fines de octubre una campaña anual contra la impunidad.

La FIP recuerda que se registran 162 asesinatos en ese país desde 2006, año en el que empezó la llamada “guerra contra el narcotráfico”.

La Comisión Nacional de Derechos Humanos de México reconoció que el 90% de los crímenes contra periodistas quedan impunes. “Aquí, de nuevo, vemos cientos de casos donde las autoridades corruptas vinculadas a los asesinatos siguen ocupando sus posiciones de poder”, subraya la organización mundial con sede en Bruselas que agrupa a 600 mil periodistas de 187 sindicatos de 140 países.

Las estadísticas mundiales estremecen. Según la FIP, desde 1990, 2644 periodistas han perdido la vida. Evidencia, “los enormes esfuerzos que grupos de poder en todo el mundo están haciendo para ocultar la verdad y aterrorizar a aquello/as que se atreven a contarla…”. Esos periodistas muertos “significan miles de historias de interés público sin contar. Cuando esto sucede, la democracia se ve seriamente afectada”, subraya.

Asesinar la voz pública

La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura reitera que la seguridad de los periodistas es vital para que las sociedades y las democracias tengan acceso a una información diversa e independiente. También para promover el diálogo intercultural, la paz y el buen gobierno.

Sin embargo, en los últimos 14 años (2006-2019), la UNESCO registra 1200 periodistas que han sido asesinados por cumplir con su labor de informar al público. En uno de cada diez casos prevalece la impunidad. (https://www.un.org/es/observances/end-impunity-crimes-against-journalists).

“La impunidad trae consigo más asesinatos y, a menudo, es síntoma de un recrudecimiento del conflicto y del quebrantamiento de la ley y del desmoronamiento del sistema judicial”, afirma.

Estas cifras – recuerda el organismo – no incluyen otros crímenes contra los periodistas como la tortura, las desapariciones, las detenciones arbitrarias, la intimidación o el acoso. Además, las mujeres periodistas corren más riesgos, entre otros, los de sufrir agresiones sexuales.

“Es preocupante que menos de uno de cada diez casos de crímenes cometidos contra los trabajadores de los medios de comunicación durante la pasada década haya culminado en una condena”, enfatiza.  Esta impunidad tiende a envalentonar a los autores de dichos crímenes, y, al mismo tiempo, tienen un efecto paralizador en la sociedad, incluyendo a los mismos periodistas. La impunidad genera más impunidad, dando lugar a un círculo vicioso, evalúa.

Cuando las agresiones a los periodistas permanecen impunes, se envía un mensaje extremamente negativo: o sea, que contar “verdades embarazosas” o expresar “opiniones indeseadas” podría poner en problemas a la gente común. Además, afirma la organización rectora de la cultura y la educación, la sociedad pierde así la confianza en su propio sistema judicial, cuyo deber es proteger a los ciudadanos de cualquier agresión a sus derechos. Los autores de crímenes contra los periodistas son alentados por el hecho de agredir a sus objetivos sin tener siquiera que dar cuentas a la justicia. La impunidad daña a la sociedad en su conjunto al encubrir graves abusos de los derechos humanos, corrupción y otros crímenes. El tipo de noticias que son «silenciadas» es exactamente el tipo de información que la opinión pública necesita conocer, enfatiza.

Para el próximo 10 de diciembre, la UNESCO organiza, junto con el Reino Unido y los Países Bajos, una conferencia internacional al mismo tiempo digital y presencial. Pretende celebrar, conjuntamente, el Día Mundial de la Libertad de Prensa (3 de mayo) y el Día Internacional para poner fin a la impunidad de los crímenes de los periodistas (2 de noviembre). Tema principal de este evento:  el Fortalecimiento de las investigaciones y enjuiciamientos para poner fin a la impunidad de los crímenes con periodistas. En dicho cónclave se presentarán las directrices para fiscales sobre investigación y juicio de los delitos y ataques contra la/os trabajadora/es de la prensa.

Fuente: https://rebelion.org/periodismo-profesion-de-alto-riesgo/

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