Por: Alonso José Méndez Hernández.
La presente investigación tiene un enfoque documental, siendo su temática la diplomacia digital, en este sentido, para Gómez (2014) se refiere a un proceso de transformación, de migración y de mejora al empleo de nuevas herramientas de comunicación. Es un puente que permite mantener nuestras buenas relaciones con el exterior y de cerrar cada día más las brechas marcadas por las fronteras geográficas.
Las investigación es previas de algunos autores citados en el presente trabajo han forjado su interés en las estrategias de programas informáticos, redes sociales como las siguientes; Facebook, tweet, instagran etc. Obviando de alguno modo el lenguaje como herramienta de la comunicación y su acción y como estos incide dentro del ejercicio de la diplomacia.
Sin embargo, la utilización de estos medios de comunicación son de gran relevancia para extrapolar la misión de estos funcionarios en el exterior, es por eso, que la emisión de un mensaje codificado que pueda ser descifrado por un receptor apropiándose de las herramientas necesarias como lo sostiene Habermas que las condiciones universales del entendimiento posible, el cual se manifiesta desde la perspectiva de analizar las condiciones de posibilidad de un acuerdo logrado a través del lenguaje.
De esta manera, la competencia comunicativa es aquella capacidad de los hablantes no sólo para producir oraciones gramaticales bien formadas, sino la capacidad para comunicarse entre sí: se trata de la cabida de generar actos de habla con sentido dentro de determinadas situaciones reales. Sin embargo, la competencia lingüística es un saber universal, cuyo aforo está posibilitado por la internacionalización de las normas públicas del lenguaje llevado a cabo por el hablante en el proceso de socialización. Todo acto de habla posee necesariamente una dimensión interactiva en el que los individuos hablan entre sí.
En este orden de idea, Echeverría expone que la forma tradicional en que se concibe el lenguaje como algo fundamentalmente pasivo y descriptivo, sin embargo, la manera en que actúan los seres humanos, dando forma a la comunicación y la utilización de éste como un instrumento al servicio de la conciencia que permite; expresar, transmitir y comunicar, lo que percibe en el complejo mundo que nos rodea.
La presente investigación, busca esbozar, desde el ámbito del paradigma crítico, la acción comunicativa llevada a cabo en la diplomacia digital de algunos estados en cuantos a sus relaciones internacionales. La misma se estructura de la manera siguiente; introducción, investigaciones previas y argumentaciones de teorías y puntos de vistas que conllevan a la importancia del lenguaje en la utilización de un medio de comunicación, a su vez esto permite fundamentar la investigación, seguidamente las conclusiones y por último las referencias.
Antecedentes de la Investigación
Para El Hage (2011) obtuvo como resultado de su investigación la ejecución de un sistema de información mucho más eficaz y eficiente, con el objetivo de lograr satisfacer las necesidades requeridas por la misión diplomática francesa en Venezuela para la gestión y la buena atención de sus solicitantes.
En este sentido, esta forma de utilizar los medios de comunicación para llevar la información a los ciudadanos de un estado sobre su ejecución en otro, cabe destacar que, Sánchez (2014) se refiere que afecta al periodismo, a la participación ciudadana y a la alta política. Se han abierto nuevos retos (trilema de la diplomacia) y se han generado nuevas oportunidades. Los países están en proceso de innovar y transformar su acción exterior, pero aún no existe un corpus sólido de buenas prácticas.
Ante tal situación concluyo que: la diplomacia digital está aún en unos primeros estadios. Estamos aún en una fase de aprendizaje. No se ha pensado una estrategia integral o propia, sino que se emplean las herramientas para consolidar los objetivos de la política exterior. Pocos países se atreven verdaderamente a innovar, esto es, a transformar los recursos, los procesos y los valores de la diplomacia. Francia quiere extender la francofonía. Suecia utiliza la diplomacia digital para apalancar más influencia de la que tiene. Estados Unidos invierte en distintos programas en el proceso más claro de innovación o por precisar de intentos de innovación. Mientras que el Servicio Europeo sufre las carencias de una estrategia diplomática europea, por lo que el entorno digital apenas le reporta beneficios. Sin embargo, esta aseveración conlleva a precisar la competencia que tiene los gobiernos en la temática digital.
Para el autor antes citado, se refiere al término digital en esta temática que no desaparece. Se transforma. Por eso, me resisto a aceptar que existe una “vieja diplomacia” frente a una “nueva diplomacia”. La diplomacia en red es incremental y, precisamente por ello, la conectividad es un valor en alza. El acceso a la red física (Internet y nuevos medios) es solo primer en la redistribución del poder en el siglo XXI. A partir de ahí, serán los diplomáticos quienes adapten su profesión a las nuevas necesidades y demandas. La misión diplomática del futuro será aquella que integre de forma natural las tecnologías simples y concretas, adecuadas al “negocio” de la diplomacia, al tiempo que aprenda a navegar en la incertidumbre de la red.
Por último, sostiene el autor antes citado, que la diplomacia digital se aventura como una idea, un desiderátum de transformación digital. La diplomacia se hace pública, esto es, se convierte en un elemento de la conversación y la lógica ciudadana. Como propuesta de valor, la diplomacia digital es una oportunidad para la participación política, el activismo y la agenda pública de intereses.
El antecedente muestra que los gobiernos han iniciado una asevera carrera en la digitalización de los servicios diplomáticos obviando de algún modo la acción comunicativa a la hora de emprender la utilización de las redes sociales propiciando de algún modo comentarios entre los ciudadanos por el mensaje.
En este orden de ideas, Gómez (2015). Un mensaje mal escrito u ofensivo de parte de alguna autoridad genera condena internacional inmediata, de allí la importancia de tener sumo cuidado y una estrategia puntual en el uso de estos medios de comunicación. A su vez, los Estados modernos a través de sus gobiernos están no solamente participando sino siendo proactivos en esta era de la diplomacia digital.
Ahora bien, es de relevancia para esta investigación las potencialidades del lenguaje a la hora de emplearse como elemento de comunicación en la era digital, interesándose por un emisor preocupado por éste capaz de emitir un mensaje que logre ser decodificado por un emisor, sin generar mal entendidos o una matriz de opinión que coloquen a estos funcionarios o al estado que representan en un altercado con otro país.
Sustento Teórico
La palabra diplomacia se deriva del vocablo griego «díplóo», que significa plegar. Sin embargo, algunos autores sostienen que en tiempos del Imperio Romano todos los pasaportes, pases para circular por los caminos de esta, así como los salvoconductos, estaban estampados sobre placas dobles de metal, plegadas y cosidas entre sí; tales permisos metálicos, se llamaban diplomas.
Ahora bien, el uso de la palabra diploma, se amplió para nombrar con ellas a otros documentos oficiales; aunque no tuvieran exactamente las mismas características de aquellas placas metálicas plegadizas. Sin embargo, a los documentos se les designaba diplomas; de esta manera se les llamaba a los documentos que contenían acuerdos con extranjeros. Se fueron incrementando lo que propicio el escenario para designar funcionarios para clasificarlos, descifrarlos y conservarlos; a estas personas se les conoció como «cosa diplomática».
En estos sentidos algunos autores definen este término como se expresan a continuación:
Cuadro 1: Definiciones sobre diplomacia
AUTOR |
DEFINICIÓN DE DIPLOMACIA |
Flassan G., autor de la obra «Historia de la Diplomacia Francesa», publicada en 1811: |
Diplomacia es la ciencia de las relaciones exteriores de los Estados, que tiene por base los diplomas o actos escritos procedentes de los soberanos |
Andrés Bello, en su obra titulada «Derecho Internacional Público» Rd. Librería de Garnier Hermanos, París,
1882, pp. 305-306 |
La parte diplomática era solo el arte de conocer y distinguir los diplomas, esto es, las escrituras públicas emanadas de un soberano; pero habiéndose dado aquella denominación a los embajadores o legalos, que los soberanos se acreditan mutuamente. Hoy se llama también diplomática o diplomacia la ciencia que trata de los derechos y funciones de los ministros; aunque el uso propio y autorizado, es decir, diplomática en el primer sentido y diplomacia en el segundo. |
Diccionario de Oxford |
Diplomacia es el manejo de las Relaciones Internacionales mediante la negociación; el método merced al cual se ajustan y manejan esas relaciones por medio de embajadores y enviados; es el oficio o arte del diplomático |
Manfred Lachs |
La diplomacia es la habilidad para lograr acuerdos en cuestiones de toda categoría, mediante el reconocimiento de intereses recíprocos |
Philippe Cahier |
Es la manera de conducir los asuntos exteriores de un sujeto de Derecho Internacional, utilizando medios pacíficos y principalmente la negociación |
Nota: protocolo.org/ceremonial/protocolo_diplomatico/que_es_la_diplomacia.html.
En resumidas cuentas, la diplomacia es un arte de conocer las técnicas adecuadas para relacionarse en los términos del respecto entre los representantes de un estado a otro, sin embargo, esto se ve influenciado por el lenguaje y como este es utilizado al expresar una idea, en este sentido, Habermas, al estudiar a la sociedad como un conglomerado de sistema complejos, estructurado donde el actor social, desaparece transformado en procesos, estos a su vez permite asumir la comunicación en la era digital como relevante en un discurso que garantice la negocio y el acuerdo sin incurrir en comentarios que distorsionen las relaciones entre los funcionarios de un estado a otro.
Al respecto, Reyes (2008). Es necesario entender las bondades o limitaciones de la llamada “era digital”, primero debemos plantearnos el significado de su aparición dentro del mundo contemporáneo, los esquemas que sostienen a estas “otras” tecnologías dentro un sistema cerrado de valores y sobre todo, observar cuidadosamente el camino por medio del cual lo digital se ha insertado en las relaciones laborales como mecanismo de comunicación y difusión de la información.
Ahora bien, la comunicación es un elemento que incide en cualquier misión diplomática y de funcionario al servicio consular, es por eso, que para Rosas citados por Marcos y Sánchez (2007). A comunicación es hacerlo sobre algo muy amplio, según los últimos informes de la CEPAL, “los acelerados cambios que impone la sociedad de la información en el ámbito productivo y comunicacional, obliga a los nuevos medios a una rápida y ágil adaptación para la transmisión de conocimientos, la comunicación a distancia y el uso de información”. Aunque deberíamos preguntarnos si la comunicación es sólo esto o es más, yo creo que es algo más. Sin embargo, este proceso no solo consiste en la transmisión de mensajes, como algunas teorías de la comunicación lo han dicho o confirmado; la comunicación es conocimiento, aprendizaje, es cultura en sí, es arte. El arte de comunicar va más allá de sólo dar noticias por los medios masivos de comunicación, que puede ser desde dar notas de calidad, hasta aquellas de carácter superficial que no dicen nada.
En este orden de ideas, la transmisión de pensamiento, sentimientos conllevan a los funcionarios diplomáticos a expresar sus ideas en las redes sociales, no cabe duda que al utilizar el lenguaje obviando la acción que esto genera y su impacto en los ciudadanos de forma positiva o negativa, es necesario conocer la ontología del lenguaje y la teorización de Habermas con la acción comunicativa.
Al respecto, la acción comunicativa no tiene como propósito un pensamiento único, sino que las convicciones compartidas vinculan a los participantes en términos de reciprocidad, en este sentido, para Habermas (1993), se refiere a como “El concepto de acción comunicativa, fuerza u obliga a considerar a los actores como hablantes y oyentes que se refieren a algo en el mundo objetivo, en el mundo social y en el mundo subjetivo, y se entablan, recíprocamente a este respecto, pretensiones de validez que pueden ser aceptadas o ponerse en tela de juicio”(p.493).
En este sentido, Habermas (ob.cit), sostiene a su vez que; el primer elemento el enunciado que hace es verdadero, como segundo se tiene la acción pretendida es correcta y por último la intención manifiesta del hablante es, en efecto, la que el hablante expresa. Aunado a esto, se apoya en la reciprocidad de la acción y su orientación al entendimiento. Es por ello que, en la acción comunicativa, ineludiblemente se llega a un saber común, fundado en ese acuerdo, aun cuando las conclusiones y decisiones a las que cada uno de los actores llegue sean diferentes.
Dentro de esta perspectiva, se interpreta entonces de forma estrictamente como las acciones que permiten a los actores dilucidar de una nueva manera su contexto. Y sobre esa interpretación cada uno puede tomar sus decisiones. Al respecto, el concepto de acción comunicativa implica una relación seria y profunda de la fuerza de como los hablantes y oyentes que se refieren al mundo.
De este modo, Pasquali (2005), sostiene que la acción comunicativa surge del Emisor-Medio de Comunicación-Perceptor. Ello sirve como base para sustentar que el avance tecnológico de los medios de comunicación no han sido el motor impulsor causante de problemas comunicacionales que existían previamente, pero sí que han venido a ampliar la capacidad inherente del ser humano de comunicarse, pero no a «engrendarla» (p.36). Bajo esta concepción, el eje vertebral de la dialéctica de del autor se ubica en pilares de Kant para aproximarse al origen propio de la comunicación, los mismo se dividen en categorías como; la Cantidad, la Cualidad, de la Relación y de la Modalidad, teniendo en cuenta, no obstante, que cuando al ser humano se le representa algo, el primer paso que se produce es su ubicación en espacio y tiempo.
Cabe señalar que, Pasquali (ob. cit.), considera que la comunicación es la relación comunitaria humana consistente en la emisión-recepción de mensajes entre interlocutores en estado de total reciprocidad, siendo por ello, un agente esencial de convivencia y un elemento determinante de las formas que asume la sociabilidad del hombre. En efecto, Ambos consideran indispensable la interacción que refleja Pasquali, la reciprocidad Habermas entre los actores o transmisores-receptores de acción comunicativa.
Creo que es evidente, que los autores antes citados establecen de entrada la validez de las diferencias entre los actores de la comunicación, así como la necesidad de confrontar sus propios valores y pretensiones. No obstante, para Paoli (1994), La comunicación es establecer la conciencia profunda del mutuo respeto, y dar respeto es dar valor. Al reconocer lo que de verdaderamente valioso tiene el ser humano. Estas razones, permite que la comunicación implica entonces considerarse recíprocamente valiosos en tanto seres humanos. Por supuesto, con respecto y un mensaje claro, con este enfoque es necesario velar una comunicación que alcance las expectativas en el accionar de la era de la diplomacia digital.
Ahora bien, Echeverría (ob.cit), cada vez que el hombre habla, declara algo, y lo sostiene a un punto tal que bien se puede decirse que hay un sólo acto lingüístico, la declaración, con cinco maneras de manifestarse: como declaración, juicio, afirmación, pedido y promesa que incluye la oferta. En consecuencia, el hecho de hablar en sí mismo, es más una posibilidad de acción que su certeza, y no necesariamente producirá un determinado efecto en el mundo, ya que éste para ocurrir dependerá, en principio, del contexto en el que ese hablar suceda y de quién sea el que hable e incluso podría no producir efecto alguno.
Es por ello, que Stein (2007) “Una acción que, además de naturaleza informativa, tendría una naturaleza comunicativa, dado que el sentido que resulta de la interacción humana es lo que posibilita que en un momento determinado podamos hablar de comunicación” (p.62). Al respecto, la comprensión, de cada persona y la interpretación de lo que significa ser humano, lo concebimos en seres lingüísticos, donde las actividades giran en función del mismo; dicho de otro modo, el lenguaje nos permite intercambiar emociones a través de la comunicación; de tal manera, que pone como eje principal de estudio a las conversaciones, las cuales constituyen y establecen nuestra particular forma de ser.
En ese mismo contexto, el lenguaje es sobre otras cosas lo que hace de los seres humanos el tipo particular de seres que somos. Somos seres que vivimos en el lenguaje. Somos seres sociales. No hay lugar fuera del lenguaje desde el cual podamos observar nuestra existencia. El lenguaje es generativo, nos permite hablar «sobre» las cosas: hace que ellas sucedan. Por lo tanto, el lenguaje es acción, crea realidades. El idioma que hablemos, siempre ejecutamos el mismo número restringido de actos lingüísticos: los seres humanos, al hablar, hacemos declaraciones, afirmaciones, promesas, pedidos, ofertas. Estas acciones son universales. No sólo actuamos de acuerdo con cómo somos también somos según actuamos. La acción genera ser. Uno deviene de acuerdo con lo que hace.
Sin embargo, los seres humanos se crean a sí mismos en el lenguaje y a través de él. Al decir lo que decimos, al decirlo de un modo y no de otro, o no diciendo cosa alguna, abrimos o cerramos posibilidades para nosotros mismos y, muchas veces, para otros. Cuando hablamos modelamos el futuro. A partir de lo que dijimos o se nos dijo, a partir de lo que callamos, a partir de lo que escuchamos o no escuchamos de otros, nuestra realidad futura se moldea en un sentido o en otro. Pero además de intervenir en la creación de futuro, los seres humanos modelamos nuestra identidad y la del mundo que vivimos a través del lenguaje.
Dentro de esta perspectiva, el concepto de lenguaje descriptivo y generativo será bien simple conocer anticipadamente de cuales conversaciones se generará acción y de cuales se obtendrá una descripción que con lleve a una acción estratégica. Así la ontología sostiene que el lenguaje genera realidad. Desde el punto de vista del hablante, el lenguaje es una posibilidad y el hombre otra con aptitud para utilizar el habla como herramienta para generar acción, y de acuerdo a las distinciones que ese hombre tenga sobre el lenguaje es que alineará su hablar hacia la consecución de su propósito con mayor o menor efectividad.
Cabe señalar que, esto representa que el hombre en su progreso aparece en el lenguaje y a su vez el lenguaje es producto de la evolución del mismo. Sin Embargo, la capacidad creativa del hombre parece razonable considerarlo creador del lenguaje – acción que luego evoluciona junto con él. Es por eso, que al interpretarse que el lenguaje permite al hombre extrapolar su manera de crear, potenciándola, ya que al suceder fuera de él puede observarla depositando sus ideas en un espacio diferente del que ejerce para pensarlas, y ese lugar de interacción es el lenguaje. El hombre se observa en el lenguaje que propicia una acción comunicativa.
Conclusión
En resumidas la diplomacia digital es un instrumento que tiene los funcionarios de estos servicios para difundir sus pensamientos, claro estas sin afectar las buenas relaciones entre ambos estados. Es por eso, que la comunicación juega un papel de gran relevancia en las acciones que se generan al utilizar el lenguaje, como sostiene Echeverría el acto lingüístico básico es la declaración, y todo es una declaración. Hablar es declarar. Cada vez que el hombre habla, declara algo, y lo sostiene a un punto tal que bien puede decirse que hay un sólo acto lingüístico, la declaración, con cinco maneras de manifestarse: como declaración, como juicio, como afirmación, como pedido y como promesa que incluye la oferta.
En consecuencia, el hecho de hablar en sí mismo, es más una posibilidad de acción que su certeza, y no necesariamente producirá un determinado efecto en el mundo, ya que éste para ocurrir dependerá, en principio, del contexto en el que ese hablar suceda y de quién sea el que hable. Incluso podría no producir efecto alguno.
La comprensión, de cada persona y a la interpretación de lo que significa ser humano, lo concebimos en seres lingüísticos, donde las actividades giran en función del mismo; por lo tanto, el lenguaje nos permite intercambiar emociones a través de la comunicación; de tal manera, que pone como eje principal de estudio a las conversaciones, las cuales constituyen y establecen nuestra particular forma de ser.
Es por ello que, si se pretende saber cómo somos, y porque somos de este modo, sustraemos parte de esa información, del análisis de las conversaciones. Es importante dejar claro que, las conversaciones son la clave para discernir en el alma humana. Por lo tanto, ubicar en el centro de la mirada a las conversaciones, involucra situar tanto al lenguaje como a las emociones, puesto que toda conversación, articula lenguaje y emoción.
La ontología del lenguaje, nos lleva a hacer referencia a nuestra comprensión genérica, a nuestra vida diaria y al trabajo, ya que todos ellos, se sustentan en una manera particular de interpretar el fenómeno humano.
El lenguaje es sobre otras cosas lo que hace de los seres humanos el tipo particular de seres que somos. Somos seres que vivimos en el lenguaje. Somos seres sociales. No hay lugar fuera del lenguaje desde el cual podamos observar nuestra existencia. El lenguaje es generativo, nos permite hablar «sobre» las cosas: hace que ellas sucedan. Por lo tanto, el lenguaje es acción, crea realidades. El idioma que hablemos, siempre ejecutamos el mismo número restringido de actos lingüísticos: los seres humanos, al hablar, hacemos declaraciones, afirmaciones, promesas, pedidos, ofertas. Estas acciones son universales. No sólo actuamos de acuerdo con cómo somos también somos según actuamos. La acción genera ser. Uno deviene de acuerdo con lo que hace.
Sin embargo, los seres humanos se crean a sí mismos en el lenguaje y a través de él. Al decir lo que decimos, al decirlo de un modo y no de otro, o no diciendo cosa alguna, abrimos o cerramos posibilidades para nosotros mismos y, muchas veces, para otros. Cuando hablamos modelamos el futuro. A partir de lo que dijimos o se nos dijo, a partir de lo que callamos, a partir de lo que escuchamos o no escuchamos de otros, nuestra realidad futura se moldea en un sentido o en otro. Pero además de intervenir en la creación de futuro, los seres humanos modelamos nuestra identidad y la del mundo que vivimos a través del lenguaje.
En este sentido, el concepto de lenguaje descriptivo y generativo será bien simple conocer anticipadamente de cuales conversaciones se generará acción y de cuales se obtendrá una descripción. A modo de ejemplo sobre una conversación de queja se obtendrá una descripción sobre lo que sucede y no le gusta al hablante, y si se transforma en una conversación de propuesta se obtendrá una posibilidad de cambiar eso que no le gusta. Así la ontología sostiene que el lenguaje genera realidad. Desde el punto de vista del hablante, el lenguaje es una posibilidad y el hombre otra con aptitud para utilizar el habla como herramienta para generar acción, y de acuerdo a las distinciones que ese hombre tenga sobre el lenguaje es que alineará su hablar hacia la consecución de su propósito con mayor o menor efectividad.
Cabe señalar que, esto representa que el hombre en su progreso aparece en el lenguaje y a su vez el lenguaje es producto de la evolución del hombre. Legitimando la capacidad creativa del hombre parece razonable considerarlo creador del lenguaje que luego evoluciona junto con él. Puede interpretarse que el lenguaje permite al hombre extrapolar su manera de crear, potenciándola, ya que al suceder fuera de él puede observarla depositando sus ideas en un espacio diferente del que ejerce para pensarlas, y ese lugar de interacción es el lenguaje. El hombre se observa en el lenguaje.
De este modo, será el lenguaje, como fenómeno social, una herramienta al servicio de la efectividad de lo que se quiera lograr o crear grupalmente o en equipo. La coordinación de acciones en funcionamiento será testigo de lo que pueda permitir el lenguaje como generador de acción común en ese equipo.
En relación con lo anterior, el espacio para que ese lenguaje tenga donde ocurrir, determinará la capacidad de creación de resultados en una proporción equivalente al tamaño de la relación. Dicho de otro modo a mayor relación mayor capacidad de acción coordinada, vale decir que, según dice Elena Espinal, el tamaño de la relación influirá directamente en el tamaño del resultado factible de lograr. El lenguaje se identifica en relación con otros seres, o sea que existe porque en su momento hubo un otro con quién hacer, con quién coordinar acciones, alguien a quién expresarle algo. Es, y ha sido, la herramienta para crecer, para bajar del árbol, para evolucionar.
Por otra parte conocer y utilizar los actos lingüísticos para generar resultados, sea en sociedad o equipos de gestión, requiere de un marco o contexto de interrelación permanente, de dinamismo, ya que comprender cada acto lingüístico como un hecho aislado genera un movimiento secuencial que solo ocurre al analizar el proceso. Diferente es lo que pasa en el suceder, en esa dinámica en la que todo ocurre a espacios que bien hasta pueden ser simultáneos. Es poco alentador esperar o exigir a otro que analice, responda o piense en la parte del proceso destinada a ello o en el momento en que a cada uno le toque; muy por el contrario eso ocurre caóticamente, de un modo vital, irreverente, admirable.
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