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Los maestros están más sanos cuando aprenden, además de enseñar

Por: Tendencias 21

Un estudio halla una fuerte correlación entre el aprendizaje, el desarrollo personal y la salud.

Diversos estudios estudios han indicado que existe un vínculo entre el aprendizaje y la salud. Por ejemplo, en 2010, un estudio de la Universidad de California en Irvine (EEUU) reveló que el aprendizaje potencia la salud del cerebro.

Ahora, una nueva investigación, realizada por científicos de la Universidad West y de la Universidad Linnaeus -ambas en Suecia- ha revelado que el aprendizaje puede tener un efecto más general en la salud. Concretamente, en la salud de los maestros de escuela.

El estudio fue realizado con una muestra aleatoria de 229 profesores de 20 escuelas de la provincia sueca de Västra Götaland. Todos ellos respondieron a un cuestionario, que incluyó mediciones sobre su salud, su capacitación y su trabajo, con aprendizaje integrado. Los datos resultantes mostraron una correlación estadística altamente significativa entre dichas mediciones.

Más concretamente, mostraron que, para tener un buen estado de salud, los maestros no necesitan solo enseñar, sino también deben aprender y desarrollarse, informa la Universidad Linnaeus en un comunicado difundido por AlphaGalileo.

Aumentar la fluidez

Un estado pleno de aprendizaje se caracterizaría por una ‘sensación de fluidez’. Esta ha sido descrita por los investigadores como el «estado de inmersión completa en una actividad», de  manera totalmente efectiva y que, al mismo tiempo, produzca «un enorme disfrute».

En el presente estudio, se probó la relación entre una medida de ese «estado de fluidez» y la salud de los maestros. Se constató así la existencia de una fuerte correlación entre ambos factores.

Según Yvonne Lagrosen, investigadora de la Universidad West y coautora del análisis, la correlación podría tener su origen en que la ‘sensación de fluidez’ hace que la carga de trabajo se perciba como más leve.

En otras palabras, que si los maestros disfrutan de su trabajo hasta el punto de quedar completamente absorbidos por él, tendrán más posibilidades de que su labor influya positivamente en su salud.

A pesar de que los investigadores reconocen que su estudio  solo ha sido llevado a cabo en escuelas -por lo que, dicen, las posibilidades de generalizar sus resultados a otros sectores son inciertas-, señalan los resultados obtenidos indican que, para estar sanos, es bueno aprender y desarrollarse constantemente, tanto en la profesión como en la vida.

En términos generales, la salud es uno de los aspectos más importantes de la vida. La mayoría de la gente define su calidad de vida en términos de independencia, seguridad, armonía, relaciones humanas y una buena salud. Sin embargo, a menudo, los factores laborales tienen un impacto negativo en la salud de los trabajadores. Se ha calculado que la mayoría de los trabajadores europeos experimentan al menos un problema de salud al año relacionado con su trabajo.

Referencia bibliográfica:

Stefan Lagrosen, Yvonne Lagrose. Work integrated learning for employee health in school. International Journal of Quality and Service Science (2014). DOI: 10.1108/IJQSS-09-2012-0015.

Fuente: http://www.tendencias21.net/Los-maestros-estan-mas-sanos-cuando-aprenden-ademas-de-ensenar_a39831.html
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Ecuador: ¿Hay bullying en el colegio de su hijo?

Ecuador/03 julio 2017/Fuente: El Comercio

Si ante su denuncia, en el plantel en donde estudia su hijo le dicen: “aquí no hay bullying”, no se conforme. Recuérdeles que el Ministerio de Educación difundió un protocolo de actuación ante situaciones de violencia detectadas o cometidas en el sistema educativo. ​
En un documento disponible en https://educacion.gob.ec/wp-content/uploads/downloads/2017/03/Protocolos_violencia_web.pdf se especifica, por ejemplo, qué es violencia psicológica. Es todo lo que perjudique la salud mental por actos de perturbación, amenaza, manipulación, chantaje, humillación, aislamiento, vigilancia, hostigamiento o control de creencias, decisiones o acciones. Incluye el maltrato verbal: insultos, gritos, apodos, burlas, comentarios peyorativos o discriminatorios, groserías, sarcasmos, etiquetamientos y el maltrato emocional: manipulación, humillación, amenazas, difusión de rumores, culpar, ofender…
En el ámbito educativo se puede presentar entre pares, otros estudiantes, o entre personas adultas como docentes, autoridades, madres y padres de familia. La violencia física es “es todo acto de fuerza que cause daño, dolor o sufrimiento físico en los agredidos, cualquiera que sea el medio empleado y sus consecuencias”. Se manifiesta en golpes, puñetazos, patadas, pellizcos, bofetadas, torceduras, empujones, fracturas, intentos de ahogamiento, agresiones con objetos contundentes, arma blanca, castigos físicos reiterados, provocación de mutilaciones, quemaduras, ingestión forzada de drogas…
Las formas de violencia sexual que se pueden presentar son toqueteos, caricias, manoseos o acercamientos consentidos o no por parte de un adulto hacia un niño o adolescente. No exclusivamente en zonas íntimas. Forzar a un niño a que toque partes íntimas de una persona o de compañeros, hacer comentarios de índole sexual, respecto a su apariencia, usar palabras eróticas, solicitar o llevar a cabo encuentros con finalidad sexual en o fuera de la institución.
¿Qué dicen las cifras en el país? En Ecuador, uno de cada cinco estudiantes de entre 11 y 18 años afirma haber sido víctima de acoso escolar. El estudio, denominado Violencia entre pares en el sistema educativo: Una mirada en profundidad al acoso escolar en el Ecuador, fue realizado en 2015 en 126 instituciones educativas públicas y privadas, de sectores urbanos y rurales.
Se aplicaron 5.511 encuestas auto administradas a estudiantes de octavo de Educación General Básica a tercero de Bachillerato. Puede conocer más del estudio en https://www.unicef.org/ecuador/acoso_escolar_final_baja(1).pdf .
El Ministerio se compromete a realizar las siguientes acciones: completar la conformación de los Departamentos de Consejería Estudiantil, fortalecer capacidades de docentes, madres y padres de familia, con talleres de prevención y capacitación, implementar acciones para disminuir amenazas, promover el respeto a la diversidad, etc.

El 22 de junio del 2017, el ministro de Educación, Fánder Falconí, pidió a todas las autoridades del sistema emprender una cruzada ética en defensa de la seguridad y protección de los estudiantes que asisten a los establecimientos educativos. Recordó que los chicos acuden a las clases creyendo que tendrán un ambiente de paz, solidaridad, armonía y seguridad. “Hago esta invocación porque en los últimos días, según diferentes denuncias, hemos constatado con indignación y hasta con horror, cómo varios estudiantes han sido víctimas de todo tipo de delitos”.

Fuente: https://www.elcomercio.com/educaccion/bullying-abuso-hijo-sistema-educativo.html

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El doctorado perjudica seriamente la salud mental: uno de cada tres estudiantes está en riesgo

Por: Marcos Barajas

La Universidad de Gante revela que el 32% de los doctorandos está en riesgo; la situación en España puede ser mucho más dramática.

En 2015, 14.694 estudiantes leyeron su tesis doctoral en España. Y es posible que 4.702 estuviesen entonces en riesgo de padecer algún tipo de desorden psiquiático, como la depresión. La cifra no es exacta pero, según un estudio publicado por la revista Research Policy y liderado por la Universidad de Gante (Bélgica), la salud mental del 32% de este colectivo está comprometida -dos veces más que entre la población con un elevado nivel educativo-.

Los problemas para conciliar vida familiar y laboral, la obtención continua de resultados que demanda la investigación, la supervisión constante de su trabajo y las expectativas poco halagüeñas de encontrar después un empleo acorde a su preparación tienen parte de la culpa.

Desarrollar una tesis no es un trabajo cualquiera. Marta Giménez, psicóloga clínica y directora de investigación e innovación del Centro de Psicología Área Humana, sintetiza así las razones que lo hacen potencialmente estresante: «Requiere una combinación de habilidades técnicas, intelectuales y emocionales para la consecución de resultados óptimos en contextos de considerable exigencia, procesos de larga duración y con consecuencias para el futuro profesional y académico». Pero hay más razones, porque en esta carrera de fondo cada cual escribe su propia lista de motivos.

Con trabajo duro no vale

Por ejemplo, la de David Nievas. Realiza su doctorado en el Departamento de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad Autónoma de Madrid. Su objetivo es analizar las diferentes formas de islamismo en entornos democráticos como Mali, que se encuentra en el punto de mira del terrorismo internacional. Antes trabajaba en una oficina, así que reconoce que adaptarse a su nueva rutina no fue sencillo. «El doctorado es un trabajo que, en muchas ocasiones, es muy individual y solitario. Me costó pasar de trabajar para otros de forma dirigida a hacerlo para mí mismo y a dirigir mi propia investigación, muchas veces sin referencias previas», asegura. No es el único escollo.

La inseguridad y la desmotivación ya han visitado a Nievas en alguna ocasión ante la falta de recompensas inmediatas, porque, «al ser un trabajo generalmente minucioso, profundo y reflexivo, los productos del trabajo se aprecian a largo plazo con la publicación de artículos o la participación en clases o conferencias». Por todo ello, y por la presión -muchas veces autoimpuesta- que sufren, considera que los doctorandos son «más vulnerables» a este tipo de trastornos, extremo que el citado artículo no confirma.

La propuesta de Nievas: atención psicológica especializada para ellos en los centros universitarios. La idea no suena muy descabellada porque la gestión de las emociones desempeña un papel clave en este oficio, que los especialistas consideran que sólo puede ejercerse con éxito gracias a grandes dosis de motivación, disciplina y tolerancia a la frustración y a las críticas. Más aún cuando los objetivos no siempre se cumplen a la primera.

«Es indispensable el trabajo personal: adoptar una visión proactiva y positiva hacia la solución de problemas y desafíos», cuenta Giménez. Otros hábitos, como cuidar la alimentación, realizar actividades deportivas y de ocio con regularidad y no aislarse de los demás -sobre todo, de personas ajenas al contexto académico- también puede ser de ayuda, afirma esta experta.

Una carrera contra el reloj

Quien está acostumbrado a lidiar con el fracaso, por su faceta como deportista, es Luis Alberto Marco; una profesión que también le ha brindado apoyo económico. Ahora realiza el doctorado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla para determinar qué factores son responsables del buen rendimiento físico y deportivo. En su caso, el tiempo es el principal limitante, sobre todo, cuando le exigen nuevos resultados con cierta frecuencia.

«Muchas veces, el desarrollo de la tesis se estanca por distintos motivos intrínsecos -problemas con la metodología, con los materiales o por pérdida de la muestra- y otras muchas otras, por factores extrínsecos -trabajo, familia o dinero-«. Así que Marco espera optar en el futuro a una plaza de profesor asociado, ayudante doctor «o similar» para dejar de investigar «a contrarreloj».

Para algunos estudiantes, no todos, la tesis doctoral es el primer contacto directo con el mundo laboral. Por si fuera poco, en algunas carreras se hace especial hincapié en los contenidos teóricos pero no se abordan con suficiente profundidad ni la vertiente experimental ni la dinámica de trabajo de un grupo de investigación. Incluso para quienes ya estén familiarizados con este entorno, «la implementación de procesos de acompañamiento para la incorporación a las nuevas actividades, como el mentoring o el entrenamiento en habilidades de gestión emocional y prevención de estrés, pueden ser estrategias muy útiles para minimizar el impacto negativo en la salud mental», sostiene la psicóloga Giménez.

Un futuro poco halagüeño

Sentirse arropado es fundamental. Sobre todo, cuando la realidad no muestra su mejor cara. «Desmoraliza simplemente saber que, por mucho que te esfuerces o por bueno que seas en tu especialidad, tu trabajo se valorará poco en la sociedad y acabarás teniendo que marcharte de tu ciudad y alejarte de los tuyos para que la tesis no haya sido en vano», lamenta Paula Ruiz.

Esta biotecnóloga desarrolla su tesis en la Universidad de Valencia; en concreto, en la fundación FISABIO. Allí, estudia el genoma de dos de las bacterias más peligrosas, según la OMS, por su resistencia a los antibióticos, de cara a desarrollar tratamientos más eficaces.

También ella, como Marco, mira con temor al calendario, aunque por un motivo bien distinto: «Como necesitaba estar admitida en un programa de doctorado para poder solicitar varias becas pero, a la vez, tenía un plazo para realizar la tesis, he perdido un tiempo muy valioso hasta que se resolvió mi situación». En consecuencia, ahora debe obtener resultados válidos lo más pronto posible porque la burocracia ha reducido su margen de error, «con el estrés que eso conlleva».

El dinero, un bache en el camino

El estudio de la Universidad de Gante no aborda los problemas económicos. Sin embargo, éstos suelen convertirse en el principal bache en el camino. «El primer reto es obtener de un contrato de trabajo mediante convocatorias públicas altamente exigentes, o bien la cada vez más exigua contratación por parte de los grupos», aseguran Violeta Durán y Pablo Giménez, miembro y presidente, respectivamente, de la Federación de Jóvenes Investigadores/Precarios. Esta segunda opción es más difícil, teniendo en cuenta «la forma en que se financian los proyectos: los investigadores tienen dinero para comprar material pero se les impide que lo utilicen en contratos«.

Es una de las razones que explica por qué hay tantos aspirantes a doctor que se ven obligados a dejar su tesis sin terminar. Sin apoyos familiares, bancarios o ahorros suficientes, no todos pueden seguir trabajando sin cobrar. La solución, argumentan desde Precarios, pasa por aumentar la financiación destinada al doctorado para favorecer la contratación de más personal y aprobar un estatuto del personal investigador en formación para crear un marco legal y jurídico estable y seguro, entre otras medidas.

Ante este panorama, y si el tema de investigación lo permite, otros dividen su atención entre varios frentes. Es lo que hace Pilar Almansa. Dramaturga, directora de escena y profesora, ahora también estudia cómo aplicar las tecnologías interactivas al teatro en la Universidad Complutense de Madrid. «Ahora mismo, mis esfuerzos están más orientados a conseguir una beca que a la tesis en sí. Cualquier actividad que implique el desdoblamiento de tu fuente de financiación y tu dedicación intelectual es estresante de por sí y puede acabar en depresión», lamenta. Sabe bien de lo que habla: ha sufrido lo mismo en el mundo teatro, donde la realidad impone aceptar empleos fuera de las tablas para poder subirse a ellas.

Por desgracia, las dificultades no terminan al acabar la tesis. Porque aunque la tasa de desempleo en la población española entre 25 y 64 años que había completado sus estudios de doctorado en 2014 era de un 8,2%, según el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, muchos se debaten -con el título en la mano- entre irse al extranjero para encontrar un trabajo acorde a su nivel de formación o renunciar a su carrera investigadora para disfrutar de su vida personal.

A falta de que se haga una actualización de la Encuesta sobre recursos humanos en ciencia y tecnología, que el INE publicó en 2010, los entrevistados para este reportaje coinciden al asegurar que las conclusiones del artículo de la Universidad de Gante bien se podrían ajustar a la realidad de los estudiantes predoctorales en España. «Pero es necesario recordar que es un estudio realizado en Bélgica, un país que invierte alrededor del 3% del PIB en investigación -respecto al 1,24% español– y que goza de un gran sistema de investigación», matizan desde Precarios. La situación, aquí, «puede ser mucho más dramática».

Fuente: http://www.elmundo.es/f5/campus/2017/04/19/58f646dfca4741dc138b461b.html

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EEUU: Our Current Education System Is Designed Based On False And Fuzzy Knowledge; And It Needs To Be Redesigned.

EEUU – New Jersey/April 11, 2017/By Sajid Khan/Source: EINPresswire.com/

Our education system will have to be redesigned to shift the focus from teaching emotional intelligence to creating emotional health.

Our experts are trying to understand and solve problems by crunching false data.”

— Sajid Khan, Defining Wisdom Correctly is the First Step to a Wise Society.
The number 1 fundamental problem begins with the premise that wisdom, which in science terms is emotional intelligence; is an independent and stand-alone entity. Thus wisdom education is designed to teach wisdom knowledge directly. It is the same as trying to create smoke without lighting fire. Wisdom is the smoke where emotional health is the fire.

The number 2 problem begins with not having a clear definition of the human mind. Our experts are so very ignorant of what the mind is; that there is no topic mind in High School Psychology textbooks! The ‘I’ in me and the ‘you’ in you is the mind. The self-image is the face of the mind/’I’. Improve the self-image to improve the mind. Measure the self-image to measure the mind. Know the self-image to know the mind. Define your self-image to define your mind.

The number 3 problem is our experts treating the brain and mind as the single entity of the mind. The brain and mind are two separate entities, and yet the brain is below the radar screen of our experts. Thus brain education and mind education are lumped together as just mind education. As a result, we have 44,000 books on wisdom and yet not one makes us wise. It is because all these books try to teach the mind wisdom but when the brain is wired to generate ignorance; then it is the brain that needs healing.

Imagine trying to understand and solve problems by crunching false data. We are doing the same when trying to address the ills of society. America is the land of opportunity for economic success but it also produces a lot of emotional stress and tiredness. Our experts try very hard to figure out and bring pure happiness and deep physical relaxation to every home. As their work is based on false data it is like we need to go South and they direct us North. Nothing will change unless we take the first step of defining wisdom, emotional intelligence, emotional health, mind, and brain correctly.

By creating emotional health, all the attributes of wisdom including pure happiness will generate effortlessly.

Our education system will have to be redesigned to shift the focus from teaching emotional intelligence to creating emotional health. We will need to create universal Wise Parenting for the young and Brain Therapy for the old. We will need to create a whole new profession of Brain Healers and a brand new subject of Brain Education.
Sajid Khan
4th R Foundation
2108141808
Source:
http://world.einnews.com/pr_news/375148339/our-current-education-system-is-designed-based-on-false-and-fuzzy-knowledge-and-it-needs-to-be-redesigned?afid=777&utm_source=MailingList&utm_medium=email&utm_campaign=Breaking+News%3A+world1543-Sunday
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España supera la media europea de personas con depresión

España/28 de marzo de 2017/Fuente: Redacción Médica

El 6,8 por ciento de la población adulta perteneciente a los países de la Unión Europea padece depresión y España está dentro de los diez países que superan esa media, aunque en su caso se encuentra ligeramente por encima (6,9 por ciento). Así lo ha presentado en un informe de Eurostat con datos correspondientes a 2014 donde, además, destaca que las mujeres (7,9 por ciento) tienen más síntomas depresivos que los hombres (5,5 por ciento).

Por países, Hungría se sitúa a la cabeza con un 10,5 por ciento de su población deprimida y le siguen Portugal (10,4 por ciento) y Suecia (9,0 por ciento). En la República Checa (3,2 por ciento) y Eslovaquia (3,5 por ciento) estos síntomas depresivos son menos comunes entre sus ciudadanos.

Los niveles de educación también están vinculados y, como señala el informe, los niveles más altos en educación están vinculados a tasas más bajas de depresión, ya que la tasa para la población con Educación Primaria o Secundaria es más del doble que la de la población con una educación superior a estos niveles.

Según Eurostat, también existe cierta correlación entre los ingresos y los síntomas depresivos: en todos los países las personas con ingresos más bajos suelen presentar con mayor frecuencia síntomas depresivos.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, la depresión es la principal causa de discapacidad en el mundo.

Fuente de la Noticia:

https://www.redaccionmedica.com/secciones/psiquiatria/espana-supera-la-media-europea-de-personas-con-depresion-1224

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Los seis años de guerra en Siria desatan una crisis de salud mental entre los niños de ese país

Siria/18 marzo 2017/Fuente: sinembargo

Después de seis años de guerra, Siria enfrenta una grave crisis de salud mental. Millones de niños y niñas presentan cicatrices psicológicas potencialmente irreversibles causadas por la exposición constante al trauma extremo de la guerra. Hisham, un profesor sirio, narra a Save The Children, cómo le ha afectado a sus hijos los 6 años de guerra en su país.

Ciudad de México, 18 de marzo (SinEmbargo).- Vivir en un estado constante de miedo puede crear una condición conocida como “estrés tóxico” que, si no se trata, puede tener un impacto a lo largo de toda la vida en la salud mental y física de los niños y niñas. Lo anterior da lugar a mayores casos de enfermedades cardíacas, diabetes, depresión y abuso de sustancias.

Para generar el informe “Heridas Invisibles”, Save The Children entrevistó a más de 450 niños, niñas, adolescentes y adultos dentro de 7 de las 14 regiones de Siria sobre el impacto psicosocial de la guerra.

Los hallazgos que se encontraron pintaron un horrible panorama de la salud mental y bienestar de los niños  y niñas después de seis años de guerra:

  • La mayoría de los adultos y niños dijeron que el bombardeo es la principal causa de estrés psicológico en la vida cotidiana de los niños.
  • Se dice que dos de cada tres niños han perdido a un ser querido, han sido bombardeado o bombardeada su casa, o han sufrido lesiones relacionadas con la guerra
  • El 80 por ciento de las personas dijo que los niños se han vuelto más agresivos, y la gran mayoría de los entrevistados dijeron que los niños sufren frecuentemente de enuresis nocturna y micción involuntaria (71%), señales comunes de estrés tóxico en los niños y niñas. Casi la mitad dijo que sabía de niños que habían perdido
  • la capacidad de hablar o sufren impedimentos del habla desde el comienzo de la guerra.
  • La mitad de los adultos dijeron que los adolescentes están recurriendo a las drogas por el estrés
  • Todos los grupos dijeron que la pérdida de educación está teniendo un enorme impacto psicológico en la vida de los niños y niñas. La mitad de los que todavía pueden asistir a la escuela dijeron que nunca o raramente se sienten seguros allí.

En este VIDEO te mostramos la entrevista que Save The Children realizó a Hisham, un profesor que cuenta cómo le ha afectado a sus hijos y a los niños los 6 años de guerra en Siria.

Fuente: http://www.sinembargo.mx/18-03-2017/3175319

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Los problemas de salud mental en la población escolar: Asignatura pendiente

Por: Saray Marqués

¿Qué pasa cuando tras ese alumno disruptivo hay algo más? ¿Es la conexión entre lo educativo y lo sanitario la adecuada? ¿Cómo afecta a niños y adolescentes el estigma?.

De repente, el profesor se pone en contacto con el orientador: “Mírame a este niño a ver qué le pasa”. Necesita etiquetas. Cree que detrás de los problemas conductuales, de esa caída inesperada del rendimiento, puede haber algo más… ¿Quizá un TDAH?

“Tenemos un problema”: Las cifras

El doctor en Psicología y Ciencias de la Salud Javier Urra menciona entre las señales de alarma “el niño que está siempre solo, que no recibe llamadas, que se pasa el día en su cuarto con su ordenador, que ha dicho en alguna ocasión: ‘El mundo sabrá de mí’, que genera, desde el silencio, mucho rencor…”. “Eso es un ‘Tenemos un problema’, ese chaval está en riesgo”.

Y dentro de esos problemas está el TDAH, pero el énfasis que se ha puesto en este hace olvidar, para Urra, muchos otros trastornos. Hay niños hiperactivos, pero también psicóticos, psicopáticos, con depresión, con trastorno límite de la personalidad, con ideas autolíticas, con trastornos de la alimentación, con pensamientos inusitados y extraños, con personalidades obsesivas, con trastornos del vínculo… Y el aula es un buen observatorio para captarlo, “sobre todo si se rompe con el tabú que suele acompañar a la enfermedad mental y si se deja de creer que tras esa sensación de que algo no funciona solo hay un problema de conducta”. En su guía Primeros auxilios emocionales para niños y adolescentes (La esfera de los libros, 2017) Urra cifra en un 20% los niños y adolescentes que llegan a presentar algún tipo de trastorno psicopatológico. Además, sitúa en 68% el porcentaje de adolescentes con depresión que no recibe tratamiento.

Son cifras que comparte el presidente de Salud Mental España, Nel González Zapico, que añade que la mitad de los trastornos mentales se dan antes de los 18 años. También el catedrático del Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos de la Universidad de Barcelona, Antonio Andrés Pueyo, que cita a la Asociación de Psiquiatría Americana, según la cual aproximadamente una cuarta parte de los niños y adolescentes ha tenido un trastorno mental en el último año antes de la evaluación y un tercio tendrá algún trastorno a lo largo de su vida como menores. “La mayoría serán trastornos de ansiedad, y los siguientes problemas son los trastornos de conducta, los afectivos y los derivados del abuso de drogas”.

El consultor en educación Christopher Clouder, ligado a la pedagogía Waldorf, aludía en una reciente ponencia en Madrid sobre el valor de las artes en la escuela a la preocupante situación en el Reino Unido, donde tres niños por aula tienen un diagnóstico de trastorno mental, uno de cada 10 sufrirá un trastorno antes de sus 21 cumpleaños, la hospitalización por autolesiones y trastornos de la alimentación se ha duplicado en tres años, el índice de depresión se ha multiplicado por seis y la edad media de sufrirla, que en 1960 era de 45 años, hoy se sitúa en los 14.

Sin llegar a estos extremos, Ana Cobos, orientadora y presidenta de la confederación Copoe, explica que hace 15 años tenía como máximo un caso (en un centro de unos 500 alumnos) que requiriera un informe de evaluación psicopedagógica para derivar a salud mental a través del pediatra y en coordinación con la familia. El último curso firmó cuatro informes de este tipo.

Foto: Teresa Rodríguez

¿Las causas? 

“¿Qué estamos haciendo como sociedad para que los niños estén sufriendo así? ¿Qué es una escuela?”, se preguntaba Clouder, que cuestionaba que esta esté satisfaciendo las necesidades de los estudiantes de ser creativos, espontáneos, asumir riesgos, descubrir su capacidad innata de aprender, experimentar o asombrarse y llamaba a incorporar un currículo rico en artes en los centros escolares.

¿Está el currículo, los estándares de aprendizaje, detrás de la mayor incidencia, o más temprana, de determinados trastornos? Sería aventurado afirmarlo, pero Ana Cobos abunda en la idea de que “ver a los niños de 12 años seis horas y media en el instituto, desde las 8.00, es antinatural”, un modelo frente al que plantea grupos más reducidos, jornadas partidas o no tan extensas o una vuelta de tuerca al sistema tradicional, para que los alumnos aprendan competencias para la vida a través de actividades prácticas que entronquen con las emociones. Ha conocido algún caso aislado de chicos y chicas con fobia escolar que no han podido incorporarse al instituto pero, sin llegar a tal patología, considera que en ocasiones para un alumno instituto es sinónimo de hastío, ansiedad o amargura, “y tendemos a olvidar lo que nos genera esas sensaciones y a repetir lo que nos genera placer, como la emoción que provoca aprender si se logra atrapar el interés”.

También para el psicólogo educativo Antonio Labanda habría que romper de una vez por todas con la idea de la enseñanza como mera transmisión de conocimientos y optar por una individualización cada vez mayor, por dejarle autonomía al alumno para experimentar, por la introducción de adaptaciones metodológicas: “Hay alumnos que requieren que se les deje un tiempo, otros que no plasmarán bien lo que saben en un modelo de examen escrito, otros a los que se les resistirá si es oral…”.

No se puede decir que un colegio o un instituto sean un caldo de cultivo para el trastorno mental, pero sí que en ocasiones se transforman en un terreno hostil si se padece. Que se acerquen los exámenes puede incrementar enormemente la ansiedad para estas personas, pero hay más. Para el orientador del IES Juan de la Cierva de Madrid, Chema Salguero, el centro educativo debería ejercer de “colchón” en que se sienten bien, pero no siempre es así. Enumera el problema que supone, por ejemplo, tener un trastorno alimenticio y que en el instituto proliferen los motes, que se asocie un TDAH con vaguería o se confunda una depresión con absentismo.

Las raíces, sin embargo, son más profundas, van más allá de la institución escolar. Entre los factores de riesgo, las tendencias que deberíamos revisar, apunta Javier Urra, la sublimación de la infancia, la falsa creencia de que los niños tienen que ser felices por el hecho de serlo. También, el hecho de que se tienda a acortar cada vez más la infancia y a alargar la adolescencia. “Si minimizáramos los problemas sociales tendríamos menos psicopatología social. Vivimos en sociedades muy estresadas y estresantes, saturadas de información, pero en que la gente no sabe estar en soledad, compartir, mirarse a los ojos”, expone.

Ana Cobos añade la falta de límites en la niñez: “Si estos fallan, cuando estos niños crecen no saben comportarse, carecen de unas pautas claras. Estamos viendo adolescentes desatados en una sociedad desorientada, y no sabemos qué ha sido antes, si la falta de pautas educativas o el trastorno”.

Muchos problemas relacionados con la salud mental aparecen en la adolescencia, apunta Salguero, porque es una etapa más social, pero en realidad ya estaban ahí: “El grupo de iguales es más importante, hay más actividades juntos, ya no es solo el cumpleaños, y es donde esas dificultades dan la cara”. En otras ocasiones, es la propia familia la que prefiere que no se sepa salvo que sea necesario. Salguero, que además de orientador, jefe de estudios y profesor de FPB en el instituto es profesor asociado en la Facultad de Educación de la Complutense, analiza: “Nos ocurre con adultos, en la facultad tenemos una unidad de atención a la diversidad para personas que necesitan todo tipo de apoyos: traducciones, apuntes en Braille… pero con los casos de salud mental lo común es que no se diga. Igual sucede con los niños y adolescentes: Hay familias que no nos dicen que sus hijos han tenido un brote psicótico o problemas de esquizofrenia o que se están medicando. Casos de ataques epilépticos que nos han revelado in extremis, la víspera de una excursión de varios días”.

Detrás está, en muchos casos, el miedo al estigma, o a que se sugiera un cambio de centro, a que se inicie un peregrinaje de uno a otro que marque una trayectoria de fracaso escolar, “porque en un problema de salud mental el cambio de centro es llevar en la mochila tu problema a otro sitio, con eso no se arregla la situación”, razona Labanda.

Las reivindicaciones

Al estigma se suma muchas veces la falta de formación e información, la carencia de recursos humanos, la saturación de los servicios de salud mental, donde el seguimiento suele ser una vez al mes, la comunicación no tan fluida entre esta y el colegio o el instituto, la escasez de plazas en los centros de escolarización combinada (en las que lo terapéutico convive con lo académico, el último recurso y que siempre se pretende que sea transitorio, previo a la vuelta al aula ordinaria)… Las distintas personas consultadas vinculadas a la salud mental infanto-juvenil repiten casi como una coletilla: “Es una asignatura pendiente”.

Lo es para Javier Urra: “Creo que la sanidad en España es una de las dos mejores del mundo, pero para salud mental está un poquito por debajo y en infanto-juvenil podemos mejorar mucho”. También para Pueyo, aunque él lo achaca no a que no sea prioridad para las autoridades sanitarias o a educativas sino a que “los avances y desarrollos científico-técnicos no son tan evidentes como en otros campos. Los conocimientos disponibles de esta problemática nos limitan, como muestra por ejemplo el debate entre los partidarios y los reacios a aceptar la existencia del TDAH. Los propios especialistas están muy divididos”.

Para González Zapico, estamos a años luz de países como Australia o Canadá, Holanda o Dinamarca, como muestra el hecho de que la especialidad de psiquiatría infanto-juvenil, a punto de ver la luz, desapareciera con el último decreto de troncalidad.

También en la formación inicial de los docentes detecta Cobos fallos, pues considera que deberían incluirse una especie de primeros auxilios para estos casos, “un conocimiento básico, saber qué hacer cuando un alumno entra en una situación de bloqueo, con la mirada hacia abajo, cuando no basta un “Vamos, vamos”, porque no te escucha”.

Otra vieja reclamación de COPOE es que todo orientador u orientadora, para serlo, y precisamente por esa potestad que tiene de derivar a salud mental, cuente con formación en Psicología, Pedagogía o Psicopedagogía. A día de hoy basta con un Grado y el máster de formación del profesorado, “con lo que tenemos licenciados en Historia, Sociología o Ingeniería con máster que están diagnosticando TDAH o Altas Capacidades”, explica Cobos.

La pregunta de Salguero cuando le preguntamos sobre salud mental en las aulas, “¿en el alumnado o en el profesorado?”, esconde una realidad detrás de profesionales sobrepasados, en el terreno de la orientación pero no solo. Si en Finlandia la ratio es de un orientador para 250 alumnos (la pauta de la UNESCO, también), en nuestro país estamos en uno para cada 750. En su centro perdieron el profesor técnico de servicios a la comunidad (más de una vez el trastorno mental va acompañado de problemas socioeconómicos, el centro trabaja en coordinación con salud mental y servicios sociales) y dedican 16 horas semanales entre una compañera (a media jornada) y él para 1.700 chicos y chicas. Entre ellos, chicos y chicas en que se detectan trastornos incipientes, como la adicción a internet (el 21% de quienes no han cumplido los 18 años están en riesgo de sufrirla), que llegan al instituto sin dormir, tras una quedada para jugar on line, o chicos y chicas que fueron niños y niñas sin pautas y que hoy practican la violencia filio-parental, describe Cobos.

Para ella, el mecanismo está listo para detectar estos y otros problemas graves, pero falta conciencia. A veces se olvida el gran cambio que puede suponer atajarlos a tiempo, o que el enfermo no es un sujeto pasivo, sino que puede poner de su parte para armarse de valor y salir de determinados trastornos o adicciones.

Falta, también, que se hable de ello. Es lo que pretende hacer el programa #Descubre. No bloquees tu salud mental, con el que Salud Mental España prevé, en su tercera edición, llegar a 10.000 alumnos de todo el país con testimonios de personas con un trastorno mental que tuvo su debut por un origen tóxico. Pero este tipo de iniciativas puntuales no parecen bastar.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/03/16/los-problemas-de-salud-mental-en-la-poblacion-escolar-asignatura-pendiente/

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