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El bienestar de los estudiantes debe ser componente de su educación

Por: Paulette Delgado

Según un metaanálisis, el aprendizaje activo contribuye a disminuir la sensación de malestar causado por el aislamiento ya que se transforma en un proceso de aprendizaje contextualizado y autorresponsable.

El bienestar de los estudiantes debe ser componente de su educación, esto según el metaanálisis publicado en Frontiers titulado “Trends of Active Learning in Higher Education and Students’ Well-Being: A Literature Review”. De acuerdo con el metaanálisis, este tema debe ser incluido en las reformas curriculares de todos los países.

El 1 de enero de 2016 entró en vigor la resolución de las Naciones Unidas titulada “Transformar nuestro mundo: la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible”, cuyo propósito es construir un mundo equitativo y universal. Los autores destacan los objetivos tres y cuatro, los cuales buscan “garantizar una vida sana y promover el bienestar para todos en todas las edades y garantizar una educación inclusiva y equitativa de calidad y promover oportunidades de aprendizaje permanente para todos, respectivamente”. Debido a la pandemia, estos objetivos se ven lejos de alcanzar ya que se acentuó la brecha digital, educativa y social, agravando las disparidades socioeconómicas e incluso obligando a los más afectados a abandonar la escuela. Es por ello que, para los autores, el bienestar de los estudiantes se ha convertido en prioridad.

El metaanálisis encontró limitadas referencias académicas sobre cómo el bienestar puede convertirse en un elemento exitoso de la educación, aún así, descubrieron que en Australia, Inglaterra, Nueva Zelanda y Escocia, se han venido realizando ajustes curriculares para integrar cuestiones vinculadas al bienestar. Más allá de poner a los estudiantes a llevar un aprendizaje activo que los hace leer, escribir, discutir, resolver problemas, analizar, sintetizar y evaluar, deben además pensar en lo que están haciendo, observar sus emociones, actitudes y valores al involucrarse en proyectos más allá de las aulas para trabajar con la comunidad. Esto con el propósito de que los estudiantes vean “el proceso de aprendizaje como un proceso constructivo que reúne a personas de todo el mundo”.

La colaboración entre todos es, según el análisis, la forma de responder a los desafíos que enfrenta el mundo actualmente como “la preservación del medio ambiente, la pobreza, el desarrollo socialmente incluyente y justo, las ciudades inteligentes y sostenibles, el respeto mutuo y la generación de nuevos conocimientos para brindar soluciones sostenibles a problemas sociales”. Aunado a eso, ayuda a las nuevas generaciones a adaptarse a distintas circunstancias y personas, contribuyendo a la integración de la sociedad. Pero, ¿qué tiene que ver el aprendizaje activo con el bienestar?

Aprendizaje activo y bienestar socioemocional
Los autores del metaanálisis revisaron literatura que se enfocó en el uso de metodologías de aprendizaje activo en la educación superior para saber si apoyan la Agenda de Desarrollo Sostenible 2030. Buscaron en Web of Science, Scopus y en revistas que publicaron exclusivamente revisiones o son importantes en el campo de la educación superior, lo que resultó en seis estudios: Akinla et al., 2018; van der Zanden et al. 2018; Kötter et al., 2019; Theelen et al., 2019; Thorburn, 2020; Agasisti y Soncin, 2021.

Entre las seis publicaciones argumentan que muchos estudiantes se estresan con la transferencia a la educación superior, las expectativas que tienen de la universidad, cómo evaluarán su desempeño y, en general, lo que significa tener éxito universitario. Este último punto se divide en tres: el rendimiento académico de los estudiantes, las habilidades de pensamiento crítico y el bienestar socioemocional.

Para reducir el estrés que implica entrar a la universidad, Akinla et al. investigaron cómo en estudiantes de medicina tener tutores de pares cercanos les podría ayudar con la transición, además de hacerlos crecer profesional y personalmente y preservar el bienestar. Además, es un recurso de aprendizaje activo ya que promueve la asistencia social y académica a la comunidad universitaria de nuevo ingreso. Esto es apoyado por van der Zanden et al. quienes describen que la participación ayudó a la integración social y el ajuste de los estudiantes en lugar de sus sentimientos generales de ajuste.

Los efectos de la pandemia en el bienestar de la comunidad estudiantil
El reporte más reciente del metaanálisis, el de Agasisti y Soncin (2021), toca el tema de la pandemia y cómo hace del bienestar una preocupación crucial para la educación superior. Los autores dicen que las instituciones realizaron importantes inversiones en tecnología para preparar las aulas para el aprendizaje remoto. Esto representó un sinfín de desafíos complejos pero demostraron que “los objetivos fundamentales de las facultades tenían que ser los estudiantes, no el método en sí”. Para Agasisti y Soncin, una de las lecciones más esenciales de esta época fue el énfasis en las relaciones ya que estas le dan “sentido a las experiencias educativas de los estudiantes, así como al proceso a través del cual se desarrollan la investigación y la innovación”.

Entre los retos, un estudio de Defeyter et al. (2021) discutió cómo varios estudiantes mostraron bajos niveles de bienestar mental durante la pandemia porque no confiaban que sus universidades o gobierno tuvieran un buen desempeño ante la situación, lo que impactó su bienestar mental, ya que transmite una sensación de inseguridad y malestar. Para realmente alcanzar los objetivos de bienestar en la educación debe haber un énfasis en los educadores, los estudiantes, instituciones, gobierno y un concepto de logros académicos más amplio. Todo esto para proporcionar a los docentes una mayor autonomía profesional y que pueda proveer experiencias de aprendizaje más integrales para sus estudiantes.

Promover el bienestar mental y emocional del estudiante mejora su autoestima y su vida ya que proporciona equilibrio emocional y hace frente a los sentimientos de depresión o aislamiento. Las instituciones de educación superior deben ofrecer el aprendizaje activo donde los estudiantes tengan autonomía y la capacidad de decidir mientras cooperan con su comunidad. Los autores explican que “el aprendizaje con estos enfoques disminuiría la sensación de malestar causado por el aislamiento (o incluso la soledad) y la ambigüedad de la situación, ya que se transforman en un proceso de aprendizaje contextualizado y autorresponsable que tiene en cuenta las habilidades y restricciones de cada individuo”.

La Agenda 2030 de las Naciones Unidas aspira a una alfabetización universal y un acceso equitativo a una educación de calidad en todos los niveles, a la salud y la protección social, y donde se asegure el bienestar físico, mental y social. Sin embargo, el metaanálisis demuestra que existe falta de interés por parte de la comunidad científica y las propias instituciones. Se necesita invertir en investigación sobre el aprendizaje activo y el bienestar de los estudiantes, especialmente en países socialmente desfavorecidos o que sufren de una brecha digital mayor para interpretar más ampliamente el bienestar y cómo cumplir con los objetivos de la Agenda 2030.

En los últimos años se ha visto la importancia de enfocarse en el bienestar del alumno, y, como dicen los autores, “todos consideran que el bienestar debe ser enfatizado como un componente de la educación”.

Fuente de la información e imagen: https://observatorio.tec.mx

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La influencia del capitalismo en la educación emocional

Por: Irvin Rodolfo Tapia Bernabé

 

«La educación debería promover un pensamiento más consciente y con la capacidad de analizar críticamente los fenómenos sistémicos que influyen en él; en lugar de someterse al cambio impuesto por una economía capitalista.»

En las últimas décadas la educación emocional ha representado la panacea de los sistemas educativos, en la formación de ciudadanos para una sociedad cada día más compleja. Sin embargo, a pesar de promoverse en la mayoría de las escuelas de los países desarrollados, la salud mental de la población mundial parece empeorar ante los efectos de una economía capitalista. Ante este fenómeno resulta importante replantear la epistemología de la educación emocional para mejorar la calidad de la salud mental.

El interés por desarrollar la inteligencia emocional en las personas surge con las investigaciones del psicólogo David Goleman, quien experimentó con niños de tres y cinco años, al ofrecer comer un malvavisco a cada uno, pero con la condición de recibir dos malvaviscos en caso de esperar cinco minutos. Después de buscar a cada individuo en su edad adolescente, Goleman identificó que aquellos niños que habían esperado cinco minutos para obtener dos golosinas tenían mayores expectativas de éxito en la vida. A partir de este descubrimiento se identificaron una serie de habilidades no cognitivas que, a partir de su reconocimiento y gestión en las personas, estás generan efectos positivos en la vida social y laboral.

El resultado de educar a personas con habilidades emocionales beneficia, sin lugar a duda, a las grandes empresas, ya que les permite contar con personas más resilientes a los cambios impredecibles de un mundo globalizado. Sin embargo, el efecto en lo individual podría no ser el esperado. De acuerdo con el Psicólogo James Davies, el capitalismo moderno ha generado una crisis de salud mental. En su libro «Sedados», Davies asegura que el consumo de medicamentos psiquiátricos en Reino Unido se ha incrementado desproporcionadamente (500%) desde la década de los 80’s; no por razones biológicas, si no por las dolorosas consecuencias de las dificultades vitales como rupturas familiares, baja autoestima, problemas en el trabajo e infelicidad de relaciones en pareja. Frente a este tipo de problemas, a las personas se le pide resistir el dolor a pesar de que esto los coloque al borde del colapso psicológico.

Ante esta epidemia de salud mental, Davies, asegura que el problema de salud mental en la sociedad se ha tratado de manera errónea, ya que se ha puesto como foco del problema al individuo y no a los efectos sistémicos promovidos por una economía capitalista; tal como lo define, la Organización Mundial de la Salud (OMS), «una persona mentalmente saludable es aquella que puede afrontar de forma resiliente las tensiones de la vida y trabajar de forma productiva y fructífera». No olvidemos al Psicólogo Viktor Frankl, precursor de la resiliencia, quién la definió como «la capacidad para transformar el dolor en fuerza motora para salir fortalecido». Pero, estas nuevas espiritualidades resilientes nos invitan a aceptar el dolor, pero no a cuestionar su origen.

En este contexto es importante analizar el papel que ha tenido la escuela en la promoción del desarrollo de las habilidades socioemocionales. Al respecto, es importante recordar el pensamiento de Carlos Marx, quien manifestó que, desde el surgimiento de la escuela formal, esta ha contribuido con la capitalización del ser humano, bajo la influencia del sistema económico capitalista. Es decir, la escuela ha sido la principal formadora de personas para atender las necesidades cambiantes de capital humano requeridas por los sectores productivos; en un principio, formando personas técnicamente hábiles; posteriormente, con capacidad cognitivas superiores; y en la actualidad, personas inteligentes social y emocionalmente.

La anterior afirmación, la podemos observar en las políticas educativas promovidas por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), quien en su informe «Más allá del aprendizaje académico» realizado en el año 2021, establece que el desarrollo socioemocional en los individuos, trae consigo beneficios tan importantes como el desarrollo cognitivo y académico; permitiendo impulsar la adaptabilidad, ingenio, respeto, trabajo colaborativo, responsabilidad, etcétera, habilidades imprescindibles para el mundo laboral.

Así mismo, el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), ha considerado que las brechas entre formación y las demandas del mercado laboral se debe, en parte, a la falta de formación en habilidades socioemocionales; concluyendo, que el conocimiento técnico y las habilidades cognitivas avanzadas ya no son suficientes para ser competitivo en el mercado laboral actual. De hecho, un estudio del Instituto de Investigación Capgemini realizado en el 2019, demuestra que la demanda de la inteligencia emocional, la autoconciencia, la autogestión, la conciencia social y la gestión de relaciones, aumentará seis veces en los próximos tres a cinco años, debido a la incorporación de la inteligencia artificial y la automatización de los procesos productivos. Ante este planteamiento que realiza una de las organizaciones más importantes que regulan la política educativa mundial e instituciones internacionales de inversión en capital humano, demuestran que la ganancia de la incorporación de las habilidades socioemocionales en las escuelas atiende mayormente a un interés político-económico, dada la creciente exigencia del mercado laboral.

Con la anterior premisa, podemos decir que, durante muchos años la escuela, ha promovido que los individuos sean tratados como pequeñas empresas, de las que hay que extraer todo el rédito posible en cualquier ámbito de la vida, desde las relaciones interpersonales hasta el ámbito laboral. De manera contraria, se le ha restado relevancia a la Filosofía, área del conocimiento que busca respuestas racionales de los principios que rigen al ser humano y la sociedad, aportándole a las personas herramientas cognitivas para reflexionar y analizar de manera objetiva el mundo que le rodea.

En síntesis, la educación social y emocional ha puesto al individuo como punto central del problema; generando consigo una cultura de resiliencia ante las exigencias del mundo laboral. La resiliencia carga al individuo con la culpa y es él quien debe cambiar su visión del mundo y reinterpretar sus sufrimientos para ser adaptativo y funcional. En este sentido, la educación debería promover un pensamiento más consciente y con la capacidad de analizar críticamente los fenómenos sistémicos que influyen en él; en lugar de someterse al cambio impuesto por una economía capitalista.

Bibliografía

https://ethic.es/2022/09/dejenme-vivir-en-mi-zona-de-confort/https://www.caf.com/es/conocimiento/visiones/2019/04/habilidades-socioemocionales-y-mercado-laboral-sinergia-necesaria/https://www.educaweb.com/noticia/2013/12/02/capitalismo-cognitivo-capitalismo-cognitivo-emocional-7934/https://www.oecd-ilibrary.org/education/beyond-academic-learning_92a11084-enhttps://www.who.int/es/news/item/03-06-2022-why-mental-health-is-a-priority-for-action-on-climate-change#:~:text=La%20OMS%20define%20la%20salud,aportar%20algo%20a%20su%20comunidad%C2%BB.https://ethic.es/2022/04/contra-la-resiliencia-a-favor-de-la-lucidez/https://www.google.com/amp/s/www.capgemini.com/mx-es/news/inteligencia-emocional/amp/

Fuente de la información: https://profelandia.com

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Mundo: El trabajo no remunerado puede afectar más la salud mental de las mujeres que de los hombres

El trabajo no remunerado puede afectar más la salud mental de las mujeres que de los hombres

Las mujeres suelen tener muchas horas de trabajo en el hogar y tareas de cuidado además de un empleo, mientras que los hombres tienen tareas menos sensibles al tiempo, como cortar el césped.

En todo el mundo, las mujeres realizan más trabajo no remunerado —las labores del hogar, el cuidado de los niños y los ancianos y la carga mental de gestionar una familia— que los hombres. Un nuevo estudio sugiere que esto afecta la salud de muchas de ellas.
Un metaanálisis de 19 estudios, que incluyó a 70.310 personas en todo el mundo, publicado en septiembre en la revista especializada The Lancet Public Health, encontró que cuanto más de este tipo de trabajo realizan las mujeres, peor es su salud mental. Esta investigación analizó el trabajo no remunerado de personas que también tenían un trabajo remunerado. De igual manera, otros estudios recientes han encontrado que el trabajo del hogar que realizan las mujeres se asocia con una mala salud, tanto física como mental.

Los hallazgos señalan una razón por la que a las mujeres se les suele diagnosticar ansiedad y depresión con más frecuencia que a los hombres y ayuda a explicar por qué, ahora que las escuelas están abiertas y las madres regresaron a sus empleostodavía sienten más estrés del que sentían antes de la pandemia. Los efectos en la salud mental de ese trabajo adicional que las madres hicieron durante los momentos más difíciles de la pandemia aún prevalecen.

La investigación encontró que las labores domésticas y el cuidado de los niños tienen un menor impacto en la salud de los hombres. Tal vez esto se deba a que lo realizan en una proporción mucho menor. En Estados Unidos, las mujeres trabajan un promedio de 4,5 horas en esas actividades, en comparación con 2,8 horas en el caso de los hombres, según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (calcula promedios generales, sin considerar si las personas tienen un empleo remunerado o no). En Grecia, el promedio es de 4,3 horas en el caso de las mujeres contra una hora y media, en el de los hombres. Incluso en los países donde hay mayor equidad de género, como Suecia, las mujeres dedican a esas labores 50 minutos más al día que los hombres.

Durante los confinamientos por la pandemia, los hombres realizaron más trabajo no remunerado del que habían hecho antes, pero lo mismo sucedió con las mujeres, así que sus porcentajes totales continuaron igual. Esto sucedió en diversos países.

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Los hombres suelen encargarse de las tareas exteriores, como cortar el césped, que se realizan con menos frecuencia y en un horario más flexible que algunas tareas domésticas típicas.
Credit…Travis Dove para The New York Times
Los hombres suelen encargarse de las tareas exteriores, como cortar el césped, que se realizan con menos frecuencia y en un horario más flexible que algunas tareas domésticas típicas.

Pero también se debe a que el tipo de trabajo de esta índole que realizan los hombres no está sujeto a horarios fijos y es más disfrutable o al menos más tolerable. Por ejemplo, los hombres suelen estar a cargo de actividades al aire libre, como podar el césped, que se hacen con menos frecuencia y en un horario variable. Es más probable que las mujeres realicen tareas cotidianas en horarios fijos, como preparar los alimentos o limpiar la casa.

Puede que las expectativas sociales tengan algo que ver. Por ejemplo, hay estudios que han demostrado que las mujeres sienten la presión de mantener la casa limpia y se sienten juzgadas si no lo hacen. Por su parte, a los hombres suele elogiárseles por actividades cotidianas como limpiar la casa o llevar a un hijo a una cita médica.

El trabajo no remunerado en sí no es problemático, según la investigación. Más bien, es todo lo que conlleva: si entra en conflicto con las responsabilidades de alguien más, como el trabajo remunerado, y si es lo que alguien quiere hacer.

Los científicos sociales nombraron por primera vez estos problemas hace más de medio siglo, y desde entonces se han agudizado, ya que cada vez más mujeres han asumido un trabajo remunerado. El término “tensión de roles”, acuñado en 1960 por el sociólogo William J. Goode, describe lo que ocurre cuando los múltiples roles de una persona interfieren con su rendimiento en otros: cuando las largas horas de trabajo doméstico no remunerado hacen que la gente se sienta menos capaz de hacer su trabajo remunerado, o viceversa.

La “pobreza de tiempo” —un término que los científicos sociales utilizan para describir el hecho de no tener suficiente tiempo para trabajar o realizar actividades recreativas— afecta en especial a las mujeres con demandas de cuidado y a personas con trabajos sin flexibilidad y mal remunerados. La pobreza de tiempo contribuye a declives en la salud mental y también dificulta hacer cosas que mejoran la salud como hacer ejercicio, dormir o cultivar amistades. Un estudio encontró que aunque es cada vez más probable que las parejas heterosexuales compartan la responsabilidad del trabajo remunerado y el que no lo es, los hombres tienen mucho más tiempo de ocio los fines de semana mientras las mujeres realizan más labores del hogar.

En algunos casos, se encontró que los padres que renunciaron al trabajo remunerado para cuidar de los hijos se sienten más contentos con sus labores no remuneradas, pero no siempre es así. Depende de qué tanto coincide con lo que querían hacer o si sienten que en realidad no tuvieron muchas alternativas al momento de elegir.

“No está claro que realizar una mayor cantidad o una mayor proporción de trabajo doméstico no remunerado se asocie negativamente con la salud física o mental per se”, dijo Daniel L. Carlson, sociólogo de la Universidad de Utah, que estudia el tema. “Las madres que tienen la responsabilidad mayoritaria de esas tareas, pero que también son muy convencionales en sus roles de género, no están en conflicto con esa responsabilidad. Pero en el caso de las mujeres que creen más en la igualdad, tener esas responsabilidades conlleva una salud mental más deficiente”.

De ahí se derivan en parte las identidades discordantes, explicó: “Quiero ser esta persona, pero no lo soy”.

Resulta revelador que, aunque las parejas del mismo sexo tienden a repartirse la responsabilidad principal del trabajo y la familia una vez que tienen hijos, suelen estar más contentas con la división. Hay investigaciones que han descubierto que esto se debe a que es más frecuente que se hable de quién hará qué, en lugar de suponerlo en función del género.

Los investigadores de The Lancet afirman que es difícil extraer conclusiones definitivas de los 19 estudios y que sería conveniente realizar más investigaciones. Hay un vacío en la investigación académica, que algunos estudios más recientes están empezando a llenar: se trata de un análisis más detallado de cómo afectan a las personas los distintos tipos de tareas y responsabilidades.

Por ejemplo, para algunas personas es más agradable hacer la compra que lavar la ropa o disfrutan más cocinar que lavar los platos. El cuidado de los niños puede resultar más gratificante que las tareas domésticas, y leer o dar un paseo con un niño es más agradable que calmar un berrinche o levantarse a las tres de la mañana a atender a uno de los hijos que se despertó.

Pero, según los investigadores, una cosa está clara, cuando los hombres realizan más trabajo no remunerado, se alivia el impacto en las mujeres.

Claire Cain Miller escribe sobre género, familias y el futuro del trabajo para la sección The Upshot. Se unió al Times en 2008 y formó parte de un equipo que ganó el Pulitzer al servicio público en 2018 por informar sobre temas de acoso sexual en el lugar de trabajo. @clairecm  Facebook

Fuente: https://www.nytimes.com/es/2022/10/06/espanol/trabajo-no-remunerado-mujeres.html

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¡Urgente! Hay que cuidar la salud mental en las aulas

Por: Susana Velasco

La depresión o la ansiedad son cada vez más comunes entre nuestros niños y jóvenes. ¿Está la escuela preparada para prevenir y detectar los posibles problemas de salud mental en momentos vitales tan determinantes como la infancia y la adolescencia?

Comienza un nuevo curso y con él múltiples retos. Aunque la crisis sanitaria ya no es tan acuciante y la sociedad se ha podido relajar en gran medida, sus efectos todavía están presentes hoy en numerosos niños y jóvenes. Y es que la pandemia trajo consigo aislamiento, deterioro en la socialización, problemas económicos y de convivencia intrafamiliar… Un caldo de cultivo que disparó y agudizó diversos problemas relacionados con su salud mental. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), 1 de cada 5 niños y adolescentes tiene un problema de salud mental diagnosticado y cerca de la mitad de estos trastornos aparecen antes de los 14 años. Podemos añadir un dato aún más escalofriante: el suicidio ya se ha convertido en la quinta causa de muerte en el mundo entre este sector de la población.

A estos problemas, hay que sumar otros trastornos preocupantes como la depresión o la ansiedad que representan el 40% de las enfermedades mentales diagnosticadas, según el informe ‘En mi mente’ de Unicef. Podríamos agregar el incremento de los trastornos fóbicos, los obsesivo-compulsivos, de conducta, alimentarios y un (lamentablemente) largo etcétera.

Así están las cosas. Y me viene una pregunta a la cabeza: ¿está la escuela preparada para prevenir y detectar los posibles problemas de salud mental en momentos vitales tan determinantes como la infancia y la adolescencia? Es urgente que así sea. Es básico que la Promoción de la Salud Mental en las aulas sea una prioridad y que la educación emocional ocupe el espacio que merece en el día a día escolar.

La pandemia ha sido el detonante para que los jóvenes expresen de forma más libre cómo se sienten psicológicamente.

Claves para mejorar la salud mental del alumnado

De todo ello hablamos en profundidad en el reportaje sobre salud mental que incluye este número (el 47 ya) de la revista EDUCACIÓN 3.0. En él se abordan las claves para mejorar la situación, se reclama la imprescindible labor de los orientadores y psicólogos, y se informa de la nueva figura del coordinador de bienestar y protección que entrará en las aulas este curso con el objetivo de fomentar el buen trato y el bienestar del alumnado.

salud mental

De la grave y preocupante situación actual solo se desprende un matiz positivo: según los expertos consultados, la pandemia ha sido el detonante para que los jóvenes expresen de forma más libre cómo se sienten psicológicamente. Sin duda, esto es clave para que la sociedad en general, y la escuela en particular, se centre en normalizar estos problemas y así evitar el estigma que acarrean.

Desde luego, no son pocos los retos que nos esperan este curso. Lo importante es sentar las prioridades y, sin duda, la salud mental de nuestros niños y jóvenes debe ocupar los primeros puestos. ¿Listos?
¡Feliz curso 2022-23!

Este texto es el editorial que aparece en el Nº 47 de la revista EDUCACIÓN 3.0 impresa, correspondiente a septiembre-octubre 2022. Para acceder a todos sus contenidos es preciso suscribirse: podéis hacerlo desde nuestra tienda online

Fuente e Imagen: https://www.educaciontrespuntocero.com/opinion/salud-mental-educacion/

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Ucrania: Casi 1.000 niños muertos o heridos en 6 meses

Al menos 972 niños en Ucrania han muerto o han resultado heridos por la violencia desde que la guerra se intensificó hace seis meses, una media de más de cinco niños muertos o heridos cada día.

La guerra en Ucrania ha dejado casi 1.000 niños muertos o heridos. Y estas son solo las cifras que la ONU ha podido verificar. Creemos que el número real es mucho mayor.

El uso de armas explosivas ha causado la mayoría de las víctimas infantiles. Estas armas no discriminan entre civiles y combatientes, especialmente cuando se utilizan en zonas pobladas, como ha ocurrido en Ucrania: en MariupolLuhanskKremenchuk y Vinnytsia. La lista es interminable.

«Una vez más, como en todas las guerras, las decisiones imprudentes de los adultos están poniendo a los niños en un riesgo extremo. No hay ninguna operación armada de este tipo que no provoque daños a los niños», ha explicado nuestra directora ejecutiva global, Catherine Russell.

No hay ninguna operación armada que no provoque daños a los niños

«Mientras tanto, más allá del horror de los niños que mueren o resultan heridos físicamente en los ataques, casi todos los niños de Ucrania han estado expuestos a acontecimientos profundamente angustiosos, y los que huyen de la violencia corren un riesgo considerable de separación familiarviolenciaabusosexplotación sexual y tráfico de personas«, ha añadido.

Nuestra directora también ha querido recordar que el inicio del curso escolar dentro de poco más de una semana será un duro recordatorio de lo mucho que han perdido los niños en Ucrania.

El sistema educativo ucraniano, devastado

«El sistema educativo ucraniano ha sido devastado por la escalada de las hostilidades en todo el país. Las escuelas han sido objeto de ataques o han sido utilizadas por las partes, por lo que las familias no se sienten seguras para enviar a sus hijos a la escuela. Calculamos que 1 de cada 10 escuelas ha sido dañada o destruida. Todos los niños deben ir a la escuela y aprender, incluidos los niños atrapados en situaciones de emergencia. Los niños de Ucrania y los desplazados por esta guerra no son una excepción», ha afirmado Russell.

El trabajo de UNICEF para apoyar a los niños de Ucrania

Paloma Escudero en el almacén de suministros de UNICEF

Como explica nuestra directora de Comunicación a nivel global, Paloma Escudero, en UNICEF trabajamos sin descanso con nuestros aliados para ampliar los programas que salvan vidas de niños y niñas de Ucrania dentro y fuera del país.

Dentro de Ucrania, hemos:

  • Proporcionado material didáctico a cerca de 290.000 niños y niñas, e involucrado a más de 402.000 en la educación formal y no formal.
  • Llegado a más de 1,4 millones de niños y cuidadores con salud mental y apoyo psicosocial.
  • Llegado a más de 52.000 mujeres y niños con servicios de respuesta a la violencia de género.
  • Facilitado el acceso al agua potable a más de 3,4 millones de personas en Ucrania que viven en zonas donde las redes han sido dañadas o destruidas.
  • Proporcionado suministros de saneamiento e higiene a casi 455.000 personas.
  • Distribuido suministros sanitarios y médicos para salvar vidas a casi 4 millones de personas en las zonas afectadas por la guerra.
  • Llegado a más de 422.000 personas con ayuda monetaria polivalente dentro de Ucrania.

Desde UNICEF seguimos pidiendo un alto el fuego inmediato en Ucrania y que se proteja a todos los niños de cualquier daño. Esto incluye poner fin al uso brutal de armas explosivas en zonas pobladas y a los ataques contra instalaciones e infraestructuras civiles.

Los niños de Ucrania necesitan urgentemente seguridad, estabilidad, acceso a un aprendizaje seguro, servicios de protección infantil y apoyo psicosocial. Pero más que nada, los niños de Ucrania necesitan paz.

Fuente de la información e imagen: https://www.unicef.es

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La salud mental en Palestina, una cuestión política

Por: Carmen Diez Salvatierra

Corría el año 2017, yo apenas llevaba un año viviendo en Francia, lo suficiente como para darme cuenta de que Palestina era un tema tabú. En un pequeño cine del barrio latino proyectaban un documental, Tras los frentes: resistencias y resiliencias en Palestina, que había visto anunciado en un cartel de una calle del barrio de Belleville.

Después de dos horas de documental, se abrió frente a mí una realidad hasta entonces desconocida: cómo la ocupación y el apartheid israelí estaban afectando a la salud mental de las y los palestinos. Hasta hace nada, poco se hablaba de salud mental. Menos aún de las consecuencias que tiene este violento sistema capitalista, patriarcal y colonial en ella, en nuestras relaciones afectivas, en nuestro esquema relacional con el mundo. Y ahí estaba Samah Jabr, poniendo el dedo en la llaga, desde su propio contexto, pero abriéndonos las puertas a una situación que en realidad es universal: la de cómo el sistema de opresiones se enzarza en dificultarnos el bienestar.

La verdadera solución para la salud mental en Palestina está en manos de los políticos, no de los psiquiatras. Porque vivimos nuestras vidas, a pesar de nosotras, bajo ocupación militar, tenemos que combatir a nuestro opresor, luchar cada día por liberar nuestra mente, nuestro cuerpo y nuestra tierra.

Al salir de la proyección, vi que se había editado una recopilación de artículos de Samah en francés. No necesité reflexionarlo mucho antes de proponer al comité de la editorial Hojas Monfíes la traducción y publicación al castellano. Y, gracias al paro técnico del covid, que me libró de la insoportable carga del trabajo, pude traducir y coordinar la aparición de este libro que hoy ha podido ver la luz: Tras los frentes, crónicas de una psiquiatra y psicoterapeuta palestina bajo ocupación.

Un abanico andaluz con el estampado de una kufiya palestina. Fatima Azahara
Abanico andaluz con estampado de kufiya palestina. @ftmzzhr1492 (©)

Pero, ¿quién es Samah Jabr? Es una psiquiatra, psicoterapeuta y escritora palestina, que ha recibido varios premios internacionales y hoy es la jefa de la Unidad de Servicios de Salud Mental de Cisjordania. Gran parte de su trabajo se centra en sensibilizar a la opinión pública, tanto a nivel local como internacional, sobre la importancia de la salud mental y el impacto de la ocupación en la integridad mental de los ocupados. El poco tiempo libre que le queda lo dedica a escribir artículos, dar conferencias y participar en emisoras de radio y televisión locales e internacionales.

Tenemos fe en nuestra capacidad colectiva para embellecer la ladera desnuda de la montaña e inspirar una primavera revolucionaria entre los oprimidos de la tierra.

Samah aprendió inglés de forma autodidacta y empezó a publicar sus crónicas a principios de los 2000 en medios como The Middle East Monitor o The Washington Report on Middle East Affairs. Su testimonio, tierno e incisivo a la vez, propone una mirada crítica de la ocupación ahondando en el trauma colectivo, la colonización cultural y psicológica y las estrategias israelíes de deshumanización progresiva del pueblo palestino. Humillación, aislamiento, control y sospecha, torturas, checkpoints, precariedad, marginación… Todos los males posibles se dan en Palestina. Como ella afirma en una de sus crónicas, “Un trauma individual puede dañar el espíritu, un trauma colectivo puede dañar el conjunto de la sociedad”. Ese trauma no dejará de existir mientras Palestina no sea libre.

Esperar que los palestinos no tengan odio o sentimientos negativos hacia Israel es como esperar que una mujer violada empatice con su violador. El activismo contra la opresión es el remedio para nuestro trauma político.

Samah denuncia en estas crónicas las múltiples violencias sistemáticas a las que está expuesto el pueblo palestino, lo que provoca un problema de salud mental generalizado. Para ella, la tierra palestina no podrá liberarse si no se liberan las mentes de su pueblo, si no se pone la vida en el centro. Hacer de la vida un acto de resistencia, hacer de la ternura un lugar de enunciación que nos libere: es lo que nos enseña este libro que, partiendo de un contexto particular, nos regala una mirada universal.

Hoy, cuando nos siguen llegando noticias tan aberrantes como la de Ahmad Manasra, preso desde los 12 años de edad, me digo que ni el dolor ni la rabia bastan. Como diría Samah, “nuestra acción de curación y recuperación es inseparable de nuestra lucha por la liberación. La vida bajo la opresión y la sumisión a la injusticia es incompatible con la salud psicológica”.

El libro de Samah Jabr puede adquirirse aquí.

Una entrevista que me hicieron las amigas de Mujeres por carta Francia, donde hablo de Samah y de su libro:

Fuente de la información e imagen:  El Salto

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Los daños ocultos

Por: Carolina Vásquez Araya

Pocas sensaciones resultan tan amenazadoras como la incertidumbre.

La población mundial ha entrado en un círculo interminable de temor por su vida, por la integridad de su estado de salud y, en consecuencia, por su futuro. De un modo nunca antes experimentado, una invasión viral se ha instalado como un escenario nuevo e inevitable del cual todavía se desconocen sus verdaderas dimensiones. Una y otra vez, como en un mar embravecido, se suceden las olas con distinto nombre, con diversas consecuencias, con la fuerza que les otorgan sus características ocultas. Es un entorno al cual -como en toda nueva realidad- los humanos comienzan a habituarse, obligados por la necesidad de conservar cierta estabilidad emocional.

Los esfuerzos estériles por contener los contagios -una situación patente en la mayoría de países- chocan de frente con la actitud resignada y progresivamente descuidada de la población. Esta, no acostumbrada a mantener las incómodas precauciones recomendadas por las autoridades sanitarias, las cuales les alejan física y emocionalmente de su entorno cotidiano y de sus seres queridos, prefieren el riesgo y olvidan las mínimas acciones capaces de contener los contagios. La mente juega la peligrosa partida del olvido cuando el miedo se hace presente. En tales circunstancias, ya queda claro cómo el esfuerzo por regresar a cierta normalidad resulta inevitable.

Un aspecto muy importante y poco atendido de la actual situación sanitaria del globo, es la salud mental. Sometida a una amenaza constante y en un estado general de ignorancia con respecto a lo implícito en este estallido viral, la población se ve orillada a buscar un nuevo marco de conducta para no perder del todo el contacto con la realidad. Si este desafío resulta duro y complicado para la población adulta, se vuelve un trastorno mucho más impactante para quienes dependen de las decisiones de otros, es decir: niñas, niños y adolescentes.

En la mayoría de países, en especial los menos desarrollados, el impacto de las oleadas de la pandemia ha dejado una fuerte cauda de actos de violencia, dirigidos de manera muy puntual contra este segmento tan vulnerable de la población. El resultado se ha visto en un incremento de delitos sexuales con el resultado de embarazos en niñas y adolescentes, aumento de las agresiones dentro del seno familiar y, sobre todo, en cifras de suicidio de jóvenes como una de las consecuencias del aislamiento y las condiciones en las cuales se debate la mayoría de núcleos familiares.

Ante este desolador panorama, los gobiernos -ya abrumados por su escasa capacidad de enfrentar el nuevo panorama sanitario- han abandonado por completo uno de los temas fundamentales: la atención prioritaria de la salud mental- por la costumbre atávica de marginarlo en sus políticas tradicionales. Atrapados en un contexto tan hostil, las nuevas generaciones no solo han perdido espacio físico para desarrollar sus distintas habilidades, sino también aquellas libertades capaces de proporcionarles un entorno más apropiado para su crecimiento social y emocional.

Estas carencias, provocadas por una situación que sobrepasa a la capacidad de adaptación, sin duda tendrán fuertes consecuencias futuras para quienes, por su edad y su condición de vulnerabilidad, recién comienzan a asomarse a los desafíos que les esperan. Por ello, la atención enfocada a proveer un ambiente de protección para este segmento de la población, debería contar entre las prioridades de quienes deben responder por su bienestar.

La mente tiende a olvidar cuando el miedo se hace presente.

Fuente de la información:    www.carolinavasquezaraya.com

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