Page 45 of 56
1 43 44 45 46 47 56

Polarización y nuevos movimientos

Por: Raúl Zibechi

Lo peor, como en buena parte del mundo, el ascenso de la represión estatal, de la mano de políticas de ajuste que perjudican a los sectores populares. El panorama general que presenta la región es de creciente polarización política, social, económica y cultural.

En el terreno político se verifica una potente confrontación derecha-izquierda o conservadores-progresistas, con resultados dispares que anticipan la continuidad de las fricciones. Mientras en Chile y Argentina se fortalecen las derechas, en otros países las cosas están más parejas.

La movilización social es en gran medida consecuencia de una mayor desigualdad económica y del aumento de tarifas de servicios públicos. Pero en otros casos, como en Perú, se registra una amplia movilización contra el indulto al dictador Alberto Fujimori concedido por el presidente Pedro Pablo Kuczynski, para salvar su mandato de las acusaciones de corrupción.

En el plano socio-cultural asistimos a una batalla con epicentro en Brasil, pero que atraviesa toda la región, entre las iglesias y las derechas contra las mujeres y los colectivos LGBT. El momento más fuerte de esa ofensiva reaccionaria se produjo durante la visita de la feminista Judith Butler, con movilizaciones y una campaña mediática en contra de la «ideología de género».

Butler fue agredida en el aeropuerto y quienes acudieron a sus presentaciones fueron acosadas por multitudes que creen, porque lo expresan pero también lo sienten, que sus hijos e hijas corren riesgo de «contagio», como si la opción sexual de cada quien fuera un virus contagioso.

La oleada conservadora –respuesta de las clases medias al crecimiento de la autoestima de los sectores populares, de las mujeres, los indígenas y los afros– anticipa un 2018 más tenso aún. Porque la polarización no es solo política, sino que expresa en ese terreno una intransigencia que nace en la vida cotidiana, levantando muros de odio y desprecio que nos acercan a sociedades estilo apartheid, donde a la segregación de clase suman la racial, sexual y residencial.

Por ahora, el movimiento que mejor resiste es el de las mujeres, ya que la violencia está escalando casi tanto como las movilizaciones y debates públicos que muestran dos caras irreconciliables de las sociedades. Si miramos el tiempo largo, podemos observar alineamientos similares a los que se produjeron en la guerra civil española o durante las dictaduras latinoamericanas. Las iglesias y las clases dominantes, junto a sus aparatos de poder armado y no armado, como la «justicia», casi impermeables a los cambios culturales y sociales de las últimas décadas.

Esto nos indica que estamos ante una profunda grieta social que divide el mundo en mitades más o menos equilibradas y llegó para quedarse, en este período de crisis sistémica que provoca angustias y desazones en todas las clases y sectores sociales. Todo lo que parecía estable o relativamente consolidado, se deteriora a pasos de gigante. Casi nada va quedando en su lugar.

En América Latina, los gobiernos progresistas se evaporan de diversos modos: en Chile y Argentina porque las derechas ganan elecciones; en Brasil por una ilegítima destitución de la presidenta; en Honduras por un fraude electoral evidente; en Ecuador, por increíble que parezca, el progresismo pierde por haber ganado en las urnas ya que los dos principales dirigentes (Rafael Correa y Lenín Moreno), tomaron caminos antagónicos.

Sería demasiado simplista atribuir estas derivas a traiciones o maniobras de unos u otros. Las cosas son mucho más complejas. Las derechas, obvio, hacen su trabajo. Tienen a su favor el poder económico, los aparatos estatales armados y burocráticos, el conservadurismo de gran parte de la sociedad, los medios de comunicación, el sistema financiero internacional, las grandes potencias y, también, la profunda división de las izquierdas.

Los progresismos han llegado a una meseta y desde 2013 asistimos a su declive. Tienen en su contra el desgaste de ser gobiernos durante más de una década, la corrupción galopante, la deserción de las clases medias y de sectores populares deslumbrados por el consumo, la caída de los precios de las materias primas, la falta de autocrítica y de humildad, entre las más importantes.

La vida tienen ciclos. La vida política también. Es seguro que estamos en el otoño del progresismo, que ya dio de sí lo que podía dar: reducción de la pobreza, ampliación de los servicios de salud y educación, y un clima político que redundó en el empoderamiento de los excluidos. Al no haber realizado cambios estructurales (reformas agraria, urbana y de la renta, entre las más urgentes), las políticas públicas hacia la pobreza se agotan y en períodos de crisis son revertidas por gobiernos de signo opuesto. La oleada conservadora navega cómoda en esta aguas que contribuye a contaminar.

Sin embargo, por debajo de la polarización, más allá incluso de la creciente represión (como hemos visto días atrás en Buenos Aires), se están configurando nuevas realidades sociales. Pequeños cambios que suceden por debajo de la línea de atención mediática, en espacios considerados como poco trascendentes por los partidos y los políticos del sistema. En los márgenes de nuestras sociedades, se multiplican las señales de un nuevo ciclo de luchas y de nuevos movimientos.

He mencionado al principio el movimiento de las mujeres. En cifras, el 8 de Marzo pasado millones de mujeres en las calles. Las concentraciones más concurridas que se recuerdan en Montevideo (Uruguay) con 300.000 personas reclamando contra los feminicidios. En Argentina se han realizado desde el fin de la dictadura 32 encuentros nacionales de mujeres. En los tres últimos acudieron entre 50 y 70.000 de todo el país, que debatieron durante tres días en cientos de talleres autogestionados, sin dirigentes ni caudillos.

Hay muchísimo más. En Colombia existen 12.000 acueductos comunitarios que suministran el 40% del agua a las zonas rurales y el 20% a las ciudades. Cada acueducto fue construido y es sostenido por una o varias comunidades.

En Brasil hay 5.000 asentamientos del movimiento sin tierra (MST), que ocupan 25 millones de hectáreas recuperadas del latifundio improductivo, donde viven dos millones de personas y funcionan 1.500 escuelas gestionados por el movimiento, además de cooperativas de producción y distribución.

En Argentina existen casi 400 fábricas recuperadas y cien bachilleratos populares donde finalizan la secundaria los adultos que no han podido terminar sus estudios. Son gestionados por docentes y alumnos de forma igualitaria y los modos de aprendizaje están inspirados en la educación popular de Paulo Freire. Además hay 200 revistas culturales autogestionadas (impresas y digitales) que ocupan más 1.500 personas y son leídas por siete millones.

A todo lo anterior habría que sumar las millones de personas que se desempeñan en la «economía popular» (cooperativas populares, centros sociales y culturales, emprendimientos del más diverso tipo que producen alimentos, bienes y servicios que se distribuyen por canales propios). Y, por supuesto, al zapatismo.

Este es el mundo que está levantando cabeza en plena oleada conservadora y que va a sorprender a muchos en los próximos años. Sobre todo a los gobiernos de derecha.

Fuente: https://www.naiz.eus/es/hemeroteca/gara/editions/2018-01-07/hemeroteca_articles/polarizacion-y-nuevos-movimientos-en-america-latina

Comparte este contenido:

España: “Es conveniente abordar la política en las aulas, pero siempre desde el respeto”

Los alumnos tienen derecho a saber qué es lo que está pasando. Pero con neutralidad, adaptando la información, a su etapa evolutiva.

Europa/España/09.01.2018/Autor y Fuente: https://elpais.com

La RAE define adoctrinar como “inculcar a alguien determinadas ideas o creencias”. Pueden estar relacionadas con la política, la religión, las clases sociales… Y aunque algunos ponen en duda su existencia, hay estudios que lo certifican. Como este, publicado por la American Sociological Review en 1963. El caso es que de un tiempo a esta parte es un verbo que se conjuga con mucha frecuencia. Lo que no es tan habitual es referirse a cómo ese adoctrinamiento puede repercutir en quien lo recibe, es decir, los alumnos. No olvidemos que estamos hablando de menores de edad, es decir, material sensible. Lo es tanto, que recibir determinados mensajes de los profesores puede infundirles inseguridad a los críos. Más aún si las opiniones de padres y docentes difieren.

Mercedes Bermejo, coordinadora del curso Experto en Terapia Familiar Sistémica de la Universidad Complutense de Madrid insiste en la importancia de los mensajes que reciben los niños de los adultos, pero aún más en el estado emocional de su entorno. “Con la situación en Cataluña muchas familias se han visto afectadas a nivel laboral, social, económico, e incluso familiar. Y los niños, para crecer, necesitan calma, rutinas, estabilidad, mensajes de seguridad…”. Gonzalo añade: “Es obvio que la existencia de un conflicto familiar no beneficia a ningún niño o niña, y lo mismo ocurre con el conflicto social en el que se ha visto sumergido nuestro país en los últimos meses que ha enfrentado a la población”. Este estudio de la Universidad de La Sabana (Colombia) sobre la agresividad de los niños en función del medio familiar y el entorno escolar lo pone de manifiesto. Así como este otro en el que se detalla la teoría del apego (“permite al sujeto conseguir o mantener proximidad con otra persona diferenciada y generalmente considerada más fuerte y/o sabía”) publicado en la Revista Latinoamericana de Psicología en 2006.

Pero esto no quiere decir que no se puedan tratar temas de actualidad o conflictos en la escuela. Al contrario. “Es importante que la escuela aborde asuntos como el terrorismo, la violencia de género, y, porque no, ya, también la situación de Cataluña. No podemos permitir que en las escuelas se censuren estos temas. Los alumnos tienen derecho a saber qué es lo que está pasando. Pero con neutralidad, adaptando la información, a su etapa evolutiva y características individuales”, afirma Bermejo. Y Gonzalo continúa: “Los niños tienen derecho a disponer de espacios protegidos donde expresar su opinión, sentimientos, pensamientos… Es conveniente abordar la política en las aulas, pero siempre desde el respeto”.

Hasta tal punto es así, que Mercedes Bermejo lo entiende como una oportunidad: “Es posible aprovechar circunstancias como estas para reflexionar y, de paso, enseñarles a pensar, transmitirles la importancia de valores positivos y de respeto por el otro”, incluso si se opina distinto de nosotros, por supuesto. Y concluye: “La escuela debe permitir que existan opiniones distintas sin que inciten al odio. Resolver inquietudes políticas está bien, promoviendo el pensamiento crítico, desde una postura neutral de los maestros”, concluye la psicóloga.

De todas las situaciones se puede aprender. Y de esta, en concreto, a resolver conflictos. Mónica Gonzalo se queja de que se ha hecho lo contrario: “La falta de habilidades para resolver una situación de hostilidad y enfrentamiento entre la población es un mal ejemplo más para nuestros hijos. Hemos pensado en ellos menos de los que deberíamos haber hecho”. Por eso, Mercedes Bermejo pide a los padres, familiares, maestros y gobernantes “que llevemos a cabo las medidas necesarias para dar un ejemplo a los más pequeños de democracia, tolerancia y libertad de expresión en todos los ámbitos. Lo merecen, lo merecemos”.

La RAE define adoctrinar como “inculcar a alguien determinadas ideas o creencias”. Pueden estar relacionadas con la política, la religión, las clases sociales… Y aunque algunos ponen en duda su existencia, hay estudios que lo certifican. Como este, publicado por la American Sociological Review en 1963. El caso es que de un tiempo a esta parte es un verbo que se conjuga con mucha frecuencia. Lo que no es tan habitual es referirse a cómo ese adoctrinamiento puede repercutir en quien lo recibe, es decir, los alumnos. No olvidemos que estamos hablando de menores de edad, es decir, material sensible. Lo es tanto, que recibir determinados mensajes de los profesores puede infundirles inseguridad a los críos. Más aún si las opiniones de padres y docentes difieren.

Mónica Gonzalo, experta en Psicología Infantil Psicólogos Pozuelo: “Para poder crecer de manera sana, los niños y niñas requieren de un entorno de seguridad y protección desde etapas muy tempranas. Sin defender a unos u otros, entre todos, estamos cuestionando los pilares básicos sobre los que todo menor se sustenta para poder nutrirse y madurar de manera saludable; estos son, el sistema familiar, el sistema educativo, y el sistema social”. La psicóloga se refiere en concreto a los comentarios en contra de la policía, los padres o los profesores a raíz del 1-O. “ Es importante que los niños puedan confiar en la bondad de los profesores para educar, en la seguridad de la policía para proteger, y en el afecto de los padres para cuidar y educar”, comenta Gonzalo.

Mercedes Bermejo, coordinadora del curso Experto en Terapia Familiar Sistémica de la Universidad Complutense de Madrid insiste en la importancia de los mensajes que reciben los niños de los adultos, pero aún más en el estado emocional de su entorno. “Con la situación en Cataluña muchas familias se han visto afectadas a nivel laboral, social, económico, e incluso familiar. Y los niños, para crecer, necesitan calma, rutinas, estabilidad, mensajes de seguridad…”. Gonzalo añade: “Es obvio que la existencia de un conflicto familiar no beneficia a ningún niño o niña, y lo mismo ocurre con el conflicto social en el que se ha visto sumergido nuestro país en los últimos meses que ha enfrentado a la población”. Este estudio de la Universidad de La Sabana (Colombia) sobre la agresividad de los niños en función del medio familiar y el entorno escolar lo pone de manifiesto. Así como este otro en el que se detalla la teoría del apego (“permite al sujeto conseguir o mantener proximidad con otra persona diferenciada y generalmente considerada más fuerte y/o sabía”) publicado en la Revista Latinoamericana de Psicología en 2006.

Pero esto no quiere decir que no se puedan tratar temas de actualidad o conflictos en la escuela. Al contrario. “Es importante que la escuela aborde asuntos como el terrorismo, la violencia de género, y, porque no, ya, también la situación de Cataluña. No podemos permitir que en las escuelas se censuren estos temas. Los alumnos tienen derecho a saber qué es lo que está pasando. Pero con neutralidad, adaptando la información, a su etapa evolutiva y características individuales”, afirma Bermejo. Y Gonzalo continúa: “Los niños tienen derecho a disponer de espacios protegidos donde expresar su opinión, sentimientos, pensamientos… Es conveniente abordar la política en las aulas, pero siempre desde el respeto”.

Hasta tal punto es así, que Mercedes Bermejo lo entiende como una oportunidad: “Es posible aprovechar circunstancias como estas para reflexionar y, de paso, enseñarles a pensar, transmitirles la importancia de valores positivos y de respeto por el otro”, incluso si se opina distinto de nosotros, por supuesto. Y concluye: “La escuela debe permitir que existan opiniones distintas sin que inciten al odio. Resolver inquietudes políticas está bien, promoviendo el pensamiento crítico, desde una postura neutral de los maestros”, concluye la psicóloga.

De todas las situaciones se puede aprender. Y de esta, en concreto, a resolver conflictos. Mónica Gonzalo se queja de que se ha hecho lo contrario: “La falta de habilidades para resolver una situación de hostilidad y enfrentamiento entre la población es un mal ejemplo más para nuestros hijos. Hemos pensado en ellos menos de los que deberíamos haber hecho”. Por eso, Mercedes Bermejo pide a los padres, familiares, maestros y gobernantes “que llevemos a cabo las medidas necesarias para dar un ejemplo a los más pequeños de democracia, tolerancia y libertad de expresión en todos los ámbitos. Lo merecen, lo merecemos”.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2018/01/07/mamas_papas/1515311356_335856.html

Imagen: https://ep01.epimg.net/elpais/imagenes/2018/01/07/mamas_papas/1515311356_335856_1515312131_noticia_normal.jpg

Comparte este contenido:

Chile:El susto pasó y empresarios celebran: Piñera retorna a La Moneda con promesa de revivir la economía y bajar los impuestos

Chile/ www.elmostrador.cl / 20 de Diciembre de 2017

Hay optimismo sobre reacción de activos chilenos, incluyendo el IPSA, el peso y bonos. La victoria de Piñera debería darles un impulso a los sectores políticamente sensibles. Y en esa lista están la industria de la educación universitaria, las administradoras de fondos de pensiones, la industria farmacéutica, la minería, las generadoras de energía eléctrica, las industrias forestal y de la construcción.

Esta mañana, los empresarios, inversionistas y el mercado en general respiran con alivio.

El temor a una victoria de Alejandro Guillier pasó y Sebastián Piñera retorna a La Moneda con el envión de una victoria profunda, junto con la promesa de revivir la economía y bajar los impuestos. Ya no se sabrá si la campaña del miedo que parte de la derecha trató de difundir, argumentando que con Guillier nos convertiríamos en «Chilezuela», se haría realidad.

Donde sí hay consenso es en que esta semana los activos chilenos van a tener un empujón. El IPSA venía recuperando el terreno perdido después de la primera vuelta y, ahora, con los resultados de ayer, en el mercado especulan que las acciones locales van a tener un muy buen fin de año.

Igal Magendzo, el influyente macroeconomista, dice –en una entrevista en este mismo medio– que el peso debería dispararse y tocar los $625 versus el dólar. En el mercado hay consenso de que las tasas locales bajarán y los bonos chilenos tendrán un repunte.

El viernes el Banco Central de Chile salió a intervenir en el mercado en forma extroardinaria para asegurar liquidez en dólares, previo a las elecciones, ante estrechez del mercado.

A pesar del reciente repunte del IPSA, varios instrumentos financieros chilenos, incluyendo el riesgo país (CDs), los swaps en dólares y las tasas locales, apuntaban a un mercado que buscaba disminuir su exposición a activos locales ante la incertidumbre política que reinaba en la víspera de la segunda vuelta de las presidenciales.

En los últimos días aumentó el castigo por riesgo ante incertidumbre de escenario político, aunque el mercado accionario definitivamente descartaba el mito de “Chilezuela”.

Piñera, el Mandatario electo, promete revertir cuatro años del crecimiento más débil desde el retorno a la democracia. Entre sus promesas está la de implementar una nueva reforma tributaria y cambios a la laboral.

Aunque también prometió avanzar en la gratuidad en educación superior y, en lo que significó un shock para el mercado, prometió la creación de una AFP Estatal como parte de su plan para mejorar las pensiones.

La victoria del abanderado de Chile Vamos debería darles un impulso a los sectores políticamente sensibles. Y en esa lista están la industria de la educación universitaria, las administradoras de fondos de pensiones, la industria farmacéutica, la minería, las generadoras de energía eléctrica, las industrias forestal y de la construcción.

El economista Pavel Gómez escribió en este medio, el fin de semana, que cualquiera fuese el ganador de la segunda vuelta electoral, las empresas que operan en estas industrias deben prepararse para un ciclo de incertidumbre regulatoria y vulnerabilidad política, todo lo cual traería nuevas amenazas, pero también oportunidades de beneficios derivados de un posicionamiento social y ambientalmente responsable.

Añadió que, con el triunfo de Piñera, «la actuación legislativa del Gobierno requerirá de alianzas circunstanciales con sectores de la Fuerza de la Mayoría, lo cual, supone la transacción de algunas demandas de la centroizquierda, cuyo objetivo existencial estará marcado por su necesidad de no desdibujarse frente al surgimiento de la nueva izquierda».

Y, en tal sentido, profundiza: «En el escenario de minimización de cambios legislativos relevantes, debido a la imposibilidad de lograr coaliciones, la necesidad del Frente Amplio de crecer a expensas de la Fuerza de la Mayoría, derivará en una agudización de los conflictos antiempresariales en las canchas de la calle y el sentimiento público. De todo esto se deduce que el sueño de un retorno inmediato a un escenario de mayor certidumbre regulatoria, definitivamente se extinguió».

Para un importante empresario local, es irónico que sus pares, que nunca han estado muy seducidos por Piñera y que durante su primer mandato lo criticaban con dureza, ahora respiran aliviados con su abrumadora victoria.

Aunque dice que su sector tiene claro que, con el fraccionado nuevo Congreso, Sebastián Piñera tendrá que usar la muñeca política que nunca tuvo para, efectivamente, bajar los impuestos corporativos, reformar las pensiones y crear nuevos empleos.

Fuente: http://www.elmostrador.cl/mercados/2017/12/18/el-susto-paso-y-empresarios-celebran-pinera-retorna-a-la-moneda-con-promesa-de-revivir-la-economia-y-bajar-los-impuestos/

Comparte este contenido:

México: Casa tomada; EPN en la OCDE

México / www.animalpolitico.com/ 20 de Diciembre de 2017

Frente a un escenario repleto de diplomáticos y funcionarios internacionales, el secretario general de la OCDE, José Angel Gurría, presentó al presidente Enrique Peña Nieto como un líder ejemplar exitoso cuyo modelo de gestión no dado los resultados prometidos

El fin de la presidencia de Enrique Peña Nieto se percibe en el horizonte. El presidente ha comenzado su último año pronunciando un discurso en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos —institución intergubernamental que, desde la investigación y la evidencia empírica, promueve políticas públicas para mejorar el bienestar de los ciudadanos de los treinta y cinco países que la conforman. Las palabras del presidente fueron antecedidas por las del secretario general, José Ángel Gurría, otrora Canciller y Secretario de Hacienda bajo el gobierno de Ernesto Zedillo.

Frente a un escenario repleto de diplomáticos y funcionarios internacionales, Gurría introdujo al presidente encumbrándolo en elogios por el éxito de las reformas estructurales con las que comenzó el sexenio. El Pacto por México fue anunciado como una serie de políticas ejemplares, como una fórmula encomiable para el resto de los países, como el camino a seguir. México, dijo el secretario general, es el país con la agenda de reformas más ambiciosa que haya sido aprobada por cualquier país de la OCDE. Entre los países más desarrollados del mundo, no hay quien se le compare.

Pegado al discurso impreso, Peña Nieto entró en defensa de su legado. Habló del sistema nacional anticorrupción, de cómo la reforma educativa fue arropada por los maestros mexicanos, de la competitividad catalizada, la sociedad civil vibrante y los mecanismos de rendición de cuentas bien aceitados. El auditorio, extranjero, aplaudía. El secretario general asentía. No hubo mención de los nombramientos inconclusos del aparato anticorrupción ni de los vínculos entre Odebrecth y Emilio Lozoya. Los docentes asesinados por la policía federal en Nochixtlán quedaron olvidados. El presidente omitió el sistema de espionaje montado por el Estado en contra de periodistas y defensores de derechos humanos enviados por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos —grupo que se vio forzado a abandonar el país mientras investigaban la masacre de Ayotzinapa.

El problema, sin embargo, no recae en Peña Nieto y su discurso tergiversado, a modo. Tampoco lo es abrir las puertas del castillo de la Muette al presidente de un país miembro. La contradicción fundamental es el desapego de la OCDE al imprimir su sello de aprobación sobre un modelo que sencillamente no ha dado los resultados prometidos. Lo inadmisible es meter la evidencia empírica entre paréntesis; suspenderla en pausa por los colores cercanos del expositor.

Como muestra de esta inconsistencia elemental, es suficiente observar el Better Life Index de la misma OCDE. Se trata de un índice que recopila una serie de variables, como salud, educación y seguridad, para medir la calidad de vida más allá del ingreso, y poder compararla entre distintos países. Los datos duros bastan: México es el país con mayor desigualdad social de la OCDE, sólo superado por Brasil y Sudáfrica que, aunque aparecen en el índice, no son miembros de la organización. México tiene el menor nivel educativo de los treinta y ocho países analizados, y está en el fondo de la prueba PISA —tanto en matemáticas como en español, de entre los treinta y cinco países miembros. En materia de seguridad, México ocupa también el último lugar. La tasa de homicidio promedio es de 3.6 por cada cien mil habitantes. México reporta 17.9, a pesar de que la cifra más reciente, de este año de violencia récord, oscila alrededor de los 25 asesinatos—siete veces superior a la media de la OCDE. La lista continúa.

La realidad, en todo caso, no es dicotómica: algunas de las reformas del Pacto por México incluyen mecanismos que han sido probados con modelos económicos sólidos. Alinear los incentivos de rendición de cuentas y del desempeño magisterial, mediante la reelección legislativa y a través de evaluaciones bien calibradas, son políticas que deberían conducir a resultados positivos. Desmantelar oligopolios e incrementar la recaudación fiscal también. Las reformas apuntan en esta dirección. Sin embargo, al final del camino, a un año del fin del sexenio, está la nada, cuando no la franca decepción. ¿Por qué no han funcionado estas políticas? ¿Fracasó la implementación o se perdieron detalles claves en el diseño? Sin mirar la evidencia, ese frío mapa de la realidad, no es posible dar con la respuesta.

“Puede usted estar orgulloso de su legado, señor presidente”, espetó el secretario general. No perdamos el buen camino. Refrendémoslo en el próximo ciclo electoral, exhortó. El llamado de Gurría no es más que un salto al vacío, un ejercicio de ficción. No hay análisis serio ni deliberación exhaustiva. Y, no obstante, ha impreso sobre un implícito José Antonio Meade su sello de aprobación política, lo ha marcado con su preferencia subjetiva y no con su aprobación técnica como cabeza de una institución rigurosa y por demás ejemplar.

Cuando el secretario general convoca a refrendar el status quo, desde su escenario principal en París, rompe con los principios de su organización, la obliga a traicionarse a sí misma. El discurso de Peña Nieto, enaltecido por la cúpula de la OCDE, permite ver a Gurría como un péndulo que va y viene entre dos extremos ulteriormente irreconciliables: la evidencia y el rigor, por un lado; la vieja escuela priista que transforma instituciones técnicas en brazos político-electorales, por el otro. La contradicción es aún más obvia en el caso de México, pues el legado de Peña Nieto representa el más crudo distanciamiento del sueño aquel de abrazar una democracia representativa plena, dejando atrás la dictadura perfecta. Si su intención original es ayudar a México y a los mexicanos, es imprescindible que el secretario general y la organización que abandera fundamente su consejo y sus loas en datos duros, y no en la imaginación y el interés personal.

Fuente: http://www.animalpolitico.com/blogueros-blog-invitado/2017/12/18/casa-tomada-epn-ocde/

Comparte este contenido:

Brasil: Política Nacional de Alfabetização vai aperfeiçoar aprendizagem no País

Brasil / 13 de diciembre de 2017 / Fuente: http://www.brasil.gov.br/

A partir do próximo ano, assistentes de alfabetização vão trabalhar em conjunto com os professores em sala de aula; cerca de 4,6 milhões de alunos devem ser beneficiados

Para melhorar os índices da Avaliação Nacional de Alfabetização (ANA), o Ministério da Educação lançou, nesta quarta-feira (25), a Política Nacional de Alfabetização. A iniciativa vai envolver a Base Nacional Comum Curricular (BNCC), a formação de professores, o protagonismo das redes e o Programa Nacional do Livro Didático (PNLD).

Uma das principais medidas da nova política será o Programa Mais Alfabetização. A partir do próximo ano, assistentes de alfabetização vão trabalhar em conjunto com os professores em sala de aula para reforçar o aprendizado. A previsão é de que a ação beneficie cerca de 4,6 milhões de alunos em todo o País.

Ainda para 2018, a expectativa do Ministério da Educação é de atingir o número de 200 mil turmas em todos os municípios brasileiros, entre o 1º e o 2º anos do ensino fundamental.

Já no âmbito da Política de Formação de Professores, lançada na semana passada, o investimento será de cerca de R$ 2 bilhões, e incluirá o Programa de Residência Pedagógica, que vai ofertar 80 mil vagas a partir do próximo ano.

A criação da Política Nacional de Alfabetização pretende modificar um cenário preocupante. De acordo com os dados da Avaliação Nacional de Alfabetização (ANA) 2016, divulgados também nesta quarta-feira (25), 45,2% dos estudantes do ensino fundamental avaliados tiveram níveis satisfatórios em leitura, com desempenho nos níveis 3 e 4. Em 2014, esse percentual era de 43,8%. A maioria dos estudantes, no entanto, ainda permanece nos níveis indesejáveis. Em 2016, 54,7% dos estudantes estavam nos níveis 1 e 2. Em 2014, eram 56,1%.

Fuente noticia: http://www.brasil.gov.br/educacao/2017/10/politica-nacional-de-alfabetizacao-vai-aperfeicoar-aprendizagem-no-pais

Comparte este contenido:

Educación y filosofía: dos caras de la misma moneda en el corazón de nuestra civilización

España / 10 de diciembre de 2017 / Autor: Marcos Santos Gómez / Fuente: Paideia. Educación y Filosofía

La mayoría de los grandes autores tanto de la tradición específicamente filosófica (por ejemplo Sócrates, Platón, etc.) como de la pedagógica (Paulo Freire) o incluso quienes se sitúan expresamente en ambas (John Dewey) muestran el inextricable vínculo entre lo que, además de ser consideradas disciplinas o materias, yo denomino a menudo “dimensiones” de nuestra civilización: la educación (y la pedagogía o la didáctica), la filosofía y la política. Las tres dimensiones han de presuponer, cada una en particular, la existencia de lo que abren las dos restantes. Este aparente embrollo puede demostrarse con apenas tomar a uno cualquiera de los grandes autores mencionados y estudiarlo a fondo, comprendiendo su alcance. Ellos demuestran en su producción o actividad intelectual la honda relación de los vértices de este triángulo. Aunque también, como se ha hecho en ocasiones, adoptamos la tesis tanto expresada en la historia de las ideas y que hemos captado en el voluminoso libro Paideia de Jaeger, de que en el origen griego de lo que somos, emergen y se “inventan” estas dimensiones, como campos donde se piensa y “produce” mundo, consciente y “creativamente”, con un lenguaje que trata de emanciparse de la emotiva amalgama del mito, alma mater de Occidente.

Es esto lo que vine a esbozar en mi comunicación presentada al reciente Congreso Internacional de Teoría de la Educación (CITE 2017) celebrado en Murcia. Algo que hay que recordar y explicar. En realidad ya lo he ido ampliando en algún escrito en prensa que espera su pronta publicación. El desarrollo de la tesis, en gran parte extraída, como digo, del gran libro de Jaeger es el siguiente:

En el mundo de campesinos y de una élite distinguida de aristócratas, en el siglo VIII a VII a. C. en Grecia, la explicación de la realidad se entendía como dar realce a la realidad y, en términos más humanos y concretos, a la propia sociedad y al modo de vida de aquella época homérica. Se trataba de señalar de un modo apofántico, mostrando antes que explicando, que lo que hay “es obvio”, de sentido común, su valor intrínseco. Es decir, que el mito, modo de conocimiento en estas culturas, muestra y persuade mediante seductoras imágenes antes que demostrar (aunque ya se den en él largas cadenas causales que secularizadas constituirán el pensamiento jonio, según Jaeger). Una mezcla, pues, de lo que hoy son la razón y el arte, lo racional y lo estético; en gran medida, una forma de razón, acaso, pero todavía inconsciente, anónima, colectiva. Un vibrante nervio que aún hoy opera soterrado en la civilización, aunque ahora no matizaremos sobre este asunto.

Este “pre-logos” (ya preñado de logos, anticipándolo) se presentaba como una actividad que teñía de gloria y dolor al mundo, como algo conmovedor y excelso, al modo de un súper-mundo ideal que justificaba el que hay a nuestro alrededor acoplándose al mismo y que por tanto salvaba este alrededor por la fuerza de un encanto (igual que el fatal atractivo de las sirenas). Y justamente era ese “encanto” implantado en el mundo el que impedía otra noción de lo educativo que no fuera la transmisión sobrecogedora de dicho universo mitológico tal cual, en su grandeza, por acción de una potente osmosis seductora, que, sin embargo, también impedía la distancia necesaria para pensar en el sentido actual. Estamos ante esa forma mítica de  adscripción a lo que hay desde el corazón, la muda admiración por lo que uno es y ante lo que es en su irradiante sobreabundancia, en su valor no explicado. Una admiración mucho más propia de lo artístico, de la sensibilidad y la genialidad artística, que muestra y ensalza precisamente dicha sobreabundancia, que de la razón en un sentido analítico y objetivo.

La tradición, entremezclada con sus mitos, lo era todo en aquel mundo homérico y acaso siga siéndolo todo, en el cuasi infinito juego de interpretaciones, relatos o cosmovisiones que nos constituyen y atrapan en la cárcel de oro de una civilización y sus cambiantes culturas. Quiero decir que en asuntos como la búsqueda de un sentido global y un proyecto colectivo cultural-existencial todavía se pueden detectar numerosos elementos propios del mito, cuando se intenta justificar lo que en gran medida resulta injustificable e inexplicable, como son las formas de vida, las naciones, los estamentos sociales, lo heroico, lo valioso en definitiva. Cuando aquel mundo homérico se miró a sí mismo, se topó con la potente pregnancia del mito en su corazón.

Esto se quebró a partir del siglo VII a. C. y sobre todo el VI a. C. Esos siglos fundan nuestro espacio civilizatorio, que se ubica, como decía Jaspers, entre dos enormes inmensidades ignotas, la del hombre de antes (el amplísimo tiempo de la Prehistoria, de unos casi trescientos mil años, según la reciente datación del Homo Sapiens) y el de después de nuestra civilización o la eternidad hueca que nos sucederá. Este hombre ancestral del que no hay apenas rastros vivió acaso inmerso en su propio magma, en fértil caldo de vivas emociones, sensaciones, intensidades y comuniones que son lo propio del existir humano, en un todo sin fisuras. La cristalización de este magma es lo que llamamos cultura. Ésta, en ese tiempo ignoto, se adhería al naciente en un proceso mudo, constante, que la naturalizaba. Así, el ser humano es animal que lo es en el modo de un tener cultura, pero esta era, en definitiva, en aquel tiempo como una segunda naturaleza que replicaba los rasgos de la primera. Lo que estamos diciendo es que en esta untuosa amalgama no podía haber, ni hubo, educación. Porque tampoco hubo  la distancia y brecha que son precisas para que la palabra capte su mundo en la distancia salvadora del concepto, del logos, como razón desnuda. El proceso por lo menos formal de la educación, su entificación en un saber académico, curricular, institucional, no existía, y menos aún, por supuesto, la pedagogía o la didáctica. Había, seguramente, transmisión chamánica y el aprendizaje de ciertas técnicas, pero lo crucial es que se daban sin la mediación racional que hoy se da explícita e implícitamente en los procesos propiamente educativos, sobre todo, por supuesto, en la enseñanza institucionalizada.

Dicho de otro modo, la educación como elección progresivamente consciente, libre, analítica, del propio modo de ser, en la perspectiva de una libertad fundamental, ontológica, era una posibilidad del hombre, pero solo eso. Una posibilidad que para actualizarse requería de lo que llegó en los albores de la civilización y, concretamente, en la Grecia de los inicios de la filosofía. Sólo entonces, mediando el pensamiento, pudo mostrarse, se verbalizara o no, nuestra educabilidad (en términos de la actual pedagogía y teoría de la educación) que es una manera de nombrar el carácter abierto e inacabado de nuestra esencia, o mejor dicho, que nuestra esencia es no tener esencia y ser constitutivamente históricos. Somos antes historicidad que naturaleza. Pero, como digo, solo pudimos comprenderlo y actuar en consecuencia tras el amanecer griego sobre todo o con los albores de la civilización con escritura algo antes, en Oriente Medio, Egipto y quizás ciertas regiones de India, China y tal vez, al parecer, África, algunas ya casi tan olvidadas y perdidas como el inmenso páramo de la Prehistoria anterior.

Hay que puntualizar que aunque nos empeñamos en que pensar y el pensamiento deben definir, bajo el paraguas de la identidad, las cosas no fueron ni son así. El mundo es infinitamente más rico, matizado y rizomático que el corto espacio y tiempo de un momento histórico, una “nación” o incluso una época. En el esfuerzo griego por captar esta cuasi inabarcable diversidad filosóficamente se fundaron varios caminos y ya en ellos se entrevieron las miserias del pensamiento de la identidad o la metafísica del ente y sus fundamentos, que algunos de sus más originales exponentes perfilaron. Como muchas otras civilizaciones, quizás intuyeron los peligros que esto inauguraba (baste todavía hoy explorar desde la antropología etnológica lo que distintas lenguas y pueblos, en sus auto-explicaciones culturales o cosmovisiones, han forjado, en cuanto a modos más próximos a lo diferencial en el ser que a lo idéntico, en el abordaje pre-conceptual o imaginativo de la realidad que llevan a cabo).

La propia realidad cultural, en su sustrato vital, es antes tensiones y vínculos, que aglomeración de “pequeñas identidades”. Lo que resulta en una dinámica continuidad entre espacios y tiempos diversos, civilizaciones que eran en la medida que se perfilaban otras y que devenían en otra cosa, en una explosión de posibilidades culturales (nunca ha habido, realmente, pueblos aislados, señalan los antropólogos y leíamos este verano en el gran filósofo Jaspers, como escribimos en el presente blog). De hecho, una civilización se da básicamente en la grieta que la tensión del propio hombre, la tensión que es ya, en el mundo, el propio hombre, abre en el manso ritmo de la vida mineral, vegetal o incluso animal que están también en él. El hombre está en un suelo, al modo de las piedras y las plantas; se mueve en ese suelo al modo de los animales; y desborda y supera dicho suelo, como sólo él puede hacer, al modo de la cultura, como hacedor de su propio modo de ser, como lo que consiste en trascenderse.

Así que nuestro sustrato cultural es antes escape y extensión que cimento, como contrariamente suele imaginarse. Abona su propia fuga, o sea, es alimento para la aventura. Resulta un oxímoron por tanto (y aquí solo puedo apuntar a este tema que no puedo desarrollar en estas breves líneas) hablar de “identidad” nacional, porque eso o no existe o si existe a la fuerza nos sitúa por debajo de aquello que podemos ser, privándonos del carácter trascendente del ser humano. Por eso los discursos que apelan a “identidades nacionales o culturales” constituyen no ya mitologías, sino todavía menos, un mero sustrato inorgánico donde nos anclamos para, si persistimos en dicho anclaje, acabar muriendo tornándonos no ya simples animales, sino plantas o minerales.

Pues bien, en el “nutriente” que hemos escogido, sin los debidos matices y revisiones de otras civilizaciones, en el “centro” que todavía late en nosotros, en la maravillosa civilización griega, se tornó consciente lo inconsciente, por emplear la analogía con el psicoanálisis. Es decir, sus fuerzas, comenzaron a operar como tensiones creadas, sobre todo, en el giro sobre sí, en el pliegue interrogativo sobre uno mismo.

Se abordó la totalidad de la naranja por medio de su piel desgajada como clave. Esto quiere decir que tanto el lenguaje como la realidad a la que hacían referencia estas incipientes operaciones del intelecto cultural eran “mundos” resecos, una suerte de esqueletos o estructuras lógicas que pretendían sustituir a la realidad, para matematizarla o tornarla conceptos o ideas. Desde estas lógicas y estructuras “ajenas”, en un pensamiento que se esfuerza por erradicar sus imágenes, se podía disponer del mundo con calma. Es un proceso en el que yo no puedo precisar mucho, por mi carencia del necesario conocimiento filológico de la lengua griega. Solo puedo hasta cierto punto apoyarme en argumentos de quienes sí la han conocido bien, como fue Jaeger, señalando su progresiva “filosofización”, en el cuerpo filosófico, en el esquema, que fue emanando de los poderosos vocablos e imágenes impresionantes, terribles, sobrecogedoras, del mito.

Por supuesto el mito nunca desapareció. De hecho, el prestigio de la filosofía entre los griegos, la seductora presencia de la retórica en su cultura (palabra tornada “útil” por su belleza y capacidad persuasiva), el amor por la belleza y la poesía, fueron fantasmas del mito que aún hoy nos acompañan. Están presentes siempre que se requiera de un plus de irradiante magnetismo en los conceptos y teorías, en el mismo halo y admiración que podamos sentir ante la ciencia, en su evidente fuerza estética. Porque nos movemos a fuerza de mito. Los mitos proporcionan un horizonte que añadimos los seres humanos a nuestra existencia, como si tuviéramos la innata necesidad de proyectar o de poner frente a nosotros algo. Es lo que explica que el hombre tienda a crear religiones, pero también arte y, por supuesto, ciencia, lo que le hace dinámico, moviente, aventurero. Su innata voluntad de trascendencia que parece contradecir la otra cara de los mitos como pegamento social, como lo que da cohesión e impermeabilidad a un pueblo. De nuevo, carezco aquí de conocimientos, pero sería interesante discernir ambos elementos, en su aparente contradicción, conservador y trascendente, en distintas mitologías.

Esta cultura griega que de manera insólita pretendió escapar de sus mitos, se giró sobre sí misma, para “mirarse”. Postuló una suerte de distancia entre el pensamiento y quien piensa, que sin adquirir todavía en muchos casos el tinte de dos polos bien diferenciados, como en la Modernidad, trata de alzarse sobre lo propio, sobre lo que uno es, de generar una separación para mirar mejor, sin escindirse todavía como haría siglos después la filosofía cartesiana. El efecto de este movimiento que, propiamente, ya es “pensamiento”, fue, si seguimos el relato de Jaeger, la cosificación, la objetivación de tres dimensiones ónticas que otrora permanecían en profunda ligazón. Estas dimensiones, que ahora obran lúcidamente, es decir, conscientes de su propio obrar y de sus fines, son las que señalábamos al principio: logos/razón/pensamiento o filosofía, por un lado, educación/pedagogía/didáctica, por otro, y política, finalmente. Esto ocurre cuando pensar resulta, en los albores de la filosofía, una tarea que aspira a despojarse de los viejos caldos y hervores del conocimiento chamánico, que se presupone “fría”, palabra que tiende a ir enfriándose, aun cuando en los hombres que la producen no desaparecen las más viejas razones del corazón, o formas más intuitivas, a-lógicas o emocionales de conocimiento. El hombre se despoja de lo que le da miedo, de lo que parece superarle, de las poderosísimas inercias del mito, y solo en alguna medida lo logra, o funda esta ilusión de haberse emancipado de sus mitos.

Pero primero, esta desnaturalización del pensamiento había creado una nueva dimensión existencial y ontológica: la historia. El hombre “crea” la historia y se sabe, desde esa recién nacida capacidad de mirarse postulándose en un punto externo a sí mismo, temporal, cambiante hasta lo más íntimo de sí, como ser ligado al tiempo. Descubre su historicidad. Vimos este pasado verano que así lo señalaba Jaspers. Emerge como animal racional a la vez que histórico. Pero la historia significa mucho más. Su presencia, la historicidad una vez es asumida cuando van “aclarándose” los mitos, opera una desnaturalización de los pregnantes procesos por los que los niños iban encarnando los valores “eternos” de su cultura, su apasionado heroísmo, sus lances, su épica.

Por esta necesidad de tenerse que creer y naturalizar “a la fuerza” unos contenidos culturales alejados, ajenos y humillados en su historicidad, desnaturalizados en su incorporación a los hombres y mujeres, tornados históricos, relativos, la pulsión de re-naturalizarlos que pende sobre nosotros creó en el mundo otra esfera existencial: la educación. Pensar fue la condición para que pudiera darse la educaciónUna dimensión otrora natural, también es ahora histórica, es decir, tornada un “algo” aparte y ya relativo, no eterno, y en esa historización, emerge, nace. El proceso automático, inconsciente, natural, se ha convertido en esfuerzo, planificación, vinculación consciente con los contenidos y el conocimiento guardado por la propia cultura.

Nace el hombre educable que es el que ha “fabricado” su libertad al tomar distancia del (su) mundo cultural, adquiriendo conciencia de su relatividad. Ahora se sabe necesitado de valores y mitos y de que, en su indigencia, ha de absorberlos. La paideia es el producto de esta cosificación de la cultura, que al desnaturalizarse, obliga a un proceso racional educativo para su re-naturalización o encarnación en el sujeto. La educación se torna “racional” y manifiesta una cualidad deliberadamente formativa. Nos hemos de dar forma “racionalmente”, a posta.

Todo lo que antes se daba de un modo no consciente, implícito, automático o inercial, ahora debe pasar el tamiz del logos, debe pronunciarse ese proceso, debe mirarse, y por ello pensar crea la necesidad de ser educados. Se presupone, en el caso griego, un orden que nos ordena, que debe ordenarnos, y educarse consiste en ordenarse según dicho orden cósmico. Dewey va a desarrollar certeramente esta relación por la que este modo de existir como persona libre, o sea, educable, equivale al modo en que se piensa distanciada y libremente el mundo. Educar es ir incorporando este orden y la aspiración al mismo en el niño, un orden que desde el pragmatismo del norteamericano, lo es porque funciona, porque ayuda a mejorar la existencia en todas sus dimensiones, no solo las materiales, porque mejora la vida en definitiva. 

Paulo Freire vinculará también educación y pensamiento, pero de un modo mucho más pormenorizado, con nuevos matices que el pensador norteamericano, que hoy deberíamos recuperar en la pedagogía. Pero en realidad, esta conexión entre pensar/conocer y educar-se (ponerse en disposición de pensar/conocer, realizar y actualizar al ser pensante en una especie de inversión del cogito cartesiano por el que la existencia es lo primero y desde lo que se llega a lo que llamamos conocer o pensar), es algo implícito muchos filósofos, el hecho de que pensar ya nos modula y forma en su actividad, dispone las condiciones (existenciales y metódicas, ambas) para educarse o incluso forja un carácter equilibrado y racional. Pensar será una forma de ser (la de toda una civilización), una forma de ser que hay que conseguir a conciencia y que en el caso de Freire vendrá dada primero por la pura existencia de los hombres, por su vida, y en su momento epistemológico, por la puesta en común mediante el diálogo de los puntos de vista hasta adquirir un lenguaje común (científico) capaz de explicar (conciencia crítica, concientización) la propia forma de vida.

Es decir, Freire, entre otros, nos enseña que hay una conexión entre pensar y modificar la propia existencia, que necesariamente ha de darse dialógicamente, porque si permanecemos en el sujeto individual no podemos superar las estrechas fronteras de un pseudopensamiento subjetivista. Pensar es hacer mundo, conocer el mundo (“leerlo” primero y verbalizar, tornar consciente lo cultural; tomar distancia dialógicamente con la ayuda del “otro” que nos aporta su lenguaje; y explicarlo desde la esforzadamente lograda “objetividad” de la ciencia ahora ya vivenciada). Frente a esto, el pensamiento desconectado de su mundo crea la ilusión de una falsa objetividad ante cuyas inercias el sujeto no se muestra consciente. Aunque al sujeto las “verdades” le parezcan inmutables (en una fatal vuelta de lo histórico a lo natural pero sin la mediación del pensamiento o la educación en un sentido liberador que forme al hombre de un modo lúcido y cabal), eso no pasa de ser una mera ilusión, porque en realidad lo que sufre es la ceguera por la que no puede ver las realidades subyacentes u ocultas bajo la máscara de una falsa objetividad. La pedagogía de Freire es, de hecho, el arduo esfuerzo que al educarse hacen los hombres por “conquistar” el/su mundo y vincularse a la realidad conscientemente, por ser dueños y hacedores de su conocimiento, por ir pensando lo que se va haciendo; el sujeto y su mundo en consciente interrelación. O, dicho de otro modo que nos evoca la base también existencialista y fenomenológica de Freire, al educarse/pensar la conciencia ilumina su dirección, hace visibles los intereses que la movilizan, por qué “mira” y “comprende” de tal manera el mundo.

Fuente del Artículo:

https://educayfilosofa.blogspot.mx/2017/12/normal-0-21-false-false-false-es-x-none.html

Fuente de la Imagen:

https://sites.google.com/site/profangelecheverria/filosofia-de-la-educacion-1

Comparte este contenido:

Polarizados de acento pijo

Por: Sandra León

Los ciudadanos con más nivel educativo muestran afinidades partidistas más fuertes.

Una de las consecuencias de la polarización política es que disuelve los consensos que la sociedad ha ido forjando alrededor de ciertos temas. Lo vemos estos días con la evolución de la confianza en las instituciones europeas en Cataluña. Pero también ocurre en cuestiones que, por su naturaleza, uno esperaría que quedaran fuera del debate político, como las relacionadas con el medioambiente. La realidad, sin embargo, es que el debate sobre el cambio climático no escapa a la división política.

Más interesante es que el nivel educativo de los ciudadanos no suavice esa fractura. Como muestran los datos de opinión pública de Gallup, en Estados Unidos los republicanos y demócratas con más formación tienen posiciones sobre las causas y consecuencias del cambio climático más distantes que las que sostienen republicanos y demócratas con menor nivel educativo. A la hora de formarse una opinión sobre el tema, la educación no impide que ignoren el consenso científico en la materia.

La realidad es que la educación no es un factor que modere la división política, sino todo lo contrario. Los ciudadanos con más nivel educativo muestran posiciones ideológicamente más polarizadas y afinidades partidistas más fuertes. Las políticas que defienden estos ciudadanos son más coherentes con sus valores, su posición ideológica y la orientación de su voto. También son más impermeables a los cambios porque son más selectivos a la hora de aceptar nueva información: solo incorporan la que concuerde con su visión del mundo. Estas características explican por qué el aumento de la polarización desde los años ochenta en Estados Unidos se ha concentrado entre los sectores más activos y formados.

En definitiva, una ciudadanía más educada no conduce necesariamente a una política más moderada. Los ciudadanos con más formación son más partidistas, se movilizan más y los representantes políticos suelen hacerles más caso. Si además, los que tienen más ingresos están desproporcionadamente representados entre los más educados, entonces, como dice Larry Bartels, el coro de voces que mueve la política tendrá un marcado acento de clase alta.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2017/11/21/opinion/1511276353_736769.html

Comparte este contenido:
Page 45 of 56
1 43 44 45 46 47 56