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Una pandemia vista desde Guatemala

Por: Carlos Aldana

En esto no somos europeos, asiáticos o americanos, somos humanos ante un problema común. Estamos en esto todos los seres humanos, el confinamiento es para todos. Pero también la esperanza en un mundo distinto nos pertenece y este es tiempo para construirla.

Todavía son las primeras horas del confinamiento obligatorio en el que vivimos en este país de 15 millones. Las noticias de China, y luego Europa y Estados Unidos, nos fueron alertando y alarmando, pero no lo suficiente para que pudiéramos cambiar el ritmo y la manera de vivir. Sin embargo, ya con seis casos registrados y una persona muerta, la cosa se ha desvelado de manera dramática. Ya el Gobierno ha planteado prohibiciones y esperamos que con eso la contención sea posible.

Los dos casos iniciales fueron de personas provenientes de Italia y de España. Algunos de sus familiares que los acompañaban también están en cuarentena, pero la cosa se pone dramática por el hecho de que la primera persona fallecida era dueño de una fábrica de maquilación textil, la cual se considera foco ahora de una posible expansión exponencial en el territorio nacional.

Me parece que, en una reflexión ligera, existe una ventaja y una desventaja para países como los latinoamericanos, sobre todo, aquellos que todavía sus cifras de infectados no son tan alarmantes. La ventaja es que después de la difusión de noticias angustiantes de Asia y de países tan cercanos y queridos para nosotros, como España e Italia, la situación ya nos tenía en alerta. Tampoco es comparable el flujo turístico nuestro con el europeo, aunque en Guatemala somos un país de flujos migratorios forzados, porque estamos entre México y Honduras y esa es otra realidad que tampoco podemos desatender. Aunque su origen oficial está en China, para Guatemala el conavirus vino de Europa. Y eso es distinto a que de aquí hubiera ido para allá.

Esta supuesta ventaja hizo que los gobiernos, de una u otra manera, fueran preparándose para la emergencia. Aunque no pudo evitarse el desabastecimiento, el frenesí por comprar, la neurosis colectiva expresada en largas colas para comprar papel higiénico (como se había empezado a ver en la televisión proveniente de Estados Unidos).

Por otro lado, los países latinoamericanos en general tenemos una desventaja: nuestras condiciones estructurales. La precariedad en los sistemas de salud hace que cualquier emergencia se convierta en una situación extremadamente dramática. Una pandemia como esta nos puede arrasar de maneras insospechadas. En Italia el sistema de salud vivió colapso por este conavid 19. Algo un poco menor en países como los nuestros, se convierte en una tragedia de tamaño monstruoso.

Y aunque no parece el momento más adecuado para recordar viejas condiciones estructurales, me parece que tampoco es momento para olvidarlas completamente. El empobrecimiento agudo de grandes segmentos poblaciones en Guatemala, junto a la precariedad en salud y en educación, así como el enorme desempleo de miles y miles de jóvenes, son factores que no pueden quedarse olvidados. Tienen que tomarse en cuenta en este preciso momento, porque la pobreza mata muchísimo más que cualquier virus y porque después de que este conavid 19 sea dejado de lado, la pobreza y la exclusión seguirán haciendo de la suyas, en silencio, sin focos de medios de prensa, sin alarmas, sin llamados a la unidad, sin acciones internacionales.

Creo que, aunque un virus parece un elemento de la naturaleza, y esta pandemia parece que nos hace olvidarnos de sus autores y verdaderos responsables, no podemos dejar de lado que quizá nunca sabremos plenamente quién o quiénes lo crearon, y por qué o para qué lo diseminaron. O a quién se le salió del control. Los portadores individuales, sobre todo cuando tenían conocimiento de la situación, fueron claramente responsables, no así quienes no sabían nada de lo que pasaba. Pero los auténticos responsables, aquellos que por el control del poder en el mundo hacen y deshacen (sin importar la vida y la dignidad), seguirán en la sombra y sin ser señalados contundentemente.

En esto no somos europeos, asiáticos o americanos, somos humanos ante un problema común. Estamos en esto todos los seres humanos, el confinamiento es para todos. Pero también la esperanza en un mundo distinto nos pertenece y este es tiempo para construirla.

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/2020/03/19/una-pandemia-vista-desde-guatemala/

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Pandemia de cinismo

Por: Ilka Oliva Corado

Claro que sí, vivimos una pandemia y la hemos vivido siempre, pero de cinismo, insensibilidad y doble moral.

No queremos ver ninguna injusticia de ningún tipo no porque nos duela sino porque nos importa un comino el dolor de los otros y lo que vivan. Y si se nos atraviesa una por el camino nos cambiamos del otro lado de la banqueta o retrocedemos o le saltamos encima como si fuera charco de agua, total que somos buenos esquivando. Históricamente hemos esquivado la memoria y la reconstrucción del tejido social. No hay virus tan fulminante como el del cinismo y ahí nos pintamos solos como humanidad. Virus van y virus vienen, cómo manejan la información los medios de comunicación y los gobiernos es lo que hace la enorme diferencia.

Para ejemplo el dengue, los países en desarrollo están cundidos y mueren millones de personas y seguirán muriendo, no se ve a gobiernos ni a medios de comunicación poniendo luces rojas de emergencia. El aborto clandestino, mueren millones de mujeres y no es emergencia mundial una ley de aborto legal, seguro y gratuito. Pobreza extrema, la calamidad de nuestra doble moral mundial. Con esto no quiero menospreciar la importancia del virus que estamos viviendo ahora como población mundial y tampoco digo que no se tengan que seguir las indicaciones. Pero la gran masa obrera a nivel mundial no puede quedarse en su casa guardando cuarentena porque apenas sobrevive el día a día y en sus trabajos, sus patrones oligarcas tampoco les darán los días para faltar.

¿Quiénes tapiscarán las cosechas de temporada? Si son los jornaleros del campo mal pagados sin derechos laborales quienes lo hacen, no son vistos como personas y no lo serán en esta crisis tampoco, mueran los que mueran solo se consiguen nuevos para hacer el trabajo y eso sucede también con la población indocumentada a nivel mundial. Bonito es ver en los balcones de edificios en Italia a gente cantando y tocando instrumentos en muestra de cultura y unidad, hasta cierto punto digamos que de humanismo pero, ¿y por qué nunca se han unido así para exigir al gobierno de ese país un trato digno a los migrantes indocumentados que llegan ahogándose en el mar? ¿Es ahora que con la pandemia y el caos se aprovecha para salir en redes sociales y nada más para que digan? ¿Qué pasaría si todas las familias en Italia salieran a los balcones en una muestra de humanismo y cantaran, tocaran instrumentos exigiendo un trato humano y la legalidad de estadía y derechos laborales a los  migrantes que llegan ahogándose en pateras desde África y parte de Europa? Una cuarentena pidiendo por los migrantes indocumentados, qué lujo. Pero ellos no importan, no han importado ni importarán.

Quienes han podido porque han tenido el tiempo y la economía, en días anteriores vaciaron los supermercados, al final quedaron los obreros que van al día con sus gastos, muchos no han podido ir a comprar nada porque no hay dinero, cuando lleguen no encontrarán nada porque quienes podían acapararon todo sin importarles los otros. Muestra clara de egoísmo. Ese desabasto masivo porque ha sido mundial, conforme avanza la pandemia por sectores así van vaciando los supermercados. Esto nos da una idea, mínima, pero nos la da, de cómo vivieron los países ultrajados en tiempo de dictaduras e invasiones, las cuales empezaron por desabasto de supermercados, panaderías, farmacias, para crear el caos en las poblaciones. Nosotros no llevamos ni una semana y todo está lavado, los productos básicos están barridos. Imaginemos años de dictaduras donde además violaban, torturaban, desaparecían y asesinaban personas. ¿Podríamos sobrevivir nosotros a algo así? Hablo claro, de estas nuevas generaciones pomposas y arrogantes. Porque los mayores ya sabemos de qué están hechos, son nuestro ejemplo y guía.

Podemos imaginarnos entonces lo que significa un bloqueo económico en países como Cuba y Venezuela. Cuba, con décadas así y sin embargo sigue siendo un ejemplo de humanismo para el mundo, ahora mismo brindando medicina y enviando a sus médicos alrededor del mundo para que atiendan las necesidades de los pueblos. Y no lo enseñó Fidel, es su pueblo que ha sabido resistir con dignidad y conciencia la enorme injusticia que ha cometido el mundo con su cinismo y su silencio.

Podemos imaginarnos entonces lo que vive Palestina, (lo que vivió Irak, Pakistán y vive Siria) que les bombardean hospitales, casas y escuelas. Que les arrancan sus árboles de olivo con maquinaria pesada, que les fumigan sus siembras para que no crezcan. Que les bombardean supermercados, que les disparan a quema ropa si se acercan al muro con el que día a día les roban sus tierras. Claro que sí, podemos imaginarlo, pero preferimos cambiarnos al otro lado del camino, porque su dolor, sus gritos de auxilio y la dignidad de ese pueblo que lucha nos escupe a la cara, en nuestro cinismo. Claro que sí, vivimos una pandemia y la hemos vivido siempre, pero de cinismo, insensibilidad y doble moral.

Ojalá que por lo menos, ya que no nos dan las agallas para ver a otro lado más allá de las galantes fronteras patrias, ni que nos atrevamos a adentrarnos en la memoria histórica de nuestro propio pueblo para pensar en la tierra arrasada y las poblaciones que salieron al exilio forzado, exijamos que el quedarse en casa a guardar la cuarentena sea para todo ser humano, no solo para quien se columpie en su privilegio de clase y jampón desde ahí señale el comportamiento de los obreros en tiempo de pandemia de cinismo.

Fuente: https://rebelion.org/pandemia-de-cinismo/

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¿Por qué te fuiste? Estudiantes de Senegal preguntan a los migrantes

Por: Lola Hierro

En un gaztetxe de Vizcaya convertido en centro de acogida se reúnen siete inmigrantes con un grupo de jóvenes de Saint Louis de visita en España y les explican la dura realidad de la migración

Una señora mayor cruza el puente que pasa por encima de la carretera BI-625 a la altura de Mariartu, uno de los barrios de la localidad vizcaína de Arrigorriaga, a seis kilómetros de Bilbao. Cuando llega al otro extremo, se dirige con paso resuelto hacia un viejo caserón de seis plantas cuya fachada da a la carretera y de aspecto un tanto abandonado. Llama a la puerta. Abre un hombre joven.

—Buenos días, vivo en el edificio de enfrente y he visto que se te ha caído la ropa que tenías tendida. Solo venía para avisarte —dice la señora.

—Ah, no teníamos idea. Pues muchas gracias, ahora mismo la recogemos —contesta el chico.

Sin más ceremonia, se despiden y la mujer se marcha por el mismo camino por el que llegó.

Esta escena es la que describe la voluntaria de 22 años Ane Arnáiz para dar un ejemplo de la buena relación que se está estableciendo entre los habitantes de Arrigorriaga y sus recién llegados vecinos: un grupo de siete varones inmigrantes que alcanzaron Euskadi en el verano de 2018. Procedentes de Costa de Marfil y Senegal, y ninguno mayor de 30 años, cuando por fin entraron en España no tenían dónde cobijarse. Si hoy cuentan con un techo sobre sus cabezas es gracias a la organización Bienvenidos Refugiados Arrigorriaga y a los vecinos de este municipio vasco a orillas del Nervión, de no más de 12.000 habitantes.

«En junio empezamos a ver que llegaban muchos autobuses provenientes de Andalucía; les soltaban en Bilbao y ellos no sabían ni dónde estaban, pensaban que habían llegado ya a Francia» cuenta Peio Molinuevo, voluntario de 23 años, sobre la llegada de docenas de personas migrantes a principios del último verano.

Los interlocutores son un grupo de siete estudiantes procedentes de Senegal que durante una semana ha visitado Bilbao y los alrededores. Su viaje está enmarcado dentro de los proyectos de educación para la transformación social de la organización de desarrollo educativo Hahatay. Una de las actividades previstas en la agenda de estos viajeros es conocer y conversar con otros chicos que decidieron emigrar de manera irregular con el fin de que conozcan la realidad que se esconde tras esa idea de que Europa es el Eldorado.

«Me llamó la atención ver a gente durmiendo en la calle los días que llovió, incluso mujeres con sus hijos, porque las instituciones no los acogían«. Tanto ese voluntario como Ousmane, uno de los costamarfileños residentes en Arrigorriaga, narran que los albergues de la Cruz Roja se saturaron y muchos se quedaron fuera y las instituciones públicas tampoco dieron ninguna solución. Este fue el precedente del proyecto que ha logrado que los jóvenes subsaharianos en situación irregular tengan un lugar donde vivir.

Molinuevo es miembro del colectivo Arrigorriaga Harrera Herria (Arrigorriaga País de Bienvenida), formado por personas pertenecientes al centro social juvenil de Arrigorriaga y la plataforma ciudadana Ongi etorri Errefuxiatuak (Bienvenidos Refugiados) de la misma localidad. Durante la reunión cuenta cómo supieron de la situación de tantas personas en Bilbao. Al mismo tiempo, supieron que en Irún, en la frontera con Francia, se habían habilitado gaztetxes —centros sociales juveniles de País Vasco, a veces okupados y a veces cedidos por las instituciones públicas— como espacios de acogida. Sus compañeros y él, que llevan un año escaso adecuando un antiguo frontón para usar como gaztetxe, decidieron imitar el modelo.

«Vimos que había posibilidades porque este sitio es muy grande y se podía preparar una casa. Había muchas ganas de poder llevar este proyecto a cabo, y cuando se hizo público en el pueblo, además de las asociaciones también se sumó mucha gente a título personal», relata. «La gente del pueblo y los comercios han tenido una actitud muy positiva; en la primera semana vinieron muchos voluntarios para traer ropa que tenían en casa, y los comercios siempre estaban dispuestos a dar lo que tenían», insiste la joven. «Todo lo que se ha conseguido es por las ganas de la gente de ayudar y aportar», añade su compañera.

El gaztetxe de Arrigorriaga es un caserón grande, con espacio de sobra para muchas personas. Algunas salas aún están descuidadas, pero las estancias que ya se han arreglado poseen todo lo necesario. La cocina es acogedora y cuenta con una mesa grande para sentar a muchas personas a su alrededor. En los fuegos, un caldero borbotea lo que parece un guiso con verduras. A la derecha de la entrada se ha adecuado un pequeño saloncito, y en el piso superior, una habitación más amplia, con sillones, sofás y cortinas de colores, acoge esta reunión de africanos y vascos; de emigrantes, inmigrantes, voluntarios y viajeros. La charla se desarrolla en tres idiomas: wolof, francés y castellano. Entre la veintena de asistentes siempre hay alguien que puede traducir de un idioma a otro, asi que la conversación se desarrolla con fluidez.

A la izquierda, Ma Ndiaye, emigrante procedente de Senegal, cuenta su experiencia a Aboubacar y a Ndieye.
A la izquierda, Ma Ndiaye, emigrante procedente de Senegal, cuenta su experiencia a Aboubacar y a Ndieye. L. H.

No es fácil contar la historia

Pronto, los visitantes senegaleses piden hacer preguntas. En concreto, quieren que los inquilinos de la casa cuenten lo que ha sido su periplo. Ousmane, cruzado de brazos y semi recostado en un sillón, toma la iniciativa, aunque las palabras cuestan en salir. Que viajó de Costa de Marfil a Nador, en Marruecos, que de ahí realizó una travesía en patera hasta Motril, en Granada, y de ahí llegó a Bilbao en autobús…

«Sabemos que no es fácil contar la historia», le dice otro de los presentes, Mamadou Dia. Dia es el fundador de Hahatay, y antes que eso fue uno de tantos migrantes senegaleses que llegó a España en cayuco en 2006; uno de los tantos que vivió penurias de toda clase hasta que logró salir adelante, y uno de los pocos que decidió que en casa se estaba como en ningún sitio y regresó a Senegal. Hoy trabaja desde su propio pueblo, Gandiol, a orillas del Atlántico, para que las generaciones venideras como las que ha llevado de visita a Bilbao comprendan que migrar es un derecho, pero que hay que estar informado sobre lo que hay al otro lado.

Cuenta Mamadou brevemente su periplo desde Gandiol a Tenerife y eso imbuye confianza en Ousmane.»Cuando llegamos eran las seis y media de la mañana, no sabíamos dónde ir así que decidimos coger un bus a Bilbao», dice el costamarfileño. «Conocimos a un chico camerunés y nos acompañó a la Cruz Roja, pero nos dijeron que el albergue estaba saturado y esa noche dormimos en la calle», relata. Los siguientes días fueron de lugar en lugar hasta que dieron con los voluntarios de Arrigorriaga… O al revés.

«No tengáis vergüenza por hablar de lo que os ha pasado. Aunque yo particularmente no lo he vivido, sí conozco a muchos que lo han hecho y estaría bien que la gente no se sintiera mal por contar lo que les ha tocado vivir», anima Cheikh, otro de los visitantes. Y otra más levanta la mano a continuación. Es Ndeye Fatu y quiere preguntar por su experiencia a Ma Ndiaye, el único senegalés acogido en el gaztetxe y el más joven también. «Soy pescador en Senegal, el viaje fue muy pesado», comienza. «Éramos cuatro amigos y cuando íbamos en la patera se les empezó a ir la cabeza a los demás. Como yo era el único pescador, empecé a tranquilizarlos. Uno de ellos decía que nos íbamos a morir y lo creímos hasta que nos alcanzó la Cruz Roja. Al final todo bien», concluye.

—Después de todo el recorrido que has hecho, si te llamara un hermano y te pidiera que volvieses, ¿tú qué dirías? —inquiere Ndeye.

—A mis hermanos no les diría que no, pero si tuviese que regresar a Senegal luego no volvería a hacer todo el camino después de lo que he vivido —reconoce el pescador.

El estilo de vida occidental

Otra de las inquietudes que surgen es por un comentario de Ndiaye al principio de su relato, pues cuenta que pidió ayuda a un familiar que reside en España desde hace 10 años y este se negó a acogerle a pesar de que anteriormente le había ofrecido su apoyo cuando se animar a cruzar el Estrecho. «Cuando le llamé me dijo que no quería saber nada. Se desentendió», lamenta.

En opinión de Mamadou Dia, que ha vivido en España más de diez años, los africanos que viven en Europa acaban adoptando el estilo de vida individualista de Occidente. «La gente aquí adopta la costumbre de decidir por uno mismo y no hacerse cargo de nadie; se deshacen bastante de las responsabilidades y la solidaridad, pierden esos valores», opina Dia.

Una de las últimas reflexiones es la de Aboubacar Diop, hermano de uno de los estudiantes senegaleses y residente en España desde hace 14 años. Piensa que quienes emigran no quieren que sus parientes sepan la verdad. «Los emigrantes muchas veces no cuentan la realidad en la que viven. Por teléfono y por Facebook cuentan que están súper bien, pero cuando saben que esa persona con quien hablaban está en España y va a conocer cómo es su vida real, cierran totalmente la cortina».

Imagen tomada de: https://ep01.epimg.net/elpais/imagenes/2019/04/05/planeta_futuro/1554475826_104113_1554477114_noticia_normal.jpg

Fuente: https://elpais.com/elpais/2019/04/05/planeta_futuro/1554475826_104113.html

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Jóvenes y espacio público

Coordinadorxs:  Jahel López Guerrero, Marcela Meneses Reyes.

Año: 2018

Editado por: Universidad Nacional Autónoma de México/Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades
Instituto de Investigaciones Sociales

ISBN de la colección: 978-607-30-0463-3
ISBN del volumen: 978-607-30-0809-9

Sinopsis: La relación de los jóvenes y el espacio público es el tema que se problematiza en este libro; forma parte de los esfuerzos por impulsar una línea de investigación que, de manera conjunta, las coordinadoras de esta publicación deseamos posicionar en los campos de estudio sobre juventudes y los estudios urbanos, ya que si bien reconocemos en uno y otro una alusión mutua y permanente, poco se ha profundizado analítica y teóricamente al respecto.

Consideramos que el sujeto jóvenes y el objeto espacio público, más que aludir a una relación unívoca y lineal, conforman una dupla analítica que nos permite observar y explicar las maneras en que los jóvenes, desde su condición social inmersa siempre en relaciones de poder específicas, contribuyen a la producción del espacio público, y a la inversa, el espacio público influye en la configuración de dicha condición juvenil. Esto implica poner en discusión dos perspectivas en tensión: el deber ser frente al ser de los jóvenes; este último definido desde su experiencia propia ubicada en el presente y en relación con el mundo adulto; mientras que el deber ser estará construido desde la mirada adulta que coloca a los jóvenes en un estado de incompletud y de tránsito hacia la adultez, lo cual apunta siempre a un tiempo futuro.

Descargar aquí: http://ht.ly/pw8V30nN1yF

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Entrevista a Frei Betto: “Las izquierdas latinoamericanas debemos pensar por qué los más pobres ya no nos apoyan tanto”

Entrevista/10 Enero 2018/Autora: Stephanie Demirdjian/Fuente: La diaria

Fraile dominico brasileño y referente de la teología de la liberación.

La vida del fraile y teólogo brasileño Frei Betto está marcada por hitos de todos los colores y formas desde el día en que nació, hace 74 años, en la ciudad brasileña de Belo Horizonte. Militó en la Juventud Estudiante Católica, trabajó como periodista, se unió a la orden de los domínicos, fue encarcelado y torturado por oponerse a la dictadura militar, estudió teología, filosofía y antropología, y fue asesor de varios gobiernos progresistas de América Latina, incluido el primer mandato del ex presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva.

En el medio, escribió más de 50 libros de diferentes géneros literarios –desde novelas hasta ensayos– y se convirtió en uno de los principales referentes brasileños de la teología de la liberación, una corriente del pensamiento cristiano que consiste en “ver el mundo desde los ojos y el sufrimiento de los pobres”, como el propio fraile lo ha definido más de una vez.

De visita en Uruguay, Frei Betto conversó con la diaria sobre las razones de la llegada al poder del ultraderechista Jair Bolsonaro, que el 1º de enero asumirá como presidente de Brasil. Al mismo tiempo, habló sobre la “autocrítica” que tiene que hacer el Partido de los Trabajadores (PT) para reconstruirse en este contexto y cómo impacta en la política la influencia de las iglesias evangélicas. Acerca de la teología de la liberación, fue bastante claro: sigue viva en espíritu pero, en la práctica, perdió terreno.

¿Qué lectura hace del triunfo de Jair Bolsonaro, a un mes de que se celebraron las elecciones presidenciales en Brasil?

El triunfo de Bolsonaro se ha dado por cuatro factores. El primero es el antipetismo, que ha sido muy fuerte en Brasil por la manera en la que se intentó explotar los casos de corrupción que efectivamente hubo en el partido. Son casos excepcionales pero graves, y el partido nunca hizo una autocrítica pública, entonces la oposición supo explotar esto y creó una ola antipetista. No es que la gente prefiera a Bolsonaro, la gente prefiere a cualquiera que no sea del PT. Esto tuvo lugar dentro de una conspiración para encarcelar a Lula; este es un segundo factor. No hay pruebas contra Lula, hay pruebas contra otros líderes del PT, que fueron sancionados y algunos dimitieron, como Antonio Palocci, que fue ministro de los gobiernos de Lula y de Dilma Rousseff. Pero contra Lula no. Entonces, como Lula tenía mucho prestigio y estaba garantizado que ganaría en estas elecciones, se trató de ponerlo en la cárcel, y ahora el juez que lo hizo [Sérgio Moro] ha sido recompensado por Bolsonaro y nombrado ministro de Justicia. Esta es la prueba de que se trató de una conspiración. Otro factor es la influencia de las iglesias evangélicas, las únicas que hacen un trabajo de base con el pueblo. En los 13 años de gobierno del PT no hemos hecho este trabajo, no hemos tratado de hacer la alfabetización política de la gente sencilla, mientras que las iglesias evangélicas sí lo hicieron. El papel de esas iglesias neopentecostales es garantizar que los pobres soporten la pobreza. Entonces son como un rebaño de corderitos, de ovejitas que aceptan la palabra del pastor como si fuera la palabra de Dios. Es una forma terrible de opresión, de servidumbre voluntaria, pero que tiene mucha fuerza en Brasil, incluso fuerza política. Las iglesias evangélicas tuvieron su peso en la elección de Bolsonaro y tienen una bancada parlamentaria muy fuerte. El cuarto factor es la manipulación de las redes digitales, que ahora plantean un problema grave para la democracia. ¿Qué significa “democracia” si las manipulaciones que hace un hombre como [Steve] Bannon desde Estados Unidos ya han influido en las elecciones de 50 países del mundo? Incluso en la elección de Donald Trump, en el brexit en Reino Unido y ahora en la victoria de Bolsonaro en Brasil. También hay que tener en cuenta que Bolsonaro tuvo 47 millones de votos y hay 30 millones de brasileños que no votaron, entre abstenciones, votos en blanco y nulidad. Pero por la ley y la democracia de Brasil ahora Bolsonaro es el futuro presidente y forma un gobierno de carácter fascista, de militares, y que tiene un discurso antidemocrático. De la elección de Bolsonaro también es responsable la cobardía del sistema judicial brasileño, porque tendría que haberlo sancionado por las cosas absurdas que ha dicho durante la campaña, como defender la tortura u ofender a los homosexuales y a las mujeres. Pero todo se soportó en la Justicia, sin ninguna sanción. Eso facilitó su proyección.

¿A qué atribuye el crecimiento de las religiones evangélicas en Brasil, tanto en cantidad de fieles como en los espacios de poder político?

Lo atribuyo a varios factores. Primero, los dos pontificados conservadores de la iglesia católica, el de Juan Pablo II y el de Benedicto XVI, no valorizaron nuestro trabajo en las bases populares con las comunidades eclesiales de base. Al contrario, hubo mucha sospecha, mucha oposición y un cambio de obispos y curas que apoyaban este trabajo, entonces muchos fieles de las comunidades eclesiales de base emigraron a las iglesias evangélicas. Además, no se sentían bien en las misas católicas, que generalmente son muy buenas para las capas medias y altas. Pero tú, fiel, dueña de una empresa, vas a la misa y difícilmente vas a encontrar a un empleado tuyo ahí, o al portero de tu edificio, o al chofer de tu auto. Esa gente va a la iglesia evangélica. La iglesia católica no ha sabido dar apoyo ni valorar. También el clericalismo que hay en la iglesia católica –todo está centrado en la figura del cura– ha dificultado mucho nuestro trabajo. Los curas no viven en las favelas, pero los pastores sí, entonces ese acercamiento conquista a la gente. Otro factor tiene que ver con una mística interna de que “un hermano vota a un hermano”. Es decir, un evangélico, cuando va a votar, tiene que votar a otro evangélico. Por eso Bolsonaro, que es de tradición católica, se hizo bautizar en la Asamblea de Dios, que es una confesión protestante de carácter pentecostal. Con mucha inteligencia, fue a tratar de convertirse en evangélico para merecer también ese voto.

Durante la campaña electoral, Bolsonaro presentó una agenda que –entre otras cuestiones– amenaza con criminalizar los movimientos sociales. En este contexto, ¿qué perspectiva de acción y movilización tienen?

Los movimientos sociales van a seguir con sus luchas. Seguramente va a haber más represión, prisión de sus líderes y mucha agitación en Brasil, porque Bolsonaro va a querer traspasar los límites constitucionales. La Constitución garantiza, por ejemplo, el derecho a la protesta o a la organización popular, pero para él todo eso va a estar encuadrado en la ley antiterrorismo de Brasil, que lamentablemente es una ley de un gobierno del PT, el de Dilma. Los movimientos sociales van a ser caracterizados como movimientos terroristas, al menos él en su discurso lo planteó así. Hay que esperar para ver si eso ocurre. De acá a un mes vamos a poder evaluar por dónde va este gobierno.

¿En qué posición queda ahora la izquierda en Brasil y, particularmente, desde qué lugar empieza a reconstruirse el PT?

El PT tiene que pasar por una autocrítica. Tiene que poder decir “nosotros hemos avanzado en muchas cosas, los logros son más importantes que los fracasos, pero nos hemos equivocado en este, este y este punto”. También tiene que sancionar a sus militantes que efectivamente metieron la pata en la corrupción. Si no pasa eso, nadie va a creer en esta autocrítica. La izquierda tiene que buscar algo como lo que han logrado en Uruguay con el Frente Amplio. Tenemos que encontrar una manera de unirnos contra esta ofensiva fascista que va a venir. Para eso hay que trabajar mucho, porque no podemos pensar en los desacuerdos que tenemos con el otro.

¿Cómo se ve actualmente en Brasil la figura de Lula?

Es muy respetada. La gente tiene memoria de que los dos mandatos de Lula fueron muy buenos; tanto es así, que salió del gobierno con 87% de aprobación. La gente hace una distinción entre Lula y el PT. El PT ya está viejo, metió la pata –o las manos– y tiene sus problemas, pero Lula es otra cosa. La gente sabe distinguirlo, y eso hace que él sea muy querido todavía por el pueblo.

¿Cree que su liderazgo va a sobrevivir al gobierno de Bolsonaro?

Creo que sí, porque mi expectativa es que el gobierno de Bolsonaro va a ser un desastre y mucha gente que lo votó va a estar arrepentida. Eso va a reforzar el liderazgo de Lula.

¿Ha hablado con él después de las elecciones?

No, después no. Fui a visitarlo a la cárcel antes de las elecciones y ahora voy a ir antes de Navidad. Tengo noticias, por la familia y por amigos que lo visitan, y sé que está muy bien, de buen ánimo. Indignado, porque está encarcelado, porque no pudo participar en las elecciones, por todas las injusticias y las acusaciones falsas que le hacen, pero está firme desde el punto de vista mental y espiritual.

¿Qué lugar tiene la teología de la liberación en el Brasil actual?

La teología de la liberación sigue viva ahora en Brasil, después de un largo período de pontificados conservadores que no han valorado esta línea pastoral. Ahora sí se valora, sobre todo porque el papa Francisco está muy identificado con las tesis de la teología de la liberación. Hay un nuevo aliento, la teología de la liberación vuelve a ser muy importante para la fe cristiana, para los movimientos de iglesias, para entender la relación entre la Biblia y la realidad que vivimos, entonces estamos en un nuevo momento de ofensiva en ese sentido. Pero hemos perdido mucho espacio.

¿Ese espacio se perdió en detrimento de las religiones evangélicas?

Exactamente. Perdimos espacio en la base, pero no desde el punto de vista teórico, porque seguimos avanzando y tratando nuevos temas, como la ecología, la innovación tecnológica, la astrofísica, una teología feminista muy avanzada, también una teología indígena.

En la coyuntura política actual, de avance de las derechas en la región, ¿cuál es la autocrítica que deben hacer las izquierdas latinoamericanas?

Debemos hacer una autocrítica en el sentido de por qué la gente más pobre ya no nos apoya tanto. ¿En dónde nos hemos equivocado? ¿Será que nos faltó hacer alfabetización política? ¿Será que dejamos que la economía dependiera demasiado de las importaciones de commodities? ¿No creamos suficiente mercado interno? ¿Será que hemos trabajado demasiado en la dimensión cultural y artística? Todas esas son cuestiones que tenemos que valorar ahora.

La semana pasada, en el Foro Mundial del Pensamiento Crítico celebrado en Buenos Aires, el vicepresidente boliviano, Álvaro García Linera, dijo que habrá una “noche oscura” en la región, pero que no será larga porque “el neoliberalismo está agonizando”.

Yo no comparto tanto este optimismo de Linera. Creo que el capitalismo tiene mucha capacidad de sobrevivir de distintas maneras. Yo soy de una generación que ha creído que asistía al velorio del capitalismo unas diez veces, y no pasó. Al contrario, sigue cada vez más hegemónico, sobre todo después de la caída del muro de Berlín. Entonces yo creo que tenemos que repensar nuestra manera de enfrentar este sistema, y hay que enfrentarlo por la organización de base. Tenemos que crear un nuevo modelo de sociedad dentro del propio capitalismo basado en la economía solidaria, las luchas de protección ambiental, el buen vivir de los indígenas. Es decir, hacer espacios democráticos populares socialistas desde la base que vayan minando cada vez más esta pirámide capitalista que tiene una desigualdad brutal.

Fuente e imagen: https://ladiaria.com.uy/articulo/2018/11/frei-betto-las-izquierdas-latinoamericanas-debemos-pensar-por-que-los-mas-pobres-ya-no-nos-apoyan-tanto/

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Mujeres bajo la bota. #25N & Reflexiones feministas

Por: Carolina Vásquez Araya

No hay un solo día conmemorativo capaz de reflejar tanta injusticia.

 

El Día Internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer, celebrado el 25 de noviembre a nivel mundial, es una más de esas fechas conmemorativas creadas con el objetivo de llamar la atención sobre uno de los rasgos más crueles de la cultura patriarcal impuesta por las sociedades a lo largo de la historia. La violencia en contra de las mujeres de toda edad y condición está instalada en las relaciones humanas y sociales como una forma de vida.
A veces sutil y otras brutal, este rasgo de las relaciones de poder representa uno de los frenos más poderosos contra la instauración de la igualdad entre sexos, pero también contra sistemas auténticamente democráticos. En sociedades como las nuestras –países cuyos rasgos culturales están definidos por la colonización cristiana- la vida de las mujeres vale menos que la de los hombres, de acuerdo con valores establecidos por la sociedad y legitimados a través de las políticas institucionales que las marginan de manera sistemática. Y dentro de este gran segmento, la de las niñas es simplemente irrelevante.
Así se deduce en estadísticas de escolaridad, sobre todo cuando se refieren a la permanencia en los establecimientos educativos a partir del segundo ciclo escolar. Es allí donde se produce una de las grandes migraciones de niñas hacia trabajos domésticos y otra clase de labores no calificadas impuestas por los adultos, las cuales les impiden continuar sus estudios y construir a partir de esa oportunidad de crecimiento una vida más productiva e independiente. Esto coloca a las niñas y adolescentes en una situación de peligro y les impide disfrutar plenamente de sus derechos.
Esa situación de esclavitud las expone de manera casi absoluta a decisiones sobre las cuales no tienen control. Este cuadro refleja la vida de miles de niñas en algunos de nuestros países. También incide en embarazos en niñas y adolescentes cuyos indicadores revelan una peligrosa falta de políticas públicas destinadas a protegerlas y proporcionarles una asistencia integral que garantice su seguridad física y mental.
La violencia contra las mujeres, espeluznante como es con casos extremos de asesinatos, violaciones y marginación, en las niñas tiene el agravante de una indefensión prácticamente total que las coloca a merced de quienes las rodean –familiares o extraños- con una cauda elevada de abuso sexual, agresión física y psicológica y privación de sus derechos elementales, como educación, salud, recreación y alimentación, todo lo cual depende más de la voluntad de quienes tienen su custodia que de sistemas estatales e institucionales dirigidos a garantizar sus derechos. Un parto en niñas de entre 10 y 14 años es, de acuerdo con la legislación vigente en algunos países, producto de una violación, no importa si la menor hubiera consentido el contacto sexual o no.
La ley los tipifica de ese modo, pero eso es la letra y otra cosa es la realidad. Son miles las niñas y niños violados sexualmente por personas cercanas, desde su más tierna edad. Y los casos jamás llegan a las cortes de justicia por falta de denuncia en la mayoría de ellos. Cuando se produce el embarazo en una niña y la ley no permite su interrupción oportuna, se la condena de por vida a una vida de privaciones y a un peligro real de supervivencia.
Miles de niñas y adolescentes cuyo cuerpo apenas puede cargar con el peso de su propia existencia dan a luz en condiciones miserables, en medio de la indiferencia de las autoridades y el rechazo de su propia familia; por eso el día internacional celebrado ayer lleva una especial dedicatoria a este frágil segmento de la sociedad.
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=249543&titular=mujeres-bajo-la-bota-
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¿Una cátedra de Historia ayudaría a resolver los problemas de la educación?

Por: Julián de Zubiría

Antes culminar el año 2017, el Congreso expidió la Ley 1874, la cual obliga a restablecer la enseñanza de la Historia. El pedagogo Julián De Zubiría reflexiona sobre los alcances de la ley y los inconvenientes que le genera al país creer que las cátedras educativas resuelven los problemas sociales.

En Colombia ha hecho mucho daño la idea que tomó fuerza en las décadas anteriores entre funcionarios del Ministerio de Educación Nacional (MEN) y congresistas, la cual sostiene que cada vez que aparece un problema social lo que hay que hacer es crear una cátedra educativa para ayudar a superarlo. De esta manera, congresistas con poco o nulo conocimiento de pedagogía terminaron siendo partícipes del verdadero caos curricular en el que nos encontramos en el país. Por la vía de las “cátedras obligatorias”, los estudiantes en Colombia deben estudiar cada grado quince asignaturas en promedio, todas ellas desarticuladas y fragmentadas entre sí.

Bajo esta lógica apareció la cátedra de urbanidad para enseñar “buenas costumbres” y tiempo después, la de “Constitución” para que se conocieran los alcances de la Constitución de 1991. Cuando se hizo evidente que por lo menos una de cada cinco menores de edad estaba o había estado embarazada, apareció la Cátedra de Sexualidad. Con similares motivos apareció otra para orientar a los jóvenes en el buen uso del tiempo libre. Más recientemente, ante los problemas del tráfico urbano, algunos congresistas promovieron los cursos obligatorios de tránsito y seguridad vial. Así mismo, cuando se hicieron visibles nuestros bajos resultados en competencias financieras, algunos congresistas vieron la necesidad de crear desde el preescolar la cátedra de Emprendimiento. Más recientemente, y fruto de los Acuerdos de Paz con las FARC, ha aparecido la Cátedra de Paz.

Mágicamente, se crean las cátedras, pero no aparecen programas de formación de docentes, lineamientos curriculares, confrontación de las ideas con la comunidad académica o textos orientadores, entre otros. Por ello es relativamente común que cada institución educativa haga lo que a bien le convenga en cada una de estas cátedras.

Con esta misma lógica, la senadora Viviane Morales, promovió desde el año 2016 la creación de la Cátedra de Historia. Ella quería que se independizara del área de Ciencias Sociales y que se enseñara como materia aparte. Afortunadamente, el Congreso mejoró significativamente la propuesta y decidió fortalecer la Historia, pero en el interior de las Ciencias Sociales. Aun así, la expedición de la Ley 1874 de 2017, días antes de culminar el año 2017, ha generado mucha confusión, la cual es importante aclarar, ahora que todos los colegios del país retornan a clases en los próximos días.

Lo primero que hay que entender es que el papel de la educación básica debería ser por completo diferente a lo que han pretendido los congresistas en las últimas décadas en el país. En lugar de un trabajo totalmente disperso y fragmentado, los estudiantes deberían consolidar pocas y esenciales competencias. Deberían abordar muy pocas e integrales asignaturas y no las disgregadas y desintegradas que hoy en día se están incluyendo. Lo he dicho muchas veces, pero estamos tan lejos de ello, que se requiere insistir en que lo que necesitamos es fortalecer tres competencias fundamentales: pensar, comunicarnos y convivir. Todo lo demás es superfluo al lado de ello. La educación básica debe garantizar la plena consolidación de estos procesos, sin los cuales no es posible comprender ni la historia, ni la física, ni la matemática, ni la geografía. El problema es que por abordar tantos y tan dispersos contenidos, nos quedamos, como dice el proverbio, “sin el pan y sin el queso”. Por perder tanto tiempo en tantas trivialidades, los niños y jóvenes actuales no están aprehendiendo ni a pensar, ni a comunicarse ni a convivir.

Dado lo anterior, hay que saludar la decisión del Congreso de no crear una nueva cátedra, sino de fortalecer el área de Ciencias Sociales, con tres propósitos: a) Desarrollar el pensamiento crítico b) Contribuir a la formación de identidad nacional, y c) Promover la formación de una memoria histórica que contribuya a la reconciliación y la paz de nuestro país.

Sin duda, los tres propósitos son muy loables. Por ello, tiene toda la razón el MEN cuando aclara que no volverá la cátedra de historia a los colegios. Esa fue la decisión del Congreso y sería dramático que lo que comenzara a pasar es que las instituciones educativas optaran por crear una cátedra adicional a las quince o dieciséis que suelen tener la mayoría de los jóvenes. Si esto último pasa, seguiremos en educación como el cangrejo: marchando para atrás.

Comprender la historia es mucho más complejo de lo que presuponen los congresistas, ya que la historia es la “síntesis de múltiples determinaciones”. Precisamente por ello, se requiere de contextos geográficos, sociales y culturales para poder comprenderla. En mucho mayor medida si se trata de niños y jóvenes.

No tendría sentido estudiar la historia si no se comprende que el tiempo histórico es relativo. Esto es tan impactante que China está próxima a celebrar su año 4716, mientras que los países budistas están en el año 2561, al tiempo que los judíos ya alcanzaron el 5779. Tan solo para el 31% de los humanos estamos en el año 2018, dado que los demás tienen otros criterios para periodizar el tiempo. Sin comprender esto, es incomprensible la historia.

 

No se podría comprender la historia sin los conceptos de época, tiempo histórico, poder, clase social, campo o ciudad, Estado, entre otros. De allí que comprender la historia es un proceso mucho más largo y lento de lo que creen los congresistas. Se trata de un complejo proceso de reconstrucción espacio-temporal que exige pensamiento relativo e hipotético-deductivo y previo dominio de algunos conceptos históricos, sociológicos, antropológicos y económicos, entre otros.

Comprender la historia exige entender que los hechos están articulados entre si y que los procesos fueron determinados por múltiples causas que operan en diversos momentos. Comprender la historia empieza por entender que las ideas, los valores y las prácticas son relativos, ya que han cambiado a lo largo del tiempo dado que son dependientes de la cultura, el contexto y el marco interpretativo en el que nos encontremos.

Lo esencial en la educación básica, por tanto, no es que los jóvenes conozcan la historia, sino que desarrollen pensamiento crítico para interpretar los procesos sociales presentes, pasados y futuros. Sin duda, comprendiendo el pasado podemos comprender de mejor manera el presente. La paradoja es que sin los conceptos de las Ciencias Sociales y sin pensamiento crítico, no es posible ni conocer ni comprender la historia. De allí que los currículos en Colombia, previos a 1994 y que contaban con la asignatura de historia, ni garantizaban la comprensión ni el conocimiento, porque su diseño no tuvo en cuenta las diversas condiciones cognitivas que ello demandaba.

De la reflexión anterior concluyo dos cosas:

De un lado, que es exagerada la alegría que ha generado entre amplios grupos de la población la decisión del Congreso de reestablecer la cátedra de la historia. Creo que la senadora Morales generó un debate equivocado y diferente al que necesita la educación en el país. De lo que deberíamos estar hablando es de cuál es la finalidad de la educación básica en un país como Colombia: ¿A qué deberían estar yendo los estudiantes a las escuelas? Ese es el debate crucial que el país ha aplazado por décadas y es un tema en el que me atrevo a afirmar estamos en la cola de América Latina. Ese debate necesariamente nos conducirá a repensar el caótico currículo que tenemos en la actualidad.

Desde hace treinta años, hemos propuesto en el Instituto Alberto Merani un enfoque totalmente diferente al que rige en Colombia, pero muy cercano al que tiene previsto Finlandia para el año 2022 y al que adoptó Chile en 1998: un currículo centrado en tres competencias esenciales y transversales. Sin duda, hay muchas más posibilidades, pero no duden que la peor de todas es la que hemos seguido en Colombia: niños y jóvenes estudiando cada año quince asignaturas deshilvanadas.

Otro debate inaplazable es si seguirá imperando un modelo pedagógico centrado en la trasmisión de informaciones; si seguiremos pensando que la historia es el recuento de hechos, datos, batallas y anécdotas. Si ello es así, hay que abandonar el modelo de transmisión de informaciones para dar paso a modelos centrados en el desarrollo integral humano. Lo que necesitamos son jóvenes más tolerantes, mejores ciudadanos y con pensamiento más crítico. Una renovada manera de entender el currículo, la enseñanza de la historia y el modelo pedagógico, puede ayudarlos a lograrlo.

El país necesita con urgencia un debate amplio, diverso y argumentado sobre cuáles son los lineamientos curriculares que requerimos para el momento actual y cuáles son los diversos modelos pedagógicos que habrá que impulsar para comenzar a mejorar de manera estructural, la calidad de la educación.

El Plan Decenal, adoptado por el país en el año 2017, establece que éstos son dos de los diez grandes desafíos que debemos enfrentar en los próximos diez años. Por ello, de nada sirve que un millón de colombianos se pronuncie sobre los sueños que tiene para la educación, si el Plan Decenal que se construye después es borrado por el Congreso o ignorado por el nuevo ministro que llegue al área de Educación. Necesitamos fortalecer el movimiento cívico para que, a partir de ahora, los ciudadanos no dejemos que ninguna de esas dos cosas ocurra.

Fuente: http://www.semana.com/educacion/articulo/no-volvera-la-historia-a-los-colegios/554425

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