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Las sursudanesas supervivientes rompen el tabú de la violencia sexual

África/Sudán del Sur/09 Julio 2020/elpais.com

Una ola de denuncias de agresiones se ha extendido por las redes para señalar a los responsables, para gritar el hartazgo y para generar un cambio social

“Escucha a una superviviente sursudanesa”, ha sido el mensaje recurrente en los círculos de las comunidades del país más joven de África y su diáspora en los últimos días. Lo que seguía eran los escalofriantes testimonios de todo tipo de episodios de violencia sexual sufrida por mujeres, explicados en primera persona por las… ¿víctimas? No, por las supervivientes. La ola de confesiones y denuncias se originó en la diáspora y fue impulsada por mujeres sursudanesas por todo el mundo, cuando las jóvenes residentes en el país se unieron a esta corriente, se convirtió en un tsunami dispuesto a levantarse sobre una sociedad en la que las mujeres intentan hacer oír su voz por todos los medios.

La experiencia que ha querido compartir la activista Ayak Chol Deng Alak representa de manera gráfica lo que supone un clima de violencia contra las mujeres muy enraizado. La joven sursudanesa, conocida como activista cultural y fundadora del movimiento Anataban ha explicado en tres tuits un repertorio de episodios de agresiones y abusos sexuales que empezaron cuando solo tenían ocho años y se fueron sucediendo durante su adolescencia y juventud, todo tipo de violencias y cometidos por todo tipo de hombres. Sin embargo, el cuarto mensaje sucesivo es igualmente representativo del espíritu de esta corriente de denuncias. “Ser una superviviente de la violencia sexual y la violación significa que viviré para siempre con lo que me pasó”, advertía la activista que concluía el tuit de manera contundente: “Me niego a ser una víctima”.

El fenómeno se extendió activando las redes y, en muy poco tiempo, los mensajes se difundían, se amplificaban, viajaban, se multiplicaban y traspasaban fronteras. Aunque las transiciones se produjeron de manera inmediata, la tormenta se fraguó en la diáspora en las comunidades sursudanesas de Estados Unidos, trasladándose a las de Canadá y Australia, principalmente, para irrumpir en el país, donde las mujeres, las supervivientes, las protagonistas sienten la presión de una manera más intensa.

El detonante de todo este movimiento fue un hecho casi imperceptible. Guye Furula es una joven de origen sursudanés de 26 años que reside en Estados Unidos. Participó en un podcast Views from the Uninspired que conducen unos amigos suyos y que se compartió el 15 de junio. “Empecé a recibir mensajes que me felicitaban por mi valentía”, explica Furula. “También recibí mensajes de mujeres que habían sido agredidas sexualmente”, continúa contando la joven, “las mujeres siguieron tendiéndose la mano y compartiendo sus historias sobre sus propias experiencias de violencia y así es como empezó”. En ese podcastGuye Furula explicaba que ocho años antes había sido agredida sexualmente en una fiesta, después de quedarse inconsciente. Explicaba que no lo había denunciado por miedo, por vergüenza y por una especie de sentimiento de culpa. Explicaba cómo se había comportado la gente a su alrededor en Nebraska, donde residía, y cómo esa experiencia había marcado su vida. Algo en ese relato tocó una tecla y en ese momento se desencadenó una ola de apoyo y empatía que encontró en las redes sociales un camino para extenderse.

A Guye Furula, sin embargo, no deja de sorprenderle la reacción y todo el movimiento que se ha desatado. No era la primera vez que explicaba su experiencia. En 2015, se lanzó a hablar sobre el tema, cuando ni siquiera se lo había contado a su familia. Lo hizo en su canal de YouTube porque consideraba que su experiencia podía ayudar a otras mujeres en la misma situación. “Me chocó mucho la reacción de la comunidad y de mis compañeros”, se lamenta al recordar el momento en el que rompió el silencio. “Tuve una mala reacción porque en ese momento nadie hablaba sobre la violencia sexual y yo no me quedé callada. Ha estado sucediendo durante muchos años y ahora la gente está cansada de llevar esa carga, por eso esta vez ha sido diferente”.

En un primer momento, fueron muchas las mujeres que se decidieron a compartir sus experiencias de violencia sexual, a través de las redes sociales, derribaron las fronteras y eliminaron las distancias que separan a las diásporas repartidas por todo el mundo y a las mujeres que viven dentro de las fronteras de Sudán del Sur, desde los entornos rurales hasta las ciudades, aparecieron las historias de tíos, de primos, de amigos, de novios, de pretendientes o de desconocidos; las confidencias hablaban de violaciones, de acoso, de matrimonios forzados, de agresiones, de proposiciones intimidatorias y de todo tipo de violencias sexuales. “Mi objetivo cuando compartí mi historia”, comenta Furula, “era ayudar a otras a reunir la fuerza necesaria para hablar y compartir sus verdades. Nunca pensé que llegaría a este punto. Creo que ha sido algo hermoso ver a nuestras mujeres de Sudán del Sur hablar porque esto normalmente se esconde y no se habla en nuestra cultura”. Los mensajes de las experiencias en primera persona se mezclaban con los de otras mujeres que no se sentían con fuerzas para denunciar públicamente y compartían sus historias para que otras las publicasen.

Apoyo mutuo y sororidad eran los mensajes que se transmitían. Algunas de las participantes en la acción se ocupaban de compartir recursos e intentar hacer pedagogía, para evitar los tropiezos del lenguaje que no disminuyen la gravedad de los hechos. La insistencia de que la supervivientes no estaban solas se reforzaba con la sensación de comunidad que genera una acción colectiva en las redes. Mujeres con rasgos comunes, en este caso su origen sursudanés; y preocupaciones compartidas, la violencia sexual; que actúan al mismo tiempo y en el mismo espacio, aunque sea virtual; se sienten arropadas y contribuyentes de una misma corriente. Y nada mejor que un hashtag, una etiqueta que diese unidad a las publicaciones y terminase de poner los cimientos de esa comunidad. La rapera Khat Diew propuso #SouthSudaneseSurvivor y esta ha sido la divisa que ha aglutinado una buena parte de los mensajes de esta ola de denuncias. “Me alegro de haber podido reunirnos”, comenta Diew, “para saber que no estamos solas y de haber compartido mi historia. Nuestras mujeres son fuertes y feroces; este movimiento estaba destinado a suceder”.

Como ha ocurrido en acciones similares en otros países, las supervivientes utilizaron las redes para exponer a sus agresores, ante la impotencia de unos sistemas y de unas sociedades que no les ofrecen las garantías para utilizar las vías de denuncia institucionales. Y también en esta corriente de ruptura del tabú de la violencia sexual entre las comunidades sursudanesas empezaron a aparecer, en Twitter y en Facebook, las listas de los hombres señalados como responsables impunes de esas violencias.

Sin embargo, la euforia por esta corriente de liberación ha tenido que enfrentarse a algunos problemas, también. Pronto, los mensajes de apoyo, de ánimo y de solidaridad no fueron los únicos que circularon por las redes. Replicas y desmentidos, reacciones de algunos de los señalados, advertencias, amenazas o acoso, en público o en privado, volvían a poner de manifiesto que la barrera que las supervivientes intentaban saltar era realmente alta. Unas participantes en la acción reafirmaban sus posiciones; otras, intentaban alejarse; y algunas llamaban a cerrar filas y recordaban la tozudez de algunas prácticas culturales con raíces profundas.

La cultura y las normas sociales se han puesto, durante esta campaña en el centro de la crítica. “El problema de las agresiones sexuales y la violencia de género es apremiante y las mujeres de Sudán del Sur se enfrentan a una violencia sexual «innombrable» tanto en las diásporas como en el país”, advertía Khat Diew. Muchas activistas han aprovechado para recordar la normalidad con la que viven los agresores, la necesidad de que la comunidad se oponga a cualquier forma de violencia sexual y de que las familias apoyen a las supervivientes. Y en esa línea intervinieron también algunos hombres sursudaneses, en la necesidad de combatir la educación que reciben los jóvenes y de que los hombres se conciencien de la discriminación y tomen responsabilidades. “Tenemos que cambiar esta cultura que tolera la violencia”, sentenciaba Diew.

Guye Furula se lamentaba del silencio que la sociedad sursudanesa impone sobre esta violencia. “Hay niñas convertidas en novias, matrimonios arreglados y forzados que también acaban generando violaciones y agresiones sexuales. No hay ningún sistema establecido para ayudar a proteger a las mujeres”, advertía la joven. Por su parte, Khat Diew recordaba: “Es imperativo que la comunidad tome medidas para apoyar a estas supervivientes, proporcionar recursos a las mujeres en situaciones de crisis, especialmente en relación con las agresiones sexuales y la violencia de género. Las consecuencias de esta acción aparecerán en forma de educación comunitaria, de divulgación y de apoyo a las supervivientes de la violencia sexual y sus familias para poner fin a los abusos”.

Por su parte, Furual reconocía que los efectos de una acción colectiva como la que se había desarrollado eran difíciles de prever: “No sé qué saldrá de esto. He visto cambios de mentalidad. He visto consecuencias negativas. Los abusadores ya están amenazando a sus víctimas en los medios sociales. Pero también espero que ayude a una especie de curación, que los padres y las familias crean más en sus hijas. Sé que este movimiento ya ha cambiado nuestra comunidad y que nunca volverá a ser igual, pero también sé que será un largo camino para ver qué más ocurre”.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/07/06/planeta_futuro/1594028514_355472.html

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Venezuela: Al menos 19 venezolanas han sido asesinadas en el primer mes de cuarentena, según Cepaz

América del Sur/Venezuela/24-05-2020/Autor(a):Basyl Macías/Fuente: www.el-carabobeno.com 

El informe analiza los asesinatos de mujeres registrados por medios de comunicación digitales, en el período comprendido entre el primero de enero y el 13 de abril de 2020, tiempo en el que se recolectó la evidencia de los femicidios.

Según un estudio realizado por el Centro de Justicia y Paz (Cepaz), correspondiente al primer trimestre de 2020, al menos 19 mujeres asesinadas en Venezuela, durante el primer mes de la cuarentena decretada por el Ejecutivo Nacional.

El informe analiza los asesinatos de mujeres registrados por medios de comunicación digitales, en el período comprendido entre el primero de enero y el 13 de abril de 2020, tiempo en el que se recolectó la evidencia de los femicidios.

El análisis inidica que durante el primer mes de cuarentena, ocurrieron 19 femicidios. “Esto es, cada 36 horas una mujer fue asesinada en Venezuela. De estas 19 mujeres, dos eran niñas y dos adolescentes”.

Al evaluar las cifras se puede observar que en 31,5% de los casos seis de 19 de estos casos el móvil fue la venganza; en 10,5% de los casos el móvil del crimen fue por violencia sexual.

Uno de estos ataques sexuales fue contra una niña menor de 10 años.De los 19 femicidios, el 42%, o sea ocho casos sufrieron múltiples lesiones, acuchillamiento, golpes y asfixias.

En 26,1% de los femicidios el crimen fue perpetrado con armas de fuego mientras que en dos casos arrojaron el cuerpo en la vía pública y Uno de los agresores se suicidó.

En el 64% de los casos los culpables no han sido capturados por las autoridades.Un dato importante es que cinco niños quedaron huérfanos durante el primer mes de la cuarentena al ser asesinadas sus madres y dos de estos pequeños presenciaron el asesinato de sus madres y el suicidio de sus padre.

En el 42% de los casos, ocho de 19 asesinatos hubo arma de fuego. Uno de los casos fue el de un funcionario activo de las FAES quien asesinó a su pareja y luego se suicidó. Al investigar el lugar donde ocurrieron los crímenes el 42% de estos casos ocurrieron en la casa de la mujer mientras que en 26,3% ocurrió en la vía pública.

Vale destacar que el Monitor de Femicidios registró 167 asesinatos de mujeres durante el año 2019, el año pasado el estado más proclive a la violencia contra las mujeres fue Zulia con 25 casos, seguido por Miranda con 22 asesinatos.

Ese año 52 de las 167 víctimas fueron abandonadas en la vía pública, 18 casos de violación, en 12 casos las mujeres fueron quemadas y en seis casos fueron mutiladas.

En el año 2018 en América Latina se produjeron 3 mil 287 femicidios, según el Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe.

La punta del iceberg

Magdimar León, coordinadora de la Asociación Venezolana para una Educación Sexual Alternativa (Avesa), señala que la impunidad es uno de los graves problemas en la lucha contra la violencia sexista.

“En el informe Violencia sin Límites correspondiente al año 2017, en el que manejamos las últimas cifras del Ministerio Público que salieron a la luz pública, se pudo observar que apenas el 1% de los casos de denuncias de violencia contra mujeres llegaban a juicio”, subrayó.

Encerradas con sus agresores

A ese problema hay que agregar el contexto de crisis que vive Venezuela que sumada a la del COVID-19, deja a las mujeres en condición de vulnerabilidad.“La crisis humanitaria aumenta la brecha de género en cuanto al acceso a alimentos, mejoras y seguridad y a eso debe sumarse que la cuarentena impuesta ante el COVID-19 que implica encerrar a muchas mujeres con sus agresores”.

“Si estamos obligados a permanecer en un solo espacio en el que debemos convivir, no podemos salir a drenar, entonces cualquier diferencia puede generar violencia.

”Dictar medidas de confinamiento genera más presión en los hogares, facilitan episodios de violencia y la no haber lugares a dónde acudir, las mujeres quedan atrapadas con sus agresores y si el contexto no la ayuda muchos de esos casos terminan en homicidios.

Prevenir la violencia

León asegura que es necesario identificar la situación de violencia, luego de identificado el riesgo debe informar a personas del entorno sobre lo que está viviendo, debe pedir ayuda y buscar información sobre instituciones que brindan apoyo, hay líneas de atención telefónica que pueden brindar asesoría ante casos de violencia contra la mujer.

La víctima debe tratar de permanecer en otro lugar, uno que sea más seguro, o estar en contacto con otras personas que sepan lo que ocurre y puedan brindarle protección y seguridad, tener el teléfono con saldo, así como números de teléfonos de ayuda, llamar a personas cercanas cuando se presenten situaciones de violencia.

“La comunidad familiares y amigos pueden hacer cosas, cuando las víctimas no pueden poner límites, otros deben intervenir, se debe reconocer la violencia y actuar la violencia de género es delito, no un problema privado”, señaló finalmente la activista por los derechos de la mujer.

Fuente e Imagen: https://www.el-carabobeno.com/al-menos-19-venezolanas-han-sido-asesinadas-en-el-primer-mes-de-cuarentena-segun-cepaz/

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La espiral de violencia que acompaña a las migrantes en África

Por: Iñaki Makazaga

Los testimonios de 152 africanas entrevistadas, en diferentes situaciones de movilidad y procedentes de distintos conflictos y crisis, desvelan la exposición constante a agresiones que sufren durante su tránsito

Una espiral de violencia acompaña a las mujeres migrantes en África, tan envolvente que el riesgo de sufrir agresiones en sus vidas se reproduce, incluso con más fuerza, cuando deciden abandonar sus hogares precisamente para librarse de ellas.

Así lo ha documentado durante los últimos dos años la ONG Alboan entrevistando a más de 152 mujeres migrantes en diferentes situaciones de movilidad y provenientes de conflictos con crisis de distinto origen y duración. El diagnóstico se presentó recientemente. La prioridad, dicen, es la atención médica y psicosocial así como aportarles formación profesional y acceso educativo para sus hijos. “Queríamos conocer sus demandas y sueños antes de ponernos a trabajar con ellas”, explica la directora de la organización, María del Mar Magallón.

“Todas piden vivir en contextos seguros junto a sus hijas e hijos, y recuperar así la vida que llevaban antes de sufrir la violencia”, concreta. Desde el principio, la ONG quiso detectar los riesgos a los que se exponen las mujeres migrantes del continente tanto por el hecho de ser mujeres como por el motivo de su desplazamiento. Y así amoldar al máximo su manera de trabajar con cada una de ellas. Por eso, una de sus primeras conclusiones del trabajo ha sido incorporar también nuevas maneras de acompañar, a la vez que mantienen exigencias históricas como reclamar la protección internacional con el estatus de refugiadas para todas ellas por el hecho de sufrir violencia de sexual y de género.

Nuevos marcos normativos de protección

El estatus de refugiada, la obtención de permisos de residencia y la reagrupación familiar facilitaría la prevención de nuevas violencias a estas mujeres que se ven obligadas a desplazarse por las agresiones sufridas en origen y se exponen a nuevas violencias durante todo el camino, como explican en el diagnóstico.

Los países en los que han realizado el trabajo de escucha activa han sido Marruecos, como país de tránsito de muchas mujeres de camino a Europa; los campos de personas refugiadas de Gado en Camerún; Lóvua, en Angola; Mabán, en Sudan del Sur; Melkadida, en Etiopía y Kukuma, en Kenia. También hay participantes del entorno urbano de Luanda, en Angola y Johannesburgo y Pretoria, en Sudáfrica. También mujeres desplazadas de la República Democrática de Congo.

Para el posterior desarrollo de los programas cuentan con el apoyo de la red del Servicio Jesuita a Refugiados en el continente africano y diferentes organizaciones locales lideradas por mujeres. La organización congoleña Sinergia de mujeres por las víctimas de violencia sexual es una de ellas. Su coordinadora, Justine Masika, acudió recientemente a Bilbao a apoyar la presentación de este diagnóstico a finales del mes de febrero.

Victimas de violencias solapadas

“Ser mujer en un país en guerra convierte nuestro cuerpo en campo de batalla. Tan sólo nos queda apoyarnos entre nosotras para levantarnos todas las veces que nos violen”, explica ante una sala llena de un público que se ha acercado hasta la sede de Alboan para conocer los detalles del informe.

Masika habla con voz tranquila y en francés. Cuenta cómo en su país las mujeres sufren varias violaciones a lo largo de sus vidas al no encontrar seguridad para ellas con el desplazamiento interno. Por eso, pone en valor el proyecto al recuperar la voz de las mujeres. “En estos contextos de violencia, los más complicado es devolver la autoestima a las mujeres y el mero hecho de escucharlas, ya es un gran paso para empoderarlas”, enfatiza.

En otros contextos, como los del norte de Marruecos, en plena ruta migratoria hacia Europa la vulnerabilidad de las mujeres se incrementa al encontrarse en situación ilegal. Algo que también aporta mayor impunidad a los agresores al no poder acudir las mujeres a la justicia ordinaria.

Lo mismo ocurre también en los campos de refugiados. Lo han comprobado en Camerún, Angola, Sudan del Sur, Etiopía y Kenia donde “la violencia se traslada a este contexto por mantener costumbres como el matrimonio forzado, la mutilación genital femenina o la exclusión educativa de las niñas”.

En este contexto, las mujeres tampoco son capaces de denunciar ante el temor a ser expulsadas de la propia comunidad. La propuesta que se extrae de este diagnóstico contempla desarrollar campañas de sensibilización, también con hombres, en las comunidades. Y exigen mayores dotaciones económicas a las entidades responsables de los campos para mejorar las condiciones de hacinamiento “que también incrementa el riesgo de agresiones sexuales”.

Aquellas mujeres que se desplazan hacia contextos urbanos, como sucede en capitales como Luanda en Angola o Johannesburgo y Pretoria en Sudáfrica, el análisis detecta otro incremento de vulnerabilidad “al exponerse al mundo de la trata y el trabajo doméstico en condiciones serviles”.

La profesora de Relaciones Internacionales y coordinadora del Grupo de Estudios Africanos de la Universidad Autónoma de Madrid, Itziar Ruiz-Giménez, explica que la metodología de escucha activa del proyecto aporta un valor en sí mismo. “Ya tocaba cerrar la boca y abrir los oídos para que sean las migrantes en movimiento las que expliquen sus propios sufrimientos por el sencillo hecho de ser mujeres”, señala.

El proyecto ya está en marcha, como lo están sus protagonistas. El diagnóstico ha sido el primer paso. Ahora arrancan los trabajos para atender sus necesidades psicosociales, médicas, de formación profesional y asesoramiento jurídico. En principio, durante los próximos cuatro años 6.400 participantes de estos ocho países diferentes en contextos de desplazamiento serán acompañadas para romper la espiral de la violencia en las que viven y convertirlas en muros de contención que, tal vez, generen espacios seguros.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/04/16/planeta_futuro/1587053570_207340.html

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Contra la impunidad por las violaciones en la guerra de Bosnia

Europa/Bosnia/16 Abril 2020/elpais.com

Mujeres bosnias, serbias y croatas, algunas de ellas víctimas, trabajan unidas desde 2003 para ofrecer todo tipo de ayuda a las miles de personas que sufrieron violencia sexual durante el conflicto de los Balcanes

A pesar de ocupar los bajos de un edificio, la sede de la ONG Mujeres Víctimas de la Guerra pasa completamente desapercibida en un barrio de clase trabajadora en Sarajevo. No hay ninguna placa ni cartel en la puerta de entrada y una cortina cubre los cristales de las miradas de los curiosos, o de posibles atacantes. Dentro, en una humilde oficina, un grupo de mujeres valientes, algunas de ellas víctimas, proporciona desde el año 2003 todo tipo de ayuda a los miles personas que sufrieron cualquier tipo de violencia sexual durante la guerra que desangró Bosnia y Herzegovina entre 1992 y 1995.

«Han profanado la tumba de una de las fundadoras y hasta siete u ocho veces ha habido ataques contra la residencia de nuestra presidenta. Pero el Ayuntamiento del pueblo no ha hecho nada para protegerla. En general, el trabajo de la asociación molesta a los políticos», explica Amela Hasecic, alma de la ONG e hija de su histórica presidenta. A partir de unas de 6.000 declaraciones, la entidad ha podido identificar a más de 2.700 agresores y a más de 10.000 mujeres violadas durante la guerra. Pero se calcula que el número real de víctimas de este tipo de agresión durante el conflicto bélico oscila entre las 20.000 y 40.000.

«En el caso del ejército serbobosnio, la violación fue utilizada de forma sistemática como un arma de guerra con el objetivo de destruir las familias y llevar a cabo una limpieza étnica. Soldados de otras etnias también cometieron este tipo de crímenes, pero por decisiones individuales «, comenta Amela Hasecic, una mujer de mediana edad y una mirada llena de determinación. Su madre, Bakira Hasecic, fue víctima de las tropas serbias en Visegrado, y su testimonio fue clave en alguno de los juicios celebrados en La Haya por parte del Tribunal Penal Internacional para Yugoslavia.

Si bien las fundadoras de Mujeres Víctimas de la Guerra fueron una treintena de bosníacas —término usado para referirse a las personas de religión musulmana en Bosnia—, pronto se sumaron a la iniciativa mujeres croatas y serbias. En un país en el que las tensiones entre los tres grupos mayoritarios, bosníacos, serbios y croatas, están aún a flor de piel, esta entidad ofrece un bello ejemplo de cooperación multiétnica. «La única división que cuenta es entre víctimas y criminales», es uno de los mantras de la ONG.

Terapia contra el estigma social

Entre las tareas de la entidad figura recopilar toda la información posible para conservar la memoria histórica, y por ello registran las declaraciones de cada nuevo miembro. También proporcionan asistencia material, psicológica y jurídica a las víctimas y a sus hijos. Muchas de las mujeres violadas decidieron abortar, otras conservaron sus hijos, pero las hubo que los dieron en adopción o se los quedó el agresor. Algunas fueron utilizadas como esclavas sexuales durante meses.

La entidad ha identificado a 62 de estos hijos perdidos, y si lo quieren las dos partes, facilita el reencuentro. Hasta ahora, lo ha hecho ya en ocho ocasiones. Además, ha apoyado a los chavales con becas de estudio y ayudas a la inserción profesional. Con el objetivo de eliminar el estigma social que sufren estos jóvenes, colabora con una asociación nueva llamada Hijos Olvidados de la Guerra, creada por la activista Anja Jusic. Ella misma nació fruto de un estupro.

«La terapia es muy importante, porque en una sociedad como la bosnia, muchas víctimas han sufrido una muerte psicológica. Solemos trabajar con grupos de diez personas, y nos encontramos una vez por semana durante cerca de un año. Pero claro, nos adaptamos a la necesidad de cada persona «, dice Besima Catic, una psicóloga que trabaja con este perfil de víctima desde el inicio de la guerra. La asociación incluye también unos 270 hombres víctimas de agresiones sexuales, que en algunos casos incluían mutilaciones.

«Con las mujeres, el objetivo es hacer desaparecer el sentimiento de culpa y vergüenza. El trabajo con los hombres es diferente. Se trata de hacerles entender que, pasara lo que pasara, no han perdido su virilidad. A muchos, las esposas los abandonaron», añade la psicóloga, que considera más difícil trabajar con los hombres víctimas porque les cuesta más hablar de lo sucedido.

Según Catic, un momento muy importante en el proceso de cura es la declaración ante un tribunal. Cuando la ONG cuenta con suficientes pruebas, presenta una denuncia a la fiscalía. Hasta ahora, ya se han celebrado docenas de juicios. «El solo hecho de encontrarse en un tribunal, y ver el agresor en el banquillo ya tiene un efecto curativo. Ayuda a retirar el sentimiento de culpa y confirma el estatuto de criminal del violador», sostiene la psicóloga.

Catic se encarga también de preparar psicológicamente a las mujeres para el difícil momento de tener que revivir en público el trauma. Gracias a la labor de entidades como esta, una resolución del Consejo de la ONU de 2008 reconoce la violación como «un crimen de guerra». En Bosnia, las víctimas reciben una pensión del estado de unos 250 euros mensuales.

Obstáculos legales en la lucha por la justicia

En 1993, la ONU creó el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia (TPIY) para investigar y juzgar a los principales sospechosos de crímenes de guerra. En total, procesó 167 personas y se iniciaron más de un centenar de juicios. A finales de 2017, el TPIY cerró sus puertas habiendo condenado a algunos perpetradores símbolo de la limpieza étnica, como Ratko Mladic, máximo líder militar serbobosnio. Ahora son los tribunales de los diversos Estados surgidos de la antigua Yugoslavia los encargados de continuar desempeñando esta labor. “El TPIY se ocupó de los casos más graves, los “peces gordos”. Los nacionales están juzgando a los cargos medios, y a los verdugos que implementaron las órdenes sobre el terreno”, explica Hikmet Karcic, investigador de Sarajevo especializado en crímenes de guerra.

Según algunos expertos, en general, el balance de estos dos años es muy negativo. “El negacionismo, revisionismo y continuo apoyo político a quienes cometieron crímenes de guerra significa que a menudo los Estados no quieren extraditar a sus nacionales. Se han firmado protocolos de cooperación regional, pero en la práctica hay a menudo más obstrucción que cooperación”, declaró hace unos meses a EL PAÍS Natalya Clark, profesora de la Universidad de Birmingam (Reino Unido), especializada en Justicia Transicional en los Balcanes.

Karcic coincide en señalar la falta de cooperación transnacional como el principal obstáculo para poner fin a la impunidad de los agresores: “Muchos de los acusados o sentenciados en Bosnia y Herzegovina cruzan a Serbia o Croacia. Se “esconden” allí, y se escudan en formalidades para evitar la extradición, como es el caso de Novak Dukic”. En cambio, hace una valoración más positiva del trabajo específico de los tribunales nacionales de su país. “Bosnia es el Estado con más casos abiertos, varios centenares. Pero es verdad que no todos los tribunales trabajan con la misma seriedad. En la República Serbia de Bosnia, donde todo el aparato judicial es serbio, es más reticente a abrir investigaciones”, asegura este joven fornido en un perfecto inglés.

Teniendo en cuenta que muchas violaciones en grupo tuvieron lugar en territorio de la actual República Serbia de Bosnia, la falta de cooperación de las autoridades judiciales es un problema grave. En algunos casos, ya sea por vínculos personales o amenazas, los acusados son absueltos. «Es por eso que pedimos que este tipo de crímenes se persigan en tribunales estatales, no en los provinciales … En un principio, solo nos dábamos por satisfechas con sentencias duras. Ahora, la mera condena, aunque sea a pocos años de prisión, ya nos parece una victoria», comenta Hasecic con aire resignado.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/03/27/planeta_futuro/1585322337_782761.html

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México: La homofobia también mata

Redacción: El Sol de Cuernavaca

El rechazo a las personas de la comunidad tiene un efecto directo: falta de oportunidades, educación, acceso al empleo, incluso, a la salud

La homofobia es un comportamiento que se define como el odio, rechazo, aversión, prejuicio y discriminación contra las personas que tienen orientaciones sexuales diversas a la heterosexualidad. Se asocia principalmente con el rechazo a las personas LGBT+.

Si bien desde 1871 la homosexualidad es legal en México, actualmente la homofobia ocupa el segundo lugar en crímenes de odio, sólo detrás de Brasil. Además, siete de cada 10 personas de la comunidad son discriminados y 75 por ciento recibe hostilidades en el ámbito laboral.

La Comisión Nacional para Prevenir la Discriminación dio a conocer los resultados de la Enadis 2017 mediante la cual se informó que en Morelos más del 60 por ciento de las personas encuestadas no aprueba que una pareja del mismo sexo viva junta.

En el Código Penal del Estado de Morelos la discriminación está tipificada como delito, siendo acreedores de uno a tres años de prisión o de 25 a cien días de trabajo en favor de la comunidad y multa de 50 a 200 días, así como destitución e inhabilitación si es servidor público.

En los últimos años se han logrado avances en el reconocimiento de los derechos de la comunidad LGBT+. En 2015 la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) lanzó su Protocolo de Actuación para quienes imparten justicia en casos que involucren la orientación sexual o la identidad de género, y en 2018, se publicó en el Diario Oficial de la Federación el Protocolo de Actuación para el Personal de las Instancias de Procuración de Justicia del País, en casos que involucren la orientación sexual o la identidad de género, adoptado por la Conferencia Nacional de Procuración de Justicia.

A pesar de ello, la organización “Letra S, Sida, Cultura y Vida Cotidiana”señaló que sin duda son avances importantes, pero aún son insuficientes para responder adecuadamente a este grave y complejo problema, “sustentado en estereotipos y prejuicios sociales muy arraigados, y frente al cual el Estado debe asumir plenamente su obligación de prevenir, investigar, procesar y sancionar los delitos derivados de la violencia ejercida en contra de las personas LGBT+”.

El Día contra la Homofobia y la Transfobia se celebra el 17 de mayo con motivo de la eliminación de la homosexualidad como enfermedad en la lista de la OMS en 1990.

Fuente: https://www.elsoldecuernavaca.com.mx/local/diversia-la-homofobia-tambien-mata-4978244.html

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La dureza de ser mujer en Mauritania

Reseña/África/Mauritania/09 Abril 2020/elpais.com

Este es el relato de una voluntaria en salud mental en el país africano donde el 66% de las niñas y mujeres han sufrido alguna forma de violencia y mutilación genital

Hace cuatro meses que llegué a Mauritania por primera vez, a través del programa EU Aid Volunteers (EUAV) de la Unión Europea, para trabajar con la ONG Médicos del Mundo.

Las mujeres caminan despacio por las polvorientas calles de Nouakchott, la capital del país. Envueltas en los colores de sus melfhas se esconden de las miradas indiscretas, custodiando mil y una historias donde ser fuerte no ha sido una opción, sino la norma. La mirada fiera, la cabeza erguida, la determinación y la valentía en sus labios agrietados. La vida duele, pero nunca se deja de caminar hacia delante.

No es fácil ser mujer en la República Islámica de Mauritania. La pobreza y las desigualdades étnicas no hacen sino agravar la inequidad estructural que sitúa a las mujeres y niñas en una situación de extrema vulnerabilidad. En un contexto social en el que los roles de género están tan marcados, ellas son con frecuencia infantilizadas y despojadas de toda capacidad de decisión. En muchas comunidades, su papel es el hogar: la reproducción y la satisfacción de las necesidades de la familia. A menudo es repudiada si no logra dar descendencia, pues es a través de la fecundidad y del servilismo que cumple con la misión que tradicionalmente se le asigna. La virginidad antes del matrimonio es uno de los tesoros más preciados, lo que conduce a la estigmatización de las mujeres que no la conservan antes de casarse, conduciendo incluso a su culpabilización en caso de sufrir violencia sexual.

Cada etnia posee sus propias particularidades y esta explosión cultural dificulta hacer generalizaciones sobre la situación global de las mujeres en este país. No obstante, las estadísticas arrojan datos estremecedores, como que el 66% de las niñas y mujeres han sufrido alguna forma de mutilación genital femenina, llegando este porcentaje hasta el 90% en algunas regiones. El matrimonio infantil afecta a un 35,2 % de ellas, alcanzando más de un 50% en algunos lugares. La violencia sexual y la violencia conyugal son aún más difíciles de calcular, porque muy pocas personas deciden comunicarlo a las autoridades. A pesar de que la ley concibe como delitos estas formas de violencia, esto no impide que muchas veces estén invisibilizadas debido a los tabúes existentes en torno a la sexualidad.

La violencia de género, sumada al enfoque comunitario en la resolución de problemas, frecuentemente induce a las familias a faire des arrangements (hacer arreglos) tras revelarse una agresión sexual. Es decir, los padres pactan con los violadores la recepción de una cantidad de dinero a cambio de no denunciar el delito a la policía. En otros casos, se fuerza a la mujer a contraer matrimonio con su agresor. Los padres, con estas decisiones, buscan la protección de sus hijas y del resto de la familia. No obstante, contribuyen a que la violación quede en la sombra, no habiendo un reconocimiento de la injusticia sobrevenida a las mujeres. La violencia se legitima y, por tanto, no deja de reproducirse.

Por estos motivos, Médicos del Mundo (MdM) trabaja desde hace tiempo en el fortalecimiento de un circuito de atención integral (asistencia médica, psicológica y jurídica) para víctimas. Además de la apertura en junio de 2017 de la Unidad de Atención y Cuidado de Víctimas de Violencia de Género en el hospital Materno Infantil de Nouakchott, en 2018 una segunda unidad de atención a víctimas de violencia de genero abrió sus puertas en la región de Guidimakha, al sur del país. A lo largo del 2020, otras dos unidades abrirán en la región del norte de Dakhlet-Nuadibú y al este en Bassikonou, a 20 kilómetros del campo de refugiados de Mbera.

El trabajo no finaliza con la atención médica en los hospitales, sino que se trabaja conjuntamente con las organizaciones de la sociedad civil para garantizar una intervención holística para las supervivientes de VG. Además, MdM contribuye con la sensibilización comunitaria para concienciar sobre la violencia basada en el género y las nefastas consecuencias que algunas creencias socioculturales profundamente arraigadas pueden tener sobre la salud de las mujeres.

Mi trabajo estos meses ha consistido en el refuerzo de capacidades del personal sociosanitario que trabaja en atención directa con víctimas de violencia de género. Concretamente, he impartido formaciones sobre apoyo psicosocial y primeros auxilios psicológicos a médicos y matronas, y he realizado acompañamientos con las asistentas sociales. Estas tareas me han permitido adentrarme en las estructuras de atención a las víctimas para analizar la calidad de la asistencia psicosocial y poder proponer mejoras. Los profesionales mauritanos han sido siempre muy acogedores conmigo y, libres de prejuicio, me han permitido el acceso durante sus intervenciones individuales y grupales para poder acompañarlos durante los procesos terapéuticos que facilitan.

Es enero y el invierno mauritano nos regala 35 grados de tórrido sol. Estoy en el hospital Materno Infantil de Nouakchott y camino hacia la sala de atención social, integrada en el servicio de maternidad del centro hospitalario. Observo en silencio el trabajo de la matrona y la asistenta social mientras reciben a una adolescente superviviente de violencia sexual. Tras una entrevista inicial para comprender mejor la situación y el contexto social de la víctima, la asistente psicosocial aprovecha la espera de los análisis médicos para acompañar y dar apoyo emocional a la adolescente y su madre. Estas sesiones de apoyo son fundamentales para proteger la salud mental, al posibilitar un espacio de confianza y desahogo, sin juzgar, y promotor del bienestar de toda la familia.

Dos jóvenes mauritanos en una motocicleta.
Dos jóvenes mauritanos en una motocicleta. BECHIR MALUM

En ocasiones, la asistenta debe mediar entre los padres y la víctima, hacerles comprender que una violación nunca es culpa de quien la recibe y que todos deben estar unidos para ayudar a la hija a superar el trauma vivido. Tras la atención psicosocial y las pruebas médicas, la víctima es derivada a una organización de la sociedad civil, donde continuará recibiendo asistencia psicológica y jurídica.

Es una suerte poder sumergirse en una especialidad tan poco desarrollada en Mauritania: la salud mental y el apoyo psicosocial a las personas que han sufrido episodios traumáticos de naturaleza sexual. A lo largo de estos meses, seguiremos trabajando una estrategia transversal en los proyectos que Médicos del Mundo desarrolla en el país. Una tarea nada sencilla donde apenas hay profesionales de la psicología y donde los afectados son generalmente rechazados por la comunidad o conducidos a curanderos tradicionales para que les ayuden a sanar a través de prácticas mágico-religiosas.

No es fácil ser mujer en la República Islámica de Mauritania. Pero las mujeres y niñas mauritanas nos son meros agentes pasivos receptores de violencia, se trata de que a través de la protección y la prevención, progresen hacia su autonomía, facilitar que sean ellas las protagonistas de sus procesos. Así, es posible desarrollar pequeñas acciones que puedan contribuir a lograr grandes cambios en un futuro, tender una mano para fortalecer su resiliencia.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/03/31/planeta_futuro/1585666689_491553.html

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El poder de las peticiones ‘online’ para frenar la violencia sexual en las telenovelas

Asia/Tailandia/19 Marzo 2020/elpais.com

Han nacido series más realistas y con menos machismo en Tailandia gracias a la campaña que inició un espectador indignado

En la popular telenovela tailandesa Game Rai Game Ruk se reproduce una situación en la que un hombre agarra a una mujer y se abalanza sobre ella mientras la chica grita e intenta golpearlo. La escena luego cambia a un entorno romántico frente a un lago, donde la pareja parece estar abrazándose. Pero después, los personajes vuelven al escenario original y ella deja de defenderse, cediendo a sus avances.

El mensaje subyacente: un hombre domina a una mujer y ella se rinde y se enamora de él. Este ha sido un tema recurrente en las telenovelas tailandesas (y no solo) en horario de máxima audiencia durante décadas, pero ha comenzado a cambiar gracias, en gran medida, a la campaña que ha iniciado en Internet un espectador indignado.

Es común que lleguen a nuestras bandejas de entrada solicitudes para firmar peticiones online. Para conseguir el apoyo de la sociedad para una causa, todo lo que hay que hacer es completar un cuestionario en alguna de las plataformas web creadas para este fin y enviarlo: la petición estará lista instantáneamente para compartir con todo el mundo.

El arquitecto Nitipan Wiprawit, de 41 años, se sentía cansado de ver ciertas escenas en televisión. Un día dijo “basta” y lanzó una campaña para poner fin a la normalización de la violencia sexual en las telenovelas tailandesas. La petición pronto obtuvo más de 59.000 firmas, provocó un debate nacional y condujo a la publicación, en 2016, de las primeras regulaciones éticas para los canales de televisión con respecto a la representación de la violencia de género en estas series.

Las directrices aprobadas establecían claramente lo que se podía mostrar y contra lo que se debía advertir, pero no se diseñaron para censurar la representación de la agresión sexual contra las mujeres. Se consideraron simplemente una recomendación necesaria para los productores, así como un recordatorio de su compromiso constructivo con la educación de la sociedad tailandesa.

Sin embargo, solo unos meses después de la publicación de las regulaciones, la Comisión Nacional de Telecomunicaciones y Radiodifusión de Tailandia (NBTC) tomó medidas contra el productor de la popular serie de televisión Club Friday por continuar representando escenas de violencia contra las mujeres. Supinya Klangnarong, que en ese momento era miembro de la comisión de la NBTC, apoyaba activamente a Wiprawit y manifestó que el programa había violado la Ley de Radiodifusión por presentar escenas contra el código de conducta moral tailandés.

El drama presentaba una escena en la que un hombre colocaba a la fuerza la cara de una villana frente al tubo de escape de una motocicleta. También mostraba la violación de la misma mujer mientras otra miraba y, riéndose, grababa la escena en vídeo. El programa había sido etiquetado como apto para todas las edades. El castigo resultó en una multa de 1.450 dólares al canal de televisión, unos 1.280 euros. Y lo que es más importante, sentó un precedente.

Ejemplo de telenovela tailandesa con escenas de violencia de género.

¿Cuándo se normalizó la violación en las telenovelas? El doctor en filosofía y profesor adjunto de estudios de la sexualidad en la Escuela de Graduados de Lenguaje y Comunicación de Tailandia, Jaray Singhakowinta, explica que es difícil determinar cuándo comenzaron a aparecer estas escenas de violencia sexual, ya que la mayoría de las series televisivas son adaptaciones de novelas que contienen escenas de violación.

El experto dice que algunas de estas historias son tan populares que se han convertido en películas y telenovelas hasta diez veces desde la década de 1970. Entre las más conocidas, se encuentra Son Dao Phra Suk, Ban Sai Thong y Ku Kam. Varias obras clásicas de la literatura tailandesa, como Khun Chang Khun Phaen, describen violaciones cometidas por un protagonista masculino que no recibe ningún tipo de castigo.

Pero Singhakowinta explica la verdadera razón por la que estos programas de televisión son tan populares: es, probablemente, debido al desarrollo general de las tramas, no solo a la representación de las escenas de violación. Señala que el abuso sexual “no tiene lugar en la vida real de los tailandeses». De hecho, una conocida celebridad tailandesa, Boom Panadda, lideró en 2014 una campaña pública para evitar la revocación de la pena de muerte para los condenados por delitos sexuales.

El idioma tailandés también puede resultar confuso, ya que se usan dos palabras para hablar de violación. La primera, bplum, también se utiliza para «lucha libre» y puede entenderse como un acto forzado o violento que termina en la consolidación de una relación, como se describe en las telenovelas, brindando la oportunidad de absolver al maltratador. La otra, khom kheun, describe la violación como un acto criminal.

La inclusión de la violación en las telenovelas tailandesas «se entiende como un intento simbólico de satisfacer los deseos sexuales de las protagonistas femeninas, a menudo reprimidos, ignorados y prácticamente inexistentes», dice Singhakowinta.

Se cree que las mujeres buenas son sexualmente ingenuas, por lo que no pueden dar a conocer sus deseos y deben ser forzadas por los hombres que aman. La violación también ha sido representada algunas veces como un castigo del karma para las mujeres adversarias que representan el extremo opuesto de las protagonistas femeninas, explica el experto.

«La noción patriarcal de la feminidad ideal es, probablemente, la culpable de este retrato repetitivo de la violación en las telenovelas tailandesas», dice, señalando que a menudo se considera inapropiado que las protagonistas femeninas expresen sus deseos corporales en comparación con sus homólogos masculinos, cuyas expresiones sexuales son aceptadas como naturales.

«Sería inconcebible que las protagonistas femeninas señalen sus intereses sexuales, ya que esto iría en contra de la norma social prescrita para las mujeres buenas en la cual la virginidad todavía se usa como una medida simbólica de las virtudes femeninas”, sugiere Singhakowinta.

La virginidad de la mujer como una medida simbólica de la virtud femenina todavía se ve en las telenovelas, pero esto está cambiando gradualmente a medida que evoluciona la mentalidad, especialmente entre las generaciones más jóvenes.

De hecho, después de que la representación de la violencia sexual fuera destacada en la petición de Wiprawit, han comenzado a nacer series más realistas. Otro factor que contribuye a este cambio, según Klangnarong, la exmiembro del comité de la NBTC, es que los jóvenes tailandeses “se aburren cada vez más con los dramas tradicionales de televisión y optan por series coreanas o ven Netflix”.

Aunque todavía podemos observar ciertas escenas de violencia sexual en algunos de estos canales, Klangnarong dice que el contenido se ha ajustado. «Las mujeres se muestran más abiertas, realistas y modernas». Por otro lado, las nuevas novelas y telenovelas también presentan cada vez más tramas que involucran a personas LGTBI (lesbianas, gais, bisexuales y transexuales), algo inaudito en generaciones anteriores.

Otro ejemplo de violencia sexual en una telenovela tailandesa.

Otras campañas en internet han conseguido grandes avances. Por ejemplo, en Indonesia, una petición publicada por una coalición de varias organizaciones, campus y comunidades, pidió al ministro de Educación y Cultura regular su intervención para el acoso sexual. El ministro respondió positivamente, e incluso, solicitó al grupo escoger a cinco personas para unirse a su comité y promulgar los cambios necesarios para que los campus universitarios sean más seguros.

Otra campaña vigente en India, liderada por una actriz de Bollywood, pide advertencias legales en la pantalla cada vez que se retrata la violencia de género, de la misma forma que se advierte de los peligros para la salud cuando un actor aparece bebiendo o fumando.

Wiprawit se siente orgulloso de lo que ha logrado en Tailandia, pero quiere ir un paso más allá. Su objetivo es cambiar por completo las tramas de las telenovelas y mejorar la implementación de las directrices. Actualmente, los productores de televisión solo son castigados mucho después de que una escena de violencia sexual se haya transmitido a una amplia audiencia. Para Wiprawit ese sistema «es una tontería”.

“Hace unos meses informé al NTBC de una telenovela inapropiada que estaban emitiendo de nuevo. Como ya la había visto, conocía la historia y las escenas. Me respondieron que tenía que esperar hasta que apareciera una escena inapropiada en la televisión para presentar la queja. Deberían cambiar el proceso”, dice Wiprawit.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/03/16/planeta_futuro/1584363758_226998.html

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