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Feministas de Asturias critican a Educación por encargar a la Iglesia la formación sobre violencia machista

Redacción: Kaos en la Red

«Dejar la educación en igualdad en los máximos representantes de la lucha contra la ideología de género no tiene ningún sentido».

La Plataforma Feminista d’Asturies se va a movilizar contra el convenio de cuatro años firmado por el anterior consejero de Educación, Genaro Alonso, y la Facultad de Educación Padre Ossó, vinculada a la Iglesia católica, para contribuir a la formación del profesorado en problemas como el racismo, el acoso escolar y la violencia de género. Este último aspecto es el que irrita a los colectivos feministas de Asturias, que consideran «gravísimo que esta formación quede en manos de una institución educativa privada y religiosa, cuyo máximo representante se ha manifestado públicamente contra la ‘ideología de género’ «.

Eva Irazu, portavoz de la Plataforma, considera que «la Iglesia no parece capacitada para dar formación sobre diversidad sexual o sobre igualdad de género. Es precisamente el ideario de igualdad entre hombres y mujeres que tiene la Iglesia lo que nos ha llevado a la situación en la que estamos hoy». Irazu añade: «Dejar la educación en igualdad en los máximos representantes de la lucha contra la ideología de género no tiene ningún sentido».

El rechazo de los colectivos feministas al convenio no solo se centra en el ideario religioso del centro que aportará recursos para formar a los profesores asturianos, tanto de los colegios públicos como concertados. También censuran la actitud del exconsejero de «vaciar los servicios públicos para otorgar la formación al profesorado a una entidad privada de corte católico. Si el consejero saliente hubiera sido del PP casi hasta lo entenderíamos, pero un consejero socialista…», añade Irazu. La Plataforma asegura que «existen recursos públicos en Asturias que llevan años realizando estas labores con profesionales referentes a nivel estatal y especializados en estas materias». A juicio de los colectivos feministas «la educación del profesorado público debe ser laica y pública».

Este miércoles, a las 20 horas, en la plaza de la Escandalera de Oviedo, la Plataforma Feminista organizará una manifestación contra la firma del protocolo entre la Consejería de Educación y la Facultad Padre Ossó, pero también contra la reducción de una condena a un agresor avilesino. «Una vez más la Justicia patriarcal se muestra indulgente con los agresores machistas. El hombre que agredió brutalmente a una mujer en Avilés con el objeto de violarla ha visto reducida su condena inicial de cinco años y siete meses a dos años por la Audiencia Provincial», manifiesta la Plataforma. Y añade: «Esta reducción de la condena podía haber librado al violador de entrar en prisión, si no fuera por la intervención de la abogada feminista de la víctima, que consiguió corregir un error de cálculo de la pena, que ha sido elevada a tres años. Pero ello no subsana el daño moral infligido a la víctima».

Fuente: https://kaosenlared.net/feministas-de-asturias-critican-a-educacion-por-encargar-a-la-iglesia-la-formacion-sobre-violencia-machista/

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Podcast-Feminismo: Voces constructoras de resistencias

Redacción: OVE

Esta nueva entrega de podcast, realizado por Rose Mary Hernández invita a que repensemos un poco nuestro compromiso con el Feminismo, voz donde nos reconocemos las mujeres, constructoras de resistencias desde laconciencia de nuestro ser en el mundo y, que con el tiempo se le han sumado otros colectivos y comunidades que no quieren seguir siendo invisibles, maltratadas, discriminadas, apartadas, burladas, que tienen muchas vidas en una sola vida y aun así no se sienten vivas ni vivos.

Fuente: https://anchor.fm/otras-voces-en-educacion/episodes/Feminismo-Voces-constructoras-de-resistencias-e4s83j

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Xenofobia en Estados Unidos, combinación de causas

Por: Marcelo Colussi

“Maté en respuesta a la invasión hispana. Matar tantos mexicanos como fuera posible” (Patrick Crusius, asesino de El Paso, Texas)
Estados Unidos, autoproclamado campeón de la libertad y de la democracia, lo que menos tiene es, justamente, libertad y democracia. El espinoso tema de los migrantes indocumentados lo deja ver con palmaria evidencia.
No es ninguna novedad que Latinoamérica representa su “patio trasero”, su supuestamente natural resguardo geoestratégico, proveedor de materias primas a precios regalados y obligado cliente para sus productos. Pero además de todo ello: fuente inagotable de mano de obra barata. Muchos de los trabajos realizados en Estados Unidos son efecto de los millones de latinoamericanos que residen en su territorio, en muy buena medida, en calidad irregular en términos migratorios.
La economía del imperio conoce a la perfección ese carácter “ilegal” (en términos administrativos) de buena parte de la masa trabajadora, y se aprovecha. Siempre ha habido persecución de los inmigrantes irregulares, con lo que se consuma un descarado chantaje: esos trabajadores, huyendo de sus países de origen por la precarias condiciones socio-económicas en que sobreviven, son aprovechados por el capital norteamericano para, chantaje mediante, pagarle sueldos muy bajos en relación a la media estadounidense. Pero pese a que esos ingresos son bajos en términos comparativos, para los latinoamericanos llegados a aquel país, tales salarios representan una “salvación”. Aun viviendo en condiciones indignas, se permiten ahorrar y enviar remesas a sus familiares en América Latina y el Caribe, con lo que se atenúa un poco la grave situación en los países expulsores.
Todo el mundo sabe esto: autoridades estadounidenses y latinoamericanas. Pero estas últimas prefieren ignorar las condiciones paupérrimas y de sobreexplotación de esa masa de gente, y más aún, el calvario que deben atravesar para llegar a suelo norteamericano, por cuanto esos dólares enviados a su territorio ayudan a soportar mejor la pobreza local. De hecho, en muchos países de la región, las remesas representan entre un 15 a 20% del PIB, llegando en algunos casos hasta un tercio de su economía global. Sin dudas, ningún gobierno de la zona desea perder esa suerte de subsidio; de ahí su silencio cómplice con la desdicha de sus conciudadanos.
Por otro lado, los capitales estadounidenses sacan provecho de esa enorme masa de inmigrantes indocumentados. En una nota del The New York Times firmada por Eduardo Porter, se afirma sin vergüenza que “mientras más trabajadores crucen la frontera, inevitablemente se reducirá el costo del trabajo. Su mano de obra barata aumenta la producción económica y reduce los costos.” (…) “Ocho de los quince empleos que tendrán el crecimiento más rápido entre 2014 y 2024 -asistentes para cuidar a enfermos en el hogar, preparadores de comida, conserjes en edificios comerciales y otros trabajos similares- no requieren de ninguna preparación”, por lo que el aprovechamiento (explotación despiadada) de inmigrantes hispanos está asegurado.
¿Por qué ahora, desde la llegada a la Casa Blanca del presidente Donald Trump, se da esta lucha frontal contra los inmigrantes irregulares?
Hay en todo ello un inmoral y despreciable doble rasero: se dice una cosa, y se hace exactamente lo contrario. Ello se evidencia en varios aspectos. Por ejemplo: son denigrados y detenidos/deportados inmigrantes mexicanos y centroamericanos, pero se pone el grito en el cielo -golpes de pecho incluidos- con la población que sale de la “narco-dictadura sangrienta” de Venezuela. Habría inmigrantes “buenos” y “malos” entonces.
Como mínimo, se podrían apuntar tres causas para comprender este endurecimiento de la actual política migratoria del presidente Trump y de su equipo ultra conservador y de derecha radical.
1. Tiene un carácter electoral. Dada la gradual pérdida de pujanza de la economía estadounidense (luego de la Segunda Guerra Mundial aportaba el 52% del producto mundial, ahora no llega al 20%; la pobreza crece entre sus ciudadanos), el mensaje proselitista de Trump buscó encender pasiones en la clase trabajadora de su país, buscando una explicación sencilla, mecánica, efectista. La apelación a un chivo expiatorio como los “migrantes que roban puestos de trabajo” es un buen expediente. Ante una situación de crisis que no cesa, la masa ciudadana estadounidense puede “dejarse” convencer con facilidad con esa pseudo-explicación. De hecho, evidentemente, pudo votar a favor de ese discurso xenófobo, y no sería improbable que pueda volver a hacerlo en las próximas elecciones. De todos modos, la causa de la pérdida de dinamismo de esa economía no son los extranjeros indocumentados: es la crisis general del capitalismo y la recomposición a nivel global del sistema, con nuevos polos que empiezan a destronar a Estados Unidos.
2. Racismo y xenofobia extremos. El llamado a levantar muros inexpugnables se fundamenta en un racismo visceral que atraviesa buena parte de la cultura media estadounidense (ver video inicial), de la cual Donald Trump es un claro exponente. En algunos de sus ya famosos mensajes por redes sociales, en el 2018 dijo que los migrantes latinoamericanos son “muy malos”, y no son personas, sino animales; y los lugares de donde provienen son “países de mierda”. De ahí la necesidad de defenderse a muerte de esa “invasión”. Como lo dicen Lajtman y Romano, en esa lucha contra los presuntos “invasores” “Algunas medidas concretas son la instalación de brigadas de seguridad privada, drones, sistemas de geolocalización, cámaras de vigilancia en los trenes y puntos estratégicos; construcción de bardas y equipos de alarma y movimiento alrededor de las vías.” Por lo pronto el gobierno federal tolera grupos civiles armados (no autorizados legalmente) que se constituyen en “cazadores” de inmigrantes que cruzan la frontera, matándolos a sangre fría. Todo ello es el telón de fondo que permitió/incitó a un asesino como el citado en el epígrafe a aniquilar “invasores hispanos”. Aunque luego de esa matanza Washington se vio obligado a “condenar el racismo, la intolerancia y la supremacía blanca (…) pues “el odio no tiene lugar en Estados Unidos”, el verdadero mensaje lanzado por el presidente, y aceptado por buena parte de la población, es de chovinismo extremo. De ahí estos grupos supremacistas blancos de “cacería de mojados”. Así nació el nazismo en los años 30 del pasado siglo en Alemania. Lo que se está viviendo en el Estados Unidos actual, azuzado por un presidente blanco supremacista que ve con buenos ojos al Ku Klux Klan, no es muy distinto.
3. El chantaje económico que persiste. Es absolutamente mentira que los latinoamericanos y caribeños que llegan en condiciones paupérrimas al “sueño americano” disputan puestos de trabajo con ciudadanos estadounidenses. Eso es una ignominiosa falacia. El endurecimiento de las condiciones migratorias, además de los motivos antes señalados, sigue siendo un buen mecanismo para el capital, a modo de mantener en su nivel más bajo posible los salarios. Se podría decir: “ejército de reserva industrial” a nivel global. Una buena masa de desocupados/desesperados proveniente de países empobrecidos sirve para ser chantajeada ya en suelo norteamericano, azuzándola con el fantasma de la “Migra” y las posibles deportaciones. Es decir: se le fuerza a trabajar en las peores y más insanas condiciones, so pretexto de ser deportada. ¿Dónde quedan las tan cacareadas libertad y democracia entonces?
Definitivamente el acuciante problema de las migraciones irregulares cada vez más masivas, que se dan tanto hacia Estados Unidos (provenientes de América Latina) como en Europa (proveniente de África y de Medio Oriente), es una muestra evidente del agotamiento del sistema capitalista.
La solución no puede ser nunca levantar muros o impulsar políticas y sentimientos xenofóbicos; la única solución es atacar de raíz las causas por las que 1,000 personas diarias llegan huyendo de la pobreza a estas supuestas islas de salvación. Y está visto que el capitalismo no quiere ni puede ofrecer esas soluciones.
Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=259116
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Ni víctimas, ni vencidos

Ni víctimas, ni vencidos

Ollantay Itzamná

Las y los indigenistas (sean activistas o académicos), regularmente suelen asumir a las y los indígenas como víctimas y/o vencidos por los poderes hegemónicos. De allí proviene, en buena medida, su filantropismo “étnico”.

Al asumir y presentar a un indígena como víctima, irremediablemente se le anula su condición de sujeto. Y, al asumirlo como vencido se reifica  la condición de “arrodillado” y “anulado políticamente”. En estas dos presunciones de: “víctima” y “vencido” se asienta el culturalismo apolítico y estéril que evitó y evita procesos de emancipación de los pueblos.

Las y los indígenas conscientes, y en disputa constante por consolidar proyectos emancipatorios, no somos víctimas, somos sujetos. No estamos vencidos, fuimos derrotados, y las inconclusas historias aún no han terminado. Estos y otros dispositivos fecundos son los que nos mueven y mantienen perseverantes en nuestras apuestas libertarias.

La conciencia de ser sujetos (no víctimas) y derrotados circunstanciales (no vencidos) nos previene de la “resignación apolítica”, y es nuestro antídoto al culturalismo oportunista que convirtió a muchos de los nuestros en plañideros folclóricos.

¿Por qué indígenas optamos por el indigenismo y/o victimismo?

El indigenismo entre los indígenas surgió en simetría con el acceso indígena a la academia occidental. La academia hegemónica, en buena medida, hizo de los pocos indígenas con títulos, “profesionales fashion bien portados”. Y, para mantenerse en su nuevo estatus el indígena “ilustrado”, “intelectual”, necesariamente tenía que ser un “actor” apolítico.

Es decir, no desafiar al sistema. Debía y debe distraerse y distraer a los suyos con discursos sobre trajes, “lenguas”, folclor, rituales, etc., ¡Jamás meterse en política para acompañar postergados proyectos de liberación de los pueblos”.

Otro factor  para el florecimiento del indigenismo y el victimismo folclórico fue y es el financiamiento y becas de la cooperación internacional. Indígenas que ascendieron social y académicamente, en varios casos, fueron cooptados por los Estados criollos, y en la mayoría de los casos fueron empleados por la cooperación internacional y las ONG. Y estas entidades, por sus fuentes de financiamiento, y los intereses que representan, promueven una “ciudadanía” apolítica. Ni Evo Morales (caso Bolivia), ni Thelma Cabrera (caso Guatemala) provienen de  las constelaciones de la cooperación internacional.

El victimismo es tan letal como el racismo

El racismo es una construcción sociopolítica con la finalidad de anular la capacidad de acción emancipatoria a los y las subalternas. De la misma manera, el victimismo indígena anula la capacidad de resiliencia y acción política emancipatoria a los vencidos. En ese sentido, el racismo es al victimismo como el monoculturalismo es al muticulturalismo. Letales ambos.

Urge no distraernos con la victimización. El sistema racista y patriarcal no cambiará jamás si acaso nuestro horizonte de acción se reduce únicamente a la “incidencia política”. Debemos constituirnos en sujetos políticos para promover procesos de cambios estructurales a nivel de los estados y de las sociedades, incluso cuando esta apuesta ponga en peligro el confort que nos reditúa el culturalismo apolítico.

Ollantay Itzamná

Defensor latinoamericano de los Derechos de la Madre Tierra y Derechos Humanos

https://ollantayitzamna.wordpress.com/

@JubenalQ

Autor: Ollantay Itzamná

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En Israel, una minoría etíope se enfrenta al racismo

Redacción: Clarín

La comunidad, que empezó a llegar al país en 1991, afirma que no recibe las mismas oportunidades que los demás.

l único recuerdo que Izra Ayalo, de 25 años, no puede sacudirse fue el momento en que el oficial le dijo a un comandante: “Mira esto”, y volvió a alzar el puño.

“Desde entonces he tenido un agujero en el corazón”, dijo.

Izra Ayalo dijo que fue arrestado 10 veces bajo cargos falsos. Cuatro de sus arrestos fueron eliminados (Jonas Opperskalski para The New York Times).

Izra Ayalo dijo que fue arrestado 10 veces bajo cargos falsos. Cuatro de sus arrestos fueron eliminados (Jonas Opperskalski para The New York Times).

No es el único. El fatal tiroteo policial contra un adolescente etíope-israelí desarmado el 30 de junio desencadenó protestas iracundas y a veces violentas en ciudades de todo Israel, obligando a una evaluación nacional de lo que es, a decir de los israelíes de raza negra, una historia de racismo endémico, sobre todo en lo que se refiere al trato por parte de la policía.

Los etíopes-israelíes, una pequeña minoría de 150.000 en un país de 9 millones de habitantes, dicen que esperan que el asesinato de Solomon Tekah, de 18 años, sea por fin su momento. La policía asesinó a al menos cuatro etíopes-israelíes desde 1997. Otros siete fueron registrados como suicidios o murieron después de encuentros con la policía. Nueve de los 11 tenían menos de 25 años.

“Todos tenemos historias como ésta”, dijo Ayalo, que trabaja en la ciudad de Netanya, donde está la mayor concentración de etíopes-israelíes del país. Dijo que sus antecedentes penales contenían 10 arrestos falsos, cuatro de los cuales han sido eliminados hasta ahora.

“Saben que no tenemos dinero para abogados”, dijo. “Saben que no podemos defendernos”.

En 2015, cuando dos oficiales fueron captados en vídeo golpeando a un joven soldado de origen etíope en un ataque sin provocación, el gobierno formó una comisión para erradicar el racismo. Encontró políticas y prácticas discriminatorias contra los etíopes-israelíes en la educación, la atención médica, el empleo y el Ejército, así como por parte de la policía. Se encontró que los etíopes eran acusados y encarcelados en proporciones mucho mayores que otros israelíes.

Cuando la ola más grande de unos 14.000 judíos etíopes llegó en 1991 en un transporte aéreo secreto, los israelíes se regocijaron y los inmigrantes besaron el piso. Pero la integración no fue fácil.

“La idea era que se desarrollarían mejor como comunidad”, dijo Isaac Herzog, un ex ministro de servicios sociales y bienestar que ahora preside la Agencia Judía, que se encarga de la inmigración. “Ese fue un error histórico”.

Según un estudio, sólo el 20 por ciento de los etíopes-israelíes que crecieron aquí tienen un título académico, en comparación con el 40 por ciento del resto de la población judía. El ingreso mensual de los hogares es casi un tercio más bajo que el promedio nacional.

“Es muy difícil para una persona negra tener las mismas oportunidades”, dijo Alamito Itzhak, de 32 años, de Netanya, quien dijo haber obtenido un certificado de maestra, pero trabaja como cajera en un supermercado. “A la gente le cuesta mucho verte como igual”.

Las autoridades dicen que ha habido avances. El ministerio de Justicia indicó que existe “una disminución en la vigilancia policial excesiva” y “una mejoría significativa en las interacciones de la policía con jóvenes etíopes-israelíes”.

En los años 80, cuando Zion Getahun era adolescente, caminó cientos de kilómetros desde Etiopía hasta Sudán, desde donde fue trasladado a Israel.

Había crecido escuchando el sueño de su abuela de llegar a Jerusalén. Llegar ahí fue “como tocar la luna”, dijo.

“¿Es éste el Israel con el que soñamos?”, añadió Getahun. “Es una pregunta que me hago”.

Fuente: https://www.clarin.com/new-york-times-international-weekly/israel-minoria-etiope-enfrenta-racismo_0_ONTYmTzcfc.html

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Angela Saini, autora de ‘Superior’: “Los racistas intentan presentar sus argumentos con ciencia para que su retórica funcione”

Redacción: SINC

La periodista de ciencia Angela Saini analiza en su nuevo libro Superior el resurgimiento de la ciencia racial y del racismo científico. Teme que esta ‘resurrección’ sea debida al auge de la ultraderecha y el nacionalismo, y considera que la raza es, ante todo, una cuestión de poder.

En 2017 la periodista de ciencia Angela Saini (Londres, 1980) publicó Inferioruna crítica al sexismo que ha afectado a la ciencia desde Darwin. Dos años más tarde la británica completa la serie con Superior, en el que analiza la ciencia (y pseudociencia) que ha estudiado las diferencias humanas y el racismo que las rodea.

Superior muestra el yin y el yang del estudio de las razas humanas. Por un lado, Saini habla con prestigiosos investigadores de la talla de Svante Pääbo, David Reich, Robert Plomin y Jonathan Marks. Por otro, se adentra en el lado oscuro de la academia, donde un círculo endogámico publica ideas del siglo anterior en revistas sin impacto y de sospechosa financiación.

Quedamos con Saini en una cafetería del centro de Londres, a escasos metros del Museo Británico con el que comienza Superior. La periodista teme que la ciencia racial esté aprovechando el resurgimiento de los nacionalismos y la ultraderecha para regresar de los rincones más tenebrosos del siglo XX. No es para menos: dos días antes de la entrevista la escritora había borrado sus perfiles en redes sociales, frustrada ante el acoso racista sufrido en Twitter. Precisamente esta semana volvía a tuitear desde su cuenta, agradecida por las denuncias de acoso de miles de usuarios.

“Páginas racistas y neonazis hablaron de mi libro. Reporté los insultos más atroces a Twitter, pero en la mayoría de casos no hicieron nada”

¿Ha sufrido más acoso que cuando publicó Inferior?

Sí, en parte porque era menos conocida entonces. Además, en Superior llamo por su nombre a neonazis, que se comunican entre ellos y estaban listos para atacar. Tienen una visión política muy fuerte. El sexismo aparece en todas las sociedades, pero el racismo tiene otro tinte político.

¿Por qué dejó Twitter?

En las últimas semanas páginas racistas y neonazis hablaron de mi libro. Reporté los insultos más atroces a Twitter, pero en la mayoría de casos no hicieron nada. También había comentarios sexistas, está siempre conectado. Me fui porque hay que darles el mensaje a estas empresas de que si se van a quedar sentadas permitiendo el acoso, entonces nos iremos.

¿Se refiere a Quillette? Lo digo porque además de hablar de su libro, han recibido críticas recientes por señalar a periodistas.

Me refiero a webs más oscuras, aunque hoy está todo mezclado. Es muy difícil saber dónde están las fronteras, mira quiénes comentan. ¡Son los mismos! La gente que habla de mí en 4chan es la misma que habla de mí en Quillette.

Final UK cover

Usted habla del “retorno de la ciencia racial”, en la misma línea que un artículo de The Guardian que advertía de su “resurrección”. ¿De verdad se había ido?

Su popularidad va y viene, según la política del momento. Ahora, con el ascenso de la ultraderecha y los nacionalismos, esta gente se ha vuelto poderosa e intenta proteger su visión del mundo. Algunos están muy bien educados e intentan encajar su racismo con lo que saben. Eso implica retorcer y manipular los hechos.

Su arrogancia intelectual les hace pensar que entienden cosas que a la ciencia mayoritaria se le escapan. Intentan presentar sus argumentos con ciencia para reforzar la idea de que somos diferentes y que su retórica funcione. Por eso ahora tiene una popularidad que quizá no tenía antes, aunque es verdad que nunca se fue.

Hubo gente que malinterpretó Inferior asegurando que usted negaba las diferencias entre hombres y mujeres. ¿Teme que pase algo parecido con Superior?

Se asume que soy algún tipo de negacionista de la raza, que digo que no hay variación entre humanos. ¡Por supuesto que la hay! No digo eso en absoluto, es una malinterpretación deliberada. Lo que planteo es que la variabilidad humana no casa bien con nuestra visión de las categorías raciales. Esto no es algo controvertido, lo afirman los científicos todos los días. Hay variaciones estadísticas entre las poblaciones; no profundas, sino sutiles y no muy significativas.

Entonces, ¿sí existen las razas?

La raza es un constructo social, lo que quiere decir que existe. Que algo sea cultural no implica que no exista. De hecho, tiene repercusiones biológicas, como las tiene el género, por la desigualdad. La esperanza de vida de los afroamericanos es inferior a la media; no es por genética, es porque la raza tiene poder en nuestra sociedad. Por eso se investiga como una entidad cultural. Como entidad biológica tiene mucho menos significado que las diferencias socioeconómicas y la dieta.

Me sorprendió el capítulo sobre la medicina racial. ¿No funciona?

“Decir que la ciencia está libre de ideología es cada vez menos sostenible, el estudio del comportamiento humano fue político desde el principio”

A mí también me sorprendió. En India hay una alta tasa de diabetes. Puede ser en parte por la genética, pero sobre todo se debe a que los ricos abusan de la mantequilla, la sal y el azúcar, y asocian vivir bien con el sedentarismo. ¡Así por supuesto que va a haber diabetes! Es fatalista pensar en estas cosas en términos raciales, pero lo hacemos porque resulta fácil.

Ya existen casos de personas a las que la ciencia ha dicho que no pertenecen a la raza con la que se han identificado toda la vida. ¿Veremos más casos conforme los test genéticos se popularicen aún más?

Sí, y conforme las sociedades se hagan más mixtas. Ya tenemos problemas para colocarnos en estas categorías ‘duras’, lo que muestra su arbitrariedad. En América ser negro significa algo muy diferente que en Sudáfrica, Australia, Reino Unido o India. Tienen un significado diferente según el lugar, siempre lo han tenido y siempre lo tendrán. Tenemos que aceptar que la raza es un constructo social.

En Superior conecta el racismo científico con Trump y el Brexit. ¿Se puede separar ciencia e ideología?

Decir que la ciencia está completamente libre de ideología es cada vez menos sostenible. Algunas disciplinas como la física teórica quizá [ríe], pero el estudio de los seres humanos y su comportamiento fue político desde el principio. Sugerir lo contrario es negar que tenemos sesgos. Cualquiera que estudie las diferencias humanas y diga “estoy libre de sesgos, soy completamente objetivo” se engaña a sí mismo. De hecho, hacen más daño, porque a menos que sean conscientes de sus prejuicios serán incapaces de controlarlos.

“Quien estudie las diferencias humanas y crea que está libre de sesgos se engaña a sí mismo”

¿Qué responsabilidad ha tenido la ciencia en la supervivencia del racismo científico?

Tu visión del mundo depende de las lentes con las que lo mires. Los humanos vivimos de formas muy diferentes y cambiantes. Al observar quiénes somos solo capturas una instantánea de ese momento y lugar, de ese grupo de gente y de su cultura. El estudio de la naturaleza humana intenta ver quiénes somos si quitamos todas las capas. Lo que yo argumento es que es imposible quitarlas todas, porque la cultura nos da forma desde el segundo en el que nacemos. No se pueden separar unas cosas de las otras.

Dice al final del libro que, en lo que respecta a las razas, “la historia tiene las respuestas, la ciencia no puede ayudar”. ¿No puede?

No podemos asumir que la raza tenga un significado biológico porque sabemos que no es verdad. No hay dudas sobre eso, la ciencia es clara. Uno de los argumentos que expongo en Superior es que los científicos necesitan conectar con las ciencias sociales para conseguir una imagen más completa de quiénes somos. No podemos estudiar a los seres humanos en el vacío. Podemos [investigar sobre las razas] si somos humildes, reconocemos nuestros sesgos y leemos las investigaciones en ciencias sociales.

Es imposible tratar este tema sin hablar de genes e inteligencia. Si hay diferencias poblacionales en cuestiones como la tolerancia a la lactosa, ¿por qué la inteligencia debería ser diferente?

Las diferencias entre grupos son estadísticas, no existen ‘genes de raza’. Además, si hablamos de tolerancia a la altitud, no significa que el resto de características de ese grupo sea también diferente. Por último, estas variaciones tienen que ver con la supervivencia, como la capacidad de aguantar la respiración. La inteligencia depende de miles de genes ¿Por qué estarían más concentrados en ciertos grupos? No hay evidencia genética ni evolutiva que lo sugiera. Da igual la sociedad en la que vivas: ser inteligente es beneficioso.

“Ya sea por razones de género, raza o clase, cuando se esgrimen ciertos argumentos genéticos siempre es para defender el poder”

Pero todavía hay gente que insiste en que los resultados de cociente intelectual (CI) difieren entre razas y culturas por motivos genéticos.

En primer lugar [los tests de CI] no son muy de fiar para medir la inteligencia. En segundo lugar, ¡tienen una carga cultural tan grande! No puedes coger a un grupo de gente que no ha crecido en la misma cultura ni tenido el mismo nivel de educación y luego compararlos con niños cuyas circunstancias son diferentes. Robert Plomin me lo dijo. Él, que defiende el hereditarianismo, no ve valor en esto ni sabe cómo hacerlo.

Existe un submundo bastante oscuro al margen de la academia que defiende, por ejemplo, que el ser humano está perdiendo inteligencia por culpa de los pobres y los inmigrantes. ¿Está todo conectado?

Durante cientos de años han defendido que en lo más profundo de nuestro interior somos diferentes. Lo interesante es que este debate no siempre ha sido con razas, sino con clases. Al comienzo de la historia de la eugenesia, se temía que los pobres fueran congénitamente incapaces y mentalmente débiles. Si no mejoraban a lo largo de las generaciones era porque pasaban su debilidad a sus hijos. Esto se aplica a los debates raciales, con la idea de que hay grupos que no cumplen los estándares genéticos del resto y que no deberían entrar en el país y reproducirse.

Por eso al final del libro llego a la conclusión de que todo esto trata sobre poder. Va de un grupo de gente que tiene poder diciéndole a otros que ellos no merecen tenerlo, que deberían ser controlados, que tienen menos derecho a vivir. Ya sea por razones de género, raza o clase, cuando se esgrimen estos argumentos genéticos siempre es para defender el poder.

Poder y también la necesidad de crear el mito de una nación. Usted relaciona el colonialismo con el origen del concepto moderno de raza. ¿Tenemos todavía esta mentalidad en países como Reino Unido y España?

La retórica paternalista de la civilización benevolente que cuida de otra más débil todavía se ve aquí con el Brexit, como resultado de lo mal que se ha enseñado la historia del imperio británico. ¿Asumimos que el final de la historia ya está escrito y no habrá otros ganadores en el futuro? Claro que los habrá, ya lo estamos viendo con países como China e India.

“Ser imparcial con el racismo es lo mismo que serlo con los negacionistas del cambio climático y los terraplanistas. ¿Por qué alimentar esa idea de que hay dos bandos opuestos y equivalentes?”

El orden mundial está cambiando y eso provoca inseguridad por perder un control que sentimos que se nos debe de forma natural. Y suponemos esto porque las ideas de superioridad e inferioridad han calado en el subconsciente. Puede que algún día haya museos en Singapur con artefactos europeos, como sucede con el Museo Británico. La arrogancia hace pensar a los constructores de imperios que el suyo durará para siempre.

En ese sentido, también critica los test de ancestros. ¿Aumentarán los nacionalismos su popularidad?

Ya hay gente que se los hace para reforzar su idea de quiénes son. En Israel los están usando para determinar si alguien es judío o no, imagina que esa tecnología hubiera existido en la década de 1930. Me parece muy oscuro que todos, no solo la extrema derecha, hayamos comprado esta idea que biologiza la raza de forma inapropiada y refuerza en nuestras mentes que debe haber genes raciales. En realidad, los test muestran con quién puedes estar relacionado vagamente, pero no encuentran ‘genes europeos’ o ‘genes asiáticos’ porque no existen.

En Superior señala la Ilustración, un periodo que muchos reivindican hoy, como origen del problema del racismo científico. ¿Por qué?

La Ilustración reforzó ideas políticas que ya estaban ahí y las endureció con ciencia. Pasó lo mismo con el colonialismo y los genocidios que vimos en el siglo XIX. ¿Habrían ocurrido sin la ciencia occidental? Probablemente, pero la ciencia dio fuerza a estas ideas y legitimidad a estos constructos raciales, que hizo parecer más rígidos de lo que eran antes.

“No hay una conspiración: si la ciencia racial tiene problemas para publicar su trabajo, se debe a que no es muy bueno”

Me divirtió leer que, hace 70 años, ya se hablaba de cómo la censura y la corrección política estaban dañando la ciencia por culpa de “irracionales negacionistas de la ciencia”. Quienes repiten eso hoy, ¿son tan novedosos como piensan?

Les gusta presentarse así. Lo que me fascinó fue ver qué inteligentes habían sido al manipular el discurso usando eufemismos, hablando de libertad de expresión, libertad académica y diversidad de opiniones, para acomodarse en el discurso mayoritario. Hoy universidades y medios los apoyan sin darse cuenta de que son los herederos intelectuales directos de la eugenesia nazi. Han cambiado su forma de hablar, pero dicen lo mismo. Los hemos dejado entrar y ahora hay políticos que usan la misma retórica de hace 70 años.

Me recuerda a los ‘debates’ entre evolucionistas y creacionistas, o entre médicos y homeópatas. ¡No hay punto intermedio entre ser racista y no serlo!

Acabo de hacer una entrevista en la BBC y, tras contar el racismo que he vivido online, el entrevistador me dijo “voy a poner mi imparcialidad a un lado y decir que eso es terrible”. Yo pensaba: “¿Cómo puedes ser imparcial con el racismo?”. Es lo mismo que con los negacionistas del cambio climático y los terraplanistas. ¿Por qué seguimos alimentando esta idea de que hay dos bandos opuestos y equivalentes? Nunca los hubo. Solo hay hechos que están bajo escrutinio y siempre deberían estarlo. El poder contra el que luchamos aquí es la ideología de extrema derecha, no la ciencia. Si no podemos reconocerlo, entonces les estamos facilitando el trabajo.

¿Es tan preocupante? Me da la impresión de que es un círculo endogámico, que publica en sus revistas sin impacto y carecen del respecto del resto del mundo académico.

Es un círculo rígido, pero en sus bordes hay profesores de universidad y políticos. El velo se está levantando sobre ellos, mucha gente ha investigado y les está resultando más difícil mantener las apariencias. Es estremecedor que haya revistas serias que permitan a esas gentes estar en sus comités editoriales. Por ejemplo, Gerhard Meisenberg y Richard Lynn estaban en el comité editorial de Intelligence y contacté con el editor de la revista, que lo defendió por motivos de libertad académica. Después de escribir un artículo en The Guardian, a finales de 2018 habían quitado a Meisenberg. Pero el problema no se ha solucionado, otros no han hecho nada.

“Los estereotipos culturales han dado un significado a las etiquetas y una vez le hemos puesto una a alguien, sentimos que ya sabemos algo sobre esa persona”

Hoy, como dice uno de los investigadores en Superior, ¿“miramos a la ciencia como una racionalización de las ideas políticas”?

La ciencia tiene un poder en la sociedad que nada más tiene. Se considera objetiva, racional y legítima. Si parece un hecho científico, entonces no puede ser racista. Es lo que los racistas dicen en internet: “a los hechos no les importan tus sentimientos”, ignorando que los hechos no están de su lado. Lo venden como si estuvieran reprimidos por una conspiración que intenta silenciarles, mientras que ellos defienden la buena ciencia y son como Galileo o Copérnico.

Es extraño que alguien compre este argumento y lo que me impresiona es que mucha gente lo hace. No tengo problemas con los hombres blancos, lo tengo con quienes aseguren que la ciencia está de su parte, cuando no lo está. No hay una conspiración: si la ciencia racial tiene problemas para publicar su trabajo, se debe a que no es muy bueno.

Al final, como ellos dicen, “a los hechos no les importan tus sentimientos”.

No, pero no podemos usar eso con ellos, ¿verdad? [ríe].

Parece que el ser humano que necesita pensar en categorías como razas o naciones. ¿Qué podemos hacer?

Yo intento tratar a cada persona como un individuo, porque más del 95 % de las diferencias entre personas son individuales. Es algo difícil, yo también tengo muchos sesgos y estereotipos, pero no se me ocurre otra forma de actuar. Los estereotipos culturales han dado un significado a las etiquetas: una vez le hemos puesto una a alguien, sentimos que ya sabemos algo sobre ese alguien. En lugar de ver a cada persona como crees que es, hay que darle la oportunidad de que muestre quién es de verdad.

Fuente: https://www.agenciasinc.es/Entrevistas/Los-racistas-intentan-presentar-sus-argumentos-con-ciencia-para-que-su-retorica-funcione

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Bolsonaro anuncia la suspensión de un concurso para transgéneros en una universidad

Redacción: Agencia EFE

El Ministerio de Educación de Brasil (MEC) intervino ante una universidad federal del país para que suspendiera un proceso de selectividad que reservaba 120 vacantes para personas transgénero e intersexuales, informó este martes el presidente brasileño, el ultraderechista Jair Bolsonaro.

El mandatario anunció en sus redes sociales que la Universidad de Integración Internacional de la Lusofonía Afro-Brasileña (Unilab) suspendió la convocatoria de manera «inmediata» después de una «intervención» de la cartera de Educación.

Unilab «lanzó una selectividad para candidatos TRANSEXUALES, TRAVESTIS, INTERSEXUALES y personas NO BINARIAS», escribió en mayúsculas el mandatario, quien añadió que, tras la «injerencia del MEC», la rectoría «se ha posicionado por la suspensión inmediata de la convocatoria y su posterior anulación».

En una nota, el Ministerio de Educación dijo que ha cuestionado «la legalidad del proceso selectivo» en Unilab a través de la Procuraduría General de la República porque la Ley de Acciones Afirmativas de Brasil -que busca ampliar la inclusión de grupos minoritarios en las universidades públicas- no «prevé plazas específicas para el público objetivo del citado certamen».

«La universidad no presentó un dictamen con base legal para la elaboración de una política afirmativa de cuotas, de acuerdo al edicto lanzado la pasada semana», afirmó la cartera.

En la convocatoria, la institución federal, creada en 2010, explica que el edicto fue lanzado para reemplazar 120 vacantes en diversas carreras que se produjeron ante el abandono de estudiantes que habían sido previamente seleccionados para dichas plazas.

El proceso selectivo estaría compuesto de dos etapas: la evaluación de un memorial con relatos de las historias de vida y expectativas de cada candidato y la composición de un escrito.

En el escrito, el tema podría ir desde la «representatividad de personas transgénero e intersexuales en las redes sociales» hasta «los desafíos de la familia contemporánea», pasando por las políticas de inclusión social en el mercado laboral, prácticas de combate al acoso escolar y la «identidad y empoderamiento social».

Según la Constitución brasileña, las universidades federales cuentan con autonomía «didáctica-científica, administrativa y de gestión financiera y patrimonial», es decir, tienen libertad para tomar decisiones independientes y no dependen del respaldo del presidente o de cualquier otro órgano público.

De acuerdo a un estudio publicado el pasado mayo por la Asociación Nacional de los Dirigentes de las Instituciones Federales de Enseñanza Superior (Andifes), tan solo un 0,2 % de los universitarios brasileños son transgénero.

Desde que asumió la Presidencia de Brasil el pasado 1 de enero, Bolsonaro, un polémico capitán de la reserva del Ejército debido a sus declaraciones consideradas homófobas, racistas y machistas, emprendió una cruzada contra las universidades públicas y el sistema educativo del país, que considera un embrión de la ideología de izquierdas.

Fuente: https://www.efe.com/efe/america/portada/bolsonaro-anuncia-la-suspension-de-un-concurso-para-transgeneros-en-una-universidad/20000064-4024426

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