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Actualicemos el concepto de Educación y reiniciemos la escuela | Gustavo de Elorza | TEDxMarDelPlata (Video)

Argentina / 21 de octubre de 2018 / Autor: TEDx Talks / Fuente: Youtube

Publicado el 29 jul. 2014

This talk was given at a local TEDx event, produced independently of the TED Conferences. ¿Por qué pasan cosas más interesantes fuera de escuela, que dentro de ella?

Se desempeña como director del nivel secundario en el Colegio Modelo Isaac Newton, asimismo trabaja como asesor en diferentes instituciones de la ciudad, en el área de educación virtual.

Es especialista en el área de Educación y Nuevas Tecnologías de la Dirección Provincial de Educación Secundaria, para la Provincia de Buenos Aires. Es Miembro del equipo de Diseño Curricular de dicha dirección.

About TEDx, x = independently organized event In the spirit of ideas worth spreading, TEDx is a program of local, self-organized events that bring people together to share a TED-like experience. At a TEDx event, TEDTalks video and live speakers combine to spark deep discussion and connection in a small group. These local, self-organized events are branded TEDx, where x = independently organized TED event. The TED Conference provides general guidance for the TEDx program, but individual TEDx events are self-organized.* (*Subject to certain rules and regulations)

 

 

 

 

Fuente: https://youtu.be/Iv3HaTkzAmk

ove/mahv

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Darío Sztajnszrajber, el profe de filosofía que la rompe en Argentina

Argentina / 21 de octubre de 2018 / Autor: Karen Espíndola / Fuente: El Desconcierto

Darío se ha convertido en un fenómeno en el país trasandino logrando sacar del aula a la filosofía, llevándola a la radio, la televisión, ¡y a las calles!. Sus últimos libros son “¿Para qué sirve la filosofía? (2013) y “Filosofía en 11 frases” (2018). El 6 y 7 de noviembre estará en Chile y nos adelanta sus reflexiones y propuesta en una conversación con El Desconcierto.

“Yo diría que la filosofía en sí misma es un ejercicio de desnaturalización permanente, y en eso radica su fuerza y también su molestia”.

Es docente de filosofía de la Universidad de Buenos Aires y su apellido se pronuncia –según reza la biografía de su Twitter (@sztajnszrajber)– “Shtain-Shraiber”. Darío se ha convertido en un fenómeno en el país trasandino logrando sacar del aula a la filosofía, llevándola a la radio, la televisión, ¡y a las calles! Sus últimos libros son “¿Para qué sirve la filosofía? (2013) y “Filosofía en 11 frases” (2018). Este último, lleva 23 semanas entre los más vendidos de Argentina. Pero Sztajnszrajber no es solo un docente, escritor y comunicador innato. También ha sido un comprometido luchador por la emancipación de la mujer.

Y aunque tiene una pesada agenda recorriendo Argentina con sus charlas, se detuvo por un momento para contestar algunas de nuestras inquietudes sobre la filosofía, la religión, su posición frente al debate acerca del aborto y su próxima visita a Chile, en el mes de noviembre.

– Hace unos meses atrás, en Chile se puso en cuestión la enseñanza de la filosofía (idea que finalmente no prosperó). Por su parte, la enseñanza de educación cívica fue eliminada de la malla curricular obligatoria en 1998 y solo el 2019 volverá a ser obligatoria bajo el nombre de “Educación Ciudadana”. ¿Qué te parece esta situación? ¿Qué importancia le das a la enseñanza de la filosofía y la educación cívica en los colegios?

-Creo que todo intento de extirpar de la currícula la disciplina filosofía es una manera que tiene la educación de inmunizarse así misma de sus propias contradicciones, porque básicamente lo que la filosofía genera al interior de una currícula, casi como una voz de alerta socrática, es recordar que no estamos produciendo entidades subjetivas al servicio de un dispositivo gerentocrático sino que reviviendo la vieja paideia griega. Lo que estamos es formando seres conscientes de sus propias ambigüedades, de su propia contingencia, y sobre todo de la necesidad de construcción con otro. Obviamente la filosofía es un espacio anti disciplinario, que tiene que vérselas con las paradojas de promover pensamiento crítico en un marco normativo, pero que más allá de eso, siempre resultó una materia molesta porque de algún modo está provocando en los alumnos el cuestionamiento permanente de aquello que van vivenciando en su cotidianidad. Entonces, lo fácil en todo proceso de autoinmunidad, es sacarse de sí mismo lo que uno considera elementos nocivos, pero sabemos como muchas veces termina la autoinmunidad, generando esta especie de manías de seguridad o de obsesión de defensa contra sí misma que muchas veces termina autodestruyéndose.

-Ligado al tema educativo, un científico y escritor que he seguido últimamente, Richard Dawkins, afirma que el adoctrinamiento religioso infantil debiera ser considerado una especie de abuso infantil. ¿Qué opinas?

-Yo creo que el abuso del que habla Dawkins es igualmente pensable para todo abordaje dogmático de cualquier disciplina. Yo creo que el adoctrinamiento religioso, que se encierra en su concepción metafísica como única verdad, obviamente tiene un profundo rasgo antidemocrático. Pero te soy sincero, me hace más ruido cuando el pensamiento supuestamente crítico o ateo en el caso religioso, termina siendo más religioso que el religioso, haciendo del lema ateo, un dogma. Yo creo que el problema no es la religión sino el dogmatismo y creo que en ese sentido si uno liberase lo religioso de sus dogmas, se encontraría con textos, reflexiones y preguntas fascinantes. De hecho, gran parte de la filosofía o incluso de la ciencia, y ni hablar de la política, permanentemente están secularizando y resignificando motivos religiosos. Entonces, como decía Nietzsche, el problema con la muerte de dios no es dios sino la verdad, de la cual dios es solo una imagen más. Habremos matado a dios –dice Nietzsche en La Gaya Ciencia– pero aún seguimos adorando sus sombras, y a veces esas sombras son las que construyen estas prisiones en las que estamos encerrados. O tal vez dios sea siempre una sombra de la que uno cree que no puede salir.

Digo, en conclusión, es evidente el dogma religioso, y estamos todos del otro lado junto a Dawkins, combatiéndolo, pero también está buenísimo que nos peleemos contra todo dogma, incluso contra aquellos que a nombre del dogma cuestionan el dogma religioso, porque terminan reproduciendo –en el fondo– lo mismo que quieren combatir.

– ¿Crees que en la actualidad es necesaria la idea de un dios?

-A mí me parece claro el esquema. O sea, retomando la pregunta anterior, incluso te diría que el problema es “La Verdad” –con mayúscula– más que con qué contenido rellenamos ese dispositivo de producción de lo verdadero. Y en ese sentido creo que tanto un creyente como un ateo están reproduciendo una metafísica, de manera soterrada, porque ambos en algún punto sostienen afirmaciones desde la verdad y a mí por lo menos me hace ruido eso: la posibilidad de acceder de modo tan taxativo a una verdad. Yo no podría firmar con tanta soltura que no hay algo más, del mismo modo que podría afirmar, con mucha soltura, que ninguna de las interpretaciones dogmáticas de las religiones institucionales a mí me convence, porque no me pueden dar una respuesta acerca de esa pregunta.

Por eso creo, de nuevo siguiendo a Nietzsche –y a Derrida también–, que no se trata de matar a Dios, sino que se trata de, una vez muerta la verdad, entender la metáfora de Dios en función de nuestras necesidades existenciales (por llamarlo de algún modo). Y entonces, sí creo que hay una necesidad siempre de la pregunta para cada época. Para mí, dios es apertura. Es la pregunta que irrumpe ante la conciencia de nuestras propias limitaciones. Que lo hayan llamado dios y lo hayan empezado a adorar es traicionar esa pregunta. Nadie ha traicionado más nuestra voluntad, nuestro deseo religioso, que la religión. Entonces, no me peleo con lo religioso, que no lo veo más que como el impulso permanente por trasgredir el límite; esa necesidad de siempre seguir preguntando y de no contentarte con lo que se te dice que se resuelve en el más acá.

Ahora, claramente las religiones institucionales son más un producto del más acá, porque justamente abandonan la pregunta por el más allá.

-¿Qué opinas del concepto “naturaleza humana”, usado muchas veces como un eufemismo para sugerir la idea de que los seres humanos son de una determinada manera (principalmente en cuanto a su sexualidad)?

-Claramente el concepto naturaleza humana es el que mejor plasma el nexo constitutivo que hay entre el poder y el saber, donde cualquier tipo de poder, en la medida en que logra postular su propio interés como algo propio de la naturaleza del ser humano, consigue de ese modo detener cualquier ejercicio de resistencia. Nadie va a pelearse ni hacerle la revolución a algo que se presenta como parte de la naturaleza de las cosas. Por eso los que abogamos por una filosofía de la deconstrucción, entendemos que no hay mejor manera de hacer una filosofía revolucionaria que deconstruyendo sobre lugares comunes donde se postulan rasgos naturales de cualquier cosa para justificar primacía. El caso de la sexualidad es el caso extremo, o el caso donde, por ahí, más cuesta verlo. Por eso, no es casual que a partir de Foucault se haya puesto tanto el acento en la deconstrucción de la identidad sexual. Porque uno puede ir entreviendo muchas construcciones culturales que luego se hacen pasar por naturales, pero en la sexualidad uno sigue creyendo que implica un rasgo orgánico, algo que viene con nosotros y todas esas características profundamente economicistas que tiene la sexualidad, y que justamente la sacan fuera de todo ese horizonte abierto, infinito de opciones que promueve lo sexual. Entonces, es una pelea deconstructiva diaria, ir todo el tiempo desnaturalizando. Yo diría que la filosofía en sí misma es un ejercicio de desnaturalización permanente, y en eso radica su fuerza y también su molestia.

-Argentina viene saliendo de un gran debate sobre el aborto (en Chile recién el año pasado se aprobó la despenalización del aborto bajo tres causales específicas). ¿Cómo viste el debate en general? ¿Qué fue lo que más te impactó (positiva y/o negativamente)?

-Mirá, por un lado, te diría que fue muy positivo el cómo se fueron estructurando las posiciones. La visibilización de la lucha de la mujer por su propia emancipación es un gran logro que el debate por la ley del aborto logró de algún modo representar o espejar. O sea, la derrota en la votación en el Senado no opaca la posibilidad de que el tema haya circulado y que entonces, siempre los que creemos en la educación, los que somos docentes, vamos a ponderar cuando en la opinión pública un tema puede ser debatido.

Después lo que tenés es obviamente posiciones muy pobres. Era muy difícil encontrar en aquellos que están en contra del aborto, postulaciones o justificaciones convincentes, profundas, desarrolladas. No sé si en todos los casos –hablaron 700 personas, distintos expertos– pero en la mayoría, las posiciones en contra del aborto no podían sino salirse de posturas muy simplistas, reduccionistas o profundamente metafísicas, que imposibilitaban cualquier tipo de cruce. Me parece que el hecho de que el debate haya circulado por todos lados, genera la necesidad de repensar estos temas en la agenda. O sea, cuando la agenda se corre un poco de lo que el poder –principalmente económico-mediático-político– impone como temas importantes, siempre es bienvenido, más allá de que después se haya o no aprobado. Obviamente los que estamos a favor de la ley, seguiremos trabajando año a año para que la ley finalmente se apruebe Y el dolor por esta derrota no opaca esta toma de conciencia social y la posibilidad de seguir dando esta lucha en los años venideros.

Sacando la filosofía fuera de las aulas

-¿Cómo surge la idea de realizar clases de filosofía para un público general que le interesa el tema, pero que no tienen mayores conocimientos o que no son estudiantes de filosofía? ¿Fue tu idea difundir las clases en Youtube?

-Lo que pasó fue que en Argentina hubo un proyecto muy específico, muy concreto, llamado “Canal Encuentro” que es una apuesta por parte de la gestión anterior a la de Macri, la de los gobiernos kirchneristas, por crear el canal de televisión del Ministerio de Educación y trabajar fuertemente en nuevos formatos audiovisuales que pudieran acercar y generar un acceso –sobre todo en principio– al público escolar de las temáticas tradicionales del saber, pero que, en términos de crisis áulica, no convocaban, no erotizaban, no producían transferencia. Antes que nada, Canal Encuentro fue una revolución pedagógica. Al día de hoy se siguen usando muchísimos de nuestros programas en las aulas. Entonces, ese fue el comienzo, que por ser un canal de televisión que estaba en la grilla, empezó a ser visto por gente más allá de la comunidad escolar. Y entonces nos fuimos dando cuenta que haber abierto el aula a un público masivo también rendió sus frutos en términos de convocatoria, de interés. Yo creo que es una gran reivindicación de la labor docente que, en general, nuestra sociedad la reduce a una cuestión institucional. A todo el mundo le encanta poder seguir trabajando su deseo de saber (de ahí viene la palabra filosofía) y en la medida en que vós les propongas formatos entretenidos, conmovedores, que cotidianicen las grandes temáticas epistémicas en la vida diaria y que uno se la puede apropiar como para pensar su propia existencia, siempre va a ser valorado.

Acá hubo una gran apuesta a renovar lo que podemos llamar, a grandes rasgos, la televisión cultural y educativa que siempre se reducía a dos tipos de barba hablando con potos en el medio. ¡Y funcionó! Y funcionó tanto que desbordó el aula tradicional y te diría, nietzscheanamente, generó la muerte del aula en algún punto. Lo digo distinto: En tiempos de muerte del aula, el parangón de la muerte de Dios nietzscheano, hoy, todo es aula, también un programa de televisión, también este tipo de construcción con un otro (el estudiante) que va por otro lado. Muchos devotos fanáticos de nuestros programas de televisión se aburren en el aula. ¡Y aprenden! Y no porque el canal de un programa de televisión pueda, o una clase en YouTube como después fuimos subiendo, o programas de radio o porque nuestros espectáculos teatrales y musicales puedan resumir todo lo que se hace en el aula. Porque el problema del aula no es hoy de contenido sino de transferencia. De que le suceda algo al alumno, que no lo vio burocráticamente como un momento perdido. Creo que algo de eso pasó con el proyecto Canal Encuentro, y me parece que a partir de ahí hubo muchos divulgadores que empezamos ahí y después fuimos llevando nuestra disciplina y nuestros proyectos en otro formato, pero siempre con esa vocación de generar divulgación.

-Si tuvieras todo el tiempo que quisieras para escribir un libro, ¿sobre qué trataría? 

-Mira, claramente ese libro tendría que ver con las grandes preguntas existenciales. No dejan de ser las clásicas y las que se van –diría Baudelaire– vistiéndose con el ropaje de la época. Pero no dejan de ser, por nombrar a tres, la muerte, dios y el amor. De hecho, mi próximo libro lo estoy pensando un poco en una de esas líneas; pero si tuviera todo el tiempo iría por ahí, tal vez elegiría a dios. La muerte es el tema, en realidad, que más me preocupa, pero como diría Heidegger, sigo pensando que todavía falta mucho tiempo, que ya voy a tener tiempo para pensar la muerte cuando esté más cerca. Muy loco, porque me podría morir ahora, pero es como que uno no quiere verlo.

Pero el tema desde entender el sinsentido originario es como lo que más me calienta (decimos acá, de excitación) para encarar un trabajo de investigación abrumador. Tratar de entender el porqué del porqué.

-¿Cuál es tu libro de filosofía preferido? ¿El que más te voló la cabeza? 

-Fueron cambiando a lo largo del tiempo. Hoy te diría, “Dar el tiempo” de Derrida es un libro que me sigue partiendo la cabeza mal. Y el Zaratustra de Nietzsche fue como un hito, El Manifiesto Comunista también, para ir a los clásicos. Hoy me impacta y me convoca mucho toda la filosofía biopolítica, la obra de Roberto Espósito, por ejemplo, me encanta por donde va, y bueno, la filosofía de género hoy en día tiene el punch que tuvieron otros movimientos en otros tiempos. Leer a Judith Butler o a Paul Preciado me parece imprescindible y todavía como que me abre la cabeza. Y bueno, de los clásicos, Epicuro es un autor que me lo leí de más jovencito. Me descolocó. Y “El Banquete” de Platón es un libro para llevar a todos lados. “Ser y el tiempo”, de Heidegger también, son esos libros que me lo llevaría a la tumba. Y también La Biblia me la llevaría enterita, con el antiguo y el nuevo testamento, son esos libros que cuando uno se anima finalmente a perderles el respeto, los abre y empieza a aprovecharlos desde otro lugar.

-Finalmente, ¿Vendrás pronto a Chile a dar alguna clase pública o a presentar tu último libro “Filosofía en 10 frases”?

-Sí, se supone que el 6 y el 7 de noviembre. Estamos ultimando detalles, pero estaríamos en Santiago, en principio, con alguno de los sellos del grupo editorial Planeta. Estaría presentando “Filosofía en 11 frases”, además de hacer notas como esta en los medios, y de hacer una presentación abierta en algún teatro donde estaríamos dando una charla de dos horas, en algunos de esos dos días.

Así es que felicísimo de ir para Santiago finalmente. Estuve el año pasado, pero de vacaciones, y era fuerte porque me pasó –no te miento– que por lo menos una vez por día alguien me paraba porque me conocía por los videos o por los programas. Así es que más allá de la cantidad, es impresionante la gente que me escribe en las redes, de distintos lugares de Chile. Sé que siguen un poco esta línea y que hay mucha avidez por la filosofía Así que yo estoy absolutamente entregado y deseoso de poder visitar Chile y de poder no sólo presentar el libro sino después hacer los shows de filosofía y música y todo lo que se pueda.

Fuente de la Entrevista:

http://www.eldesconcierto.cl/2018/10/15/dario-sztajnszrajber-el-profe-de-filosofia-que-la-rompe-en-argentina1/

ove/mahv

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Un profesor de filosofía brasileño explicó por qué Bolsonaro ganó la primera vuelta

América del Sur/ Brasil/ 16.10.2018/ Fuente: www.infobae.com.

Gustavo Bertoche Guimarães publicó en sus redes sociales un texto autocrítico titulado «¿De dónde surgió el Bolsonaro?» que se viralizó, incluso, más allá de las fronteras de Brasil

Dos días después de que Jair Bolsonaro se impusiera sobre Fernando Haddad, el candidato del PT, el profesor de filosofía Gustavo Bertoche Guimarães decidió compartir en sus redes sociales sus reflexiones sobre el triunfo del candidato que es acusado de «machista», «homofóbico» y «racista».

Profesor de Introducción a la Filosofía y de Métodos y Técnicas de Investigación en la Facultad de Educación y Letras de la Universidad de Iguaçu (UNIG), este doctor en Filosofia por la Universidad Estadual Estado de Río de Janeiro realizó un descarnado diagnóstico sobre el Partido de los Trabajadores (PT) y la izquierda brasileña que rápidamente se viralizó tanto por redes sociales como por servicios de mensajería como WhatsApp.

A la pregunta «¿De dónde surgió Bolsonaro», Bertoche responde: «de nuestra propia incapacidad de hacer la necesaria autocrítica». El académico explica que el del domingo fue un voto «antiizquierda», «antisistema» y «anticorrupción».

A continuación, la traducción del posteo completo del profesor Gustavo Bertoche Guimarães.

¿De dónde surgió el Bolsonaro?

Lo siento, amigos, pero no es de un «machismo», de una «homofobia» o de un «racismo» del brasileño. La inmensa mayoría de los votantes del candidato del PSL no es machista, racista, homofóbica ni defiende la tortura. La mayoría de ellos ni siquiera son bolsonaristas.

Bolsonaro surgió de aquí mismo, del campo de las izquierdas. Surgió de nuestra incapacidad para hacer la necesaria autocrítica. Surgió de la negativa a conversar con el otro lado. Surgió de la insistencia en la acción estratégica en detrimento de la acción comunicativa, lo que nos llevó a demonizar, sin intentar comprender, a los que piensan y sienten de modo diferente.

Es, incluso, lo que estamos haciendo ahora. Mi Facebook y mi WhatsApp están llenos de ataques a los «fascistas», a aquellos que tienen «manos llenas de sangre», que son «machistas», «homofóbicos», «racistas». Sólo que el elector medio de Bolsonaro no es nada de eso ni se identifica con esos defectos. Las mujeres votaron más a Bolsonaro que a Haddad. Los negros votaron más a Bolsonaro que a Haddad. Una cantidad enorme de gays votó a Bolsonaro.

Amigos, estamos equivocando el blanco. El problema no es el elector de Bolsonaro. Somos nosotros, del gran campo de las izquierdas.

El elector no votó a Bolsonaro porque él dijo cosas detestables. Él votó a Bolsonaro A PESAR de eso.

El voto a Bolsonaro, no nos engañamos, no fue el voto a la derecha: fue el voto antiizquierda, fue el voto antisistema, fue el voto anticorrupción. En la cabeza de mucha gente (aquí y en los Estados Unidos, en las últimas elecciones), el sistema, la corrupción y la izquierda están ligados. El voto de ellos aquí fue el mismo voto que eligió a Trump allá. Y los pecados de la izquierda de allí son los pecados de la izquierda de aquí.

Bolsonaro tuvo los votos que tuvo porque evitamos, a toda costa, mirar nuestros errores y cambiar la forma de hacer política. Nos quedamos atrapados en nombres intocables, incluso cuando demostraron su falibilidad. Adoptamos el método más podrido de conquistar mayoría en el congreso y en las asambleas legislativas, por haber preferido el poder a la virtud. Corrompimos los medios con anuncios de empresas estatales hasta el punto en que los medios pasaron a depender del Estado. Y expulsamos, o llevamos al ostracismo, todas las voces críticas dentro de la izquierda.

¿Qué hemos hecho con Cristóvão Buarque?

¿Qué hemos hecho con Gabeira?

¿Qué hicimos con Marina?

¿Qué hemos hecho con el Hélio Bicudo?

¿Qué hemos hecho con tantos otros menores que ellos?

Los que no concordaban con nuestra vaca sagrada, los que criticaban los métodos de las cúpulas partidistas, fueron callados o tuvieron que abandonar la izquierda para continuar teniendo voz.

Mientras tanto, nos engañábamos con los éxitos electorales, y nos convertimos en un movimiento de la élite política. Perdimos la capacidad de comunicarnos con el pueblo, con las clases medias, con el ciudadano que trabaja 10 horas al día, y pasamos a engañarnos con la creencia en la idea de que toda movilización popular debe ser estructurada de arriba hacia abajo.

La propia decisión de lanzar a Lula y a Haddad como candidatos muestra que no aprendemos nada de nuestros errores -o, lo que es peor, que ni percibimos que estamos equivocando, y ponemos la culpa en los demás. ¿Dónde están las convenciones partidarias lindas de los años 80? ¿Dónde están las corrientes y tendencias lanzando contra-pre-candidatos? ¿Dónde están los debates internos? ¿Cuándo fue que el partido pasó a tener un dueño?

En suma: las izquierdas envejecieron, enriquecieron y se olvidaron de sus orígenes.

Lo que nos quedaba fue la creación de slogans que repetimos y repetimos hasta que pasamos a creer en ellos. Sólo que esos eslóganes no prenden en el pueblo, porque no corresponden a lo que el pueblo vive. No basta con llamar al elector de Bolsonaro «racista», cuando ese elector es negro y decidió que no vota nunca más al PT. No basta con decir que la mujer no vota a Bolsonaro para la mujer que decidió no votar al PT de ninguna manera.

No, amigos, Brasil no tiene 47% de machistas, homofóbicos y racistas. Calificar a los votantes de Bolsonaro de todo eso no va a resolver nada, porque el engaño no va a prender. El elector medio del tipo no es nada de eso. Él sólo no quiere que el país sea gobernado por un partido que tiene un dueño.

Y no, no está habiendo una disputa entre barbarie y civilización. El bárbaro no disputa elecciones. (Ah Hitler disputó, etc. ¿Usted ha leído Mein Kampf? ​​Yo sí. Está todo allí, ya en 1925. Lo siento, amigo, pero chistes y frases imbéciles NO SON Mein Kampf. ¿Dónde está su capacidad hermenéutica?).

Hay una ola Bolsonaro, pero podría ser una ola de cualquier otro candidato anti-PT. Yo sospecho que Bolsonaro surfea en esa ola solo porque es el más antipetista de todos.

Y la culpa del surgimiento de esa ola es nuestra, exclusivamente nuestra. No sólo es nuestra, como continuará siendo hasta que consigamos hacer una verdadera autocrítica y traer de vuelta a nuestro campo (y para nuestros partidos) una práctica verdaderamente democrática, que es algo que perdimos hace más de veinte años.

Hablamos tanto en defensa de la democracia, pero no practicamos la democracia en nuestra propia casa. ¿Es que olvidamos su significado y transformamos también la democracia en un mero lema político, en que lo que es nuestro es automáticamente democrático y lo que es del otro es automáticamente fascista? Es hora de utilizar menos las vísceras y más el cerebro, amigos. Y los slogans hablan a la bilis, no a la razón.

Fuente de la noticia: https://www.infobae.com/america/america-latina/2018/10/13/un-profesor-de-filosofia-brasileno-explico-por-que-bolsonaro-gano-la-primera-vuelta/

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El móvil en el aula: ¿ayuda o interferencia?

Por Milagros Pérez Oliva

Francia prohíbe que los escolares puedan tener sus teléfonos en el aula, el patio o las actividades extraescolares

El curso ha comenzado en Francia bajo el síndrome de una nueva ley que prohíbe el uso del móvil en los centros de educación infantil, primaria y secundaria. En los institutos, la decisión queda en manos de cada centro. Desde 2010 estaba prohibido el uso del móvil en clase, pero ahora se extiende al patio y a las actividades extraescolares. La medida fue aprobada en la Asamblea Nacional en medio de una fuerte controversia. El mismo debate se repite en otros países donde también se discute si aplicar o no medidas similares. En España no hay una norma general, pero muchos centros prohíben el uso del móvil en clase, aunque no fuera de ella.

La decisión plantea hasta qué punto podemos y debemos modular el uso de las nuevas tecnologías. Y en el caso concreto de la educación, hasta qué punto o de qué forma esas tecnologías pueden convertirse en una ayuda o en un elemento perturbador. Tanto el presidente, Emmanuel Macron, que llevaba la prohibición en su programa electoral, como el ministro de Educación, Jean Michel Blanquer, lo tienen muy claro: el móvil, las tabletas o los relojes inteligentes con capacidad de conexión son un elemento perturbador, interfieren en el proceso de aprendizaje y por eso deben ser apartados del alumno.

En el aula, está claro que tener la tentación en el bolsillo resulta irresistible para unos niños que han hecho de la conectividad su principal herramienta de relación y diversión. ¿Qué tiene el móvil para ejercer ese poderoso influjo sobre nuestra atención? Si en los mayores, que supuestamente tenemos más autocontrol ocurre lo que ocurre, qué no será en el caso de los niños. Solo hay que pararse en pensar cuántas veces lo abrimos y lo consultamos en una hora. O cómo nos comportamos y qué hacemos cuando lo olvidamos.

La parte perturbadora del móvil en la escuela tiene que ver con que es una puerta abierta a las redes sociales. Lo que perturba es su capacidad para estimular y satisfacer la curiosidad innata, la misma curiosidad que nos hacer mirar por la ventana cuando oímos gritos, o detenernos a mirar en la carretera cuando ha ocurrido un accidente. Tener una ventana al lado desde la que siempre se oyen gritos puede ser bastante incompatible con la atención que requiere, por ejemplo, un problema de matemáticas. Pero no solo en el aula modula el comportamiento. También en el patio. Los niños que tienen móvil tienden a comunicarse a través del móvil, a jugar con el móvil y pueden acabar prefiriendo las relaciones virtuales que el contacto personal.

Aprender requiere esfuerzo. Las nuevas tecnologías pueden ayudar, por supuesto, pero siempre que su uso esté dirigido por el profesor y para tareas determinadas. Los móviles y tabletas pueden ser muy útiles, obviamente, en la búsqueda de materiales e información. El problema se plantea cuando disponer de los dispositivos induce a utilizarlos de una manera que interfiere con el proceso de aprendizaje. Las nuevas tecnologías pueden y deben incorporarse a las tareas educativas. Pero estar abiertos a las nuevas tecnologías no significa quedar prisioneros de ellas. Y mucho menos sucumbir al poder adictivo que tienen como herramienta de entretenimiento. ¿Significa eso que lo mejor es la prohibición? No está claro. Habrá que ver qué pasa en Francia.

Fuente del artículo: https://elpais.com/elpais/2018/09/04/opinion/1536089211_651332.html

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Las luchas de los universitarios ayer y hoy: Nicaragua

Autor: José Luis Rocha

Los universitarios de hoy, que son mayores en número, también se enfrentan a mayores exigencias que los de ayer. 

Por sus contrastes y sus semejanzas, la revuelta de abril, en gran medida protagonizada por los estudiantes universitarios, puede recibir luces provenientes de las luchas estudiantiles contra los dos primeros Somoza. La inserción de la universidad en el sistema capitalista es el primer contraste. Cuando Carlos Fonseca Amador dirigió –en abril de 1968, hace exactamente medio siglo– un mensaje a los estudiantes para animarlos a que emprendieran protestas beligerantes que no se redujeran a meras proclamas, atribuyó la inercia estudiantil a la penetración capitalista en las universidades. En 2018, esa penetración se ha profundizado. Hay en Nicaragua un mercado donde compiten –no sólo dos sino– más de medio centenar de universidades, algunas enloquecidas por insertarse en los sistemas de acreditación internacional, autopublicando adefesios y autograduando doctores semianalfabetas que les permitan elevar su puntuación en los baremos de las multinacionales de la “accountability” académica.

La calidad se contabiliza en número de graduados, posgrados, doctores, reglamentos, procedimientos burocráticos, publicaciones, etcétera. Se ha mercantilizado un ámbito que antes no era “vendible”. En paradójica contrapartida, los estudiantes están recibiendo títulos cuyo valor facial no corresponde a su valor real porque reciben una retribución cada vez más deprimente cuando lo canjean en el mercado laboral. La burocracia universitaria se mercantiliza y sus “productos” son peor recibidos en el mercado. La parafernalia burocrática de la universidad se conecta al mercado; sus títulos están desconectándose cada día más y más.

Las y los estudiantes están jugando ese juego, les guste o no, lo entiendan o no. Nadie entre ellos ha cuestionado las reglas de ese juego. Ningún grupo de la coalición estudiantil ha emitido un pronunciamiento al respecto. Su lucha tiene una finalidad generalizable e inmediata: ponerle fin a la dictadura. En este horizonte estrecho pero urgente coinciden con los primeros universitarios antisomocistas de los años 40 e inicios de los 50, enfocados en impedir la reelección del primer Somoza. Sólo cuando se fueron creando círculos de estudio marxistas y de la teología de la liberación, las luchas universitarias intensificaron su ambición, decantándose hacia una batalla contra el sistema capitalista.

Este rasgo avisa de otro punto de contraste: los universitarios antisomocistas de los años 50 y más aún los de los 60 y 70 podían apuntar con el dedo hacia un horizonte tangible: la Unión Soviética, la Europa del este y la Cuba revolucionaria. Su anhelo tenía una concreción y era sistémica. No era utópico, sino tópico. Los universitarios de hoy parecen contentarse con aspirar a la democracia representativa, un objetivo que hubiera parecido modesto a sus predecesores, pero que por desgracia no lo es en el contexto actual.

Estos universitarios, huérfanos de utopías más amplias, se han tenido que enfrentar no a un Estado artillado como el de Somoza –a una Guardia Nacional que era el ejército de una familia, pero un ejército profesional al fin y al cabo-, sino a un Estado gamberro, que echa mano de antiguos militantes con experiencia militar a los que tenía en el olvido, los recoge de las acequias de la historia, los encapucha y los dota de armas y licencia para matar. El resultado salta a la vista. Había en la Guardia Nacional una especie de contención. No todos los excesos estaban permitidos contra manifestaciones pacíficas. Los estudiantes de hoy han enfrentado un baño de fuego que suscita la perplejidad de los analistas más curtidos.

En su memorable mensaje de abril de 1968, Carlos Fonseca hace un recuento de los estudiantes caídos en una década de lucha: un total de 23. Esas cifras incluyen los muertos en la traumática masacre de julio de 1959. La tarde del 23 de julio de 1959, un pelotón de la Guardia Nacional disparó contra una manifestación de universitarios en León y asesinó a cuatro estudiantes, una mujer y una niña. Los periodistas de la época hablaron de “asesinato en masa”. En la revuelta de abril de 2018, solamente el día de las madres hubo 18 muertos. La Asociación Nicaragüense por los Derechos Humanos ha registrado un total de 448 muertos, la mayoría asesinados por grupos paramilitares y la Policía Nacional. “Asesinato en masa” parece una etiqueta insuficiente.

Este es un contraste entre el antes y el ahora que no podemos pasar por alto. La explicación más simple es que Ortega es más criminal que Somoza. Sin duda los individuos imponen cierto sesgo a la historia cuando pueden decidir el rumbo de acontecimientos clave. Pero ni la aceptación de las doctrinas de Lutero se explica sin la oposición nacionalista germánica a las exacciones pecuniarias de Roma ni el arrastre de Hitler sin el antisemitismo tan arraigado y difundido, por mencionar sólo un aspecto del contexto. El contexto en el que operan los individuos explica mucho. El contraste entre el contexto de antes y el de ahora nos puede dar algunas respuestas.

Curiosamente el contexto actual parecía adecuado para que los organismos supranacionales –cuyo poder interventor se tiene en alta estima en la era de la globalización legal y judicial- sirvieran como fuerza de contención. Pero sus funcionarios casi vieron caer los cadáveres a sus pies y no consiguieron detener la serie de masacres que iban en curso. La rapidez con que corren las noticias también debía haber operado en favor de una rápida intervención de organismos internacionales. Pero no lo hizo. No lo hizo porque los organismos internacionales trabajan con la misma parsimonia de la era pre-informática, pero los criminales trabajan con menos contención y escrúpulos y más rapidez: para saber que no estamos ante casos aislados de falta de contención y de deseos de guardar las formas echemos una mirada a los numerosos asesinatos de periodistas y ecologistas en la vecina Honduras.

Sin embargo, esos crímenes han sido cometidos a cuenta gotas. Y en Nicaragua hubo una sucesión de masacres. ¿Por qué? Otras explicaciones del exceso de Ortega y la contención de Somoza encuentran asideros prestando atención al contexto interno. Propongo tres explicaciones, sin presumir que sean las únicas. En primer lugar, el FSLN como partido-iglesia. Los universitarios que enfrentaron a la dictadura somocista no estaban ante un personaje ni un partido que suscitaran tanta veneración. La militancia en el FSLN es un culto y sus adeptos inmolan su capacidad de juicio en su humeante altar. Este es un capital moral que los miembros menos escrupulosos del FSLN han sabido explotar. El carácter confesional del FSLN convence al Sumo sacerdote y su sacerdotisa de tener la razón y les permite actuar como jueces y emitir condenas.

En segundo lugar, hay un miedo a los números grandes que no debemos subestimar. El pánico produce reacciones drásticas. En 1950 había apenas 494 universitarios, grupo muy selecto en una población de 160,658 jóvenes de entre 18 y 25 años. Un quinquenio después ese grupo se había casi duplicado: en 1955 había 840 estudiantes universitarios. Aun así, los universitarios seguían siendo un ave rara dentro de un gran universo de 174,487 jóvenes de 18 a 25 años. Apenas uno de cada 200 jóvenes de ese rango etario estaba en la universidad.

En contraste, en 2014 había 123,220 universitarios y un total de 1,283,174 jóvenes de 15 a 24 años. Son universitarios cerca de 20 de cada 200 jóvenes de ese rango etario, que empleo por ser el más cercano al de 18-25 años disponible en las estadísticas oficiales. Los universitarios son muy numerosos. La lucha contra Somoza requirió el concurso de los estudiantes de secundaria para aproximarse a números significativos. En la revuelta de abril de 2018 ha bastado un porcentaje muy reducido de universitarios dispuestos a jugarse la vida para poner de cabeza un país tan pequeño como Nicaragua.

La relación numérica también favorece a los universitarios frente a las “fuerzas de orden”. En 1956, año del ajusticiamiento de Anastasio Somoza García y tres años antes de la masacre de julio de 1959, había 970 estudiantes. Ese año la Guardia Nacional registró en su haber 4,391 miembros, una proporción de 4.5 guardias por cada estudiante y de 349 guardias por cada 100 mil habitantes. Seis décadas después, tenemos 454 entre policías y militares por cada 100 mil habitantes, una combinación de fuerzas coercitivas superior a aquella de la que dispusieron los primeros dos Somoza. Pero la proporción con respecto a los universitarios se invirtió: ahora hay 4.4 universitarios por cada policía/militar. Este es el contexto demográfico y del peso relativo universitarios/fuerza coercitiva que produce pánico en el gobierno de Ortega.

En tercer lugar, las redes sociales actúan como magnificadoras de eventos, redes, aliados y contendientes. Facebook, Twitter, WhatsApp y los miles de blogs son mucho más rápidos, masivos y económicos que los volantes y folletos producidos en mimeógrafo de los universitarios que enfrentaron al somocismo. Sus imágenes y palabras son indestructibles, llegan a un público más amplio y son menos reprimibles que los discursos de dirigentes trepados sobre cajas de jabón a guisa de podio a cielo abierto. Los universitarios de hoy pueden –y de hecho lo hacen- seguir recurriendo a estos medios, pero ya no tienen que limitarse a ellos porque las redes sociales les permiten superar las limitaciones espaciotemporales. Los volantes podían ser decomisados y quemados. Los mensajes de WhatsApp atraviesan ciudades, países y continentes antes de llegar a los tenebrosos despachos de la seguridad del Estado.

La capacidad de convocatoria de los nuevos medios de comunicación pudo ser apreciada en las multitudinarias manifestaciones que desde su búnker en El Carmen la pareja presidencial vio. El hecho de que la vicepresidente se refiera a los autoconvocados como minúsculos, puchitos, remanentes, chingastes, poquedad y almas pequeñas es sintomático del pánico ante su tamaño. La palabra “minúsculos” aparece en cinco de los primeros nueve párrafos de su alocución del 19 de abril. La sangrienta reacción del poder fue proporcional al pánico experimentado. Fue terrorista todo lo que les provocó terror.

Los universitarios de hoy, que son mayores en número, también se enfrentan a mayores exigencias que los de ayer. Sobre sus espaldas la historia ha echado cuatro centenares de muertos. Enfrentan una dictadura que ha probado ser más sangrienta y que ahora busca descubrirlos, perseguirlos y castigarlos. En estos momentos están respondiendo a una dura ordalía que pone a prueba su compromiso y su creatividad. Ya probaron que tienen coraje. Las redes sociales seguirán siendo su instrumento, uno del que sus predecesores no dispusieron. Y aunque no hay determinismo tecnológico, las redes sociales expanden el horizonte de posibilidades. Sabemos que son un magnificador de los eventos. Falta averiguar si son también un acelerador de los procesos.

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=245979

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Consejos para estudiar en tiempos de apps

Redacción: El País

Concentrarse es cada vez más difícil, en especial cuando tenemos Instagram y otras redes al alcance de la mano. ¿Cómo lograrlo?

Julio, para los universitarios, es uno de esos meses en los que todo se vuelve gris y sentimos (me incluyo, porque me pasó) que nada tiene sentido, que no vamos a poder, que esto de estudiar no es para nosotros, que la cabeza se nos va a partir al medio si leemos un libro más, que aunque todos pudieron nosotros no vamos a poder. Nos cuestionamos existencialmente la elección de la carrera, queremos volver al liceo, nos insultamos a nosotros mismos por habernos inscripto en tantos exámenes, por no haber exonerado tal o cual materia, por esa convicción maldita que nos dice que si hubiéramos estudiado más durante todo el semestre, hoy no estaríamos tan tan tan estresados. Esto del estrés en julio es una cuestión de empatía entre los estudiantes. Solo ellos saben y entienden lo que se siente estar con el agua al cuello, cansados, sin dormir, y tener que seguir remándola un poco más, un examen más. Solo ellos saben de qué se trata eso de que la concentración dura poco, eso de tener que luchar contra WhatsApp, Facebook, Twitter, Instagram, Snapchat y todas las redes y aplicaciones que siempre resultan más interesantes que sentarse a estudiar.

Sin embargo, queridos estudiantes, no están solos. Todos hemos pasado por lo mismo y no es verdad eso de que no sirven para esto. Todos pudimos, ustedes también van a poder. Y en esta nota van unos consejos para poder organizar mejor el caos de los exámenes (de julio, de diciembre o de febrero, da lo mismo) y para que el celular no le gane a nuestra voluntad.

Planificá (sé realista).

«Si bien pasamos muchos años de nuestra vida estudiando, nadie nos enseña cómo hacerlo de forma efectiva», dice la psicóloga Verónica Orrico. «La mayoría de la gente cree que para salvar un examen solo hay que estudiar mucho. Sin embargo, hay otros factores que si son manejados adecuadamente, también contribuyen a mejorar el rendimiento académico», agrega. Lo primero que hay que hacer, entonces, para evitar que la ola de las materias y sus diez temas nos pase por encima, es organizarse.

Para eso, hay que ser realista y tener en cuenta el tiempo que tenemos para preparar cada materia y cada tema. «Lo primero que el alumno tiene que hacer es organizarse el material, asegurarse de que tenga todo para comenzar. Luego puede hacerse una especie de calendario, pensando cuantos días y horas necesita cada tema para prepararse. En base a eso puede decidir cuántas materias realmente pueda dar en ese período», explica Mariana Álvez, psicóloga. «Lo mejor es siempre asegurarse salvar, aunque sean solo dos materias, porque a veces nos enloquecemos estudiando y nos mareamos con tanto material en la cabeza. Vayamos a las que tengamos más posibilidades de realmente conquistar, las que nos cuestan más van a requerir de mayor tiempo de estudio y esfuerzo mental, por lo tanto tendremos que ser conscientes de comenzarlas a preparar con mucha antelación».

Más de una a la vez.

A veces no hay otra opción, tenemos dos, tres, cuatro, cinco exámenes para dar en un mismo período y todo puede parecer un caos de fotocopias, libros y materiales que nada tienen que ver unos con otros. Sin embargo, aunque pueda parecer que no, preparar más de una materia a la vez, tiene beneficios. «Incluso algunos estudios afirman que variar en los temas de estudio mejora la memoria a largo plazo», dice Orrico. Pero, para poder lograrlo, hay que intentar seguir el calendario a rajatabla y ponerse metas (concretas y realistas) para lograr cada día sin terminarlo con un lío de materias y temas en la cabeza. «Un error frecuente en los estudiantes es que dedican mucho tiempo a aprender los primeros temas y luego deben estudiar los últimos de manera rápida y superficial, e incluso dejar alguno de lado», sostiene la especialista. «Por eso, antes de empezar a preparar un examen, es conveniente hacer un cronograma o agenda, estableciendo de antemano cuánto tiempo dedicarán a cada tema y dejando por lo menos un día para el repaso».

No celular.

No alcanza solo con poner el celular en silencio, desconectar Internet o colocarlo en modo avión. Basta con tenerlo al alcance de la mano para querer revisarlo, por más que sepamos que nada nuevo sucedió allí. «Una clave para mejorar la concentración y aprovechar el tiempo de estudio es evitar las interrupciones digitales, es decir los sonidos, alertas y notificaciones del celular o la computadora. Cuando estas aparecen, atraen la atención de manera refleja y automática. Aunque no las respondamos, hay un pequeño «secuestro atencional» que resta eficiencia. «Estas distracciones pueden disminuir hasta un 50% nuestro rendimiento», explica la psicóloga Orrico. Por eso, lo mejor es dejarlo lejos del alcance de la mano o, directamente, ponerlo en otra habitación. «Los dispositivos electrónicos son seductores porque activan los centros de placer de nuestro cerebro, cuando vemos el celular, siempre hay una expectativa inconsciente de que vamos a recibir algo importante o nos va a llegar una novedad, es estar esperando siempre lo nuevo y esa especie de adrenalina es adictiva», agrega Álvez.

Exámenes viejos.

Conseguir (en varias facultades están disponibles) exámenes o parciales de años anteriores de la materia, puede ser una guía para probarnos. «Esto nos permite saber cuán preparados estamos y qué temas debemos releer y nos coloca en una situación similar a la de esta prueba. Incluso lo podemos hacer controlando el tiempo y evaluar si lo estamos administrando correctamente», dice Orrico. Sin embargo (y esto es un error común, especialmente por la falta de tiempo o por haberlo administrado mal) no podemos basar nuestro plan de estudios solamente en base a los temas que frecuentemente se preguntaron en años anteriores. Y, si no da el tiempo para estudiar a fondo todos los temas, al menos hay que intentar leerlos.

En intervalos cortos.

Si bien es cierto que en la mañana estamos más activos y más descansados, también es verdad que el horario que elijamos para sentarnos a estudiar depende de cada uno, y no hay un momento del día mejor que otro para hacerlo, como explica Álvez. Lo que sí es importante son los períodos de tiempo que le dedicamos, los que, en general, no tienen que ser muy largos. «Para aquellas personas que son dispersas y les cuesta concentrarse recomiendo que tengan varios períodos cortos de estudio. Por ejemplo, estudiar entre 20 y 25 minutos y descansar cinco. Lo importante es que no sean períodos de más de 90 minutos porque la concentración tiende a descender, los pequeños cortes para descansar son buenos para nuestra mente. Por otro lado, cuando estamos en ese período, el estudio tiene que ser intenso, basta distraerse un momento para que luego nos cueste alrededor de 15 minutos volver al nivel de concentración inicial, de acuerdo a las neurociencias». Con respecto a esto, uno de los consejos que da la especialista es que cuando nos sentemos a estudiar, tengamos todo lo que necesitamos a mano, así no perdemos tiempo ni nos distraemos en levantarnos una y otra vez a buscar lo falta.

Descanso.

Otro aspecto relevante con respecto a cómo manejamos nuestro tiempo es el que le dedicamos a descansar. Porque, por más que nos esforcemos por mantenernos despiertos todo lo que podamos y poder estudiar más tiempo, el descanso es clave en nuestro rendimiento. Para poder rendir bien es necesario dormir al menos seis horas y «nunca ir a un examen sin haber dormido», dice Orrico. Así que, por más que pienses que ese último repaso de las cuatro de la mañana nos va a salvar la vida (o la materia), no lo hagas. Dormí, descansá y que tengas éxitos.

Apps para no mirar el celular

Hemos llegado al punto tal de adicción que necesitamos que el celular se bloquee o desaparezca para no utilizarlo. De lo contrario, si sabemos que está ahí, al alcance de la mano, es inevitable chequearlo cada diez minutos, que casi siempre terminan en quince o veinte mirando el inicio de Facebook o las historias de Instagram o los nuevos tuits.
Para quienes no pueden evitar este comportamiento, hay una serie de aplicaciones que bloquean momentáneamente algunas redes.Entre las más conocidas y frecuentadas está AppBlock – No te distraigas, que ayuda a bloquear temporalmente las apps que más usás o las que más te distraen, como las de las redes sociales o los juegos. La aplicación puede conseguir bloquear a otra durante una hora y fecha concreta, que las determina el usuario.
Otra, que tiene la función de una forma un poco más interactiva (aunque justamente la idea es no interactuar con el celular) es Forest: Stay focused. «Planta una semilla en Forest. En los siguientes 30 minutos esa semilla se convertirá en un árbol. Si por el contrario, sales de la app para mirar Facebook o para ponerte a jugar, tu árbol se marchitará. Con este mecanismo tan interesante, desarrollarás tu sentido de la responsabilidad y lograrás tus objetivos», dice la descripción de la app en Google Play. Como estas, cada vez más aplicaciones tienen la función de que utilicemos menos el celular. Sin dudas, son un buen método a tener en cuenta a la hora de sentarnos a estudiar.

Fuente: https://www.elpais.com.uy/domingo/consejos-estudiar-tiempos-apps.html

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Venezuela. ¿Laboratorio de posverdades, en la era de las redes sociales?

Autor: Franklin González

En estas reflexiones abordaremos tres aspectos.

1. ¿De qué hablamos cuando se hace referencia a la posverdad?

2. ¿Qué se entiende como era de las redes sociales?

3. Las evidencias sobre el desarrollo de la posverdad en Venezuela.

1. La posverdad.

Para el diccionario Oxford: La posverdad, convertida en la palabra del año 2016, es el fenómeno que se produce cuando: «los hechos objetivos tienen menos influencia en definir la opinión pública que los que apelan a la emoción y a las creencias personales».

Para el diccionario (2018) de la real academia española, seria: «distorsión deliberada de una realidad que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales».

La posverdad se refiere al arraigo de creencias y convicciones, basadas en la emoción, que no son refutadas por la evidencia y los hechos objetivos

En el mundo de hoy predomina la posverdad por:

1. El ambiente de polarización entre visiones extremas del espectro político, económico y social. En el mundo occidental existen dos modelos (¿y dos verdades?) que se contraponen y que tienen consecuencias diferenciadas para los pueblos. De un lado, el modelo de la exclusión, de la negación de la otredad en los términos planteados por el filósofo francés Jean Paul Sartre o el poeta mexicano Octavio Paz, representado en el «individuo ficticio», amante del ego cartesiano y cuya manifestación económica se expresa en el neoliberalismo. De otro, el modelo de la inclusión, representado en el «individuo colectivo» o en el respeto por el otro (la alteridad del filósofo lituano-francés Emmanuel Lévinas) y cuya expresión económica se encuentra en propuestas postcapitalistas, socialistas o de defensa de la Pachamama.

2) La presencia de las redes sociales, que se han convertido en el principal medio o instrumento de (des) información o comunicación del mundo y que permiten que verdades a medias, rumores, chismes, alcancen a millones de personas y pasen, a punta de repetición, a convertirse en firmes convicciones, a pesar de que carecen de verificación o comprobación; y

3) La creciente debilidad de los medios tradicionales de comunicación en el ejercicio de su tarea de «formar (o no formar) y orientar (o desorientar) a la opinión pública», entre otras razones porque estos utilizan con mucha frecuencia la posverdad.

Las redes sociales han allanado el camino a aquellos que se dedican a fabricar noticias falsas (fake news). Mentiras perfectamente diseñadas para el vistazo rápido y poco crítico con el que se ojea la noticia, construidas con precisión quirúrgica y con mucha anestesia. Mentiras hechas a nuestra medida. Por tanto, el éxito de la posverdad está en nuestra predisposición a aceptar lo que ansiamos creer porque confirma nuestro punto de vista.

En definitiva, la posverdad es inescindible del uso masificado de los medios de difusión. No sería posible fabricar una posverdad sin introducirla a la «fuerza» en las mentes de espectadores despojados de toda defensa por efecto de la ignorancia y la desinformación. Al respecto, recordemos la frase de Simón Bolívar en el Congreso de Angostura: «Por el engaño se nos ha dominado más que por la fuerza».

La presencia de la posverdad prevalezca por encima de la realidad-verdad

2. ¿Qué son las redes sociales?

Son quizás el máximo medio o instrumento de la tecnología y la información.

Para el periodista español Ignacio Ramonet:

El ciberespacio se ha convertido en una especie de quinto elemento. El filósofo griego Empédocles sostenía que nuestro mundo estaba formado por una combinación de cuatro elementos: tierra, aire, agua y fuego. Pero el surgimiento de internet, con su misterioso «interespacio» superpuesto al nuestro, formado por miles de millones de intercambios digitales de todo tipo, por su roaming, su streaming y su clouding, ha engendrado un nuevo universo, en cierto modo cuántico, que viene a completar la realidad de nuestro mundo contemporáneo como si fuera un auténtico quinto elemento.

El mismo Ramonet afirma: «La generalización del acceso a internet y la universalización del uso de las nuevas tecnologías están permitiendo a la ciudadanía alcanzar altas cuotas de libertad y desafiar a sus representantes políticos. Pero, a la vez, estas mismas herramientas electrónicas proporcionan a los gobiernos (…) una capacidad sin precedentes para vigilar a sus ciudadanos».

El escritor y filósofo italiano Umberto Eco nos dice: «Las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que primero hablaban sólo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad. Ellos rápidamente eran silenciados, pero ahora tienen el mismo derecho a hablar que un premio Nobel. Es la invasión de los imbéciles».

El filósofo polaco Zygmunt Bauman dirá:

Las redes sociales no enseñan a dialogar porque es tan fácil evitar la controversia… Mucha gente usa las redes sociales no para unir, no para ampliar sus horizontes, sino al contrario, para encerrarse en lo que llamo zonas de confort, donde el único sonido que oyen es el eco de su voz, donde lo único que ven son los reflejos de su propia cara. Las redes son muy útiles, dan servicios muy placenteros, pero son una trampa.

El escritor portugués Boaventura de Sousa, afirma:

Esta es una de las contradicciones de nuestro tiempo. Nosotros saludamos a las redes sociales y a internet como plataformas, como una forma de democratización del conocimiento y de la información. Pero en tiempos recientes, en el régimen de la posverdad, las redes sociales y el internet son utilizados para manipular la opinión pública con base en una cosa que es difícil de entender para una persona no técnica.

La era de las redes sociales se desarrolla dentro de lo que Gilles Deleuze llamó las sociedades de control, esto es, sociedades en las cuales predomina la biopolítica (regulación de la especie), las redes flexibles y fluctuantes; donde las relaciones de poder están arraigadas por las innovaciones tecnocientíficas y tienden a envolver todo el cuerpo social sin dejar prácticamente nada fuera de control. En este tipo de sociedad predomina el «síndrome» del dinamismo, la prisa, la creatividad, el desapego (no quedarnos quietos), etc., que se suman a los valores de realización personal, privilegio dado a la felicidad, libertad sexual y afectiva.

Las redes sociales generan los típicos maniqueísmos entre quienes la defienden a ultranza («histeria protecnológica», en términos del profesor alemán Peter Sloterdijk) y los que la consideran como algo diabólico y causante de todos los males («histeria antitecnológica»). «La tecnología es inerte por sí misma, necesita de los humanos para poder desempeñar un uso. Por lo tanto, la tecnología no es buena o mala en sí misma, está sujeta a la moralidad de los que la utilizan. (El individual colectivo: Un ensayo sobre el individualismo en las sociedades posmodernas. De Antonio Cantó Gómez y Rafael Carrió Pérez, 2017).

Pero las redes sociales también son, hoy por hoy, quizás el actor internacional más importante, porque a través de las ellas se han producido muchos cambios políticos y golpes de estados. Verbi gracias, las «revoluciones de colores» en ciertos países ex-soviéticos (revolución de las rosas en Georgia en 2003, la revolución naranja en Ucrania en 2004 y la revolución de los limones o tulipanes en Kirguistán en 2005) y la «primavera árabe» en 2010. Los indignados, de donde surgió el partido Podemos español, también fueron expresión de ellas. Venezuela y Nicaragua son «caldo de cultivo» en las actuales circunstancias.

Los formatos son casi idénticos. El «teórico» de los «golpes de acción no violenta», Gene Sharp, los plantea en sus textos: De la Dictadura a la Democracia y Métodos de Acción No Violenta.

En el documento titulado: Plan para acabar con la dictadura de Venezuelael «Golpe Maestro» (Masterstroke), emitido en febrero de este año y cuya autoría se atribuye al Jefe del Comando Sur, el almirante Kurt Walter Tidd, se hace explícita referencia a la importancia de las redes sociales para alcanzar los propósitos buscados. En este sentido se plantea: «aumentar dentro del país, a través de los medios de comunicación locales y extranjeros, la diseminación de mensajes diseñados y basados en testimonios y publicaciones originados en el país mismo, haciendo uso de todas las capacidades posibles, incluidas las redes sociales». Asimismo se sostiene que debe llamarse «a través de los medios de comunicación a la necesidad de poner fin a esa situación porque es en esencia insostenible».

Por tanto, las redes sociales son uno de los principales actores internacionales, con una eficiencia de importancia mayor, al crear subjetividades y estar enraizadas en lo cotidiano, en la familia, el internet, el wifi, el celular, por tanto, perturba lo privado, invade lo individual, forma parte de la vida cotidiana, segundo a segundo.

3. Evidencias

El éxito de la posverdad está en nuestra predisposición a aceptar todo aquello que confirme nuestras opiniones. La realidad es compleja y muchas veces difícil de aceptar. Se piensa que la mentira es más fácil de digerir.

Las fake news, son noticias falsas o bulos, fenómenos que han existido siempre, pero hoy se ven potenciado por las TICS y las redes sociales que permiten una veloz propagación a grandes masas de población, antes de que puedan ser desmentidas. El papa Francisco fustigó en enero de este año las noticias falsas, fenómeno actual que remontó a los tiempos bíblicos del Génesis, cuando la serpiente engañó a Eva.

La eficacia de las fake news se debe, en primer lugar a su naturaleza mimética, es decir, a su capacidad de aparecer como plausible.

En segundo lugar, estas noticias, falsas pero verosímiles, son capciosas y hábiles para capturar la atención de los destinatarios poniendo el acento en estereotipos y prejuicios, y se apoyan en emociones fáciles de suscitar, como el ansia, el desprecio, la rabia y la frustración.

Son informaciones infundadas, basadas en datos inexistentes o distorsionados, que tienen como finalidad engañar o incluso manipular al lector para alcanzar determinados objetivos, influenciar las decisiones políticas u obtener ganancias económicas

Las noticias falsas dan a la posverdad un rango de importancia capital, lo que significa que la opinión pública se forma sobre la base de la imposición de las emociones o las creencias personales de sus promotores más que por los hechos objetivos.

Podemos afirmar que en el mundo la información que circula sobre la revolución bolivariana y su gobierno, es la que se basa en la fake news y la posverdad, y quienes la asumen lo hacen como su realidad, su verdad, con absoluta propiedad, sin asociarla para nada con mentiras.

Ahora pasemos a los ejemplos.

Entre abril y julio de 2017 se desarrollaron las protestas violentas de la oposición venezolana, que dejaron más de 100 muertos, más de mil heridos y millonarios daños en bienes públicos y privados. También ocurrieron crímenes, como la quema de personas por razones ideológicas. Esas protestas tuvieron lugar en sólo 13 lugares del territorio venezolano, donde es gobierno la oposición. Pero: ¿Qué se difundió por el mundo? Que eran protestas masivas y nacionales, y así quedó arraigado en el imaginario colectivo de los que recibieron estas noticias por las redes sociales.

El sábado 13 de enero de 2018, en Calabozo, estado Guárico, ocurrieron una serie de eventos irregulares por la situación de escasez de comida y medicinas que se vive en ese estado. Lo que se difundió por las redes sociales fue que numerosos abastos y comercios de las zonas populares de Calabozo y de Venezuela fueron saqueados por sus habitantes en el afán de tener que comer y por ello hubo el sobre vuelo de helicópteros de la Guardia Nacional Bolivariana tratando de controlar la situación que a medida que pasaban las horas recrudecía más. Asi quedó registrado mundialmente.

El fin de semana del 7 y 8 de abril de este año circuló por las redes sociales la siguiente información: el presidente Nicolás Maduro decretó que a partir de ese momento no se laboraría los viernes en la administración pública. Fue una fake news con posverdad incluida, es decir, una falsa noticia, con la convicción de que eso era verdad (posverdad). Eso lo hicieron tanto partidarios del gobierno como opositores.

La verdad fue que el presidente Nicolás Maduro, el 07 de abril de 2016, anunció un conjunto de medidas dirigidas a enfrentar los efectos de la baja en la cota del Gurí y su incidencia en la generación eléctrica. Una de estas medidas era que entes de la administración pública, gobernaciones y alcaldías inclusive, no laborarían durante los viernes de abril y mayo de ese año.

Se dice y repite hasta el cansancio que el presidente Nicolás Maduro es un dictador. Esa es la estrategia que ha diseñado el gobierno actual de Estados Unidos en contubernio con el Grupo de Lima (Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay y Perú), que gente de buena voluntad, en Venezuela y el mundo, termina creyéndolo, cuando resulta que, curiosamente, la oposición tiene todos los espacios a disposición para la protesta, incluyendo alcaldías y regiones bajo su control político, los medios critican libremente al presidente. Se trata de la misma táctica, según el escritor español Juan Carlos Monedero, que construyó durante la guerra fría el «peligro comunista». Ante ello una solo pregunta: ¿Qué pasaría en otro país de esos que acusan a Maduro de dictador, si un grupo quemase centros de salud, quemase escuelas, disparara contra el tribunal supremo, asaltara cuarteles, contratara a «lumpenproletarios» para sembrar el terror, impidiese con formas de lucha callejera el tránsito e, incluso, quemase vivas a personas por pensar diferente?.

El día 9/5/2018, circuló la siguiente información:

El Banco Venezuela pasará a ser unos de los bancos más sólidos de Latinoamérica, mientras se concreta la compra de Banesco que se hará efectiva en los próximos meses, para eso Venezuela está pidiendo el préstamo a Brasil, los demás bancos tendrán que adherirse a la nueva política bancaria socialista del Estado, de lo contrario serán expropiados, entre las políticas que estarán decretando:

1) Las cuentas con saldos mayores a 10.000 bs.f serán congeladas y el titular tendrá que justificar por escrito a Cadivi algún retiro que requiera hacer.

2) Serán deducidos de todas las cuentas el 1.5% mensualmente, esto para crear un fondo de ayuda a las misiones.

3) Para cuentas con saldos mayores a 20.000 bs.f, habrá un impuesto al derecho bancario que oscilará entre 12% y 14% del monto de cada transacción, igualmente esto será destinado a las misiones.

4) El primer banco estatal del país cambiará de nombre, de Banco de Venezuela (+Banesco) ahora se llamará Banco Socialista de Venezuela.

5) Anualmente cada titular de una cuenta corriente o de ahorro, deberá aportar el equivalente a entre 10 bs.f y 15 bs.f mensuales, ayudar a las comunidades más pobres de Cuba y otros países pobres.

Eso causó alarma y fue difundido por las redes sociales tanto por chavistas como por partidarios de la oposición.

El 23-05-2018 por las redes sociales se difundió la información de que el presidente electo Nicolás Maduro se habría reunido con el presidente del TSJ, Maikel Moreno, para que le permitiera juramentarse lo más pronto posible y no tener que esperar hasta el 10 de enero de 2018. Esto lo habría solicitado, supuestamente, para poder poner en ejecución su «nuevo plan de gobierno». El TSJ le habría dado el visto bueno al adelanto de la juramentación

Asimismo, se difundía un gabinete de guerra que sería presentado por el presidente Nicolás Maduro durante su juramentación, el cual sería: Aristóbulo Istúriz: Ministro de Educación Universitaria, Básica, Media y Diversificada; Jorge Rodríguez: Vicepresidente de Servicios de Salud; Diosdado Cabello: Vicepresidente Ejecutivo; Ali Rodríguez Araque: Presidente de Pdvsa; Manuel Fernández: Vicepresidente de Servicios Públicos (agua, electricidad, telecomunicaciones); Pascualina Cursio: Ministra de Economía; Remigio Ceballos: Ministro de Estado frente de guerra occidental; María Alejandra Díaz: Ministra de Comercio; Tony Boza: Presidente del BCV; Juan Valdez: Presidente del Seniat; Ernesto Villegas: Ministro de Comunicación; Freddy Bernal: Ministro de Interior; Jorge Arreaza: Ministro de Relaciones Exteriores; Suárez Chourio: Ministro de la Defensa; Gabriela Jiménez: Ministra de Agricultura.

Esa posverdad circuló por el mundo, asi se registró y hubo una competencia por saber quién la difundió más: los chavistas o los opositores.

Estamos en presencia de una guerra no convencional, de cuarta y quinta generación, en la cual, según Michael Hardt y Antonio Negrin en su texto Imperio: «El poder se ejerce ahora a través de máquinas que organizan directamente los cerebros (en los sistemas de comunicación, las redes de información) y los cuerpos (en los sistemas de asistencia social, las actividades controladas) con el propósito de llevarlos hacia un estado autónomo de alienación, de enajenación del sentido de la vida y del deseo de creatividad».

De allí, que la alerta es máxima. Ante la sociedad de control hace falta la resistencia foucaultiana, es decir, la posibilidad de generar relaciones de poder en las que cada sujeto mantenga el mayor grado posible de libertad, sobre todo porque, como afirma el profesor de la Universidad estatal de Moscú, Iván Zasurski: «Vivimos en tiempos en los que a muchos no les cuesta nada falsificar la información. Por eso cada uno tiene que pensar con su propia cabeza y aprender a discernir. Hoy día es imposible creer en lo que ves. Internet se ha convertido en una parte importante de los conflictos bélicos. La guerra informativa va acompañada de la guerra real».

Fuente: https://www.aporrea.org/tecno/a266447.html

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