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Educación técnica ¿un camino para los que no pueden más?

Por: Catherine Piña

La invitación a hacerse técnicos no debe ser vista como una invitación a fracasados del sistema educativo, ni como una ruta corta que acaba con un certificado en mano que permite ejecutar una tarea, y ya.

Tengo más de una década trabajando única y exclusivamente con la educación técnica y su impacto en la empleabilidad y gracias a mi trabajo he conocido muchos jóvenes que han elegido hacerse técnicos. Al observarlos y ver su empuje y sus temores llego a la conclusión de que hay un mito que debemos desmontar de manera definitiva: la educación técnica no debe ser vista jamás como una invitación a los y las adolescentes fracasados del sistema educativo, ni como una ruta corta que acaba con un certificado en mano que permite ejecutar una tarea, y ya.   

Cuando hablamos de dignificar las carreras técnicas nos referimos a crear condiciones que las hagan más valoradas por la sociedad y que incidan en que al momento en que un joven va a elegir carrera, éste perciba que, dentro de todas las opciones, la ruta técnica es su mejor camino al éxito y no la ruta alterna que tuvo que elegir porque no quedaba de otra.

Para que esto sea así, lo primero que deberíamos tener asegurado como sociedad es que en nuestro país existan carreras técnicas como tales y no solo programas de educación o formación aislados entre sí. Necesitamos que los programas que existen y los que se creen, independientemente sean regulados por MINERD, MESCyT o INFOTEP, sean capaces de articularse entre sí como peldaños de un proceso, que permita a los y las jóvenes que elijan la ruta técnica, llegar tan lejos como quieran llegar. Cada uno de los títulos obtenidos en una ruta de carrera técnica, a la vez que conecta con un próximo nivel de educación o formación, debe permitir que la persona asuma responsabilidades que mejoren sus ingresos.

La ruta tradicional, la que indica que después de ser bachiller hay que completar una carrera de grado universitario para acceder a un empleo de calidad, exige un tiempo que no todos pueden esperar para empezar a cubrir sus propias necesidades, y un esfuerzo extraordinario que además es frágil ante cualquier eventualidad. La ruta de las carreras técnicas provee más rápidamente de destrezas para asumir una ocupación que la ruta académica tradicional y, además, las provee en un formato que, por ser más práctico, suele enganchar mejor al estudiante, lo que previene más efectivamente la deserción.

Las carreras técnicas son una ruta dignificante y ascendente, tanto para la formación y el estudio, como para el empleo. ¡De ninguna manera son la salida para los “fracasados”, los que no pueden porque no tienen recursos o porque no dan para más!

Son una ruta que genera bienestar social y, a la vez, modelan las capacidades productivas que nuestro país requiere para asegurar la oferta de productos y servicios de calidad que nos hagan competitivos local y mundialmente.

Actualmente, MINERD, MESCyT e INFOTEP como reguladores de los tres sistemas de educación y formación de nuestro país, están ocupados en los esfuerzos de intercomunicar y de diseñar programas que conduzcan a ocupaciones. A nosotros, como sociedad, nos toca reconocer y apoyar el esfuerzo, y orientar a los más jóvenes para que puedan tomar el camino que más le conviene para su futuro. Y trillar así, el sendero del éxito profesional.

Fuente: https://acento.com.do/opinion/educacion-tecnica-un-camino-para-los-que-no-pueden-mas-8902331.html

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Se instala Comité Interinstitucional para la creación de la Universidad de las Lenguas Indígenas de México

Por: Erick Juárez Pineda 

El Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI) llevó a cabo, la Sesión de Instalación del Comité Interinstitucional de la Universidad de las Lenguas Indígenas de México (ULIM).

El encuentro realizado de manera virtual desde el Complejo Cultural Los Pinos pone en marcha el Proyecto de creación de la Universidad de las Lenguas Indígenas de México, que responde al compromiso del presidente Andrés Manuel López Obrador realizado en el marco de su encuentro con el pueblo nahua y las comunidades indígenas residentes en la Ciudad de México, con quienes dialogó el 9 de febrero de 2020.

El Comité encabezado por el INPI, está integrado por 14 instancias federales y estatales, organismos internacionales e instituciones educativas.

Adelfo Regino Montes, director general del INPI, celebró que con la voz y participación de todos, se pueda ver nacer este proyecto en el año 2021, “el cual tiene un significado muy especial para este gobierno pues es el año en que el presidente de México estará pidiendo perdón a los pueblos indígenas del país por todos los agravios y todas las injusticias cometidas en el pasado”.

Este perdón, indicó, “no tiene que ser en la palabra, en el discurso, sino con hechos”. Aseguró que uno de los acontecimientos más importantes, será la creación de esta universidad, además de que “es un acto que contribuye al resarcimiento de la deuda que tiene nuestro país con nuestros pueblos y nuestras comunidades indígenas”.

La presentación estuvo a cargo de Natalio Hernández Hernández, coordinador del Proyecto de creación de la Universidad de las Lenguas Indígenas de México, quien hizo un repaso histórico por los momentos más representativos que han atravesado las lenguas indígenas en el país.

Destacó que aunque ha habido algunos avances en los últimos años, las lenguas están ausentes en el sistema educativo formal, lo cual se refleja en la situación actual, ya que a pesar de la gran variedad de lenguas en México, muchas de ellas se encuentran en peligro de desaparecer.

Como parte del proyecto docente, Natalio Hernández destacó que la institución impartirá cuatro licenciaturas: Enseñanza de las Lenguas Indígenas, en Interpretación y Traducción de las Lenguas Indígenas, en Conocimientos y Literatura Indígena y en Comunicación Indígena Intercultural.

Asimismo, será un organismo descentralizado de la Administración Pública Federal (APF), y contará con personalidad jurídica y patrimonio propios, autonomía orgánica y técnica y poder de decisión.

Además, como órganos de autoridad se regirá por una Rectoría, un Consejo Académico y un Consejo de Ancianos, retomando las estructuras comunitarias de los pueblos indígenas, figura que aplaudieron las y los integrantes del Comité, quienes coinciden en que es una forma de tequio, puesto que este proyecto se construye a través del aporte e intercambio de experiencias académicas y de docencia e investigación.

Informó que se propone que la apertura de la Universidad se lleve a cabo en agosto de 2021, en Milpa Alta, lugar emblemático de la resistencia lingüística a nivel nacional.

Además, destacó que esta iniciativa se inscribe en el marco del Decenio de las Lenguas Indígenas que comprende el periodo de 2022- 2032, declarado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).

Se instala Comité Interinstitucional para la creación de la Universidad de las Lenguas Indígenas de México

En este sentido, Frédéric Vacheron, representante de la UNESCO en México, advirtió que este proyecto tendrá un impacto importante a nivel nacional e internacional. “El futuro de América Latina depende en gran medida del pensamiento de los pueblos originarios que tienen profundas raíces frente a la llegada del pensamiento occidental que llegó hace cinco siglos a esta región”, afirmó.

“Es muy importante impulsar proyectos de tal envergadura, que se construyan a partir del diálogo intercultural, horizontal, planteando un nuevo tipo de relación entre la academia y los pueblos indígenas”, ya que el riesgo de desaparición de las lenguas indígenas se puede revertir, si se lleva a cabo políticas públicas bien planificadas, entre ellas las de carácter educativo, que se sumen a los esfuerzos que hacen las y los hablantes de lenguas indígenas, indicó.

Este proyecto, señaló, es una iniciativa única en su orden, pues apuesta por desarrollar una formación de calidad, desde un modelo colaborativo. Además, dijo que los ejes sobre los que se sustenta la creación de la universidad, empatan con las acciones que la UNESCO lleva a cabo, encaminados a garantizar el desarrollo sostenible de los pueblos indígenas, sus derechos y libertades fundamentales.

En el uso de la palabra, el antropólogo Salomón Nahmad y Sittón, consejero del proyecto, celebró que la puesta en marcha de la Universidad tenga un carácter interdisciplinario y destacó que es importante que cuente con el apoyo y la participación directa de intelectuales y profesionistas de los pueblos indígenas de México.

Reconoció esta iniciativa  del presidente López Obrador, quien, afirmó, tiene experiencia y sensibilidad en la atención a las lenguas indígenas, ya que en su propio estado, antes de ser director del Instituto Nacional Indigenista (INI) en Nacajuca, Tabasco, fue testigo de la invisibilización y la negación que sufrían los pueblos indígenas por parte de las autoridades.

“Esta universidad será el patrimonio de todos los pueblos indígenas de este país y de Mesoamérica”, concluyó.

Por su parte, Juan Gregorio Regino, titular del Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (INALI), reafirmo el compromiso de las instituciones que componen el sector cultural de sumar su experiencia a la iniciativa, y destacó que “estamos ante la oportunidad de generar políticas públicas que permitan abatir rezagos y atender la deuda que se tiene con los pueblos indígenas”.

Del mismo modo, Luciano Concheiro Bórquez, subsecretario de Educación Superior, destacó que desde la Secretaría de Educación Pública (SEP) hay voluntad de sumarse al trabajo común y coordinado para la creación de esta Universidad, pues manifestó que es un acontecimiento para volver a fundar el Estado mexicano, desde la perspectiva de una nación multicultural.

Los integrantes del Comité acordaron reunirse nuevamente el próximo 23 de enero de 2021,  a fin de dar seguimiento a las acciones específicas para el desarrollo del proyecto.

Fuente e Imagen: http://www.educacionfutura.org/se-instala-comite-interinstitucional-para-la-creacion-de-la-universidad-de-las-lenguas-indigenas-de-mexico/

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La educación del castigo y el capital

El corazón de la sociedad flota en veneno y está cercado con alambre de púas, y responde al miedo programado de décadas de un sistema educativo que asocia educación con dinero.

“Llamar a la domesticación del animal ‘mejoramiento’ suena a nuestros oídos casi como una broma. Cualquiera que sepa lo que sucede en una casa de fieras dudará que en ellas la bestia ‘mejore’. Es debilitada, es hecha menos dañina, es convertida, mediante el efecto depresivo del miedo, mediante las heridas, mediante el hambre, en una bestia enfermiza”.

Friedrich Nietzsche

El miedo describe, y quizá resume, la base de modelos educativos que imperan en nuestra sociedad. El castigar que se desplaza sin freno por un carril de la vía, y el premiar dosificado, entregado en pequeñas gotas, moviéndose en sentido paralelo, son dualidades que se nos venden como algo opuesto, pero que en el fondo son solo el maquillaje que esconde el carácter inseparable de mecanismos de domesticación que al final ya no requieren del verdugo que infringe dolor para sostener el statu quo, para imponer una forma de pensamiento único que castra lo diverso, que encarcela almas.

Vivimos en una sociedad que reproduce el yugo, no solo bajo formas de arrodillamiento ante tiranías y clases dominantes, sino también en cotidianidades que reflejan la marca fundida con acero en la psique, en territorios mentales colonizados que requieren de la amenaza del escarmiento como mecanismo de control para obrar o dejar de hacerlo.

De este modo acciones que antes pensamos imperdonables, ahora se convierten en una regla espantosa, mediada por el dinero y el castigo. Y así terminamos respondiendo a compromisos solo por el hecho de que éstos puedan costarnos el dinero invertido en algún curso, o formación académica en cualquier nivel.

Procesos educativos descentralizados, alternativos, desligados del chantaje de la nota que infunde miedo a través del examen, son tomados por la sociedad como un acontecimiento desechable, que se toma y se abandona con la misma facilidad que se arrojan los desechos del día a la basura.

No son procesos asumidos como una posibilidad de libertad para explorar y recuperar nuestra autonomía en una búsqueda que, sin importar las dificultades, debe nutrir el espíritu porque produce placer al hacerlo, una búsqueda donde abandonamos excusas y otorgamos tiempo y corazón para resquebrajar el statu quo que sutilmente se tomó nuestras cabezas.

Pero el corazón de la sociedad flota en veneno y está cercado con alambre de púas, y responde al miedo programado de décadas de un sistema educativo que asocia educación con dinero, pues está dictaminado que se estudia para competir, para sobresalir pisoteando al otro, para destruir cualquier lazo de solidaridad y ayuda mutua, mientras se persigue el espejismo de acumular capital a toda costa.

Es una asociación que además se deriva del saqueo de las condiciones materiales de existencia que el modelo neoliberal, el capitalismo voraz e insaciable, ha robado a pueblos y naciones. La educación como sinónimo vergonzante de acumulación de dinero se vende como solución a los desesperanzados que, cada vez más sumergidos en la miseria provocada por las clases dominantes en el poder, buscan salidas materiales convirtiendo la educación en castración e irreflexión, y no en liberación y rebeldía para acabar con Estados y gobiernos tiránicos como el colombiano.

Nada más terrible para una sociedad que los modelos educativos reproduzcan, en todos los niveles de la vida cotidiana, adormecimiento y control social a partir del miedo y la falsa ilusión de acumular capital.

La conciencia crítica de cada época aún reposa, a pesar de todas sus falencias y contradicciones, en la educación, aunque esto se relegue, se oculte y pretenda ser marginalizado. Recordarlo implica trabajar para que la rebeldía deje de manifestarse como una excepción y pase a constituirse en misión de un modelo educativo para un pueblo que lo necesita. Y ello también recuerda que no existe nada más político que lo cotidiano, pues es desde este lugar afectivo donde se irrigan los actos que pueden descontaminar a una sociedad intoxicada por décadas de desesperanza, miedo y opresión.

*Fuente: Rebeliom

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El muralismo normalista mutilado

Los muros de las 256 escuelas normales públicas del país son una galería viva. Grandes pintores como David Alfaro Siqueiros, José Clemente Orozco, Jorge González Camarena y José Hernández Delgadillo comparten allí paredes de auditorios, aulas, dormitorios y bardas con decenas de colectivos artísticos anónimos.

En las instituciones formadoras de maestros hay centenares de murales. A través de ellos, los alumnos conviven lo mismo con una visión de la historia del país y de la humanidad, que con el santoral laico de los héroes que habitan el imaginario magisterial. Gracias a las representaciones estampadas en esos edificios, los muchachos (y sus maestros) alimentan las señas de su identidad normalista.

Las paredes de las normales hablan. Sus narraciones cuentan los afanes emancipatorios asociados a la profesión docente. Testimonian la inclaudicable resistencia estudiantil. Rinden homenaje a los 43 desaparecidos de Ayotzinapa. Alertan del peligro de que cualquier otro joven pueda convertirse en el 44.

Pero, también, como parte de dos proyectos culturales en pugna, hay muros que relatan otras historias. Pinturas que, más allá de su calidad estética, cortejan al poder, exaltan el más rancio nacionalismo y mistifican el pasado. Creaciones que diluyen el espíritu crítico de la educación alternativa y desaparecen la memoria militante del normalismo.

La Secretaría de Educación Pública (SEP) acaba de editar un hermoso y necesario libro lleno de bellas imágenes, que busca recuperar el muralismo en las escuelas normales. Se titula Los Normurales. Un grito de resistencia y color por la memoria (https://bit.ly/38ehVxt). Desafortunadamente, la publicación dejó fuera una parte muy importante de lo que las paredes de estas escuelas gritan. Casi no aparecen allí ni la iconografía ni el ideario del normalismo militante; se omitió buena parte de la tradición pictográfica estudiantil.

Las paredes de muchas escuelas formadoras de maestros están llenas de imágenes de Ernesto Che Guevara, Lucio Cabañas, Genaro Vázquez, Arturo Gámiz, Carlos Marx, Vladimir I. Lenin, Misael Núñez Acosta y del movimiento zapatista. No son pocas las que reproducen escenas de represión contra el movimiento estudiantil. Sin embargo, Los Normurales prácticamente ocultó esas representaciones.

Es como si a la hora de publicar un libro sobre muralismo mexicano se despareciera a Marx, Bakunin, Proudhon, Flores Magón y Esteban Baca Calderón de la obra de Siqueiros en el Castillo de Chaputepec, titulada Del porfirismo a la Revolución. O como si se borrara a Lenin llamando a la cohesión del proletariado mundial unificado, acompañado de Marx, Engels, Bertram Wolfe y Trostky, del que Rivera pintó en 1934 en el Palacio de Bellas Artes, con el nombre de El hombre en la encrucijada…

Los Normurales tiene un directorio de 39 personas (sólo ocho de ellas mujeres), todos funcionarios públicos. Comienza con el presidente Andrés Manuel López Obrador y termina con el jefe de Departamento de Escuelas Normales de Zacatecas. Su prólogo está firmado por Mario Chávez Campos y Julio César Leyva Ruiz.

Aunque esto no se aclara en el libro, según el primer prologuista, se trata de una obra colectiva. “Cada escuela normal mandó sus fotografías y textos”, explicó en un tuit. Es decir, el resultado final es un amasijo casi sin editar, elaborado a partir de los criterios de los funcionarios públicos del sector educativo. Es decir, una versión de la historia y del normalismo que nada envidia a las elaboradas por el más rancio oficialismo priísta. Más de la mitad de las normales rurales (una incubadora formidable de murales) no fueron incluidas.

El médico y novelista Mario Chávez Campos, quien defendió los contenidos de la publicación en redes sociales ante el alud de críticas que se hicieron, es titular de la Dirección General de Educación Superior para Profesionales de la Educación. Curiosamente, tenía ese mismo cargo cuando Aurelio Nuño era secretario de Educación y emprendió su furiosa ofensiva contra el normalismo. Es un misterio cómo el encargado de operar el desmantelamiento de las normales públicas del país durante el gobierno de Peña Nieto continúa hoy en el mismo cargo, con una administración que afirma defender lo contrario.

Los textos incluidos en Los Normurales son muy desiguales. Al lado de unos pocos buenos ensayos sobre artistas, abundan otros que parecen reportes sacados de una solicitud de empleo. De un pintor clave en el muralismo normalista como José Hernández Delgadillo (del que existe un libro extraordinario, compilado por su hijo Francisco Hernández Zamora) se incluyeron apenas unas 100 palabras, que ignoran su abierto compromiso con las luchas populares, su negativa a conectar su arte “con el cordón umblical del capital”, su participación en el grupo Arte Colectivo en Acción o su militancia maoista. En cambio, se resalta que fue precandidato a la Presidencia de la República por el PMS.

Ahogado el niño, se quiere tapar el pozo. En Twitter, Mario Chávez anunció que la idea “es reconstruir el libro digital”, incorporando nuevas imágenes. Si los editores hubieran tenido una intención democrática respecto a la obra, lo habrían planeado así desde un inicio. No lo hicieron. Salvo para tratar de atenuar las críticas, parchar el libro con nuevas imágenes u otros textos no resuelve nada. El problema es de fondo. La obra mutila el muralismo normalista, borra elementos básicos de su memoria histórica, mella su filo subversivo. Ningún remiendo de último minuto soluciona su sesgo.

Fuente: https://www.jornada.com.mx/notas/2021/01/05/politica/el-muralismo-normalista-mutilado-20210105/

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Los márgenes de la formación docente

Por: Miguel Ángel Pérez Reynoso

“En los márgenes se escriben los cambios de todo sistema”. Esta frase con la que inicio puede que sea uno de los principios o de las ideas rectoras de  Tomas Kuhn, en su libro “La estructura de las revoluciones científicas”. En dicho libro Kuhn habla de una disputa entre el paradigma vigente y la pugna en contra del mismo, que viene desde los márgenes del paradigma o modelo en turno.

En el campo de la formación docente existe un paradigma predominante, pero ¿Qué podemos encontrar en los márgenes de dicho campo? Cabe decir, que en la formación de los docentes descansa la mayoría del funcionamiento del sistema educativo, el éxito o el fracaso de las reformas o los proyectos sexenales en educación tienen el sustento en la formación (inicial y continua). Y este mismo campo de la formación, es al que mayor esfuerzo y recursos se les destina de manera pública, debido a que la atención de los cerca de 25 millones de escolares de todos los grados y niveles educativos son atendidos desde están aquí.

En el centro del paradigma tenemos el núcleo del sistema, que para el caso de nuestro país, es un sistema sobradamente centralizado, con políticas normalizadoras para todos los estados del territorio nacional, con disposiciones únicas dictadas desde lo que había sido la DGESPE (Dirección General de Profesionales de la Educación) y que ahora, el nuevo organismo se encarga de lo mismo, centralizar las políticas nacionales y difundir directrices para todos por igual.

¿Qué hay en los márgenes del campo de la formación de docentes? Existen diversas manifestaciones e iniciativas que están en desacuerdo con las políticas nacionales hegemónicas, en donde desacatan en esta ultima su sentido autoritario y piramidal. Desde los márgenes se pugna por crear un sistema (el de la formación), más flexible y sobre todo adaptado a contextos específicos.

En los márgenes del sistema se tejen una serie de prácticas y concepciones pedagógicas que aunque (como su nombre lo dice) son de manera marginal tienden a conformar un modelo y una propuesta alternativa, la cual no está de acuerdo con la propuesta oficial, por su excesivo autoritarismo.

Sin embargo la formación en los márgenes, no es una formación marginal, goza de prestigio, de seguidores y de reconocimiento, por su carácter flexible le apuesta más a las prácticas innovadoras, a las propuestas basadas o sustentadas en la creatividad. No existen aquí autores estelares, debido a su propio carácter alternativo (lo que menos les interesa es el protagonismo de sus autores). Los componentes sólidos de las propuestas marginales o alternativas en formación docente son tres:

  1. Propuestas y acciones basados en la reflexión de las prácticas y en el diálogo informado entre pares o colegas.
  2. Iniciativas educativas basadas en intentos de cambio y de innovación, al lado de la comunidad en donde éstas realizan la tarea de educar.
  3. Se le da privilegio a las propuestas e iniciativas surgidas en colectivo mirando las necesidades de los entornos específicos, sobre todo de los barrios o las comunidades con un alto  nivel de necesidad de educadores y educadoras.

A los educadores que trabajan en los márgenes de la formación se les reivindica por su alto grado de compromiso, por su entrega y mística en el trabajo, por desligarse de los controles institucionales (tanto sindicales como oficiales), por su carácter contestatario, debido al fomento del pensamiento crítico y porque la propuesta que surge de ellos y ellas están basadas en la experiencia más que en textos dogmáticos o autores que trabajaron en contextos ajenos o lejanos al nuestro.

En los márgenes se escribe el cambio en el sistema, comencemos a voltear los ojos hacia allá para darnos cuenta qué es lo que viene.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/los-margenes-de-la-formacion-docente/

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Educación e igualdad

La política educativa es un campo de conflicto social. Sólo desde una visión tecnocrática u organicista puede pensarse que es un campo donde es fácil el consenso —al margen de donde una visión social es tan hegemónica que no deja espacio para las alternativas—. Una de las utilidades de los enfoques institucionalistas es que permiten mostrar cómo en cada país existe un modelo educativo que es el reflejo de conflictos y trayectorias económicas y sociales distintas.

I

La gente de izquierdas tiende a pensar que el modelo escolar es un reflejo de la lucha de clases. Y en parte es cierto. La implantación de una escuela pública universal fue en muchos países producto de movimientos sociales igualitarios, enfrentados a poderes capitalistas que preferían una clase obrera analfabeta. En muchos lugares esta pugna capital-trabajo se solapó con una guerra entre religión y ciencia, entre escuela y catequesis. La estructura de muchos sistemas educativos nacionales refleja aún hoy este largo combate y este peso de intereses no enfrentados. No es casualidad que entre los sistemas educativos más fragmentados y clasistas de los países desarrollados figuren Reino Unido, Estados Unidos y España (particularmente en estos dos últimos países la intromisión de las religiones es más evidente).

La conquista de una educación pública universal es una victoria indudable de las luchas por un mundo igualitario. Pero es sólo un paso. Y gran parte de la política de la izquierda ha quedado limitada por esta victoria y ha olvidado las limitaciones y los peligros de confiar en el sistema educativo una buena parte de las políticas igualitarias. Sobre todo, cuando ha aceptado que el papel del sistema educativo es ofrecer igualdad de oportunidades a todo el mundo, olvidando tanto las desigualdades estructurales con las que niños y niñas llegan a la escuela como el discutible igualitarismo de una sociedad meritocrática. De ello se resienten no sólo las políticas igualitarias, sino también la propia capacidad del sistema educativo para generar individuos bien informados y con capacidad reflexiva.

II

El sistema educativo está condicionado por las desigualdades sociales. Y, a la vez, tiende a reproducirlas. Un análisis crítico del sistema educativo debe analizar tanto el contexto social en el que opera como sus propias estructuras internas y funcionamiento.

Las desigualdades más obvias son las que tienen que ver con la distribución de recursos. Tanto de la propia escuela (dotación de equipamientos y profesores, material escolar) como de las familias. Este es el campo donde las propuestas de acción son más fáciles de elaborar, aunque las desigualdades siguen siendo en muchos casos injustificables. Así lo ha puesto en evidencia la pandemia, al haberse querido imponer una enseñanza virtual a la que una parte de la población no podía acceder por falta de medios informáticos y buenas conexiones telefónicas.

Pero las desigualdades están también en las distintas dotaciones culturales de las familias y recursos familiares de todo tipo. Hay buenos estudios que encuentran una fuerte correlación entre el éxito educativo y los hábitos culturales de las familias en aspectos como la cantidad de libros en el hogar, la frecuencia de actividades de ocio cultural e incluso el tiempo que dedican las familias a la conversación intergeneracional. Los dos primeros elementos están claramente ligados a la posición social de las familias, el tercero lo está además a otros elementos: desde el tiempo disponible para el encuentro, hasta la riqueza de las relaciones sociales de cada familia. La importancia de estos aspectos es crucial porque conecta la experiencia educativa con el mundo externo, con la vida cotidiana. No es una cuestión determinista pero sí fuertemente condicionante. Para muchos niños y niñas el mundo de la escuela, lo que allí aprenden, es algo muy diferente a lo que experimentan en su ambiente doméstico y en su entorno de barrio. Para algunos la experiencia puede resultar fascinante pero para otros muchos no tiene mucho sentido. Algo que expresan muy bien las alumnas de un instituto del extrarradio parisino en la película La clase, al recordarle al profesor de lengua que ellas nunca hablan en pluscuamperfecto.

Todo esto es conocido y abre la posibilidad de políticas compensatorias, de un sistema educativo desigual en recursos para favorecer la igualdad: recursos escolares, dotaciones de profesorado especializado, becas… Y de la posibilidad de equilibrar en parte las desigualdades culturales con una buena oferta de actividades en los barrios y pueblos donde vive la gente menos culta, de generar contextos que reduzcan el abismo entre la escuela y la vida. Hasta aquí hay mucho espacio de políticas reformistas por recorrer.

III

Con ser importantes, estas cuestiones no agotan todos los problemas que plantea el sistema escolar. Hay una contradicción evidente entre una educación que en teoría debe fomentar de forma universal un amplio bagaje cultural, una capacidad crítica y reflexiva, y un sistema social jerárquico y tremendamente desigual. Un sistema social que es incapaz de ofrecer a todo el mundo un contexto vital como el que promueve en teoría la escuela. La forma como se salva esta contradicción es diversa. La más cruda es la que ofrecen los sistemas educativos más clasistas: una educación segregada, desigual para distintos colectivos sociales.

Pero hay otras formas más sutiles, igualmente creadoras de desigualdad. Como el establecimiento de un sistema evaluativo en el que unas personas siempre tendrán más ventajas que otras simplemente porque los hábitos sociales desarrollados en sus familias y entornos son más próximos a los estándares con los que son evaluados. Algo a lo que a menudo contribuyen de forma inconsciente los propios profesores cuando tienen que trabajar con criaturas de estratos desfavorecidos.

De hecho, la escuela tiende a evaluar sólo sobre algunas materias, no evalúa sobre todas las formas de actividad social. Y al hacerlo jerarquiza y promueve percepciones desiguales sobre el valor de cada actividad. Yo lo aprendí de joven. Era seguramente el más negado de mis compañeros en actividades manuales y deportivas. Mi memoria en cambio me facilitó ser un buen estudiante y me dio acceso a la educación superior. Los méritos de mucha de la gente de mi entorno en cuestiones como la habilidad manual o su capacidad de desarrollar actividades de cuidados, que requieren dominar un amplio campo de saberes y una elevada capacidad de empatía y tacto social, nunca merecerán la misma evaluación. De ser todo el mundo evaluado en todos los campos, la conclusión seguramente sería que cada cual es más capaz en unas cosas que en otras y que no hay forma de establecer una jerarquía social en función de las mismas capacidades.

Todos nos necesitamos. La imagen social que genera el sistema educativo, en cambio, tiende a jerarquizar saberes, a sobrevalorar las actividades asociadas al conocimiento abstracto y a minusvalorar el resto. Tiende a legitimar las desigualdades sociales y a generar individuos que en el tramo final del sistema educativo sienten que participan en una carrera competitiva en la que pueden triunfar, creen tener méritos que la sociedad les debe reconocer; y, por el contrario, otros que salen ya con el estigma del fracaso para el resto de sus vidas. Después, la cosa es más complicada cuando el sistema productivo no ofrece tanta cantidad de empleos de alto nivel, ni la superación de fases educativas garantiza el éxito. A medida que ha crecido el número de gente educada, se han multiplicado los mecanismos de selección y se han prolongado las carreras educativas, reproduciéndose nuevas jerarquías en las que juega un papel esencial la clase de origen.

IV

Esta contradicción esencial tiene otras consecuencias notables. Gran parte de la experiencia escolar se encuentra dominada por las dinámicas competitivas y evaluativas, lo que, lejos de fomentar un aprendizaje comprensivo y actitudes igualitarias y cooperativas, provoca aprendizajes fragmentados y personalidades inseguras y competitivas.

Provoca también una visión de la educación más como un mecanismo para acceder a privilegios sociales que como un espacio de conocimiento y maduración personal. Y sobre esta percepción se construyen nuevos mecanismos de selección social en el sistema educativo. La demanda de elegir la escuela de los hijos, excepto para grupos muy ideologizados, es menos una demanda sobre la calidad de la escuela —careciendo padres y madres, a menudo, de criterios para evaluarla— que una elección sobre las relaciones sociales que van a tener los niños. Gran parte del éxito de la escuela concertada en nuestro país se asienta en este modelo de elección de un mecanismo de exclusión social. Con el doble efecto de alejar a niños y niñas de colectivos indeseados y de cargar a la escuela pública con una proporción elevadísima de criaturas que necesitan de un soporte especial por motivos diversos (lengua, problemas familiares, discapacidades). Se trata de una demanda que se da especialmente entre las clases medias, pero que es también visible en aquellos barrios obreros donde opera alguna escuela concertada. E incluso es observable cierta diversificación entre las propias escuelas públicas a través de sofisticados mecanismos de exclusión.

Los problemas de la escuela, el racismo implícito que se esconde bajo la capa de excelencia cultural, la humillación que experimentan muchos críos en el sistema escolar, las redes sociales que protegen a unos y desamparan a otros, la mayor o menor capacidad de los enseñantes en desarrollar prácticas inclusivas y enriquecedoras, el impulso competitivo y la seguridad que genera el éxito escolar influyen de forma importante en la construcción de la subjetividad individual. Y constituyen un elemento central en la actual configuración de comportamientos de grupo. No es sin duda el único factor, pero el papel que juega el sistema educativo debe ser evaluado cuidadosamente a la hora de entender los comportamientos sociales que explican las dificultades que atraviesa la cultura igualitaria —visibles incluso en los comportamientos dominantes entre la “nueva izquierda” post-marxista— y el auge de diversas corrientes reaccionarias.

V

A una reforma educativa no le podemos pedir que lo resuelva todo. Ni siquiera que introduzca una reflexión crítica suficiente. La reforma actual aborda sobre todo algunas cuestiones que tienen que ver con la derecha tradicional (el papel de la religión en la escuela, los excesivos privilegios de la concertada en España), pero deja en el aire buena parte del desarrollo de un sistema educativo equilibrador de desigualdades y olvida todo lo demás. Hay un problema de recursos, que no se desarrollan, y de compromiso igualitario, que no existe más allá de los eslóganes electorales. Es un pasito, pero poco más. Para poder hablar de pasos mayores se requiere, antes que nada, generar una reflexión colectiva y un movimiento social: lo habitual para conseguir cambios de gran calado.

Fuente: https://rebelion.org/educacion-e-igualdad/

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Más del 60% de los venezolanos menores de 17 años que vive en Perú no va a la escuela

Un informe de Unesco reporta que solo el 1% de jóvenes migrantes tiene acceso a educación superior en el país sudamericano.

Un informe de la Unesco revela que más del 60% de venezolanos en edad escolar no está matriculado en Perú, el país con más solicitudes de refugio de venezolanos en el mundo, cuyo Gobierno impulsó una política migratoria que facilitó el ingreso en 2017 y 2018, pero que endureció el año pasado, al imponer una visa para personas de esa nacionalidad. Tomando como cifras de 2018, el estudio Derecho a la educación bajo presiónde la Oficina Regional de Educación para América Latina y el Caribe de Unesco, muestra que de los venezolanos que han conseguido ingresar, el 68% manifestó como su mayor preocupación alimentación, mientras que el acceso a la educación aparece en décimo lugar.

Un 74% de los niños de la diáspora venezolana en el país andino no asiste a educación inicial, un 54% no va a primaria y un 60% no está matriculado en secundaria. Unesco señala que aunque en Lima antes de la pandemia había 339 colegios habilitados para recibir a migrantes, el Ministerio de Educación calcula que, en la capital, 37.400 venezolanos no están cubiertos por el sistema educativo.

Sin embargo, el acceso a la educación superior es mucho más complicado. Mariana termina la secundaria este mes en Lima y su madre, una migrante venezolana con empleo formal, le ha hecho notar que el dinero no alcanza para inscribirla en una academia preuniversitaria. La adolescente no sabe aún dónde buscar una opción gratis en los próximos meses para estudiar. Ella se encuentra entre el 99% de los migrantes venezolanos de 17 a 25 años que en Perú no tienen acceso a la educación superior, un problema que se ha agravado durante la pandemia.

Según la plataforma de coordinación de migrantes y refugiados de Venezuela, hasta agosto había en Perú más de un millón de venezolanos, y 394.195 peticiones de refugio de personas de esa nacionalidad. Una encuesta de OIM, Unicef y Unesco refiere que el 63% de los venezolanos consultados en un control migratorio de la frontera norte de Perú no fue admitido. Unesco indica que una parte de ellos intenta entrar de manera ilegal.

A mayo de 2020, cuando el desempleo empezó a aumentar debido al confinamiento y la pandemia del nuevo coronavirus, había 80.541 escolares venezolanos matriculados en Perú, el 88 % en colegios públicos y el 11 % en privados. El chef Rómulo Landaeta llegó a Lima con su esposa y dos hijos en 2017. “Antes de la pandemia trabajaba como mesero en un restaurante en Lima Norte, ganaba unos 340 dólares mensuales, sumando propinas; pero el establecimiento cerró. Tengo un hijo de 15 y una de cuatro años y tuve que retirar a mi hija de un colegio inicial privado”, comenta a EL PAÍS en una avenida, mientras vende tapabocas. Landaeta encontró como solución los contenidos del sistema Aprendo en casa y él mismo revisaba las tareas de su hija.

El informe de Unesco, basado en 69 documentos y las opiniones de funcionarios del ministerio de Educación de Perú, especialistas y representantes de la sociedad civil, abarca la realidad educativa desde enero de 2017 hasta febrero de 2020, antes del impacto de la pandemia en el sector.

Estrategia diferenciada

Unesco destaca la necesidad de ampliar a otras regiones del país el programa Lima aprende, que identificó escuelas que podían recibir a escolares venezolanos —evitando las que tuvieran infraestructura inadecuada— e invirtió en ellas casi cinco millones de dólares.

Angélica Zevallos, una de las funcionarias que puso en marcha Lima Aprende, indica que en el primer año —2019— abrieron 10.000 vacantes para educación inicial y primaria de escolares venezolanos, y en 2020 hubo 16.000 vacantes adicionales, incluyendo secundaria.

Zeballos explica que el financiamiento, además del pago a los profesores y auxiliares, incluyó el personal de limpieza y guardianía, y los gastos de luz, agua y material educativo. El presupuesto cubrió también el costo de diez equipos interdisciplinarios e itinerantes de convivencia escolar, cada uno integrado por dos psicólogos, un trabajador social y un docente, anota la especialista. Con ellos trabajaban para lograr escuelas interculturales e inclusivas.

Desde 2013, el Ministerio de Educación peruano registra denuncias de acoso escolar en la web Sí se ve, que clasifica agresiones psicológicas, físicas o sexuales, precisa en qué distrito ocurrieron, quién fue el agresor y el “motivo”. En las estadísticas hasta noviembre pasado, cientos de casos de agresión tuvieron como causa “el lugar de origen del escolar”; en 49 de ellos, la violencia, humillación o discriminación ocurre “por ser de otro país”, y en muchas ocasiones, el agresor es el personal del colegio.

Lima Aprende capacitó a docentes y directores de las 120 escuelas con mayor población extranjera de la capital en prácticas de autocuidado, resolución de conflictos y prevención de la violencia y discriminación, comentó Zevallos. “Para ello se consideró la información recogida en la plataforma Sí se ve sobre casos reportados de violencia escolar”, agrega.

La funcionaria informó a Unesco que el trabajo de los equipos itinerantes de convivencia escolar en las escuelas fue muy valorado por los directores y docentes, pero no pudieron continuar en 2020, debido a recortes presupuestarios originados por la pandemia.

Unesco consultó al ministerio de Educación, como complemento al reporte, sobre las variaciones en la matrícula por causa de la crisis sanitaria y económica. Aunque el año escolar empieza en Perú en marzo, en mayo el sistema educativo público reabrió la matrícula para los niños que tuvieron que abandonar las escuelas privadas por razones económicas. Recibió entonces 110.000 nuevos escolares en el sistema público, de los cuales más de 4.000 eran de niños, niñas y adolescentes extranjeros, destaca Zevallos.

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