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Escalada masiva de la violencia sexual en Sudán del Sur

Sudán del Sur/31 julio 2017/Fuente: África Fundación

Según reporta Aministía Internacional en un nuevo informe, miles de mujeres, niñas y hombres de Sudán del Sur, que han sido violados en ataques sexuales por motivos étnicos durante el conflicto en curso, están luchando contra la angustia mental y el estigma sin tener a dónde acudir para pedir ayuda.

El informe se basa en entrevistas a 168 víctimas de violencia sexual en Sudán del Sur y en campamentos de refugiados en la vecina Uganda, donde se encuentra la crisis de refugiados de más rápido crecimiento en el mundo.

El nuevo informe de Amnistía Internacional, titulado «No permanezca en silencio», descubre graves actos de violencia sexual contra miles de personas en todo el país desde que comenzaron las hostilidades en diciembre de 2013.

«Esta es una violencia sexual premeditada a gran escala. Las mujeres han sido violadas en grupo, agredidas sexualmente con palos y mutiladas con cuchillos «, dijo Muthoni Wanyeki, director regional de Amnistía Internacional para África Oriental, el Cuerno y los Grandes Lagos.

10 defensores de los derechos humanos de Sudán del Sur, cuyas identidades han sido ocultadas, han trabajado junto a Amnistía Internacional en este informe.

Según el documento, los autores provienen de ambos lados del conflicto, enfrentando a las fuerzas progubernamentales del presidente Salva Kiir, un Dinka, contra las fuerzas de oposición del ex primer vicepresidente, Riek Machar, un nuer, y sus respectivos grupos armados aliados.

El nuevo informe describe la magnitud de la violencia sexual en Sudán del Sur como «masiva».

Algunas de las agresiones sexuales no ocurren durante los combates, sino entre los millones de personas que se refugian del conflicto.

Para realizar este informe se entrevistó también a 16 víctimas varones, algunos de los cuales dijeron que habían sido castrados o tenían sus testículos perforados con agujas.

Muchas víctimas manifestaron sufrir pesadillas, pérdida de memoria, falta de concentración, y habían pensado en venganza o suicidio – todos los síntomas comunes del trastorno de estrés postraumático.

«Algunos de los ataques parecen diseñados para aterrorizar, degradar y avergonzar a las víctimas y, en algunos casos, impedir que los hombres de grupos políticos rivales puedan tener descendencia», dijo Wanyeki.

«El gobierno del sur de Sudán debe tomar medidas deliberadas para detener esta epidemia de violencia sexual, comenzando por enviar un claro mensaje de tolerancia cero, ordenando inmediatamente una investigación independiente y efectiva de los ataques que se han producido y asegurando que los responsables sean sometidos a juicios justos», agregó.

El año pasado, por ejemplo, las Naciones Unidas reportaron un 60% de aumento en la violencia de género en Sudán del Sur, con el 70% de mujeres que se encuentran en los campos de la ONU en la capital, Juba, violadas desde el comienzo de la guerra civil a mediados de Diciembre 2013.

Fuente: http://www.africafundacion.org/spip.php?article28210

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Uruguay: ONU: educación y trabajo para combatir violencia sexual en conflictos armados

Uruguay/22 de Mayo de 2017/El Espectador

El subsecretario José Luis Cancela en representación de Uruguay, como presidente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, encabezó el debate y remarcó el rol del Estado y la sociedad civil contra este flagelo.

En su ponencia, el subsecretario de Relaciones Exteriores, José Luis Cancela, calificó la violencia sexual como una de las peores agresiones contra la dignidad humana, que se manifiesta en esclavitud sexual, prostitución, matrimonios forzosos, embarazos, abortos o esterilización forzada.

Para combatir este tipo de violencia, Cancela subrayó tres líneas de acción: el empoderamiento de la mujer a través del acceso a la educación, al trabajo y a los procesos de toma de decisión, la recuperación y reintegración de las víctimas a la sociedad y la gestión de las instituciones estatales, la sociedad civil y la comunidad internacional.

Al cierre de su intervención, el Cancela abogó por la rendición de cuentas y la necesidad de justicia para que los crímenes no queden impunes y la comunidad local pueda consolidar la paz.

Fuente: http://www.espectador.com/politica/351651/onu-educacion-y-trabajo-para-combatir-violencia-sexual-en-conflictos-armados

  

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Guerra civil en Sudán del Sur crea otra generación perdida

Sudán del Sur/10 de Abril de 2017/La Hora

Santo, de seis años, viste orgulloso una camiseta de Harvard como si acabara de ser aceptado en la prestigiosa universidad. Pero las letras estropeadas, las capas de suciedad y los agujeros revelan más sobre el futuro del joven refugiado.

Tras huir de la guerra civil iniciada en Sudán del Sur hace tres años, Santo y su familia se ven en el endeble asentamiento de Bidi Bidi, en el norte de Uganda, con cientos de miles de personas que protagonizan la crisis de refugiados de más rápido crecimiento en el mundo.

El padre de Santo, Godfrey Moro, describió las desoladoras condiciones en las que vive su hijo: no hay escuela, ni electricidad o agua corriente. La comida escasea y hay poca protección del sol abrasador.

Mientras Moro hablaba con The Associated Press, el pequeño se mordisqueaba las manos para distraerse.

“La guerra ha afectado a estos niños de muchas maneras”, dijo Moro.

Sudán del Sur es conocida por sus “niños perdidos”, unos 20 mil huérfanos que huyeron a pie del sur de Sudán en la década de 1980 durante la lucha por la independencia de la región. Tres décadas más tarde, el joven Santo forma parte de otra generación perdida. Su país, apenas mayor que ellos, se ha visto desgarrado por la violencia.

El personal de Naciones Unidas alerta del riesgo de limpieza étnica, y sus datos describen un sombrío paisaje de inocencia perdida: Más de 200 mil niños corren peligro de muerte por falta de comida. Más de 17 mil han sido niños soldados para el gobierno o para algún grupo rebelde. Un funcionario de la ONU expresó una creciente preocupación por los suicidios de menores en los abarrotados campos de desplazados que gestiona la ONU en Sudán del Sur, en condiciones penosas.

Las autoridades sursudanesas reconocen el nivel del desafío.

“Las escuelas quedaron en ruinas, algunas ocupadas por bandos combatientes, las muertes de inocentes son rampantes”, comentó en un correo electrónico Michael Lopuke, subsecretario del Ministerio de Educación.

Joyce y Florence son dos chicas adolescentes en el asentamiento de refugiados de Bidi Bidi, al que han llegado más de 270 mil personas desde julio, cuando la violencia volvió a estallar en la capital de Sudán del Sur. Las dos perdieron a sus padres en septiembre, en asesinatos por motivos étnicos. Ambas encontraron una familia de acogida en Moro, su esposa y sus hijos.

Cuando les preguntan por qué los adultos pelean en su país, Joyce tuvo problemas para explicar las complejidades de una guerra que ha trastocado su vida. “No lo sé”, dijo con timidez.

Las dos forman parte de una creciente población de niños a los que la guerra civil ha dejado huérfanos. En torno al 25% de los estudiantes en el asentamiento de Bidi Bidi son huérfanos, según Amanda David, profesora jefa en una de las escuelas recién habilitadas. Muchos de los niños viven con familias de acogida.

Los niños estudian en un mosaico de grandes tiendas grises que sirven de aula. Hay más de 100 alumnos por maestro, sin material escolar, y muchos niños no reciben cuidados médicos o higiene adecuada en casa.

Aun así, los niños refugiados tienen más posibilidades de conseguir una educación que los que quedaron atrás. La ONU dijo el año pasado que en torno al 50% de los menores en Sudán del Sur, o 1,8 millones de niños, está sin escolarizar, la tasa más alta del mundo. Muchos profesores no han cobrado en meses.

El gobierno de Sudán del Sur dice estar comprometido con poner fin a la miseria de los niños. El presidente, Salva Kiir, dijo en agosto que pasa “noches en vela y paso cada momento del día pensando en el niño sursudanés que está hambriento en la aldea”.

Sin embargo, grupos observadores y otros han señalado que el gobierno de Sudán del Sur gasta unas 10 veces más dinero en su ejército que en educación, según el presupuesto nacional. Todos los bandos en la guerra civil siguen utilizando niños soldados, pese a las promesas de detener la práctica.

Un informe de Naciones Unidas describió el año pasado cómo el ejército sursudanés había atacado escuelas y describió “niños a los que se obligó a matar a civiles”. La ONU verificó que 430 niños en todo el país habían sido víctimas de violencia sexual por parte militares del país, y añadió que “según los registros, los chicos sufrieron castraciones y mutilaciones sexuales, mientras que las niñas que se resistieron a la violación fueron asesinadas”.

Un reporte interno de la ONU al que tuvo acceso Associated Press describió cómo funcionarios de Naciones Unidas habían visitado en marzo una escuela en la zona de Jongley que había sido tomada por una milicia local en la que había niños. Los funcionarios encontraron “rifles AK-47 y lanzagranadas apoyados contra la pared y junto a la puerta del aula”, según el informe.

A finales del año pasado, un grupo de niños y chicos jóvenes de entre 14 y 19 años dijeron a AP que habían sido secuestrados por soldados del gobierno en la localidad de Mayom y obligados a unirse al ejército.

Un chico de 14 años describió cómo había escapado a un campo de desplazados de la ONU.

“Quiero decirle a Salva Kiir que deje de reclutar soldados jóvenes”, dijo el chico. “Quiero unirme a los que van a la escuela”.

Fuente: https://lahora.gt/guerra-civil-sudan-del-sur-crea-otra-generacion-perdida/

 

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Entrevista a Richard Poulin:»Los hombres no quieren ver qué hay detrás de la prostitución»

Por: Irene Hdez. Velasco. El Mundo. 17/03/2017

Richard Poulin se presenta a la entrevista con una chapa en la solapa de la chaqueta que deja ya muy claros cuáles son sus principios: “Ninguna mujer nace para puta”, un lema que recoge el título del libro escrito por la colombiana Sonia Sánchez, una superviviente de la prostitución. Porque este canadiense, profesor emérito del Departamento de Sociología y Antropología de la Universidad de Ottawa y autor de numerosos libros y estudios sobre la prostitución y la trata de seres humanos con fines de explotación sexual, está considerado como uno de los mayores estudiosos mundiales en esa materia.

P: Las encuestas en España muestran como cada vez son más fuertes los llamamientos a favor de que se regularice la prostitución como si se tratara de un trabajo más. ¿Qué le parece?

R. Me parece una monstruosidad. Pero déjeme decirle que mientras los llamamientos a favor de una reglamentación de la prostitución son muy fuertes en Europa, son relativamente débiles en América del Norte. Además es necesario distinguir entre quienes están a favor de que no se reglamente para nada la prostitución y de quienes parten de la premisa de que la prostitución es un trabajo como cualquier otro, y que lo que hay que hacer es aplicarle las leyes laborales y punto. Según el razonamiento de estos últimos, los burdeles son lugares de trabajo, ambientes laborales como los de cualquier empresa, y sería ilegal la prostitución que se llevara a cabo fuera de esos lugares reglamentados. Lo que le puedo decir es que no hacer nada ante la prostitución o regularla como un mero trabajo más sería algo muy grave que haría subir de manera inaudita el número de mujeres y niñas dedicadas al sexo de pago y al turismo sexual. Y eso que ahora mismo cada vez se necesitan más prostitutas, porque cada vez son más numerosos los hombres que pagan para tener relaciones sexuales. Es algo que estamos viendo en Alemania, en Holanda, en Tailandia, en España…

P: ¿Está aumentando entonces en España el número de hombres que pagan por sexo?

R. Sí. De hecho, España es el país con mayor demanda de mujeres que ejercen la prostitución de toda Europa.

P: ¿Y cómo se explica que, en una sociedad en la que existe desde hace tiempo libertad sexual, el negocio de la prostitución sea tan suculento?

R. A finales de los años 70 las feministas norteamericanas ya plantearon si esa enorme libertad sexual no implicaba también una sumisión sexual, porque para que la liberación sexual sea realmente una liberación es necesario antes que la opresión contra las mujeres desaparezca, y la opresión no ha desaparecido. La prostitución de hecho es una forma de opresión contra la mujer, y sigue existiendo a pesar de que existe libertad sexual porque sigue existiendo opresión.

P¿Qué les diría entonces a quienes sostienen que hay mujeres que ejercen la prostitución libremente, porque les da la gana?

R. Hay muchos niveles de respuesta. A nivel sociológico les diría que se sabe que buena parte de las mujeres que son reclutadas para la prostitución son menores de edad. Y se sabe que muchas de ellas son chicas que han huido de su casa porque han sufrido agresiones sexuales y que justo en ese momento en que escapan y están lejos de sus familiares es cuando son reclutadas para la prostitución. Es también por eso por lo que para ellas es más fácil hacerse prostitutas, porque para sobrevivir a las agresiones sexuales ya desarrollaron la capacidad de disociarse de su cuerpo. Piense que, según los estudios, entre un 75% y un 83% de las prostitutas fueron anteriormente víctimas de violencia sexual.

P: ¿La prostitución es entonces una continuación de la violencia sexual?

R. Sí. Es complicado, pero se lo voy a tratar de explicar con un ejemplo. Cuando yo empecé a hacer encuestas e investigaciones sobre la industria del sexo, entrevisté en Canadá a varias strippers, a varias de esas mujeres que bailan desnudas delante de hombres sin que estos puedan tocarlas, sólo mirarlas. Cuando hablaba con ellas, estas jóvenes decían estar encantadas de bailar desnudas ante esos hombres que no podían tocarlas, lo consideraban como una especie de venganza por las agresiones sexuales que habían sufrido anteriormente, sentían que ahora eran ellas las que podían explotarlos a ellos… Pero después de pasar algunos meses en la industria del sexo, bailando desnudas, esas mujeres cambiaban de discurso y decían que un culo es un culo, subrayando que los hombres no van a ver mujeres, sino culos. Y lo mismo ocurre en la prostitución. Al principio hay mujeres que creen que ejercen un poder sobre los hombres, pero luego acaban dándose cuenta de que son los hombres los que tienen poder sobre ellas. Para mí en estos momentos como sociólogo es más interesante hacer entrevistas a mujeres que han sobrevivido a la prostitución que a mujeres que la ejercen. Porque las que están activas en la industria del sexo tratan de legitimar su actividad, como hace seguramente usted como periodista cuando alguien ataca a los medios de comunicación.

P: ¿Cuál es la responsabilidad de los hombres que pagan por sexo?

R. Su responsabilidad es absoluta, total. Si los hombres no pagaran por la prostitución se acabaría con la prostitución, así de sencillo. Porque la industria de la prostitución se ha hecho para el disfrute de los hombres. Da igual que implique a niños, a niñas, a jóvenes de ambos sexos, a mujeres adultas… Es una industria dirigida al placer del hombre.

P: Y si es así, ¿por qué muchos hombres no quieren hacerse esos planteamientos? Porque no se los hacen, ¿no?

R. No, evidentemente no se los hacen. Como mucha gente no se hace reflexiones cuando compra una camiseta o unas zapatillas fabricadas por niños del tercer mundo. Los hombres no quieren oír ni quieren ver lo que hay detrás de la prostitución. No quieren saber que al llegar a los 16 años una de cada tres mujeres ha sufrido agresiones sexuales, lo que significa que la violencia hacia las mujeres es gigantesca. En Canadá, el movimiento feminista es muy fuerte y tenemos buenas cifras al respecto. Y si existen esas cifras tan enormes de violencia sexual es porque hay muchísimos hombres que cometen violencia sexual contra las mujeres, es posible que ascienda a un hombre de cada tres. Todo esto se lo comento para hacerle ver que las relaciones sociales entre hombres y mujeres son complicadas y que eso explica en parte por qué a los hombres les parece normal pagar por sexo. Muchos hombres siguen pensando que la mujer debe ser sumisa y que la que no lo es, se merece ser agredida.

P: Escuchándole resulta claro que usted está en contra de la prostitución. Pero la pregunta del millón es: ¿Cómo se puede acabar con ella?

R. No, no es la pregunta del millón. En realidad resultaría bastante fácil acabar con la prostitución si se implantara el modelo sueco. Ese modelo, que se aplica en Suecia desde 1999, penaliza al proxeneta y penaliza a los clientes de la prostitución, pero no a las mujeres que ejercen la prostitución. Además, lo que también es importante es que ofrece medios a las mujeres que quieren salir de la prostitución, muchas de las cuales no tienen estudios porque como ya le he dicho fueron captadas con 14 o 15 años. Asimismo, el modelo sueco también cuenta con programas educativos en las escuelas dirigidos a evitar que el día de mañana las niñas puedan ser reclutadas para la prostitución y que los niños puedan convertirse en clientes de prostitutas, en prostituidores. Gracias a todo esto, el número de mujeres que se prostituyen en Suecia ha bajado muchísimo, así como el de hombres que pagan por sexo. Allí, por ejemplo, ya no hay trata de mujeres, porque para los proxenetas no resulta rentable.

P: Sin embargo, lo que muestran las encuestas en España y lo que denuncian numerosos especialistas es que cada vez más jóvenes consideran el sexo de pago como algo normal, como una forma de diversión, de ocio…

R. La prostitución está banalizada y la industria del sexo y de la pornografía aún han banalizado más la prostitución. Podríamos definir a la pornografía como propaganda de la prostitución, y cada vez son más los jóvenes que consumen pornografía y a edades más tempranas. En Canadá, por ejemplo, la edad de los violadores ha bajado.

P: Usted también relaciona capitalismo y prostitución. Sin embargo, la prostitución existe desde siempre, desde mucho antes de que surgiera el capitalismo…

R. Sí, pero lo que ha hecho el neoliberalismo es impulsar esa idea de la que hablábamos al principio de que la prostitución debe desregularse. El neoliberalismo considera que cada uno es responsable de lo que hace, y según esa premisa las mujeres que se prostituyen son responsables de prostituirse. Antes se reglamentaba la prostitución por cuestiones de higiene y de salud pública, para evitar la propagación de enfermedades venéreas. Hoy se desregula porque se considera que quien la ejerce lo hace libremente. Es una diferencia enorme.

Fuente:  http://www.elmundo.es/sociedad/2017/01/02/58692f5f468aebbd108b45e0.html

Fotografía: JAVIER BARBANCHO

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Ecuador: Ministerio de Educación fija protocolos para enfrentar casos de violencia sexual

Ecuador/09 febrero 2017/Fuente: Confirmado.net

El Ministerio de Educación (MinEduc), a través de las coordinaciones zonales y subsecretarías de Quito y Guayaquil, asume comprometidamente su deber constitucional de trabajar por la erradicación de todas las formas de violencia en el sistema educativo, y velar por la integridad física, psicológica y sexual de los estudiantes.

Para su atención inmediata, el MinEduc ha establecido protocolos de actuación en casos de violencia sexual ocurridos o detectados en el ámbito pedagógico. Todos los establecimientos educativos tienen la responsabilidad de aplicar dichos protocolos, los cuales han sido debidamente socializados y se encuentran disponibles en la página web oficial: https://educacion.gob.ec/rutas-y-protocolos/

Además, como política institucional se estableció la conformación y fortalecimiento de los Departamentos de Consejería Estudiantil (DECE), con el fin de que el sistema educativo fiscal cuente con profesionales especializados en el acompañamiento psicosocial de niños, niñas y adolescentes, para promover el desarrollo humano integral y la prevención de este y otro tipo de problemáticas sociales. Al momento, el 54.49% de estudiantes (1´919.618) cuentan con la atención del servicio DECE a nivel nacional.

Esta cartera de Estado pone de manifiesto su posición radical en contra de todo acto u omisión que pueda afectar la integridad de los estudiantes, y reitera su compromiso de atención, respaldo, guía y acompañamiento a las víctimas y a sus familias, con el propósito de denunciar cualquier afectación ante las autoridades judiciales y administrativas competentes, para su debida investigación y sanción a los responsables.

Fuente: https://www.confirmado.net/ministerio-educacion-fija-protocolos-enfrentar-casos-violencia-sexual/

 

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Desafío a la violencia contra mujeres de color y su invisibilidad: un imperativo marxista

Por: Lilia D. Monzo/Peter McLaren.

Nos estamos adentrando en una era en la que la avaricia desenfrenada, el racismo, el sexismo y otras formas de odio vuelven, una vez más, a ser proclamadas descaradamente y sin remordimientos. Este giro desde lo que en su día se asociara negativamente con el racismo y los intentos de evitar ser etiquetado como racista se ha hecho cada vez más evidente en EE. UU. a partir de 2014, cuando sorprendentemente no hubo castigo ni sanción a una serie de asesinatos de hombres de raza negra desarmados a manos de policías de raza blanca (Monzó y McLaren, 2014). En algunos de estos casos, los agentes de policía mostraron una auténtica falta de compasión por dichos hombres en los últimos instantes de sus vidas. La cobertura nacional de estos hechos dejó claro a potenciales detractores y predadores que el racismo aún prevalecía y estaba profundamente arraigado en la sociedad de EE. UU. La supremacía de la raza blanca y el veneno misógino que el esperanzado republicano estadounidense Donald Trump está vendiendo en su campaña presidencial de 2016 no se veía desde que la presidencia de Ronald Reagan calificara a millones de desempleados estadounidenses como potenciales estafadores del estado de bienestar y creara la idea de que el fraude al estado de bienestar era una epidemia nacional. La idea de la reina del bienestar, una perezosa mujer de raza negra que vive a costa del dinero de los honestos contribuyentes (de raza blanca), se originó en la base de la inconsciencia estructural de Estados Unidos (Litchman, 1982).

Con horribles acusaciones que tachan a todos los mexicanos que inmigran a EE. UU. de criminales y violadores y que se oponen a la entrada de musulmanes al país, Donald Trump ha construido una campaña alimentada por el miedo al «otro» y conseguido muchos seguidores. En la ciudad de Ferguson, Missouri, se desató el miedo y la angustia y se unieron por todo el país comunidades de aliados de raza blanca y de color para protestar contra este ataque racista hacia las personas de raza negra. Somos defensores de estos esfuerzos por apoyar a nuestros hermanos de raza negra, pero también queremos aludir a uno de los objetivos sistemáticamente invisibles de esta y otras formas de violencia.

Las mujeres y las niñas de color son también víctimas desproporcionadas de violencia: violencia de Estado, doméstica, sexual y simbólica. Este asalto racial y misógino contra las mujeres de color apenas ha recibido atención nacional o internacional (Crenshaw et al., 2015; Watson, 2014). Por ejemplo, mujeres y niñas de raza negratambién están siendo asesinadas a manos deagentes de policía de raza blanca que salen impunes. El caso de Aiyana Stanley-Jones, una niña de siete años que en 2010 recibió un disparo mortal en Detroit de un agente de policía de raza blanca que se encontraba realizando un asalto contra otro sospechoso, fue llevado a juicio dos veces en cuatro años y en ambas ocasiones el jurado no llegó a un acuerdo respecto al veredicto. El 2 de marzo de 2014 Gabriella Nevarez, de 22 años, murió a causa de un disparo de la policía que afirmaba que ella había provocado una persecución a gran velocidad y había intentado embestir su coche contra el vehículo policial. Testigos dicen que la chica perdió el control de su vehículo después de haber recibido el disparo. A Sandra Bland, de 28 años, que apareció en un vídeo clavada en el suelo y rodeada deagentes de policía, la llevaron a una celda en la prisión de Texas y la hallaron muerta tres días más tarde.

El 17 de junio de 2015 un hombre de raza blanca armado asesinó a 9 feligreses en una iglesia a la que suele acudir público de raza negra en Charleston. Aunque este incidente fue correctamente tachado de terrorismo contra la comunidad negra, apenas se mencionó que de las nueve víctimas, seis de ellas eran mujeres (Crenshaw et al., 2015). Los medios de comunicación tienden vincular los perfiles étnicos elaborados por la policía y la brutalidad policial contra comunidades de color a actos contra hombres de raza negra o piel oscura. Sin embargo, informes de detenciones policiales revelan una desproporción racial similar entre hombres y mujeres de raza negra. Por ejemplo, en la ciudad de Nueva York, de todas las detenciones policiales de hombres, el 55,7 % eran de raza negra (en comparación a un 10,9 de raza blanca), y de todas las detenciones policiales de mujeres, el 53,4 % eran de raza negra (respecto a un 13,4 de raza blanca) (Crenshaw et al., 2015)).

La brutalidad policial contra mujeres de color a menudo adopta la forma de un abuso físico y/o sexual. Tomemos los ejemplos de Marlene Pinnock, golpeada en la cara por un oficial de carreteras de California, Keyarika Diggles, a la que dieron una paliza en una comisaría de policía de Texas, y el vídeo de Dejerria Becton, una adolescente inmovilizada por un oficial de policía en una fiesta mientras lloraba llamando a su madre (Crenshaw et al., 2013). Mientras se podría percibir que las mujeres están siendo «incluidas» en esfuerzos antirracistas a favor de comunidades concretas, nuestra sociedad androcéntrica a menudo fracasa al reconocer las diferencias que afectan a las mujeres de prácticamente cualquier sector. Las soluciones para acabar con los perfiles étnicos elaborados por la policía y la violencia contra las mujeres de color requieren un enfoque diferente. Mientras el racismo puede inspirar temor hacia hombres de raza negra y piel oscura, lo que lleva a una respuesta por parte de agentes de policía de raza blanca a «disparar primero y hacer preguntas luego», el racismo contra las mujeres de color suscita la deshumanización y la objetivización sexual. Según un investigador, lasagresiones sexuales son un «gran problema» entre los agentes de policía. Informar y documentar el problema es difícil, pero aun así, hay informes que sugieren que el 9 % de todos los informes de policía no abordan adecuadamente el abuso sexual producido (Carpenter, 2014). Su invisibilidad societaria y presunta carencia de voz las convierte en principales objetivos de agresiones sexuales, abuso físico y otras formas de violencia.

Las mujeres inmigrantes, pobres y aquellas que no hablan inglés también son susceptibles de sufrir agresiones sexuales, acoso sexual y otras formas de violencia, ya que se las considera incapaces de manejarse dentro del sistema judicial. Las mujeres indocumentadas son especialmente vulnerables a las peticiones de sus jefes y agentes de inmigración, quienes solicitan favores sexualeso consiguen silenciar potenciales informes de violación bajo la amenaza de la deportación(Hing, 2008). El sentimiento en contra de los inmigrantes y el hipernacionalismo que llevamos viendo en EE. UU. desde el 11S tacha a los inmigrantes de «criminales» a pesar de que la migración hacia países industrializados es consecuencia de guerras, desplazamientos y pobreza a menudo causados por el capitalismo transnacional (Monzó, McLaren, y Rodriguez, en prensa). Este nacionalismo, generado por mensajes en contra de los inmigrantes en los medios de comunicación, apoya la degradación sistemática de los inmigrantes y justifica la violencia contra ellos bajo la idea de que se lo merecen.

Los últimos logros para la población GLBTQIA y el creciente apoyo a la comunidad transexual y con diversa identidad de género han traído consigo repercusiones significativas para las mujeres transexuales de color. Según un informe de 2013 elaborado por la Coalición Nacional de Programas Anti-Violencia (2014), el 72 % de las víctimas de homicidios de la población GLBTQIA eran mujeres transexuales y el 89 % de las víctimas de dichos homicidios era de color. En todos estos casos, los ataques infligidos a las mujeres transexuales fueron brutales: disparos, quemaduras o puñaladas. Según un análisis de Fusion (2015), en 2015 fueron asesinadas 21 mujeres transexuales, 17 de las cuales eran de raza negra o latina. Mientras el número de muertes de mujeres transexuales sigue aumentando desde el año pasado, aún no queda claro si este aumento se debe a la existencia de más delitos motivados por el odio o a un incremento de la consciencia y documentación (Kellaway y Brydum, 2016).Además, estos son solo los datos de mujeres transexuales asesinadas. Hay otras que fueron atacadas y sobrevivieron. Es difícil saber el número, ya que cabe la posibilidad de que ahora se las identifique con un género distinto. La lista de víctimas incluye a Elisha Walker, de veinte años, golpeada hasta la muerte en Detroit, Michigan; Mercedes Williamson, de diecisiete años, apuñalada y cuyo cuerpo se encontró quemado en los terrenos de detrás de la casa del padre de su asesino en el Condado de George, Mississippi; o Ashton O’Hara, golpeada hasta la muerte en Detroit, Michigan; o Tamara Domínguez, asesinada por un conductor que la golpeó en repetidas ocasiones con su coche (Kellaway y Brydum, 2016).

La violencia contra las mujeres musulmanas también está en auge. Aunque esto ha sido así desde el 11S, la situación ha empeorado durante el año pasado. En París se registraron treinta y ocho ataques por odio después de los ataques del 2015 y dieciocho tras el tiroteo de San Bernardino, California (Siemaszko, 2015). Estos incidentes llevados a cabo por extremistas son injustamente atribuidos a todos los musulmanes. Aunque estos actos criminales no pueden ni deben ser justificados, la mejor manera de evitarlos en el futuro es buscar sus causas: el imperialismo de Estados Unidos y su deseo de garantizar los intereses corporativos en Oriente Medio (McLaren, 2015). En occidente, nuestras respuestas al sufrimiento nacional han sido buscar un chivo expiatorio en lugar de responsabilizarnos del rencor mundial contra occidente. No hemos hecho balance público sobre nuestra culpa en el desarrollo de grupos extremistas como el ISIS. Las mujeres musulmanas que llevan velo son los principales objetivos. Ejemplos de estos crímenes de odio contra las mujeres musulmanas incluyen a una mujer que fue empujada frente a un tren subterráneo en Londres, una niña de sexto grado que fue golpeada por unos chicos que intentaban quitarle el velo mientras la llamaban ISIS en un colegio de Nueva York. Además, han aparecido numerosos titulares de prensa en los que se habla de mujeres musulmanas que llevan el velo seguidos de sospechas de que podrían ser «nuevos terroristas» (Tinsley, 2015).

Otra horripilante forma de violencia de género es la trata de blancas (Abogados por los Derechos Humanos, 2016). La trata, especialmente con fines sexuales, es un próspero negocio en todo el mundo.A pesar de que la existencia de las tratas es difícil de demostrar debido a la naturaleza oculta de esta monstruosidad, un informe de 2012 estimaba que 20,9 millones de personas y 15,8 millones de mujeres fueron víctimas en todo el mundo. Aunque este tráfico también afecta a los hombres, la inmensa mayoría de las víctimas son mujeres y niñas que tienen que hacer frente a una pobreza desproporcionada y a una discriminación que a su vez afecta negativamente a empleos deplorables y falta de oportunidades educativas. Aunque los datos demográficos son escasos, la mayoría de las mujeres y niñas que llegan a Estados Unidos provienen de países en vías de desarrollo, principalmente de Latinoamérica, ex miembros de la Unión Soviética y países del sudeste asiático (Milo y Park, 2002). Los traficantes escogen a sus víctimas: mujeres jóvenes y pobres, especialmente vulnerables por sus necesidades económicas. Normalmente lesocultan la verdadera naturaleza del trabajo para el que son contratadas y luego les obligan contra su voluntad a realizar trabajos sexuales. En otras ocasiones, atraen a las mujeres con falsas promesas de trabajo. Las tácticas utilizadas para retener y controlar a las mujeres en la industria sexual incluyen la esclavitud, el aislamiento, el control económico, la violencia física y amenazas, abusos y violaciones (Abogados por los Derechos Humanos, 2016).

Aunque la violencia de género es un problema latente en todo el mundo y alcanza proporciones epidémicas que sobrepasan ampliamente desastres que aparecen en los medios, solo algunos casos reciben atención nacional. De hecho, una de cada tres mujeres es acosada física o sexualmente al menos una vez en la vida por hombres que dicen «amarlas» (División de las Naciones Unidas para el Adelanto de las Mujeres, 2008). Es sorprendente que, con estos datos, extraídos de informes propios, parece probable que se subestimen, obstaculizados por el estigma social, el ostracismo, más violencia e incluso la persecución legal que sufren a menudo las mujeres que se atreven a denunciar su situación.

La visibilidad social está siempre relacionada con las condiciones sociales y materiales que crean su posibilidad. Es decir, lo que somos capaces de ver o escogemos está relacionado con las ideologías, valores y creencias producidas dentro de un modo de producción dado. La violencia que afecta a las mujeres de color en todo el mundo es una realidad vergonzosa aparentemente aceptable, dado que rara vez escuchamos algo acerca de la naturaleza sistemática de sus formas específicas de opresión. De hecho, defensores de la justicia social rara vez reconocen que cualquier forma de violencia adquiere características particulares cuando se trata de mujeres de color debido a que viven una existencia de género y racial, que produce distintas maneras en que las personas se relacionan con ellos. Dado que nuestro mundo capitalista se ha construido a imagen del hombre occidental y en su beneficio, estamos condicionados a ver el mundo a través de una lente androcéntrica occidental. Como tal, a menos que especifiquemos un grupo subyugado, organizamos el mundo por defecto con los hombres como protagonistas y estructuramos las condiciones sociales, económicas y políticas de modo que les beneficien.

Si la violencia explícita y sin escrúpulos contra las mujeres de color tratada anteriormente es tan penetrante que rara vez se inflama nuestra conciencia colectiva, entonces las formas cotidianas más sutiles de violencia simbólica no las detectan ni extraños ni, a menudo, las propias mujeres de color. Una forma particularmente invisible de la violencia simbólica es la exclusión de las mujeres de color y sus conocimientos particulares en los espacios de poder, espacios donde se toman las decisiones importantes, redes de trabajo, donde se desarrollan los avances y la tecnología (Monzó y SooHoo, 2014). Esto ocurre, por supuesto, en todas las razas, géneros y clases. Sin embargo, no hay duda de que se presenta con mayor frecuencia entre las mujeres de color, en particular en mujeres de raza negra y latinas, cuyas ideas (que proceden de un lugar de mayor marginación) a menudo son percibidas como demasiado diferentes, tal vez incluso amenazadoras, para las prácticas normales e ideológicas. Aunque aparentemente estas formas más comunes de violencia no son tan dañinas como las mencionadas anteriormente, son endémicas en la percepción subconsciente de que las mujeres de color tienen menos conocimientos intelectualmente dignos o que los que tienen son de menor valor (Monzó, 2015). La exclusión de las mujeres de color de los contextos de poder y el silenciarlas para que no puedan explicar al mundo sus puntos de vista, elimina la posibilidad de que surjan nuevas ideas: ideas enraizadas en las experiencias particulares de opresión, incluidas ideas sobre la forma y los procesos mediante los cuales la opresión que experimentan toma forma, lo que ayudaría el diseño de políticas, leyes, programas y otras estrategias que pudieran reducir significativamente la violencia que sufren (Monzo, 2014).

Por supuesto no podemos adoptar solamente métodos reaccionarios para acabar con la violencia contra las mujeres de color. Existe la necesidad de establecer estrategias proactivas que impliquen el conocimiento consciente y la inclusión de todas las mujeres y personas de color y de todos aquellos que actualmente viven bajo los dictados de la clase dominante. Emprendemos una ofensiva que simultáneamente va en contra de las estructuras capitalistas, el racismo, el sexismo, la normativa heterosexual y de género y otras formas de opresión, pero con un conocimiento consciente de que estas tienen especificidad dentro del modelo de producción capitalista (McLaren, 2015). Esto no significa que estas formas de opresión terminen automáticamente como resultado de una revolución social, sino que son imposibles de erradicar dentro de la estructura capitalista existente porque el capitalismo depende de ellas para sostener su sistema de explotación. Por supuesto esto significa también que tenemos que deteriorar las estructuras que posibilitan que el capitalismo continúe, estructuras que mantienen las prácticas racistas que se construyen sobre la opresión de las mujeres, incluida la familia: una institución que sirve para controlar a las mujeres y que al hacerlo se perpetúa también en la siguiente generación de la buena clase trabajadora racista y sexista.

Esto es un reclamo para ampliar nuestros objetivos (al otorgar puntos deventaja a las mujeres de color), no para remplazarlos. No estamos de acuerdo con la noción postmoderna en la que no se puede trabajar con otros hombres y mujeres para acabar con nuestra opresión porque las mujeres de color se enfrentan a formas de opresión. De hecho, nuestro argumento es todo lo contrario: ampliar nuestros objetivos requiere la inclusión de todas las voces hacia el objetivo común de erradicar todas las formas de opresión.

Una comprensión histórica sobre cómo esas estructuras funcionan de manera coordinada desde el capitalismo para oprimir a las mujeres de color y a otros grupos específicos nos lleva a la conclusión de que debemos comenzar a llamar a nuestra opresión y nuestra visión a favor del cambio social. Las nociones generales sobre justicia social no solo esconden la especificidad de la experiencia entre los oprimidos y, por tanto, nos convierte en sospechosos y resentidos los unos con los otros, también esconden lo que representamos. Cada vez más el término de justicia social ha sido incorporado para reflejar una visión de izquierda liberal que busca simplemente mejorar las condiciones de los oprimidos para que puedan tener más oportunidades y una mejor calidad de vida. Sin embargo, esta noción de justicia social se resiste a reconocer que el capitalismo no puede ser reformado para evitar la explotación y para promover la igualdad de oportunidades (Marx, 1906/2011).Los que luchan por este enfoque mantienen la visión de que algunos seres humanos están más motivados que otros y merecen tener más (cosas) en la vida. Todavía se suscriben a la narrativa capitalista de la meritocracia. Hay que reconocer que esta narrativa se basa en mentiras: la mentira de que el objetivo de la acumulación del capitalismo puede ser reducido y que el capitalismo «reformado» servirá a los intereses de la clase trabajadora, la mentira de que los salarios a cambio de trabajo son un intercambio equitativo en lugar de una sistema de explotación en el que los trabajadores se convierten en propiedad (capital) de los capitalistas y la mentira de que, aunque el capitalismo no es perfecto, es el mejor sistema que puede existir y que una alternativa al capitalismo donde no existan las clases y en pos de una mayor libertad e igualdad no es posible. Como pedagogos críticos marxistas revolucionarios denunciamos de manera inequívoca estas mentiras (Allman, 1999; McLaren, 2015, 2006).

Paulo Freire (1970, 1994), uno de los filósofos fundadores de la pedagogía crítica, estaba comprometido con la idea del amor no como una emoción encerrada en el corazón de un individuo, sino como una relación social que evidencia un verdadero valor para el «otro», el reconocimiento del valor de la diferencia que trae el «otro». Freire argumentaba que este amor era fundamental para la praxis dialógica que conduciría a la comprensión de la palabra y el mundo y para el impulso y la acción necesarios para la transformación. Un amor que intenta cambiar al «otro» a su imagen no es más que una expresión de amor propio. El verdadero amor exige no solo que reconozcamos el posicionamiento social y económico del «otro» y cómo se relaciona con nuestro propio posicionamiento y con la estructura de la dominación en el mundo, sino hacer todo ello desde nuestro poder para transformar esas relaciones de dominación. El amor, sostenía Freire, es necesario para que la esperanza florezca. Sin amor por el «otro», por la humanidad y el mundo no podemos reunir la esperanza necesaria para arriesgar nuestros corazones y nuestras vidas para transformar el mundo (McLaren, 1999).Para amar, debemos ser capaces de ver realmente al «otro»como un ser humano completo, magnífico en su existencia en el mundo, que merece ser oído y digno de confianza para comprometer su capacidad y potencial humano, igualmente valioso, siempre inacabado, pero imbuido de una responsabilidad y un potencial únicos para marcar el curso de la historia. Este amor revolucionario es necesario para poner fin a la violencia de hoy contra las mujeres de color y todos los demás grupos sociales y en contra de la estructura capitalista que produce esta violencia. Con amor y esperanza vamos a empezar a trabajar juntos hacia un mundo mejor a través de las diferencias sociales que se han creado para mantenernos divididos al servicio de la forma de producción capitalista. Como pedagogos críticos revolucionarios, estamos a favor de un mundo libre de clases y organizados en torno a la libertad de asociación laboral en el que todos los organismos vivos son reconocidos como interdependientes y en el que cada uno de nosotros es socialmente responsable para el otro, una sociedad en la que las mujeres de color, las mujeres de raza blanca y todos los hombres independientemente de su orientación sexual, identidad de género, u otro marcador de diferencia puedan valorarse mutuamente y vivir juntos, y amar verdaderamente a los demás lo suficiente para hacer de nuestra historia una de igualdad, libertad y solidaridad.

 

Bibliografía:

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Lilia D. Monzo (Cuba)
Doctora en Educación por la Southern California, USA.
Docente asistente en la Chapman University, USA.
monzo@chapman.edu

Peter McLaren (Canadá)
Doctor en Educación por la Universidad de Toronto, Canadá.
Docente en la Champan University, USA.

Fuente: http://insurgenciamagisterial.com/desafio-a-la-violencia-contra-mujeres-de-color-y-su-invisibilidad-un-imperativo-marxista/

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Violencia de Género. 1 de cada 10 niñas en el mundo ha sufrido violencia sexual

Por: Plan Internacional

Según la ONG Plan International. Alrededor de 150 millones de niñas en todo el mundo (es decir, una de cada 10) han sufrido violaciones o algún tipo de violencia sexual y la mitad de las agresiones de este tipo las sufren las menores de 16 años, según denunció este jueves la ONG especializada en infancia Plan International con motivo del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, que se celebra este viernes.
Esta organización recordó que las niñas sufren en mayor medida formas de discriminación y violencia de género como el matrimonio infantil (que afecta a 15 millones de menores cada año), la mutilación genital femenina (con 200 millones de niñas y mujeres víctimas) y los embarazos adolescentes (que suponen la principal causa de muerte entre las menores de 19 años).
“La violencia de género es una pandemia que viola los derechos de las niñas en todo el mundo. Plan International solicita el compromiso de los gobiernos para poner en marcha las partidas y acciones necesarias para cumplir las promesas realizadas en los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que marcan como meta eliminar todas las formas de violencia contra las mujeres y las niñas en el ámbito público y privado para 2030”, explicó Concha López, directora general de Plan International en España.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que un 35% de las mujeres de todo el mundo ha sufrido violencia física y/o sexual en algún momento de su vida, si bien algunos estudios nacionales indican que hasta el 70% de las mujeres son víctimas de actitudes violentas por parte de un compañero sentimental en algún momento de su vida.
Por otro lado, Plan International subrayó que la violencia de género en las escuelas es una violación de los derechos humanos y del derecho a la educación, y limita la participación y el acceso de las niñas a una educación segura y de calidad, además de incrementar las tasas de abandono y fracaso escolar.
Según el estudio ‘Escuchad nuestras voces’, elaborado por esta ONG en 2014 con entrevistas a niños y niñas de 11 países (Bangladesh, Pakistán, Ecuador, Nicaragua, Paraguay, Egipto, Uganda, Zimbabue, Benín, Camerún y Liberia), un 28% de las menores nunca se siente segura en el camino al colegio y una de cada cuatro jamás se siente cómoda usando los aseos de las escuelas.

Fuente: http://www.teinteresa.es/espana/VIOLENCIA-GENERO-NINAS-SUFRIDO-SEXUAL_0_1693031221.html

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